Parque del Carbayedo (Avilés). Escultura El tratante de ganado |
La obra del avilesino, vecino de la calle Galiana, Amado González Hevia, Favila, llamada El Tratante, en la que se representa a un tratante de ganado tirando de un xatu culón (ternero), refleja los cambios acontecidos en Avilés y en concreto en este barrio de El Carbayedo, cuya gran plaza y arbolado parque fueron solar, muchos años, del mercado de ganado más importante de Asturias, ubicado en este lugar que constituía la transición entre lo urbano y lo rural en la antigua villa avilesina, la cual creció desmesuradamente con la llegada de la gran factoría siderúrgica de Ensidesa, quedando El Carbayedo, barrio estrechamente vinculado a Galiana, incrustado en pleno centro de la nueva gran urbe
Aquí estuvo el gran robledal o bosque de carbayos que dio nombre al lugar, cuya madera era aprovechada para los astilleros de ribera ubicados en el barrio extramuros, pescador y marinero, de Sabugo, campos de La Bogaz y El Faraón (actual Parque del Muelle y antiguo puerto), el cual era transportado dando un gran rodeo por los altos de los alrededores (Miranda y San Cristóbal), dada la dificultad para bajarlo directamente a la ría hasta que, pasado el tiempo y los siglos, fueron mejorándose los caminos
Calle Galiana y capilla del Jesusín de Galiana |
De la capilla de San Roque, de cómo pasó a ser del Jesusín de Galiana y de la misma calle hablamos abundantemente en la entrada de blog correspondiente a nuestro tránsito por la porticada rúa de Galiana, un topónimo que también tiene que ver con su vinculación caminera, pues se sabe viene del latín Galliana, denominación de los caminos procedentes de Francia (Galia) que ha dado nombre a varias poblaciones españolas y ha sido el origen de este apellido
El gran narrador y erudito avilesino Alberto del Río Legazpi, gran conocedor de la intrahistoria local, dice es sinónimo de cañada, nada incompatible con lo anterior, pues se trata de caminos ancestrales que desde la remota antigüedad eran de pastores trashumantes entre los pastos costeros y los de la montaña. En este sentido no deja de llamar la atención la Cañada Real Galiana, que atraviesa la península de La Rioja a Ciudad Real
Capilla del Jesusín desde los soportales de Galiana, al lado el Pasaje de San Roque y El Carbayedo |
Iniciando pues, el tránsito de Galiana a El Carbayedo no está de más, al paso por esta venerada capilla, donde se guardan las imágenes de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de Galiana, una de las de la renombrada Semana Santa Avilesina, repasar la historia de El Carbayedo y su relación con este santuario de la mano del citado Alberto del Río Legazpi y su artículo El Carbayedo, gran bosque urbano de Avilés, que encontramos dentro de su serie Episodios Avilesinos de La Voz de Avilés-El Comercio, publicado el 16-8-2015 y del que extraemos aquí esta parte:
"(Un frondoso arbolado que se fue transformando, con los siglos, en uno de los barrios más castizos y poblados de la villa asturiana).
Por aquel tiempo, había una gran cantidad de bosques en torno a la villa de Avilés. De entre ellos destacaba el conocido como el Plantío Real del Carbayedo, que estaba situado en la zona alta, a poca distancia de dos (de las cinco) puertas de la muralla: la del Reloj y la del Alcázar, situadas en los inicios de las actuales calles de La Fruta y La Ferrería.
Era un gran bosque de carbayos, como aquí llamamos a los robles, entonces muy utilizados, aparte de para casi todo, en la construcción de embarcaciones de los astilleros (o carpinteros de ribera) de Sabugo.
En tiempos medievales era infernal transportar los troncos de madera hasta Sabugo pues había que subirlos desde el bosque del Carbayedo hasta Miranda, luego cruzar por Heros hacia San Cristóbal de Entreviñas y desde allí descender al pueblo marinero para dejarlos en el Campo de Bogaz (terrenos hoy ocupados por la Estación de Ferrocarril) donde estaban emplazados los astilleros.
Algún siglo más tarde, cuando el terreno para el tránsito rodado se fue domando a base de construir caminos, caleyas y aprovechar galianas, la madera y derivados pudieron llegar por fin por caminos más cortos al puerto de la villa (situado a un costado de la actual iglesia de San Antonio de Padua, antigua de los Franciscanos) convirtiéndose en un elemento clave de nuestras exportaciones. Y así, por ésta cosa del comercio se fue talando, siglo a siglo, el gran bosque de la parte alta de Avilés y mudando madera por población.
La fe de vida histórica del barrio fue la erección, en 1625, de la capilla consagrada a San Roque «por haber librado a la Villa de Avilés de la terrible epidemia de peste que asolaba a España». Pero la ermita nació arquitectónicamente apestada y amenazó con derrumbe total hasta en cinco ocasiones, siendo sustituida en el siglo XIX por la conocida como de ‘Jesusín de Galiana’, nombre muy celebrado –no sin cierto asombro– por quienes nos visitan.
Antes de eso, a finales del siglo XVII, Avilés comenzó a cambiar su traza urbana construyendo, fuera de sus murallas, tres palacios y dos calles prodigiosas. Una de ellas, la de Galiana, ascendió hasta El Carbayedo y lo conectó definitivamente con la villa.
En el siglo siguiente, cuando en su actual plaza ya habían entrado algunos soportales –pocos, pero buenos y variados– se convirtió en lugar de celebración del mercado de ganados mas importante de Asturias, que además trajo consigo la multiplicación de bares y pensiones en la plaza central del barrio."
Desde la capilla del Jesusín de Galiana y desde la calle del mismo nombre nos dirigimos a la plaza y parque de El Carbayedo por el llamado Pasaje de San Roque, que guarda la memoria de la advocación original del santuario
En este lugar había un crucero gótico del siglo XIV que se llevó por delante en una maniobra dando marcha atrás un camión de reparto de Coca Cola, partiéndolo en cinco pedazos, allá por el año 2004
"Peregrino por las calles de Avilés y desaparecido de la estampa urbana desde que un camión lo derribó y fracturó, hace más de dos años, el Crucero de San Telmo pronto volverá a ubicarse en la localidad. Luis Saro, profesor de Restauración de la Escuela Superior de Arte de Asturias, coordina la labor de recuperación de esta pieza pétrea, fechada en el siglo XIV y vinculada a la tradición marinera de Avilés. En el momento en el que quedó hecha pedazos estaba situada junto a la capilla de Jesusín de Galiana
Una vez que se restaure, la pieza se colocará en el interior de uno de los ábsides de la iglesia vieja de Sabugo y, en el exterior, en la plaza del Carbayo, se situará una réplica, ya que es el lugar en el que se supone que estuvo colocado el crucero originariamente. Ambos trabajos son fruto de un acuerdo entre la escuela y la concejalía de Educación.
La restauración ya está prácticamente lista, según afirmó Luis Saro, y el trabajo concluirá este mismo curso. Lo que falta por realizar es el montaje de las piezas y la restauración de la cruz, que de momento está todavía sin tratar. El crucero, tal y como quedó después del accidente, está fragmentado en los siguientes trozos: la base de la columna, tres trozos de fuste -uno de ellos con el relieve de San Telmo y otro con la cabeza del santo- y el capitel de decoración tipo corintia, con hojas de acanto. Encima es donde se colocará la cruz. En total tiene una altura de 3,36 metros.
Los responsables del trabajo ya tienen preparados varios de los moldes necesarios para hacer la réplica, que se construirá de resina y fibra de vidrio con silicona.
Saro encargó un estudio analítico y petrológico a la asesoría geológica Gea para conocer el estado de la piedra. La base y la cruz son de piedra dolomítica de Avilés, mientras que el fuste y el capitel están labrados en granito gris de Galicia, algo habitual, según indicó el restaurador, ya que la escasez de granito en la zona hacía necesario importarlo. El tratamiento que se le aplicó fue biocida y fungicida, para matar los hongos y algas que se le adhirieron durante la etapa en que el crucero estuvo almacenado en Divina Pastora. Además, para la limpieza se le proyectaron microabrasivos, a una presión inferior a dos bares. Una vez limpio se reconstruyó la base, que tenía la moldura superior rota, con mortero específico de restauración. Los alumnos también le practicaron un tratamiento hidrofugante de protección para que no entre el agua. En el crucero original se verán las fracturas, mientras que en la réplica se recreará cómo era antes de su deterioro.
San Telmo, patrón de los marineros, se suele representar con un barco de cuyos mástiles surge un resplandor con aspecto de fuego, al que se conoce precisamente como Fuego de San Telmo. Se trata de un fenómeno eléctrico originado por las tormentas eléctricas. El San Telmo que se venera en España se llamaba en realidad Pedro González, dominico, que nació en Astorga y murió en Tuy, a caballo entre los siglos XII y XIII. A él se encomendaban los marinos en sus navegaciones para pedir protección y amparo"
"La sede en Valliniello de la Escuela Superior de Arte de Asturias (ESAPA) ultima estos días el traslado de los estudios superiores de Restauración y Conservación de Bienes Culturales al nuevo edificio en la margen derecha de la ría. Para los responsables del centro, este sería el momento propicio para que una pieza patrimonial como el crucero gótico de San Telmo, restaurado y almacenado en la Escuela desde hace años, vea la luz en una nueva ubicación.
«Lo ideal sería que aprovechando el traslado de la Escuela, el Ayuntamiento pudiese llevarse el crucero a una ubicación definitiva para que no vuelva a quedar almacenado», comenta la directora de la ESAPA, Carmen Álvarez-Rúa.
El crucero de San Telmo es una pieza de granito del siglo XIV, propiedad del Ayuntamiento de Avilés, que se caracteriza por la escultura del santo que aparece en su fuste. Vinculado en origen a Sabugo, el crucero ha estado ubicado en diferentes espacios de Avilés a lo largo de su historia. En 2004, cuando estaba en la plaza del Carbayedo, un camión de reparto impactó contra él y lo fracturó en cinco partes.
«A raíz de aquello, pasó un tiempo en el antiguo depósito que estaba en la Divina Pastora. Después, el Ayuntamiento decidió trasladar el crucero a la Escuela de Arte para proceder a su intervención con la idea de devolverlo en su día a una ubicación en la ciudad», explica Luis Saro, uno de los docentes del departamento de escultura de la ESAPA que, junto a la profesora Alma Barberena dirigió, la restauración del crucero.
Dado el valor patrimonial de la pieza, durante el proceso de restauración de la original, «se decidió realizar una réplica exacta en resina para poder colocarla en el exterior y se planteó en un primero momento conservar el crucero original en el interior del Museo Urbano de Avilés», indica Saro. Por el momento, la reubicación del crucero de San Telmo en el Museo parece ser la opción más probable, «aún se están estudiando las posibles ubicaciones para ambas piezas y no hay nada concreto», apunta.
La intervención del crucero de San Telmo en la ESAPA se prolongó a lo largo de unos dos años y medio. Primero se llevó a cabo « una limpieza general con un tratamiento biocida contra los hongos y musgos que traía, una desalación, así como una protección y la consolidación de fragmentos rotos», apuntan Luis Saro y su compañera de departamento, Alma Barberena.
Aunque la restauración del crucero de San Telmo no implicó una gran dificultad ya que «el granito es una piedra muy agradecida», los restauradores lamentan el estado con el que llegó la pieza.
«La desgracia de este crucero fue que antes de llegar a la ESAPA se encargó una limpieza a una empresa no profesional que lo trató con arena demasiado abrasiva y erosionó mucho la talla del santo. Hay fotografías históricas que muestran que la talla presentaba un relieve mucho mayor», explica Luis Saro.
Como curiosidad, se pensó que la cruz original que corona el crucero estaba colgada en el techo de la antigua iglesia de Sabugo, «aunque luego constatamos que no, ya que el encaje no coincidía». Ante la falta de la cruz original y «teniendo esta otra cruz descontextualizada se decidió restaurarla para ubicarla en la parte superior del crucero de San Telmo», concluye"
De momento el Crucero de San Telmo parece continúa su largo peregrinar, pues no está, aunque esperar, vemos que se le espera, y desde hace ya mucho
Saliendo a El Carbayedo un hórreo simboliza el pasado rural de este enclave en el que Avilés lindaba con el campo en lo que fue la antigua carbayera que le dio nombre, la cual se extendía por entonces en una colina cercana a la población
"El elemento más emblemático del parque, el hórreo, «llegó» en 1972, procedente de Trasona, de donde hubo que retirarlo por la instalación de Fertiberia. Su propietario decidió entonces ceder la construcción al Ayuntamiento de Avilés, que lo situó en el Carbayedo, donde se ha convertido no sólo en emblema del barrio, sino también en el símbolo de la asociación de vecinos, aunque no tenga escalera fija, por si los vándalos. La asociación, por cierto, se fundó en el año 1986 con el nombre de «Buenavista-Carbayedo-Aleixandre». Al año siguiente, en el que cesó el trabajo de la gestora, ya se fraguó como Asociación de Vecinos «El Hórreo», con el difunto Eduardo García Garduño como presidente. Después le sucedieron Aurora Rodríguez, Rosa Serrano, Dolores Ariza y Cali, que ocupa el cargo en estos momentos."
"El hórreo del Carbayedo, señor del parque en uno de cuyos ángulos se levanta, es el que mejor está en el entramado urbano de los que existen en Asturias. Ésta es la opinión de Xandru Obaya, licenciado en Historia del Arte e investigador de la arquitectura popular asturiana, a la que también se dedica desde la empresa de gestión cultural que dirige, Patrimonio Norte. Su permanencia es todo un hito, teniendo en cuenta que estos ejemplares están desapareciendo de las ciudades. «Tendríamos que conservarlos en el tejido urbano como un elemento más; aunque se asocien habitualmente al mundo rural, en la ciudad siempre hubo ganadería y agricultura», afirma. Es más, propone que los concejos «apadrinen» hórreos y los lleven a las ciudades, donde se convierten en un reclamo turístico de primer orden.
¿Y qué se puede decir del hórreo del Carbayedo? Sus pegollos, explica Obaya, son «muy estilizados y biselados, del estilo Villaviciosa». En cuanto al corredor, fue una ampliación del edificio original, probablemente de mediados de siglo XIX. «Es un hórreo muy grande, rectangular, que recuerda la estructura de la panera», dice. La diferencia fundamental entre panera y hórreo es que el tejado del primero remata en un único ángulo, mientras que el de la panera lo hace en dos. «Hay muchos hórreos que tienen seis o incluso más pegollos, y paneras que pueden tener cuatro», añade Obaya"
El hórreo realmente no es de aquí, procede de Trasona, en Corvera, de donde fue traído en 1972, cuando esa zona se había transformado también en industrial, pues la superficie de Ensidesa abarcaba varios concejos de la comarca:
Más conclusiones de este edificio: la caja cerrada se utilizó para el maíz, cultivo que marcó la evolución del hórreo. Normalmente se cerraba el corredor orientado al Occidente; el maíz necesita ventilación y oscuridad para conservarse bien. «Cerrar los corredores para proteger el hórreo de los vientos es muy común en toda la zona del Cabo Peñas», añade el experto. Según cuenta, en Avilés, cuando se instaló Ensidesa, cientos de hórreos se trasladaron a otros lugares, y muchos de ellos permanecen hoy en otros concejos de la comarca. Aunque otros fueron destruidos, la utilidad que tenían entonces indultaron a gran parte de estas construcciones. «Tuvieron un uso cien por cien polivalente: no sólo para guardar el grano, sino también como almacén, habitación, para guardar la salazón...»
Lo que recomienda el investigador es que se retiren todos los herrajes que existen en la construcción, no sólo porque sean inconvenientes estéticamente, sino también porque perjudican a la estructura del hórreo. «Se sometió a una restauración sólo aceptable y sería importante realizar esa eliminación con una intervención más profesional; en Asturias tenemos la suerte de que hay empresas especializadas que restauran las piezas y sólo las sustituyen cuando es imposible reutilizarlas».
Pretender que el hórreo del Carbayedo se tome como prototipo de los de Avilés es, para Xandru Obaya, una idea absurda: «Se podrían hacer prototipos según los talleres, pero no según los concejos; además cada edificio tiene sus características concretas, no hay dos iguales». Por eso los intentos de buscar la esencia del hórreo carecen de sentido, según este investigador. En Avilés, añade, hay algunas construcciones con influencia del estilo Carreño, pero por lo general la decoración suele ser mínima.
Otro dato que caracteriza a estas edificaciones en la comarca son las grandes dimensiones de las paneras; la causa es que el maíz se da muy bien en estas tierras, con explotaciones agrarias relativamente grandes. «El valle de Ensidesa era, posiblemente, el más fértil de Asturias», afirma. Las paneras, además, vienen a ser el Rolls-Royce de los hórreos, por el prestigio que implicaba tener una. «Cuanto más grande fuera, más dinero se demostraba que se tenía», indica.
Díaz Obaya está preparando un libro sobre hórreos del mundo y una tesis doctoral sobre su origen. En ese contexto tiene previsto visitar los hórreos turcos, escandinavos y alpinos. Según su teoría, los orígenes del hórreo hay que buscarlos antes de la civilización mesopotámica, habitualmente señalada como inicio de estas construcciones. Xandru Obaya estima que en toda Asturias existen entre 30.000 y 40.000 edificaciones, contando hórreos, paneras y los distintos tipos de cabazos"
La construcción de casas en el antiguo camín real que hizo nacer Galiana como calle en el siglo XVII propició también la edificación de las primeras casas de El Carbayedo. Al siglo siguiente se empezó a celebrar aquí el que fue el mercado de ganado más importante de Asturias, proliferando tascas y pensiones y haciéndose más casas en torno a esta plaza ganadera de gran afluencia de gentes
"¿Qué se hacía en estas romerías? Pues bailar, bailar hasta caer exánime sobre el césped. En Avilés, el no saber bailar constituye un crimen de lesa majestad. Todo el mundo habrá oído decir que de aquí han salido los primeros bailarines del mundo..."
No todo son historias alegres, se dice que El Carbayedo fue el escenario de la última ejecución pública en Avilés, la de Patinota el de Sabugo, el 23 de abril de 1714, o al menos es lo que recoge el escritor Manuel Álvarez Sánchez en su obra Avilés: Leyendas, apuntes de novela, anécdotas, hijos ilustres, curiosidades históricas, si bien no consta en ningún registro oficial:
"El día 23 de abril de 1714 fue un día de verdadera tristeza para Avilés. Desde muy temprano no se veían sino personas, de uno y otro sexo, caminar con cierta inquietud hacia el Carbayedo de San Roque, llevando en el rostro señales inequívocas de sentimiento y de dolor.
Allí, en aquel espeso bosque de encinas y de robles, se levantaba el tablado en donde iba a ejecutarse una sentencia.
Eran las once de la mañana, y la gente se agolpaba en la plaza Mayor, indicando que pronto iba a salir de la cárcel el infortunado reo.
Óyese un sordo murmullo, se abre la puerta del' calabozo y aparece Patinota, llevando entre las manos, esposadas, un Crucifijo.
Era Patinota un joven robusto, bien parecido, con ojos negros y expresiva mirada; a su lado iba el párroco prodigándole palabras de consuelo, y un poco más hacia atrás el ejecutor de la Justicia y algunos individuos de la ronda encargados de conservar el orden.
Al pasar el triste cortejo por delante de la iglesia de San Francisco se detuvo, y el reo rezó, en alta voz, el Credo, en tanto salían del convento contiguo dos religiosos franciscanos, pidiendo una limosna a los acompañantes para hacer los funerales y aplicar algunas misas por el alma del que muy pronto iba a ser ajusticiado.
Al concluir de rezar el Credo, volvió a absolverle el sacerdote, continuando después el camino, siguiendo por la calle de Galiana hasta llegar al sitio señalado.
¡Triste espectáculo! Desnudo, escueto, terrible, se levantaba afrentoso garrote en lo más alto y visible del bosque.
Al ver el pobre reo el espantoso palo, temió por un momento; pero el piadoso párroco le recordó en seguida la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y Patinota volvió a resignarse.
El sacerdote, entonces, le abrazó varias veces, le acompañó hasta el mismo tablado, le apretó la mano, le bendijo, le absolvió de nuevo y se despidió de él hasta la eternidad.
El reo, entonces, pidió perdón a todos.
Aquella escena fue altamente conmovedora.
Antes de recibir Patinota el golpe mortal, cuando el pueblo, conmovido, estaba conteniendo la respiración, se oyó, en medio de aquel torbellino de gente, una voz entrecortada y temblorosa, pero muy clara, que decía: «Hijo mío, subid al cielo; subid al cielo, hijo mío, y pedid a Dios por mi.»
La mirada de la concurrencia se fijó en el sitio donde había salido aquella voz y vieron una mujer desmayada.
Era María Álvarez, que no había tenido fuerzas para ver a su ahijado morir"
"atrae una concurrencia considerable de extranjeros a Avilés y cada habitante se apresura a abrir su casa para recibir a sus amigos… pasan la mañana paseándose para ver las tiendas, los rebaños… y acaban el día bailando…"
Más de medio siglo después, el Diccionario de Madoz, de 1845, informa también de las ferias:
"Tiene una feria de ganado al año en el mes de agosto, titulada de San Roque, por dar principio el día del santo de este nombre; su mayor concurrencia es desde el día de San Bartolomé hasta el de San Agustín: á ella asisten comerciantes de Castilla, Cataluña, Valencia..."
Además, en esta plaza se jugaba desde tiempo atrás al fútbol, esta es la razón por la que salieron del barrio importantes figuras del balompié, que empezaron en equipos como el Club de Fútbol Carbayedo, fundado en 1928, o el Club Histórico Carbayedo, históricos equipos del barrio. El 29 de julio de 2009 se anunciaba la disolución del segundo en El Comercio-La Voz de Avilés por "desinterés social":
"El Histórico Carbayedo pasará a mejor vida este viernes, día 31 de julio, fecha límite para que los distintos clubes de fútbol confirmen su inscripción en la federación territorial. El club avilesino no lo hará, salvo que en las horas que faltan alguna persona se interese por mantener vivo un club que fue refundado en 1999 tras una primera extinción en los años setenta del siglo pasado.
La causa del abandono es el total desinterés que despierta la entidad blanquiazul, como volvió a quedar demostrado ayer, día en el que estaba prevista la celebración de una asamblea de socios. El presidente José Ramón Álvarez Suárez, 'Monchi', y el secretario, Emilio Álvarez Fernández, llegaron a los locales de la AAVV El Hórreo a las 19.20 horas. Cincuenta minutos más tarde y sin que ninguno de los cuarenta socios del club se dignara en presentarse a la cita, los dos directivos recogieron los documentos del Carbayedo, en los que se refleja el estado de cuentas, y «cerramos la tienda, como suele decirse», señala Monchi, presidente refundador en 1999 y último del club en esta despedida.
Monchi aclara que «el club morirá sin deber un euro, aunque nos da mucha pena a algunos que nadie quiera tirar del carro. El 31 es el día oficial porque no inscribiremos al equipo regional"
"El filial del Avilés hizo historia esta temporada al conseguir el ascenso a Tercera, pero el club blanquiazul ya tuvo otros filiales como el Navarro (también en Tercera) y el Praviano. ¿Y el Carbayedo? ¿Fue acaso el primer filial blanquiazul en Tercera División?
El popular equipo avilesino fue filial, pero todo indica que de forma oficiosa cuando militó en Tercera en la temporada 1967-1968, en la que coincidió con el Real Avilés y el Ensidesa anteriores a la fusión. «No puedo asegurar que fuera filial federativo, pero sé que era administrado por el Real Avilés; lo dirigían directivos del Avilés, vestía de blanquiazul y en aquella época solía jugar en el Suárez Puerta. Era un filial a todas luces», afirma Monchi Álvarez, actual directivo del Real Avilés que presidió durante muchos años el Carbayedo, aunque después de esa temporada histórica.
Tres protagonistas del mayor logró del Carbayedo, el ascenso a Tercera, los ex jugadores Coto (capitán), Angelín y Carlos (Carlos II), que siguieron en el equipo mientras estuvo en Tercera, además de Pavón, también ex jugador del Carbayedo, recuerdan aquella temporada con más sombra más que luz, pero sobre todo destacan los dos anteriores años al ascenso: «El verdadero momento histórico del club fueron los tres ascensos consecutivos que tuvimos, desde Segunda Regional hasta Tercera. Fueron años muy bonitos», dice Coto.
El año en Tercera no fue fácil y la permanencia no pudo ser, en parte porque una reestructuración de las categorías hizo que fueran seis los equipos que bajaron a Preferente. «Empezamos bien la temporada», comenta Carlos, a lo que Coto añade: «Fue un año bonito hasta mitad de temporada, luego fue cambiando, decayendo y al final bajamos. El equipo se fue deshaciendo, nos llevaron jugadores al Avilés y fueron metiendo juveniles». Y es que ya había habido cambios al inicio de la temporada en Tercera. «En el Carbayedo éramos una gran familia, amigos además de compañeros. Ese año ya quisieron traer refuerzos y no fue lo mismo», comenta Coto.
Pese a todo, el Carbayedo seguía siendo ese club humilde que «representaba a la villa como el Avilés, el equipo del centro, un histórico, con solera», según explica Angelín. De esa humildad nació una de las gestas del equipo en esa temporada en Tercera. Por diferentes motivos, laborales y personales, sólo ocho jugadores se encontraron delante del bus para ir a jugar a un partido en Pola de Siero. «Éramos los justos para que nos dejaran jugar e íbamos con un miedo terrible a que nos dieran una paliza, pero al final ganamos», recuerda Coto. En ese encuentro, la falta de efectivos llevó al portero reserva, Concejo, a jugar como extremo izquierdo. «Me acuerdo de que yo marqué un gol ese día», añade Carlos.
Esa familia tenía dos padres, el entrenador, Candás, que antes había sido jugador y al que los cuatro ex jugadores recuerdan con cariño, y «Puro», el utillero: «Nos cuidaba mucho, como un padre, tenemos mil anécdotas con él. Eran dos personas entrañables y forman parte fundamental de nuestra vida», afirma Angelín. «A "Puro" le hacíamos un montón de perrerías y nos las perdonaba siempre», añade Pavón.
Angelín recuerda un momento especialmente triste del año del ascenso a Preferente. «Tuvimos una desgracia, me acuerdo que era 1 de mayo. Un compañero de equipo, Falo del Busto, que también hacía atletismo, falleció de un golpe en la cabeza cuando competía en una prueba de salto de longitud. Tuvimos que suspender el partido previsto para esa tarde y en el que nos jugábamos el ascenso», explica el ex jugador. Días después se disputó el encuentro: «Se jugó con mucho coraje, con garra, porque queríamos dedicarle la victoria. Ese ascenso se vivió con ilusión y tristeza», comenta Angelín.
Sin embargo, los momentos buenos que vivieron en el Carbayedo fueron muchos, y los recuerdan con cariño. El conjunto del barrio avilesino era algo así como el paso entre juveniles y el Real Avilés. «Éramos prácticamente todos jugadores del Avilés juvenil, crecimos juntos jugando a fútbol», comenta Pavón. «Era muy difícil que el Avilés te diera la oportunidad, no se tiraba mucho de cantera en aquella época», explica Carlos. Uno de los cuatro sí llegó a jugar en el primer equipo, Coto: «Estábamos en el grupo vasco», recuerda.
Ellos afirman que el Carbayedo era filial del Avilés en todos los sentidos: «Le interesaba contar con ese paso. Teníamos una cláusula por la que no nos podíamos marchar si el Avilés no te daba la baja. El contrato era con ellos», sostiene Angelín. Ahora le desean lo mejora al Avilés B, que por primera vez jugará en Tercera División, como les ocurriera a ellos en 1967"
" El movimiento de Toni, abriendo un local de música tranquila en el que se podía hablar o tomar uno de los cócteles de los que aprendió a hacer junto a sus primeros profesores de barra, provocó una tendencia que convirtió la plaza de El Carbayedo y la calle de Galiana en el nuevo centro de ocio de la ciudad. «Fue la época más divertida de Avilés», dice.
Su apuesta estaba clara: montar un local diferente, a su gusto, donde escuchar buena música y tomar una copa de calidad. «No era el típico bar de barrio».
Pronto se puso de moda y eso se tradujo en que «todo el mundo» pasaba por él. Incipientes políticos de todos los colores buscaban un hueco para hablar con discreción de lo que aún era tabú en España. Jóvenes universitarios que escuchaban Radio París, mantenían sus primeros contactos con plásticos de Tom Petty o Bruce Springsteen traídos de Barcelona en un tiempo en el que lo que más sonaba era Luis Escobar. Incluso algunos engañaban la mirada del dueño para fumarse un porro clandestino, porque en los locales de Toni «nunca se ha podido fumar. Al menos, abiertamente. Eso creaba problemas y nunca lo he permitido».
La discreción en la charla de los parroquianos y el buen ambiente que se respiraba en su local hizo que nunca tuviera problemas con la policía, en una época en la que la guardia civil todavía usaba capa y tricornio. «Ellos se dedicaban más a los bares de chicas, a no ser que fuera un sitio descarado».
De esa época, de las reuniones en la playa con una caja de sidra y una guitarra para cantar canción protesta, de las noches con saco de dormir para ver amanecer sobre la arena, de los grupos mixtos en los que el sexo no era un imperativo, «al menos en mi círculo», Toni guarda el recuerdo de un colectivo que cambió su forma de ver la vida. «Cuando abrieron el hospital y vinieron los médicos de fuera, nos quitaron las orejeras. Hablo de mí y mi círculo. Quien más y quien menos había estado en mayo del 68 y no tenían que dar cuentas a nadie más que a su conciencia».
Galiana seguía creciendo y Toni decidió abrir un nuevo local, Les Ablanes. El concepto, un bar para gente joven, dinámico y en el que se bebía «mucho espumoso». La época, principios de los ochenta, había hecho cambiar a la gente. Se podía hablar, no había prohibiciones y «todo estaba por hacer». Al crecimiento de esta zona contribuyó también la caída de Sabugo, un barrio en obras donde los padres ya empezaban a encontrarse con sus hijos en la misma barra. «Esa es la clave de la desaparición de una zona. Cuando un padre se encuentra tomando copas con su hijo, se va a otro sitio», asegura.
Les Ablanes funcionó hasta los años noventa. Un poco antes, Toni abrió el local al que más cariño ha profesado: La Farándula, también en El Carbayedo. Música en directo, amplitud y toda la experiencia de una persona íntimamente ligada a la hostelería puesta al servicio de la diversión. «Era un bar atemporal que hubiera funcionado en cualquier época». Por allí pasaron M-Clan, Maná cuando todavía no era Maná, Víctor Manuel... «Lo pasamos muy bien. Hacíamos 'jam sessions' con la gente que pasaba por allí».
"La «movida» avilesina no puede depender de Sabugo en exclusiva. Ni del Carbayedo. Ni de Rivero. Ésta es la creencia generalizada entre los profesionales de la hostelería que miran expectantes lo que el Niemeyer traiga de bueno a la ciudad en forma de visitantes y quieren tener los deberes hechos para cuando llegue ese momento. Avilés -vienen a decir- necesita diversificar su oferta de ocio y el modo de lograrlo es que las tres grandes áreas tradicionales de esparcimiento se complementen. O sea, la teoría de un triángulo imaginario cuyos vértices serían Sabugo, Rivero y El Carbayedo y los lados pasarían por las calles de Galiana y La Ferrería y el eje San Agustín-Las Meanas. No deja de ser una teoría, pero los primeros pasos ya se están dando. El verano pondrá a prueba la viabilidad del experimento.
Miguel Villabrille es uno de los que se suman a la ola de la «movida» que asciende por Galiana: en pocos días abre local en el parque del Carbayedo. Villabrille es uno de los propietarios de un establecimiento que funciona muy bien en Sabugo: el Súmmum. «Creemos que el Carbayedo es una zona en crecimiento, una zona para estar tranquilo, una zona que va a complementar Sabugo o Rivero», explica. «Que haya distintas zonas no tiene por qué suponer competencia; se comparten públicos y ya está. Arriba, en el Carbayedo se toma la primera copa, pero si se quiere bailar, luego se baja a Sabugo», apunta. «Sabugo solo no puede liderar la marcha avilesina, pero el Carbayedo y Galiana, por si solos, tampoco pueden hacer nada. Cada uno necesita de los otros», concluye.
Ezequiel Dávalos es el dueño del Popul'art, en el parque del Carbayedo. «Cuando llegamos aquí, en 2003, no había ningún local como este. Bueno, estaba el Tataguyo, el Cocolet? y poco más: la sidrería Carreño, por ejemplo. Encontramos este local que había ocupado antes el Líneas? Era ideal para la idea que teníamos: un bar cultural en el que se pudieran organizar exposiciones, conciertos? y no nos ha ido mal del todo», apunta el hostelero. «La zona de Galiana y el Carbayedo está despuntando desde hace un par de años porque el público no quiere más de lo mismo, busca ofertas alternativas a las tradicionales. Aquí tenemos muy buenas terrazas para las primeras copas y, además, contamos con algo a nuestro favor que pocos tienen: la leyenda de la calle de Galiana». Los años noventa reviven de nuevo"
"El origen del parque del Carbayedo está ligado a los señores de Carbajal, que fueron quienes donaron los terrenos para hacer el mercado o, en su lugar, para uso público. Según relata Ramón Gómez, vecino del Carbayedo, hubo una Corporación que quiso edificar en el solar, pero los señores de Carbajal les pararon los pies, preservando este espacio para el disfrute de los vecinos. De su propiedad todavía queda en el parque un vestigio, un naranjo que en su día formaba parte de sus tierras.Otro árbol célebre es el carbayo que plantó con sus manos el premio Nobel Severo Ochoa, cuando acudió a la ciudad para inaugurar la calle que lleva su nombre. Aunque para robles, el más característico es el que aún crece, frondoso y añoso, junto al hórreo. El parque también tiene un gigantesco eucalipto, sauces y plátanos, entre otras especies."
" El espíritu histórico del barrio –reflejado hasta en el nombre de un equipo de fútbol que tuvo llamado ‘Histórico Carbayedo’– sigue concentrado en esta espléndida plaza y parque, actualmente muy de moda como zona de ocio. Y gastronómica. Y de vinos. Y de copas.Que de todo hay en la viña del Jesusín de Galiana de la villa de Avilés."
"El origen del parque del Carbayedo está ligado a los señores de Carbajal, que fueron quienes donaron los terrenos para hacer el mercado o, en su lugar, para uso público. Según relata Ramón Gómez, vecino del Carbayedo, hubo una Corporación que quiso edificar en el solar, pero los señores de Carbajal les pararon los pies, preservando este espacio para el disfrute de los vecinos. De su propiedad todavía queda en el parque un vestigio, un naranjo que en su día formaba parte de sus tierras."
"Fue en su tiempo una amplia zona boscosa, de donde viene su nombre, carbayo es la denominación del roble en asturiano. Conserva las huellas de lo que fue el entorno rural de la antigua villa marinera. Al final de la Calle Galiana se abre el parque del Carbayedo, una amplia zona verde rodeado de casas populares, con vestigios de la antigua identidad agrícola, hoy reconvertido en zona de establecimientos gastronómicos y esparcimiento familiar, por el día, y ambiente juvenil en la noche.La zona del Carbayedo, integrada en la trama urbana de la ciudad a partir del siglo XVII, fue en su época una zona boscosa y agrícola. Hasta mediados del siglo XX fue la sede de la feria de ganados, conservándose el antiguo abrevadero para animales transformado hoy en fuente."
"Disfruta de un un poquito de esto y un un poquito de todo en el restaurante, conocido por sus apreciadas Tapas, Además, la carta de bebidas que se ofrece en este local establecido es impresionante. Proporciona una diversa variedad de cervezas de la región y de todo el mundo. Después de comer (o mientras lo haces) puedes aún relajarte en el bar con una bebida alcohólica o no alcohólica, con sus sabrosas salsas y especias"
"Erase una vez. Le Mystic PopulArt Aviles Plazas Avilés La Antigua casa de vinos Bar Galiana 54 MoMa Avilés Art La Bodega De Agustín Bar Reguero Castrovillalta La Espuela Lamari Café Di Vino La Palmera Aviles La Payarina Casa Tataguyo Kapital Coffee & Pub Cafetería Cervantes Cafébar Mauro Gastrobar Carbar Sidreria Restaurante La Tertulia Punto Pelota Mesón Viana Eclipse Avilés Bodeguina El Caño Cocolet viejo El CAFÉ De TITA La Calendula Bar Villa el cortijo de J.E Restaurante CHINO ShangHai City II Baraviles El Carbayedo el Malauva, Aviles El Ambigu del Lar Gallego Cocole"
"El hórreo del Carbayedo es el primero de Avilés incluido en la red «Hórreos Beta», con la que el Principado pretende inventariar y catalogar estas significativas construcciones de madera en cada concejo. El fin del trabajo es la supervivencia del hórreo asturiano mediante un proceso de normalización y gracias a un proyecto de catalogación de los más importantes que existen en la región, y a su investigación.El concejal de Cultura, Román Antonio Álvarez, presentará hoy este proyecto en compañía de Xosé Nel Navarro, miembro del comité técnico de normalización del hórreo asturiano. El plan se enmarca en los proyectos de I+D+i del Principado y lo realizan investigadores de la Universidad de Oviedo."
"Casa Carreño abrió en el año 1948 por iniciativa de Manuel García y Marina Suárez, un matrimonio que decidió "bajar" de Valliniello, donde entonces vivía, para abrir una casa de comidas en un local cercano a Casa Tataguyo. Naturales de Perlora y Piedeloro, decidieron bautizar el local con el nombre de su concejo: Carreño. Primero los fundadores; luego su hija María de los Ángeles García, "Maruja"; y sucesivamente sus hijos y nietos mantuvieron viva la llama de un establecimiento que se mudó en 1960 a su actual emplazamiento y fue derruido y luego reconstruido en 1995. Lo que no cambió con los años fue el estilo de la casa, la verdadera clave de su éxito: recetas de siempre a precios populares"
"El cocinero Daniel Roldán reabrirá Casa Carreño a principios de abril, cerrado en 2017 tras 68 años en funcionamiento. El propietario de Los fogones de Dani imprimirá su propio sello en la carta, si bien pretende conservar alguno de los platos más famosos de la emblemática casa de comidas, como los callos, que él también trabaja, o la longaniza.
El nuevo gestor no modificará ni la distribución ni la decoración del local, tan solo dará una mano de pintura y abrirá el establecimiento tal cual cerró. Todo será igual y, a la vez, distinto. Principalmente la carta y el equipo, que se va a duplicar. Ahora son entre cinco y seis personas que pasarán a ser diez en El Carbayedo ante las perspectivas de ampliar clientela.
Con este traslado en agenda, Los fogones de Dani cerrará el domingo 17 tras servir las comandas de la celebración del Día del Padre y después de tres años y medio de trayectoria.
Daniel Roldán explicó ayer que se traslada para crecer porque «aquí por las mañanas vendo muy bien, pero la carretera por las noches me mata», confesaba. Los comensales evitan coger el coche cuando salen de cena y menos aún beber. Aparte de una peligrosa combinación, en San Miguel de Quiloño «hay controles cada semana».
"En la primera mitad del siglo XX, El Carbayedo se ennobleció con el asiento, en sus predios, del primer Instituto de Segunda Enseñanza de la historia avilesina: el Carreño Miranda (hoy Colegio Público Palacio Valdés). Antes lo había sido con un moderno centro sanitario, conocido entonces ‘Hospital de Caridad’.
Pero comenzó a crecer a partir de los años cincuenta del pasado siglo (cuando nos cayó ENSIDESA encima) y la siembra de multitud de edificios de generosas alturas, trajo consigo una cosecha demográfica sin precedentes, que convirtió a esta zona alta de Avilés en la más densamente poblada de la villa, con modernas calles dedicadas a autoridades científicas españolas, de Ramón y Cajal a Severo Ochoa pasando por Jiménez Díaz."
"El parque del Carbayedo es de gran atractivo y frecuentado por la población residente, ya que cuenta con instalaciones para los más pequeños, bancos muy frecuentados por los habitantes a modo de ocio y largas tertulias, lo que favorece un buen clima y convivencia al barrio."
"La Plaza del Carbayedo es quizás la plaza más tradicional, auténtica y puramente asturiana de la ciudad. Se encuentra al final de la calle Galiana. Los amplios terrenos que conforman la plaza fueron donados por la familia Carbajal para el disfrute de los ciudadanos, y han sido reconvertidos en un Parque Público.
El perímetro de estos jardines es peatonal y empedrado, y está rodeado de antiguas casonas con soportales, que progresivamente se han ido sustituyendo por otras de nueva construcción o rehabilitándose, pero manteniendo siempre la arquitectura tradicional, ya que esta plaza estaba ubicada antiguamente en el entorno rural. En uno de los laterales de la plaza se encuentra la Capilla de Jesusín de Galiana."
"Mucho ha llovido desde aquel otoño de 1945 en la que el matrimonio formado por Manuel Fernández y Josefa Villar decidió poner en pie una casa de comidas en El Carbayedo. «A mi marido lo llamaban 'El Reguero', porque en su casa de Las Bárzanas pasaba un 'regatu', y por ese apodo empezaron a conocer el negocio». Son las palabras de Josefa, matriarca de este emblemático bar que mañana cierra sus puertas tras casi 65 años de andadura ininterrumpida. Con el adiós de El Reguero termina una concepción de la hostelería que apenas mantiene locales similares en Avilés. Es el fin de los platos preparados en la cocina de carbón, de las visitas para 'echar un cantarín' al calor de la sidra, o de escuchar las anécdotas de un Avilés que ya no existe con la complicidad del 'vinín' y la longaniza.
A sus 93 años, Josefa se confiesa «muy cansada de tanto trabajar». Aunque ella hace muchos años que no lleva el peso del local, no ha dejado de acudir «ni un solo día» para ayudar en la cocina a su hija Mari Carmen Fernández, cotitular del negocio junto a su marido, Belarmino Villalón. A Belarmino le ha llegado la edad de la jubilación y eso motiva que la familia haya decidido echar el cierre «con mucha pena, porque esto es nuestra vida», como confiesa Mari Carmen.
Y es que pasados casi sesenta y cinco años, Avilés ha cambiado, y mucho. «Recuerdo que cuando abrimos esto eran las afueras, y ahora es casi el centro», asegura Josefa Villar. Entonces no había siderurgia y la villa hacía su vida con poco más que las labores del campo o la mar. «El Carbayedo tenía un mercado de ganado al que venía gente de Pravia, de Grado, de Gijón... Los arrieros ataban las vacas y los caballos y venían aquí a comer», rememora Josefa. Eran tiempos duros, «contábamos los céntimos para llegar a las pesetas», pero la cruda posguerra se superó. Y con la bonanza económica, empezó una nueva era para Avilés en la que Ensidesa, el acero y el hormigón cambiaron para siempre la cara de la ciudad.
Nuevos tiempos
El fallecimiento de Manuel, fundador del negocio, fue un mazazo que llegó cuando El Reguero empezaba a despegar. «Mi padre murió en el 60, justo cuando abrimos la pensión, que estaba en el piso superior del bar», relata Mari Carmen. Entonces ella tenía sólo trece años, pero tuvo que arrimar el hombro ante la avalancha de trabajo: el bar, la cocina, las habitaciones... y la labor de limpieza de todo ello, unido al resto de ocupaciones necesarias para que el negocio fuese viento en popa.
Fueron esos tiempos, los de la juventud, los que ella recuerda «con más cariño». En las cercanías del local se estaba construyendo el Colegio San Fernando, que traía trabajadores todos los días a la hora del almuerzo. Y así, el negocio se ganó su fama, con una clientela que hacía del local una parte más de sus vidas.
Con los ochenta llegó la reconversión, y aquel Avilés próspero empezó a decaer. Poco a poco, El Reguero reflejó la situación imperante y fue dejando de lado la pensión, y después el restaurante, para ser sólo bar. Hasta hoy, en que la familia pretende traspasarlo «tal cual está, porque así lo quiere la clientela». Con todo, es un día agridulce, porque con el cierre del local se acaba una etapa de la vida avilesina que es ya historia."
"Hace años, el parque del Carbayedo fue escenario de los mercados semanales, concretamente hasta 1970, que fue cuando se desplazó a La Exposición. De aquella época queda como elemento más significativo el viejo abrevadero del ganado, ocupando una esquina del parque. Todavía muchos recuerdan cómo los compradores de animales daban dos pesetinas a los guajes para que les cargaran los cerdos hasta la estación de Feve, popularmente conocido como El Carreño."
"Situado en la Plaza del Carbayedo de Avilés, la historia de Casa Tataguyo se remonta al año 1845, cuando la Tataguya existía como popular fonda y casa de comidas bajo el nombre de Casa Campanal.
Detrás de sus puertas se esconde parte de la historia de Avilés, no sólo por las familias que lo regentaron, también por sus clientes y por las innumerables anécdotas facilitadas por el especial clima que rodea el restaurante y que emana cariño y amistad.
Tataguyo existe como tal desde el año 1905 aunque fue fundado bajo otro nombre y otras gentes, allá por el año 1845"
Cocina de Avilés de ayer y de hoy. En sus orígenes, fue casa de postas y sitio donde se guisaba. "María la Tata", una mujer de gran humanidad y simpatía, dio de comer durante 60 años a tratantes y ganaderos que acudían al mercado de ganados.
En 1985, Casa Tatataguyo pasó a ser regentado por Juan Rivero Santamaría, su actual propietario, quien reformó el local conservando, sin embargo, la esencia de sus primeros tiempo"
De Casa Tataguyo tenemos un buen reportaje en la página Les Fartures y de este histórico local habla también el historiador y gastrónomo Luis Antonio Alías en el suplemento Yantar de El Comercio, dentro del contexto de la epidemia de covid:
"Resulta sorprendente. Desde su apertura en 1845, tan veterana casa de comidas no cerró sus puertas durante los enfrentamientos carlistas e isabelinos, las frecuentes epidemias de tifus, la gripe de Kansas (mal llamada española) o la Guerra Civil. Y lo ha logrado el vuelo de la mariposa China que puede cambiar la historia en forma de virus mortífero y caprichoso.
Todo va, no obstante, normalizándose (o eso anhelamos con esperanza y temor cada vez que nos ponemos la mascarilla) y Casa Tataguyo ya ofrece su disputada terraza veraniega, el mesón pretérito de vigas, mesas corridas y talameras; los elegantes comedores del piso bajo y del abuhardillado; y una personalísima unión entre casa de comidas vecinal, gabinete de curiosidades y restaurante selecto.
La Tata o Tataguya (si queda alguien sin saberlo), de nombre cristiano María Granda, gobernó aquí la cocina en los inicios del pasado siglo. Su habilidad preparando potes, sus grandes dimensiones físicas y humanas, su simpatía, y su potente voz entonando vaqueiras bravas y habaneras románticas, le forjaron leyenda. Ella mantuvo viva, para que Juan y Pilar la convirtieran en el blasón oficioso de la villa, la longaniza de Avilés: magro de cerdo, fresco y ahumado que, huérfano de pimentón, parece más propio de chacinerías levantinas.
Además están los pescados de rula (¡de La Rula local!) a la sencillez de su frescura, la ventresca y el rollo de bonito para celebrar el verano (y de paso normalizar éste tan ingrato), el pote de verdinas, las fabas con almejas, el arroz caldoso con almejas, las patatas rellenas de picadillo, los pimientos rojos rellenos de ternera, el confit o el hígado fresco de pato, el lechazo castellano al horno de leña y -de epílogos llambiones- arroz con leche, tocinillo de cielo, flan, requesón, buñuelos o tarta de zanahoria. ¡El milhojas caramelizado de manzana y fuá, si París valió una misa, vale al menos dos!
Abreviando, una miscelánea de grandes monumentos de la gastronomía asturiana en condiciones y entorno que aseguran grandes momentos"
"A unos metros del hórreo está la escultura con la que Favila inmortalizó al «Tratante», tirando de un xato por el ramal. «Ese xato un día se lo llevaron, y cuando fueron a dar con él estaba muy cerca del mercado de Pola de Siero», asegura Ramón Gómez. El xato volvió, pero el que no regresó más fue el lavadero que está en el atrio de la iglesia de San Nicolás de Bari, oriundo del Carbayedo."
"La retirada, ayer, del conjunto escultórico "El tratante" del lugar que ocupa desde hace años en el parque del Carbayedo fue la comidilla de vecinos, comerciantes y transeúntes. Nadie daba crédito a la presencia de dos empleados municipales que, provistos de martillo eléctrico, pico, pala y carretilla, cavaron a los pies del "paisano" y del xato que lleva de la rienda para dejar al aire los pernos de las piezas y llevarse las mismas a un almacén municipal. De inmediato corrieron varias teorías, a cual más descabellada. Las dos que más calaron entre la población desinformada fueron que el Ayuntamiento había decidido llevar la escultura para la ría o que su nuevo destino era el parque de Las Meanas. Nada más lejos de la realidad: el tratante y el xato cambian de "prao", pero se quedan en el parque del Carbayedo, solo que unos pocos metros más abajo de su ubicación original, enfrente del restaurante Casa Tataguyo.
El traslado de este conjunto escultórico es consecuencia de la inminente colocación de una marquesina de autobús en el lugar donde estaban las figuras de bronce. Se trata de una antigua reivindicación de los usuarios de transporte público que por fin se va a ver atendida, pero que por la falta de espacios adecuados obliga a hacer la mudanza escultórica. La previsión municipal es que en una semana, más o menos, concluyan los trabajos. El tratante y el xato serán colocados en una solera de hormigón que aún debe fabricarse y que ocupará la esquina de uno de espacios ajardinado en la zona alta del parque del Carbayedo.
El autor de este conjunto escultórico, Amado Hevia, "Favila", no puso objeción alguna al traslado una vez que este diario se lo comunicó, aunque también es cierto que no fue consultado al respecto por parte del Ayuntamiento. Al igual que el vecindario del Carbayedo, Favila defiende que el tratante y el xato "tienen que estar en esa zona porque es ahí donde se celebraba antaño el mercado de ganado que inspira la obra". Este conjunto escultórico data de 1999 y forma parte del catálogo de arte urbano de Avilés, integrado por una treintena de obras. Lo entrañable de la misma la ha convertido en este tiempo en un de las más querida por los niños y figura entre las favoritas de lugareños y foráneos para hacerse fotos."
"El escritor Miguel Solís Santos, cuando todavía no era ni escritor, ni artista, ni profesor de instituto, intentó entrar en el parque del Carbayedo cuando éste, más que parque, era mercado de ganado.-Cuidado. Que sólo era un guaje. Que acababa de salir de clase de doña Jovita, en el Instituto Carreño Miranda, y el parque de ahora no era el parque de entonces.Todo cambia, y a las zonas verdes, en las ciudades, les pasa lo que a la energía: se transforman. Por lo general, en edificios de viviendas, o, en el mejor de los casos, en vías urbanizables. Esto último fue lo que sucedió con el parque del Carbayedo, allá por los últimos años de la década de los sesenta. Un parque al que se accedía por una calleja, entre Casa Tataguyo y el primer edificio de la avenida de Portugal -un nombre como de realengo, para evitar el original y más republicano-.-El parque era un gran parque. Sin avenida. Y con muchas vacas.Miguel Solís Santos se refiere a los años en los que el mercado de ganado -el que está ahora en Siero- estaba en Avilés. Para más señas, en el Carbayedo, antes de La Magdalena, antes de todo lo demás.El guaje de entonces, que todavía no había escrito la primera novela en asturiano de la historia -«Les llamuergues doraes»-, quería pasar al jardín bovino por esa caleya por donde sólo cabía un carro.-Y de repente, un gran morlaco, de una tonelada, tirado por el ñarigón, interrumpe el paso.Miedo. Terror. Una tonelada de carne vacuna contra un guaje de Parvulitos aventurándose en la fauna ciudadana del barrio del Carbayedo. Miedo. Terror. Y sudor frío.-Me eché contra la pared, no respiré. Tenía que dejar pasar el xato, que era enorme. El miedo que pasé aquel día me marcó para siempre -recuerda ahora con cierta melancolía, cuando el parque del Carbayedo era un gran parque, y no el medio jardín que nació de la apertura de la avenida de Cervantes de ahora mismo. Solís Santos recuerda que más abajo del mercado no había nada más que los prados de Carvajal.-Creo que entonces sentí, por primera vez, la sensación de haber perdido algo esencial de la ciudad -se lamenta Solís-. Con la avenida, el parque del Carbayedo se quedó a la mitad, aunque hay que reconocer que lo que quedó se reurbanizó hace poco tiempo. Y muy bien."
"No se puede creer pero este es el secreto mejor guardado de la ciudad asturiana. Comparable a la fórmula de la Coca Cola pero más sabrosa, más euforizante.
Subiendo la calle Galiana, al final a la derecha, en el parque de Carbayedo, hasta hace pocos años había mercado semanal de campesinos, también compra venta de vacas, caballos, cerdos y cabras. Había mercado de ganado al aire libre hasta los años 70. Una escultura en bronce les recuerda y enfrente de la escultura está desde 1845 el primigenio Restaurante Tataguyo, cuya entrada y mostrador debe ser igual a la del año en que se abrió. Ese parque urbano, precioso, donde los tratantes de ganado hacían sus tratos, se complementa cien metros más allá con el Parque de la Ferrara que es bellísimo, la hostia para una ciudad mediana y en la de cualquier otra medida.
Cerca de allí, en la calle Galiana, estaba la tienda de embutidos Vallina, el que inventó la longaniza de Avilés, pero ya no está, aunque la fábrica existe y sigue fabricándola en la carretera de Grado. Se puede encontrar la longaniza en carnicerías o charcuterías en los alrededores. En esa misma calle, en Carnaval, celebran un descenso fluvial internacional, con todas las embarcaciones que podáis imaginar descendiendo por un empedrado cubierto de espuma artificial.
La gente de Avilés, como el resto de la gente que habita en Asturias, son muy descreídos y piensan que nada puede inventarse que no esté bendecido por las Xanas, los nuberos… y desde hace años por el Centro Niemeyer, un regalo del arquitecto brasileño, levantado en 24 meses y que es su obra mas importante en Europa. Es un proyecto lleno de sensualidad que regaló al pueblo asturiano, arquitectónicamente revolucionario: La carpa principal que es el teatro, se levantó en pocas horas de la nada.
Hay mucha gente que habla en voz alta, en las sidrerías; en Asturias se habla mucho en voz alta y hay paisanos que se han autoconvencido y así lo gritan, de que a este Niemeyer no lo conocía ni Dios hasta que no levantó el Centro de Avilés. La longaniza de Avilés no viaja sola pero puede conseguirse en la Red, basta teclear “comprar longaniza de Avilés”.
Los asturianos somos, por simplificar, especiales, no pidas longaniza de Avilés a tres kilómetros de la base, que no saben de que les hablas, ya no te digo a cincuenta kilómetros, o a cien. Ignoramos lo que tenemos. En Oviedo, Gijón o Mieres no la verás en ninguna carta de restaurante, debe ser por el apellido, así somos. Un presidente del Principado me dijo hace años que le gustaría tener muchos helicópteros para de cada valle elevar a sus habitantes y enseñarles que tras esa montaña, al lado, había otros valles con otras gentes, asturianos como ellos.
Por otro lado, la longaniza de Avilés nadie sabe quién la inventó. Los Vallina, se sabe, son los únicos que la producen y los depositarios de la fórmula con la que se fabrica. Cuentan que en los años setenta del pasado siglo, nada puede demostrarse, un carnicero alemán aterrizó en la fábrica de los Vallina y fusionó la salchicha alemana con el chorizo asturiano. Lo sorprendente es que el resultado parece que es mejor que cualquier salchicha alemana y diferente a cualquier chorizo; solo es carne magra de cerdo y especias, dentro de una longaniza blanca que solo tiene cerdo embutido en tripa natural. Todo lo que tiene dentro es material noble, como no podía ser menos viniendo de los Vallina. Son siempre iguales en peso, textura y sabor. Alguna vez he preguntado por la fórmula pero se ríen y se encogen de hombros, como los de la Coca-Cola.
La receta de la longaniza con patatas es muy simple, solo es preciso saber cómo se enciende el fuego en la cocina. Me la contó Juan Rivero, el jefe del restaurante Tataguyo: Hay que preparar un caldo parecido al del cocido madrileño o maragato, pero más básico, con un trozo de morcillo, hueso de rodilla, un puerro, unos garbanzos…y en ese caldo, ya limpio, cocemos la longaniza sin prisa pero sin pausa durante dos horas. Cuando han transcurrido 90 minutos de cocción, echamos unas patatas en trozos grandes hasta completar las dos horas. Se trocea la longaniza en lonchas como de dos centímetros y servimos en la misma fuente las patatas, que no quiero volver a explicar que deben ser buenas, en temporada, cachelos gallegos o patatas recomendadas para cocer.
La longaniza de Avilés tiene un sabor inconfundible, ahí está lo mejor del cerdo embutido, especias, y al fondo, un ahumado único y una textura trabajada que da gusto trinchar. Esta longaniza no sustituye al chorizo tradicional pero mejora el pote asturiano, o unes fabes y podéis animaros y cocinar patatas a la importancia con longaniza de Avilés. También, si vais con prisa puede freírse en lonchas pero la mejor, es la cocida con patatas."
Longaniza de Avilés con patatas, foto de Manolo Bascarán Gastronomía |
Foto Luis Ramírez soloembutidos.com |
"Un fantástico embutido que es incluso mejor que cualquier salchicha alemana y diferente a cualquier otro chorizo; es elaborada con carne magra de cerdo y algunas especias, dentro de una salchicha blanca que solo posee cerdo embutido en tripa natural.
Realmente no se conoce mucho la receta especifica a referirse en cantidades, tipo de carne de cerdo con que se elabora y especias que incluye.
Lo que sí se encuentra completamente claro es que se compone por carne magra de cerdo, tripa natural y una delicada elección de especias.
Existen diversas maneras de comerla, pero la manera más típica y que la puedes encontrar en los principales restaurantes de la ciudad, es cocida con patatas.
Es sumamente sencilla de preparar tan solo hay que pelar las patatas, ponerlas a cocer en una olla con la longaniza, picar una cebolla de tamaño medio, sal y algo de pimienta.
Al estar ya cocida, se escurren correctamente las patatas y se pica en rodajas, después solo se añade un poco de aceite de oliva y listo
Este plato es, sin duda, uno de los mejores de la tierra asturiana."
"Al Tataguyo, con sus 171 años de existencia como fonda y taberna de postas, casina aldeana de una planta y dos salientes buhardillas, se le puede cantar lo que a la Puerta de Alcalá, ese ahí está viendo pasar el tiempo.
También el tiempo pasa por ella, pero eso sí, mejorándola. Buenos son Juan y Belén a la hora de completar y variar una carta que respira por el mercado y la temporada, y que guisa con igual maestría un cocido eterno que un sorprendente, elaborado y aplaudido nouvelle recette á la avilesinne.
Y puesto que tratamos con una referencia culinaria por fuera, por dentro, por presencias y por esencias, recordemos a María la Tata o La Tataguya, de nombre cristiano María Granda, quien aquí gobernó en los inicios el siglo pasado. Su habilidad en preparar potes no superaba la enorme dimensión humana, física y anímica que poseía, además de hermanar ingenio, simpatía y una voz potente y modulada que entonaba con gusto vaqueiras bravas y habaneras románticas.
Ella mantuvo viva, para que Juan y Pilar la convirtieran en el blasón oficioso de la villa, la longaniza con patatas: magro de cerdo blanco, fresco y ahumado que, huérfano de pimentón, parece más propio de chacinerías levantinas.
La disputada terraza veraniega, el bar museo de vigas, mesas corridas y estanterías cargadas de chigre y pretéritos, los elegantes comedores del piso bajo y del abuhardillado que emparejan el gabinete de curiosidades y la elegancia, justifican la visita en sí.
Luego llegan el besugo o el virrey de aquí, los cortes de ternera, el lechazo al horno de carbón, el confit de pato azulón en su jugo, el arroz caldoso y las fabas con almejas, las cebollas y berenjenas rellenas de bonito, el bacalao a la avilesina... Y lo que no aparece. ¡Que Juan nos aconseje para disfrutar de sus sugerencias y de su sentido del humor! Constataremos que, desde 1845, la nacida Casa Campanal sólo ha dado pasos atrás para coger impulso, un lema certero aunque castrista: no importa, de La Habana a Miami media Cuba es avilesina.
El aroma de sus chipirones de potera chisporroteantes, del pixín empapado de oricio, de las picas y los rubieles recién subastados, de la caza o de las las setas sale por la cocina a la plaza del Carbayedo y la perfuma.
Ahora bien, no compartir una longaniza hecha con el cocido y acompañada de tiernísimas patatas, que con la jarra de vino sellaba roblas o acuerdo entre tratantes de ganado, es como visitar Sevilla sin ver la Giralda"
"Nos mantenemos vivos gracias a los clientes de toda la vida". Juan Rivero, propietario del restaurante Casa Tataguyo del Carbayedo acaba de recibir "con ilusión" un Sol de la Guía Repsol, una condecoración de la prestigiosa publicación gastronómica a los establecimientos hosteleros de mayor calidad. "Para nosotros es una ayuda más para ponernos en el mapa, un honor. Todo reconocimiento es bueno", asegura.
La promoción hostelera, en los tiempos que corren, se nutre de la instantaneidad de las redes sociales, dice. "Funciona de maravilla. El problema es que te come muchísimo tiempo. Si pudiese echarle horas, utilizaría mucho más Twitter, que es una herramienta muy rápida. Facebook parece que cada vez se usa menos y que gana protagonismo Instagram. Para un hostelero manejar estas tres cosas, a día de hoy, es casi obligatorio", asegura.
Casa Tataguyo vive gracias a los de siempre, sin desdeñar a los numerosos clientes de fuera que se sientan a sus mesas. "Sin los de toda la vida esto habría cerrado hace ya años. Los que vienen a por el vino de todos los días son los que, a final de mes, nos pagan las facturas", dice Rivero. "Los que comen siempre aquí saben que no les voy a dar productos malos. Pero es que yo también me fío mucho de ellos. Si compro, yo qué sé, una botella de vino que no conozco, yo se la doy a probar a gente que sé que me va a dar una opinión buena. Si les gusta, me lo quedo. Si lo detestan, cambio de proveedor", apunta. "Con tantos años aquí, tengo deformación profesional. Necesito que los clientes me digan si el producto es bueno o no. Nos beneficiamos mutuamente", prosigue.
La crisis económica pasó como una apisonadora. "En Avilés, sobran terrazas. Somos muchos los compañeros que nos dedicamos a esto. Cuando tocó el momento de recortar gastos, lo primero que salió de la agenda fue salir a comer fuera. En esas seguimos. Sigue siendo muy difícil llenar los bares", lamenta. A este problema económico se le suma también el cambio generacional de los clientes. "Los jóvenes no son muy de cocinar en casa, pero llegan aquí a pedirme que les haga un menú de Navidad por 30 euros. Me dan ganas de llevarlos a un local de comida rápida y pedir dos hamburguesas, un par de refrescos, postre y café. Y que viesen la factura", bromea.
Lo que prima, por tanto, es la calidad. "Yo trabajo con productos de kilómetro cero; compro en la rula, en el mercado de abastos. Todo es de aquí y de buena calidad. Muchos desconocen el precio de los verdaderos alimentos", asegura. Tras 35 años al frente del timón del histórico bar, el hostelero reconoce que la clave para mantener vivo un negocio "en decadencia" es simple: "Sangre, sudor y lágrimas". Con esos tres factores, la Tata, con Rivero y sus 12 trabajadores, es ahora el único establecimiento de la ciudad condecorado con un sol de la Guía Repsol"
Muchos son los premios, entrevistas y reportajes de Casa Tataguyo en prensa, suplementos, especializados, revistas gastronómicas, programas de radio y televisión... basten estos como ejemplo de otros muchos que puede el peregrino encontrar fácilmente. Ahora, recorridas estas plazas y calles del casco histórico avilesino, podríamos volver sobre nuestros paso y retomar el Camino Norte señalizado en El Parche o Plaza de España, continuándolo por la calle La Ferrería, en dirección a Sabugo y el Parque del Muelle
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