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viernes, 14 de abril de 2017

LA PLAYA CUEVAS (CUEVAS DEL MAR) LA VIRGEN QUE VINO DEL OCÉANO, EL DESEMBARCO DE LA FLOTA DE AQUITANIA Y EL CAMINO A EL CABU MAR Y SAN ANTONIU: VISTAS DEL CANTÁBRICO A LOS PICOS DE EUROPA

 

Este es el precioso arenal de la Playa Cuevas o Cuevas del Mar en bajamar y a principios de la primavera, cuando aún no ha llegado a él el animado y bullicioso turismo veraniego a este sable, a dos kilómetros al norte de la villa de Nueva, capital del llanisco Valle de San Xurde. Playa intensamente promocionada desde que, coincidiendo con el fenómeno de los indianos o emigrantes afortunados en América, los avances médicos demostraron las virtudes de los baños de sol y agua de mar, ya avanzando el siglo XIX, con lo que ya por entonces y dado el impulso de aquellos pioneros benefactores, Nueva empezó a ser un destino veraniego, primero entre las clases más pudientes y luego, con las conquistas sociales e históricas del siglo XX, como las vacaciones, para todo el mundo en general

Su nombre se debe a las numerosas cuevas existentes tanto en sus acantilados, como tierra adentro, producto de la erosión kárstica en la piedra caliza que aflora por todas partes, con numerosas formaciones geológicas muy llamativas, como las que vemos en este arenal

Algunas de estas cuevas de las inmediaciones fueron habitadas desde la profunda prehistoria, constituyendo el más antiguo precedente poblacional humano de estos parajes prontamente habitados en el pasillo natural de la rasa, cuya anchura abarca entre la primera línea de costa y las montañas del interior, aquí constituido por El Llanu Nueva y la Sierra de Cueva Negra, mitológica serranía de leyendas marianas donde nace el Ríu Ereba, que viene aquí a desembocar, muy cerca de las casas del lugar llamado precisamente Cuevas, situado a escasos metros de la carretera AS-340, que comunica Nueva y la carretera general N-634 con esta playa

Playa no muy grande, de unos 100 a 128 de longitud según las fuentes que consultemos y una anchura muy variable respecto a pleamares y bajamares, pero que de media oscila según esas fuentes entre los 40 y los 50 metros

Su entorno agreste, natural y rural, así como que en marea alta se forma una verdadera piscina de agua salada muy segura y hermosa, hace que sea de las favoritas para muchos veraneantes y usuarios, pudiendo llegando en ocasiones a masificarse en días de sol de los meses veraniegos, cuando dispone de salvamentos, duchas y otros servicios playeros, incluyendo chiringuitos

No obstante, y como suele pasar en tantas playas cantábricas, cuando crece la marea la superficie arenosa tiende a desaparecer y quedan los cantos rodados, cosa que se compensa sin duda con la balsa de aceite que aquí se forma en los por lo general suaves mareaxes del verano

Desde ella puede accederse, a la derecha, a la muy coqueta y diminuta cala arenosa de Puertu Secu o Puertu Cerráu que, como en el caso de la de Cuevas, su nombre delata un antiguo uso portuario, así como la algo más grande de San Antoniu, situadas ambas a la derecha del gran promontorio promontorio de Cabumar o Cabo de Mar, tan glosado por el poeta Celso Amieva en su poema titulado Las Costas de Tor. Ahí está además la tan mítica capilla marina de San Antoniu, panteón de algunos de los Condes de la Vega del Sella, cuya mansión palacial vimos al llegar a Nueva...

Desde Cabo de Mar hasta Tinamayor

extiéndase las costas escarpadas de Tor.


Sin duda el dios del Norte tiene un solio en sus brumas

y es quien del mar exige tanta ofrenda de espumas

que ascienden a los cielos en la marea llena.

Su majestad gravita, fatal, sobre la arena

de las playas sagradas... Le he comprobado yo

de Torimbia y Toranda, en Troenzo y Toró.


Su sombra amenazante muchas veces la veo

proyectada en el alto litoral de Toreo

y él es el que golpea toda la crestería

la montaña de Benzúa y en cantil en Bendía.

Los bufones marinos le rinden homenaje

de sus frémitos hondos en un coro salvaje


¿No lo oyes, doncella la del blondo cabello

que en la noche medrosa te abrazas a mi cuello?

Son San Tiuste y Vidiago, son San Martín y Pría:

el dios del trueno truena encima de Tronía.


Desde Tinamayor

hasta Cabo de Mar,

el martillo de Tor

golpea sin cesar

Unas lanchas de pesca de bajura revelan estos usos portuarios que han pasado a la toponimia, muy posiblemente puertos de cabotaje para la navegación prehistórica que han pervivido como ensenadas pesqueras hasta nuestros días

Aquí se produjo, el 2 de agosto del año 1810, el desembarco de soldados al mando de Juan Díaz Porlier El Marquesito, apoyados por una escuadra inglesa de tres fragatas y por la guerrilla llanisca de las partidas volantes de José Balmori, dentro de las operaciones de la Guerra de la Independencia o francesada. La expedición avanzó de aquí al interior, rumbo a los valles de  Liébana, siguiendo el paso natural del valle del Ríu Ereba que aquí desemboca, en dirección a Espinama

Esta expedición no estaría haciendo otra cosa que seguir un paso natural de norte a sur que, comunicando los puertos húmedos de la costa con los puertos secos de la cordillera, ya habría sido empleada desde tiempo inmemorial para acceder a la meseta. Su cruce con el camino litoral, el Camín Real de la Costa y ruta jacobita, en las inmediaciones de esta playa propiciaría la fundación de la antigua Puebla Nueva de Aguilar (Nueva de Llanes) en base a la antigua Torre de San Xurde, la cual controlaría esta estratégica encrucijada caminera y alrededor de la que se construiría el citado Palacio de los Condes de la Vega del Sella

Este paso franco y directo desde aquí a la cordillera valle arriba habría sido empleado ya mucho antes por los soldados romanos desembarcados por la flota de Aquitania para atacar por su retaguardia a los núcleos de resistencia del Mons Vindius (Picos de Europa y Cordillera Cantábrica) que hacían frente a las seis legiones embotelladas en la meseta que no eran capaces por sí solas de doblegar la resistencia autóctona durante las guerras asturcántabras o Bellum Cantabricum et Asturicum (29-19 a. C.)

La decisión de emplear la flota se tomó en un momento desesperado en el que hasta la Legio I Augusta, crema de la élite militar romana, había castigada por cobardía a no emplear nunca jamás el nombre el emperador. A partir de entonces sería la Legio I Germánica. Este es el resumen de lo que sucedió, plasmado en Wikipedia pero que puede consultarse, de manera extendida, en otras fuentes:

"Entre los años 30 y 16 a. C. fue desplazada a la Hispania Tarraconensis, donde luchó en las guerras cántabras. En un principio también llevó el sobrenombre de "Augusta", pero fue en esta campaña donde, según Dion Casio,​ tras un enfrentamiento con los cántabros, en 19 a. C., perdió su estandarte, hecho humillante para una legión, por lo que fue duramente castigada y desde entonces en adelante tuvo prohibido llevar el nombre del emperador"

Sobre estos pasos naturales entre estas ensenadas y el mar están las leyendas marianas de la Sierra Cueva Negra, con sus míticas montañas y picos de El Portillín, Socampu y El Picu Mediudía, donde han sido hallados interesantes restos arqueológicos al respecto, muy bien detallados por Hernán del Frade de Blas en Mediudía y Socampu, dos montañas sagradas, excepcional trabajo publicado en la revista Bedoniana del año 2010

Básicamente la leyenda mariana viene a decir que la Virgen María habría desembarcado en esta playa huyendo de sus perseguidores moros (paganos en general según la tradición local) y habría obrado ciertos prodigios para abrirse paso por esos cercanos cordales costeros hasta guardarse en la cueva de Covadonga. Dichos prodigios serían ciertos elementos orográficos y arqueológicos que del Frade de Blas localiza in situ en sus investigaciones...

"... la Virgen, huyendo de los moros que vienen por mar tras ella, llega con el niño a Cuevas del Mar de noche. Un sirviente la lleva hacia Nueva sobre una mula con el niño bajo su manto. Al descubrir al niño, este emite un extraño fulgor que ilumina la noche. La comitiva va siguiendo a la «estrella más hermosa», que inicialmente está sobre el Socampu y va girando hacia el oeste. La comitiva sube por Robazón hacia el monte, pasando por lugares determinados. Unos pastores ven el fulgor el niño. Una vieja que está con ellos no lo ve por impía, se va a dormir y su lecho se convierte en un bloque de piedra llamado «Cama de San Pedro». La comitiva llega al Portillín. No puede pasar por las rocas. La Virgen ordena a la roca que se abra. Allí deja su marca la mula. Siguen por el Valle la Piedra hacia Covadonga. Tras leer la leyenda, se aprecia que el romance que esta narra se prodiga en descripciones exactas del camino seguido por la Virgen, todo parece indicar que estamos ante un mito local muy antiguo posteriormente cristianizado (...)

La llegada a la playa de la Virgen huyendo de los moros, se puede relacionar con leyendas como la de la llegada a Saintes Maries de la Mer, en la costa mediterránea francesa, de las tres Marías, huyendo por mar de los romanos. Tras llegar a tierra, la Magdalena fue a retirarse a una cueva de la montaña de Sainte Baume, junto Aix en Provence (...)

Quizá nos hallemos ante la cristianización de un mito pagano que se repite por todo el Arco Atlántico: una diosa que procede del mar, interpretándose la travesía marítima como el viaje subterráneo o infernal que se repite en la diferentes religiones de la antigüedad más remota, en donde la diosa de la fertilidad desaparece de la tierra durante el invierno. De allí se escapa y vuelve a la tierra, haciendo que esta reverdezca. Al volver a la tierra, perseguida por las fuerzas del mar que quieren retenerla, esta revive en la forma de su hijo recién nacido y del que surge un brillo maravilloso. Este brillo es atributo del sol, del sol victorioso, que vence sobre las tinieblas y trae la vida y el calor de nuevo a la tierra"

Es significativo que, en lo que hoy parece una cala relativamente apartada, estuvo en el siglo XVI el Palacio de los Calderón de la Barca, emparentados con los Junco. El solar de este linaje, del que procede el gran escritor Pedro Calderón de la Barca, lo encontrábamos en Viveda, al pasar el río Saja al norte de Torrelavega siguiendo el Camino Norte de Santiago, un apellido, de la Barca, vinculado al dominio que ejercían sobre el paso de ese río en las barquerías que controlaban desde su palacio (calderón por su parte es un tipo del delfín que fue abundante en estas costas)

Esta casona calderoniana de aquí, de Cuevas, aparece citada en relación a torres y atalayas marinas en el libro Marinos, puertos y barcos de la antigua Asturias, de Hernán del Frade y Rubén Figaredo, cuando dicen:

"En la zona del valle de San Jorge se localizan las posibles atalayas de cabo Mar, junto a Nueva, y Castro Gutierre, sobre la playa de Gulpiyuri; en las proximidades también se localiza el topónimo Torrelanegra. En referencia a Nueva, es de mencionar la torre de una cronología incierta dominando la playa de Cuevas del Mar, junto a la casa de los Calderón de la Barca"

La casona era citada también de esta forma a mediados del siglo XIX en el Diccionario de Madoz, dentro de la descripción de la parroquia de Nueva:

"en Cuevas del Mar existe el palacio del conde Calderón de la Barca, cuyo edificio es muy notable por su antiquísima arquitectura"


Para mayor sorpresa estamos además ante lo que fue un importante puerto pesquero y ballenero integrado dentro del Gremio de Mareantes de Llanes, fundado, como la villa capital del concejo en el siglo XIII y cuya sucesora es la actual Cofradía de Pescadores Santa Ana, en cuya página, apartado de Historia, podemos leer:

"Desde el siglo XIII, aparece organizado el Gremio de Mareantes San Nicolás de Llanes, especie municipio industrial independiente, que en el siglo XIV logró gran prosperidad. Pertenecian a el gentes de esta villa, Póo, Celorio, Barro, Niembro, Hontoria y Cuevas del Mar, cuya principal pesca era las ballenas. Merced al trabajo tan asiduo y lucrativo que suponía la pesca de las ballenas surgió la riqueza, a cuya influencia se vio aumentar considerablemente el número de marineros, de tal modo, que en las levas de los años 1665- 1667 y 1674 correspondieron a Llanes 65 marineros, ascendiendo el número de estos en el año 1696 a 228 según una lista creada en el mismo año por el mayordomo de la Cofradía de Mareantes de San Nicolás.

Fueron en aquellos lejanos tiempos las aguas de Llanes muy abundantes en cetáceos de grandes tamaños. En la Gaceta Oficial de Madrid del 7 de Febrero de 1800, se puede leer que el diez de ese mismo mes, vararon en el arenal del abra de San Antonio, en la parroquia de Nueva, más de 400 cetáceos, de los que 138 quedaron en seco y se pudieron aprovechar por el vecindario de dicha parroquia"

Estamos pues, visitando lo que fue un puerto muy antiguo, cargado de historia, donde ahora limitan las parroquias llaniscas de Nueva y Pría, preciosa ensenada de forma triangular que mira al norte y cuyas cuevas habrán de llamarnos poderosamente la atención

Ante algunas de esas cuevas, la desembocadura del río Ereba o Nueva viene a delimitar, además de dichas parroquias llaniscas, el extremo occidental del Paisaje Protegido de la Costa Oriental

Existió además en las inmediaciones una piscifactoría, fundada en la década de 1980, dedicada a la cría del rodaballo, luego reconvertida en criadero de pulpo hacia 2010 pero que nuevamente fracasó. Aunque apenas es visible sus ruinas suponen un deterioro ambiental de primera magnitud en este maravilloso enclave al producirse vertidos al río y playa desde sus ruinas

Estos son los acantilados y cuevas de la zona occidental de la playa, hacia la parte de Pría, cercanos al pueblo o lugar de Villanueva, y aún más a su playa de La Canal (que no del Canal), a la que podemos acercarnos por la senda costera

Y esta es una vista de su sector oriental desde la desembocadura del Ereba, que nace en las estribaciones del Colláu la Tabla, detrás de la Sierra Cueva Negra y fue río molinero por excelencia

Realmente todo su entorno son cuevas, la misma carretera AS-340 que le sirve de acceso rodado pasa por una de ellas aprovechando que dispone de dos entradas. Alguna de estas grutas llegó a estar habitada en la prehistoria, como la del Penicial, a quien el pionero del estudio científico del pasado de Asturias, Ricardo Duque de Estrada y Martínez de Morentín, VIII Conde de la Vega del Sella, le dedicó toda una monografía


Son las cuevas, entre otras, de la cultura Asturiense, descubierta por el Conde, cazadores y recolectores preneolíticos que se especializaron en la recogida de moluscos, ideando para ello una famosa herramienta lítica, el pico asturiense, para arrancarlos de las rocas. Sus grandes concheros o montañas de detritus de cáscaras, en donde aparece alguno de estos picos, es su característica más localizable en un momento en el que, por alguna razón cultural, las civilizaciones de su época habrían abandonado el gusto estético por pinturas rupestres y similares


Aparecerían con los más benignos climas tras las últimas glaciaciones, se supone que hacia 9.500 a.C e irían paulatinamente desapareciendo al diluirse en las importantes migraciones de pueblos neolíticos que trajeron la primera cerámica, con los que parece debieron coexistir e intercambiar conocimientos, técnicas, objetos y rituales, siendo llamativo cómo aparecen los primeros toscos recipientes cerámicos en los concheros asturienses, y a la vez, picos asturienses en los túmulos funerarios de las necrópolis neolíticas


Es también curioso cómo, durante las obras del cercano tramo de la Autovía del Cantábrico en 2011, aparecieron tanto nuevos concheros (con un cráneo humano), como algunos más de esos túmulos. Es necesario saber que por entonces la línea de costa estaba unos kilómetros más al norte


Unos milenios después, ya con la playa en este lugar, se habrían dominado ciertas técnicas de navegación y esta habría sido esa ensenada portuaria de la Antigüedad ligada a una antiquísima vía de comunicación, o a dos. Una sería el Camín Real de la Costa (y Camino de Santiago), basado en una más antigua vía romana Ossaron (oyarzun o Irún) a Brigantia (A Coruña o Betanzos), basada a su vez en el gran pasillo cantábrico de su franja costera, y la otra ya citada hacia el interior valle arriba. En su estudio El Valle de San Xurde -El paisaje: la memoria recuperada-, Miguel Menéndez Cárcaba habla de ambas:
"El Camino de Santiago o Camino Real a su paso por este espacio sigue aún manteniendo su trazado original de forma mayoritaria y junto a la vía que va de Cuevas del Mar a Corao (según algunos autores se trataría de la vía usada por las legiones romanas para la ocupación del corazón de los territorios cántabros Vadinienses, desde la costa) constituyen las principales vías de la antigüedad que aún son reconocibles"

El que la flota de Aquitania desembarcase aquí y en otras playas cercanas solamente hubiese sido posible con el buen conocimiento de las mismas para saber esquivar sus bajíos y sortear sus corrientes, peligros de los que ya se sabría por contactos comerciales anteriores y muy antiguos, tal y como revela el famoso Periplo Massaliota de la Ora Marítima de Rufo Festo Avieno describiendo los itinerarios de los navegantes fenicios y tartésicos por estos mares desde al menos el siglo VI a.C.


La arribada y refugio en estos pequeños puertos sería mediante el arrastre de las embarcaciones por la arena a buen resguardo (sobordar) o simplemente aprovechando las pleamares y bajamares. Naturalmente serían lanchas y botes de cabotaje, las embarcaciones mayores habrían de buscar otras ensenadas más grandes para fondear, como por ejemplo la que guarda el promontorio de Cabumar o Cabo de Mar, más a la derecha de esta playa, la de las mencionadas playas de Puertu Pequeñu y San Antoniu


Así como las Tres Marías de la leyenda francesa escapaban de los romanos desembarcando en una playa y refugiándose en una cueva de la montaña, la de la Virgen María haciendo lo mismo aquí de los moros y yendo a la Cueva de Covadonga en la puerta de los Picos de Europa (centro de resistencia primero contra los romanos y luego contra los musulmanes según la tradición y escenario de la famosa batalla) no parece obedecer a una casualidad, sino a antiquísimas tradiciones de viejas rutas marinas y terrestres y llegada y trasiego de gentes a través de ellas, incluyendo refugiados e invasores, por eso se recoge el romance...
«Navegando va la Virgen
navegando por la mar; 
los remos trae de oro 
y la barca de cristal, 
el remador que remaba 
va diciendo este cantar: 
Por aquella cuesta arriba, 
por aquel camino real, 
por el rastro de la sangre 
a Cristo hemos de encontrar

De los acontecimientos sucedidos por entonces en estas costas, dos son las fuentes fundamentales de la historiografía romana para las guerras de Augusto, pues aparte de las esporádicas las sistemáticas son las de los historiadores-cronistas Lucio Anneo Floro y Paulo Orosio. Dado que ambos son bastante posteriores a la contienda, sobre todo el segundo, se conoce emplearon a su vez otras fuentes anteriores de las que recopilaron su información


Después llega la parte de su interpretación y de buscar los escenarios de la lucha según todo el relato, la toponimia y los hallazgos arqueológicos. Así, en su libro Roma contra cántabros y astures, el historiador Eutimio Martino escribe de todo este teatro de operaciones entre el mar y la Cordillera Cantábrica con los romanos trazando improvisadas calzadas para el rápido movimiento de sus tropas:
"Como si aceptasen a la letra el desafío, los romanos, procedentes de Aquitania, lanzan sus calzadas a lo alto de la vasta fortaleza de más de cuatro leguas de fachada que se expande entre el Dobra y el Cares, fachada norte del macizo occidental. Fabulosa maraña de calzadas con la que fue trabada la meseta de Enol, desde la que se sube por Següenco, al extremo poniente, sobre el Sella, hasta que la remonta el río Casaño por La Molina y puente Pompedro, al este. Y más al este aún, por entre Casaño y Cares, al puerto de Ostandi. Calzadas a los puertos, que no tuvieron otro fin que la guerra. Se anudan por el alto en La Frecha (Cangas) y El Reguero (Onís) antes de salir a Comeya, la plataforma central de los puertos. Empalman por bajo, como podemos contemplar entre Demués y Los Gamonedos. 

No hay que olvidar el paso de Las Estazadas con su corte de la roca, cierre del Casaño con el Cares, así como el enlace con la línea del Duje mediante la calzada de Caoro, que se encumbra estratégicamente de Arenas de Cabrales a Portudera, enlace que también se llevó a cabo por la garganta y puente de Pocebos. El gran anillo en torno al macizo, al occidental por sí mismo y al central por acumulación, pues el Cares era inviable, quedaba cerrado. Y se cerró desde el mar.

La Sierra de Cuera y su prolongación, antemural marítimo de los Picos, fue cruzada por las tropas desembarcadas. En el río Las Cabras, los puentes de Cima y Terviña son afirmaciones en piedra de que por ahí, efectivamente, subieron al Alto Ortiguero, divisoria del Güeña y el Casaño. También por el afluente Riensena y el Puerto de Piedrajita, como testimonia la calzada que sale a La Estrada y, pasado el Güeña, a Intriago ("Entrada"). Con ésta enlaza, ya en Cuerres, ya en Llenín, la que sube directamente desde la costa por el arroyo del Collado la Tabla, afluente del Ereba, coincidiendo más o menos con la actual carretera Nueva-Corao. Arribaron así al Güeña y al Casaño, zona base de penetración al macizo.

Los mencionados ríos, el Bedón-Las Cabras y el Ereba, nos han de ilustrar igualmente acerca del desembarcadero, que abarca en consecuencia desde la playa de San Antolín (Posada de Llanes) hasta Cuevas del Mar, en Nueva, enfilando estrictamente el macizo occidental. Brotan calzadas en la misma costa de San Antolín, a poniente de la playa, desde San Vicente, Santa Eulalia, La Moría... Algo más al oeste, dispusieron de buen fondeadero al abrigo de Cabo del Mar en la Playa de San Antonio (Nueva). En la inmediata finca, La Moría, se pueden apreciar más de media docena de aquellos hoyos circulares que observamos desde Peña Corada y a través de los Picos, De aquí sale, por San Jorge, la calzada Nueva-Corao." 

Así, Eutimio Martino interpreta que estas playas entre los ríos Ereba y Bedón serían las del desembarco romano, mientras la flota fondeaba aquí detrás, en Cabumar/Cabo de Mar

En cuanto al desembarco de la Virgen María en esta playa huyendo de sus perseguidores para acogerse a aquellas mismas montañas en Covadonga, este relato legendario encajaría con aquello que escribió el erudito Ambrosio de Morales, en viaje encargado por Felipe II en 1572 para recopilar noticias manuscritos, libros y objetos históricos:

"Una de las cosas que a mí me ha parecido muy notable en todo esto de Covadonga y por aquí, es que aquí fue la furia de la guerra de Augusto César con los asturianos, quando los sujetó, en aquellos mismos años en que nació nuestro Redemport, que parece se habían acogido a la fortaleza natural de Covadonga y sus contornos..."

Así pues, "Covadonga y sus contornos", a donde pasó la Virgen escapando de sus enemigos en Cuevas del Mar, habría sido el centro de resistencia contra los romanos, que se dirigieron allá por este mismo arenal y parecida o igual ruta. De la misma manera la Virgen huiría por aquí de los moros, a los que se hace también frente en Covadonga. Insistimos en que es una leyenda que mezcla épocas y conceptos, pero que como toda leyenda tiene su trasfondo real, unos conocidos puertos naturales y fondeaderos en los que enlazan los caminos de la tierra con los del mar


Y, de la misma manera que se producirán trasiegos de gentes, pescas y mercancías, estas estratégicas calas verían también el desembarco de tropas, al menos desde los romanos a la francesada, desde donde se adentrarían en el interior por el antiguo camino al valle del Güeña por Corao y de ahí a Covadonga y Liébana. Posteriormente leyendas piadosas transformarían aquellas antiguas historias, cristianizándolas con tradiciones marianas


De la tradición mariana que une esta playa con Covadonga existe una versión literaria que transmite el escritor Elviro Martínez en su libro Leyendas asturianas
"En otro romance, recogido por nosotros en Llanes, se di­ce que los moros perseguían a la Virgen para prindarla y llevarla cautiva a Turquía: 
«Por la mar vienen los moros 
que quisiéranla prindar, 
y ella escapa tierra adentro 
mucho lejos de la mar». 
Fue hace muchos años cuando, antes del alba, una joven bellísima, la Virgen, arribó a Cuevas del Mar, en Nueva de Llanes. Una mula ataviada al estilo oriental, que un hom­bre de más de media edad llevaba del diestro, esperaba a la Virgen. De inmediato se inicia la andadura. 
La más hermosa estrella brillaba sobre el Pico de Socam­po, y una aurora plácida anunciaba la mañana próxima lle­na de tibiezas y armonías. Presurosos, dos pescadores acu­dían con sus cañas al hombro para ocupar sus atalayas al repunte de la marca. Y los dos pescadores, porque eran lim­pios de corazón, vieron el cortejo; y oyeron que el hombre que llevaba del diestro al animal dijo a la mujer con acento dulce: 
-¿Aquí, mi Reina? 
Alguien habló en el regazo de la mujer: 
-Suena el mar, madre mía; subamos más. 
Vieron entonces los pescadores que entre los brazos de aquella mujer había una corona de estrellas que alumbraba como el sol y cuyo reflejo alcanzaba y envolvía la parroquia de San Jorge; la Peña de San Antón y los acantilados de Villanueva también se alumbraron. 
Creyeron los pescadores que era un encanto; tuvieron mie­do e invocaron a Santa María diciendo: ¡Ave María Purísi­ma! Pero el encanto no se deshizo. Se arrodillaron apoyando las conteras de sus cañas en las arenas de la playa y, fasci­nados por la corona de cstrcllas, cayeron desvanecidos. Las cañas tenían su sedal con tres anzuelos cada una. 
Se deshizo el encanto cuando la Virgen se envolvió en su manto, ocultando cuidadosamente en su regazo el fulgor de la corona. El sueño de los pescadores quedó envuelto en las sombras. 
Siguen tierra adentro. La estrella que brillaba en el Pico de Socampo había inclinado su disco más a Occidente y proyectaba su luz sobre la falda de la Peñe, mirando hacia Pría. Como siguiendo el curso de aquella luz celeste, los viajeros llegaron a Ruhazón, y por un estrecho y tortuoso sendero escalaron la ladera de la Peñe. Rendido por la fati­ga, a cierta altura, en el lugar conocido por la Valleyona, se detuvo el hombre. Tornando su mirar piadoso, preguntó a la Virgen: 
-¿Aquí, mi Reina? 
Ella desciñó otra vez el manto. Sobre su corazón brilló de nuevo la corona de estrellas con tanta intensidad que todo el paraje se inundó de luz; inclinó su rostro sobre la corona de estrellas que brillaba sobre su corazón y preguntó con cariñoso interés: 
-¿Aquí, mi Rey? 
De nuevo el Hijo hubo de contestar: 
-Aún se oye el mar, madre mía; subamos más. 
Prosiguieron la ascensión. 
La pequeña cabalgadura pasó por la Cruz del Regón. Unos pastores, mañaneros como las alondras, tenían sus apriscos en Joncima. Los pastores, que también eran lim­pios de corazón, vieron que se iluminaba Paraperi con una lumbre maravillosa; el Niño resplandecía como un foco de luz. En el cielo no había otra luz que la de aquella estrella brillante ocultándose detrás del Pico del Sol. 
Despertaron una vieja, astrosa y maldiciente, que aquella noche dormía en los apriscos, y le pidieron explicación de la maravilla: 
-¡Malditos de vosotros -dijo ella- que me habéis qui­tado el sueño! Todavía es noche, nada veo. Estáis locos, pastores malditos. 
Para ver la luz divina se requiere la gracia de Dios. Los pastores, que tenían diafanidad en el alma, pudieron ver con admiración que en aquella amanecida había cruzado derecho a la Paserina una Virgen bellísima sobre una mula que un hombre llevaba del ramal; que la Virgen llevaba en el regazo un precioso niño con una corona de estrellas tan luminosa que alumbraba hasta las borizas de la marina y más allá de la mar. 
Atraídos por una fuerza misteriosa se fueron los pastores en pos de los viajeros, y en pos de los pastores se fueron los rebaños. 
La vieja, porque no veía la celeste luz, se tumbó a dormor maldiciendo de los pastores que le habían turbado el sueño. 
Una muralla de rocas atajó el paso a los viajeros. La estrella brillante se había ocultado detrás de los montes. No había paso practicable para la cabalgadura. Pero también allí llegaba el rumor rencoroso y lejano del mar: Los moros podían ganar la playa y prindar a la Virgen. El hombre vol­vió a hablar: 
-Aún se oye el mar, mi Reina, y no tenemos paso. Entonces la Virgen extendió su brazo hacia la muralla de rocas y dijo: 
-Ábrete, peña dura, y deja paso a mí y a mi mula. 
Tembló la tierra, se estremeció el monte y, desplomándo­se un enorme bloque de roca, abrió un portillo por el que pasó la Virgen para huir del mar  
«De día andando en el monte, 
de noche en camino real».
Llegaron a Covadonga, instalándose para siempre la Vir­gen en la Santa Cueva. 
En la Peñe de Pría, también término de Llanes, a unos setecientos metros de altitud, se ve el Portellín por donde, según la tradición, pasó la Virgen camino de Covadonga, dejando la mula marcadas las herraduras en la roca en el sitio hoy llamado Patada de la Mula. En Caravia recogió Aurelio de Llano este romance: 

Allá arriba hay un portillo

nunca le he visto cerrado,

por allí pasó la Virgen

de vestido colorado;

el vestido que traía

lo trae todo manchado,

que lo manchó Jesucristo

con la sangre del costado 

 En el valle de Piedra había un enorme abismo que, para dejar paso a la Virgen, se llenó con una avalancha de rocas derrumbadas al abrirse el Portellín; y al otro lado del For­cón existe un bloque rectangular de grandes dimensiones, que llaman la cama de Surpedro, en que quedó convertido el lecho de la vieja maldicente"

La Playa Cuevas o Cuevas del Mar, donde la Virgen desembarcó en la leyenda y los romanos en la historia, es en nuestros días un apacible lugar que conforma una preciosa concha de arenas claras y acantilados calizos así descrita en la página de Turismo Asturias:

"... playa salpicada por enormes formaciones rocosas perforadas por el mar que dejan al descubierto cuevas y túneles. Se trata de un paisaje kárstico de gran belleza.

Cuevas de Mar es un arenal muy turístico, con un alto nivel de ocupación, cercano a Nueva de Llanes. Está formado por bolos y arena blanca, registra un oleaje moderado, aunque su baño no es peligroso, y se abre en forma triangular.

Dispone de un amplio aparcamiento, buenos equipamientos y un área recreativa"


Sus cuevas, más visibles en marea baja, constituyen un espectáculo natural y en verano puede ser un lugar perfecto para una zambullida. Comunicada con otras de manera peatonal por la senda costera que recorre el litoral llanisco, los peregrinos que siguen el trazado oficial del Camino Norte pueden desplazarse a ella desde Nueva por la citada carretera AS-340 (sin arcenes) o bien tomar la más larga aunque más tranquila carretera local que desde el Paseo de los Tilos y la Estación de Nueva viene aquí por Obiu y Picones. 


Son, según por donde se elija, dos y tres kilómetros de distancia desde el Camino en Nueva, lo que para quien vaya andando no deja de ser un importante desvío si tenemos en cuenta la vuelta, pero si pernoctamos en Nueva o cercanías y tenemos oportunidad, no dejemos de acercarnos si disponemos siquiera de una tarde o media tarde libre, sin duda merecerá la pena

RECORRIENDO LA PLAYA HACIA SAN ANTONIU: A LA VISTA DE LA COSTA ORIENTAL Y LOS PICOS DE EUROPA


Si nos desplazamos hasta la playa, aquí casi vacía, este será su aspecto al llegar por la carretera local desde Nueva en temporada baja, desde finales de septiembre hasta Semana Santa; pero pronto será un hormiguero de gente, esta explanada se llegará de vehículos y abrirán el chiringuito y los servicios playeros ante la llegada inminente del verano. Aunque, sobre todo si hace sol, cualquier día del año es común encontrarse con gente, paseando, realizando alguna excursión por la senda costera o, mismamente tomando el sol, como vamos a comprobar


Unos troncos a manera de mojones evitan que los vehículos accedan a la misma orilla. Primeramente hay una franja verde vegetal, de hierbas y plantas marinas, muy pisada eso sí, que se mezcla con la arena, a manera de pequeña duna


A nuestra izquierda fluye El Ríu Ereba a dar sus aguas al mar; a su paso por Nueva recibe el Nombre del Ríu Nueva, esta es su ficha en la web de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico:
"El Río Ereba, también conocido como Río de Nueva, es un curso fluvial, que desde su nacimiento, bajo el Pico Cebéu, hasta su desembocadura en el Mar Cantábrico, a través de la Playa de Las Cuevas del Mar, debe recorrer 11,4 kilómetros. Todo su camino se restringe exclusivamente al asturiano Concejo de Llanes. 
La única localidad que atraviesa es la de Nueva, mientras que sus afluentes son todos cortos regueros que bajan de las laderas del estrecho valle por el que discurre., ninguno de ellos de gran entidad. 
Nace este río bajo el Pico Cebéu, con una modesta altitud de 755 metros, en una cuenca de recepción con una vegetación rala de matorrales, casi en el límite con el vecino Concejo de Ribadesella. La ausencia de una vegetación densa hace que la erosión actúe con fuerza sobre el suelo, dejando una compleja red de pequeñas riegas que, incisiones que dibujan algo similar a una espina de pez, mientras se van agregando al cauce principal. 
Cuando desciende, lo hace con la dirección predominante de la ladera, hacia el noreste, para integrase a la dirección del valle, de oeste a este, apenas 700 metros más adelante. Es un valle estrecho, con una anchura de apenas un kilómetro, por cuyo eje desagua el río. Las rocas que lo componen son principalmente las cuarzoarenitas y areniscas blancas de la Formación Barrios, mientras que la alineación de la Sierra de La Cueva Negra, que le impide su paso directo al mar, hacia el norte, se encuentra culminada por calizas rojas de la Formación Alba 
Según va agregando a su caudal el de los pequeños tributarios que bajan de las laderas, va dejando mayor cantidad de depósitos aluviales, sobre los que va situándose una vegetación cada vez más espesa, aunque sin llegar a tener la anchura suficiente como para generar suelos aptos para la agricultura hasta llegar seis kilómetros aguas abajo, donde vira bruscamente hacia el norte, al encontrar una discontinuidad en la sierra que hasta entonces lo enmarcaba, permitiendo su paso. 
Nada más superarla se encuentra con la única población que baña, la localidad de Nueva. Se trata de un pueblo que alberga 582 habitantes, un tamaño grande para la zona y uno de los espacios urbanos más interesantes del municipio. Una gran cantidad de emigrantes partieron durante los siglos XIX y XX a buscar la fortuna en Las Américas, los indianos. Sólo una pequeña fracción volvía tras haberlo conseguido, pero dejaron una profunda huella en forma de grandes casonas y obras públicas que se costeaban con su riqueza, la arquitectura indiana, en forma de hermosos palacetes, así como fuentes, lavaderos o escuelas. 
Desde aquí se dirige, continuando su rumbo norte, bajo la Autovía A-8, estrechándose el paso de nuevo, aunque entre unas paredes que apenas superan los 50 metros de altura hasta llegar a la Rasa Costera. Estas estructuras son fruto de arrasamiento que mares pretéritos llevaron a cabo sobre estos materiales. Se trata principalmente calizas de la formación Escalada, que se disponen en forma de cabalgamientos, en los que los pliegues son tan pronunciados que llegan a montar unos sobre otros de manera casi paralela a la línea de costa. Una vez superadas estas rocas calcáreas, el valle se amplía ligeramente al salir hacia la Playa de Cuevas del Mar, donde desemboca al Cantábrico. Es una playa estrecha, que se encuentra entre altas peñas muy horadadas por el mar, dejando huecos sostenidos por columnas naturales, que le dan el nombre al arenal. Antiguamente se trataba de un puerto pesquero muy activo, con un comercio fluido con Inglaterra, donde se apreciaban sus naranjas y limones como ingrediente fundamental para la elaboración de mermelada."

Aún no hay bañistas pero sí gente que se solaza y relaja sentados en sus sillas plegables tomando el sol mientras admira este prodigio natural, de frente a las cuevas que le dan nombre


Cuevas a izquierda y a derecha y por todos los alrededores; la Enciclopedia del paisaje de Asturias llama a este El Ríu Nueva, y dice de él:
"Río que, tras nacer cerca de la vega de Llames, fluye por el norte de El Llanu de Llamigu; después gira hacia el norte y tras cruzar la localidad de Nueva desemboca en la Playa de Cuevas del Mar. Por extensión, se denomina así también a la cuenca que forma el río, que no es muy frecuente pues lo normal es llamarles gargantas. En él funcionaban los siguientes molinos, desde arriba hasta abajo: La Friera, El molín de Vallina (era de dos aguadas), el molín del Cazador, el del Sacristán, el de Saturna, el del Barandial, el del Patagón, el del Conde (o de Tarugos, se destruyó al abrir la carretera) y El Molinín."

Según acaban las pequeñas dunas hay una franja de cantos rodados que, desde las riberas del río, se extiende de este a oeste siguiendo la forma semicircular de esta concha. Esta es la zona seca de la playa, que no suelen inundar las mareas salvo las de algunos meses determinados 


Poco más allá empieza la arena húmeda, más oscura, y ya más libre de piedras. La diferencia del nivel del mar entre bajamares y pleamares es considerable, una característica familiar para los conocedores del Mar Cantábrico pero que puede sorprender a lo habituados a las playas del Mediterráneo, lo cual puede dar lugar a sorpresas


La marea sube, y baja, lenta pero inexorablemente, y lo que hace una hora o media era un paso franco hacia los pedrales o hacia otro sector de la playa puede quedar inundado y no poderse pasar, a no ser mojándose los pies o, incluso nadando


Ahí a la derecha es el paso de la playa a San Antoniu y Cabumar, por donde vamos a ir nosotros... pero en marea baja


El río, y también las corrientes marinas, depositan estas piedras y, con ellas, numerosos troncos y ramas, además de otros detritus, incluyendo el ocle o algas de arribazón. Justo antes del comienzo de la temporada estival suele hacerse una limpieza general


Cuevas en los acantilados de la izquierda, algunas un hermoso abrigo que también aprovechan los bañistas como refugio natural, extendiendo sus toallas playeras a sol y sombra...


Hasta un poco de trepada libre se puede practicar en la pared del cantil, donde hay una zona  de escalada


Aquí tenemos la playa más en bajamar, como podemos comprobar hay buen paso hacia el sendero que, al otro lado, nos llevará a San Antoniu y El Cabumar


Entre la 'anteplaya' siempre al descubierto y el arenal propiamente dicho, que se inunda en pleamares, hay un poco de desnivel y de bajada, aquí es donde se amontonan los más de los morrillos, cantos rodados o regodones, que arrastran las corrientes


Tendremos que pasar, forzosamente, pisando piedras sueltas, lo que implica seria dificultad no exenta del riesgo de poner el pie en mal lugar y perder el equilibrio, por lo que lo mejor es ayudarse de un bastón 


También podemos dirigirnos al otro extremo de la playa, donde hay una pasarela de madera enfrente del chiringuito, que vemos desde aquí y del que dic La Voz de Asturias del 20-7-2022 lo siguiente:
"... en la misma playa de Cuevas del Mar nos encontramos con una propuesta única en Asturias para comer, cenar o bien tomarnos un aperitivo. Este chiringuito está situado en un lugar privilegiado y es por eso por lo que, además de conocerse por la variedad de comidas que ofrece, también lo es por las maravillosas vistas que ofrece desde cualquier parte del restaurante. Además, este chiringuito siempre tiene un DJ tocando en directo."

Prontamente sin embargo llegamos a la arena húmeda, muy cómoda para caminar, con menos piedras, a no ser en la parte central


A partir de aquí incluso podríamos ir descalzos sin mayor problema, muy cómodos, agradable masaje para los pies


La playa, desierta, maravilla de la naturaleza marina, aquí en bajamar...


Y aquí en pleamar, formando su característica piscina natural


La cuevas del acantilado de la izquierda, subiendo la marea


El mismo lugar en bajamar, fijémonos en la gran acumulación de piedras, al llegar son retiradas, a veces por los propios vecinos y veraneantes


Insistimos en que tengamos presente siempre los cambios de marea si deseamos ir desde el arenal a San Antoniu. Si bien aquí no hay riesgo de quedar 'aislados', pues podríamos regresar por otro camino detrás de la loma de la derecha, o volver al pueblo de Nueva por Obiu, siempre es un cierto disgusto encontrarte el paso cerrado por las aguas


Hoy en día podremos además controlar el flujo de las mareas en un instante gracias a internet, sino tenemos la solución habitual, preguntar a quien sepa, vecinos conocedores del mar, personal de playa y salvamentos si venimos en verano, visitantes habituales familiarizados con pleamares y bajamares, etc.


Más cuevas a la izquierda, en el imponente espolón del extremo del acantilado


Por ellas se introduce el mar, golpeando sin cesar como el 'martillo de Tor' del poeta Celso Amieva, desgastando primeramente las partes más blandas de la roca, perforándolas cada vez más profundamente y, con el tiempo, provocando derrumbes y el retroceso del acantilado y, con él, del litoral, en un proceso de milenios, pero inexorable...


Fijémonos en las formas caprichosas que cincela la erosión y en la policromía de las rocas...


Las oquedades producen un efecto amplificador del sonido del mar que penetra en sus entraña, constituyendo la sintonía natural de fondo de estos hermosos parajes, muy humanizados pero que conservar cierta esencia de agreste e indómito


A estas aún no ha llegado el agua, la mitología quiere ven en ellas refugio de seres del inframundo


El pedregal y el río desemboca ante ellas, refugio improvisado a veces en días de intenso calor


Pero estemos siempre muy atentos a las mareas, no sería la primera vez que un golpe de mar se lleva la esterilla, moja la ropa, la toalla, tira la sombrilla o nos arrebata la bolsa de las meriendas


Los acantilados de la derecha, tampoco muy altos pero suficientes para albergar sus entrantes y salientes, así como alguna pequeña gruta entre ellos


Nos acercamos ahora a uno de los lugares más llamativos de la playa en relación con las formas labradas por el mar y su erosión


Aquí, donde las dos puntas se van uniendo a nuestra vista conforme avanzamos, en los acantilados que tenemos enfrente, aquí a la derecha, se han formado hermosos arcos naturales que iremos viendo mejor según seguimos camino


Solamente podemos llegar bien aquí andando, insistimos, en bajamares, y en este momento la marea empieza a subir, pero aún resta tiempo para que sumerja toda la ensenada


Es, por supuesto, una de las zonas más fotografiadas de la playa y no le quitamos ojo al pasar enfrente, pues según cada posición desde los que los veamos, esos arcos, sus formas y colores van cambiando casi a cada paso...


Este primer es sin duda el más espectacular, por ser el más grande y por la forma de su pilar, que parece querer desafiar al equilibrio, estrechándose mucho en su base


Cada vez que nos acerquemos a la costa, no va a ser difícil de todas maneras encontrarnos con formaciones cársticas de este estilo, con arquerías labradas por la naturaleza, de todas las formas, tamaños y colores... los efectos del 'martillo de Tor' golpeando sin descanso, como recita el poeta


El oleaje, muy fuerte desde finales del verano y todo el otoño, llega normalmente a su esplendor avanzando el inverno, pero al ir acabando este y entrando en la primavera va a ir aplacándose cada vez más hasta que llega el estío, pero también en él pueden producirse grandes olas, resacas y demás fenómenos costeros, por lo que el desgaste es continuo e implacable


Lo adecuado tal vez fuese descalzarse y caminar así por la arena, agradable ejercicio y muy sano, más aún si nos acercamos a donde mueren las olas y sentimos el masaje de su ya débil fuerza de arribada, incluso hasta la rodilla. No obstante no lo hagamos en resacas, cuando su fuerza puede incluso tumbarnos y arrastrarnos, aunque no percibamos un gran oleaje


Y, por supuesto, en verano, es agradable darse un buen chapuzón, contando que hay salvamentos para cualquier posible percance que, si bien es difícil en esa piscina natural, no es imposible, no necesariamente por ahogamiento, sino por algún corte, o caída si ponemos el pie en mal lugar, por ejemplo, así también como duchas, botiquín, y otros servicios playeros, incluyendo el chiringuito a pie de playa para tomar algo e incluso comer, pues buen hambre dan los aires del mar...


Como decimos y recalcamos, cada pocos pasos descubrimos nuevos ángulos de visión y nuevas formas, ahora empiezan a reconocerse también otro arco a la derecha


Observemos asimismo cómo de bien se refleja el acantilado con sus formas y colores en la parte más acuosa del arenal, donde el agua forma una franja encharcada, que no absorbe la esponjosa arena


Hace, efectivamente un efecto de espejo, más o menos imperfecto pero en el que se proyectan a la inversa la pared caliza, el cielo y el mar


El 'arco mayor', con el acantilado de la otra punta al fondo, guardando la cala por el oeste


El arco a su derecha, con sus no menos curiosas formaciones, formando un ocho. Reparemos en cómo va entrando el agua por su suelo y, al otro lado, se agitan las olas chocando contra su base


Y aparece a la derecha un tercer arco, desde el que también se ve al fondo el mar y un poco de pared del otro lado de este acantilado que se alarga como un muro cerrando esta parte del arenal


"Cuevas del Mar sobresale por las numerosas cavidades cársticas que nos esperan en el mismo arenal, las cuales llaman poderosamente la atención al visitante", afirman con razón en la recitada Enciclopedia del paisaje de Asturias, como bien estamos comprobando in situ


Y ahora asoma el acantilado anaranjado del otro lado de la playa, en la boca de esta cala. Reparemos en su base, más socavada y oscura, pues soporta continuamente los azotes del mar


El cantil y su reflejo en la arena mojada, como una acuarela pintada por la naturaleza con el pincel de la luz solar que nos ofrece su gama de colores


La marea, subiendo, es posible que hayamos de regresar por otro lado, bien por Obiu hacia Nueva o a la playa pero por el camino de Los Picones, casería al norte de Obiu y cercana a esta playa


Nos acercamos ya al final de la playa en su extremo más occidental, contemplando el muro pétreo formado por la rasa costera en la rasa costera, aprovechamiento ganadero secular dada la dificultad de los cultivos agrícolas en tan rocoso suelo


Seguimos admirando los arcos del cantil, bajo los que ya pasan las olas a morir en la arena, si bien ganando paulatinamente terreno


Incluso en la roca, por el color, podemos distinguir la zona que cubre la pleamar y la que no


La sucesión de arcos da la sensación de una especie de puente o viaducto, hecho por los 'agentes de la erosión', como se estudia en las clases de Geografía, agua, viento aire... he aquí el resultado de sus efectos


Tal y como antes bajamos ahora subimos una suave cuesta hacia los pedregales y los campos que tenemos a continuación


Seguimos, incluso mirando atrás, contemplando este 'claustro' de arcos entre la arena y el mar, descubriendo nuevas formas y filigranas


El pilar entre los arcos de la derecha, otro desafío al equilibrio de toda su estructura


Un arco más, el cuarto, más pequeño y adelantado a los otros, de los que lo separa una lengua de mar


Todos tienen algún elemento 'crítico' que da la sensación que, el día que se desmorone, hará caer el conjunto, al menos en parte


Sin embargo es posible que aún pasen siglos, o incluso milenios hasta que eso ocurra, de seguir el ritmo actual de procesos geológicos


Últimos metros pues por la arena, en esta pequeña cuesta...


Volviendo la vista atrás tendremos esta inolvidable vista de La Playa Cuevas y su forma triangular hacia la desembocadura del Ríu Nueva o Ereba, cuya cuenca fue antaño de una gran riqueza forestal, según explica la Enciclopedia del paisaje de Asturias, que dice así:
"... en su cabecera permanece aún un bosque grande de haya y castaño. Se halla hoy día muy deteriorada por plantaciones de pino y eucalipto y por la apertura de pistas forestales que no se cuidan o se cuidan mal. Son unos parajes de gran interés cinegético (corzo, jabalí, arcea...) y que albergan también una interesante fauna no cinegética: aves (pito negro, pito picapinos, trepador azul, etcétera), mamíferos, reptiles, anfibios..."

Y vuelta a andar por el pedral de cantos rodados arrastrados en esta franja arenosa, haciendo de frontera con los campos, donde además de hierba crecen todo tipo de brezos, tojos, zarzales, espineras, argañas...


Pisando casi 'en falso', andamos con cuidado estos escasos metros, buscando ya desde aquí paso y camino camperas arriba


Fijémonos en la parte más pisada de la hierba, ligeramente a la izquierda; como referencia podemos tener la ladera rocosa en la que acaba la loma rocosa que hay ante nosotros, pues caminaremos a sus pies


Hay, ocultos por la vegetación silvestre, cierres de palos y alambres para evitar que el ganado pase a la playa, pues más arriba hay pradería de pastos


Aquí está el sendero, la vegetación hace también de cierre pero estemos atentos por si está puesto el alambre del pastor eléctrico, no vayamos a tropezar en él y, si está conectado, sufrir un trallazo


Vamos camino de los prados que hay arriba en aquel collado


Cambiamos drásticamente de paisaje ante nosotros en muy pocos metros, de playa, arena, mar y acantilados a este entorno muy parecido al de un puerto de montaña pese a estar en plena rasa costera


Es un hermoso camino, en un entorno plenamente natural, que nos llevará a El Cabu Mar y la ermita que da nombre al lugar de San Antoniu


Como podemos ver, aunque no hay señalización, lo que tenemos que hacer es, sencillamente, seguir la senda, bien trillada y marcada


A nuestras espaldas, una hermosa vista de La Playa Cuevas, que desde aquí parece 'cerrada', como un corro en medio de la rasa y, al sur, la Sierra la Cueva Negra, que se extiende paralela al litoral, es decir, de este a oeste, del concejo de Llanes al de Ribadesella/Ribeseya


Y de esta manera, vamos llegando a las praderías del pastizal, a partir de aquí podremos empezar a ver rebaños de vacas


A la derecha, los campos de La Cabaña, por donde viene el camino desde Nueva por Obiu y Los Picones. También por ahí el camino, alternativo a este, para ir a La Playa Cuevas si sube la marea, llegando al chiringuito


Sigue el recuesto, pero se camina muy cómodamente pisando este suave suelo de hierba, todo un contraste con los largos tramos de asfalto del Camino de Santiago, sin duda es por eso por lo que no pocos peregrinos se plantean la senda costera como alternativa


Grandes prados abiertos de La Cabaña, allí hay una casería, solitaria, donde acaba la pista de acceso rodado a estos parajes desde Obiu y Nueva


El sendero hace un poco de curva a la derecha y sigue subiendo a los pastos de la rasa 


Nos cruzamos con un rebaño de vacas, las dejamos pasar, camino de la playa, en perfecta fila india, por el mismo camino por el que acabamos de pasar...


Pero, poco antes del arenal, la que va en cabeza toma un desvío a la izquierda...


Y todas las demás, van detrás...


Rumbo a nuevos pastos


Y nosotros, seguimos subiendo, la cuesta se hace ahora un poco más pendiente


Vero ya vemos, próximo, el final de la subida


Más allá de los helechos de nuestra derecha, otra hermosa vista de la pradería de La Cabaña


Más allá, los campos de La Llastrona


La casería y, a lo lejos, algunas estribaciones de la Sierra Cuera, con su cota máxima, La Cabeza Torbina (1.315 m), aunque se ha popularizado el nombre Turbina la forma original es Torbina, y así figura en los estudios toponímicos pertinentes y en las webs montañeras como Mendikat


Arriba, alguien nos observa...


Un par de vacas echadas apaciblemente en el prado otean el panorama y nos ven subir


Alzan las cabezas para vernos mejor, haremos lo posible para pasar sin incomodarlas demasiado


Esta está justo en medio del sendero, al terminar la cuesta


Parece guiarnos por el buen camino, no nos quita ojo...


Mucho se ha escrito y se escribirá sobre la mirada de las vacas, y no nos extraña, transmiten todo tipo de sensaciones y sentimientos


Y, llegando arriba, ya asoman detrás las peña de El Cabu Mar, Cabumar, o el Cabo de Mar del poeta y el martillo de Tor


Detrás, asoman más vacas, todo un rebaño...


Todas apacibles, tranquilas en el prado, llano, por el que pasa el camino, no hagamos movimientos bruscos, esquivémoslas en la medida de lo posible, raro es que hagan nada hostil pero no las alteremos en su plácido rumiar, '¡por favor, no se levanten!'


Ya estamos a la vista del mar en El Cabumar, otras dos vacas miran también para nosotros, cerca ya del acantilado


Seguimos el sendero, siempre bien pisado, aquí formando un poco de barro


Prácticamente y sin pretenderlo hacen para nosotros de hitos camineros y señalizadores. Nos acercamos así un poco a donde están ellas, casi al borde del cantil


Vista al este de la extensa pradería de La Cabaña a La Llastrona, llegando la vista a La Ería de H.ontoria, la parroquia vecina


Ahí vemos el camino que va a San Antoniu desde La Cabaña, el que viene de Nueva por Obiu y Picones, fácil de identificar porque está separado a ambos lados de los prados por sendas alambradas 


En días claros, la vista llega a las sierras planas costeras llaniscas y, más al sur y al este, alguna de las estribaciones más orientales de la Sierra Cuera. Un buen reportaje gráfico de ese camino lo hallamos en Los viajes de Ali Fog 


Más a la derecha de Cuera es la Sierra de Peña Villa, Llabres (698 m) en la zona de El Mazucu, topónimo que rememora una de las últimas batallas del Frente Norte en la Guerra Civil, en septiembre de 1937


En días de sol, las montañas lejanas se ven azules, como el mar. Más a la derecha de Cuera está La Peñe Ibéu, ya en el concejo de Onís, bien al interior de Asturias


Miramos atrás, por donde hemos venido, las vacas no se han movido y siguen echados en el prado tal y donde las dejamos. Más allá reconocemos el camino que va a La Playa Cueva y que podríamos tomar para volver al arenal sino queremos regresar a Nueva por Picones y Obiu. Ese camino forma parte del GR-104, sendero de gran recorrido incluido dentro de la Senda Costera asturiana. Así nos lo explican en Wikipedia:
"El GR-204, conocido también como Senda Costera E-9 ya que forma parte del Sendero Europeo E-9, es un sendero de Gran Recorrido que transcurre por la costa asturiana desde Bustio, en Colombres (Ribadedeva), hasta VegadeoEspaña
Se encuentra señalizado solamente en algunos tramos. Es conveniente en el resto de tramos seguir por el Camino de Santiago de la Costa, que muchas veces se entrecruza con el GR 204. Algunos tramos están señalizados como PR."


Bastante más al sur son Los Picos de Europa con sus dosmiles, las cimas más altas de la Cordillera Cantábrica


Los más altos son Los Urrieles, técnicamente llamados el macizo central, bien visibles con sus neveros. De izquierda a derecha reconocemos La Peñe Castil (2.439 m), La Morra del Carnizosu (2.118 m), El Picu Urriellu (2.519 m), El Neverón d'Urriellu (2.559 m), Torrecerréu o La Torrecerredu (2.650 m), El Picu Albu (2.429 m)... 


Aunque no el más alto el más totémico es El Picu Urriellu, mal llamado Naranjo de Bulnes por un conocido error topográfico del ingeniero de minas Guillermo Schulz. A su izquierda están La Torre Colladetas (2.449 m), La Torre del Osu (2.463 m) y La Torre Carnizosu (2.432 m). En la web Concejo de Cabrales se nos informa del topónimo Urriellu y Urrieles con un artículo de Elisa Villa Otero de la revista del Grupo de Montañeros Vetusta:
"Guillermo Schulz Schweizer fue un gran geólogo e ingeniero nacido en Habichtswalder (Alemania) en 1800. Llegó por primera vez a España en 1826, contratado por una compañía minera que desarrollaba investigaciones en Las Alpujarras. 
Pocos años más tarde, en 1830, el Gobierno español le nombró Comisario de Minas, dando comienzo así a una larga e intensa labor de investigación geológica y minera en suelo ibérico. 
Guillermo Schulz consideró a España como su segunda patria, dedicando con absoluta generosidad todos sus esfuerzos al progreso de la educación, la ciencia y la minería de nuestro país. Fue Inspector General de Minas, reorganizó la Escuela de Minas de Madrid, fue fundador y primer director de la Escuela de Capataces de Mieres, ostentó el cargo de Consejero de Instrucción Pública, levantó los primeros mapas topográficos de varias zonas españolas, elaboró mapas geológicos, hizo estudios mineros, realizó un sinfín de importantísimas publicaciones… Tras su jubilación se retiró a vivir en Aranjuez, donde murió en 1877 y dónde está enterrado. 
A Guillermo Schulz se debe la elaboración del primer mapa topográfico y el primer mapa geológico de Asturias, obras que serían fundamentales en toda la investigación posterior de las riquezas mineras de esta provincia. 
Pero si su nombre aparece vinculado a los Picos de Europa no es tanto por la investigación geológica que en ellos llevó a cabo (mucho menos detallada que en otras áreas que tenían entonces un mayor interés minero), sino por el hecho de haber sido el primero que menciona al Picu Urriellu con el nombre de "Naranjo de Bulnes". 
Lo hizo en la versión de 1855 de su mapa topográfico de Asturias (el sector del mapa en el que aparece el Naranjo está reproducido en el artículo de Odriozola y el libro de Rodríguez Cubillas mencionados en la bibliografía), pero desapareció en ediciones posteriores. 
También aparece en el dibujo del propio Schulz que se muestra en esta página (publicado en el Atlas de 1858), en el que se representa el perfil de los Picos de Europa vistos desde la costa de Nueva de Llanes. 
Mucho se ha especulado después sobre el origen de este topónimo, hoy totalmente introducido. Sin embargo, es más que probable que la denominación "Naranjo de Bulnes" fuese en su origen el resultado de alguna información erróneamente entendida o erróneamente interpretada por Schulz. 
Fue la gran influencia que en todos los mapas posteriores ejerció la cartografía del alemán la que, sin duda, contribuyó a la generalización del término "Naranjo de Bulnes". 
Y han sido las personas procedentes de zonas alejadas de los Picos de Europa y, sobre todo, los montañeros, quienes hemos consolidado tal denominación. Entre los habitantes de los pueblos de los Picos de Europa este término no se había utilizado jamás y siguió sin utilizarse hasta tiempos bien recientes. 
A esta cumbre las gentes de los Picos siempre la habían llamado Picu Urriellu, el Urriellu, o el Picu, aunque hay que admitir que, hoy día, la influencia foránea comienza ya a calar incluso en esos ámbitos locales. 
Como apunta Julio Concepción en su "Diccionario de la montaña asturiana", la voz "Urriello" estaría relacionada con la expresión "Los Urrieles" (denominación con la que también se conoce al Macizo Central). Y ambos términos derivarían de una raíz prerromana relacionada con "altura" o "cumbre". 
Por tanto, podría interpretarse que Urrieles es sinónimo de Picos, mientras que Urriellu lo sería de Picu. Es decir, que el Urriellu sería el pico por excelencia, el pico entre los picos. Así pues, Picu Urriellu es un ejemplo, entre tantos otros, de redundancia, un fenómeno frecuente cada vez que una lengua se superpone a otra. 
A los interesados en rastrear el modo en el que tuvo lugar la introducción del término Naranjo de Bulnes se les recomienda vivamente la lectura del interesante, completo y casi detectivesco estudio presentado por J. A. Odriozola en una conferencia (impartida en 1979) que ha sido publicada en el Boletín de la Agrupación Montañera Astur Torrecerredo..."

Los Urrieles o macizo central son pues las cimas más altas de Los Picos de Europa, siendo sus límites al oeste El Ríu Cares con su famosa garganta, que lo separa de La Peñesanta, Peñasanta o El Cornión (macizo occidental) y, al este, El Ríu Duje, que lo separa, con su valle de Ándara o macizo oriental. Compartimos ahora de Wikipedia:
"Situado entre los valles excavados por los ríos Cares y Duje se halla el macizo Central, sin duda el más agreste y vertical de Picos de Europa. Posee las mayores alturas de los tres macizos, pues 38 de sus cimas rebasan los 2500 m, estando catorce de ellas (curiosamente el mismo número de ochomiles que hay en el planeta) por encima de los 2600 m. Sólo la peña Santa, en el macizo Occidental, entraría en ese grupo de 38 montañas por encima de 2500 m. Si bien es menos extenso que el macizo del Cornión, el macizo de los Urrieles tiene más superficie de alta montaña que el anterior, coronada por el Torrecerredo con sus 2650 m de altitud. Sin embargo, no es en ese punto donde se concentra la leyenda de este macizo en particular y de Picos de Europa en general. Para encontrarlo hay que dirigirse al este, al corazón de los Urrieles, hacia el Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu, auténtico símbolo de la montaña asturiana y lugar donde se han escrito, desde su conquista en 1905, las más bellas páginas del alpinismo español. Sirvan como ejemplos la apertura de la primera vía en su cara oeste, 550 m de verticalidad caliza, por Alberto Rabadá y Ernesto Navarro en 1962, o la vía «Sueños de Invierno», para cuya consecución José Luis García Gallego y Miguel Ángel Díez Vives estuvieron colgados de dicha pared durante 69 días de forma ininterrumpida."
Foto del Picu Urriellu y su entorno al atardecer

Y, dentro de Los Urrieles, del sector en torno al Picu Urriellu Wikipedia dice así:
"Los límites de este espectacular conjunto de cumbres se pueden situar entre el collado de Santa Ana por el sur y la peña Castil en su parte septentrional. Comenzando por el sur destacan los las torres del Tiro Navarro (2602 m), conjunto de tres cumbres la más alta de las cuales es la única que supera los 2600 m. Más hacia el norte, a través de la horcada del Infanzón (2482 m) se encuentran los Campanarios, otra cumbre triple cuya máxima altura alcanza los 2572 m. Al este de este conjunto y a través del jou del Infanzón se encuentra la torre de los Tiros de Santiago y algo más al norte, el Cuchallón de Villasobrada (2416 m). 
El Urriellu o Naranjo de Bulnes da forma, junto con las montañas de su entorno, al jou tras el Picu, un círculo de montañas que deja en el interior un hoyo tan espectacular como profundo. Empezando por el norte siguiendo el sentido de las agujas del reloj aparecen la torre del Carnizoso (2332 m), la torre del Oso (2461 m), el Risco Víctor y, a través de la llamada falsa collada Bonita, la aguja de los Martínez (2422 m) desde donde se desciende hacia la Collada Bonita (2382 m), lugar privilegiado para observar la cara sur del Picu. Siguiendo hacia el sur aparece la torre de las Colladetas (2456 m) y a continuación la Morra, cumbre bicéfala que tiene una altura máxima de 2554 m, lo que le supone ser la cumbre más alta de todas las que rodean, junto con el Naranjo, el jou tras el Picu. La zona oeste del jou tras el Urriellu está cubierto por los Tiros de la Torca (2386 m), antesala por el sur del Picu Urriellu (2519 m), del que parte la Canal de la Celada hacia la Vega de Urriellu. 
Al este de este conjunto sólo quedaría la peña Castil (2444 m), imponente pirámide que marca el fin, por el norte, de las grandes alturas de los Urrieles."

Inmediatamente al oeste del sector del Picu Urriellu se encuentra el de Torrecerredo o La Torrecerredu, que con sus 2.650 m es la cima suprema de Los Picos de Europa y de toda la Cordillera Cantábrica. A su lado están La Torre Labrouche (2.515 m), El Picu los Cabrones (2.558 m), El Picu Dobresengos (2.384 m)...
"Geográficamente este sector se encuentra al oeste del picu Urriellu y limita más al oeste con el río Cares. De norte a sur, comienza con el Murallón de Amuesa que rápidamente va ganando altura hasta configurar las primeras cumbres, como son los cuetos del Trave (2253 m el más alto) y, tras sobrepasar la collada del Agua, el pico de Dobresengros (2395 m). Con el mismo nombre fue bautizada la canal de Dobresengros, vía que parte de las inmediaciones de Caín y que accede, tras salvar un desnivel de 2000 m, a las cumbres más altas de esta área. 
Al sur del pico de Dobresengros aparece, imponente, el conjunto de Cabrones. Primero las agujas de Cabrones (2474 m) y después el pico de los Cabrones (2553 m), bella cumbre de estilizada silueta que, hacia el este, cobija al jou de los Cabrones, zona especialmente árida y lugar donde se encuentran el refugio José Ramón Lueje (2035 m) y el sistema del Trave, un conjunto de tres simas que, con sus 1441 m de profundidad es el más importante de Picos. 
Sin casi descanso se llega al símbolo de esta área, el Torrecerredo (2650 m), techo de los Urrieles y el punto más elevado en muchos cientos de kilómetros a la redonda. Es además un privilegiado lugar para observar el macizo de las Peñas Santas. 
El Torrecerredo está escoltado por dos agujas de nombres singulares, pues de sus paredes se desprenden el Risco Saint Saud (2575 m) y, ligeramente más abajo, la torre de Labrouche (2525 m). Estas cumbres llevan el nombre de dos personajes ilustres de Picos de Europa, el conde de Saint Saud y Paul Labrouche, muchas veces compañeros y descubridores, durante finales del siglo XIX, de muchos de los secretos de estas montañas. 
Siguiendo hacia el sur, pegada a Torrecerredo está la torre Bermeja (2606 m) y, tras pasar la collada Bermeja (2485 m), la torre Coello (2584 m). Girando hacia el este y posteriormente al norte, se encuentra el Tiro del Oso (2576 m) y tras superar la Horcada de Don Carlos (2418 m), el pico de Boada (2523 m). Finalmente, la torre de la Párdida (2596 m), cima que ofrece espectaculares vistas tanto a la cara oeste del Naranjo de Bulnes como a Torrecerredo y, más allá, al Cornión. 
Desde la torre de la Párdida en dirección norte se encuentra el Neverón de Urriellu (2559 m), otro privilegiado balcón desde el que admirar la cara oeste del Naranjo, y el Diente de Urriellu. Más al norte, y tras atravesar la Horcada Arenera, surge el conjunto de Los Albos. En este grupo de alturas destacan el Neverón Albo (2442 m), el cueto Albo (2414 m), el pico Albo (2442 m) y las tres torres Areneras (2445 m la más alta). Desde los Albos, continuando hacia el norte, se recorre la canal de Camburero y, posteriormente, la de Balcosín hasta llegar al pueblo de Bulnes."


Otra foto de ese mismo sector, al atardecer, con los neveros bien visibles. Dado que es la cara norte suelen estar siempre a contraluz cuando luce el sol. Los días más claros suelen ser en invierno y parte de la primavera, cuando es además posible contemplarlos nevados


Más cerca reconocemos bien, ya fuera de Los Picos, El Picu Benzúa (724 m) y la Sierra la Cueva Negra. Las vacas, como nosotros, otean tan bello panorama, acaso pendientes de los cercanos pastos de La Cabaña, donde ven a sus compañeras


Una sucesión de sierras separa el litoral de los valles interiores del Sella y el Güeña, a través de ellos y de los tan mencionados pasos montañosos existen rutas ancestrales, prehistóricas, que fueron vías romanas y luego caminos reales, plenamente vigentes hasta la construcción de las primeras carreteras, entre finales del siglo XIX y principios del XX. Por los puertos de la cordillera enlazaban con la meseta



Paisaje del Cantábrico desde El Cabumar, Cabu Mar o Cabo de Mar, "Punta situada al nordeste de La Puente, al noroeste de Puertu Cerráu y al norte del pueblo de Picones, desde el que se llega fácilmente a ella", informan en la Enciclopedia del paisaje de Asturias, "También se dice San Antoniu Cabu Mar."


Y es que, un poco más al este, en lo alto de aquel promontorio rocoso, se edificó una capilla que sirvió de enterramiento para Ricardo Duque de Estrada y Martínez de Morentín, el Conde de la Vega del Sella, uno de los pioneros de la arqueología asturiana y del estudio de su prehistoria con métodos científicos, historiador, escritor, político y naturalista que sentó las bases de numerosas investigaciones sobre numerosos enclaves arqueológicos y hallazgos de suma importancia, algunos tan determinantes como la cultura Asturiense tan característica de estas costas, acaso la última de especial importancia antes del final de las civilizaciones de cazadores-recolectores y la llegada del Neolítico con la agricultura, ganadería, alfarería, metalurgia...


El sendero parece que se pierde entre prados y peñas, pero tomando como referencia visual dicho promontorio podremos acercarnos sin demasiado problema, ya que nunca lo perderemos de vista



Una alambrada separa los pastos, pero en ella hay un paso, que es por donde vamos a ir hacia dicha capilla o ermita, solitaria sobre dicho cueto rocoso


Si nos fijamos, reconoceremos su espadaña almenada, sin cambaba, rodeada de arbustos y rematada en cruz. En el blog de las Casas rurales de Llanes se nos ofrece de ella esta buena información:
"La Ermita de San Antonio fue construida por los marqueses de la Vega del Sella, para ser enterrados ellos y varias generaciones de su familia. Pertenece a la parroquia de San Jorge de Nueva. 
Ricardo Duque de Estrada que nació en Pamplona en 1870 y murió en Nueva de Llanes en 1941, siendo este personaje uno de los principales prehistoriadores de comienzos del siglo XX, no sólo de España, sino también de Europa. 
La familia Duque de Estrada, a la que pertenecía el Conde, tenían sus propiedades en el concejo de Llanes, abandonadas en manos de administradores, hasta que el Conde vino a estudiar derecho a Oviedo. 
Al parecer estando en Oviedo, resulta que se entusiasmó con Asturias y decidió fijar su residencia en el palacio que tenían en Nueva cuando se casó en 1897. 
Fue un gran benefactor para Nueva, el concejo de Llanes y los concejos limítrofes, impulsando la construcción de carreteras (a veces de su propio bolsillo), el ferrocarril y el teléfono en la zona. 
Se dedicó también a la política, siendo este hombre un hombre demócrata y bastante sencillo a pesar de su origen noble. 
 Las vistas son todo un espectáculo, y varios senderos llevan hasta la ermita de San Antonio donde se puede observar la bonita costa de Llanes y los Picos de Europa."

No hay hacia ella un sendero especialmente marcado desde aquí, aunque sí desde Picones y La Cabaña, como hemos visto, pero el trayecto hacia ella no ofrece tampoco mayor inconveniente ni riesgo de pérdida


En la información consultada en diferentes webs, blogs, guías en papel y en internet, publicaciones y demás artículos se repite constantemente la frase que dice "fue construida por los marqueses de la Vega del Sella, para ser enterrados ellos y varias generaciones de su familia". Cuando lleguemos a ella no obstante nos daremos cuenta del lamentable estado en el que se encuentra en nuestros días


El origen familiar de la estirpe está en la Torre de Estrada, junto a la que pasábamos siguiendo el Camino de Santiago del Norte para entrar en el pueblo cántabro de Serdio, muy cerca ya de Pesués y de Unquera, en el paso a Asturias. Se trataba de un linaje de abolengo de las antiguas Asturias de Santillana que amplió sus posesiones al oriente asturiano con el Palacio de Estrada, cuyas ruinas vimos en la villa de Llanes, y la Torre de San Xurde, junto a la que también pasábamos para entrar en Nueva


Sin duda, Ricardo Duque de Estrada, octavo Conde de la Vega del Sella, quedó muy especialmente prendado de este lugar, desde el que con tiempo despejado llega a verse buena parte del oriente de Asturias, desde El Cabu Llastres a Cantabria y, al sur, la Sierra Cuera, Los Picos de Europa y otras serranías, su principal teatro de operaciones en sus investigaciones históricas y arqueológicas


Varios senderos, hechos por gentes y ganados, esquivan los afloramientos rocosos en dirección a la capilla. Vayamos por donde vayamos habremos de llegar a ella sin problema. El Conde de la Vega del Sella halló en las que fueron sus posesiones un paraje a la vez apartado y accesible a un tiempo, 'escondido' pero a la vez visible y, de gran belleza y evocación


El octavo Conde de la Vega del Sella, si bien de raíz familiar astur-cántabra, como hemos visto, nació en Estella (Navarra), donde había pasado a residir su linaje, si bien mantenían sus posesiones en la zona. Hijo de Ricardo Benigno Duque de Estrada y Bustamante y de Paula Remigia Cirila Felipa Ana Joaquina Martínez de Morentín y Galarza, pasó a ostentar su título nobiliario ya de niño, en 1876, estudiando en Bayona, a donde se habían tenido que exiliar, pues dada la condición política liberal de su padre, eran perseguidos por los carlistas, que llegaron a incautar su casa de Tolosa, en Guipúzcoa


Las convicciones liberales familiares y su educación francesa marcaron su trayectoria y, a pesar de su linaje, siempre mantuvo una actitud contraria al tradicionalismo y alejada del ultraconservadurismo tan común en las clases sociales de la época, no obstante, fallecería en 1941, destrozado personalmente por la Guerra Civil y por la muerte de su hijo, monárquico, por milicianos republicanos, detenido en el palacio familiar de Nueva. Dejando eso sí, tras de sí, una impresionante trayectoria, fundamental para la historia asturiana


El Conde de la Vega del Sella llegó a Asturias para estudiar Derecho en la Universidad de Oviedo, licenciándose en 1892 y casándose en 1897 con Ignacia Samaniego Errazu, con la que pasa a residir en el Palacio de Nueva, controlando las posesiones familiares en la zona, que se encontraba al cargo de administradores de la familia que, recordamos, residía en Navarra. Impulsó la llegada del ferrocarril, del teléfono, carreteras y numerosas obras públicas


Fallecida su mujer a los pocos años, vuelve a casarse en 1901, con María del Rosario de Vereterra y Armada, VII marquesa de Canillejas y grande de España, con la que tuvo seis hijos, siendo el mayor, Ricardo Duque de Estrada y Tejada, el asesinado en la contienda, por lo que un hijo de este heredaría de su abuelo el título del Conde de la Vega del Sella, título otorgado el 31 de diciembre de 1647 por Felipe IV a su antepasado Fernando Duque de Estrada, Caballero de la Orden de Santiago. Dos siglos atrás los Estrada de Serdio se habían unido a los Duque montañeses, apareciendo los Duque de Estrada


Del Conde de la Vega del Sella y su legado hemos hablado abundantemente en nuestras entradas de blog dedicadas al paso del Camino de Santiago por Nueva y, en concreto, por su palacio, pero aquí deseamos adjuntar esta interesante biografía de Alicia Vallina, directora y conservadora de Museos del Estado, que publica en La Nueva España del 19-9-2021 y que nosotros hemos hallado completo en El blog de Acebedo:
"La mayor parte de las excavaciones que realizó el conde de la Vega del Sella fueron costeadas por él mismo, sin ninguna subvención estatal, al igual que tampoco recibió ayudas para la realización de sus trabajos de investigación. Tras el estallido de la Guerra Civil, un grupo de milicianos se presentó en su residencia de Nueva de Llanes, deteniendo al mayor de sus hijos, Ricardo, firme defensor de la causa monárquica, que acabaría siendo brutalmente asesinado. Esto terminaría por enfermarle y aceleraría su muerte, ocurrida el 28 de septiembre de 1941. En septiembre de 2021, se cumplió el 80.º aniversario del fallecimiento de uno de los arqueólogos, botánicos y naturalistas más relevantes de su tiempo. Coleccionista y mecenas, buena parte de su colección fue donada al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y al Museo Arqueológico de Asturias.
El VIII Conde la Vega del Sella, ilustre prehistoriador nacido en Pamplona el 11 de enero de 1870, era el mayor de tres hermanos (tenía dos hermanas menores, Trinidad y María). Provenía de una noble familia de orígenes asturianos y cántabros, de carácter liberal, y perseguida por los partidarios del carlismo, que tuvo que exiliarse en Bayona, donde el joven Ricardo estudió su etapa de Primaria en el colegio Saint Bernard. Allí se despertó su interés por las Ciencias Naturales, por la Historia y por la Arqueología, materias enormemente relevantes en la formación académica de la Francia del último tercio del siglo XIX y que Ricardo cultivará durante el resto de su vida. El padre de nuestro protagonista, Ricardo Benigno Duque de Estrada y Bustamante, falleció en Bayona en 1876 sin poder regresar a España, algo que hará toda la familia tras la definitiva derrota de los últimos vestigios carlistas. Se instalan entonces en San Sebastián, donde Ricardo obtuvo el título de Bachillerato.  
Así, con apenas 18 años, se trasladó a Oviedo para iniciar la carrera militar, que luego no continuará pues se inclina por estudiar Leyes, licenciándose en 1892 en la prestigiosa Universidad de la capital asturiana. Enamorado como estaba de toda la región, decidió establecerse en la localidad de Nueva de Llanes tras contraer matrimonio, el 2 de enero de 1897, con Ignacia Samaniego Errazu, quien fallecería el 20 de septiembre de 1900. Su familia, de raigambre en la zona, poseía un hermoso palacio edificado en el siglo XI (de esta fecha solo se conserva la llamada “Torre de los Aguilar de San Jorge”) y que había pertenecido hasta el siglo XVII a la familia cántabra de los Estrada, nombrados condes de la Vega del Sella a partir de entonces. Allí creó un extenso jardín con una enorme variedad de plantas y árboles frutales que le servirán para desarrollar sus estudios sobre botánica. Durante este tiempo, Ricardo se convirtió en el principal benefactor del desarrollo económico de la comarca llanisca, contribuyendo a la financiación de obras públicas, de la línea telefónica e incluso del ferrocarril. Tras la muerte de su primera esposa, volvió a casarse, el 26 de agosto de 1901, con la VII Marquesa de Canillejas, María del Rosario de Vereterra y Armada (grande de España e hija del marqués de Gastañaga y Deleitosa), con quien tendrá seis hijos. Ricardo intervino entonces en política, llegando a formar parte del Partido Conservador y siendo diputado por el distrito de Llanes-Cangas de Onís, vicepresidente y presidente de la Diputación Provincial de Oviedo y senador por esta provincia en 1914.

Con el paso del tiempo, Ricardo Duque de Estrada se instaló en Madrid, convirtiéndose en uno de los miembros más destacados de la intelectualidad de la época y desempeñando cargos de especial calado, entre los que destacaron el de presidente de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria, presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural y profesor honorario del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Así, el origen de la actual colección de Prehistoria del Museo Nacional de Ciencias Naturales, de cuya creación se celebra este año su 250.º aniversario (1771-2021) y formada por cerca de 23.000 bienes culturales, se originó con buena parte de los ejemplares obtenidos y donados a la institución por el propio conde. En este contexto se crea, en 1912, la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (dependiente de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, JAE), con sede en el museo, una de las instituciones más relevantes encargadas de la promoción y difusión del estudio de la Prehistoria en nuestro país y que contó con la participación de nombres como el del propio Ricardo, Eduardo Hernández-Pacheco, Enrique de Aguilera y Gamboa, marqués de Cerralbo (artífice del museo madrileño que lleva su nombre) y los arqueólogos Hugo Obermaier, Paul Wernert o Henri Breuil.  

El resultado de su labor fue el descubrimiento de un buen número de yacimientos prehistóricos, principalmente en la zona cantábrica, cuyos materiales enriquecieron las colecciones del museo, además de la edición de varias memorias donde se recogieron los relatos de dichos hallazgos. De este modo, el conde de la Vega del Sella descubrió, estudió y publicó (costeados por él mismo) varios trabajos sobre la cueva del Penicial (descubierta por él en 1911, con restos de industria lítica en cuarcita toscamente labrada y a cuyo estilo denominó “Asturiense”), sobre la cueva del Cuetu la Mina (Posada de Llanes) en 1916, sobre la cueva de Morín (Villascusa, Cantabria) en 1921 o sobre las cuevas de Riera y Balmori (también en la zona de Llanes), en 1930. 

Así, las investigaciones del conde de la Vega del Sella resultarán esenciales para establecer la secuencia cultural del Paleolítico cantábrico, estableciendo claras relaciones con el Paleolítico francés. Ricardo Duque de Estrada destacó también en la realización de varias monografías sobre la climatología peninsular durante el Paleolítico Superior, sobre el dolmen de la capilla de San Cruz (en las inmediaciones de Cangas de Onís) y donde está la lápida histórica que señala su edificación por el rey Favila o los estudios geológicos y climatológicos del Pleistoceno. Gran amante de la tierra asturiana, a la que sentía como suya, siempre pasó sus veranos aquí, continuando sus estudios sobre Prehistoria en San Román de Candamo o en la cueva de la Paloma (valle de Las Regueras). Su enorme capacidad de trabajo y su inteligencia y humildad en el aprendizaje le convirtieron en uno de los más importantes estudiosos de la Prehistoria española, otorgando a la labor científica valor, prestigio y honestidad investigadora."


Las formaciones cársticas imperan por doquier pero hay suficiente hierba para pastos hasta el mismo borde el acantilado


Mirando atrás, al oeste, los acantilados de Pría, los más occidentales del concejo de Llanes


Vemos la bocana de La Canal, estrecha hondonada entre acantilados verticales paralelos donde se encuentra la diminuta cala arenosa de este nombre, al norte de Villanueva, uno de los pueblos de la parroquia


Por esos campos de la rasa continúa la senda costera, pasando a la vista del Jorcáu o H.orcáu Cuevas, por los acantilados de Rotellas


Entre la bruma, la costa riosellana


Se reconoce perfectamente bien el Sueve o Puertu Sueve con los 1.161 m del Picu Pienzu como cumbre más alta y perfecta de identificar, otra muy buena referencia visual que tendremos constantemente pasando del oriente al centro de Asturias


A la derecha, su prolongación hacia el mar, la Sierra del Fitu, cuyas estribaciones más orientales llegan a la costa de Vega, Berbes y Caravia, paso del Camino de Santiago


La gran estructura cónica del Sueve llamaría siempre la atención de los viajeros de antaño tanto por tierra como por mar. Próxima a la costa, esta serranía constituye un gran desnivel de altitud en poca distancia respecto al nivel del mar, sin embargo no tanto como a veces aparece en determinadas guías, "la mayor del mundo", de España o de Europa, según cada autor. Pero sí es un verdadero hito en el tránsito del oriente al centro de Asturias, el cual veremos a lo largo de varias etapas camineras


Nosotros seguimos avanzando en dirección este acercándonos a la capilla de San Antoniu


El otero pétreo donde se halla es siempre fácil de reconocer en lontananza, dado que es el más prominente en la franja más cercana al acantilado


Cuando crece la hoja de los arbustos su espadaña almenada queda más oculta, pero el 'moño' vegetal es perfectamente visible y nos oriente sobre el camino a seguir en estos peñascales


Formaciones geológicas en la línea de costa, pequeñas peñas afiladas, protuberancias, depresiones, hoyos formados por la erosión del aire y del mar, que azotan 'las costas de Tor'


El sendero parece que a veces 'se pierde' en estos vericuetos pero siempre, vayamos por donde vayamos, se pasa más o menos 'bien', pero sigamos siempre la parte más pisada y libre de piedras y vegetación, y atendamos a donde pongamos el pie, al veces se oculta algún pequeño hoyo...


Poco a poco, al principio de manera casi imperceptible, empezamos a subir...


Los afloramientos rocosos forman alineamientos en la superficie paralelos a la línea de costa, haciendo una especie de pasillos entre ellos, a manera de caminos


Por aquí a la izquierda se vislumbra un paso más libre de piedra, buscando el paso más cómodo hacia el santuario


Seguimos tanteando, por aquí tal vez mejor un poco a la derecha. Cada caminante irá viendo por dónde le conviene más y parece mejor


El ermitaño promontorio siempre ante nosotros, él es nuestro guía y, insistimos, no tiene pérdida


Es "la soledad de San Antonio allá en su ermita", proclama Miguel Bueno Jiménez en su blog Piedra, "Las mozas de hoy en día no vienen a rogar por el príncipe de sus sueños",  pero cuando lleguemos allá comprobaremos que el mismo santo parece haberla abandonado


Otro buen paso ahora pradería adelante, aunque poco más allá volverá acaso la sensación de caminar por 'campos minados', intentando pisar bien y no tropezar en algún canto, meter el pie en algún agujero o pincharnos con alguna planta espinosa


Esquivamos los roquedos más puntiagudos y volvemos de nuevo la vista al sur, hacia La Cabaña y Picones


Allí tenemos el cruce de caminos: de frente se va a Picones, Obiu y Nueva y, a la derecha, al chiringuito de La Franca. Es el recorrido del GR-204, al fondo, otra fantástica vista de Los Urrieles


En esta foto el mismo día, al atardecer, nublado y sin contraluz, reconocemos, poco más allá del cruce, una vista de las casas de Picones con El Llanu Nueva (245 m) detrás, a continuación La Sierra La Jaya o H.aya (366 m) y al final llegamos a ver no solamente Los Urrieles, sino también y a la derecha, el macizo occidental, El Cornión o La Peñesanta, que es el nombre asimismo de su cota cimera, de 2.596 m de altitud


También están ahí La Torre del Torcu (2.452 m), La Peña la Cabra Blanca (2.320 m), La Peña la Cabra Blanca (2.320 m), Torres de Cebolleda (2.429 m), La Torre Santa María (2.486 m), La Torre la Canal Parda (2.353 m), La Torre los Traviesos (2.385 m), La Torre los Cabrones (2.290), La Torre la Robliza (2.248 m), La Torre Piedras Lluengas (2.294 m) y otras cimas y picachos, cuya altura y, a veces, denominación, puede varias de unas fuentes a otras


Peña Santa, Peñasanta o La Peñesanta (izquierda) y La Torre de Santa María dominan la escena; si bien no son tan altos existe un cantar que dice:
Altos son los Picos Urrieles
altos son, qué maravilla
más alta é La Peñesanta
que se ve toda Castilla

A la Torre de Santa María uno de sus accesos más comunes es por esta su cara norte, por El Corredor del Marqués, que hace referencia a Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa, aristócrata que fue uno de los grandes enamorados de Los Picos de Europa, quien impulsó su declaración como el primer parque nacional de España, en 1918


Estos picos, con buen acceso por el valle de Covadonga, son los que veremos muy en la distancia desde lugares altos, pero bastante alejados, del centro y occidente de Asturias. Esta es La Peñesanta, el pico más alto del Cornión. También se la llama La Torre Santa, siendo común que también puedan existir diferentes denominaciones según cada pueblo vecino o, que diferentes transcripciones hayan dado lugar a ciertos galimatías. Adjuntamos como ejemplo lo que nos cuenta Wikipedia al respecto:
"La Torre Santa, con sus 2596 metros, es el pico más alto del Macizo Occidental de los Picos de Europa o Cornión, en la provincia de León en la cordillera Cantábrica. La primera ascensión conocida fue realizada por el francés Paul Labrouche, François Bernat Salles y Vicente Marcos el día 4 de agosto de 1892. 
Frecuentemente aparece en la cartografía con el nombre desaconsejado y erróneo de Peña Santa de León que además genera confusión con otras "Peñas Santas" como la Peña Santa de Enol o Torre de Santa María (Asturias, 2486 m s. n. m.) 
Para zanjar la discusión acerca de su nombre correcto es preciso tener en cuenta que en los valles de Sajambre y Valdeón suelen emplearse los términos "Pica", "Pico" y "Peña" para montañas de menor entidad. Las grandes cumbres de los macizos Occidental y Central reciben todas ellas el nombre de Torres (p.e., Torre Cerredo, Torre del Llambrión, Torre Bermeja, Torre del Friero y, por supuesto, Torre Santa). Por otro lado en la obra de Pedro Pidal y José F. Zabala: Picos de Europa. Contribución al estudio de las montañas españolas1​ publicada en 1918 se puede comprobar como Gregorio Pérez el Cainejo denomina a esta montaña Torre Santa y utiliza el nombre de Peña Santa para referirse a la de Enol. Este libro recoge la ascensión que realizaron Gregorio Pérez Demaría y Pedro Pidal a esta montaña dos días antes de la primera ascensión al Picu Urriellu (también conocido como Naranjo de Bulnes en la cartografía montañera)."


Se sostiene, como en otros lugares de la Cordillera Cantábrica, desde El Bierzo a Peña Sagra, que aquí pudo haber sido el Mons Vindius o 'Monte Blanco' "al que antes subirán las aguas del mar que no las armas de Roma", de las guerras de cántabros y ástures contra romanos. Diferentes cronistas transmitieron tradiciones al respecto, así como sobre la resistencia contra los árabes. Varias rutas comunican, al otro lado, con la Liébana


Mucho más cerca e inconfundible, el ya citado Picu Benzua y aquí abajo mismamente La Cabaña con su cruce de Caminos: Picones-La-Franca-San Antoniu (GR-204)


Y ya que hemos vuelto a hablar del Picu Urriellu tenemos que decir que de él también existe el dicho "¿Por qué me llamáis naranjo si fruta no puedo dar?, que me llamen Picu Urriellu, que es mi nombre natural". He aquí otro gran paisaje de Los Urrieles


Una vez más su silueta destaca sobre las demás pese a no ser la más alta, se dice que su forma prominente y especialmente esta su cara norte ha hecho de ella la montaña más emblemática de Asturias en incluso de las más de toda España. Su primera escalada fue efectuada por el citado Pedro Pidal, acompañado por el pastor de Caín Gregorio Pérez Demaría, El Cainejo, el 5 de agosto de 1904, cuyas nietas María Isabel Pérez Pérez y Teófila Gao Pérez, primas entre sí, serían las primeras mujeres en escalarlo, y sin cuerdas, la primera el 31 de julio y la segunda el 6 de agosto de 1935


Cierto es que el peregrino, que suele llevar muchos kilómetros a sus espaldas al llegar a Nueva de Llanes, y más que le aguardan, no dispone ni de tiempo ni de fuerzas para verlo todo ni visitarlo todo, y menos aún para andar desviándose continuamente de su ruta para hacer pequeñas excursiones. Pero si está bien de tiempo y fuerzas, máxime si pernocta en Nueva o alrededores, ha descansado y dispone por ejemplo de una o media tarde libres, esta a Cuevas del Mar y San Antoniu Cabumar puede ser especialmente recomendable sin duda


Antes aún del Mons Vindius este podía ser el "septentrión nevado" del Periplo massaliota escrito por Eutímedes de Massalia en el 530 a. C. en base a las navegaciones fenicias y tartésicas de las rutas del estaño, que recoge el poeta del siglo IV d. C. Rufo Festo Avieno en su Ora Marítima. A partir del siglo XVI se generaliza la denominación de Europa para estas montañas, acaso por poder verse desde muy mar adentro. Volvemos a consultar la Wikipedia
"En el año 1530 el historiador Lucio Marineo Sículo las denominó ya Rupes Europae. Ambrosio Morales, cronista de Felipe II, las cita en 1572 como Montañas de Europa. Fray Prudencio de Sandoval, en 1601, las llama Peñas o Sierras de Europa, al igual que el portugués Rodrigo Méndez Silva, el benedictino Gregorio de Argaiz, el jesuita Luis Alfonso de Carballo y el también monje benedictino Francisco de la Sota.​ 
Existen numerosas teorías sobre por qué recibieron su nombre los Picos de Europa. Tradicionalmente se ha asociado el origen de su toponimia al hecho de que supuestamente era la primera tierra europea que los navegantes divisaban al venir de América, aunque este supuesto no es compartido por muchos estudiosos. 
Otras hipótesis sugieren que la denominación viene por la sorpresa que para los visitantes de la península ibérica suponía encontrar estos enérgicos farallones calizos en los confines de Europa, o que fue acuñada por los peregrinos centroeuropeos que hacían el Camino de Santiago, que habrían llamado así a estas montañas por su parecido con los Alpes. 
Sea como fuere, la realidad es que se desconoce a ciencia cierta la razón, máxime si se tiene en cuenta que los habitantes de las comarcas próximas las llaman simplemente Picos."

Otra foto del atardecer en Los Picos y sin contraluz, son los últimos rayos del sol en las cumbres de La Peñe Castil y La Torre Carnizosu


La espadaña de la ermita se oculta al empezar el último recuesto antes de llegar al alto, pero avanzamos directos y con buen paso por los espacios herbáceos entre el roquedo calizo


Y ahora admiramos una hermosa vista de la costa más occidental de Asturias, que puede llegar mismamente a los confines de la vecina Cantabria


Aquí abajo, entre cabos y cantiles, están las playas de El Puertu Cerráu, cerrada desde tierra por los acantilados, San Antoniu, a donde baja un ramal desde el camino que viene de Picones, y Salmoreda o Salmoriera, también accesible. Podemos encontrar algunas fotos en el blog de montaña y senderismo caminaresdejosua


Un poco más allá un arco natural, La Puente del Lloréu, al norte de H.ontoria. En la distancia, las antenas de un monte (a la derecha de la foto) identifican al Llanu la Cuesta (135 m), en La Cuesta Niembru, con El Castiellu (108 m) a su izquierda, sobre La Punta Pistaña, cabo entre La Playa San Antolín y La Playa Torimbia


Seguidamente se divisa el cabo más saliente, La Punta Prietu, paso a La Playa Toranda, al norte de Niembru. En la lejanía el amesetado monte El Llanu (204 m) ya en Pechón y al norte de Unquera y Pesués, en Cantabria


Incluso entre las brumas reconocemos efectivamente una parte de la costa cántabra Por El Sable Merón, gran playa al este de San Vicente de la Barquera, llegando la vista a las casas de Oyambre e incluso más allá, hacia la zona de Comillas, Cóbreces y Caborredondo al menos


Vamos subiendo escalonadamente los últimos metros...


Volvemos a ver las almenas y cruz del campanario


Y en un par de zancadas estamos arriba...


Y aquí tenemos el campo de la ermita de San Antonio, panteón de los Condes de la Vega del Sella, en un rellano que es atalaya del mar y la tierra


Rodeada de arbustos, aquí sin hojas, que la protegen de los fuertes vientos, "encontraron los condes de Vega del Sella el lugar ideal para su eterno descanso. Y puedo entenderlo. Aquí levantaron una sencilla ermita que guarda las tumbas de varias generaciones de la familia", dice el fotógrafo Alejandro Braña en su web Asturias por descubrirHemos de decir, eso sí, que las fotos que publica de la ermita a fecha 19-3-2013, esta está en un estado mucho mejor que el que vamos a encontrar en su interior


Aunque hay algún roquedo, el rellano del campo de la ermita está más libre de peñascos en la superficie y caminamos sin problema y en recto. Vemos que el ganado aprovecha también la protección de esta arboleda en torno al santuario


Y es que el lugar es efectivamente un gran mirador en torno a los cuatro puntos cardinales pero también expuesto a los cuatro vientos. Eso sí, en días mínimamente apacibles es un enclave que invita al sosiego y a quedarse contemplando estas maravillas de la naturaleza


Aunque no haga viento esta ha modelado y dado forma al ramaje de los árboles, de tanto ser azotados por el vendaval


De guarecerse aquí el ganado este ha levantado la hierba y hay algo de tierra suelta, que se transforma en barro cuando llueve


La ermita es sencilla y está orientada con su puerta, cerrada por una verja, al oeste-suroeste. la única concesión ornamental al exterior son las referidas almenas de la espadaña del campanario, este con un pequeño hueco para una sola y pequeña campana (ahora inexistente) y rematada en una cruz


Nos acercamos pues a su portada, sin filigranas y solamente con un arco rebajado estilo carpanel


El estado del interior es desolador, esperamos que cuando vengáis pueda estar algo adecentado, en el suelo hay algunas tumbas de la familia, así como nichos en las paredes como es lo propio en una capilla-panteón. Tres ventanucos laterales a cada lado, dos de ellos en la sacristía, proporcionan luz natural al interior, lo mismo que la portada, sin puerta de cierre aunque sí con verja como hemos visto


Sí se conserva un retablo, en no buen estado. A la izquierda es la puerta de la sacristía


El retablo sí presenta decoración aunque está en avanzado deterioro. Preside el altar un Cristo crucificado y, a sus pies, una imagen de San Antonio, el santo patrón de la capilla, que vemos es San Antón Abad, el protector de los animales, fácil de reconocer por el pequeño jabalí que le acompaña, que en realidad es jabalina, pues dice tradición la acercó al santo suplicante acompañada de sus jabatos, que estaban ciegos y a los que San Antonio curó, devolviéndoles la vista. El animal lo acompañó fielmente desde entonces, defendiéndole de cualquier alimaña que se le acercara


Y ahora vamos a dar la vuelta a la capilla, oteando el paisaje y todo el inmenso panorama que se contempla


Al este, la costa más oriental hacia H.ontoria, Villah.ormes, La Cuesta Niembru


Una sucesión de cabos y puntas, entrantes y salientes, que guardan pequeñas calas, algunas arenosas, formando pequeñas playas. Las más grandes de este sector hasta La Punta Prietu son las reseñadas de San Antolín, Torimbia y Toranda y, aunque pequeña, habríamos de citar la de Gulpiyuri, al norte de Naves cerrada por tierra al mar pero comunicada subterráneamente, portento de la naturaleza a la que también le dedicamos una necesaria entrada de blog


No llegamos a ver las también mencionadas playas que tenemos aquí al pie, la más grande, accesible y visitada la de San Antoniu, pero para ello os recomendamos los blogs antes citados


De la capilla vemos su muro meridional con sus ventanucos, el tejado es de teja árabe con cubierta a dos agua


Y ahí asoman las paredes del acantilado


Y ahora, pasamos a la parte septentrional de la capilla y su campo, mirando en dirección oeste


Aunque ya hayamos hablado también de esa zona de costa es posible que nos percatemos mejor de algunos detalles más


Vamos, para ello, a acercarnos un poco más al borde del cantil, ¡pero no demasiado, prudencia! que tampoco hace falta


Las mismas peñas hacen de murete como señalándonos que no nos acerquemos más


Más allá de La Canal y Espines llegaremos a divisar los campos de La Bramadoria o El Bramadoriu. Incluso en fuertes temporales de mar picada podríamos ver sus imponentes chorros de agua saltando al aire muchos metros, mismamente incluso oírlos si el viento es favorable


En medio de esta foto es El Monte Corveru con sus imponentes acantilados, que cierra al otro lado la desmbocadura del Sella. A su izquierda reconocemos el arenal de La Talaya o L'Atalaya, en Ribadesella/Ribeseya con La Punta Caballu. A su derecha es El Monte Somos con La Punta'l Pozu y La Punta Covachera, que guarda la bahía del extenso arenal riosellano de Santa Marina


Ahí está el faro y en sus cantiles las pisadas de los grandes reptiles del jurásico señalan que comienza la Costa de los Dinosaurios. Justo después es La Punta los Carreros, que al otro lado guarda La Playa Vega


Y en lontananza, El Cabu Llastres se adentra unos cuatro kilómetros hacia el mar, al norte del concejo de Colunga


Y con el Sueve y Cueva Negra siempre bien a la vista podríamos seguir recorriendo estos parajes de El Cabumar o Cabo de Mar antes de regresar, bien a Nueva bien a La Playa Cuevas, y retomar el Camino de Santiago poniendo rumbo a Pría, la última parroquia del concejo de Llanes en esta ruta jacobea costera por Piñeres y Silviella






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