Nosotros avanzamos hacia occidente, guiados por los mojones y las flechas amarillas, por El Ricabo, zona de bosques en las inmediaciones de La Temprana y El Campu los Vaqueiros, antiguo camino por el que se salvaba un estrechamiento del valle en El Correcharcu antes de que, en el siglo XVIII, los frailes de Cornellana mejorasen el paso por la ribera del Nonaya, que en esta zona formaba parte de su coto monástico, abriendo La Venta Ramón, paso posteriormente de la carretera Oviedo-Villalba (actual N-634) que sustituyó al Camín Real de Galicia o Camín Francés como principal comunicación del centro de Asturias con el occidente de Asturias y hacia tierras gallegas, recuperado ahora su trazado con el nombre de Camino Primitivo de Santiago
El Camino es, en este trecho, un hermoso sendero, muy trillado y pisado por peregrinos, que atraviesa este bosque en la ladera que viene a constituir el extremo septentrional del Picu los Tayos, el cual a su vez es una prolongación del Alto Santufemia y la Sierra la Santa, sucesión de alturas hacia el norte de la Sierra las Traviesas, que separa las cuencas de los ríos Narcea y Nonaya
La senda atraviesa una tupida fronda que forma a ambos lados una intrincada y selvática maraña vegetal de gran belleza y en la que predominan los árboles autóctonos, castaños y avellanos principalmente, pero también carbayos y otras especies, además de una espesa vegetación de arbustos, hierbas, helechos y todo tipo de plantas silvestres, zarzas, ortigas, laureles, etc.
Se reconocen tramos de antiguo empedrado y se ven varios afloramientos rocosos en superficie. Pese a su exuberancia vegetal, desde 1993 que caminamos por aquí por primera vez, siempre hemos pasado sin dificultad y el Camino ha permanecido abierto y nunca lo hemos encontrado tragado por la vegetación
El paso continuo de peregrinos, además, hace que el sendero haya quedado bien pisado y siempre permanezca expedito. Únicamente a lo mejor en primavera hemos de apartar ocasionalmente, y sin detenernos, alguna rama o zarza que se haya asomado un poco al Camino...
El Camino es cómodo y agradable de caminar, si bien en fila india, pues su cierta estrechez no permite que dos caminen uno al lado del otro, pero como tantísimos tramos de todos los caminos de Santiago y de cualquier ruta senderista
Sí es verdad que en algún tramo de pedregal hemos de ver bien dónde ponemos el pie para no meterlo en algún pequeño pozo o hueco entre las piedras o tropezar en ellas
Algunas grandes rocas pueden estar muy lisas de tanto pisar sobre ellas, lo que va hacer que pisemos con precaución si están mojadas o húmedas, para impedir resbalones
En otros lugares prácticamente desaparece la piedra y el sendero es de suave y mullida tierra. También puede estrecharse o ensancharse según tramos pero, insistimos, siempre se pasa bien, avancemos sin temor de que se nos corte el paso
Cruzado el puente, donde se encuentra El Carbayón de Cornellana, se llega al monasterio por la Plaza del Campillo. El Camino venía antaño por la ribera del Nonaya hasta El Molín d'Arriba, que también era del monasterio, para subir desde allí a Sobrerriba/Suburriba por La Casada, pero la Autovía A-63 Oviedo-La Espina lo cortó
Luego de una buena cuesta desde el monasterio de San Salvador de Cornellana hacia Sobrerriba/Suburriba, al llegar al bosque la subida se suaviza y se llanea unos metros para empezar a bajar de nuevo al valle, al principio casi imperceptiblemente
Pero enseguida se nota que se empieza a bajar; será una bajada paulatina y moderada pero un tanto larga, alrededor de un kilómetro, todo por este 'bosque encantado'
Casi todo el tiempo el bosque forma un túnel vegetal que, como una celosía, filtra la luz del sol. Es más, se dice que las celosías del arte antiguo, anteriores a las vidriera, buscaban imitar estos efectos de la naturaleza, los cuales transmiten sensaciones de paz, sosiego, y meditación
"Aunque no se puede hablar de una cocina del Camino de Santiago o de una cocina jacobea propiamente dicha, existen productos cultivados cerca de la Ruta, antes y ahora, que, por lógica, serían la base de la cocina para la alimentación de los peregrinos. En todo caso no difiere en gran medida de la habitual disfrutada por los ciudadanos vecinos del Camino. Otra cuestión importante son las influencias que el flujo de caminantes ocasionó y de las singularidades, algunas ya difíciles de seguirles la huella, que, sobre todo en la Edad Media, los peregrinos europeos fueron dejando aquí y allá.
En el discurso inaugural de un congreso sobre La gastronomía en los caminos de Santiago, ofrecido por José Juan Iglesias del Castillo y Díaz de la Serna, conocido como Pepe Iglesias, se expuso que históricamente, la comida jacobea principal fue el llamado caldo de peregrinos. En realidad, esto es lo que pasó a denominarse sopa boba, es decir, un cuenco de agua caliente con algún mendrugo de pan duro picado, aliñado con vinagre y sal, que en los conventos se enriquecía con tocino rancio y alguna hortaliza para ayudar a sobrevivir a mendigos y peregrinos. En las casas y posadas este caldo era más rico, ya que le añadían lo que la despensa tuviese en ese momento de la temporada: nabos, berzas, castañas, bellotas o garbanzos, entre otros, dando lugar a los distintos cocidos actuales y que, según la riqueza de la familia y el día de la semana, podía llevar cecina, carne fresca o salada o incluso algún pescado. El caldo de peregrinos era el alimento cotidiano, sin distinguir desayuno, almuerzo o cena.
Salvo ocasiones festivas de gran importancia, como celebraciones de boda, Navidad o Carnaval, esta era la forma en que se cocinaban las hortalizas y las salazones que hubiera, bien de matanza o pescado, tanto en las casas rurales, como en ciudades, conventos, hospitales, etc."
Y es que, aunque por lo general, si bien el fenómeno de las peregrinaciones históricas tiene un esplendor medieval, sobre todo a partir del siglo XII, su existencia se prolongaría hasta la Edad Moderna, si bien muy transformado, según podemos entresacar de la abundante documentación al respecto, incluso los relatos de los propios peregrinos
Los troncos de los árboles se yerguen rectos como lanzas en algunos lugares. El bosque llega, cuesta abajo, hasta la misma ribera del Nonaya, que no podemos ver aún
Y, en este claro en plena falda de la montaña, donde hay una torre de la luz, podremos ver algo del valle
En esta foto de unos años atrás, pese a ser en un día de lluvia, sí podremos apreciar todo el monte desde Folgueirinas a La Venta, con la N-634, antigua carretera Oviedo-Villalba, de Galicia o de Occidente, como se la conocía oficial y popularmente, bajo las cuestas camperas de Los Refucinos
Si nos fijamos, más allá de La Veiga los Pereos, a la derecha, siguiendo las curvas de la carretera, una desde aquí diminuta construcción es la capilla de San Ramón, que perteneció a La Venta Ramón, venta caminera fundada por los frailes de Cornellana cuando, en el siglo XVIII, se abrió esta nueva vía por el valle, llegando por entonces a ella su menguante jurisdicción. El ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, quien la visitó en 1792 durante sus pesquisas históricas en el monasterio, escribió de ella: "la venta de Espinedo, buena, construida por el monasterio, pero sucia y descuidada por sus llevadores"
Los topónimos La Cuesta, La Cuestina, Las Cuestas y similares son muy usuales, por razones evidentes, en estos montes de la parroquia de Villazón, la villa de Zonus, antropónimo tardorromano o altomedieval de algún antiguo posesor de una villae agrícola
Nos gusta observar cada detalle, máxime mirando al suelo, pues es necesario en este trayecto en descenso mirar bien donde pisamos en todo momento. Aquí, un reguero señala la existencia de una fuente
"... lo que abundan en Salas son las xanas y los xentiles, también llamados mouros. Hay que recordar una vez más que para los asturianos de la época, mouros no designaba específicamente a los seguidores de Mahoma, sino también a todos aquellos ajenos al credo cristiano, ya fuesen musulmanes, paganos u otras cosas...
Aunque de los mouros no se conservan leyendas o historias de gran calado si que han quedado en Salas muestras de su presencia. Está la Cueva de los Xentiles (o de los Mouros) en Las Peñas, los castros de Alba y La Viña, construidos por los mouros y de los que se decía que siempre estaban en guerra uno contra el otro, el Fornu de los Mouros, donde se dice que se encuentra una ayalga escondida y para terminar está otra Cueva de los Mouros (o de los Xintiles, de nuevo) en Regueria Cavada, donde de nuevo nos encontramos con lo que parecen ser restos dejados por los romanos, pues Regueira Cavada sería algo así como el Reguero Escavado ¿otra canalización de la minería aurífera de los romanos?
En cuanto a las xanas nos encontramos en Salas el rio Xania y la braña de Sinxana. Y en el río Nonaya, en el conocido como Pozu Ondina se aparecía una xana en la Nueche de San Xuan y parece que decía "Xana, xaineta, dame tu riqueza, toma mi probeza" aunque parece más bien que aquí hay un poco de confusión y que serían los humanos los que deberían recitar esa formula para adueñarse de los tesoros de la xana.
Pero no era aquella la única xana a la que le gustaba pasearse en la noche de San Xuan. En Fonte Xania a la xana del lugar le gustaba salir a pasear esa noche con sus muchas ayalgas y en una ocasión un rustico de los alrededores le arrebató un cáliz de plata. La xana echó a correr detrás del ladrón y éste solo pudo salvarse invocando a la virgen y prometiendo entregarle el cáliz. La xana desapareció al oír mentar a la Virgen y el rústico entrego la copa de plata a la iglesia de Biescas. Claro que en Perllunes, Santiago de Aguino y Santa María del Puerto cuentan lo mismo, pero como parece difícil que la xana perdiera tantas copas de plata es de suponer que alguna de las historias, o todas tal vez, sean falsas y fruto de la imaginación de los lugareños".
Sigue así el 'introspectivo camino' por el bosque, que contrastará con los espacios abiertos que hallaremos al final de tan larga bajada, en Llamas y La Veiga Villazón
Con xanas o sin xanas, las impresiones que transmite esta 'luminosa umbría' del bosque al peregrino sensible a los encantos de la naturaleza podrían calificarse de muy mágicas e incluso espirituales en este entorno de hermosa introspección vital en la paz del sendero, donde todo yace en reposo, ajeno de inquietudes
El peregrino, al llegar aquí, ya se habrá familiarizado con la sucesión de cuestas arriba y cuestas abajo, con correspondientes treguas en tramos más o menos llanos, que caracterizan al Camino Primitivo, así como con su variedad y belleza de paisajes, lamentablemente alterados, eso sí, todo hay que decirlo por la A-63. Por ello estimamos conveniente compartir parte de lo que de este Camino nos dice la famosa Guía Gronze:
"Una de las principales características de este camino, en comparación con los otros Caminos de Santiago, es la dureza del recorrido. De Oviedo a Lugo es un típico recorrido de montaña media. Excepto la bajada al embalse de Salime y la subida al Puerto del Palo no hay grandes desniveles a superar de una tacada. Sin embargo, el camino es un continuo sube y baja, con una sucesión de todo tipo de caminos: trochas, senderos, pistas de tierra (es fácil encontrar tramos embarrados), caminos pedregosos o de piedra suelta, y pistas de asfalto. Por lo tanto, es necesario un mínimo de preparación física para afrontar el reto con garantías. Afortunadamente, la distribución de los albergues a lo largo del recorrido permite, para aquéllos algo más lentos o menos preparados, realizar todo el camino sin tener que realizar ninguna etapa excesivamente larga. En invierno debe ser francamente complicado realizar este camino, entre otros motivos porque una buena parte del recorrido se sitúa por encima de los ochocientos metros de altitud.
Otras de las características más destacadas del Camino Primitivo, relacionada sin duda con la anterior, es la belleza del entorno y del paisaje. El camino cruza decenas de bosques, ríos, arroyos, prados de pastoreo (con ganado bovino), valles, colinas, montañas, aldeas... y los paisajes, sobre todo en el tramo asturiano, son fabulosos. También vemos numerosos caballos, algunos salvajes. Además, la mayor parte del camino transcurre en plena naturaleza y, afortunadamente, casi no hay contacto con carreteras de tráfico intenso.
Por desgracia, en los últimos años la construcción de la autovía Oviedo - La Espina, la A-63, ha afectado grave e irreversiblemente varios tramos, algunos de los cuales eran bellísimos, de las tres primeras etapas. Además, la construcción es lentísima..."
Si bien sumamente bello, un tránsito prolongado por un gran bosque, aunque sea autóctono, acaso podría llevar a cierta monotonía en un entorno inmediato en el que poco más vemos que lo que tenemos enfrente, pero sabemos que este trayecto es un verdadero regalo de percepciones antes de alcanzar la llanura de La Veiga Villazón en Llamas, con toda su belleza pero también con su castigado paisaje con la A-63
Nos deleitamos además con los detalles que nos proporciona la inmediatez, fijándonos en que algunos troncos parecen surgir en haces, como estos
Nuestras percepciones actuales del paisaje, del camino y del entorno, no son exactamente las de los peregrinos antiguos. En la Xacopedia leemos también que "Las penalidades que a los caminantes históricos les ocasionaba la naturaleza sin aditivos, que obligaba a grandes esfuerzos de supervivencia, no estimulaba precisamente los sentidos para una percepción positiva del medio físico. Para el peregrino medieval y de los siglos posteriores el entorno era, como casi todo, un concepto utilitario: resultaba bueno en función de si ayudaba o no en el viaje". Es decir, para los peregrinos de antaño un camino era hermoso si era fácil de caminar y disponía de buenos centros de acogida. Este y otros detalles similares eran más importantes que otras consideraciones
"Si en la actualidad se valora de forma positiva la naturaleza incluso en condiciones extremas durante la ruta y se acepta el padecimiento momentáneo como parte de la experiencia del Camino -siempre habrá la oportunidad de una ducha y un reparador descanso al final del día-, el peregrino histórico tenía una visión de esta cuestión completamente distinta. Incluso caminantes tan animosos y dispuestos a disfrutar del viaje y de cualquiera de sus oportunidades como el italiano Nicola Albani (s. XVIII) observan y valoran el entorno natural en función sobre todo de sus dificultades: “Tuve que hacer una subida de cuatro millas por una montaña tan horrible que incluso las caballerías se habrían cansado.”
Realmente, el Camino de Santiago, o los diferentes caminos de tal denominación, no buscan necesariamente el paso por sitios 'bonitos' en la consideración actual del término, sino que sigue el itinerario, más o menos histórico o más o menos conservado de los mismos o, en el caso en que este se haya vuelto impracticable, peligroso (carreteras), sumamente degradado o directamente haya desaparecido, se buscarán alternativas más o menos próximas a su trazado original
"Por lo tanto, situar a la naturaleza como motivo de referencia para realizar el Camino de Santiago no deja de ser una forma apriorística de minusvalorarlo. En todo caso, muy pocas veces resultará una realidad que acabe determinando la experiencia final. En este sentido, se puede afirmar que estamos ante una de las leyendas contemporáneas -exitosa, sin duda- que han animado inicialmente a muchos peregrinos a comenzar la ruta hacia Compostela"
Por ello, también en nuestros días, si bien el disfrute de la naturaleza es un elemento sumamente importante para quienes emprenden el Camino, este forma parte de una serie de varios más entre los que se hayan las experiencias vitales y su espiritualidad:
"Sí está demostrado que el entorno natural ayuda al caminante actual a crear el microcosmos que lo acompañará durante su largo viaje. Se establece una relación de proximidad con el mundo físico que no se siente y vive en la vida diaria y que aporta nuevas sensaciones. Pese a esto, el contacto con la naturaleza es un elemento más de los que, interrelacionados, dan forma a la vivencia del Camino. No es en ningún caso el elemento definitorio: el peregrino como tal, de surgir, va surgiendo gracias a la experiencia poliédrica de la Ruta, y en ello tan determinante puede ser un excepcional entorno natural como una experiencia de comunicación con otro peregrino, un sentimiento espiritual que se aviva en un momento determinado, enfrentarse a las dificultades para hacer noche o un sencillo bocadillo al final de la etapa del día".
La bajada es más o menos escalonada en ciertos trechos, con unos metros relativamente llanos para seguidamente volver a bajar
Si bien suele temerse más a las subidas que las bajadas estas constituyen unos buenos ejercicios de piernas, máxime a los peregrinos que ya habrán cubierto unos cuantos kilómetros para llegar aquí en algunas jornadas camineras, muchos desde la Sancta Ovetensis, comienzo del Camino Primitivo, pero otros incluso desde más atrás
Con la eclosión de las peregrinaciones de la segunda década del siglo XXI, incrementadas notablemente empezando la tercera, han abierto en el concejo de Salas varios albergues privados. Aún empezando dicho siglo solamente estaban los públicos de Cornellana (monasterio) y Salas (por entonces en la antigua cárcel). En 2007 la inauguración del albergue de acogida de Bodenaya, de difíciles comienzos, marcó un antes y un después y se convirtió en todo un símbolo del Camino Primitivo en unos tiempos, ¡parece mentira!, en los que aún existían bastantes reservas sobre su éxito y rentabilidad
En todo el trayecto el paso continuo de peregrinos evita que las hierbas crezcan en la franja de tierra y piedra del Camino, además de los pertinentes y periódicos desbroces
Volviendo a la Guía Gronze, en ella el gran escritor, historiador y pionero en la recuperación de las rutas xacobeas Antón Pombo, escribe así del Camino Primitivo en su Comparativa de los (7) principales caminos de Santiago:
"Para mí la mejor ruta es el Camino Primitivo. Ideal para los que busquen, sobre todo, la naturaleza del interior, pues discurre en gran medida por montañas y valles, una sucesión de siete puertos entre Oviedo y Lugo, con bosques, praderas, ganado pastando en ellas, ríos, y en invierno con nieve.
Es la ruta más antigua, que salvo por Oviedo, en la partida, y Lugo, no pasa por grandes núcleos de población, sino por localidades medianas y, sobre todo, muchas áreas rurales escasamente habitadas. Declarada Patrimonio Mundial, nos permite disfrutar de lo humilde más que de grandes monumentos, aunque también cruza lugares con encanto como Cornellana y su monasterio, Salas, Tineo, el tramo de la Ruta de los Hospitales como alternativa a Pola de Allande, el mítico Puerto del Palo, Grandas de Salime con su sorprendente Museo Etnográfico, etc.
Podemos calificarlo como el camino de la tranquilidad, del esfuerzo, de los pequeños albergues, de cierta lentitud por la propia exigencia del terreno, y por ello más recomendable para peregrinos veteranos, o para senderistas algo bregados en este tipo de rutas. Desde Oviedo nos ocupará de 10 a 14 días".
Observemos en lo enormes que son aquí algunos helechos. Una espesa capa de musgo cubre otro viejo muro de piedra a la izquierda
Encandilados por los juegos de luces y sombras de la espesura, el Camino parece ensancharse ligeramente...
El sendero hace un poco de curva en una riega siguiendo la forma del terreno en este rincón
Aquí tenemos uno de esos hitos; en este tramo por el bosque muchos han perdido la concha o se les está borrando, como este. Siempre lo hemos recordado en este lugar y pensamos pueda ser otro de los supervivientes de la señalización colocada en 1993 ¡ya llovió si es así!
Sus protagonistas son Xuan y Marica, dos nombres que aluden a personajes masculino y femenino en muchos cuentos asturianos y que, en este caso, son marido y mujer en un matrimonio en la que ella, con ardides, hace que su marido peregrine a Roma; dice así:
"Una vez eran Xuan y Marica. Y tenían una perra que le llamaban "Quiliquisquina". Y claro, el cura era algo amigo de la señora, y siempre que veía el cura, siembre taba Xuan en casa. Y ya tenían gana de que un día marchara pa quedar ellos dos solos, pero nun sabían como echar fuera al paisano.Y entonces diz el cura:-Mándaslo a confesar, que ya verás.Y va ella y mandóulo a confesar. Y cuando taban confesando preguntó-y el cura que cómo llamaba a la perra. Y dijo él que "Quiliquisina". Y diz el cura:-¡Huy, eso ye mucho pecáu! Yo nun te puedo perdonar. Tienes que ir a Roma a ver al Papa, a ver si te lo perdona.Ya diz él:-Yo nun puedo ir a Roma. ¿Cómo voy a ir a Roma, si nun tengo dinero, nin roupa nin nada?Diz él:-Bueno, dinero doite yo algo. Y préstote unos pantalones pa que vayas bien a gusto.Y va Xuan camín de Roma, y pol camín encontró un arriero d'esos que venían de Castilla, a caminar cosecha de vino y harina y unas cosas y otras.
-¿Dónde vas, Xuan?Diz él:-Bueno, pasóume esto.Diz él:-¡Ay hom!, Da la vuelta, que eso ye mentira, ¡ye pal cura tar con ella!-¡No, d'eso nada!-Pues ye mentira. ¿Quiés apostar?Ya con eso, apostaron, diéronse por apostaos: uno apostó el caballo que llevaba ya l'outro la burra baya, una burra que tenía baya.Ya diz el arriero:-Mira, llévote yo escondío en este costas ya vamos p'allá los dos. Y yo voy pedir posada allí como otras veces. Y entonces, ya verás cómo pescamos al cura allí con Marica.Y bueno, allá dieron la vuelta. Y al llegar a casa, la señora nun quería da-y posada al arriero, porque tenía invitáu al cura pa cenar y..., bueno... ¡pa algo más sería! y ¡ca!, nun quería nin bien nin mal da-y posada. Y bueno, pues, por fin, allá después de mucho porfiar, dio-y posada.Y bueno, entraron pa dentro. Y el arrieiro preguntó que si le dejaban poner un costal que traía allí, que taba mojao, a la vera'l fuego. Y entonces dijéronle:-Si, hombre, ¿por qué non?Y va él y posó el costal allí na cocina, a la vera'l fuego. Y ya taba el cura con Marica en casa. Claro, tenía preparáu un banquete pa ella ya pal cura na más; pero bueno, como llegóu l'arriero, invitáronlo a cenar tamién. Y pusiéronse a cenar, tomaron vino, y cenaro de lo mejor. Y desde que cenaron dicen:-¡Bueno, ahora hay que echar un cantar!-Empiece usté, señor cura.Diz él:-No, no, que empiece el arriero.-¡No, no, yo no empiezo!, que empiece María.Bueno, allá empezó ella. Dice:-Mi marido fue a Roma,¡Dios quiera que nunca volva!Diz el cura:-¡A costa del miou doblónfuei tocando el pantalónYa dijo el arriero:-Tú que estás n'ese costal,¿qué me dices a este cantar?Diz el marido:-Tú que ganaste la mi burra baya,¡tenme pol cura que nun se me vaya!"
Posteriormente, la presencia de pícaros, bandidos y ladrones, a veces incluso camuflados entre los mismos peregrinos (gallufos) y otros viajeros, está atestiguada, aunque solamente una pequeña parte ha pasado a los documentos, principalmente cuando se producen los delitos más graves, tal que este que nos narra así la Xacopedia en la entrada que le dedica a Salas:
"En el año 1586 tuvo lugar uno de los múltiples episodios de delincuencia que salpican la historia del Camino; en este caso el protagonista es un peregrino genovés llamado Bartholomeus Cassanu, que entró en una capilla cerrada de la iglesia mayor donde robó unos candeleros de plata. Al salir del templo fue descubierto con los objetos en la mano. Viéndose acusado, reconoció haber hurtado en esta iglesia y previamente en la de Zarautz, País Vasco. Por cometer un robo sacrílego fue juzgado, ahorcado y descuartizado para exponer los trozos de su cuerpo en los caminos".
"Peregrino-gallofo. Peregrinó en 1586, desde Italia, Génova. Supuestamente, este caminante habría cometido uno de los múltiples delitos que salpicaban el Camino de Santiago desde la baja Edad Media. A Bartholomeus Cassanu se le acusó de robar en las localidades de Zarautz y Salas, en el Camino del Norte. Según la tradición, utilizó el hierro del bordón para descerrajar, en la noche del 11 de abril de 1586, la puerta de la iglesia parroquial de Zarautz y robar diversos objetos y ornamentos sagrados. Tras sustraerlos, los escondió debajo del tejado en una casa abandonada, prosiguiendo después su camino hacia Santiago, sin que nadie hubiese sospechado de él. Al llegar a la villa de Salas, en el Principado de Asturias, intentó repetir la práctica: entró en una capilla cerrada de la iglesia Mayor y robó los candeleros de plata. En esta última ocasión fue capturado, condenado a la horca, al descuartizamiento y finalmente a que sus restos estuvieran expuestos en los caminos, sentencia que se cumplió en septiembre de ese mismo año".
"Según el Diccionario de la lengua española, el gallofero es un holgazán y vagabundo que anda pidiendo limosna, y la gallofa, una comida que se daba a los pobres que venían a Santiago de Compostela. Muchos vagos se hacían pasar por peregrinos para recibir sin trabajar el plato de sopa con pan que la hospitalidad francesa les ofrecía a los que viajaban a Compostela a través del Camino de peregrinación. Por ello el adjetivo ‘gallofero’ adquirió un sentido tan peyorativo y extendió su significado a todos los trucos que se empleaban para conseguir dinero, cama o comida bajo el pretexto de estar realizando la peregrinación a Santiago de Compostela.
Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española, de 1611, dice que gallofo es “el pobretón que, sin tener enfermedad, se anda holgazán y ocioso, acudiendo a las porterías de los conventos, adonde ordinariamente se hace caridad y en especial a los peregrinos. La comida que les daban era la gallofa, y de ahí gallofo o gallofero. Como la mayor parte son franceses, que pasan a Santiago de Galicia, y por otro nombre se llaman gallos o galos, les llamaron gallofos. Pero este sobrenombre tan expresivo, gallos, por galos, de latín gallus, es decir, hijos de la gallina, viles y cobardes, también se aplicaba a los gallegos, descomponiendo el nombre en la raíz gall- que se refería al ave doméstica, y un sufijo diminutivo -ego, de carácter despectivo”.
Pablo Arribas Briones en su libro Pícaros y picaresca en el Camino de Santiago, de 1993, y María Inés Chamorro en Tesoro de villanos. Diccionario de germanía. Lengua de Jacaranda a rutos, galloferos, violtrotonas, zurrapas, carcaveras, murcios, floraineros y otras gentes de la carda, en 2002, se ocuparon del tema.
El Códice Calixtino afirma que por “el morral, que los italianos llaman escarcela, los provenzales espuerta, los galos isquirpa, se designa la esplendidez en las limosnas y la mortificación de la carne. El morral es un saquito estrecho, hecho de la piel de una bestia muerta, siempre abierto por la boca, no atado con ligaduras. El hecho de que el morral sea un saquito estrecho significa que el peregrino, confiado en el Señor, debe llevar consigo una pequeña y módica despensa. El que sea de cuero de una bestia muerta significa que el peregrino debe mortificar su carne por los vicios y concupiscencias, con hambre y sed, con muchos ayunos, con frío y desnudez, con penalidades y trabajos. El hecho de que no tenga ataduras, sino que esté abierto siempre por la boca, significa que el peregrino debe antes repartir sus propiedades con los pobres y por ello debe estar preparado para recibir y para dar”. En esto se resume el espíritu hospitalario que caracteriza la peregrinación y que se representa tan bien gráficamente con la figura de San Martín rasgando su capa de soldado para compartirla con un pobre y, por supuesto, el sentido original de la gallofa.
En este sermón (el Veneranda dies) recogido en el capítulo XVII del libro II del Códice Calixtino, se afirma también que “así como la multitud de creyentes tenía en otro tiempo un solo corazón y una sola alma, así entre todos los peregrinos deben tener todo en común, un solo corazón y una sola alma. Pues es una gran vergüenza y una gran afrenta el hecho de que mientras un peregrino desfallece otro esté ebrio. Los bienes disfrutados en común lucen más”. Por último, en el capítulo XI del libro V del Calixtino, se habla asimismo de los castigos divinos que recibieron algunas personas que se negaron a prestar ayuda a los peregrinos a Santiago y se dice que “tanto pobres como ricos, han de ser justamente recibidos y dignamente atendidos”.
Todas estas recomendaciones del Códice Calixtino hicieron que a lo largo de los caminos de Santiago se creara una red hospitalaria apoyada por la monarquía, los gobiernos, las órdenes religiosas, las parroquias y otras muchas personas que se preocuparon por proporcionarles seguridad en los caminos, hospedaje, comida, bebida y atención médica y espiritual cuando fue preciso.
Sin embargo, al abrigo de estas instituciones caritativas que atendían a los peregrinos, se acercaron también otros vagos, vagabundos o maleantes que pretendían vivir sin trabajar haciéndose pasar por falsos peregrinos a Compostela.
En el tratado tercero del Lazarillo de Tormes, el propio Lázaro, antes de asentarse con el escudero, se queja de que en Toledo muchos le decían: “Tú, bellaco y gallofero eres”.
El Arcipreste de Hita describe, en el siglo XIV, en El Libro de Buen Amor, a través de la cuaderna vía, cómo esconden los peregrinos “las gallofas é bodigos que les dan como limosna”:
El Viernes de indulgençia vestió una esclavina
grant sombrero rredondo, mucha concha maryna,
bordón lleno de ymágenes, en él la palma fyna,
esportilla e cuentas para reçar ayna;
los çapatos, rredondos é bien sobresolados;
echó un grand’ dobler sobre los sus costados,
gallofas é bodigos lyeva y condesados:
destas cosas romeros andan aparejados.
En la Historia de Enrique, fi de Oliva, novela de caballerías citada por Cervantes en el capítulo XVI de la primera parte del Quijote, uno de sus personajes, el conde Jufre, dice: “Si vos aún soia harto de andar en hadas malas, y por negarvos queréis que suframos más mal de lo sofrido, que ya só viejo y cansado, de más quando agora allegamos aquí despojados y con mi falda llena de gallofas que yo u este cavallero mendigamos por toda la ciudad.”
Francisco de Quevedo también trató el tema de los falsos peregrinos que llevaban niños de alquiler para dar más pena y obtener mayores ganancias en la siguiente coplilla: Romero el estudiante,
con sotanilla corta,
y con el Quidam Pauper,
los bodegones ronda.
Con niños alquilados,
que de continuo lloran,
a poder de pellizcos,
por lastimar las bolsas.
La taimada gallega,
más bellaca que tonta,
entró de casa en casa,
bribando la gallofa.
Preocupado por los abusos y engaños de los galloferos, el Ayuntamiento de Santiago llegó a sacar una ordenanza en 1532 por la que prohibía que permaneciesen en Compostela más de tres días las “moças e moços vagabundos que, so color de romeros e peregrinos, andan hurtando e robando e belitreando e bellaqueando”.
Felipe II, en una pragmática del día 13 de junio de 1590, llega a prohibir vestirse de peregrino en el reino, “por quanto por experiencia se ha visto y entendido que muchos hombres, assi naturales destos Reynos como de fuera dellos, andan vagando sin querer trabajar ni ocuparse de manera que puedan remediar su necesidad”.
La picaresca estuvo siempre presente en los caminos de peregrinación y así se refleja en la literatura odepórica. Nicola Albani, entre 1743 y 1745, en su Viaje de Nápoles a Santiago de Galicia, cuenta algunos de los trucos que empleó para aprovecharse de su condición de peregrino y afirma, por ejemplo, que “no se impide a ningún viajero de ninguna parte la entrada en Portugal, es más, si es un peregrino o un viandante mendigo, el que entra en dicho reino, es costumbre que las autoridades del lugar le dan una carta da chia, llamada con este nombre, que es como un pasaporte con el que puede moverse por todo el reino sin que se lo impida ninguna persona, y le sirve también esta carta para obtener limosna en los lugares por los que pasa […]”.
Aparte de este tipo de limosnas, Albani consiguió unas cartas de afiliación a San Francisco y a Santo Domingo, falsificadas por un caminante italiano, y “con dichas patentes recogí en el espacio de tres meses que anduve por el reino cequíes limpiamente puestos en mi bolsillo, porque en todo el reino de Portugal, como en el de España, no hay pueblo que no tenga una congregación de San Francisco y aunque no haya convento sí hay hermandad de frailes y de monjas”. Albani cuenta también que, en Pontevedra, dirigiéndose al hospital de los Eclesiásticos, fue admitido “en la estancia de los sacerdotes, con buen lecho y cena, según se hace en dicho hospital, si bien fue una astucia mía el pasar por eclesiástico, ya que no era tal, con la única finalidad de ser mejor tratado, según me enseñó otro viandante, porque la otra vez que pasé por aquí me tocó dormir sobre un entarimado sin vela siquiera. Por ello, si no hubiera estado ducho, me habría tenido que acomodar sobre dicho entarimado como en el viaje pasado”.
"El mayor peligro que suponían los galloferos para los que realizaban su viaje piadoso por los caminos de Santiago era que las gentes y las instituciones caritativas y hospitalarias, por miedo a ser engañadas, dejasen de atender y servir a los verdaderos peregrinos."
Aquí otro paredón cubierto de musgos y plantas cierra el Camino por la izquierda cuando este hace un poco de curva
"Oficio citado en el Codex Calixtinus (s. XII) entre los vinculados al servicio de los peregrinos en el camino hacia Santiago. Es uno de los presentados con connotaciones negativas por la forma desaprensiva -afirma el Calixtinus en su libro V- con la que algunos barqueros trataban a los caminantes. Cita a los que efectúan el trasbordo en los ríos de San Juan de Sorde, en el actual departamento de Las Landas -suroeste de Francia- para los que augura la condena eterna, “pues aunque aquellos ríos son muy estrechos, sin embargo por cada hombre, tanto pobre como rico, que transportan hasta la otra orilla, suelen cobrar un dinero, y por las caballerías cuatro, que exigen incluso por la fuerza, abusivamente”. La prevención hacia estos personajes llega al extremo de señalar que “muchas veces meten tanta cantidad de peregrinos, tras cobrarles el precio, que vuelca la nave, y se ahogan los peregrinos en el río. Por lo que malignamente se alegran los barqueros, apoderándose de los despojos de los muertos”.
Sin tanta contundencia, son también objeto de las críticas de Aymeric Picaud, posible autor del libro V, los barqueros franco-navarros de las inmediaciones de los puertos de Cize. “No deben cobrar legalmente por el pasaje -afirma el texto- más que un óbolo por dos personas si son ricas y uno sólo por el caballo, y nada si son pobres. Y están obligados a tener barcas grandes en las que puedan caber ampliamente caballerías y personas”.
En el siglo XII había otros barqueros en otros tramos del Camino; las críticas se centran en los señalados, pese a que hubo problemas de paso en otros puntos de la Ruta. Como señala Arriba Briones, “salvar el curso de un río siempre fue una pequeña o grande aventura para los peregrinos, y una óptima ocasión para sus esquilmadores”.
Existe, sin embargo, en el propio Codex la figura del buen barquero: el ejemplo paradigmático es el marinero Frisono, salvado por el Apóstol tras caer en el mar intentando defender de un ataque su nave cargada de peregrinos.
La progresiva construcción de puentes, en la misma Edad Media, hizo que fuese desapareciendo poco a poco esta otra figura de la intrahistoria del Camino, aunque no los problemas con los cobradores de impuestos en estos puntos estratégicos, por vitales, de la Ruta.
Actualmente se puede cruzar en pequeños transbordadores en algún punto de las rutas jacobeas donde los embalses construidos durante el siglo XX interrumpieron los viejos caminos. Pero estos nuevos barqueros resultaría inútil relacionarlos con los casi legendarios barqueros medievales del Camino."
Al otro lado del bosque ribereño se encuentran La Venta Ramón con su capilla de San Ramón, en la carretera, por lo que aquí estaríamos saliendo de la menguada jurisdicción, respecto a la medieval, del coto del monasterio de San Salvador de Cornellana. Poco más arriba sí reconocemos algunas casas de Villacarisme, ya de Villazón como hemos dicho, donde empezaría el concejo de Salas antes de que este se anexionase el coto monacal en 1827 al suprimirse el régimen de señoríos. En lo alto es el monte Palmayor (327 m)
"En las cercanías de Ablaneda, allá por el alto de Pedrafita, dicen los que saben que se encuentran el famoso pozo Fullaricos (o Ful.lericos), bajo cuyas aguas se esconden los restos de un antiguo palacio.
Nadie sabe, eso si, a quién pertenecía el susodicho, pues no hay cristiano vivo que lo haya podido contemplar, pues hasta los más viejos del lugar lo han conocido siempre como lo que es.
Pero donde no llega el saber alcanza la imaginación y la leyenda. El rey pertenecía a un noble viudo, que si era de horca y cuchillo, no se sabía, porque no parece que fuera malquerido por los suyos. Como no podía ser de otra manera el ilustre viudo tenía una hija, quien por supuesto, era la más bella del lugar y cortejada por un buen número de gentilhombres. Como no decidía con quien casarse y no debía de haber ningún monstruo matadero por los alrededores, el noble viudo decidió que entregaría la mano de su hija al primero que fuera capaz de traer agua desde el Pozo Verde, que estaba en La Espina, a unas buenas dos leguas de subidas, bajadas, riachuelos, bosques impenetrables y demás dificultades para hacer la cosa interesante y asegurarse que el ganador estuviera realmente comprometido con el asunto.
La dificultad de la tarea asusto a más de uno y tan solo tres pretendientes se presentaron. Dos de ellos unos galanes como Dios manda, guapos y apuestos a más no poder, el otro feo y contrahecho y encima vago, porque mientras los dos apuestos caballeros se ponían manos a la obra y comenzaban a escavar sendas acequias ( no os penséis que bastaba con lleva agua en un pellejo no, si vas a entregar a tu hija a un desconocido por lo menos que te haga una buena canalización), el feo, decía, se pasaba el día tirado a la bartola y sin mover un dedo. Y no fue hasta que la cosa estaba casi terminada y a punto de decidirse, que le dio al feo por ponerse a trabajar. Y hete aquí que lo que los dos hermosos jóvenes llevaban semanas haciendo, el contrahecho lo hace en una sola noche y sin despeinarse, El agua bajaba desde el puerto de La Espina, hasta el palacio en Ablaneda.
Ya iba el horrendo a reclamar su premio, pues había cumplido parte de su cometido, cuando la doncella gritó: "¡Antes se hunda este palacio que casarme yo contigo!" Y como el pretendiente feo no era otro que el diablo, pues dicho y hecho, se hundió el palacio y el casamiento no tuvo lugar.
Y hay quién dice que de vez en cuando se aparece en el pozo, entre vigas y maderas que emergen, la doncella, transformada ahora en xana que promete riquezas sin cuento a quién la desencante.
Otra versión de la leyenda dice que el diablo ya se había aparecido con anterioridad a la doncella prometiendo hacerla más bella que otra joven que vivía en Belmonte, a cambio la doncella habría prometido su alma al diablo y éste habría participado en el asunto de la acequia para cobrársela. Pero desde mi punto de vista debe de ser un pegote de dos leyendas distintas, pues si el diablo ya le había dado más belleza a la joven a cambio de su alma, a santo de que le iba a sanear las tuberías.
Lo que a mi entender es más interesante es el origen de la leyenda. El pozo Fullaricos fue en origen una balsa receptora excavada por los romanos para que las aguas que usaban con su peculiar método de extraer oro se embalsasen y los restos de maderos y vigas que los aldeanos decían ver no serían sino fragmentos propios de la minería de oro. Y digo que es más interesante porque de una forma muy peculiar la leyenda nos habla de esa misma actividad: los pretendientes tienen que traer agua desde lo alto de La Espina hasta Ablaneda, es decir tiene que hacer una canalización que iría a parar al pozo Fullaricos o, más bien, que le daría origen. En el fondo la leyenda nos habla del origen artificial del pozo, de las grandes obras realizadas por los romanos para extraer el oro de los astures y de la posible existencia de ese oro en el fondo del pozo, camuflado ahora como tesoros de la xana. Tal vez el hecho de que la doncella se transforme en xana nos hable de la pervivencia de cultos paganos durante años después de que los romanos se hubieran ido, pues la diosa de las aguas se muestra sobre los escombros del mundo romano. Pero todo esto no son sino teorías de mi propia cosecha."
Ánimas del Purgatorioson las que están a tu puertasi nos das una limosnatendrás la gloria muy ciertaAy, ay, que aquí me quemoay, ay, ay que aquí me abrasoten piedad de nuestras almasque están pasando tormentosPor Dios pido cristianoque nos saques de este fuego...
El contraste no puede ser mayor, salimos al arenal de la cantera de Sílices La Cuesta en La Cuestina, antesala del pueblo de Llamas, en plena labor extractiva
Un poco más adelante, un viejo mojón queda a veces oculto entre hierbas, espineras y su umbría
También vemos uno de los viaductos de la Autovía de La Espina, a la izquierda Villacarisme con Palmayor, a la derecha La Sierra Faxas o Folgueirinas y, a lo lejos el totémico Muxagre (662 m), el mon sacer o monte sagrado del santuario mariano de la Virgen del Llanu, en la frontera con Pravia y espolón meridional de La Sierra Sandamías
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