Junto con ello visitábamos, palmo a palmo, su casa natal, situada justo enfrente, en la línea de edificios porticados de O Cantón Grande, y que es en la actualidad la tan recomendada Casa-Museo Álvaro Cunqueiro. Además, conocíamos mayormente la historia de esta plaza, donde tanta historia se rezuma por sus cuatro costados, y nunca mejor dicho
Este camino sigue por la parte norte de la plaza, y pasa enfrente de la estatua de Álvaro Cunqueiro
A la derecha, al pie y al lado de la estatua (tapada aquí por unos arbustos), hay un jardín donde una placa recuerda la ejecución en esta plaza del Mariscal Pardo de Cela, detalle y asunto del que nos ocupábamos ampliamente en nuestro trayecto alrededor de la plaza. Era este O Cantón Pequeno, donde hubo edificios porticados, derribados en 1915, en la zona de la calle Padilla (calle donde vivía la fotógrafa Filomena Díaz Villada), actual rúa Alfonso VII. Unos planos de unas antiguas casas habidas en el lugar en 1771 han permitido hacernos de la evolución de esta gran plaza central mindoniense desde la Edad Media a nuestros días. Escribe así de ello Roberto Reigosa en Mondoñedo documental. Fuentes para su estudio:
"Todo el Cantón Pequeño se consideraba antes como parte de calles, e igualmente la plaza principal, como una mixtura entre otra calle importante, la Rua da Praza, y el espacio destinado a cementerio, de momento no tenemos datos como para suponer que hubiese divisiones físicas entre estos. El primitivo Agro do Bispo o Curral parece que contenía en comunión espacio para muertos y vivos, algo similar a lo que en su momento sucedió con la Quintana en Santiago de Compostela..."
"Así en la plaza, que tiene por amplio telón la hermosa fachada de la catedral , y en sus laterales el cantón , paseo un día obligado de las parejas de jóvenes -y de sus mamás vigilantes- , y un lateral con robustos arcos de granito de sus soportales; allí se venden todavía hoy los cemidores de la harina, la manta de Palencia, hogazas del famoso pan de Mondoñedo, los zapatos de artesanía y otros artículos; algunos de ellos al pie mismo de la estatua sedente del mindoniense Alvaro Cunqueiro , y aliado del antiguo edificio del consistorio municipal, ornado de ventanales, balconada y remates, pero que tuvo su origen el el siglo XV"
Dado que nos hemos empapado ya de su vida y biografía en nuestro recorrido por la plaza y visita a su casa-museo, y que ya le hemos presentado nuestros obligados respetos al llegar a Mondoñedo, antes incluso de entrar en la catedral, acudiendo a esta estatua, a la que volvimos también luego de salir de su casa, sólo vamos a recordar aquí en este caso lo que de él escribió uno de sus grandes biógrafos, Miguel González Somovilla (entrevista en El Correo Gallego 12-3-2020)
"Cunqueiro logró algo tan infrecuente como un estilo personal, inconfundible, de gran calidad literaria, que es fácil de reconocer, pero muy difícil de imitar. Para esos posibles émulos del verbo cunqueiriano él mismo tenía acuñada una frase: «Benditos sean nuestros imitadores porque de ellos serán mis defectos».Varios escritores, entre ellos Álvaro Mutis o Pere Gimferrer, han apuntado que Cunqueiro no ha tenido descendientes literarios porque él era un género en sí mismo, irrepetible"
Mar Maior, ventana gallega abierta al mundo, hija de Editorial Galaxia, define así al autor y su obra:
"Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911 – Vigo, 1981) se dedicó desde muy joven a la literatura y al periodismo. Su obra abarca todos los géneros y los más diversos temas, desde la poesía al libro de cocina, pasando por la narración y el drama. Dotado de una singular fantasía y de una extraordinaria capacidad de fabulación, Cunqueiro renovó hondamente tanto la literatura gallega como la española.Su maestría lingüística, su libérrimo uso de las convenciones literarias, el poder que su literatura le asigna a la imaginación, la integración de distintas tradiciones culturales y estilísticas en un todo novedoso y personal hicieron de este célebre autor una de las figuras más importantes de la historia de la literatura gallega que, además, cuenta con múltiples traducciones a otras lenguas"
"Decía Cunqueiro que Galicia tenía los pies en el río del olvido y la cabeza al final de la tierra, donde empezaba el océano tenebroso habitado por una infinidad de monstruos marinos. La vida en este lugar ahistórico, amenazada durante siglos por invasores, integrada en un paisaje envolvente, generó un pueblo a la defensiva, dialogante y falador, acostumbrado a tener muchas palabras y a valorar todos los prismas sin tener una respuesta rápida y clara a los interrogantes como el que formula Hamlet a Poloño en su obra O incerto señor Don Hamlet. «¿Sabes lo que se preguntan los fantasmas cuando se encuentran? Se preguntan: ¿Cómo podemos existir y no existir al mismo tiempo?»
Y de ese mundo surge su voz como un narrador más, el que pone por escrito lo escuchado y lo observado deformando la memoria de una realidad con tantos puntos de fuga que recurre a la magia como una manera natural de ordenar sin límites.
La repercusión internacional de Cunqueiro, que ya era tema de tesis en universidades de Italia o Inglaterra en los años 70, se entiende desde el interés que suscitaba esta manera de contar la realidad al hilo de la fantasía, la vuelta al mito desde lo cotidiano, él era muy consciente del «vivir en leyenda» que le rodeaba y de la necesidad de soñar contra la aspereza de la vida ordinaria. Un realismo mágico ya en los años cuarenta.
Al narrador de Cunqueiro no le interesa si lo que cuenta es verdad o mentira, la invención está por encima de cualquier corpus ideológico limitador. Su universalidad es radical. Cunqueiro concibe un solo personaje en un gran sincretismo cultural, el hombre que vive buscando y encuentra inventando, que nunca espera que algo real se manifieste como verdad única, que vive al margen de las fronteras de espacio y tiempo. Y ese hombre puede adoptar distintas formas, puede ser Ulises, Hamlet, un hombre que habla con su caballo, un emigrante gallego en Buenos Aires casado con una judía que no le deja comer jamón o Merlín llevándose a la nariz, muy fino, con las puntas de los dedos, un poco de rapé. Ninguno es más importante que otro. Cuando retrata a Os outros feirantes, gente integrada en la naturaleza con debilidades y deformaciones que no son castigo divino, sino más bien un error que con una buena invención pudiera tener solución, habla de ellos como xentiña de nós. Cada personaje se percibe integrado en un nosotros que no es masa, sino un conjunto infinito de individualidades, todos los personajes son singulares, pero iguales bajo esa falta de verdad unificadora.
Y este es un valor actual de Cunqueiro, si hay que renovar su lectura, supongo que el objetivo principal de celebrar un centenario. Ante la globalización, no podría soportar la idea de que la cultura se igualara en una especie de anticultura. En él está presente un nosotros que aúna la diferencia. Merlín y Ginebra viven perfectamente adaptados en la gallega selva de Esmelle. «Puedo decir lo que he oído hablar del Mago Merlín, profecías suyas y prodigios que están vivos en la memoria, o en la imaginación de las gentes de mi país».
Debemos celebrar que un hombre fuera capaz de contar lo más cercano para llegar a lo más universal"
Subimos así por esta coqueta rúa del casco histórico de Mondoñedo, que aquí tiende a estrecharse un poco, en este bellamente empedrado suelo. En esta calle, antigua Batitales, de origen medieval, estuvo una de las antiguas imprentas de Mondoñedo, la de Hermenegildo Mancebo, con prensa de hierro de tintero automático, comprada a la casa alemana Carlos Blors por 3.000 reales, según datos aportados por Andrés García Doural en Miscelánea Mindoniense, por los que sabemos además que Hermenegildo fue también un excelente músico, nombrado en 1881 director de la Banda Municipal, y que en esta su imprenta de editaron varios periódicos, continuando su hijo Edesio al frente del negocio tras su muerte:
"D. Hermenegildo Mancebo, fue miembro de la capilla de música de la catedral de Mondoñedo. En ella tocó el bajo (1875-1884); tocó el figle (1875-1884) y tocó la trompa desde (1860-1884). Fundó el periódico “El Mindoniense”, de tendencia liberal, que se confeccionó en su imprenta y comenzó su andadura el 7 de enero de 1888. También se confeccionaron en este taller “El Hermandino” (1882-85), “El Eco Mindoniense”, “El Semanario Católico” (1887-88), “El Baluarte de Galicia” (1893), “Río Navia”, “Luarca”, “Ecos Vegadenses”, “La Democracia” y otros periódicos de la comarca. Los temas eclesiásticos y religiosos ocuparon la mayor parte de los trabajos de esta imprenta. También se imprimieron Reglamentos de distintas sociedades mindonienses. Otra faceta de D. Hermenegildo fue la afición a la fotografía. Todavía existen algunas postales realizadas por él, con imágenes de Mondoñedo. Actualmente son muy cotizadas y se hallan en manos de algunos coleccionistas"
Hermenegildo Mancebo murió el 29 de noviembre de 1915 en el número 6 de la calle Cándido Martínez, actualmente esta de Lence Santar. Uno de sus hijos, Edesio, nacido en 1861, siguió al frente del negocio:
"D. Edesio Mancebo, también fue miembro de la capilla de música de la catedral de Mondoñedo. Tocó la trompa desde 1878 hasta 1883.En el año 1887 se puso al frente de la imprenta que fundara su padre, quién se dedicó a la encuadernación y venta de libros litúrgicos. Un poco más tarde instaló una interesante librería.
Participó en una Exposición Regional celebrada el 9 de octubre de 1896 en Lugo, en la cual fue premiado con diploma y medalla de plata por la impresión de un libro titulado “Previsión de Prebendas y Beneficios de la Iglesia de España”.
Se casó en la parroquia de Santiago de Mondoñedo el 22 de agosto de 1888 con María Remedios Rodríguez del Riego. Esta era hija de D. Enrique Rodríguez del Riego y de Dª Antonia Rodríguez.
El 12 de enero de 1889, “el joven y aventajado” músico D. Edesio Mancebo Rey es admitido como músico de la Banda municipal de Música, ofreciéndose a prestar su ayuda para la instrucción y enseñanza de los actuales músicos y de los que ingresen en lo sucesivo. A comienzo de los años noventa del siglo XIX, siendo Alcalde D. José María Lage, desempeña el cargo de concejal del Ayuntamiento de Mondoñedo.
D. Edesio falleció en la casa señalada con el número 6 de la calle Cándido Martínez (actual Lence Santar) de Mondoñedo el 21 de enero de 1930, a la edad de 69 años. Le quedaban de su matrimonio tres hijos: Justo (ausente), José y Concepción
Los herederos de D. Edesio Mancebo deciden vender la imprenta a su ejemplar empleado D. Jesús López Díaz, quien posteriormente la trasladará a la planta baja de una edificación de la calle Progreso de Mondoñedo y pasa a denominarse desde entonces “Suc. de Mancebo”. De este modo sigue funcionando la imprenta a pleno rendimiento y además continúa la tradición musical de sus propietarios. D. Jesús había sido niño de coro desde 1913 a 1917 y tocó la flauta en la capilla de música de la catedral mindoniense en el año 1920. En este taller se confeccionaran en el año 1936 cinco números del periódico local “La Voz de Mondoñedo”, en su segunda época, figurando ya como propietario y director D. Jesús López.
Las instalaciones de esta imprenta comenzaron a quedarse pequeñas y a faltarle unas comodidades acordes a los tiempos en que vivimos. Fernando López, hijo de D. Jesús, propietario y operario de la imprenta, compró unos buenos bajos comerciales en una nueva edificación, curiosamente levantada en la calle Imprenta de Mondoñedo, donde continúa con su actividad desde el 24 de septiembre del año 2001"
"Lence, el cronista de entonces, no compartió la opinión de Cunqueiro, el cronista de hoy. Vivo de genio era Lence. Ágil de piernas Cunqueiro. Y como aquel tomó por burlón lo que era convicción. las piernas de este le libraron de que la mano del cronista viejo "tomase medida del futuro cronista". Espectáculo curioso fue para los mindonienses ver a Lence, barbas al aire, corriendo por la plaza de la catedral tras el larguirucho y espigado Cunqueiro, "que se mete donde no sabe", me decía Lence. Mondoñedo se divertía con aquellas luchas dialécticas e incruentas entre "el ratón de archivos" y el escritor en ciernes. Pero Cunqueiro y Lence acabaron siendo amigos y mutuos admiradores de la labor de cada uno"
En prensa fue director del periódico Mondoñedo pero colaboró en otros, tanto de la misma Galicia como de sus emigrantes en Cuba y Buenos Aires: La Voz de Mondoñedo, Vallibria, El Eco de Vivero, El Compostelano, El Eco de Santiago, El Ideal Gallego, El Regional e El Eco de Galicia. Fue miembro correspondiente de la Real Academia Galega y recibió 1949 la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio
"Es una gran persona este viejo. Cierta Miss O'Connor que anduvo por aquí no hace mucho tiempo, escribió un libro disparatado, pero graciosísimo, en el que narraba su encuentro con Lence, el cronista. Decía que sus barbas eran el orgullo de la comarca y que cuando les ofreció diez mil pesetas por cortárselas, este renegó, diciéndole que ni por diez mil duros. Estuvo mucho tiempo sin hablarme por mis ingerencias en su cometido sagrado de investigación hasta que un día llegó tarde a un banquete que dábamos a un notario y se encontró sin sitio.Preguntó: "¿Dónde me puedo yo sentar ahora?" y yo contesté desde el otro extremo del salón: "A la diestra de Dios Todopoderoso, Lence..." . Nos reímos todos y se le pasó el berrinche"
Y otro gran escritor mindoniense, Xe Freyre, hablaría así de "o gran barbazán" en Poesía Galega, libro póstumo que no sería publicado hasta 1999
"a figura miuda e algo desvalida, case oculta tralas laúdas barbas de imperante carolinxio: o erguido camiñar de fidalgo que pasea fachendoso o seu pedigrí polas rúas de Mondoñedo; o extremo ascetismo de seu vivir cotián, de laico ermitán estrafalario; o xenio de recalcitrante célibe perrenchudo que lle asoma, as veces, por debaixo da súa serena apariencia, de amable avó tirado dun conto de fadas; pero, sobre todo, a auréola de romántico vesánico que o adorna, a enfermiza paixón mindoniense que bule nas súas veas, unha doenza sublimada en relixión á que le consagrar a vida en cualidade de sumo sacerdote"
Esta placa en su homenaje fue colocada el 16 de julio de 2001 conmemorando el 125 aniversario de su nacimiento. El 14 de enero de 2020 José de Cora publica en El Progreso:
SE CUMPLEN HOY los 60 años de la muerte de Eduardo Lence-Santar y Guitián (Mondoñedo, 1876), cronista de su ciudad, hombre de luengas barbas valleinclanescas, de las que Honor Tracy, en su libro Silk Hats and no Breakfast, escribe que “eran el orgullo de la región”, y a quien Cunqueiro dedica en La Noche una bella, bellísima necrología, nacida de la amistad y el reconocimiento.
Por fuerza y gusto hemos de seguirla, aunque los datos los complete su otro biógrafo oficial, Enrique Cal Pardo, a quien, en caso de vivir, le pediríamos permiso para abandonarnos en la prosa de don Álvaro, ya que la suya es de fácil acceso.
“Una revista gallega de la Argentina dijo una vez que D. Eduardo de Lence-Santar y Guitián había nacido en Sarria, lo que motivó que el cronista de Mondoñedo montase en cólera. Se salvaron los de Buenos Aires porque había mar por el medio”.
“Tenía por su Mondoñedo un amor turbulento y celoso, _ como acaso lo sean todos los amores sin medida. Sólo él podía tocar el secreto de la ciudad y conservar la memoria de su vida pasada. Más de una vez puso al final de un artículo algo como esto: “Todos los datos que figuran en este trabajo son propiedad del autor, excepto uno, que es del P. Flórez”.
“A Lence tocaba decidir, y sin apelación, lo que era memorable o no, lo que pasaba a los anales mindonienses o se dejaba al vendaval. Le preguntaba a José María de la Fuente: “¿E meterei a Alvarito Cunqueiro entre os fillos ilustres de Mondoñedo?” Esto lo trajo preocupado algún tiempo, pero yo ya estaba en su “Guía de la Muy Noble, Leal y Fiel Ciudad de Mondoñedo”, porque con un hermano de José María, Edmundo de la Fuente, le había ayudado una noche a medir el perímetro de la urbe, siguiendo las rondas y por donde iría la cerca que mandó construir D. Martín el Calígrafo. Al día siguiente me gritaba Lence desde la ventana de su casa: “_ ¡Xa escribín o capítulo da “Guía” coas medidas! ¡Xa pasaches á Historia!”
“Tenía un sentido heroico de la lealtad mindoniense. Tengo para mí que cuando suponía que alguien no dedicaba a Mondoñedo los vítores que él consideraba el mínimo cortés, acariciaba en su armario aquellos sables que tenía de guerrilleros de la Independencia o del Rey legítimo, que terminaron sus días siendo canónigos y racioneros en nuestra Catedral, y pasaban por su corazón ventoleras de pasos honrosos de la antañona y estrepitosa caballería. Salía de sus casillas áspero y ciego, y no se paraba en barras”.
“Porque Murguía dijo no sé qué de la Alborada de Veiga, _ nunca llegué a enterarme bien _, Lence enarbolaba un artículo que iba a mandar a El Progreso de Lugo y lo titulaba: “La calumnia de Murguía”. Tenía, como el Dante, partido el censo galaico en Infierno, Purgatorio y Paraíso”.
“Tenía una prosa característica, llena de admiraciones e interrogaciones, y usaba una graciosa reduplicación del adjetivo: “rica, riquísima”, o “hermosa, hermosísima”; ésta última era su famosa mantelería de Vilaboa, “damascada, parece de seda”. Se refería a ella tres o cuatro veces al año en sus artículos, advirtiendo que no la vendía ni por catorce mil pesetas”.
“Solamente dos veces habían salido bien fotografiadas sus barbas: una en Santiago de Compostela por un tal Almeida, que creo tenía su salón en Bautizados, y otra en Ribadeo”.
“Mandaba a El Progreso de Lugo noticias urgentes que decían: “Ha llegado prematuramente la primavera. En la plaza ya se vendieron los primeros guisantes, y en el huerto de quien esto escribe han florecido unas hermosas clavelinas”…
Aquí, en el arranque de la rúa Pena de Francia, vinculada a una antigua capilla de esta avocación, nosotros tomaremos a la derecha la rúa Pacheco, pero no dejaremos de prestar atención, a la izquierda, a un gran pazo urbano, llamado Casa Samarugo, la casa del Regidor Luaces, de la que se dice es el edificio más antiguo de Mondoñedo después de la catedral
Tal y como decimos, justo antes del palacio nosotros tomamos, a nuestra derecha, la rúa Pacheco, dedicada a José Eusebio Pacheco Basanta (1784-1865, otras fuentes dicen José Basanta Fernández Pacheco), maestro de capilla de la catedral de Mondoñedo, que aquí nació en 1784, cuando era esta la Calle Alta de Batitales (una de las desaparecidas puertas de la muralla), que estaba un poco más allá. Quedó huérfano de niño y fue acogido por su abuela, Agustina Fernández Pacheco, de la que adoptó su segundo apellido, por lo que resultó arduo a los investigadores localizar su partida de nacimiento
El 5 de febrero de 1806 sucede, némine discrepante, a Ángel Custodio González Santavalla, al frente de la capilla de música de la catedral de Mondoñedo, cargo que ocupará durante 60 años, hasta su muerte, pues recibió ofertas para ir a las catedrales de Lugo y Oviedo, pero nunca llegó a un acuerdo con sus cabildos que lo hicieran posible. En 1809 recibió la Orden del Subdiaconado y en 1824 optó sin éxito al magisterio en Santiago de Compostela
Poseía una gran formación musical, lo que se conoce hasta ahora de su obra, se conserva en las catedrales de León, Lugo, Oviedo, Sevilla, Tui y Santiago de Compostela, y era mayormente orquestal, escribiendo muchas misas, salmos, himnos, arias, etc. en gallego y en castellano, notándose la influencia su maestro compostelano Doctor Melchor López, maestro de capilla de Santiago de Compostela desde 1784, autor de referencia en aquella época de su formación, siendo su maestro en la capital gallega
Aquí, donde la rúa de Pacheco hace una curva, alzando la vista a la derecha veremos un antiguo balsón en esta fachada
"SON DEL DOCTOR DIEGO LOPEZ DE GRANDA VILLAAMIL 1679"
"Fui a la escuela de obreros católica de la ciudad, porque mi padre era presidente de la sociedad. Todos los que fueron a la escuela conmigo, eran gentes de los más variados oficios, hijos de artesanos, y artesanos muchos de ellos. Esto me ha permitido conocer, en mi infancia, los talleres de carpintería, a los alfareros que hacían el barro... en fin, conocer todos los oficios y todas las gentes"
Gracias al muy recomendable libro-guía literaria Álvaro Cunqueiro e Mondoñedo, de Armando Requeixo, podemos recuperar aquella entrevista y esta, la de Carlos Casares en Leria con Álvaro Cunqueiro, de la revista Grial nº 72 (1981):
"Eu conozo moi ben á xente de Mondoñedo. Meu pai era presidente da Sociedade de Obreros Católicos e fixo que fóramos á escola que estes tiñan na cidade. O maestro, ademáis, era moi bo. Chamábase don Anxel Gaioso.Non tiña máis defecto que se emborrachaba e nos batía. Era pai de tres fillos: Licinio, Héctor e outro de nome raro que xa non recordo. Eran tres antigüedades grecolatinas ás que obrigaba a facer ximnasia con unas poleas que tiña no cuarto da casa. Naquela escola eu fun compañeiro de todos os que vinte anos despois en Mondoñedo eran cazoleiros, xastres, carpinteiros, canteiros... Todos seguen sendo grandes amigos meus. De modo que eu podo decir que a cidade era a miña familia"
En efecto, su precedente fue el oficialmente denominado Convento de la Encarnación Francisca de Coto de Otero, sito en una ladera del monte al este de Mondoñedo, en las afueras de la ciudad, pero tampoco llegar allí tampoco fue fácil. Todo empezó en 1622 cuando María Pardo de Andrade, viuda del Licenciado y Oidor de la Real Audiencia de Galicia, Agustín Tejada, residente en Viveiro, acordó con las dominicas de esta villa trasladar su convento de Nuestra Señora de Valdeflores a la población intramuros. Su idea era que se siguiesen los planos de los maestros Diego Ibáñez Pacheco y Juan de Ris, que estuviese dedicado a la Encarnación, que ingresasen 40 monjas y que en su capilla mayor reposasen sus restos, en sepulcro con escudo de armas, siendo ella y sus herederos patronos del monasterio a condición de la asignación de 600 ducados anuales
La soberbia portada da a esta calle, es de dos pilastras de media caña tipo dórico, con cornisa y frontón circular acabado en bolas
En la cornisa un frontón semicircular y en él la imagen de la Virgen Inmaculada en piedra. Es posible proceda del antiguo convento de Couto de Outeiro, del que se aprovecharon algunas cosas, no muchas, entre ellas también el retablo mayor y algunos arcosolios, sepulcros con arco, en el interior
La Virgen con corona y media luna, uno de los símbolos marianos más comentados, presente en el Apocalipsis de San Juan:
"Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas. Está en cinta y grita por los dolores de dar a luz"
Ella, que va a dar a luz, se enfrenta a un dragón monstruoso..."con siete cabezas y diez cuernos" (...)
"pero se le dieron a la mujer las dos alas del águila grande para volar hacia el desierto"
Ello no es incompatible con que sea un elemento precristiano presente en divinidades femeninas de otras religiones de la antigüedad
“Junto al altar mayor al lado del Evangelio en la pared se haga a su costa el Patrono un nicho en donde construirá un sepulcro en que pueda disponer de enterrarse y se entierren los patronos sus sucesores y más personas de su voluntad y que en el referido nicho pueda poner su piedra de armas”
Por su parte, del obispo dice el citado historiador Javier Gómez Darriba en La arquitectura de la humildad...
"Fray Juan Muñoz salvó de una muerte segura a las monjas concepcionistas del convento de la Encarnación, pues su casa, levantada en la pendiente de una colina en el decenio de 1650, se había convertido en una ruina al poco tiempo de terminarse2 . El prelado tuvo que litigar durante años con los patronos del cenobio y con el Cabildo para que las religiosas abandonasen el convento extramuros y se instalasen en uno ex novo en el núcleo urbano. E igualmente para que estas pudiesen vivir en el Palacio Episcopal mientras se edificaba su nueva morada"
Siguiendo ruta por la rúa Leiras Pulpeiro pasamos al pie de la torre barroca del campanario del convento, que tiene en su interior claustro central rodeado de huerta. El convento, el único de clausura de la ciudad, no fue suprimido con las desamortizaciones en 1835, si bien perdió buena parte de sus bienes
"O local estaba nun baixo do Casino e ía moito alí cos meus amigos, entre os que estaba Álvaro Cunqueiro"
"CINE EXPERIMENTAL aparece para un público más restringido: para los profesionales del cine y para todas aquellas personas, cada día más numerosas, que se acercan a su área impulsadas por una afición o vocación seriamente enraizadasEn España no existe ni ha existido nunca una revista de este tipo. Seguramente no ha habido ocasión para ella. Ahora, que el cine español ha adquirido un volumen considerable, en el que están complicados extensos e importantes intereses y una multitud creciente de seres que le dedican su actividad profesional, ha llegado el momento, creemos nosotros, de dar a luz una revista que puede desenvolverse cómodamente dentro de la órbita cinematográfica. Todas las grandes industrias son capaces de alimentar publicaciones que pongan en relación los distintos elementos que la integran. Con mayor motivo el cine, el cual, a la potencia de sus intereses económicos añade la seducción de ser un arte que hace vibrar a los espíritus atentos.Se considera al llamado Séptimo Arte como un arte tributario a otras artes ya viejas en la historia del mundo: la música, la novela, el teatro, etc.; sin embargo, tiene una personalidad irresistible que supera el plural vasallaje y atrae no solamente a las grandes masas que llenan los locales de proyección, sino también a las inteligencias selectas, que si bien un día lo contemplaron con desdén, hoy comienzan a darse cuenta de su enorme trascendencia"
"En esa ocasión, cuando Andrés Pajares y Carmen Maura anuncian el premio de Victoriano y Berlanga se lo entrega, el mindoniense, hombre ya de 79 años, arranca su agradecimiento sin esperar a más preámbulos. Berlanga, hace un gesto inequívoco como para decir a los presentes: «Aquí tenían que venir mis palabras», pero acepta con una sonrisa la anticipación de su maestro. El hombre está acostumbrado a que nadie hable de él"
Esta rúa Leiras Pulpeiro era antaño por aquí la de Batitales Alta. Aquí vamos acabando un buen tramo de cuesta que comenzábamos a subir ya en el Consistorio Vello
Ya caminando en llano, o casi, nos acercamos a una pequeña plaza, la Praza de San Xoán
Justo antes de llegar a ella contemplamos este par de blasones en una magnífica fachada
En la Praza de San Xoán se construyó, allá por el año de 1726, una fuente de abastecimiento a la vecindad, cuando el obispo Fray Juan Muñoz y Salcedo manda canalizar las aguas del manantial de Os Pedregás. En 1929, cuando se inauguró una nueva traída de aguas, la fuente fue derribada, construyéndose una nueva a mediados de los años 50, que disponía de abrevadero para el ganado. De ella escribía Cunqueiro en Mondoñedo. Un valle y un pueblo encantados por el silencio:
"... aquí había una fuente al pie de las empinadas escaleras que llevan al viejo convento franciscano de Alcántara, una fuente con su pilón para abrevar el ganado y un chorro de graciosa y alta curva en el caño"
"Me sería muy fácil reconstruir el retrato barbado de Leiras Pulpeiro, y también su ideología, yla generosa dedicación a la medicina, que profesaba, en primer término, como una caridad activa. Pero hoy se trata solamente de recordar al poesta. Desde rapaz, cuando leía por primera vez sus versos, me aseguraban de la pureza y naturalidad de su gallego, de su curiosidad por el vocablo que el campesino conserva, y por la locución propia, cuya vivacidad es el más gozoso zumo de una lengua, más sorprendente y significativa cuando más violente el punto de partida o el orden sintáctico que al idoma le es propio. Estos vocablos, estas locuciones, Leiras las ha oído en Valiñadares, en Argomoso, en Cesuras, en Viloalle; forman parte del paisaje, Al repetirlas, Leiras tendría, además, que recordar la boca humana que las dijo. Un poema, tengo yo dicho alguna vez, es lo que una boca humana puede decir, y no más, y vana cosa es pensar que puede existir la poesía fuera del poema, como la lengua fuera de la boca y el acento que la entrega al aire (...)Acostumbro a preguntarme, recordando a los poetas que nacieron y vivieron en Mondoñedo, si el país que yo veo, ellos lo vieron como yo lo siento y lo contemplo, si las palabras que yo digo ellos las encontrarían veraces: si ellos reconocerían, en mi decir, la imaginación suya. Porque todo paisaje -y esto vale para la memoria sentimental como para la pintura- es, esencialmente, una imaginación"
Des que lle a potaron,ninguén máis foi á Frouxeira;Soio Deus puxo floriñaspor entremedias das penas.Floriñas perrechiñase agrouladas que semellanlagóas de sangue callandono bico das carrasqueiras.Floriñas que, con ser flores,caladamente se queixande que tanto, tanto, tardenen cobrarse contas bellas!
"Houbo discusiós nas barberías de Mondoñedo sober si Perrón sabía francés ou non, un diccionario, ise seguro que o tiña. Cando se finóu Leiras Pulpeiro, Perrón mercó un xogo ingrés de lancetas que fóra do médico poeta. Aseguran que Leiras consultáballe a Perrón os casos peliagudos. Perrón, que foi siempre de casaca amargue, nos derradeiros anos da súa vida chegóu a beato, e meu señor tío, D. Xusto Moirón, ensiñoulle a axudar á misa no oratorio da casa dos mesu abós, en Cachán de Riotorto"
Y, en la placa de la fachada, otra de las poesías de Pulpeiro:
¡Miña casiña, meu horto,meu caxigo e meus loureiros,partem'a yalma deixarvospero non teño mais remedio!
El albergue está detrás de esas casas, dentro de un conjunto monumental verdaderamente importante: O Convento, convento de San Pedro de Alcántara, edificado en el lugar de O Rosal en el siglo XVIII, un altozano con rellano, sobre Mondoñedo, razón por la cual fue llamado también de San Francisco del Rosal, ya que San Pedro de Alcántara, el santo, fue un reformador de la Orden Franciscana
Pasamos junto al edificio de A Tasca... un buen lugar para hacer un alto y reposar de esta cuesta y caminata por el casco urbano mindoniense
"En 1705 fray Juan Muñoz y Salcedo fue designado obispo de Mondoñedo. Este monje jerónimo de raíces giennenses, antiguo confesor de Carlos II y prior del monasterio de San Lorenzo del Escorial, rigió la diócesis hasta su muerte en 1728. Su mandato se caracterizó por el patrocinio de múltiples reformas urbanas y arquitectónicas en la capital episcopal, siendo la más llamativa la de la fachada de la catedral. En ellas puso un incesante y denodado empeño nunca antes visto en un prelado mindoniense. La empresa de mayor complejidad de todo su episcopado fue la de financiar nuevos conventos para las distintas ramas de la Orden franciscana, pues ello no solo implicó destinar grandes partidas económicas con que sufragar las fábricas arquitectónicas y el mobiliario litúrgico de dichas casas monásticas, sino también invertir considerables sumas de dinero y muchos quebraderos de cabeza en resolver los pleitos en los que se vio envuelto por su causa"
Ya en 1727 vienen los primeros frailes alcantarinos, los cuales, hasta que acaben las obras de su nuevo templo y residencia, se alojarán en diferentes casas de la zona. Es entonces cuando, iniciadas las obras, surge uno de aquellos seculares choques de convivencia y conveniencia: los monjes del cercano monasterio de Vilourente o de Os Picos, que en un principio habían dado el visto bueno, parece que se lo habían pensado mejor, pues también ellos habían querido asentarse en el casco urbano unos años atrás y, tras un pleito gravísimo, hubieron de volver a su viejo monasterio
"Los meses transcurrieron sin que nada hubiese cambiado y 1729 se inició con la situación heredada del año anterior. La bula no llegaba de Roma, el nuevo obispo todavía no había ocupado la silla, los terceros de Os Picos tampoco daban su brazo a torcer, y el gasto en materiales acarreados se cifraba en 6.000 ducados sin que por ello se hubiese levantado nada31. Ante semejante bloqueo los alcantarinos decidieron hacer caso omiso de la cláusula pactada con los terciarios y retomaron la construcción. De poco les sirvió, pues el 16 de abril un notario comunicó a pie de obra a los alarifes, aparejadores y demás oficiales que allí trabajaban, que los frailes de Vilalourente les exhortaban a cesar con la pared que estaban levantando. Esta notificación la enviaban a instancias del juez apostólico de Lugo, quien había estimado interrumpir las obras mientras no se fallase el pleito (...)
Los oficiales obedecieron y todo se detuvo. Solo la oportuna intermediación del Real Consejo a instancias del obispo fray Antonio Alejandro Sarmiento permitió su reanudación, y el 12 de agosto se colocó la primera piedra"
"En el mes de enero de 1731, los religiosos de San Pedro de Alcántara se comenzaron a instalar en el recién creado convento de Mondoñedo. El 5 de agosto del mismo año se inauguró oficialmente. Las fiestas profanas duraron ocho días: tres comedias a lo divino, corrida de toros, juegos de sortija, disfraces y muchos fuegos"
Tras el fallecimiento de d. Juan Antonio Muñoz Salcedo, el convento se acaba de construir con el célebre prelado Sarmiento de Sotomayor, cuya colaboración con Fray Lorenzo de Santa Teresa pondrá en marcha numerosas iniciativas constructivas en Mondoñedo, tanto es así que hasta se fundará una cátedra de artes anexa al convento, dotada por el canónigo Francisco Bouso
Aquí, junto al muro lateral del albergue, es donde está el busto en bronce dedicado a Pascual Veiga, otro ilustre hijo de esta tierra, nacido en Mondoñedo en 1842 y conocido principalmente por ser el compositor de la música del Himno de Galicia
Su entusiasmo por la música le vino ya de niño cantor del coro, llegando a componer un septenario dedicado a Nosa Señora dos Dolores, Virgen de gran devoción en su santuario mindoniense. Se presentó a las oposiciones para organista de la Catedral de Mondoñedo y de la Colegiata de Covadonga (Asturias), que no gana por ser demasiado joven, pero sí llegó a ser organista de la Iglesia de Santo Domingo de Betanzos y de la Colegiata de A Coruña
Fue fundador y director de varios orfeones, siendo reiteradamente galardonado por su trabajo y esfuerzo. A la vez compone su Alborada Gallega o Alborada de Veiga, estrenada con gran éxito en Pontevedra 1880, así como una repercusión notable en Galicia y en la emigración, así como en el incipiente movimiento galleguista. Poco después funda El Nuevo Orfeón, luego Orfeón El Eco, que sigue existiendo y, enseguida el Orfeón Coruñes nº 4, y durante la Exposición Universal de París (1889), gana con él la medalla de oro y las Palmas Académicas. En 1896 reside en Madrid y dirige el Orfeón del Centro Gallego y el Orfeón Matritense mientras ejerce como profesor del Conservatorio Nacional
El estreno se celebró seis meses después del fallecimiento en Madrid del propio Pacual Veiga el 12 de julio anterior. Los emigrantes gallegos en Argentina sufragaron su monumento y sepulcro en el cementerio de Mondoñedo con el epitafio Homenage a Pascual Veiga, autor de la Alborada. Su hijo José Adolfo Veiga siguió como su padre la carrera musical de compositor
En esta misma fachada del albergue una placa celebra la inclusión de los Caminos del Norte de Santiago dentro del listado del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO
Vamos ahora a la antigua iglesia de San Pedro, ahora Centro Cultural da Alcántara, templo de planta de cruz latina y de una sola nave. Fue este el templo de la única fundación alcantarina en Galicia y el último convento que se construyó en Mondoñedo, su construcción vino seguida a la de la construcción de la casa, arrancando sus obras en marzo de 1730 y terminando en agosto de 1731, si bien el remate definitivo no vendrá hasta 1734. De su sobria arquitectura escribe así Gómez Darriba:
"Esta simplicidad tan notoria se manifiesta hasta en la fachada. Bien es verdad que resulta imposible determinar con exactitud cómo era originalmente, pues en la mitad inferior de su lienzo se incrustaron distintos inmuebles en los siglos XIX y XX. Pero viendo la parte superior indemne a estos añadidos, y conocida la fisionomía del resto del convento, no cabe imaginarse otra cosa que no fuese un frontispicio de lo más anodino. De lo que se conserva hoy día se puede apreciar un frente raso sin articulación ni ornato alguno, roto simplemente por una ventana rectangular. El ritmo de su cubierta a dos aguas se torna horizontal para recibir la espadaña, que presenta un vano oval en su base al que sigue un arco de medio punto destinado a albergar la campana. Este cuerpo se anima con un par de impostas, un frontón de remate, y cinco pináculos de base cuadrangular, tronco piramidal y bola. Su modelo recuerda a algunas espadañas de la provincia de León"
"Una de las nuevas escalinatas se construyó desde el antiguo Pazo de los Villapol –hoy sigue en pie– hasta la portada reglar. Junto al comienzo de la escalera se edificó una diminuta capillita con su escaparate dorado, en cuyo interior se guardaba una imagen de la Piedad. Mientras que en la cima de la escalinata se dispuso una efigie de san Francisco labrada en piedra. Tiempo después, a principios de la década de 1770, se aumentó el tamaño de la cárcel conventual o casa de disciplina"
"El establecer un modelo ideal o prototípico de convento alcantarino es en sí mismo un equívoco, pues las decenas de fundaciones que se hicieron a lo largo y ancho de la Península Ibérica responden a distintos fines, momentos históricos, patrocinadores y posibilidades económicas. Además, muchos de estos conjuntos nos resultan prácticamente desconocidos por haber desaparecido o por haber llegado a nuestros días en un estado muy diferente del primigenio"
El retablo es de un solo cuerpo acabado arriba en frontón. Es del año 1859, cuando el convento ya estaba desamortizado, pero la iglesia fue sometida a una profunda restauración con el obispo Ponciano de Arciniega, el que trajo a los Pasionistas
Además de este hubo otros cinco importantes altares, dice Javier Gómez Darriba en su estudio:
"Uno de ellos el colateral de san Antonio de Padua, cuya imagen presentaba al Niño Jesús en brazos. Existía otro dedicado al Niño, cuya escultura provenía de Nápoles. Y también había retablos en honor a san Pedro de Alcántara, Nuestra Señora de la Portería o la Virgen de las Angustias, dispuesto este último en el lado del Evangelio del crucero. Todo este mobiliario se repartió por distintas iglesias de la diócesis tras la exclaustración"
Este es el poeta y periodista Antonio Noriega Varela, nacido en Mondoñedo en 1864 y que comenzó a los 14 años la carrera eclesiástica en el seminario de la ciudad (su tío era clérigo), haciéndose entonces célebres sus poesías humorísticas y satíricas en castellano.
Calvos de Randín, paisanos,
non é capital de España;
pro desde logo aseguro
qu’é aldeiña…..d’importancia!
Ó menos eu non coñezo
outra que teña máis cabras,
nin tantos fatos d’ovellas,
nin máis garridas rapazas
Como resultado de las nuevas influencias literarias, en la tercera edición de Montañesas (1920), cambiaría su título por el de Do ermo. Entra en contacto con las Irmandades da Fala y adopta el sausodismo portugués
Laverquiña que te axotas
das degaradas gueivotas
oindo o salvaxe berro;
musa, que a mariña extrañas,
olla as azules montañas
¡desde as plaias do desterro!
Esquence o mar, lembra o gado
miúdo, i o regalado
vivir, ¡as tumbadas festas!,
i as cantigas dos pastores,
que fan grinaldas coas frores
amareliñas das xestas.
El músico Pascual Veiga, compositor de la música del Himno de Galicia, del que hemos hablado cuando veíamos su busto en el exterior, al lado del albergue de peregrinos. Leiras Pulpeiro le dedicó estos versos:
A Pascual VeigaXa Galicia non é xibardal aspro;nin lameiro mofado pola nebra;xa non é conto de catro o que se digase recenden e pracen súas costeiras;xa por fóra, po rlonxe, que se vaia,saben canto os galegos na alma levande humildade e bondade, de de tenrura,de alentos e grandeza!Que un pequeno da Paula, un demonchiñocon mola afervoante trata testa,e un corazón ardente,tamaño como os contos de Tronceda,abriu tódolos ollos, que ver poden,e fixo a calar as malas linguas!E fixoo... con, non mais, poñerse dereito,e, cara para Castela,dar ao vento, maiñina, unha alborada,das que el repenicou con arte meiga!Porque o tal canto seu levaba o celme,e os ulidos das violas e as amentaspillados ao pasar traspondo as lombas,e os saudosos rechaos das nosas serras!Porque o arrolo das mans caidiñastiña o aqueste da doce bris mareira,cando vén roxo o sol, botando lumes,e algunhas nubes brancas non peneiran!Porque era mesturanza dos aturuxosdos galos, de trouleo, pola aldea,con acios e atafogos porque pasanos doridos de amor que non se queixan,e, calados, do seo as mágoas cobren,e caladiños morren, se se terza!Porque ían súas branduras ensinandoque esa banda galana é sempre aberta,e sempre agarimosa, e sempre nobre,e sempre dadiveira,inda para as alburgonas das guripasque a aldraxaron, roídas pola Envexa!que só así se sente o que ela canta;e só así se canta coma ela!!!Ben pode Mondoñedo dende agoraaínda que vista farrapos, ter fachenda,e, sen se engurriñar, a quen cheganabrir en par as portas, para que o vexan!Que, se pazos non ten, nin ten alaxes,nin nada de seu vello glorias lembra,abóndalle para honrarse e para que o honren,a casiña onde embrollaron a Veiga,a fontiña onde máis cantan as mozas,e onde as el escoitaba: a Fonte Vella,e o campiño florido onde os seus ósosda patria agrardan a cumprida ofrenda!
"En un belén animado de los frailes pasionistas, en Alcántara, estaba yo disfrazado de gran cabeza equina, moviéndola al compás, a dos pasos de Jesús, que dormitaba en un berce de abedul. Fue el marco más importante que desempeñé en mi vida"
Vemos una máquina de escribir que no es la mítica Smith Premier nº10 que vimos en su Casa-Museo de la Praza da Catedral, sino otra más moderna. Sí vemos las manzanas, a cuya fragancia era tan aficionado Cunqueiro. Escribe Víctor Manuel Iglesias Viqueira en Erudición fabulosa o fabulosa erudición:
"Cunqueiro, amigo de la mesa que harta, siempre mantiene en casa un cesto de paja con manzanas de piel rojo intenso, casi escarlata, dice él que por acariciarlas y por el aroma, allá el secreto de la inspiración que lo cobije. A suculentos platos y comida tradicional gallega dedica abundantes líneas que degustar, con el contrapunto de Gargantúa y Pantagruel no tan alejados: caldeiradas de rape o de xoubas... y, por lo menudo, los chorizos y la tarta de su Mondoñedo natal. Proteico Cunqueiro que, de una sentada, escribió Cantiga nova que chaman riveira, al fondo del bar y con Torrente de testigo"
"Un año después de la muerte de Álvaro Cunqueiro, que falleció el 28 de febrero de 1981, Juan Cueto viajó a Mondoñedo y escribió para EL PAÍS un artículo de una enorme melancolía: Mondoñedo sin Cunqueiro. Durante años, Cueto había ido a ver al gran narrador pensativo y vitalista, aquel hombre que colgaba las palabras del bastón y de las gafas, y había llevado una cesta llena de quesos de la alta montaña asturiana que el escritor gallego untaba con placer en lascas de manzanas rojas, fuertes y gallegas, de ésas que llaman tres en rama. Hace un mes Cueto regresó a Mondoñedo y recorrió otros pueblos de Galicia; esta vez volvió a llevar consigo esos quesos asturianos de sabor tan fuerte que tanto le gustaban a Cunqueiro.Cuando se encontró con Manuel Rivas en la aldea de Urroa, en Vimianzo, donde vive el último premio Nacional de Narratia, Cueto le entregó esos quesos: "Espero que te gusten tanto como a Cunqueiro. A partir de ahora te los traeré a ti"
Cosa diferente totalmente es el retablo del interior, joya del barroco, sufragado como la capilla por Ciprián A. Gutiérrez. Gómez Darriba especula con las posibles fechas de su construcción:
"El mueble hubo de tallarse y ensamblarse antes de 1743, pues en octubre de ese año se aprobó concederle al pintor compostelano Andrés Barreira 120 reales de gratificación por haberlo pintado y dorado86. Con lo cual, el desconocido taller que lo ejecutó tuvo que efectuarlo entre 1735 y 174387. De hecho no fue hasta noviembre de 1735 cuando la congregación le pidió a Ciprián que buscase a un artista para llevar a cabo las imágenes de la Virgen de la Soledad y del Ecce Homo con vistas a procesionarlas el Domingo de Ramos. Eran estas dos devociones muy vinculadas a los terciarios seglares, al igual que el resto del santoral de las hornacinas"
En el medio del retablo de esta capilla de la Venerada Orden Tercera una gran hornacina alberga una figura de Nuestra Señora de la Soledad y, arriba, vemos un lienzo de Nuestra Señora de la Portería, de gran tradición alcantarina, como afirma también Gómez Darriba:
"Resulta muy llamativo que la iglesia conventual y la capilla seglar tuviesen sendos altares dedicados a un culto abulense tan reciente como este. Su origen se remonta al 3 de mayo de 1718, fecha en la que a fray Luis de San José, hortelano del convento de San Antonio, se le apareció la Inmaculada en medio de una fuerte tempestad para salvarlo de una muerte segura. La Virgen le pidió que le pintase tal y como se le había manifestado, y el fraile acudió al pintor Salvador Galván. El cuadro se terminó en 1719 y se dispuso en la portería del convento. A partir de ahí arraigó con gran fuerza la devoción en Ávila"
Se supone que esta veneración pudo ser traída en 1727 por uno de los primeros monjes alcantarinos llegados a Mondoñedo, fray Geroteo de San Pascual, que había sido guardián de este templo abulense unos años atrás, coincidiendo con el momento del milagro e inmediata devoción
Por eso, bajo el lienzo de Nuestra Señora de la Portería, se lee abajo:
"VERDADERO RETRATO/ D N Sª D LA PORTERÍA/ DABILA Q SE VENERA/ EN EL CONVENTO DE Sº ANTONIO DICHA CIUDAD/ BOI A SER TITULAR/ DE LA CAPILLA DE/ MIS DEVOTOS LOS / HERMANOS DE LA TERCERA ORDEN"
También se relaciona el culto con la difusión del libro La Milagrosísima imagen de Nuestra Señora de la Portería ilustrada en tres sermones panegyricos y tres solemnes sagrados novenarios, publicado en Madrid en 1739 por el franciscano Pedro de la Asunción
A los lados del lienzo podemos ver, a la derecha o lado de la epístola, a Santa Isabel de Hungría y, a la izquierda o lado del evangelio, a Santa Rosa de Viterbo, escultura a la que le falta una cruz pero que puede identificarse al presentarse sobre las llamas pero sin quemarse. Arriba vemos un Ecce Homo, sedente, como suelen representarlo los franciscanos
A los lados de la Dolorosa vemos, en grandes imágenes, a San Francisco, a la izquierda, y a San Luis de Francia a la derecha
En las vitrinas laterales se guardan diferentes imágenes, de vestir, relacionadas con la Semana Santa de Mondoñedo: el Nazareno, San Juan, la Verónica, el Cireneo...
Llama también bastante la atención este cuadro, en la pared, de la Santa Cena, tal vez procedente del refectorio o comedor comunitario de los antiguos monjes alcantarinos
Pegada a ella es la del comandante Salustiano Gacio, al que Doural dedica una buena semblanza en su completísima Miscelánea Mindoniense, al igual que a otro vecino de esta rúa, el practicante municipal Andrés Baamonde Ínsua, quien trabajó durante la guerra en el Hospital de Sangre que se estableció en el Hospital de San Pablo y San Lázaro de Mondoñedo...
"D. Andrés se casó con Elena Vidarte y fijó su residencia en la calle José Antonio de Mondoñedo. En el primer piso de su domicilio, instala su consulta. ¡A cuantas parturientas atendió D. Andrés, durante su larga actividad! ¡A cuantas personas facilitó remedio para sus males!. Persona muy estimada y querida en Mondoñedo. Muchos mindonienses recordamos la curiosa moto que poseía y que utilizaba con frecuencia para atender a sus pacientes más alejados.
Cuando el médico y cirujano mindoniense, D. Enrique Cabanela Álvarez, creó a comienzos de los años cincuenta el Sanatorio Nuestra Señora de los Remedios de Mondoñedo, D. Andrés también prestó estimables servicios en las numerosas intervenciones quirúrgicas y atenciones que se realizaron en el centro sanitario"
"En Mondoñedo, patria de aquel extraordinario fabulador llamado Álvaro Cunqueiro, nació, en 1854, Manuel Leiras Pulpeiro, el poeta que este año protagoniza nuestra gran fiesta literaria: el Día das Letras Galegas. Pese a que falleció hace más de 70 años (1912), las gentes de Mondoñedo y su comarca aún mencionan su nombre con emoción, y la cita contiene, todavía, parte del respeto que infundía en su tiempo aquel santo laico que ejerció la medicina, en barrios y aldeas, con vocación, compromiso y generosidad.La novela ejemplar de su vida vive aún en la memoria de las gentes. Muchos ni siquiera saben que escribió versos, pero todos saben que fue un ser humano cabal y un médico abnegado. En su mausoleo, erigido en 1921 con el difícil dinero de los emigrantes de su pueblo, está grabada esta lacónica inscripción: "Amou a verdade e practicou o ben" ("Amó la verdad y practicó el bien"). Nadie, que se sepa, ha visto retórica o hipérbole en este hermoso epitafio..."
"Leiras era, en su época, un santo más que un médico, pero un santo anticlerical, un creyente apartado de la práctica católica y del que se decía que había obrado milagros. En más de una ocasión le robaron un pañuelo, el paraguas o las botas de montar que dejaba colgadas en la cuadra, para acostarlos con el enfermo, que más de una vez sanó súbitamente, gracias a la compañía de aquellas prendas de Leiras"
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