| El monasterio de San Salvador de Cornellana. Al fondo la población |
Sito en la gran vega formada en la unión de los ríos Narcea y su afluente el Nonaya, el monasterio de San Salvador de Cornellana es una de las grandes joyas del Camino de Santiago en Asturias, tanto por la historia, arte e importancia que atesora, como su potencial según se culmina su restauración y se aprovechan sus grandes estancias vacías para, en base a ello crear actividad que redunde en favor y en beneficio del Camino, de los peregrinos y por supuesto de todos los visitantes y vecinos de esta población y concejo. El monasterio es además una parada que realizan numerosísimos romeros, pues cuenta con una reconocida alberguería, sucesora de su antiguo hospital de peregrinos, localizado en una casa enfrente, barrio de Baoño, y datado en el siglo XV, si bien su origen podría ser anterior, que disponía de capilla dedicada a Nuestra Señora de la O
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| Foto: Freepik |
Poco después, la iglesia se hizo monasterio por solemne documento del 31 de mayo de 1024, dedicado a San Salvador, como la catedral capitalina de Oviedo/Uviéu y otros muchos templos del Camino Primitivo. La dotación para esta fundación era más bien escasa, lo necesario para vivir las dos mujeres y socorrer alguna vez a pobres y peregrinos en tránsito por estas tierras. Hemos de tener en cuenta que, en la alta Edad Media, un 'monasterio' no implicaba necesariamente un gran cenobio, sino que podía ser una muy pequeña comunidad, tal que esta de Cornellana
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| Dibujo de María Villeya para Historias y leyendas de Asturias de Miguel I. Arrieta Gallastegui |
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| Fuente: Wikiwand |
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| Alfonso VII. Tumbo A de la catedral de Santiago |
"El monasterio se ubica en una zona que cuenta con restos de poblamientos prehistóricos (paleolíticos y neolíticos), así como poblamientos castreños, como el castro de Peña la cabra, el castro de La Rodriga o de la Doriga, así como el castro romano de la villa Murias de la Doriga. También se sitúa cerca del camino de la Mesa, vía de gran uso desde la antigüedad, destacada por ser de uso corriente de los romanos como eje articulado de Asturias, cuando estaba bajo su dominio
Se conserva todavía el documento fundacional, y por él se puede afirmar que la fundación del monasterio, se realizó en el año 1024, cuando la infanta Cristina, hija del rey Bermudo II y la reina Velasquita de León, dona un conjunto de propiedades y una iglesia, que había erigido junto a su marido Ordoño Ramírez el Ciego, ya fallecido. La donación de la infanta se complementaba con algunas villas e iglesias de los alrededores, además de propiedades agrícolas y una cantidad considerable de reses, junto al ajuar litúrgico por duplicado y que incluía dos coronas rituales (utilizadas en la tradición ritual hispánica o visigoda). Este detalle ha hecho pensar a algunos autores en la posibilidad de la existencia de un monasterio dúplice.
La muerte de la infanta, que profesó y probablemente recibió sepultura en el monasterio por ella fundado, supuso el desmembramiento de la propiedad del monasterio entre sus herederos en repetidas ocasiones, hasta que Suero Vermúdez, biznieto de la infanta Cristina,al principio un cenobio familiar que no estaba sometido a la autoridad episcopal, y su esposa Enderquina, consiguieron reunir nuevamente todas estas propiedades permitiendo con ello su crecimiento. Como el matrimonio no dejó descendencia, donaron el monasterio a la Congregación de Cluny, en el año 1122, lo cual supuso para el monasterio una auténtica reforma eclesiástica que elimina los rituales y formas visigodas de los reinos hispanos inaugurando la práctica ritual romana. Este proceso de reforma eclesial supuso también modificaciones del conjunto de las edificaciones, produciéndose en este momento la construcción de un claustro siguiendo los usos benedictinos, iniciándose la construcción de la galería este, llamada también panda, y en ella se distribuyen los distintos espacios necesarios para la vida monacal o catedralicia; pasando más tarde a la edificación de la galería o panda oeste. Más tarde, a partir del siglo XIII se enfrentan a la reedificación de la iglesia. Actualmente de estas intervenciones se conservan algunas paredes del claustro, los ábsides de la iglesia, así como algunos elementos escultóricos."
"Tras la muerte de la infanta el monasterio se repartió entre sus herederos una y otra vez hasta que un bisnieto suyo, Suero Vermúdez y su esposa Enderquina, reunieron de nuevo todas estas propiedades acrecentándolas. Al carecer de hijos donaron el monasterio a la Congregación de Cluny. La llegada de los monjes franceses supone la imposición en este monasterio de la reforma eclesiástica que elimina los rituales y formas visigodas de los reinos hispanos e inaugura la práctica ritual romana. No sin problemas, ya que Don Suero intentó recuperar el cenobio haciendo una nueva donación al obispado de Oviedo, que el rey Alfonso VII sentenció como ilegal. La consecuencia material de todo este proceso fue el comienzo de la edificación de un claustro siguiendo los usos benedictinos: primero la panda este y a continuación la oeste. A partir del siglo XIII se enfrentan a la reedificación de la iglesia. De estas obras conservamos hoy algunas paredes del claustro, los ábsides de la iglesia y algunos elementos escultóricos".
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| Cuatro Monjes, de Claudio Rinaldi |
"Hacia el año 1300 parece haber desaparecido la dependencia de Cluny y el monasterio de Cornellana sobrevive durante la Baja Edad Media en medio de los conflictos nobiliarios que asolan Asturias. Así el obispo Gutierre les acusará de llevar una vida inmoral intentado imponer una reforma que en el fondo es el intento de sujetar este cenobio bajo su palio. Los monjes deben hacer frente también a la presión del cercano poder concejil de Salas y de importantes nobles que intentan recortar su amplio señorío jurisdiccional concedido en el siglo XIIy confirmado por Alfonso VII. Pese a todo, los monjes consiguen completar el claustro y se observan intentos por reorganizar sus territorios imponiendo impuestos feudales como portazgos, simplificados de forma peyorativa en la documentación que acusa a los monjes de bandoleros y ladrones de los comerciantes".
"A partir de 1536 el Monasterio pasa a formar parte de la Congregación benedictina de Valladolid y comienza una larga reedificación de todo el complejo empezando por la iglesia para adecuarla a los nuevos usos y modas de la Contrarreforma. En la fachada de la iglesia se coloca ostentosamente el escudo de Castilla y León, símbolo de la dependencia vallisoletana. Las naves de la iglesia son abovedadas sobreelevando las naves laterales con lo que se logra un efecto extraño al exterior pues el templo resulta un tanto cúbico. Sobre la fachada románica se adosa la actual del siglo XVII.
A continuación los monjes acometen la reconstrucción del claustro comenzando por la fachada que se adelanta pisando media torre de la iglesia. Poco a poco, pero enmenos de un siglo se completa la reedificación del claustro manteniendo las dimensiones del medieval pero aumentando sensiblemente la anchura y altura de las pandas y en consecuencia la zona habitable. Fruto de esa reorganización generalizada del monasterio es la construcción de dos patios de servicios al Este y al Oeste del claustro principal, uno para utilizarlo como granero, exhumado en las excavaciones de 2001, y el otro dedicado a labores artesanales".
"... entrada al monasterio por un puente de madera sobre el río Nonaya. El Monasterio de Cornellana está en la confluencia de éste y el Narcea, ... Edificio nuevo, sólido y cómodo... Estaban cenando en la abacial el prelado y tres monjes con don Pedro [del Hoyo], canónigo de la colegiata de Castelar.. Cené dos ricas truchas; tuve buena cama y buen sueño."
| Iglesia y monasterio antes de su restauración |
Ante el temor que el paso de gentes, incluyendo gentes y mercancías, se desplazase por otros caminos, lo que haría peligrar los derechos de portazgo del monasterio, se estableció un servicio de barquerías y, luego, un puente de madera que, en el siglo XIX, se sustituyó por otro de piedra, construido un kilómetro más al norte de La Ponte Vieya. Por allí pasaría seguidamente la nueva carretera Oviedo-Villalba (actual N-634 Irún-Santiago) y por allí pasan actualmente los peregrinos
Hace 90 años los vecinos de Cornellana ya se preocupaban por el futuro del pueblo.El camino para llegar al Monasterio de Cornellana era una calamidad de "callejuelas sórdidas, donde los pies intentan zafarse del fango y las negruzcas lagunas". Los vecinos pedían un nuevo trazado por 3 motivos:
- el higiénico, para servir de desagüe al río de la porquería que se acumula en las cunetas,
- el turístico, para que los extraños puedan visitar semejante joya arquitectónica
- el religioso para llegar a la iglesia.
Propusieron un proyecto de trazo recto desde la carretera, cediendo los vecinos sus terrenos a tal efecto, pero el Ayuntamiento de Salas propuso uno en diagonal (desde el actual cruce de Casa Maravilla) hacia el monasterio, mas largo y costoso y con algún supuesto "interés político-industrial", por este motivo el pueblo constituyó una Comisión que se presentó ante el gobernador civil, que en aquella primavera de 1927 era el señor Jose María Caballero Aldasoro, que viajó hasta Cornellana para ver por si mismo cual sería la solución mas lógica y mediar entre las dos partes interesadas.
Ya sabéis cual fue el fin de la historia, lo que no se si sabíais es el relato de los hechos que os acabo de narrar y el por qué de que la Calle Jose María Caballero se llame de esta forma."
"Un monasterio, como cualquier otra construcción humana, no es solo su arquitectura, ni aún solo su arte. Un monasterio es la plasmación de una época, de sus gentes, sus costumbres, sus relaciones de poder, económicas y espirituales.
Por eso, conocer a las personas implicadas en el desarrollo del monasterio de Cornellana, que cumple mil años, ayuda a entenderlo mejor. Como queda dicho, el primer fundador de una estructura socioeconómica similar a lo que luego fue el monasterio habría sido un ciudadano del Imperio romano asentado en la confluencia del Narcea y el Nonaya, un propietario de tierras que habría creado o usado una villa, similar en estructura a la de Veranes, para controlar la producción agroganadera de sus dominios.
Llegados al siglo XI, la hija mayor del rey Vermudo II, Cristina Vermúdez, es la propietaria de los derechos de una explotación que podría bien ser la continuidad de la Villa Cornelii. Es esposa de Ordoño Ramírez, probable hijo de Ramiro III, que había rivalizado por el trono con el padre de Cristina. La cosa acabó bien, con todo. Sumando dominios. Tras quedar viuda, Cristina, probable madre de cuatro hijos (Alfonso, Ordoño, Pelaya y Aldonza), cede Cornellana a la Iglesia, pero esta cesión por parte de una viuda no implicaba perder la propiedad, sobre la que mantenía cierta autonomía y capacidad de actuación. Es el de Cornellana un ejemplo prototípico de procesos en torno a fundaciones monásticas gobernados por mujeres poderosas, común en la época.
La propia madre de Cristina, la reina Velasquita Ramírez, lideró varios de esos procesos. Su historia es curiosa y da indicios de una mujer de fuerte voluntad y fines muy claros. De muy probable vinculación patrimonial con el occidente asturiano, Velasquita se casa con Vermudo II poco antes de la coronación de éste en Compostela, en 982. Hacia 989, el matrimonio parece interrumpirse, bien por la falta de hijos varones, bien porque Vermudo intentó ganar poder en la meseta con un nuevo matrimonio. O hasta por una sublevación de parientes de la propia Velasquita, radicados en Galicia.
Todo apunta a que fue repudiada por Vermudo, pero sin que ello implicase una mala relación, al punto de que ella seguirá usando el título de reina toda su vida, no menos de 40 años más. Y siempre con poder, autonomía, libertad de movimientos, un muy extenso patrimonio y siendo señora de una pequeña corte organizada a su servicio. Fundadora de San Salvador de Deva como monasterio (quedan restos de la lauda fundacional, con una llamativa cruz con alfa y omega grabada en ellos), parece haber disfrutado de San Juan de Aboño, de San Martín de Salas y de Santa Cruz de Oviedo, además de las rentas del puerto pesquero de Bañugues (Bonnuas) y diversas villas. Son monasterios aquellos que deben entenderse como centros de explotaciones agroganaderas y de aprovechamiento de sus entornos.
Dos mujeres poderosas, madre e hija, con objetivos claramente marcados, pese a que el documento de cesión haga gala de una aparente beatitud. El devenir del monasterio en el siglo siguiente da muestras de que supieron dejar su destino bien atado.
La existencia de dos coronas de plata en el ajuar que Cristina cede a la Iglesia en Cornellana apunta a que pudo ser inicialmente un monasterio dúplice, esto es, masculino y femenino a la par. Con un abad al frente, que debió estar en el acto de cesión junto a otros abades del reino, pero cuya filiación no es segura. Lo que sí es claro es que este abad seguía el rito visigodo, resto aún vivo de la transición del Imperio romano a la conformación de las diversas realidades en forma de reinos que fueron apareciendo en la Península. Pasando los siglos, las abadías irían ganando poder territorial, hasta que en el siglo XIV las pugnas entre las familias nobles de Asturias pondría en entredicho su poder.
Algo más se sabe del obispo de Oviedo en 1024. Agda era titular de la diócesis desde 1013 y lo sería hasta 1025. En su mandato se consagraron notables iglesias, como San Salvador de Fuentes y San Saturnino, en Villaviciosa, pero es más que probable que el acto más relevante al que asistió, más allá de la visita a la diócesis del Rey Vermudo III, fuese precisamente el de cesión de Cornellana.
La segunda fundación
A Agda le sucedió el catalán Ponce, que fue su asistente durante casi dos años. Era un obispo de los contundentes, a cuyo cargo estuvo la recuperación de la diócesis de Palencia tras haber sido atacada por las fuerzas califales. Porque los obispos de esta época acumulaban también poderes muy terrenales.
El poder se ejerce, pero también se muestra. El documento por el que Cristina Vermúdez dota al monasterio es, en sí mismo, una demostración de poderío. Para su elaboración, la hija de Velasquita confió la labor a un presbítero que aparece también como autor material de otros documentos relacionados con la catedral y con Velasquita. El texto en visigótica y su ejecución son magistrales.
Pasados 98 años, el monasterio había vuelto al control patrimonial de los Vermúdez, en la piel del dinámico y ambicioso conde Suero (aunque a veces él se intitula como 'cónsul', dando muestras de que aún en pleno siglo XII el prestigio de los cargos romanos seguía bien vigente) y de su esposa, Enderquina Gutiérrez. Buscando una solución para el monasterio, decidieron cederlo a la abadía de Cluny en 1122. No era solo una cuestión socioeconómica, también se trataba de facilitar la llegada del culto católico reformado, del que Cluny era el máximo exponente. De nuevo, la ceremonia de cesión tuvo que estar a la altura de la que protagonizó la bisabuela Cristina: esta vez, entre los confirmantes estaban la Reina Urraca y su hijo, el futuro Alfonso VII de León, emperador de todas las Hispanias.
Y de nuevo una mujer demostró su poder. Enderquina, viuda desde 1138, siguió teniendo preponderancia en Cornellana durante los diez años que siguió viviendo. Fue ella quien, para la primera reforma arquitectónica importante –que incluiría su primer claustro, de tres pandas y aún románico– y su decoración, contrató a Mauscaronio, el primer autor que firma su obra en el románico asturiano y que volvería a hacerlo en Caravia en 1146. Venía Mauscaronio probablemente del sur de lo que hoy es Francia, relacionado con los talleres del Languedoc. Su mera presencia y la calidad de su trabajo muestran el empeño de Enderquina y su notable inversión en Cornellana.
Fue Alfonso VII, que a su muerte dividió el reino entre sus dos hijos, quien cuatro años más tarde concedería el coto al monasterio, otorgándole un privilegio territorial que ni sus justicias podían infringir. Este coto sería ampliado en 1360 por Pedro I, aquel rey de Castilla fundador del monasterio de Tordesillas, que se servía de Cornellana para controlar un rico territorio mientras estaba enfrascado en sus guerras con Aragón primero y, luego, con Granada.
Todo lo anterior son relaciones de poder. Y todo se sustentaba en último término en el trabajo de los campesinos, que gestionaban las tierras del monasterio en régimen de foro, usualmente por el tiempo de tres vidas. Todo estaba bien atado.
De 1024 a 1808, el monasterio de Cornellana tuvo, con altos y bajos, con momentos de poder y de incertidumbre, una preponderancia notable sobre su entorno inmediato y, en ocasiones, incluso sobre territorios bastante alejados. Pero tras el siglo de las luces y la Revolución Francesa, la ola de reformas que recorría Europa llegó a Cornellana en la forma de Ejército napoleónico. Y con un inexistente respeto por la comunidad y por el edificio, la oficialidad gala permitió desmanes que fueron de la ocupación y utilización como cuartel, inicialmente, hasta incendiarlo a su marcha. Recuperó el monasterio una mínima actividad monacal en los años siguientes, pero el siglo XIX ya había herido gravemente a Cornellana. Remató a la comunidad la desamortización de Mendizábal en 1836, previa expulsión temporal en 1820, recién iniciado el trienio liberal, y definitiva en 1835. En 1855, los terrenos afectos al monasterio fueron subastados por orden del entonces ministro de Hacienda, Pascual Madoz. Para cuando la propiedad del monasterio de Cornellana volvió a la Iglesia, en 1878, el monasterio amenazaba ya ruina, como atestiguó el benedictino francés Alphonse Guépin en 1880, que cuando estudiaba traer a su comunidad vio los daños, pero también las posibilidades de Cornellana, las posibilidades que seguía, y sigue, teniendo el monasterio."
"En la localidad de Cornellana, situada en el punto de encuentro entre el occidente y el centro de Asturias, a 40 km de Oviedo, se encuentra uno de los grandes monasterios del Principado. La fertilidad de sus tierras, regadas por río Narcea, y la cercanía de importantes vías de comunicación, como la ruta de la Mesa o el primitivo Camino jacobeo, que atraviesa la localidad, propiciaron el asentamiento y el desarrollo de la zona desde épocas tempranas.Tradicionalmente la toponimia vincula la fundación del lugar de Cornellana con una villae rústica de origen tardorromano, cuyo propietario respondería al nombre de Cornelius. Lo cierto es que, a día de hoy, y tras varias prospecciones arqueológicas, no resta vestigio alguno que pueda confirmar esta teoría. Sin embargo, tampoco podemos descartarla, pues la aparición de diversos restos romanos en el entorno más próximo, como la villa de Murias de Doriga, pone de manifiesto la presencia del Imperio en la zona, que es uno de los espacios más romanizados de la región. En este contexto, y teniendo en cuenta el devenir histórico posterior, no sería descabellado pensar que, cuando a partir del siglo I d. C. las legiones romanas iniciaron la explotación de los yacimientos mineros del occidente asturiano, el territorio de Cornellana, que está situado en la confluencia de importantes vías de comunicación, pudiera haber desempeñado un importante papel en el transporte de mercancías de las explotaciones mineras a los principales centros de poder político y económico: Lucus Augusti (Lugo) y Asturica Augusta (Astorga).Durante la Edad Media, tras la crisis y autarquía que caracteriza la transición de la Antigüedad al Medioevo, el territorio del actual concejo de Salas, al que pertenece Cornellana, se constituyó como centro de poder de un amplio sector del occidente asturiano. La presencia o intereses en el lugar de destacados personajes de la realeza y la más alta nobleza dan testimonio de la importancia del enclave. Así, según las distintas interpretaciones de las crónicas, todo parece indicar que fue en este punto donde a mediados del siglo IX tuvo lugar la batalla final de la guerra civil entre los partidarios de Nepociano y Ramiro I que dio la victoria a este último. Es este un capítulo de la historia de Asturias interpretado recientemente (M. Calleja Puerta) como una pugna de poder entre dos facciones aristocráticas dominantes de distintas comarcas de la región, cuya localización en las riberas del río Narcea, frontera natural entre el centro y el occidente, vendría a situar el límite entre las dos facciones en las inmediaciones de Cornellana."
"El primer documento escrito en el que se hace referencia directa a Cornellana como entidad territorial data del año 896, cuando al arcediano Gonzalo, hijo de Alfonso III, donó varios bienes a la Catedral de Oviedo. Entre ellos se cita la iglesia de San Martín in territorio Corneliana, que se ha identificado tradicionalmente con San Martín de Salas, aunque las últimas investigaciones parecen situarla en el cercano lugar de Boaño y relacionan su fundación con la política de reorganización espacial llevada a cabo por la nobleza a finales del siglo IX, consolidando la estabilidad política y económica del reino. De dicha iglesia no se encuentran nuevas referencias hasta 1020 cuando su abad la cedió a unos particulares, lo que indica que estaba constituida como monasterio.Es de destacar que durante los siglos XI y XII, e incluso antes, en gran parte de la documentación conservada, estas tierras aparecen vinculadas a miembros de un mismo linaje nobiliario: el de los descendientes de la reina Velasquita y la infanta Cristina. Un grupo familiar, encabezado por los condes Suero Bermúdez y Pedro Alfonso, ocupa las más altas esferas del estamento noble en Asturias, siendo asidua su presencia en la corte leonesa donde detentaron destacados cargos políticos y militares. Precisamente a este grupo se vincula la fundación y refundación del monasterio de San Salvador que constituye un hito decisivo para el desarrollo de Cornellana, pues como propone M. Calleja Puerta, la presencia del monasterio unida a la privilegiada situación geográfica del lugar propició el crecimiento en su entorno de un pequeño núcleo de población, a la manera de los burgos monásticos, donde se asentaron artesanos y comerciantes dispuestos a cubrir las necesidades de los monjes y de los viajeros que siguiendo las diferentes rutas que confluyen en Cornellana se acercaban hasta el lugar."
Un gran 'tajo' en la montaña es el de la cantera de Calizas la Doriga, junto a la que se unen el Camino de Santiago oficial y la ruta de Cabruñana que pueden emplear los peregrinos que se alojan en su albergue, muy cerca del pueblo de Moratín, origen familiar de la estirpe del dramaturgo y poeta Leandro Fernández de Moratín, autor de El sí de las niñas y La derrota de los pedantes, entre otras obras
Si bien ya Jovellanos, como vimos, se interesaba por la historia del monasterio, e incluso antes que él, el cronista Antonio de Yepes, es con Floriano Cumbreño, que publica sus archivos en 1949, cuando empieza a prestársele aún más atención, notablemente incrementada con las restauraciones e investigaciones acometidas entre los años 1999 y 2001, así como con motivo de su milenario
Cristo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que en la Trinidad es un solo y verdadero Dios, por los siglos de los siglos sin fin, amén. A ti, Señor nuestro Dios y creador de todas las cosas, rey de los siglos, junto con los santos apóstoles o todos tus santos, cuya basílica hemos construido bajo el nombre tuyo y se sabe que fue fundada bajo el derecho del monasterio en el lugar llamado Corneliana junto al río Narcea, en la tierra de los asturianos. Yo, tu humilde sierva y esclava tuya, Cristina, quien también es sierva de Cristo, con el peso de los pecados aplastándome, ¿qué podemos ofrecerte, Señor, y a tus santos mártires, digno por todo lo que has hecho por nosotros, que nos formaste del polvo de la tierra y nos redimiste con tu propia sangre para que no pereciéramos? Pero porque ha surgido de nosotros con mente devota y ofrenda pura, con gran fe. Porque toda ofrenda es valorada por la fe en cuanto a cantidad y sinceridad, no creemos que sea insignificante lo que una gran fe consagra a Dios. Recientemente hemos decidido que mientras permanezcamos en este cuerpo, para que no nos arrebate la muerte repentinamente. Y para que sea conocido delante de ti, Señor, una recompensa cumplida, firme y propagada por la eternidad de los tiempos. Por lo tanto, Señor, de lo bueno que hemos recibido de tu mano, damos a la casa de tus santos y mártires, para el sustento de los hermanos que sirven en tu lugar y para los pobres o necesitados que llegan a este hospedaje de peregrinos; es decir, la villa llamada Corneliana, que hemos apartado para nosotros, ya nombrada en los cielos, sobre la orilla del Narcea. Esta villa, con sus casas, edificios, almacenes, graneros, bodegas con sus herramientas, barcos, molinos de viento o todo lo que esté dentro de las casas, con tierras, viñedos, extensos huertos fructíferos o infructuosos, con montañas y fuentes, con sus límites y entradas, con prados, pastos, bosques, con cotos de caza y sus derechos; con huertos y molinos con sus productos; con aguas con su acceso y salida, todo lo que pertenece a la misma villa según lo previamente estipulado, lo donaremos y otorgaremos con nuestro señor y dueño, el difunto señor Ordoño, quien nos lo concedió como don, y con cuanto nosotros mismos obtengamos y aumentemos allí. Por lo tanto, damos a este lugar sagrado la villa de San Juan Medio, con todo lo que le pertenece. Además, también en el monte de Narcea, la iglesia de San Pedro con todo lo que tenemos en ella. También agregamos a esta casa sagrada la iglesia de San Vicente con todo lo suyo, y otra iglesia dentro de Sena, en memoria de San Julián y de Santa Eufemia de manera similar. Todas estas villas con todo lo que poseen, lo concedemos a esta casa, con todos sus derechos y adyacencias, tanto dentro como fuera de las casas. También de la despensa, dos camas con sus colchas; cuatro recipientes de plata; servicio de mesa completo. Del ministerio de la iglesia, dos cruces de plata; dos copones de plata; dos cálices de plata con sus patenas; dos coronas de plata; un candelabro de plata; dos señales de metal; libros eclesiásticos, completos para todo el ciclo del año. Diez vacas, cinco yeguas; cien ovejas; un mulo.Con la condición de que mientras vivimos, tengamos su tolerancia; pero después de nuestra muerte, lo que sea en el mencionado monasterio, como se ha dicho, los devotos de la iglesia reclamen y posean como su beneficio. Que adquieran y no duden en orar por nosotros. Y después de esto, testificamos a todos los obispos y a toda la piedad de la fe cristiana, a través de la Trinidad inseparable, a través del precepto del cuerpo y la sangre de Cristo, que nadie intente infringir este voto nuestro ni siquiera se atreva a alienarlo de ninguna manera, ni tampoco venderlo, ni donarlo, ni tampoco transferirlo a extraños. Por lo tanto, si alguien en adelante y en tiempos posteriores, intenta en contra de este nuestro hecho perpetrado o por audacia intenta llevarlo a cabo, en primer lugar se verá privado de sus luces frontales y será quemado con fuegos vengativos junto con sus huesos en el día del juicio, lamentándose con penas tartáreas, y todas las maldiciones que están escritas en el libro de Moisés sobre él serán sepultadas, y sufrirá la mendicidad y la lepra según sus propias palabras, y además, pagará a la iglesia cinco libras de oro, según lo que está escrito, duplicadas o triplicadas, y las tendrá perpetuamente; y será maldito ante la vista del Padre Dios; y llorará penas eternas junto con el traidor del Señor Judas, y este documento será establecido en todo rigor y firmeza perpetua.Hecha la carta de dotación y testamento, en el día que será el segundo antes de las calendas de junio, era 1162 milésima. Yo, la anteriormente mencionada Cristina, consagrada a Dios, lo he firmado con mi propia mano (Firma).a)Con la ayuda de Cristo, Adegano por la gracia de Dios, obispo de la sede de Oviedo (Firma).Reina Velasquita (Firma) Condesa Mumadona (Firma).Animia, consagrada a Dios, donde estuve presente (Firma).Anaya Tanoiz, rey en servicio, (Firma).Quiriacus, abad (Firma). Fredenado, abad (Firma).Puricellus, mayordomo (Firma).Velascus, presbítero (Firma).Juan, abad (Firma).Pedro, abad (Firma).Sigerico, presbítero (Firma).b)
"A principios del siglo XI gran parte de este territorio era propiedad de la infanta Cristina, hija de Vermudo II y la reina Velasquita, quien lo había heredado de su esposo el infante Ordoño, hijo de Ramiro III. En mayo de 1024, tras enviudar, dotó como monasterio una iglesia que ella misma había fundado en el lugar de Cornellana, poniéndolo bajo la advocación de San Salvador. Del análisis del documento fundacional se desprende que la institución se creo como una verdadera villa rústica de explotación agrícola, fundada bajo el régimen jurídico de iglesia propia, como era costumbre en la época, quedando así como parte de los bienes patrimoniales de la familia y fuera de la órbita de las autoridades eclesiásticas.
Formando parte del patrimonio familiar, a la muerte de la fundadora, el monasterio fue dividido en diversas porciones entre sus herederos, una división que debemos entender no como separación y desglose de sus bienes, sino como reparto sobre sus beneficios y derechos. Así en varios documentos de los siglo XI y XII se puede ver cómo porciones del monasterio pasan de unas manos a otras a través de testamentos, donaciones, compras o permutas. Aparentemente algunas de estas donaciones tuvieron como beneficiaria la catedral de San Salvador de Oviedo, dato que sin embargo ha de tomarse con las debidas precauciones ya que la propia evolución histórica del monasterio y el hecho de que estos documentos formen parte del controvertido Liber Testamentorum hacen dudar de su veracidad.Uno de los herederos del monasterio fue el conde Suero Bermúdez, biznieto de la fundadora, quien junto con su esposa la condesa Enderquina se propuso la empresa de reunir todas las raciones en que se había ido dividiendo el monasterio junto con sus propiedades. Con estas pretensiones, hacia 1120 inició una política de reunificación haciéndose con los bienes fundacionales de la institución monástica unas veces mediante permuta o compra y otras por la fuerza. Así, por ejemplo, llegó a acuerdos de permuta con sus parientes Sancha Vélaz, Gonzalo Ansúrez y Urraca Bermúdez, al tiempo que se hacía por la fuerza con las raciones que otros familiares, como Cristina Alfonsiz, habían donado al monasterio de Corias. Un patrimonio que los propios condes acrecentaron con sus propiedades particulares, ya que al fallecer la pareja sin descendencia fue el monasterio el único beneficiario. Las motivaciones que llevaron a los condes a la refundación del cenobio y su posterior entrega al monasterio de Cluny, parecen responder a motivaciones que van más allá de lo espiritual y se adentran en terrenos de lo político y lo social. El conde Suero, uno de los hombres más destacados de su tiempo, asiduo de la corte leonesa de la reina doña Urraca y mano derecha del Emperador Alfonso VII, en cuyas crónicas aparece laureado, buscó con este acto una manera de afianzar su estatus y reivindicar el origen de su linaje, descendiente directo de la casa real leonesa, para lo cual nada mejor que poner como símbolo de ello el monasterio familiar fundado un siglo antes por una infanta."
"En 1122 se produjo un importante hecho que marcaría la historia de la institución: los condes refundadores dona ron el cenobio asturiano al monasterio borgoñón de Cluny, la congregación más importante de su tiempo. Es ésta una donación un tanto controvertida ya que sólo seis años después, según un documento del archivo catedralicio, los mismos condes entregaron Cornellana a la Catedral de Oviedo. No deja de ser éste otro documento polémico, ya que si bien para algunos autores no es más que una de las tantas falsificaciones del obispo don Pelayo, resulta auténtico para otros al interpretarse esta donación como un arrepentimiento de la entrega a Cluny y un intento de modificar la decisión inicial. La situación produjo una serie de conflictos con la casa borgoñona, la cual llevó sus quejas ante el mismo Alfonso VII, quien debió reconocer sus derechos sobre el cenobio asturiano ya que en la confirmación de privilegios y posesiones de la abadía francesa otorgada en 1144 por el Papa Lucio II se incluye Cornellana."
"La historia del monasterio como cenobio cluniacense es oscura a causa de la carencia de fuentes documentales, pues no existen menciones concretas que vinculen directamente Cornellana con Cluny. De la escasa documentación conservada y teniendo en cuenta que el rector de Cornellana tenía título abacial puede desprenderse que la casa asturiana disponía de cierta autonomía dentro de la organización y que gozaba de independencia ante el representante del abad borgoñón en la Península, dependiendo directamente del abad de Cluny. Por este tiempo, periodo en que deben situarse las piezas románicas conservadas, el poder del monasterio fue creciendo, tanto desde el punto de vista económico, pues sus propiedades se extendían por buena parte del noreste peninsular, como social y político, ya que en el año 1126 el monarca Alfonso VII concedió al monasterio la jurisdicción del llamado Coto de Cornellana, base de su poder señorial y de su prosperidad económica, que fue confirmada y ampliada por otros monarcas en los años siguientes."
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| Monjes cantando salmos. Getty Center, Los Ángeles (Estados Unidos) |
"El creciente aumento de su poder y su implicación cada vez mayor en el área de influencia más próxima, que coinciden con la crisis de la propia congregación cluniaciense, propiciaron una autonomía de Cornellana cada vez mayor hasta la total independencia de Cluny. No está muy claro el momento en que se produce este hecho; en 1279, cuando el Papa Nicolás III confirma su protección a la abadía borgoñona y sus filiales, todavía se cita entre éstas el monasterio de Cornellana, pero en los años 1291 y 1295, en los capítulos generales de la orden, ya no aparece citado el cenobio asturiano como parte de las propiedades cluniacenses, por lo que a finales del siglo XIII la independencia era ya total.A partir de este momento, definiéndose simplemente como monasterio benedictino, Cornellana se presenta como uno de los grandes monasterios asturianos en su doble faceta de centro religioso y señorial. Poco a poco fue deshaciéndose de sus propiedades más alejadas a favor de su consolidación como poder local, sumando a los derechos parroquiales los derechos jurisdiccionales que desde Alfonso VII fueron concediendo y ampliando otros monarcas. Es de destacar, en este sentido, el privilegio otorgado en 1360 por Pedro I, por el que se prohibía a cualquier otro señor tener vasallos en los territorios vinculados al monasterio, lo que trajo no pocos problemas con la sociedad del entorno, en especial con el concejo realengo de Salas, cuyo desarrollo y potenciación jugó en contra del dominio señorial del monasterio de Cornellana."
"Destaca, en este sentido, su relación con Alfonso Enríquez, señor de Noreña, hijo bastardo de Enrique II, quien ejerció dominio sobre el monasterio al menos desde 1373. La etapa de crisis económica y religiosa llegó a su fin en 1536 cuando el monasterio de Cornellana pasó a formar parte de la Congregación de San Benito de Valladolid, iniciándose así la etapa moderna de su historia".
"Su fachada principal está orientada al sur y aparece dividida en tres tramos, remarcando la calle central que se adelanta de la línea de fachada en forma de galería acristalada en el piso superior y de pórtico sustentado por pilares de fábrica en el bajo. Los vanos del piso bajo se abren en forma de balcones o puertas abiertos con arcos de medio punto, con rosca muy pronunciada y clave y salmeres remarcados. Los vanos del piso superior son enrasados en forma de balcones adintelados protegidos por antepechos de barrotes torneados de fábrica y decorados igualmente con dinteles enmarcados por amplios alfices. Las fachadas laterales repiten modelos similares, sin galerías acristaladas con vanos ordenados en ejes verticales. La fábrica de la obra se realiza con aparejo de mampostería trabada con mortero, enlucida y pintada, remarcando los recercos de los vanos y las cadenas de esquina revocados y pintados. La cubierta es a cuatro aguas con alero desarrollado sustentado por canes y coronada con cumbrera decorada con crestería de barro calada. Los faldones de la cubierta se apoyan sobre armazón y viguería de madera, protegiéndose al exterior con tejas de de barro planas. La parcela está ajardinada y cerrada con muro bajo y verja de hierro, fragmentada por pilares almohadillados en las dos puertas de entada a la finca".
Más arriba, las casas de la calle La Novalle, en la ladera de otro monte llamado La Llomba y Monte la Esquita, en La Sierra Faxas o de Folgueirinas
"En las inmediaciones del puente, en la ribera septentrional del cauce fluvial, se encontraba el hospital de Nuestra Señora de la O, conocido también como «allende la puente».El hospital se encontraba bajo patronato del abad y su administrador y mayordomo era un monje del monasterio, o el propio abad (Zaragoza 1986: 894). Contaba con una hospitalera que cuidaba de los enfermos, siendo su finalidad principal asistir a los peregrinos. En las cuentas de 1781 a 1803 se detalla la compra de manteca, aceite, chocolate, platos, escudillas, calderos, sábanas, mantas, paja para los jergones de los pobres, los gastos de porteo de los enfermos hasta Salas o Grado. El hospital tenía planta baja, primer piso y desván, y contaba con capilla, sala, cocina y alcobas. Para su mantenimiento estaba dotado con rentas de censos, ganado en aparcería más diferentes propiedades. Sabemos asimismo que junto con «el beneficio curado de S. Juan de Cornellana incorporado perpetuamente al monasterio, su iglesia inclusa en la monasterial y es servido por un monge. Su valor regulado por un quinquenio es de quatro mil reales en frutos ciertos e ingreso de iglesia, rebajando las cargas de subsidio, escusado, fábrica y misas dominicales. El abad del monasterio de Cornellana es patrono de la alberguería de peregrinos, llamada de Nuestra Señora de la O, sita en dicha parroquia de San Juan de Cornellana. Su renta fija es de quatrocientos reales»Del otro lado del río se encontraba el compás de entrada al recinto monástico, interrumpiendo el recorrido de la cerca que delimitaba el contorno inmediato del monasterio. Aún se mantiene en pie en una parte considerable de su trazado, sobre todo en los costados noroccidental y suroriental, delimitando una superficie en la que principalmente había huertas y tierras de labor, junto con algunas construcciones e infraestructuras auxiliares. Tenía un perímetro aproximado de 1.100 m, del cual se conserva menos de la mitad de la fábrica original, habiendo sido el resto arrasado o sustancialmente alterado. Además, en algunos sectores ha sido reaprovechada como cerramiento de las parcelas actuales. Los tramos mejor conservados son los que cerraban los costados nor-occidental y oriental de la finca monástica. Esta tapia encerraba una superficie aproximada de 8 ha, conserva una altura irregular entre 1,5 y 2,5 m, una anchura entre 70 y 80 cm, y presenta fábrica de mampostería ordinaria que combina mampuestos de caliza, arenisca y cantos rodados trabados con un escaso mortero arenoso.El compás de entrada al monasterio se ha desvirtuado muchísimo en las últimas décadas, más si cabe con el paso de la carretera asfaltada al lado de la iglesia. Pero en alguna fotografía de los años sesenta del pasado siglo aún se aprecian algunas de las antiguas viviendas y construcciones auxiliares que delimitaban este espacio de acceso, entre las que sobresale el palomar abacial, de planta circular; el cual fue derribado, lamentablemente, años después."
Aquí al lado a nuestra izquierda son las casas de La Lleirina, topónimo vinculado a lleira o llera, referida a la piedra suelta, como esta del río. En cuanto al molino citado, formó parte de las propiedades del monasterio, según leemos en el libro Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano, de Alejandro García Álvarez-Busto (editor):
"Aprovechando las aguas del Nonaya encontramos el denominado Molín d’arriba, uno de los mejores conservados en la actualidad y que se localiza en el costado noroeste de la cerca que rodeaba el monasterio. Su presa se dispone sobre un salto del río Nonaya unos 200 m aguas arriba del propio molino y presenta una estructura de bloques pétreos que deriva el agua hacia un canal administrado por una compuerta. Este canal, de 1 m de ancho, tiene un desarrollo de 250 m hasta alcanzar el banzáu del molino. El edificio es una construcción de una sola altura resuelta en fábrica de mampostería, con planta rectangular alargada y cubierta a dos aguas con armadura de madera y teja. Aunque muestra importantes reformas estructurales y estéticas de época contemporánea aun conserva el doble cubo en el extremo norte del banzáu; pero al tratarse de una propiedad privada desconocemos el grado de conservación que mantiene interiormente. Del banzáu arranca un segundo canal en dirección al monasterio de 300 m de longitud y 1 m de ancho aproximadamente, aunque su extremo oriental está perdido en superficie y fue sustituido por una derivación de obra de hormigón que gira hacia el norte. Este canal abastecía al monasterio de agua derivada del río, empleada probablemente para regar las huertas anejas al edificio, para limpiar las letrinas y en otros usos domésticos.Sabemos asimismo que al monasterio se accedía «por un puente de madera sobre el río Nonaya», tal y como apuntó Jovellanos en su Diario el martes 17 de julio de Este pontón de madera se mantuvo en pie, aunque remodelado, hasta principios del siglo XX, tal y como atestiguan algunos testimonios fotográficos conservados."
"Río que cruza de oeste a este la zona central del concejo de Salas, desembocando en el río Narcea a la altura de la localidad de Cornellana. Forma un valle ancho y extenso, apto para los cultivos y el asentamiento humano, por donde discurren las principales vías de comunicación, entre las que destacan el histórico camino de Santiago en el tramo Cornellana-Salas y Salas la Espina y la N-634, a la que pronto se sumará la autovía a La Espina. Nace en las cercanías de Brañameana (parroquia de Bodenaya), y tras un primer tramo encajado donde recibe diferentes afluentes provenientes de la sierra de los Gallos y de Bodenaya, en el lugar de El Llanón forma una pequeña cascada. El camino de Santiago corre en paralelo al cauce del río Nonaya hasta llegar a la capital, Salas, y se puede seguir gracias a la ruta senderista P.R. AS-22. Antes se encuentra el cargadero de la mina de caolín y el secadero de pieles, ambos abandonados. Previo a la entrada de Salas da servicio a la fuente de Pain y la zona libre de pesca. Tras cruzar Salas de oeste a este, corre con dirección este hasta Casazorrina, donde recibe las aguas del río San Vicente. En varios tramos se cruza con el Camino de Santiago. A lo largo del mismo se suceden molinos como el de Quintana. Desde Villazón recorre unos seis kilómetros hasta Cornellana, donde desemboca en la margen izquierda del río Narcea. En Espinedo, pueblo situado a la derecha del río Noanaya, se encuentra una cantera de áridos que afea el cauce del río, por otro lado bien conservado, y que en su cuenca alta mantiene una apreciable riqueza forestal y faunística. Tras cruzar la capital recibe los aportes urbanos e industriales, dado que a la orilla se encuentra ubicada la escasa industria (láctea, montajes, agrícola, etc.) del concejo y los principales núcleos de población, por lo que su ecosistema se degrada."
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| Diosa Navia en Rincón de la Magia Celta |
"El pueblo de Cornellana ha demostrado, en incontables ocasiones, el amor que tiene a su monasterio. También a los productos de su tierra, al Camino de Santiago y, cómo no, a su naturaleza, donde destaca su río salmonero. A la vera del cauce del Nonaya, lleva nada menos que cinco siglos, un imponente “carbayón”, que varios vecinos intentan convertir en “Árbol europeo del año”.
“Presenté cuatro veces la candidatura y la eligieron en tres ocasiones para optar a representar a España en el certamen europeo. Ya que estamos en el año del milenario del monasterio de Cornellana, sería estupendo redondear la efeméride y homenajear al monasterio y al carbayón, que son prácticamente hermanos”, señala David Valiela, vecino de Cornellana y promotor de la iniciativa.
Este viernes comenzarán las votaciones para elegir al significativo árbol, en la página web arbolybosquedelaño.es. Y las características del Carbayón salense impresionan. A punto de cumplir 500 años (exactamente tiene 488), este Quercus robur (Roble común) mide 17 metros y tiene un perímetro del tronco en su base de 7 metros.
“Este majestuoso árbol va ligado de manera inseparable al entorno del monasterio. Ofrece su sombra a los peregrinos que transitan por el Camino Primitivo hacia Santiago, por lo que a diario es visto por decenas e incluso centenas de personas. Además, ha crecido regado por las aguas del río Nonaya, y junto a él, las mujeres del pueblo lavaban la ropa en tiempos no muy lejanos”, explica Valiela, también presidente de la Asociación Salvemos la iglesia y el Monasterio de Cornellana de la ruina.
A lo largo de su historia, el imponente Carbayón ha sido testigo “de la expansión del coto jurisdiccional del monasterio, de la guerra de independencia y la guerra civil y, en la actualidad, eventos más agradables como la Fiesta del Campanu”. También ha habido sombras. “Hace 100 años estuvo a punto de ser talado, al estar en el recorrido del proyecto de la calle que va desde el pueblo hacia el monasterio. Aquello indignó a los habitantes de la época que se resistieron a perderlo y elevaron sus quejas hasta ser escuchados por el Gobernador civil provincial”, relata Valiela."
"Con la ocupación francesa a principios del XIX el monasterio se convirtió en cuartel de las tropas galas, quienes tras su marcha incendiaron el edificio. Poco tiempo después, en 1827, su coto jurisdiccional llegó a su fin y en 1835, con los procesos de desamortización, el monasterio fue vendido a particulares. La vida monástica desapareció definitivamente de sus dependencias y su iglesia se constituyó como iglesia parroquial de la localidad bajo la advocación de San Juan Bautista. En 1878 el obispado compró nuevamente el edificio, que en 1931 fue declarado como Monumento Nacional. Tras la guerra civil, Luis Menéndez Pidal llevó a cabo algunas obras de restauración en el conjunto monástico, principalmente en la torre y la iglesia. En la actualidad, cuando algunas partes de la estructura arquitectónica se encuentra en un estado de conservación muy deficiente, se han realizado trabajos de restauración en las dependencias domésticas del monasterio para adaptarlas a nuevos usos y se ha aprobado un proyecto para convertirlas en establecimiento hotelero."
"Sidney, 4.400 kilómetros; Montevideo, 11.200; Ushuaia, 13.600; Teruel, 732; Luarca, 61... El indicador múltiple señala destinos en dirección a los cuatro puntos cardinales desde la explanada donde pide auxilio el monasterio de Cornellana. La señal fue una práctica para los alumnos de la escuela-taller que reparó en 2001 el ala oeste del cenobio, pero, bien mirado, precisamente aquí un poste lleno de flechas en todas las direcciones puede ser también un autorretrato. Su sola presencia basta para definir la vocación de encrucijada de caminos, de lugar de paso indispensable que ha acompañado hasta hoy a la población salense. Le gustará saberlo al peregrino que ahora, desdeñando la lluvia y el frío, atraviesa el pueblo tal vez en ruta hacia el albergue o más bien hacia su oferta de calor y litera en la escasa superficie acondicionada de ese convento románico modernizado por el barroco y hoy amenazado de ruina. Va a ser verdad lo que le han dicho aquí, que la punta de un compás pinchando Cornellana en un mapa de Asturias le puede demostrar que ha encontrado el centro. Se diría que casi todos los trayectos hacia el Occidente interior han de pasar por aquí. Otra historia es el beneficio que cobra el pueblo de su equidistancia, un cuento distinto el de los réditos discutibles de esa tarjeta de presentación como primera puerta de acceso al Suroccidente. Eso se apresura a decir una voz de la conciencia desengañada con el rumbo que últimamente toman esos caminos que por aquí, afirma, últimamente pasan de largo sin detenerse".
"El artista se ha detenido a mirar la piedra dolorida del monasterio de San Salvador de Cornellana. La «tristeza» que da el monumento casi abandonado es todavía peor a la luz escasa del cielo gris y la lluvia del otoño, mucho más dura a los ojos de José Manuel Legazpi, un escultor del siglo XXI que ha retrocedido mil años, hasta la arquitectura del XI, para localizar el principio, la piedra angular de lo que hoy es Cornellana. Legazpi no nació aquí, el carné de identidad dice Bres (Taramundi), pero su retirada, que «no es una huida», dura ya 35 años en San Esteban de las Dorigas, sin vecinos a tres kilómetros escasos de esta orilla del Narcea. Le interesaba más el silencio que la soledad y, como conviene aclarar que «tampoco soy un sociópata», su lugar perfecto era un viejo caserón restaurado en el sosiego de «una aldea vacía», pero a la vez casi en el centro geográfico de Asturias, en paz y con las puertas entreabiertas. «Un retiro comunicado» con el resto del mundo.
Para explicar su Cornellana, para buscar la imagen que define mejor este universo urbano que está más cerca de su refugio, Legazpi se ha parado ante el crucero que señala el itinerario del Camino de Santiago, delante del monasterio, y recorre con ojos de artista esa obra de arte que está a punto de cumplir mil años. No está exactamente aquí el origen de la población que lo aloja -quedan restos de romanización y alguna noticia de la existencia de un castro en La Rodriga-, pero sí buena parte de «lo que ha dado carácter a Cornellana», afirma el artista. «Esto es la historia de Cornellana». Ella no sería ella sin este cenobio, la biografía del pueblo corre paralela a la de las vicisitudes del convento: el germen románico y las superposiciones barrocas, los cambios de manos desde la propiedad privada a la eclesiástica y la vuelta al patrimonio de la Iglesia después de llegar a ser incluso la sede transitoria de una fábrica de mantecas. Es eso y el deterioro que ha llegado hasta hoy, los once años esperando en vano la financiación que necesita para completar el ciclo e incorporarse plenamente al presente y el futuro de la localidad: un hotel con salones para banquetes, un centro cultural sobre el Camino de Santiago...
Hace tiempo que ése tendría que haber sido ya el final del recorrido que empezó para ser hogar de retiro de una Infanta, Cristina, hija del rey Bermudo II de León, en el año 1024. Ella murió aquí y «mientras vivió», explica sucintamente Legazpi, éste que hoy se cae era el patio de su casa, particular. De lo que fue sucediendo después, de las constantes mutaciones de la propiedad del edificio, quedan huellas físicas reconocibles al dar vueltas alrededor del monasterio, románico modernizado y modificado por el Barroco. Suero Bermúdez, descendiente de Cristina, lo cedió en el siglo XII a la congregación de Cluny, «los propagadores del Románico en Europa», y ellos dejaron aquí los ábsides de la cabecera este del templo, los más antiguos y a simple vista los mejor conservados del inmueble. «Los monjes trajeron la reforma gregoriana, que solapó el ritual visigótico», y el enfado de Bermúdez terminó consiguiendo cancelar la cesión en beneficio del obispo de Oviedo. Con el correr de los siglos, en el XVI la Iglesia volvió a cambiar las manos, y las nuevas, a modificar la apariencia física del edificio. El gobierno del monasterio pasó a la congregación de Valladolid, explica Legazpi, y a un «espíritu renovador» renacentista que «me gusta menos» que el románico puro de los ábsides que dejaron los de Cluny. Superpuso la fachada de la iglesia, recreció y abovedó las naves laterales, completó la obra con el claustro, «típico benedictino», y adosó a la fachada el escudo que hoy la preside, el de Castilla.
Y a partir de ahí la decadencia, que al parecer no es patrimonio exclusivo del presente incierto de un cenobio casi milenario amenazado de ruina. La Desamortización de Mendizábal, que desposeyó a la Iglesia de sus bienes en el siglo XIX, terminó traspasando la propiedad del monasterio a un fabricante de mantecas «que montó aquí su factoría» y no dejó ninguna huella estética visible, pero sí sacó su producción desde aquí hasta que la recompra del obispado devolvió el edificio a manos eclesiásticas. El tiempo que va de ahí a hoy, incluidos estos últimos once años esperando en vano financiación para otra modificación estética urgente, desemboca en esta «tristeza» que da la vista de los muros desgastados donde crece la hierba, las paredes desconchadas del claustro, las goteras de la iglesia y el frío, no sólo físico, que se siente al entrar...."
"El conjunto monástico que hoy se conserva en Cornellana está integrado por una serie de edificaciones y reedificaciones en las que se combinan distintos estilos y épocas, que son exponente de las diferentes etapas por las que pasó la institución salense a lo largo de sus casi mil años de existencia. Aunque en su mayor parte la estructura del conjunto es barroca y fue levantada entre los siglos XVII y XVIII, todavía perviven importantes restos de estilo románico, como la cabecera y trazas de la iglesia, la torre y las portadas del claustro, que son muestra de la importante actividad constructiva llevada a cabo durante los siglos XII y XIII."
La de la iglesia cuenta con dos grandes torres de planta cuadrada, una para el reloj y otra para las campanas, la primera con dos ventanas y la segunda con cuatro pero más pequeñas; ambas con con óculos. También admiramos la artística portada y otros elementos, "de concepción sencilla y clasicista, con un cuerpo central flanqueado por dos torres, y cuya altura se articula en tres tramos. Un tramo inferior que acoge la portada; un tramo intermedio con tres grandes óculos –uno por nave– y hornacina central; y un tramo superior correspondiente al remate del cuerpo central mediante un frontón y de las torres laterales con sendos campanarios", dice Álvarez Busto, mientras que Luis Antonio Alías aporta lo siguiente:
"La fachada principal se añadió, en 1678, a la románica. Dos torres de sección cuadrada con óculos y vanos adintelados se coronan con pináculos. El cuerpo central -puerta adintelada, moldurada y con una columna a cada lado, hornacina óculo, gran escudo en el tímpano-, al igual que las torres, está realizado en buen sillar."
"Cuentan que la niña es la infanta, perdida por los espesos bosques cuando tenía muy poca edad y reencontrada en el cubil de una osa que la había prohijado y amamantado. También la imagen recuerda relatos fabulosos sobre la mujer salvaje, ser mitad humano mitad oso que habitaba en lo más espeso y umbrío de los bosques asturianos y que robaba niños para luego criarlos."
"La leyenda popular, Rómulo y Remo a la asturiana, cuenta que una vez una infanta, Cristina, hija del rey de León, se perdió en un bosque siendo niña y allí salvó la vida gracias a un providencial encuentro con una osa que la amamantó; aquella joven creció, se hizo construir un monasterio y quiso rendir homenaje a la «madre adoptiva» inmortalizando en una de sus paredes esta escena, el animal dando cobijo a una persona. A pesar de la inverosimilitud del cuento, todo eso estaría muy bien y habría hecho fortuna para siempre si no fuera por un detalle esencial: esta osa no es una osa. Es un león. Y no se puede saber sin salir de Asturias, para corroborarlo hay que viajar hasta Navarra y comprobar que la talla, «probablemente perteneciente a la época en la que el monasterio fue gobernado por la orden de Cluny, no tiene referente alguno en el patrimonio cultural asturiano».
Nada que ver con la leyenda que ha traspasado generaciones, el escultor José Manuel Legazpi resuelve el enigma poniendo la obra salense en paralelo con dos réplicas navarras, una decora la catedral de Pamplona y otra el monasterio de Artaiz. Es un león. Un león «engullendo o regurgitando a una persona», una imagen conectada menos con la vida de la infanta Cristina que con cierta imaginería cristiana en la que este animal representa a Cristo «como elemento de resurrección. El león traga a la persona, al pecador, al hombre viejo, y luego lo regurgita convertido en un hombre nuevo». Aquí, como en Artaiz, el animal sobre una persona es «Cristo como guardián», sigue Legazpi, «como celador del alma de la persona, protegiéndola; la catarsis en el vientre del animal para salir purificado». Es la historia del «León de Judá», «que no se ha utilizado demasiado en la imaginería cristiana, y en Asturias, únicamente aquí», corrobora Legazpi. Cuesta, no obstante, oponerse a lo que la muy poderosa sabiduría popular ha difundido tan copiosamente como aquí. Tanto que incluso el escudo que está tallado en los muros del monasterio reproduce en su cuadrante inferior a una osa amamantando a una cría."
"Dieciocho años después de la renovación de la fachada del templo, se concluye la nueva fachada del monasterio. Esta se articula mediante un frente alargado y achatado resuelto en dos alturas: planta baja y piso superior, tratándose por lo tanto de un proyecto modesto en comparación con otros monasterios, que llegaban a levantar un segundo y hasta un tercer piso en altura, como vemos en Corias o en los principales monasterios ovetenses.En medio de esta fachada se dispone un cuerpo central que cobija la portada en la planta baja –enmarcada por columnas exentas jónicas de fuste estriado–; un balcón en el piso alto –jalonado por columnas torsas–; y está rematado por un ático que acoge el escudo de la Corona de Castilla, enmarcado por sendas columnas salomónicas. A ambos lados del blasón heráldico encontramos representado por partida doble el emblema fundacional del monasterio, con la osa abrazando a la infanta Cristina.El diseño de esta nueva fachada pudo ser debido al arquitecto avilesino Francisco Menéndez Camina, aunque no hay constancia fehaciente al respecto, mientras que la ejecución a pie de obra corrió a cargo de los maestros Domingo Suárez Solar y Francisco González Bango (De la Madrid y Ramallo 1996). La fecha de finalización de esta sustancial reforma aparece grabada sobre el dintel de la nueva portada: «Año de 1696».Se conserva el contrato de la construcción de la fachada, fechado el 5 de diciembre de 1694 mediante escritura dispuesta entre el abad de Cornellana y los maestros avilesinos Francisco González Bango y Domingo Suárez Solar: «(…) hayan de hacer la fachada que corresponde al campo y Iglesia de dicho convento de piedra labrada de sillería, escodada y trinchetada, con sus balcones y ventanas y con dos escaleras de sillería de lo mismo (…) un lienzo del claustro que ha de corresponder a dicha fachada por la parte de adentro; todo ello conforme a dicha planta (…) hayan de demoler toda la fachada que corresponde al campo y cuerpo de la iglesia hasta la esquina que está enfrente de la torre de la mayordomía, al lado que cae a la hospedería, con el cuadro en que se han de hacer las puertas para desembarcar la escalera. Juntamente el paño del dicho claustro que cae al cuarto de dicha hospedería (…)El documento es sumamente interesante, ya que nos informa de que para construir la nueva fachada principal del monasterio hubo que demoler la fachada anterior, hasta la altura de la mayordomía según relata, la cual ocupaba una torre, con la hospedería aneja. De esta manera podemos inferir que el monasterio en los siglos xvi y xvii, y hasta su reforma barroca, contaba con un claustro jalonado por cuatro torres. La torre románica campanario en la esquina nordeste; la torre renacentista en la esquina sudeste; la torre del palacio abacial en la sudoeste, y esta torre de la mayordomía. Su perfil fortificado debía de resultar imponente por entonces, resultando paulatinamente transformado en una escenografía arquitectónica más residencial y palaciega con las posteriores obras barrocas.La reforma de estas dos fachadas, la del templo y la de la casa monástica, no respondió a una misma acción constructiva, sino que por el contrario se diferenciaron temporalmente. En 1678 se concluye una y en 1696 la otra. Ello explica la falta de coordinación entre las dos reformas que se tradujo en un antiestético solapamiento de la fachada del monasterio sobre la fachada de la iglesia, documentado desde la cimentación de ambos edificios. La explicación de este singular hecho podría relacionarse con el agotamiento de las partidas presupuestarias destinadas a las reformas, que impedirían un programa constructivo progresivo y coordinado. Como dato constructivo, que atañe al ritmo de ejecución de las obras, podemos deducir que los trabajos de reforma de la fachada principal del monasterio, dos alturas con abundantes ventanas y balcones, junto con una monumental portada blasonada, ocuparon menos de dieciocho años, según los propios epígrafes conservados en el edificio, y tan solo dos años según el contrato de obras."
"La fachada principal compuesta por un cuerpo alargado con dos pisos, tiene ordenados los vanos en torno a ocho ejes destacando la calle central, ligeramente descentrada, en cuyo bajo se abre la puerta de acceso adintelada, flanqueada por columnas estriadas, y con orejas y dintel decorado, donde figura la fecha de su construcción (Año 1696). El piso superior separado del bajo por imposta decorada con metopas y triglifos resalta igualmente la calle central donde se abre un balcón en voladizo decorado con orejas y flanqueado por columnas corolítica. Sobre él se eleva un frontón rompiendo la cornisa para acoger un escudo con las armas reales de España.El resto de los ejes repite el mismo esquema, ventanas adinteladas en el bajo y balcones con voladizo, decorados con molduras de orejas y protegidos con antepechos de hierro."
"Según la fabulosa historia, siendo niña, la infanta Cristina estaba al cuidado de una sirviente o ama de cría. Un día, en un descuido de ésta, la niña fue arrebatada por una osa que cogió a la criatura por la ropa sujetándola con los dientes, y corrió ladera abajo, en dirección al Narcea, donde desapareció entre el frondoso bosque. Alertados los criados de la casa por el aya, iniciaron la búsqueda de la pequeña, que resultó infructuosa. Entonces un mozo atrevido cruzó a nado el río, hacia la orilla izquierda, y se adentró en el bosque. Tras internarse algunos metros, se detuvo a escuchar, percibiendo unos extraños ruidos. Aproximándose con sigilo, el mancebo observó una maravillosa escena: la osa, con la niña bajo el vientre, amamantaba a la pequeña, que sorbía ávidamente la leche del animal. Gritó valientemente el muchacho y espantó a la fiera, que en tan maternal escena se hallaba, y recuperó a la pequeña, que fue devuelta a brazos de sus padres. En agradecimiento por el rescate, se fundó una iglesia en honor de San Salvador que formará parte de la dotación fundacional del monasterio de Cornellana, años más tarde, por la propia infanta Cristina, hija del rey Vermudo, como se dijo, y casada con el infante Ordoño, hijo del rey Ramiro III."
Otra verja, moderna, cierra el acceso al albergue. Un poco más allá está la antigua portada románica, puerta de los carros o Puerta de la Osa, uno de los elementos conservados de la época cluniacense. En La donación del Monasterio de Cornellanaal de Cluny, el eminente historiador medievalista Juan Uría Ríu diserta sobre este importante asunto de la historia monacal:
"A modo de resumen, podemos decir que la construcción sobre la que la infanta Cristina fundó el monasterio por el año 1024 debió de continuar básicamente la estética y las formas de los templos altomedievales conocidos en Asturias. Esta primitiva construcción, tras la vinculación del monasterio a Cluny en las primeras décadas de la centuria siguiente, fue sustituida poco a poco para adaptarse a las nuevas costumbres y usos de la orden benedictina..."
Esta primera fase pues, a la que pertenece esta portada, correspondería a un románico temprano, al que le seguiría una segunda entre los siglos XII y XIII, en románico pleno, a la que corresponderían el claustro (luego sustituido por otro barroco) y la cabecera (triple ábside semicircular que se conserva y que veremos prontamente)
"El testimonio de mayor antigüedad que el monasterio conserva y que se une, vía leyenda, con la infanta Cristina, es la puerta del cenobio, hoy de entrada a la huerta, único, exceptuando los escasos y derruidos muros laterales, de la primera fundación (siglo XI). Es de arco de medio punto en el intradós y con guardapolvo decorado con motivos vegetales. Apoya en impostas que se adornan de letras cúbifas y tetrapétalas. Bajo las impostas se esculpen dos leones acostados. En la clave del arco aparece una escultura mucho más enigmática y legendaria: una osa da tiernamente de mamar a una niña, motivo convertido en símbolo identificativo y que reaparece en el gran escudo de la fachada del monasterio y en el de la torre de la izquierda de la iglesia" (como acabamos de ver)
"... la llamada puerta de la osa, posiblemente perteneciente a esta primera fase, aunque el deterioro del relieve dificulta su filiación segura, se localiza actualmente en el acceso a las antiguas huertas del monasterio. Se compone de un sencillo arco de medio punto, con su única rosca moldurada con baquetones y medias cañas y rematada con guardapolvo recorrido por estilizadas tetrapétalas de botón central, inscritas en círculos concéntricos, que apoya sobre impostas con lacerías vegetales."
"Debajo de las impostas, en la parte superior de las jambas, se colocan dos cuadrúpedos agazapados que, a pesar de lo deteriorado de las piezas, pueden relacionarse con leones a juzgar por algunos de sus rasgos, como los mechones ensortijados que se adivinan en uno de los ejemplares, la disposición de la cola enroscada encima del lomo y la forma de las garras. La bestia, identificada con Cristo y como guardián de lo sagrado, aparece en numerosas portadas de templos románicos, entre otros en Santo Tomás de Sabugo y San Nicolás de Avilés dentro de Asturias, siendo muy numerosos los que se pueden citar fuera de la región, destacando las dos mochetas de la portada de San Isidoro de León."
"Encima de la clave del arco, una bestia lleva entre las garras una pequeña figurilla humana. La tradición popular identifica el animal con una osa y el ser humano con la infanta Cristina, poniendo así la escena en relación con la leyenda fundacional del cenobio según la cual la infanta fundó el monasterio de San Salvador en el lugar en que cuando era niña, perdida en las montañas de la zona, fue protegida y amamantada por una osa. En realidad este relieve, a raíz del cual debió de surgir la leyenda, debe interpretarse desde un punto de vista más acorde con las iconografías y espíritu del periodo románico en que fue esculpido. Así, por la aparente posición de lucha del hombre intentando escapar de las garras de la fiera y el terrorífico expresionismo del rostro de ésta, podemos relacionar la escena, como ya indicara Uría Ríu, con la imagen del demonio, representado como león, oso o lobo, que trata de apropiarse del alma del cristiano. Distinta lectura hace de la escena M. S. Álvarez Martínez, que identifica la bestia con un león por sus similitudes con los cuadrúpedos de las jambas y la interpreta como representación simbólica de Cristo acogiendo entre sus patas al hombre arrepentido, según una iconografía aplicada en torno a la ruta jacobea que cuenta en el tímpano de la catedral de Jaca con el ejemplo más conocido."
"De estilo románico se puede observar la conocida como Puerta de la Osa, que podría considerarse el antiguo acceso al monasterio, aunque desde luego no en su actual ubicación. Son diversas las interpretaciones que se hacen de la osa, para algunos autores tiene simbología religiosa, para otros tiene su origen en la fundación del monasterio".
Sobre las tetrápetalas y en un pedestal este es uno de los dos elementos que, situados a ambos lados de la osa de la clave del arco podrían representar figuras zoomorfas
"En el Expediente de 1844 para la enajenación del ex monasterio de Cornellana se hace referencia al patio occidental exterior del monasterio como la plazuela de la leña «o de otro modo donde estuvo la panera, casa del lagar y cuadras (…) que el lagar consta de mil ochocientos noventa y un pies cúbicos con una viga, pared y techo bajo sin otros artefactos, cuyo valor conceptúan de quinientos diez reales; que la casa de la panadería se halla en escombros de resultas de la quema que ha sufrido quedándole puramente un mal techo y una pequeña parte de piso sin ninguna puerta ni ventana conteniendo nuevecs (sic) pies cuadrados y vale en venta trescientos reales. Que las cuadras se hallan en mucha parte hundidas y contienen cuatro mil setecientos ochenta y dos pies cubicos cerradas de pared baja sin puertas ni ventanas pesebres sin más instrumentos valiendo en venta seiscientos quince reales». Se trata de un espacio delimitado por un paredón en su lateral meridional y occidental, en la cual se reubicó en el siglo xviii la portada de la Osa como entrada al patio de servicio. Desde este patio se accedía directamente a la bodega y al granero del edificio, dispuestos en la panda occidental del claustro."
"El albergue de peregrinos fue construido por una escuela taller. Su estética siguió las pautas de la arquitectura brutalista: minimalista, con la muestra de sus materiales de construcción desnudos, en este caso, ladrillo. Este acabado disuena con el claustro dieciochesco. La escuela también restauró la panda oeste del monasterio con criterios tradicionales e inició la construcción de las dependencias auxiliares de la hospedería en la plazuela del granero".
Al fondo, otra parte rehabilitada de la fachada occidental del monasterio que, al otro lado, daría al claustro barroco. Según la disposición usual de estos edificios arriba estarían las habitaciones y celdas de los monjes (en la época románica había un dormitorio comunitario) así como otras estancias con ellos relacionadas y, abajo, las dependencias auxiliares. Suponiéndose aquí en concreto la bodega, la cocina y, en el cuerpo saliente de la derecha y también en el bajo, el dormitorio de los criados. Encima de este estuvo la habitación del abad o palacio abacial y, a su izquierda, llegaba la escalera que subía desde la planta baja del claustro por una escalera. Seguidamente y también en el piso alto, estaban la biblioteca y el cuarto del criado
"La biblioteca medieval se perdió completamente. Llegó al siglo XVI, pero, por testimonios sabemos que no se conservaba nada de valor. Es una pena porque, evidentemente, el monasterio tuvo que tener códices visigóticos de la época de Cristina Vermúdez y sí que tenemos noticias indirectas de que, como es lógico, en el monasterio había misales y libros de liturgia. Pero de todo eso, por los diferentes episodios violentos que sufrió el monasterio, no conservamos nada"
"Eran necesarios libros de formación de los monjes y de catequesis, de teología. Y tenemos constancia de que había libros literarios", relató Prieto, sobre una biblioteca, en esencia, "bastante modesta". "La más interesante en la época contemporánea era la de Corias. La de Cornellana tenía alrededor de 500 libros, pero no era un número muy significativo. No se corresponde demasiado la riqueza de la biblioteca con la riqueza patrimonial del monasterio (de Cornellana), que era uno de los más importantes de Asturias", añadió."
"Las excavaciones arqueológicas realizadas en este patio occidental pudieron intuir la existencia de un edificio con planta en forma de L, con diferentes suelos superpuestos; junto con algunas infraestructuras hidráulicas, entre ellas un depósito de agua con planta semicircular de sillería, con una canalización de tubería cerámica encastrada que conducía el agua hacia la cocina, junto con una alcantarilla de desagüe al pie de la panda meridional del claustro. En concreto, y justo en la esquina sudoeste de la plazuela, uno de los sondeos arqueológicos excavados por Gema Adán permitió documentar una estructura hidráulica de cierta complejidad, que se encontraba desmontada y parcialmente arrasada y removida, pero de la que se conservan varias losas de piedra caliza de grandes dimensiones horadadas para encajar un tubo cerámico, así como otros tramos de tuberías y de canalizaciones que se disponían alrededor de este punto. Parece tratarse de una arqueta de distribución hidráulica, que presentaba un cuerpo en forma de cubo cuadrangular del que salían dos conducciones de tubería cerámica, una de ellas en dirección a la cocina.Desde mediados del siglo XVIII el monasterio se abastecía de agua potable a través de un acueducto situado al sudoeste del edificio. Se trata de una estructura muraria longitudinal en cuyo tramo superior cobija un encañado de tubos cerámicos enroscados. En planta el acueducto se desarrolla en dos tramos. Un primer tramo con dirección SE-NW de 57 m de longitud, y un segundo tramo con dirección SW-NE de 48 m de longitud. El extremo oriental de este segundo tramo fue cortado por la obra de la gran cuadra construida a principios del siglo XX. El encuentro entre ambos tramos presenta un engrosamiento de refuerzo en la planta de la estructura, y es probable que en su interior se conserve una arqueta de empate entre los dos tramos de tubería. En su conjunto esta estructura longitudinal alcanza una altura de entre 1,5 y 2 m, dependiendo del terreno, con una fábrica de mampostería ordinaria que emplea mayoritariamente cantos rodados de pequeño y mediano tamaño trabados con mortero de cal. El remate superior del muro, el cual cobija la tubería, presenta sección sub-triangular."
"Muy cierta cosa es, y recibida en Asturias, que los Barcos llegavan hasta Cornellana, por el río Narcea; y algunas personas de crédito me informaron, que avían visto cartas de flectar Navíos, por donde consta ser así, y por el Río Nalón entraban los Barcos hasta el lugar de Santo Tirso, y ahora apenas llegan a Pravia"
«antiguamente, aun no dos tiros de arcabuz de la casa, avia un puerto que llamavan de San Antón, en donde surgían todos los navios que acudían a aquella costa (…) que el mar se entrava por el caudaloso rio Narcea, y subia más de dos leguas, hasta llegar al puerto de San Anton, y hasta allí entravan los navios, donde los tratantes descargaban sus mercaderías. Pero retirose el mar, o creció tanto el rio Narcea queon la mucha arena embaraço el passo, cegó el puerto, y quitó a la casa muy crecidas ganancias (…) Veense ahora las ruynas y señales de aquellos tiempos, en una puente derribada, que se descubre desde Corneliana y Doriga, a donde dizen que solían llegar los navíos, y no ha muchos años que se quitó de allíuna argolla grande de hierro, en que se solían amarrar»
"Rey de Asturias (759-842). Reinado: 791-842. Fue decisivo en el nacimiento y desarrollo inicial del santuario compostelano, situado, como el resto de Galicia, en su aislado reino cristiano asturiano, en el noroeste y norte peninsular. Hacia los años 820-830 confirmó como pertenecientes a Santiago el Mayor los restos óseos aparecidos en un olvidado edículo funerario de origen romano emplazado en un bosque del occidente gallego. Sobre los motivos y hechos concretos que le llevaron a tomar esta decisión nada se sabe.
Fue, en todo caso, un primer e imprescindible paso que sólo él podía hacer efectivo con su superior autoridad, emanada de Dios. Y le dio forma estable mandando construir la primera iglesia para el culto y la custodia del sepulcro. El paso siguiente fue la creación de una comunidad monástica responsable de los restos apostólicos, que dio origen al primer cenobio compostelano, San Salvador de Antealtares, actual convento de San Paio. Completó la labor de creación de lo que se iba a conocer como el locus sancti Iacobi -el lugar santo de Santiago- con un baptisterio del que apenas se conservan restos.
Pero Alfonso II no se conformó con todo lo anterior. En otra decisión que evidencia su interés por el naciente santuario de Santiago, realiza en el año 834, durante una peregrinación desde Asturias, la primera donación de tierras a la naciente Iglesia compostelana. Fue un espacio de tres millas de radio alrededor del locus sancti que daría origen al futuro señorío de Santiago y permitiría la supervivencia de los primeros religiosos del lugar.
Estas medidas, unidas a su decisión de situar a Oviedo como capital del reino y centro religioso, pretendían reforzar la pequeña iglesia asturiana frente a la situada en territorio musulmán, liderada desde la poderosa Sede Metropolitana de Toledo, que mantenía serias discrepancias teológicas con la del pequeño reino cristiano.
Se cree que Alfonso II solicitó ayuda al emperador franco-alemán Carlomagno, con el que mantuvo contactos, para la consolidación de su Iglesia y la durísima lucha contra los musulmanes, que llegaron a arrasar Oviedo, la capital del reino. Estos hechos pudieron inspirar en el siglo XII el relato legendario de la Historia Turpini -libro IV del Códice Calixtino- donde se sitúa al gran emperador continental como liberador del sepulcro y responsable de la apertura del Camino a Santiago. Se buscaba reforzar la dimensión europea del santuario, a pesar de que la muerte de Carlomagno se produjo en el año 814, varios años antes del hallazgo del sepulcro de Santiago, y de que el texto ignoraba la trascendencia de Alfonso II en el nacimiento del santuario.
Durante el reinado de Alfonso II podría haber nacido la consideración del Apóstol como “patrón y señor de toda Hispania”, partiendo quizá de fuentes que, como el himno O dei verbum, de finales del siglo VIII, aluden a un patronato anterior. En este confirmado patronato estarían los orígenes remotos de una interpretación de su figura como líder celestial en el largo combate peninsular contra los musulmanes. Esta interpretación va a convivir a través de la historia con su consideración como apóstol y peregrino, que le daría su verdadera dimensión europea.
Alfonso II está considerado como el primer peregrino jacobeo. Visitó el naciente santuario compostelano al menos una vez (834), llegando previsiblemente a través de lo que hoy se conoce como el Camino Primitivo, entre Oviedo y Compostela."
"Por la mañana al archivo, donde continuamos copias y extractos, y yo hice el de un catálogo de los abades, manuscrito que es harto curioso, sin pasar de la mitad del siglo XVI, porque ya allí es largo e impertinente. Comimos en buena compañía, y aunque después de siesta amagaba mal tiempo, emprendimos el viaje a Belmonte."
Este primer tramo, accediendo al interior, guarda perfectamente la estructura barroca de las torres y el cuerpo intermedio entre ellas, con su arco carpanel y su bóveda decorada con sus motivos geométrico-vegetales muy del gusto de ese arte. Cuando Jovellanos visitó el monasterio este se encontraba en obras, y de sus escritos se conoce detalles como la procedencia de la piedra empleada, explica Álvarez-Busto:
"Jovellanos nos proporciona la referencia a una de las pocas canteras en la que conocemos que se extrajo material para el monasterio: «piedra roja que sirvió para solar el presbiterio y coro bajo de esta iglesia de Cornellana (…) La cantera es abundante y capaz de dar grandes columnas. (…) Está situada esta preciosa cantera a un cuarto de legua de este monasterio, entre su norte y oriente, en una heredad llamada La Estremera, término del lugar de Bulsi, parroquia de San Esteban de las Dorigas». Sabemos asimismo que cuando visitó el monasterio el 18 de julio de 1792 se estaba reponiendo una parte del suelo de la iglesia: «Edificio nuevo, sólido, cómodo, sin ningún ornato de gusto… la iglesia se está solando de nuevo de ricos jaspes, sólo bruñidos en el presbiterio y coro bajo, pero sin pulimento. Éste nuevo, de mala invención y mal ejecutado…La arquitectura del interior de la iglesia puede ser del tiempo de la fundación, pues pertenece a la época asturiana; sólo me han parecido nuevos la bóveda y el coro»
Avanzando uno poco más vemos la estructura original románica de planta basilical tres naves divididas a su vez en tres tramos, y separadas entre sí por grandes arcos, románicos, de medio punto, prácticamente sin decoración, muy del gusto, sobrio, de aquella refundación cluniacense, de la Orden de Cluny, reformadores de la Orden Benedictina, simbolizando una vuelta a los ideales sobrios y de pobreza, concepto representado en esa ausencia de dibujos y filigranas tallados en la piedra, todo liso, exceptuando unos mínimos detalles. De todas maneras, "La fábrica medieval románica tan solo mantiene in situ los paramentos y las bóvedas de la cabecera, y los tramos inferiores de los paramentos de las naves laterales", revela Álvarez Busto. Las bóvedas de cañón, por ejemplo, son del siglo XVII, pero la fábrica medieval formaría parte de la segunda fase de la obra románica, ya en estilo románico pleno. Leemos en Románico digital:
"Entre finales del siglo XII y principios del XIII, con anterioridad para algunos autores, continuando con las reformas del monasterio, se iniciaría la reedificación del templo, sustituyendo la primitiva basílica por una construcción más acorde a la nueva liturgia y siguiendo los modelos benedictinos. Modificada en las obras del siglo XVII para adaptarla a la nueva estética de la Contrarreforma, la actual iglesia parroquial de San Juan de Cornellana plantea serias dificultades de interpretación aunque conserva lo esencial de su estructura primigenia. Sigue el modelo benedictino de planta de tipo basilical, con tres naves, la central más ancha que las laterales, y cabecera triple escalonada con ábsides semicirculares precedidos de tramo recto.La actual disposición del cuerpo de naves, dividido en tres tramos, el primero enmascarado por la construcción del coro alto en el siglo XVIII, plantea no pocas incógnitas. Está articulado mediante grandes arcos de medio punto, con la rosca doblada, que descansan sobre pilares de sección cruciforme con columnas adosadas en sus frentes internos. La excesiva luz de los arcos, impropia del período románico, y la existencia de seis contrafuertes en el exterior del muro norte, algo modificados, llevan a M. S. Álvarez Martínez a considerar que la estructura original de la iglesia, antes de las reformas modernas que la modificaron buscando una mayor diafanidad y teatralidad acordes con el gusto barroco, podría organizarse en seis tramos en lugar de tres, teniendo para ello seis pilares sobre los que gravitarían otros tantos arcos. De ser así, en la estructura actual de las naves sólo restarían de la fábrica original tres pilares, siendo eliminados los intermedios para proporcionar una amplitud espacial adecuada a las exigencias constructivas del estilo barroco y alterando por completo el concepto espacial románico.No menor problema que las naves plantea el sistema de cubiertas, también modificadas para adaptarse a los nuevos gustos. En la actualidad presenta bóvedas de cañón corrido, enmascarado con arcos fajones sobre ménsulas, que, como propone el arqueólogo Martínez Villa, aparentando función estructural, son meramente decorativos. Es difícil conocer cuál fue la cubierta original del templo románico ya que, si bien la presencia de contrafuertes pudiera denotar una sistema abovedado, la formulación de los pilares con columnas adosadas sólo en los frentes internos, no parece la adecuada para recibir los arcos fajones que necesitarían unas bóvedas de considerables dimensiones. Con independencia del tipo de cubierta, lo que parece claro es que se elevaría por encima de la altura de la actual, ya que tanto en el muro de la fachada como en el del testero se conservan dos vanos parcialmente tapiados que formarían parte del sistema de iluminación original y se abrirían en el muro por debajo de la primitiva cubierta. El sistema de iluminación se debió completar con una línea de saeteras de derrame interno abierta en la parte superior de los muros laterales, del modo de la que se conserva en la nave sur al lado del ábside, donde, además, se abre un estrecho vano semicircular y pueden apreciarse algunos restos de pinturas simulando sillares."
Como corresponde a la planta basilical de tres naves, la nave central es la más grande (más ancha y más alta que las laterales) y da paso a la capilla mayor, la del altar principal. A la izquierda, el púlpito de piedra es de factura barroca y antaño "estaba decorado con pintura que imitaba las vetas de mármol y su tornavoz culminaba con macollas y un pináculo", dice Alejandro García Álvarez-Busto. Luis Antonio Alías describe de esta manera el interior de este templo:
"La iglesia -planta basilical de tres naves separadas por cuatro pilares de sección cruciforme, bóveda de cañón descansando en arcos fajones, bóvedas de cuarto de esfera en las capillas- sorprende por la austeridad desornamentada de los capiteles".
Mientras recorremos las naves admiramos también las pinturas barrocas de las bóvedas, también barrocas, pues de la cubierta románica únicamente quedan las tres bóvedas de las capillas de la cabecera, como señala Álvarez Busto:
"De la techumbre medieval únicamente se mantienen las tres bóvedas de horno que cubrían originalmente los tres ábsides de la triple cabecera escalonada. La nave central se cubre con una gran bóveda de cañón con fábrica de mampostería y argamasa, la cual anuló diferentes vanos de iluminación correspondientes a las fábricas precedentes, como ya hemos visto. La fábrica medieval románica tan solo mantiene in situ los paramentos y las bóvedas de la cabecera, y los tramos inferiores de los paramentos de las naves laterales. De hecho, la reforma barroca del templo fue tan intensa que afectó a las arquerías y a los pilares que separan la nave central y las laterales, en las que se aprecia un reaprovechamiento de parte de la sillería y los dovelajes medievales, pero con una reincorporación a una nueva estructura de sustentación que modificó la luz de los arcos formeros que separan la nave central de las laterales."
"... la reforma barroca del templo fue tan intensa que afectó a las arquerías y a los pilares que separan la nave central y las laterales, en las que se aprecia un reaprovechamiento de parte de la sillería y los dovelajes medievales, pero con una reincorporación a una nueva estructura de sustentación que modificó la luz de los arcos formeros que separan la nave central de las laterales. En el tramo de los pies se localiza la puerta de acceso al coro alto del templo. Este vano se abre con la reforma barroca del conjunto, permitiendo el paso desde el piso de celdas del claustro a la tribuna de la iglesia. Presenta un recercado de cantería de piedra caliza, con unas orejetas muy sencillas apenas marcadas en los extremos del dintel."
"En el tramo de los pies se localiza la puerta de acceso al coro alto del templo (Figura 127). Este vano se abre con la reforma barroca del conjunto, permitiendo el paso desde el piso de celdas del claustro a la tribuna de la iglesia. Presenta un recercado de cantería de piedra caliza, con unas orejetas muy sencillas apenas marcadas en los extremos del dintel".
Desde aquí vemos la cabecera tripartita románica, el interior de un precioso triple ábside semicircular que luego veremos por el exterior. En ella, "Los arcos de triunfo, de dos arquivoltas, descansan en pilares con columnas adosadas y capiteles troncopiramidales sin decoración alguna -en el arco lateral izquierdo solo uno presenta follajes", sigue diciendo Luis Antonio Alías, y en Románico digital apuntan lo siguiente:
"La cabecera, construida con excelentes sillares de piedra en los que pueden apreciarse algunas marcas de cantero, parece ser la única estructura que quedó libre de las reformas barrocas. Sus tres ábsides, el central de mayor tamaño que los laterales, se cubren en el tramo recto con bóveda de cañón y en el espacio semicircular con bóveda de horno. Se accede a ellos a través de los correspondientes arcos triunfales, compuestos por un arco de medio punto doblado, dispuesto sobre unas pilastras de sección cruciforme con columnas adosadas, más gruesas en los frentes del pilar y con el fuste delgado en los ángulos"
Este es el altar mayor con su gran arco toral y triunfal. "Antes de la reforma del presbiterio (1972), estaba cerrado por un cancel comulgatorio metálico y el altar adosado al retablo sostenía un tabernáculo de segunda mitad del siglo XVIII que (parcialmente y despiezado) se conserva en el convento, al igual que el altar, que se asemeja a los laterales", explica Álvarez-Busto. A la izquierda vemos el único capitel decorado, mencionado por Alías
Detalle de su temática vegetal
A ambos lados del ábside central o capilla mayor, donde está el altar principal, se encuentran los sepulcros de Suero Bermúdez y Enderquina, quienes donaron el monasterio a los cluniacenses en 1122:
"En el interior de la capilla central, en el tramo recto, se abren dos sencillos arcosolios de medio punto, posiblemente construidos en el siglo XVII, donde fueron trasladados en 1604, como comenta Yepes, los sepulcros de don Suero, doña Enderquina y su hijo, que se encontraban en el crucero en tres arcas de piedra."
Y este es el retablo mayor, barroco, restaurado en 2021 y cuya descripción hallamos en la web de la Archidiócesis de Oviedo, sección Parroquias con mucho arte:
"El retablo mayor de la iglesia de San Juan Evangelista de Cornellana, Salas, es uno de los pocos ejemplos que se conservan en Asturias de retablos de inicios del siglo XVII o adscritos al barroco clasicista, que se inspiran todavía en las corrientes renacentistas castellanas de finales del siglo XVI.
Es una obra excepcional y de gran calidad que fue remodelado a mediados del siglo XX, en una reforma relacionada con el concilio Vaticano II, en la que se suprimió la gran Custodia central.
El retablo, de madera de castaño y nogal policromada, se articula en tres pisos o calles: en la parte superior o ático, se encuentra el crucificado, la única imagen de bulto, sobre un panel pintado del Calvario y con dos escudos de Castilla y León a ambos lados.
En el centro, un magnífico relieve de la Transfiguración y, a ambos lados, San Benito penitente en la cueva de Subiaco, y San Mauro salvando de las aguas a San Plácido.
En el tramo inferior o predela, se sitúan santos benedictinos: a la izquierda, San Bernardo y San Gregorio Magno, y a la derecha, Santa Lutgarda y Santa Gertrudis.
En 2021 la parroquia acometió un trabajo de restauración del retablo cuya policromía estaba completamente alterada o enmascarada por un grueso estrato de suciedad y por numerosos repintados del siglo XIX y XX. También se han realizado tareas de conservación como la desinsectación de la madera y la consolación de la estructura de madera.
Así, la capilla mayor de la iglesia del monasterio benedictino de San Salvador de Cornellana, dedicada a San Juan Bautista, ha recuperado la belleza y protagonismo de su retablo Mayor, un elemento mueble sobresaliente cuya iconografía alude al fundador y a santos de la Orden benedictina."
Arriba en el ático, Cristo crucificado en el Gólgota con una pintura de Jerusalén haciendo de fondo, como es usual en los calvarios. Un pequeño frontón triangular remata el retablo el cual, como era usual, se hacía encajar perfectamente en el espacio disponible del ábside románico
A los lados, de nuevo, los escudos del reino
Debajo, en la Transfiguración del Señor en la gran escena central. A la izquierda San Benito penitente en la cueva de Subiaco y a la derecha San Mauro salvando de las aguas a San Plácido
Más abajo el Sagrado Corazón en la hornacina de la izquierda. En medio San Juan Bautista, patrón de la iglesia y, a la derecha, hornacina sin talla alguna. En la base del retablo se representan como se ha mencionado a los santos benedictinos San Bernardo y San Gregorio Magno a la izquierda, y Santa Lutgarda y Santa Gertrudis a la derecha. "En el tabernáculo podemos ver la desaparecida imagen original de San Juan Bautista flanqueada por dos imágenes posteriores al retablo; la de la derecha, fue sustituida en 1953 por una Asunción donada por el párroco", explica Álvarez-Busto
Cuadro de la Sagrada Familia con el Espíritu Santo y Dios Padre en lo alto, entre ángeles y querubines
Una vistosa cenefa esculpida que recorre este triple ábside, incluyendo las columnas de sus arcos triunfales es otra de las muy escasas concesiones cluniacenses a lo ornamental:
"Articulando los paramentos de los ábsides y dando unidad al conjunto, dos líneas de imposta recorren los muros, tres en el caso del ábside central, la inferior de ella con puntas de diamante y las dos restantes lisas. Sin interrupción y abrazando los haces de columnas, pasan de una capilla a otra, y, a juzgar por los restos apreciables en un estrecho paño de pared que se conserva al lado del ábside sur, debían de continuar por los muros de las naves laterales. Junto con algunos detalles en las basas, decoradas con motivos florales, semicírculos, escamas de pez, dientes de sierra o sogueados, estas impostas ofrecen la única ornamentación del templo, ya que los capiteles coronan las columnas con un sencillo esquema de cesta troncocónica desornamentada siguiendo modelos que podemos encontrar en Santa María de Valdediós o en la Catedral de Zamora".
Detalle de la cenefa de 'puntas de diamante' vista de cerca en la parte de las columnas entre la nave central y la del evangelio. Arriba, el único capitel historiado, que vimos antes:
"Únicamente el situado en el pilar norte del ábside central se decora con elegantes lacerías vegetales, semejantes a las utilizadas en un capitel de la portada de San Pedro de Villanueva en Cangas de Onís".
La cenefa en la capilla septentrional, del lado del evangelio, donde nos fijamos asimismo en el ventanuco tipo saetera y en la bóveda de cuarto de esfera o de horno
La cenefa en las columnas del lado norte de esta capilla, llegando por su muro. Capiteles y arco lisos, sin decoración alguna
Retablo barroco de San José con en Niño, del siglo XVII
En la cabecera tripartita del triple ábside semicircular pasamos ahora desde el crucero a la nave del lado de la epístola, arquitectónicamente similar a la anterior
También con ventanuco central románico, arco de medio punto con capiteles lisos y cenefa recorriéndolo. Se aprecian restos de policromía bajomedieval tanto en la pared como en la bóveda, las cuales se descubrieron cuando se desmontó el retablo de Nuestra Señora aquí existente, lo que hizo que este fuese trasladado a otro lugar para que quedasen a la vista, colocando aquí estas tallas del Nazareno y la Dolorosa, tal y como leemos en la página del Monasterio de Cornellana a fecha 2-11-2014:
"Con motivo de las obras de restauración que se están llevando a cabo en el retablo de Nuestra Señora de la iglesia de Cornellana, y una vez desmontado el mismo, aparecieron una serie de pinturas murales románicas. Aunque sin datar todavia, la estimación inicial las situa en los siglos XII o XIII.
Esto provocó que desde la consejería de cultura del Principado de Asturias, se haya ampliado la partida destinada a la recuperación del retablo donado por Alonso de Bello, y con este motivo se ha incorporado una técnico especializada en conservación y restauración de pinturas para acometer una obra adicional a la capilla de Nuestra Señora.
Tienen tanta importancia las pinturas encontradas que se están estudiando dos opciones a futuro:
La primera pasaría por separar del fondo del ábside el actual retablo, una vez restaurado, dejando los lados separados de la pared, de tal forma que quedase un hueco por cada lado desde el que se pudiesen contemplar las pinturas.
La segunda opción consiste en cambiar el retablo a la capilla de la Dolorosa, y pasar las actuales imágenes a la capilla de Nuestra Señora, de esta forma se podrían contemplar, tanto el retablo, como las pinturas que quedarían situadas detrás de las imágenes."
A la derecha hay un pequeño postigo o puerta menor, de arco semicircular, que comunicaría con una antigua sacristía y, al lado, otro de los retablos barrocos del siglo XVII. Sobre los bienes e imaginería y mobiliario monacales leemos lo siguiente en Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano:
"Algunos hechos que determinaron la distinta suerte que corrieron sus bienes fueron: el incendio de la mayor parte del convento a principios del siglo XVI; el traslado de los restos de los refundadores a la capilla mayor (1604- 1607) que, según Ramallo, pudo conllevar su «adecentamiento» y la instalación del retablo; los daños causados por los franceses en 1809; la exclaustración, las confiscaciones y el abandono del monasterio, que («bastante deteriorado») fue vendido en 1844 a un vecino de Salas que instaló una fábrica de manteca y al que se le exigió hacer desaparecer todo signo exterior de su anterior destino (Moro 1981); en cambio, la iglesia mantuvo su función parroquial, atendida en los primeros decenios por antiguos monjes. En 1878 lo compró el Obispado de Oviedo y, en los primeros meses de la Guerra Civil, se produjeron diversos deterioros y pérdidas, especialmente entre las imágenes".
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| Foto: Las historias de Santueña |
"La Capilla de Nuestra Señora de la iglesia de Cornellana fue fundada en 1618 por Alonso de Bello, indiano al que Juan Uria Maqua dedica el libro: Alonso de Bello (1552-1632) Un indiano perulero de los siglos XVI y XVII.
Libro del que quiero haceros una reseña referida al capitulo correspondiente a la fundación de la capilla dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, en mi querida Iglesia de San Juan Bautista perteneciente al monasterio de San Salvador de Cornellana.
El autor, Juan Uria Maqua, Noreña 1931 Oviedo 2011, hijo del historiador Juan Uria Riu, se doctoró en historia por la universidad de Valladolid, fue profesor de historia en la universidad de Oviedo, y fue un gran especialista en la historia de Asturias de los siglos XIV al XVII.
Nos cuenta Uria, "En la iglesia de San Juan Bautista del monasterio de San Salvador de Cornellana, y más concretamente en la cabecera del lado de la sacristía, existe una capilla con un retablo barroco de factura noble, aunque de tosca traza, dedicado a la Asunción-Coronación de Nuestra Señora, en el que se contiene la siguiente inscripción:
Y la reflexión que uno se hace cuando lee este epitafio y se pregunta quien será este Alonso de Bello que en el aparece, es a su vez, la de imaginar cuantos en este montón de años se habrían hecho la misma pregunta"
Para describirnos a Alonso de Bello os cito las palabras que Luis Suarez nos hace en el prologo de la obra:
"Alonso de Bello, que es un hidalgo, cómo no, en esa tierra asturiana en donde lo normal es serlo, cruza el océano con destino al virreinato del Perú- de ahí el sobrenombre de perulero -desde la humilde calidad de marinero, con tres ducados por salario al mes, para hacer fortuna, pero no para quedarse. Y la hace. Desde 1605 está otra vez en Asturias, como un indiano, es decir, alguien que ha hecho fortuna pero sin echar raíces."
Ya tenemos la descripción de la fundación y la de nuestro hidalgo, y lo que seguidamente nos preguntamos, son los motivos que llevaron a Alonso a dotar la capilla y las seis tumbas que contiene la misma bajo el retablo, ya que en una de ellas está enterrado desde su fallecimiento nuestro protagonista, y que Uria nos narra así:
"El día 7 de septiembre de 1632, encontrándose enfermo y en cama en el monasterio de Cornellana, fallecia Alonso de Bello de esta presente vida. Contaba a la sazón 79 u 80 años, una edad que en aquella época solo alcanzaban unos pocos privilegiados y en el caso que nos ocupa aun sorprende más, teniendo en cuenta las difíciles y duras condiciones que a Bello le tocó vivir, dedicado a un trabajo en su etapa americana, el de mercader, que en aquel entonces requería unas cualidades físicas de primera magnitud, y ello sin olvidar las intelectuales, que con un cierto carácter especifico estuvieron siempre presentes en el complejo mundo de los negocios."
En cuanto a la descripción de la capilla y su retablo situada junto al altar mayor, indicar que constituye una de las primicias de la escuela escultórica regional y que su estilo barroco supone una aceptación sin reservas de lo racional y austero, como indica Germán Ramallo.
Por ultimo señalar que este retablo, nos dice Uria, pone de manifiesto el protagonismo que en la vida de Alonso de Bello alcanzó su devoción a la Virgen María, cuyo relieve central, entorno al cual se sitúan el resto de las imágenes, preside la escena de la asunción-coronación de María. Directamente relacionado con ella está el relieve que representa al propio Alonso de Bello arrodillado en actitud orante y con un rosario entre sus manos, frente a lo que parece el arcángel san Gabriel, que señala con el indice de su mano derecha el misterio de la Asunción.
Agradezco especialmente a D. Ceferino Diaz, párroco de Cornellana, sus comentarios sobre la descripción del retablo y las facilidades dadas para el reportaje fotográfico realizado por mi hija Reyes."
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| Foto: Las historias de Santueña |
"El retablo que el indiano Alonso de Bello dedicó a La Asunción (Figura 209), ha sido cuidadosamente tratado, desmontado, protegido y almacenado en 2014 (a la espera de una deseable reposición) por Natalia Díaz Ordóñez, autora de un informe que revela valiosas informaciones (que constituyen un hallazgo) sobre una obra especialmente interesante por su cronología y por la singularidad del personaje que lo encargó: el mirandés Alonso de Bello (1552-1632), cuya longevidad le permitió reunir una importante fortuna en Perú y administrarla sabia y generosamente durante 28 años en su tierra."
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| Foto: Las historias de Santueña |
Alonso de Bello, representado en este mismo retablo con el arcángel San Gabriel
| Foto: Las historias de Santueña |
Y aquí, en esta vitrina, una maqueta del monasterio
Abajo a la izquierda la iglesia con sus torres barrocas; a la izquierda la otra torre, románica y de la primera fase de las construcciones cluniacenses, pero con un piso alto añadido en el siglo XVIII. A la derecha las dependencias monacales donde estaban las celdas de los monjes, cocinas, huertos, caballerizas y cuadras, como hemos dicho
Y por supuesto el claustro, recorrido en sus cuatro lados por grandes arcos de columnas cuadradas y, arriba, por los ventanales de los pasillos. Estas fases constructivas las explica así Románico digital:
"De las ultimas investigaciones se desprende que la sustitución de las primitivas dependencias monásticas erigidas en tiempos de la infanta doña Cristina, de las que debieron formar parte las estructuras descubiertas en las inmediaciones de la cabecera del templo, por una nueva construcción románica pudo llevarse a cabo en dos fases diferentes. En un primer momento, datado en las primeras décadas del siglo XII coincidiendo con la refundación del monasterio y su entrega a Cluny, debieron realizarse algunas obras de acondicionamiento adscritas a las corrientes del románico temprano que dejaron como testigos la torre cuadrada, situada ente la iglesia y el claustro, y la llamada puerta de la osa que da acceso al recinto monástico. No mucho tiempo después, posiblemente de acuerdo a las necesidades de la vida benedictina y la nueva liturgia romana, entre mediados del siglo XII y principios del XIII, se llevaron a cabo nuevas labores con la reedificación de la iglesia y la construcción del claustro, siguiendo en este caso la estética propia del románico pleno, con fuerte influencia de las formulas y repertorios del románico borgoñón.Como decimos la torre y la portada de la osa, son los restos más evidentes de la primera fase románica de Cornellana."
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| Foto: Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano |
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| Foto: Arteguías |
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| Foto: Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano |
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| Foto: Románico digital |
"También en el claustro, aunque sin formar parte de su estructura propiamente dicha, se conservan dos de las piezas más destacadas del conjunto: la portada que comunica su espacio con el de la iglesia y que se abre en el muro sur de ésta, y un arco que da acceso al zaguán barroco de la entrada principal. Se trata de estructuras con similares características, que desde el punto de vista técnico, formal e iconográfico deben ponerse en relación con las soluciones borgoñas difundidas desde los talleres ovetenses, donde el preciosismo, la minuciosidad y el gusto por los repertorios vegetales, quizás en este caso un tanto menos acusado que en otros ejemplos del grupo, son las notas dominantes. Así, siguiendo estos postulados, la portada de acceso al templo, presenta arco apuntado con dos arquivoltas lisas y guardapolvo con moldura de baquetones, que apoya sobre columnillas acodilladas en las jambas. Estos apeos del fuste liso y basas áticas con garras en forma de lengüeta y bolas se coronan con hermosos y cuidados capiteles rematados por ábacos con decoración de rosetas. Tres de los capiteles presentan decoración fitomorfa, con lacerías de palmetas, hojas de acanto con grandes caulículos y complicadas composiciones vegetales con apomados; mientras que el cuarto ejemplar, siguiendo modelos semejantes a los que podemos encontrar en San Pedro de Villanueva o Santa María de Villamayor, combina los follajes vegetales con dos águilas en cada uno de sus frentes."
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| Foto: Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano |
"Como se indicó, uno de los artífices dejó constancia de su trabajo a través de la inscripción que se conserva en una de las piezas, donde reza: ME MAUSCARONI FECIT MANUS OFICIOSA, epígrafe muy similar al que, según copiaron Caveda y Jovellanos, se encontraba en la lápida de consagración de la iglesia de Santiago de Caravia, donde, con fecha de 1146, se decía, entre otras formulas relacionadas con la consagración del templo: ME MAUSCARONI FACIT MANUS OFICIOSE. Esto parece indicar que el taller que trabajó en Cornellana lo hizo también antes o después en la iglesia del monasterio de Caravia, que había sido fundado en el siglo XI por Munio Muñóz. Sin embargo, la ausencia de restos materiales procedentes de este cenobio impide establecer relaciones más precisas".
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| Foto: Arteguías |
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| Foto: Arteguías |
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| Foto: Ayuntamiento de Salas |
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| Foto: Colegio de Economistas |
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| Foto: Colegio de Economistas |
PRYNCIPIOSE AÑO DE 1757 EN ? DE JUNIOACABOSE EL AÑO DE 1759 EN 13 DE JUNIO
Salimos de nuevo al exterior para, continuando por el trazado actual del Camino oficial, seguir viendo las partes de la iglesia y del monasterio que nos quedan por conocer. A la izquierda, donde en nuestros días hay una casa con terreno, estuvo el antiguo palomar del monasterio
"En el alzado exterior de la nave septentrional se con servan cuatro contrafuertes de la iglesia románica. Dos de ellos fueron cortados a media altura durante la reforma barroca del templo, y sobre ellos se abrieron dos grandes ventanales de disposición vertical, a la vez que se cegaban las anteriores ventanas, de tipo saetera y abocinadas, que iluminaban originalmente la nave lateral norte del templo románico".
Orientada a este, como es lo habitual en el románico, pasamos junto a su absidiolo septentrional, más pequeño que el central, tal y como corresponde a las iglesias de planta basilical, pues cada uno corresponde a cada una de sus naves, las laterales más pequeñas que la del medio, como pudimos comprobar en el interior. También aquí contamos con Románico digital para la explicación pertinente:
"En líneas generales, podemos decir que lo conservado del templo románico del monasterio de San Salvador de Cornellana se caracteriza por la simplificación de las formas, la sencillez y la desornamentación. Una elegante sobriedad y limpieza ornamental que puede relacionarse con los influjos de la nueva estética cisterciense, difusora de la corriente purista del estilo, y que ya evidencian los programas protogóticos que también pueden apreciarse en el arco apuntado de la portada del claustro. Unas características, como vimos, en contraste con lo que debió de ser el primitivo claustro románico, donde las técnicas, formas y repertorios ornamentales presentes en estas dos portadas nos llevan a pensar en un claustro románico de gran riqueza escultórica y calidad plástica, receptor del lenguaje internacional, al tiempo que difusor del mismo, pues, siguiendo la órbita de Cornellana, el estilo románico en su versión arcaizante y popular llegó a los templos rurales de la zona donde los talleres locales lo interpretaron dentro de sus limitaciones técnicas y materiales."
El ideal de pobreza ornamental de Cluny se hace patente también en esta maravilla del arte románico. La cenefa ajedrezada que recorre la cabecera, la cual se corresponde con la interior de puntas de diamante, es una poca de las concesiones ornamentales de este triple ábside semircular

Otro son los muy simples motivos cincelados en los canecillos. Fijémonos en el arranque recto del ábside central

Algunos de estos canecillos presentan bolas o apomados, pero la mayoría tienen forma de quilla, ambos muy usuales en el románico
Además de una ventana-saetera mayor, el ábside central presenta dos altas columnas desde su base hasta el tejado, cuyos capiteles no están tampoco esculpidos sino que son totalmente lisos
Son estos capiteles además extremadamente 'simplistas' en su composición, buscando al máximo la inspiración ascética cluniacense
Contamos en él hasta cinco de esos canecillos, todos orientados desde su mitad a la derecha
El gran ábside central es recorrido no por una sino por tres cenefas si bien solamente la inferior, la compartida con los laterales, está esculpida. Empezamos ahora a ver el absidiolo meridional, el cual quedó 'encajado' entre el central y la sacristía barroca
También empezamos a ver la 'tercera torre', la románica y más antigua, correspondiente a la que sería la primera fase de las reformas cluniacenses al refundar el monasterio
"La torre, situada entre la iglesia y el claustro, cuyo basamento pudiera formar parte de las primitivas dependencias, puede considerarse como centro articulador de todo el conjunto, construyéndose a su alrededor, quizás debido a su función simbólica como emblema de poder, el resto de dependencias. Se trata de una torre cuadrada, elevada en dos alturas, de la que el piso inferior, de gran simplicidad y cubierto con bóveda de crucería, sólo se articula mediante un sencillo vano de medio punto con la rosca doblada y totalmente desornamentado que se abre en cada uno de sus frentes. El segundo piso, fruto de las restauraciones efectuadas en los años cuarenta por Menéndez Pidal, siguiendo posiblemente la disposición original, se articula con dos arcos de medio punto en cada uno de sus frentes. La torre, que a la vista de algunos restos de molduras con ajedrezados y motivos vegetales tuvo en origen una tratamiento plástico mucho más rico y complejo del que hoy se puede observar, sigue una tipología que, salvando las distancias, se encuentra en la Torre Vieja de la Catedral de Oviedo y con algunas variantes se repitió en la desaparecida de Santa María de la Vega y en la de San Salvador de Celorio."
"Sabemos también que la construcción del actual remate de la torre románica ha podido ser fechada en 1665, gracias a una inscripción que hemos localizado y que está inscrita sobre el mortero de una de las juntas del machón central del costado norte de la torre."
"En el año 1989 se realizó una primera excavación en el exterior de la cabecera de la iglesia románica que permitió documentar los restos de unas estructuras de habitación anteriores a la obra románica. Se trataba de muros de mampostería y de unos toscos pavimentos de cal sobre los cuales se recogieron cerámicas atribuibles a los siglos X y XI. Estas estructuras se encontraban cortadas por el ábside románico de la iglesia, por lo que pertenecían a una fase anterior del asentamiento por estratigrafía relativa, sin que se hubiera llegado a establecer una cronología absoluta. Durante la excavación de 2001 pudimos trabajar en una amplia superficie en esta misma zona, lo que nos permitió definir una compleja secuencia estratigráfica alterada por múltiples revueltos y acciones modernas y contemporáneas. Documentamos la continuación del muro descubierto en 1989, con una dirección oblicua, hacia el sureste, con respecto al ábside central; y asociado a esta estructura se excavó un estrato compuesto por desechos de ocupación sobre un suelo formado por la superficie nivelada de la terraza fluvial con fragmentos de un pavimento de arcilla (Figuras 13-14). Este conjunto formado por muro, suelo y desechos de ocupación se encontraba cortado por la zanja de cimentación de la zapata del ábside románico; tratándose por lo tanto de estructuras de habitación anteriores a la construcción de la cabecera de la iglesia románica, la cual se fecha en el siglo xii. Las dataciones de C14 efectuadas sobre estos restos los sitúan en la segunda mitad avanzada del siglo x (García Álvarez-Busto y Adán Álvarez 2020). Nos encontrábamos por lo tanto con restos constructivos pertenecientes a la primigenia Villa Cornellana, que serviría posteriormente de solar para la fundación monástica en el año 1024."
"En definitiva, y con el estado actual de conocimiento, podemos afirmar que entre los siglos IX y X se configuró en la vega de Cornellana, en las inmediaciones de la confluencia entre los ríos Narcea y Nonaya, una propiedad aristocrática que contaba con varias edificaciones de cierta entidad y entre las que destacaba una torre. En todo caso, esta villa de Cornellana no era sino otra, si se quiere un poco más preminente, entre una serie de propiedades señoriales ubicadas en torno a este tramo de la cuenca del Narcea y sus afluentes, como también lo eran la villa de Alava, donde se funda un monasterio propio en 889, el monasterio de San Martín de Salas a principios del siglo X, o la aldea de Quintoños, perteneciente por la misma época al patrimonio de la familia aristocrática de San Rosendo.En no pocas de estas propiedades señoriales se van a crear monasterios propios familiares entre los siglos IX y XI, como sucedió en Cornellana. Conocemos bastante bien quiénes eran sus promotores, y tanto en las fuentes diplomáticas como en la epigrafía conservada encontramos diferentes protagonistas: la familia regia, las familias condales, miembros de la aristocracia laica, apareciendo en último lugar las élites locales y las propias comunidades de monjes y presbíteros, que fueron las que llevaron a cabo la mayoría de las fundaciones monásticas. Evidentemente tal variedad de promotores originó edificios de diferente enjundia, tanto en lo que se refiere a su monumentalidad arquitectónica como en su refinamiento artístico. (...)Se trata monasterios que se encuentran bajo el dominio de las familias aristocráticas, y en los que se produce una comunión entre lo laico y lo religioso, en un contexto en el que no había una separación tan definida entre ambas esferas, y en los que tampoco se constata, salvo excepciones, una especial observancia de los preceptos de la vida monástica. Los casos más radicales son los que José Orlandis (1960, 78) ha denominado de una manera muy gráfica como «pseudomonasterios irregulares». De hecho, no todas estas fundaciones monásticas privadas estaban sujetas a un régimen reglado de vida en común, aunque de entre todas ellas las más canónicas estaban regidas por reglas hispanas (regula communis, de San Isidoro, de San Leandro y de San Fructuoso principalmente)".
El componente piadoso de esta y las demás fundaciones monacales revela pues la existencia de uno eminentemente práctico y más pecuniario y relacionado con la propiedad señorial y su administración:
"En muchos casos estos establecimientos se constituían en el seno de familias con un amplio patrimonio rústico, con la intención prioritaria de preservar su unidad; mientras que en otras ocasiones las fundaciones religiosas se encuentran ligadas a presbíteros con cierta capacidad económica, convirtiéndose en centros de recepción de donaciones. De cualquier forma estos monasterios respondían a diversos fines más allá de lo estrictamente religioso, al funcionar como centros de poder y de organización del poblamiento, mecanismos de gestión señorial y de explotación económica del territorio, pero sobre todo trataban de servir como elementos agregadores del patrimonio aristocrático, concentrándolo y acrecentándolo, e intentando evitar así su dispersión y disgregación entre los herederos, algo que en la práctica sucedía habitualmente, y a lo que estaba sujeto recurrentemente el patrimonio familiar."
"La excavación arqueológica no ha permitido documentar ninguna estructura susceptible de ser atribuida a la iglesia prerrománica, y los únicos restos materiales que conocemos se deben a hallazgos sueltos, descontextualizados, al encontrarse empotrados en los muros de la fábrica moderna o reaprovechados en estructuras posteriores.Destaca asimismo la reciente localización de un tenante de altar documentado tras el desmontaje del retablo de época moderna dispuesto en la capilla lateral sur del templo románico. De la primitiva basílica podemos intuir su arrasamiento, quedando probablemente sus vestigios cubiertos por la fábrica románica, de proporciones mucho más grandes. La misma cimentación del templo románico, de gran magnitud, debió alterar en buena medida las estructuras preexistentes. No obstante, aunque no se ha documentado ningún resto in situ de la iglesia prerrománica, en la excavación de 2001 se pudieron localizar algunos enterramientos pertenecientes a este primer periodo. Nos referimos a un conjunto de cuatro tumbas de lajas excavadas en las arenas superficiales del substrato geológico. Cubriendo las tumbas de lajas apareció una capa de tierra muy orgánica con abundantes carbones y fragmentos cerámicos; un estrato que estaba cortado por la zanja de cimentación de la iglesia románica, por lo que era anterior a esta. En otras campañas arqueológicas también han sido documentados enterramientos en otras zonas del monasterio anteriores a la iglesia románica."
"El segundo elemento vertebrador del monasterio propio era la torre, que como hemos visto había sido construida anteriormente, a principios del siglo X, y que se integraría en el monasterio, siendo reformada en una fase posterior entre los siglos XII y XIII. Aunque en la descripción que se hace de la Villa Corneliana en el año 1024 no se recoge explícitamente la mención a esta torre, habría que identificarla con uno de los domibus, edificiis y cassas referidos en el diploma. En esta época temprana de los primeros monasterios estos torreones respondían a diferentes funciones, siendo las más habituales las de albergar el campanario a la par que servía de lugar de refugio, para controlar visualmente el territorio circundante, así como para referencia, como un hito en el espacio, de la ubicación de la propiedad señorial. En el primer piso de la torre, concretamente en su alzado occidental, se localiza una entrada resuelta con aparejo de mampostería y una profunda rosca de medio punto que aun no hemos podido analizar en detalle, pero que o bien podría responder a una apertura contemporánea o bien podría tratarse de la puerta original de la torre, resuelta mediante un acceso en altura. De ser cierta esta segunda hipótesis se reforzaría su carácter señorial y defensivo, erguida dominante sobre su entorno inmediato."
La cenefa, con motivos ajedrezados tan usuales en el arte románico
Se dice que estos detalles 'repetitivos' serían de los primeros que perdieron su simbolismo para pasar a ser un elemento decorativo más pero, de la misma manera que aportan una ruptura mínima a la monotonía de las formas lisas, se buscaría transmitir con ellos sensaciones de movimiento, repetición, eternidad...
Siguiendo con Alejandro García Álvarez-Busto en su libro sobre el monasterio, este autor nos ofrece esta magnífica descripción de esta triple cabecera el el apartado dedicado al edificio monástico plenomedieval:
"... hay que resaltar que el templo de Cornellana ofrece un testero románico «canónico» para la época, resuelto mediante la combinación de tres ábsides semicirculares escalonados, siendo el central más ancho, más alto y más profundo –es el único que presenta un antetramo recto– que los laterales. El exterior del ábside central se articula mediante tres líneas de imposta horizontales –la inferior recorre también los ábsides laterales– y dos semicolumnas que flanquean la ventana saetera. Toda la cabecera presenta una gran homogeneidad en su fábrica, más allá de las pequeñas acciones puntuales, y tal como refleja el repertorio de marcas de cantero románicas documentado.Se trata de muros de cantería de sillares de arenisca perfectamente escuadrados y trabados con argamasa, presentando algunos sillares marcas de cantero.Asimismo, la excavación realizada en 2001 permitió documentar en su integridad la zapata de cimentación del ábside central, que está construida con grandes bloques de piedra arenisca que descansan directamente sobre el estrato de cantos rodados de la terraza fluvial (Figura 29). Se trata de una potente banqueta de cimentación que ofrece estabilidad a la fábrica de sillería, la cual, de hecho, se mantiene bastante estable a día de hoy, y no presenta agrietamientos de consideración."
"En esta zona se han recuperado dos individuos de época medieval, uno enterrado en una tumba de lajas y otro en una fosa, que sería posterior al primero. Los restos recuperados en la tumba de lajas corresponden a un individuo no adulto en muy mal estado de conservación, del que apenas se conservan fragmentos muy deteriorados. Por ello, ha resultado imposible la estimación de la edad, el peso y la estatura.
Tampoco ha sido posible detectar ninguna patología. El individuo adulto enterrado en la fosa es un hombre con una estatura de 165,55+ 3,21 cm y un peso de 54,88+ 6,84 kg. No ha sido posible estimar su edad de muerte"
"En esta zona se han recuperado seis enterramientos, cuatro correspondientes a los siglos XII-XIII y dos a los siglos XIV-XV. Entre los seis enterrados en los siglos XII-XIII, dos de ellos son adultos y dos no-adultos. Los dos individuos no adultos corresponden a un infantil de menos de un año y otro entre los cuatro y los cinco años. El mal estado de preservación del individuo infantil no ha permitido detectar ninguna patología. En el individuo de 4-5 años se ha podido estimar la estatura en base a la longitud metafisaria del fémur, resultando en 82,8+ 2 cm.Los dos individuos adultos corresponden a una mujer y un hombre. El mal estado de conservación de los huesos largos de la mujer no ha permitido la estimación de su estatura y peso. Sin embargo, sí se han podido identificar severas patologías dentales, como son caries en el segundo molar y primer premolar inferiores derechos. El primer premolar, además, presenta una fístula a la altura del ápice de la raíz. Toda la dentición posterior inferior muestra reabsorción alveolar completa (excepto el segundo molar derecho), que indica que esos dientes fueron perdidos ante mortem. Los dientes que se conservan muestran signos de enfermedad periodontal y un fuerte desgaste dental con exposición de dentina en gran parte de la superficie incisal.La edad del individuo masculino es de 32,7 años, con una estatura de 158,18 + 3,21 cm y un peso de 67,53 + 6,84 kg. Todos los dientes presentan un fuerte desgaste dental con exposición de dentina en toda la superficie oclusal.Del período correspondiente a los siglos XIV-XV se han recuperado dos individuos: uno con una edad en torno a los 9 años y una mujer de aproximadamente 18 años. En el más joven de los dos no ha sido posible realizar ninguna estimación dado su mal estado de conservación. En cambio, en la mujer hemos estimado que tendría una estatura de 152,10+ 2,92 cm y un peso de 54,12+ 4,44 kg. Esta mujer presenta una serie de patologías dentales, entre las que destaca la enfermedad periodontal en toda la dentición anterior (tanto superior como inferior) y una caries en el primer molar inferior izquierdo".
"Los ingresos eclesiásticos por vía de diezmos o las percepciones de otras cantidades como las primicias, no siempre fueron recaudadas de modo directo. Según avanzamos en la cronología se prefirió su arrendamiento o subasta. Fue habitual que esos arrendadores fueran miembros de la hidalguía regional y que actuaran de modo abusivo ante el que contribuía: el campesinado, y el legítimo propietario al intentar evadir el pago o retrasarlo como se colige de la sentencia de ejecutoria que obtuvo Cornellana en el pleito sostenido con Lope de Valdés, vecino de Salas, en el que se le reclamaba la renta de los diezmos de la parroquia y cillero de Villazón, así como los de la iglesia conventual y cillero de Cornellana que llevaba en arriendo en 1559"."El patrimonio económico de la Iglesia no solo se sustentó en la tierra, sino que durante la Edad Moderna diversifican sus inversiones gracias también a su solvencia monetaria adquiriendo o favoreciendo instrumentos crediticios a través de los censos «al quitar», cuyo interés se estabiliza alrededor del 5 % como ya hubiera estudiado Gómez Álvarez (1979). En ocasiones, el cobro de los réditos podía ser un problema por los retrasos en su abono, sobre todo por parte de la nobleza regional llegando a los tribunales. Pleitos por estos motivos se observa en el que se abrió a Sebastián Bernaldo de Quirós Benavides, titular del mayorazgo de Olloniego, por los impagos adeudados de su progenitor Francisco Bernaldo de Quirós y al que se le había formado un concurso de acreedores."
"En un momento posterior el edificio sufre una reforma a gran escala de sus suelos, que consiste en un aumento de cota y un reacondicionamiento de las pavimentaciones. Esta elevación de la cota de suelo se produjo mediante el relleno de una pedrera de cantos rodados que cubría directamente los suelos originales, y que debía funcionar como drenaje y cámara aislante. Sobre este relleno de piedras se construyeron los nuevos solados, tratándose concretamente de pavimentos de fábrica, como los suelos de ladrillo rojo cocido dispuesto sobre una cama de argamasa. En otros casos el nuevo suelo se plantea con grandes losas de piedra caliza dispuestas sobre un preparado de arena. La diferencia de suelos nos puede estar definiendo diferentes usos para las estancias interiores del edificio. Un uso más «refinado» de la sala sur, y un uso más «grosero», tal vez el granero en sí mismo, para el suelo de la habitación definida por el muro medianero y el muro de fachada norte.
La reforma de los pavimentos del edificio parece corresponderse con una mejora en su acondicionamiento como almacén, relacionada con las obras de remate del brazo corto del edificio en 1757. Este brazo corto recibió un tratamiento más complejo, abovedado, dignificando estas estancias frente al brazo largo que presentaba el piso sobre estructura de madera y cubierta a dos aguas. Todavía son visibles en la cresta del cierre meridional de la plazuela, la antigua fachada sur del edificio en L, los entalles donde encajaban las vigas de madera que soportaban el piso. Durante esta fase se construye también el muro de cierre de la plazuela del granero.
Si el edificio en L funcionaba como uno de los grandes graneros del monasterio, en las dependencias de su brazo largo se encontraba la «oficina de recaudación», de la que todavía queda su recuerdo en la memoria oral de los vecinos de Cornellana, como el lugar donde los monjes cobraban los diezmos y primicias. A mediados del siglo XVIII el monasterio cobraba una suma de 200 reales al año en diezmos y primicias, en la forma de 48 fanegas de escanda, 150 fanegas de maíz, 26 de habas, 20 de centeno, 58 de castañas y 30 arrobas en caña."
"La construcción del edificio está groseramente fechada por la inscripción que se conserva en el brazo corto. El epígrafe no se localiza en su sitio original, ya que con las obras de ensanche del camino de Santiago para convertirlo en carretera la esquina nordeste del brazo corto fue arrasada. El hueco generado se cerró de nuevo, pero con una solución achaflanada donde se empotró la inscripción. Sujetándonos a esta parca información podríamos relacionar la finalización de las obras del edificio con esta fecha de 1757.Junto a este dato, la excavación nos ha permitido definir una secuencia constructiva más amplia. Así, junto a las reformas de suelos documentadas, el hallazgo de una moneda en uno de los rellenos que se apoyan sobre el muro medianero del edificio, nos permite retrotraer la fecha de construcción de parte del edificio. Concretamente nos estamos refiriendo a una pieza de 4 maravedíes de 1619 de Felipe III resellada en 1659 por Felipe IV. A partir de este hallazgo numismático se puede intuir que una parte de este edificio del patio de servicio se construyó, ya, a mediados del s. xvii; por lo que la fecha de 1757 que reza la inscripción nos podría estar datando más bien la conclusión del brazo corto del edificio, con las salas abovedadas, obras con las que también se pueden relacionar las reformas de suelos en las estancias interiores. Todo ello con la debida cautela que suponen la escasez y parcialidad de los datos con los que contamos por el momento (García y Adán 2001). En el año 2002 los vestigios de las cimentaciones del edificio en L pudieron ser documentados en su totalidad, en el contexto de seguimiento arqueológico de la retirada de rellenos en esta plazuela."
"La Vía Escrita tiene un origen incierto, no obstante, no parece construida sobre un recorrido migratorio de animales, más bien su definición está hecha por el hombre prehistórico.
Claramente, es un camino para garantizar la máxima disponibilidad con mal tiempo, pues desciende muy rápidamente desde el puerto de Somiedo, recorre el valle por las laderas orientadas Oeste, sólo pasa el río Somiedo en el desaparecido puente Espinéu y después, sin justificación geográfica, en La Riera, para deshacer el cambio de ribera 1.500 metros abajo, en Jabriz. Esta disponibilidad se puede constatar cada año, pues los días de invierno en que el hielo hace casi imposible el paso por la carretera del Puerto, este camino se recorre sin mayores dificultades. La alternativa de paso de la cordillera más próxima sería la vía de la Mesa, que está impracticable más de cuatro meses al año, sin pueblo de apoyo desde Torrestío. Básicamente, es un camino de herradura, aunque pueden circular carros, pero en algunos tramos, con múltiples tornos para salvar los pronunciados desniveles, el descenso es muy dificultoso, debiendo de haber sido necesario retener los carros por detrás.
La Vía Escrita está identificada como calzada romana que une el interfluvio Pigüeña/Narcea del interior de Asturias con Piedrafita de Babia, donde enlaza con las calzadas del valle del río Luna, la de Omaña y la del valle del río Sil."
"Como ya hemos comentado con anterioridad, el monasterio de Cornellana se emplaza en la confluencia de dos cursos fluviales importantes, el del Narcea y el del Nonaya. En una de sus visitas al monasterio, concretamente en la del 24 de julio de 1792, Jovellanos describía en sus Diarios este entorno que rodeaba al monasterio en los siguientes términos: «este monasterio de Cornellana está situado en un bellísimo anfiteatro: es una vega casi circular, rodeada de montañuelas, la más alta de las cuales se conoce con el nombre de Cerro de la Horca, porque allí está la señal de jurisdicción del monasterio»Y es que los ríos singularizan y condicionan el emplazamiento del monasterio. No en vano, el estudio geomorfológico realizado en 2001 determinó la existencia de construcciones antrópicas (canalizaciones, taludes), diseñadas con el objetivo de proteger el monasterio de posibles inundaciones. Se trata de un plan que tuvo éxito, ya que, a diferencia de lo que ocurrió en otros monasterios, en Cornellana no hay evidencia de que las dinámicas de los ríos Nonaya o el Narcea afectaran con inundaciones o crecidas excepcionales al edificio monástico, al menos para la época medieval. No en vano una gran avenida acontecida en 1511 había desviado el curso del Narcea, dejando el puente en seco; y un siglo después, concre tamente el 19 de abril de 1611 la Junta de Diputación trataba la necesidad de «hacerse la puente de Cornellana». Así todo, aún a finales del siglo XVIII el Narcea se salvaba a través de un pontón de madera, como aparece reflejado en un plano conservado en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid con motivo de un pleito habido entre el monasterio y Antonio Heredia Velarde. El dibujo, fechado hacia 1773, incorpora asimismo varios elementos que nos informan de la secular lucha del monasterio frente al peligro que suponían las recurrentes crecidas del Narcea, siendo varias las menciones al «brazo en seco por la Vega», al «brazo y nueva irrupción del río», a las «defensas arruinadas en la Vega» en la Vega de Rondero o en El Canalón, o a «defensa y línea de escabazión hacia la parte del Monasterio». Anteriormente el paso de los peregrinos hacia Santiago de Compostela como el de artesanos ambulantes y comerciantes estaba garantizado mediante una barquería. De hecho, a mediados del siglo XVIII había cuatro barqueros en el coto de Cornellana, contando el monasterio con privilegio al respecto."
"La configuración de los principales ejes viarios tiene una relación directa con la disposición de la red hidrográfica. Esta es determinante puesto que las vías de comunicación en muchas ocasiones siguen los cursos fluviales, o bien necesitan de un paso o vado para cruzarlos. El monasterio de Cornellana está emplazado en las proximidades de unos de los puntos de paso del río Narcea, de hecho, hay constancia de la existencia, al menos desde época medieval, y posiblemente anterior, de un puente ubicado unos 600 m en las proximidades de Casas del Puente. Hoy en día ese paso se realiza por un puente localizado unos 650 m al noreste del monasterio. Esto confiere a este enclave un valor estratégico dentro de la estructura viaria histórica, relevancia que mantiene en la actualidad.La red viaria histórica tiene en el entorno de Cornellana un punto de intersección de dos vías fundamentales, por un lado, el Camín Real de la Mesa, un eje estructurante en dirección norte a sur, ya documentado en época romana (Mañana Vázquez 211). Por otro, el camino a Santiago de Compostela, con dirección este-oeste, cuyo origen se vincula con el itinerario de peregrinación primigenio. Actualmente este ámbito continúa siendo un punto importante en la red de comunicaciones del sector centro occidental de Asturias, uniendo dos ejes importantes. El eje noreste-suroeste conformado por las carreteras AS-16 (Soto del Barco-La Rodriga) y la AS-15 (Puerto de Cerredo-La Rodriga), que conectan este ámbito con la costa y con el suroccidente asturiano y se prolonga hacia Villablino, en León; su trazado discurre siguiendo el cauce del Narcea. Y el eje este-oeste conformado por la carretera nacional (N-634), que recorre el cantábrico desde San Sebastián a Santiago de Compostela y se aprovecha el valle del Nonaya para conectar Cornellana con la villa de Salas; esta vía se complementa desde hace unos pocos años por la A-63 (Oviedo-La Espina), cuyo trazado discurre en altura, mediante grandes viaductos como el que se dispone entre Marcel y Sobrerriba, sobre la vega de Rondero. Todos estos ejes y viales tienen en el entorno de Cornellana un punto de confluencia, cruce y enlace."
"Como se ha mencionado, la red fluvial tiene un papel destacado en la configuración del entorno del monasterio de Cornellana. El valle principal, el del río Narcea, que en este ámbito tiene una dirección dominante suroeste-noreste, y a él confluye como valle secundario el río Nonaya, con dirección oeste-este. El monasterio, por tanto, se ubica en la amplia vega situada al sur del cauce del Nonaya, muy próximo a su desembocadura en el río Narcea, mientras que el núcleo de población de Cornellana se sitúa en la otra margen del Nonaya, en torno al eje principal que configura el trazado de la carretera nacional. La confluencia de estos ríos genera una extensa llanura aluvial ubicada en torno a los 40 metros de altitud. Esto permite un amplio territorio especialmente apto para el cultivo en el entorno inmediato del monasterio. A su vez, esta vega forma parte del conjunto de destacadas llanuras aluviales del Narcea en la parte final de su trazado, que se disponen a un lado u otro lado del serpenteante río. Estas vegas van reduciendo su extensión progresivamente aguas arriba, hasta Soto de los Infantes, lugar a partir del cual el curso fluvial encuentra materiales más resistentes que le obligan a encajarse."
"Las vegas de la parte final del Narcea y del Nonaya suponen una ventaja desde el punto de vista de la disponibilidad de suelos llanos y fértiles, especialmente aptos para la agricultura, muy escasos en el conjunto de Asturias. Esto ha permitido que la actividad agrícola haya tenido una importancia fundamental en el entorno del monasterio, destacando las vegas de La Rodriga, Cornellana y Ronderos, tradicionalmente cultivadas con centeno, escanda, maíz y habas. Este sistema de cultivos, con algunas alteraciones, se ha mantenido hasta mediados del siglo XX, en el contexto de un modelo productivo caracterizado por el policultivo y una economía mixta, agrícola y ganadera, que aprovechaba los recursos de la zona, tanto del fondo de valle como de las laderas y las sierras del entorno, donde abundaban las erías como áreas de cultivo, los prados y los espacios forestales. Este modelo fue cambiando progresivamente a partir de los años cincuenta del siglo XX con la introducción de nuevas producciones como las plantaciones forrajeras o la reducción de las superficies de cultivo en favor del uso para pradería, fruto todo ello de la especialización ganadera. Aun así, las buenas condiciones de los suelos permitieron la subsistencia de ciertos cultivos en las vegas del Narcea. (...)En cuanto a los usos agrarios, se mantienen algunas tierras de cultivo ahora con un uso principalmente hortícola y, en otros sectores, se ha intensificado el cultivo con la introducción de nuevas especies, como sucede con la amplia plantación de kiwi en la vega de La Rodriga. A pesar de esto, en términos generales, el progresivo declive de la actividad ganadera y agrícola tradicional ha conllevado un progresivo cambio, de modo que el espacio agrícola pasa a albergar usos ganaderos y el tradicionalmente ganadero pasa al uso forestal. En este contexto, destaca la superficie ocupada por los prados, localizados en los terrenos de menor pendiente y con orientación predominante sur o en espacios favorables de las laderas. Muchos de ellos presentan un cierre perimetral con sebes de seto vivo, configurando un paisaje en mosaico"
Según subimos bordearemos la finca del monasterio e iremos viéndolo con sus dependencias, ahora desde el sur y sur-sureste
Aquí tenemos una vista desde el sudeste, con lo que queda del edificio del granero a la derecha, donde también se habría localizado la carpintería del monasterio. Más a la izquierda se conservan restos del antiguo acueducto que surtía de agua al monasterio. Hubo además otra zona de enterramientos al sudeste, localizada durante las prospecciones arqueológicas realizadas coincidiendo con las campañas de restauración del conjunto:
"En esta zona hemos recuperado restos de al menos 15 individuos, 8 no adultos y 7 adultos enterrados durante los siglos XIII-XIV. Debido al mal estado de conservación de muchos de ellos, solo se han podido estimar algunos parámetros en dos individuos. Los restos de uno de ellos pertenecerían a una mujer adulta sin ninguna patología relevante. El otro se trata de un niño de unos siete años con una estatura de 106,72+ 2,2 cm y un peso de 19,04+ 1,38 kg".
Más allá del claustro empieza el claustro de la Plazuela de la Leña, que visitábamos al ir al albergue. A la derecha hay un edificio de cuadras y, al fondo, vemos El Molín d'Arriba. A lo lejos reconocemos el tremendo tajo de la Autovía Oviedo-La Espina, que cortó el camino antiguo, que subía a Soberriba/Suburriba por la casería de La Casada. Arriba en lo alto, Folgueirinas, otra de las aldeas de la parroquia de Cornellana, sobre el valle del Nonaya
La carretera, que cuenta con un quitamiedos, sube un primer tramo recto en una cuesta continua. Si bien el tráfico es escaso tampoco es infrecuente, no nos descuidemos
Al ir subiendo vamos teniendo nuevas perspectivas del monasterio con su finca y dependencias y, detrás, la población de Cornellana, bajo La Sierra Faxas o de Folgueirinas (cuyas casas vemos al fondo a la izquierda). Esta es la sinopsis histórica de su evolución arquitectónica en Románico digital:
"A modo de resumen, podemos decir que la construcción sobre la que la infanta Cristina fundó el monasterio por el año 1024 debió de continuar básicamente la estética y las formas de los templos altomedievales conocidos en Asturias. Esta primitiva construcción, tras la vinculación del monasterio a Cluny en las primeras décadas de la centuria siguiente, fue sustituida poco a poco para adaptarse a las nuevas costumbres y usos de la orden benedictina, de forma que, mediado el siglo XII comenzaría la construcción del claustro, que se extendería hasta los primeros años del siglo XIII, y quedaría inconcluso. Sería también en estos años o poco tiempo antes, cuando se inició la transformación de la iglesia, siendo sustituido el templo primitivo por una construcción acorde con las necesidades de la orden y siguiendo los modelos imperantes en el momento. Tras la construcción de la iglesia y del claustro, en torno al que sabemos que se disponían, al menos, un dormitorio común y un refectorio, durante la Baja Edad Medía (siglos XIV y XV), el estilo románico deja paso a las fórmulas góticas, de forma que entre la el templo y el mencionado claustro, respondiendo a las inquietudes espirituales del momento se construyeron en Cornellana, un sencillo arcosolio y una interesante capilla funeraria que apuntan a maneras protogóticas, similares a la que podemos encontrar en la Capilla de los Alas de Avilés. Con estas estructuras se mantendría la institución por un largo período de tiempo, épocas de decadencia y declive que durante los últimos años de la Edad Media y primeras décadas de la Edad Moderna sumieron al monasterio en una profunda crisis de la que no consigue salir firmemente hasta que, como hemos visto, en la primera mitad del siglo XVI pasa a depender de la Casa Benedictina de Valladolid, iniciándose un nuevo período de su historia y una nueva transformación de las dependencias monásticas. Así, en la segunda mitad del siglo XVII se inicia la reforma de la iglesia románica, adaptándola a los nuevos gustos de estética barroca y anteponiéndole una fachada de inspiración clasicista. No mucho tiempo después se continuó la transformación con la construcción de nuevas dependencias, encabezadas por la fachada del monasterio con tintes palaciegos, y ya en el siglo XVIII la sustitución del claustro medieval por el actual claustro barroco."
Su aspecto original, en tiempos de la infanta Cristina, hubo de ser muy diferente al actual pues, según se entresaca de las noticias existentes y de otros de la época, se parecerían más a una casería que a lo que hoy entendemos por monasterio. Así lo leemos en Las historias de Santueña de Emilio de Vicente:
"Estos monasterios mantienen en su mayoría las pautas establecidas para las anteriores villas romanas ya que se trataba de explotaciones de tipo agropecuario. Se unieron en ellos dos finalidades: La espiritual y la económica, como también en los monasterios benedictinos posteriores. Por esta razón su apariencia no era diferente en lo sustancial de la de una granja (cuadras, granero, etc) añadiéndose las dependencias necesarias para la vida comunitaria tales como el dormitorio, el refectorio y también una pequeña capilla u oratorio.
Los diferentes recintos se ordenaban alrededor de un patio, como era habitual en las villas romanas. El conjunto se cerraba con una cerca, para asegurar el aislamiento físico del mundo por parte de los miembros de la comunidad. En esta cerca se abrían dos puertas: la de la entrada o principal, y la que comunicaba con el huerto. En conjunto esta disposición general, con los diferentes recintos ordenados en torno a un claustro, es la que se mantuvo siempre en las plantas de los monasterios de todas las órdenes."
Y aquí tenemos otra soberbia vista del antiguo monasterio con sus edificios claustrales, las torres barrocas y románica y las paredes de su viejo granero, en el que recibían los tributos de su extenso coto, el cual, recordamos, no quedó integrado en el concejo de Salas hasta 1827 y que comprendía a mediados del siglo XVIII 8.791 días de bueyes según el Catastro de Ensenada, lo que vienen a ser unos 12,5 km2 aproximadamente. En el siglo XVI hubo un primer malogrado intento desamortizador:
"En 1579 se consideró la venta del coto por parte de Felipe II, el abad elevó un memorial a la corona solicitando el mantenimiento del status quo amparándose en ser fundación privada del conde Don Suero, y los problemas económicos para el cenobio. El concejo de Salas pretendía su integración. Al final, se falló hacia el monasterio y el abad solicitó que Salas pagara las costas de la averiguación solicitada desde Madrid en 1581."
Hasta 1543 también poseían Ranón y La Arena, en la desembocadura del río Nalón, vinculados al entonces más extenso concejo de Pravia. Esta demarcación fue vendida por los religiosos, muy probablemente por los apremios económicos derivados de las deficiencias ya mencionadas, al contino de Carlos V Gutierre González de Cienfuegos, hijo y heredero del contador Rodrigo de la Rúa, por 250 ducados de oro, y una generación más tarde entraron en propiedad de la casa de Miranda."
"En los siglos XVII y XVIII Cornellana, como ocurriría también con la mayoría de los monasterios asturianos, protagonizó su etapa de mayor esplendor y bonanza económica, algo que tuvo su reflejo en la monumentalización del edificio siguiendo los cánones barrocos del momento. Sabemos, por ejemplo, según el balance de ingresos y gastos presentado al Capítulo General de 1785 durante el abadiato de Fernando Prada, que el monasterio ingresó ese año 323.045 reales y gastó 326.767.Era por entonces cuando el cenobio acogía una ocupación más elevada en toda su historia. Según el Catastro de Ensenada residían en 1752 en Cornellana 20 religiosos. Trece años después, en 1765, la «Estadística» del obispo González Pisador contabilizaba 15 sacerdotes y un lego. Y cuatro más tarde, en 1769, el Censo de Aranda apuntaba la presencia de 15 religiosos y 11 sirvientes (Dongil 2012: 122-132). De la síntesis de estas cifras se puede estimar que en la segunda mitad del siglo xviii habitaban en nuestro monasterio entre 15 y 20 religiosos, entre sacerdotes y legos, y alrededor de una decena de criados. Un total de 30 personas por tanto que residían en el edificio monástico, al menos tal y como se consigna en los recuentos oficiales, los cuales se quedarían por debajo probablemente de la cifra real. De hecho, en 1787 el Censo de Aranda contabilizaba una cifra aún mayor y más detallada, con 27 profesos, 2 novicios, 2 legos, 7 criados y 4 niños. 42 almas en total. En el momento de su desamortización contaba con 24 monjes.Este impulso a la vida en el monasterio se debía en buena medida a la recuperación del noviciado, el cual se había perdido en las décadas anteriores. Así, desde el siglo XVII y hasta su desamortización, Cornellana recibirá regularmente novicios, siendo con Corias los dos únicos monasterios benedictinos en Asturias que contaban con noviciado propio."
"En torno al monasterio orbitaba una población laica de servicio, que aparece descrita en el catastro de Ensenada, y a quienes pagaba las denominadas soldadas: «quince ducados al mancebo de la botica; cocinero del convento; al ayudante de cocina, dos mozos de mulas, dos carreteros, tres muchachos de sacristía a quienes se les daba de comer y 10 ducados al año, el sacristán, el pastor de los carneros, el cirujano, la panadera, las lavanderas, el correo, el proveedor de pescado de la mar, la proveedora de huevos, el hortelano en cargo de la huerta del convento, el abogado, un doctor, dos procuradores y un escribano»
"A mediados del siglo XVIII el coto monástico contaba con 12 núcleos de población, con un total de 116 vecinos. Su extensión era de 8.791 días de bueyes. El producto de las tierras del monasterio se estimaba en 18.111 reales, el de un molino harinero en 330 reales, la renta de casas y hórreos le repercutía 22 reales, la utilidad de la botica 500 reales, los foros perpetuos 257 reales, y los vitalicios 844 reales. Percibía 200 reales por cenas de cuaresma y 193 reales por aniversarios. Los censos suponían 250 reales. Los derechos de vasallaje 29 reales. Y los de pesca en el río 120 reales. Pertenecían al monasterio los diezmos (4.025 reales) y primicias (363) de la parroquia de San Juan de Cornellana (Fuentes 2020). Asimismo, el monasterio ostentaba el beneficio de las iglesias de Santa María de Alaba, Santiago la Barca, San Juan de Godán, San Miguel de Linares, San Vicente de Salas, Santa María de Cermoño, San Félix de Villamar, San Vicente de La Espina, Santullano de La Silva, Santiago de Biescas y Santiago de Villazón, «en el conzejo de Salas», Santa María de Fenolleda en Candamo; San Miguel de Luerzes y Santa María de Ballota en Pravia, Santa María de Barrio de Cuña en Teverga.La riqueza generada por este dominio monástico tuvo su repercusión en la monumentalización del edificio, bajo los criterios litúrgicos, funcionales y arquitectónicos de la Congregación vallisoletana y siguiendo los parámetros propios de la arquitectura barroca, tal como estaba sucediendo por entonces en la mayoría de los cenobios asturianos. De esta manera, entre la segunda mitad del s. xvii y hasta mediados del s. xviii se acomete el más importante proyecto de ampliación, reforma y creación de nuevos espacios acontecido desde la construcción de la iglesia y el claustro románico; duplicándose la superficie del monasterio mediante las reformas en el claustro central y la construcción de dos patios de servicio. De esta manera, Cornellana alcanzaba una planta edificada que le permitiría alojar holgadamente a la comunidad de monjes (entre 15 y 20), al noviciado, a los criados, así como recibir y hospedar a las habituales visitas, tanto de monjes de otros monasterios, como de laicos –el más destacado, Jovellanos–, como las propias visitaciones del obispo. Al respecto tenemos una curiosa referencia de la visita del prelado ovetense Tomás Reluz (1697-1706) según la cual: «visitando su Ilustrísima la Villa de Cornellana, se aposentó en el gravísimo Convento de San Benito, oy está Abad de esta Monasterio el Reverendísimo Padre Fr. José Crespo, quien tuvo a la sazón orden de asistir a su Ilustrísima, y testifica la grande edificación que causó el Religioso porte de el señor Reluz, entre los monjes parecía su Ilustrísima uno de ellos, ni su hospedaje alteró un ápice el regular orden de aquella gravísima Comunidad, ni el señor Obispo dexó de vivir con el mismo sosiego que en su Palacio. (…) un día deseó de ver pescar las truchas en aquel río, que está vecino al Convento».Este ciclo de grandes reformas del edificio se inició por el templo. Sobre el dintel de su portada está grabada la fecha de 1678; año en el que se concluyeron un conjunto de reformas que afectaron a la iglesia románica, entre las que destacan la construcción de una fachada-telón barroca, superpuesta al imafronte románico y rematada por dos torres gemelas.La fábrica de esta nueva fachada supuso el replanteo de una nueva cimentación para los pies de la iglesia. Gracias a la excavación de un sondeo en 2001 supimos que la zanja de la zapata alcanzó la superficie de la terraza fluvial, cortando los enterramientos medievales de tumbas de lajas. A su vez, con esta reforma se arrasaron parcialmente algunas de las cimentaciones de la fábrica medieval, que posiblemente conectaban la iglesia y el claustro o que conformaban un probable pórtico funerario situado originalmente a los pies de la iglesia románica".
La posibilidad, entonces, que la elaboración del pan, al que se dedicaban grandes terrenos de cultivo, tiempo y recursos (plantar, recoger, moler el grano en los molinos, traerlo de vuelta, hacerlo en casa...) se hiciese innecesaria en las caserías, al poder llegar a ellas a diario y recién hecho desde las tahonas, lo que permitiría al agro asturiano, como al de gran parte del norte, a especializarse en prados de siega y pasto, sobre todo para ganado vacuno, suministro de carne y leche a la muy creciente demanda de las también crecientes ciudades y áreas industriales
Ello llevó a la desaparición de muchos molinos, hórreos y paneras de la secular cultura cerealística campesina. Siguió plantándose maíz, pero ya no para grano panificable sino como planta forrajera para el ganado, como el que pasta en la antigua finca monacal, al lado del muro de la Plaza de la Leña, tras la que vemos la casa de La Panadería
Asoma, también allí, el edificio de La Panadería, que por su nombre tiene una relación directa con esta antigua cultura del pan, base de la alimentación campesina y popular y del pago de diezmos a los monasterios (entre otros productos) tal que este que, de un momento de máximo esplendor, pasaría en pocas décadas a la decadencia y extinción, explica Álvarez-Busto:
"Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Cornellana arrancó el siglo XIX en uno de sus momentos de mayor riqueza y pujanza de su dilatada trayectoria. Su señorío monástico, aun con sus sombras, era una historia de éxito. A lo largo de la centuria anterior la multitud de propiedades que tenía arrendadas, junto con los derechos y beneficios eclesiásticos que ostentaba, le habían venido aportando unas holgadas rentas que se habían traducido, entre otras cosas, en una considerable monumentalización de la arquitectura monástica, tal y como acabamos de ver en los capítulos anteriores.Lamentablemente esta edad dorada duraría poco. En 1809 el edificio sufrió la ocupación de las tropas francesas; en 1820, durante el trienio liberal, una primera ocupación temporal con intención desamortizadora, y en 1835, la exclaustración definitiva con el decreto del ministro Mendizábal . Desde entonces y hasta nuestros días, el monasterio ha pasado por no pocos avatares, sirviendo como fábrica, escuela o cuartel; a lo que hay que sumar décadas de abandono, expolio continuado y desidia generalizada. Inexorablemente, todo ello lo fue convirtiendo en el desnudo edificio que podemos apreciar en la actualidad, no sin tristeza y nostalgia, con la salvedad hecha de la iglesia y la sacristía que, aun estando en mejores condiciones que el resto del conjunto, continúan demandando algunas imprescindibles intervenciones restauradoras. De esta manera, cuando en la actualidad uno recorre las pandas y las dependencias monásticas se encuentra con paredes descarnadas y con salas despojadas de cualquier tipo de amueblamiento y que, en la mayoría de los casos, han perdido sus tabiques y compartimentaciones interiores. El vacío lo invade casi todo. En estas condiciones, con tan escasos vestigios materiales a la vista, resulta extremadamente complicado tratar de identificar aquellos usos y funciones que tenían cada una de estas salas en la etapa final del monasterio, aun cuando recurramos a un empleo combinado y cruzado de la información proporcionada por la documentación escrita y la arqueológica; y, en el caso concreto de Cornellana, aún falta mucha arqueología por hacer al respecto. Así todo, allí donde se ha podido realizar, nos ha permitido identificar algunas dependencias como la cocina, el refectorio o la despensa, así como intuir la ubicación de otras como la bodega o el granero."
"Las venerables piedras del Real Monasterio de San Salvador de Cornellana, que atestiguan ahora mil años de historia, albergaron una comunidad monacal desde aquel lejano 31 de mayo de 1024 en que un grupo de monjes que se regían por la regla de San Benito optó por una vida cuya hoja de ruta era el silencio de la oración y el trabajo bajo el apotegma «ora et labora». Ese hábito rutinario, segunda naturaleza para aquellos benedictinos, vio turbada su habituación más de ochocientos años después cuando las circunstancias históricas, sociales y políticas nada tenían que ver con las del alto medievo que vio erigir el monasterio. En el siglo XIX se produjo el desmantelamiento de este enclave espiritual quedando reducido a algo tan prosaico como es una mantequería.Antes, en 1827, desapareció jurídicamente el coto de abadengo de Cornellana, pasando a formar parte del ayuntamiento de Salas. El contexto que permite entender el acto jurídico de la desamortización del convento de Cornellana, como acto que implica que el cenobio pasa a manos del Estado y este lo vende a un particular que al adquirirlo lo transforma en un bien libre, es el escenario de la quiebra económica arrastrada en España desde tiempos anteriores, como el de Carlos IV y herederos posteriores. Para ello han de tenerse en consideración distintas decisiones políticas y conflictos: la mala política exterior de lucha en favor de Francia contra Inglaterra; el posterior enfrentamiento bélico contra Francia por la ocupación napoleónica; o la lucha contra las colonias latinoamericanas en su proceso de independencia. Todo esto abocó a la España de entonces, atrasada agrícolamente, hacia una importante deuda que había que sanear. Las medidas que se tomaron cobran relieve en el periodo de implantación del liberalismo político en España.Previo a la desamortización de Mendizábal, durante el Trienio Liberal, este monasterio ya había sido objeto de desamortización y exclaustración por la Ley de conventos y monasterios de 25 de octubre de 1820. Así, en el monasterio salense hubo una exclaustración el 6 de noviembre de ese año. Como consecuencia de ello, según el Archivo Histórico Nacional, solo quedaron en el monasterio, realizando el inventario, el abad Juan Negueruela, el contador de la Aduana de Avilés, Antonio Morón, y el Comisionado por el Crédito Público, Juan Díaz Sala, finalizando sus tareas en septiembre de 1821. Posteriormente, en 1822, fueron subastadas en la villa de Salas, para amortizar la deuda nacional, setenta y siete tierras, erías, prados y huertas del dominio del monasterio en la parroquia de Godán (Crédito Público 1822) Las causas de que el gobierno pusiera su mirada en este tipo de inmuebles provenían de época de Jovellanos que, preocupado por las condiciones de la tierra y su trabajo así como por la pobreza de Asturias, afirmó: «monasterios e iglesias son casi los únicos propietarios de Asturias»
"En medio de esta situación política y económica empiezan a publicarse decretos desamortizadores. El 29 de julio de 1835, con un Álvarez Mendizábal recién llegado al Ministerio de Hacienda, la Reina Gobernadora María Cristina decreta la supresión de monasterios con menos de doce profesos (Gaceta 1835). Poco después, el Real Decreto de 11 de octubre de 1835 suprime todos los monasterios de órdenes monacales (Gaceta 1835). Los efectos de estos decretos son inmediatos para el monasterio de San Salvador y así el convento de Cornellana fue abandonado por sus diecinueve frailes un mes después, el 12 de noviembre de 1835, siendo el último abad Fray Joaquín Álvarez, quedando abierta al culto la iglesia hasta su subasta. Meses después, el 19 de febrero de 1836 la Regente María Cristina, oído el consejo de ministros, entre ellos Mendizábal, promulga un Real Decreto declarando en venta todos los bienes que hubieran pertenecido a los conventos suprimidos, afectando al de Cornellana (Gaceta 1836). Estas medidas legislativas se justificaban esgrimiendo razones como el beneficio para el Estado, para las familias de la nación, o para las comunidades religiosas, para saldar la deuda pública con los acreedores (Gaceta 1836). Ulteriormente, el 1 de enero de 1837 la Junta de Desamortización de Asturias publica los expedientes de remate de Bienes Nacionales, figurando el monasterio de Cornellana. En este escenario resulta ilustrativa la información sobre adjudicaciones por remate de bienes del monasterio en 1838 (Boletín 1838) figurando 59 tierras, prados, huertas adjudicadas a particulares, destacando Nicolás Fernández Cabañas como comprador en bastantes adquisiciones para José Fernández. Finalmente, durante la regencia de Espartero, el 9 de diciembre de 1840 se decretó la venta de todos los edificios que sirvieron de monasterios, y consecuentemente el de Cornellana (Gaceta 1840). Sea como fuere, los sucesivos gobiernos procedieron subastando y enajenando los bienes conventuales hasta llegar al momento concreto del edificio monacal".
Otra preciosa estampa de 'las tres torres de Cornellana', restauradas. El proceso de deterioro del cenobio empezó rápidamente a partir de la exclaustración. luego llegaría la malograda mantequería, fracasada empresa cuya caída propició la compra del edificio por la diócesis, pero no volvería a ser convento, aunque la iglesia pasaría a ser la parroquial de San Juan Bautista :
"Durante el gobierno moderado de Narváez se consumará la enajenación del cenobio benedictino. El estado del monasterio en el momento de la subasta (1844), de acuerdo con el Boletín Oficial de Oviedo, presentaba un aspecto de deterioro generalizado, pero zonas como la fachada norte, el patio y las cornisas conservaban buen estado y demostraban buena arquitectura. Junto al edificio entra en la subasta el lagar, la casa de la panadería –muy destruida–, las cuadras muy hundidas y un solar. Todo ello fue tasado por la contaduría del ramo, como apuntan los la de doscientos cinco mil reales, al vecino de Salas José Onofre López Argüelles.De resultas de la subasta la Junta Superior de ventas nacionales declaró a Onofre López adjudicatario con efectos del 6 de diciembre de 1844. El pago se realizó en dos plazos en deuda sin interés. Onofre López delegó en la persona de Cristino González para que en su nombre presentase las dos cartas de pago, la primera de ellas por un montante de 105.000 reales con fecha de 27 de diciembre de 1844, y la segunda carta de pago la entregó Victoriano Argüelles por valor de 100.000 reales finiquitando el pago total de la adquisición, un año después en Oviedo. López Argüelles pasaba por ser uno de los mayores adquirientes de posesiones vinculadas al monasterio de Cornellana, tales como dominios públicos, fincas, tierras y otros elementos similares pertenecientes al monasterio de San Salvador, como lo muestran los documentos archivísticos del Principado con diversas adquisiciones a lo largo del año 1844, incluso meses antes de pujar favorablemente por el edificio monacal. Este modus operandi de Onofre López significaba que, casi con toda probabilidad, compraba las propiedades subastadas para ceder, y una prueba de ello es la gran cantidad de dominios directos que llevaban otros particulares en arriendo y que eran comprados por él. En no pocas ocasiones son otras las personas que adquieren el bien, pero el destinatario es José Onofre, tal como recoge el Archivo. La adquisición de este vecino salense tuvo por consecuencia la transformación del edificio conventual en una industria de mantecas que resultó no ser exitosa. Como consecuencia del fracaso empresarial, la diócesis ovetense volvería a adquirir el monasterio en 1878, pero ya no fue convento y sí iglesia parroquial".
Allí nació el 24 de octubre de 1943 José Luis Rodríguez García, Pepe'l Molín, prestigioso cantor de la Misa de Gaita que se celebra en muchos pueblos en actos de resonancia y en las fiestas patronales o sacramentales. De él hablamos ampliamente en la entrada de blog dedicada a la localidad de Cornellana
"Las obras más importantes se ejecutaron sobre la torre «románica, que, por hallarse en ruinas, así lo requería» –corrección de desplomes, inyección de mortero fluido en grietas y nueva cubierta– . Fue una intervención propia de la época: restauración de lo que se pudo y reconstrucción y rehabilitación con las técnicas constructivas tradicionales (madera y teja) de aquello más deteriorado.El proyecto de Mercadé dispuso una estructura metálica sobre zuncho de hormigón en la iglesia, las torres y el ala este del claustro; encima apoyó paneles de uralita, teja y mortero bastardo de cemento, cal y barro con aprovechamiento de parte de la teja existente. Subdividió las dos aguadas de la cubierta de la iglesia en cuatro faldones, hecho que creó importantes problemas: grietas, mala evacuación del agua pluvial y filtraciones al interior, aparte de la aportación de materiales constructivos inadecuados en un edificio histórico. Es buen ejemplo de actuación heredera del desarrollismo: rehabilitación con una solución novedosa que generó nuevos problemas.Los proyectos de Rodríguez Noriega Vizcayno (1982, 1984, 1985) fueron actuaciones parciales, escasas de presupuesto, limitadas a intentar subsanar los problemas de la intervención anterior y pequeñas mejoras. Más ambicioso fue el proyecto de Cuenca y Hevia (1988) que supuso una limpieza intensa de interior del claustro y de la iglesia, una nueva iluminación, arreglos de la cubierta y reparación el pavimento de la iglesia, pintado de las bóvedas y paramentos, reparación de la tarima del coro y las porterías con madera de castaño.A partir de 1997 se planteó un plan director redactado por Salustiano Crespo. Sus objetivos principales fueron la restauración integral del complejo como albergue de peregrinos y dependencias parroquiales (panda oeste y plazuela de la leña), centro de documentación del Camino de Santiago (claustro bajo) y hospedería (claustro alto y plazuela del granero). Esta propuesta no respetó la distribución interior histórica del antiguo monasterio y su ambición fue hija de la época del boom inmobiliario y los fondos europeos. Desde la perspectiva actual cabe preguntarse para qué se necesita ese centro de documentación y quién lo va a sostener. (...)En 2001 Salustiano Crespo redactó un proyecto básico y de ejecución para la rehabilitación del monasterio que se actualizó en 2007 y 2008; llegó a ser licitado por el Ministerio de Fomento en 2011 por 5,8 millones de euros, pero careció de fondos para su ejecución en 2012.Por encargo del Principado de Asturias, Macario Luis González Astorga suscribió en 2014 el proyecto de reconstrucción de las cubiertas como desarrollo de la primera fase del proyecto anterior, por un valor de 1,8 millones. En él se diseñó una armadura de cubierta laminada para sustituir tanto la antigua (pandas norte y sur) como la diseñada por Mercadé (panda este), la cual se apoyó sobre un zuncho de hormigón armado. El plan director había previsto recuperar la armadura de madera en la iglesia y las torres, pero ya el proyecto de 2001 optó por mantener la estructura metálica y los faldones escalonados de las naves de la iglesia, «dado que la intervención estética podría provocar deformaciones estructurales de mayor importancia que el objetivo estético perseguido» (Crespo 2001). Durante las obras, Clara Rey Stolle (2015) redactó un proyecto modificado para recuperar los dos faldones en la cubierta de la iglesia, subsanar así los problemas de la mala evacuación del agua de lluvia y asegurar la estanquidad del edificio. Se restauraron todas las piezas de madera tallada del alero que fue posible y se techó con teja árabe nueva, colocada con gancho para minimizar los problemas crónicos de falta de mantenimiento en los edificios propiedad de la Iglesia. Por lo tanto, estos trabajos combinaron la rehabilitación (nueva estructura) y la restauración (alero), criterios más respetuosos (recuperación de elementos originales, uso de madera y teja) y más impactantes (hormigón armado).José Javier Felgueroso Carrascal abordó el proyecto de ejecución de las obras de consolidación estructural y cerramientos de huecos exteriores para el mismo órgano autonómico en 2017, consistente en reponer los forjados de las pandas del claustro, restaurar el suelo del piso alto del deambulatorio, reponer las carpinterías de toda la envolvente y enlucir los muros exteriores de mampostería por un total de 1,7 millones de euros. Asumido el coste por el Ministerio de Transportes, en 2020 se completó la propuesta con la previsión de restaurar los enlucidos decorados de las pandas este y oeste, según planteamiento suscrito por Carlos Nodal Monar. De nuevo, convivieron soluciones conservadoras y novedosas: restauración de enlucidos, reposición de elementos volados de piedra, carga de la mampostería, carpinterías de madera, frente a forjados de hormigón armado sobre chapa metálica autoportante. Este proyecto se inició en julio de 2023 con un plazo estimado de dieciocho meses.En lo que atañe a los estudios históricos y arqueológicos que hoy consideramos imprescindibles en cualquier proyecto de restauración, las intervenciones antiguas no los tuvieron ni se los plantearon. Las primeras excavaciones se realizaron con motivo de los trabajos dirigidos por Hevia y Cuenca (Martínez 1988). La redacción del plan director se acompañó de estudios históricos coordinados por Juan Ignacio Ruiz de la Peña y sondeos dirigidos por Gema Elvira Adán Álvarez con varios profesionales (1997, 1998, 1999, 2000, 2002). Por una parte, todos estos trabajos se caracterizan por ser subsidiarios de las obras concretas planteadas y por partir de enfoques dependientes de la metodología prehistórica; es decir, se echa de menos el objetivo claro por relacionar el subsuelo con las estructuras aéreas y de guiar la redacción de los proyectos arquitectónicos. Por otra parte, el plan director y los proyectos siguientes apenas tuvieron en cuenta los nuevos datos arqueológicos.Sin embargo, en los últimos años se ha empezado a subsanar esta faceta. Destaca el esfuerzo de documentación histórica del proyecto de Rey Stolle (2015) para justificar la recuperación de los dos faldones unificados en la cubierta de la iglesia. Con motivo de estos trabajos, el Servicio de Patrimonio Cultural del Principado de Asturias promovió una lectura de paramentos de todo el complejo (García 2015, 2016, 2020; García et al. 2018), que el proyecto de Felgueroso (2017, 2020) asumió como punto de partida para definir sus propuestas. Asimismo, en 2016 ese mismo órgano autonómico promovió la limpieza arqueológica y la documentación exhaustiva de los restos conservados en la cocina y la despensa del monasterio, espacios de servicio singulares, ya que apenas hay datos sobre los mismos en el resto de cenobios asturianos (García Álvarez-Busto 2016, 2018).La historia de la restauración del monasterio de Cornellana sigue en marcha. Es imprescindible actualizar el plan director a la realidad de la sociedad actual, con menos medios económicos disponibles, de forma que se garantice la conservación de sus espacios históricos. Debe plantearse la excavación arqueológica en área de la esquina noreste del claustro y la panda oeste, cuyas cotas sobreelevadas y su configuración arquitectónica evidencian la presencia de restos de interés. En el deambulatorio del claustro bajo hay que restaurar el pavimento y las yeserías que decoran sus bóvedas; en el claustro alto se debe recuperar las pinturas ocultas; en la iglesia está pendiente sacar a la luz toda la decoración pictórica antigua, restaurar los retablos y los muebles de la sacristía. Aprendamos de los desarreglos para realizar un arreglo sensato."
Conviene decir que, aparte de la iglesia como parroquial ya desde el siglo XIX, la primera zona del monasterio que tuvo un uso operativo y continuado fue la de la Plaza de la Leña con el albergue de peregrinos. En base a ello, se sucedieron los proyectos para dar vida al cenobio una vez rehabilitado, muchos vinculados al Camino de Santiago y a los alojamientos de peregrinos y no peregrinos. En el verano de 2024 se comienza la redacción del Plan de Usos, recogido así en esta noticia de La Voz del Trubia:
"La consejería de Cultura dio ayer el pistoletazo de salida a la redacción del Plan de Usos del monasterio de Cornellana, con una reunión en la que participaron la consejera, Vanessa Gutiérrez; el alcalde de Salas, Sergio Hidalgo; la concejala de Cultura, Ana Pérez Feito, y representantes del equipo de arquitectos que redactará el estudio. El proceso de redacción de este Plan han sido consensuado entre la Consejería, el Ayuntamiento y el Principado, pese a las diferencias entre el equipo de gobierno local y el regional, por la no inclusión del monasterio en la negociación del Principado con la Red de Paradores de España. El proceso que se abre ahora es «de carácter técnico», para estudiar los distintos espacios del monasterio y analizar qué usos son compatibles con su protección y sus características arquitectónicas. «La idea de que el Monasterio albergue un parador nacional por supuesto que permanece pero como todos sabemos es algo que tiene que ser apoyado desde Paradores Nacionales. Sería un motor económico muy importante para toda la comarca además de garantizar el mantenimiento del Monasterio. Al final lo que todos queremos es ver el Monasterio finalmente con una rehabilitación integral y una propuesta que garantice su futuro», valora Pérez Feito".
Ángela Rodríguez daba de esta manera la noticia de la conclusión de otra campaña de rehabilitación en el diario La Nueva España del 16-2-2025:
"Ahora se puede pisar por todos sitios, recorrer todas las estancias", cuenta Ana Pérez, tenientede alcalde del Ayuntamiento de Salas, desde el monasterio de San Salvador de Cornellana. Lo relata como un hito, porque lo es. Porque, del cambio, "casi no se reconoce" el inmueble, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 2015 y que hace tan solo diez años estaba en riesgo absoluto, incluso de derrumbe. La historia ahora, por fortuna, es muy diferente. Y LA NUEVA ESPAÑA ha podido comprobarlo, desde las entrañas de la abadía salense, ya terminada la segunda fase de restauración.
"La verdad es que es increíble. Queda mucho, pero ya se ven los cambios", señala el alcalde, Sergio Hidalgo, pisando la madera de castaño que luce en los anchos pasillos del primer piso. Los balcones, los forjados, las ventanas al claustro, todo refulge nuevo, y a la vez ayuda a imaginarse mejor lo antiguo. Aquellos tiempos en que el monasterio estaba habitado y los religiosos recorrían las mismas estancias que hoy contemplan Hidalgo, Pérez y Pablo León, director general de Patrimonio del Principado de Asturias.
No es un secreto que, en la vega del Narcea, la ubicación del monasterio de Cornellana es privilegiada. En un cruce de caminos por el que pasa la ruta jacobea Primitiva y también el Camín Real de la Mesa, la suerte le viene también por el propio pueblo que lo rodea. Unido bajo la plataforma "Salvemos la Iglesia y el Monasterio de Cornellana de la ruina", el vecindario luchó por su patrimonio, llevando sus quejas a la misma Junta General del Principado, y no paró hasta conseguir que la colosal abadía salense celebrase su primer milenario en pie y en las mejores condiciones posibles.
"Estamos muy contentos porque no se pierda esta joya. Agradezco a la Administración el esfuerzo económico por mantenerlo en pie. Y confío en que se le de la mejor salida para el bien común", apunta el párroco de Cornellana, Arturo García. Sobre el apoyo vecinal, León reconoce "que la gente se volcó". "Cuando el acta fundacional volvió, la gente aplaudía. Fue emocionante", recuerda León sobre la llegada, el pasado noviembre, del pergamino milenario. También fue un hito. El documento llegó desde el Archivo Histórico Nacional de Madrid después de casi doscientos años fuera de la región, y puede no ser el último trozo de historia monástica salense que se exponga en Cornellana.
"Por el momento no está decidido si volverán restos que se han hallado en el monasterio, porque depende de las condiciones que se den para su conservación, pero es seguro que habrá un espacio para la Cultura y para que la ciudadanía disfrute de ella", señala León. Aunque, por el momento, no se avanzan detalles del plan de usos futuros, el director general confirma a LA NUEVA ESPAÑA que ya hay una propuesta que se trasladará al Ayuntamiento de Salas muy pronto. Será el Consistorio quién termine las conversaciones con el Arzobispado, propietario del inmueble y con quien, paralelamente, mantiene un convenio de cesión de uso.
Tras una primera restauración, impulsada por el Gobierno regional entre 2014 y 2016 (donde se abordó la reposición de las cubiertas, con más de un millón de euros de inversión), los trabajos de la segunda fase se iniciaron en junio de 2023. En este caso, financiados por el Ministerio de Vivienda, se centraron en "la consolidación estructural de las fachadas y de los forjados de techo de las plantas bajas y primera, además del cerramiento de los huecos exteriores de fachada, la restauración del solado de madera de la planta primera del claustro y la conexión entre el cuerpo superior de la sacristía y la crujía este del monasterio", detalla Delegación del Gobierno.
Las siguientes mejoras, la tercera fase, dependerán ahora, directamente, de los usos futuros que se pacten, entre los que sigue teniendo fuerza la idea del parador. Tanto en Oviedo como en Salas esperan que, si no hay contratiempos, este mismo año haya también nuevo proyecto para continuar con la ansiada restauración".
Más allá, las casas del Molín de Baoño y los montes de Las Dorigas, que formaron parte del coto de Cornellana, donde se halló, en El Castiellu, la estela funeraria de Pelsina, 'la reina de las Dorigas', a la que nos referíamos al principio de esta entrada de blog y en la dedicada al paso del puente de Cornellana en La Rodriga
La Plaza de la Leña y el albergue de peregrinos, con la galería del monasterio y, enfrente, el antiguo llagar y gallinero
Precioso paisaje de la vega del Nonaya en la que se asienta Cornellana, con la mayor parte de las casas a lo largo de la Avenida Fernández Pelló, tramo urbano de la N-634, antigua carretera Oviedo-Villalba, también conocida como carretera de Galicia o del Occidente
Y es que, a una curva cerrada sigue otra. Allá arriba vemos las señales de la Autovía A-63 Oviedo-La Espina, cuya construcción afectó muy seriamente al Camino de Santiago, cortándolo en varios puntos, lo que obligó a idear itinerarios alternativos, siendo este uno de ellos
Aunque no hay arcén ni vereda peatonal la calzada es, al menos, bastante ancha. Seguimos subiendo aunque más suavemente
Pasamos ahora bajo la autovía para, al otro lado, pasar al pueblo de Sobrerriba o Suburriba por donde continúa el Camino de Santiago rumbo a Salas, la capital del concejo, a unos diez kilómetros escasos de aquí. Pero antes recorreremos varios pueblos del valle del Nonaya, como Llamas y Quintana, en la parroquia de Villazón, o Casazorrina, en la de Villamar, con muchas cosas que ver, conocer y visitar...













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