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miércoles, 6 de junio de 2018

DE EL PADRÚN A OLLONIEGO (ASTURIAS) BAJANDO AL VALLE DEL FAYÉU ANTE LA MORTERA Y EL CASTILLO DE TUDELA

Últimas casas de El Padrún, ya en la parroquia ovetense de Olloniego, bajada al valle del Nalón

Siguiendo la antigua Carretera Castilla, actual AS-375 y, hasta hace unos años, AS-242, el Camino de San Salvador deja el concejo de Mieres para entrar en el de Oviedo/Uviéu al llegar a las últimas casas de El Padrún, a 385 metros de altitud, tras subir La Cuesta la Rebollá. Esta carretera sustituyó a partir del siglo XVIII al viejo camín real, antes vía romana de La Plata, la cual aprovechaba una senda prehistórica, milenario paso natural del valle del Caudal al del Nalón en las ancestrales rutas entre los puertos de la montaña y los de la costa, desde la meseta a los valles interiores asturianos y al litoral


La carretera, desde Mieres, ha sustituido al Camino en su mayor parte pero, hoy en día, con escasísimo tráfico, no presenta mayor inconveniente pues es, pese a sus curvas y subidas, y a pisar asfalto, muy placentera de caminar, ofreciéndonos paisajes sublimes la cuenca del Caudal y de la montaña central asturiana que ahora, al llegar a las últimas casas del pueblo de El Padrún, ya en términos de la parroquia ovetense de Olloniego, darán paso a los de la cuenca del Nalón. Así, tras coronar el Alto'l Padrún (385 m), pasamos frente a la sidrería La Casona del Padrún, cuya situación fronteriza destacaba el peridista A. Arce para el periódico El Comercio del 13-6-2021, donde se nos cuentan algunas curiosidades similares a tantos lugares limítrofes, estas agravadas en el tiempo del año de la pandemia:
"Félix Luis Sánchez, propietario de la Casona del Padrún, una conocida sidrería de la zona, cruza de concejo a concejo con cada servicio a la terraza. «Es gracioso y extraño, pero ya estamos más que acostumbrados, dentro del bar están en Oviedo, pero una vez fuera ya es Mieres», explica el hostelero.
En cuestión de tributos municipales, la Casona del Padrún depende de Mieres y, «lejos de las bromas clásicas, aquí se lleva con total normalidad». Sin embargo, fue durante el segundo estado de alarma cuando hubo más dudas. En materia de cierres perimetrales y restricciones específicas «acatábamos las normas que afectaban a Mieres, pero sí es cierto que nuestros clientes no sabían muy bien si podían entrar o no en el bar», señala el propietario."

Estas últimas casas de El Padrún son pues ovetenses y están estadísticamente vinculadas al núcleo de El Ventanín, nos dice el periodista y escritor Adolfo Casaprima Collera en su Diccionario Geográfico del concejo de Oviedo, señalando que el "topónimo indica el carácter de puerta o paso que supone el lugar para acceder a Oviedo desde Mieres o para pasar el puerto del Padrún de camino a Castilla". De igual manera, el filólogo Xosé Lluis García Arias, en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos, explica que un antiguo posesor, Petronius o Patronius, daría nombre a El Padrún en época romana o altomedieval, aunque otros piensan en un aumentativo de 'piedra'


Aquí, la antigua Carretera de Castilla, luego N-630 y ahora AS-375, aunque popularmente siempre conocida como Carretera del Padrún, empieza a bajar hacia el valle del Nalón en esta parroquia de Olloniego, "que fue concejo propio e independiente desde el siglo XVII, con una hijuela, Santianes, refundiéndose posteriormente en el siglo XVIII en el concejo de Tudela junto con las parroquias vecinas de Manzaneda (que aportaba la hijuela de Naves), Agüeria y Box, e incorporándose finalmente a Oviedo por Real Orden de 29 de septiembre de 1857", nos dice Casaprima Collera en su diccionario


A nuestra izquierda El Llariegu y Casa la Escarpina, justo antes de la primera de las cerradas curvas de esta carretera en su bajada a Olloniego (tiene bastantes también subiendo desde Mieres, como hemos podido comprobar). Sigue contándonos de este núcleo así Casaprima Collera:
"La construcción de la carretera, antigua nacional a Castilla, convirtió El Padrún en estratégico lugar de paso, favoreciendo así un crecimiento del caserío que traspasó la frontera del alto (381 m) para descender por la vertiente ovetense del monte, donde se construyeron también viviendas y casas que, aún perteneciendo a El Padrún, deben ser consideradas ovetenses, pues geográficamente así se ubican (...). Este  caserío de la vertiente ovetense, estadísticamente vinculado a Ventanín, representa el lugarn situado más al sur del concejo de Oviedo. Se vincula el topónimo con un prado de grandes dimensiones."

Aquí lo adecuado es cruzar en algún momento posible la carretera a la derecha, cosa que hemos de hacer con la máxima atención ya que, aunque ya no es una vía principal, sigue teniendo cierto tráfico, sobre todo de residentes, vehículos de reparto y agrarios, y la curva carece de buena visibilidad


Únicamente, a la derecha, una señal de tráfico advierte a los conductores que los peregrinos cruzan en este complicado lugar. Echamos en falta señales lumínicas e incluso uno de esos pasos de peatones 'de botón' que han sido instalados en otros lugares similares en otros caminos


Ya en el margen derecho, una pequeña vereda pasada la señal nos permite apartarnos ligeramente de la carretera, que carece de arcén


E inmediatamente, dejamos la AS-375 a la derecha, viendo cuesta abajo los tejados de El Ventanín


Este desvío a la derecha se divide a su vez en dos: tomaremos el que baja a la izquierda, donde iniciaremos un rápido descenso directo a Olloniego, cabeza de la parroquia


Es el camino a Casares, otra de las aldeas de Olloniego, viendo al fondo la de La Mortera y otras, en la ladera de La Sierra Berrubia, que cierra por el norte el valle del río El Fayéu, afluente del Nalón y, por lo tanto, formando parte de su valle y cuenca minera, pues aquí estuvieron el Pozo Olloniego y Mina Vicentina, ya explotados a mediados del siglo XIX y que pasaron a Hulleras de Veguín, luego, en 1918 Hulleras de Veguín y Olloniego


Un mojón jacobeo, al pie de la señal a Casares, nos indica el camino a seguir; se trataría de un tramo del camín real que no desapareció con la construcción de la Carretera de Castilla entre los siglos XVIII y XIX, sino que se aprovechó como vía pecuaria y de comunicación local



De frente, al otro lado del valle, vemos El Picu Berrubia (545 m), que da nombre a esa serranía, y a su izquierda La Corona (465 m), también encima de La Mortera


Bajando un poco más veremos, aún más a la izquierda, El Picu Castiellu (450 m), uno de tantos picos con nombre igual o similar existentes en Asturias, el cual hace referencia a la existencia de castros astures que, en no pocos casos, como este, se transformaron en castillos en el medievo


Desde él se dominan los accesos entre los valles del Nalón y del Nora, divisándose al sur la Cordillera Cantábrica, comunicación con la meseta y, al norte, las cercanías de la costa, incluyendo por supuesto este Camino y, más en concreto aún, el disputado paso del Nalón que existe a sus pies


El Picu Castiellu ya sería un recinto fortificado astur, reaprovechado durante la romanización y sin duda empleado posteriormente, pues aparece citado en textos de los albores del Regnum Asturorum, Reino de Asturias o de los Ástures que, si bien en algunos casos, son extrapolaciones bajomedievales, permiten hacernos una idea de lo patente de su estratégica fortaleza durante siglos


El por entonces ya milenario recinto fortificado astur-romano sería rehecho como castillo por Ordoño I en el año 854 y cedido, según el dudoso Liber Testamentorum, o Libro de los Testamentos (disposiciones reales) en el año 857 a la catedral de San Salvador, junto con las iglesias de San Juan Bautista y Santiago, sitas "bajo el Castillo de Tudela", topónimo procedente del latín tutelam 'protección, defensa', que da nombre a las cercanas poblaciones de Tudela Veguín y Tudela Agüeria, situadas a sus pies al otro lado de la montaña, ribereñas del Nalón


En el año 893, Alfonso III lo donaría a San Martín de Astorga con la frase "en el nombre de Dios Alfonso, morando en el Castillo de Tudela, residente en el solio de la sede de Oviedo". Posteriormente, al ir desplazándose las fronteras del reino hacia el sur en la baja Edad Media, el Castillo de Tudela perdería su condición netamente defensiva ante ataques exteriores y sería fortaleza de control y dominio del territorio, siendo cedida su posesión a la nobleza, más o menos fiel al monarca, pero que en ocasiones sería su baluarte en rebeliones contra la corona, como enseguida vamos a ver


Así pasaría, junto con otros, a ser parte de los dominios del conde Gonzalo Peláez, del que sabemos pertenecía a una poderosa familia nobiliaria en tiempos de Alfonso VI de León, que es cuando empieza aparecer su nombre en la historia, luego relacionado con la hija y sucesora del rey, Doña Urraca, tomando partido por ella durante su enfrentamiento con su segundo esposo, Alfonso I de Aragón


En premio por su fidelidad, Doña Urraca encomendaría a Gonzalo Peláez el gobierno de buena parte de Asturias alrededor del año 1100, en concreto de las Asturias de Oviedo, su zona central y oriental, siendo mencionado como potestas, presidente, regente y luego conde. La Asturias occidental, desde La Cabruñana a Galicia, así como el territorio hasta El Bierzo y Astorga, eran de su primo, el también conde, y posteriormente su gran rival, Suero Bermúdez


Sin saberse muy bien el momento y el motivo, Gonzalo Peláez se rebela contra la reina, enfrentamiento que persistiría cuando esta muere en el año 1126 y seguiría en su empeño, junto con otros nobles, al acceder al reinado el hijo de Doña Urraca, Alfonso VII de León, pero al perdonar a los alcaides leoneses, que también se rebelaron contra él, tras conseguir doblegar las defensas de sus murallas, este gesto le atrajo su confianza, siendo a su vez perdonado y pasando al servicio del nuevo monarca.

Fuente: Tras la huella de Gonzalo Peláez, de J. Ángel Menéndez

Participaría entonces Gonzalo Peláez, junto con su primo Suero Bermúdez, en las campañas y treguas que enfrentaron al monarca con su padrastro Alfonso I de Aragón, llegando a ser alférez real en julio de 1131. Pero este cargo le duró poco, pues en marzo de 1132 se subleva contra el monarca junto con su pariente Rodrigo Gómez, sin duda deseoso de mantener la práctica independencia que había logrado desde su revuelta contra Doña Urraca, posicionándose en contra de las pretensiones imperiales de Alfonso VII en los crecientes reinos cristianos bajo su dominio


Alfonso VII, monarca siempre en alerta, pues en ese preciso momento estaba en marcha con su ejército contra los almorávides, se adelanta a sus movimientos al enterarse de la sublevación, prende a Rodrigo y Gonzalo, huido a Asturias, es asediado por las tropas al mando del mismo rey en este castillo de Tudela (del que vemos aún parte de un muro entre la maleza, cubierto de hiedra) mientras rinden algunas de sus plazas como el Castillo de Gozón cercano a Avilés


Se pacta entonces una tregua por la que Gonzalo Peláez rinde Tudela pero conserva los castillos de Proaza, Buanga (Santo Adriano) y Alba de Quirós, mientras Alfonso va a la guerra de Andalucía, de la que regresará victorioso, exigiendo por ello en Buanga la definitiva rendición de Gonzalo, pero este se opone, reemprende la guerra y mata a numerosos soldados enemigos y al propio caballo del monarca, quien vuelve a la meseta dejando a Suero Bermúdez, el primo de Gonzalo, asediando el castillo de Buanga, a la vez que otro leal a Alfonso VII, Pedro Alfonso, lo hacía con el de Alba de Quirós, resistiendo el conde rebelde en en su baluarte de Proaza


Tras dos años de guerra en los que a los sublevados se les cortaban manos y pies, el obispo Arias de León media un pacto en 1135 por el que Gonzalo Peláez consigue el perdón a condición de entregar sus castillos y no regresar a Asturias


Así vuelve Gonzalo Peláez a la corte y asiste a la coronación de Alfonso VII como emperador en la Catedral de León el 26 de mayo de 1135, logrado además se le concediese, como compensación, el Castillo de Luna, al norte de León, desde el que solo dos meses después vuelve a rebelarse una vez más, reconquistando sus dominios asturianos, si bien de una manera bastante menos incruenta que la anterior, pues volvió a ser perdonado y regresó una vez más a la corte real, donde ya aparece en documento de marzo de 1136


A finales de 1137, cuando se disponía a fortificar sus castillos asturianos para una tercera guerra contra Alfonso El Emperador, es preso por Pedro Alfonso, sobrino de Suero Bermúdez, quien lo lleva encadenado al rey, siendo enviado al Castillo de Aguilar (aquí en El Padrún), donde se le comunicará su destierro, exiliándose con sus fieles en Portugal, donde es recibido con honores en la corte de Alfonso Enríquez, muy interesado en afianzar la independencia portuguesa y que se preparaba para la guerra contra Alfonso VII. Es entonces cuando repentinamente Gonzalo Peláez muere a causa de unas fiebres en marzo de 1138, siendo su cuerpo traído a enterrar a la capital asturiana, según informa la Chronica Adefonsis Imperatoris en la frase "febre corruptus, peregrinus in terra aliena" 


En esa misma centuria, año 1185, el Castillo de Tudela, con su territorio de Olloniego y parte del de Tudela, pasa a poder de la Iglesia y, en 1231, el rey Fernando III le otorga diversos derechos, como los del portazgo para poder pasar por su puente sobre el Nalón, así como con un juez dedicado a impartir justicia y a controlar ese tributo de peaje y otros impuestos y rentas. Esta situación hace que su dueño la mitra ovetense, andando el tiempo, lo ceda para ser administrado en su nombre a alguno de sus valedores más poderosos


Así pasará a manos del noble y salteador Gonzalo Peláez de Coalla (no confundir con el anterior, Gonzalo Peláez a secas -como a veces ha ocurrido-) quien, en contra de la decisión del rey Fernando IV  que no le otorgó su dominio sobre ella, ataca con violencia su villa natal, Grado/Grau, la cual tenía fueros de Carta Puebla, e intenta dominar Oviedo/Uviéu alentado por su aliado el obispo Fernando Álvarez


Se suceden así doce años de lucha en las que las huestes del noble y del obispo se enseñorean por  todo el territorio, asaltando en este camino a los mercaderes y arrieros que transportaban víveres y mercancías a la ciudad, teniendo el castillo de Tudela como base de operaciones. Ambas villas se alían contra él en 1309, se crea una escolta, especie de policía para proteger el paso por el camino y el obispo es obligado a obediencia por el nuevo rey Alfonso XI, al tiempo que uno de sus fieles, el poderoso magnate Rodrigo Álvarez de las Asturias, cerca a Peláez de Coalla aquí, en su fortaleza y, tras cuatro meses de asedio, logra su rendición y exilio, unos dicen a Aragón y otros a Navarra



La iglesia, tras su cambio de bando, exige conservar la propiedad de esta fortaleza y su territorio de Olloniego, por lo que no es demolida sino que pasará a ser gobernada en su nombre por su conquistador, el citado Rodrigo Álvarez de las Asturias, quien también la empleará a la muerte de Alfonso IX en la guerra al trono que estalla entre el hijo del rey, Pedro I, y su hermanastro Enrique de Trastámara, por quien toma partido y quien gana la guerra reinando como Enrique II. Luego, un hijo de Enrique, Juan I, ordenará en 1383 su definitiva demolición para evitar nuevas sublevaciones 



Destruido el castillo, el gobierno de Olloniego pasará a los Bernaldo de Quirós y luego, en el siglo XV, a los Muñiz hasta que, avanzado el siglo XVI y con la desamortización de Felipe II, Olloniego pasará a la Corona, que se lo venderá a Rodrigo Bernardo de Miranda, quien hace de él su coto señorial


Y coto señorial será Olloniego hasta que, como resultado de la Real Orden de 18 de diciembre de 1826 por la que se suprimen los cotos señoriales, Olloniego se incorpora al concejo de Tudela, el cual comprendía las actuales parroquias de Box, Naves, Manzaneda y Santianes. En 1857, reinando Isabel II, Tudela pasa, junto con otros territorios, al concejo de Oviedo/Uviéu. Del otrora orgulloso, prominente y desafiante castillo únicamente quedan unas escasas ruinas tragadas por la vegetación, visibles desde la distancia


A escasos metros de las ruinas, y en el mejor acceso al Picu Castiellu, se encuentra el caserío de La Fócara, dividido en La Focára de Riba, al lado del nacimiento del Regueru Villar, y La Fócara de Baxo


El topónimo hace referencia a 'barranco' o 'socavón', acaso vinculado a los antiguos fosos de defensa del castro que luego fue castillo. Nos lo explica García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos:
"De un posible participio fuerte del verbo fodicare ‘escarbar’, ‘picar’ (EM), tendríamos *FODICAM responsable del ast. fueca ‘hoyo, agujero en la tierra’ que se puede incrementar con el sufijo átono -ANA, fuécana ‘socavón, agujero grande y ancho’, de donde el correspondiente masculino fuécanu ‘socavón, barranco’. (...) 
Con todo no ha de olvidarse que en latín se testimonia F¯OC¯ANUM ‘garganta’ que bien podría justificar nuestro fuécanu ‘sitio estrecho en el monte’, ‘socavón, barranco profundo’ si admitiera una variante con ŠO tónica y -CC-. Los topónimos sin diptongar del tipo La Fócara exigen partir de una ¯O tónica. Lógicamente en posición átona siempre es esperable la no diptongación."

Ahí está localizada la Fuente la Fócara, sin duda uno de los manantiales que suministraban agua al castillo


Más abajo están las casas de La Peral y, más abajo aún, las de El Tambascu, en el cruce de la carretera de Olloniego a La Mortera con la que sube a Fócara


A la derecha del Picu Castiellu está el también citado monte La Corona, otro topónimo que puede tener reminiscencias castreñas o simplemente "una designación metafórica, aplicada a la parte alta de una elevación no afilada", dice Arias:
"Parece ser que CORONUS es el nombre de un dios guerrero frecuente en Hispania y también, CORONA, el de un soldado de la Legio VII Gemina. Su radical, coro-, es probable que porte la raíz indoeuropea *koros, presente en el céltico corio ‘tropa’ y en el antiguo irlandés cuire ‘tropas, grupos’ . (...) 
En nuestra toponimia aparecen topónimos del tipo La Corona (...). Evidentemente pueden ser sim ples formaciones sobre el antropónimo CORONIUS o sobre el apelativo latino COR¯ONAM aplicado aquí a la zona que corona o redondea un monte."


Al pie de La Corona está La Mortera, un topónimo muy común que hace referencia a terrenos comunales que se dejaban sin utilizar (pastos muertos, mortera) durante alguna época del año. El pueblo además de campesino fue minero, pues la cuenca del Nalón, como la del Caudal, fueron ricas en yacimientos de hulla, combustible fundamental en la primera Revolución Industrial que, avanzando el siglo XX, fue entrando en declive


La Mortera, dividida en barrios y lugares, se extiende escalonadamente bajo La Corona y El Picu Berrubia, sito a su derecha, con sus verdes pastos de La Praera. En estas aldeas no pocos vecinos compatibilizaron el trabajo agrario y ganadero con el minero



Cerca de la cima están Les Cobadielles 'cuevas pequeñas', también núcleo dividido entre de Riba y de Baxo, donde el profesor José Manuel González y Fernández Valles halló vestigios arqueológicos que podrían ser, al menos en parte, mismamente más antiguos que el castro del Picu Castiellu, "varios grabados trazados sobre bloques de arenisca que afloran en diversas partes", explica la Enciclopedia del paisaje de Asturias, cuyo estudio publicó Miguel Ángel de Blas Cortina:
"Se trata de algunos antropomorfos, varios ídolos, herraduras y otros signos en forma de V invertida. Su cronología no es precisa. Relacionados en un principio con la cultura dolménica de la edad del Bronce, la falta de un contexto arqueológico y la variedad de técnicas y contenidos ha llevado a suponer que sea producto de varias épocas desde el Bronce a periodos posteriores."


Un poco más abajo es Sienra, que para Casaprima Collera etimológicamente es "un terreno amplio y llano sin árboles, generalmente de distintos dueños y sometido a usos comunales". Mientras que para García Arias "se alude a un conjunto de hazas que pertenecen a una gran heredad". Se divide en Sienra, Sienra Baxo, Sienra Riba, Los Peñascos, La Corita y La Llosona y tuvo escuela propia


Más abajo y a la derecha de La Mortera está L'Averu, con sus lugares y caserías de La Borná, El Cantiquín, La Cuesta, Les Mataíces y El Regueru l'Olla


Allí, en una bifurcación se encuentra la capilla del Espíritu Santo, de romería renombrada. Más a la izquierda y cerca del centro de La Mortera está La Escaldá, "tierra que ha sido preparada para labrar después de quemar el terreno", explica Casaprima Collera


Ahora no hay minas en activo pero se conservan parcialmente, abajo en el valle, las instalaciones de Mina Vicentina, que cerraría en 1968 tras un proceso de cooperativización, mientras las explotaciones se centraban el Pozo San José, inaugurado en 1958, el cual quedó integrado en la empresa estatal HUNOSA una década después, cerrando de forma extraña en 1972


Volvería a abrir en 1982 ante las peticiones de reabrir como experiencia piloto algunas de las minas más rentables, cerrando definitivamente en 1993, poniendo final a la historia de la minería activa en Olloniego. A partir de entonces sería ya historia industrial


En los tiempos de esplendor de la minería había suficiente población en La Mortera y sus alrededores para que abriesen sus puertas varios chigres-tienda y otros comercios, con sus bailes y animadas romerías. Circulaba además un tren minero que enlazaba con la Estación de Olloniego, luego sustituido en 1962 por un cable aéreo, tal y como nos informa el veterano sindicalista e investigador Antón Saavedra en su blog


El centro de La Mortera tiene incluso apariencia de pequeña villa, con su abigarrado caserío formando calles en la falda del monte, como La Carril y El Tambascu. Justo en medio de la foto, en el cruce y justo encima de la torre eléctrica vemos la fachada de la casa donde tiene su sede la Asociación de Vecinos La Mortera de Olloniego, una de las antiguas escuelas


Nuevas viviendas unifamiliares y chalets evidencian los crecientes usos residenciales en La Mortera


Hoy en día estos pueblos han visto notablemente menguada su población, es zona ganadera y residencial, muy recorrida por montañeros, senderista e investigadores, pues guarda numerosos lugares históricos de interés, desde los túmulos megalíticos a los castros astures, las fortalezas medievales, los hórreos y quintanas, las casonas y las señales y dependencias, tan dolosamente abandonadas, de la minería


A la derecha de la foto, una de las antiguas boleras de la Mortera cuyo edificio rojo se distingue bien aún en la lejanía. Había chigre-tienda, barbería y molino


Un poco más arriba de La Mortera es Quintanal (lugar de quintanas), antiguas caserías que forman un pueblo-calle



Más aislada y en cercana a la cumbre de La Corona se divisa la casería de La Marfaya


A la derecha y cuesta arriba, El Monegro, cuyo nombre 'monte negro' puede hacer referencia a yacimientos de carbón que afloraban a la superficie


Un poco más arriba volvemos a ver Sienra y encima, también Les Cobadielles


Seguimos pues el mismo Camino por el que pasaban los peregrinos del medievo que, sabedores en León de las Reliquias de San Salvador, subían hacia los antiguos caminos del norte, los primeros de la saga jacobea, conjurando los peligros de la formidable Cordillera Cantábrica, de altos puertos y duro clima, haciendo caso a aquella frase de los romeros francos que aseguraba que "el que va a Santiago y no al salvador visita al criado y olvida al Señor"


Pero los peregrinos eran solo una parte, incluso una parte pequeña, de todos los que pasaban por aquí, en una u otra dirección: arrieros, pastores tanto de los pastos cercanos como de las largas rutas a las brañas de alzada y las aún más largas de la trashumancia, artesanos ambulantes, funcionarios, viajeros en general, pobres, vagabundos y trotamundos, leprosos buscando misericordia en las malaterías que, como los hospitales de peregrinos, ventas y fondas, jalonaban el trayecto... y también, invasores, rutas de penetración de la meseta al corazón de Asturias y viceversa, expediciones en uno y otro sentido que empleaban estas sendas para avances y repliegues. Y con todo ello pícaros... y salteadores, bandoleros unas veces, nobles levantiscos otras, todos historia viva del Camino



Es muy posible que no nos demos cuenta de un detalle muy importante en el paisaje que puede pasarnos desapercibidos, el cual constituye un momento muy especial en este Camino del Salvador. Si nos fijamos, veremos ahora, a la izquierda del Picu Castiellu, hay unas colinas


En primer término aquellos prados con alguna casa son los altos de La Manjoya o La Manxoya, que la tradición dice que su nombre viene de la expresión que oían continuamente decir a los peregrinos franceses al llegar allí y ver la ciudad de Oviedo/Uviéu y la torre de la catedral de San Salvador, la Sancta Ovetensis, exclamando "Mon joie" (mi gozo), tal y como ocurre en Santiago de Compostela con el Monte do Gozo


Otra interpretación posible plantean los filólogos como Xosé Lluis García Arias: la de un Monte Iovia (Monte de Júpiter), un teónimo romano nada infrecuente, y menos en las vías imperiales o en montes sacralizados desde la antigüedad


Más a lo lejos es el Monte Naranco, con los 637 metros del Picu Paisanu, donde se alza, visible desde muchos kilómetros de distancia, el monumento al Sagrado Corazón, inaugurado en 1981. Bajo él se extiende la urbe ovetense, que no podemos ver desde aquí aún y por sus faldas discurren los dos caminos que pueden seguir los peregrinos desde la catedral: uno a la izquierda en dirección oeste, el Camino Primitivo, y otro a la derecha, continuidad del Camino Norte para ir por Llanera y Corvera a salir a la costa por Avilés. En el Monte Naranco tuvieron también los ástures sus castros, los romanos sus villas y el rey Ramiro I su templo y palacio. No dejemos, si tenemos oportunidad, de visitar Los Monumentos


Nos permitimos aconsejar disponer de un día para visitar Oviedo/Uviéu, su catedral de San Salvador y Cámara Santa, ante cuyas Reliquias tenían su meta los peregrinos y... un nuevo principio, tomando alguno de los caminos a Santiago. También el casco histórico y la animación de sus sidrerías, como en la calle Gascona, así como los monumentos prerrománicos del casco urbano, La Foncalada y Santuyano, cercanos a la catedral. Y si subimos al Naranco tendremos una gran vista del centro de Asturias y de los diferentes caminos que discurren por él: al norte el otro de los ramales costeros, por Gijón/Xixón, al este el ramal del Camino Norte que viene por el valle del Nora, al sur el trayecto desde los puertos de la cordillera de este de San Salvador y al oeste el Camino Primitivo, rumbo a la parte occidental de los valles del Nora y del Nalón y de los altos de la cuenca del Narcea


Seguimos bajando a Casares, el Camino del Salvador coincide aquí con el GR 208 Anillo Ciclista de la Montaña Central, que recorre varios concejos


No suele pasar vehículo alguno por este camino actualmente, las hierbas y helechos que por él crecen y en sus veredas lo demuestran. El acceso rodado al pueblo está uno metros más abajo, como comprobaremos dentro de poco


Baja agua de algunos fontanes o manantiales del monte. El Camino puede estar húmedo en algunos tramos, precaución al pisar, evitemos indeseados resbalones


El Camino pasa encajado entre altas sebes o setos naturales, de más altura que una persona, formados por árboles, arbustos, zarzas y otras plantas silvestres, que separan la senda de las fincas, conformando el paisaje que en Francia se conoce como bocage


Les sebes o matos forman una barrera vegetal infranqueable, pero el Camino, que se desbroza periódicamente, siempre está expedito y se pasa bien y sin problemas


Paso a paso, la bajada se va suavizando al ir acercándonos a Casares, cuyas casas veremos enseguida


Los cables de la línea telefónica penden sobre el Camino, al fondo se intuyen ya las primeras casas entre el matorral


El Camino por su parte es de los que suele gustar a los más de los peregrinos, de exuberante vegetación y gran paisaje. Tengamos en cuenta, no obstante que, en contra de lo que suele pensarse, los caminos de Santiago, del Salvador y otras rutas históricas no buscan necesariamente la ruta más pintoresca o montaraz, ni la más 'bonita' según los criterios actuales, sino los trazados antiguos y originales, o los más aproximados a ellos si acaso no se conservan o han desaparecido con carreteras generales y otras estructuras


Salimos del boscaje y llegamos a Casares, lugar de 'casas' como su nombre indica, del latín casam, que en origen se refería a 'cabaña, choza', por contraposición a domus 'domicilio, morada familiar'. Casaprima Collera afirma se refiere a "los límites de una antigua granja o villae romana". García Arias lo explica de esta manera: 
"El hecho de que el latín CASAM ‘choza, cabaña’ llegue a significar ‘vivienda humana’ puede ser un buen argumento para afianzar en la idea, de la que hay notables testimonios literarios, de que nuestros antepasados no eran excesivamente exigentes a la hora de cobijarse bajo un techo e incluso compartirlo con los animales domésticos. 
La verdad es que casam desplaza al latín domum (tér mino del que no conocemos seguidores toponímicos en Asturias) mientras su espacio semántico es ocupado por los derivados del lat. tardío CAPANNAM (DCECH) > cabaña o cabana. Los continuadores de CASAM son muy abundantes."

El hábitat de estas montañas es más concentrado que disperso, las casas se agrupan sobre todo a lo largo de los caminos, dejando el resto de los terrenos aprovechados para su explotación. De frente a Casares vemos, más diseminado, Llavayos, "del apelativo asturiano llavayu, paralelo al castellano lavajo, definido como 'charca de agua llovediza que rara vez se seca'", dice Arias. A su vez Casaprima Collera añade que "El topónimo hace referencia a la charca utilizada como lavadero de carbón". Los antiguos pozos mineros del valle del Fayéu, de los que escribe Antón Saavedra en Ida, vuelta, y cierre del pozo de Olloniego:
"... resulta muy difícil de comprender la decisión que condujo al cierre del pozo San José de Olloniego, cuando se trataba de un pozo moderno, con más de 100 millones de toneladas de carbón en sus entrañas, y sus plantas de explotación prácticamente vírgenes, además de estar provisto de un buen lavadero, más incomprensible todavía cuando Hunosa consideró que «no era oportuna su reapertura dada la escasez general de mano de obra». 
En pocas ocasiones se habrá escuchado argumentación tan peregrina y con tan poca consistencia, máxime si tenemos en cuenta el creciente paro y los millares de solicitudes de admisión que esperaban poder entrar a trabajar en la mina por aquellos tiempos, pero vayamos a los años de sus orígenes, para situarnos en la mitad del siglo XIX, cuando la Compañía Anglo-Asturiana comenzó a explotar las minas de Olloniego, hasta que en 1917 fueron adquiridas por la Sociedad Hulleras de Veguín. 
Al respecto, sabemos que hacia 1840 estaban en funcionamiento incipientes explotaciones de Olloniego que producían serios problemas con los lugareños, y que entre los años  1855 y 1867 fueron denunciadas en este valle las concesiones Sola, Dos Amigos, Corza y Coto Tudela, y ya en 1884 tenemos conocimiento a través de los informes realizados por  Fuertes Acevedo que el «Criadero de Olloniego» fue explotado por la Compañía de la Espada con «hullas buenas y de gran brillantez, que analizadas por el Sr. Paillette dieron 64,70 % de coke gris, metálico”.  
El 18 de mayo de 1918 quedaba constituida la Sociedad Hullera de Veguín y Olloniego, quienes llevarían a cabo una modernización de sus explotaciones localizadas en la Sierra de Fayedo, próximos a la margen izquierda del río Nalón, construyendo planos inclinados y edificando un moderno lavadero en La Servanda. Así llegamos al año 1953 cuando la empresa iniciaba en el valle de San Frechoso la profundización del pozo San José, que sería inaugurado en 1958, llegando a alcanzar una profundidad de 650 metros, con sus diez plantas, donde quedaría concentrada toda la extracción a partir de 1968, fecha de su integración en Hunosa, hasta que la empresa estatal procedía a su incomprensible cierre el 1 de agosto de 1972. 
Desde esa misma fecha de 1918, la Sociedad Hulleras de Veguín y Olloniego había adquirido el tendido férreo destinado al abastecimiento de la fábrica de cementos de Tudela Veguín, junto al rio Nalón, una línea con ancho  600 milímetros que conectaba las bocaminas con las instalaciones principales enlazando asimismo con la terminal de Olloniego del Ferrocarril del Norte, aunque la línea ferroviaria sería sustituida en junio de 1962 por un cable aéreo.  

Las presiones ejercidas desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. en el marco del Programa de  Actuación del Carbón para el periodo 1981-1985, que preveía unas inversiones de 83.000 millones de pesetas con el objetivo de incrementar la producción de nuestros carbones, siempre con la oposición frontal del SOMA en una descarada connivencia con la dirección de Hunosa, hicieron que tuviéramos que actuar en apoyo de la iniciativa parlamentaria presentada por el diputado del Partido Comunista, Horacio Fernández Inguanzo “El Paisano”, en el Congreso de los Diputados para defender la reapertura del Pozo San José de Olloniego, basada  en unos razonamientos que nos parecían y nos siguen pareciendo perfectamente viables – hoy más que nunca -, entre otras razones, porque no aprovechar los recursos energéticos propios incrementa salvajemente nuestra factura y dependencia energética del exterior; porque significa seguir dilapidando los recursos estatales, aportados por los contribuyentes, de forma contínua y creciente; porque  continúa hipotecando la balanza de pagos por las importaciones que se realizan de otros productos energéticos, como el petróleo, el gas, la nuclear, incluyendo el carbón procedente de otros países; y porque anula la posibilidad de creación de nuevos puestos de trabajo…  
Estas y otras razones hicieron que Hunosa reconsiderase aquella incomprensible decisión de clausurar el pozo San José nº 1, volviendo a ser   reactivado en el año 1982, aunque dándole un carácter de pozo piloto y experimental de las nuevas técnicas mineras, hasta su cierre definitivo en 1993..."


Y en lontananza, al norte, en La Sierra Fayéu, El Picu Areneru (641 m), al este del Picu Berrubia y Les Cobadielles. Por esa zona están asimismo El Toral Mayor y El Toral de la Osa. El tóponimo toral, sel latín tallum 'tallo', se refiere a lugares altos. Es interesante asimismo la pervivencia de topónimos relacionados con osos en estos lugares donde tiempo ha que desaparecieron


Un poco más allá de Llavayos volvemos a ver, bajo El Picu Berrubia, L'Averu con La Capilla, El Cantiquín y otros barrios y lugares de esta falda del monte que cae sobre El Regueru Loza, que da sus aguas al río Fayéu bajo el caserío de La Cueva


La Capilla: si nos fijamos, a la derecha de la bifurcación y medio tapada por las palmeras de un chalet está la pequeña ermita del Espíritu Santo que da nombre al lugar. Antaño en la romería había grandes bailes al son de la gaita y el tambor. Se construyó hacia 1920, siendo rehabilitada varias veces


Por aquí abajo a la izquierda, donde hay unas barandillas, vemos el camino principal que comunica Casares con la Carretera del Padrún, su principal acceso rodado, que decíamos antes


Por ahí iremos nosotros dentro de poco pero, antes de llegar a la carretera, tomaremos el Camino que, valle abajo, baja directo a Olloniego


No llegamos a ver la población, oculta por los montes, pero sí buena parte de la carretera que la comunica con La Mortera, bajo El Picu Castiellu, de cuya ficha en ArqueoAstur compartimos ahora lo siguiente:
"Identificado con el castro Tutele de la documentación medieval, fue citado por diversos autores y reconocido en 1951 por José Manuel González y Fernández Valles, siendo añadido a su catálogo de castros de 1966. Incluido en la Carta Arqueológica del concejo de Uviéu elaborada en 1984 por Beatriz Junquera Lantero y en el catálogo de fortificaciones medievales del Proyecto Castella coordinado por Avelino Gutiérrez González entre 2005 y 2010.

Es citado en numerosa documentación medieval desde el siglo IX la fortificación y el territorio en el que se ubica, con la denominación de Tudela, lo que ha permitido reconocer parte de su desarrollo histórico. 


Régimen de protección legal


Incluido en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias (IPCA) del 23 de diciembre del 2013 y en el Catálogo Urbanístico del concejo de Oviedo-Uviéu. Reconocido como Bien de Interés Cultural (BIC) el 22 de mayo de 1965."

A sus pies, El Tambascu y la carretera que sube a La Peral y La Fócara. Sobre las campañas arqueológicas efectuadas en El Picu Castiellu cuenta esto ArqueoAstur:
"En 1979 se realizaron excavaciones arqueológicas bajo la dirección de José González García y Quintanal Palicio, donde se procedió a la limpieza de los escombros de la torre y la recuperación de material cerámico posteriormente estudiado por Encinas Martínez en 1986 y material metálico de armamento e instrumental (Gutiérrez González y Suárez Manjón, 2010; Gutiérrez González et alli, 2019). También hay referencias al hallazgo de tejas planas (Fernández Ochoa, 1982). 
Más recientemente, el enclave ha sido objeto de estudio de dos proyectos de investigación llevados a cabo por la Universidad de Oviedo, el Proyecto CASTELLA (2005-2006) y el Proyecto CASTELLA-SIG (2008-2010), procediendo a la toma de muestras de testigos sedimentarios para la obtención de registros de carácter paleoclimático y paleoambiental, así como la recogida y análisis de muestras de mortero (Gutiérrez González et alli, 2019)."

Pero El Picu Castiellu es, como no podía ser de otra manera, centro de leyendas, una de ellas la del señor don Ares que vivía en el castillo con su hija Irene, quien se enamoró de un joven moro que llegó perdido a la fortaleza y al que dieron cobijo. Salió don Ares con el moro al día siguiente a cazar y fue mortalmente herido por un oso


Regresados al castillo, el señor don Ares, antes de morir, le hizo jurar a su hija que no se iría con el moro a su tierra ni renunciaría a sus creencias. Pero muerto don Ares, en cambio, los enamorados lo dispusieron para marchar a la mañana siguiente, pero esa noche se desató un voraz incendio, los amantes escapaban pero a la puerta se les apareció el fantasma del señor don Ares, que no les dejó huir, pereciendo allí los dos


Otra leyenda es una variante de la que conocimos entre Payares y Campumanes y que tiene como protagonista de nuevo al rey de Navarra, Sancho, quien, siendo aún caballero, salva al señor del castillo del ataque de un oso y este le acoge, pero Sancho seduce a su hija, Adosinda, escapándose con ella y luego maltratándola y abandonándola en una cueva cerca de Payares


Años más tarde, siendo ya el rey Sancho el Mayor de Navarra, vuelve en peregrinación a San Salvador y los hermanos de Adosinda, enterados, le tienden en Payares una fracasada emboscada, pues los navarros los vencen y matan a uno de ellos. Luego, en Campumanes, el rey es muerto en venganza por un tiro de ballesta de desconocido ballestero, haciendo patente el dicho "si la ficiste en Payares, pagarasla en Campumanes"


Si bien del edificio del castillo propiamente dicho apenas quedan un muro y piedras sueltas tapadas por la vegetación, se aprecian otras defensas en la orografía del terreno, descritas por ArqueoAstur:
"Se localiza en una elevación aislada, a una altitud de 451 m.s.n.m.s, en el extremo más occidental de la Sierra de Fayeu, sobre el río Nalón. Complejo defensivo formado por tres recintos concéntricos de planta ovalada delimitados por entre tres y cuatro líneas de muralla y fosos. En el recinto superior, de planta ovalada de unos 62 x 40 metros se localizan los elementos estructurales más destacados, conformados por un espacio rectangular dividido en tres estancias, con la más elevada presidida por los lienzos ruinosos de una torre mayor de 10 x 10 metros que aún conserva una altura de 10 metros. Este recinto superior está rodeado por una muralla de mampostería trabada con mortero, un talud terrero de 10 metros de altura y un foso tallado en la roca. El segundo recinto intermedio es concéntrico al interior con unas dimensiones de unos 138 x 75 metros. Esta circundado por una gruesa muralla, un segundo foso también tallado en la roca con sección en V y un ancho de 3 a 5 metros bien visible en el sector meridional y fuertes desniveles. El tercer recinto concéntrico y más bajo tiene planta ovalada también y unas dimensiones de 274 x 224 metros y está delimitado por taludes terreros y, en el flanco meridional, por una tercera muralla, un foso y un lomo terrero ataludado (Avello Álvarez, 1985; Gutiérrez González y Suárez Manjón, 2010; Gutiérrez González et alli, 2019)."

En cuanto a su periodización abarcaría desde la cultura castreña hasta la baja Edad Media, según ha estudiado este elenco de investigadores:
"Posible fase Edad del Hierro indeterminada (Junquera Lanterio, 1982), romana indeterminada (Fernández Ochoa, 1982) y medieval segura desde el siglo XII hasta el XIV (Gutiérrez González y Suárez Manjón, 2010)"

La bajada a Olloniego y en la distancia, al norte, otras referencias visuales y geográficas muy a tener en cuenta, pues indicarán por donde seguirá el Camino hacia la Sancta Ovetensis una vez pasado Olloniego


Justo encima de una de las curvas del Padrún reconocemos La Peña Arnea o La Corona (444 m -no confundir con La Corona de Olloniego, sobre La Mortera, antes referida), con el alto de Picullanza a su derecha, ambos en el vecino concejo de La Ribera o Ribera de Arriba, que constituye una cuña entre los términos ovetenses del valle del Nalón y los del valle del Nora. A Picullanza subiremos desde El Portalgo, tras salvar el Nalón por su puente dieciochesco, tras salir de Olloniego, volviendo a entrar en el concejo de Oviedo/Uviéu un poco más al norte


En La Corona están localizados los restos de otro castro astur, el cual empleaba, dentro de su dispositivo defensivo, la defensa natural de su gran paredón calizo vertical sobre el río Nalón, el cual se divisa muy bien en la distancia. En la página ArqueoAstur del arqueólogo Eduardo Pérez-Fernández se informa que fue reconocido en 1951 por José Manuel González y Fernández Valles y añadido a su catálogo de castros en 1966


En 1984 es añadido al inventario arqueológico ovetense por Beatriz Junquera Lantero  y en 1998 en el riberense (está en la frontera de concejos) por Rogelio Estrada García. Fue Incluido en 2013 en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias el 23-12-2013:
"Se encuentra en un cerro calcáreo a una altitud de 445 m.s.n.m. con un amplio dominio visual sobre buena parte del área central asturiana y el valle del río Nalón en su curso medio. El topónimo que recibe el enclave se refiere a su forma de corona o anillo, que a su vez da lugar a un amesetamiento dispuesto concéntricamente alrededor de la parte superior. Fue descrito como recinto de planta ovoide conformado por una terraza o plataforma rodeada “por un muro moderno y un anillo de piedra suelta que cae sobre las laderas” (Junquera Lanteiro, 1982). En 1998 Estrada define el enclave como un recinto de unos 78 x 71 metros de planta más o menos oval, un tanto achatada en dos de sus extremos. Concéntricamente a la cumbre se dispone un anillo pétreo definido por un talud, producto de la acumulación de derrumbes de la antigua muralla. Entre este anillo y la cumbre, existe un amesetamiento de forma anular donde se asentarían las edificaciones (Estrada García, 1998).
También ha sido descrito como castro de medianas dimensiones, de unos 60 x 60 metros definido por un recinto casi completamente circular, sin fosos, defendido por una muralla de piedra caliza, carente de argamasa, que rodea la cima. En su interior, en el sector SW, se reconocieron las huellas de “posibles taludes y las bases de unas también posibles estructuras de habitación, de época indeterminada. Los restos de la muralla debían medir “como mínimo 2 metros de altura y rondaría los 1-1,5 metros, quizás 2 metros de ancho según qué parte del recinto” conservándose en mejor estado en el sector NE. Según estos autores, la conservación de la muralla podría responder a una reutilización reciente como cerco para el ganado. Como complemento a ésta, en el frente SW del enclave, los afloramientos calizos naturales del terreno han sido interpretados como posible defensa, junto a la pronunciada pendiente (Fanjul Peraza y Menéndez Bueyes, 2004)."

En tiempos, y dada su cercanía a la capital, se especuló que allí podría haber estado la mítica ciudad de Lancia, capital de los astures, arrasada por los romanos tras cruento asedio, según los escritos de los cronistas clásicos. En la actualidad esa posibilidad parece totalmente descartada. Escribe también de él el arqueólogo Fon S. P. en su web Ástures, resaltando su vinculación con el Camino:
"... un viejo conocido de la historiografía sobre los astures. De él tenemos noticias antiguas, como por ejemplo el hallazgo de dos hachas de piedra pulimentada que fueron parte de la colección Soto Cortés en 1890. 
Cómo no, José Manuel González lo catalogó en 1951. Actualmente está incluido en el Inventario de Patrimonio Arqueológico de Asturias desde 2013. 
A pesar de todo ello, lo único que se han hecho en él han sido prospecciones sobre el terreno, así que sospecho que tienen más información los saqueadores sobre los materiales del castro que los propios arqueólogos, ya que es un asentamiento muy conocido y visible en el que hay documentados pozos de saqueo en la bibliografía. No está señalizado ni tiene un acceso sencillo.
Tiene forma prácticamente circular, haciendo honor a su nombre. Una muralla rodea la cumbre caliza del Picu Arnea, formada por bloques de calizas poco trabajadas, y dispuestas en seco, sin argamasa. Ver algunos lienzos de muros sin derrumbar puede ser un indicador de uso reciente del perímetro, quizá como encerradero de ganado, pero seguramente se hizo sobre el trazado anterior. La supervivencia de este lugar se debe sólo a lo alejado y poco útil para la agricultura de la cumbre. Aún así, me imagino que muchos de los muros de las pequeñas fincas que rodean al castro se han vallado gracias a este derrumbe. 
Debido al actual estado de abandono, la maleza rellena el interior de la muralla, hasta incluso el vértice geodésico que hay en su interior, por lo que sólo pude ver y fotografiar la cara externa de la misma. Esta muralla, de color blanquecino debido a la caliza, tuvo que verse a kilómetros de distancia en su momento en días despejados, ya que sigue siendo muy visible desde puntos bastante lejanos a él. Está claro que era un castro construido para ser visto, sobre todo desde la antigua ruta que desde Lucus Asturum comunicaba con Legio a través de Pajares y que conocemos gracias al itinerario de Antonino. (...) 
Desde la muralla, la visibilidad es espectacular. Se ve perfectamente el picu Castiellu (Castillo de Tudela), El de la Peñona, o el de Sardín, además de el de Manzaneda, y para el ojo observador, en dirección al norte, se verían los castros del Naranco, como el de Monte Alto. Sin ir tan lejos, es muy posible que se vieran otros asentamientos del Nalón. El Aramo parece que se puede tocar desde aquí. Hay que ser prudentes, ya que no sabemos la cronología del castro, sólo apunto posibles relaciones de intervisibilidad entre yacimientos, que no tienen por qué ser coetáneos."

La bajada sigue suavizándose hasta casi llanear al llegar a Casares: el Camino sigue recto al pasar junto a la primera casa


Poco más allá llegaremos a un cruce, en el que iremos a la izquierda delante de una casa de corredor



Si nos fijamos, veremos un azulejo con concha en la pared de enfrente...


Aunque no tiene flecha amarilla, que es el elemento plenamente direccional (no necesariamente la posición de la concha), se intuye perfectamente que hemos de ir a la izquierda, hacia la explanada que da comunicación al pueblo por el ramal que enlaza con la carretera


A la izquierda fuente y lavadero, restaurados: por ahí hemos de continuar ahora. Fijémonos al fondo, junto a la barandilla, en el mojón jacobita, ese sí con concha acompañada de la pertinente flecha amarilla. Más allá las famosas curvas de la Carretera del Padrún, un verdadero quebradero de cabeza para el tráfico de antaño hasta que se construyó un nuevo trazado para la N-630 por Peñamiel, siguiendo las riberas del Caudal, abierto el 8 de noviembre de 1968 y llamado popularmente 'la autopista Mieres-Oviedo' que, si bien no era tal, su mucho más cómodo y ancho trayecto, en comparación con las carreteras asturianas de por entonces, la hizo merecedora de tal sobrenombre


En el blog de viajes El viajero histórico se publica, con fecha 30-10-2016, el artículo Ruteando por la antigua N-630 asturiana, el cual empieza así con esta descripción:
"La antigua carretera N630 comunicaba Gijón con Sevilla, siguiendo la traza de los antiguos caminos reales medievales, que a su vez estaban montados sobre las antiguas calzadas romanas. Esta vez nos propusimos recorrer una pequeña parte de esta ruta, entre Mieres y Oviedo, siguiendo la antigua carretera nacional, construida en 1829 y en uso hasta 1968, cuando se inauguró la N 630 por los túneles de Peñamiel (por el concejo de Morcín). Está carretera discurre por el trazado del camino Real, pasando por el Puerto del Padrún, con las famosas curvas de La Rebollada, y bajando hacía Olloniego por otras enlazadas, que en tiempos de gran tráfico de vehículos, debían ser espeluznantes."

La fuente y el lavadero no se usan apenas desde que desde hace ya décadas se dispone felizmente de agua corriente en las casas, pero han sido restaurados como elementos del patrimonio de los pueblos, donde se reunían para lavar la ropa las mujeres, muchas veces acompañadas de sus hijas, según el esquema de labores divididas por sexos imperante en la sociedad tradicional


Pero antes de seguir, vamos a asomarnos a la barandilla en esta explanada a la entrada de Casares, con sus hermosas vistas del valle


Es un verdadero balcón asomado al pequeño valle del Regueru Casares, afluente del río El Fayéu. Desde aquí contemplamos las cerradas y pronunciadas curvas de la carretera. "Los infernales 24 kilómetros entre Oviedo y Figaredo, a través de la antigua carretera nacional 630 con las sinuosas curvas del Padrún, estaban considerados como uno de los tramos más molestos y peligrosos de todos los que pertenecían entonces a la Red Principal de Carreteras del Estado", escribía Fernando Delgado Álvarez, cronista oficial del vecino concejo de Morcín, en La Nueva España del 21-5-2023


Un poco más abajo de la carretera sigue el Camino, por las arboledas, en dirección a Olloniego, población que no llegaremos a ver hasta entrar a ella por sus primeras casas, tapada por el monte de El Cantarillón


El Picu Castiellu y La Corona siguen dominando la escena en este "extremo occidental de un pequeño cordal que con dirección este-oeste sale de la Sierra del Fayéu", como explican en la Enciclopedia del paisaje de Asturias, el cual se interpone entre el valle también llamado del Fayéu, como hemos dicho, y el del Nalón, juntándose ambos al pie del Picu Castiellu, solar del Castillo de Tudela:
"De 449 m de altitud, se alza al oriente de Olloniego, justo encima de la Fócara, dominando el valle del Nalón, que describe un doble meandro en esta zona. Está coronado por los restos de un impresionante castillo, cuya fundación se remonta a los tiempos del Reino de Asturias, sino fue con anterioridad un poblado castreño. A lo largo de los turbulentos siglos medievales, los señores del castillo saqueaban las recuas de los trajineros que transportaban mercancías a la ciudad de Oviedo y a los mismos peregrinos a San Salvador. En él se hizo fuerte, entre otros el conde Gonzalo Peláez durante su levantamiento contra Alfonso VII y dos siglos después Gonzalo Peláez de Coalla. Durante bastante tiempo fue posesión del obispo de Oviedo, cuyos hombres no dudaban en asaltar a los viajeros. Tan turbulento pasado hace explicable que el lugar esté relacionado con numerosas leyendas de tesoros y pasadizos y cuevas secretas."

Ya podemos figurarnos lo inseguro de estos caminos en aquel periodo en el que hasta las huestes del obispo asaltaban a los mismos peregrinos que iban a la sede eclesiástica de San Salvador, así como a los arrieros cuyas recuas se dirigían a la capital y viajeros en general. Otro tanto hacía la nobleza encargada de gobernar y administrar el territorio, siendo esta su manera peculiar de cobrarse los correspondientes tributos de paso


A lo lejos vemos el ovetense pueblo de Manzaneda, también sobre el valle del Nalón y por donde va la Carretera de Castilla (AS-375). Existe en el lugar un yacimiento prehistórico, el abrigo de La Viña, con su gran pared vertical que también se ve en la lejanía, "en el que se han descubierto diferentes restos datados desde la época Auriñaciense al Magdaleniense", leemos en Wikipedia, a la vez que en Asturnatura se nos ofrece abundante información, de la que extraemos estas frases:
"Fue descubierto el 28 de octubre de 1978 por J. Gavelas, si bien ya era conocido por los habitantes del lugar desde hacía mucho tiempo; en su inspección inicial el día del hallazgo se localizó por la superficie numeroso material, como buriles, raspadores y hazagallas, correspondientes al paleolítico superior, lo que presuponia la presencia de horizontes inferiores fértiles; presentaba ya una cata realizada de forma ilegal. Las excavaciones posteriores, dirigidas por J. Fortea, arrojaron datos realmente importantes al descubrir niveles que iban desde el Auriñaciense hasta el Magdaleniense. Además, la mayor parte de la pared del abrigo presenta numerosos grabados."

A su izquierda y en la misma colina de Ferrerinos (421 m), volvemos a ver Picullanza y, más abajo, la aldea de Armatía o Armatilla, encima de Olloniego, destacando en la distancia el gran edificio blanco del santuario mariano allí existente, que celebra romería el 8 de septiembre


En concreto es el lugar conocido como Armatía de Riba, a unos 286 m de altitud. Al fondo hay una casa blanca y un gran edificio de color crema, los cuales están en realidad al otro lado del Nalón, en Manzanea. Junto a ellos sube el Camino del Salvador hacia Picullanza


El Camino sube monte arriba desde El Portalgo y llega al pie del edificio de color crema, que es un centro REMAR. A su derecha continúa unos metros por una vía asfaltada en La Cantera, dejándola para subir por el bosque a Picullanza


Allí entraremos en el concejo de La Ribera, el Camino llega al pueblo por las casas de la izquierda, saliendo allí del bosque, entre los prados. Luego sube a la derecha entre las casas en dirección a La Venta l'Aire y La Manxoya para entrar en la ciudad por San Lázaro -La Malatería-


A la izquierda seguimos viendo La Corona o La Peña Arnea, algunos de cuyos hallazgos materiales menciona asimismo ArqueoAstur:
"Dos hachas pulimentadas provenientes del yacimiento, adquiridas para la colección Soto Cortés en 1890, interpretadas como un arcaismo descontextualizado y una pieza de molino de vaivén oblongo localizada por el profesor González (Maya, 1988; Estrada García, 1998). Junquera Lantero, durante la elaboración del Inventario Arqueológico de Uviéu, localizó sobre el derrumbe de la muralla, en el extremo W-NW del enclave un fragmento de arenisca interpretada como piedra afiladera (Junquera Lantero, 1982). También se refiere el hallazgo de un machacador de cuarcita de forma triangular y una mano de moler caliza (Fanjul Peraza y Menéndez Bueyes, 2004)."

Más cerca, seguimos admirando el paisaje de La Mortera y sus barrios y lugares, así como otras entidades de población a su alrededor de las que ya hemos dado cuenta


La carretera de Olloniego con las casas de El Tambascu, vía de comunicación fundamental que periódicamente se desbroza y que no pocas veces sufre cortes a causa de los argayos o corrimientos de tierras en tan empinadas laderas


Allí existió también un hermoso lavadero, el cual desapareció al hacerse esta explanada en la que aparcan y dan vuelta los vehículos


Aquí, en Casa Gelinos, estuvieron los antiguos panaderos de La Mortera, que repartían el pan en burro por las aldeas, procedente de las tahonas de Mieres y del mismo Olloniego


Hasta cinco bares y cinco boleras llegaron a existir en La Mortera y dos más arriba, en Sierna. No en vano llegó a haber unos 1.000 vecinos en sus buenos tiempos. Ahora solamente algo más de cien, el final de la minería fue el origen de aquel éxodo


Tras contemplar el paisaje salimos de Casares pasando junto al antiguo lavadero


El mojón de la concha y la flecha nos indican avanzar en dirección a la carretera, aunque antes de llegar a ella tomaremos un sendero prado abajo a la derecha


Este sí es, como hemos dicho, el acceso rodado principal a Casares, sin embargo no registra más que el paso ocasional de vehículos de los residentes


El Camino, ancho y asfaltado pues en este tramo, hace un poco de suave bajada al dejar atrás el lavadero


Llegamos al final de la barandilla y seguimos bajando poco a poco...


El Camino serpentea ligeramente y sigue perdiendo altura al pie de El Ventanín


Atentos aquí pues la vegetación puede ocultarnos el mojón jacobita que nos avisa tomar un sendero a la derecha


El sendero, entre les sebes, es posible que tampoco se le llegue a apreciar bien a simple vista: empieza justo a la izquierda del mojón y antes de un tramo más de barandillas


Este es, es posible que no nos percatemos de él hasta que estemos justo encima


Dejamos así el asfalto y seguimos bajando por él

Crecen las ortigas; la senda se desbroza periódicamente pero la vegetación vuelve en seguida a crecer con fuerza


El suelo es de tierra y piedra, hallaremos incluso algunos tramos con el viejo empedrado


Cierres de fincas, el paso se estrecha pero se pasa bien, eso sí, siempre en fila india


De frente a nosotros seguimos viendo La Mortera y toda la Serranía del Picu Castiellu, La Corona, El Picu Berrubia, El Tora Mayor, El Picu Areneru y El Toral de la Osa


El Camino nos ofrece uno de sus tramos más bellos en este lugar, rodeados de praderías

Arriba a la derecha ha quedado ya Casares


Y ante nosotros La Mortera y el valle del Fayéu


Los siempre entrañables somieres que valen de cierre, reciclaje práctico


Y de frente de nuevo El Picu Castiellu, con su inconfundible silueta cónica, surge en lontananza. Nos percatamos de lo bien que dominaba este que fue el antiguo camino principal entre León y la capital asturiana. José María Montes, en su blog de Geología, nos cuenta esto de él:
"Situado en una zona estratégica, en el corredor de acceso de Oviedo hacia la Meseta en la Fócara (Olloniego), el Castillo de Tudela controlaba una muy amplia zona geográfica, incluyendo a la propia Oviedo, y el crucial puente medieval que permitía al antiguo camino de León cruzar el Río Nalón entre el Padrún y La Manzaneda. La ubicación del Castillo en lo alto de un escarpado cerro lo convertía en una formidable fortaleza con fama de inexpugnable."

Para F. Torre, sería Tudela, el olvidado prerrománico miliar, y con esta frase encabezaba su artículo para el diario La Nueva España del 21-4-2019, en el cual reclamaba excavaciones en este enclave y empieza así:
"Hay "otro prerrománico" en Asturias que, pese a estar declarado desde 1965 monumento histórico artístico, permanece olvidado y en ruina bajo una espesa capa de maleza. Un reciente estudio arqueológico, obra del grupo de investigación "Arqueos" de la Universidad de Oviedo, reivindica la importancia histórica de excavar y recuperar los restos abandonados del castillo de Tudela, en Olloniego (Oviedo), una fortaleza de la monarquía asturiana que es junto con el castillo de Gauzón (Castrillón) "un eslabón fundamental para conocer mejor el proceso de formación y expansión del reino de Asturias, de especial interés para desvelar algunas incógnitas en torno a la ubicación y creación de la corte de Oviedo, en particular, y sobre la configuración territorial del espacio central de la región". Estaríamos hablando de un enclave monumental, con una muralla de una anchura de 2,5 y 3 metros de ancho que envolvería un recinto amurallado de más de 8.500 metros cuadrados. Los autores del estudio subrayan que "el estado de ruina y abandono actual de sus estructuras comprometen la supervivencia de las mismas".

Un par de años antes, el 12-9-2017, Cecilia Pérez entrevistaba para El Comercio al profesor Alejandro García a propósito de un curso de arqueología dedicado a este castillo:
"Alejandro García (Oviedo, 1974) es profesor asociado de Arqueología en la Universidad de Oviedo. Dirige, hasta el próximo 15 de septiembre, junto con el profesor titular, José Avelino Gutiérrez, un curso de formación arqueológica de campo sobre el castillo de Tudela. El objetivo es indagar sobre esta fortificación que sirvió de defensa inexpugnable para la protección de Oviedo y de la que solo se conserva su torre y algunos restos de la muralla de defensa. 
-¿Las piedras hablan más que callan? 
-Sí, este es el sentido del curso: hacer hablar a las piedras, extraer a las estructuras arquitectónicas y arqueológicas, que se conservan en esta zona, toda la información posible para conocer qué significaron en la época medieval, qué funciones ostentaban y cuál es su historia.

 -¿Qué tiene de especial la zona donde se ubica el castillo de Tudela?


 

 

-Por lo tanto, ¿conocer su cronología exacta sería clave para saber más de esta edificación? 
-Es muy probable que fuese un castillo en uso en la época del Reino de Asturias y uno de los retos de la investigación es intentar discernir si hubo una fortificación anterior. Hay algún hallazgo de materiales sueltos de hace algunas décadas de época romana, por lo que sería interesante saber si anterior al castillo hubo una torre de época romana o si en los siglos oscuros que van del V al VIII hubo algún tipo de fortificación y qué papel desempeñaba. 
-¿Qué calidad tienen los restos que hoy se conservan? 
-Se conservan estructuras muy potentes en superficie, como el torreón central de varios metros de altura, además, de buena parte del recinto amurallado que protegía la fortaleza. Pero es lo que vemos porque en el subsuelo suponemos que tiene que haber restos de estructuras de toda la compartimentación interior de una fortificación de la época del Reino de Asturias, la zona para la guarnición militar, la zona residencial, la zona para los trabajadores, los siervos... 
-Es fácil imaginarlo. ¿Sería viable su recuperación? 
-Nosotros lo que hacemos al excavar el subsuelo es encontrar los vestigios. A partir de ahí se puede intentar recomponer la morfología, la planta y, de cara a divulgar esos datos, hay posibilidad de hacerlo con reconstrucciones 3D. 
-¿Por qué se dejan morir estas edificaciones? 
-Durante el siglo XIX y parte del XX maltratamos muchísimo estas fortificaciones. Mientras en otros sitios las estaban restaurando aquí se aprovecharon como canteras. Ahora es el momento de recuperarlas por su interés histórico y como patrimonio cultural. 
-Con el conjunto medieval de Olloniego, muy cerca al Castillo de Tudela, se va a hacer. 
-Es una maravilla, una joya a diez minutos de Oviedo que, para la mayor parte de la población, pasa desapercibida. Está relacionado con ese camino que comunicaba Oviedo con León. Este poblamiento surge en torno al puente de época medieval y junto a él, en el siglo XIII, surge una torre defensiva militar para cobrar el portazgo, el impuesto que se cobraba a los comerciantes que transportaban mercancías de Oviedo a León. En la época moderna la torre militar se transforma en palacio residencial asociada a la familia de los Bernardo de Quirós. 
-El castillo de Tudela y el conjunto medieval de Olloniego son los ejes del curso que dirige, junto con José Avelino Gutiérrez. 
-Son un laboratorio para que los estudiantes tengan una formación práctica y directa sobre el terreno, ese es el objetivo de este curso."


Efectivamente, además del castillo de Tudela en lo alto del Picu Castiellu, en Olloniego hay un conjunto medieval de torre, puente y capilla que veremos al paso del Camino y del que también hablaremos en su momento, en la correspondiente entrada de blog. De este recomendamos también el excelente estudio Tudela: un castillo del reino de Asturias en el entorno de la corte de Oviedo. Avance de la investigación arqueológica, del que son autores José Avelino Gutiérrez González, Alejandro García Álvarez-Busto y Patricia Suáres Manjón, del cual este es su resumen:
"El castillo de Tudela es una de las fortalezas más importantes y significativas de la monarquía asturiana. Junto con el castillo de Gauzón, Tudela supone un eslabón fundamental para conocer mejor el proceso de formación y expansión del reino de Asturias, de especial interés para desvelar algunas incógnitas en torno a la ubicación y creación de la corte de Oviedo en particular, y sobre la configuración territorial del espacio central de la región desde una perspectiva más general.Según las crónicas fue construido por Alfonso III hacia el año 883 en las cercanías de Oviedo para controlar y proteger los pasos hacia la urbe regia. Desde entonces y hasta el siglo XV desempeñó una importante función política, militar y socioeconó-mica en la Asturias central.El castillo se localiza en el Picu Castiellu, sobre la aldea de La Fócara (Olloniego, Oviedo), emplazado en un cerro elevado de alto valor estratégico controlando el va-lle del río Nalón y el camino antiguo hacia León a través de los pasos de la cordillera. En la cúspide del mismo se reconocen multitud de estructuras constructivas: fosos, terraplenes y murallas envolventes, junto con un torreón central, el principal edificio señorial del castillo. Presentamos en este congreso un primer avance de los estudios arqueológicos pre-liminares planteados en el yacimiento, centrados en el análisis de unas muestras de mortero tomadas en el recinto amurallado y en el torreón central."

El sendero se estrecha aún más, por tramos, pero se pasa sin mayor dificultad según nos acercamos a los bosques


Pastos de ganado caballar al lado de la senda


El potrillo duerme la siesta en la fresca hierba mientras su madre pasta y vigila

Cierto es no obstante que, según la época pero normalmente al llegar la primavera, habremos de abrirnos paso apartando alguna rama o zarza con el bastón


El arbolado y demás vegetación forma uno de esos túneles naturales de ramas y hojas que tanto nos gustan


Pese a estar en la zona más frondosa, el Camino se ensancha y es muy agradable de caminar, sobre todo en verano, con la buena sombra...


En invierno, con las ramas desnudas de hojas, la luz del sol llega hasta el suelo

El descenso al valle es suave y directo a la vez, estos antiguos caminos buscaban los trayectos más rápidos pero a la vez más accesibles


Altos helechos crecen en la vereda y seguimos viendo, sueltas, algunas antiguas piedras de la vieja calzada caminera


Huellas de pisadas de botas y de rodadas de bicicletas de montaña revelan el paso continuo de peregrinos y bicigrinos


La tupida arboleda nos proporciona frescor y umbría en jornadas de intenso sol, que es cuando más se agradecen esta sombra y esta humedad


Alguna antiquísima muria de piedras asoma entre el boscaje y las helechales. El suelo se cubre de hojarasca, por lo que sentimos el crujir de las hojas secas, caídas, al pisarlas, bajo nuestros pies


Las alambradas delatan además que sigue habiendo ganado en las fincas colindantes, y es que estamos en uno tantos bosquetes lineales, cuyas arboledas se extienden a ambos lados de la senda y la separan de los prados



En un claro del bosque, tenemos esta hermosa vista del valle hacia Llavayos a la derecha y L'Aviru, La Capilla, Cueva y El Cantiquín a la izquierda, todo ello bajo la Sierra del Fayéu, "cordillera de 3, 800 km que separa los territorios municipales de Mieres, Oviedo y Langreo", explican en la Enciclopedia del paisaje de Asturias


Sobre el valle de San Frechoso, el pico L'Escobín (714 m) es su cota más alta, también conocido como El Picaxu, el cual es además el más alto del concejo de Oviedo/Uviéu, compartido eso sí con el de Langreo/Llangréu


Al otro lado, al este están los montes de Cuturrasu, El Carme y La Cebosa, en la parroquia llangreana de La Venta


Tampoco desde aquí llegamos a ver las instalaciones mineras del valle, de las que también escribe Francisco Suárez Antuña en Patrimoniu Industrial:
"El 11 de enero de 1993 cerraba sus puertas el Pozo San José, en Olloniego. Era el punto final de una larga historia minera que comenzó mediado el siglo XIX,  cuando la fiebre de demarcaciones mineras alcanzó las tierras del antiguo Concejo de Tudela, integrado en el de Oviedo en 1857. 
Las diferencias existentes entre los registros, permisos y demarcaciones mineras, así como, también, entre propiedad y régimen de explotación es muy intensa en la minería de la hulla hasta la gran concentración empresarial de comienzos del siglo XX, lo que dificulta un seguimiento del laboreo real de estas minas hasta el presente. No obstante, es conocido que la Anglo Asturiana operó en el concejo de Tudela, habiendo constancia que otra sociedad, La Espada, registró a partir de 1842 minas en Olloniego, construyendo incluso un pequeño horno de coquización. Iniciado el siglo XX estas concesiones aparecerán vinculadas a la sociedad francesa Compañía General Minera, y luego a Carboneras de Olloniego, que se unirá a Hulleras de Veguín para constituir en 1918 Hulleras de Veguín y Olloniego. 
Esta nueva Sociedad, en cuyo accionariado destaca ya la familia Masaveu- interesada en la hulla, tanto como negocio en sí mismo como, sobre todo, para alimentar su planta cementera de Veguín- desarrollará el coto de Olloniego mediante una ordenada minería de montaña y levantando un moderno lavadero en La Servanda, cargaderos al ferrocarril, etc. En 1951 arrancan las obras de profundización de un pozo vertical de extracción en el lugar de San Frechoso, que recibirá el nombre de San José y que finalizan en 1958. La salida del carbón se realizaba a través de un socavón desde donde el mineral se dirigía al lavadero, de modo que la explotación combinaba elementos de la minería de montaña con la de pozo vertical. 
La compañía se integra en HUNOSA en 1968, que dentro de su programa de racionalización y concentración minera procede al cierre de las instalaciones en 1972. Una década más tarde, el pozo se reabriría como un centro piloto de investigación minera que cesaría su actividad definitivamente en 1993. 
En el año 2012, uno de los tornapuntas del castillete sería cortado y sustraído y posteriormente repuesto por HUNOSA."


Esta parte es la zona alta de San Frechoso, por cuyos montes discurre la ruta GR 100 Vía de la Plata, "sendero de Gran Recorrido que transcurre entre Gijón (Asturias) y Sevilla (Andalucía), en España, y que es una ampliación de la tradicional Vía de la Plata que unía Augusta Emerita y Asturica Augusta", describe resumidamente la Wikipedia

"

Es el valle del río San Frechoso, que se une al del Fayéu al pie de La Mortera. A la izquierda volvemos a ver El Picu l'Areneru y la zona de L'Aviru, La Capilla, El Cantiquín, Cueva...


Si aquí abajo estaría, en el lugar de Servanda el pozo de Mina Vicentina, que no llegamos tampoco a ver, Olloniego 2, al igual que los restos de un puente, que nunca se llegó a terminar, para una nueva carretera hacia El Padrún que nunca se llegó a hacer. En esas profundidades estaba además el lavadero de carbón


En algunos tramos con menos vegetación podremos ver las fincas situadas al lado del Camino, con sus vaquerías


Una vaca nos contempla junto al cobertizo


Luego nos adentramos de nuevo en la foresta...


El matorral, en pleno crecimiento primaveral...


El mismo lugar un poco antes, en primavera temprana, cuando aún no han brotado las hojas. Este cambio de nuestro entorno más inmediato sirve para hacernos una idea de cómo cambia el paisaje según cada estación


El Camino está bien trillado, pisado por cientos de peregrinos a lo largo del año. Más allá la barrera vegetal de los matorrales es prácticamente infranqueable


A partir de aquí el descenso parece hacerse algo más acusado, fijémonos en la abundante piedra suelta que debió ser del antiguo empedrado


La profunda caja caminera puede delatar la antigüedad de esta histórica vía, la cual baja mucho más directa y rápida que la muy sinuosa carretera


Lo mejor es, en estos tramos, bajar apoyados en un bastón y mirando bien dónde ponemos los pies, sobre todo cuando llueve o cuando baja el agua del monte, sobrante de las lluvias


Si bien con cierta precaución con los resbalones cuando el sendero rebosa humedad, este trayecto, digamos 'virgen' respecto a otros, es sumamente bello y relativamente montaraz y agreste, no olvidemos no obstante que estas sendas históricas atraviesan parajes que, aún siendo naturales, han sido humanizados durante siglos, por no decir milenios, con los usos agroganaderos ya desde el Neolítico y la misma red caminera


Y es que, como alguien dijo, "en la paz del sendero todo yace en reposo, ajeno de inquietudes", aunque no siempre ocurre así, muchas veces los peregrinos, prisioneros de los días muy justos, del reloj, de las preocupaciones cotidianas o, simplemente, ya absortos en la velocidad de la vida diaria, no consiguen apreciar plenamente cada paso que dan por estas sendas de historia y leyenda 


Los árboles en este trecho parecen tender sus troncos y ramas sobre el Camino, como protegiéndolo y formando un pórtico natural, haciendo llamativas formas


Abajo, a través de la red que cierra otra finca, vemos las casas de Malpica, en las cercanías de la unión de los ríos San Frechoso y Fayéu, muy cerca del antigua Mina Vicentina, el puente inacabado de la malograda carretera y el viejo lavadero


El topónimo Malpica "puede relacionarse con la peña o pico cercanos, aunque quizás también puede indicar la presencia de pegas o urracas en dicho peñasco a la hora del atardecer", escribe Casaprima Collera. García Arias nos ofrece esta otra explicación:
"Una raíz prerromana, preindoeuropea como quieren algunos (Krahe, Dauzat, Viteau, etc.), es *MAL representada, por ejemplo, en el aragonés mallo ‘peña, peñasco’. Es probable (...) que en algunos casos se hayan dado cruces con los seguidores del latín MALUM, ‘manzana’, MALLEOLUM, ‘martillo’, etc., pero no por ello ha de negarse la existencia de tal raíz. (...) 
Estoy convencido, sin embargo, de que en algún caso se trata de una simple fusión con los derivados de MALUS, A, UM, alusivo a un accidente del terreno o a su calidad. Un caso ilustrativo en este sentido lo tenemos en Paxumal (Llangréu) que podríamos entenderlo simplemente como PASSUM MALUM ‘paso malo’; en otros puede tratarse de una confusión con VALLEM > Val- como observamos en Malneira (Grandas), en el tebergano Malverde ‘valle verde’ y, acaso, en Malpica

Y seguimos bajando por este hermoso camino de hierba, tierra y hojarasca


Las paredes de la caja del Camino se hacen aquí más altas y se cubren de musgo y plantas


Sigue habiendo algún charco y un poco de barro, pero no tengamos miedo de ensuciarnos las botas, demasiados caminos de Santiago y rutas históricas similares han sido hormigonados ya


Pequeños canales de cemento encauzan el agua de las lluvias y la dirigen cuesta abajo hacia los prados, evitando que encharquen el Camino


La bajada se hace aquí más acusada, el Camino pierde altura rápidamente


Y ya vemos, ahí abajo y muy cerca, la Carretera del Padrún, a la que vamos a salir ahora


Olloniego, "cerca y lejos de Oviedo, con ferrocarril y tortuosas carreteras", escribe Marcos Palicio en la serie Asturias. Viejas y nuevas polas de La Nueva España, donde dice que tiene "más en común con las formas urbanas de las cercanas ciudades mineras que con la propia capital, tan de espaldas a la industria básica y a sus inconvenientes. Su evolución, en las últimas décadas, se relaciona por ello más con el mundo minero e industrial que con los núcleos de difusión metropolitana de crecimiento reciente".


Acercándonos a la carretera, encontraremos más de estos canalillos de aguas sobrantes en estos metros finales de descenso por este delicioso sendero rodeados de naturaleza, humanizada, pero naturaleza


Una última curva a la izquierda...


Y una última a la derecha, y ya salimos a la carretera AS-375, la antigua Carretera de Castilla, la cual hicieron posible las reformas ilustradas del siglo XVIII, si bien trabas presupuestarias, vicisitudes políticas, desidia y burocracia la retrasaron notablemente


El trazado y su adecentamiento, los puentes y un sinfín de detalles complicaban la situación. Jovellanos le dio un notable impulso y ya estaba casi acabada a finales de la centuria, pero luego la inestabilidad del Estado y la posterior invasión napoleónica con la consiguiente tensión entre absolutistas y liberales la retrasaron unas décadas más. Abierta la carretera, el servicio regular de viajeros en diligencia no se establecería prácticamente hasta no mucho antes de la llegada del ferrocarril, a mediados del siglo XIX,


Las señales del Camino de Santiago, y del Salvador, nos indican seguir carretera abajo



Continuamos pues bajando, aunque ahora más suavemente y por asfalto. De nuevo hemos de estar atentos al paso de vehículos...


Y aquí tenemos una de las curvas cerradas de la carretera del Padrún, en el cruce con la carretera que va a San Frechoso...


Tomamos pues la curva con mucha precaución, insistimos en que aunque no suele haber mucho tráfico el paso de vehículos, incluyendo camiones y maquinaria agrícola, no es infrecuente


La Mortera, enfrente, va ocultándose a nuestra vista. En el momento de publicar la serie de Viejas y nuevas polas, empezando la segunda década del siglo XXI, Marcos Palicio daba estos datos sobre la situación socioeconómica de Olloniego y sus pueblos en aquel momento:
"Las cosas no van bien para las localidades de antigua especialización en las actividades mineras e industriales. Olloniego ha ido perdiendo residentes al compás del declive del carbón. De 1.293 habitantes en la parroquia y 882 en la localidad, en el año 2001 ha pasado a 1.122 y 832. Como es característico de las comarcas mineras centrales, a las que pertenece Olloniego, en su parroquia la población se reparte en 23 pequeños núcleos, dispersos en un paisaje que a pesar de su cercanía a la ciudad sorprende por lo agreste."

La curva, que realiza un giro completo de 360 º, vista desde el cruce. Seguimos así la bajada a Olloniego, a un kilómetro escaso de aquí


Las señales del Camino de Santiago confirman siempre la dirección a seguir: el mojón con la flecha amarilla lo señala a los peregrinos, el panel señalético informa a los automovilistas que pueden hallarlos en la calzada de esta antigua vía de comunicación a la que el economista Joaquín Ocampo y Suárez-Valdés, profesor de la Universidad de Oviedo, le dedicó el estudio Jovellanos y la carretera de Castilla, en el cual analiza las razones para su construcción, especialmente auspiciada por Gaspar Melchor de Jovellanos:
"En 1772, Jacinto Avella Fuertes, comisionado por el gobierno a efectos de reconocer las comunicaciones regionales, no encontró mejor metáfora con que aludir al aislamiento del Principado que la que encabeza este apartado. Y es que para el hombre de la Meseta, como escribiera Domínguez Ortiz, «el mundo situado al otro lado de las montañas era remoto y peligroso». Esa misma impresión se repetiría en la crónica de los viajeros ilustrados. Uno de ellos, Townsend, al acercarse a la Pola de Somiedo, no pudo menos que escribir: «Si Shakespeare hubiera pasado por aquí, su imaginación jamás habría prestado atención a los acantilados de Dover»

Pero vayamos a la economía. Amortizada la propiedad, el crecimiento demográfico del siglo XVIII había conducido inevitablemente a una progresiva elevación de las rentas y de los precios agrarios. La creciente tensión entre población y recursos, en otros tiempos atemperada por la introducción del maíz en las rotaciones de cultivos de las erías, tendía a resolverse por dos vías: subdividiendo las caserías y roturando tierras comunales. En este último caso, lo que se hacía era ampliar el área de cereal a costa de la de pastos. A largo plazo se trataba de una mala solución: la restricción de pastizales suponía la reducción de la cabaña ganadera y, por lo mismo, de las disponibilidades de tiro, abono y proteínas animales. Dado que los cultivos se extendían a tierras marginales y de peor calidad, los requerimientos de estiércol eran mayores. Al no darles abonado, el espectro de los rendimientos decrecientes no se hacía esperar. Desde 1780, las crisis agrarias y de subsistencias, así como las hambrunas, se reiteran con mayor frecuencia. La esterilidad de las cosechas llevaba a muchos campesinos a verse «en la dura necesidad de usar para alimento de yerbas silvestres sin más condimento que cocidas con agua y sal»4. A la par, las tensiones sociales acababan expresándose en la multiplicación de pleitos entre aldeas y «hacendados poderosos». El propio conde de Toreno veía en la «abundante transmigración de estos años» un síntoma inequívoco de que la economía asturiana había alcanzado su techo maltusiano.

Un par de datos más ayudarán a perfilar el contexto histórico que explica la urgencia de Jovellanos en demandar la carretera de Castilla. El primero se refiere a la falta de iniciativas empresariales. La estrechez del mercado interior, debido a la escasa renta familiar de los labradores, ahogaba cualquier expectativa de beneficio para los negocios fabriles o comerciales. Por lo mismo, quienes disponían de capitales optaban por la adquisición de bienes raíces. Más que de «deserción» burguesa, cabría hablar de una suerte de capitalismo terrazguero —así lo llamó G. Menéndez Valdés en 1774— que respondía plenamente a la lógica o racionalidad económica del momento. El segundo dato tiene relación con la balanza comercial. En 1780, Asturias vendía a otras regiones por valor de 5,9 millones de reales, y compraba por valor de 16. De las exportaciones, un 67,7% procedían de Castilla; de las entradas, un 53% tenía el mismo origen."

Vista la relación de exportaciones e importaciones con la meseta, y añadido a otros condicionantes, Jovellanos veía imprescindible la construcción de una gran carretera que permitiese el paso de grandes carros de mercancías y que las comunicaciones no dependiesen de los viejos caminos reales medievales, basados en la red romana y, esta a la vez, en los pasos y sendas prehistóricas:
"Admitida la inalienabilidad de los derechos de propiedad, para Jovellanos, como ocurriera con Campomanes y otros economistas ilustrados al servicio de la causa pública, la «felicidad pública» —la riqueza del Estado y el bienestar de los súbditos— debería alcanzarse sin cuestionar el orden institucional vigente. Es en este marco en el que cobra pleno sentido la apuesta de Jovellanos por las infraestructuras marítimas y terrestres. Circunscribiéndonos a la carretera de Castilla, así de rotundo se mostraba el gijonés al explicar a la administración las causas que la demandaban: Asturias…
no teniendo ninguna comunicación con las provincias meridionales de la Península, su industria y su comercio se halla en el mayor desaliento. Trato de abrir una comunicación sin la cual jamás podrán prosperar las provincias de León y Ponferrada, de Zamora, Salamanca y Ciudad Rodrigo (…); todas estas provincias necesitan una comunicación directa con Asturias, tanto más que el mismo Principado. Acaso se dirá que estas provincias no tienen en el día grandes sobrantes que extraer; pero el objeto de este camino es que los tengan»
Jovellanos apelaba directamente a las economías externas generadas por los transportes: dado que anulaban la protección geográfica que brindaban la distancia y el aislamiento, las infraestructuras contribuían a ampliar el mercado y a especializar las economías regionales. Estas últimas, de producir «un poco de todo» pasarían a producir para el mercado. Pero, además del impacto macroeconómico, los transportes, al incrementar cargas y velocidad, al rebajar portes y tiempo, al mejorar la seguridad y la información; en definitiva, al reducir los costes de transacción, estimulaban la actuación empresarial y la inversión. Jovellanos legitimaba la inversión pública en infraestructuras desde un modelo analítico que, sin dejar de compartir la herencia de los «proyectistas» de la primera mitad del siglo, incorporaba las aportaciones de la mejor literatura económica europea del momento."

Nos dice Joaquín Ocampo que la demanda de la Carretera de Castilla arrancó con la política de obras públicas inaugurada con la R. O. de 10 de junio de 1761 por la que se aprobaba un plan estatal de caminos radiales que, arrancando de Madrid, lo comunicarían con las costas españolas:
"El mayor peso de las burguesías regionales vasca y cántabra explicarían la exclusión inicial de la salida de la Meseta al mar por Gijón. Posteriormente, las presiones del Principado y la capacidad negociadora de Campomanes lograron que el camino Gijón-León se incluyese en las dotaciones presupuestarias que, sobre las rentas de salinas, se destinaban a la red carreteril. Hasta entonces, la sextaferia y los repartimientos concejiles eran prácticamente los únicos medios disponibles para la construcción y el mantenimiento de la red viaria regional. El 8 de abril de 1771 se aprobaba el proyecto de la carretera de Castilla por Pajares, de Marcos de Vierna, frente a la competencia de otras rutas y planes alternativos11. Las obras, iniciadas en 1771, se interrumpían en 1778, cuando se llevaban construidos 21 kilómetros del tramo Oviedo-Mieres. En 1779 se aprobaba el tramo Gijón-Oviedo: colocada la primera piedra en 1782, se concluía diez años después, coincidiendo con el nombramiento de Jovellanos como subdelegado de Caminos.

Hasta esa fecha, Jovellanos había redactado seis informes o representaciones y una Instrucción. Salvo los dos primeros, de 1783, en los que justifica en términos económicos la necesidad de la carretera, en los restantes se trataban cuestiones administrativas y competenciales suscitadas por los recelos y localismos existentes entre las corporaciones municipales de Oviedo y Gijón, y entre ambas y la Junta General.

En la edición de Artola se enumeran otros dos informes (1792), una representación (1796) , un «manifiesto» (1797) y unas «reflexiones» (1797), además de la «contestación a un oficio» erróneamente fechado en 1797, ya que en el «catálogo de Céan» aparece fechado en 1799. Excepción hecha de la representación de 1796, el resto de documentos se citan sin texto por no haber sido localizados los manuscritos. En 1995 se daba a conocer un informe inédito de 31 de agosto de 1786. A diferencia de los escritos recopilados por Nocedal, los redactados desde el cargo de subdelegado de Caminos tienen un carácter marcadamente pragmático. Aprobada la carretera, más que acumular argumentos justificándola, se trataba de ejecutarla lo antes posible. Por ello, los escritos de esta etapa tienen un contenido fiscalista y financiero al servicio de la legitimación de los arbitrios precisos para alcanzar la suficiencia financiera del proyecto. Existían, además, otros factores adicionales que explicaban el cambio de estilo. En primer lugar, la coyuntura abierta por lo que Fontana calificó en su día como «quiebra del Antiguo Régimen». Las guerras contra la Convención francesa e Inglaterra, y los primeros momentos de la emancipación colonial cuestionaban el estado de las cuentas públicas con los consiguientes riesgos para la viabilidad de las obras públicas iniciadas. En segundo lugar, Asturias vivía calamitosas hambrunas y carestías en la década final del siglo. En 1796, en la Junta General celebrada en 22 de agosto, se exponía así la urgencia de la obra:
En ningún momento como el presente se reconoce la falta de apertura de la real carretera para el transporte de los precisos granos para el alivio de los naturales.
Precisamente por ese carácter estratégico que la carretera tenía para cubrir el crónico déficit cerealístico de la región, sacrificará Jovellanos la brillantez retórica característica de sus escritos de economía política por el pragmatismo de un discurso más propio de la economía aplicada."

Otro dato importante es que, por resolución de la Dirección General de Caminos de 18 de enero de 1797, se otorgaba a Asturias la facultad de proponer arbitrios adicionales a los ya destinados para la carretera y procedentes de las rentas de la sal, lo que sufragaría sus obras. Jovellanos elaboraría al respecto un manifiesto y diversas reflexiones, pero nuevas ocupaciones le apartarían de la carretera:
"... los nombramientos para la embajada rusa, primero, y para el Ministerio de Gracia y Justicia, más tarde, distraen su atención hacia asuntos de mayor urgencia. En 1799, sintiéndose exonerado de su cargo en la carretera, lo comunica a la Junta y comienza a desvincularse de las obras. Era ya otro momento político y económico. También es otro asunto diferente al que ahora nos ocupa. Queden, como testimonio de ese alejamiento de la amada carretera, las tres cartas que se recogen en el anexo que sigue. Desde el destierro de Mallorca, Jovellanos seguirá inquiriendo por unas obras que sólo se acercan a su fin hacía 1826. Como en tantas otras ocasiones, la hostilidad de la vida social y política de aquella España no le permitirá a Jovellanos acariciar un proyecto al que, como él mismo confiesa, consagró lo mejor de su vida y talento."

Así es Olloniego paso obligado e histórico, como titulaba el escritor Carlos Alberto Polledo Arias en La Nueva España del 20-1-2017 sobre el trazado por la población y su parroquia de esta antigua Carretera de Castilla: 
"Olloniego es uno de esos lugares del concejo de Oviedo que, cuando no existía otra carretera, había que atravesar de forma obligatoria para alcanzar tierras leonesas. Se trataba de subir a San Esteban de las Cruces y descender la Manzaneda hasta llegar al nivel del río en El Portazgo, tras haber rebajado 100 metros de altitud sobre el nivel del mar con referencia a la capital. A renglón seguido, se atravesaba de un extremo a otro El Padrún y su complicado rosario de curvas, desafío que -la mayoría de las veces en caravana- suponía llegar a Mieres hasta el gorro de coche. No digo nada si te dirigías a León o Madrid o, si nos trasladamos a épocas anteriores, hacer el viaje a pie, a caballo o en diligencia, pensando en el suplicio de cruzar Pajares, sobremanera en invierno. ¡Qué agobio!"

En las carreteras, las señales de tráfico informan también a los peatones: sendas advertencias de prohibición de adelantamientos nos señalan que entramos en una zona de escasa visibilidad


Seguidamente, una señal de curvas peligrosas durante los próximos 850 metros nos confirma la razón


Primero a la izquierda y luego a la derecha: observemos los viejos muretes de la carretera, donde crecen musgos y plantas


Ya no es carretera nacional pero su importancia para la comunicación local de los pueblos que atraviesa ha hecha que la actual AS-375 haya sido arreglada y acondicionada en bastante ocasiones


Las curvas del Padrún amargaban a los automovilistas y, especialmente, a los conductores de autocares y camiones por su escasa visibilidad, imposibilidad de adelantar y, por ende, peligrosidad. Ahora sin tráfico dicho riesgo es mucho menos pero sigue siendo preciso tomar las curvas con la máxima atención y seguridad. Por ello, también el peatón no debe confiarse y, aunque no se vaya encontrando con ningún vehículo, ha de caminar bien atento pues puede surgir uno en un instante


La carretera zigzaguea mientras continúa su suave descenso a Olloniego y valle del río Fayéu. Recalcamos que por lo general puede oírse antes el ruido del motor que verse el vehículo que pueda subir o bajar, por ello apliquemos concienzudamente vista y oído en este tramo



Curva cerrada a la izquierda; la carretera carece de arcén y vamos literalmente arrimados y pegados a la ladera de la montaña



Cuando la curva parece que va a acabar, esta sigue y sigue. No nos cansamos de insistir que hemos de tener máxima precaución


Bajo nosotros, la Autovía A-66 o Ruta de la Plata atraviesa el valle hasta los túneles de El Padrún, cuyas bocas septentrionales están debajo de nosotros. Siendo inaugurada por tramos, fue sustituyendo a la 'nueva' N-630 de la misma manera que esta sustituyó a la 'antigua', esta por la que vamos nosotros, a partir de 1993


La carretera sigue zigzagueando; vemos sobre nosotros las alturas de El Padrún, por lo que nos damos cuenta que hemos bajado al valle bastante rápida y cómodamente


Hemos llegado a El Cantarillón, un grupo de casas cuyo nombre se debe a la existencia de un gran sumidero de aguas construido en este tramo de carretera. Estamos en el barrio de Sopeña, cuyo nombre significa 'bajo la peña', referido al gran peñasco que vemos monte arriba


Aquí tenemos otra de las cerradísimas curvas de la Carretera del Padrún, donde los vehículos más grandes, como los autocares y camiones grandes, habían de hacer complicadas maniobras para girar, como siguen haciéndolo, cuando ocasionalmente alguno pasa


Una señal nos indica que estamos en el Km 10 de la AS-375


Bajo la carretera pasa otro de los arroyuelos que se forman bajos las lluvias y dan sus aguas al río Fayéu


Ahí tenemos el ojo del puente, a manera de túnel, por el que bajan las aguas


Y, sobre el puente, una curva muy cerrada más, debía ser sobrecogedor circular por esta carretera antes de 1968 pues, aunque había muchos menos coches, al ser la principal entre las ciudades más populosas de Asturias con la meseta y Madrid, todo el tráfico, incluso el de pasajeros y el pesado, transitaba por aquí, donde durante un tiempo también circulaban vehículos agrícolas


Además, todos estos pueblos estaban mucho más poblados, con lo que el tránsito de gentes y mercancías no era pequeño ni mucho menos. Ello forzó a buscar una solución, primeramente arrancaron las obras por una carretera nueva por El Padrún pero, con las obras ya en marcha y su puente hecho, en La Servanda, estas fueron abandonadas y se optó por el nuevo trazado de Peñamiel, esquivando el puerto pero acometiendo la construcción de varios túneles


El hábitat, aquí más diseminado que en Casares, es disperso pero siempre en las cercanías de la carretera. De las pocas casas del lugar unas se disponen al lado de la calzada y otras ladera arriba y sobre ella



Desde que hemos entrado en Asturias la preocupación por las comunicaciones es una continua constante, ahora y a lo largo del tiempo, tierra de Muchas curvas, pocas rectas como titula su artículo para el diario El Comercio el catedrático Leopoldo Tolivar Alas, publicado el 31-7-2022 y del que compartimos su primera parte, hasta sus recuerdos de esta Carretera del Padrún:
"No hace falta remontarse más allá de un cuarto de siglo, más bien algo menos, para dibujar mentalmente las serpenteantes carreteras que tenía Asturias. Ahora, tenemos autovías atravesando la costa y también, más o menos de norte a sur, el centro de la región, llegando -pago mediante- a atravesar la cordillera. Por desgracia, el interior de las alas sigue contando con numerosos tramos de conducción complicada, estrecheces y travesías de poblaciones. El caso del suroccidente, pese a los esfuerzos públicos que no niego, sigue siendo lacerante, aunque parece que, por fin, se abrirá el nuevo viaducto de La Barrosa, tras el vergonzante episodio de la ruina de esta infraestructura de ayer por la mañana. Que hayamos tenido, durante un largo período, que reutilizar la vieja carretera de La Espina, es un retroceso que nos hace recordar cómo eran las cosas en Asturias hace unas décadas. 
Y las cosas, puede resumirse que eran el padecimiento de muchas curvas y el sosiego de unos pocos tramos rectos. Aún tenemos el ejemplo del tren, que sigue dando, por la rampa de Pajares, las mismas e interminables vueltas que en 1884. En cuestión de carreteras, en pocos lugares de los que conozco (no muchos, la verdad), escuché, como aquí hasta tiempos recientes, la referencia geográfica a «la recta de». Recuerdo un puñado (Otur, Villamayor, Barcia, Salas...), porque eran lo infrecuente. Lo normal eran kilómetros y kilómetros sinuosos y no carentes de peligro. 
Nuestra orografía tan compleja marcó nuestras comunicaciones, nuestros intercambios económicos y culturales, y también nuestras vivencias personales. De los trayectos de mi infancia, por razones familiares, no puedo olvidar, además en autobús, el itinerario de Oviedo a Salas. No solo era La Cabruñana, tramo dado a las revolturas de estómago; las curvas hasta Trubia eran -y son, porque la carretera existe- más que notables y, de aquella, con una calzada más estrecha. Y llegar a Cornellana, como ahora ocurre todavía, no garantizaba el fin de los mareos. De ahí que cuando se tomaba la recta de Salas -tristemente recordada por el éxodo de Danone- los viajeros, no solo infantiles, deseáramos que aún fuera más larga para reponer el aparato digestivo. 
Similarmente, en el otro polo familiar, el mierense, aún padecí los últimos momentos de paso forzoso por La Rebollada y El Padrún. Y el temible paso a nivel de Olloniego. De ahí que, salvo en viajes familiares, el tren fuera un medio más tranquilo y plural, ya que tanto Renfe como El Vasco hacían el trayecto. Esta última línea, curiosamente, condicionó, posiblemente, hasta mi existencia, ya que, en el último convoy que funcionó antes del levantamiento de 1936, mi madre, ajena a todo desde su ingenuidad infantil, pudo llegar a Mieres y, más tarde, embarcarse al exilio."

 

El tren, efectivamente, pasa unos metros más abajo y su túnel se encuentra al lado mismo de la A-66. No lo vemos, tapado por los árboles, pero baste decir que entraremos en Olloniego por el barrio o lugar de La Estación. El ferrocarril fue, durante varias décadas, el medio de transporte terrestre más empleado para mercancías y viajeros; llegado con posterioridad a la carretera y cuya construcción tropezó también con numerosos inconvenientes al llegar a la Cordillera, le ganó el pulso durante bastantes décadas como principal vía de comunicación por tierra, pero con la generalización del automóvil en el mundo occidental las líneas férreas quedaron relegadas


Aún así sigue empleándose notablemente, es más, ante la dificultad de hallar aparcamiento en las ciudades, Oviedo/Uviéu, por ejemplo, su existencia en poblaciones como Olloniego es fundamental, comunicada también, eso sí, por línea regular de autobuses


Es más, ya en tiempos de la publicación de la serie Asturias. Viejas y nuevas polas (recordemos, empezando la segunda década del siglo XXI), se preveía la creación de nuevas urbanizaciones en el extrarradio ovetense, separadas incluso del casco urbano, ante la creciente carestía de la vivienda en este, pese a su continuo crecimiento. Sin embargo esta zona del concejo lo que vio, más que nuevas urbanizaciones, fue la creación de nuevos polígonos industriales en la vega del Nalón, como veremos al salir de Olloniego


Aunque aparentemente no sea necesario, pues hasta La Estación no dejaremos la carretera, la existencia de conchas jacobitas, flechas amarillas camineras y mojones confirma que vamos por la ruta correcta y no nos hemos dejado ningún desvío atrás en algún cruce con ramales secundarios


Por ello, cada ciertos metros es bueno encontrar alguna referencia que nos indique que vamos bien y no nos hemos equivocado. Eso sí, de ahí a una saturación de señales, afectando a su comprensión y al mismo entorno y paisaje, como se ha hecho en algunos lugares, hay un mundo



Y ahora, atención, porque vamos a ver, al paso de la carretera, el porqué del topónimo de este lugar...


Medio tragado por la maleza, un viejo pozo cilíndrico, hecho de piedras, casi tragado totalmente por la maleza, es un cantarillón, 'alcantarillón', alcantarilla grande, por la que se sume el agua por debajo de la carretera, una de las muchas intervenciones que se hicieron en la época de su construcción


El agua sale de un tubo y forma un pequeño estanque: un sumidero la lleva debajo de la calzada a la riega que vierte un poco más abajo al río Fayéu


Dada la humedad, la vegetación crece rápidamente aunque periódicamente se desbroce



A nuestra derecha, al otro lado de la carretera, Casa Mar, separada de la calzada por una barandilla que protege su corralada


Su nombre, en la fachada, artísticamente tallado en una placa de madera. No en vano estamos en Artefito, taller de talla tradicional


Un tetrasquel


Rosetones y entrelazos...



La Rosa de los Vientos


Placa de la IFMGA (International Federation of Mountain Guides Associations), en España AEGM (Asociación Española del Guías de Montaña)


Un ejemplo de cómo se juega la vida el peregrino en las carreteras sin arcén ni veredas peatonales habilitadas par su paso, y el de los vecinos, por supuesto. En nuestra humilde opinión urge tomar medidas por el bien de todos


Aquí hay otro cantarillón, pero mejor no detenerse a verlo, sino seguir adelante, tanteando con sumo cuidado...


Teóricamente se dice que, en estos casos, hemos de andar por la izquierda para 'ver a los coches que puedan venir de frente', pero el panorama es este... nos arrimamos todo lo que podemos al muro, la mochila roza con las piedras y arrastra algunas plantas


Pronto vemos al otro lado del valle, en la ladera de enfrente, unas casas, son las del cruce de La Mortera, a la entrada de Olloniego por dicha carretera


Pero nosotros no vamos a ir por ahí, sino que lo haremos, como hemos dicho, por La Estación, situada unos metros antes


Ese desvío está en Solafragua, justo antes del puente sobre la A-66 y el ferrocarril, cuyas barandillas empezamos a ver al fondo


Es ese ramal que vemos a la izquierda, ahí dejaremos la AS-375 o Carretera del Padrún y este peligroso tramo, dirigiéndonos a La Estación por La Fuente los Llocos, que es el trazado original de la Carretera de Castilla


Estamos en la entrada a la población de Olloniego, enclave urbano que creció con la minería y extendido a lo largo de la Carretera de Castilla, cabeza de la parroquia de su mismo nombre, en el corazón del antiguo concejo de Tudela...








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