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miércoles, 8 de octubre de 2025

EL RICABO, EL BOSQUE ENCANTADO EN EL CAMINO AL VALLE DEL NONAYA (SALAS ASTURIAS) EL CUENTO DEL 'MARIDO-PEREGRINO', EL LADRÓN SACRÍLEGO DE SALAS, 'LOS GALLOFOS' Y EL DIABLO DEL POZO FULLARICOS


Tras subir desde el monasterio de San Salvador a Sobrerriba/Suburriba, contemplamos esta vista de Cornellana allí donde el río Nonaya da sus aguas al Narcea, formando una hermosa vega en su unión, frente a La Rodriga y a los montes de Las Dorigas, con La Sierra Sollera en lontananza, tierras que ya hemos dejado atrás, al este, mientras caminamos hacia occidente, hacia la villa de Salas, la capital del concejo, de la que distamos algo menos de diez kilómetros

Nosotros avanzamos hacia occidente, guiados por los mojones y las flechas amarillas, por El Ricabo, zona de bosques en las inmediaciones de La Temprana y El Campu los Vaqueiros, antiguo camino por el que se salvaba un estrechamiento del valle en El Correcharcu antes de que, en el siglo XVIII, los frailes de Cornellana mejorasen el paso por la ribera del Nonaya, que en esta zona formaba parte de su coto monástico, abriendo La Venta Ramón, paso posteriormente de la carretera Oviedo-Villalba (actual N-634) que sustituyó al Camín Real de Galicia o Camín Francés como principal comunicación del centro de Asturias con el occidente de Asturias y hacia tierras gallegas, recuperado ahora su trazado con el nombre de Camino Primitivo de Santiago


El Camino es, en este trecho, un hermoso sendero, muy trillado y pisado por peregrinos, que atraviesa este bosque en la ladera que viene a constituir el extremo septentrional del Picu los Tayos, el cual a su vez es una prolongación del Alto Santufemia y la Sierra la Santa, sucesión de alturas hacia el norte de la Sierra las Traviesas, que separa las cuencas de los ríos Narcea y Nonaya


La senda atraviesa una tupida fronda que forma a ambos lados una intrincada y selvática maraña vegetal de gran belleza y en la que predominan los árboles autóctonos, castaños y avellanos principalmente, pero también carbayos y otras especies, además de una espesa vegetación de arbustos, hierbas, helechos y todo tipo de plantas silvestres, zarzas, ortigas, laureles, etc.


Se reconocen tramos de antiguo empedrado y se ven varios afloramientos rocosos en superficie. Pese a su exuberancia vegetal, desde 1993 que caminamos por aquí por primera vez, siempre hemos pasado sin dificultad y el Camino ha permanecido abierto y nunca lo hemos encontrado tragado por la vegetación


El paso continuo de peregrinos, además, hace que el sendero haya quedado bien pisado y siempre permanezca expedito. Únicamente a lo mejor en primavera hemos de apartar ocasionalmente, y sin detenernos, alguna rama o zarza que se haya asomado un poco al Camino...


El Camino es cómodo y agradable de caminar, si bien en fila india, pues su cierta estrechez no permite que dos caminen uno al lado del otro, pero como tantísimos tramos de todos los caminos de Santiago y de cualquier ruta senderista


Sí es verdad que en algún tramo de pedregal hemos de ver bien dónde ponemos el pie para no meterlo en algún pequeño pozo o hueco entre las piedras o tropezar en ellas


Algunas grandes rocas pueden estar muy lisas de tanto pisar sobre ellas, lo que va hacer que pisemos con precaución si están mojadas o húmedas, para impedir resbalones


En otros lugares prácticamente desaparece la piedra y el sendero es de suave y mullida tierra. También puede estrecharse o ensancharse según tramos pero, insistimos, siempre se pasa bien, avancemos sin temor de que se nos corte el paso


Y así, aunque parezca que nos 'traga' el bosque, continuamos apaciblemente por el boscaje sin mayor obstáculo ni inconveniente


Aunque el trayecto está señalizado, tampoco hemos de encontrar cruces ni bifurcaciones que nos hagan dudar, al menos hasta salir del arbolado. La ruta está asimismo bien marcada por las pisadas de los peregrinos y lo allanado que han dejado este itinerario


Y aquí, otro tramo empedrado. La hierba crece en las veredas pero se desbroza periódicamente


Las hojas de los castaños, con sus características puntitas a manera de 'dientes de sierra'


El matorral crece a los lados de la senda, haciéndose hasta más alto que una persona en algunos sitios como este


Crece un poco más allá una pequeña plantación de pinos


Desde aquí tenemos una hermosa vista de la zona sur de Cornellana, con algunas casas de la calle La Cruz y Baoño a la izquierda y de La Lleirina, en el camino al monasterio, que vemos a la derecha


En La Lleirina se encuentra lo que queda del antiguo hospital de peregrinos dependiente del convento, cuya capilla estaba dedicada a Nuestra de la O pero era más conocido, al menos documentalmente, como Hospital de Allende la Puente, al estar al lado del puente (entonces de madera), que pasaba el río Nonaya para cruzar al monasterio


Cruzado el puente, donde se encuentra El Carbayón de Cornellana, se llega al monasterio por la Plaza del Campillo. El Camino venía antaño por la ribera del Nonaya hasta El Molín d'Arriba, que también era del monasterio, para subir desde allí a Sobrerriba/Suburriba por La Casada, pero la Autovía A-63 Oviedo-La Espina lo cortó


Por eso en la actualidad hay que tomar la carretera SL-7, detrás del monasterio, para subir y llegar aquí, haciendo un pequeño rodeo, enlazando con el camino original en el barrio de Ramón, por donde entramos en este bosque. De monasterio vemos parcialmente la fachada barroca de la iglesia con sus dos torres. La torre románica a su izquierda y el claustro, también barroco...


Más allá del monasterio, el río Nonaya sigue por Baoño a dar sus aguas al Narcea formando una gran vega en la que los ríos no se ven en su unión, bien tapados por su arbolado de ribera, pero sí asoman, un poco más allá, las casas de La Rodriga, donde hemos cruzado el puente de Cornellana para entrar en la población tras recorrer la ribera del Narcea desde La Ponte o Las Casas del Puente, donde estuvo hasta 1511 La Ponte Vieya


Domina el paisaje La Sierra Sollera (602 m), con su cumbre amesetada y su gran ladera occidental, muy rocosa en la zona más alta. Más abajo hay bosques y, en una pradería, destaca el edificio blanco del venerado santuario de Santa Tecla de Eiros, donde se celebra romería en septiembre


Muchos fieles siguen la tradición de subir desde Cornellana andando, o desde Cabruñana, en cuya antigua escuela se habilitó un albergue de peregrinos mientras el Camino oficial se cortó un tiempo, allá por 2010, con motivo de las obras de la autovía. Después de ello continuó albergando peregrinos pese a su relativa distancia del trazado señalizado oficialmente; quienes pernocten allí pueden bajar, para no volver atrás, por un camino alternativo hacia San Antolín de las Dorigas, pasando por Moratín, pueblo donde están los orígenes familiares del dramaturgo y poeta Leandro Fernández de Moratín, enlazando con el Camino oficial en La Veiguina, pasado Doriga, para baja desde allí al valle del Narcea en La Ponte o Las Casas del Puente


Luego de una buena cuesta desde el monasterio de San Salvador de Cornellana hacia Sobrerriba/Suburriba, al llegar al bosque la subida se suaviza y se llanea unos metros para empezar a bajar de nuevo al valle, al principio casi imperceptiblemente


Pero enseguida se nota que se empieza a bajar; será una bajada paulatina y moderada pero un tanto larga, alrededor de un kilómetro, todo por este 'bosque encantado'


Casi todo el tiempo el bosque forma un túnel vegetal que, como una celosía, filtra la luz del sol. Es más, se dice que las celosías del arte antiguo, anteriores a las vidriera, buscaban imitar estos efectos de la naturaleza, los cuales transmiten sensaciones de paz, sosiego, y meditación


Y es que, como dicen los paisajistas, este es un 'paisaje introspectivo', es decir, interior, pues únicamente vemos nuestra inmediatez, 'cerrados' en esta maravillosa barrera vegetal


Los troncos de los árboles surgen entre las rocas y, en algunos rincones más húmedos, puede haber algo de barro incluso en verano. No tengamos miedo de mancharnos un poco las botas. Demasiados caminos peregrinos se han hormigonado últimamente sin necesidad...


Fijémonos lo bien pisado que está el Camino; un poco más al fondo vemos un grupo de peregrinos


Caminan con paso resuelto; pronto los perdemos de vista entre los helechos. Entre aproximadamente marzo-abril y hasta septiembre octubre su tránsito es continuo, máxime en verano. En invierno mengua considerablemente pero, a diferencia de no hace tantos años, casi todos los días pasan varios. Antaño entre noviembre a mayo eran muy contados...


Una vieja muria de piedras cubiertas de musgo puede ser testimonio del antiguo Camino. La espesura pierde su hoja en otoño y el paisaje cambia y se hace algo más 'extrospectivo', llegando a verse el valle entre las ramas...


Esta es una estampa más otoñal, con los oricios o erizos que guardan las castañas cubriendo el Camini y formando una alfombra natural con las hojas caídas. La castaña, alimento básico durante siglos, antes que se trajese la patata de américa. Su plantación era, para que además de dar sombra a los caminos, diese nutriente a los caminantes. Hoy las pisamos y apenas miramos para ellas, pero fueron garantía de supervivencia de generaciones enteras hasta no hace aún demasiado tiempo


Con los castaños crecen también otras especies arbóreas, como hemos dicho, pero acaso su proliferación en los caminos antiguos tenga que ver con que, en el derecho consetudinario, los frutos caídos al suelo público eran de uso público, por lo que mitigarían el hambre de vecinos, peregrinos, arrieros, pastores y demás viajeros y caminantes. Es más, sería uno de los componentes, según temporadas, del caldo de peregrinos del que nos habla la Xacopedia:
"Aunque no se puede hablar de una cocina del Camino de Santiago o de una cocina jacobea propiamente dicha, existen productos cultivados cerca de la Ruta, antes y ahora, que, por lógica, serían la base de la cocina para la alimentación de los peregrinos. En todo caso no difiere en gran medida de la habitual disfrutada por los ciudadanos vecinos del Camino. Otra cuestión importante son las influencias que el flujo de caminantes ocasionó y de las singularidades, algunas ya difíciles de seguirles la huella, que, sobre todo en la Edad Media, los peregrinos europeos fueron dejando aquí y allá. 
 
En el discurso inaugural de un congreso sobre La gastronomía en los caminos de Santiago, ofrecido por José Juan Iglesias del Castillo y Díaz de la Serna, conocido como Pepe Iglesias, se expuso que históricamente, la comida jacobea principal fue el llamado caldo de peregrinos. En realidad, esto es lo que pasó a denominarse sopa boba, es decir, un cuenco de agua caliente con algún mendrugo de pan duro picado, aliñado con vinagre y sal, que en los conventos se enriquecía con tocino rancio y alguna hortaliza para ayudar a sobrevivir a mendigos y peregrinos. En las casas y posadas este caldo era más rico, ya que le añadían lo que la despensa tuviese en ese momento de la temporada: nabos, berzas, castañas, bellotas o garbanzos, entre otros, dando lugar a los distintos cocidos actuales y que, según la riqueza de la familia y el día de la semana, podía llevar cecina, carne fresca o salada o incluso algún pescado. El caldo de peregrinos era el alimento cotidiano, sin distinguir desayuno, almuerzo o cena. 
Salvo ocasiones festivas de gran importancia, como celebraciones de boda, Navidad o Carnaval, esta era la forma en que se cocinaban las hortalizas y las salazones que hubiera, bien de matanza o pescado, tanto en las casas rurales, como en ciudades, conventos, hospitales, etc."

No es nada raro que en ocasiones los peregrinos y otros viajeros y transeúntes, sobre todo los más pobres, hubieran de alimentarse de lo que daba la tierra. Acaso los arrieros tuvieran una mejor dieta con las mercancías que llevaban y con las que comerciaban, pero los peregrinos (de per ager, 'por el campo', 'por el país') y pobres ambulantes, pícaros y enfermos habían de acogerse a las instituciones hospitalarias correspondientes, no tampoco siempre bien nutridas, sobre todo en ciertas épocas, por lo que sobrevivir de hacía perentorio


Estas instituciones hospitalarias se crearon en buena medida gracias a diversos benefactores, a veces los propios conceyos vecinales de pueblas y villas, otras monasterios, párrocos y parroquias, nobleza, etc. que, como las malaterías, habrían de tener propiedades y rentas para su mantenimiento, incluyendo la sopa, lumbre y lecho a los alojados, así como el pago al hospitalero y, muchas veces, otros cargos como el administrador o mayordomo. Prácticamente todas las pueblas y monasterios tenían uno pero fueron languideciendo a la vez que las peregrinaciones, desde el medievo hasta la centuria del siglo XVIII e incluso albores del XIX  


Y es que, aunque por lo general, si bien el fenómeno de las peregrinaciones históricas tiene un esplendor medieval, sobre todo a partir del siglo XII, su existencia se prolongaría hasta la Edad Moderna, si bien muy transformado, según podemos entresacar de la abundante documentación al respecto, incluso los relatos de los propios peregrinos


En este tramo entre Cornellana y Salas existieron dos destacadas instituciones hospitalarias, una en cada población: en Cornellana el Hospital de Allende la Puente, con su capilla de Nuestra Señora de la O, cuyo edificio, arruinado se conserva y, en Salas, el Hospital de San Roque, del que se conserva la capilla y que también veremos entrando en la población. El primero dependía del monasterio y el segundo del "patronato de vecinos y Justicia de la villa" si bien aparece a veces vinculado a la malatería o leprosería de La Espina, más al occidente y en el paso a Tineo, donde también hubo hospital de peregrinos y venta caminera, como veremos cuando pasemos por allí


Seguimos bajando por suave y mullido sendero de tierra que discurre ladera abajo siempre entre árboles, arbustos y helechos


Los troncos de los árboles se yerguen rectos como lanzas en algunos lugares. El bosque llega, cuesta abajo, hasta la misma ribera del Nonaya, que no podemos ver aún


Una sensación de humedad permanente impera en el ambiente, verdadera reserva de frescor que en verano se agradece y, en invierno y con los árboles deshojados en su mayor parte, esto permite que los rayos del sol lleguen al mismo suelo...


Llega ahora un tramo recto y al fondo nos parece ver un claro en el bosque


Un manto de musgo cubre las piedras de la ladera


Salimos así, momentáneamente, del castañar, en un trecho en el que prácticamente el Camino llanea


Y, en este claro en plena falda de la montaña, donde hay una torre de la luz, podremos ver algo del valle


Aunque la vegetación ha crecido, divisamos la parte del valle en la llamada Veiga Villazón, en la parroquia salense de este nombre, donde acabará esta bajada


La Veiga Villazón, donde el valle se abre en una amplia vega que conforma una bella llanura verde en el curso del Nonaya, en la que reconoceremos algunas aldeas y lugares, así como las cicatrices que han dejado en la montaña las canteras y la inacabada Autovía A-63 Oviedo-La Espina


En la lejanía, cierra el valle por el oeste La Sierra Bodenaya con la cumbre de El Rebollín (850 m), que será a partir de ahora una de nuestras referencias hasta más allá de La Espina. A sus pies se encuentra la villa de Salas, que no llegamos a ver, oculta por el totémico monte de El Viso, del que mucho hablaremos también en los próximos kilómetros de Camino


Justo debajo de nosotros reconocemos las instalaciones de la cantera de La Cuesta en el monte La Cuestina, a la que vemos llegar, por abajo, el Camino, una vez haya terminado esta cuesta, precisamente, saliendo definitivamente del bosque, llegando al pueblo de Llamas, perteneciente a esta parroquia de Villazón, el cual no podemos ver, oculto por la arboleda de la falda del monte de la izquierda...


Allí a la derecha, la casería de La Calzada tiene un eminente nombre caminero. A continuación son los campos de Los Pradones, que ocupan buena parte de la veiga y, en lontananza, vemos las aldeas de Villarraba, a la izquierda y, a su derecha, Quintana, cabeza de la parroquia de Villazón, de la que tal vez veamos la iglesia parroquial de Santiago, al pie de la que sigue el Camino. La parroquia estuvo en el medievo vinculada al coto de Cornellana dependiente del monasterio de San Salvador


A la derecha, cierra el valle el monte El Castiellu (261 m) en Las Cuestas, revela en su nombre la existencia de una posible fortificación. A sus pies y a su izquierda, en Villampeiru o Villampero (en la documentación medieval Monte Lampeiro, sin duda más referido a El Castiellu), se delimitaba la jurisdicción del coto monástico de San Salvador de Cornellana en la Edad Media, que no se incorporó a Salas hasta 1827, si bien por entonces sus límites se habían contraído enormemente. Pero lo que más resaltará a la vista son los inmensos desmontes de la autovía, aún inacabada, así como su viaducto


A lo lejos (arriba a la izquierda de la foto) la cumbre de El Viso (675 m), otra de nuestras referencias geográficas, pero también históricas y espirituales, pues es el solar de la venerada ermita de Nuestra Señora de El Viso, de profunda tradición romera, patrona de Salas. A su derecha y más cerca es La Sierra Lourís o Llourís, sobre el pueblo de este nombre, parroquia de Villazón, y con las cumbres del Cardús (413 m) y el Camuñu (433 m)


Más abajo y más cerca aún es Villacarisme, otra de las aldeas de la parroquia de Villazón, sobre la pista de la A-63 y uno de sus puentes, donde apreciamos la gran tajada hecha en la montaña de La Sierra Folgueirinas o de Faxas para hacer la caja de dicha autovía


Folgueirinas está justo a nuestra derecha, al otro lado del valle y también sobre la autovía. Pertenece a la parroquia de Cornellana y rodeada de prados


Prados como La Terrona, Las Vinadas o El Caleón que antaño fueron tierras de labor sobre el lugar de La Vuelta la Peña


La Vuelta la Peña se encuentra encima de La Veiga los Pereos , ya en la carretera, que apenas podremos ver, oculta por estos bosques de El Ricabo


En esta foto de unos años atrás, pese a ser en un día de lluvia, sí podremos apreciar todo el monte desde Folgueirinas a La Venta, con la N-634, antigua carretera Oviedo-Villalba, de Galicia o de Occidente, como se la conocía oficial y popularmente, bajo las cuestas camperas de Los Refucinos


Si nos fijamos, más allá de La Veiga los Pereos, a la derecha, siguiendo las curvas de la carretera, una desde aquí diminuta construcción es la capilla de San Ramón, que perteneció a La Venta Ramón, venta caminera fundada por los frailes de Cornellana cuando, en el siglo XVIII, se abrió esta nueva vía por el valle, llegando por entonces a ella su menguante jurisdicción. El ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, quien la visitó en 1792 durante sus pesquisas históricas en el monasterio, escribió de ella: "la venta de Espinedo, buena, construida por el monasterio, pero sucia y descuidada por sus llevadores"


Los topónimos La Cuesta, La Cuestina, Las Cuestas y similares son muy usuales, por razones evidentes, en estos montes de la parroquia de Villazón, la villa de Zonus, antropónimo tardorromano o altomedieval de algún antiguo posesor de una villae agrícola


Mientras, El Ricabo o Ricao, procedería del latín cavus, que significa 'hueco' o 'hundido' y que, relacionado con el verbo 'cavar', hace referencia a terrenos abruptos, pues los lugares donde aparece son "todos ellos ríos profundos al menos en algún trecho de su recorrido", dice el filólogo Xosé Lluis García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombre de nuestros pueblos y como es este el caso, donde el Camino pasa sobre un pequeño desfiladero del Nonaya entre Cornellana y Villazón


Nos gusta observar cada detalle, máxime mirando al suelo, pues es necesario en este trayecto en descenso mirar bien donde pisamos en todo momento. Aquí, un reguero señala la existencia de una fuente


Fuente que aquí tenemos libre de vegetación pero que a veces suele estar cubierta. Tiene forma de cuba cuadrada, a manera de depósito, y el agua se toma a través de un ventanuco. La molestia en hacer esta estructura es señal que ofrecía servicio a los vecinos, como ahora puede hacerlo a los peregrinos. Solía además haber un vaso sobre ella, como el de esta foto


El reguero encharca ligeramente un pequeño tramo; es en estos lugares, fuentes solitarias y apartadas, donde gustan de aparecerse, así como en otros lugares relacionados siempre con el agua, las xanas o ninfas asturianas, que ofrecían a quienes pasaban y aparecían tesoros y riquezas sin cuento, a cambio eso sí, de peticiones a manera de sencillos rituales para obrar su desencantamiento, aparentemente fáciles pero que, a menudo se vuelven, imposibles, quedando la xana para siempre encantada y las gentes desprovistas de sus riquezas, por ellas custodiadas


En Salas mitos y leyendas, del blog Aquerasturias, se nos cuenta así de xanas y de xentiles, otros seres mitológicos muy presentes en el concejo de Salas y en tantos otros:
"... lo que abundan en Salas son las xanas y los xentiles, también llamados mouros. Hay que recordar una vez más que para los asturianos de la época, mouros no designaba específicamente a los seguidores de Mahoma, sino también a todos aquellos ajenos al credo cristiano, ya fuesen musulmanes, paganos u otras cosas...  
Aunque de los mouros no se conservan leyendas o historias de gran calado si que han quedado en Salas muestras de su presencia. Está la Cueva de los Xentiles (o de los Mouros) en Las Peñas, los castros de Alba y La Viña, construidos por los mouros y de los que se decía que siempre estaban en guerra uno contra el otro, el Fornu de los Mouros, donde se dice que se encuentra una ayalga escondida y para terminar está otra Cueva de los Mouros (o de los Xintiles, de nuevo) en Regueria Cavada, donde de nuevo nos encontramos con lo que parecen ser restos dejados por los romanos, pues Regueira Cavada sería algo así como el Reguero Escavado ¿otra canalización de la minería aurífera de los romanos?
En cuanto a las xanas nos encontramos en Salas el rio Xania y la braña de Sinxana. Y en el río Nonaya, en el conocido como Pozu Ondina se aparecía una xana en la Nueche de San Xuan y parece que decía "Xana, xaineta, dame tu riqueza, toma mi probeza" aunque parece más bien que aquí hay un poco de confusión y que serían los humanos los que deberían recitar esa formula para adueñarse de los tesoros de la xana.  
Pero no era aquella la única xana a la que le gustaba pasearse en la noche de San Xuan. En Fonte Xania a la xana del lugar le gustaba salir a pasear esa noche con sus muchas ayalgas y en una ocasión un rustico de los alrededores le arrebató un cáliz de plata. La xana echó a correr detrás del ladrón y éste solo pudo salvarse invocando a la virgen y prometiendo entregarle el cáliz. La xana desapareció al oír mentar a la Virgen y el rústico entrego la copa de plata a la iglesia de Biescas. Claro que en Perllunes, Santiago de Aguino y Santa María del Puerto cuentan lo mismo, pero como parece difícil que la xana perdiera tantas copas de plata es de suponer que alguna de las historias, o todas tal vez, sean falsas y fruto de la imaginación de los lugareños".

Los rayos de sol dibujan juegos de sol y sombra con las ramas y hojas de los árboles en el efecto celosía al que antes nos referíamos. "Estaban en el Camino y cumplían su misión. Aportaban sombra para el descanso en verano y cobijo contra la lluvia en invierno y días de lluvia. Como mucho se podían echar en falta en algunos tramos desarbolados. Pero también, llegada la ocasión, representaban una amenaza latente -robos, asaltos, misterios, espíritus desconocidos- en las zonas excesivamente boscosas prolongadas en un interminable y sombrío corredor hasta el reencuentro de nuevo de los espacios abiertos, casi siempre más seguros y menos dados a exacerbar la imaginación", cuenta de los árboles la Xacopedia


Y este es el bagaje de nuestras sensaciones al caminar por estas densamente boscosas áreas del Camino. "Los árboles actuales del Camino, como en el pasado, definen etapas, establecen lugares de descanso, reparan con su solitaria sombra los prolongados descampados del Camino -también necesarios e igualmente reveladores- y animan el espíritu. En muchos casos, permanecen en la memoria, aunque no todos los caminantes perciban y sientan su presencia", sigue diciendo la Xacopedia...


La bajada sigue, suave pero constante y siempre entre árboles, muchos árboles. "Según la Ruta discurra o no por zonas arboladas así serán las sensaciones y la forma de afrontar el itinerario. El árbol forma parte de los recursos del Camino proporcionados por la naturaleza, a veces con alguna colaboración humana, como el agua o la piedra."


La piedra, cubierta de llamativos líquenes naranja, aporta también su presencia y color al Camino


Y las de la derecha también, con su cubierta de musgo verde, más claro que el de las hojas y las hierbas


Y por supuesto, las del Camino, impregnadas de color tierra y bien pisadas y trilladas...


Si los árboles no estuviesen, al menos los de la derecha, veríamos un gran despeñadero hacia el río, un auténtico acantilado fluvial. La sensación de caminar por su borde casi desaparece en esta densa foresta


Serían bosques como estos, antes mucho más grandes y numerosos en los que, según la leyenda, se perdió la infanta Cristina Bermúdez, fundadora del monasterio de Cornellana, cuando era niña, siendo amamantada por una osa que la cuidó, episodio que nos recuerda las historias de niños salvajes criados por lobos o la misma historia de los fundadores de Roma. También incluso a las xanas que robaban niños cambiándolos por los suyos, como hacen seres semejantes en las leyendas de gran parte de Europa


Es posible, como vimos cuando visitamos el monasterio, que la leyenda surgiese de una reinterpretación de unas figuras esculpidas en la primera fase de la refundación románica realizada cuando el monasterio fue cedido a los cistercienses por el bisnieto de Cristina, el nieto de Suero Bermúdez, las cuales se encuentran en la antigua portada, trasladada con las reformas barrocas a la Plaza de la Leña y que vimos al acceder al actual albergue de peregrinos, pero en ese mismo periodo la leyenda en base a ellos estaba tan presente que se volvió a plasmar en la fachada de la iglesia y en la de la portería del cenobio


Sigue así el 'introspectivo camino' por el bosque, que contrastará con los espacios abiertos que hallaremos al final de tan larga bajada, en Llamas y La Veiga Villazón


Restos de antiguos argayos o corrimientos de tierras, no demasiado frecuentes dado que la abundancia de árboles asegura más el terreno


La senda, de intenso color terroso, resalta en el verde imperante


El Camino sigue la orografía de la ladera, cuando serpentea un poco y cuando, como ahora, hace tramos rectos, pero siempre bajando...


Con xanas o sin xanas, las impresiones que transmite esta 'luminosa umbría' del bosque al peregrino sensible a los encantos de la naturaleza podrían calificarse de muy mágicas e incluso espirituales en este entorno de hermosa introspección vital en la paz del sendero, donde todo yace en reposo, ajeno de inquietudes


El peregrino, al llegar aquí, ya se habrá familiarizado con la sucesión de cuestas arriba y cuestas abajo, con correspondientes treguas en tramos más o menos llanos, que caracterizan al Camino Primitivo, así como con su variedad y belleza de paisajes, lamentablemente alterados, eso sí, todo hay que decirlo por la A-63. Por ello estimamos conveniente compartir parte de lo que de este Camino nos dice la famosa Guía Gronze:
"Una de las principales características de este camino, en comparación con los otros Caminos de Santiago, es la dureza del recorrido. De Oviedo a Lugo es un típico recorrido de montaña media. Excepto la bajada al embalse de Salime y la subida al Puerto del Palo no hay grandes desniveles a superar de una tacada. Sin embargo, el camino es un continuo sube y baja, con una sucesión de todo tipo de caminos: trochas, senderos, pistas de tierra (es fácil encontrar tramos embarrados), caminos pedregosos o de piedra suelta, y pistas de asfalto. Por lo tanto, es necesario un mínimo de preparación física para afrontar el reto con garantías. Afortunadamente, la distribución de los albergues a lo largo del recorrido permite, para aquéllos algo más lentos o menos preparados, realizar todo el camino sin tener que realizar ninguna etapa excesivamente larga. En invierno debe ser francamente complicado realizar este camino, entre otros motivos porque una buena parte del recorrido se sitúa por encima de los ochocientos metros de altitud. 
Otras de las características más destacadas del Camino Primitivo, relacionada sin duda con la anterior, es la belleza del entorno y del paisaje. El camino cruza decenas de bosques, ríos, arroyos, prados de pastoreo (con ganado bovino), valles, colinas, montañas, aldeas... y los paisajes, sobre todo en el tramo asturiano, son fabulosos. También vemos numerosos caballos, algunos salvajes. Además, la mayor parte del camino transcurre en plena naturaleza y, afortunadamente, casi no hay contacto con carreteras de tráfico intenso. 
Por desgracia, en los últimos años la construcción de la autovía Oviedo - La Espina, la A-63, ha afectado grave e irreversiblemente varios tramos, algunos de los cuales eran bellísimos, de las tres primeras etapas. Además, la construcción es lentísima..."


Mirando a la derecha, al despeñadero, casi parece que no existe, de la cantidad de árboles que crecen en él


Si bien sumamente bello, un tránsito prolongado por un gran bosque, aunque sea autóctono, acaso podría llevar a cierta monotonía en un entorno inmediato en el que poco más vemos que lo que tenemos enfrente, pero sabemos que este trayecto es un verdadero regalo de percepciones antes de alcanzar la llanura de La Veiga Villazón en Llamas, con toda su belleza pero también con su castigado paisaje con la A-63


Nos deleitamos además con los detalles que nos proporciona la inmediatez, fijándonos en que algunos troncos parecen surgir en haces, como estos


Y, por supuesto, aunque veamos pocas flechas amarillas, el Camino sigue sin dar ocasión a duda o riesgo, está bien definido y no hay cruce alguno que nos haga dudar. Y así será hasta llegar a la cantera de Llamas


Salirse de él es además prácticamente imposible en estas barreras vegetales naturales que lo flanquean...


Puede ser un poco más ancho, o un poco más estrecho, pero se pasa sobradamente bien, inmersos en el boscaje


Surco de piedras en medio de la senda y a lo largo de ella...


Tronco talado en partes de uno de los árboles que, ocasionalmente, cae sobre sobre el Camino con los temporales invernales


Nuestras percepciones actuales del paisaje, del camino y del entorno, no son exactamente las de los peregrinos antiguos. En la Xacopedia leemos también que "Las penalidades que a los caminantes históricos les ocasionaba la naturaleza sin aditivos, que obligaba a grandes esfuerzos de supervivencia, no estimulaba precisamente los sentidos para una percepción positiva del medio físico. Para el peregrino medieval y de los siglos posteriores el entorno era, como casi todo, un concepto utilitario: resultaba bueno en función de si ayudaba o no en el viaje". Es decir, para los peregrinos de antaño un camino era hermoso si era fácil de caminar y disponía de buenos centros de acogida. Este y otros detalles similares eran más importantes que otras consideraciones


La valoración del medio físico ha pues variado considerablemente de entonces a ahora, pero no ya solamente en el medievo, sino en épocas más recientes históricamente, hasta los albores del siglo XIX incluso, tanto para el peregrino como para el viajero en general:
"Si en la actualidad se valora de forma positiva la naturaleza incluso en condiciones extremas durante la ruta y se acepta el padecimiento momentáneo como parte de la experiencia del Camino -siempre habrá la oportunidad de una ducha y un reparador descanso al final del día-, el peregrino histórico tenía una visión de esta cuestión completamente distinta. Incluso caminantes tan animosos y dispuestos a disfrutar del viaje y de cualquiera de sus oportunidades como el italiano Nicola Albani (s. XVIII) observan y valoran el entorno natural en función sobre todo de sus dificultades: “Tuve que hacer una subida de cuatro millas por una montaña tan horrible que incluso las caballerías se habrían cansado.” 

De vez en cuando el ramaje deja ver un poco más allá del bosque, como aquí, donde vemos de nuevo Folgueirinas


Y, aquí abajo, La Veiga los Pereos, en el valle y al lado de la carretera


Dice la Xacopedia que la valoración de la naturaleza y el paisaje de los caminantes de antaño puede encontrarse fácilmente que las mejores valoraciones se reservaban "para los espacios urbanos, los grandes edificios y, en alguna ocasión, el mar. En el medio urbano el peregrino tenía la posibilidad real de recibir ayuda, alimentos y calor humano. Y estos eran valores supremos en ruta. También aparecen algunas consideraciones positivas cuando la naturaleza se combina con el tiempo agradable para caminar. Poco más."


Realmente, el Camino de Santiago, o los diferentes caminos de tal denominación, no buscan necesariamente el paso por sitios 'bonitos' en la consideración actual del término, sino que sigue el itinerario, más o menos histórico o más o menos conservado de los mismos o, en el caso en que este se haya vuelto impracticable, peligroso (carreteras), sumamente degradado o directamente haya desaparecido, se buscarán alternativas más o menos próximas a su trazado original


¿Cuándo cambió nuestra actitud ante la naturaleza?, es una pregunta debatible pero acaso arrancaría con la Ilustración y continuaría con los cambios socioeconómicos decimonónicos, incluyendo los avances médico-sanitarios y las conquistas sociales, por supuesto, la impronta de movimientos culturales como el romanticismo. Si bien existirían siempre precedentes anteriores, acaso sea a partir de entonces cuando este y otros valores, como el conocimiento de la historia, no solo sagrada, del arte, de las ideas, culturas y tradiciones, la condición física, el tiempo libre, etc., alcanzan cotas de aceptación que han permanecido con nosotros desde entonces hasta el momento de parecernos imposible que no siempre haya sido así:
"Por lo tanto, situar a la naturaleza como motivo de referencia para realizar el Camino de Santiago no deja de ser una forma apriorística de minusvalorarlo. En todo caso, muy pocas veces resultará una realidad que acabe determinando la experiencia final. En este sentido, se puede afirmar que estamos ante una de las leyendas contemporáneas -exitosa, sin duda- que han animado inicialmente a muchos peregrinos a comenzar la ruta hacia Compostela"

Por ello, también en nuestros días, si bien el disfrute de la naturaleza es un elemento sumamente importante para quienes emprenden el Camino, este forma parte de una serie de varios más entre los que se hayan las experiencias vitales y su espiritualidad:
"Sí está demostrado que el entorno natural ayuda al caminante actual a crear el microcosmos que lo acompañará durante su largo viaje. Se establece una relación de proximidad con el mundo físico que no se siente y vive en la vida diaria y que aporta nuevas sensaciones. Pese a esto, el contacto con la naturaleza es un elemento más de los que, interrelacionados, dan forma a la vivencia del Camino. No es en ningún caso el elemento definitorio: el peregrino como tal, de surgir, va surgiendo gracias a la experiencia poliédrica de la Ruta, y en ello tan determinante puede ser un excepcional entorno natural como una experiencia de comunicación con otro peregrino, un sentimiento espiritual que se aviva en un momento determinado, enfrentarse a las dificultades para hacer noche o un sencillo bocadillo al final de la etapa del día".

Cuando se publicó la Xacopedia, salvo quizás en el último tramo del ahora llamado Camino Francés, aún no se había producido el gran auge que acontecería sobre todo a raíz de post-pandemia del Covid y del doble Año Santo Jacobeo 2021-2022 con la eclosión rotunda de peregrinos, alojamientos, empresas organizadoras, transporte de mochilas y viajeros etc.etc.etc. que será otro fenómeno digno de estudio y consideración, pues ha supuesto otra transformación en cuanto a razones y actitudes ante el Camino


Continuamos pues en este magno esplendor verde del bosque encantado y este su encantador camino...


La bajada es más o menos escalonada en ciertos trechos, con unos metros relativamente llanos para seguidamente volver a bajar


Si bien suele temerse más a las subidas que las bajadas estas constituyen unos buenos ejercicios de piernas, máxime a los peregrinos que ya habrán cubierto unos cuantos kilómetros para llegar aquí en algunas jornadas camineras, muchos desde la Sancta Ovetensis, comienzo del Camino Primitivo, pero otros incluso desde más atrás


Con la eclosión de las peregrinaciones de la segunda década del siglo XXI, incrementadas notablemente empezando la tercera, han abierto en el concejo de Salas varios albergues privados. Aún empezando dicho siglo solamente estaban los públicos de Cornellana (monasterio) y Salas (por entonces en la antigua cárcel). En 2007 la inauguración del albergue de acogida de Bodenaya, de difíciles comienzos, marcó un antes y un después y se convirtió en todo un símbolo del Camino Primitivo en unos tiempos, ¡parece mentira!, en los que aún existían bastantes reservas sobre su éxito y rentabilidad


Por ello, el peregrino podrá escoger según sus gustos y preferencias el lugar para pernoctar sin ceñirse necesariamente a las etapas 'clásicas' que aparecen en las guías... al menos teóricamente, pues otra cosa es que, no ya solo en temporada alta sino a veces ya en primavera, gran parte de las plazas se hallen reservadas


Volvemos a insistir en la belleza de este recorrido. Antes de llegar a Salas tendremos algunos tramos de arbolado autóctono más por los que caminaremos embelesados por su fantástica foresta, pero tal vez sea este el bosque más grande en nuestro camino


Muria de piedras de contención de la ladera contra los argayos, evitando que corten el Camino


En todo el trayecto el paso continuo de peregrinos evita que las hierbas crezcan en la franja de tierra y piedra del Camino, además de los pertinentes y periódicos desbroces


Volviendo a la Guía Gronze, en ella el gran escritor, historiador y pionero en la recuperación de las rutas xacobeas Antón Pombo, escribe así del Camino Primitivo en su Comparativa de los (7) principales caminos de Santiago:
"Para mí la mejor ruta es el  Camino Primitivo. Ideal para los que busquen, sobre todo, la naturaleza del interior, pues discurre en gran medida por montañas y valles, una sucesión de siete puertos entre Oviedo y Lugo, con bosques, praderas, ganado pastando en ellas, ríos, y en invierno con nieve. 
Es la ruta más antigua, que salvo por Oviedo, en la partida, y Lugo, no pasa por grandes núcleos de población, sino por localidades medianas y, sobre todo, muchas áreas rurales escasamente habitadas. Declarada Patrimonio Mundial, nos permite disfrutar de lo humilde más que de grandes monumentos, aunque también cruza lugares con encanto como Cornellana y su monasterio, Salas, Tineo, el tramo de la Ruta de los Hospitales como alternativa a Pola de Allande, el mítico Puerto del Palo, Grandas de Salime con su sorprendente Museo Etnográfico, etc. 
Podemos calificarlo como el camino de la tranquilidad, del esfuerzo, de los pequeños albergues, de cierta lentitud por la propia exigencia del terreno, y por ello más recomendable para peregrinos veteranos, o para senderistas algo bregados en este tipo de rutas. Desde Oviedo nos ocupará de 10 a 14 días".

Observemos en lo enormes que son aquí algunos helechos. Una espesa capa de musgo cubre otro viejo muro de piedra a la izquierda


Andamos por otro trecho bastante llano y recto; aunque apenas vemos unos metros más allá de donde estamos intuimos que paso a paso vamos acercándonos al final del descenso y a la salida del bosque


La pared y el musgo, que crece como enormes greñas verdes, muy espesas y esponjosas, otro verdadero almacén de humedad


Extraordinario recorrido por este bosque de encantamientos y cuentos de xanas, alegoría de la exuberancia del verdor


Encandilados por los juegos de luces y sombras de la espesura, el Camino parece ensancharse ligeramente...


El sendero hace un poco de curva en una riega siguiendo la forma del terreno en este rincón


En verano, un charquito es todo lo que se aprecia del reguero que por aquí baja entre los helechos y pasa sobre el Camino


Más troncos caídos y cortados; avanzamos por otro tramo muy recto y llano en este idílico paraje


A veces, la vegetación crecida tapa las señales de la senda, incluso los mojones, total o parcialmente


Aquí tenemos uno de esos hitos; en este tramo por el bosque muchos han perdido la concha o se les está borrando, como este. Siempre lo hemos recordado en este lugar y pensamos pueda ser otro de los supervivientes de la señalización colocada en 1993 ¡ya llovió si es así!


El filólogo y etnógrafo Jesús Suárez López encontró un cuento tradicional en este concejo de Salas que tiene como trasfondo una peregrinación, no ha Santiago sino a Jerusalén, "un viejísimo tema folklórico que hunde sus raíces en la Edad Media y que se ha transmitido oralmente, de generación en generación, hasta nuestros días". Tiene equivalencias en otras historias similares existentes en Europa y fue publicado en la revista Salas en el Camino nº1


Sus protagonistas son Xuan y Marica, dos nombres que aluden a personajes masculino y femenino en muchos cuentos asturianos y que, en este caso, son marido y mujer en un matrimonio en la que ella, con ardides, hace que su marido peregrine a Roma; dice así:
"Una vez eran Xuan y Marica. Y tenían una perra que le llamaban "Quiliquisquina". Y claro, el cura era algo amigo de la señora, y siempre que veía el cura, siembre taba Xuan en casa. Y ya tenían gana de que un día marchara pa quedar ellos dos solos, pero nun sabían como echar fuera al paisano.

Y entonces diz el cura:
-Mándaslo a confesar, que ya verás.
Y va ella y mandóulo a confesar. Y cuando taban confesando preguntó-y el cura que cómo llamaba a la perra. Y dijo él que "Quiliquisina". Y diz el cura:
-¡Huy, eso ye mucho pecáu! Yo nun te puedo perdonar. Tienes que ir a Roma a ver al Papa, a ver si te lo perdona.
Ya diz él:
-Yo nun puedo ir a Roma. ¿Cómo voy a ir a Roma, si nun tengo dinero, nin roupa nin nada?
Diz él:
-Bueno, dinero doite yo algo. Y préstote unos pantalones pa que vayas bien a gusto.
 Y va Xuan camín de Roma, y pol camín encontró un arriero d'esos que venían de Castilla, a caminar cosecha de vino y harina y unas cosas y otras.
-¿Dónde vas, Xuan?
Diz él:
-Bueno, pasóume esto.
Diz él:
-¡Ay hom!, Da la vuelta, que eso ye mentira, ¡ye pal cura tar con ella!

-¡No, d'eso nada!

-Pues ye mentira. ¿Quiés apostar?
Ya con eso, apostaron, diéronse por apostaos: uno apostó el caballo que llevaba ya l'outro la burra baya, una burra que tenía baya.

Ya diz el arriero:
-Mira, llévote yo escondío en este costas ya vamos p'allá los dos. Y yo voy pedir posada allí como otras veces. Y entonces, ya verás cómo pescamos al cura allí con Marica.
Y bueno, allá dieron la vuelta. Y al llegar a casa, la señora nun quería da-y posada al arriero, porque tenía invitáu al cura pa cenar y..., bueno... ¡pa algo más sería! y ¡ca!, nun quería nin bien nin mal da-y posada. Y bueno, pues, por fin, allá después de mucho porfiar, dio-y posada.

Y bueno, entraron pa dentro. Y el arrieiro preguntó que si le dejaban poner un costal que traía allí, que taba mojao, a la vera'l fuego. Y entonces dijéronle:
-Si, hombre, ¿por qué non?
Y va él y posó el costal allí na cocina, a la vera'l fuego. Y ya taba el cura con Marica en casa. Claro, tenía preparáu un banquete pa ella ya pal cura na más; pero bueno, como llegóu l'arriero, invitáronlo a cenar tamién. Y pusiéronse a cenar, tomaron vino, y cenaro de lo mejor. Y desde que cenaron dicen:
-¡Bueno, ahora hay que echar un cantar!

-Empiece usté, señor cura.
Diz él:
-No, no, que empiece el arriero.

-¡No, no, yo no empiezo!, que empiece María.
Bueno, allá empezó ella. Dice:
-Mi marido fue a Roma, 
¡Dios quiera que nunca volva!
Diz el cura:
-¡A costa del miou doblón
fuei tocando el pantalón
Ya dijo el arriero:
-Tú que estás n'ese costal,
¿qué me dices a este cantar?
Diz el marido:
-Tú que ganaste la mi burra baya,
¡tenme pol cura que nun se me vaya!"


No deja de ser una curiosa historia de personajes de los caminos peregrinos, arrieros, posaderos y párrocos, todo ellos interactuando en un cuento que circula, con sus obligadas variante, por toda la geografía europea


Y es que peregrinos y arrieros coincidían en estos viejos caminos que cayeron en desuso, salvo como vías pecuarias, hasta la apertura de las primeras carreteras entre los siglos XVIII y, sobre todo, el XIX. Naturalmente había una diferencia de destinos, lo arrieros buscaban ventas, posadas y se dirigían a poblaciones, ferias y mercados. Los romeros iban a santuarios y a pernoctar preferiblemente en las fundaciones hospitalarias a ellos dedicadas, pero se sabe coincidían y mucho, a veces formando grupos, haciéndose número y compañía frente a adversidades como asaltantes y bandoleros, que gustaban de emboscarse en parajes solitarios y boscosos, entonces aún mucho más abundantes que ahora


Por eso también, lo que hoy es para nosotros un agradable paseo por el bosque podía ser motivo de temor y de inquietud en siglos pasados. En la Edad Media a veces era la propia nobleza local la que acudía con sus guerreros a cobrarse por la fuerza sus tributos de paso por los caminos 'reales' que, a pesar de ser del 'reino' (públicos o del Estado, diríamos ahora), estaban a expensas de lo que decidieran los señores feudales cuando la Corona, como era frecuente, no tenía el poder suficiente, o no quería, inmiscuirse, para ganarse la cambiante fidelidad de dicha nobleza


Posteriormente, la presencia de pícaros, bandidos y ladrones, a veces incluso camuflados entre los mismos peregrinos (gallufos) y otros viajeros, está atestiguada, aunque solamente una pequeña parte ha pasado a los documentos, principalmente cuando se producen los delitos más graves, tal que este que nos narra así la Xacopedia en la entrada que le dedica a Salas:
"En el año 1586 tuvo lugar uno de los múltiples episodios de delincuencia que salpican la historia del Camino; en este caso el protagonista es un peregrino genovés llamado Bartholomeus Cassanu, que entró en una capilla cerrada de la iglesia mayor donde robó unos candeleros de plata. Al salir del templo fue descubierto con los objetos en la mano. Viéndose acusado, reconoció haber hurtado en esta iglesia y previamente en la de Zarautz, País Vasco. Por cometer un robo sacrílego fue juzgado, ahorcado y descuartizado para exponer los trozos de su cuerpo en los caminos".

La relevancia de este suceso y personaje hace que la misma Xacopedia le dedique una entrada a Bartholomeus Cassanu, en la que nos da algún dato más:
"Peregrino-gallofo. Peregrinó en 1586, desde Italia, Génova. Supuestamente, este caminante habría cometido uno de los múltiples delitos que salpicaban el Camino de Santiago desde la baja Edad Media. A Bartholomeus Cassanu se le acusó de robar en las localidades de Zarautz y Salas, en el Camino del Norte. Según la tradición, utilizó el hierro del bordón para descerrajar, en la noche del 11 de abril de 1586, la puerta de la iglesia parroquial de Zarautz y robar diversos objetos y ornamentos sagrados. Tras sustraerlos, los escondió debajo del tejado en una casa abandonada, prosiguiendo después su camino hacia Santiago, sin que nadie hubiese sospechado de él. Al llegar a la villa de Salas, en el Principado de Asturias, intentó repetir la práctica: entró en una capilla cerrada de la iglesia Mayor y robó los candeleros de plata. En esta última ocasión fue capturado, condenado a la horca, al descuartizamiento y finalmente a que sus restos estuvieran expuestos en los caminos, sentencia que se cumplió en septiembre de ese mismo año".

Es decir, el robo de objetos sagrados se consideraba de tal magnitud que ni siquiera sus autores tenían cristiana sepultura ni siquiera inhumación, sino que quedaban expuestos al aire sus restos fuera del más elemental ritual religioso. Tal vez este mismo camino fue hollado por sus pasos camino de Salas, donde sería capturado


Otro viejo mojón nos marca el paso e indica que vamos por buen camino. Su presencia, como la de alguna flecha amarilla, cada cierto tramo, aunque no haya cruces, bifurcaciones ni desvíos, nos tranquiliza pues confirma que vamos bien y no nos hemos dejado ningún desvío atrás


La presencia de gallofos o galloferos en los caminos llegó a ser tal que abundaron leyes y disposiciones para erradicarlos y hasta se les dedicaron literatura y cantares. Sigamos consultando lo que dice la Xacopedia al respecto:
"Según el Diccionario de la lengua española, el gallofero es un holgazán y vagabundo que anda pidiendo limosna, y la gallofa, una comida que se daba a los pobres que venían a Santiago de Compostela. Muchos vagos se hacían pasar por peregrinos para recibir sin trabajar el plato de sopa con pan que la hospitalidad francesa les ofrecía a los que viajaban a Compostela a través del Camino de peregrinación. Por ello el adjetivo ‘gallofero’ adquirió un sentido tan peyorativo y extendió su significado a todos los trucos que se empleaban para conseguir dinero, cama o comida bajo el pretexto de estar realizando la peregrinación a Santiago de Compostela.  
Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española, de 1611, dice que gallofo es “el pobretón que, sin tener enfermedad, se anda holgazán y ocioso, acudiendo a las porterías de los conventos, adonde ordinariamente se hace caridad y en especial a los peregrinos. La comida que les daban era la gallofa, y de ahí gallofo o gallofero. Como la mayor parte son franceses, que pasan a Santiago de Galicia, y por otro nombre se llaman gallos o galos, les llamaron gallofos. Pero este sobrenombre tan expresivo, gallos, por galos, de latín gallus, es decir, hijos de la gallina, viles y cobardes, también se aplicaba a los gallegos, descomponiendo el nombre en la raíz gall- que se refería al ave doméstica, y un sufijo diminutivo -ego, de carácter despectivo”. 
Pablo Arribas Briones en su libro Pícaros y picaresca en el Camino de Santiago, de 1993, y María Inés Chamorro en Tesoro de villanos. Diccionario de germanía. Lengua de Jacaranda a rutos, galloferos, violtrotonas, zurrapas, carcaveras, murcios, floraineros y otras gentes de la carda, en 2002, se ocuparon del tema. 
El Códice Calixtino afirma que por “el morral, que los italianos llaman escarcela, los provenzales espuerta, los galos isquirpa, se designa la esplendidez en las limosnas y la mortificación de la carne. El morral es un saquito estrecho, hecho de la piel de una bestia muerta, siempre abierto por la boca, no atado con ligaduras. El hecho de que el morral sea un saquito estrecho significa que el peregrino, confiado en el Señor, debe llevar consigo una pequeña y módica despensa. El que sea de cuero de una bestia muerta significa que el peregrino debe mortificar su carne por los vicios y concupiscencias, con hambre y sed, con muchos ayunos, con frío y desnudez, con penalidades y trabajos. El hecho de que no tenga ataduras, sino que esté abierto siempre por la boca, significa que el peregrino debe antes repartir sus propiedades con los pobres y por ello debe estar preparado para recibir y para dar”. En esto se resume el espíritu hospitalario que caracteriza la peregrinación y que se representa tan bien gráficamente con la figura de San Martín rasgando su capa de soldado para compartirla con un pobre y, por supuesto, el sentido original de la gallofa. 
En este sermón (el Veneranda diesrecogido en el capítulo XVII del libro II del Códice Calixtino, se afirma también que “así como la multitud de creyentes tenía en otro tiempo un solo corazón y una sola alma, así entre todos los peregrinos deben tener todo en común, un solo corazón y una sola alma. Pues es una gran vergüenza y una gran afrenta el hecho de que mientras un peregrino desfallece otro esté ebrio. Los bienes disfrutados en común lucen más”. Por último, en el capítulo XI del libro V del Calixtino, se habla asimismo de los castigos divinos que recibieron algunas personas que se negaron a prestar ayuda a los peregrinos a Santiago y se dice que “tanto pobres como ricos, han de ser justamente recibidos y dignamente atendidos”. 
 Todas estas recomendaciones del Códice Calixtino hicieron que a lo largo de los caminos de Santiago se creara una red hospitalaria apoyada por la monarquía, los gobiernos, las órdenes religiosas, las parroquias y otras muchas personas que se preocuparon por proporcionarles seguridad en los caminos, hospedaje, comida, bebida y atención médica y espiritual cuando fue preciso. 
Sin embargo, al abrigo de estas instituciones caritativas que atendían a los peregrinos, se acercaron también otros vagos, vagabundos o maleantes que pretendían vivir sin trabajar haciéndose pasar por falsos peregrinos a Compostela. 
En el tratado tercero del Lazarillo de Tormes, el propio Lázaro, antes de asentarse con el escudero, se queja de que en Toledo muchos le decían: “Tú, bellaco y gallofero eres”. 
El Arcipreste de Hita describe, en el siglo XIV, en El Libro de Buen Amor, a través de la cuaderna vía, cómo esconden los peregrinos “las gallofas é bodigos que les dan como limosna”:

El Viernes de indulgençia vestió una esclavina
grant sombrero rredondo, mucha concha maryna,
bordón lleno de ymágenes, en él la palma fyna,
esportilla e cuentas para reçar ayna;
los çapatos, rredondos é bien sobresolados;
echó un grand’ dobler sobre los sus costados,
gallofas é bodigos lyeva y condesados:
destas cosas romeros andan aparejados.
 
En la Historia de Enrique, fi de Oliva, novela de caballerías citada por Cervantes en el capítulo XVI de la primera parte del Quijote, uno de sus personajes, el conde Jufre, dice: “Si vos aún soia harto de andar en hadas malas, y por negarvos queréis que suframos más mal de lo sofrido, que ya só viejo y cansado, de más quando agora allegamos aquí despojados y con mi falda llena de gallofas que yo u este cavallero mendigamos por toda la ciudad.” 
Francisco de Quevedo también trató el tema de los falsos peregrinos que llevaban niños de alquiler para dar más pena y obtener mayores ganancias en la siguiente coplilla:

Romero el estudiante,
con sotanilla corta,
y con el Quidam Pauper,
los bodegones ronda.
Con niños alquilados,
que de continuo lloran,
a poder de pellizcos,
por lastimar las bolsas.
La taimada gallega,
más bellaca que tonta,
entró de casa en casa,
bribando la gallofa.

 

Preocupado por los abusos y engaños de los galloferos, el Ayuntamiento de Santiago llegó a sacar una ordenanza en 1532 por la que prohibía que permaneciesen en Compostela más de tres días las “moças e moços vagabundos que, so color de romeros e peregrinos, andan hurtando e robando e belitreando e bellaqueando”. 
Felipe II, en una pragmática del día 13 de junio de 1590, llega a prohibir vestirse de peregrino en el reino, “por quanto por experiencia se ha visto y entendido que muchos hombres, assi naturales destos Reynos como de fuera dellos, andan vagando sin querer trabajar ni ocuparse de manera que puedan remediar su necesidad”. 
La picaresca estuvo siempre presente en los caminos de peregrinación y así se refleja en la literatura odepóricaNicola Albani, entre 1743 y 1745, en su Viaje de Nápoles a Santiago de Galicia, cuenta algunos de los trucos que empleó para aprovecharse de su condición de peregrino y afirma, por ejemplo, que “no se impide a ningún viajero de ninguna parte la entrada en Portugal, es más, si es un peregrino o un viandante mendigo, el que entra en dicho reino, es costumbre que las autoridades del lugar le dan una carta da chia, llamada con este nombre, que es como un pasaporte con el que puede moverse por todo el reino sin que se lo impida ninguna persona, y le sirve también esta carta para obtener limosna en los lugares por los que pasa […]”. 
Aparte de este tipo de limosnas, Albani consiguió unas cartas de afiliación a San Francisco y a Santo Domingo, falsificadas por un caminante italiano, y “con dichas patentes recogí en el espacio de tres meses que anduve por el reino cequíes limpiamente puestos en mi bolsillo, porque en todo el reino de Portugal, como en el de España, no hay pueblo que no tenga una congregación de San Francisco y aunque no haya convento sí hay hermandad de frailes y de monjas”. Albani cuenta también que, en Pontevedra, dirigiéndose al hospital de los Eclesiásticos, fue admitido “en la estancia de los sacerdotes, con buen lecho y cena, según se hace en dicho hospital, si bien fue una astucia mía el pasar por eclesiástico, ya que no era tal, con la única finalidad de ser mejor tratado, según me enseñó otro viandante, porque la otra vez que pasé por aquí me tocó dormir sobre un entarimado sin vela siquiera. Por ello, si no hubiera estado ducho, me habría tenido que acomodar sobre dicho entarimado como en el viaje pasado”.


Sobre nuestras cabezas, las hojas de los castaños nos ofrecen una bella cubierta natural. Estos bosques espesos que en verano nos amparan del sol también forman  un cierto paraguas contra la lluvia. No olvidemos que las circunstancias meteorológicas hacían, como cualquier otra inconveniencia o peligro, desde la presencia de pícaros y asaltantes a la falta de instituciones caritativas y hospitalarias, hacían que los peregrinos cambiasen de rumbo:
"El mayor peligro que suponían los galloferos para los que realizaban su viaje piadoso por los caminos de Santiago era que las gentes y las instituciones caritativas y hospitalarias, por miedo a ser engañadas, dejasen de atender y servir a los verdaderos peregrinos."

Aquí otro paredón cubierto de musgos y plantas cierra el Camino por la izquierda cuando este hace un poco de curva


Aquí siempre suele haber algo de barro. Las malas condiciones climáticas se agravaban al ir acercándose a las montañas, esto y su soledad y dureza hacia que no pocos peregrinos se desplazasen hacia la costa, más benigna, sobre todo a partir de Salas, donde los caminos costaneros hacia Valdés ya habrían dejado atrás las duras Ballotas, donde las serranías llegan hasta el mismo mar, gran quebranto por entonces para los peregrinos del ahora llamado Camino Norte o de la Costa


Pero la costa, pese a tener condiciones climáticas más suaves, no era tampoco una panacea. Uno de sus mayores inconvenientes eran las rías, grandes, profundas y sin puentes por entonces, lo que obligaba a embarcarse en endebles chalupas, chalanas, barcas o balsas de enorme peligro pues, en gran parte no reunían condiciones y viajaban atestadas, no pocas veces no solo con personas sino con caballerías, ganado y voluminosos equipajes y mercancías, a expensas de las fortísimas corrientes. Habiendo de contarse pagar el gravoso pasaje a conveniencia de los barqueros, acaso el oficio más temido por los peregrinos en los caminos... o eso dice también la Xacopedia:
"Oficio citado en el Codex Calixtinus (s. XII) entre los vinculados al servicio de los peregrinos en el camino hacia Santiago. Es uno de los presentados con connotaciones negativas por la forma desaprensiva -afirma el Calixtinus en su libro V- con la que algunos barqueros trataban a los caminantes. Cita a los que efectúan el trasbordo en los ríos de San Juan de Sorde, en el actual departamento de Las Landas -suroeste de Francia- para los que augura la condena eterna, “pues aunque aquellos ríos son muy estrechos, sin embargo por cada hombre, tanto pobre como rico, que transportan hasta la otra orilla, suelen cobrar un dinero, y por las caballerías cuatro, que exigen incluso por la fuerza, abusivamente”. La prevención hacia estos personajes llega al extremo de señalar que “muchas veces meten tanta cantidad de peregrinos, tras cobrarles el precio, que vuelca la nave, y se ahogan los peregrinos en el río. Por lo que malignamente se alegran los barqueros, apoderándose de los despojos de los muertos”. 
Sin tanta contundencia, son también objeto de las críticas de Aymeric Picaud, posible autor del libro V, los barqueros franco-navarros de las inmediaciones de los puertos de Cize. “No deben cobrar legalmente por el pasaje -afirma el texto- más que un óbolo por dos personas si son ricas y uno sólo por el caballo, y nada si son pobres. Y están obligados a tener barcas grandes en las que puedan caber ampliamente caballerías y personas”. 
En el siglo XII había otros barqueros en otros tramos del Camino; las críticas se centran en los señalados, pese a que hubo problemas de paso en otros puntos de la Ruta. Como señala Arriba Briones, “salvar el curso de un río siempre fue una pequeña o grande aventura para los peregrinos, y una óptima ocasión para sus esquilmadores”. 
Existe, sin embargo, en el propio Codex la figura del buen barquero: el ejemplo paradigmático es el marinero Frisono, salvado por el Apóstol tras caer en el mar intentando defender de un ataque su nave cargada de peregrinos. 
La progresiva construcción de puentes, en la misma Edad Media, hizo que fuese desapareciendo poco a poco esta otra figura de la intrahistoria del Camino, aunque no los problemas con los cobradores de impuestos en estos puntos estratégicos, por vitales, de la Ruta. 
Actualmente se puede cruzar en pequeños transbordadores en algún punto de las rutas jacobeas donde los embalses construidos durante el siglo XX interrumpieron los viejos caminos. Pero estos nuevos barqueros resultaría inútil relacionarlos con los casi legendarios barqueros medievales del Camino." 

Esto hacía que los peregrinos de antaño fuesen vadeando los ríos desde su desembocadura al interior, llegando en ocasiones bastante tierra adentro, máxime aquí que no estamos demasiado alejados de la costa (puede llegarse en una jornada andando) y, si bien habría también alguna barquería, como la que existió en Cornellana cuando en 1511 el Narcea cambió su curso y dejó La Ponte Vieya en seco, estas serían mucho más escasas, pues había más puentes


De ahí que en los relatos conservados de peregrinos que dejaron plasmadas por escrito sus impresiones del Camino, se destaca que estos no seguían los caminos tal y como entendemos hoy al diferenciarlos unos de otros según el nombre, sino que iban escogiendo según lo que se iban encontrando. Es más, es que ni por el nombre se diferenciaban: camín real por ejemplo, eran los caminos del reino en general, como camín francés todos los que venían de allende los Pirineos y por los que transitaban viajeros francos o franceses, término que por entonces podía referirse a centroeuropeos en general. Únicamente en algunos documentos se especificaba con el "camino francés que viene de Bayona", "camino real de Galicia", pudiendo ser una denominación que, mismamente, agrupaba varios ramales, como estos mismos, entre la costa y el interior


La arboleda va dejando de ser tan frondosa y, entre los árboles empezamos a ver a nuestra derecha Las Veigas, la vega del Nonaya, cuyo curso delatan los árboles de su orilla, un poco más allá de este prado 



Al otro lado del bosque ribereño se encuentran La Venta Ramón con su capilla de San Ramón, en la carretera, por lo que aquí estaríamos saliendo de la menguada jurisdicción, respecto a la medieval, del coto del monasterio de San Salvador de Cornellana. Poco más arriba sí reconocemos algunas casas de Villacarisme, ya de Villazón como hemos dicho, donde empezaría el concejo de Salas antes de que este se anexionase el coto monacal en 1827 al suprimirse el régimen de señoríos. En lo alto es el monte Palmayor (327 m) 


Avellanos o ablanos, que dan origen a tantos topónimos, como Ablaneda, pocos kilómetros al sur de la villa de Salas y no demasiado lejos por tanto del Camino de Santiago, paraje también de leyenda, esta acaso más inquietante y diabólica, la del Pozu Fullaricos, de la que nos cuentan también en Aquerasturias:
"En las cercanías de Ablaneda, allá por el alto de Pedrafita, dicen los que saben que se encuentran el famoso pozo Fullaricos (o Ful.lericos), bajo cuyas aguas se esconden los restos de un antiguo palacio. 
Nadie sabe, eso si, a quién pertenecía el susodicho, pues no hay cristiano vivo que lo haya podido contemplar, pues hasta los más viejos del lugar lo han conocido siempre como lo que es. 
Pero donde no llega el saber alcanza la imaginación y la leyenda. El rey pertenecía a un noble viudo, que si era de horca y cuchillo, no se sabía, porque no parece que fuera malquerido por los suyos. Como no podía ser de otra manera el ilustre viudo tenía una hija, quien por supuesto, era la más bella del lugar y cortejada por un buen número de gentilhombres. Como no decidía con quien casarse y no debía de haber ningún monstruo matadero por los alrededores, el noble viudo decidió que entregaría la mano de su hija al primero que fuera capaz de traer agua desde el Pozo Verde, que estaba en La Espina, a unas buenas dos leguas de subidas, bajadas, riachuelos, bosques impenetrables y demás dificultades para hacer la cosa interesante y asegurarse que el ganador estuviera realmente comprometido con el asunto. 
La dificultad de la tarea asusto a más de uno y tan solo tres pretendientes se presentaron. Dos de ellos unos galanes como Dios manda, guapos apuestos a más no poder, el otro feo contrahecho y encima vago, porque mientras los dos apuestos caballeros se ponían manos a la obra y comenzaban a escavar sendas acequias ( no os penséis que bastaba con lleva agua en un pellejo no, si vas a entregar a tu hija a un desconocido por lo menos que te haga una buena canalización), el feo, decía, se pasaba el día tirado a la bartola y sin mover un dedo. Y no fue hasta que la cosa estaba casi terminada y a punto de decidirse, que le dio al feo por ponerse a trabajar. Y hete aquí que lo que los dos hermosos jóvenes llevaban semanas haciendo, el contrahecho lo hace en una sola noche y sin despeinarse, El agua bajaba desde el puerto de La Espina, hasta el palacio en Ablaneda.  
Ya iba el horrendo a reclamar su premio, pues había cumplido parte de su cometido, cuando la doncella gritó: "¡Antes se hunda este palacio que casarme yo contigo!" Y como el pretendiente feo no era otro que el diablo, pues dicho y hecho, se hundió el palacio y el casamiento no tuvo lugar. 
Y hay quién dice que de vez en cuando se aparece en el pozo, entre vigas y maderas que emergen, la doncella, transformada ahora en xana que promete riquezas sin cuento a quién la desencante. 
Otra versión de la leyenda dice que el diablo ya se había aparecido con anterioridad a la doncella prometiendo hacerla más bella que otra joven que vivía en Belmonte, a cambio la doncella habría prometido su alma al diablo y éste habría participado en el asunto de la acequia para cobrársela. Pero desde mi punto de vista debe de ser un pegote de dos leyendas distintas, pues si el diablo ya le había dado más belleza a la joven a cambio de su alma, a santo de que le iba a sanear las tuberías. 
Lo que a mi entender es más interesante es el origen de la leyenda. El pozo Fullaricos fue en origen una balsa receptora excavada por los romanos para que las aguas que usaban con su peculiar método de extraer oro se embalsasen y los restos de maderos y vigas que los aldeanos decían ver no serían sino fragmentos propios de la minería de oro. Y digo que es más interesante porque de una forma muy peculiar la leyenda nos habla de esa misma actividad: los pretendientes tienen que traer agua desde lo alto de La Espina hasta Ablaneda, es decir tiene que hacer una canalización que iría a parar al pozo Fullaricos o, más bien, que le daría origen. En el fondo la leyenda nos habla del origen artificial del pozo, de las grandes obras realizadas por los romanos para extraer el oro de los astures y de la posible existencia de ese oro en el fondo del pozo, camuflado ahora como tesoros de la xana. Tal vez el hecho de que la doncella se transforme en xana nos hable de la pervivencia de cultos paganos durante años después de que los romanos se hubieran ido, pues la diosa de las aguas se muestra sobre los escombros del mundo romano. Pero todo esto no son sino teorías de mi propia cosecha."

En la leyenda aparecen de nuevo las xanas vinculadas al agua, tan presente en los canales de la minería del oro, y a enclaves arqueológicos. Otro vinculación al Camino Primitivo es que este parece basarse en antiquísimas sendas prehistóricas que, con la romanización, formaron parte de la famosa vía Lucus Asturum-Lucus Augusti, vital para el acceso, comercialización, control, administración, defensa y vigilancia de las numerosas explotaciones auríferas del occidente astur y el oriente gallego, una enorme veta aurífera del norte peninsular que, de la costa, llega a Portugal


Otro ente inquietante en este y otros caminos sería la güestia, la tétrica procesión de almas en pena que vagan reclamando a los vivos causas pendientes o anunciándoles la proximidad de la muerte. En la vecina Galicia es la Santa Compaña y en Aquerasturias se nos informa que en el ya cercano pueblo de Casazorrina, por el que pronto pasaremos "la conocen como Güestia Caliera, sabrá Dios porqué


Su procesión, que se asemejaba a las rondas de ánimas que, en torno al día de Todos los Santos, recorría también los caminos de pueblo en pueblo rogando limosnas por las almas de quienes padecían los rigores del purgatorio, consistía en ánimas vestidas con mortajas blancas que se alumbraban con huesos que parecían cirios encendidos y tocaban campanillas al son de letanías como...
Ánimas del Purgatorio
son las que están a tu puerta
si nos das una limosna
tendrás la gloria muy cierta

Ay, ay, que aquí me quemo
ay, ay, ay que aquí me abraso
ten piedad de nuestras almas
que están pasando tormentos

Por Dios pido cristiano
que nos saques de este fuego...

Caliera podría tener que ver con calea 'caleya', camino rural, lo que haría referencia a los caminos por los que transitaba. Pero también puede tener que ver con calieru o caleru, 'horno donde se quema la piedra para hacer cal', pero también con acepciones como 'montón de leña para atizar el fuego' y 'fuego del lar', lo que sería un simbolismo del fuego del purgatorio


El bosque se reduce ahora a dos filas de árboles, una a cada lado del Camino, que nos separan de los prados de Las Veigas, muy cerca ya del río Nonaya


Río que, como hemos dicho, discurre oculto por su vegetación ribereña unos pocos metros más al norte, la cual nos oculta también la cercana carretera, así como su cruce con el ramal que de ella va al pueblo de Llamas, también de esta parroquia salense de Villazón a la que acabamos de entrar y hacia el que nos encaminamos


La claridad intensa al final de la senda nos indica que salimos ya de este fantástico 'bosque encantado'  en el que nos hemos metido al salir de Sobrerriba/Suburriba


El contraste no puede ser mayor, salimos al arenal de la cantera de Sílices La Cuesta en La Cuestina, antesala del pueblo de Llamas, en plena labor extractiva


No se nos ocurra ir de frente, por donde iba el antiguo Camino, hemos de bordear estas primeras instalaciones de la cantera bordeándola, yendo inmediatamente a la izquierda


Estemos atentos al paso de excavadoras y demás maquinaria y procuremos no apartarnos de la senda marcada. Al fondo vemos una gran flecha pintada en la pared de esta nave del arenero


Son las señales del Camino de Santiago que nos indican ir por detrás de estas dependencias de la factoría


Un gran mural blanco con grandes letras rojas nos advierte PRECAUCIÓN OBRAS, y es que vamos a cruzar parte del vial que comunica la cantera y sus dependencias con el camino que enlaza Llamas con la N-634


Justo debajo hay pintado un mural más pequeño, en letras blancas con una concha y fondo azul que dicen CAMINO DE SANTIAGO y, al lado una flecha amarilla


Estamos en una pista de servicio, ancha, que sube entre altísimos pinos plantados como barrera visual y acústica de la cantera


Por aquí no es usual que pase ningún vehículo aunque ocasionalmente sí. Estemos muy pendientes de ello pues próximamente estaremos en los accesos a la cantera, con su correspondiente tráfico pesado


Intenso color naranja en las rugosas cortezas de los troncos del pinar. Hay también algunos eucaliptos, reparemos en sus hojas lanceoladas caídas en el suelo


Un poco más adelante, un viejo mojón queda a veces oculto entre hierbas, espineras y su umbría


A la derecha, una valla separa el Camino de esta parte de la fábrica, viendo sus diferentes tolvas, silos, naves cobertizos y máquinas


La pista sigue subiendo y ganando altura


Y vemos, al norte y a nuestra derecha, las montañas de arena de la cantera, a donde es llevada desde la explotación de La Cuestina para luego ser cargada y transportada en camiones para proceder a su comercialización


También vemos uno de los viaductos de la Autovía de La Espina, a la izquierda Villacarisme con Palmayor, a la derecha La Sierra Faxas o Folgueirinas y, a lo lejos el totémico Muxagre (662 m), el mon sacer o monte sagrado del santuario mariano de la Virgen del Llanu, en la frontera con Pravia y espolón meridional de La Sierra Sandamías


Seguimos subiendo: un poco más adelante nuevas referencias aparecerán delante de nosotros


La Cuestas con El Castiellu (281 m) hasta donde llegaba el coto de Cornellana en la Edad Media, antes de que los pleitos con la nobleza en la que delegaban su administración les fuese arrebatando porciones del mismo. Más al oeste es Fumarrosa (434 m) y, en la distancia, La Sierra Bodenaya con El Rebollín (816 m)


Los aerogeneradores de color blanco dominan las alturas de El Rebollín, en la aplanada cima de La Sierra Bodenaya, donde existen señales de la minería del oro de la zona Ablaneda-Godán así como una antiquísima necrópolis megalítica, la de La Yalga Maricona, de ayalga, 'tesoro escondido' y el aumentativo del nombre de Marica, tan empleado en los nombres femeninos en la mitología asturiana, como ya tuvimos ocasión de ver en la leyenda del 'marido-peregrino'


Acabamos la cuesta en este rellano de arena clara donde sí que pueden pasar camiones, excavadoras y demás vehículos de la cantera, como podemos comprobar mirando las grandes marcas de las rodadas en el suelo. ATENCIÓN: las señales puede que no se vean bien, hemos de ir a la izquierda


En esta bifurcación pues, iremos primeramente a la izquierda, por la pista que sigue en llano


Abajo a nuestra derecha y a la entrada del arenero unas barandillas delatan el puente sobre el río Nonaya, por donde pasa el camino asfaltado que comunica el pueblo de Llamas con la N-634


Entre los árboles, en El Farniegu, El Regueiru Llamas da sus aguas al Nonaya. Más allá son los campos llanos de Los Pradones


Apenas andados unos metros por la pista hemos de prestar ATENCIÓN por segunda vez: hay que tomar el camino de la derecha, el que baja entre los árboles


Si nos fijamos, veremos en esta bifurcación el mojón que nos señala bajar por este ramal


Aquí lo tenemos, con su concha y su flecha amarilla, el elemento direccional por excelencia: bajamos unos metros a la sombra de esta arboleda


Al bajar, sigamos atentos a esta maraña de cruces entre la cantera y el camino de Llamas


En esta explanada salimos al camino de Llamas, vía local asfaltada que tomamos y seguimos a la derecha, viendo al fondo algunas casas del pueblo y, más atrás, los picachos cónicos que dan nombre a Monteagudu o Montagudu, parroquia de Villazón, por donde continuaremos nuestro camino a la villa de Salas, la capital del concejo, a unos siete kilómetros escasos de aquí









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