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El Cuetu y principio de la subida de Vega a Berbes desde Les Dunes, en la Playa Vega |
El Camino, arenoso en este lugar, sale de Les Dunes, en la riosellana Playa de Vega, para comenzar la subida a El Cuetu (103 m), monte por cuya ladera norte, mirando al mar, sube el camín real costero hacia Berbes, el pueblo más occidental del concejo de Ribadesella/Ribeseya, puerta de Caravia y su sucesión de playas hasta La Isla, en Colunga, un área que estuvo marcada, durante décadas, por la minería de la fluorita o espato flúor, cuyas cicatrices serán aún bien visibles en los acantilados de Berbes
Tras cruzar el Ríu Acebu y dejar atrás el pueblo de Vega, la vieja senda caminera y jacobita prácticamente pisa la arena de la playa para seguir rumbo oeste salvando esta muralla natural en la que las montañas prácticamente se precipitan sobre el mar. Más atrás de El Cuetu son los montes de La Caxigosa (224 m), una prolongación hacia la costa de la Sierra del Fitu, de la misma manera que esta del Fitu es una prolongación de la del Sueve o Puertu Sueve hacia el este
No son pocos los lugares del Camino de Santiago del Norte en los que los montes llegan al mismo borde del Cantábrico. Estas viejas sendas, varias veces milenarias, gustan normalmente de cruzarlos aprovechando collados y pasos naturales por el interior, pero en otras ocasiones, como esta, optar por seguir la misma orilla del mar, no siempre demasiado frecuente, pero venía a ser lo más factible para los medios de los que se disponía por entonces
Empezando la subida hay otro
cuetu, más pequeño, El Cuetu les Xanes, en cuyas cuevas se dice vivían
les xanes o ninfas asturianas. A decir de la tradición solían querer cambiar a sus bebés, los
xaninos, por los de las mujeres que acudían a hacer la colada al cercano lavadero de Güeyu Mar, para que los criasen, dado que ellas no tenían leche. Las mujeres solían darse cuenta del cambiazo al llegar a casa y darse cuenta que el
xanín tenía la facultad de hablar, la dentadura completa u otras señales, por lo que volvían al lugar a reclamar a
les xanes la devolución del niño dando voces ante las cuevas:
"xana, toma'l to neñu sarnosu y dame'l míu hermosu", o
"toma la to cría y dame la mía" y similares
Estas tradiciones del
niño cambiado existen en todos los rincones de Europa donde se localiza la creencia en todo tipo de seres élficos. El insigne folklorista
Constantino Cabal en su libro La mitología asturiana, escribe:
"Pues sí; las hadas normandas, las picardas, las bretonas, las irlandesas, las de todas partes, aprovechan los descuidos de las madres lo mismito que las xanas, les quitan los niños gordos, y les dejan los suyos macilentos... Y a veces, señala el vulgo a personillas raquíticas, que tienen veinte, treinta, cuarenta años y una estatura de diez, y dice de ellas así:
-¿Hija de D. Fulando?... ¡No, señor!... Se la cambiaron las hadas!..."
Si existía la sospecha de un cambiazo había varios métodos para descubrir al
xanín, si no se delataba él solo; el más frecuente en la memoria popular. Uno es que en el
llar (cocina de lumbre o lar), ante el fuego y ante los cacharros, o antes unas cáscaras de huevo (elemento este muy simbólico en numerosas culturas), diga de repente la famosa frase
"cien años va que nací y nunca tantos pucheros vi" o parecida (existen procedimientos iguales en otras partes de Europa). Leemos ahora en
Wikipedia:
"En diversas leyendas y creencias populares europeas, un niño cambiado es el hijo de un hada, xana, trol, elfo u otra criatura fantástica, dejado secretamente en el lugar de un niño robado. La supuesta motivación para este cambio varía entre el deseo de tener un sirviente humano, el amor hacia los niños o la simple malicia.
La realidad que se esconde tras muchas de estas leyendas es el nacimiento de niños deformes o retrasados. En la antigüedad, la gente creía que una criatura sobrenatural había cambiado a estos niños antes de que los padres hubieran tenido tiempo de bautizarlos. Incluso en Irlanda, la explicación a la zurdera era la del niño cambiado."
Otras veces era la xana la que devolvía al niño y reclamaba al suyo, diciendo ella:
"toma'l tuyu mala muyer, dítelu pa que me lu cuidares non pa que me lu bautizares". Esta ya tiene su connotación piadosa, pues a veces es al revés, uno delos motivos del cambio de niños es que la xana quiere que su xanín sea bautizado. En otras leyendas son las mujeres las que roban a los xaninos para que la xana pague su rescate con el oro y riquezas que guarda en su gruta
Por estos caminos encontraremos muchos más lugares legendarios como este, en otros, aparecerán las xanas casándose con hombres, unos mozos solteros y otros viudos, siendo origen de algunas familias, las más nobiliarias llegan a plasmarlo en los escudos, otras reciben el apodo de
Los Xanos o
los Fíos (hijos) de
la Xana y sus casas la
Casa la Xana...
"Por la ladera norte de El Cueto, el antiguo Camino, de gran belleza paisajística y en gran parte aún empedrado, iniciaba el ascenso final que dejaría al romero en Berbes, la última población que brindaba su acogida a losa devotos de Santiago antes de salir del solar riosellano"
Y en la ladera de El Cuetu, bifurcación: iremos a la derecha siguiendo el empedrado
Aquí empieza un buen repecho, en el que el Camino ganará rápidamente altura desde esta curva a la derecha, siguiendo la sinuosidad del terreno
A los lados crecen espesos y frondosos setos silvestres, de zarzas, helechos y arbustos, los
matos o
sebes que separan las fincas
"Los pasos naturales de la Cordillera Cantábrica, que habían sido de vital importancia para los pueblos indígenas de la Asturias prerromana, o las rutas Prehistóricas, siguieron siendo a ojos de las legiones romanas, las vías clave de comunicación. Estos caminos se hicieron mucho más frecuentes y fuertes entre el Norte y el Sur, no sólo para el ejército romano, sino también para el tránsito de mercancías agrícolas, arriería, personal administrativo y, como no, para las explotaciones mineras, entre otras muchas actividades. Todas esas vías meridionales se encontrarían unidas entre si por ramales que discurrirían entre el Este y el Oeste de la región y servirían de nexos de unión entre las calzadas principales. También en la costa hay numerosos restos de asentamientos, y teniendo en cuenta que la rasa litoral es el terreno más favorable, lo más natural sería tener una ruta que comunicase toda la cornisa cantábrica, posiblemente la Via Maritima de Agripa."
Además de los setos, el Camino tiene aquí una buena caja caminera, que delataría su antigüedad. Estos trazados viarios se sabe que, justo antes que se acometiesen las obras de las primeras carreteras propiamente dichas, fueron acondicionados para permitir el paso de carruajes, lo que construiría con la construcción del puente del
Ríu Acebu en Vega (que acabaríamos de dejar atrás). Seguimos leyendo de estos autores:
"En su mayoría estas calzadas romanas durante la Edad Media continuaron en uso, aunque es posible que sufrieran cambios de cierta trascendencia en sus estructuras y denominaciones. De ellas derivaron numerosos puentes romanos y medievales de los cuales muchos aún perduran, y algunos de ellos conservan vestigios de estructuras anteriores. La red caminera romana continúo usándose hasta fechas recientes; y todavía son conocidas las sendas por los lugareños con variada terminología, pero que indica su antiguo origen, por ejemplo: "Camino Real", "Camino Francés", "Camino de Santiago" (las viejas calzadas romanas se usaron como caminos de peregrinación en la Edad Media), o incluso "Camino Romano"
Fueron durante siglos los arrieros con sus recuas de mulas los que mantuvieron el paso y trasiego continuo de mercancías e intercambios comerciales vía terrestre por estas viejas sendas que, además, enlazaban con los caminos de la mar, las rutas marítimas europeas que, en este tramo de costa, estarían ejemplificadas en los puertos de Ribadesella/Ribeseya y Llastres, hoy únicamente pesqueros y deportivos pero que antaño fueron también muelles de exportación e importación, con astilleros, salazones, escabeches (luego conserveras), tonelería, fabricación de cajas, etc., que durante centurias fueron además grandes centros balleneros, con sus respectivos gremios de mareantes
Junto con los arrieros, los grandes transportistas de la antigüedad, andarían estos caminos los pastores de la trashumancia, trayendo a sus ganados a los pastos de la marina, o regresándolos en verano a los de la montaña; artesanos ambulantes como los célebres
erguinos o canteros riosellanos que recorrían toda Asturias y media España durante largos meses, ofreciendo sus oficios. Tratantes de ganado, feriantes, vendedores ambulantes, o los mismos vecinos naturalmente, camino de los mercados de las villas con sus productos o de las romerías y recados en otros pueblos; muy importantes también las pescaderas que de las villas portuarias recorrían las aldeas pregonando sus mercancías, y un largo etcétera...
Dentro de ese largo etcétera juegan un papel fundamental los peregrinos. Máxime aquí, camino de Berbes, donde se fundó para ellos un hospital de acogida en 1678, que no duró mucho tiempo en activo pero que intentó aliviar el largo itinerario jacobita entre el hospital de romeros riosellano de San Roque (antes de San Sebastián) y el colungués de Santa Ana, en un momento el que otro refugio asistencial intermedio, el del monasterio de Santiago de Caravia, extinguido en el siglo XVI, había desaparecido
No existía, en los tiempos de los caminos históricos, el concepto de viajar por placer como lo entendemos hoy en día, pero sí viajaban, largas distancias, funcionarios en servicio y encargados de todo tipo de pesquisas, prospecciones, indagaciones, exploraciones y censos. Algunos, nos han dejado su testimonio, en Asturias sin duda el que más el prócer ilustrado
Gaspar Melchor de Jovellanos, que narra en sus
Diarios el estado de estas rutas, plasma su paisaje, hace a un repaso a su industria o potencial industrial, incluyendo muy señaladamente los yacimientos mineros que por entonces se trataba arduamente de localizar para alimentar la naciente Revolución Industrial
Cuesta arriba, otra bifurcación, en la que iremos a la derecha, tal y como nos indican el mojón de la concha y su flecha, el elemento este concretamente direccional
El siglo XIX y sus reformas liberales, junto con los cambios sociopolíticos y económicos acaecidos, incluyendo la revolución de los transportes terrestres con líneas regulares de carruajes y después el ferrocarril, transformó la sociedad y con ella sus ideas, ideales y, entre otras muchas cosas, la forma de desplazarse. Tenderían a ir a menos las peregrinaciones históricas, caminando a los santuarios pero, con la apertura de fronteras y las libertades de desplazamiento interior y exterior, se lanzaron a estos caminos una pléyade de personajes muy importantes, que podríamos calificar de
aventureros y que ya auspiciaban los viajes de placer de nuestros días.
Siempre con alguna función, trabajo o excusa, recorrieron el mundo, y plasmaron en sus escritos sus impresiones. Se había hecho anteriormente pero en esa centuria se extendería mucho más. Su importancia radica que gracias a ellos sabemos cómo eran estas vías ancestrales antes de la construcción de las carreteras que los relegarían a meras vías pecuarias cuando no los harían desaparecer directamente. Entre ellos, conoceremos unos cuantos en el Camino, tendríamos que citar a
George Borrow,
Jorgito el inglés, filólogo, etnógrafo, viajero, vagabundo, divulgador de la
Sociedad Bíblica o
vendedor de biblias, como le calificaron, que recorrió España entre 1836 y 1840 y en base a ello publicó en 1842 en Londres su famoso libro
La Biblia en España
Por su libro conocemos que recorrió Asturias de oeste a este (entró por Ribadeo) en 1837, recorriendo este camino, a caballo y acompañado por un criado a pie, llamado Antonio (eran normales los espoliques, que alquilaban su servicios de guía y caballería a los viajeros), en sentido inverso el 7 de octubre de ese año. La jornada parece que la dedicaron a debatir sobre un extraño encuentro que habían tenido en la posada de Colunga en la que se habían hospedado, si bien se atribuye más a la conocida fabulación literaria de Borrow que a que hubiese sido un suceso real: un misterioso caballero en cuya casa había servido Antonio y que se hallaba de incógnito en Colunga, escondido por las tragedias vividas en la guerra carlista
Desde aquí vemos a nuestra derecha y prado abajo la parte más occidental de la Playa Vega, desembocadura del
Ríu Acebu al pie de los pastos de La Mortera, que se sabe fue en la prehistoria una pequeña ría, colmatada luego por la sedimentación de materiales y formándose las dunas, actualmente protegidas por su importancia botánica y su ecosistema
Entre las especies preservadas en Les Dunes es digna de especial mención la
mosquita dorada o
Linaria supina, no endémica de este arenal pero sí el único lugar en la que ha sido encontrada hasta ahora en Asturias, pero también podríamos hablar de los cardos marítimos, las flores rosadas de la soldanela o berza marina, las lechetreznas de las dinas y otras...
Mirando a la playa el antiguo
Superman, chigre pionero en este lugar y que tuvo también hotel, llamado así por la afición al cómic de superhéroes del polifacético Pepe Viña,
Pepe'l del Superman. Ahora (desde 2017) es
El Miradoriu de la Playa, de Luisa Cajigal, cuyo marido Abel Álvarez está al frente del también famoso
Güeyu Mar, enfrente del puente sobre el río, muy cerca de aquí
Más allá hay una parte, más accesible en bajamares, La Playina, por donde puede accederse a los pedrales y acantilados de la formación geológica que lleva el nombre del pueblo, la formación Vega, abundante en fósiles marinos y en cuyas
rocas jurásicas pueden reconocerse huellas o icnitas de dinosaurios
La boscosa corona de
El Cuetu oculta las cicatrices de las antiguas minas de fluorita o espato flúor que se explotaron en este área desde 1931. En concreto aquí eran las de Cuetu I, Cuetu II, Cuetu Norte y Busteriza, pero más arriba y más allá, subiendo más, veremos más: El Frondil, La Cabaña, Los Cobayos...
Años atrás, antes de su recuperación y señalización con el célebre
Xacobeo'93, el
camín real estuvo cortado precisamente por esas explotaciones, que llegaron a ser altamente estratégicas dada la pureza de este mineral, empleado como fundente endurecedor del acero y que fue vital para la industria, incluyendo la armamentística, pues en una cabriola malabar de la política comercial de posguerra fue vendido tanto a los aliados como a los alemanes en los años de la II Guerra Mundial
Sigue el Camino su trayecto ascendente y con buenos tramos de empedrado por esta falda norte de El Cuetu, zona pues que fue una pequeña pero muy importante situada en la misma costa, entre los concejos de Ribadesella, Ribeseya y Colunga, no de carbón pero si de fluorita, que en la década de 1970 llegó a ser la segunda minería, tras la la del carbón precisamente, de mayor importancia en Asturias. Justo después llegó su crisis
En este ahora bucólico paisaje, nada hace en principio pensar al caminante que lo recorre en la antigua actividad febril de las minas que llegaron, mismamente, hasta la primera línea litoral: es la playa más grande del concejo de Ribadesella/Ribeseya. Tanto es así que, dado su entorno de montañas, dunas recuperadas, bosque creciendo sobre las abandonadas minas y, con el pueblo, bello y recogido, situado algo más atrás, es calificada como
"virgen",
"agreste" y
"salvaje" en muchas guías. Y hoy realmente es de esta manera, aunque en sus tiempos resultó afectada seriamente por esta actividad extractiva
Por ello, este arenal es un ejemplo de recuperación de un entorno, hasta la punto de haber sido declarada Monumento Natural, junto a esta desembocadura, con su aliseda pantanosa, e inmediatamente antes, la
foz o desfiladero de Entrepeñes, labrado por el río en la roca madre y formando impresionantes formas geológicas
Tanto desde aquí, como desde el cruce del
Ríu Acebu por el puente de Vega, aún no apreciamos la longitud de la playa, que dependiendo de las mareas y de las fuentes consultadas, que incluyan o no los pedrales o pedreros, puede oscilar entre los 1.500 y los 2.000 metros, que para unas costas tan acantiladas como las del Mar Cantábrico es un tamaño considerable
Con la anchura pasa otro tanto, desde los 60 metros "de media" hasta los 300 m en buenas bajamares, según qué leamos. Ciertamente a quien no esté familiarizado con los grandes desniveles de agua entre bajamares y pleamares del Cantábrico, puede sorprenderle, pero tal diferencia existe, máxime con el fenómeno de las mareas vivas, más frecuente incluso de lo que se piensa, con enormes diferencias de máximos entre pleamar y bajamar: lo mismo la playa desaparece y el mar llega a las dunas, que se adentra dejando grandes extensiones de roquedos al descubierto
Según subamos, llegaremos a abarcar con la vista toda la longitud de la playa, si bien no es fácil en toda su proporción y desde un sólo ángulo dado que el acantilado llega a su mismo borde. Un verdadero espectáculo del paisaje marítimo de esta la famosa
Costa de los Dinosaurios
A la izquierda, además de la
sebe, un gran muro terrero separa al Camino de la finca colindante. Tal vez sea resultado de algún ensanche hecho antiguamente
Hay veces que por momentos parece que el paso tiende a cerrarse, pero el paso continuo de gentes, sobre todo peregrinos, siempre lo mantiene abierto, incluso con los
brotes verdes de primavera, cuando algún
artu o
escayu (zarza, espino) parece intentar poner barrera: nuestro palo o bastón abrirá camino
Ya estamos otra vez a la vista de El Cuetu, El Cuetu l'Aspa, el de las célebres minas de fluorita, el sector más oriental de esta pequeña cuenca minera del espato flúor. Según el
Instituto Geológico y Minero Minero de España (Ministerio de Ciencia e Innovación), en esta zona se tienen documentadas un total de catorce concesiones mineras, de las que se llevaron a cabo diez, una parte sobre el filón principal, denominado Mina Ana, y el resto sobre varios filones satélites, de menor recorrido y potencia:
" Toda la actividad recayó sobre el área situada al N y NE de la localidad de Berbes, a excepción de las explotaciones conocidas como “El Sollaréu” y “La Braña”, de importancia más discreta.
El método minero empleado con mayor profusión en este sector fue el de minería a cielo abierto sobre las zonas mineralizadas; dado que en la actualidad no existen explotaciones activas en este sector, buena parte de las mismas se encuentran restauradas. Sin duda, la explotación más emblemática de todas fue la mina Ana (su primera denuncia data de 1910, para Fe), que sí se desarrolló mediante minería de interior, pero con un periodo de actividad no muy extenso (1949-1968)."
La actividad minera en este sector de costa arrancó en 1931 con el empresario minero Celestino Llaneza, pero desde tiempo atrás estos minerales tan bellos, aún cuando todavía no se les conocían sus virtudes industriales, no pasaban desapercibidos. Ya en 1802 el párroco de San Esteban de Lleces, D. Lope José Bernardo de Miranda y Quirós, advertía al erudito
Francisco Martínez Marina, quien preparaba su
Diccionario Geográfico, de la existencia de
"mucho cristal de roca de diversos colores", y de
"una especie de diamantes tan transparentes y diáfanos que parecen vaciados del mineral más puro".
La siguiente noticia ya llegaría en 1836, cuando el ingeniero de minas
Guillermo Schulz explicaría el resultado de sus pesquisas geológicas en su cuaderno de campo, recogiendo que encuentra en Berbes
"infinidad de cristalizaciones de cuarzo, espato flúor y espato pesado". De todas maneras, aún habrán de pasar muchas décadas antes de que por primera vez se explote una mina de fluorita en Asturias. Será en 1905 pero no aquí sino en La Collá (Siero), por parte del ingeniero gijonés Felipe Valdés Menéndez y dentro de sus derechos por la concesión del malogrado
Ferrocarril de San Martín del Rey Aurelio a Lieres Gijón y El Musel
Hermosa campera verde que se extiende prado abajo hasta lasa dunas y la playa, de la que vemos su sector central, empezando a darnos cuenta del amplio sector de costa que abarca. Si bien nunca fue un puerto pesquero, los vecinos de Vega y Berbes siempre la frecuentaron para la pesca y marisqueo de pedral, de ahí que, entre sus apodos, se llamen unos a otros mutuamente
bigarinos (caracolillos de mar -los de Vega-) y
cámbaros (cangrejos -los de Berbes-)
La Playa Vega se halla también en la historia y anales del surf riosellano, aquí en 1971 acudieron a
"galopar sobre las olas" un grupo de
"hippies australianos", quienes contactaron con el naciente grupo de aficionados locales que, en torno al veraneante madrileño
Fernando Rodríguez Quesada, que había traído las primeras tablas ese mismo año, transmitiéndoles sus conocimientos del arte de surfear y de fabricación de dichas tablas
Fernando y su grupo aprenderán a hacer tablas de surf, primero en base a reaprovechar otras viejas y después haciéndolas nuevas. Fernando se especializará notablemente en esta elaboración de tablas
surferas y en 1984 creará su propio taller, fundando posteriormente, en 1990, la tienda por la que será conocido como
Nano el de Waikiki y que con otros, como Perico Alonso, serán los pioneros de este deporte en el concejo
La playa, al ser lineal y no formar una gran concha o bahía más o menos resguardada, está muy expuesta a las corrientes marinas y las resacas, por lo que tiene una cierta peligrosidad. Es altamente recomendable no bañarse salvo en verano, cuando hay salvamentos y donde estos lo permiten, pues los días y lugares en que se puede es una verdadera maravilla. No por ello deja de ser frecuentada, y muchísimo, pues en temporada alta se ha de poner en marcha un amplio dispositivo de control de accesos y parkings
Sigue el Camino subiendo por esta magnifica ladera septentrional de El Cuetu que nos depara y deparará tan hermosas vistas de la costa y nos adentrará en la historia minera de estos parajes. Es posible que al haber resultado, más arriba, afectado y cortado por las explotaciones mineras, el resto de estos tramos, infrautilizaos, quedasen bastante preservados, conservando buena parte de su empedrado
En muchas ocasiones, la mayoría, la piedra de los viejos caminos, o los caminos en sí mismos, podían ser permutados a vecinos y propietarios por las correspondientes terrenos como pago o parte de él. Las piedras solían ser reaprovechadas para hacer muries o muretes de fincas, casas, fuentes, cuadras o lo que se precisase, pues el Camino, al dejar de ser de uso público principal, era prácticamente declarado cantera pública (como lo eran murallas y otras construcciones), dado que aún no existían disposiciones ni apenas sensibilidad en el terreno de la preservación patrimonial de las vías históricas
Si, construida la carretera, los viejos caminos reales y otros seguían teniendo utilidad, como atajo, vía pecuaria, camino vecinal, etc., normalmente era ensanchado, aplanado y, con el tiempo también asfaltado. Sino o se
"tomaba de artos", se hacía monte, o simplemente se incorporaba a las fincas aledañas y tierras de labor. Por eso es una suerte conservar aquí esta maravilla de empedrado. Esperemos que dure, a tenor de lo que hemos visto en otros caminos de Santiago, hormigonados a pesar de ya no ser necesarias para la comunicación vecinal, con lugares o aldeas ya con su propia carretera o pista aparte del viejo camino
Y además, si bien en el interior, por lo general menos poblado, sobre todo en la cordillera, es más usual hallarlos, en la costa trechos empedrados como este, relativamente largos, son verdaderamente una excepción. Hay trazados más o menos conservados o fieles al trayecto original, pero con su empedrado, o al menos, parte de él, ya es más difícil. Tengamos presente que en origen tampoco estaría así, tan suelto, sino que estaría más aplanado y seguramente algo más ancho, pues el terreno en ladera le habría comido alguna franja, en este caso a la izquierda
Es ahora subiendo, cuando como hemos dicho vamos a ir admirando la gran superficie de este
sable o arenal, más grande aún que el de
Santa Marina que hemos dejado atrás. Tanto es así que se dice que, por mucha gente que llegue siempre encontrará un hueco para extender su toalla. Otra cosa es que se pueda aparcar y dónde, pero en el caso de los peregrinos no sería este un problema
Tampoco son un problema los baños, si no hay zambullida se disfrutar del frescor de la mar bravía y se da un largo paseo, otro de los atractivos de este arenal, el cual dispone también de accesos desde Berbes, los cuales pueden ser una alternativa para los veraneantes, pues en las pistas de las antiguas minas, muy anchas, puede aparcarse, y luego bajarse a la arena por el sector más occidental
De todas maneras lo más accesible y llano sigue siendo este sector oriental, hasta donde llega la carretera RS-4 desde la N-632 por Barréu y Entrepeñes. Ahí se concentran los salvamentos, duchas y demás servicios playeros, así como los restaurantes y chiringuitos
El Miradoriu de la Playa es un
excelente complemento, si nos perdonan la expresión, del Güeyu Mar (o viceversa): mientras Abel Álvarez ya avisa que
"no hay carnes ni arroces". sólo hay pescados, mariscos y crustáceos; Luisa Cajigal también presenta sus buenas carnes (sin desdeñar ni mucho menos los productos del mar). Por eso escribe Paz Álvarez en su artículo del 25-9-2017 para
Cinco Días que El Miradoriu es
"mucho más que un restaurante de la playa", con motivo de su apertura a comienzos de aquel mismo verano:
"Frente al Cantábrico, en la salvaje y mágica playa de Vega, desde la que se puede contemplar las más bellas puestas de sol en Asturias, se encontraba, durante más de 50 años, Superman, un hostal en el que se podía comer cocina casera contemplando el mar. Los propietarios se jubilaron, y después de un par de años cerrado, esta primavera el local ha vuelto a abrir, con otro nombre, El Miradoriu de la Playa, colgando, como antaño, el cartel de completo.
De la gestión y de la cocina se ocupa ahora Luisa Cajigal, propietaria junto a Abel Álvarez del afamado Güeyu Mar, con el que mantiene bastantes sinergias. De hecho, ambos restaurantes se encuentran a escasos metros el uno del otro y comparten como base principal de la carta los productos del mar. Aunque en esta nueva aventura culinaria, Cajigal ha introducido guisos de cuchara y carnes. Una carta familiar con la que pretende satisfacer el gusto de un amplio perfil de comensales, en un espacio que abrirá, más allá del verano, los fines de semana. Si algo pretende ser El Miradoriu es un restaurante con vocación de permanencia, ir más allá del concepto de chiringuito de la playa. Porque la cocina que aquí se trajina dista de ser efímera y varía en función de la temporada. Todavía queda tiempo para disfrutar de unas sardinas y de bonito a la plancha, buen producto y bien tratado en cuanto al punto de elaboración. Entre los entrantes, coppa de lomo ibérico de Joselito, firma que también provee de carnes de cerdo ibérico para preparar a la plancha, croquetas o boquerones de Don Bocarte.
Los tortos de maíz acompañados de picadillo y de huevo merecen la pena probarlos, como la ensaladilla, que se acompaña de salmón ahumado, o cualquier plato de pescado, como los fritos de merluza o las almejas a la sartén. Tampoco falta, como sucede ahora en casi todos los restaurantes populares de Asturias, el cachopo, en formato para compartir. De plato de cuchara, fabada o pote asturiano. De postre, tarta de queso afuega’l pitu o arroz con leche. La carta de vinos incluye interesantes referencias."
Más allá vamos viendo mejor los pedrales de la Punta la Pescadoria, El Picuetu y La Peña l'Orru (de
orru, lugar elevado, no necesariamente un
horru u hórreo en el sentido de granero sobre pegollos o pilares). Más allá estaría la punta de Güeyu Mar, nombre también del lavadero junto a la playa y que a la vez gustó a Abel Álvarez para nombrar a su reconocido restaurante marinero
La parte más arenosa de la playa es la más cercana al mar, la que se cubre en las pleamares. Luego hay una franja de cantos rodados de arrastre y sedimentación. Se reconocen bien los estratos geológicos de la
formación Vega, la de las icnitas de dinosaurios, y las de la formación Rodiles con su yacimiento de fósiles belemnites, braquiópodos, ammonites y gusanos Diplocaterion
Lo cierto es que que hay un buen trecho de subida continua. Es la
"montaña rusa" que nos encontramos en este itinerario caminero, como la define el historiador y experto
Antón Pombo en sus famosas guías del Camino Norte. No nos extraña pues que el párroco de Berbes, Alfonso Ganancia, fundase aquel hospital en su parroquia, extinguido en 1702. Tal vez buscándolo, o incluso al aún más antiguo monasterio de Santiago de Caravia, mueren dos peregrinos, uno en 1716. Joseph de Fur, venido de Flandes; y en 1805
"un pobre extranjero llamado Manuel", ambos registrados en el correspondiente
Libro de Difuntos de la parroquial de Santiago de Caravia, en Duesos, sucesora en su advocación al primitivo convento pero relativamente alejada del Camino principal, que discurre pegado a la costa
Tras de nosotros los prados de La Mortera y los altos de La Braña (165 m), ambos topónimos relativos a lugares de pastos y ganados, bajo ellos y en el valle del
Ríu Acebu, Vega y sus barrios, otro hito del Camino de Santiago en Asturias que hemos dejado a nuestras espaldas ...
Es sin duda un buen momento para hacer un alto y volver la vista atrás, pues tenemos un hermoso paisaje de Vega desde el oeste...
A la derecha La Cruz, por donde vinimos de
Abéu y
San Esteban, pasando al norte de
El Forniellu y de Barréu por el Camín Real. Bajando de La Cruz disfrutábamos de unas espectaculares vistas del pueblo, su valle y playa
Las casas de la derecha son las del barrio de La Sertal, por donde llegan los peregrinos. Un poco más abajo y a su izquierda es el barrio de La Capilla, solar de la capilla de La Magdalena y la calle del Sol. La bajada desde La Cruz acaba en La Cecotilla (abajo a la izquierda) donde salimos a la carretera RS-4 rumbo a la playa
Y esta es la vista parcial de la desembocadura del Ríu Acebu desde Vega a su playa, así como el camino empedrado por el que hemos venido desde el puente y Les Dunes
Subiendo ahora un poco más, una barra oxidada. con parte de una bisagra a ella soldada, señala el lugar de uno de los cierres que hubo antaño en las cercanías de la mina, que fueron luego portilla para el ganado
Desde aquí divisamos también una soberbia panorámica de la parte oriental de la playa, la parte que pertenece a Vega y la parroquia de San Esteban. El límite con Berbes aparece señalado por el afloramiento rocoso de la llamada Piedra Colorada
De la Piedra Colorada al oeste es la misma playa, sólo que tradicionalmente esa parte era llamada Playa de Berbes, por lo general más tranquila y menos concurrida, frecuentada por los amantes del naturismo
A lo largo de su extensión, la abundancia de fauna dunar hace de ella uno de los enclaves de mayor interés botánico de la costa asturiana, de la que nos informan en
Turismo Asturias Paraíso Natural:
"... valioso sistema dunar donde se encuentran especies como el barrón, nardo marino, correhuela de las dunas, grama de mar, manzanilla bastarda, mosquita dorada, lechetrezna de las dunas; una aliseda pantanosa, extremadamente rara, ricos yacimientos paleontológicos, huellas de dinosaurios y vestigios de los diferentes niveles del mar a lo largo del tiempo, conforman este espacio de gran belleza.
La playa de la Vega es el arenal perfecto para los amantes de las playas casi vírgenes. Incluso en los meses de mayor afluencia, la sensación de tranquilidad y sosiego es inmensa. Se puede recorrer el entorno de la playa gracias a una pasarela de madera, que ayuda a mantener intactas las características de este bello escenario."
En medio, al lado de los prados que en verano se habilitan para aparcamientos, es donde se ve mayor concentración de estas plantas, algunas en peligro de extinción. Se han realizado visitas guiadas explicativas para concienciar de la conservación de este espacio y que no sea visto como "malezas". De una de ellas da cuenta para
El Comercio P. Martínez el 14-6-2018,
La playa de Vega, de importancia biológica:
"El arenal de Vega es uno de los más solicitados de la costa oriental durante los meses de verano. Su entorno natural y sin urbanizar lo hacen muy atractivo a turistas y locales que acuden a esta playa a diario. Durante años los bañistas han ido accediendo a la orilla a través de los múltiples caminos que se han ido formando entre las dunas, las mismas que a día de hoy sufren las consecuencias con el empobrecimiento de su flora, apenas cuidada. «Es vital para la regeneración de las dunas que se marquen y respeten unos accesos a la playa», manifiesta Amaya Aguirre, bióloga y vecina de Vega. «El terrible temporal de febrero ha dañado la duna al filtrarse el agua por las veredas que hay a lo largo de toda la playa».
Este arenal riosellano es considerado monumento natural desde el año 2001, además de ser Lugar de Importancia Comunitaria, títulos que no han mejorado su cuidado. Lejos de suponer unas mejoras para el ecosistema de la playa, sigue sin hacerse conocedores a los usuarios de Vega de la importancia de su conjunto de dunas."
Este sistema dunar está formado por tres estratos muy diferenciados, el primero es la llamada duna embrionaria, en esta zona oriental de la playa, con plantas como el cardo marítimo o el barrón:
"Este primer estrato es además el más dañado por los continuos aportes de agua y arena causados por las grandes mareas, y que han traído multitud de especies invasoras. En el segundo sistema la flora que predomina es el barrón. Esta duna está marcada por un exceso de materia orgánica que se ha ido depositando en ella durante años y que poco ha poco ha ido envejeciéndola.
En el estrato posterior encontramos la especie lanaria, comúnmente denominada 'mosquita dorada', una planta que pese a no ser característica de este arenal es en la actualidad el único que la posee de todo el litoral cantábrico.
El desconocimiento de la riqueza dunar de Vega ha llevado a que la playa se encuentre llena de plantas invasoras que impiden que la propia flora del sistema se desarrolle. Del mismo modo, la acción humana no favorece tampoco la regeneración de estas dunas. Como explicaba Amaya Aguirre durante la visita a este entorno que organizó la asociación 'Riosellanos por el mundo', «es necesario que haya un conocimiento de lo que tenemos aquí para crear conciencia en torno a ello, además del compromiso por parte del Principado y Demarcación de Costas, que hasta ahora no han hecho nada». La agrupación tiene una gran conciencia de preservación en torno a esta playa, que es sin duda una de las joyas de Ribadesella."
Más allá del extremo oriental del arenal y con marea baja se puede llegar a la
Playa la Sierra. Existe asimismo un sendero, pero es bastante complicado y peligroso pues baja por el acantilado, solamente suelen usarlo los pescadores. A principios del otoño, acabada la temporada veraniega, se celebra en las playas de Vega y Santa Marina un campeonato de pesca con caña, el
Open Astur-Cantábrico Internacional de Surfcasting
El Camino por la falda de El Cuetu sigue su larga cuesta empedrada rumbo a Berbes. No es demasiado frecuente que un camino antiguo, como este
camín real, se exponga abierto a los fríos vientos del norte subiendo una montaña sobre el mismo mar, que en invierno y embravecido asolaría la playa y aquí, ya libre de los azotes de la marejada, sería relevado por el vendaval, directamente a nuestra cara o, en el caso de regresar de vuelta, empujándonos por la espalda
Porque aquí, donde las estribaciones de la Sierra del Fitu, brazo a la vez del totémico Sueve, parecen querer estirarse como si una mano ansiase mojar sus dedos en el mar, fue considerada la mejor opción, una vez dejadas atrás otras alternativas, secundarias, por los valles de los ríos Acebu y Castañar, al valle del Piloña. Más importante fue la de remontar el Sella hacia su confluencia con el Piloña en Arriondas/Les Arriondes, siguiendo luego esa gran valle
piloñón, interior pero paralelo a la costa, hacia Nava, y de ahí pasar al valle del Nora o Ñora en Sariegu, ya a un paso de la catedral de
San Salvador de Oviedo/Uviéu por Siero y Noreña
Si pasamos en verano, el bullicioso ambiente de la concurrida playa, entre La Cecotilla, el puente y Les Dunes, contrastará con las relativas
soledades de este precioso tramo por la ladera
La playa se sigue extendiendo al oeste, y a nuestros pies, pero desde aquí no la vemos ya. Sí reconocemos en la distancia un nuevo paisaje marítimo: El Cabu Llastres, que ya veíamos desde La Cruz y bajada a Vega y, más cerca, La Punta la Pica o Punta Arrobáu, considerada su límite occidental, contando los pedrales o pedreros situados más al oeste del arenal
El Cabu Llastres es una gran muralla natural que se extiende en dirección noroeste unos diez kilómetros sobre el mar, desde que empieza a formar su ángulo obtuso en
La Isla (Colunga) hasta su punta más extrema, conformando un gran fondeadero natural desde época romana y prerromana, con altos acantilados pero también con playas y ensenadas entre ellos, que fueron fundamento de los primeros embarcaderos y puertos naturales
Una de esas playas, la de L'Escanu, sería la del pueblo marinero de Llastres, cuyas casas blancas son en sí mismas como un gran faro que destaca en la ladera en la que dichos acantilados suavizan su verticalidad. Tanto este pueblo como todo el cabo serán la referencia visual y geográfica que nos acompañará durante buena parte de los próximos kilómetros, en nuestro camino hacia Caravia y Colunga
En el extremo del cabo destaca la blancura del cabo,
El Faru Llastres, que por estar en términos de Lluces, aldea llastrina de la misma parroquia, también es llamado El Faru Lluces. Inaugurado en 1994, es el último hasta ahora de los construidos en Asturias. Más abjo y a su derecha están los bajos de El Vaquín, grupo de rocas frente a la punta del cabo que son uno de esos peligrosos escollos para la navegación que abundan en estas costas
A su izquierda, los acantilados y pedrales de El Vaquín, La Vaca'l Cabu, La Teyosa, La Piedra'l Rayu, La Punta'l Pintu, Les Llastres la Cotariella y ya La Punta l'Escanón al lado del puerto de Llastres
Sobre ellos, El Picu es el nombre del lugar donde está el faro, escenario, como todo el cabo, Lluces y, sobre todo, el pueblo de Llastres de le famosa serie de televisión
Doctor Mateo, en la que la villa marinera era conocida como
San Martín del Sella. La serie popularizó enormemente muchos de estos rincones, principalmente en la población y su puerto pero también buena parte de su entorno más inmediato
A la izquierda y siguiendo la rasa costera sobre los cantiles, es La Iría Balladrón, seguidamente Llimiside, Les Barreres, Gabús y La Granda, cerca del barrio de Palmián, en Lluces, topónimo relativo a las luces que, muy anteriormente al faro actual, se hacían con su misma función con fogatas. De todas maneras no se descarta un antropónimo, Lucius, que en este caso sería un posesor, de época romana o altomedieval
Sobre el puerto, la Punta l'Escanón y la Punta Misiera (o Miseria), está el
Campu San Roque, solar de la capilla de este nombre, construida en 1616 por los Armadores llastrinos Ramiro Victorero. Está en un hermoso mirador y con zoom o prismáticos la reconoceremos bien, aún estando de espaldas, siendo el que está en medio de tres edificios en línea en el rellano bajo la antena repetidora de televisión instalada en 1968
Bajo la antena y a la izquierda de la capilla está el edifico del restaurante
El Mirador, fundado en 1970.A la derecha es la casa de Luis Norniella, que en el amplio espacio que se extiende bajo ella y sobre el puerto tiene todo un parque en homenaje a su mujer Mari Luz Carreño
El espigón que protege el puerto sale de la Punta Misiera y se articula en tres brazos. Más al interior hay un contradique, que deja una bocana de 100 m de anchura la cual domina la pequeña bahía de La Plancha. En la punta hay localizadas también diversas huellas de dinosaurios
Sobre el puerto, Llastres escalona sus barrios en la falda que, desde la llanura de La Rasa de Lluces, cae sobre la Playa L'Escanu y sus acantilados, agrupando buena parte de sus barrios según sus numerosas capillas, todas de tradición marinera, San Antonio, San José, Buen Sucesu, El Cristu, y el Carmen. Otros barrios y rincones son El Piqueru, El Fontanín, La Fontana, La Regayina, El Reló, La Fresquera, La Nansa, L'Atalaya, El Penayu, La Fragua, sin olvidar a la Calle Real, la antigua calle principal, comunicación directa con el puerto, El Ranchu...
Más arriba de L'Escanu La Fontana y San Pedro, otro gran mirado sobre la costa. En lo alto, ya en La Rasa, destaca el gran edificio del
Palacio de Lluces, construido en el siglo XVI por Juan Victorero
El Viejo y que es hoy en día el
Hotel Palacio de Luces. Al lado vemos La Copa, el depósito del agua, una instalación elevada para que llegue con buena presión a todas las casas
Los vecinos de Lluces se complementaban con los de Llastres pues si los segundos se dedicaban sobre todo a la pesca y sus ocupaciones vinculadas, los primeros tenían en sus caserías productos del campo, leche, huevos, carne, huerta, fruta, etc. No obstante también había rivalidad vecinal, como solía ocurrir
La Playa l'Escanu era el lugar en el que los antiguos balleneros llastrinos despiezaban a los cetáceos, faena que se extinguió a la vez que estos animales del Cantábrico, allá por el siglo XVII. A la izquierda está La Punta'l Caballu y a la derecha El Puertu, cuyos primeros
cais o muelles son del siglo XVI, cuando además de
ballenación y pesquería había rutas comerciales con toda Europa, un esplendor que tendría sus mejores tiempos en las dos centurias siguientes
A la izquierda, bajo El Piqueru y saliendo del barrio San Antonio, la carretera AS-257 comunica con El Descanso, una de las bajadas a la Playa l' Estilleru, el antiguo astillero llastrín, donde se hicieron buques de diferente tonelaje durante siglos
En la carretera, comunicación con la Playa la Griega y Colunga, la villa capital del concejo; un grupo de cuatro casitas blancas con tejado a dos aguas es Corea, viviendas sociales construidas en los años de la Guerra de Corea y que, como pasó en no pocos lugares, pasaron a ser conocidos como tales, soslayando el nombre oficial, que solían ser, bien piadoso o bien de personalidades políticas de aquel momento
La mayor parte de las casas de Corea fueron para pescadores de Llastres y sus familias. Al lado estuvo el baile La Pista, donde bailaban mozos y mozas de todos los alrededores. También el antiguo cuartel de la Guardia Civil (luego Casa Luz la de Pepín), que ahora está en un edificio de pisos un poco más arriba de la carretera, bajo El Cantu, en lo alto de Llastres
Más a la derecha, vemos otra de las bajadas a la Playa l'Estilleru, bajo la casería de
Astuera, hidrónimo emparentado con Asturias y astures, dado que por ahí baja a L'Estilleru el
Ríu Astuera, recibiendo las aguas de su afluente el
Ríu Frayón, de
frayar, quebrantar, machacar, moler, etc., referido a su accidentado cauce cayendo al arenal con fuerte desnivel desde su nacimiento... Ladera arriba todo se ha plantado de
ocalitos, hasta la Rasa de Lluces
Más acá están La Punta Marraxín y La Punta Penote, que cierran por el este La Playa la Griega, que ver nada con ninguna mujer griega sino con
briga, fortaleza, referida al castro de
La Villeda, formidable recinto fortificado sobre el mar adscrito a la Edad del Hierro, hoy en día plantado también intensamente de
ocalitos que ocultan sus murallas, fosos, parapetos...
La Villeda nos oculta la playa pero no así, sobre ella y a occidente, el edificio del MUJA, el
Museo del Jurásico de Asturias, cuya estructura se asemeja al contramolde de una icnita o pisada de un dinosaurio tridáctilo, abundantes en los acantilados de este litoral, mismamente en los pedrales y acantilados de La Griega. Está situado en el Monte la Salú, en la Rasa de San Telmo y es famoso por su gran exposición dedicada a los grandes saurios dentro de su contexto en esta franja costera entre el Sella y Les Mariñes de Villaviciosa, siendo especialmente espectaculares reproducciones tanto en el interior como al exterior
Bajo La Villeda, los espectaculares acantilados del Saltu la Muyer, que se extienden a la izquierda hacia los de Güerres
"con paredes de más de cien metros contra los que rompe furioso el Cantábrico", dicen en la página turística de
Colunga, otro paraje de agreste naturaleza marina y marisquera
Más lejos y también plantados de especies maderables de crecimiento rápido para las fábricas de celulosa, están los montes de La Guarida y Los Toyos, que guardan el
Monte Caserín, otro recinto posiblemente castreño, este en el lugar o aldea de Castiellu, de la parroquia colunguesa de Llue
En primera línea de costa los acantilados de Güerres se extienden por La Raposera y La Punta'l Flaire, un verdadero mirador sobre este pedreru en el que era costumbre mariscar, a llámpares y otros moluscos, y a pescar con caña
Y, por supuesto, los
oricios o
ercinos (erizos de mar), rico manjar fundamento de las jornadas gastronómicas que todos los años se celebra en el pueblo de Güerres, que vemos en lontananza más allá de los cantiles, donde se sirven generosamente oricios crudos, cocidos, en tortilla y demás combinaciones, junto con más excelsos manjares y corriendo la sidra a raudales
Los peregrinos que escojan ir al albergue de
La Isla tienen la alternativa de ir a la villa de Colunga Colunga por estos acantilados siguiendo el sendero que los recorre por su mismo borde, lugares de La Güelga y La Puente, para posteriormente acercarse a
Güerres y de ahí continuar a San Xuan de Duz, cuyo campanario alto y de planta cuadrada es posible reconocer un poco a la izquierda de esta foto
Un poco a la izquierda del campanario de San Xuan de Duz y al lado mismo del acantilado vemos los tejados del barrio de Les Quintanes, al oeste de La Isla, donde está el albergue de peregrinos y desde donde se puede salir a esta Ruta de los acantilados de Güerres, que si bien da un importante rodeo para llegar a la capital del concejo, nos permite admirar esta costa bravía. Otro camino, interior y más corto desde La Isla, es el que va a Colunga por
Trespando y El Foyu. En la distancia divisamos el Monte Cualmayor (325 m), cuya cima ya está en el concejo de Villaviciosa
Toda esta zona sería un antiguo fondeadero. En La Isla hubo un castro astur,
El Castru la Isla, que dominaría el puerto natural que es la misma playa, la cual, un poco más a la izquierda, todavía no podemos llegar a ver. Más tarde sería un puerto romanizado con una
villae en el solar donde luego se construiría la iglesia parroquial, y donde apareció una estela dedicada al esotérico culto oriental de
Mitra, incorporado al panteón de deidades romanas, otra señal de que por estos puertos y caminos de la tierra y el mar, no sólo circulaban gentes y mercancías, sino también sus ideas y creencias, algunas procedentes de muy lejos
Mientras se esperaba por las condiciones óptimas para la arribada a puerto, las naves esperarían a buen resguardo de los acantilados de Güerres bajo la observación de los vigías del castro de La Villeda. Los caminos del mar, pese a galernas y tempestades, fueron considerados durante siglos más rápidos y rentables, incluso más seguros muchas veces, que los de tierra, por lo que el riesgo podía ser asumible, de ahí los relatos de las antiguas navegaciones atlánticas narradas en libros tales como la
Ora maritima o el
Leabhar Gabhalá
En
Marinos, puertos y barcos en la antigua Asturias, libro de Hernán del Frade y Rubén Figaredo, en el que se repasa la antigua vinculación con el mar de los antiguos pobladores de Asturias, se incide en la importancia que tuvieron estos antiguos puertos (el de La Isla desaparecido pero el de Llastres con actividad pesquera y deportiva en nuestros días) en la historia de la navegación por el Cantábrico:
"La ensenada de Lastres y las playas de La Griega y La Isla, se hallan al resguardo del cabo Llastres, lo que les da unas condiciones de abordabilidad excepcionales en toda la costa asturiana. Braulio Vigón, estudioso local (...),sostiene que el anterior nombre de Lastres, Sábada, provenía del Stabat, teoría que también defiende Constantino Cabal, aludiendo a un fondeadero romano. Si bien esta deducción tiene poco fundamento etimológico, es algo bastante probable, ya que la rada de Lastres ofrece un fondeadero muy abrigado, el mejor de la zona, como ya hemos dicho. Sin embargo, hemos de centrarnos en lo que, hasta el momento, es el único resto disponible de muelle romano en Asturias; nos referimos al muelle de La Isla, estudiado por Gema Adán. Se trataba de un muelle mixto, compuesto por un dique y un pantalán de pilonas de madera, que unía el islote que da nombre al pueblo con tierra. La maniobra se realizaría a media mare a llenante, y cabría el atraque a ambos lados del muelles. Las mercancías para embarcar podrían ser cobre, hierro y asturcones, además de la producción agrícola de las villae cercanas"
La exportación de mineral de las minas prerromanas del Sueve, del que luego se extraerían metales en castros metalúrgicos como el gijonés de la Campa Torres, muestra el antiguo pasado minero de esta costa poblada desde tiempo inmemorial. Los asturcones eran además caballos muy apreciados por los romanos, llegando a participar en sus carreras y siendo glosado por los autores clásicos, poetas y escritores. Es más, la obra anónima
Rhetorica ad Herennium los cita, y por ello a la vez a los astures y a su solar de la futura Asturias, por primera vez en la historia, en torno al año 90 a.C., incluso mucho antes de la conquista romana (29 a.C.-19 a.C.):
"asturconi locus ante ostium suum detur"
En cuanto a las villae, como los castros y normalmente próximas a ellos, se han localizado no pocos restos, pero el poblamiento de estos parajes sería aún más antiguo que la romanización y la Edad del Hierro. Sobre el mismo Llastres, en Lluces, túmulos megalíticos y hachas pulimentadas en el lugar de La Busta demuestran una ocupación activa en la Edad del Bronce y posiblemente el Neolítico.
La existencia de tierras llanas y fértiles, acantilados y pedrales ricos en pesca y marisqueo, así como ensenadas para embarcaciones hubo de ser determinante para el asentamiento poblacional desde épocas remotas. En Lluces existen además noticias de la localización de una villae romana y de restos de una lápida
Hay quien ha querido ver en Llastres la ubicación de
Noecantrum, una de aquellas míticas ciudades marítimas de la costa asturcántabra plasmadas en sus geografías y cartografías por los cronistas clásicos, puede ser más fácil la teoría que fuese este otro puerto exportador de minerales donde se conectasen, como en La Isla, los caminos del mar con las rutas terrestres, tanto a lo largo de la costa como hacia el interior, la cordillera y la meseta
Como el territorio de Colunga, Llastres (antigua Sabada), estaría supeditada a los poderes monásticos de la alta de Edad Media y a los feudales y nobiliarios del bajomedievo, pero con la concesión, algo antes de 1278, de la
Carta Puebla a la villa de Colunga, haciéndola población aforada y centro de un territorio o alfoz de ella dependiente (el futuro concejo), Llastres se convierte en su gran puerto y acapara la mayor parte de la población, que acude a asentarse mucha de ella de los alrededores que viene aquí a asentarse atraída por su dinamismo portuario, también aforado por la Corona
El comercio marítimo y terrestre, la pesca, la riqueza ballenera, la arriería terrestre, el alfolí o derecho a comerciar y almacenar con sal, la industria vinculada de salazones y escabeches, de tonelería, astilleros, etc. iría configurando la población que hoy conocemos entre los siglos XIII y XVII. Se asentarían también, como todas la villas, los pequeños nobles rurales, cercanos a estos enclaves donde se toman decisiones importantes en base a su actividad, y de ahí la pléyade de casonas solariegas que muestran le heráldica de linajudas estirpes y abolengos. Sabada irá dando paso a Llastres, de
llastra, piedra llana y lisa abundante en sus pedrales o pedreros. Un primer muelle de este nombre será construido en el siglo XVI...
"Vigía Cantábrico, desparrama sus casas por la ladera y parece recordar con indolencia lejanas hazañas balleneras. Hay que desviarse un poco del Camino, pero no es posible renunciar a su visita, Además, cuando el siglo XVIII finalizaba, un vecino, don Bernardo del Castillo, habilitó una de sus casas en la villa como hospital de transeúntes y mantuvo, de su exclusivo pecunio, siete camas y una guardesa. El peregrino que tenía dificultades para hospedarse en el hospital de Colunga, podía probar aquí.
La bajada deja ver un racimo de altos corredores, blancas fachadas, allí donde la madera no impone su color, y patios verdes separando bloques de viviendas para curvarse ante la capilla de San José. En la entrada del puerto, la empinada sucesión de tejados, muestra una perfecta adaptación urbana al fuerte declive del terreno. El Sueve, al oriente, se desploma sobre la línea costera. Abrigados por el espigón, los pesqueros aguardan el momento de la partida.
Hay que asomarse al mar antes de iniciar, estrechas calles y callejuelas arriba, una visita que marcan rincones, escaleras y cruces entre casas de pescadores y casonas blasonadas de los siglos XVII-XVIII"
Desde aquí, el Sueve no lo vemos, pero sí empezamos a ver mejor otras huellas que no son las de los dinosaurios, las de la intensa labor minera que se desarrolló sobre el mismo mar y al norte del pueblo de Berbes: El Frondil, Los Cobayos, Valdelmar, La Cabaña...
Luego de las noticias de Guillermo Schulz, las primeras indagaciones para buscar fluorita en estos parajes, y ya con fines de explotación inmediata, parten del belga Otlet Dewolf en 1925, quien luego se asociará a Celestino Llaneza, empezando los años 1930, y de quien, en el
Foro de Mineralogía Formativa se dice que:
"...recorría incansable los caminos y montes de la zona buscando el mineral, afirmando a todo aquel que lo quisiera escuchar que: ”estaban durmiendo sobre un verdadero manto de oro”, refiriéndose sin duda a las riquezas minerales que atesoraba el subsuelo y al que con el paso de los años las explotaciones llevadas a cabo por diversas entidades le acabarían dando la razón."
La incipiente explotación minera se paraliza en 1936 con la Guerra Civil. En 1937, nada más caer el Frente Norte, entra en escena el empresario
Ángel Pérez de Leza,
"muy vinculado a las grandes instituciones del poder" y
"personaje clave en el desarrollo de la minería de fluorita en Asturias", quien demarcará con la empresa de Importación de Minerales SAE diversas concesiones, fundando en 1941 Fluoruros S.A., la empresa española más importante por recursos y medios de explotación en este sector minero, estando
"plenamente documentados los componentes políticos de la constitución y desarrollo de estas sociedades". En
Espía, aventurero y millonario: historia de una fortuna nacida en las minas asturianas, publica el 12-3-2022
La Voz de Asturias los pormenores de aquellos episodios:
"Cuando que se habla de la minería asturiana, generalmente se piensa en el carbón. Sin embargo, Asturias fue (y es) una potencia en yacimientos de un mineral que los años 40 del siglo pasado tuvo una enorme importancia estratégica: la fluorita, o espato de flúor. Se trata de una combinación de este último elemento y calcio que se emplea como fundente en endurecedor del acero, además de otros usos industriales. Aún se encuentra en grandes cantidades bajo el suelo de oriente asturiano, especialmente en Ribadesella, Caravia y Colunga.
Por tanto, es evidente el interés que la fluorita tenía en los años previos y durante la Segunda Guerra Mundial, lo que no pasó inadvertido a algún astuto personaje de la época. Es el caso de Ángel Pérez de Leza, que llegó a ser un poderoso, aunque discreto, empresario que navegó perfectamente en las turbulencias políticas de ese tiempo: bajo el paraguas franquista vendió tanto a los aliados como a la Alemania de Hitler."
Indagando documentos desclasificados de la poderosa inteligencia estadounidense aparecen nuevos datos y revelaciones que presenta este artículo:
"Solo una ficha de los archivos desclasificados de la agencia norteamericana de espionaje, CIA, da la semblanza completa del personaje, sobre el que pocos datos más hay publicados. Prácticamente nada en prensa de la época, ni reseñas ni fotos, lo que ya es significativo tratándose de alguien que llegó a ser muy poderoso.
Con esto, no obstante, es suficiente para empezar. Se trata de un documento datado en 1945 perteneciente a las importantes Nazi war crimes disclosure acts, (Actas de divulgación de los crímenes de guerra nazis) que fue el producto, en su momento secreto, del trabajo de un grupo de trabajo creado por los EEUU para investigar los crímenes y desvergüenzas (espionaje, tramas económicas y políticas…) tanto de los nazis como del imperio japonés. Fue desclasificado por la agencia hace unos 15 años.
Este acta, en concreto, comienza con la semblanza de Johannes Eberhardt, (o Franz Bernhardt), director del conocido conglomerado nazi Sofindus en España, una trama industrial que cobijaba, apenas disimulados, tanto los negocios de Franco con Hitler como la labor de espionaje. En la página 6 del informe se cita a Ángel Pérez de Leza (que también nombran como Lesa, Losa o Loza) y cuyo domicilio conocido es el Hotel Gaylord’s de Madrid, el que fuera uno de los lugares más lujosos de la capital (descrito por Hemingway en su novela sobre la Guerra Civil Española), hoy convertido en viviendas. No figura que tuviera residencia fija en Madrid, por tanto. Sí consta en otras fuentes que residía en Bilbao."
A continuación se habla de la fundación de la empresa minera y de otras noticias relativas a los servicios de inteligencia en la Guerra Civil:
"Pérez de Leza, mencionan, había fundado en Asturias la empresa Fluoruros S.A. (esto no era ningún secreto, lo publicó el BOE), y su consejo de administración lo integraban también Tomás de Bordegaray, Mariano Elorza, Rafael Pérez G. Salvador y Juan Mans Cordoni (o Cordoni, dice más adelante).
Lo sorprendente es que revelan la versatilidad del personaje, pues «durante la Guerra Civil Española, Leza perteneció al S.I.M. (Servicio de Inteligencia Militar) y ahora creemos que pertenece a la Gestapo», según subraya literalmente el informe. En realidad, el S.I.M. era la Inteligencia republicana, cuyos métodos represivos, en especial del anarquismo, fueron también brutales, según el historiador Hugh Thomas y otros. De modo que, o bien Leza cambió más tarde de bando o bien el informante de la CIA se confundió y tal vez se refería al S.I.M.P, la Inteligencia del bando sublevado.
Sea como sea, ello no le impidió hacer jugosos negocios con los aliados a costa de las minas asturianas: «En 1941 o 1942, Leza visitó Estados Unidos y, cuando regresó a España, anunció que había sido nombrado presidente de la Comisión Internacional de Fluoruros. Se abrieron negociaciones con la Comisión Americana de Adquisiciones, con Juan Mans Cardoni como negociador entre la comisión y Fluoruros», dice la ficha. Bordegaray y Elorza renunciaron, dicen sin explicación, y fueron sustituidos por «Rodolfo Carneal (sic) y Carmelo Eguigurea» (probablemente Eguiguren)."
Y sea como sea, estamos ante una verdadera historia de espías en el Camino. A partir de ahora, dice el artículo de investigación, las fechas que proporcionan los espías sobre estas actividades son ya más precisas:
"Ya en pleno conflicto mundial, «entre julio de 1942 y agosto de 1943, Leza vendió grandes cantidades de espato de flúor a la USCC» (Cámara de Comercio de EEUU). Es más que probable que Franco supiera y tolerara estos manejos; poco se le podía escapar entonces. De otra forma, Leza habría salido muy mal parado. De hecho, se produce un giro nada sorprendente de los acontecimientos: Leza intenta forzar a los americanos a firmar un nuevo contrato y finalmente se rompe la relación en favor de los alemanes.
Pérez de Leza «llega a un acuerdo con Buttellier, Delegado de Compras de los alemanes, para el suministro de minerales» procedentes de las minas asturianas. Los espías de la embajada británica comunican a los americanos que el entramado Sofindus está negociando la compra de Fluoruros, con la negociación de «alguien llamado Muller» por parte de los alemanes junto a Leza y Pérez G. Salvador. Finalmente, la venta se pacta en la muy considerable cantidad de 20 millones de pesetas, «parte del pago en francos suizos», de modo que no es difícil intuir dónde se depositó parte de este capital. Un pelotazo con todas las letras, divisas y paraíso fiscal.
Solo había un pero: «el temor a entrar en la lista negra de los aliados», que hace a Pérez G. Salvador renunciar a sus acciones. Eso no echó atrás, sin embargo, a Leza, que «luego liquidó todas las acciones de la compañía menos las suyas, basando el precio de redención en la utilidad obtenida de la venta a Sofindus. El pago de Sofindus se realizó a través del Banco Germánico, y el pago de Leza a los accionistas a través del Banco de Vizcaya».
Los agentes de la inteligencia norteamericana informan además de otras actividades empresariales vinculadas a los alemanes en el País Vasco, Galicia León...
"Los espías señalan que hay otros informes que sitúan al empresario trabajando con la Sociedad Bilbaína de Minerales y Metales (Somimet, fundada por el alemán Federico Lipperheide y el directivo del banco de Vizcaya Guillermo Ibáñez), «suministrando a los alemanes wolframio y otros minerales». Durante esta época, dicen, «se supone que hizo varios viajes a Galicia en nombre los alemanes. Creemos que obtuvo un beneficio de varios millones, en particular a través de una adquisición presuntamente ilegal de valiosas minas en León o Asturias». Con toda certeza se trataba de las minas asturianas de fluorita, puesto que no hay documentada actividad de Leza en León, y sí en el Principado.
Ya en el último tramo de II GM y cuando estaba claro el resultado, a partir de febrero 1944, busca nuevos horizontes. La CIA dice que «se informa de que Leza es un agente exterior de Falange en Argentina» y, una vez derrotados los nazis, «en junio de 1945, es el jefe de una empresa conocida como Sociedad Americana de Fomento Comercial e Industrial, que también es conocido como el Grupo Financiero de la Safoci, con oficinas en Madrid y Buenos Aires. Se cree conectado con Juan Olaso». Hasta aquí, la reseña de Acta de Divulgación."
Este artículo de investigación culmina con el resumen de estas actividades empresariales comenzadas en la más temprana posguerra española, continuadas en la Segunda Guerra Mundial y a continuación las posteriores, en otro ámbito y lugar:
"Volvamos un poco atrás. Según se cuenta en el libro La Fluorita, un siglo de minería en Asturias (García, Gutiérrez Claverol, Terente y Luque Cabal), las actividades extractivas de ese mineral comienzan en la región a principios del siglo XX gracias al contratista gijonés Felipe Valdés Menéndez. En la zona de Caravia, Ribadesella y Colunga, «la minería empieza en 1931, con la llegada de Celestino Llaneza, se suspende durante la guerra y se reanuda con gran ímpetu durante la II Guerra Mundial, ya que la industria armamentística demandaba fluorita como elemento fundente y agente endurecedor de los blindajes del acero».
Ahí es donde surge el aventurero Ángel Pérez de Leza. Estos mismos autores lo sitúan como antiguo agente comercial de Llaneza en Bilbao: «Aún no había culminado el conflicto bélico (…) cuando tiene lugar en Asturias un progresivo e incluso frenético impulso minero» en La Collada y Caravia-Berbes, «inicialmente bajo la actuación de Ángel Pérez de Leza (…), logrando expropiaciones de terrenos -tanto de propiedad particular como comunal- de manera apremiante, avalado por el flamante régimen golpista, y con el propósito de hacerse con buena parte de los entornos mineralizados». Es decir, que supo aprovechar bien el momento y el lugar.
Según estos autores, el empresario se inscribe en este oscuro periodo como accionista principal de La Collada y Caravia en 1941. En efecto, el BOE publica en octubre 1940 la solicitud de Leza, residente en Bilbao, para instalar la mina de Caravia mediante una nueva sociedad cuya creación anuncia, Fluoruros S.A., con un capital de un millón de pesetas.
En cuanto a sus actividades posteriores, una vez regresó de Sudamérica, existen noticias publicadas en prensa sobre la fundación de la compañía Costa de Azahar S.A. por parte de un empresario llamado Ángel Pérez de Leza que había llegado de Madrid y que se benefició de poco claras expropiaciones en Castellón gracias a sus contactos políticos, a partir de 1957. Probablemente se trata de la misma persona, tras una vida azarosa y muy lucrativa, cuya esquela publica La Vanguardia el 6 de diciembre de 1990, y fallecido en Castellón a la edad de 82 años."
Estamos ya pues en pleno entorno de aquellas estratégicas minas de la preciada fluorita asturiana, el comercialmente llamado espato flúor. Aquí la pista se ensancha y hay explanadas, antiguo paso de camiones y maquinaria. En la
Gran Enciclopedia Asturiana, en concreto en su tomo 4 (primera edición, 1970) voz
Caravia), leemos esta versión de la historia de estas minas en la Segunda Guerra Mundial:
"El establecimiento de industrias extractivas del espatoflúor comienza hacia 1938. Pronto fueron adquiridas por el Gobierno alemán, que continuó la explotación de los yacimientos con mejores medios y mayor rendimiento. Al término de la guerra mundial, se hizo cargo de ellas el Comité Interaliado de control, del que pasó a la empresa Importación de Minerales, S.A.E. Esta sociedad vendió sus propiedades mineras a Fluoruros S.A. en 1948, que continuó la explotación por el sistema de galerías"
Dado que estamos aún en la falda de El Cuetu, esta sería seguramente la explotación denominada
Cuetu Norte o Bloque IV. En este área es donde el crecimiento del arbolado y plantas silvestres más ha hecho cicatrizar las marcas de aquellos intensos trabajos. A nuestros pies estaría Concha o Mina Concha
La situación es diferente más allá, en El Frondil y Los Cobayos, como hemos dicho. En total se han documentado en la zona, al este de la denominada técnicamente Corta de San Lino, unas catorce concesiones mineras, de las que se llevaron a cabo diez, una parte sobre un filón principal llamado
Ana y el resto por otros filones satélites por su lado este. En la ficha del
Instituto Geológico y Minero de España leemos lo siguiente:
"Toda la actividad recayó sobre el área situada al N y NE de la localidad de Berbes, a excepción de las explotaciones conocidas como “El Sollaréu” y “La Braña”, de importancia más discreta.
El método minero empleado con mayor profusión en este sector fue el de minería a cielo abierto sobre las zonas mineralizadas; dado que en la actualidad no existen explotaciones activas en este sector, buena parte de las mismas se encuentran restauradas. Sin duda, la explotación más emblemática de todas fue la mina Ana (su primera denuncia data de 1910, para Fe), que sí se desarrolló mediante minería de interior, pero con un periodo de actividad no muy extenso (1949-1968).
Como lugares particularmente interesantes desde el punto de vista geológico y minero estarían la zona conocida como “Cuetu L´Aspa” (sobre la que han existido 4 explotaciones diferentes. Cuetu I, Cuetu II, Cuetu Norte y Busteriza) y las actividades que han beneficiado el filón “Ana” (Vulcano, El Frondil, Los Cobayos y Valdemar). El filón Ana cuenta con una potencia media de 8 m (con frecuentes irregularidades que en ocasiones le hacían superar la treintena), dirección NW-SE y disposición subvertical."
De la misma manera que esta actividad minera prolongó la vida comercial del muelle de Ribadesella/Ribeseya hasta la década de 1970, otra minería, la del mineral de hierro de Carrandi, en Colunga, lo hizo con el puerto de Llastres, donde existió un cargadero de este mineral, que llegaba en tolvas por cable aéreo, instalado en la década de 1930, desde la mina
Requeté, siendo luego transportado vía marítima a los puertos gijonés y Bibaíno. Luego, a principios de los 1950, fue llevado, en camiones, al puerto riosellano. La mina cerró en 1965 y aunque hubo intentos de continuidad, estos cesaron definitivamente a finales de los años 80 del siglo XX
A lo que parece, la pista minera aprovechó aquí en trazado del
camín real, que sería lo suficientemente ensanchado para el tráfico minero, los camiones que llevarían la producción a puerto por la carretera N-632, o a los lavaderos de mineral de
Mina Ana, en Torre, mina como tal cerrada en 1968, pero cuyo lavadero, construido en 1957, es la única instalación que mantiene la actividad hoy en día en este sector, ahora con mineral traído de otros lugares
La cuesta parece suavizarse en este tramo en el que la vegetación, tapando las señales del ingente movimiento de tierra y piedras acontecido durante décadas en estos montes y cantiles, forma un precioso túnel vegetal. Por aquí estaríamos yendo hacia Cuetu II
A la derecha, un vallado, entre el que crece también la espesura, nos separa del precipicio de una gran cantera abierta para sacar la fluorita, pues prevalecía como hemos visto la minería a cielo abierto
El mineral asturiano era valorado por su pureza, con escaso contenido de azufre cinc y plomo. Llegados los años 1970 Estados Unidos importaba el 75% de la producción asturiana, también con minas en Siero, Llanera y Quirós, compitiendo en calidad y precio con el procedente de Italia y Alemania. El espato flúor ácido, con su grado de concentración del 97% era muy valorado además en la industria química y farmacéutica
Asturias producía además el 70% de roda la fluorita extraída en España, que rebasando la década de 1970 ascendía aún más, oscilando entre el 75% y el 85%, con un auge espectacular, en buena parte con los grandes pedidos de la industria estadounidense del armamento a raíz de la Guerra de Vietnam, si bien también era empleado para la industria del acero en general, no sólo para blindajes, al igual que para diversas síntesis químicas. Finalizada dicha guerra en 1975, al año siguiente comenzó la crisis pese a ser a la vez el del récord de producción (488.321 Tm.), el doble que siete años antes
La emblemática empresa Fluororuos S.A. presentó expediente de crisis ya en octubre de 1975 y posteriormente desapareció. En 1977 y 1978 se estanca la producción y en 1979 comienza a descender. En 1982, el trágico accidente de la
Mina Foncaravia, con cinco mineros muertos al desplomarse una galería, provocó poco después su desaparición, a la que siguieron sucesivos cierres y, por consiguiente, mucha gente se fue al paro, emigrando a las ciudades del centro de Asturias, en busca de nuevos empleos, lo que ocasionó unos pueblos a los que hasta entonces la minería había salvado del éxodo rural
Abajo eran la ya referida Mina Concha, además de las explotaciones Leonor y Tere, todas de la
concesión Ana. La antigua pista minera, acondicionada, es ahora acceso a la playa por este su sector occidental y su anchura permite bastante espacio de aparcamientos
Ahí tenemos la zona de El Frondil, La Cabaña y Los Cobayos. La Cabaña tiene que ver con la existencia antiguamente de una casería, Los Cobayos con covachas (no porque algunos filones pareciesen conejillos de indias o cobayas, como se ha dado en decir) y Frondil con zona de fronda, bosque, frondosa, lo que nos permite hacernos una idea de cómo sería el lugar antes de la minería
"En la zona de El Frondil, situada al norte de Berbes y junto a la playa de Vega, se llevaron a cabo trabajos diversos para la extracción de fluorita. Todas estas labores se sitúan dentro de la concesión Tere (nº 25085), y en ella encontramos dos galerías: la más elevada, que perteneció a la mina Vulcano y otra, a un nivel inferior, abierta en 1990 por HECOR, S.A. (Hermanos Corteguera) mediante contrata con Minersa. Esta galería es actualmente utilizada para la captación de aguas del municipio de Ribadesella.
Los primeros trabajos en El Frondil datan de 1930, manteniéndose los mismos por diversas compañías hasta que en 1952 se hizo cargo de ellos la Sociedad Minera Vulcano, quien diez años más tarde los vendería a la empresa Somimet.
Según leemos en el magnífico libro La Fluorita. Un siglo de minería en Asturias, tras hacerse cargo Somimet y Minersa de las concesiones inmediatas a Berbes, se inició el aprovechamiento de la zona mediante labores a cielo abierto, ampliándose igualmente las de interior, al intentar HECOR recuperar los macizos abandonados en el último y más profundo nivel de la mina Ana.
El nombre de La Paredona, zona contigua a la pequeña playa existente junto a El Frondil y muy conocida por los buscadores de minerales, es una denominación moderna inventada por estos que no se corresponde con la toponimia local, ya que la denominación oficial, derivada de las formas que adoptan las rocas calizas de su superficie, es Los Cobayos."
Pista arriba, intuimos va llegando el final de la larga cuesta desde la Playa Vega cuando ya vemos ante nosotros los montes de La Caxigosa, o más correctamente, Les Llanaes de la Caxigosa, una elevación tipo meseta con 225 m de altura media, donde estaba la casería de este nombre, etimológicamente lugar de
caxigos (Quercus fagina), variante del celta
cassanos o
casnus (roble). Si bien ahora impera el
ocalito
En lo alto de la pista, al final de la cuesta, también vemos en verano coches aparcados, como acceso alternativo que es a la gran playa de Vega y Berbes. Esta pista sustituye a los últimos 500 metros del Camín Real original que entraba en Berbes, desaparecido con la minería de fluorita
Aquí estuvo La Ordiera, uno de los barrios de Berbes (la tierra o posesión de
Berbius, antropónimo romano o altomedieval), desaparecido con la actividad minera, salvo unas casas que siguen llevando su nombre al otro lado de la N-632
El topónimo nos indica que fue este un lugar en el que muy antiguamente se plantó cebada (latín
hordeum). Aquí vemos los trabajos de rehabilitación de estos antiguos terrenos mineros, aplanándose la pista, cerrándose con grandes rocas el paso a las fincas y veredas colindantes y empleándose como entrada y aparcamiento alternativos a la muy concurrida playa
El Camino hace un ángulo completo para seguir a la derecha, en dirección oeste, donde vemos, en la lejanía (derecha de la foto), los calizos riscos del Puertu Sueve
Bifurcación de La Ordiera y El Fondril: seguimos a la izquierda, subiendo un poco más en rampa, orientándonos por los mojones del Camino de Santiago y contemplando las cumbres del Sueve y, delante de ellas, las del Picu'l Castru de Caravia, según nos acercamos al centro de Berbes por el barrio
El Parapetu
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