Saliendo a El Parche desde la calle Rivero. El camino sigue de frente hacia la calle La Ferrería, a la derecha del Ayuntamiento, que vemos al fondo con su bajo porticado |
La antigua muralla medieval o cerca que se erigió entre los siglos XII y XIII guardando la población, y se extendía de aquí hacia el antiguo puerto avilesino, un poco más al oeste (actual Parque del Muelle). La actual calle Rivero era el antiguo camino de Oviedo/Uviéu y de la costa, mientras Galiana, de la que hablaremos, era el camino hacia Grado/Grau, una de las antiguas "despensas" de Asturias y, desde tiempos mucho más inmemoriales, comunicación con el camino y puerto de La Mesa (Camín Real de la Mesa), una de las principales vías entre Asturias y la Meseta en la antigüedad
En torno a ellas se configuró el primer "Avilés extramuros", aparte del barrio de pescadores de Sabugo, al otro lado del viejo muelle, que quedó definitivamente unido a La Villa intramuros al desecarse las marismas y taparse el río Tuluergo acabando el siglo XIX
Avilés estaba amparada por un fuero real desde el año 1085 del monarca Alfonso VI que la libraba del poder señorial de la nobleza y el clero, haciendo de ella una importantísima villa aforada en la Asturias del medievo gracias a su posición estratégica dentro de una ría que da entrada natural al corazón de Asturias y que favoreció un intenso tráfico comercial, además de pesca y astilleros
El camino sigue a la derecha del Ayuntamiento, donde estaba la Puerta de la Ferrería, ante la que se alzaba la picota, en la que se exponía a los malhechores para escarnio público. Esta puerta daba acceso a la Calle Mayor, actualmente de La Ferrería o del Alcázar, nombre que evoca al gremio de ferreros o herreros que aquí se asentaba
El Avilés amurallado medieval constaba de tres calles fundamentales, una era esta de La Ferrería, por la que sigue el Camino, insistimos. Otra es la de la otra puerta que había a la izquierda del Ayuntamiento, la calle de La Fruta, antes llamada Oscura, y la pequeña calle del sol, que unía a estas dos, formando una H dentro del recinto fortificado, el cual comenzó a derribarse a partir de 1818, tanto por intereses urbanísticos como por ser las murallas un símbolo del "viejo orden" llamado Antiguo Régimen, pese a que en su momento también protegieron a su población aforada de las apetencias de otros señoríos
Una placa nos informa de la situación de las murallas y de la citada puerta a la entrada de dicha calle...
El arquitecto Juan de Estrada realizó los planos del Ayuntamiento de Avilés siguiendo la estructura e inspiración del Ayuntamiento de Oviedo/Uviéu, construido también por aquella época y al que se parece muchísimo. El encargo de la obra fue para el famoso maestro entallador Marcos Martínez. En un principio los bajos del consistorio fueron alquilados a artesanos y comerciantes
Estimamos muy conveniente recomendar a los peregrinos y viajeros apasionados de la historia, el arte y el patrimonio, poder dedicar unos instantes a visitar esta plaza y su entorno, máxime si se pernocta en Avilés, donde hay albergue de peregrinos y otros muchos alojamientos. Así, sin prisa en el reloj, disfrutaremos de un muy ameno paseo por El Parche y otros lugares próximos
También, desde las terrazas, si paramos a descansar y tomar algo, tenemos una muy buena vista de estas consistoriales avilesinas
El reloj del tejado fue instalado en 1836, donación de los señores de Maqua, sustituyendo de alguna manera a la antigua Torre del Reloj
La Torre del Reloj, que fue también cárcel, estaba en la Puerta Cimavilla de la extinguida muralla, cuya situación sería justo a la izquierda del ayuntamiento (entrada del camino de Grado/Grau)
"La enorme maquinaria mecánica había sido instalada en una vieja torre de adobe cuyo piso bajo era una de las cinco puertas (hoy coincidente con el inicio de la calle de La Fruta) que la muralla tenía para entrar a la población y que, por este hecho, le quedó el nombre de "Puerta del Reloj’"
"En el día de Todos Santos de este año de 1755 que nuestra Madre la Iglesia celebra de precepto, estando el día muy claro, sosegado en calma y sin vientos, siendo entre diez y once de la mañana, se reconoció un temblor de tierra en esta villa, y después por noticias que vinieron fue general en todo el mundo».
"En cuya ocasión, yo, Francisco Reconco, estando en la plaza mayor de esta villa, frente a la torre del reloj de ella, no siendo horas de dar campanadas, y con el motivo de este temblor, le oí dar siete campanadas chicas. Y de allí a una hora y media vi que los caños de esta villa, con el motivo de remudarse la tierra en su centro, se puso el agua por espacio de más de cinco horas más revuelta y turbia que el barro colorado, pues algunos decían que era sangre. Muchos vecinos de esta villa se salieron de sus casas, juzgando que caían sobre ellos, dando voces. En cuya ocasión estaba la ría vacía del todo, y en el pozo, junto a la puente, se levantó o vino del mar alta un golfo de agua que obligó a flotar los navíos que allí estaban y se dieron unos con otros y dentro de un cuarto de hora volvió a quedarse en seco toda la ría"
"Estuvo dando la hora, y su carillón tocando (a las 12 del mediodía y hubo un tiempo que también las 12 de la noche) el conocido estribillo local de ‘Calle la del Rivero, calle del Cristo, la pasean los frailes de San Francisco’, hasta que el 15 de octubre de 1937, en plena Guerra Civil, fue afectado el conjunto relojero (excepto la maquinaria) por un bombardeo de la aviación de Franco, pues Avilés había permanecido leal al poder legal o sea la República
Terminada la guerra y recompuestos los daños en el edificio, se colocó un nuevo reloj de esfera luminosa inaugurado con las campanadas de Año Nuevo de 1944, que ante un inesperado fallo del automatismo tuvieron que ser dadas a martillazos por un conserje municipal.
La esfera no gustó a los munícipes y se cambió por otra más clara, por acuerdo en sesión plenaria del 25 de enero de 1944 donde el alcalde Román Suárez–Puerta informó de la reposición de todo el complejo relojero incluido el carillón que seguiría reproduciendo la canción popular ‘Calle la del Rivero’, dato que en el libro de sesiones viene (algo inusual en un libro de Actas municipal) ilustrado con letra y música, reflejada ésta en un pentagrama. Pero el carillón sonó un tiempo, paró y nunca más se supo. El último maestro relojero tradicional que tuvo el Ayuntamiento (antes de que ‘informatizaran’ el reloj ‘injertándole’, en 2008, un mecanismo electromecánico y se abandonara su histórica maquinaria), fue Juan Ramón Ruiz Rodríguez quien recuerda que el mecanismo sonajero estaba hecho unos zorros. Y aunque luego, en 2009, parece que el Ayuntamiento lo arregló y un concejal prometió ponerlo en marcha, seguimos sin música"
Realmente en esta esquina derecha del palacio consistorial hay otro reloj, de sol, el cual data de 1677, año de la inauguración del nuevo Ayuntamiento. Si nos fijamos es un cuadradito pequeño a la altura de donde comienza el primer piso
Recorremos toda la fachada del edificio consistorial, que hubo de ser en gran parte reconstruido tras la Guerra Civil pues resultó muy afectado por los bombardeos. Al fondo de la plaza la calle La Cámara sigue en parte el trazado de aquella desaparecida muralla, de la que no obstante se conservan cimientos y porciones en el interior y subsuelo de algunas casas. Antiguamente la calle fue llamada del Rollo, pues en 1602 se plantó en ella el rollo o picota donde se exhibía durante unos días, según el castigo, a los presos, atados al poste a manera de escarnio en zona de gran tránsito
En el arranque de la calle La Cámara veremos los edificios de soportales de arcos de medio punto que cierran esta plaza de El Parche por el oeste. plaza dela que el cineasta Carlos Saura dejó escrito:
"La primera vez que vine a Avilés, vi que la plaza de España, amplia y generosa, era el cruce de caminos donde confluía la vida de la ciudad. Su luz y sus gentes son un placer para mi mirada"
En estos soportales abren sus puertas bares y comercios, siendo plaza de tertulias, encuentros y fiestas. Juan Cueto Alas, en su Guía secreta de Asturias, escribe de ella:
"si lo primero que viéramos de la villa avilesina fuera esta vetusta plaza, a buen seguro creeríamos que nos habíamos equivocado de siglo, o que estaban rodando una película de ambiente renacentista"
La muy comercial y transitada calle La Cámara, por su parte, fue la que uniría La Villa con Sabugo, además del Parque del Muelle y la Plaza les Aceñes, del Mercado, o de los Hermanos Orbón, cuando se transformaron marismas y antiguo puerto, ganándolos al estuario. Recibe su nombre del depósito de agua o cámara de una fuente que estaba al fondo, La Fuente la Cámara. De ella habla así Alberto del Río Legazpi en otro de sus Episodios Avilesinos de El Comercio-La Voz de Avilés: La Cámara es calle principal:
"La Cámara, columna vertebral del Avilés más reciente que inició el despegue hacia el progreso en el siglo XIX. En su momento fue un elegante resbalón modernista hacia el futuro.
Ese deslizamiento generó una avenida que selló la unión entre la Villa y Sabugo, una vez desaparecido el puente que comunicaba ambos lugares, al soterrar el río Tuluergo que atravesaba la población desde el parque del Retiro (actualmente conocido como Las Meanas) hasta su desembocadura en la Ría, al final de la hoy calle de La Muralla, donde estuvieron ubicados durante siglos los muelles del histórico puerto de Avilés.
Anteriormente, en 1818, se había derribado la muralla defensiva de la Villa (episodio aparte), con argumento tan retorcido que da pie a pensar en grandioso pelotazo urbanístico.
Pero el caso es que fue así como nació el Avilés moderno, articulado por esta calle que debe su nombre a la antiquísima fuente –ubicada en inmediaciones de Cabruñana y San Bernardo– conocida como la de La Cámara, ya que sus dos caños estaban situados en una cámara o depósito de piedra ..."
"La calle San Bernardo depara otro enigma arqueológico y su propio nombre nos aporta algunos indicios. En sus solares se encuentran las ruinas del monasterio de Nuestra Señora la Real de las Huelgas de Avilés, lugar de acogimiento de las monjas bernardas que se trasladaron desde Somiedo en el año 1553. El edificio, con su iglesia y celdas o la portería donde se jugaba a los naipes y se representaban comedias, se construyó en el terreno de los «palacios viejos», vendidos a las religiosas por la familia Alas. El monasterio llegó en pie hasta el año 1868, cuando las monjas fueron desalojadas y los terrenos repartidos. A diferencia de otros muchos testimonios de ubicación ignota, en su caso podemos indicar con cierta precisión dónde buscarlo. Por si no lo sabían, los inquilinos de los edificios nº 22 al 16 de San Bernardo viven sobre sus restos"
Por su parte Alberto del Río Legazpi se ocupa de su exclaustración en La estela de los franciscanos en Avilés, de sus Episodios Avilesinos en El Comercio-La Voz de Avilés del 21-12-2014:
"A las monjas Bernardas las sacaron por la fuerza [de la ley] como consecuencia de la conocida como ‘Desamortización de Mendizábal’. Y su complejo religioso (donde se incluía un claustro) fue demolido rápidamente (no fuera a ser que fastidiara una operación urbanística en marcha) y las ruinas se llevaron, en tropecientas carretas de bueyes, como relleno, para fijar el terreno marismeño –por entonces y desde siempre, la pleamar llegaba hasta aquí– de lo que hoy conocemos como Las Meanas, campo de fútbol incluido y ahora en manos de un ciudadano escocés"
Ya en 1488 llegaba aquí, Puerta Cimavilla, a una primitiva arqueta, agua canalizada por cauce enlosado desde los manantiales de Valparaíso, un par de kilómetros más al sur. Actualmente, en el lugar de la antigua puerta y su también desaparecida Torre del Reloj, hay una fuente, llamada de Doña Rolindes
Fuente que vemos en el costado izquierdo del Ayuntamiento, al comienzo de la calle la Fruta, antiguamente de Cimadevilla, luego, dividida en dos partes Rúa Nueva y calle Oscura, y seguidamente calle Suárez Inclán, rúa en la que antaño se reunía el conceyu, en una casa que quemó en el gran incendió que asoló La Villa en 1621, una de las razones que llevaron, unos cincuenta años después (las cosas de palacio van despacio) a construir aquí el nuevo palacio concejil. Legazpi le dedica a esta calle uno de sus artículos, La pequeña gran historia de la calle La Fruta, del 11 de agosto de 2011:
"Avilés no tiene partida de nacimiento. Sabido es que su fundación no tiene fecha. Por tanto, tampoco sus calles más antiguas, que estaban protegidas por una muralla (episodio aparte), de unos 800 metros de longitud, que las abarcaba Hablo de las hoy, conocidas como La Ferrería, La Fruta, El Sol, San Bernardo y Los Alfolíes. Las que concentraban más actividad y vecindario eran las dos primeras, paralelas entre sí y que estaban unidas por la del Sol, formando entre las tres una H.
La de La Fruta no siempre respondió a este refrescante nombre, ni era tan uniforme su línea recta actual. Y además, al principio -de su historia- la calle no era una, sino dos. Porque la 'desembocadura' de la calle del Sol en ella, conformaba un ensanchamiento o pequeña plazoleta ('plaza de la Villa'), que facilitaba la división. Desde dicho lugar hasta el inicio de la calle (en una de las puerta de entrada de la muralla: 'la del Reloj') era 'Cimadevilla'.
El segundo tramo, que iba desde la plaza de la Villa, hoy desaparecida, hasta su final en un paredón, que la separaba de la propiedad de los Alas (y luego de los marqueses de Camposagrado), y era conocida como 'calle Oscura'.
Por supuesto que los dos tramos, que entonces formaban la actual calle de La Fruta, contaban con soportales, a ambos lados, dejando solo a cielo abierto un espacio por el que cabía un carro tirado por bueyes, excepto al final de la Calle Oscura, donde era tal el estrechamiento que podían abarcarse las columnas de ambos lados extendiendo los brazos.
A consecuencia del tremendo incendio que sufrió Avilés en 1478, cambiaron muchos aspectos urbanísticos de la Villa. Por ejemplo, cuando se reconstruyó esta calle, la que fue Cimadevilla, pasó a ser Rúa Nueva, y la plaza de la Villa: plaza de la Rúa Nueva. La Oscura siguió a oscuras. También por entonces se construyó, en aquella plaza de la Villa, la casa del Concejo (con funciones de lo que hoy conocemos como ayuntamiento).
Pero el 4 de diciembre de 1621, un nuevo incendio destruye las casas de la Rúa Nueva. En la restauración la calle ganó en amplitud y fue entonces cuando se la renombró como de La Fruta, al instalarse en ella puestos de venta de productos de la huerta. Entre siglos XIX y XX, la vía sufrió una gran transformación al levantarse en ella magníficos edificios de varias alturas. Entonces fue la calle principal de Avilés, hasta que le quitó ese título la calle de La Cámara cuando comenzó a estirarse.
La Fruta, calle tan corta como hermosa, tiene singularidades que llaman la atención. Por ejemplo comienza y termina con fuentes en la margen derecha: la de Doña Rolindes (adosada al ayuntamiento) y la del Centenario del Bollo (al lado de la Cámara de Comercio).
Por otro lado está la cuestión palaciega. Situándose al principio o al final de la calle siempre tendrá uno -al fondo- un espléndido palacio (del siglo XVII) a la vista: el Ferrera (hoy hotel de cinco estrellas) y Camposagrado (actualmente sede de la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias).
Luego está el factor boticario, que es cosa que llama la atención, ya que en su corta longitud, la calle acoge tres boticas, lo que la convierte en una de las vías españolas de mayor densidad farmacéutica por metro cuadrado. Así que está asegurado el remedio para posibles jaquecas, soponcios y otras calamidades. También, y por si lo anterior no resultara, hay una funeraria. Y espléndidos comercios y un par de hoteles.
El 30 de octubre de 1896, a la calle le cambiaron su nombre por el de Suárez Inclán, destacado político de la época. Aunque en el lenguaje coloquial, nunca dejó de ser conocida como la de La Fruta, nombre que recuperó, oficialmente, el 18 de julio de 1979"
La Fuente de Doña Rolindes se instaló aquí en 1970, llamada así por ser el nombre de la benefactora que donó su frontal y caño, procedentes de las propiedades de la familia Colunga en El Carbayedo
De la procedencia de la fuente y sus elementos se ocupa, como no podía ser de otra manera, Alberto del Río Legazpi en El Pifostio de la fuente de Doña Rolindes, que publica en el suplemento avilesino de La Nueva España el 6-5-2001:
"La fuente de doña Rolindes, plantada hacia 1970, en la calle de La Fruta y al costado del palacio municipal, procede de una dama, así llamada, que la tuvo instalada en su finca (la de los Colunga) del Carbayedo, solar posteriormente ocupado por los colegios de las Doroteas (desde 1958 a 1962) y los Agustinos (de 1963 a 1965). Antes la doña la había donado para uso público. Y en su instalación actual fue crucial un singular personaje local, Jesús García Blanco, popularmente conocido como Tuto. Actualmente jubilado, fue delineante del servicio de urbanismo municipal, y valiéndose de su empleo salvó y procuró rehabilitar cantidad de arte antiguo que iba directamente a las cavernas o a la basura. Suerte para Avilés.
El acoplamiento (hacia 1970) de los elementos que componen esta fuente, fue un excelso montaje de Tuto, entre otros, que caño por aquí, piedra por allá y «que coño de escudo aprovechamos por acullá» organizó la de Dios es Cristo manando agua en el corazón del casco histórico. Un milagro bautizado con nombre desconocido en el santoral, adornos suplementarios de una casa de Sabugo en ruinas, y escudo -indocumentado para estudiosos en Heráldica- procedentes de la desparecida Casa del Martinete, en Llaranes. Tres lugares distintos y una fuente verdadera.
Mecano genial, rompecabezas del carajo. Un lío artístico? ¡un pifostio! Encajaría perfectamente en el magnífico libro «Homo Ludens. El artista frente al juego», de mi amiga Aitziber Urtasun, de la Fundación-Museo Jorge Oteiza.
Hecha de fragmentos pétreos, la de doña Rolindes pasa, para turistas y lugareños no ilustrados, por preciosa fuente del barroco.
¡Salve Tuto! ¡Los que van a beber te saludan!"
Elucubrando, en el escudo se ven claramente símbolos identificativos de la familia de los Alas o de las Alas, cuyo origen legendario se encuentra en torno al castillo de Gauzón, el antiguo Camelot desde el que se gobernaba el alfoz de su nombre, que desde la Ría de Aboño llegaba casi hasta la del Nalón, y por el sur hasta las sierras que separan la franja costera de los valles interiores aledaños a los ríos Nora y Nalón. En la baja Edad Media Avilés sucedió al castillo como centro administrativo de tan extenso territorio, del que irían a lo largo del tiempo desgajando los actuales concejos de la llamada Comarca de Avilés...
Vista la fuente volvemos hacia El Parche, que forma parte por lo tanto del ensanche renacentista y barroco que amplió la población fuera de sus muros, siguiendo los principales caminos de entrada y salida de villa y puerto
Pero como en tantos y tantos acontecimientos de la intrahistoria avilesina, no hay nada mejor que echar mano de El muy alabado y artístico "Parche" de la villa de Avilés, excelente artículo que nos ofrece Alberto del Río Legazpi en sus Episodios para que nos lo cuente, así como su historia:
"La plaza de España, corazón del conjunto histórico-artístico avilesino, es conocida coloquialmente por los propios del lugar como El Parche, para asombro de los extraños.
Es el kilómetro cero de Avilés. Se tienen escrito excelencias sobre ella y todas coinciden en su monumentalidad, que algunos llevan al extremo de calificarla como una de las plazas mayores más destacadas de España. Por su tipismo, por su paisaje y por su paisanaje (...)
Sin embargo, para los habitantes de Avilés esta plaza es: el Parche. Por la sencilla razón de que un día una obra urbana, aquí realizada, fue calificada por el personal como una chapuza, o sea: como un parche. Cosa que merece una explicación, porque de ninguna forma es un parche mayúsculo, si no que es un Parche con mayúscula. Es algo de lo más entrañable de Avilés.
El origen de El Parche -o sea, de la plaza de España- está en el siglo XVII, cuando la mayor parte de la Villa de Avilés (excepto el Sabugo marinero y un arrabal llamado del Ribero) vivía protegida por una muralla medieval que la defendía, pero que por aquel siglo ya la empezaba a asfixiar.
Las edificaciones, consecuencia del aumento de población, en el interior del recinto amurallado habían llegado al límite. Así que fue necesario construir fuera de la cerca, y se hizo hacia el sur, que por el norte estaban las marismas y la mar. Y así nacieron la plaza de España, con tres palacios de una tacada (el municipal, Ferrera, y García Pumarino o Llano Ponte) y dos colosales calles (Galiana y Rivero).
Contemplada hoy, la plaza es de una asimetría fascinante, que ordena los espacios callejeros con una armonía que es la leche: dos calles de procedencia medieval, dos barrocas y dos modernistas.
Desde su nacimiento ha tenido distintos nombres: Plaza de Fuera de la Villa, Mayor, de la Constitución, de España… pero la gente -erre que erre- sigue llamándola El Parche, desde que el Ayuntamiento de Avilés, en tiempos del mandato del alcalde José Cueto (1891-1894) decidió duplicar la superficie del pavimento ante el palacio municipal, para procurarle al personal un paseo más cómodo y también que la banda de música tuviera mejor asentamiento en los conciertos que ofrecía los domingos en la plaza (el quiosco del parque del Muelle estaba, entonces, en construcción)..."
Y así, en un acuerdo municipal hecho con la mejor de las intenciones, se tomó la decisión que llevó al desaguisado urbanístico que dio origen a El Parche, no a la plaza, sino a su nombre más extendido y popular:"
"El ‘histórico’ acuerdo fue tomado en sesión del 6 de octubre de 1893, presidida por el teniente de Alcalde, Juan Rodríguez, por ausencia de José Cueto, que pachucho el hombre, había ido a tomar «los baños de las aguas de Sobrón».
Aquel añadido del firme, sacó de quicio a la ciudadanía que se cabreó lo suyo con aquel pegote, inadmisible en la plaza. Aquello era una alcaldada, aquello ¡era un parche!
Y tal fuerza tuvo el rechazo, que los ecos de aquella rebeldía quedaron grabados hasta hoy en el léxico geográfico local. Es una tan curiosa, como histórica, anécdota que ha transmutado a mayúscula (Parche) el término peyorativo en minúsculas (parche), con el que lo bautizaron los indignados ciudadanos. Que indignados siempre los hubo -y a esgaya- desde Adán y Eva hasta José Cueto; y de José Cueto a Pilar Varela ni te digo, que llegaron a montar, el otro día, campamento y oficina en El Parche.
Pero a lo que íbamos: es casi seguro que -dado lo descaradas que son las costumbres populares y lo condenadamente tercas que son las tradiciones- a la plaza de España de Avilés se la siga conociendo como El Parche por los siglos de los siglos. Amén"
De este frente de edificios porticados, como el de la Casa la Campa (s. XVIII), destaca a la derecha, al lado del antiguo camino de Grado/Grau, el Palacio Ferrera, construido para los marqueses de este nombre y que extendía su gran finca justo detrás, en lo que es el actual Parque Ferrera, junto a cuyos muros y entrada principal pasábamos viniendo por la calle Rivero, antiguamente del Ribero.
Yendo hacia el palacio encontramos aquí, en la entrada al parking subterráneo, un gran monolito
Se trata de un gran plano en relieve ubicado casi en la esquina con la calle La Cámara, el cual representa a lo que era el Avilés de las murallas, las cuales no se sabe exactamente cuando se construyeron. Por lo general se apunta a que podría haber sido a raíz de la concesión de la preciada carta puebla con fueros que amparaban a esta villa y su comercio marítimo, otorgada en 1085 por Alfonso VI y confirmada en 1155 por Alfonso VII, si bien se sospecha que ya desde antes habría una cerca, al menos desde el siglo IX
Sabemos que tenía un perímetro de forma oval de unos 800 metros de longitud que guardaba un espacio de unos 47.000 metros cuadrados. Disponía de un camino interior de circunvalación, llamado Ronda de la Muralla y de cinco puertas. Las ya comentadas de La Ferrería o del Alcázar de la Villa, la de Cimavilla o de la Torre del Reloj. En la Revisión histórico-arqueológica de la Muralla de Avilés (Asturias), de Alejandro García Álvarez-Busto y Alfonso Fanjul Peraza las explican así
"A lo largo del recinto se abrían cinco accesos fortificados. Hacia levante la puerta del puente de los pilares, a través del cual se salvaba la ría en dirección a las tierras del concejo de Gozón. Al norte la puerta del mar, abierta al puerto y cercana al “ponte per quem sit transitus de Sabugo ad Abeles et de Abelles ad Sabugum”, documentado desde el año 1225. La puerta de Cabruñana hacia poniente, que estaba protegida por foso –carcaba– y barbacana. Al sur la puerta de Cimadevilla, que debía de ser un estrecho portillo bajo la torre del reloj. Y al sureste la puerta del alcázar, controlando la principal entrada por tierra del camino de Oviedo a través del arrabal de Rivero. Se trata del acceso que mejor conocemos gracias a las excavaciones arqueológicas dirigidas por A. García Fernández y F. J. Marcos Herrán (2004), quienes encontraron parte de la cimentación de la puerta, que estaría complemente finalizada hacia las últimas décadas del siglo XIII. Esta puerta fortificada estaba construida con sillares bien labrados de piedra caliza, dispuestos en hiladas regulares sobre una zapata de cimentación. Según F. Selgas (1907) el torreón del alcázar se levantaba sobre esta puerta y contaba con varios pisos, alguno de ellos cerrado con bóveda en forma de ojiva. Por su parte, J. Ureña y Hevia (1995) lo define como un torreón de cinco lados cuya planta baja hacía las veces de prisión. Servía también como residencia oficial de la tenencia real de la villa, y como tal será protagonista de numerosos avatares a lo largo de la historia avilesina, como veremos después. Por delante de la puerta del alcázar apareció un muro realizado con mampuestos de planta curva adosado a la cara externa de la muralla. Parece seguro que esta estructura se corresponde con la barbacana que citan los documentos escritos a finales del siglo XV 11, y que funcionaba como complemento defensivo de la puerta, evitando un acceso directo hacia la misma. Además, en la misma zona este equipo de arqueólogos localizó dos fosos asociados al exterior de la muralla y que podrían estar conectados con la anteriormente mencionada cárcaba de la puerta de Cabruñana, recorriendo el lienzo occidental del recinto hasta el río Tuluergo"
Abajo, lo que hoy es El Parche con los caminos y puertas de La Ferrería y de Cimavilla. Arriba el río Tuluergo (hoy cubierto) que desemboca en la Ría de Avilés (a la derecha): es el lugar del antiguo muelle y actual parque de este nombre. Al otro lado del Tuluergo, y por lo tanto fuera de las murallas, el barrio de pescadores de Sabugo. La muralla fue derruida entre 1818 y 1823, se sabe tenía almenas y torreones y su aparato defensivo se complementaba con el gran torreón que la familia de los Alas o las Alas tenía en su casa-palacio, mirando a La Ría
Del Ayuntamiento tenemos desde aquí una magnífica vista completa, construido en la parte más alejada de la población respecto a las marismas, fue inaugurado el 22 de abril de 1677 al son de campana tañida. Solamente la planta de arriba era utilizada por las autoridades concejiles, estando dividida en dos salas, una con capilla. La piedra para su construcción se trajo de la cercana cantera de Bustiello, pero no dio buen resultado y hubo que recomponer la obra con otra de mayor calidad. De las tiendas que hubo en el piso bajo aún se sabe existía una en 1937, Su estructura encantó al acaudalado emigrante a ultramar García Pumarino, que la hizo imitar en su palacio de esta misma plaza, del cual, luego de Llano Ponte, hablamos en el episodio referido a la calle Rivero
Y así nos dirigimos al Palacio Ferrera, con gran torre, balcones y blasones, erigido a mediados del siglo XVII (entre 1648 y 1652) a la vez que se consolidaban los barrios-calle extramuros de Rivero y Galiana, una centuria que sería época plenamente barroca, aunque el palacio se hizo con estética más propia del Renacimiento, según proyecto del arquitecto avilesino Bartolomé Velasco por encargo de Pedro León y Menéndez de Avilés, abuelo materno del primer marqués de Ferrera, Juan Alonso de Navia y Arango, cuya estirpe viviría en el palacio hasta bien entrado el siglo XX. El origen del marquesado se explica así en la Wikipedia:
"El marquesado de Ferrera es un título nobiliario español, de Castilla. Fue concedido por el rey Carlos II, con el vizcondado previo de la Herrería y mediante Real Decreto de 1697 y Real Despacho del 22 de febrero de 1700, en favor de Juan Alonso de Navia y Arango, noble asturiano, caballero de la Orden de Santiago, alférez mayor de Luarca, regidor perpetuo de Oviedo y de Avilés.
La denominación original fue de marqués del Palacio de Ferrera, abreviada en la forma actual poco después de la creación. Con anterioridad, el concesionario había elevado al rey un memorial genealógico solicitando la merced de marqués de Villavaler, coto del concejo de Pravia cuya jurisdicción perteneció a los Navia Arango hasta que fue redimida por los vecinos a mediados del siglo XVII. Estos se opusieron en 1695 a que se crease un título con tal denominación, por lo que Juan Alonso de Navia eligió la del palacio que poseía en Avilés por su mayorazgo de los León
Las armas del fundador, familia de los Rodríguez de León, de gran tamaño, miran hacia la plaza en esta fachada principal. viene a ser el elemento más puramente barroco de la construcción que, repetimos, parecía gustar más delos aires renacentistas. Esta es la historia de los primeros marqueses de Ferrera respecto a su antecesor, el fundador del palacio, contada por el Cronista Oficial de Avilés Justo Ureña y Hevia en El Comercio-La Voz de Avilés el 12-11-2007:
"Don Juan Alonso había nacido en Avilés en 1659, donde falleció setenta y dos años después, en 1731 (...). Era hijo de D. Álvaro Pérez de Navia y su mujer Dª Mayor Menéndez de Avilés, (...) de este matrimonio nacieron diez hijos, cuatro varones y seis hembras, siendo el primogénito quien ostentaría el marquesado (...)
Dª Mayor Menéndez de Avilés era hija de D. Pedro Menéndez León Quirós, regidor de la Villa, fallecido en 1653 casado con Dª María de Arango Inclán, este matrimonio fue quien mandó edificar el palacio con su torre dando frente a la plaza de Fuera de la Villa y a la calle de La Canal, junto al convento de San Francisco (,,,)
D. Pedro Menéndez de León Quirós era hijo de D. Pedro de León Menéndez de Avilés, regidor de la Villa durante muchos años, y de su mujer Dª Mayor de Hevia Estrada, natural de Villaviciosa; a su vez D. Pedro era hijo de D. Álvaro Alonso Pérez de Navia y Arango-Valdés, que contrajo matrimonio con Dª Mayor Menéndez de Avilés en 1655, después de haber estado casado con su tía carnal. Dª Isabel de Malleza y Cienfuegos, con quien no tuvo sucesión.
En el matrimonio de D. Álvaro con Dª Mayor se funden dos importantes linajes asturianos: el de los Navia-Arango y el de los Menéndez de Avilés, cuya casa y mayorazgo había fundado, como sabemos, el Adelantado de La Florida y su esposa, Dª María Solís en 1568, por ello merece la pena que esclarezcamos hasta lo orígenes conocidos la sucesión de ambas ramas.
D. Álvaro Alonso Pérez de Navia era hijo de un matrimonio entre primos, el de D. Juan Alonso de Navia-Arango y Dª Elvira de Navia y Bolaño, hija de D. Alonso López de Navia Bolaño. El padre, era a su vez hijo del segundo matrimonio de D. Álvaro Pérez de Navia-Arango con Dª Catalina Elvira Malleza Bernaldo de Quirós, que en primeras nupcias había estado casado con Dª Toribia Menéndez de Avilés, única nieta de D. Pedro Menéndez, El Adelantado, de cuyo matrimonio nació una sola hija que falleció niña extinguiéndose así la sucesión directa de éste.
Descendía, D. Álvaro Pérez de Navia de D. Juan Alonso de Navia Bolaño, gobernador de La Habana, donde falleció en 1571, y fue su esposa Dª María de Arango, dando lugar al nacimiento de la rama de los Navia-Arango. Su padre fue Álvaro Pérez de Navia Castro-Bolaño, casado con Dª Mencía de Valdés Llano, hija de D. Juan Valdés Salas, hermano del arzobispo D. Fernando de Valdés Salas, fundador de la Universidad de Oviedo; su abuelo fue D. Alonso López de Navia y Aguiar, hermano de D. Álvaro Pérez de Navia que casó con Dª Elvira Osorio dando origen a la rama de los Navia-Osorio que más tarde emparentaría con los Navia-Arango y hermano también de D. Juan Alonso de Navia, obispo de Tarazona e inquisidor en Toledo de quien heredaron los bienes sus hermanos y sobrinos, todos tres hijos del matrimonio de D. Álvaro Pérez de Navia y Dª Marina Pérez de Aguiar que se remonta a la primer mitad del siglo XVI.
Por parte de Dª Mayor Menéndez de Avilés, era hija de D. Simón de León, regidor de Avilés y Gozón, que casó con Dª Marina Alonso de Arango, nacida del segundo matrimonio de Dª María Alonso de Arango, madre de Pedro Menéndez de Avilés, así que Dª Marina y D. Pedro eran hermanos de Madre, ella hija de Juan Martínez de Sabugo, matrimonio al que ya se hizo alusión al referirnos al vínculo y mayorazgo de la Casa de Avilés"
A su lado estaba el desaparecido Hospital de San Juan, con su capilla de esta advocación, conjunto gótico construido, mucho antes, en 1351, que amparaba enfermos y peregrinos pobres, dependiendo de la Justicia y Regimiento de la villa y de donaciones de caridad, siendo además también, curiosamente, cárcel. Eran sus patronos los León y su existencia estaría por tanto estrechamente relacionada con el marquesado de Ferrera y la construcción del palacio. Al final de sus tiempos (desaparecido en el siglo XVIII), el hospital funcionaba como asilo
Antes que esta parece ser había una casa más modesta, construyéndose aquí al ser el lugar más próximo a La Villa dentro de sus extensas posesiones, entre las que se incluye el actual Parque Ferrera, como hemos dicho
Entre sus ilustres visitantes hay que mencionar a la reina Isabel II en Avilés y a su bebé, el futuro Alfonso XII, durante su visita oficial a Asturias en agosto de 1858, descrita su estancia en Avilés por de la Rada Delgado, quien formaba parte de su séquito, que llegaría procedente de Gijón/Xixón por carretera, a eso de las cuatro de la tarde del día 23, a "esta villa, de tan fértil y agradable campiña, que asentada sobre una ría más frecuentada de buques que caudalosa, con razón se dice que es la tercera población de Asturias":
"Los habitantes todos de la villa a que dio armas el célebre Ruy Pérez de Avilés, agitábanse no sólo en la espaciosa y alegre plaza de lindo pórtico, y en sus anchas calles flanqueadas de cómodos soportales, y en las ventanas y balcones cubiertos de lujosas colgaduras, sino que no pudiendo contener su impaciencia lanzábanse a la entrada de la población, donde, en el punto que llaman de los Molinos, habíase construido un elegante arco de ojivo gusto». Y continúa diciendo que «desde este arco a la plaza de la Constitución, en que estaba el palacio destinado a morada regia, cubría el suelo perfumada alfombra de flores y de plantas aromáticas"
La plaza de la Constitución es esta de España o El Parche y el "palacio destinado a morada regia" este de Ferrera, en el que la reina y su esposo, al llegar, recorrieron sus jardines (detrás del edificio) y posteriormente visitaron Avilés, paseando sus calles para, de regreso al palacio con sus anfitriones los marqueses, ser de nuevo agasajados con cánticos de bienvenida y fuegos artificiales en esta plaza. Al día siguiente visitaron las instalaciones de la Real Compañía Asturiana de Minas en Arnao, visitando la planta de zinc y el pozo minero, al que bajaron. Tras comer, de vuelta en el palacio, recogieron al bebé príncipe, regresando a alojarse a la villa gijonesa
La extensa huerta del palacio fue adquirida en 1974 por el Ayuntamiento y destinada al citado parque público y, tras fallecer D. Álvaro de Llano-Ponte y Santa Cruz, undécimo Marqués de Ferrera, sus herederos traspasaron en 1998 los jardines al consistorio, quedando integrados en el Parque Ferrera y vendieron el edificio palacial, que pasó a ser hotel, inaugurado en el verano de 2003
Aprovechando el terreno en la confluencia del viejo camino, que ahora es la calle de San Francisco (antigua de La Canal), y El parche, la planta del palacio tiene una muy peculiar forma de escuadra, así como una torre prismática de cuatro pisos, uno más que el resto de la casona. De su rehabilitación y transformación en hotel dice Legazpi lo siguiente:
"La restauración del Ferrera y su acondicionamiento para hotel fue respetuosa con la herencia arquitectónica contenida en el histórico edificio.
Además la propiedad lo convirtió en una gran pinacoteca, colgando en su interior obras de artistas ‘clásicos avilesinos’ como los hermanos Espolita, hermanos Soria, Alfredo Aguado, García Robés, Luís Bayón o Fernando Wes.
También adquirieron pinturas de contemporáneos como Ramón Rodríguez, Vicente Pastor, Benjamín Menéndez, Cristina Cuesta, Coronas, Angélica García o Fidel Pena.
La fusión y efusión –de historia y modernidad– que ha supuesto la transformación de una oxidada mansión palaciega, como era el palacio Ferrera, en un hotel de éxito..."
En balcones, ventanas y el mirador en lo alto de la torre hay un excelente trabajo de herrería. En esta fachada que mira a la calle de San Francisco tenemos otro escudo, sensiblemente más pequeño, pero también con las armas del linaje
Cuando Amadeo I de Saboya visitó Avilés en el mes de agosto de 1872 ,la intención del Ayuntamiento de Avilés era que pernoctase en este palacio, tal y como había hecho la reina en 1858, pero el marqués se negó, por lo que hubo de buscarse otra casa, hospedándose en la de los García San Miguel sita en la calle la Cámara esquina con la de la Muralla (hoy desaparecida), razón por la que el indiano e industrial José García San Miguel y López fue nombrado en agradecimiento Primer Marqués de Teverga, título otorgado por el rey el 11 de febrero de 1873, llegando el recién nombrado aristócrata a rivalizar con el hasta entonces indiscutible de Ferrera en cuanto a riqueza y honores
Paseando a los pies de la torre del Palacio Ferrera hemos dejado ya atrás El Parque, por lo que, dependiendo de nuestras disposiciones de tiempo, ganas e inquietudes podríamos regresar atrás y continuar el camino señalizado por la calle de La Ferrería, a la derecha del Ayuntamiento y frente al otro gran palacio barroco de esta plaza, el de Llano-Ponte o García-Pumarino, al que, como hemos dicho, le dedicábamos amplia descripción en la entrada de blog correspondiente al paso del Camino Norte por la calle Rivero...
O bien, si nos apetece y tal y como recomendamos, continuar por la calle de San Francisco hacia el convento franciscano que es ahora la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, advocación y sede parroquial trasladada de su ubicación original al final de la calle de La Ferrería y ante el antiguo puerto y actual parque del muelle. Tras nuestra visita al antiguo convento, anexo al cual se construyó este Palacio de Ferrera, podremos también acercarnos, a un paso, la cercana calle de Galiana otra de las encantadoras rúas porticadas de Avilés y puerta de El Carbayedo
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