Playa la Isla (Colunga): enfrente El Peñón. A la derecha al fondo El Barrigón, más allá La Espasa (Caravia) |
La Playa la Isla es un hermoso arenal del pueblo de este nombre, La Isla, puerta del concejo de Colunga por el litoral, que ya vemos desde el camín real en Caravia, camino de sus playas de Moracéi, El Visu y La Espasa, conformando todo ello una continuidad de bellísimos arenales que prácticamente pueden recorrerse andando en bajamares, como aquí vamos a plantear, proponiendo uno muy ligero desvío del Camino oficial que va a ofrecernos a cambio este impresionante paisaje marítimo
La Isla debe además su topónimo a un islote enfrente de esta su playa, llamado El Peñón, El Castiellu, El Peñón de les Ánimes o La Isla'l Moral, parte de un muy antiguo puerto que aprovechaba esta protegida ensenada, vigilada además antaño por castros, a los que siguieron asentamientos romanos, que trajeron el tan esotérico culto oriental a Mitra, así como medievales, con un castillo desde el que parece ser se gobernó el territorio de Colunga antes de concedérsele Carta Puebla y donde un viejo monasterio, el de Santa María de Tona, antecesor de la actual iglesia parroquial de esta advocación, cristianizaría aquel mitreo cuya cueva de rituales ha sido localizada, así como una estela, de la que se tienen noticias desde el siglo XVIII
La Isla (Colunga): el pueblo, la playa y El Peñón, El Castiellu o La Isla'l Moral |
Si bien el Camino de Santiago oficial se dirige directamente a la villa de Colunga desde La Espasa, siempre hubo un ramal del mismo que, a la altura de Güeñu, se separa de este para tomar la ruta hacia La Isla por El Ramal, actual calle Francisco Carrillo, llegando desde la carretera N-632 casi hasta la playa: esto se debe a que en La Isla está el albergue de peregrinos público, si bien situado al otro extremo del pueblo, en Les Quintanes, cerca de la ensenada de La Güelga y de los acantilados de Güerres
Pero además, históricamente. por La Isla discurría un camino costero de relevancia, también usado por los peregrinos para ir a Colunga, donde estaba su hospital de acogida, o al puerto marinero de Llastres, el que también existió en la Edad Moderna una alberguería a ellos destinada
La Isla desde La Espasa, con La Punta'l Cuervu en primer término |
Dado que el camino oficial entre La Espasa y La Isla es actualmente en su mayor parte un continuo trasegar por la acera de la N-632 que sustituyó a aquel viejo Camín Real de la Costa, vamos a proponer, para quienes deseen dirigirse a su albergue o pasar por el pueblo y descubrir su playa, pionera del turismo en este tramo de costa, continuar directamente desde La Espasa a La Isla yendo directamente de playa a playa. ¡PERO ATENCIÓN, ESTO ÚNICAMENTE ES FACTIBLE HACERLO EN BAJAMARES!, nunca siquiera con la marea alta, o subiendo, o cuando aún no lo suficientemente baja
Sin mayores complicaciones, y ayudados mejor por un bastón, en buenas bajamares, descalzos o en sandalias y mejor en verano, podemos pasar de La Espasa a La Isla por la zona de El Piñoble y El Barrigón luego de vadear aquí el Ríu La Espasa, que desemboca en esta playa de su mismo nombre
Bien es verdad que, un poco más adelante, hay, aún con la marea baja, un paso dificultoso, las rocas del pedreru de La Punta'l Cuervu, paso de El Piñoble al Barrigón y de allí a La Isla, pero esto puede evitarse subiendo a un pequeño paseo marítimo en el muro de contención existente a su izquierda
Ese muro es este, asegurando el acantilado de Entreplayas, urbanización por la que pasa el Camino oficial antes de salir a la N-632 por segunda vez desde La Espasa. Su paseo sigue la línea de árboles al pie de las casas y puede subirse a él por una escalera de peldaños
Por eso, si no vemos muy claro el vadeo fluvial simplemente podemos usar el Puente la Espasa, con buena vereda peatonal al lado de la N-632, a la que subimos desde el paseo de la playa, y seguir el Camino de Santiago propiamente dicho
Y así tras pasar el puente, volveremos a bajar al arenal y, ya al otro lado, continuaríamos hacia El Piñoble por la margen izquierda del río
Para ello, sin necesidad ya de ir más allá, dejaremos el Camino oficial y bajaremos por estas escaleras de madera, que encontramos nada más cruzar el puente, dirigiéndonos luego por un bello sendero de hierba pisada hacia aquel antiguo caserón: La Venta la Espasa, testimonio del antiguo camín real, que por aquí pasaba sobre un puente más antiguo, desaparecido, pero del que ocasionalmente aparecen porciones de sus cimientos
"La bicicletas eran indispensables, no sé dónde las guardaban mis padres entre verano y verano. Se iba mucho a coger moras, y cuando llegaban las grandes mareas de final de agosto, íbamos muy pronto por la mañana, con los esguileros al lugar del Camarón, a las rocas entre el Barrigón y la Espasa. Con la fiesta de la Velilla, la virgen de agosto, nos traían a casa una capilla con una virgen, a mí me impresionaba bastante. A veces nos llevaban nuestras tías al rosario vespertino en la iglesia: allí como ya he contado, lo más llamativo eran los reclinatorios familiares, es decir grabados con el nombre de las familias a las que pertenecían. Con mucha más frecuencia íbamos al Barrigón y a la venta de la Espasa, donde se jugaba a los bolos."
"A comer a la venta de La Espasa, sobre una playa ancha, llana y desierta. El cimiento de las piedras parece de carbón; por lo menos tiene todo el aspecto de tal. Buena mañana, rústica per buena comida. Salimos, grandes y deleitosos prados"
"Ilustrado. Se alojó en la venta junto a la playa a su vuelta de Covadonga y gustaba de conversar con los parroquianos para recabar información y tener así un mejor conocimiento del país"
El coronel Escandóngasta canana de playaque la ganó a los francesesen el Puente de la Espasa
"Al peregrino con imaginación no le costará mucho figurarse que la antigua Venta de La Espasa debió parecerse bastante a aquella Posada del Tabardo en Southwark donde Chaucer hizo encontrarse a sus romeros camino de Canterbury. Allí compartirían mesa viajeros jacobeos con arrieros, mercachifles, clérigos, mansoleas de Pimiango y tejeros de Vibañu. Se contarían historias como los personajes de los cuentos de Chaucer. Especialmente a última hora del día, tras la cena, mientras estiraban la velada con una cuenca de vino antes de acostarse. Por un detalle escatológico que apunta el propio don Gaspar en su diario podemos suponer que esa noche en la venta colunguesa pudo ser de las que se alargan voluntariamente para retrasar el momento de irse a la cama. Y es que, pese al elogio que le dedica a las viandas servidas, en las anotaciones de las jornadas siguientes desvela lo que parecen síntomas de una gastroenteritis que le dura, por lo menos, hasta Pion, donde repone fuerzas y se toma un zumo de limón: «Porque no he comido desde La Espasa»
"Esa noche Jovellanos comienza a sentir las primeras molestias intestinales y se ha quedado en una mesa de la fonda conversando con los otros huéspedes desvelados. Por sus escritos sabemos que le gustaba escuchar a los paisanos allá por donde fuere, le facilitaban informaciones que el ilustrado sabía aprovechar para un mayor conocimiento del país. Los parroquianos de La Espasa, como los de todas las posadas, eran gentes del camino, viajeros de distintas profesiones y procedencias que podían transmitirle a Jovellanos valiosas noticias de su interés. En todo caso, además de recabar posibles indicios de yacimientos hulleros, que es uno de los objetivos principales de sus viajes por el Principado, el gijonés amaba y cultivaba la literatura, de modo que no le disgustaría oír de boca de aquellos paisanos, además de gajes del oficio y opiniones sobre los precios del mercado, relatos de pura fantasía o de memoria sabrosamente aderezada. No es improbable que el mismo posadero se sentara con sus huéspedes a compartir historias y conocer otras para añadir a su repertorio. Tal vez esa noche les contó la de la isla sumergida que dio nombre a la localidad próxima a La Espasa. La recoge el erudito colungués Braulio Vigón en su 'Folklore del mar' y la emparenta con mitos atlánticos similares como el del hundimiento de la ciudad de Is en la Bretaña armoricana. Afirma que entre los marineros de Llastres existe la creencia en que entre la playa de La Griega y El Barrigón de La Isla -en la punta donde se afinca la Venta- con mar clara es posible vislumbrar bajo el agua las ruinas de una antigua ciudad y la isla en la que se asentaba. Los parroquianos lo oirían asombrados y también el propio Jovino al comprobar que hasta el mesón de aquella remota fonda hubiese llegado el mito de la Atlántida.
Cuando el posadero terminó, le cogió el hilo un fraile toscano que peregrinaba a Compostela. Hablaba de ciudades y villas prodigiosas por las que había pasado. En algunas de ellas había visto más de un milagro, en otras toros de cuatro cuernos, en Carcasona la vara de Merlín. Los comensales le prestaron poca atención tras el relato de la ciudad sumergida. Alegaron cansancio y sueño para retirarse, no sin antes desearle al pobre fraile buen camino a Santiago."
"Hacía un frío de muerte. Las pulgas marinas saltadoras, tan aficionadas a la pirueta mongola, se congelaban en el aire y caían a plomo sobre la arena mojada. Tropezaban los cangrejos con sus propias patas y, tal vez achispados por los efluvios del mar, paseaban su curda como el borracho impenitente que se aproxima peligrosamente al derrumbadero. Pero esto no es lo peor, ya verán por qué lo digo.Aquella tarde la playa de La Espasa, municipio de Caravia, se parecía mucho a un circo de animales fabulosos, un excéntrico bestiario de monstruos asimétricos pelín bobalicones. Y allí estaba, como contrapunto a todos aquellos fenómenos de la naturaleza más tarada, dibujándose bajo el sol del atardecer, aquella imponente maravilla. Pude contemplar a lo lejos, custodiando la verja que circundaba el dominio de una casa destartalada, la blanca figura de un majestuoso unicornio. Defendía aquella mansión de piedra y madera haciéndose fuerte con sus patas de antílope y con un larguísimo cuerno que brillaba sudoroso bajo el sol. A pesar de la lejanía y de mi incipiente miopía, podría decir, aquí y ahora, que aquella legendaria y formidable criatura era sin duda la protagonista de toda una mitología. Pero mentiría, ya verán por qué lo digo."
"A medida que me acercaba, la leyenda se desvanecía. Y, cuando ya estuve lo suficientemente cerca del animal, pude comprobar que la mitología había pasado a mejor vida o tal vez se escondía avergonzada tras el roquedal. El sol, la luz del sol, me había jugado una mala pasada. Lo cierto es que allí estaba: un burro renqueante, cojo de tres patas, desnutrido y tan feo como pisar un periquito con un zapato marrón. Aquel burro tenía tantas cicatrices en la cara que parecía recién salido de una reyerta de pandilleros. Sólo le faltaba la camisa rota y un cigarrillo entre los labios. Una de sus orejas había desaparecido y la otra, lo pensé en aquel momento y lo recuerdo ahora, parecía recortada a tijera por un elfo. En fin, y perdonen la expresión, era el burro más asqueroso que había visto en mi vida. Y he visto cientos, sobre todo últimamente.Esa noche, con el inolvidable burro todavía lanzándome coces por dentro del cráneo, escribí El unicornio. Un relato en el que un traficante de animales fabulosos intenta vender a cierto torero un magnífico ejemplar de toro albino con un extraño cuerno entre los ojos. El toro, en mi relato, parece un unicornio, y tal vez lo sea, pero para saberlo con certeza hay que leer el relato y torear al toro. Al día siguiente recordé una maravillosa novela que compartía título con mi relato: la tercera del escritor aragonés Javier Tomeo, publicada por la editorial Bruguera, que además se había llevado en 1971 el Premio Ciudad de Barbastro. El unicornio me dio la idea. ¿Y si escribiera un relato por cada una de las novelas que publicó Tomeo, partiendo únicamente de sus títulos? ¿Y si además de un libro de relatos humorísticos convirtiera el texto en un homenaje encriptado para sus fieles lectores, que nunca fueron suficientes? ¿Y si consiguiera, en el mismo envite, que los libros de Tomeo se reeditaran y tomaran de nuevo las librerías? Como ven, mis intenciones eran modestas. (...)Aquello —lo de la playa y el burro, para entendernos— ocurrió algún día del mes de marzo de 2013, y lo recuerdo bien porque en abril viajé a Barcelona para celebrar Sant Jordi con los cuatreros catalanes de Pez de Plata. La tarde del día 22 había quedado con Javier, pero esa misma mañana me llamó para decirme que no se encontraba bien. Nos veríamos en otra ocasión. Javier Tomeo falleció dos meses después."
No todo el mundo, es verdad, está familiarizado con el flujo de mareas del Cantábrico: las aguas cubren gran parte de los arenales en pleamares y se retiran notablemente en bajamares, dejando grandes superficies de arenal y pedreros descubiertas. Este es un fenómeno que se agudiza aún más con las llamadas mareas vivas, bastante frecuentes aunque las principales acecen en marzo y en septiembre-octubre
Nosotros nos dirigimos al muro de Entreplayas y su paseo, pues además nos ofrece unas hermosas vistas desde lo alto de este bello paisaje costero
Al otro lado de estas casas va el camino que, desde La Venta la Espasa, enlaza con el oficial
Vemos pisadas, alguien más ha tenido la misma idea que nosotros. La escalera, como el muro, es de hormigón y vemos que su base está bien asentada y ha sido reforzada
Se ven también las oportunas reparaciones, a base de cemento-hormigón, piedra y ladrillos. En el segundo tramo, más alto dispone de barandillas para mayor seguridad
Subimos: fijémonos en la curiosa pared almenada del edificio de la finca de Entreplayas y sus grandes ventanales, todo ello a manera de mirador
Peldaños secos y sin musgo. A la derecha, un pasamanos en la pared también puede darnos más tranquilidad, agarrándonos a él si lo necesitamos
Y ya estamos arriba: tomamos el paseo a la derecha y continuamos ruta a la Playa'l Barrigón
El paseo es ancho y no suele ser muy transitado, verdadera atalaya sobre el mar. Este el el itinerario además de la Senda Costera del Arenal de Morís a la Playa la Griega, que recorre la costa de Caravia y buena parte de la de Colunga
Impresionante paisaje del pedreru: comprobamos que aún en marea baja, sería bastante problemático y cansino atravesarlo, salvo naturalmente a los muy avezados a brincar entre peñascos. Dice, el investigador Inaciu Hevia Llabona, en su trabajo dedicado a la toponimia de la Parroquia de la Isla'l Moral, que El Piñoble (o El Piñole)es un topónimo que revela al nombre del poderosos noble medieval Piniolo o Piñolo Ximénez y su mujer Aldonza o Ildoncia Muión, dueños de este territorio en la alta Edad Media
Algunas de estas rocas forman vistosas formas geológicas, algunas de ellas parecen ser restos de alguna construcción de incierto origen, pero que hacen pensar en antiguas pesquerías
"La situación de esta población marítima es la más cómoda y a propósito para baños de agua salada que tiene la costa (...); sus casas proporcionan a los bañistas la comodidad de entrar y salir en sus habitaciones con la ropa de baño; y sus campiñas recreos y deliciosos paseos"
"Sector levante de la playa de La Isla, de la que la separa un pequeño promontorio. Se encuentra abrigada de los vientos del Nordeste por ola Punta del Cuervo"
"Decían los antiguos en sus refraneros que «A buena fame no hay pan duru» y que «La fame ye la meyor cura pa los que comen mal».Esto es lo que debió suceder a aquellas gentes, primeros habitantes de nuestras costas, cuando tuvieron la valentía de «enfrentarse a un horrible centollo o a un espinoso erizo de mar (oriciu, arcín, arancín o alezna)».Hoy, con esto de la globalización y del intercambio de culturas, se están poniendo de moda LAS ALGAS MARINAS, que en su conjunto llamamos OCLE en Asturias, como ingredientes en muchos de nuestros platos y ya existen en nuestro país empresas acuicultoras que industrializan su cultivo en zonas litorales propicias para ello.Galicia, región pionera en este asunto, acumula ya gran experiencia en tales cultivos y en Asturias, concretamente en Cudillero, también trabajan con ilusión en ciertas especies marinas. Tengo entendido que Lastres o Caravia tienen proyectos de cultivo de algas.(...)Las especies más frecuentes en el mercado, ofrecidas como deshidratadas, en conserva o congeladas, son la kombú (laminaria), wakame (undaria o lechuga de mar), nori, hijiki, arame y palmaria.- Sus destinos culinarios son; sopas, potajes, ensaladas, pescados, carnes, revueltos…"
"Las macroalgas no ofrecen peligro alguno en su consumo, basta que gusten; ahora bien, existen microalgas tóxicas que son huéspedes de moluscos bivalvos (mejillones, ostras, almejas,…) y con sus neurotoxinas causan molestias gástricas y neurológicas cuando se consumen «acoplaes a les cascarines».A mi, personalmente, no me gustan las algas. Ahí les presento un guiso de garbanzos con bacalao y algas como si fuera un «pote de vigilia» donde el alga sustituye a las espinacas.Yo lo probé y… digamos que bien.En cambio, ¡eso sí! , soy un gran amante de las anémonas o «claveles de mar», tan frecuentes en nuestros pedreros, y que aquí, en Asturias, despreciamos.- En Andalucía, costa mediterránea y Baleares las denominan «ortigas u ortiguillas de mar» debido a su ligera acción urticante cuando se las toca con la mano y nosotros, en Colunga, las llamamos «MEXONES» por el chorro de agua que sueltan al apretarlas o aplastarlas."
"De los recuerdos que tengo claros de aquellos primeros veraneos está la distribución de la gente en la playa. Hacia el Barrigón, siempre al este de una roca que divide la playa de la Isla en dos, nos situábamos las familias de veraneantes, en posiciones respectivas muy parecidas de un año a otro. En los años 50’ los bañadores de mujeres eran, claro, enteros y con un poco de falda. Había todo un ritual para cambiarse la ropa en la playa, quitarse el traje de baño que, entero y húmedo, era muy incómodo. Se decía eso de “¿me tapas?” para que otro estirara la toalla mientras te lo quitabas. Por eso nos llamaban mucho la atención los hábitos desenfadados de la familia Grande Covián: Paco Grande, el gran bioquímico y nutricionista, gran amigo de nuestros padres, era de Colunga, se cambiaba con toda naturalidad y sin ninguna toalla. Pienso que probablemente fue él quien llevó a nuestros padres a la Isla.
Del otro lado de la playa, pasado el Peñón hacia el pueblo, se colocaban los pocos lugareños que bajaban a la playa, o que tomaban baños de mar al menos a las mismas horas que los veraneantes. Y junto a ellos, estaban “los niños de la colonia”, niños de en torno a los diez-doce años, en grupos de veinte a treinta, que acudían por temporadas mensuales a la playa con sus profesores. No sé a qué hora bajaban por la mañana pero lo que sí recordamos es que les llamaban a comer colocando una sábana blanca en la torre o en la Atalaya donde vivían, en la cornisa occidental. Se iban de forma disciplinada."
"Los Grande vivían también, como nosotros, en la Casa de las Flores de Madrid, ellos del lado de la calle Hilarión Eslava, mientras que nosotros dábamos a la calle Gaztambide. La madre Covián es la que era de Colunga (la casa sigue allí) y el padre había ejercido como médico. Grande estudió medicina y trabajó con Juan Negrín, su maestro, en los casos de desnutrición de la guerra y posguerra y luego en la que iba a ser la Fundación Jiménez Díaz. En los años 50’ se trasladaron a Minnesota (USA) donde desarrolló su carrera, convocado por el también asturiano Severo Ochoa"
"Pensamos que este topónimo viene de una peña señalada, grande, que se ve a la bajamar en el pedreru con un hueco en forma de puerta, por lo que parece una garita. Si bien, no rechazamos que pudiese venir también de alguna construcción que muestran los restos de murallas que quedan en esa parte, resto posiblemente de las fortificaciones costeras de los siglos XVI-XII e incluso de épocas anteriores"
Sobre la "desaparición" de esta Playa'l Barrigón en algunas guías e incluso en ciertas disposiciones oficiales, escribe el cronista Fidalgo en Playes, tabacu y otros cuentinos:
"Leo en la prensa de hoy que «en los arenales de Colunga, a partir de esta fecha habrá servicio de socorristas y entrará en vigor la acordada recomendación de no fumar en ellos». Es decir: playas sin humo y playas con socorrismo.
Bien, muy bien… Pero (y en los «peros» está el quid), en qué playas y qué «no fumar»?
Primera duda: En qué playas?
Tengo entendido que son Lastres, La Griega (en sus dos arenales de San Juan y de Colunga) y La Isla.
No veo que se citen otras como la de El Barrigón ( también conocida como La Salmoriera) ubicada al este de la de La Isla y en límite con el río Espasa"
A nuestra izquierda el acantilado, no muy alto, que se extiende de Entreplayas hacia los campos de Pinomar, La Forca y La Ferrán, cuyas fincas llegan, al otro lado, a la carretera, al norte de Les Viesques
Ya llegamos a la arena húmeda, bajando ligeramente por el arenal adelante camino de la orilla del mar o sus cercanías, arenales así descritos también por Gómez Mendoza en su blog:
"... las tres playas que interrumpen el acantilado de la rasa: de oeste a este, la de la Isla propiamente dicha con su Peñón que es lo que la caracteriza y que durante las mareas bajas queda unido a la playa por una lengua de arena; el paseo de la playa (el terreru) con grandes eucaliptos plantados hacia 1870, le sigue la pequeña playa del Barrigón y a continuación la grande de la Espasa, donde llega ramificado el río, y que el Piñoble divide en dos..."
Pisadas en la arena: una buena orientación para seguirlas de playa a playa. Magnífica vista lineal de La Isla ante nosotros, con su ribera formando una concha de ensueño, así glosada también por José Antonio Fidalgo, cronista y maestro, acompañado de unos versos de su amigo Xuan Xosé Sánchez Vicente:
"Cuentan los estudiosos que en tiempos atrás fue morada de un destacamento romano (no de una Legión) , cuya presencia testimonian diversos hallazgos de construcciones y una lápida en piedra , hoy conservada en el Museo Arqueológico.
LA ISLA, por su situación, clima y hospitalidad de sus gentes, fue desde hace años «lugar de veraneo». Antaño lo fue de gentes pudientes y adineradas; hogaño los es de visitantes y turistas de todo tipo condición; unos de veraneo estable, otros de veraneo semanal o quincenal.
Playa y praderío en proximidad ofreciendo descanso de arena, baño de mar o paseo de senderismo por «caleyes» cercanas al mar o por la sierra del Sueve.
Y allí, presidiendo el paisaje, el mítico PEÑÓN, pequeño islote cercano a la playa, al que se accede con facilidad en momentos de buena bajamar.
Xuan Xosé nos regala este poema:
PLAYA DE LA ISLA (dende´l Fitu)
«El buxu xerrón d´El Sueve, al pie, hacia lo alto.
Verdes camperes, blanques cases abriendo l´horizonte
hacia La Riera y Lluces.
Altos cantiles perfilando la mar camín de Llastres.
Y abaxo, tu , qu´acallantes la mar verde esmeralda
nel to cuellu,
ente la piel tostao del to areniegu brazu
y el rocosu pechu del to castru»
La hermosa mansión montañesa de Los Llares, que veíamos antes, y los árboles que engalanan su finca y las colindantes
En sus tiempos, esta pared del acantilado fue acondicionada para abrir un acceso de escaleras a la playa desde la casa
Un seto separa el jardín de la pronunciada cuesta que cae al arenal, donde un murete de piedra asienta el terreno, evitando corrimientos de tierra o argayos
A la izquierda, la otra casa sobre el cantil: El Espumeru, nombre de otro ente mitológico acuático asturiano, como les serenes que se aparecían en estas costas
Los espumeros, descritos como niños mofletudos y pequeños, aparecen, como su nombre indica, en las espumas de las olas, y por lo tanto en su cresta, por lo que estaríamos ante los verdaderos pioneros del surf
Cuando hay galerna o temporal, corren a refugiarse en estas cuevas de los acantilados, por lo que se dice que las nieblas marinas y las brumas no son sino multitud de espumeros agrupándose, buscando donde meterse o surfeando sobre las olas con sus mantos
La historia es muy bonita pero estamos muy posiblemente ante un mito elaborado por escritores románticos del siglo XIX que se extendió por ambientes eruditos y literarios. El etnógrafo caraviense, tan mencionado en este blog, Aurelio de Llano, quien recogió leyendas de serenes, nuberos, trasgos, xanes y cuélebres duce de ellos en Del floklore asturiano: mitos, supersticiones costumbres:
"Dicen que son espíritus del mar, tienen figura humana, de niño, danzan y juguetean entre las Olas y se resguardan de las tempestades en las cavernas de los cantiles... Yo nací a la orilla del mar y en mi vida oí hablar de los Espumeros, ni ningún aldeano sabe dar cuenta de ellos"
Se cuenta que habría sido el santanderino Tomás Cipriano Agüero quien primero los mencionó a finales del XIX. En 1877 escribe el también estudioso Gumersindo Laverde Ruiz al filólogo Marcelino Menéndez Pelayo lo siguiente:
"¿Has leído en la revista de Mazón unos artículos de Canella Secades sobre 'Creencias populares de Asturias'? ¿Has visto lo que dice de los 'ventolines' y de los 'espumeros'? Pues sábete que todo esto tiene tanto de popular como yo de papa. Todo es cuestión de Tomás Cipriano Agüero y mía y salió por primera vez bajo la palabra honrada de este amigo y paisano, entonces cultivador fervoroso de la poesía, 'Álbum de la juventud' de Oviedo, en 1853, y de allí lo ha tomado, sin duda, no sé si de buena fe o a sabiendas de que era una superchería poética, el apreciable historiador de la Universidad de Oviedo"
Es por ello que, como dice el escritor y cronista José Ignacio Gracia Noriega en Las formas de la naturaleza, "deben entenderse los escritos sobre mitología de Tomás Cipriano Agüero como recreaciones poéticas", siendo en el siglo XX especialistas como Ramón Baragaño los que reestudiaron y revisaron el tema. Pero ya habían corrido ríos de tinta y el mito se extendió. Ya en 1903 el catedrático Rogelio Jove y Bravo, fantaseaba con ellos así en Mitos y supersticiones de Asturias:
"Los Espumeros cierran la lista de los mitos del agua. Como los tritones, son espíritus del mar; como ellos pequeñitos, hermosos, juguetones, llevando también su trompa marina hecha de un caracol vacío; pero los Espumeros no son peces de la cintura abajo con aquellos, sino de figura humana, de niños, de silfos, de geniecillos mofletudos y sonrosados como los amorcillos de un cuadro de Wateau (sic) o de un techo de Boucher. Cabalgando unas veces sobre las crestas de las olas, revolcándose en las espumas de las rompientes, coronados de algas, sonando su trompa, van en la estela de los buques que parten o danzan entre las ondas delante de los que llegan. Pero nunca se alejan de la costa, porque tienen miedo a la tempestad. Apenas estalla, salen del mar envueltos en grandes mantos de polvo y de agua y se refugian en las cavernas que habitan en los cantiles o entre los peñascos amontonados en la playa, donde las sacudidas de las olas no los alcances. Esas nieblas que muchas veces vienen rodando sobre la superficie del mar a estrellarse en el acantilado, entre cuyos picos y cortaduras se desgarran en cien pedazos, no son tales nieblas, sino legiones de Espumeros envueltos den sus mantos y que buscan sus moradas"
"En los peñascos amontonados en la playa" pues, como estos, se refugiaban los diminutos espumeros, según Jove y Bravo, ayudados por otro ser que parece ser también fruto de la fértil imaginación de Cipriano Agüero, los ventolines (que de haber sido un mito popular en Asturias habrían de ser para bien ser ventolinos):
"Porque los Ventolines, aunque no son genios de las aguas, tienen más audacia que los Espumeros. Parécense a éstos en la figura, pero ni se coronan de algas, ni se zambullen en las olas; vuelan con las de gasa, como el Céfiro de la mitología pagana y con ellas pasan rozando las olas y levantando con su soplo esas neblinas blancas y transparentes, a través de las cuales suelen verlos los niños, porque solo a los niños se muestran. Otras veces vuelan tierra adentro, sacudiendo sus alas empapadas de rocío sobre plantas secas y las tierras quemadas por el sol, para refrescarlas. De noche penetran silenciosamente en las casas, y si alguna doncella enamora suspira por su amante ausente, cuando todos duermen, ellos recogen esos suspiros y a través del espacio los llevan al afortunado doncel. De los Ventolines, como de los Espumeros, nada malo se cuenta; son espíritus benéficos, dulces, hermosos"
Y por supuesto tendremos que mencionar a Tomás Cipriano Agüero, quien dice de ellos que son "más pequeños aún que los ñuveros" o nuberos:
"de día, por lo regular, están en la región del fuego; de noche, flotan en el espacio y a través de los rayos de la luna lógrase a veces distinguirlos. Los ventolines tienen en su acento una armonía inexplicable: llevan los suspiros de los amantes y aduermen a los niños en sus cunas... Y cuando lejos de nosotros un padre, un hermano o la mujer que amamos, en el lecho del dolor, exhala su postrimer suspiro, ellos, murmurando al borde de nuestra ventana, mienten un triste y prolongado suspiro"
Estamos pues ante unos mitos bellamente literarios pero no populares, entendiendo esto como no salidos de la tradición oral transmitida durante generaciones. Han pasado también a la poesía de autores como Francisco G. Prieto, Pachu'l Péritu, en La vida asturiana nun cientu de sonetos:
Son fíos de la mar como tritones
que salen esplumantes, vocingleros,
corriendo a más correr los esplumeros
na playa cuando rompen los cachones.
Metá neñinos y metá escamones,
corónense con ocle y van en cueros
llevando caracoles trompeteros
nes foles cuando arrinquen roncos sones.
Cuerren tres de los buques nes esteles
y dancen pela costa los donceles
formando niebla y a la oriella bruma.
Mas cuando ruxe'l mar enbravecíu
manque azote les peñes fiendo ruíu
salten ellos gritando ente la espluma
Los cachones, los peligrosos golpes de ola que hemos de evitar empleando este paso sólo en bajamares, sino, tomemos el Camino interior, el de la carretera
Las huellas van a los mejores pasos entre estos afloramientos rocosos, aunque tampoco tienen mayor dificultad de paso
Ya pasando el peñascal vemos totalmente expedito el paso a La Isla, o más auténticamente La Isla'l Moral, que es el topónimo original y antiguo de esta parroquia. Moral no tiene que ver, como se pensó en su momento, con moros (los antiguos, no necesariamente musulmanes o norteafricanos) ni con moras (fruto), sino con la raíz prerromana mor relacionada con piedras y murallas, dos elementos abundantes en La Isla, pues si bien el segundo ha desparecido, se conservan su memorias, sus señales, y hasta sus sus piedras, reaprovechadas para construir casas, cuadras, muros y caminos
Y por supuesto también la piedra de las paredes de los acantilados, que miran a El Peñón, aquí cubiertas de vegetación por las inmediaciones de La Forca, donde la tradición popular, recogida por Inaciu Hevia Llavona, aseguraba que algún señor de antaño, quizás de nuevo el famoso conde Piniolo, propietario de La Isla pasando el año 1000, tenía una horca para colgar a la gente, cerca del Cuetu Cambroña. Sin embargo el topónimo también puede referirse a bifurcaciones de caminos. Un pequeño arroyelo o regueru, llamado con burla El Ríu Cambroña, nace en la llamada Fuente Cambroña y desagua aquí, frente a El Peñón, tras un recorrido de únicamente unos 50 metros, por lo que los escolinos decían en la escuela que era "el ríu más cortu de la Península Ibérica"
Dice asimismo Llavona que existen la creencia de que este Ríu Cambroña fuese un canal para lavar el mineral de las minas del Sueve que salía por este puerto en tiempos romanos y prerromanos, pues está en las inmediaciones de La Ferrán, donde se supone había, tal vez sólo por la coincidencia de palabras, fraguas o ferrerías "de los romanos". Es este contexto legendario, la citada Fuente Cambroña es también conocida como La Fuente les Xanes, lugar de aparición de estas ninfas de las aguas, origen de la leyenda de Can Cambroña, recogida por Aurelio de Llano y que plasmamos de la redacción de la Comunidad de noticias del Oriente de Asturias. Buscólu:
"Cuentan que allá en muy remotos años llegó a La Isla una familia procedente de Castilla, compuesta de matrimonio y tres hermosas hijas, que venían buscando el remedio para una anemia que consumía a la mayor de ellas.
La fuente de Cambroña era tenida por entonces en mucho aprecio, por ser la única que conservaba la frescura de sus aguas aun en lo más ardoroso del verano. Allí se dirigieron un días las tres lindas muchachas. Después de aquietar la sed, se detuvieron para aderezar sus cabellos, mirándose en el espejo transparente de las aguas. Allí fue pasando el tiempo sin sentirlo, abstraídas como estaban por el murmullo de las aguas y la fragancia de las flores.
Cuando decidieron retirarse, no les fue posible hacerlo. Habían quedado presas del encanto y sumidas bajo las aguas que antes las había fascinado. La noticia cundió; el sobresalto fue general y el desconsuelo de los padres intensísimo. Los doloridos padres hubieron de volverse a su región, dejando encantadas en Cambroña a sus tres hijas, que eran la alegría de su vida.
Por el tiempo de la siega en Castilla solían desplazarse allá los hombres forzudos del norte. Su trabajo era muy estimado y la remuneración que recibían no despreciable. También los vecinos de La Isla tomaban parte anualmente en esta accidental emigración.
Un año, durante su estancia en Castilla, los vecinos de La Isla se encontraron por casualidad con los desconsolados padres de las tres jóvenes encantadas. Después del primer intercambio de noticias, la madre se dirigió al que más confianza le ofrecía para encomendarle la delicada misión de rescatar a las jóvenes. Tendría que poner en práctica con toda exactitud cuanto ella le ordenara, conocedora como era de la fórmula del rescate.
El día que los hombres de La Isla habían de regresar a su hogar, ella con lágrimas de sangre, amasó y preparó tres panecillos de cuatro picos, los entregó al vecino indicado, y le dió al mismo tiempo las instrucciones concretas para el feliz éxito en el asunto que poco a poco a ella la consumía.
El compasivo vecino guardó con todo cuidado los tres panecillos en su saco, y en compañía de los demás segadores emprendió el regreso al pueblo. Llegado a su casa, se acostó para descansar del penoso viaje, no sin antes advertir a su mujer que no tocara nada de lo que en el saco se contenía.
La curiosidad de la mujer no pudo resistirse mientras él dormía. Miró el saco, encontró los extraños panecillos, y acuciada aún más por la curiosidad, con la mano quitó a uno de ellos uno de los picos. ¡Cuál no sería su asombro al observar que del panecillo roto brotaba sangre! Atemorizada con el caso, colocó el pico roto en su sitio, y nada dijo al marido.
Este, después del merecido descanso se dispuso a cumplir la misión que le había sido encomendada. Tomó los panecillos y se dirigió a Cambroña.
Acercándose a la fuente, echó al agua uno de los panecillos, mientras pronunciaba, la fórmula convenida,: “Can Cambroña, toma el pan que te manda tu señora” Al momento el panecillo se convirtió en un caballo blanco, sobre el cual cabalgaba airosa la mayor de las tres hermanas. Liberada de su encantamiento, desapareció en veloz carrera en dirección a Castilla.
Echó luego al agua otro de los panecillos, pronunciando las palabras: “ Can Cambroña, toma el pan que te manda tu señora” E igualmente se convirtió el panecillo en un caballo blanco, sobre el cual salió cabalgando la segunda de las hermanas entre destellos con que resplandecían sus preciosas joyas. Al instante, desapareció también por el camino de la primera liberada como ella del encantamiento.
Seguidamente echó al agua el tercero de los panecillos, mientras decía las palabras desencantadoras: “ Can Cambroña, toma el pan que te manda tu señora”. El panecillo se convirtió como los dos anteriores en un caballo blanco, sobre cuyos lomos cabalgaba la más pequeña de las tres hermanas. Pero el caballo no pudo andar porque estaba cojo: era el que correspondía al panecillo herido por la mujer del labriego.
Imposibilitada para huir, la desilusión se apoderó de la inocente joven, y en sus rosados párpados se asomó una lágrima más brillante que la aurora. Con forzada resignación la joven desdichada se sumió de nuevo bajo las mansas aguas de Cambroña, arrebatada por el encantamiento.
No obstante pudo agradecer antes al labriego cuanto había hecho, y también le entregó una faja de color rojo con el encargo de que se la diera a su mujer. El buen labriego retornó a su casa, pasando a través de un frondoso bosque, que ocupaba gran parte de lo que hoy es arena suave de la Playa.
Aquí se detuvo para recapacitar sobre las recientes emociones. Colocó la faja de color rojo colgando de una de las ramas bajas de un roble, y cuando se disponía a tomar tranquilo asiento sobre la verde alfombra, vió con espanto que el árbol dejaba de existir instantánea y estrepitosamente, consumido por una roja llamarada.
Comprendió entonces la acción reprochable de su mujer, las pésimas consecuencias de la curiosidad femenina y el castigo que a su compañera de su vida iba dirigido. Pero al fin, se congratuló porque los designios malignos se habían cumplido en aquel árbol, librándose la mujer de perecer abrasada.
Desde entonces un halo misterioso rodea a la fuente y al prado de Cambroña. No hace muchos años, era todavía un dicho común que en Cambroña, había un encanto.
Cuando los vecinos pasaban por la calle de Eteldiz, lo hacían con temor. Y no falta quien asegura haber visto al otro lado de la carretera a una hermosa joven, llorando sus penas, sentada en la pasadera del prado de Juacón, donde se toma el sendero de la Ería que va hacia el molino y al monte Sueve.
Era la más niña y la más bella de las tres hermanas, que espera en Cambroña al galán que la desencante."
Dado que El Castiellu o El Peñón es el islote mayor, se le da en llamar La Moral Grande ya que hay un afloramiento rocoso cercano más pequeño, y por lo tanto se le conoce como La Moral Chica
Es posible que, tras pasar el castillo aquí ubicado a la Corona en 1032, se gobernase desde él el denominado territorio de Colunga (que hasta 1215 abarcaría Caravia), pues en 1199 se encomienda su defensa al caballero Sebastián Gutiérrez, que en 1216 figura como tenente representante de la autoridad regia de Colunga y Leduas (zona occidental de Ribadesella/Ribeseya, al oeste del Sella) y en 1231 de Cangas y Colunga, pues Caravia habría sido declarado coto "libre y exento" de Colunga al confirmar Alfonso IX su cesión a la Mitra ovetense el año anterior
Más adelante, cuando hacia 1270 Alfonso X El Sabio, intensificando la creación de nuevas pueblas dependientes directamente de la Corona y autogobernadas, le otorga carta fundacional a la de Colunga, este castellano y su castillo ya no tendrían razón de ser, al menos administrativamente hablando, por lo que el centro neurálgico del territorio, pasará a la villa que será su capital, donde el vecindario, aforado, se regirá en juntas o conceyos
A la vez, no sería La Isla, sino Llastres, la población que se configuraría como el gran puerto del concejo colungués, con sus rutas comerciales y de pesquerías, sin olvidar la importantísima actividad ballenera, fundamento todo ello de industrias de salazón, escabeche, astilleros, tonelería y un largo etcétera, al unirse los caminos de la arriería terrestre con los de la marinería
Es posible que entonces, o algo después, el castillo fuese cayendo en desuso, al igual que el puerto, en beneficio de Llastres, aunque aún en 1557 eran incluidos los dos en el reforzamiento defensivo costero dentro de las guerras endémicas de esas centurias con los Países Bajos, Inglaterra y Francia. No olvidemos que durante la Guerra de Sucesión (1701-1714) Llastres fue cañoneado por barcos enemigos
Es posiblemente por aquel entonces cuando se recupere un cierto uso defensivo de El Castru y de vigilancia litoral, de ahí vendría el topónimo La Garita ahí existente, y es que en la real disposición de 1557 se ordenaba que los colungueses colaborasen organizando una milicia:
"cada vezino, según tuviere la hacienda y es costumbre en esta villa e concejo, recogiere armas y municiones"
Esta milicia local puso centinelas pues aquí en La Isla y en Llastres, al cargo de dos veedores o inspectores generales, Juan Alonso de Covián y Suero de Ribero, creándose además puesto de artillero en Llastres con una retribución de dos ducados y medio al mes
El Castiellu ubicado en El Peñón no estaba adaptado al combate de los tiempos de la pólvora, haciéndose innecesario, pues la batería de Llastres cubría con el alcance de sus cañones esta parte de la ensenada
Así ocurrió por ejemplo en 1810 cuando los franceses ocuparon Llastres y con sus cañones para impedir el desembarco de pertrechos en La Isla por parte de los ingleses, para armar a las tropas del coronel Escandón, como hemos dicho antes
Colaboraba en estos desembarcos el jurista José Joaquín Isla Mones, natural del cercano pueblo de Lloroñi que más tarde ocuparía importantes cargos con la restitución del absolutismo de Fernando VII, llegando a ser alcalde mayor de Campo de Criptana (Ciudad Real) y de Dos Barrios (Toledo), hasta que un muy grave enfrentamiento y pleito con el poderoso conde de Altamira le obligó a retirarse a su pueblo, falleciendo en 1859
Cuando la playa caía en poder de los franceses eran estos los que desembarcaban aquí su logística, siendo entonces los de Escandón los que atacaban la playa para hacerse con ellos. En una de esas refriegas, donde se consigue un buen botín de armas, nace la copla de la canana de plata a la que hicimos antes referencia
En ese ataque, a las órdenes de Argüelles Rivero, un miembro de las tropas de Escandón, José Cortina, fue capturado por los franceses, enviado a Colunga y posteriormente fusilado al no confesar donde se habían escondido las armas
Joaquín de Argüelles Rivero, miembro de la familia Argüelles de Colunga, coordinaba la defensa colunguesa con el referido José Joaquín de Isla y Mones, jurisconsulto y escritor, de los Isla de Gobiendes, que sería el comandante de la Alarma local, estableciendo su cuartel general en la Casa de Loja, que era de su mujer Úrsula de Cobián, a medio camino entre La Isla y Colunga y cercana a Güerres. Colaboraban como personas de confianza el soldado Vicente Foyo Llames y el citado José Cortina, de Lliberdón, en cuyo lugar de Pedralba se había ocultado el armamento
Fuera de las órdenes de Escandón y oponiéndose a ser militarizados, hacían también la guerra por su cuenta en este teatro de operaciones un grupo de guerrilleros, al mando de los Frera-Conlledo, de Sales. Causaban a Escandón bastantes quebraderos de cabeza al no integrarse en su disciplina, pero entre unos y otros hostigaron a los ocupantes de forma tan constante que estos tomaron fuertes represalias, entre arrestos, palizas y fusilamiento, quemas de propiedades particulares y públicas, como eran el archivo parroquial y la propia iglesia
Unos treinta años después, y tras los convulsos tiempos posteriores a la francesada, y aún a pesar de las carlistadas, el primer turismo llega a La Isla, aquellos veraneantes primerizos de los que ya hablaba Pascual Madoz, pioneros en Asturias de los recientemente en toda Europa ponderados baños de ola
El castillo de El Castiellu o El Peñón ya era sólo un recuerdo. Su otro nombre, El Peñon de les Ánimes recuerda, efectivamente, las muchas leyendas de islas de los muertos y de fantasmas del mar existentes en numerosas culturas y tradiciones de todo el mundo. Dice no obstante Hevia Llavona que el nombre se debe a que era costumbre "segar un carru pación" de la pradería llana de su cima para pagarle al cura misas de difuntos, aunque también recoge la cita del estudioso Constantino Cabal, quien la atribuye a los viejos temores causados por los gemidos de las ánimas
En las grandes bajamares veraniegas, sigue diciendo Hevia Llavona, se descubren filas de basa compacta, gris y clara, un limo en el que se reconocer restos de madera, posiblemente de roble, atribuidos, incluso por estudiosos, a una carbayera que supuestamente habría existido cuando El Peñón estaba unido a tierra
Cuando en el otoño de 1952 se estaban haciendo los cimientos de El Xalé del Reló o Xalé Don Torcuato, se encontró uno de aquellos magníficos puñales de antenas prerromanos, hecho de bronce, perdido al ser trasladado a Madrid supuestamente para su estudio. Pese a ello y según la descripción de quienes lo vieron, los especialistas calcularon una datación de entre los siglos VI-I antes de Cristo. La tradición popular, recogida por Hevia Llavona de un informante, diría que "É la tumba d'un militar, porque los romanos, a los militares, enterrábenlos con un puñal, y a los civiles con una copa"
Caminamos hacia L'Arena, la parte occidental de la Playa la Isla, acceso desde el arenal a la iglesia (oculta, como La Escuela Vieya, por los ocalitos) que vamos a emplear para ir al centro del pueblo. Hay varias dunas en la arena, normalmente seca, donde, aprovechando ese rellano, se celebraba la romería de La Velilla
Ahí estuvieron El Balneariu, antigua caseta de ladrillo de los tiempos los antiguos bañistas, y un bar o chigre de madera, El Cantábrico, también desaparecido
El camino que recorre la franja de terreno ante la playa, ahora asfaltado, es denominado tradicionalmente El Terreru, El Terrerón o El Tarreru, los dos primeros topónimos etimológicamente claros, donde empieza la tierra, pero el tercero no deja de sospechar Llavona en su razón en base a tarros, dados los abundantes restos de cerámica hallados en sea franja durante siglos, incluyendo toda clase de pocillos y ánforas
En algún momento entre los siglos XVIII y XIX El Peñón dejó de estar unido permanentemente a El Terrerón salvo en bajamares, pero dado que se han observado sumergidas porciones de piedras trabajadas de lo que fue el embarcadero existen leyendas de ciudades sumergidas a manera de pequeña Atlántida local
Es en estas bajamares cuando nos hacemos una idea de la estructura del antiguo puerto en lo que era, y sigue siendo, una muy resguardada concha Entre El Peñón y El Castru
El primer documento que se conoce relativo al castillo está fechado en 921 pero es una interpolación o falsificación dos siglos posterior del prelado ovetense Pelayo para el Liber Testamentorum, lo que no obstante denota su antigüedad, libro con el que pretendía algo parecido a lo que hoy llamamos inmatricular bienes, haciendo que antiguos reyes figurasen como donadores de numerosos enclaves a la Iglesia
Eso no quiere decir para nada que esos lugares antes de ser registrados por el obispo no existiesen, es más, probablemente estaba basándose en documentos anteriores, como el Parroquial Suevo, a la vez basado en organización administrativa romana y esta sobre la prerromana, de gens y gentilidades, En el caso de La Isla figura como Sacte Marie de Tona y el castillo como Insula de Tona. Lo habría otorgado a la Iglesia ovetense, recordamos, en la interpolación, el rey Ordoño II junto con otros muchos lugares del territorio de Colunga, que incluía por entonces a Caravia
Para unos el término Tona, desaparecido en el siglo XVII pero conservado en la advocación de la iglesia parroquial, tiene que ver con la divinidad Iupiter Tonans o Júpiter Tronante y para otros con el celta tonna con el significado de hueco o vasija para el líquido
No podemos olvidar que el cercano Sueve, antiguo Sove, debe su nombre precisamente a Iovis, Júpiter, padre de los dioses y de los hombres (pater deorum et hominum), simbolizado por el águila, el cetro y el rayo, pues lo es también de la tormenta, de ahí la veneración de Júpiter Tonante (Iuppiter Tonnans)
Emparentado con otras divinidades europeas como el griego Zeus, el celta Taranis o el germano Thor, diversos autores sospechan pudo cristianizarse en el culto a Santiago, llamado por Cristo Hijo del Trueno, (Boanerges) por su carácter, bien directamente, bien por las constelaciones de los hermanos Cástor y Pólux puestas por Júpiter en el cielo, cuyo emblema de la estrella pasó a la iconografía jacobita al representarse en el descubrimiento del sepulcro del apóstol. Asimismo, la Vía Láctea, popularmente llamada Camino de Santiago, (equivalencia en el cielo del de la tierra) es donde colocaría Júpiter esas constelaciones de Cástor y Pólux, los dióscuros, cuyo culto según el filólogo Américo Castro habría sido sustituido por el de Santiago
Puestos entonces a pensar, es posible que la cercana y coincidente advocación de dos templos tan antiguos e importantes como Santiago de Gobiendes y Santiago de Caravia guarden vinculación, además de con la ruta xacobea, también con el posible culto a Júpiter y a Júpiter Tonante que dio nombre a la montaña y, tal vez, a esta parte de la costa situada a sus pies
En Gobiendes, precisamente, hay noticias que se esconxuraba al nuberu con determinados rituales. La creencia popular de este ser mitológico, dueño de tormentas y granizo que se transporta en una nube, se posa en el Pienzu y decide donde arrojar rayos y centellas, no deja de ser otra evocación de aquellos antiguos "dioses caídos"
A la izquierda y pasada La Forca, El Chalet o El Xalé, otra de las mansiones históricas sobre estas playas, con su torre en esquina, de planta cuadrada, altos alerones y finca arbolada
Se trata de Casa Nespral, en lo alto del Cuetu Cambroña, el primero construido en la zona como chalet vacacional, hacia 1920. Fijémonos asimismo en su gran chimenea y en esa enorme ventana-mirador dando vista a El Peñón. Dice Hevia Llavona que en la falda del cueto está La Cueva Cambroña, que era tan grande que llegaban a entrar juntos dos vacas a beber a dentro, pues el agua de la referida Fuente Cambroña manaba antaño dentro de ella. En la actualidad ha quedado cegada por uno de los muros de la finca
El Peñón de les Ánimes o El Castiellu, al que en su recitado estudio toponímico de esta parroquia, el investigador Inaciu Hevia Llavona le dedica especial atención. Hacemos una traducción libre de su texto al castellano:
"El Castiellu: Peñón, roca lisa por encima frente a La Playa la Isla, a la que queda unido por el pedrero y una franja de arena en las bajamares. En su cima se conservan restos de murallas con aparejo de cal. Se han encontrado también cascotes cerámicos prerromanos, romanos corrientes y medievales del tipo "a peine", quizás de los siglos VIII a X. Además de esto, algún submarinista vio piedras planas y lisas bien escuadradas bajo el agua por la zona norte, quizás relacionadas a una leyenda existente sobre una ciudad allí sumergida. Todo esto muestra una construcción defensiva, que podemos en un principio vinculada al castro prerromano cercano y que se mantendría en época romana al final del embarcadero y también en el alto medievo, como torreón de vigilancia costera de la monarquía asturiana; y después como uno de los castillos del conde Piniolo, citado en el documento de permuta con Bermudo III ("Castro de la Isla", año1032). En el año 1199, todavía bajo poder real, fue encomendado al caballero Sebastián Gutiérrez. Por su forma de isla le dará nombre al pueblo, como cita ya el testamento de Ordoño II en 921 ("que vocatur Insula"). También se denomina El Peñón, El Peñón de les Ánimes y La Moral Grande"
El día 17 de agosto de 1967, a causa de un incendio en la pradería de El Peñón, salieron a la luz restos del viejo castillo, cimientos y estuco, según leemos en Castillos, palacios y fortalezas de Colunga, artículo de Vicente José González García publicado en la página de la Asociación de Amigos del Concejo de Colunga (AACC), que nos ofrece además este verso relativo al blasón del linaje de los Isla:
En campo excelente
vi unas olas y tres flores
amarillos sus colores
De la Isla dice aqueste,
son las olas y las flores
- CC BY-SA 4.0 |
Los coritos de La Islaya sabemos cuántos son:veinticinco retorcíoscomo cuernos de castrón.Si la mar fuera de lechey las piedras de borona,los coritos de La Islallenaban la barrigona
La Isla, según Castañón recoge del acervo popular, era una referencia meteorológica, en este caso para bien y mal, comparándolo con Seloriu (Villaviciosa):
"Cuando suena la mar de Seloriu mete'l carru baxo'l horriu y cuando suena la mar de La Isla lava niña tu camisa"
"Si ruxe la cueva Seloriu, acoyi'l carru y güés sol horru; si ruxe la cueva La Isla, lava niña tu camisa"
Seguimos viendo las huellas en la arena de L'Arena, se acercan de nuevo a la arena mojada, como vamos a hacer nosotros, para cercarnos a la rampa de El Terreru
Desemboca, soterrado en nuestros días, en esta playa, el Ríu Llames, más bien un arroyuelo, a la altura de La Garita. Su topónimo tiene que ver con llama, llamarga, llamuerga, esto es, barrizal, lodazal, marisma, como la que se formaría en los terrenos llanos que atraviesa antes de llegar aquí. Ya se menciona en el interpolado testamento o disposición de Ordoño II en 921. También se le llama La Riega Llamas
Aquí está el Hotel Bahía o, como más es conocido, El Bahía, tal y como se nos informa en su misma web, al hablar de su historia:
"«El Bahía» como nos conocen en la zona, es un hotel pequeñito y sencillo en la playa de La Isla. Lo construyeron mis padres en 1987 y durante todos estos años nos hemos esforzado por mantenerlo bonito y acogedor. Ahora lo llevo yo, soy Isabel por cierto, que aún no me he presentado. Me he criado aquí, vivo aquí, es mi casa y por eso notarás que el ambiente es muy familiar y que muchos de los clientes forman parte de nuestras vidas desde hace años. Esperamos que tu estancia sea agradable y tranquila y que te quedes con ganas"
Y ahí está el Marejada Hostel, "Destinado a peregrinos, amantes del surf y la montaña", como también leemos en su web, fue antes el histórico albergue El Furacu y ahora lo regenta el gran maestro surfista Ricardo Fernández Palomeque, director de la Escuela de Surf Marejada en La Isla, enfrente de la playa, donde también tiene su albergue, se inició en La Espasa en este deporte. Esta es parte de la entrevista que le hace el corresponsal Eduardo Lagar para La Nueva España publicada el 2-8-2022:
"Ricardo Fernández Palomeque nació en Oviedo hace 46 años y renació como surfista en la playa colunguesa de La Espasa. Fue cinco veces campeón de España de surf y llegó al número trece del ranking mundial. Dirige la escuela de surf Marejada, que tiene su centro de operaciones en La Isla. En La Espasa enseñan a surfear y en La Isla dan clases de paddle surf y de paddle yoga. Su mujer es profesora de yoga. Además, en la temporada baja asturiana, cambia de aires y abre el surfcamp que regenta en el sur de Senegal.
"Nací como surfero en La Espasa. Desde los ocho años siempre veraneé aquí, en La Isla. Yo soy de Oviedo. Mis abuelos tenían una casa de veraneo en La Isla y mis padres se hicieron una. Ya cuando estaba terminando la carrera, que hice Administración y Dirección de Empresas, me quedé a vivir aquí, en La Isla. Hace ya más de veinte años que estoy aquí, con mi mujer y mi hijo, que tiene nueve años. Mi padre era médico y mi madre profesora, están los dos jubilados. No tenían nada que ver con ni con la empresa y ni con el deporte. Lo mío, digamos, fue una afición que nació de chiripa. Mis padres siempre me apoyaron pero yo sé que ellos hubieran preferido que fuera médico o trabajara en un banco. Pero yo estoy muy orgulloso y feliz por poder dedicarme a lo que me gusta. Hay mucha gente que eso no lo puede decir, que están en trabajos que no les agradan y tienen que hacerlos para comer".
"Abrí en la escuela en 2003. Fui creciendo año a año. Ahora mismo, el surf es un motor económico fuerte de la costa en Asturias. Cuando empezamos éramos, creo, seis escuelas en toda la región. Era muy residual. Cada año casi doblabas la clientela. El surf es un deporte súperatractivo, todo el que lo prueba le gusta, se asemeja un poco al esquí. Cuando la gente ya vio que esto podría ser un motor económico pasamos de ser seis escuelas a no sé las que puede haber activas ahora. En Gijón debe haber unas diez. A nivel de Asturias seguro que hay una escuela por playa, por playa que haya olas, claro, y que no sea un rocódromo inaccesible".
Arriba, la gran panera de corredor y seis pegollos es también del albergue. Esa elevación se llama El Cuetín. A la derecha hórreo y chiringuitos. Detrás de El Cuetín, en La Ferrán, está la cueva de este nombre, también llamada Cueva'l Raposu, tal vez el mitreo o lugar del ritual mitraico, que en principio se realizaba en cavernas naturales
Otra soberbia vista del Sueve con sus mayores alturas. A su derecha El Picu Fontanielles (1.063 m), más a la izquierda el Picu Pienzu (1.161 m). A continuación El Cuetu les Duernes (1.059 m), El Picu Sellón (1.030 m) y El Picu Babú, de Los Cuervos o de Los Foyos (929 m). En las memorias de sus veraneos a mediados del siglo XX, Josefina Gómez Mendoza escribe así de sus impresiones de esta sierra en el conjunto de este paisaje:
"... percibíamos la sierra del Sueve como singular, la montaña meridional de la Isla, sin la más mínima conciencia de que formara parte de la rama litoral de la cordillera cantábrica. Pero lo es, un macizo de calizas antiguas, levantado por la orogenia alpina, que culmina en el Picu Pienzu, a 1.160 m. Apenas dista cuatro kilómetros de la costa, por lo que los ríos, el Libardón y el Espasa se despeñan por las laderas, solo se ramifican al llegar al llano."
Según nos acercamos a El Terreru vemos la la línea de edificaciones que se prolonga desde La iglesia, La Escuelina y La Retoral a lo largo de todo el paseo. Volvemos a pisar la arena seca
Tomamos como referencia los ocalitos, pues a su izquierda está la rampa a la que nos dirigimos, junto a la explanada herbosa y dunar del parque El Peñón, acondicionado como tal en 2010 y donde se celebraban las fiestas de La Velilla
Otro acceso a El Terrerón, más inmediato para nosotros, son las escaleras que hay enfrente del Marejada Hostel, que vemos detrás de esta gran roca que aflora en medio del arenal: La Moral Chica
Desde aquí tenemos otra muy buena vista de El Peñón y otros más pequeños peñascos que se extienden a su izquierda, hacia La Garita, El Peñón y La Peñina. Haí está El Pozu les Xulies, apreciado por los pescadores de esta especie piscícola (julia, Coris julis), de ahí su nombre.
El Pozu les Xulies era además la zona donde acostumbraban a bañarse los mozos de La Isla, pues está en un lugar que cubre muchísimo. Recoge de un informante Hevia Llavona, "qu'en baxamar paecía que nun cubría ellí l'agua y resulta que dempués tapaba a ún, de pie y colos brazos estiraos p'arriba"
Otro pozu es El Pozu'l Castiellu, una cueva grande con dos entradas que perfora El Peñón de parte a parte. Es un muy llamativo resultado de la erosión y una de las características de El Castiellu, no obstante tiene fama de peligroso desde que se ahogase gente en él a principios del siglo XX
El Castiellu, como hemos dicho, también es llamado La Moral Grande, y tiene además de su costado noroeste una prolongación que queda cubierta por el mar en pleamares, llamada La Moral, siendo sus rocas, agujereadas por el mar, un excelente refugio de los oricios o arcinos, erizos de mar (Paracentrotus lividus), muy apreciados en la gastronomía asturiana
Zona de duchas, junto a las escaleras, desde donde disfrutamos de una maravillosa panorámica de esta concha, con La Barquera y La Garita ante nosotros, así como el pedreru de El Pastote y sus fincas, subiendo a El Castru
Si nos apetece caminar un poco más por la arena de L'Arena, valga la redundancia, continuaremos unos metros más hasta la rampa, al lado del antiguo prau de la fiesta de La Velilla, actual parque El Peñón, a la sombra la ocalital
A nuestra izquierda, final de El Terreru, entre el Hotel Bahía y un chalet, está La Caleya Teldiz, hoy asfaltada, que es un camino que comunica la playa con la N-632 por el lado E., pasando al lado del legendario Cuetu Cambroña. El terreno para hacer el camino lo donó Enrique Hidalgo, en cuyo honor se le dedicó la calle
En esta parte de El Terreru hay algunos chalets con terreno, algunos aprovechados para campamentos de verano, como el Asturias Berlitz Camp, justo antes de La Retoral, cuyo tejado asoma justo al final de la rampa, a la izquierda de los ocalitos
En lo concerniente a las trincheras de la Guerra Civil en La Garita, hemos de decir que fueron descubiertas casualmente en enero de 2014 en unos trabajos de desbroce y limpieza llevados a cabo por personal del Ayuntamiento de Colunga en la senda costera. Se trata de pozos de tirador para uno o dos soldados. El corresponsal de El Comercio, Terry Basterra, aún conoció en 2014 la memoria de aquellas trincheras donde, tras la contienda, los críos y crías de La Isla jugaban al esconderite, e incluso a quienes se acordaban de aquella guarnición republicana, como la vecina Araceli Quesada García:
"Toda la vida pasamos por allí para ir a pescar. Recuerdo todavía que los milicianos tenían una caseta y nos decían que los Nacionales nos iban a llevar a los niños en un saco. También recuerdo los bombardeos en el Fito y que había un polvorín en Loja"
"Dice Vigil en su libro sobre La Isla en el recuerdo que, aunque era evidente que los niños pertenecían a familias de distintas ideologías, la convivencia era perfecta y a él sus padres nunca le habían prohibido la compañía de ningún otro niño, ni advertido contra nadie. Es cierto, yo tampoco tengo ningún recuerdo negativo: las pandillas de chicos y chicas, hijos de veraneantes, e incluso algunos niños del pueblo jugábamos entre nosotros sin ningún cuestionamiento ni prohibición, sobre todo en el porche de la iglesia, en el arenal, en el terreru, incluso a la entrada del cementerio (donde yo cumplí con el rito iniciático de encender un cigarrillo), o por la carretera hacia la venta de la Espasa. Los mayores se hacían novios o al menos tenían amistades amorosas durante el verano.(...)
No creo que intuyéramos nada del pasado de aquel pueblo ni que supiéramos que la guerra civil había sido allí muy dura. Es como si aquel lugar no hubiera existido antes de que nosotros fuéramos. Además, en mi infancia no se hablaba de la guerra, en todo caso solo de lo sucedido a algunas personas. Según leo en el libro de Vigil, en la Isla en 1925 se había constituido una Junta de Vecinos alentada por el párroco y de la que formaban parte la maestra, el alcalde pedáneo, algunos concejales de Colunga como las Margolles, y algunas de la primeras familias asentadas, como los Caveda. El objetivo, “velar por la moralidad pública, la higiene pública y el mejoramiento y desarrollo de la cultura del pueblo” (Vigil, 2001, 42). Era evidente que existían escuelas públicas desde hacía tiempo, de niños y niñas, pero también una casa-cuartel de la guardia civil con guarnición, el del Horrón, precisamente instalado en la antigua escuela de niñas, cuartel que, bien pensado, resultaba desproporcionado para el número de habitantes. Yo creo que incluso estuve dentro de la casa-cuartel, y que tenía algún amigo hijo o hija de los guardias. De lo que no cabe duda es de que en los primeros meses de la guerra la iglesia fue quemada, y en 1938 reconstruida al ocupar las tropas “nacionales” la zona oriental de Asturias. Entonces, uno de los maestros fue fusilado.
Todo eso no lo sabíamos, ni nuestros padres, si lo sabían, nunca tuvieron el más mínimo interés en contárnoslo, al menos a mí. De lo que sí guardo (guardamos) una imagen imborrable es de un hecho que sucedió a finales de los años cincuenta: corrió la noticia de que había sido detenido un maqui muy peligroso, el Juanín; de que lo tenían en el cuartel y se lo iban a llevar en el coche de línea. En efecto, le llevaron andando por el ramal hasta la carretera: era un pobre hombre que apenas podía caminar y lo llevaban, colgando de los hombros, los dos guardias; le habían dado, sin duda, una paliza. Se habló mucho de las fechorías que habría cometido. No en mi casa. Me parece que luego se supo que aquél no era el Juanín, aunque que coincide que el verdadero fue ejecutado por esas fechas. Este es el recuerdo más claro que yo tengo de la realidad de la guerra y de la represión"
Aquí dejaremos ya la arena de la playa para subir la cuesta de la rampa hasta donde nos habíamos propuesto llegar desde El Barrigón, yendo en dirección a la iglesia y al barrio de La Xunglar, donde enlazaremos con el camino, señalizado con flechas amarillas, que viene de desde la cercana N-632 por El Ramal
Vemos que aquí en esta franja se ha recuperado parte de la duna de la playa y su vegetación, que se extiende de L'Arena hacia La Barquera
La Isla estuvo realmente poblada desde mucho antes de la época castreña, los más antiguos hallazgos su hunden en las profundidades del Paleolítico: hachas de mano o bifaces, tal vez achelenses o musterienses, concheros asturienses, estelas anepigráficas, posiblemente neolíticas, túmulos megalíticos...
No es para nada extraño que aquellas antiguas civilizaciones de cazadores y recolectores se asentasen en la franja costera, pues buena parte de sus sustento vendría del mar, de ahí los famosos concheros, grandes montones de cáscaras de mariscos que en muchos casos y periodos parecieron ser la base, o una de las bases, de su alimentación, dada la ingente cantidad de materiales hallados
Aquí tenemos El Peñón subiendo la marea, con su llastra o gran roca lisa siendo cubierta por las olas
Desde aquí tendremos además una gran vista del tramo de costa que acabamos de dejar atrás, viniendo por Caravia, vamos a repasarlo durante un instante
A lo lejos, los acantilados de L'Atalaya, La Beciella, Peñaforada, La Punta Melín... por donde venimos de La Tuerba y L'Arenal de Morís
Más a la derecha, la Playa Moracéi con El Pozu les Pipes, la primera de esta serie de arenales que prácticamente puedes recorrer andando por la arena en las grandes bajamares
Siguen las de El Visu y La Espasa, las últimas de Caravia. Y aquí de frente El Piñoble y La Punta'l Cuervu, ya en Colunga
El Barrigón, ya más lleno de gente, de donde venimos ahora. Sigue habiendo buen paso a La Isla por el pedreru que las separa, por donde hemos venido
Sobre El Barrigón El Prau'l Cuervu y Entreplayas. Más en la distancia Los Duesos, en Caravia. Ahí la iglesia parroquial de Santiago atestigua el paso de peregrinos por el Camín Real, donde hubo una hospedería de romeros que en el siglo XVIII un texto atribuyó, sin más documentación, a los templarios
De ahí es la famosa estela de Los Duesos, datada en periodo de romanización pero con una decoración de formas y entrelazos claramente prerromana. Está expuesta delante de la iglesia de Santiago, donde estuvo anteriormente, sucesora del monasterio de esta advocación, otra de las fundaciones de Muio Roderici, El Can, padre de la condesa Aldonza y esta esposa del conde Piniolo
Los condes dueños de estos parajes, quienes los permutaron a la Corona a cambio de aquellas posesiones en el alejado suroccidente astur para fundar un nuevo monasterio...
En la lejanía, la alargada silueta de la Sierra del Fitu al E., prolongación de la del Sueve hacia al mar
El istmo de El Peñón visto desde El Terreru y la ribera llena de ocle. Dado que ya no se recoge para abono se retira con excavadoras periódicamente
Todo el arenal en su conjunto es un gran paseo de mar y arena, inolvidable de recorrer
Por eso pensamos que, apartándonos unos muy escasos metros en este tramo del Camín Real, muy transformado y casi todo él una carretera entre La Espasa y La Isla, ganamos bastante en placidez y paisaje si queremos optar por el paso de La Isla, hacia sus albergues y bellas playas
Recordemos además que nos estamos tampoco ideando una nueva ruta, La Isla figura como un tránsito caminero hacia Llastres y su puerto, empleado también por los peregrinos. Puede consultarse por ejemplo en el mapa desplegable (página 121) del libro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) titulado Asturias concejo a concejo. Ribadesella, Caravia, Colunga (varios autores)
Ya estamos al lado de El Pastote, entre La Garita y El Castru, "pedreru de regodones grandes" nos dice Inaciu Havia Llavona, así como que es también el nombre de los prados cercanos. En 1942 se construyó en ese promontorio la Casa de Casares, para Julio Casares y Sánchez, miembro de la Real Academia Española (RAE), lexicógrafo y diplomático. De él habla también Josefina Gómez Mendoza:
"Casares, al final de la guerra, se compró el terreno del Pastote, al lado de la Atalaya, y allí pasaba las vacaciones con su familia desde 1942 hasta su muerte en 1964. Según cuenta su nieto, en la parte alta de la casa, tenía el académico un pequeño despacho en el que fue reuniendo las papeletas de su diccionario"
Y dejamos la rampa en El Terreru, donde se ha habilitado un paseo de entablado y barandillas que se dirige hacia los ocalitos, a un paso ya de La Retoral y de la iglesia
Caseta de los salvamentos, habilitada en verano. El paseo se dirige todo recto hacia La Xunglar y La Barquera
J M G Valles, en su blog Árboles de Madrid, que también tiene un apartado para los de Fuera de Madrid, escribe así en Eucaliptos de La Isla (Colunga):
"Parecen esperar a que termine su digestión para meterse en el agua.
Y su espera se está haciendo un poco larga. Puede que nadie les haya dicho que los árboles “no hacen la digestión”.
Y menos los árboles forasteros. Porque los eucaliptos (“ocalitos non”) en Asturias son forasteros, al lado de robles, castaños, hayas y demás.
Ya, ya, diría el eucalipto si pudiera hablar, aquí me gustaría a mí ver a un roble con toda su alcurnia.
Estos viejos árboles, guardianes de la playa, son la única presencia arbórea (y casi vegetal) en el arenal. La vista pasa de ellos a la isla que da nombre al lugar y al pueblo y luego busca en la lejanía otras playas, otros pueblos, otros tiempos.
Testigos mudos
Sueños de gigantes
Compañeros"
Ante la playa, varios edificios notables, de alguno de ellos ya hemos hablado, de otros aún no. Eran mansiones de veraneantes de clase alta, construidas a lo largo del siglo XX en diferentes épocas y distintos gustos y estilos ya prácticamente desde la entrada a La Isla por El Ramal. Así nos lo explica Gómez Mendoza:
"En la playa de la Isla la más visible sigue siendo la de los Hidalgo del Banco Herrero: hoy el paseo del Terreru se llama Enrique Hidalgo. A todos ellos se unían algunos que tenían casas fuera, como los García Mauriño que vivían en Caravia. Con el tamaño que tenían las familias de entonces, hubo amigos y amigas de todas las edades, para cada uno de nosotros. Por el cantil, estaban las casas con mejores vistas sobre el mar, la Torre, la Atalaya, la Huertona donde veraneamos un año."
Vemos, más cerca, La Garita, El Xalé del Reló o Xalé de Don Torcuato, lo registra Llavona. Está construido en un estilo montañés de preguerra ya en plena posguerra (1953), lo que demuestra la mucha aceptación de esta arquitectura de torres en esquina, grandes alerones de los tejados y, acompañándolo, hermoso jardín arbolado
Construido en mampostería y ladrillo, se accede a él por una escalera de piedra casi sobre el mismo arenal, pues está elevado respecto a este. Cerrado por un alto seto, recorre esta lado un camino, también elevado sobre muro de piedra, que comunica con El Castru
Y por supuesto, en la fachada de su torre, de planta cuadrada y tejado a cuatro aguas, el reloj de sol. Esta tiene tres plantas mientras el volumen principal del edificio es de tres. Esta es parte de su descripción en el Catálogo de Recursos históricos y artísticos del concejo de Colunga, que encontramos en Buscólu. Comunidad de noticias del Oriente de Asturias:
"Planta rectangular con torre en esquina. El volumen principal tiene dos plantas, mientras que la torre integrada en el edificio en el ángulo izquierdo, sólo destaca un piso sobre el edificio, tiene planta cuadrada y cubre a cuatro aguas.
Planta baja abre tres arcos de medio punto, que descansan sobre gruesos pilares, y forman un porche en esquina. La planta baja del edificio está revestida de piedra, el resto del edificio está cargado y pintado en blanco.
La torre en sus dos lados presenta idénntica estructura, planta baja ventana rematada en arco de medio punto, primer piso balcón con antepecho de hierro forjado y en el segundo piso triple arcada de medio punto.
Flanqueando uno de los balcones aparecen dos escudos y sobre el orientado al mediodía un reloj de sol.
En el resto del edificio se repiten los balcones y las ventanas en arco de medio punto. Todos los elementos decorativos pertenecen a la corriente historicista, las molduras en oreja que rematan los balcones, los escudos, todos realizados en piedra artificial.
El edificio se remata en alero pronunciado con canecillos de madera"
A la izquierda, separada por un muro de El Terreru, está La Retoral, la casa rectoral, dentro de La Llosa'l Cura. Más al fondo asoma la iglesia. Unas tablas tendidas en el suelo nos revelan que aquí está la Escuela de Surf Salaos121, de Nando Fonseca, entrevistado para la sección Pegados a la tierra de El Comercio por Gloria Pomarada:
"Cuando pasión y emprendimiento convergen nacen negocios como Island 121, un proyecto innovador que hunde sus raíces en la localidad colunguesa de La Isla. Allí lleva viviendo «toda la vida» su artífice, Nando Fonseca, un enamorado del surf que en su búsqueda continua de retos decidió expandirse del mar a tierra firme. «Intenté llevar los movimientos del surf al asfalto para los días que no había olas», cuenta. No lo hizo con los «patinetes convencionales» disponibles en el mercado, sino que aunando su otro hobby, la madera, comenzó a diseñar y fabricar «tablas imitando las de surf». «Fue ensayo error, el primer patín abrió a la mitad, pero di con la técnica», explica. El resultado son una tablas diseñadas para practicar ‘longboard‘, disciplina similar al skate que emplea patines de más longitud. Al alcanzar mayores velocidades, son idóneas para carreras o bajar cuestas.
Lo que empezó como afición hace cinco años, terminó convirtiéndose en proyecto empresarial, pues «a la gente le gustó y poco a poco, dentro de las posibilidades económicas porque la madera es cara, hice una remesa de ellos». En su taller de La Isla sigue desde entonces «fabricando según se va vendiendo», con diseños únicos y a través de un proceso totalmente artesanal. «Es laborioso, no es lo mismo que hacer algo en serie. La madera es de una sierra de bosques sostenibles y aquí hacemos todo: el diseño, la elaboración, el corte…», enumera. Incluso el último eslabón pasa por sus manos y él mismo se encarga de probar los ‘longboard‘. «Es una sensación diferente patinar con algo que hiciste tú. No es ir a una tienda y tener cuarenta iguales, esto es único y exclusivo, cada patín es diferente al otro y la gente que me encarga también puede venir a ver cómo se hace», destaca.
Siempre con la madera como protagonista, Fonseca ha ido ampliando su catálogo, que incluye ya creaciones como palas de playa, elementos decorativos de inspiración marinera, juegos de ajedrez o mobiliario. «Todo lo que se me va ocurriendo, me gusta complicarme la vida». Por ello está ya inmerso en una nueva meta, la de «dar el salto» a la venta por internet.
Los ritmos de su trabajo los marcan las estaciones, con la labor del taller concentrada en el otoño y el invierno, cuando las calles de La Isla se vacían del bullicio del verano. La intimidad de esos meses de temporada baja, entregados a la creación, dejan paso a partir de mayo a su otro negocio, la escuela de ‘paddle surf’ Salaos. Junto a su pareja, Tania Suárez, optó así por diversificar en 2017 y el experimento se ha demostrado incluso a prueba de pandemia. «No la sufrimos mucho porque el trabajo en el taller continuó y la playa en verano estuvo abierta», indica. En todo caso, la vocación de Salaos, con y sin covid de por medio, es la de ser una escuela de grupos reducidos y volcada en el medioambiente. «Hacemos actividades de ir a limpiar ríos porque con las tablas llegas a sitios que caminando no puedes», ejemplifica. La experiencia personalizada en el mar gana también adeptos entre los clientes, quienes «ven la costa desde otra perspectiva».
La suya, afirma con rotundidad, es la de seguir en La Isla, sin ánimo de perseguir macro negocios sin alma obsesionados con hacer caja. Porque tanto Nando Fonseca como Tania Suárez saben que trabajan para vivir y para hacerlo además donde y como quieren. «Tengo clarísimo que no me quiero marchar. No todo es lo económico, es la calidad de vida que consigues», sentencia."
Media docena de ocalitos de viejos y gruesos troncos se extiende en fila por El Terreru. Solamente aquellos que se plantaron con fines ornamentales son tan longevos. Especie de crecimiento rápido, se vio enseguida su utilidad para todo tipo de obras, especialmente construcción, entiba minera, postes, etc., y su exotismo desaparecido desapareció, más luego con los grandes monocultivos, que se extendieron por gran parte del Cantábrico, para la industria papelera
De frente, Villa María Luisa, cuyo origen está en otra más antigua construida en 1870 por el emigrante a Cuba, donde trabajó de panadero, Andrés Valle. Hacia 1920 sus herederos la vendieron a otro indiano, Andrés Vigil, que la transformó ampliamente. A su derecha, La Caleya l'Arena es el camino, ahora calle asfaltada, que comunica la Playa la Isla con el barrio de y casona de La Quintana (esta tapada por el árbol). A la derecha el prado de La Fazona, donde se ha edificado un chalet
Andrés Vigil acometió la construcción de un cuerpo prismático porticado en su lado este, mientras al oeste hace esta torre. El conjunto, construido en mampostería, ladrillo y sillar, es así comentado en el citado Catálogo de Recursos históricos y artísticos del concejo de Colunga:
"En las proximidades de la playa se alza esta muestra de estilo montañés. Se construyó en el año 1870 y posteriormente entre los años 1920-30 se le añadió un cuerpo longitudinal.
La primera construcción se traduce en un volumen sencillo tradicional, prismático con tres plantas, alero de varias hileras de tejas superpuestas, cubre a cuatro aguas.
El cuerpo que se le añade en los años 20-30 es longitudinal dando a la fachada una forma apaisada. En esquina una torre cuadrada de tres plantas y un cuerpo alargado más bajo de tan sólo dos plantas.
Esta torre se localiza en uno de los ángulos del edificio. Abre balcón volado en esquina en el primer piso, con repisa de piedra y antepecho de hierro sencillo.La puerta que se abre al balcón, tiene un dintel decorado en su parte alta en forma de frontón escalonado con un escudete liso, sin decoración, en el tímpano. El segundo piso de la torre esta perforado de ventanas. Esta torre de planta cuadrada se remata en una alero de madera muy saliente que protege las ventanas. Y cubre a cuatro aguas.
El cuerpo longitudinal ,de dos plantas, con distribución simétrica de vanos, tres por planta. En la planta baja la fachada se abre en tres arcos rebajados, muy amplios, formando un amplio y profundo porche revestido de azulejos. En el primer piso en correspondencia con estos arcos se abren tres grandes vanos.
El cuerpo longitudinal cubre a tres aguas, y la torre remata en un gran alero muy volado de madera".
"Ejerció su profesión en Luarca y en Gijón donde residió hasta su muerte en Octubre de 2011 muy vinculado siempre al movimiento cultural de la ciudad a través del Ateneo Jovellanos. Ya casado, y con hijos siempre pasaba sus veranos en la localidad colunguesa de La Isla, a la que dedicó una preciosa obra: “La isla en el recuerdo”.
El doctor Vigil – Manolo – nos dejó todo un legado de cómo ser una persona íntegra, de recto proceder y del valor intrínseco de vivir cada día, algo que refleja muy bien en “La Isla en el recuerdo” sin duda. Querido y admirado tanto por sus vecinos, como por sus amigos y compañeros de profesión, que siempre lo definieron como un hombre bueno, de exquisitos modales, trato cordial y sencillo que se les ofrecía tanto en su faceta como persona como en la de mano firme de cirujano.
Católico convencido y profundamente religioso el doctor Vigil también supo plasmar sus inquietudes en un brillante trabajo documental: “La infancia de Jesús en el arte” en el que se pueden contemplar escenas puntuales de la vida del Niño en Nazaret en compañía de sus padres, ilustrados con hermosas reproducciones de cuadros de autores españoles y extranjeros, adornadas con eruditos comentarios"
“Hoy es el décimo domingo de Pentecostés y, aprovechando la coyuntura, os digo que cada día veo más mujeres ir a la playa en traje de baño, pero sin falda”
Tiempo ha, desapareció en La Barquera Casa Margolles, pegada a la misma playa. Posteriormente se construyeron otras. Varias sendas cruzan hacia el arenal por las dunas
De ahí hacia atrás sería el cogollo del pueblo de La Isla anterior a su expansión urbana hacia La Xunglar, El Ramal y El Terreru. Ahí vivían los vecinos de siempre, con sus hórreos, cuadras y caserías, de lo que continúa diciéndonos Gómez Mendoza:
"La Isla estaba habitada todo el año por no mucho más de veinticinco familias, lugareños que vivían casi todas de tierra, en general arrendada, y de ganadería propia. En el pueblo había casas con cierta historia como la de don Pedro Quirós, pero la mayoría eran bastante humildes, de piedra, con algo de adobe, casi todas con ventanas externas y algunas galerías y corredores buscando la buena orientación. Los hórreos eran, como acostumbran en esta parte de Asturias, externos, en la plaza del Horrón había varios. Las vacas iban de las cuadras a los prados por todo el pueblo, a veces les ponían hierba podrida y algas, y todo ello, junto con las panochas de maíz y las omnipresentes boñigas daban un suelo de textura y olor muy característicos."
Muchos de aquellos veraneantes eran empresarios o profesionales e industriales pudientes cuyo contacto con el exterior se basaba en una centralita situada al otro lado de la iglesia. Luego corrían las noticias a viva voz, cuenta asimismo Josefina Gómez Tabanera:
"Porque los recados en aquella comunidad se trasmitían de forma visual u oral de grupo en grupo; en particular los recados de teléfono que procedían de una centralita situada en frente de la Iglesia: “que avisen a fulanito…que avisen a mengana”. Así, en los años cincuenta cuando ocurrieron las grandes huelgas mineras, circulaba por la playa de boca en boca con cierto temor: “cerró la Nicolasa”, “cerró la María Luisa”, “cerró la Camocha”, en referencia a los pozos mineros, y algunos propietarios o vinculados al mundo minero se conmovían. También llegó de esta forma, el recado telefónico a nuestro padre cuando le nombraron para el litigio de la CHADE, la compañía hispano americana de la electricidad. Lo recuerdo bien, por lo misterioso que resultó para mí aquel nombre: pero también sin duda porque determinó un cierto cambio de nuestra situación económica"
Cruzamos a la izquierda, a La Escuela Vieya o La Escuelina, pequeño edificio de una planta que fue antiguamente la cuadra de la Casa Rectoral y se rehabilitó como escuela hacia 1901, estando en uso hasta que en 1950 se hicieron Les Escueles Nueves, al lado de La Colonia, auspiciadas por los fundadores de esta y construidas a su lado, el matrimonio de maestros benefactores, Francisco Carrillo y Lorenza Khoeler
Más allá, La Llosa'l Cura, que en verano se habilita para parking, y El Ramal, la entrada a La Isla desde la carretera general, por donde viene el Camino, señalizado con flechas amarillas, que se ha separado del oficial en dicha carretera en Güeñu. Lleva actualmente el nombre de Francisco Carrillo. Ahí están algunas de las casas de veraneantes más antiguas. Repasamos de nuevo los recuerdos de Josefina Gómez Mendoza:
"A la Isla se entra por el Ramal, hoy calle de Francisco Carrillo, que arranca de la carretera 632 que une Santander con Oviedo, en ese tramo Ribadesella con Canedo. Ahora está la autovía del Cantábrico. Hasta allí llegábamos en el autobús de “la Línea”, que en nuestra época no sé si era todavía Autobuses de Luarca solo, o ya ALSA. Al menos en nuestros primeros veraneos, cuando no teníamos coche, cogíamos el tren de noche en la estación del Norte, o Príncipe Pío de Madrid, que paraba en la estación del Campo Grande en Valladolid sobre las dos de la madrugada: nuestras tías vallisoletanas nos llevaban bocadillos y algo caliente, y seguíamos hasta Gijón. Nos encantaba ir en la baca del coche de línea, y coincidir, como era y se decía entonces, con paisanos, lecheras, y pescadoras. El autobús se paraba a la entrada del Ramal y hasta la casa que alquilaban nuestros padres, que estaba en el mismo ramal, nos llevaban los baúles y maletas en carros -recuerda María- y nosotros íbamos andando. En aquella casa de las García, en un pequeño cuarto con ventana al mismo Ramal, escribió nuestro padre, Emilio Gómez Orbaneja, su libro de derecho procesal y los Comentarios a la ley de Enjuiciamiento Criminal."
La Escuelina, actual Centro Social de La Isla, está en una esquina de La Llosa'l Cura, encima de su yacimiento arqueológico, restos de una villa romana y termas, destrozado en parte con las obras de saneamiento del año 2000. Existe tradición oral de hallazgos ocasionales, como una estela redonda con dos agujeros y otros, que han desaparecido. También popularmente se habla de una "piscina" para "baños de carquexa", una especie de algas, es decir, baños de mar
Pegada la muro de la escuela, una fuente. Más antiguamente hubo otras escuelas, las primeras de La Isla de las que se tiene noticia, en el barrio de L'Horrón, donde después se hizo el cuartel de carabineros
Aquí se unen El Terreru, La Barquera y La Xunglar, vamos a la izquierda la iglesia parroquial, al final de La Llosa'l Cura
La Iglesia y su campo, iglesia parroquial de Santa María de la Isla o Santa María de Tona, reedificada en 1770 sobre otra más antigua, sucesora del antiguo monasterio medieval de esta advocación, mencionada en 1613 como Santa María de Tonaula. Entre los años 1862 y 1870 aparecieron porciones, reaprovechadas para hacer paredes, de una piedra con inscripciones en honor a San Salvador (...Sci Sa(lv)atoris et Sci T(h)om(a)e templum), si bien se atribuye a que pudo proceder de otra iglesia, citada en 1873 en un escrito para la Comisión de Monumentos, que informa de un "templo bizantino", como solía denominarse al Arte Asturiano o "prerrománico" por entonces.Por otro lado, no se sabe de dónde puede salir el error de denominarla como San Juan de la Isla en algunos lugares, incluso en trabajos eruditos sobre los restos arqueológicos aquí encontrados
Ara de Mitra de La Isla. Universidad Carlos III Madrid |
Ponit Inv/icto Deo / Au(gu)sto. Po/nit lebien/s Fronto / aram Invi/cto Deo Au/ (gu)sto. F(ronto) Leveiu/s ponit, pr(a)e/sedente p[a]/[t]rem patr[um] / [c]um leon[ibus]/ M(onumentum) [h(oc)].
Lo erige para el Invicto Dios Au(gu)sto. Erige, de buen grado, Fronto el altar para el Invicto Dios Au(gu)sto. Fronto Leveius, erige este monumento presidiendo el padre de los padres con los leones.
Realmente fueron los romanos los que hicieron el mitraísmo, tras entrar en contacto con él a través de la frontera oriental del Imperio, mantuvieron ciertas apariencias como el mismo aspecto del dios con su gorro frigio y su vestimenta pérsica, pero lo transformaron en una religión esotérica con ciertos ritos altamente impactantes como el sacrificio del toro, exaltando, como en ciertas sociedades secretas, los valores de honestidad, coraje y arrojo personal, por lo que los militares eran especialmente atraídos por su culto
Además, lo mistérico de sus rituales reforzaba los rituales de la comunidad. El especialista Narciso Santos Yanguas, en su muy interesante trabajo El culto a Mitra en Asturias en el marco de los cultosorientales en la Península Ibérica, se nos informa que los fieles ingresaban en su culto tras superar un proceso iniciático, dividido según san Jerónimo en grados, que de menor a mayor categoría serían los siguientes: Corax (Cuervo); Chryphius (Grifo) según unos autores, o Nimphus (casado, desposado) según otros; Miles (Soldado); Leo (león); Perses (Persa); Heliodromus (Corredor del Sol); y Pater (Padre) (...)
"A este respecto, en la inscripción de La Isla se menciona tanto el cargo más elevado de la organización sacerdotal conectada con el dios Mitra (pater patrum), que se nos documenta aquí como pater patratum, como uno de los niveles intermedios de dicha estructura religiosa, el correspondiente a leo (león); en realidad no constituyen más que un exponente de lo que sería la jerarquización sacerdotal de Mitra en su conjunto, aunque nos dan pie para poder afirmar la existencia de una comunidad de creyentes en dicho territorio, que celebrarían los cultos de esta divinidad oriental.
Quizás haya que conectar el arraigo del culto a Mitra en dicho territorio de Colunga con la presencia de una vexillatio (destacamento militar) asentado en dicho emplazamiento o en sus alrededores; ahora bien, este grupo de soldados no tendría que estar vinculado directamente con la legión VII Gemina sino tal vez en conexión con la escuadra romana del Cantábrico, cuya importancia arrancaría al menos de los años correspondientes a las guerras astur-cántabras.
Entre los objetivos que cumpliría este ejército naval del Cantábrico, en el transcurso de la segunda mitad del siglo I y todo el siglo II, se hallarían los relacionados con la salida de los productos mineros, tanto de las minas de oro como de hierro, contando en este último caso el entorno territorial del mitreo asturiano con varios yacimientos próximos. Actualmente, frente a lo que opinaba Cumont, cuya tesis sigue García y Bellido, y de acuerdo con la cual el ejército desempeñaría un papel fundamental en la difusión del culto a esta divinidad, el colectivo militar constituiría sin duda uno de los grupos más adeptos de dicho dios, aunque sin ser en ningún caso ni el más representativo ni el más activo ni exclusivo en lo referente a la difusión de su culto por todo el Imperio romano."
La comunidad mitraica de La Isla es la única localizada hasta el momento en Asturias, parece que, como en otras parte de la Europa Atlántica, por alguna razón, no caló su culto entre los indígenas y sí en grupos procedentes de otros lugares asentados en enclaves de tránsito, como sería aquí el caso:
"En este sentido, mientras que en otras provincias imperiales, como Germania, por ejemplo, la epigrafía mitraica nos ofrece la presencia de indígenas, en las regiones que contaban con un sustrato céltico prácticamente no se da esta circunstancia, como es el caso de Hispania y Galia.
De esta realidad parece concluirse que tal vez existiera un dios céltico, cuya vigencia en tiempos romanos continuaría siendo intensa, con unos cultos y funciones religiosas similares a los mitraicos; es posible que dicha divinidad pueda ser identificada con Lugus (Lug), asociado algunas veces a Mercurio, otro dios que para algunos investigadores hay que considerar en paralelo con Mitra.
Hemos de pensar, sin embargo, que este papel lo pudo desempeñar alguna otra divinidad celta, como Esus, Cosus o Taranis, pero su difusión resulta mucho más débil que la de Lug por el territorio hispano; quiere decir esto que, aunque no se daría realmente un rechazo frontal por parte de los indígenas del Norte peninsular a los cultos de Mitra, se explicaría así la escasa incidencia de dicho culto en las regiones más celtizadas de la Península (en ese aspecto radica uno de los principales elementos que definen al mitraismo en territorio hispano: su escaso arraigo)."
Sin embargo, en el trabajo dedicado a esta estela por la citada página Mitra en Hispania (que cierto es, erróneamente habla de "San Juan" de La Isla), se hace otra interpretación diferente dentro de los diferentes estudios hechos sobre el tema:
"...los mitraístas de la localidad están perfectamente organizados y Fronto busca un espacio de integración o empoderamiento en esa comunidad. La propia ausencia del teónimo Mitra hace aún más improbable la hipótesis fundacional. Fronto, nativo de donde fuera, podría ser un comerciante muy viajado e instruido que, en un momento de su vida, decide hacer una ofrenda en un mitreo que existía desde tiempo atrás. La intercomunicación marítima y viaria allí era notable, de modo que el origen del mitraísmo local ha de ponerse en relación con el contexto. Resultaría muy extraño que esa comunidad de astures decidiera revitalizar un culto que periclitaba en todos los escenarios con los que interactuaba, desde Finisterre hasta Aquitania; el lugar más cercano con culto mitraico es, precisamente, Burdeos, donde se documenta en el siglo II d.C., pero no hay certeza acerca de hasta cuándo perdura. Es decir, no se ve con claridad desde dónde habría “importado” Fronto el culto a partir de la segunda mitad del siglo III. Entre finales del siglo II y comienzos del III, en coincidencia con las inclinaciones religiosas animadas en la etapa final de los Severos, observamos una intensificación de la actividad religiosa relacionada con el Sol, Mitra, Isis, Serapis y otras deidades ajenas a los panteones locales tradicionales, contexto en el que debe integrarse el monumento del que nos ocupamos, al que no otorgaríamos una cronología muy posterior al año 200 d.C."
Dado que mucho antes que los romanos, los griegos ya habían entrado en contacto con las creencias orientales y sus culturas, por las que el mismo Alejandro Magno, conquistador del imperio persa, sintió fascinación, durante un tiempo algunos eruditos pensaron que en La Isla era la sede del acantonamiento de la Legio IV Macedónica, cosa absolutamente imposible por las fechas, al estar esta localizada en otro lugar, pero en ello incidió el cercano topónimo de la Playa la Griega, hasta que se comprobó que este viene etimológicamente del celta briga (monte o fortaleza), relativo al monte y castro de La Villeda, sobre el arenal
El culto mitraico de La Isla y cualesquiera otros hubiese fueron en algún momento posterior cristianizados. En 1938, mientras se reconstruía la iglesia tras la destrucción de la Guerra Civil, cuando fue quemada, se encontraron sepulcros de los antiguos enterramientos que se hacían dentro del santuario. Se sospechó podrían ser los de algún abad del antiguo monasterio de Santa María de Tona o de miembros de algunas familias principales con derecho a tener allí su panteón, como los Valdés del Palacio de Güeñu
Durante esas labores, los trabajadores sintieron el piso hueco bajo el crucero, excavaron con curiosidad, y encontraron una especie de piscina, hecha de argamasa rojiza y con escalones para bajar y una estela con inscripciones de letras y números romanos. Al ser todo ello visto también por algunos vecinos, el párroco, según Hevia, Llavona, temeroso de que esto llevase a la paralización de las obras, mandó taparlo todo. Por la memoria de lo localizado se supone era una terma romana, dado que la argamasa rojiza sería el opus signum empleado para hacer sus piscinas, aunque al estar en un lugar sacralizado no se descarta fuese un baptisterio paleocristiano de rituales de bautismo por inmersión
Aspecto general exterior e interior de este santuario, reconstrucción de posguerra de uno anterior, dieciochesco, que a la vez rehacía otro más antiguo y así sucesivamente...
Varios detalles de los trabajos en la cubierta, labor especialmente delicada
Dos fotos de la iglesia anteriores a la Guerra Civil (a la izquierda) y otras con diversos detalles de problemas de humedades y demás inconvenientes que se acometieron en 2012
En la antigüedad se inhumaba a los difuntos en el interior del santuario o en su campo colindante (campo-santo). El primer cementerio propiamente dicho se hizo en el primer cuarto del siglo XXI en su lado occidental, al aplicarse la norma higiénico-sanitaria en marcha ya desde el siglo XVIII en ese aspecto. Más tarde se haría otro entre El Cuetín y la carretera N-632
Por todos los hallazgos localizados las tumbas del camposanto abarcarían un amplísimo periodo que comprendería desde los primeros rituales de inhumación paleocristianos tardorromanos hasta las edades Media (monasterio de Santa María de Tona), Moderna y el citado comienzo del siglo XIX
Portada de arco de medio punto y arriba óculo que da luz natural al interior de la nave
"En el Ramal estaban ya algunas de las casas de las familias que habían hecho de la Isla un lugar de veraneo desde los años 20’. Seguían luego, al terminar el ramal, por el arenal de la iglesia, la calle y plazas del pueblo, y volvían en bucle hacia por la plataforma occidental: en el propio ramal, los Vigil Fernández-Cutre, y los Caveda, en el arenal la casa de los Vigil, de tipo indiano, en el pueblo, los Fernández Nespral, Pérez Fontán, Martínez-Hombre Argüelles, Margolles, Rivas etc… Otros habían llegado más tarde, pero en todo caso antes que nosotros, y eran ya bien conocidos y estaban bien integrados cuando nos instalamos, los Baigorri, relacionados por vía materna con el lugar (Escandón Careaga), los Jáuregui que llegaron por los anteriores, los Matamoro que fueron de los primeros en instalarse en la playa de la Espasa. Más tarde bastantes de ellos se fueron construyendo casas en la playa o en las carreteras. En la playa de la Isla la más visible sigue siendo la de los Hidalgo del Banco Herrero: hoy el paseo del Terreru se llama Enrique Hidalgo. A todos ellos se unían algunos que tenían casas fuera, como los García Mauriño que vivían en Caravia. Con el tamaño que tenían las familias de entonces, hubo amigos y amigas de todas las edades, para cada uno de nosotros. Por el cantil, estaban las casas con mejores vistas sobre el mar, la Torre, la Atalaya, la Huertona donde veraneamos un año"
De frente, La Xunglar, antiguo terreno de marisma y juncos, como revela su topónimo, hasta donde llegaban antaño la arena y, en ocasiones, las olas del mar, actualmente rellenado y bajo el que el Ríu Llames pasa canalizado y subterráneo
Otro grande y viejo ocalito, este en el solar donde estuvo el primer cementerio de La Isla. Más allá las casas de La Barquera
Al otro lado de la calle, cerrada por verja, Villa María Luisa y sus jardines
Y su espléndida torre, que asoma entre el ramaje
Otra torre diferente era la que hubo más allá arriba, en El Picu la Torre, en lo alto de La Isla, fácil de identificar por otro muy viejo ocalitón. Allí existen viejos muros, foso y restos de construcciones que se dice son restos de otro recinto defensivo, de ahí su nombre, datado en época medieval
Se dice que desde La Xunglar hay una galería de acceso subterránea que discurre bajo el llamado Camín de la Torre, el cual sube hacia la antigua fortificación. Por él, según el decir de la vecindad, en el silencio de las noches se siente retumbar los pasos de la gente "como si estuviera hueco por abajo" y, al cavar alguna obra, parecen reconocerse estructuras abovedadas entre ladrillos y escombros, así como huesos que parecen de animales. Es posible que se tratase de algún túnel de escape o acceso del antiguo torreón
Y a La Xunglar, frente al Camín de la Torre, salimos nosotros, a la izquierda, para enlazar con el camino de El Ramal y continuar hasta el albergue de peregrinos en Les Quintanes
Placa de la plaza...
Al lado del Camín de La Torre hay dos casas: a la derecha Casa la Generosa, donde dice Llavona que estuvo el primer teléfono público del pueblo, a cargo de Casimiro, marido de Generosa y funcionario del Ayuntamiento después de la guerra. A partir de aquí pues, corrían las noticias por el pueblo y en la colonia de veraneantes. Mas adelante cedieron esta línea y era compartida con Casa Nespral, en lo alto del Cuetu Cambroña
A su izquierda es el Hotel The Island, antes La Xunglar. Antiguamente en este lugar estuvo Casa la Luisa, casa de corredor ya desaparecida, justo bajo El Picu la Torre. Tenía un murete de piedras rodeando su antoxana o delantera para evitar que entrase agua de les mareones o pleamares, que llegaba hasta aquí
A su izquierda, asoma un poco de la parte más alta de El Llagar de Pepe Duyos, que fue además uno de los más populares chigres de antes, hoy cerrado
Y por El Llagar de Duyos, también Llamado Casa Pedro Valle, continuaremos ruta hacia Les Quintanes tras unirnos, aquí con el camino de La Espasa a La Isla que viene por la N-632 y El Ramal
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