El Vau: la ría con la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores de Barru y el pueblo de Niembru |
El Ríu Calabres forma en su desembocadura la Ría de Barru o El Vau (del latín vadum, paso del río) antes de desembocar en el mar, conformando uno de los puertos naturales de la costa llanisca, en el oriente de Asturias, abrigo de lanchas que en tiempos fue puerto pesquero y comercial de cierta entidad (si bien supeditado al de la villa de Llanes) por el que llegaron a exportarse naranjas en los tiempos en que Asturias fue gran productora y exportadora de cítricos a Francia e Inglaterra
El Vau en bajamares |
El puerto, como gran parte de los antiguos, era la misma arena en la que varaban las embarcaciones durante las bajamares, otras veces estas serían sobordadas o arrastradas a tierra firme
La marea, en pleamares, reflotaba barcas y barcazas y les permitía salir a mar abierto, así como entrar a las que esperaban ante la bocana del estuario. En este lugar, cuando a finales del siglo XVIII Barru se constituyó como parroquia independiente de la de Celoriu y su monasterio de San Salvador, se construyó, aprovechando un promontorio rocoso, El Cuetu los Barcos, la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores con su cementerio, conformando con su cementerio una bellísima estampa, de las más fotografiadas del litoral asturiano
Aquí, fue donde el gran poeta Celso Amieva quiso enterrarse, en la queridísima tierra que él llamaba en sus versos Cadexana, la casa de la xana, la ninfa, un bello y mitológico topónimo
Zagal si es que en villa mueroque no me entierren en Villa.Entiérrenme en Cadexana,camposanto de la ría
Enfrente de la iglesia está Barru, la cabeza de la parroquia, al otro lado de la ría, cuyo topónimo no parece dar lugar a equívocos viendo estos fangos de las bajamares
A Barru llega, viniendo del este, de la Playa Barru o L'Arenal, la carretera LLN-11, que ha sustituido en este tramo, entre el barrio de Las Barcas en Celoriu (Playa Palombina) hasta la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores de Barru, al desaparecido Camín Real de la Costa, la cual es por donde está señalizado el trayecto oficial, si bien nosotros hemos optado por un muy corto pero a nuestro entender tramo alternativo, cercano y paralelo por las playas de Borizu y Troenzu
«En esta nueche de bruxas / venimos a conceyar. / ¿Quién de nosotras sedrá / la que'l juebu va a llevar?». Con estas palabras iniciará esta noche la bruxa mayor de Barru, en Llanes, el conjuro que dará paso a la «Quema de Bruxas». Eso sí, antes, las enviadas del averno perseguirán a todos los presentes por todo el prado de la fiesta y repartirán escobazos y maldiciones a partes iguales. La «Quema de las Bruxas» es, quizá, la fiesta más original de cuantas se celebran en la comarca oriental de Asturias. En ella, un grupo de vecinas y vecinos de Barru, transformados en «bruxas» participan en un singular aquelarre, en el que no faltarán las calderas con pócimas.La celebración de «Las Bruxas» comienza a las nueve de la noche, aunque no será hasta las diez y media cuando comience el conjuro, que terminará como suele: «¡Viva el ruidu y el jolgoriu! / ¡Viva la sidra y la fiesta! / Viva San Roque y el perru! / ¡Muerra la bruxa na joguera!». Entonces empezarán las carreras y los escobazos, que sólo concluirán con la quema. Eso sí, después continuará la verbena hasta altas horas de la madrugada"
"Llegaron de forma fugaz. En tropel. Repartiendo escobazos a diestro y siniestro y espetando maldiciones a los que tenían más cerca. La de la quema de bruxas en Barro es una tradición que se remontan en el tiempo en esta localidad llanisca y que sus vecinos mantienen muy viva. Esto la hace ser una de las celebraciones festivas más llamativa de cuantas tienen lugar en el Oriente asturiano.Una treintena de bruxas cubiertas con túnicas y con el rostro oculto con máscaras irrumpieron anoche en el práu de la fiesta asustando a los cientos de asistentes que no querían perderse detalle. Tras unos minutos las hechiceras representadas en su mayoría por jóvenes del pueblo, aunque también había alguna mujer formaron un gran círculo en dentro del que la nigromante principal recitó un conjuro para proceder instantes después a la quema de un muñeco que simboliza la bruxa mayor, para después volver a dispersarse entre la multitud de curiosos a los que golpearon con sus escobas"
"La localidad llanisca de Barro celebró ayer el día grande en honor a San Roque, pero el pueblo se había visto colapsado en la jornada de víspera con motivo de la escenificación del rito de la 'Quema de las Brujas'. Más de un millar de personas, algunas llegadas en tres autocares provenientes de Oviedo, Gijón y Cangas de Onís, llenaban la grandiosa finca de Jaces, donde en torno a un fuego central se formó un aquelarre de 34 arpías que más tarde, hasta la suelta del chupinazo, la emprendían a escobazos con los allí congregados.
La fiesta del día grande comenzaba ayer con una visita de los gaiteros al camping de Sorraos, lugar desde el que salió un ramo de pan artesanal a hombros de Borja Fernández, Nacho Inastrillas, Chechu Diego y Javier Fernández. De regresó al pueblo, se formó una comitiva camino de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores.
Abría camino el enorme pendón de Barro, una tela dos veces centenaria en manos del entusiasta Joaquín de la Vega 'Chocolate'. Tras él marchaban el gaitero Julián Herrero y el tamboritero Paco Cue, llegados desde la vecina Balmori, y a su estela se situaba el estandarte de San Roque, trasladado por el joven Rodrigo Pérez Marcos.
Del pueblo apareció otro ramo y junto con el que había llegado del camping eran los encargados de abrir paso a más de medio centenar de niñas y mozas vestidas de llanisca, quienes cantaban y batían con salero sus panderetas al ritmo de un tambor que, desde hace 40 años, viene tañendo Ramón Fernández.
El cortejo, que parecía interminable, continuaba con la Reliquia de San Roque, llegada desde Llanes. Se trata de un trozo de la tibia del santo que en el año 1925, con títulos y autenticaciones papales, traía desde Roma el matrimonio llanisco formado por Gabriel Teresa y Conchita Fernández. Tan preciado tesoro iba a hombros de Manuel Julio García, Mariano Díez, Eugenio Muñoz y su hijo Eugenio Muñoz Fernández. Seguían las andas con la imagen de San Roque de Barro, en cuyos varales oficiaban como costaleros Alejandro Turanzas, José Ramón Marcos y Tino e Iván Villar, padre e hijo. El sacerdote Jesús Folgado, de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima de Getafe, asistido por el diácono llanisco, de Hontoria, Miguel Ángel Bueno, y un elevado número de lugareños y veraneantes cerraban el cortejo
En una mañana soleada, la procesión transitó a orillas del Cantábrico, pero resultó deslucida por la tremenda caravana de coches que se dirigían a las playas. El disgusto de los vecinos era plausible y, más, tras asegurar que en los días anteriores se habían puesto en contacto con el Ayuntamiento, «por escrito», para que enviasen algún policía local para regular el tráfico.
Tras la misa, se celebró una selección de bailes en Jaces. Acompañados por gaita y tambor, los barrucanos ponían en escena un breve y selecto festival folclórico con la interpretación de las jotas de Cadavedo y el Cuera, el Xiringüelu de Naves y el Pericote"
"-En esa época Asturias exportaba barcos enteros de cítricos, tanto naranjas como limones, a Inglaterra y Amsterdam, donde eran muy valorados. En Valencia no existía tanto naranjo como conocemos hoy y para llevar la fruta en barco era demasiado lejos y por tierra era impensable. Aquí se producían muchas naranjas y limones, y aún se pueden ver en algunas zonas.-¿A qué lugares se exportaba desde aquí?-A puertos de Holanda, Inglaterra e Irlanda. Y, si no estábamos en guerra con ellos, a Francia, especialmente sal"
"Los llamados frutos de la tierra que incluirían además de la avellana las naranjas y limones, fueron el producto estrella de las exportaciones durante la segunda mitad del siglo. La tendencia decreciente del comercio exterior y por tanto de su demanda parece que contrarrestó la tensión inflacionista manteniendo estables los precios"
"El Vau es una uvala, (formación cárstica, de disolución de la roca caliza) capturada por el mar y sirvió de puerto natural, siendo la época de máximo esplendor los siglos XVII y XVIII, aunque era necesaria la autorización de Llanes para desembarcar mercancías"
"... para inicios del siglo XIX ya no quedaba nada debido a la institución del pago de matrícula"
REINANDO LA MAGESTAD DEL SEÑOR D. CARLOS DE BORBON, CUARTO DE ESTE NOMBRE, SE PUSO LA PRIMERA PIEDRA DE ESTE TEMPLO EN TRES DE JUNIO DE 1794....
SIENDO OBISPO DE OVIEDO EL ILUSTRISIMO SEÑOR D. JUAN DE LLANO PONTE, Y PARROCO PROPIO DE ESTA PARROQUIA D. JOSE MORÍS RAMIREZ, SE CONCLUYÓ ESTE TEMPLO, ESCEPTUANDO LA TORRE, EN 30 DE NOVIEMBRE DE 1797.
"Los expertos creen que también es obra de Silvestre Pérez, el diseño del cementerio anexo a la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores. Si el templo se levantó sobre un cueto, el cementerio fue asentado en la arena recogida por los muros de contención.
Este camposanto es uno de los más originales de toda Asturias por su excepcional emplazamiento, destacando entre sus panteones el situado en el ángulo Nordeste. En esta capilla mortuoria se advierten aquellas formas tan gratas a los diseñadores de cenotafios de finales del siglo XVIII e inicios del XIX"
"Educado por Agustín Sanz desde 1777 a 1781, discípulo de Ventura Rodríguez desde 1781 a 1785, su posterior estancia en Roma como pensionado (1791-1796) coincide con la difusión de ideas francesas y con la crisis del modo clásico —especialmente en lo concerniente al vitruvianismo—, pues eran reveladoras las cuestiones a las que llevaba el nuevo conocimiento arqueológico del mundo griego. Su investigación en Roma se centra en realizar planos de las ruinas romanas, con la intención de definir el espacio de los antiguos, y aprovechar este aprendizaje, fuera de alardes decorativos y centrado en cuestiones espaciales que aplicaría en sus composiciones posteriores.Formuló una serie de ejercicios, que llamó construcciones mínimas, en los que se puede observar la sacralización de temas anteriormente profanos, como el de la biblioteca. Estas interferencias son también palpables en la arquitectura construida. Por ejemplo, en la iglesia de Motrico (1789), traduce la idea de templo clásico a la parroquia cristiana y años después, en 1807, en la iglesia de Santa María de la Asunción (Bermeo) (que quedó inacabada en 1820) Pérez consigue diferenciar claramente el templo barroco del clásico, gracias a que la fachada no se convierte en una transposición del retablo, sino de la planta. Aunque estas dos iglesias pertenezcan al ámbito vasco, Pérez tiene una fructífera actividad en los años intermedios. En la Academia, aparte de su labor docente, es secretario de la comisión de arquitectura a partir de 1800 y realiza simultáneamente una actividad como urbanista y arquitecto, que llena de sugerencias su obra. En el País Vasco traza el proyecto de Nuevo Bilbao o Puerto de la Paz (1807).Parte de su destacada labor coincidió con la ocupación francesa. Como arquitecto del rey José Bonaparte, realizó el arco del triunfo en la Puerta de Toledo de Madrid, una obra de carácter conmemorativo en la que se aprecia su gusto por la arquitectura romana.En 1810 fue nombrado arquitecto municipal de Madrid y planeó algunos ambiciosos proyectos que hubieran supuesto una gran reforma de parte de la ciudad, como un viaducto que salvaba la pendiente de la calle Segovia con el que se trataba de unir el Palacio Real con la iglesia de San Francisco el Grande y de este modo conseguir una imagen de la ciudad como fachada áulica hacia el río. El nuevo sentido que adquiriría representaría la unión de los poderes ejecutivo y legislativo (la iglesia de San Francisco era la sede de las Cortes en ese momento), siendo una alternativa al eje del Paseo del Prado. Pero las limitaciones económicas impidieron que la obra se llevase a cabo y forzaron a Silvestre Pérez a circunscribirse a proyectos más modestos, como la traza de la plaza de Santa Ana (1810), en la que planteaba ya el tema urbano del espacio ajardinado, y la de San Miguel (1811).Una vez que José Bonaparte huyó de España, la colaboración con su régimen le obligó a seguir sus pasos y se exilió en el país vecino. Este hecho marcó su carrera. A comienzos del reinado de Fernando VII volvió, ya exculpado de su posición afrancesada, y se incorporó al panorama artístico español, aunque fue postergado en favor de arquitectos menos creativos pero más fieles políticamente. En el País Vasco realizó el Teatro de Vitoria, el antiguo Ayuntamiento de San Sebastián y otros proyectos que no se materializarían, como los de la Plaza Nueva o el Ayuntamiento de Bilbao. En Sevilla haría un informe sobre ciertos problemas estructurales del templo del Sagrario, así como la traza del puente que uniría Triana con la ciudad, para sustituir el puente de barcas existente"
"Aguas arriba, la ría de Niembro esconde uno de los cementerios más bellos de Asturias, junto con el de Luarca"
"Ensenada de aguas muy tranquilas que queda casi seca en marea baja, formada por la desembocadura del ríu Calabres (que forma una pequeña ría la cual comienza en los alrededores del molino de Jonfría) y que se localiza al sureste del pueblo de Niembru y al oeste del de Barru. De 42 metros de anchura en la boca y 120 en el interior, pueden entrar a ella barcos de pesca no muy grandes y alguna vez yates -además, en la ensenada se practica el piragüismo-; antaño llegaban a ella barcos de vela en lastre para cargar agrios -especialmente limones-, nueces y tocino, con destino a diversos puertos franceses, como Burdeos"
«Mar menor»: Con seguridad es el nombre que recibía en la Edad Media la ensenada de Barru, sobre la que se yergue la actual iglesia parroquial de Ntra. Sra. de los Dolores, y que ahora es conocida como El Vau aludiendo a la alternancia diaria de las mareas que la hacen transitable a pie. Absolutamente nadie entre los vecinos recuerda ese nombre y su asignación en este trabajo viene documentada por algunas referencias al topónimo «Villaescusa» del que más abajo se habla. En ocasiones aparece dando nombre al pueblo y en otras a una zona más concreta, como las inmediaciones de la ensenada"
"La iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores de Barro, situada en un paraje sin parangón, en una pequeña península junto al borde la ría; junto a ella se encuentra el cementerio.
Fue diseñada en 1788 por el arquitecto de José Bonaparte, Silvestre Pérez y Martínez, y costeada por los indianos de la zona, como Pedro de Cue García; fue finalizada, a excepción de la torre, en 1797 y se consagró el 14 de enero de 1804. El interior, abovedado, sólo tiene una nave principal con naves laterales que sirvieron para el culto de las peronas que participaron en la construcción del templo; tiene transepto y cimborrio. En la cabecera poligonal tiene una capilla cuadrada sobre la que se proyecta la torre del campanario y que está flanqueada por dos sacristías también de planta cuadrada"
"Las lanchas langosteras de Niembro daban vida al Bau, esa ensenada o ría donde desemboca el río Calabres, el pequeño cauce fluvial que para unos separa Barro de Niembro y para otros es una de las causas de unión de los dos pueblos llaniscos. Si las dos localidades de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de Barro eran antaño conocidas no sólo era porque cada una tenía una playa singular, la de Torimbia en el pueblo que venera a San Pelayo y la que ahora se conoce por Miracielos en el que venera a San Roque. Quizá lo que destacaba de ambas era el Bau, la ensenada que forma el Calabres poco después de salir, como el Guadiana, de la cueva de Jonfría, pasar a través de tres antiguos molinos y llegar hasta el Larite, para ensanchar su cauce y mezclarse con la mar entre el picu el Escobiu, Jaces, el Aguillón, la playina de la Condia por un margen y la iglesia, el cementerio, la playa de la Parrera y la barra por el otro antes de enfocar a alta mar en el meandro que forma al llegar a la playa de la Entrada, entre el Palacio y la Boriza. Tal es su belleza que el reflejo de la iglesia blanca y esbelta con tejados rojos y su cementerio contiguo aparece fotografiado en exposiciones, certámenes, ferias y demás acontecimientos que enseñen algo de Asturias en cualquier parte del mundo"
"El Bau y su iglesia son el paisaje de numerosas películas de José Luis Garci, de Gonzalo Suárez y de varios directores hispanos, británicos y franceses que han contado en ellas desde historias de corsarios y bandoleros hasta disputas familiares y amores y desamores contemporáneos. El Bau y su entorno era también una fuente de vida porque gracias a su resguardo entraban las lanchas de langosteros que daban trabajo y ambiente a los marineros de Niembro, entraban también en sus aguas sabrosas especies de peces, del rodaballo a la lubina, además de dar cobijo a cangrejos (cámbaros se llaman allí), andaricas y hasta gusanas de mar que servían de preciado cebo para los muchos pescadores que se acercaban por el litoral de Llanes"
"Hidrónimo evidente que refiere la fuente situada en la ensenada de Barru (El Vau), en la que la mayoría del vecindario, excepto los de los barrios de Escaleras (hoy abandonado y cubierto por el bosque) y Llubeces, por su lejanía, se aprovisionaban de agua hasta la década de los cincuenta del pasado siglo; entonces una epidemia de tifus allí originada obligó a su clausura. En la actualidad apenas se observan restos de su existencia"
SIENDO ALCALDEEXCMO AYUNTAMIENTO DE LLANES...
"En la costa oriental asturiana, a unos pocos kilómetros de la conocida población de Llanes, la parroquia de Barro esconde en su larga y estrecha ría un lugar que ha llegado a ser candidato a la mención de “Mejor rincón de Asturias”.Allí, asomándose a la ría custodiando la entrada y salida de las aguas del mar Cantábrico tierra adentro, la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores y su cementerio adosado crean un paisaje cargado de encanto y espiritualidad"
"Parece irónico que un templo cuya advocación aluda al dolor desprenda, al mismo tiempo, un halo de belleza de tan grandes dimensiones. El recogimiento de la imagen que forman las cruces de los panteones se refleja en las aguas límpidas de la ría durante la pleamar, creando un escenario mágico y digno de las mejores escenas cinematográficas. No obstante, este lugar con alma propia ha sido utilizado en no pocas ocasiones en distintas proyecciones del celuloide.La peculiar localización de la iglesia y el cementerio en el estuario que forma la ría hace de este lugar un tesoro de las costas de Asturias en el que las mareas tienen un papel protagonista. Un rincón insospechado que, a pesar de estar en una de las rutas más conocidas del Camino de Santiago, permanece desconocido para una gran cantidad de turistas que frecuentan toda la zona del concejo de Llanes"
"La combinación formada por la estrecha ensenada, la esbelta iglesia y el cementerio, uno de los más bellos de la Cornisa Cantábrica, le dan a esta playa un carácter único en toda Asturias. El arenal se extiende por toda la ría en bajamar formando pequeños charcos para el disfrute de los niños. El efecto de la luz sobre las tranquilas aguas de la ensenada la convierten en un enclave ideal para la fotografía"
"El cementerio de Niembro está abrazado por una ría, en una península que crece y mengua con las mareas. Este lugar tan romántico y bello hay que contemplarlo durante una pleamar madrugadora, cuando las aguas duplican su vaga silueta de barco fantasma, y volver seis horas después para verlo tendido en la arena, pétreo y verdinoso, como un náufrago guapo. Con tres largometrajes en su currículum (La señora, El abuelo y Epílogo), es el gran protagonista del itinerario cultural Llanes de Cine, que permite visitar 25 localizaciones de películas y series siguiendo tres rutas señalizadas.Forma parte de la tercera ruta, la que recorre la zona occidental del concejo, al igual que las playas de Borizu, Barru, Torimbia y Cuevas del Mar, los bufones de Pría, la estación de Posada, El Mazuco, La Pereda..."
El Cuetu los Barcos sigue siendo, como toda esa ribera izquierda, embarcadero natural donde se sobordan o arrastran a tierra las pequeñas lanchas de recreo y pesca local en esta "calma rodeada por las aguas" como la califica el escritor y viajero Alberto Piernas para España Fascinante:
"De todos los cementerios de España, pocos pueden compararse con el encanto que emana del Cementerio de Niembro. Un camposanto ubicado en el pueblo asturiano de Llanes y de los pocos situados junto a una ría. Al contemplarlo, se crea un ambiente idílico que solo conocen aquellos que lo visitan. Sin duda, uno de los tesoros que esconde Asturias
Asturias, al igual que otras comunidades del norte de España, cuenta con localidades surcadas por rías que dan al paisaje una belleza única. Concretamente, en el municipio asturiano de Llanes, la ría de Barro ría se encuentra con uno de los cementerios más curiosos de España.
Situado entre los pueblos de Barru y Niembru, en Asturias, el Cementerio de Niembru queda abrazado por la ría que separa estas dos poblaciones. Está ubicado junto a la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, fundada en 1794.
La construcción funeraria se halla casi al final de la ría. Cuando la ría crece con la marea, logra que el agua rodee con su caudal las paredes inferiores del cementerio, aunque de una manera sosegada, creando un espacio en calma. La iglesia se refleja en las aguas nítidamente, mientras que cuando baja la marea vuelven a descubrirse el conjunto rodeado de arenales y piedras.
Tanto la parroquia como el cementerio fueron creados a partir de la segregación de Celorio, en 1788. La iniciativa del conjunto fue propuesta por el escritor Fermín Canella y diseñada por el arquitecto Silvestre Pérez. Al igual que la iglesia, el Cementerio de Niembru se asoma a la mar de Vau y la ría de Barro, dando como resultado un escenario de lo más especial. El conjunto de retazos eclesiásticos de la propia iglesia, sumado a los reflejos verdes y azulados del río evocan un entorno único nacido de la adaptación al medio.
Todo visitante que llega hasta el Cementerio de Niembro se encuentra con un lugar que parece salido de un cuento de meigas. Tanto la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores como el cementerio de Niembro datan de finales del siglo XVIII. Al entrar, se descubre la iglesia a través de una nave principal cuyas bóvedas ofrecen exquisitos detalles. Además, también merecen su mención el transepto, el cimborrio y el campanario cuadrado. Aquí se pueden encontrar diferentes inscripciones ya descubiertas al mundo en su momento por el escritor Ciriaco Miguel Vigil (...)
Tres años de construcción condensados en un entorno exquisito. Una vez se atraviesa y visita la iglesia, el Cementerio de Niembro se despliega en interesantes detalles. El color blanco marfil inunda cada una de las estructuras, acariciadas a su vez por los encantos naturales de la mar de Vau"
La verdad es que en comparación con las en verano tan bulliciosas playas de las cercanías, bellísimas pero masificadas en días de sol y otros de no tanto sol, El Vau puede presentar una relativa placidez aún en plena temporada alta, a no ser por el intenso tráfico de la LLN-11 en tantas ocasiones o por los aparcamientos saturados
Todo cesa ya según avanza septiembre y se cierra la temporada, regresando estos parajes a una gran tranquilidad, a veces incluso soledad, los grandes contrastes de la tan aguda estacionalización del turismo en Llanes y en tantas poblaciones de la costa cantábrica
Lo cierto es que merecería la pena permanecer un día entero entre Barru y Niembru para admirar este cambiante paisaje según la luz y las mareas. Naturalmente no suele ser factible para un peregrino pues por tiempo sobrado que tenga tampoco podría pararse todo el tiempo acá y allá a conocerlo todo, visitarlo todo y encima quedarse muchas horas, pero si se tiene la oportunidad, máxime si nos alojamos en alguno de estos pueblos y lo compatibilizamos con acercarnos a otros cercanos lugares míticos con las tan recitadas playas de Toranda y Torimbia, no dejemos de hacerlo, sin duda nos agradará soberanamente
Desde este mirador disfrutamos también de una espléndida vista de Barru, aquí en pleamar o mar llena
Se ve muy bien al fondo marino, pero al otro lado, la Playina la Condia llega a desaparecer...
Los acostumbrados a otros mares como el Mediterráneo suelen llevarse sorpresas, a veces incluso disgustos si lo desconocen, cuando se percatan de la gran diferencia del nivel intermareal, que puede llegar a seis metros según la temporada del año, en mares como el Cantábrico
La Villa las Caleyas, reflejada en el agua, con su torre, buhardilla y esta gran galería mirando a El Vau y El Vaín
La ería de L'Aguillón, paso natural hacia la ría desde L'Arenal o Playa Barru
L'Agüera y El Colláu, por donde salimos de la LLN-10 a la LLN-11 por La Casina
La Granja, desde la distancia nos percatamos aún más de su elevada estructura, como queriendo estirarse para dominar bien la ría
El curso del Ríu Calabres se marca especialmente bordeando la iglesia en esas bajamares de fangos y bancos de arena, de ahí la expresión "a la baxamar too aparez"
No todas las embarcaciones quedan varadas, algunas siguen flotando en el menguado estuario. A la derecha hay también algunos pecios, que veremos mejor al acercarnos al puente
Como decíamos al principio, aquí se vino a enterrar, en su "idílica Cadexana" y por su expreso deseo hecho poesía, el genial Celso Amieva, seudónimo de José María Álvarez Posadas, cuya relación con este lugar plasma soberbiamente bien en el artículo biográfico que le dedica el 24-3-2011 la bibliotecaria y documentalista María Jesús Villaverde Amieva en La Nueva España llamándole "el poeta de las cuatro patrias" y conmemorando el centenario de su nacimiento:
"Parece oportuna una reseña para recordar al poeta José María Álvarez Posada, que nació el 19 de marzo de 1911, en la localidad cántabra de Puente San Miguel, donde su padre ejercía de maestro. A los 14 años publicó su primer poema en «El Eco de los Valles», con el seudónimo de Lino Serdal; en adelante también firmará Corsino Urriel, Elías Pombo, Máximo Bulnes y, definitivamente, Celso Amieva -nombre corto, que le acercaba a sus raíces y le resultaba «más asturiano, más llanisco»-. Celso Amieva falleció en febrero de 1988 en Moscú y desde otro marzo, el de ese mismo año, sus cenizas reposan para siempre en su idílica Cadexana, acompañando el incesante subir y bajar de la marea en el Bau, entre Niembru y Barru, en los mismos territorios del oriente asturiano en los que vivió su juventud. Entre una y otra fecha, 77 años, cuatro patrias y la literatura. Y siempre Asturias y Llanes presentes en sus días de distancia.
Después de vivir unos años en Ribadedeva, por mor del oficio paterno, a la muerte de éste, en 1930, la familia se traslada a Barru, pueblo natal de su madre. Ya en el concejo llanisco, Celso vive unos años intensos; es una etapa de juventud, de verbenas y bailes, del primer amor, pero también un tiempo en el que iba grabando en su retina y en su memoria los paisajes llaniscos que le acompañarían siempre; la historia, las costumbres, las leyendas, los monumentos, las gentes... Nada en Llanes parece serle ajeno. Incluso el humor y la ironía que le caracterizaban y de los que hacía gala los atribuye a este origen: «En los peores momentos de mi vida algo hay que siempre me ha sostenido. Y ese algo se lo debo a mi oriundez asturiana y llanisca. Ese algo es, sencillamente, el sentido del humor». En esos años jóvenes, lee y relee lo poco que tiene a su alcance y, por casualidad, en un periódico que encuentra en la playa de Barru, descubre un poema de Alfonso Camín, que con el tiempo se convertirá en uno de sus poetas más admirados y un buen amigo"
Seguidamente se marcha a Madrid en 1936, dado que, con la llegada de la II República, participa en política a nivel local, lo que le acarrea algunos disgustos, especialmente con el clero. Milita en las Juventudes Socialistas Unificadas y con la Guerra Civil se alista en el Ejército Republicano, participando en el asalto al Cuartel de la Montaña, donde conoce al también poeta Miguel Hernández, que dirigía el periódico Choque. Retirado del servicio por enfermedad, se va a Valencia, Lleida y allí, en el pueblo de Torreserona, ejerce de maestro hasta que con la derrota republicana se va al exilio, a Francia, sigue narrando María Jesús Villaverde Amieva:
"Las vivencias de estos años en tierras francesas las recoge Celso Amieva en sus memorias del exilio, en la primera parte de «Asturianos en el destierro» (Francia); un texto lleno de historias tristes, de hambre y frío un día tras otro; no obstante, es un relato entrañable y fluido, en el que deja muestras de su fina ironía. De su primera noche en los arenales dice: «En fin, nuestra primera noche francesa la estábamos pasando en cama fresca y blanda. ¡Ventajas del arenal y de la intemperie! Era el 6 de febrero de 1939».
De los duros años de los campos de concentración, de cómo fue su sentir de aquellos días, da buena muestra el recuerdo para las mujeres del maquis. Cuando su amigo, el escritor catalán Pons y Prades le pide una colaboración para la obra «Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial», Celso le envía un poema escrito en 1944 titulado «Muchachas del maquis», con la siguiente nota previa: «Mi querido amigo Eduardo: En esa especie de prólogo que me dices quieres montar con algunas cartas y poemas, creo que deberíamos rendir un cálido homenaje a nuestras mujeres, a las que con frecuencia hemos olvidado. Sin ellas, bien lo sabes, nosotros los valientes, los heroicos guerrilleros, nos hubiéramos hundido moralmente más de una vez y, en el plano digamos operacional, pegado más morradas que pelos tenemos en la cabeza».
Al finalizar la guerra, después de los campos de concentración y de colaboración con la resistencia y el maquis francés, recala en Saint-Nazaire, desde donde le llama su amigo Emilio de Diego y donde trabajará años en los astilleros. Se le presenta la oportunidad de irse a México y allá se va, a una siguiente patria. El exilio asturiano de estos años lo relata en la segunda parte de «Asturianos en el destierro», texto inédito que comienza «Después de catorce años de exilio en Francia a América me voy... Era 7 de marzo de 1953».
Y se va a México, donde trabaja en varios oficios, realiza traducciones y colabora con Alfonso Camín, publicando su primer libro, Los poemas de Llanes, muchos de ellos escritos en los campos de concentración franceses:
"También publica su «Trilogía de la arena y el fuego» -por la que obtendrá el premio «León Felipe» en 1974-, da clases de castellano, escribe guiones de películas, y comienza su colaboración con la agencia de prensa «Novosti». En 1969 se traslada a trabajar a la sede central de la APN, en Moscú, y allí continuaba trabajando cuando le sorprende la muerte repentinamente, después de 19 años viviendo en su tercera patria.
Durante los años de exilio, Celso Amieva mantiene larga y extensa correspondencia con los muchos amigos que fue haciendo en sus patrias. Por algunas de esas cartas conocemos abundantes detalles de su vida y de sus trabajos y, sobre todo, del devenir de su obra literaria, de la que publicó, pero también de la mucha que permanece inédita, y desconocemos si perdida. Por esas cartas conocemos que leía con avidez el semanario «El Oriente de Asturias», que le mantenía informado sobre su tierra y anclado a ella, pero también que una de las razones que le animó a irse a Moscú fue que «en México creí asfixiarme de tanto "smog". Dentro de poco van a tener que usar máscaras antigás». También sabemos de la precisión de su memoria para sus recuerdos. Le escribe a Emilio de Diego: «Hoy 50.º aniversario de mi llegada a Colombres»; y desde Moscú le dice: «Hoy se cumplen 30 años de nuestra salida de España. Y ya ves desde donde lo hago. Uno va coleccionando patrias desde que perdió la propia y ésta es ya la tercera. Llegué el 7 de enero, con 16 grados bajo cero».
Y en Moscú fallecía Celso Amieva en 1988, siendo sus restos trasladados aquí a recibir sepultura, pero ya en 1975 había podido visitar España, según relataba su sobrina Alicia Álvarez Gutiérrez dentro de los actos de homenaje celebrados ante su tumba en este cementerio de Cadexana el 16 de febrero de 2018 y que relata Pablo Antón Marín Estrada para El Comercio al día siguiente:
"Con bajamar en la ensenada, la neblina enredando el mediodía y a la sombra tutelar de la iglesia de los Dolores de Niembro, la tumba donde reposan los restos de Celso Amieva volvió ayer a sentir el calor de sus paisanos y de sus familiares más cercanos. Una ofrenda floral de los ayuntamientos de Llanes y Ribadedeva, depositada por sus alcaldes Enrique Riestra y Jesús Bordás, agradecía la fidelidad del poeta a la tierra de su infancia, y una lectura de sus versos servía para recordarla en el primer acto del homenaje que conmemora el 30 aniversario de su muerte. Una conferencia en Colombres de Ángel Gutiérrez Avín y la colocación de una placa en la calle que lleva su nombre en la capital ribadedense completaron la jornada.
José María Álvarez Posada (1911-1988), el hombre que firmaba como Celso Amieva, dejó escrito en uno de sus poemas su deseo de descansar en el cementerio de Niembro (su Cadexana). Son los versos que figuran sobre el mármol donde sus cenizas comparten lugar con los restos de su hermano Andrés y otros miembros de su familia: «Zagal si es que en villa muero / que no me entierren en villa. / Entiérrenme en Cadexana, / camposanto de la ría». Allí volvieron a escucharse en las voces del recitador Julio Ruenes y de su sobrino-nieto Darío Ares Álvarez.
Al gran poeta del Oriente asturiano le tocó un tiempo, el de la guerra civil («si todas son malas las civiles son las peores», apuntaría el primer edil llanisco en sus palabras), que le llevó a exiliarse y a vivir la mayor parte de su vida lejos de la patria. Siempre la añoró y siempre quiso volver a ella. Su sobrina Alicia Álvarez Gutiérrez evocaba el momento en que pudo hacerlo en 1975 y fueron a recibirlo al aeropuerto de Barajas. «Nunca lo habíamos visto, pero lo reconocimos de inmediato: tenía las mismas manos y el mismo pelo de nuestro abuelo». Desde entonces retornaría a España cada uno o dos veranos. Alicia y Ángel Gutiérrez Avín (concejal de Cultura de Llanes entre 1979 y 1987) coincidieron en revivir su último viaje a casa: «Trajo sus cenizas desde Moscú una funcionaria de la Agencia Novosti, para la que trabajaba como corrector de español». Su sobrina visitó luego la ciudad en la que vivió Celso Amieva desde 1969 hasta su fallecimiento y percibió la soledad dolorosa del expatriado: «No hablaba ruso y en aquella ciudad inmensa, prácticamente no salió de la agencia: allí estaban las únicas personas con las que podía comunicarse en francés», señaló.
Como poeta, lo glosó el alcalde de Rivadedeva: «Fue capaz de decir mucho con pocas palabras» y todas verdaderas. Tal vez la última de todas fuese aquella 'Cadexana' que condensaba su amor por la tierra que ayer le recordaba con emoción"
"Dos ventas abrían sus puertas a los viajeros de los tiempos modernos en este tramo del Camino: de la ubicada a la altura de Barro, su casa todavía se levanta en la margen derecha de la ría; en cambio la que se hallaba en la denominada Cuesta de Niembro, tan sólo ha sobrevivido su recuerdo, en forma de evocador topónimo"
"Todavía está por escribir, y buena falta que nos hacía, una historia marítima asturiana. Hay capítulos sueltos como los que escribió -muy bien por cierto- José Evaristo Casariego (que no sé por qué aquel señor de capa española que conocí en la Librería Santa Teresa hace tantos años aparece y reaparece en mi memoria con puntualidad casi kantiana) y esas cosas que te encuentras al azar, en papeles viejos comprados en El Fontán, o que alguien te cuenta por pasar el rato sin darle demasiada importancia al asunto. Mientras esperamos y no por ese compendio de historias, que habría de comenzar con las aventuras famosas de Diego de Valdés en China, aquí va un apunte de uno de sus sucesos más extraños: la presencia casi continua, en 1945, de submarinos nazis en nuestras costas. Me lo contaron en Niembru, tras una comida donde las verdinas con marisco invitaban a soñar distancias y el chupito de orujo blanco calentaba las palabras. Andrés, que se ha hecho hace años un chalet en las inmediaciones, y que maldice casi a gritos la urbanización de adosados que están construyendo ahí a un tiro de piedra, se siente como expulsado del paraíso. No es de aquí, sino de Lieres, pero en este concejo de Llanes se encontró, hace ya treinta años, con que la tierra le hablaba en su mismo acento. Ha grabado -la etnografía es su pasión- a todos los ancianos del lugar y tiene preparada, para cuando haya ocasión de publicarla, «una rellación de las cosas chocantes que pasaren en Niembru y rodiada, amás d'unas notas pensatibles jechas n'asturianu de Llanes a la manera de mio señor Montaigne»; ya ha cumplido sesenta años y sigue escribiendo: cuando cumpla setenta y cinco, si el huerco no le da la lata antes, tendrá ya acabada una obra que incluye un diccionario de la lengua del lugar, la transcripción con su notación musical de un millar de canciones y exactamente 366 cuentos que refieren, desde el año de Maricastaña, la historia de Niembru y sus hijuelas.-Siempre me gustaron los años bisiestos -nos dice para aclarar lo de los 366 cuentos, y añade-: ¿Sabéis que en Inglaterra se celebra el 29 de febrero el día de la propina? Pues eso es lo que yo quiero hacer, darle una propina a Niembru -dice mirando el cementerio sobre el mar y espantando con su mano, inútilmente, el revuelo que momentáneamente han levantado las gaviotas.En 1945, cuenta confidente, atracó muy cerca de Niembru un submarino nazi. Yo ya había oído hablar de algunos de ellos, tal vez del mismo; los pescadores del puerto de L.luarca vieron uno varias veces y en las tabernas del puerto, llegó la noticia hasta Tinéu, se habló de la nave fantasma que viajaba hacia la Isla Incógnita, esa que no aparece en los mapas; en el puerto de Xixón atracó uno, averiado, y venía cargado de prostitutas que el III Reich destinaba al Frente norteafricano; esta última historia, por cierto, tiene gracia: estuvieron varios meses en Xixón y las prostitutas salieron a ganarse la vida como pudieron, lo que provocó algún problema vecinal. Se habla, incluso, de una manifestación espontánea de las de su gremio quejándose, pues las germanas cobraban menos y hacían cosas que no era decente hacer con dinero de por medio.Andrés se ríe y me cuenta que el submarino que él me refiere, averiado o no, estuvo casi tres meses, supone que esperando órdenes, frente a Niembru. Por la noche, cuando el silencio del mundo cubría la tierra, mandaban una barca al pueblo a por víveres y agua fresca. Miro la bocana del pequeño puerto, y la playa de La Entrada hacia el fondo como un laberinto entre peñas que busca su salida hacia el mar, e imagino, ya muy metida la noche, a aquellos hombres callados, respirando hondo.-Estaban en misión secreta y las autoridades de aquí, por lo que yo sé, no sabían que estaban en Asturias- me dice Andrés.En 1945 varios submarinos alemanes trasladaron el oro del Reich desde Europa a la Patagonia. La idea, con la aquiescencia del General Perón, era reconstruir en el desolado sur del mundo los cimientos del IV Reich. No fue así, evidentemente, pero hoy sabemos que las naves sumergibles comandadas por Otto Wermuth arribaron a las costas argentinas y que algún jerarca nazi, ya vencida Alemania en la guerra, sobrevivió con impunidad. Aún hoy algún destacado banquero tiene que negar quién fue su abuelo. Bueno, esto es por lo menos lo que me cuenta Andrés. Y añade:-Fue un crimen horrible.Se entretiene, pictórico, en detalles que no vienen a cuento: que si los vecinos de El Cuetu algo sospechaban, y que los de los de La Moría eran los que les vendían comida y agua fresca. El caso es que la marinería de aquel submarino, por lo menos los diez que por la noche se arriesgaban cada tres días en una barca a llegar hasta el pueblo, llegaron a intimar con los parroquianos del bar y que, muy entrada la noche, se organizaban con acordeón y vodka unas timbas que no se recordaban ni cuando la República. Todo se llevaba muy en secreto pero en aquel marzo, me cuenta, alguna mujer del pueblo llevaba, de pañoleta, un pañuelo de seda.Una de ellas, bellísima, era María. Andrés me da también sus apellidos, por si juzgo necesario usarlos, y me dice que en el pueblo suponían que era una maestra republicana, nacida en Madrid, de buena familia; su padre, bien situado en el franquismo, la había enviado a Niembru a una casa que se había comprado antes de la guerra y que había permanecido mucho tiempo vacía: allí, dice Andrés, su padre la supondría al abrigo de injurias, lejos de las miradas acusadoras que recordasen que su marido había sido un comisario político muy conocido en la defensa de Madrid.-Esto es lo que suponían de María, pero lo que sucedió después no cuadra con la historia- me dice Andrés.-¿Y qué sucedió?- pregunto.-Nunca se supo muy bien por qué sucedió. Los marineros alemanes estaban muy borrachos, es cierto.María empuñaba un arma y miraba sin ver. Sobre el suelo, muerto, yacía sin vida uno de los oficiales. El silencio se espesó en el humo de los cigarros y las miradas de los vecinos se escondían en la sombra. De repente, aquella muchacha se puso a hablar en alemán como dando órdenes. Los soldados formaron y se fueron con ella en la barca, rumbo al submarino.-Nunca volvieron. La tumba del marinero alemán, si la quieres ver, está ahí en el cementerio"
"Hay al menos dos cementerios de Niembro: el que se alza sobre las aguas en marea alta y el más despejado de las mareas bajas.
Situado en la parte posterior de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, entre el pueblo que le da nombre y el de Barro (pertenecientes al concejo de Llanes), el camposanto se adentra en la ría que separa ambas localidades, la ensenada del Vau. Próxima a Cabu Prietu, la ensenada tiene algo más de 40 metros de anchura en la boca y se adentra unos 120 en el interior. Allí, junto a la iglesia, atracaban antaño barcos de vela en los que los campesinos mandaban nueces, limones o tocino hacia varios puertos franceses.
De esa actividad nada puede sospecharse si uno llega al lugar en plena bajamar: la estampa que luce cuando las aguas que le sirven de espejo tiene poco que ver con la que ofrece cuando surge de la tierra húmeda en la que, como iglesia y cementerio, han quedado varadas tantas barcas"
"En la localidad costera asturiana de Niembro existe un curioso cementerio, de los pocos construidos en el margen de una ría. Un bello enclave muy escondido y poco conocido, que alberga dos facetas muy diferentes. Una de ellas se alza sobre las aguas en la marea alta, y la otra se descubre con las mareas bajas. Cuando la ría crece con la marea, logra que el agua rodee con su caudal las paredes inferiores del cementerio, y queda a la vista la faceta de marea llena del camposanto. Este rincón, situado entre los pueblos de Niembro y Barro (ambos pertenecientes al concejo de Llanes), se adentra en la ría que separa ambas localidades, la ensenada del Vau, y se convierte en un remanso de paz, a pesar de estar tan cerca del feroz Cantábrico. Allí, junto a la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores (ambos edificios datan de finales del siglo XVIII), antaño atracaban buques a vela en los que los campesinos enviaban nueces y limones a puertos franceses. Hoy en día nadie podría llegar a pensar que existió este comercio, sobre todo si se llega a la zona en la bajamar, cuando las barcas quedan varadas. Se debe reseñar que este cementerio ha aparecido en la serie televisiva “La Señora” y en películas como “El abuelo”, de José Luis Garci, y protagonizada por Fernando Fernán Gómez.A modo anécdota se podría destacar que hace poco los vecinos de Barro pidieron que se eliminaran unas imágenes grabadas en el cementerio por el cantante Rodrigo Cuevas, destinadas al proyecto “Asturias sonora”, una promoción turística pensada para la feria de turismo Fitur. El videoclip en cuestión, era una versión de un tema de Tino Casal, titulado “Pánico en el Edén”. Por cierto, que los vecinos tampoco están muy contentos con algunos visitantes cuyas embarcaciones invaden el cementerio cuando la profundidad del agua lo permite"
Entre el lodo, dos pecios a los que antes hacíamos referencia, en el conocido como Cementerio de las Barcas. Fijémonos en lo bien que se ve el lecho fluvial en el lugar donde se forma la ría así como en el tendejón que en su tiempo cobijó alguna de estas viejas barcas langosteras
"Lo de Niembru parece cosa de magia o de xanas… Con marea alta es una ría de estrecha y bella bocana que va a dar a una playa y puerto al mismo tiempo, todo ello bajo la atenta mirada de una iglesia con su cementerio, que son uno de los lugares más fotografiados y admirados de cuantos te imagines.Cuando baja la marea, todo se hace playa, desde la bocana del puerto hasta el final de lo que habitualmente ocupa la ría, llamada de Barro y popularmente conocida como la de Niembru por ser éste el pueblo que la acoge en su seno"
"El río Calabres nace en la vecina parroquia de Posada de Llanes y atraviesa subterráneamente el macizo kárstico de La Llera. Se sume cerca del lugar de Bricia en la cavidad que Carlos Puch denomina como sistema Ḥoulagua, de 4700 m de desarrollo. Aflora en la cueva del Molín, en las inmediaciones del Molín de la Puente, para formar una ensenada, que queda casi seca en bajamar y es conocida modernamente como El Vau"
Sobre la puerta una placa ostenta el nombre de la capilla y su condición de santuario caminero de ánimas
A lo lados del Cristo sendas placas dicen, leyéndolas párrafo a párrafo uniendo las dos:
Dulce Jesús de mi vidaque en la Cruz de Amor morísen la Vida y en la Muerteacordaos Señor de Mí
VIVE SIEMPRE COMO AMIGODE AQUEL QUE HA DE SER TU JUEZPUES SOLO TIENES UN ALMAY MUERES SOLO UNA VEZ
YO TUVE LO QUE GASTÉPERO TENGOLO QUE DÍSUFRO POR LO QUE NEGUÉY LO QUE GUARDÉ PERDÍ
Visitada la capilla del Santín tomaremos ahora la senda empedrada que sube a su izquierda por este cueto boscoso, no muy lejos de las grutas prehistóricas de Jonfría, solar de magdalenienses y asturienses
En una columna en la esquina de un murete que delimita el campo tras la capilla, una flecha amarilla nos orienta
Parece haber, casi en el mismo arranque del camino, una bifurcación, en la que iremos a la derecha, subiendo la cuesta
Es un primer tramo de losas de piedra que gira primeramente a la izquierda, a la sombra de los árboles y al comenzar la cuesta
Aquí volvemos a enlazar con el camino paralelo que viene a ser únicamente un corto atajo: sigue a continuación el repecho entre los árboles
Atención ahora al pasar la siguiente curva
Y desde lo alto de esta colina, aquí ahora ya campera verde, divisamos una magnífica panorámica del pueblo de Niembru bajo El Castiellu y El Llanu la Cuesta, paso a las playas de Torimbia y Toranda y para nosotros hito caminero hacia el histórico monasterio cisterciense de San Antolín, rumbo a Naves, Villah.ormes y Nueva, la parte más occidental de este concejo de Llanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu visita y contribuir con tu comentario... Únete a la Página Oficial en Facebook para descubrir nuevos contenidos....Ultreia!