La Estación: entrando en el casco urbano moscón desde Las Veigas |
Llegamos al casco urbano de Grado/Grau por la hermosa llanura de La Veiga o Las Veigas, el gran valle de los ríos Nalón y Cubia, una gran llanura cuya renombrada huerta fue la despensa de media Asturias y fundamento del mercado moscón, que se celebra los miércoles y, sobre todo, los domingos, cuando presenta gran concurrencia, uno de los privilegios otorgados a la antigua puebla, fundada dentro de la política repobladora de Alfonso X El Sabio algo antes de 1256, que es cuando aparece mencionada por por primera vez en documento conocido
La villa, al crecer, fue ocupando terrenos en La Veiga, donde se inauguró, el 2 de agosto de 1904, la estación de ferrocarril, al norte del barrio de San Playu, medio siglo después aproximadamente de la apertura de la antigua carretera Oviedo-Villalba, actual N-634, que pasa unos metros más atrás, la cual relegó a este antiguo Camín Francés, o Camín Real de Galicia, a vía pecuaria de acceso a las huertas
Luego la estación, con el ferrocarril, cortaron a su vez el viejo Camino, el cual hace ahora un pequeño rodeo aquí para evitar la barrera ferroviaria, cruzándola un poco más a la derecha, en el barrio de este nombre, La Estación, por un paso a nivel. En su libro Grado y su concejo, publicado en 1907, tres años después de la apertura de la línea, por el cronista Álvaro Fernández de Miranda, este explica cómo, después de proyectos fallidos, el tren llegó 'de repente' y casi inesperadamente:
"Vanamente los moscones se habían agitado en ocasiones distintas para lograr que su pueblo tuviera ferrocarril: cuando se proyectó el llamado de Castilla, pretendieron que la línea pasara por Grado cruzando el Ventana, en vez del Pajares, y los representantes de los Concejos de Occidente, convocados al efecto en la expresada villa por D. Pablo Fernández de Miranda, aprontaron recursos para los estudios de un proyecto que apoyaron eminencias científicas y fué muy discutido; después se hicieron tanteos ó estudios de vía ancha y estrecha, que hubieran unido a Grado con Oviedo ó Trubia; pero nada práctico resultó de ellos; y cuando, alejada la esperanza, nadie pensaba en el ferrocarril, proyectóse y construyóse, relativamente en poco tiempo (en cuatro años), el Vasco-asturiano, que vino a colmar los deseos de estos habitantes y á sacar del letargo extensas y ricas comarcas"
Aquí, ante estos bloques de pisos de La Estación, puede decirse que entramos en el casco urbano moscón, gentilicio que prácticamente sustituyó al de gradense, mucho menos empleado, como escribe Gustavo Adolfo Fernández, cronista oficial de Grado/Grau en La Voz del Trubia del 13-4-2016:
"Lo cierto es que hace más de un siglo, cuando en 1907 Álvaro Fernández de Miranda publicó su libro Grado y su Concejo, ya no se conocía el origen de este gentilicio y el autor escribía: «¿Por qué llaman moscones a los de Grado? Lo ignoramos; pero el mote no les importa: ¿no llaman gatos a los de Oviedo y Madrid?».
Más allá de leyendas vayamos con los hechos históricos que aporta la documentación medieval recopilada por el filólogo Xosé Lluis García Arias. Pues bien, en esta documentación del siglo XII aparece repetidamente un personaje importante en esta zona (que por aquel entonces se llamaba Prámaro y no Grado) llamado Suero y cuyo cognomen era Mosca, apelativo que luego se generalizó a toda su familia.
Antonio Villabella Patallo va más allá en su libro El Linaje de los Miranda y especula con que el rey Alfonso VII pudo entregar a este Suero Mosca unas tierras, la villa de Grado, como pago por los servicios prestados en el contexto de la guerra contra Gonzalo Peláez, el conde de Coalla. Los campesinos y gentes de estas tierras, vasallos por tanto de Suero, serían llamados desde entonces moscones"
Allí está el Altu Picarosu o Monte Llavayos (322 m), donde existió una dehesa real en el siglo XVIII, plantada de árboles reservados para la construcción naval. Forma parte de las alturas que separan el valle del Nalón, aquí Nalón-Cubia, del de otro de sus grandes afluentes, el Narcea, que configura la orografía de la zona suroccidental asturiana, y al que nos encaminamos tras atravesar el concejo de Grado/Grau
La necesidad imperiosa de buscar salida comercial al carbón de la cuenca minera asturiana, en este caso de la del Caudal, favoreció que, pese a que la construcción del gran puerto gijonés de El Musel estaba ya muy avanzada y sus muelles ya operativos y en funcionamiento, así como el de Avilés ya llevado a su ría fuera de la población, la sociedad del Ferrocarril Vasco-Asturiano buscase rentabilizar el puerto de San Esteban, en la desembocadura del Nalón, sacando por él la hulla hacia los grandes mercados siderúrgicos sobre todo, especialmente los Altos Hornos de Vizcaya y así, en un tiempo 'record', incluso para la época, la línea se puso en marcha en cuatro años
No obstante, y acaso por su sorprendente rapidez en ponerse en hacerse realidad tras varios conatos, la llegada del ferrocarril tuvo una especie de lo que hoy llamaríamos anticlímax, a tenor de lo que escribe en Grado y su concejo Álvaro Fernández de Miranda, cuando afirma que "con desearlo tanto, no se festejó ese verdadero acontecimiento, acudiendo sólo á la estación un tropel de gente no muy numeroso, atraído por la natural curiosidad y afán de novedades."
En esta foto, sacada desde el mismo lugar que la anterior pero este más libre de vegetación, podemos apreciar la canal o canaliega que lleva agua a las huertas y, antaño, a los antiguos molinos harineros del Cubia, cuyas harinas saldrían también después por La Estación
La Estación y su entorno tuvieron pues gran actividad, existiendo numerosos empleos relacionados con el continuo trasiego de pasajeros y mercancías. El comercio y la industria locales, por supuesto, entregaban y recibían aquí la mayoría de sus pedidos
Nos hemos encontrado uno prácticamente igual un poco más atrás, en Peñaflor. Si bien muchas personas tienden a pasar de largo, su información puede llegar a ser realmente útil y evita más confusiones, errores y duda de lo que pensamos
Aquí un texto explicativo, donde se nos cuenta someramente el recorrido del Camino por el concejo, entrando por Peñaflor y saliendo por Acebéu hacia El Freisnu. Con posibilidad de hacer desvíos a los albergues de San Xuan de Villapañada y de Cabruñana
Nuestra situación actual, a la entrada del casco urbano, su recorrido y su salida de él, pero... ¡ ATENCIÓN !
Debido a ello, hoy en día tenemos que ir unos metros más allá para cruzar el paso a nivel y retomar luego el trazado antiguo por el barrio de San Playu
A nuestra derecha vamos despidiéndonos de esta hermosa campiña de Las Veigas y El Molín d'Agostu donde, un poco más al norte, allá donde el Cubia se entrega al Nalón, este cambia su rumbo oeste y se dirige al norte, haciendo un ángulo de 90 º camino de Pravia, a recibir al Narcea en Forcinas y luego, por su estuario, desembocar en San Esteban, el antiguo puerto carbonero que dejó de prestar servicio hacia 1980, y L'Arena, puerto pesquero al margen derecho de la Ría del Nalón
Detrás de estas casas, le cierran el paso al Nalón los altos de Castañéu con La Cantera (334 m) El Picu la Uz (353 m -mal transcrito 'Laúd' en muchos mapas-), frontera con Candamo
Candamo o Candamu fue, junto con Prámaru y Bayu uno de los antiguos territorios que, con la constitución del Alfoz de Grado/Grau en el siglo XIII, se incorporaron a él, si bien con cierta autonomía. Tras unos periodos de independencia fugaz se constituyó definitivamente como concejo independiente en 1836
El Cubia, sobre el que pronto pasaremos, discurre unos metros más adelante, oculto por el arbolado de ribera; su unión al Nalón la realiza al pie de Bustiellu, uno de los barrios de Castañéu, que vemos un poco más al norte, en la ladera del monte
Y ahora, tras pasar un cobertizo, llegamos a este cruce y curva a la izquierda, por donde nos dirigimos al paso a nivel, que tenemos ya justo enfrente, a escasos metros del río Cubia, que seguimos sin ver, bien guardado por sus bellas y frondosas arboledas ribereñas
Muchos estudiantes, empleados, gentes de negocios, y particulares utilizaban el tren prácticamente a diario para ir a la capital, así como a empresas como la Fábrica de armas de Trubia), a la vez que en él venía mucha gente al mercado, tanto campesinos con productos como clientes a comprarlos
Venían también muchas pescaderas de San Esteban, L'Arena o Cudillero/Cuideiru, a vender el pescado con sus cestas en la cabeza, así como las carretonas que realizaban los encargos de los tenderos ovetenses. Se exportaban asimismo por aquí los famosos tocinillos de cielo que tanta gran fama dieron a la población
Se iba, y se venía, a los bailes, fiestas, ferias y romerías, como las de La Flor y Santiago y Santana, acudiendo en tren muchos mozos y mozas de gran parte de Asturias. El tren conectaba muy estrechamente a las gentes de los pueblos y las villas y, además de económicamente, lo hizo social y afectivamente. Todavía se escuchan, y se escucharán mucho tiempo, las historias de parejas que se hicieron en los bailes moscones y salas de fiestas como el Mayjeco
En los años 1960 llegaron las locomotoras diésel, se sustituyen los viejos vagones de madera y se realiza una puesta a punto y mejora integral de las infraestructuras. Sin embargo y casi a la vez, el tren entra en crisis, la disminución gradual de la minería del carbón y, junto con ello, la generalización de los transportes por carretera, con la mejora de estas y el boom del automóvil, hicieron que esta línea, como tantas otras empresas ferroviarias, se integrasen en la estatal Feve, pasando en 2013 a Adif. Esta es su historia extraída de Wikipedia:
"A finales del siglo XIX la siderurgia vasca está en plena expansión y busca abastecerse de una materia prima esencial: el carbón, el cual abunda en las cuencas mineras del interior de Asturias. Para exportar el carbón desde Asturias hasta Vizcaya se formó un holding para coordinar las operaciones. Primeramente, la sociedad minera Hulleras del Turón (1890) será la encargada de extraer el carbón. Seguidamente, el Ferrocarril de El Vasco lo transportará por el interior de Asturias siguiendo el transcurso de los ríos Caudal y Nalón. Finalmente, el carbón se embarcará en el puerto de San Esteban, en la desembocadura del río Nalón, para que la Naviera Vasco-Asturiana (1899) lo exporte hasta Vizcaya a través del mar Cantábrico. La línea también se emplearía para el transporte de pasajeros.
La Sociedad General de Ferrocarriles Vasco Asturiana fue una empresa asturiana que construyó y operó comercialmente el denominado Ferrocarril de El Vasco, una línea férrea entre la cuenca minera del Caudal y el puerto marítimo de San Esteban de Pravia. El objetivo de la línea era exportar carbón asturiano hacia la siderurgia vizcaína. Adicionalmente, también existió un ramal que conectaba a la línea con Oviedo (la actual vía verde Oviedo-Fuso de la Reina). Su nombre proviene del origen de sus fundadores, entre los que destacan el vasco Víctor Chávarri y el asturiano José Tartiere.
La compañía como tal se fundó en Oviedo en 1899 y para 1904 ya se había inaugurado el tramo entre Oviedo y San Esteban, pasando por Fuso de la Reina. En 1908 la línea se prolongó hasta Ujo y, más posteriormente, en la década de los 1930, la línea finalizó en Collanzo. En 1972 la compañía se disuelve y pasa a integrarse en los Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE), al ser toda la infraestructura de ancho métrico.
Desde 2013 la antigua línea de El Vasco pertenece a Adif. Actualmente, salvo el ramal reconvertido como vía verde Oviedo-Fuso de la Reina, la línea sigue en explotación comercial. Concretamente, por la mayor parte de la misma circulan trenes de la empresa Renfe prestando servicios de Cercanías en dos líneas: la C-7 San Esteban-Oviedo y la C-8 Baíña-Collanzo".
Pasan trenes con relativa frecuencia, por lo que estemos atentos al paso a nivel y hagamos caso a sus barreras y señales. Del tren y de su repercusión local, así como de la de los transportes por carretera en Grado/Grau, escribe Alfredo G. Huerta en La Voz del Trubia del 17-2-2021:
"Hay dos hechos referidos a la movilidad, acaecidos a principios del pasado siglo, de gran transcendencia para el concejo moscón: la invención de los vehículos autopropulsados y su posterior generalizado uso sustituyendo a los de tracción animal y la construcción del ferrocarril Vasco Asturiano, llegado a la villa en 1904. El Vasco, como popularmente se conocía este tren, originó gran actividad en torno a la estación, se abrieron establecimientos de hostelería, varias serrerías y se construyo La Cardosa, una fábrica de extractos curtientes que estaba ubicada en los terrenos que hoy ocupa el actual polígono industrial de Grao. Estas industrias dieron empleo a muchos habitantes de la zona. Asimismo, además de los originados por la propia actividad ferroviaria, se crearon gran número puestos de trabajo indirectos. Muchachos que, por estar alejada del centro del pueblo, realizaban transportes con sus carretillos a la estación o aquellas abnegadas trabajadoras, las “carretonas”, que iniciaban su jornada laboral de madrugada viajando a Oviedo en el “tren obrero”, acabándola a última hora de la tarde con el reparto en la villa de las mercancías traídas de la capital.
En la segunda mitad del siglo XIX, con la construcción de las primeras carreteras por el occidente de Asturias, llegó el transporte en coches de caballos o diligencias. Por Grao, con origen en Oviedo, pasaban y tenían establecida parada dos de estas líneas de diligencias, ambas compartían el mismo itinerario por Salas hasta el alto de La Espina, desde este punto una, gestionada por la compañía “Maurines”, se dirigía a Tineo finalizando en Cangas de Tineo-así denominado hasta 1927 que paso a llamarse Cangas del Narcea- y “Ferrocarrilana”, precursora del actual Alsa, con destino en Luarca. Ambos viajes, en condiciones normales, tenían una duración de nada menos que… ¡quince horas! Pocos años después entraron en funcionamiento los vehículos de vapor que redujeron el trayecto a “solo” ocho horas. El primer automóvil de viajeros que llegó el Grao fue en 1896. (...)
La importancia socio-económica de estos acontecimientos para Grao es incuestionable. Facilitaron el intercambio comercial con el resto de Asturias aumentando la exportación de sus productos, entre los que destacan los de sus ricas vegas agrícolas de reconocida calidad. Esto potenció los mercados semanales de la villa con una creciente afluencia de público de toda la región. Este mercado fue paulatinamente adquiriendo un gran prestigio que se tradujo en un aumento de la cada día más demandada producción agraria mejorando, consecuentemente, el nivel de vida de los campesinos, el fortalecimiento del comercio local y, en definitiva, en más riqueza para toda la comarca. Así pues, la llegada del ferrocarril y del automóvil, a principios del pasado siglo, marcan dos hechos transcendentales en nuestra historia. Estos acaecimientos pasados, la situación geográfica del concejo en el centro de Asturias, la interrelación laboral, etc. y la mejora de las comunicaciones, especialmente con la construcción de la autovía a Oviedo, van a ser determinantes para la integración de Grao en la Área Metropolitana de Asturias".
Al cruzar el paso a nivel tenemos, a continuación dos opciones: una es seguir de frente todo recto y, a la derecha de este edificio, por la calle Arco Iris, seguir el pequeño paseo fluvial por la calle Mar Cantábrico hasta el puente sobre el Cubia para cruzarlo y, saliendo del barrio de San Playu, dirigirnos al centro urbano por Las Dos Vías. Algunas flechas amarillas lo señalan
La otra sería tomar el Camino oficial, yendo a la izquierda por la calle Jove y Valdés, dedicada al defensor del cercano pueblo de Peñaflor contra los franceses en 1809 y que, a pesar de ser acaso ligeramente más larga, es la que se dirige a retomar el trazado original del Camín Real de Galicia o Camín Francés, cortado al hacerse el ferrocarril y la estación
La estación es, hace ya muchas décadas, nada más un apeadero, pero antaño había viviendas de ferroviarios, almacenes, paradas de carruajes, de carros, etc. Es pues una estación con mucha historia, como bien dice Nando F. Arias en La Voz del Trubia del 28-3-2017:
"El dos de agosto de 1904 se inaugura la línea del Ferrocarril Vasco Asturiano que une San Esteban de Pravia con Oviedo. Se quejaba D. Álvaro Fernández Miranda en su libro “Grado y su concejo” que no habían acudido muchos moscones a la estación a celebrar tan importante acontecimiento. Sin embargo, el 19 de abril de 1936, un anuncio en el diario Región, con motivo de la primera Flor de Grado, informaba de que había trenes especiales desde Oviedo, Collanzo y San Esteban para asistir al evento. Lo mismo ocurrió, que yo tenga constancia, con motivo de las fiestas de Santana del año 1945 y 1955, de lo que se deduce que “los moscones” ya se habían dado cuenta de la vital importancia que tenía este medio de transporte.
Dos años más tarde se inaugura el tramo Fuso de la Reina a Figaredo dando comienzo una época de brillante desarrollo de las zonas por donde discurría el tren.
Los clásicos vagones de madera para pasajeros eran arrastrados por máquinas de vapor; en ocasiones escoltados por vagones de mercancías que transportaban los más diversos productos que alimentaban el tejido comercial e industrial de la zona. Paralelo a este servicio de viajeros unas potentes locomotoras tiraban por una serpenteante columna de vagones que transportaban el carbón desde las cuencas mineras hasta el puerto de San Esteban.
Vecina a la estación se inauguró, el 27 de julio de 1945, la Fábrica de Extractos Curtientes del Norte de España, “La Cardosa”. Hacía pasta para papel, que trasladaba en el tren, principalmente, a Bilbao. En Pravia se distribuía en trenes la sal para el sazonado de pescado a todos los puertos de la zona. También se almacenaba el carbón contribuyendo al poderío económico de la villa.
El trasiego de trenes era constante las veinticuatro horas del día. Trabajadores, estudiantes, comerciantes, turistas eran diariamente transportados por tan cómodo y seguro tren. De Grado salían los productos frescos de sus huertas hacia toda Asturias e incluso hacia Madrid. Era habitual ver en muchas tiendas de la región el cartel: “Lechugas, repollos, fabas, etc. de Grao”. Por otra parte, el comercio y la industria de Grado recibían diariamente los suministros necesarios.
Quién no recuerda a las célebres “carretonas”, que hacían los encargos de los comerciantes en la capital. Y las “vendedoras de pescado” que subían desde San Esteban, la Arena o Cudillero. Era normal ver también en la estación cajas de madera con respiraderos que contenían otro de los productos de los que Grado gozaba de gran fama: los pasteles. Los dulces entre los que se encontraban los afamados “tocinillos de cielo” se distribuían en tren.
En la década de los 60 se sustituyen las ya vetustas locomotoras de vapor por otras de diesel y poco después los ya destartalados vagones de madera son cambiados por otros con autonomía propia.
En 1972 el Vasco Asturiano se integra en FEVE. El descenso de la producción de carbón desde los años 80 trae consigo que las líneas se conviertan en un importante y necesario tren de cercanías.
En 1989, lamentablemente, se tira la estación de Oviedo, un edificio emblemático. A pesar de que el conjunto arquitectónico aparentaba frialdad, sobre todo aquellas interminables escaleras de cemento, una vez en el interior el edificio se volvía muy acogedor, especialmente aquel corredor de madera que había que atravesar para acceder a las vías y a la siempre abarrotada “cantina del Vasco”. En la zona de las vías un tren de anuncios comerciales dibujados en azulejo le daban un encanto especial (hoy están en la estación de FEVE de Oviedo). En 1999 se desmantela el tramo de Fuso a Oviedo por la construcción del cinturón verde y desaparece uno de los encantos de la línea, el bullicioso cruce de la estación de Fuso de la Reina y el paso del tren por el majestuoso puente de hierro sobre el río Nalón.
En nuestros días el abandono de la línea es sobrecogedor llegando a peligrar su existencia, por aquello de “la pescadilla que se muerde la cola”; es decir: el abandono del mantenimiento trae consigo que los usuarios opten por otro medio de transporte. Y los responsables alegan que no puede haber inversión por el bajo ratio de usuarios. Nos queda una duda, mientras el resto de Europa apuesta por un buen ferrocarril aquí tiramos por la borda más de cien años de historia y cerramos líneas sin tener en cuenta el “servicio de utilidad pública”. Alguien tendrá la respuesta, ¿no?"
La estación no siempre tuvo esta forma, en origen tuvo únicamente el cuerpo central, el cual fue reformado a la vez que se añadían estas torres laterales, muestra del trajín existente y del personal que había
La flecha amarilla, en esta señal de ceda el paso, nos orienta directamente hasta el puente, sim embargo, más adelante, la placa con el nombre de la calle nos indica seguir a la izquierda por el trayecto oficial
A la izquierda se conserva el antiguo depósito de agua de las antiguas locomotoras a vapor, el cual en su momento se pintó con el anagrama de Feve. No hay apenas tráfico en estas calles, solamente el de algunos residentes, lo que contrastaría con la actividad de antaño en torno a la estación
La estación, en la práctica un apeadero, ya no dispone de operarios ni personal, solamente de máquinas expendedoras y tornos de paso. También la cantina ha desaparecido
Al final de estos bloques, construidos en 2007, nos desviaremos a la derecha, pero antes optamos por cruzar hacia la estación, pues algo nos llama la atención en esta fachada lateral del edificio
Arriba leemos:
EL CAMINO DE SANTIAGOEL CAMINO PRIMITIVO O DEL INTERIOR
Aunque aparecen este y muchos otros: el Camino del Norte, el Camino Inglés, Camino a Fisterra-Muxía, Ruta de la Plata Camino Lebaniego, Camino Vadiniense, Camino Francés, Camino Aragonés. Abajo sí tenemos un mapa del Camino Primitivo en su tramo entre Grado/Grau y Lugo
Junto con los caminos aparecen las líneas de Feve. Importante saber que, en el Camino Primitivo, la siguiente estación ferroviaria es Lugo, de Renfe
Visto el mapa, retomamos el Camino y de la estación tomaremos la calle que sale a la derecha
El Bar Gijón cerró sus puertas por un problema técnico-burocrático que resultó insalvable para su dueño. Con motivo de su cierre, Nando F. Arias publicaba en La Voz del Trubia la triste noticia el 28 de febrero de 2023 titulándola Último día del bar Gijón, en Grado, que abrió sus puertas en los años 30, haciendo además un repaso a su historia, muy vinculada al tren y, al que podría haber sido su futuro, vinculado a un hotel de peregrinos:
"Olegario Cuendias, actual regente del bar Gijón de Grao, atendía su ganado en la finca ubicada tras el edificio del afamado establecimiento. En él no se apreciaba, aparentemente, ningún síntoma de preocupación o desasosiego. Pero cuando le digo el motivo de mi visita sus rostro se contrae y aparece en el un gesto de tristeza. Hace unos días tras una comida con mis amigos en el bar me comunicó la posibilidad de que el establecimiento cerrase sus puertas en breve. El motivo: las exigencias de la autoridad competente de la ubicación en la cocina de una chimenea extractora de gases que conlleva un elevado coste al que no puedo afrontar. «Independientemente», me dice, «me faltan pocos años para jubilarme y la inversión supera con creces todos los beneficios que pudiese obtener en este tiempo».
El establecimiento fue fundado a finales de los años 30 del pasado siglo por un señor apellidado Coto que fue el promotor del edificio. En su inicio el bar se llamaba “Casa Coto”. Finalmente Coto lo traspasa a unas señoras de Trevías que cambian el nombre al establecimiento y lo denominan como actualmente, Bar Gijón. Lo regentan durante 3 o 4 años y es, en 1961, cuando José Cuendias, padre de Olegario, se hace cargo del mismo hasta el año 1987 que pasa a titularidad de Olegario.
Debido a la ubicación, al lado justo de la estación de FEVE, el bar era un continuo receptor de clientes que se dirigían a utilizar, en aquellas épocas, el tan afamado y hoy en declive transporte ferroviario.
Con el transcurso de los años, el bar Gijón adquirió gran fama en lo que a gastronomía se refiere. Sus callos, cabrito guisado, hígado, picadillo y unos deliciosos postres caseros son la delicia de los cientos de comensales que en el año se dan cita en su comedor. Entre ochocientos y mil peregrinos pasan anualmente por sus instalaciones (el bar se encuentra en pleno Camino Primitivo) donde son acogidos con un menú asequible de precio y calidad.
En sus inicios el establecimiento contaba con pensión donde pernoctaban numerosos mineros que trabajaban en las minas del caolín de Peñaflor posteriormente las del carbón de Cangas y Tineo. Sus prestigiosos callos merecieron ser calificados con sobresaliente por prestigiosa Cofradía de los Callos. Y su cabrito guisado, puedo dar fe, que es de lo más exquisito que se encuentra en Asturias.
Olegario comenta entre risas que, hace unos años, el jugador del Oviedo Carlos había sido invitado a comer en el establecimiento pero que al ver el nombre se negaba a entrar. Por fin lo convencen y tras la comida comenta, “voy a ser cliente asiduo, estaba todo delicioso”.
El cierre de este casi centenario establecimiento, provoca el cese en el mundo laboral de cinco empleados que son los que actualmente están manteniendo el negocio. Ya en su día Olegario vio frustrado, debido a las numerosas trabas administrativas, un ambicioso proyecto de construir un hotel de peregrinos colindante con el actual negocio. Grao hoy suma la desaparición de otro de los emblemáticos negocios, en especial de hostelería. Quién no recuerda El Palper, La Recta, El Cabaño, Bar Hevia, Bar Cuba, El Camposol, El Infierno, La Fuente, El Mercado, etc. Lamentablemente hoy, 28 de febrero de 2023, el bar Gijón pasa a la historia."
Se dice que "sopa de gallina, callos y tocinillo" fue la última comida en el Bar Gijón. Adiós a un establecimiento histórico de Grado. Los humos que cierran el bar Gijón es como encabeza Sara Arias su artículo para La Nueva España del 3-3-2023, presentándonos nuevos datos sobre su historia y sobre los que fueron sus últimos años, cuando muchísimos peregrinos saciaban aquí su apetito tras una larga caminata:
"Los callos y el cabrito guisado del bar Gijón son ya parte de la historia de la hostelería de Grado. El negocio, fundado hace 85 años bajo el nombre de Casa Coto, ha cerrado sus puertas. El propietario, Olegario Cuendias Álvarez, ha tomado esta decisión a falta de algo más de tres años de jubilarse ante la exigencia del Principado de Asturias para que instale una campana de condensación de gases en la cocina, equipamiento que tiene un alto coste que el hostelero no está dispuesto a afrontar en estos momentos.
"Le ofrecí a mi hija, que trabaja con nosotros, si quería seguir, pero al final no quiso y a mí me queda poco para jubilarme, así que cerramos", afirma Cuendias, emocionado ante las muestras de cariño que ha recibido en los últimos días.
El bar Gijón es historia de la villa moscona. Los padres de Olegario -José Cuendias y Leónidas Ofelia Álvarez- naturales de Belmonte de Miranda, cogieron el negocio en 1961. Entonces, constaba de un restaurante con ocho habitaciones de pensión y cuatro viviendas en alquiler. "Estaban indecisos entre éste o el bar del matadero de Oviedo, pero como allí a mi padre, que era tratante, no le daban cuadra para el ganado se vinieron para aquí. Yo llegué con once meses", comenta el hostelero.
En aquel tiempo, el establecimiento estaba lleno de gente día y noche. Ubicado junto a la estación, era parada habitual de los trabajadores del ferrocarril, de los operarios de las mercancías que pasaban las 24 horas del día, de los empleados de la mina de Peñaflor o de los de las cuatro tejeras que había en la zona. "Funcionábamos muy bien", recuerda Cuendias. Desde los 14 años está detrás del mostrador. En 1987, con la jubilación de su padre, se puso a los mandos del negocio familiar.
Por desgracia, su progenitor falleció al poco tiempo, pero el hostelero siempre contó con el apoyo de su madre. "Hasta que pudo. estuvo siempre aquí conmigo y mi mujer, Graciela, controlando el tema y dándome consejos para que todo fuera bien", rememora. "Y todos los días riñendo", añade a renglón seguido en tono jocoso.
Parte del éxito del bar Gijón estaba en su excelente cocina, con unos callos y un cabrito guisado famosos en toda la comarca. Sin olvidar el hígado o el picadillo con huevos y patatas. "En una semana tenemos machacados 200 kilos de callos y guisábamos tres cabritos por semana, de los grandes", dice Cuendias. Los callos eran de los más valorados: "Nunca hubo alguien que nos dijera que estaban malos", apunta.
Desde 1995, el negocio se enfocó exclusivamente al restaurante, por donde cada año también pasaban miles de peregrinos del Camino Primitivo de Santiago. Unos caminantes que ya no se toparán con el bar Gijón en su entrada a Grado, donde siempre eran recibidos con buenas viandas asturianas."
"Yo llevo 39 años vendiendo, pero es que la panadería San Pelayo es una empresa familiar con 100 años de historia en el mercado de Grado". José Luis González Cañedo mantiene a pleno rendimiento en San Pelayo, Grado, la panadería que su abuelo, El Gorbizo, fundó en 1909.
“De esta industria comieron pan mis abuelos y tatarabuelos y es mi modo de vida", comentaba a GN.
"El secreto de mi pan es que está cocido en horno de leña sin ningún aditivo. Es un producto cien por cien natural, muy sano, y por eso gusta tanto a la gente". Así de rotundo se muestra José Luis González a la hora de explicar las propiedades de los productos que elabora en su panadería de San Pelayo, en Grado.
Éste es uno de los pocos vendedores del mercado de Grado a los que la crisis económica no les ha afectado. «No nos podemos quejar, las ventas van bien. Casi todo el pan, magdalenas y coletas de manteca que traemos se agotan».
Eso sí, este empresario moscón se queja de los mercados de los miércoles. "No sé cuál es la solución para que vuelva a llenarse de gente y de puestos, pero la verdad es que cada día son más pobres. Nosotros seguimos acudiendo casi por tradición, pero prácticamente no son rentables", explica José Luis González.
Otra cosa son los domingos, en los que las ventas se multiplican:"La mejora de las comunicaciones es el cambio que más ha afectado positivamente a Grado. Viene gente de todo el centro de Asturias. El buen tiempo también influye muchísimo".
Nosotros iremos a la derecha, en dirección al centro urbano, por esta carretera en la que, desde Peñaflor aquí, abren sus puertas numerosos negocios, talleres mecánicos, concesionarios, supermercados, mueblerías, empresas madereras, estaciones de servicio, etc., etc.,etc.
Acera adelante llegamos al Bar Maypi, con sus terrazas, que fue de "Don Maximino De La Fuente Suárez (Maxi del Bar Maypi) Como sabrán, era una persona super conocida y muy querida en Grado, por su trabajo en la Hostelería, y sus años de camarero en el Mayjeco", leemos también en GradoNoticias, de fecha 16-4-2014
Tal y como hemos dicho, un vistazo a estos paneles puede solventar más cuestiones de las que pensamos. Aquí tenemos un mapa del casco urbano con el trazado del Camino de Santiago en amarillo y un listado de edificios de interés: los del grupo de la izquierda por su historia y patrimonio y, los de la derecha, a efectos prácticos, albergues, hoteles, farmacias, estaciones, taxis, centro de salud, policía, etc. etc. etc.
El puente ha sido reformado algunas veces pero, en esencia, conserva su estructura dieciochesca, lo que pasa es que no la podemos apreciar pues la frondosa vegetación ribereña nos la oculta, tanto al pasar, como para los peregrinos que vengan por abajo, por la ribera. No obstante, en el artículo 247 años sobre el Cubia, publicado en La Voz del Trubia por Beatriz Canitrot se nos ofrece una buena fotografía, acompañada de este completo texto que os queremos compartir:
"A la entrada de Grado nos encontramos con un regio puente que pasa totalmente desapercibido y que, sin embargo, forma parte de la obra de ingeniería que Manuel Reguera realizó en Asturias en época de la Ilustración, junto con el puente nuevo de Olloniego (diseñado por Marcos de Vierna y encargado a Manuel Reguera González en 1780), el de Santullano a las afueras de Mieres (proyectado por Manuel Reguera y Francisco Pruneda en 1787) y el de Cornellana (diseñado por Manuel Reguera en 1790).
El puente está construido totalmente en sillar. Tiene cinco arcos de medio punto, siendo de mayor tamaño el central. Los arcos carecen de basamento de apoyo y están reforzados entre arquerías por gruesos tajamares escalonados. Tiene el petril calado en arcos de medio punto, pintado de blanco. En la construcción del mismo intervinieron varios de los arquitectos más prestigiosos de la ilustración asturiana y la historia de su fábrica la conocemos a través de la obra de Vidal de la Madrid Álvarez, La arquitectura de la Ilustración en Asturias. Manuel Reguera 1731-1798.
El proyecto original fue encargado a Pedro Antonio Menéndez y modificado, posteriormente, por Marcos de Vierna, aunque ninguno de los dos terminaría las obras. El primer remate fue entregado por Manuel Reguera en 1769 siguiendo el diseño de Vierna. Tres años más tarde, Juan Menéndez Camina ajusta nuevamente la obra en su nombre y en el de los arquitectos Manuel Reguera, Manuel Bernardo y Pedro Antonio Menéndez quien, en 1773, se hizo cargo de las obras al haber finalizado los trabajos en el puerto de Gijón. Debido posiblemente a su enfermedad, Pedro Antonio Menéndez fue incapaz de finalizar el puente, con lo que Manuel Reguera vuelve a hacerse cargo de la obra terminándola en 1775.
Su construcción simplificó considerablemente el acceso a Grado desde la capital del Principado ya que, con anterioridad, el paso a la villa se venía realizando a través de un pequeño e insignificante puente que Fernández de Miranda menciona en su libro Grado y su Concejo: «Próximo al mismo lugar (se refiere a la capilla de San Pelayo) está un antiguo puente del Camino Real que, a pesar de su insignificancia, consideró la Diputación del Principado en 1733, debía reedificarse con urgencia, porque era paso necesario y transitante para los reinos de España.»
El puente sufrió varios percances desde su construcción. En 1782 se dañaron sus machones debido a una riada; en 1815 el puente quedó en seco por el efecto de un desbordamiento del río hacía la vega, ocasionando una sextaferia en la que participó todo el concejo para derivar, nuevamente, las aguas al cauce del Cubia; en 1821 se volvió a reparar tras otra crecida del Cubia que socavó sus cimientos; y hacia 1859 se reformó al ejecutarse las obras de la carretera. Fernández de Miranda recoge dicho hecho y lo define de la siguiente manera: «…Al ejecutarse las obras del nuevo camino, se reformó el puente de Grado, dejándole sus antiguos pilares, el cual (se refiere al antiguo) tiene tres arcos, es de mármol y era de carácter románico, habiendo sido construido a costa de la provincia en el año 1769, no de tan bella construcción y arquitectura».
La construcción de la carretera trajo consigo innumerables protestas al desviarse esta del centro de la villa. Desde su fundación, Grado gozaba con la ventaja de ser atravesado por el camino real a Galicia. Su caserío se disponía a lo largo de esta vía, así como los puestos y negocios de artículos de consumo, cuya venta estaba asegurada debido al abundante tránsito de la misma. Los vecinos consideraban que el paso de la carretera por el centro de la villa mejoraría el aspecto y la salubridad de sus calles. El paso de los años ha demostrado que la desviación de la carretera del centro de la villa no ha influido en la desvirtuación de Grado como centro de comercio, manteniendo visible ese carácter a día de hoy."
Por su parte, Álvaro Fernández de Miranda, al hablar de comunicaciones en Grado y su concejo, cita a esta "carretera de Villalba a Oviedo, vulgarmente llamada de Galicia ó de Occidente" y prosigue dando cuenta de cómo se hizo este puente en base al anterior, que a la vez sustituía a otro más antiguo:
"La primera carretera que utilizaron los gradenses fue la citada de Villalba á Oviedo, que se terminó hacia 1859, al menos el trayecto de la ciudad á la villa, siendo para esta población el punto de partida de las mejoras locales. Al ejecutarse las obras del nuevo camino, se reformó el puente de Grado, dejándole sus antiguos pilares, el cual tiene tres arcos, es de mármol y era de carácter románico, habiendo sido construido á costa de la provincia el año 1769, en sustitución de otro, ruinoso, no de tan bella construcción y arquitectura"
Para acometer las obras dice Fernández de Miranda, cuenta que "Seis cartas reales y la intervención de la Audiencia, Junta del Principado, varias Diputaciones y mil informes y formalidades fueron precisas para subsanar la obra, que duró tres años y costó 150.000 reales, cuyo repartimento y cobranza originó un sinnúmero de protestas y desazones". En cuanto a aquel más antiguo puente destartalado más antiguo, recogemos lo que plasma en Noticias sobre algunos puentes asturianos de la Edad Moderna, del Doctor en Historia Inocencio Cardiñanos Bardeci:
"En 1688 esta villa pedía que, por repartimento, fuese reparado su puente de San Pelayo, sobre el río Cubia. Una avenida del mes de abril había arruinado uno de sus dos grandes ojos de piedra y las manguardias. Posteriormente también su hundió el otro arco permaneciendo, únicamente, un paredón de 35 varas de largo. Resultaba imprescindible reconstruirle pues era paso hacia Oviedo, las dos Castillas y se encontraba en el Camino de Santiago. Circunstancialmente fue acondicionado en madera, siempre costoso de mantener por tratarse de un río caudaloso.Se pidió que fuera costeado por repartimiento pues la villa carecía de los recursos necesarios. Que contribuyesen, incluso, algunos pueblos de Galicia y de León.En 1692 el Fiscal se oponía a esta última petición.El nuevo puente se debió, según Llaguno, a Manuel Reguera, constando "de 212 pies de largo con tres arcos de a cincuenta pues de diámetro cada uno, y otro más pequeño".Madoz recuerda que existían en los contornos de este pueblo varios puentes, siendo el más notable el de San Pelayo, a la salida de la villa, en el camino que se dirigía a Oviedo".
Forma aquí el Cubia una boscosa isla fluvial, este río nace al pie del Picu Porcabezas, en Tolinas, en el extremo suroccidental del concejo, si bien tomaría su nombre del pueblo de su mismo nombre, Cubia, aguas abajo, cuya etimología, caput ubia, 'junto al río', sería la razón de su topónimo. Su recorrido es de algo más de 30 kilómetros
Era preciado antaño por sus truchas y anguilas, aunque salmones y lampreas eran privativos del Nalón, según noticia también del cronista Álvaro Fernández de Miranda. Del Cubia dicen en la web del Ayuntamiento que es "afluente del Nalón y verdadera espina dorsal del concejo. En su confluencia con el Nalón se pueden apreciar sus anchas y fértiles vegas, que tanta fama dieron al Mercado de Grau y tanta riqueza a su población (vegas de La Mata y de Pereda)"
El periodista y gran aficionado a la pesca Eduardo García Carmona, escribe con admiración de este río en su blog Pescarmona. Dónde y cómo pescar:
"La mayor gozada ha sido comprobar que el río Cubia es una maravilla de la naturaleza, con un entorno que ni me imaginaba. Las aguas ofrecen un encanto único. Es un espacio de paz y sombras. Paz que significa el sonido de la naturaleza con el chasquido de las aguas al discurrir y el sonido de las aves. Y sombras las que se esparcen en todo su recorrido cerrado de vegetación, salvo raras zonas en las que el Cubia queda desprotegido y bañado por los rayos del sol."
Cruzando el puente vemos las señales que indican la proximidad de la bifurcación entre la carretera N-634 y la AS-237 que va a Avilés, de ahí que la intersección en la que se cruzan se llame Plaza de las Dos Vías, la cual iremos viendo según avancemos por la curva a la izquierda que hay pasado el puente que, en 1815, quedó seriamente afectado por una riada, desbordándose las aguas, las cuales hubieron de ser encauzadas llamando a sextaferia o trabajo comunal. En 1821 una nueva avenida socavó sus cimientos y obligó a su reparación
"Terminada al fin la carretera con general complacencia, los primeros coches y carromatos que transitaban por ella excitaban la curiosidad y hasta la admiración de los vecinos, que salían gozosos a contemplarlos", decía Fernández de Miranda de esta antigua Oviedo-Villalba, y ahora y desde 1939 N-634 que, cuando se abrió pasaría por aquí por terrenos aún prácticamente sin edificar
La carretera permitió el establecimiento de líneas regulares de viajeros en carruajes, incluso a Madrid, en un traqueteante viaje de quince días, existiendo la modalidad del 'medio asiento', muy solicitada, por la que los viajeros hacían la mitad del camino montados en la diligencia y la mitad andando, caminando al lado. Además "solían confesar y comulgar para ponerse en ruta", destaca Fernández de Miranda
Y es que sabemos que, en muchos tramos, el antiguo Camín Rial, no estaba habilitado ni para carros, por lo que transitar por él, si no se hacía andando, solamente era factible en caballería, incluyendo pasajeros y mercancías, existiendo hasta una 'línea regular', como señala Álvaro Fernández de Miranda: "Antes de la carretera viajaban en mulo: había también el medio asiento, y últimamente salía la recua del mesón de Xoaco el Riesgo", un antiguo mesón caminero que, a la entrada de la población, aportaba sus animales de tiro y carga para echar un gavitu, o la gavita, esto es, 'ayudar' al transporte de gentes y objetos
La carretera, que al pasar el puente pasa a llamarse Valentín Andrés en honor de este escritor, economista y físico moscón, hace pues una curva muy cerrada y, desde ella, empezamos a ver al fondo la Plaza las Dos Vías, que vuelve aquí a estar bien señalizada
Aquí nos cruzamos con la Travesía de Vistalegre, barrio que es en realidad de la vecina parroquia moscona de Castañéu pero que a efectos prácticos forma parte del entramado urbano de la villa. Poco más arriba, la carretera de Avilés recibe, en Las Dos Vías, el nombre de Avenida de Vistalegre
La calle Valentín Andrés, por su parte, hace desde su comienzo en el puente una suave pero continua subida en rampa al atravesar la población, y su trazado urbano coincidiría en este tramo con el del Camín Real hasta el actual Parque San Antonio o Parque de Baxo, donde empezaba la villa intramuros, el núcleo original, que se extendería a lo largo de la nueva carretera
Nueva carretera que, sin embargo trajo polémica pues, como hemos dicho, pasaba por terrenos por entonces no construidos y apartados del entonces centro de la villa, donde estaban los comerciantes. Nos lo cuenta el autor de Grado y su concejo:
"El haberse hecho la carretera algo distanciada del centro de la villa, levantó airadas protestas, porque desde su fundación gozaba Grado de ser atravesado por el camino real á Galicia, de mucho tránsito, y tenía el caserío acomodado á este objeto, aprovechándose las calles que servían de camino para colocar puestos y tenduchos con artículos de consumo, buscando el que trae consigo el tránsito; y, sobre todo, creía el vecindario que, de hacerse la carretera por medio de la villa, sin perder ésta sus antiguas ventajas, ganaría en aspecto, holgura y salubridad, pero el tiempo ha demostrado, dando la razón á los extraños, que el pueblo se equivocó, como en ocasiones se ha equivocado también".
Se conservan aún algunos antiguos edificios del 'ensanche' pero otros son altos bloques de pisos, como los que hay arriba al lado del parque: Edificio las Acacias y, más allá y más alto todavía, el Edificio Sol-Campo
Llegados a la Plaza de las Dos Vías, vamos a bordearla para seguir camino ¡no se nos ocurra cruzar directamente desde aquí! como parece dan a entender las flechas
Esta glorieta presenta un hermoso parterre de flores que es un homenaje a la cestería tradicional, artesanía que fue célebre en el concejo y otros de los alrededores, especialmente vinculada a la producción agroganadera de la zona. La cestería tradicional, en las glorietas de Grado es como titula La Voz del Trubia esta noticia del 16-12-2021:
"El Ayuntamiento de Grado ha ajardinado la glorieta de entrada a la villa, en el cruce con la carretera a Avilés, utilizando como motivo la cestería tradicional, que en el concejo siempre tuvo mucha presencia. La glorieta está precisamente frente a la última cestería tradicional del concejo, la Cestería Grao. La nueva decoración tiene como elemento principal dos grandes cestos del antiguo modelo asturiano de goxas o maconas. Esta es la segunda rotonda que ajardina el Ayuntamiento, tras la del parque de abajo. La intención del equipo de gobierno es ajardinar las tres glorietas del centro de la villa, aunque hay primero que instalar el sistema de riego".
Pero en la Plaza las Dos Vías, cruce de calles anchas y casi siempre con abundante tráfico, iremos a cruzar por el paso de cebra existente en la citada Avenida de Vistalegre para luego proseguir al otro lado de Agrícola Rodríguez y Cestería Grao, que mantiene viva la tradición cestera moscona y comercio del que nos cuentan así en el blog Artesanía de mimbre:
"La cestería de Grao, está regentada por dos hermanos, José y Marí, naturales de Cuero “Candamo”. Son la tercera generación de la familia. Habiendo empezado éste oficio nuestro abuelo José Antonio González conocido más bien como “ EL CUCO”, continuándola nuestro padre RAÚL GONZÁLEZ TORRE, el cual nos transmitió éste maravilloso oficio.
La materia principal con la que trabajamos es el mimbre, en nuestro pueblo más bien conocido como bilma. El mimbre se saca de un árbol llamado SAUCE que nace a las orillas de los ríos. Éste material lo trabajamos con nuestras manos y lo transformamos en objetos para nuestra vida cotidiana, dándole formas en pequeñas cestas de haras para nuestras celebraciones en sillas cómodas para poder descansar, en trucheras para nuestros pescadores o hobbies, en posibles mesas y estanterías para nuestros objetos o en un centenar de cestos de distintas formas y tamaños para un sinfín de uso.
Antiguamente se iba a recoger el mimbre a las orillas de los ríos del Narcea, Nalón y Pigüeña. Luego hacían la corta en los meses de mayo y agosto, porque así se pelaba con mas facilidad. Una vez pelado lo cocían para así conseguir otro color
Hoy en día el mimbre se importa de las provincias de Valladolid y sobre todo de Salamanca, porque ya viene completamente preparado para trabajarlo.
La cestería de Grao nace a mediados de noviembre del 2011 cuando éstos dos hermanos deciden poner una tienda taller en la Villa moscona de Grado, para seguir con la tradición familiar y poder transmitir al público y satisfacer con nuestros productos artesanales fabricados por nosotros mismos, dándole al cliente una garantía de calidad".
Cruzamos la Avenida de Vistalegre, que es el tramo urbano de la AS-237 o carretera de Avilés, que Fernández de Miranda cita como "la de Luanco, que en Grullos empalma con la de Pravia y Soto del Barco, y en Avilés con las de Lugones y la costa". Enfrente tenemos el Bar Trébol, famoso por sus pinchos, tortillas, bocadillos y otras exquisiteces
Bien a la vista y a la puerta de la tienda, una exposición de bastones artesanos y sombreros de paja, bien solicitados por los peregrinos
Y aquí cruzamos la calle Anselmo González del Valle, compositor, pianista y recopilador de canciones y música popular asturiana, nacido en La Habana pero vinculado familiarmente a Asturias; hermano del poeta, político y escritor Emilio Martín González del Valle y Carvajal, I Marqués de la Vega de Anzo
A la derecha es la Librería las Dos Vías y, a la izquierda, la Carnicería las Dos Vías: el cruce ha dado nombre a este lugar y su entorno
Y aquí tenemos una de las placas del callejero moscón colocadas en las calles por las que discurre el Camino, con la concha, la flecha y, arriba, un yelmo que acaso aluda al origen medieval de la población, puebla fundada reinando Alfonso X El Sabio y dentro de su política repobladora en el camino de Galicia y en un ramal que, desde el Camín Real de la Mesa, comunicación directa con la meseta, se dirigía a la capital asturiana
La antigua carretera, además de arteria de comunicaciones, es un importantísimo eje comercial y de hostelería, especialmente en este tramo que vamos a pasar ahora
Por supuesto, hay que estar siempre atentos a horarios, cambios de nombres, de gerencia, aperturas, cierres, etc., pero sirvan al menos como orientación de las posibilidades que puede ofrecernos la villa de Grado/Grau en este sentido
Aunque los grandes bloques de Las Acacias y Sol-Campo dominan el panorama, hay otros edificios y casas más 'de época' en los que abrieron sus puertas negocios señeros, tal que este, de elegante fachada de cerámica
Cruzamos la calle La Moratina, que comunica esta avenida con ese barrio moscón, situado más arriba del Parque Manuel Pedregal. Por aquí baja a dar sus aguas al Cubia, subterráneo, el arroyo La Reguerina o del Carcabón
Cafe Bar El Quintana, de Leo Aguirre y su hija Rocío Aguirre; la Frutería de Mari, el Kiosko Bombón y el Disco Bar Musical La Tenada van uno a continuación de otro en esta misma acera
A la izquierda, en el bajo del Edificio Sol-Campo situado en la esquina, está el Disco Bar L'Ablugo, uno de los históricos de Grado/Grau, citado por Xuan Alonso en La movida en Grao, antes y después, publicado por Xuan Alonso en La Voz del Trubia del 15-1-2028:
"Dicen que la juventud es la mejor etapa de la vida, aquellos maravillosos años 90, de pantalones Lois, Levis, Buenaventura, camisetas Lacoste, chupas de cuero y botas camperas. Grao estaba petado de gente los viernes, sábados y domingos, llegaban de todo Asturias para divertirse y ligar, no había dónde dejar el coche, las barras no daban abasto a servir cacharros a 150 pesetas, todos se peleaban por pagar, eran otros tiempos y el dinero tenía otro valor. En bares y pub como L’ablugo, Guirigay, BO2, Tragos, El Barullo, El Callejón, El Misterio, no cabía la gente, pedias algo y salías para afuera a relacionarte con los demás, cada pandilla tenía su sitio para quedar y ruta para pasar la noche. Aquella discoteca El Parque, te encontrabas gente de todas las edades, música de todos los estilos y personajes como José Manuel (El Carretero Repolles) afilando la guadaña y segando mientras bailaba. Aquella pista donde ponían canciones lentas, para arrimarte a las chicas, ante la atenta mirada de la gente que estaba arriba. Corría sangre por las venas, en aquellos fríos inviernos en mangas de camisa. Todavía no me explico cómo podía caber tanta gente en el Maracaná, el disc jockey nos rompía los oídos con el «bakalao», «dance», «house», «acid house», «techno»; movíamos el esqueleto como podíamos a veces haciendo el ridículo, todo valía, mientras un calor tremendo recorría tu cuerpo y te hacia sudar. Aquellas partidas de billar en la sala de juegos de Vidal, la bolera del Tragos, el futbolín del No Lo Sé, las patatas bravas del Quintana, los donuts de la panadería, aquel trajín de gente subiendo y bajando por las calles de un sitio para otro en bandadas daba otro estilo de vida a Grao".
A la derecha, la calle La Tahona hace referencia a un histórico establecimiento panadero que dio nombre al lugar. A la izquierda, se suceden bares y terrazas...
Y aquí tenemos ante nosotros la glorieta en la que la calle Valentín Andrés se cruza con la de Hilario Suárez a la derecha, de frente pasa a ser la Avenida de Flórez Estrada (muy destacado político y economista de la Asturias de la Ilustración, la francesada y el constitucionalismo) y, a la izquierda, la calle Cerro de la Muralla, por donde seguiremos, pasando junto al Parque de San Antonio o Parque de Baxo, porque a la derecha tenemos el Parque de Riba o de Manuel Pedregal
Un hermoso palacete indiano, El Xalé del Campo o de Patallo, con jardines cerrados por artística verja de forja y que fue escenario cinematográfico, se encuentra en la esquina al comienzo de la calle Hilario Suárez. Más allá es la Discoteca Spook, antiguamente El Parque de Grado, que también marcó toda una época y que también citaba Xuan Alonso. A continuación se encuentra la Residencia Grado y, en el parque, El Frontón. Arriba vemos algunas casas de La Moratina
Como hemos dicho, aquí dejamos el intenso bullicio y tráfico de la Avenida Valentín Andrés y tomamos la calle Cerro de la Muralla, llamada así, textualmente, por ser la del cerro donde estaba la muralla de Grado/Grau, construida en el siglo XIII para defender la puebla de las apetencias señoriales de la nobleza guerrera y feudal, así como para señalar los fueros de la población, amparada por la Corona. Fue derribada en 1810 para evitar que los franceses se parapetasen en ella durante sus sucesivas ocupaciones de la villa
Antes de seguir queremos decir que, cuesta arriba del Parque Manuel Pederegal, en la calle Maestra Benicia, hemos de decir que se encuentra el Albergue Municipal Villa de Grado, gestionado por la Fraternidad Internacional del Camino de Santiago, uno en los que aún está vivo el espíritu de acogida tradicional y donde se celebran las Jornadas Jacobeas Grau en el Camino. Luego, en la Avenida Flórez Estrada y en una antigua casa indiana está el albergue-hotel La Quintana
Hermosa vista atrás, desde la glorieta, del Xalé del Campo, con la calle Hilario Suárez, la discoteca y la residencia mirando al Parque Manuel Pedregal
El edificio de la discoteca llama la atención, incluso a distancia, por sus vivos colores y su estructura clásica, gran terraza y tres arcos de medio punto en su 'puerta trífora'. Noche de revival en Grado fue cómo tituló Lorena Valdés para La Nueva España del 25-7-2011 la noticia de una fiesta que rememoraba sus años de esplendor ochentero:
"Se pinchaba con discos de vinilo, se llevaban las «chupas» de cuero, se llamaba al teléfono fijo para quedar con los amigos y el toque de queda siempre era antes de la medianoche. En los años ochenta, la discoteca El Parque de Grado, ahora Spook, reunía a cientos de jóvenes de la comarca cada fin de semana dispuestos a bailar «como si no hubiese un mañana» los temas que pinchaba el discjockey moscón Alfredo Lobato. Los nostálgicos de aquella década prodigiosa decidieron hace unos meses recuperar los guateques de antaño para reencontrarse en la pista de baile y rememorar sus años de juventud. El último se celebró la noche del sábado, coincidiendo con la celebración de las fiestas de Santiago y Santa Ana en la villa. La movida moscona volvió a hacer historia en el mundo de la noche y las luces de neón.
El Parque y al ritmo de la banda sueca «Europe», entre otros iconos musicales de la época, se fraguó su noviazgo. «Él bajaba cada fin de semana desde Panicera y yo venía desde Fontoria, en Belmonte de Miranda», recuerda la belmontina. «Lo pasábamos muy bien, éramos unos chavalinos, pero tan bailongos como ahora», añade Javier Fernández sin perder el ritmo, bien agarrado a su acompañante.
De hacerles bailar se ocupaba el DJ Alfredo Lobato, quien también rememora con nostalgia su época en la cabina de música de la discoteca. «En los años ochenta El Parque tenía mucha caída, cada sábado la pista se llenaba de jóvenes de Grado, Oviedo, Pravia, Salas, Belmonte... que no dejaban de bailar y pedir canciones, y el domingo, de doce del mediodía a dos de la tarde, se hacía la sesión vermú con aceitunas, que tenía también mucho éxito». «Fueron años maravillosos, los mejores», corrobora Almudena Tronco, muy contenta de «poder volver a reencontrarse con la gente de su generación gracias a estos guateques». «Ahora la mayoría somos padres», apunta la moscona.
En los ochenta, los horarios festivos eran muy diferentes a los actuales. «Salíamos a las siete de la tarde y a las doce había que estar en casa, pero aprovechábamos bien el tiempo», reconoce María Flórez, otra incondicional de la discoteca El Parque que el sábado abrió sus puertas en clave de «revival».
Avanzamos por la calle Cerro de la Muralla, situada, como su nombre dice, en un cerro sobre el valle del Cubia que dio origen a la población, la cual fue amurallada para defenderse de las tropelías de la nobleza y como signo de los fueros que amparaban a sus habitantes. Leemos en la web del Ayuntamiento lo siguiente al respecto:
"El nacimiento de la villa de Grau tiene lugar a mediados del siglo XIII, cuando el rey Alfonso X el Sabio otorga la carta puebla que permite la fundación de este núcleo urbano en el itinerario del Camino de Santiago. El elemento más representativo del surgimiento de la ciudad lo constituye la erección de la muralla, que desempeño cometidos tanto defensivos como fiscales con el cobro del portazgo para el acceso de las mercancías.
La muralla de Grado, de medio metro de espesor y siete metros de altura, cumplió su misión defensiva en múltiples ocasiones históricas. En 1308, protegió a los moscones cuando el conde Gonzalo Peláez de Coalla incendió la villa extramuros con la intención de conculcar sus fueros. Durante la Guerra de la Independencia, defendió alternativamente a invasores y nacionales en sucesivas conquistas y reconquistas de la villa, siendo ordenada su demolición en 1812 ante el temor de que volviera a ser ocupada por los franceses.
De aquella primera muralla apaenas quedan más vestigios que este lienzo Este, que se situa sobre una terraza fluvial del rio Cubia. La fachada norte del Palacio Miranda-Valdecarzana y la pared medianera del Ayuntamiento fueron edificadas sobre la propia muralla".
El Palacio de Miranda-Valdecarzana, actual Casa de Cultura, lo vemos al fondo y señala la entrada en el casco histórico propiamente dicho, la antigua ciudad intramuros amparada por la cerca, que era como se conocía a su fortificación. cuyo "recinto era reducido, se extendía por lo que hoy se conoce como Calle Cerro de la Muralla, siguiendo por el costado izquierdo del actual Ayuntamiento, girando por la actual Travesía Álvaro Fernández de Miranda y Manuel Predregal y enlazando de nuevo con el punto de partida por la fachada norte del Palacio Miranda–Valdecarzana, nos dicen en CastillosNet
El parque era antiguamente El Campo San Antonio, espacio prácticamente sin urbanizar hasta bien avanzado el siglo XIX y situado entre el Camín Real y la nueva carretera Oviedo-Villalba. Por aquí se entraba en el recinto amurallado, muy pequeño, tanto es así que se podía seguir camino sin dificultad si no se deseaba entrar el la puebla, tal y como nos dice la prestigiosa arqueóloga Alicia García Menéndez en Arqueología urbana de una villa medieval en el Camino de Santiago:
"Se llegaba así al núcleo amurallado, pudiendo optar entre dos recorridos. El trazado que discurre intramuros cruza la muralla por la denominada Puerta del Campo y atraviesa la villa por la actual calle Cerro de la Muralla hasta salir por la puerta que da a la plaza del Ayuntamiento, siguiendo un breve trayecto de apenas noventa metros. El segundo itinerario rodea el recinto amurallado dibujando una curvatura paralela al lienzo externo de la cerca en este sector. El trayecto, posiblementedesde fechas tempranas, se convierte en la calle de La Pedrera, también llamada calle del Campo y actualmente calle Manuel Pedregal. Ambas rutas confluyen en las plazas situadas en la zona extramuros, las actuales plaza del Ayuntamiento y plaza General Ponte.La direccionalidad impuesta por ambos itinerarios y el reducido espacio en el interior del recinto amurallado motivó que las calles de paso y su prolongación fuesen también las zonas de expansión urbana.En la confluencia del itinerario extramuros y la plaza principal de fuera de la villa (plaza General Ponte) se ubicó el hospital de peregrinos de la villa de Grado. Existe constancia de su existencia al menos en 1518, fecha en que estaba bajo patronato de la comunidad parroquial y vecinal. En los libros de fábrica del año 1643 es citado bajo la advocación de San Sebastián, pero en el siglo XVIII, cuando su patronazgo es detentado por la nobleza moscona, pasa a ser denominado como de Nuestra Señora de las Candelas. La casa-hospital ocupaba la esquina de la actual plaza del general Ponte con la calle de Manuel Pedregal, extramuros y al pie del camino de Santiago. Se trataba de un edificio sencillo de dos plantas. En la planta baja se situaban tres cuartitos y un establo y en la parte alta estaba la cocina y las estancias destinadas a alberguería. Tenía una solana asomada a la plaza y en el lado oriental una puerta que daba a la tribuna de la capilla de Nuestra Señora de las Candelas. Por el oeste el hospital compartía medianera con otra casa (Toyos de Castro 2003:34-37, Fernández Miranda 1982:367 y ss.). Fue decayendo hasta desaparecer con la desamortización y actualmente no queda traza alguna ni del hospital ni de la capilla".
Y he aquí el 'cerro de la muralla' que da nombre a la calle, encima de la vega del Cubia (a la izquierda, en la zona llamada El Charcón. En esta bifurcación nosotros seguimos de frente hacia la que sería la Puerta del Campo y comienzo de la muralla a la altura de la Casa de Cultura. Aquí empieza el camino adoquinado. El Campo San Antonio, como la Puerta del Campo, harían referencia al campo extramuros del acceso oriental a la puebla, que es el que seguirían los peregrinos del Camino de Santiago, así como a la desaparecida capilla de San Antonio, que "dió nombre al Campo de la Reguera, en la cual se emplazara en el siglo XVII; y al ser derribada hacia el año 1875, se construyó para sustituirla, la situada á la entrada N. del pueblo, en los terrenos del primitivo cementerio, y no llegó siquiera a abrirse al culto", revela Fernández de Miranda en Grado y su concejo
En este mapa de Alicia García Fernández vemos la pequeñísima porción de terreno amurallado con la red viaria que existiría por entonces: Un camino que entrapa por la Puerta del Campo y salía por la Puerta de la Plaza y otro que rodeaba la muralla hacia el hospital de peregrinos. La iglesia antigua, como vemos, estaba intramuros y al lado del Palacio de Miranda-Valdecarzana. Si bien ya desde el siglo XVII se planteaba hacer una nueva, más grande; esto no ocurrió hasta finales del XIX, cuando se demolió el viejo templo y se hizo uno nuevo un poco más al norte del solar que había ocupado el hospital de peregrinos:
"La antigua iglesia parroquial de San Pedro estaba situada en las inmediaciones de lo que hoy día es la fachada sur del Palacio Valdecarzana, en un solar actualmente ocupado por un edificio de viviendas y la casa sacerdotal. La planta de la antigua iglesia aparece reflejada en un plano de 1881, sobre el que podemos estimar unas dimensiones aproximadas de unos veinte por diez metros.A mediados del siglo XVIII el templo se había quedado pequeño y se había propuesto alguna reforma para dar cabida a todos los feligreses, aunque la falta de espacio impidió que se hicieran las obras. En 1677 se plantea el traslado de la parroquia a un nuevo emplazamiento, pero el proyecto fue rechazado por los nobles de la villa a excepción del marqués de Valdecarzana, interesado en librar la fachada lateral de su Palacio del obstáculo que suponía el edificio románico. El proyecto se pospone hasta 1884 cuando se efectúa el derribo de la antigua iglesia y la erección, en otra ubicación, del templo actual".
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Foto: Arqueología urbana de una villa medieval en el Camino de Santiago de Alicia García Fernández |
No deja de sorprender el diminuto espacio que abarcaba la zona protegida, por lo que la población se hubo de extender muy propiamente extramuros, pero llamativamente no por su entrada desde el este a partir de la Puerta del Campo, sino hacia el oeste-suroeste, a partir de la Puerta de la Plaza:
"El aspecto de la villa medieval acotada por la cerca quedaría completado con varios espacios abiertos, como la plaza frente al Palacio y en torno a la iglesia, además de algunas construcciones domésticas y algunos espacios libres de edificaciones tal como sugieren las menciones escritas, como el caso de la venta de una casa en el año 1310, de la que se dice está dientro de la Cerca y colindante con un solo, es decir suelo o solar.Extramuros, la población se irá estableciendo entorno a las calles que traza el Camino y por las plazas exteriores, que fueron asiento de las zonas de mercado, del propio ayuntamiento y de, básicamente, todo el entramado urbano propiamente dicho. Las menciones escritas indican la existencia de casas y espacios libres, edificables o destinados al cultivo, tal como sugiere la venta en 1368 de un controzio en la zona denominada en çima de la villa".
"En época histórica, y desde los primeros siglos medievales, la confluencia de los ríos Cubia y Nalón atrajo a la población gracias a reunir la riqueza del valle del Cubia y una buena ubicación respecto a las vías de comunicación. La denominación más antigua conocida, ya citada en el siglo X, es la de territorio de Prámaro, en alusión a una entidad geográfica asociada al valle del río Cubia y no a una localidad concreta. La primera mención documental fiable en la que tenemos constancia del territorio de Grado se hace en una escritura de donación conservada en el Archivo de la Catedral de Oviedo, fechada a 22 de febrero de 1096.Otro documento, fechado en el año 1158 hace referencia al topónimo ‘Grado’ aunque sin indicar si es heredad, villa o lugar; se trata una venta de Sancha Ordoñez en la que cita (…) in Grado hereditate et criacione (…). En 1157 una donación menciona un personaje de la corte, Pelagius Uermudiz de Grado, que posteriormente aparece en la confirmación de documentos reales hasta 1164 .De haber existido una agrupación de poblamiento que preceda a la fundación de la puebla no hay constancia arqueológica del mismo más allá de la escueta información aportada por Fernández de Miranda, quien atribuye a un núcleo de población preexistente los vestigios localizados aguas arriba, en los Casales, planicie que se halla entre la Troncada y La Podada, y en la que existen todavía insignificantes vestigios de las primitivas edificaciones, habiendo aparecido restos humanos en ocasiones diversas . Tales restos resultan hoy en día desconocidos y no hemos podido recuperar ninguna otra referencia a los mismos, por lo que resulta aventurada cualquier valoración de este dato.Sin embargo, la idea de un poblamiento anterior a la concesión de la carta puebla podría explicar el cambio sufrido a principios del siglo XII por el trazado de la vía tras variar la ubicación del paso del Nalón de Carril al desfiladero de Peñaflor, quizá motivado por el deseo de modificar el itinerario hacia un incipiente asentamiento en la vega de Grado. De este modo el otorgamiento de carta puebla sería un refrendo a un núcleo físico ya existente, en detrimento del pujante establecimiento de Peñaflor".
"El espacio elegido para la fundación de la puebla medieval de Grado se fija tanto por la elección topográfica de su emplazamiento como por ventajosa red viaria existente. El propio topónimo, del latín gratum, es decir ‘paso’, ‘escalón’, parece aludir a la importancia de ambos aspectos (García Arias). Para la construcción de Grado se elige una terraza aluvial del río Cubia, en una posición prominente que reforzaba su carácter defensivo.El río definía con su cauce el límite oriental de la villa, marcado por un fuerte desnivel, mientras que otro curso de agua de menor entidad, el arroyo de La Cruz, delimitaba la zona meridional y fue la causa de la fuerte curvatura de la calle principal, característica esta de la morfología de una villa de meandro. Este arroyo, hoy día soterrado, desagua a pocos metros al sureste del núcleo".
A tenor de lo dicho es posible que el mercado se celebrase a partir de aquí, entrada en la pequeña fortificación de la puebla, ya desde el origen pues, en esencia, las pueblas medievales eran ciudades-mercado cuyo derecho de celebración les serviría para su autosuficiencia económica, como leemos en Turismo Asturias:
"El mercado de Grau/Grado es el más antiguo de Asturias y su origen se remonta a la Edad Media, cuando el rey Alfonso X el Sabio otorgó la Carta Puebla a la villa moscona, siendo uno de los privilegios concedidos la celebración de un mercado semanal, que en este caso era los miércoles. Ya en la Edad Moderna, Grau/Grado empezó a celebrar dos concurridos mercados, los miércoles y los domingos, gracias a sus fértiles vegas y al paso por el concejo de vías de comunicación tan cruciales como El Camín Real de la Mesa y el Camino de Santiago. Y así hasta hoy en día."
En el siglo XVIII se había construido en este Campo de San Antonio, nos dice Fernández de Miranda, un nuevo consistorio para sustituir a otro más antiguo y pequeño sito al otro lado de la muralla, en la Puerta de la Plaza, su salida por el sur. Fue destruido por los franceses en el asalto de 1809 tras la batalla de Peñaflor, lo que motivó hubiera que construirse uno nuevo, ampliado varias veces, en el solar del antiguo, que veremos en su momento. Así estaba este lugar en tiempos de la publicación de Grado y su concejo:
"El frondoso, ameno y, aunque modesto, famoso Campo de San Antonio, no obstante ser tan grato y querido de los moscones, poco ó nada se ha hecho para embellecerle; y es de tan largo abolengo como la misma villa, cuyos más señalados acontecimientos suelen ir ligados al llamado antes Campos del Prado, de Las Matas ó de La Reguera, por su vecindad con Las Reguerinas; presenció enconadas luchas, populares asambleas, ferias, fiestas y holgorios, que llevan á la mente la diversidad de recuerdos; su arboleda la taló el francés en 1810, y la repobló años más tarde un buen alcalde. Se halla á la entrada N. de la población, que por este lado cuenta con tres buenas avenidas. La formada por la carretera de Occidente es la que separa el primitivo paseo del moderno ó Prado del Campo, que adquirió el Municio en 1882, y en cuya parte superior se proyecta construir el Mercado de ganado, mientras que en la parte baja se desarrolla el riente Parque, preferido lugar de esparcimiento, con sus jardines trazados á la inglesa, decorados con el monumento á Pedregal é iluminados a giorno por dos potentes focos de arco voltaico."
Podríamos pensar que los peregrinos acaso fuesen directamente hacia el Hospital de Nuestra Señora de las Candelas directamente, bordeando las murallas sin necesidad de entrar en la puebla intramuros, empleando uno de los itinerarios descritos por Alicia García Fernández. Sin embargo otros sí entrarían buscando amparo en la misma iglesia, como se solía hacer. Para ello habrían de pasar la Puerta del Campo y, antes, el paso levadizo sobre el foso que por aquí se extendía, rodeando la cerca
Pasamos de espaldas al monumento a Martín González del Valle y Fernández de Miranda, II Marqués de la Vega de Anzo, obra del escultor Víctor Hevia inaugurada en 1954, pocos años después del fallecimiento del marqués. Su estructura presenta amplia base cuadrada y, a los lados, sendas figuras sedentes. A la derecha y mirando para el parque veremos el busto del marqués...
Martín González del Valle y Fernández de Miranda, nacido en 1882, era hijo del primer Marqués de la Vega de Anzo, título creado en 1889, Don Emilio Martín González del Valle y Carvajal, y de Doña Julita Fernández de Miranda y Vives. Este marquesado fue concedido por la reina regente Mª Cristina de Habsburgo-Lorena el 14 de octubre de 1889 premiando su lealtad a la corona en su carrera política
El busto del Segundo Marqués de la Vega de Anzo se halla en el frontal de un monolito prismático entre las dos estatuas sedentes. Martín González del Valle y Fernández de Miranda nació en 1882 y estudió Derecho en la capital asturiana, doctorándose luego en Madrid. Colaboró en la prensa asturiana y española, escribiendo de literatura, tema social y política, siendo conferenciante vinculado a la causa católica
En su palacio moscón de Villa Santa Julita, del que hemos hablado viniendo por La Veiga, recibe a altas autoridades y dignatarios, funda el Colegio de San Antonio e impulsa la llegada de la Cruz Roja, albergue nocturno, biblioteca circulante, ferias ganaderas, el teléfono, la traída de aguas, etc.
Y este es su laureado busto, sobre el blasón coronado. He aquí la biografía del II Marqués de la Vega de Anzo en la Real Academia de la Historia:
"... pasó su infancia en Oviedo. Desde los tiempos de estudiante de bachillerato había sentido gran afición al cultivo de las letras y había intervenido en periódicos regionales, firmando con el seudónimo Vicente de Castañedo.
Estudió Derecho en Oviedo, en 1905 se doctoró en la Universidad Central de Madrid y un año después contrajo matrimonio con Pilar Herrero de Collantes, baronesa de Grado, hija del importante financiero Policarpo Herrero y de Teresa de Collantes y Arce.
Aunque su padre había sido jefe de los liberales asturianos, Martín se afilió al Partido Conservador. Se identificaba con la idea de Maura de realizar la revolución desde arriba y de acabar con el caciquismo.
Hacia 1910 conoció a Ángel Herrera Oria y pasó a formar parte del grupo de jóvenes que estudiaron las encíclicas de León XIII y la posible aplicación en España de movimientos similares a los surgidos en Europa con el nombre de Democracia Cristiana. Entabló amistad con Ramón Serrano Suñer y con Fernando María Castiella.
Con el objetivo de dar a conocer la doctrina social de la Iglesia, comenzó a colaborar en el diario La Región y se convirtió en el máximo accionista del diario ovetense El Carbayón, el órgano oficioso del Obispado en la prensa regional. En 1911 participó en la fundación de la Editorial Católica y de su buque insignia, El Debate, en pleno ambiente de movilización ante la política ‘sectaria’ de Canalejas.
Contribuyó al desarrollo regional asturiano y se ocupó especialmente de Grado. En 1912 recibió la Encomienda de la Orden de Carlos III y en 1913 fue nombrado presidente de la Cámara de la Propiedad de Oviedo, representó en Bruselas a la Junta de la Protección de la Infancia y tomó el hábito de la Orden Militar de Montesa. Realizó por estos años una profusa edición de la Conferencia sobre la Iglesia y la Enseñanza, de Vázquez de Mella. En 1915 fue nombrado cónsul de Chile. En 1917, durante la huelga revolucionaria, conoció al gobernador civil de Oviedo, Francisco Franco, y entablaron una amistad que duró toda su vida. Ese mismo año terminó la construcción del salto de agua de Somiedo, empresa que inició con su suegro y con su cuñado, Ignacio Herrero, marqués de Aledo. En 1918 recibió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
La década de 1920 fue relativamente tranquila; conocía personalmente al general Primo de Rivera.
Siempre lo defendió y financió la edición de un conjunto de artículos y comentarios publicados a propósito de su muerte con el título de La Dictadura juzgada por la prensa extranjera. En 1924 Alfonso XIII le nombró gentilhombre de cámara con ejercicio.
Con motivo del fallecimiento de su suegro, en 1929, Martín decidió trasladarse con su familia a Madrid.
En 1931 se instaló en un palacete de la calle de Serrano, n.º 69; entró, por entonces, a formar parte del consejo de administración del Banco Herrero.
La proclamación de la Segunda República le llevó a adoptar la línea de actuación recomendada por Ángel Herrera Oria: una política de acatamiento activo de las formas de gobierno legalmente establecidas. Es la línea que se impuso a los diarios más importantes de la Editorial Católica y, principalmente, a El Debate.
Sufrió el enfrentamiento que se produjo entre legalistas y monárquicos a ultranza.
Contribuyó a la fundación de Acción Nacional y a la de su revista, Acción Española. Fue también socio- fundador del Centro de Estudios Universitarios (CEU). En su casa de la calle Serrano puso en contacto a Francisco Franco con el partido Acción Popular y con prohombres como Ramiro de Maeztu, Víctor Pradera, Antonio Goicoechea y José Calvo Sotelo.
Cuando surgió la figura de José María Gil-Robles en el panorama político, Martín lo respaldó y lo introdujo en los ambientes políticos, financieros y militares en que se movía. Medió para lograr un encuentro entre Gil-Robles y Alfonso XIII en Fontainebleau, con el objeto de conciliar las dos posturas de la derecha, la monárquica y la accidentalista.
En 1936, cuando se convocaron elecciones anticipadas, Calvo Sotelo y Gil-Robles consideraron necesario crear un partido político que agrupase a la derecha.
Entonces Martín actuó como motor de la negociación y se logró la centralización de la derecha en torno al Bloque Nacional. Cuando estalló la guerra, Martín se había trasladado a Estoril con su familia. Allí, junto con el duque de Maura, el marqués de Aledo, Germán de la Mora Abarca, el marqués del Contadero y Gil-Robles, formó un grupo que financió el movimiento, la Junta de España en Lisboa. Compraron una flota de camiones con la que se aprovisionó al ejército nacional. Visitó a Franco en Sevilla y Salamanca y acompañó a Gil-Robles a Pamplona a recoger a su familia.
Durante la dictadura, su amistad con la familia Franco permaneció inquebrantable. Confió en que el franquismo se orientara paulatinamente hacia el restablecimiento de la Monarquía y así se lo expresó al conde de Marone en la correspondencia que mantuvieron.
Tres años después de su muerte, el Ayuntamiento de Grado le rindió homenaje y, por suscripción pública, se erigió un monumento en su memoria en el parque de San Antonio, obra del escultor Víctor Hevia. El Ayuntamiento de Oviedo dio su nombre a una calle".

No queremos proseguir si decir que, en medio del parque y unos metros más adelante del monumento al Marqués de la Vega de Anzo tenemos sendos bustos de bronce sobre pedestal dedicados a sendas personalidades mosconas:
Uno es Manuel Pedregal y Cañedo, jurista y Ministro de Hacienda en la Primera República, nacido en esta villa en 1831 y cuya estatua, según leemos en la web del Ayuntamiento, "no es la primera estatua que existió en Grau dedicada a este personaje, ya que en 1897 se había elevado en el parque de arriba una de cuerpo entero realizada por Cipriano Folgueras. El original de este busto fue cedido por un nieto del retratado, a partir del cual se pudo realizar una copia y ubicarla en el pedestal del parque, compuesto por basamento cuadrado y peana de granito en forma prismática".
Manuel Pedregal llegaría a ser decano del Colegio de Abogados de Oviedo en 1865, ingresando un año más tarde en la Real Academia de la Historia. Fundó y dirigió el periódico El Constituyente y participó en la Junta Revolucionaria Provincial de 1868 durante la revolución que supuso la abdicación y exilio de Isabel II y el comienzo del llamado Sexenio Democrático. Tras la revolución es elegido concejal del nuevo Ayuntamiento de Oviedo/Uviéu, presentándose a las elecciones a diputados provinciales. En 1873 era diputado por Gijón/Xixón en las Cortes Constituyentes que proclamaron la I República, siendo escogido vicepresidente del Congreso y gobernador civil de A Coruña, llegando a Ministro de Hacienda con el gobierno de Emilio Castelar. Al caer la república volvió a ejercer de abogado
Fue además presidente del Ateneo de Madrid y de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, fundó con Francisco Giner de los Ríos la Institución Libre de Enseñanza y regresó a la a actividad política en 1881, llegando a ser diputado por Oviedo/Uviéu y por Madrid. Fue líder en Asturias del Partido Centralista y uno de los fundadores de Unión Republicana. Compartimos también su biografía en la Real Academia de la Historia:
"Manuel Pedregal y Cañedo, hijo de un modesto herrador asturiano, llegó a ser un personaje de relevancia en los ámbitos intelectuales, de la política y de la abogacía en la segunda mitad del siglo XIX. Su dimensión pública se debió, esencialmente, a su condición de ministro de Hacienda en el Gobierno de Emilio Castelar (Primera República Española, 1873).
Su gran curiosidad intelectual le hizo interesarse especialmente en los problemas de su época, publicó diversos trabajos sobre historia, economía, legislación, sociedad y política y mantuvo, a lo largo de su vida profesional, una estrecha vinculación con instituciones de gran raigambre, como fueron la Institución Libre de Enseñanza, el Ateneo de Madrid o el Círculo de la Unión Mercantil. Como jurista gozó de gran crédito en Oviedo, de cuyo Colegio de Abogados llegó a ser decano, y en Madrid, donde compaginó la política con el ejercicio profesional. Durante toda su vida defendió vigorosamente el ideal republicano. Por él luchó bastante antes de la Revolución de 1868 y del exilio de la reina Isabel II.
Pedregal pasó su infancia en la villa de Grado (Asturias), donde realizó los estudios de enseñanza primaria.
En 1843 se trasladó a Oviedo, donde se graduó como bachiller y estudió la carrera de Derecho.
En la Universidad de Oviedo obtuvo la licenciatura en Leyes, en 1856. En el último año como alumno universitario ya se dio a conocer por su afición al debate político, concretamente con sus intervenciones, en el curso 1855-1856, en el entonces recientemente creado Ateneo de Oviedo (Academia Científica y Literaria, fundada, en 1854, por varios estudiantes).
En el Bienio Progresista, y cuando se discutía en el Parlamento el proyecto de Constitución non nata de 1856, Pedregal participó en las polémicas que, sobre la mínima tolerancia religiosa contemplada en aquel proyecto, tuvieron lugar en el Ateneo ovetense. Se enfrentó a las ideas expuestas por los principales representantes del carlismo en Asturias (Guillermo Estrada y José Indalecio Caso). Éstos se oponían radicalmente al texto constitucional, especialmente en lo concerniente a la libertad religiosa, lo que provocó las discrepancias de los sectores liberales, fuertemente motivados éstos por la situación de la política nacional tras el pronunciamiento de O’Donnell y La Vicalvarada.
Al finalizar la Década Moderada (1844-1854) adquirió importancia notable, a nivel nacional, el Partido Demócrata de Nicolás María Rivero y Castelar, como antecedente de las ideas republicanas. En la misma corriente ideológica, Pedregal y Cañedo presidió, en Asturias, el comité de un Partido Liberal Democrático fundado en Oviedo en 1856 y organizado, en buena medida, gracias a su contribución y trabajo.
Participó activamente en el movimiento republicano asturiano; el 30 de septiembre de 1868, tras el exilio de la reina Isabel II, estampó su firma en la proclama revolucionaria de la Junta de Asturias que exaltaba la soberanía nacional y la libertad y atacaba a la derrocada Monarquía.
Fue concejal del primer Ayuntamiento de Oviedo, tras la Revolución de 1868, y, aunque poco tiempo después se trasladó a Madrid, su vinculación y cariño a la tierra que le vio nacer se mantuvo a lo largo de toda su vida. Trabajó y colaboró con eruditos en temas sociales y locales asturianos. Escribió un prólogo, en 1888, a la obra de Ciriaco Miguel Vigil en la que se publicaron interesantes documentos sobre los fueros y privilegios concedidos a la ciudad de Oviedo desde el siglo XII. En él, Manuel Pedregal atribuye un valor inestimable a tales documentos, sobre todo para los que quisieran ahondar en el conocimiento de la historia de Asturias, que en aquellas fechas escribía Fermín Canella Secades. Otros trabajos, artículos o conferencias suyos, con el trasfondo asturiano, fueron los que versaron sobre las antiguas ordenanzas del Principado, los primeros pobladores de Asturias, temas jurídicos, como el derecho de familia o municipal, y artículos sobre personajes como Campomanes, Flórez Estrada o Jovellanos.
Proclamada la República, el 11 de febrero de 1873, fue nombrado gobernador civil de La Coruña. Siendo diputado por Gijón, en 1873, y a poco de abrir sus puertas las Cortes Federales, fue nombrado ministro de Gracia y Justicia por Pi y Margall, pero dimitió a escasas horas del nombramiento. Según contó, en 1881, José María Celleruelo, ministro de Gracia y Justicia en el Gobierno de Segismundo Moret, la renuncia de Pedregal se produjo tras una escandalosa sesión parlamentaria, motivada por la aparición en Madrid de unos pasquines que a modo de burla se preguntaban sobre la figura del ministro propuesto por Pi y Margall.
Fue vicepresidente de las Cortes Constituyentes en los meses de junio, julio y agosto de 1873. El 7 de septiembre de 1873, Nicolás Salmerón, tercer presidente de la Primera República, abandonó el cargo al restablecerse la pena de muerte con motivo de la guerra contra el movimiento “cantonalista”. Ante la propuesta de firma de algunas condenas prefirió optar por la dimisión. Le sucedió Emilio Castelar, de cuyo gobierno formó parte, como ministro de Hacienda, Manuel Pedregal (desde el 8 de septiembre de 1873 hasta el 3 de enero de 1874).
Las guerras carlistas, el cantonalismo y la insurrección en Cuba supusieron el fracaso para la corta experiencia de la Primera República. La situación política en España, en el transcurso del año 1873, era ciertamente complicada y a los problemas citados se unía la difícil situación económica y financiera de la nación, además de las rivalidades personales entre Pi y Margall y Castelar. Por otro lado, los republicanos federales y los unitarios mantenían notables diferencias ideológicas. En este contexto, Manuel Pedregal hubo de enfrentarse, en los cuatro escasos meses en que gestionó la hacienda española, a una situación delicada en lo que al estado de las finanzas públicas se refería. El principal problema provenía de la necesidad de atender, sin demora, los gastos de guerra. El estado del Tesoro Público era deplorable, por lo que en el primer proyecto de ley que presentó a las Cortes pidió autorización para plantear medidas extraordinarias de guerra. Posteriormente, presentó otro proyecto que trató sobre la extinción del déficit público.
El 3 de enero de 1874 se reabrieron las Cortes Constituyentes, tras un período de suspensión provisional acordado por Emilio Castelar, y el golpe de estado del general Pavía puso fin a la Primera República Española. En ese momento Manuel Pedregal y Cañedo era ministro de Hacienda. Desde entonces, y hasta el año 1881, permaneció un tanto alejado de la política activa, dedicándose a su bufete de abogado y a la publicación de estudios de carácter jurídico, histórico y económico. En su doble condición de jurista y político, y acerca de su personalidad, los testimonios de sus coetáneos hablaron de “uno de nuestros hacendistas más competentes” (Gumersindo de Azcárate), de “un carácter decidido y resuelto á no tolerar la injusticia, ni aún la ilegalidad” (Gabriel Rodríguez) o del “ilustre asturiano, maestro en el foro y en la política, cultivador asiduo de la ciencia y servidor entusiasta y sincero de la Patria” (Rafael María de Labra).
Para el escritor Palacio Valdés, según se puede ver en las semblanzas que escribió sobre los oradores del Ateneo, Pedregal “es un amigo leal de su siglo y le sirve con una inteligencia poderosa y con la reconocida integridad de su carácter”.
Siendo abogado ejerciente en Madrid, intervino en la defensa de causas y en pleitos que le dieron gran fama y reputación como letrado, y en esos años de alejamiento de la política continuó con su labor de conferenciante en diversas instituciones, principalmente en la Institución Libre de Enseñanza, a cuya Junta directiva perteneció, como consiliario, desde el curso 1881-1882 y hasta la fecha de su fallecimiento en 1896. En ese período, Segismundo Moret y Laureano Figuerola ocuparon los cargos de presidente y vicepresidente, respectivamente, de la citada institución, y en ocasiones Manuel Pedregal ostentó la presidencia en funciones, en sustitución de Moret, debido probablemente a las obligaciones de este último como ministro de los gobiernos de Sagasta y de Posada Herrera durante la Regencia de María Cristina.
En 1881 volvió a la actividad política al presentarse, de nuevo, a las elecciones a Cortes por Oviedo. En el Congreso de los Diputados dirigió una de las minorías republicanas y representó a la circunscripción de Oviedo, al menos en 1881, 1886, 1891 y 1893.
Fue, habitualmente, el encargado por su partido de debatir las cuestiones de la Hacienda. No en vano, las ciencias jurídicas, políticas y económicas gozaron de su especial predilección, y los que le conocieron coincidieron en destacar su afición por la cátedra y su habilidad en el foro.
De ahí que sobresalieran sus intervenciones en los debates sobre los presupuestos del Estado. En su discurso en contra de la totalidad del presupuesto para 1892-1893 expuso y defendió la aplicación de la doctrina liberal en materia presupuestaria, especialmente en el establecimiento de ingresos estatales. En la discusión parlamentaria mostró sus amplios conocimientos de economía (lector de Adam Smith, Adolfo Wagner y otros tratadistas) y de la situación de la hacienda inglesa cuando Sir Robert Peel redujo algunos tipos impositivos, cuestión que aportó al debate como argumento en defensa de sus tesis, comparando el estado de las finanzas públicas en España y Gran Bretaña.
Criticó el déficit público de aquellos años y sostuvo, como medidas para sanear la hacienda del Estado, la eliminación de monopolios (excepto el del tabaco, sobre el que no se pronunció) y arrendamientos, así como la reducción de tipos fiscales. Planteó la relación inversa, expuesta por el economista Laffer en el siglo XX, existente entre los niveles de recaudación y los tipos impositivos. “[...] en la ciencia está recomendado que se disminuya el tipo de imposición para conseguir aumento en el rendimiento total del impuesto”, explicaba Pedregal en el Congreso.
En relación con los temas de comercio exterior siempre defendió el librecambio, en línea con el pensamiento de sus compañeros ateneístas Laureano Figuerola y Gabriel Rodríguez.
En 1887, Nicolás Salmerón había fundado el Partido Republicano Centralista, del que Manuel Pedregal formó parte como dirigente nacional. Él mismo y su buen amigo Rafael María de Labra mantuvieron vivo el ideal republicano en Asturias, junto a los líderes del partido en la región, entre los que destacaron Indalecio Corugedo, José González Alegre, Adolfo González Posada y Adolfo Álvarez Buylla. En estos años, sin embargo, el movimiento republicano estaba muy dividido. La escisión de centralistas y federalistas se mantenía y eran notables las diferencias ideológicas patentes desde la crisis final de la Primera República.
Manuel Pedregal y Cañedo casó con Ascensión Sánchez Calvo, nacida en Avilés, hermana de Estanislao Sánchez Calvo, filósofo asturiano. Uno de sus hijos, José Manuel Pedregal y Sánchez Calvo militó en las filas del Partido Reformista de Melquíades Álvarez y fue ministro de Hacienda, en 1922, en el Gobierno presidido por Manuel García Prieto.
A los sesenta y cinco años de edad falleció víctima de un ataque de apoplejía. Perteneció a una generación que fue testigo de cambios radicales en la agitada vida política y social de la España de la segunda mitad del siglo XIX. Representó su papel, como intelectual, jurista o político en los años de la Revolución Gloriosa, en el corto y fallido experimento de la República y en los primeros años de la Restauración borbónica.
Entre los cargos que ostentó, además de los que ocupó en la actividad política, estuvieron los de decano del Colegio de Abogados de Oviedo (de 29 de diciembre de 1864 a 20 de diciembre de 1865 y de 26 de mayo de 1869 a 11 de mayo de 1870), rector de estudios y presidente en funciones de la Junta de gobierno de la Institución Libre de Enseñanza. Dictó numerosas conferencias y publicó libros y artículos en revistas sobre temas jurídicos, de economía y de historia.
En su principal obra, Estudios sobre el engrandecimiento y la decadencia de España, analizó la historia española desde la invasión árabe y primeros tiempos de la Reconquista hasta la decadencia, en su interpretación, de la casa de Austria".
El otro busto es el de Valentín Andrés Álvarez, escritor, humorista, y físico, miembro de la Generación del 27, nacido en Grado/Grau en 1891 y al que le fue dedicada la avenida por la que hemos venido desde el puente hasta aquí. Es obra del escultor José Manuel Legazpi
Valentín Andrés Álvarez estudió secundaria en Oviedo/Uviéu y Gijón/Xixón, yendo a Madrid a licenciarse en Ciencias Físicas, donde conoció al que sería su gran amigo el escritor Ortega y Gasset, trasladándose luego a París por su pasión por la Astronomía. Regresando a España, volvió a estudiar y se licenció en Derecho y en Ciencias Políticas y Económicas
Fueron famosas sus recepciones en el Palacio de Doriga (en Salas y junto al que pasaremos camino de Cornellana), visitado entre otros por Benjamín Jarnés y por Federico García Lorca, que estuvo en Asturias, y concretamente en Grado/Grau, con su compañía teatral La Barraca. Para una más completa biografía volvemos a consular la Real Academia de la Historia:
"Era hijo de un farmacéutico nacido en Cármenes, en la montaña leonesa, y de una avilesina. Después de una muy buena preparación en la enseñanza media, con ampliación a las lenguas clásicas y a la música, en 1907 se traslada a Madrid para seguir la carrera de su padre. Resultándole muy fácil el seguir los cursos de Farmacia, en 1908 inicia los estudios de Ciencias físico-matemáticas, en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. En Matemáticas va a encuadrarse en el grupo de innovadores relacionados con la llegada de Julio Rey Pastor al ámbito universitario madrileño. En el de la Física, siente atracción por la astronomía. Sigue las enseñanzas del último curso que explica Echegaray, e inicia una amistad muy profunda con Arturo Duperier. En 1912, concluyó ambas licenciaturas. Por esas fechas, Ortega y Gasset comentó con el pariente de Valentín Andrés Álvarez, Laureano Díez Canseco, que necesitaría un joven con conocimientos en lenguas clásicas para que le auxiliase en un seminario de Metafísica que había organizado su cátedra. A él asistían personalidades como García Morente, Giner de los Ríos, Fernando de los Ríos, Juan Zaragüeta, Gumersindo Azcárate... También, a más de Zaragüeta, varios sacerdotes. Canseco le habló de su joven pariente y éste se incorporó al nuevo trabajo.
Por la colocación de los lugares en el Caserón de San Bernardo, Valentín Andrés Álvarez decía: “Con subir unas escaleras, pasaba de la Física a la Metafísica”.
También, desde su llegada a Madrid había sido un asiduo del Ateneo. En 1914, comienza a explicar las disciplinas de Ciencias del bachillerato en la Residencia de Menores, un centro docente que después fue el Instituto Escuela y, ahora, el Instituto Ramiro de Maeztu que así nacía empapado del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. De las asignaturas de letras se encargaba García Morente. En 1919, gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, se traslada a París. Allí vive el ambiente de la “generación perdida” creado en el mundo intelectual tras el final de la Primera Guerra Mundial. Trató a Tristán Tzara, quien le nombró, como a todos los que se relacionaban con él, presidente del grupo Dada. Desde entonces, como señalan Guillermo de Torre y Max Aub, forma parte de la generación del 27. En 1925 con Benjamín Jarnés, Guillermo de Torre, César A. Comet y otros, fundó la revista Plural. Además, ya en Madrid, se hará habitual de la Sagrada Cripta de Pombo, que capitaneaba Ramón Gómez de la Serna, quien siempre le tuvo gran afecto. Publicará en Revista de Occidente un novela bastante autobiográfica de su estancia en París, Sentimental Dancing (1924) y después, también con elementos autobiográficos, Telarañas en el cielo (1925). Allí, además de estudiar Astronomía con Anduyer, descubre el año 1921, en la Biblioteca de Santa Genoveva, el Manuel d’Economie Politique al observar que el libro que había dejado en el pupitre de al lado otro lector, contenía desarrollos matemáticos. En 1929, con gran éxito, estrenó en el Teatro Lara de Madrid la primera obra dramática española de absurdo, Tararí.
Como piensa convertirse en economista, ha de estudiar Derecho —se licenció en la Universidad de Oviedo, donde cursó entre 1922 y 1924 todas las asignaturas, salvo las de Economía Política y Hacienda Pública, que se aprobaron en la Universidad Central— y vincularse, gracias también a la amistad entre Díez Canseco y Flores de Lemus, con el grupo que éste dirigía. Éste le nombró ayudante en el año 1927. Es el momento en que, tras publicar su segunda novela, Naufragio en las sombras, en 1930, decide dedicarse exclusivamente a trabajar en Economía. En 1927, había contraído matrimonio con Carmen Corugedo, hija de uno de los dirigentes en Asturias del Partido Reformista, muy vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, del que había formado parte Manuel Azaña, y del que era senador Gumersindo de Azcárate y dirigente fundamental Melquíades Álvarez. Valentín Andrés Álvarez militó en él.
En 1941 se hace doctor con una tesis, que ha pasado a ser fundamental para la comprensión de la coyuntura histórico-económica española: Valoraciones del comercio exterior de España. En 1942 gana la cátedra de Economía Política de la Universidad de Oviedo.
También pasó a explicar economía en la Escuela Social de esta localidad. Simultáneamente, y desde su fundación, formó parte de la Sección de Economía del Instituto de Estudios Políticos, con otros discípulos de Flores de Lemus. En 1945 gana la cátedra de Teoría Económica de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid. En ella fue vicedecano, decano y decano honorario. Aparte de asignaturas en el doctorado, en ella explicó hasta su jubilación un curso introductoria de Teoría Económica desde el año académico 1943-1944, y desde el curso 1946-1947, otro de Historia de las Doctrinas Económicas.
Al servicio de esas actividades docentes admitió la servidumbre ineludible del profesor: facilitar material didáctico para los alumnos. En las Facultades de Derecho, como una especie de derivación del neohistoricismo que había instaurado Flores de Lemus, existía un manual, que se perpetuaba de curso en curso, obra de un autor germano menor, Kleinwachter, traducido por Gabriel Franco, el discípulo de Flores de Lemus. Pertenece a Valentín Andrés Álvarez el honor de sepultar definitivamente ese anticuado manual.
Lo sustituyó por los Principios de Economía de Frederik B. Garvey y Alvin H. Hansen, traducidos por él y Miguel Paredes Marcos. Por esa ventana penetró el aire fresco de Keynes. Basta recordar la ecuación de Hansen-Samuelson. Por otro lado, participa en los seminarios que en el Instituto de Estudios Políticos desarrolla el profesor Stackelberg, con el que congenia, entre otras cosas, por la mutua admiración al profesor Eucken. Valentín Andrés Álvarez publica en la Revista de Estudios Políticos una nota sobre la obra de éste, Die Grundlogen der Nationälokonomie, nada más aparecer ésta, en 1941. Así el liberalismo económico de Valentín Andrés Álvarez se va más hacia la Escuela de Friburgo y al grupo Ordo que hacia la Escuela de Viena. Su nota crítica en Moneda y Crédito, junio de 1945, a Road to Serfdom de Hayek, lo prueba, y por otro lado, lo ratifican sus artículos “ Inseguridad económica y Seguridad Social” aparecido en Revista Española de Seguridad Social en enero de 1948 y Capitalismo y orden económico, publicado en Revista de la Escuela Social en enero-junio de 1948.
Desde 1942 hasta su jubilación, señaló, de modo incansable, en sus artículos, en sus cursos, en sus seminarios, en sus conferencias, en sus conversaciones, las ventajas que se derivaban de la economía de mercado y los frenos al desarrollo derivados de la coerción.
También aportó puntos de vista muy interesantes sobre el papel de los indianos en la economía española en el libro Banco Hispano Americano. El primer medio siglo de su historia, y quedará para siempre en la historia del conocimiento de la economía española por haber procedido, con un equipo de colaboradores, en el Instituto de Estudios Políticos, a la elaboración de la primera tabla, input-output —de “metisaca” debería llamarse, decía el profesor Valentín Andrés Álvarez, en vez de traducirse por el neologismo de insumo-producto—, correspondiente a 1954. Sin esta TIOE 54, no se explican, ni el futuro despliegue de las Tablas desde entonces a ahora mismo, primero por la Organización Sindical y después por el Instituto Nacional de Estadística, ni la construcción, también desde 1954 y con su participación, de la Contabilidad Nacional de España. Tampoco el disponer de instrumentos para orientar la política económica española a partir del cambio de rumbo que supuso el Plan de Estabilización de 1959.
Valentín Andrés Álvarez, asimismo, fue un ardiente partidario del ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, lo que significaría, también, una aproximación al sistema democrático liberal del mundo comunitario. Igualmente percibió la importancia que podía tener la cuestión del medio ambiente, como reflejó en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, el 16 de diciembre de 1952, Naturaleza, sociedad y economía, y su discurso de apertura del curso 1961-1962 de la Universidad de Madrid, Más allá de la economía.
También defendió una política para igualar más de lo que existía, la distribución de la renta en España, si es que se deseaba un firme desarrollo económico. Dirá en su artículo “Desarrollo Económico y Estructura Social”, en Arriba, el 12 de febrero de 1956: “La gran industria occidental, creación de la iniciativa privada, se desenvolvió y logró el pleno desarrollo gracias a una desarticulación progresiva de la estructura social señorial y tradicional, fundada en una gran desigualdad en la distribución de la riqueza y de la renta”.
Tras su busto, el Palacio de Valdecarzana señala la entrada en lo que fue la villa amurallada, hacia donde se encaminan ya nuestros pasos, construido cuando la muralla iba perdiendo su razón de ser, si bien se mantuvo en pie otro par de siglos más, como nos cuenta Alicia García Fernández:
"La construcción del palacio Miranda Valdecarzana sobre el lienzo de muralla o la edificación del Ayuntamiento anexo a la zona extramuros son signos evidentes de que a partir del siglo XVII el recinto amurallado ya ha minorado su carácter defensivo. No obstante la muralla volverá a cumplir un papel destacado durante la guerra de Independencia. En 1810 y tras ser recuperada la villa a los franceses, la muralla será derruida para evitar que les sirviera de refugio. Poco después, en 1811, se reconstruyó cuando las tropas del general Bonet vuelven a ocupar Grado. En 1812, se recuperó nuevamente la plaza y una vez terminada la guerra, se levantó de nuevo parte de la cerca, en concreto el tramo que en vez de la muralla rodea la huerta de los Valdecarzanas".
"A lo largo del siglo XIX asistimos al progresivo abandono del trazado amurallado en beneficio del nuevo ordenamiento urbano. Entre 1858 y 1880 existe un contencioso entre el Ayuntamiento y el Palacio Miranda-Valdecarzana por la propiedad de la plazuela existente entre la fachada del palacio y la muralla y por el ensanche del acceso a la villa que finaliza con el derribo de la puerta del Campo. El otro antiguo acceso a la villa, la portona en la plaza del Ayuntamiento cuyo arco sostenía la torrecilla del Reloj, será derribado en el año 1868".
Posteriores intervenciones arqueológicas permitieron conocer las características de la muralla y sus defensas, como la torre del siglo XIV o XV que aquí existió, en la Puerta del Campo, sobre la que se construyó el Palacio de Miranda-Valdecarzana, que nos da la bienvenida a la que fue la población intramuros, donde estaba la iglesia antigua y los marqueses construyeron, al lado, la capilla palaciega de Nuestra Señora de los Dolores. De allí iremos al Ayuntamiento, donde antaño la Puerta de la Plaza señalaba la salida a la población extramuros, paso a la Plaza del General Ponte, la gran plaza del mercado, por donde continuaremos camino hacia la iglesia nueva tras pasar por el lugar en el que estuvo el Hospital de Nuestra Señora de las Candelas...
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