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jueves, 13 de febrero de 2014

EN EL ARENAL DE SANTA MARINA (1) EL PICU Y LA TAHONA DE TORAÑO, EL PUERTO DEPORTIVO, LA PUNTA L'ARENAL Y LA MARQUESA DE ARGÜELLES: PLAYA DE INDIANOS Y SURF RIOSELLANO (RIBADESELLA/RIBESEYA, ASTURIAS)

Santa Marina desde el Monte Corberu

Cuando en 1898 se construyó el primer puente metálico sobre el Sella, justamente después que se hiciese en ensanche que le permitió ganar terreno a la ría en El Muellín, la villa de Ribadesella/Ribeseya, tuvo un ensanche más, si bien este ya al estilo residencial de una ciudad-jardín: el Arenal de Santa Marina, un lugar en el que antaño estaba la capilla de esta advocación, del Gremio de Mareantes, así como la Casa de las Ballenas, donde se guardaban los enseres de las faenas de despiece de este animal, que se hacían en tan espaciosa playa hasta su práctica extinción del Mar Cantábrico en el siglo XVII


También estaba la Caseta de la Barca, a donde llegaba la barca, también del Gremio de Mareantes, que cruzaba de un lado a otro a gentes, entre ellos peregrinos, mercancías, ganado y caballerías, antes de que se construyese un primer puente de madera en 1865. Quienes se dirigían al occidente, como los jacobitas, seguirían desde la rampa o Rambla de la Barca por el Camín Real de la Costa, el cual discurría una estrecha franja de tierra en medio del arenal, El Campín, actual calle Ricardo Cangas, en dirección al valle del Ríu San Pedru para subir a Abéu (San Esteban) y continuar por Vega y Berbes camino de Caravia y Colunga

Allí sería donde la Marquesa de Argüelles levantaría el primer palacete, Chalet de los Marqueses de Argüelles, ante la misma desembocadura en La Punta L'Arenal, el primero de la derecha, tras adquirir bastantes lotes de terreno, ponerlo de moda con la visita de Alfonso XIII, y venderlos a aristócratas e indianos en los albores de la industria turística riosellana y del gusto por las playas, así como los baños de mar y el sol, algo que había empezado, primeramente entre las clases pudientes, tras los avances médicos allá por 1830, extendiéndose paulatinamente


Suprimido el paso de la barca a Santa Marina, hemos de dirigirnos pues para continuar camino al nuevo Puente del Sella, el cual no se construyó siguiendo el trayecto de la embarcación sino unos metros más al sur, enfrente del arranque de las nuevas calles del ensanche o Nueva Población. Este puente de hormigón fue construido por un batallón de 300 presos republicanos y fue inaugurado el 4 de mayo de 1940, reemplazando al anterior metálico, que había sido volado en el otoño de 1937 en un intento por establecer una última línea de defensa en el Sella


Cruzando el puente, famoso mundialmente por ser la meta del multitudinario Descenso Internacional del Sella, nos quedábamos el otro día, contemplando el macizo de Ardines, famoso por sus cuevas prehistóricas de Tito Bustillo (El Pozu'l Ramu, La Cerezal, La Lloseta) La Cuevona, cuyo Centro de Arte Rupestre reconocemos un poco más allá, delante del Prau San Xuan


Al otro lado del puente pasamos a Santa Marina por El Picu, donde cruzaremos la carretera N-632 a la derecha por el paso de peatones existente enfrente del Edificio Toraño, que recuerda en su nombre a la antigua fábrica aquí existente, la Tahona de Toraño, como se conocía a la panadería de La Chiquita, la primera panadería industrial riosellana, demolida en mayo de 2014 tras algún intento de preservarla como patrimonio industrial. Fue construida hacia 1890, antes por tanto que el Chalet de los Marqueses de Argüelles, cuando aún estaba aquí el puente de madera, promovida por el indiano José Toraño, que había trabajado en el sector durante sus años de emigrante en La Habana. esta era su estructura según nos cuentan en el blog Patrimonio Industrial Arquitectónico: y siguiendo una noticia del corresponsal Ramón Díaz para La Nueva España del 30-8-2011 titulada El galimatías de El Concilio:
"La antigua panadería La Chiquita -el nombre de panadería Toraño se corresponde con el apellido de su primer propietario-, ocupa una finca de 488 metros cuadrados. El edificio, según Cultura, se corresponde «con una construcción funcional y bien resuelta», que comprendía el espacio de producción junto con el de venta de pan al público: una zona de taller, artesanal, con los hornos de la tahona; otra de despacho o comercio y una zona de almacén propia. «Es un edificio representativo de una tipología que se introduce en Asturias en el siglo XIX y de la que apenas se conservan ejemplos, y aún menos de esta escala, datación, diseño e implantación urbana», añade la Consejería. 
La construcción cuenta con dos naves, que ocupan en conjunto una superficie de 290 metros cuadrados, adosadas por la medianera. La armadura de cubierta se resuelve con madera, aleros de corto vuelo a base de tablilla y teja (plana, industrial, con el sello de la Sociedad Cerámica Asturiana de San Claudio), y en los almacenes, teja árabe. Destaca el recurso al hierro fundido tanto en los antepechos de las ventanas como en las tres columnillas de fuste estriado que sustentan el pórtico y que conservan el sello de la factoría ovetense de La Amistad. En cuanto a la organización interior, está desvirtuada por las sucesivas ocupaciones que tuvo el edificio a lo largo del siglo XX."

En 1910 y tras la muerte de su fundador, consta como dueña su viuda María Junco Coro, aunque la dirección del negocio la llevaría su hijo Salvador Toraño Junco. A la muerte de su madre se reparten la herencia este y los demás hijos, pasando seguidamente a figurar como propietario su hermano Manuel Toraño Junco, el último de los hijos del matrimonio. En 1970 la panadería cesa su actividad y el negocio pasa a ser bar y restaurante, Vista al Sella regentado por Miguel y Luisa, ella afamada cocinero, ayudados por sus hijos Miguelín, Nide y Tere. Popularmente era llamado El Concilio pues se abrió coincidiendo con los tiempos posteriores al Concilio Vaticano II, que había puesto de moda la palabra, y entre la clientela había varios sacerdotes
"Para el establecimiento de este bar se llevaron a cabo diversas modificaciones: en la antigua zona de hornos se instaló la cocina, aprovechando para el tiro de ésta las antiguas chimeneas; el altillo se compartimentó como vivienda de la familia que regentaba el restaurante y se dividió una nave, que se recuerda diáfana, para uso del bar y comedor separados"

Más adelante se habilitaron cinco habitaciones, tres dobles y dos individuales para su alquiler vacacional durante los veranos. Posteriormente Miguelín abrió aquí un pub musical, Chicho Pub, que estuvo en el antiguo almacén y que funcionó hasta 1982. Luego como hemos dicho existieron peticiones y movimientos vecinales para preservar la construcción. Así en La Nueva España del 9-6-2011, B. Morán publica Los defensores del inmueble industrial abogan por su reutilización:
"La antigüedad de la fábrica de pan Toraño está bien documentada. Existe una entrada en el padrón de habitantes de Ribadesella del año 1924 en la que Salvador Toraño Junco, nacido en La Habana en 1881, figura como titular de la panadería Toraño, situada en el portal número 1 de la calle El Picu de Ribadesella. 
Su valor histórico local y regional, como parte del patrimonio industrial, parece obvio, aunque no se ha tenido en cuenta a la hora de programar su derribo. Quienes se oponen a este destino para el mítico edificio abogan por salvarlo y mantenerlo como parte fundamental de un trozo de la historia de Ribadesella. Estos vecinos claman por su posible reutilización. «Su dimensión está llena de posibilidades para usos múltiples, así como su disposición en finca», dice el informe, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA. 
Para estos ciudadanos existe, y bien documentado, un innegable valor histórico y patrimonial en la panadería Toraño y por todo lo expuesto se oponen a su demolición. Además, estos ciudadanos exigen saber si hay algún informe aprobatorio de la demolición por parte de la Demarcación de Costas y señalan que el derribo del inmueble también debe tener el visto bueno de Patrimonio. 
Los defensores del edificio también realzan su valor aportando fotografías anteriores a 1924 que atestiguan la presencia de la panadería en el Arenal, hay numeroso material fotográfico que refleja la presencia de las dos naves coincidiendo con levantamientos puntuales de edificios y rellenos de la marisma datados y registrados. Por ejemplo, hay fotografías del proceso de construcción del chalé de la Marquesa de Argüelles (fechado en 1911) en que se ve con claridad, al fondo, la panadería. 
Además, según el informe en defensa de fábrica, esta construcción ilustra un importante lapso de tiempo de la historia riosellana. Aquellos tiempos de finales del XIX en los que la sociedad riosellana fue pionera y se precipitó hacia otros modelos de actividad económica. En este cambio tuvieron mucho que ver los indianos locales. El vuelco de las fortunas y empresas de quienes regresaban de América triunfantes se tradujo en una proliferación inédita de pequeñas industrias de indianos retornados a casa. La familia Toraño hizo lo propio a su vuelta de La Habana (Cuba) y abrió la fábrica de pan."

La defensa de preservar aquel edificio llegó a nivel internacional cuando el Comité Internacional para la Conservación  del Patrimonio Industrial con sede en Edimburgo manifestó su respaldo a conservar el edificio de la antigua panadería:
"El Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial, con sede en la localidad escocesa de Edimburgo, ha manifestado su respaldo a la conservación de la antigua panadería Toraño, también conocida durante un tiempo como La Chiquita. Milles Oglethorpe, integrante de este colectivo, tras examinar el primer informe histórico arquitectónico y el memorándum de valoración patrimonial del edificio de El Concilio, concluyó que es «un excelente ejemplo de arquitectura industrial local y tiene fuertes vínculos con la localidad en la que se enclava, por tanto creo que debe considerarse, a fondo, su conservación y protección», añadió. 
Oglethorpe respaldó la propuesta de la Agrupación de Vecinos y Amigos de Llanes (AVALL) y abogó por conservar «la estructura de su función original» y «la minimización de cualquier actuación que pueda comprometer su integridad; por tanto, espero que sea posible tanto restaurar el edificio como darle un nuevo uso que sea compatible con su entorno». 
El experto en conservación de patrimonio industrial añadió que en una época «en la que el cambio climático se está convirtiendo claramente en un problema importante para todos nosotros, no es recomendable la destrucción, a causa de sus achaques, de estos magníficos edificios». En su opinión, «la energía baldía que se pierde a causa de la destrucción de estos inmuebles y la energía consumida en su sustitución por nuevos edificios, rara vez está justificada». Oglethorpe confía en que se encuentre «una alternativa a la destrucción de ese edificio». 
A la propuesta de AVALL para conservar el edificio se sumaron grupos como la Asociación Gallega de Patrimonio Industrial «Buxa», la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública y el grupo de investigación de «Estudios sobre territorio y desarrollo sostenible» de la Universidad de Oviedo. Todos ellos respaldaron la primera conclusión de Patrimonio, que aconsejaba conservar el edificio."

Nada más pasar el puente, y ante el Edificio Toraño, dejamos la carretera N-632 para tomar a la derecha la calle Coronel Bravo. Dos años después la vieja tahona fue demolida el 15 de mayo de 2014, María Luisa Bravo y José Luis Valdés, propietarios del solar y del arruinado local, publican en Cope Ribadesella el 25-7-2016 el artículo La desmemoria histórica del Concilio de Ribadesella:
"En 1983, siendo alcalde Juan Ureta, se aprobaron unas normas en las que la parcela aparecía como “vial público”, a expropiar: no se contemplaba la conservación del edificio (que aún se mantenía en perfectas condiciones).

En 1995 no se había producido ningún intento de expropiación y en el nuevo Plan Urbanístico, con Carlos Piélagos en la alcaldía, se califica como “dotaciones portuarias”, a expropiar. No se contempla la conservación del edificio. Tampoco hay el mas mínimo intento de expropiación.

Años mas tarde, José Miranda llega a un acuerdo con la propiedad para comprar la parcela por cuarenta millones de pesetas para levantar en ella el Centro de Salud.  Tampoco se contempla la conservación del edificio, que en todo caso ya estaba en estado de ruina.

Durante todos estos años la propiedad intentó infructuosamente llevar a cabo diferentes actuaciones y proyectos en los que sí se mantenía el edificio.

Hay que retroceder a los primeros ochenta del siglo pasado para hablar de verdadera “desmemoria histórica”

Señales bien visibles nos indican tomar la citada calle que pasa al pie del edificio


El Coronel Bravo es "muy recordado por todos aquellos riosellanos que libraron de un servicio militar placentero gracias a su mediación e indulgencia", escribe J. García para El Comercio con motivo de un encuentro familiar de los Bravo-Aldau, descendientes del matrimonio Vicente Villar y Valle y Asunción Valle, benefactores de la villa, pues auspiciaron la construcción del Asilo y de las Escuelas Graduadas:
"... el Coronel Bravo también destacó por ser Campeón de España de Aeromodelismo en vuelo circular durante quince años consecutivos. Construía sus propios modelos y motores y llegó a crear un avión a reacción en tamaño miniatura que fue portada del ABC en 1949"

Las escaleras bajan a la explanada del puerto deportivo. Nosotros seguiremos mejor por la acera, junto a la barandilla


En El Picu estuvo también el bar-tienda El Tropezón, que tenía merendero, el primer local que tuvo una fábrica de discos:"¡Era genial! ¡La de tardes que pasamos allí escuchando a Enrique Guzmán (Popotitos), los Beach Boys, los primeros twist de Chubby Checker y compañía (twist again, twist and shout)..." leemos en Comercios de Ribadesella


El puerto deportivo fue inaugurado en 2003 y ampliado posteriormente. Ligado a la industria turística, ha sido hasta el momento la alternativa al desmantelamiento del histórico puerto comercial riosellano y la menguante flota pesquera. Está gestionado prácticamente desde sus orígenes por el Club Náutico Arra


Pasamos a la derecha de estas casas, estilo tradicional asturiano, con amplio balcón cerrado en galería acristalada y orientado al sur, para aprovechar la luz solar. Parecen de las primeras que pudo haber en este lugar, muy posiblemente vinculadas a la desaparecida tahona


Aquí tenemos una concha que nos confirma que vamos por buen camino


Un buen lugar para contemplar el puerto, la ría y la villa, extendida linealmente siguiendo la ribera, con las colinas de La Cuesta a la derecha la del Monte Corberu (L'Atalaya) a la izquierda


Al nunca haber estado amurallada, Ribadesella/Ribeseya basaba su defensa en la misma orografía del estuario: la ría y su bocana de frente y las lomas y montes a sus espaldas, donde, desde muy antiguo, existieron torres y atalayas fortificadas para reforzar esa protección


Una de las más importantes sería la del Monte Corberu, donde se han hallado restos de un recinto fortificado sobre en el que aprovechó para erigir en su tiempo una antena repetidora


Explanada del puerto deportivo: el club náutico, que tiene aquí su sede, gestiona la grúa, el surtidor de combustible, la marina seca, el espacio para albergar las embarcaciones de tránsito, el punto limpio y la caseta de su sede social. La capacidad es de unas 250 embarcaciones


Al otro lado del puente es El Muellín. La fachada marítima riosellana es consecuencia de dos grandes intervenciones: una la del ensanche decimonónico, resultado del relleno de las obras del nuevo puerto que se iniciaron, tras no pocos avatares, en 1784 y no se dieron por concluidas hasta un siglo después, la cuales ganaron considerable terreno a la ría, más luego otra posterior ampliación realizada durante la II República, en los años previos a la Guerra Civil


Se dice que el edificio más bello del ensanche es el Hotel Marina, el primero que hubo en Ribadesella/Ribeseya, inaugurado en 1912 en un solar frente al puente metálico que había sido destinado a la construcción de una nueva iglesia parroquial, pero que al ser adquirido en 1892 fue dedicado con el tiempo a estos menesteres. Cambió de dueño varias veces y de él hablamos ampliamente en la entrada de blog que dedicamos a El Muellín


De frente y al otro lado de la ría, es el Paseo de la Grúa, bajo el Monte Corberu, donde empezaron, junto con El Muellín, las obras portuarias a finales del siglo XVIII y cuya culminación, en 1854, dieron paso a la siguiente fase, el ensanche urbanístico. No obstante aquellos trabajos se prolongarían unos treinta años más, si bien ya con un buen tráfico de buques, máxime a partir de 1859 al declararse puerto de tercera categoría y habilitarse para el comerció con América


La urbanización del Arenal de Santa Marina es, como hemos dicho, algo posterior. Realmente es con el desarrollismo de la década de 1960 cuando, desde aquellos palacetes indianos de época en la primera línea de playa, se ocupa en su práctica totalidad con viviendas unifamiliares, chalets y edificios de pisos, llegando a taparse la desembocadura del Ríu San Pedru, que llega al Sella en este lugar (ahora por vía subterránea) para poder construirse encima


De frente, entre La Cuesta y el Monte Corberu, es La Ribera: allí el Sella realiza un gran giro a la izquierda, lo que le da a la población su característica forma de 7. La Ribera es el vértice que conforma el paso entre El Muellín y el Paseo de la Grúa


A partir de allí y hacia la boca de la ría el crecimiento urbano se detiene, si bien hay algunas casas unifamiliares en el camino que, sobre el Paseo de la Grúa y desde la ermita de Santa Ana, hoy oculta por los edificios de La Ribera, donde estuvo el antiguo barrio de pescadores de L'Aguda, sube al promontorio de la ermita de la Virgen de Guía, que como la de Santa Ana y la de Santa Marina fueron fundadas por el Gremio de Mareantes en el siglo XVI, a la vez prácticamente que este se creaba


Se dice que muy antiguamente un brazo de mar separaba La Cuesta del Monte Corberu por donde actualmente está la Plaza del Mercado de Ganado, detrás de La Ribera, por lo que el Corberu, o tal vez mejor escribir Corveru, lugar de cuervos, habría sido entonces una isla


Las dos altas torres de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena señalan el lugar hasta donde antaño llegaban las aguas. Por allí se extiende el que sería el casco viejo propiamente dicho, con elementos bajomedievales, renacentistas y barrocos, entre el barrio de El Portiellu, calle Trasmarina, calle del Infante, etc. hasta esta iglesia, construida tras la Guerra Civil a escasos metros del solar de la anterior, en la plaza de su nombre, Plaza de la Iglesia


L'Aguda, en el otro extremo, al norte, habría sido también uno de los barrios originarios de la puebla de Santa María Magdalena del Puerto hacia 1270 dentro de la política repobladora de Alfonso X El Sabio, pero sobre una población portuaria preexistente, portus, El Puerto, citada en documentos desde tiempo atrás


La Ribera y L'Alcantarillón fueron muy transformados durante aquellas ampliaciones de la república, en 1933, que ganaron nuevos espacios. Allí también se construyó y de hizo la nueva rula, el viejo muelle pesquero, como el barrio de L'Aguda, dieron paso al nuevo puerto de pescadores y la nueva rula o lonja del pescado, que veremos mejor desde más adelante


Al sur, en la distancia, las serranías costeras que separan el bajo sella del cangués valle del Güeña: a la derecha en Picu o Cantu Mofrechu, el más alto del concejo con sus 897 metros de altitud. A su izquierda y en medio de la foto el Joyadongu, con sus 874 metros. Más a la izquierda La Peñe les Pandes con los 719 metros de Jorovitaya y los 743  del Altu Tayadura, ya en el límite con Llanes


A la derecha del puente son los edificios del Campu les Rolles, terrenos ganados al agua entre 1934 y 1935, antiguo cargadero de madera donde se hizo el Mercado de Abastos, que no fue inaugurado hasta 1941, en plena posguerra. Justo encima la zona de El Fuerte, hacia donde sí creció el casco urbano cuesta arriba hacia La Estación y San Antoniu


En lo alto algunas casas en la cresta de la loma que cae hacia la ría, de La Cuesta a Espinu. Abajo es la calle de los Marqueses de Argüelles. En esa zona del último ensanche portuario de los años 1930 prácticamente no se construyeron edificios entre La Rula y El Puente, sino que el espacio se aprovechó para desahogar las faenas portuarias: era fondeadero de barcos de pasajes por lo que cuando el puerto dejó de ser operativo comercialmente se pudo hacer un gran paseo, nombrado en 2007 Princesa Letizia, cuando la entonces Princesa de Asturias, Letizia Ortiz Rocasolano, con fuertes vínculos familiares riosellanos, fue nombrada Hija Adoptiva de Ribadesella


El antiguo puerto medieval había prosperado con la extensión del sistema de caza de ballenas propagado por el Cantábrico en la baja Edad Media. Gran parte de la economía portuaria de exportación e importación dependió grandemente de ello, incluso la sal, cuyo preciado alfolí o almacén le fue concedido a este puerto, llegó a ser el principal tráfico portuario para conservar sus partes y elementos, despiezados en el arenal, así como todo el producto pesquero. No olvidemos que además ese trasiego portuario beneficiaba al mercado semanal, privilegio de estas pueblas, unión de los caminos del mar y de la tierra. El mismo aceite de las ballenas se exportaba a Europa


El método de las lanchas balleneras de remeros con arponero y timonel era sumamente peligroso pero altamente eficaz, tanto es así que llevaron a la práctica extinción de los cetáceos en estos mares. Así, en los albores del siglo XVIII el Gremio de Mareantes se esforzó en hacer de este un grande y moderno puerto comercial, que se afianzase, junto con el de Avilés, como el gran puerto de Asturias. Pero ello requería de unas inversiones tan cuantiosas que habrían de ser afrontadas con la ayuda de las más altas instancias del reino


A la vez ello coincidiría con el despegue de otros puertos, como el gijonés, que a lo largo de esa centuria llegaría a ganar la partida al avilesino y al riosellano, dada su cercanía y salida comercial directa del carbón de la cuenca minera, estratégico mineral para la incipiente revolución industrial que cambiaría drásticamente la economía y la sociedad del mundo entero. Aún así, en aquellas primeras décadas dieciochescas, Ribadesella/Ribeseya iba a ser centro de especial atención en ese aspecto, sin apenas espacio para realizar elementales trabajos de cabotaje, salvo en el maderero muelle de El Portiellu, donde habría también astilleros de ribera 


Así, en 1721, el Gremio de Mareantes expone al Ministro de Marina esta situación de decadencia, con su consiguiente deterioro, del puerto. Al año siguiente se concede permiso para hacer un nuevo puerto, pero hasta más de cuarenta años después, en 1765, el ingeniero Francisco Llobet no dibujará aquellos primeros planos del puerto y dársena. Mientras, en 1751, Ribadesella/Ribeseya era declarada capitanía de una delas dos provincias marítimas de Asturias, la otra sería Avilés. Pero las obras no habrán de arrancar aún


Es 1772 y Carlos III encarga a otro arquitecto, Pedro Lizardi, un nuevo plan general para este puerto y ría, cuyo presupuesto subiría a 235.000 reales de vellón, comprometiéndose el Gremio de Mareantes a abonar 10.000 reales al año. Es cierto que la burocracia se pone en marcha pero el dinero no termina de llegar, y eso que en 1776 el maestro de Dibujo de la escuela de Ferrol, Andrés de la Cuesta, recibe el encargo de completar aquellos planos


En 1781 una orden de Carlos III manda comenzar las obras con una inversión de 100.000 reales por parte del Estado, aunque el interés de que esa partida se derive a obras gijonesas y ovetenses frena el impulso. En 1782 se proyecta además una carretera con Castilla por Ventaniella con Sahagún, que no llegará a realizarse


Según explica la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 12, voz Ribadesella), parece se emprenden ciertas obras por parte del regente de Oviedo Cazo de Briones, apareciendo con sorpresa restos de un viejo muelle y fondeadero en el mismo lugar en el que pretendía realizar el nuevo, quién sabe de qué antigüedad. Por fin en 1784 hay una primera Real Orden de obras efectiva, encargándoselas al ingeniero Miguel Fernández de la Puente, si bien los fondos necesarios tardarán en llegar. Arrancarán verdaderamente en 1789, año en el que, como contraste, se suprimen las capitalidades marítimas asturianas riosellana y avilesina concentrándose todo en una nueva sede gijonesa


El prócer Jovellanos verá las obras del nuevo puerto en 1790 y en 1797 el geógrafo Tomás López, que preparaba su Diccionario Geográfico, recibe respuestas a sus pesquisas en las que se dice que Don José Vidal y Oreiro era "director de las obras del famoso muelle que actualmente se está fabricando para el resguardo y refugio de muchas embarcaciones que entran en esta villa", pero pese a ello el proyecto entrará en competencia e injerencia directa con el que quería hacer del muelle gijonés el gran puerto de Asturias, tanto en lo concerniente al tráfico marítimo como al terrestre con los mercados castellanos


Empieza el siglo XIX y en 1802 la pesca marítima se ve muy reducida, tanto es así que el historiador Martínez Marina señala en sus Papeles que en esta ría "se pescan muchos salmones, que suelen entrarle, y es el principal fundamento de la subsistencia del Gremio de Marineros de dicho Puerto de Ribadesella pues apenas se emplean en otra cosa útil, porque a la pesca de mar salen muy pocas veces, y les faltan otras industrias". Pero cuatro años después, en 1806, y según datos del historiador Juan José Pérez Valle, estarían terminadas la mayor parte de las obras, incluyendo cantería, rampas y escaleras:
" de las 1.662 varas (1.396 metros) de longitud que según el plano de Miguel Fernández de la Puente debía tener el puerto, ya estaban terminadas 1.247 (1.048 metros), quedando por construir 160 (134 metros) de la cabeza de muelle en la misma barra y 255 (214 metros) por el otro extremo"
Aquel nuevo muro estaría situado unos setenta metros más atrás que el que vemos ahora, ganado al estuario, recordemos, en las ampliaciones del periodo de la II República. Entre 1804 y 1809 se contabiliza 1.015 arribadas de buques. Se estaba pues configurando una gran explanada entre el agua y el núcleo urbano más antiguo, en la que posteriormente se edificaría el ensanche.


Pero habría un gran parón, el de la francesada o invasión napoleónica, en el que ambos bandos emplearán el puerto en sus desembarcos de tropas y arribada de pertrechos y suministros. En una de sus incursiones los franceses llegan a nombrar un gobierno local, en el que participan algunos navieros, no sabemos si de buen grado o por la fuerza pero sí sin duda con la esperanza que una salida del conflicto les permitiese reanudar sus tratos comerciales marítimos


Inmediatamente después del conflicto parece recuperarse el tráfico marino, pues entre 1814 y 1825 se cuentan 1.202 arribadas de embarcaciones mayores mientras las obras se reanudan a buen ritmo. El entonces ingeniero director del puerto, Ciriaco de Müller, llega a manifestar en un informe que este es el "mejor puerto entre Ribadeo y Santander" y solicita los 800.000 reales precisos para terminar el puerto, pero vuelve a haber problemas y los trabajos se suspenden en 1825. No obstante pronto se reanudarán, y así el nuevo muelle, finalizado en 1854, será descrito en el Diccionario de Madoz como de los mejores de Asturias, con comercio de cabotaje con los puertos del litoral cantábrico, importándose, entre otras cosas, cereales, azúcar, sal, aceite, carbón, hierro, vino y licores, productos coloniales, manufacturas, etc.; exportándose madera, caliza, minerales, duelas, pescado, frutos secos, manzanas, sidra y cítricos


Aún quedarán tres décadas de trabajos, pero con la declaración de puerto de tercera categoría, habilitado para el comercio con América, en 1859, ya estará listo para las grandes líneas transoceánicas a la vez que, desde 1855, se proyectará el gran ensanche riosellano por el que la población se extenderá hacia el nuevo puerto


Casi seguidamente, el puente de madera, primero, y el metálico después, harán que la villa de el salto hacia estos arenales de Santa Marina, pero no será en ambos casos algo inmediato, sino paulatino, arrancará sobre todo a partir de los grandes caudales indianos, los cuales culminarán la gran transformación de la villa y el puerto


Muchos de aquellos indianos se irían por aquellas líneas de pasajeros ultramarinas a buscar fortuna haciendo las Américas, partiendo de aquí, por ejemplo, en aquel famoso bergantín Habana que surcó el Atlántico entre 1862 y 1874, marcando de tal manera su impronta que ha llegado a plasmarse incluso en el escudo del concejo, siendo inmortalizado por las canciones populares hasta nuestros días:
Somos los marineros
del bergantín Habana
que partimos mañana
para ultramar

Desde 1870 el tráfico portuario experimenta un enorme crecimiento y llega a duplicarse el número de buques, siendo los productos alimenticios más de la mitad del volumen desembarcado, pero también llegaban minerales y sobre todo carbón. Se exportaba sidra, manzanas y avellanas, del propio concejo y de los vecinos, y salían rumbo a Inglaterra y Francia manganeso, cobre y cobalto de las minas de los Picos de Europa (Onís, Cabrales y las Peñamelleras


El Paseo de la Grúa fue fundamental en este trasiego de los muelles riosellanos, los veleros eran arrastrados desde él por yuntas de bueyes hacia la salida del puerto, en la boca de la ría, donde les tomaban el relevo una trainera de remeros por la bahía, hasta que desplegaban sus velas al llegar al mar abierto. 


Era uno de los llamados caminos de sirga, cuerda de alambre de acero empleada en esta función. Estos bueyes trabajaban también en las demás faenas  portuarias y fueron definitivamente sustituidos en estas tareas por una grúa sobre raíles que le dio nombre al actual paseo, instalada en 1957 y desguazada para chatarra casi tres décadas después


Esa parte del Paseo de la Grúa a la izquierda de la población era llamada tradicionalmente El Muelle, se consideraba la mejor del puerto y por ello se empleó para la carga y descarga de minerales. En 1925 salía por aquí el espato flúor de las minas cercanas de Berbes y Caravia, llegando a establecerse seguidamente una línea regular con Bremen y Amberes


Con la pérdida de la aduana en 1966 el tráfico comercial quedó reducido al espato flúor, pero ya rumbo a Avilés, algo de carbón, cada vez menos, y algunas partidas de otras mercancías. En lo tocante a la importación era la madera de Lugo, del occidente de Asturias y de las costas del Báltico, así como la sal


Estas labores de estiva continuaron hasta finales de la década de 1970, cuando desaparecieron en favor de los puertos de Avilés y El Musel antes citados. El desguace de la grúa se realizó en 1989 y más adelante se haría de El Muelle el actual Paseo de la Grúa, cerrado con barandillas


A la derecha de El Muelle es La Ribera, donde sigue la actividad, menguante todo hay que decirlo, del puerto de pescadores, sito en el lugar del anterior, ante el que fue el barrio de pesquerías de L'Aguda, en la estrecha franja entre el agua y las acantiladas laderas del Monte Corberu o L'Atalaya


Este fue uno de los terrenos donde se ganaron nuevos espacios a la ría durante las obras de ampliación portuaria efectuadas durante la II República, acabadas poco antes de la Guerra Civil. Siguió y sigue siendo el muelle pesquero y por eso es la única parte del puerto sin barandillas que interrumpan las labores de descarga del pescado y con los almacenes de los pescadores


En la explanada entre dichos almacenes y el borde del muelle se ven nansas, apareyos, redes y otros enseres y utensilios de las faenas del mar. Más atrás y a lo largo de toda la fachada marítima de la población abren sus puertas renombrados establecimientos de hostelería, buena parte de los cuales están especializados en la gastronomía marinera de los pescados y mariscos de los pescadores locales


Y es que a la derecha de los almacenes está La Rula o lonja, donde se subastan los productos del mar al llegar a puerto. Estos edificios se inauguraron en 1933 tras ganar al estero esta nueva explanada en La Ribera. En 1970 y según datos de la Gran Enciclopedia Asturiana, aún había una 20 embarcaciones pesqueras de pequeño tonelaje (15 Tm), pues la barra del puerto no permite la entrada de buques mayores y que "cuarenta, con tendencia a descender" eran los pescadores profesionales existentes, siendo las mejores costeras las de la merluza, el besugo, el bonito y la sardina


La Rula es obra de quien fuera arquitecto municipal Manuel García Rodríguez, uno de los introductores en Asturias del racionalismo, estilo que buscaba ante todo la funcionalidad, unida a la modernidad, por eso se decía era "arquitectura pensada con la cabeza". Aquí tuvo muy en cuenta las alturas y el espacio, buscando la comodidad para transportar cajas. El tejado original era de uralita, décadas después se conocieron sus efectos perniciosos para la salud, pero entonces se veía como una buena solución de cubierta, resistente al salitre


En el interior está La Cancha, lugar donde se exponen las capturas para la subasta, y sobre ella hay un balcón con los Escaños, la Mesa de Rula y el Panel, de esta manera nos explican su funcionamiento en Turismo Ribadesella:
"Todo comprador tiene un escaño asignado con su número y un pulsador o timbre. El panel muestra los 50 números correspondientes a cada uno de los escaños. 

La Mesa de Rula, de forma circular, contiene los 50 hoyos numerados con una bola en su interior. De manera que el comprador detiene la subasta pulsando el timbre, al instante, el panel destaca su número y en la mesa de rula el hoyo con ese número hace saltar la bola. Caso de pulsar varios compradores a un tiempo, el número de cada uno de ellos destacará en el panel. Pero en la mesa de rula sólo saltará la bola en el hoyo con el número del ganador de la subasta"

Antiguamente, estaba detrás el barrio de pescadores de L'Aguda, donde se ubicó un  tiempo el edificio del Ayuntamiento, compartiendo espacio con la cárcel y el juzgado municipal. De todo aquello se conserva la capilla o ermita de Santa Ana, a la que se encomendaban quienes pasaban la ría en lancha, especialmente los peregrinos. Este santuario, ahora oculto por los edificios, estaba antaño sobre las mismas aguas. Más arriba las casas de Espinu y la gran tajada que separa el Monte Corberu de los altos de El Pedralín, sobre la playa de L'Atalaya, a la que se accede por ahí


Aquí, en la explanada de La Rula, se forma el vértice del ángulo que hace la ría en la ribera y que le da al casco urbano riosellano esa característica forma de un gran 7, incluso después de ensanches urbanísticos y ampliaciones portuarias


A la derecha de La Rula es la calle de los Marqueses de Argüelles, ya en El Muellín, una de las calles urbanizadas con el ensanche riosellano desde el siglo XIX, constituyendo la nueva gran fachada marítima desde entonces


Con la ampliación del puerto en aquellas obras, las últimas de cierta envergadura, en el puerto de Ribadesella/Ribeseya, acometidas antes de la Guerra Civil, se ganó enfrente de las casas una gran explanada, en la que nada se construyó, a excepción de La Rula, pues se prefirió dedicarla al desahogo de los trabajos portuarios, lo que permitió transformarla después en el gran paseo que vemos ahora, el Paseo Princesa Letizia


El Muellín se dedicó principalmente al tránsito de pasajes y al comercio de madera. El paseo fue dedicado a Letizia Ortiz Rocasolano, ovetense de profundas raíces riosellanas e importante vinculación con este concejo, en el año 2007, cuando esta era Princesa de Asturias tras casarse en 2004 con Felipe de Borbón, luego rey Felipe VI de España


Justo más atrás, los altos de La Cuesta, defensa natural antaño de la villa y puerto. A lo lejos la picuda silueta de la Peñe les Pandes, con los 719 metros del Picu Jorovitaya y los 743 del Altu la Tayadura, este el más alto de la sierra que se extiende, al este, hacia Nueva de Llanes, conocida en su conjunto como de la Cueva Negra


Más a la derecha la cumbre del Joyadongu (869 m), llamado Cantu Joyadongu, Juyadongu o El Picu Joyadongu. La J es en realidad una hache aspirada (H.oyadongu). Esa línea de cimas y collados, como El Colláu la Tabla, señala la frontera con el concejo de Llanes. Hay majadas de vacas, cabras y ovejas, de honde raigambre pastoril


Más a su derecha es el Mofrechu (897 m), ya en la divisoria, al sur, con el concejo de Cangues/Cangas de Onís, el más alto de Ribadesella/Ribeseya. Esa cordillera separa la rasa costera de los valles del alto Sella y del Güeña


Y esta es otra vista del puerto deportivo, la alternativa al desaparecido puerto industrial, de la misma manera que la industria turística tomó el relevo, por ejemplo, de la antaño pujante industria alimentaria local, especialmente la conservera. Al otro lado del puente es el Campu les Rolles, explanada ganada también a la ría y las marismas en los años de 1930 y en la que se construyeron diversas dependencias, entre las que destaca el Mercado de Abastos (izquierda de la foto), otra obra del arquitecto municipal Manuel García Rodríguez


El Campu les Rolles recibe este nombre por las rollas de troncos apilados procedentes del alto Sella que se embarcaban desde este muelle, ganado enfrente de otro de los barrios históricos de la villa, El Portiellu, bajo El Fuerte y San Antoniu, mítico monte y espacio protegido donde se halla la cueva de este nombre, explorada y estudiada en 1912 por el arqueólogo Eduardo Hernández Pacheco, apareciendo la pintura de un caballo


Por El Fuerte y La Estación entra en Camino, bajando, en el casco urbano riosellano, viniendo del Infiernu, la franja costera frente a los acantilados de L'Infiernu, que pueden visitarse, espectaculares, haciendo un pequeño desvío respecto al camino oficial


En El Muellín, donde ahora está la Oficina de Turismo, nuevos pantalanes plasman la reutilización del viejo puerto mercante como embarcadero de motos acuáticas de las empresas de turismo activo. Un poco a la derecha de la Oficina de Turismo, y justo delante del puente, el Hotel Marina, inaugurado en 1912, está considerado como el más bello edificio y emblema del ensanche decimonónico riosellano


Al sur, a la derecha del Mofrechu, el Cantu Arriundu (789 m), en la Xerra Escapa, o de Cuana, escarpadas montañas que en esta su cara norte presentan su lado más umbrío, orientado al norte, razón por las que los montañeros prefieren emprender sus ascensiones desde la cara sur. Son magníficas atalayas naturales entre el mar y los Picos de Europa


Al sur del Campu les Rolles y El Portiellu está El Cobayu, más terrenos ganados al estuario en los que se construyó, entre otros, el conjunto de edificios del Grupo García Lomas, de 1968 (derecha de la foto), constituyendo un nuevo gran barrio al lado de la carretera N-634 (Avenida Palacio Valdés), de 224 viviendas. Allí nació la pintora Paci Román, cuyas obras podremos encontrar en muchos rincones del barrio, villa y concejo. Esta es su biografía, extraída de ElBuscolu, comunidad de noticias del Oriente de Asturias;
"Paci Román Peruyero nació en Ribadesella en 1975 y fue allí donde comenzó a recibir sus primeras clases de arte de la mano de la pintora local Pilar Miranda, a la temprana edad de 10 años . No pasó mucho tiempo y Paci empezaba a despuntar en este campo con maestría realizando exposiciones en la Casa de Cultura de Ribadesella, y en época estival en el Bar Sebas de esta misma villa.

Fue aún en su etapa de estudiante de Escultura en  la Escuela de Arte de Oviedo  cuando colabora en una obra escultórica del artista asturiano Cuco Suarez la cual fue expuesta ese mismo año en ARCO (Madrid). En 1999 fue galardonada con el segundo premio del cartel del Descenso del Sella,  pero no fue hasta en Julio de 2007 cuando se consolidó como una de las mejores pintoras riosellanas ganando el Primer Premio Local del Concurso de Pintura “ Darío de  Regoyos “ organizado por la Asociación Amigos de Ribadesella; repite  este galardón en Julio de 2009 y 2011.

En la actualidad Paci, dirige su propio taller de enseñanza artística, donde enseña  a  futuros pintores y donde da rienda suelta a su verdadera pasión : la pintura. Imparte clases a alumnos de Ribadesella, Arriondas, Cangas de Onís, Posada de Llanes y Sellañu, de edades comprendidas entre los 5 y los 84 años. También realiza trabajos artísticos  por encargo,  algunas de sus obras expuestas al público las podemos contemplar en los  Restaurantes Pachi y en el Mesón La Fuente, ambos en Ribadesella, dos frescos en la técnica de trampantojo. 
Retratos, decoración de muebles, obras pictóricas en diversas técnicas, un amplio abanico de obras en las que Paci Román tiene una gran experiencia"

En la distancia El Colláu Castiellu y Picu la Corona, ubicación de una de las atalayas fortificadas del valle del Sella, documentada por Bernardo Canga y Carmen Piñán en su blog Naturaleza y Cultura

"A sus pies están los Campos de Oba, donde se celebran multitudinarias romerías con ocasión del Descenso Internacional del Sella, por tanto este pico una excelente atalaya para contemplar esa prueba folclórico-deportiva si estamos animados a caminar cuesta arriba algo más de una hora.

Los accesos a esa montaña son variados, pues téngase en cuenta que fue un punto importante, dado que servía como fortaleza de vigilancia del camino costero que cruzaba cerca de Ribadesella, así como del que venía de Cangas de Onís, tras juntarse allí las calzadas de Ponga (las que entraban en Asturias por los puertos de Arcenorio y Ventaniella) y la ahora denominada "Senda del Arcediano", también llamados "Caminos de La Sal", pues por ellos, entre otros productos, se llevaba la sal y pescados de la costa de Ribadesella a tierras leonesas, para canjearlos por cereales y vinos... Actualmente, cortado algún camino por la nueva Autovía del Cantábrico (A-8); los mejores senderos que posibilitan la ascensión al alto de La Corona parten de Llovio o de Santianes"

En el otro margen del Sella las parroquias de Xuncu y Samiguel d'Ucio, donde se ha querido ver el asentamiento de la mítica ciudad de Noega Ucesia citada por Ptolomeo en su Geografía. Por esa ribera discurre otro antiguo camino, el de la vieja barquería de L'Alisal, otro de los vados del río cuando ya se hace ría, preferible para muchos dado era mucho más estrecho y menos expuesto que el de Santa Marina, el cual estuvo en funcionamiento hasta la muy tardía fecha de 1968, ya exclusivamente para uso de vecinos y trabajadores forestales


Y esta es la arena que de nombre al Arenal de Santa Marina, dando vista al Paseo de la Grúa y al Monte Corberu, por cuya ladera discurre el camino que empleamos para subir de Santa Ana a La Guía. Arriba estuvieron algunas de las más antiguas fortificaciones, altomedievales, romanas, castreñas... que siglos ha protegieron la ensenada



A sus pies estaba la Casa la Barca, con su rampa, secular paso de gentes, mercancías y ganados. Era una concesión del Gremio de Mareantes a alguna familia que se encargaba de la barquería. Su actividad cesó cuando se inauguró en 1865 el primer puente de madera sobre el sella, recién acabadas las obras del ensanche


Esta sería la "población de agradable aspecto" a la que se refería en 1882 el geógrafo e historiador Manuel de Foronda cuando viajó por estas tierras, exactamente un año antes que se diesen por concluidas las obras del nuevo puerto:
"Agradable es en verdad el panorama que Ribadesella nos ofrece... A la derecha el mar; un poco más al frente las dos montañas que ciñen la entrada al puerto; a la izquierda la cuenca del río Sella, que con sus empinadas laderas y copiosa arboleda le presta su nombre; y casi a nuestros pues la población de agradable aspecto"


Si bien concluida en 1883, la apertura, décadas atrás, del camino de sirga, ya permitió habilitar al puerto para el tráfico con América y este estuvo plenamente operativo, permitiendo albergar de doce a catorce buques de toneladas a flote y uno sesenta barcos menores varando a bajamar sobre el fango, según el profesor Ramón Capín Rama, suponiéndose que gracias al impulso dado por el diputado riosellano Agustín Argüelles El Divino, padre de la constitución de 1812 y entre 1841 y 1843 tutor durante la minoría de edad de Isabel II



Paseo de Santa Marina, señalizado por esta artística composición de dos remos entre barras metálicas de acero inoxidable en el primer acceso que encontramos al arenal, justamente en el lugar en el que la ría realiza una gran curva a la izquierda, antes de que el Sella desemboque definitivamente en el mar


El descubrimiento de esta playa para el turismo ocurrió a principios del siglo XX con la construcción de los primeros palacetes auspiciados por la Marquesa de Argüelles, Doña Josefa Argüelles Díaz, pero desde unas décadas atrás, aproximadamente desde 1830, el gusto por los baños de mar y sol había empezado gracias a los avances médicos acontecidos tras las guerras napoleónicas y posteriores epidemias que acontecieron a continuación


Si bien existen precedentes anteriores, en el siglo XVIII, estos fueron muy contados y tenidos por extravagancias de algunos aristócratas. Hasta entonces las playas eran consideradas lugares insalubres a los que iban a parar los detritus de las poblaciones y en ellos se construían por ejemplo mataderos, como fue este el caso, la Casa de la Ballena o de las Ballenas, del Gremio de Mareantes, donde se despiezaba al animal y se le extraían sus preciadas grasas para elaborar aceites, aprovechando el gran espacio que ofrecía este sable o playa


Las visitas a las playas empezaron a ponerse de moda con las clases pudientes, que imitaron a la realeza, pioneros, gracias a sus médicos, en bañarse en las playas, seguidos por un gran séquito y muy suntuosa parafernalia, como ocurrió ya en 1858 cuando Isabel II se zambulló en la gijonesa Playa de Pando durante su visita oficial a Asturias


La Marquesa de Argüelles hizo algo parecido, tras adquirir unos terrenos que nadie parecía apreciar (salvo para la instalación de algunas fábricas) en Santa Marina, los parceló, construyó su palacio e invitó a Alfonso XIII, no a bañarse pero sí a un concurso de tiro de pichón en el verano de 1912. Fue una visita fugaz, de sólo unas horas, pero el eco mediático del asunto puso pronto de moda este arenal


Y tanto fue así que ya en ese mismo año de 1912 se fundaba el Hotel Marina y en 1925 se creaba el primer Comité de Turismo. Una actividad que fue ganando terreno ya en sus albores, pues favorecía a todos los demás sectores, hostelería, puerto, mercado, comercio, ocio (aparecen bailes y cines) hasta constituir hoy en día el motor de la economía riosellana ya sin puerto comercial y con una menguante pesquería, si bien muy sujeto a la estacionalidad y muy sensible a los altibajos económicos de un mundo cada vez más globalizado


Por contra, la pesca fue, como en todo ese globalizado mundo, uno de los sectores más castigados por múltiples razones. En Ribadesella/Ribeseya su decadencia vino acompañada por la desaparición de la industria conservera estrechamente ligada a ella, algo común a prácticamente todos los puertos del Mar Cantábrico. No deja de ser significativo que, también como en otros muchos puertos, la misma rula se haya integrado dentro de los circuitos de visitas turísticas


En 1884 se disolvió el Gremio de Mareantes o, mejor dicho, Honorable Gremio del Mar y Puerto de Ribadesella. En 1919 fue organizado uno nuevo y en la actualidad es su sucesor la Cofradía de Pescadores Virgen de la Guía, fundada en el 1943 con los cambios acaecidos ya en plena posguerra


Esta desembocadura es famosa por el llamado oro blanco del mar, la angula, que en realidad en principio y cuando se pesca es transparente. Llega a alcanzar precios astronómicos, sobre todo en la primera de la temporada. Por ejemplo el 1 de noviembre de 2022 llegó a subastarse en esta rula al precio de 7.280 gramos el kilo. Esta es la noticia que recogen Juan García y S. García para El Correo ese día:
"La lonja de Ribadesella marcó este martes por la mañana un récord con el precio alcanzado por la angula. 7.280 euros se ha pagado por un kilo, que deja atrás la anterior marca histórica, los 6.220 euros alcanzados en 2019. Esta primera angula riosellana acabará en Gijón. La mayor parte del kilo y medio capturado en esta primera jornada de la temporada fue adquirida por el restaurante El Campanu, que venderá la ración (unos cien gramos) a cien euros. Solo doscientos gramos se quedarán en Ribadesella.

La temporada de la angula comenzaba con un nuevo plan para la zona oriental de Asturias, que se aplicará entre la desembocadura del río Libardón (Colunga) y el río Purón (Llanes). La única arte que se ha autorizado para la pesca de la angula es el cedazo de mano.

Se han concedido 46 licencias en este plan, aunque podrían sumarse otras tres más. Las cofradías de Ribadesella y Llanes copan el 85% de estas licencias. Se podrá pescar angula hasta el 28 de febrero y, a diferencia de otros planes, en marzo quedará prohibida en esta zona oriental"

 Las torres de la iglesia nos sirven para ubicar el lugar en el que estuvo el antiguo hospital de peregrinos de San Sebastián, fundado a finales del siglo XV por el concejo, siendo pues sus patronos los mismos vecinos y el párroco para acoger a los pobres y peregrinos y que en la Edad Moderna cambió su advocación por la de San Roque, veneración estrechamente vinculada a las peregrinaciones que fue se dice exportada por los romeros francos, si bien muchas de sus fundaciones tenían que ver buscando el amparo del santo contra las epidemias de peste, como la que el mismo santo padeció en su peregrinación


Desde el hospital los romeros se dispondrían a ir a Santa Ana a coger la lancha a Santa Marina, una singladura corta pero no agradable sin duda, dados los peligros que, en relación al paso de rías, nos ofrecen los relatos de viajeros y peregrinos de la antigüedad, barcas frágiles y atestadas, corrientes y zozobras, cargas y gentes caídas al agua y una mala fama de los barqueros de muchos lugares


Nunca debió de estar especialmente bien dotado de bienes y rentas, si bien y como acontece en tantos casos, la mayor parte de las noticias que tenemos de él son del siglo XVIII, cuando la mayor parte de estas fundaciones ya habían entrado, como las mismas peregrinaciones, en decadencia. En 1802 parece estar dado por extinguido pues "sólo parece hospital por su nombre" según los Papeles del historiador Martínez Marina. Fue habilitado como nuevamente hospital, esta vez en el sentido sanitario actual del término, por el Ayuntamiento durante la francesada


Como nota curiosa hemos de decir que en su capilla se celebraba el conceyu o asamblea vecinal de la población, precedente del Ayuntamiento, muy posiblemente trasladada aquí desde su ubicación primigenia en el atrio de la antigua iglesia. Estas reuniones disgustaron tanto al delegado episcopal en 1764 que llegó a amenazar con su demolición, por lo que hubo de buscarse nueva ubicación para el Ayuntamiento en L'Aguda


Luego de diferentes traslados el Ayuntamiento fue a su sede definitiva en 1978 tras adquirir dos años antes el Palacio de Prieto-Cutre, histórico edificio renacentista del siglo XVI que estaba en primera línea de costa antes de la construcción del ensanche, cuyos edificios ocultan la antigua fachada marítima del casco viejo de la villa



La población siguió extendiéndose por toda la ribera del Sella longitudinalmente, pocos edificios se construyeron hacia las alturas de La Cuesta, ladera arriba. Luego, la inauguración en 1898 del puente metálico supuso el salto a la colonización de Santa Marina


Uno de los sitios donde más se construyó en La Cuesta es por la zona de El Fuerte, pues es la carretera de La Estación, comunicación con la estación ferroviaria, inaugurada en 1905 al igual que este tramo de ferrocarril. Por allí entrábamos en El Portiellu llegando de Argunadieyu y Oreyana



También aquí, el antiguo frente costero de El Portiellu ha quedado tapado a la vista por los edificios del ensanche, detrás de los cuales va el Camino de Santiago oficialmente señalizado por la calle Trasmarina, en dirección al Palacio de Cutre y de allí a la iglesia de Santa María Magdalena y la ermita de Santa Ana, reviviendo el itinerario de los peregrinos de antaño. En la actualidad y suprimido en servicio de barquerías, los peregrinos han de volver hacia el puente para pasar seguidamente a Santa Marina



Una preciosa vista de la gran fachada occidental del Hotel Marina, con la Oficina de Turismo a la izquierda, en el Paseo de la Princesa Letizia, tapando otro edificio singular, El Hospitalillo, al otro lado de la calle de los Marqueses de Argüelles y en el paso a la calle Comercio


Ahí atrás y más bajo y más cerca que el Joyadongu vemos Cuestos Medios (527 m), donde está una de las entradas a la Cueva del Tinganón, famosa por su interés arqueológico y también geológico, la cual puede recorrerse con espeleólogos (no recomendable sin equipo ni experiencia). Se pasa al otro lado al valle de Peme y es así descrita en la página de turismo activo Frontera Verde:
"Se trata de una cueva de progresión más o menos horizontal con un recorrido aproximado de unos 700 m. de ida y un desnivel de 65 m. El recorrido por el interior de la cueva es impresionante debido a la altura de esta, haciéndote sentir como una pequeña hormiga en el interior de un gran laberinto.

La cueva de Tinganón, en todo su recorrido está plagada de grandes bloques de piedras entre los que tenemos que caminar, haciendo que esta cueva sea muy deportiva.

Por el interior de la cueva de Tinganón, además, circula un rio totalmente activo y donde tendremos que meternos hasta la cintura o el pecho en varias ocasiones. Si se hace en invierno se llevan trajes de neopreno.

Aunque las formaciones clásicas de estalactitas y estalagmitas son escasas, las increíbles dimensiones de esta cueva y sus coladas hacen de la cueva del Tinganón una de las cuevas más interesantes para la practica de la espeleología en Asturias.

El acceso a la cueva también hay que tenerla en cuenta, ya que son 2 km. cuesta arriba y tardaremos unos 45 minutos en subir y otros tantos en bajar"


A la izquierda de Cuestos Medios y el más bajo de estas estribaciones es El Cabezu (368 m), fácil de reconocer por su peñón calizo, si bien medio tapado desde aquí por una de las urbanizaciones próximas al cementerio, sobre El Portiellu


El Monte Corberu, de la misma manera que hizo de este un puerto natural protegido ya desde la más remota prehistoria, hace que el río desemboque en esta bocana arenosa que, pese al nuevo puerto, siguió constituyendo un gran peligro para la navegación, tal y como dice el historiador riosellano Juan José Pérez Valle:
«La zona encalmada de vientos que originaba el monte de Guía, unido a las olas del mar y a las posibles crecidas del río, hacían en algunas ocasiones tan ingobernables los buques que éstos podían acabar en el sable de Santa Marina si previamente no se les echaba un cabo desde tierra y, a la sirga, llevados hasta el fondeadero». 

Aquí, por ejemplo, en La Punta L'Arenal, naufragó el Francisca, uno de aquellos últimos grandes veleros que aún disputaron durante décadas la primacía de la navegación con los cada vez más eficientes barcos de vapor. Dice Ramón Capín Rama en Breve historia del puerto de Ribadesella (La Nueva España 23-1-2008):
"A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX e incluso entrado el XX, los veleros irían desapareciendo gradualmente en favor de los vapores, aunque no sin competir en carreras de velocidad durante décadas. Además del «Guipúzcoa» ya mencionado, otras vaporas realizaban cabotaje en Ribadesella; es el caso del «Elvira» y el «María Luisa» (que embarrancaron en la playa), la «Zaldupina», el «Cuatro», el «Comercio», el «Salinas», la «Milagrosa», la «Marina», la «Lubina», el «Tostón», el «Cayarga», el «Alberto». Llegaron a contarse hasta doscientas vaporas"

Y así y como la ría, nuestro camino, en esta amplia explanada, realiza esta curva a la izquierda en la Punta L'Arenal siguiendo el Paseo de Santa Marina, separado de la arena por una artística barandilla de motivos marineros


En el año 1574 y con motivo de la guerra contra Holanda, visita la villa el comisario general de los puertos y costas de Asturias Fernando de Valdés, que en asamblea o conceyu vecinal exhorta a una mejora de las defensas portuarias, doce años después y cuando el corsario inglés Francis Drake merodeaba por estos mares, se incide en este refuerzo defensivo, fruto del cual se construye una fortificación con batería sobre la entrada del puerto, en la que se emplazarían unos cañones. En el mismo lugar, que ya habría sido anteriormente atalaya de vigías, el Gremio de Mareantes erige la ermita de la Virgen de Guía o de La Guía, pues su silueta era y es referencia y guía de entrada a puerto


Por lo que sabemos, la capilla, en principio renacentista, fue totalmente reformada en el año 1892 y a esa reforma obedece esta gran pared almenada, hecha a partir del lugar en el que le falta el ábside donde estaría el primitivo altar, pues ese arco toral o triunfal cegado en ella lo delata. La causa fue un argayu o desprendimiento del borde acantilado que afectó a esa parte del santuario


Fue en 1798 cuando el rey Carlos IV ordenaría reforzar estas baterías riosellanas con tres cañones más, los cuales es posible se trate de estos, que una década o década y pico después serían arrojados al mar, bien por los propios vecinos para que no cayesen en manos francesas o bien al revés, que fuesen los soldados napoleónicos los que los tirasen en una de sus retiradas


Tres de aquellos cañones (eran al menos cinco) fueron recuperados como defensa durante las guerras carlistas, pero nunca llegaron a intervenir y fueron bajados al puerto, permaneciendo durante mucho tiempo colocados en el muelle en forma vertical, hundidos en el suelo, como bolardos marinos, esto es, la columnas de amarre de las embarcaciones o noray. aquí llamados rulos de retornoEn 1999 regresaron a este su emplazamiento originario


Desde la Punta L'Arenal tenemos una preciosa vista del camino de sirga en el Paseo de la Grúa. Donde está uno de los rincones más entrañables de Ribadesella/Ribeseya, La Fuentina, antiguo suministro de agua a los buques que atracaban en El Muelle, el actual paseo, llamado popularmente El Cai, de ahí que el gran vate Pepín de Pría le dedicase su famoso libro de versos La Fonte del CaiA finales de los años de la década de 1920 se construyó para aquel primitivo caño una fuente monumental de piedra, hecha de sillería bien labrada con imágenes y filigranas, a manera de precioso habitáculo abierto al muelle 


Dentro del cambio de muelle pesquero a senda turística se realizaron en él diversas intervenciones, como la colocación de una barandilla o la plantación de árboles o la creación de rutas monográficas, una la Ruta de la Mitología Asturiana, con placas que por su anverso y reverso muestran textos de Xandru Martino e ilustraciones de Alberto Álvarez Peña sobre varios entes y personajes de la mitología asturiana


Otra es la Senda Histórica del Puerto, compuesta por seis grandes murales de cerámica en los que, con guion del escritor local Antonio Silva Sastre, el dibujo de Antonio Mingote y las manos del ceramista gijonés Pachu Muñiz, se relata la historia local, desde la Prehistoria hasta los comienzos del siglo XXI, de manera muy amena a la vez que artística. Fue inaugurada oficialmente el 27 de enero de 2007 y ha recibido varios premios y galardones. De ellas hablamos en la correspondiente entrada de blog dedicada a este Paseo de la Grúa


He aquí la Rambla de la Barca, a donde llegaba, y de donde partía, la barca que comunicaba ambas orillas antes de la construcción del puente, un servicio que hubo de ser restituido después de la destrucción del puente metálico en 1937 durante la retirada republicana en la Guerra Civil, el cual continuó hasta la inauguración del puente nuevo en mayo de 1940, el actual, para lo que se empleó a 300 presos republicanos


A la izquierda y enfrente de la rampa. la calle Ricardo Cangas sigue el trazado del antiguo camín real que, aprovechando una franja de tierra, El Campín, atravesaba el arenal de este a oeste, por donde los peregrinos proseguirían rumbo al valle del Ríu San Pedru. Aquí estarían la Casa de las Ballenas y la capilla de Santa Marina, ambas desaparecidas, y aquí construiría la Marquesa de Argüelles el primer palacio y la que fue su casa principal, en primera línea de costa, el cual forma parte del actual Gran Hotel del Sella y cuya torre vemos desde este cruce


El Camino Norte oficialmente señalizado sigue a la izquierda, por la calle de Ricardo Cangas, el itinerario histórico, ahora densamente urbanizado, por lo que nosotros optaremos por continuar de frente por el Paseo de Santa Marina. NO OBSTANTE, propondremos ir hacia esta calle desde el paseo cada vez que veamos uno de sus muchos edificios de interés, para conocer su fachada y acceso principales desde esta calle, como es este el caso, por ello y antes se de seguir iremos, efectivamente, a la izquierda desde este chiringuito veraniego y sus terrazas


Aquí por ejemplo, veremos la concha señalizadora del Camino oficial


Y este es el acceso a lo que es propiamente el Chalet de los Marqueses de Argüelles, proyectado en 1904 por Juan Álvarez de Mendoza y Ussíaarquitecto municipal en Lugo y residente durante unos años en el cercano concejo de Piloña, para este matrimonio aristocrático enormemente influyente en Asturias, sobre todo en la costa oriental, villas y concejos de Ribadesella/Ribeseya y Llanes, formado por la recitada Marquesa de Argüelles, María Josefa Argüelles Díaz, y su esposo Federico Bernaldo de Quirós y Mier


Maravilla de maravillas, la artística torre del Palacio. María, como se la llamaba familiarmente, era hija única de Ramón Argüelles Alonso, gran potentado indiano, industrial y banquero que hizo inmensa fortuna en Cuba, nacido en Garaña (Pría, Llanes) en 1832 y que por su apoyo a la causa española, dentro de su esfera de intereses, armando milicias y otorgando donativos, fue nombrado en 1897 primer Marqués de Argüelles en la minoría de edad de Alfonso XIII por su madre la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena. Su hija heredó título y fortuna, casándose en 1883 con otro aristócrata, de más rancio abolengo pero cuyo linaje había ido a menos, Federico Bernaldo de Quirós y Mier, nacido en el llanisco Palacio de la Espriella de Villah.ormes en 1858. No tenía una "desahogada posición" y se trataba de unos unión de "blasones y talegos" como se decía por entonces, en referencia a la fortuna de ella y a los títulos nobiliarios de él, descendiente del fundador en 1541 del dicho Palacio de Villah.ormes, Domingo Llanes de la Espriella, quien llegaría a ser Inquisidor del Reino de Sicilia


Él se dedicó mas a la política, pero se dice que ciertos sinsabores en ese aspecto acontecidos en su terruño llanisco hicieron que los marqueses pasasen en sus negocios turísticos a preferir a Ribadesella/Ribeseya, donde también tenían sus casonas y palacios, para sus más destacadas iniciativas, tal que esta, la construcción del primer palacete del Arenal de Santa Marina, dentro de una operación urbanística que les permitió adquirir estos terrenos al poco de inaugurarse el puente metálico sobre la ría en 1898 y tras haber sido el marqués elegido como diputado a cortes por el distrito que por entonces abarcaba ambos concejos. Tanto es así que esta sería su residencia principal, la cual constituiría además el centro de sus numerosas empresas


El arquitecto Álvarez Mendoza elaboró este proyecto a la vez que el Casino de Llanes y las Escuelas de Infiesto/ L'Infiestu (Piloña). Las fechas de inauguración y otros detalles pueden variar según las fuentes pero esta parece llevarse a cabo entre 1911 y 1912, año de la visita de Alfonso XIII. También por iniciativa de los marqueses, o sin duda más propiamente de la marquesa, abría en 1910 un balneario en esta playa (desaparecido), así como casi a la vez que este palacio unos adosados y un chalet gemelo. Solamente quedaba promocionar aquel naciente espacio residencial de ocio y vivienda, en El Blog de Acevedo se recupera un artículo del historiador Juan Carlos de la Madrid sobre aquella operación inmobiliaria y su promoción:
"Muy felices se las prometían los impulsores del veraneo asturiano en el estío de 1912. Tantos años intentando echar el lazo a los monarcas, dejando un camino de azúcar para que vinieran a pasar la estación aquí. Ofertas, peticiones, propagandas varias, palacios fantasmas, intentos mil. Y no había manera. Así que, cuando se consiguió, aunque fuese una visita relámpago, la cosa fue como para celebrar. La temporada reglamentaria de los soberanos era de movimiento social constante. Con sus autos, caballos, paseos y balandros. Con sus recepciones y reuniones. Caminando y regateando entre la gente más principal. Mesas, manteles, actos sociales, festejos y cuchipandas varias. Y los fotógrafos allí, contándolo en todas las revistas ilustradas. La familia real daba prestigio a raudales, ponía de moda cualquier playa, cualquier lugar y sus bellezas. Negocio seguro.
Era eso que se llamaron los «star», la gente que abría camino, los modelos que había que imitar. Una playa no era la misma si se sabía que un miembro de la casa real la había elegido para su veraneo, para consumir su tiempo libre, para realizar alguna cura o para el mejor de los paseos. Otros veraneantes de excepción llegarían detrás. Posiblemente con la cartera repleta. Y el resto se dejaría caer, si podía, para decir que había estado allí, aunque sólo hubiese conseguido atisbar una lejana pamela, defensa solar de la blanca tez una testa coronada. Con el arma al brazo llegó hasta Ribadesella el rey Alfonso XIII, dispuesto a participar en un concurso de tiro de pichón organizado por la marquesa de Argüelles aquel mes de julio. No era la villa donde el Sella muere una capital a la moda, como Santander o San Sebastián, pero tenía a los marqueses de Argüelles, cuyos contactos en Madrid iban, desde los apellidos titulados de más ringorrango, hasta la misma casa real. Para ellos habían inventado la playa de Santa Marina, saltando el río lejos del pueblo más viejo, y llegando a la misma confluencia del agua dulce y el agua salada. Allí se apropiaron de terrenos públicos o desecaron marismas por cantidades irrisorias y, con todo lo conseguido, empezaron a trazar las líneas maestras de una playa exclusiva, el arrabal elegante nacido al otro lado del puente de Ribadesella."

Esta fachada vendría a ser la mejor conservada del chalet, como por entonces se denominaba a estas mansiones-palacio, un término que, de origen suizo franco-parlante y en origen referido a viviendas de pastores que se pondría de moda en las casas de lujo europeas, como en España, hasta que, pasada y bien pasada la posguerra, definiría a varios tipos de construcciones unifamiliares no agropecuarias en el campo. Pero sigamos con el relato de de la Madrid:
"Una playa inventada para el ocio, para el disfrute del veraneo y también para convertirse en un negocio tan saneado como las marismas sobre las que se edificó la colonia. 
Así que, para poner su nuevo barrio de veraneo elegante en el escaparate, colocaron antes una copa y le dieron lustre para que lucharan por ella las mejores escopetas de las casas elegantes de España. Tiro de pichón. Un concurso para disparar sobre pájaros vivos, individuos jóvenes que salen de una jaula empujados a un vuelo desnortado para ser abatidos por el tirador que, apostado en el lugar correcto, es avisado de cuándo el pollo va a salir. Y lo mata y gana y, a lo peor, lo deja herido y gana también. Siempre pierde el bicho. La curva que traza el Sella antes de entregar el agua al mar lucía mejor que nunca. En el interior del palacio de verano de los Argüelles estaba dispuesto todo aquello que un rey podría necesitar: un banquete pensado para que lo presidiera, al final de una larga mesa cubierta por un mantel que, decían las crónicas, estaba valorado en 60.000 pesetas (no de las «antiguas», de las de entonces), la mejor sociedad formando para pasar a los comedores, un espacioso pabellón y una tribuna airosa, para que nada pudiese impedir que el monarca tuviera una vista perfecta en cada momento. Y el Rey paseando por allí, dando su brazo de caballero a la marquesa de Argüelles."

Y este es el relato de la escusa para tan regia visita, el tiro de pichón. Espacio ante la casa habría de sobra, apenas sin nada construido alrededor y la playa sin gente pues la moda de los veraneantes aún no había empezado en Ribadesella/Ribeseya:

"Y empezó el concurso. A diez pichones. Todos los que consiguió matar el joven ovetense Carlos Latorre. Don Alfonso XIII era un consumado tirador, usaba escopetas de precisión que le fabricaba en Éibar Víctor Sarasqueta. Sin embargo algún pájaro se le escapó vivo. No era lo mismo tirar en la Casa de Campo que en la casa de los Argüelles. Fuera por todo eso o por la mala suerte, es lo cierto que perdió el concurso y la copa de su amiga la marquesa. Quien se fijara en los caminos pensaría lo contrario. No había más que ver cómo la entrada a Ribadesella y el recorrido de la comitiva regia, especialmente Colunga y Villaviciosa, estaban llenas de una multitud que mostró su entusiasmo en la ida y esperó a mostrarlo en la vuelta. Muchedumbre asombrada al ver una caravana de casi un centenar de coches levantando polvo por unas carreteras poco acostumbradas a tanta rodada.
Después, «lunch». A eso de las 18.30, toda la expedición volvió a Gijón para embarcarse en el «Giralda». Los adioses fueron por cuenta de la banda del Regimiento de Burgos, que dio la salida al Rey entonando su «Marcha real». El himno de todos. Y los pañuelos de las damas de la colonia riosellana volando para decir adiós al jefe del Estado y al caballero galante del que habían disfrutado en aquella singular y playera ocasión. Una memorable tarde en la que rey se puso a tiro de los de Argüelles, sin ser el mejor tirador de pichón, pero acertó en la diana de la publicidad para aquella nueva playa de nadar y guardar la ropa."

En la esquina, una especie de hornacina dedicada a la piadosa imagen de la Virgen del Carmen, especialmente relacionada con la marinería


En 1962 se reforma para ser el Gran Hotel del Sella, inaugurado por los hermanos Segundo, Pablo y José González tras comprar el chalet en 1961 a la nieta de la marquesa, abriéndolo ya al verano siguiente. 


En 1966 se realizaron ampliaciones y es entonces cuando se le adosa este enorme edificio, para pasar de 17 a 72 habitaciones en lo que fue su magnífica cancha de tenis. En esta y otras reformas se transformó el antiguo estanque del jardín en piscina de agua salada salada y se hizo un aparcamiento subterráneo, entre otras cosas


Como hemos dicho, el Camino oficial sigue por la calle Ricardo Cangas adelante, pero nosotros preferimos, como hemos dicho. continuar por el Paseo de Santa Marina, muy próximo y paralelo y que nos permitirá contemplar la desembocadura del Sella, la playa y su hermosa concha.


Desde la Rambla de la Barca seguimos contemplando el Monte de Guía, con su ermita en lo alto, sobre el borde de los acantilados que caen al Paseo de la Grúa, frente a La Punta L'Arenal, la desembocadura del Sella...


Ramón Capín Rama nos cuenta de este histórico lugar, solar de intrépidos balleneros en su Breve historia del puerto de Ribadesella (1), de La Nueva España del 18-1-2008:
 "Sobre la playa de Santa Marina, en lo que se denomina la Punta del Arenal, existía un edificio llamado la Casa de las Ballenas, regida por el Ayuntamiento de la época, en la cual descuartizaban sus capturas los balleneros riosellanos. El fallecido cronista local Guillermo González nos habla en sus «Estampas riosellanas» de que había quien recordaba haber visto «vértebras de estos mamíferos que servían de asiento. Eran grandes huesos como de sesenta centímetros de alto y otro tanto de ancho y tenían grandes aletas parecidas en todo a las hélices de los grandes barcos». Los balleneros riosellanos extraían la carne, las vísceras, las barbas y la grasa o saín que, convertida en aceite industrial para lámparas, se exportaba a Europa por mar. Toni Silva indica que «toda la ballena venía a estar valorada en unos 1.000 ducados, una verdadera fortuna para aquella economía medieval». Pero la pesca de grandes cetáceos estaba abocada a su fin en nuestro puerto; las capturas fueron disminuyendo gradualmente hasta que, en torno a los siglos XVII y XVIII, los cetáceos emigraron a otros mares, aunque seguirían siendo perseguidos por marineros asturianos, cántabros y vascos."

A la izquierda la baranda que separa la quinta del hotel del Paseo, en el antiguo Chalet de los Marqueses de Argüelles sigue destacando su gran torre en esquina, profusamente adornada con motivos florales, que domina todo el entorno de la desembocadura y la playa. Si aún ahora es así imaginémonos cuando se construyó y no tenía edificaciones alrededor. 


María, marquesa, no era exactamente una hotelera pero sí tenía buen ojo para los negocios. Además sus numerosas relaciones y conexiones, incluso con la familia real, que visitaría el chalet, le daban una gran credibilidad, por lo que, si ella se instalaba aquí, otros la seguirían inmediatamente al ponerse de moda el lugar entre la incipiente burguesía urbana e industrial, máxime tras la visita del rey, tal y como solía suceder en bastantes casos como este. En la página del Ayuntamiento de Ribadesella/Ribeseya, apartado de Rutas Urbanas, sección Les muyeres riosellanes, se le dedica un importante artículo a la marquesa de Argüelles:
"Es indudable el protagonismo de María en los negocios turísticos emprendidos en la costa oriental asturiana, pese a que la historia diera protagonismo a su marido, ya que ella pondría la fortuna, las ideas e iniciativas económicas y las relaciones sociales. Sin embargo, la condición de varón permitía el acceso a los consejos de administración de las empresas, al ejercicio político y a la concesión de propiedades públicas, vetado a las mujeres.

La visita de Alfonso XIII en 1918, fue una hábil estrategia de la marquesa para promocionar a nivel nacional el emergente barrio de veraneo de la playa de Santa Marina" (...)

La construcción del puente metálico sobre la ría, soldó El Arenal con la villa de Ribadesella, viendo sus posibilidades como espacio residencial de recreo inmediato a la playa, convirtiéndolo en una colonia veraniega de élite. La marquesa invirtió en un negocio en la época poco frecuente: el inmobiliario. Supo entrever la potencialidad turística de Ribadesella cuando a inicios de siglo estaba concentrada en Gijón y Salinas. Esto no puede entenderse sin el fenómeno global y contemporáneo de los baños y estancias veraniegas en el litoral, practicado por la buena sociedad de entonces.

Hoy en día, esta hilera de chalés en primera línea de la playa de Santa Marina, componen una de las imágenes más representativas de Ribadesella gracias a la iniciativa de una mujer"

Ya ha desaparecido aquella capilla de Santa Marina, otra de las fundadas por el Gremio de Mareantes, cuya romería se celebraba en la misma playa. Hoy en día se celebra, como la de La Guía, con solemne procesión marinera, tras haber sido recuperada su fiesta a principios del siglo XX por aquella incipiente colonia de veraneantes, procedentes no solamente de Asturias sino de otros muchos lugares, no ya necesariamente para asentar sus mansiones veraniegas sino para hospedarse en su balneario, otra iniciativa de la marquesa, fundado en 1910 cuando estaba muy en boga este tipo de turismo entre las clases pudientes. Dicho balneario estaba ante el mismo mar y fue derribado durante la Guerra Civil


El origen de la procesión por la ría de Santa Marina se debía a que su imagen era trasladada el día de la fiesta a la iglesia parroquial, y al no haber puente era necesario transportarla en lancha, así como para el regreso a su capilla. Cuando se volvió a celebrar la romería se hizo con este mismo espíritu de antaño, con lanchas y botes engalanados


Y de La Punta L'Arenal pasamos a la desembocadura del río Sella, la bocana o o boca de la ría. Allí, en La Punta'l Caballu, era donde la trainera tomaba la riendas, las sirgas, de los veleros, sustituyendo a los bueyes, para su singladura posterior por esta bahía, antes de soltar la velas al viento, rumbo a ultramar...


Al oeste el Monte Somos, con la Punta'l Pozu, cierra la bahía. Desde allí se proyectó hacer un dique que propiciaría un gran puerto exterior, el cual nunca llegó a hacerse, libre de las basas y fangos de los sedimentos de la ría que obstaculizaban la navegación. De haberse realizado la historia posiblemente, o mejor dicho, sin duda, habría sido otra, la concha se hubiera especializado en actividades portuarias-industriales más que turístico-residenciales y el entorno sería muy distinto al que conocemos en la actualidad


En La Punta'l Caballu estuvo más antiguamente el citado en el siglo XVI como Torrejón de los Tiros, una antigua fortificación con una sola bombarda que se habría manifestado como obsoleta y propiciaría sustituirla por una batería de cañones en lo alto del Monte Corberu, la de Guía, cuyo camino de acceso, con rampas y escaleras, vemos desde aquí


La Punta L'Arenal ante La Guía, el Paseo de la Grúa y La Punta'l Caballu. Hasta 1898 Santa Marina se presentaba como un lugar inhóspito y casi vacío, la actividad ballenera había desaparecido hacía unos tres siglos y solamente alguna caseta de la barca y la capilla de Santa Marina estarían en pie en esta zona del arenal. Los viajeros y sus carros pasarían desde 1865 por el nuevo puente de madera y las barcas ya no serían necesarias por lo que ni se transitaría ya apenas por el camín real


Pero todo esto habría de cambiar drásticamente a raíz de la iniciativa de la Marquesa de Argüelles. A lo largo de esta espléndida playa se consolidaría, durante las tres primeras décadas del siglo XX, una verdadera ciudad-jardín con villas, quintas, palacetes y chalets que ponían en boga los estilos artísticos y arquitectónicos en boga en aquella época, especialmente el modernista


Como hemos dicho, de ser una ciudad-jardín, ya más o menos consolidada antes de la Guerra Civil, se pasó, pasada la posguerra y a partir de 1960, a hacer un barrio densamente construido entre la playa propiamente dicha y la carretera N-632. Otra cosa es su población, pues en su mayoría se trata de segundas residencias y casas de veraneo


Al final del arenal y al sur del Monte Somo apareció, durante las dos últimas décadas del siglo XX, el fenómeno de los adosados y otros estilos constructivo-urbanísticos similares, que se extienden desde ese extremo occidental de la playa hacia el oeste, siguiendo el valle del Ríu San Pedru


A la Urbanización Astursella, que vemos a la derecha, le siguieron otras. A la izquierda la de El Pedral y más al fondo, en la zona de Los Porqueros, algunos bloques de pisos, como los de la Urbanización Ría del Sella, que fue noticia al quebrar su promotora y nueve años después ponerlos a la venta el banco malo


El 7-4-2017 Juan García publica un artículo para El Comercio sobre este tema de la venta de los pisos, en el que recoge la historia de la urbanización:

"La historia de Los Porqueros se remonta al año 2002, cuando el Ayuntamiento de Ribadesella firmó un convenio urbanístico con la entidad mercantil Rústicas del Sella S.L. para el desarrollo de trece hectáreas de monte situadas entre la capital del concejo y el núcleo rural de San Pedro. Esa zona fue recalificada para más de 300 pisos. A cambio, la promotora se comprometió a construir la Ronda Oeste, un vial de conexión entre la carretera de San Pedro y la N-632. Aquel crecimiento nunca sospechó lo que se le venía encima, el estallido de la burbuja inmobiliaria' que, en 2008, se llevó por delante a la promotora de Los Porqueros."

Todo ese valle urbanizado es recorrido por el Camino una vez dejado ya atrás el Arenal de Santa Marina. Primero se sube a la aldea de San Pedru y después a Abéu para luego bajar a Vega y su también hermosa playa, camino ya de Berbes y Caravia


A la izquierda del Camino, separada del él pero muy cercano, está el albergue público de San Esteban (de Leces o Lleces, el antiguo territorio Letuas, al oeste del Sella), pionero del Camino Norte, en las antiguas escuelas, junto a la N-632, que no podemos ver bien desde aquí, semioculto por unos árboles, pero sí al lado la iglesia parroquial, cuyo ábside románico mira a Ribadesella/Ribeseya


La iglesia fue destruida en la guerra civil y el ábside, o al menos algunos de sus elementos, como la ventana y los canecillos del tejado son románicos. Hablaremos de ellos cuando pasemos por allí en la correspondiente entrada de blog, así como a su izquierda de la Torre de Leces o de los Ruíz de Junco, a su izquierda al otro lado de la carretera


Más allá de la iglesia el Monte Corquiéu (335 m), los campos del campo de golf de La Rasa de Berbes y El Fabar, al sur de la parroquia riosellana de Berbes. Allí se crio David Mateos, Puru, fundador en 1997 del grupo folk Corquiéu y del bar que fundó con el mismo nombre en Ribadesella/Ribeseya en 2005. Afamado piloto de rally, falleció en agosto de 2012 al incendiarse el coche que conducía. En diciembre de ese año se descubrió un monolito en la montaña. Esta es parte de la crónica que con este motivo escribió para La Nueva España titulándola "Puru" para siempre en el Corquiéu:
"Se reunieron para inaugurar el monolito que le recordará para siempre en un lugar emblemático, «un monte pequeño que David hizo grande», tal y como señaló Estela Rosete en nombre del grupo de personas que impulsaron el homenaje. Mateos era un hombre muy activo, participativo y querido por todos, y este cariño se reflejó en las muchísimas personas y de diferentes ámbitos que acudieron al Corquiéu para recordarle.

Personas del mundo del automovilismo, del deporte de la bicicleta, de la música y muchísimos vecinos de Ribadesella, entre los que se encontraban miembros de la Corporación local, acompañaron a sus padres en la inauguración de la piedra que hará su memoria perdurable.

El acto, breve y muy emotivo, contó con la presencia de la Banda de Gaites Ribeseya, conjunto al que él perteneció al tiempo que se iniciaba en la percusión, que luego tocaría en el grupo «Corquiéu».

Desde ayer «su memoria estará unida para siempre a este monte», continuó Estela Rosete antes de que los padres de «Puru», Ángeles Rosete y Javier Mateos, descubrieran la placa que dedica el monolito a su hijo. El padre agradeció al grupo de amigos que tomaron la iniciativa de «perpetuar la memoria de David» en el monte Corquiéu, el lugar donde «empezó a caminar» y donde vivió muchos momentos. Javier Mateos se dirigió a «Pachi», el perro de su hijo, «quien más podría contar, quien más horas pasó con él. En su memoria aquí está "Pachi" y aquí estamos nosotros», añadió.

Mateos recordó que «Puru» se mantuvo «agarrado a la vida» y de nuevo agradeció el monumento que le honrará para siempre y que convierte aquel lugar en aun más especial para su familia. El párroco de Torre, José María Orviz, también tomó la palabra en la inauguración para decir que si bien las grandes alegrías unen a las personas, también las grandes tristezas, a juzgar por la enorme cantidad de gente que se congregó al pie del monte Corquiéu. «Que "Puru" sea para nosotros un acicate para la amistad en nuestros días, para que pasemos por este mundo haciendo el bien», deseó el sacerdote, recordando el ejemplo del músico riosellano.

La memoria de «Puru», muy presente en el municipio y en toda la región desde su fallecimiento el pasado mes de agosto, perdurará ahora al pie del Corquiéu, donde también se ha colocado un banco en el que muchos se sentarán para recordarle.

El de ayer no es el primer homenaje que se hace al músico y deportista riosellano. Entre otros, el pasado mes de octubre se celebró el primer Festival de gaitas «Villa de Ribadesella»-memorial «David Mateos "Puru"» en el que, tras las actuaciones de las diferentes bandas, todos los músicos desfilaron hasta el bar El Corquiéu para rendirle un emotivo homenaje.

Y tampoco será el último, pues «Puru» entregó todo el cariño y el calor tanto como quienes ayer acudieron al monte Corquiéu y le muestran ahora y lo seguirán haciendo."


Más a la izquierda la Sierra del Fitu, frontera con los vecinos concejos de Caravia y Parres, donde destacan las picudas peñas gemelas de La Gobia (538 m) y Bustronci (534 m)


Su cima más alta es el pico del mismo nombre, El Fitu (629 m), también llamado Peña Poares y Piedra Redonda, situada más al oeste, al pie del Picu Babú (929 m), en el Sueve, grande y emblemático monte del de la Sierra del Fitu viene a ser su prolongación al este, famosa por su célebre mirador, inaugurado en 1927


A la izquierda del Picu Babú, bien reconocible por su cónico aspecto, una pequeña nube tapa ahora la cima del Picu Pienzu, el más alto de esa serranía con sus 1.169 metros de altitud, del cual se dice es uno de los mayores desniveles del mundo en relación a su proximidad al mar. Es accesible por prácticamente todas sus caras y se trata de una cumbre mítica para montañeros y senderistas. Sin duda la ruta más accesible es la que parte del citado Mirador del Fitu, pues ya a considerable altura, puede dejarse allí el vehículo y emprender la subida, siendo los repechos finales los más duros


La carretera al mirador es la AS-260, la célebre Carretera del Fitu, de la que existe el cantar...
Carretera la del Fitu 
cuando yo te paseaba
tola noche llovía
pero yo nun me moyaba
Fitu es topónimo relativo a hitos o mojones, piedras hincadas, de origen prehistórico señalizando rutas, lindes de pastos y otras divisorias. Diversos hallazgos arqueológicos e isoglosas lingüísticos quieren ver una antigua franja fronteriza cántabro-astur en este lugar. Por su parte el Sueve, aunque se ha querido buscar etimológicamente en asentamientos suevos, parecer responder más a una evolución de IoviJúpiter, padre de los dioses y divinidad de la tormenta en el panteón romano



El Paseo de Santa Marina nos ofrece estas espectaculares vistas de la playa, por eso hemos elegido caminar por él. Los peregrinos y viajeros de antaño la contemplarían desde el camín real, un poco más a la izquierda, cuando no había edificaciones, aunque sabemos que en tiempos pasados, los de las peregrinaciones históricas, la belleza del paisaje no era apreciada con los mismos parámetros que ahora


Los edificios más espectaculares fueron los primeros que se construyeron. La Marquesa de Argüelles parceló sus adquisiciones y las vendió por lotes tras la gran promoción del lugar con la visita de Alfonso XIII. Destacan en la distancia el Chalet Verde, de 1916, y más allá Villa Rosario, de 1914, también transformada en hotel. Entre ambas asoma un poco el Chalet de Antero Prieto, de 1922. De todos ellos hablaremos según nos acerquemos a cada mansión, dando incluso una vuelta a su alrededor


A nuestra izquierda, la fachada norte del Palacio de los Marqueses de Argüelles ha sido la más notoriamente reformada respecto a su aspecto original al transformarse en hotel. La intensa vida social de la marquesa no sólo se celebraba aquí, ni mucho menos, sino también en sus otros palacios de Ribadesella/Ribeseya, como Villa Cochola, situada un poco más allá, donde se dice durmió el torero Manolete; Llanes, como el de Garaña (fundado por su padre) La Espriella (de su marido) o el conocido como de la Marquesa de Argüelles, por donde pasa el Camino, en la entrada de la villa capital de concejo; y también en Madrid, La Huerta de Cánovas en la calle Serrano y la Dehesa Vieja, en Galapagar. Leemos en Marquesado de Argüelles de la Wikipedia:
"El papel de esta marquesa en la vida social en el Madrid de los años 20 y 30 fue relevante, acogiendo sus casas muchas de las fiestas más sonadas de la época a la que asistieron políticos como Antonio Maura, aristócratas, militares como el marqués de Estella y artistas como Mariano Benlliure, con el que le unió una particular amistad. Los Reyes de España y el Infante don Jaime residieron en sus casas en Llanes y Ribadesella durante los veranos regios organizándose fiestas en honor a Sus Majestades así como a la de sus hijos"

Durante la Guerra Civil este palacio fue requisado, hallándose en su interior, guardadas, numerosos valiosos objetos, reseñados así en el correspondiente parte, localizado por el fotógrafo e investigador Alejandro Braña y publicado en su excelente blog Asturias por descubrir:
"En casa de la ex marquesa de Argüelles doña María Josefa Argüelles y Díaz, se hallaron en un sótano, perfectamente disimulado, unas mil piezas de plata y otros metales, propios para el servicio de mesa de una numerosísima familia, así como bandejas de adorno de comedor y numerosas copas de premios en campeonatos de tiro de pichón y una correspondiente al primer premio de un concurso de carrozas de Carnaval"

Dado que la marquesa era cubana de nacimiento se mantuvo a salvo de mayores represalias y su mansión de la Huerta de Cánovas estuvo bajo pabellón cubano, dependiente de la embajada de ese país. María lo cedió en 1939 al Desfile de la Victoria de Madrid para que residiese en ella el general Francisco Franco. Ese palacio fue derribado en 1950 y en su solar se construyó la Embajada de Estados Unidos, al igual que el edificio de la empresa de seguros Catalana de Occidente, tres años antes María Josefa Argüelles había fallecido en un accidente de coche en Sevilla, volviendo de la boda de doña Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII Duquesa de Alba, sobreviviendo del mismo su nieta, condesa del Sacro Imperio y marquesa consorte de Tablantes


Llegamos a la Rampa 1, desde donde vemos, al otro lado de la bahía, una nueva y muy bella estampa del citado Monte Somos, hasta donde llega el gran paseo que recorre todo el Arenal de Santa Marina. 


En su cima, plantada de ocalitos, se inauguró en 1861 y dentro de las obras del puerto, el Faro de Ribadesella/Ribeseya, que fue electrificado en 1926 y que sigue cumpliendo su función. Situado a 107 metros sobre el nivel del mar, pasó a ser automatizado en la década de 1990 y desde 2008 se realizan en la que fue la casa del farero, ahora deshabitada, actividades culturales


Sus acantilados, muy abruptos, y su prominente altura sobre el mar, pueden ser el origen de su nombre, del latín summun (la parte más alta), emparentado con palabras como somu y soma (lo más alto o cima) y con el verbo asomar, que en un principio pudo significar llegar a la cumbre, siendo una raíz toponímica muy común  


El paseo llega hasta La Punta'l Pozu o Berquiz, donde hay un mirador: a continuación la ladera acantilada se divisa  a la derecha sobre los bajos de El Simpatías, así llamado por ser donde naufragó, en el verano de 1872, el bergantín de este nombre, de bandera italiana, empujado por el oleaje, con un cargamento de maíz procedente de América del Norte. El vapor Guipúzcoa salió entonces de puerto para auxiliarlo pero no pudo conseguirlo, le lanzaron un cabo pero se enredó en la hélice y los dos barcos quedaron a la deriva. El Guipúzcoa pudo volver a puerto pero el velero bergantín encalló en el pedral y se hundió, justo debajo de El Faru, emplazamiento del Faro de Ribadesella/Ribeseya, en Tereñes, siendo un acontecimiento tan sonado que, además de darse el nombre del barco al lugar, se cantaba esta coplilla, recogida por el profesor Ramón Capín Rama:

Se ha perdido el Simpatías

debajo de La Farola

por culpa de aquel vapor

que tuvo culpa toda

(Estribillo)

Que vengo de Borines

a donde fui a beber.

Al vapor Guipúzcoa niña

El Monte Somos marca una impronta mucho más antigua aún, en sus rocas jurásicas comienza la Costa de los Dinosaurios, pues allí, poco más allá del final del paseo en La Punta'l Pozu, en los acantilados, un capricho geológico dejó a la vista en sus paredes numerosas icnitas o huellas de dinosaurios


En concreto, en el denominado Yacimiento Jurásico de la Playa de Ribadesella, los movimientos tectónicos dejaron a la vista un conjunto de huellas en lo que fue, hace millones de años, un suelo de barro que quedó petrificado y luego corrido y hecho pared. En él se reconocen las de un grupo de cuadrúpedos herbívoros, de gran talla y peso, seguidos por otro de carnívoros bípedos o terópodos. Se hallan en un estrato vertical y a pesar de estar a cierta altura son muy visibles, sobre todo las de los cuadrúpedos, y por lo tanto bastante impresionantes


A nuestra derecha y pasando la Rampa 1 esta es la maravillosa vista que se contempla del promontorio de Guía, el Paseo de la Grúa y La Punta'l Caballu, el antiguo emplazamiento del Torrejón de los Tiros, que desaparecería definitivamente en el siglo XVIII, concentrándose las defensas arriba, en la batería de la ermita


Desde aquí podremos ver ahora su fachada sur, de piedra de cantería, elemento original de su construcción renacentista, atribuida al mismo arquitecto o taller que el Palacio de los Prieto-Cutre, actual Ayuntamiento


Abajo vemos los antiguos edificios portuarios del Farín de la Grúa, cuya torre con el faro rojo, dotada con un telégrafo de señales, ya había sido solicitada en 1865 por el Ayudante de Marina, aunque no se construiría hasta 1905


La actual es cilíndrica y sustituye a la original, octogonal, también llamada La Farola, que fue demolida para hacer esta, de hormigón blanco y antes sin este vivo colorido con remate rojo


En esa explanada está el Monumento al Marinero, ancla con una placa a sus pies y una poesía de Alfonso Camín referida a Ribadesella/Ribeseya:
¡Villa trocada en navío
no sabremos al despertar,
si el bajel penetró en el río
o ha tendido la vela al mar!

El camino de sirga era tan importante que las obras del nuevo puerto, comenzadas en 1784, empezaron por ahí, así como en El Muellín. Su remate y definitiva adecuación duraría todo un siglo...


Y pasamos ahora ante el edificio añadido para ampliar el Hotel del Sella en base al antiguo palacio de los marqueses, donde estaba la cancha de tenis, de la que se conservan fotografías, así como de toda la quinta originaria tal y como era antes de las reformas


Admiramos en todo momento la fantástica vista del arenal hasta el Monte Somos, así como todas las casas en primera línea de playa, construidas sobre las parcelas que la Marquesa de Argüelles vendería a otros indianos, los más con fortuna hecha en Cuba y México, "convirtiendo a la villa en uno de los polos de atracción del veraneo a orillas del Cantábrico", tal y como dice también Alejandro Braña en El plácido verano de la marquesa, añadiendo además:
"La mayor parte de las casas en primera línea de playa se construyeron en las primeras dos décadas del pasado siglo. Recorrer el paseo que la bordea es darse un buen baño de arquitectura indiana. Es conveniente dar la vuelta completa, volviendo por la calle interior, para apreciar sus fachadas, orientadas a mediodía"

Y esto es exactamente lo que haremos nosotros al llegar aquí, al Chalet de Llano, diseñado por el arquitecto Miguel García-Lomas Somoano en 1922 para residencia veraniega del indiano emigrante a México Miguel Llano Margolles. Su hijo Miguel Ángel Llano de la Vega fue uno de los pioneros del Descenso Internacional del Sella


Miguel Ángel García Somoano también veraneaba en Ribadesella/Ribeseya pues su madre era de aquí, por lo que estaba en permanente contacto con estos indianos que le encargaban el proyecto para sus nuevas quintas, como era el caso del fundador, Miguel Llano Margolles, natural del cercano pueblo riosellano de Margolles, quien se enriqueció en México con la exportación de algodón a gran escala


Al regresar a España se instaló en Madrid, donde conoció a la Marquesa de Argüelles, con la que trabó amistad, comprándole este solar y haciendo en él su casa, pues como dice asimismo Braña en El vaivén de los afectos"esa amistad le ayudó a convertirse en su vecino durante la temporada estival (su casa linda con la de la Marquesa, y además, esta no vendía una parcela a cualquiera"


Aquí pasaba sus veranos pues este indiano, cuya residencia habitual era Madrid, donde vivía con su familia, pues era delegado de la Cámara Oficial Española de Comercio, Industria y Navegación de México, Presidente de la Asociación de Españoles de Ultramar, y miembro de la Junta Central de Emigración. Como detalle podemos decir que su embarcación ganó un premio de 50 pesetas a la mejor engalanada para la procesión marinera de las fiestas de Santa Marina en 1910


Y este es El Hospitalillo, llamado así por su parecido con los edificios benéficos de este estilo tan en boga por entonces, hechos en ladrillo macizo. Son en realidad cuatro chalets adosados construidos por la Marquesa de Argüelles entre 1905 y 1910, a la vez mismamente que su chalet principal. Había en origen otros dos más, destruidos en la Guerra Civil


Estaban, dentro del ojo empresarial de la marquesa, dedicados al alquiler. Se trata de otra construcción del arquitecto García-Lomas y ahora es propiedad del prestigioso decorador de interiores Lorenzo Castillo, cuya semblanza y la de esta casa, publica Patricia Espinosa de los Monteros en la revista Vanity Fair del 17-7-2021, de la que extraemos estos textos:
"La vida da muchas vueltas, y una muy buena fue la manera en que Lorenzo Castillo (Madrid, 53 años) se hizo con esta casa, la más antigua del arenal de Santa Marina, en Ribadesella (Asturias). Un día de verano, tumbado en la playa, distraído, de pronto se dio cuenta de que en el tercer piso de la antigua villa del paseo de la playa de Ribadesella que él siempre vigilaba colgaba un cartel de “Se vende”. Sin pensarlo, llamó por teléfono y apalabró. El vendedor no se imaginaba que ese comprador excéntrico que no solicitaba ver la edificación de 600 m2 ni le regateaba el precio conocía cada palmo de tarima, pues había correteado de niño y zascandileado de joven por cada uno de sus rincones. Se trataba de la casa de sus abuelos paternos y el escenario de gran parte de los veranos de su infancia (...)
 Castillo me comenta que le gusta venir con su pareja, Alfonso Fernández Reyero, y su teckel, Tana, fuera de temporada. Así pueden ir a los restaurantes sin necesidad de reservar y pasear por la playa o hacer senderismo por los montes sin los agobios propios del verano. “También me gusta ir con mi madre y mis hermanos (Clara y Santiago) en Navidad, por cambiar de escenario. La casa (construida en 1905 por encargo de la marquesa de Argüelles) es especialmente acogedora en los meses fríos. Ribadesella es una mezcla de sentimientos y recuerdos, algunos son tristes por los que no están (mi padre, mi hermano Ramón...) y otros divertidos, como los planes con mi pandilla de amigos y aquellas fiestas de disfraces, yincanas y romerías por las aldeas"

Tal y como hemos dicho, cada vez que haya un edificio notable iremos a ver la fachada de acceso que mira al sur, a la calle Ricardo Cangas. Y es que en este lugar ya tenemos dos...


Pues vemos ahora a nuestra izquierda, al tomar esta calle transversal, la fachada oeste del Chalet de Llano, asomando en la esquina uno de sus más llamativos elementos, la torre. En 1915 sabemos que el veraneo de Miguel Llano se prolongó sustancialmente, pues contando regresar a México, hubieron de posponer el viaje varios meses a causa de la Revolución Mexicana. Era diciembre y aún no habían podido cruzar el charco


Mientras, asoma ya a nuestra derecha la fachada sur de El Hospitalillo. El periodista Toni Torrecillas publica también de esta casa y su dueño en AD revista de decoración, el reportaje Castillo en Familia, a fecha 25-9-2017:
"En esta casona histórica en Ribadesella, Lorenzo Castillo pasó su infancia. Ahora la ha recuperado para su familia devolviéndole el esplendor del pasado con antigüedades, iconos del XX y olor a mar.

“Se compró pensando en la familia y para usarla con ella, de otro modo no tendría razón de ser”, dice el interiorista. La vivienda guarda cuatro generaciones de su historia. Se construyó en 1905 y fue el primer edificio levantado en Santa Marina, una pequeña aldea frente a la costa. “Es obra del arquitecto García-Lomas por encargo de la marquesa de Argüelles como experimento de veraneo moderno, ya que copiaba los balnearios de Normandía de finales del XIX, con sus fachadas mezcla de ladrillo y piedra"

Poco antes de la Guerra Civil, el abuelo del propietario, también llamado Lorenzo Castillo, afamado médico, compró la propiedad a la marquesa para sus veraneos familiares con sus siete hijos. Con el tiempo fue vendida a su vez y, por azares del destino, su nieto la compró en 2014, volviendo así a los Castillo. El decorador lo primero que hizo fue acometer su restauración, acabada en 2015, para recuperar su estructura original:
"Sus 600 m2 se dividen en cinco plantas: la primera dedicada al hall, comedor, cocina y zona de servicio. La segunda la ocupa el salón y el porche al jardín con acceso a la playa. “La tercera es nuestro dormitorio, el de Alfonso (mi pareja) y mío, con nuestro vestidor, dos baños, un salón y una galería acristalada abierta al mar”. La cuarta la ocupan cuatro habitaciones, dos para sus hermanos Clara y Santiago, todos en suite, y la quinta es el cuarto infantil con zona de juegos"

En esta restauración podríamos incluir estos espléndidos jardines, orientados al sur y muy soleados y luminosos, como lo son las habitaciones que miran en esa dirección, sin las vistas a la playa pero con más luz. En la fachada crece una buganvilla y el interior no lo vemos, pero Torrecillas nos lo describe en su artículo:
"En su empeño por devolverle su esencia, restauró la escalera original y las carpinterías, siempre con materiales de la zona, como el castaño asturiano, el pino de Cangas de Onís y los mosaicos y el barro de Somió. Centró la decoración en los grises y verdes “que definen muy bien el estilo sobrio y elegante de la zona”, los blancos mates y evitó el azul. “Se ve el mar desde todas las habitaciones, es un color muy presente”. Eso sí, se saltó las normas de este tipo de edificios dejándose llevar por su oficio. “Sé que puede parecer algo excéntrico tener mantas de piel, almohadones de muchas telas y librerías, pero es una casa pensada no solo para los días de sol, sino para todo el año, sobre todo en los fríos meses de invierno. Por eso no escatimé en comodidades como la calefacción o las cortinas forradas”.

Los rincones los llenó con su seleccionado mix de antigüedades: concisos muebles españoles del XVII y alguno Luis XVI, piezas de campo de nogal macizo, británicas del XVIII y francesas y suecas de palosanto del XIX. Amén a guiños al XX como “las mesas de mármol de Gio Ponti, de comedor de Aldo Tura, en piel de cabra, o de Maison Jansen que conviven con las pinturas de mi hermano Santiago, presentes en todas las habitaciones”.
Foto Colección Carmela Saro Bernado de Quirós, publicada por Sociedad Etnográfica de Ribadesella

Este es el aspecto del Arenal de Santa Marina en 1911. A la derecha vemos el edificio original de El Hospitalillo, con sus seis adosados y a la izquierda los Chalés Gemelos, dos chalets edificados también entre 1905 y 1910 por iniciativa de los Marqueses de Argüelles para alquilar a los veraneantes, así como el  el Chalet Piñán, en el extremo izquierdo, recién construido por entonces. Enfrente hay dos naves de industrias conserveras, las cuales se abastecían de pescado por medio de barcazas a través del Ríu San Pedru, por entonces navegable desde la ría

Foto Colección Carmela Saro Bernaldo de Quirós, publicada por Sociedad Etnográfica de Ribadesella

Una de ellas fue la primera industria conservera riosellana, la de Benito Suárez Rodríguez, que arrancaba su actividad en 1900, recién inaugurado el puente metálico y cuando aún no había nada más en este arenal, salvo la capilla de Santa Marina y alguna chabola. En 1903 le sigue, al lado, la de Izqurieta-Arrigorriaga y Cía. La reordenación urbanística que hacía de Santa Marina un enclave dedicado a las residencias turísticas hizo que desapareciesen y que las nuevas empresas se instalasen en el casco urbano del otro lado del estuario, principalmente en el ensanche pero también en El Portiellu alto

Foto Colección Carmela Saro Bernaldo de Quirós, publicada por Sociedad Etnográfica de Ribadesella

En relación a los Chalets Gemelos al lado de El Hospitalillo, no se sabe a ciencia cierta quién fue el arquitecto que los proyectó, sólo que eran dos casonas de diseño sencillo y funcional que se distinguían por el color, pero tan seriamente reformadas en los años 1960 que en la actualidad son muy diferentes al diseño primigenio. Destaca en ellos la torre. Vemos a la derecha que aún no está construido en Chalet de Llano, pero reconocemos el camín real en El Campín, terrenos comprados por los marqueses a D. Fernando Miyares Miyares y D.Antonio Cueto Quesada, colindantes al sur con los de la familia Fuentes. Una chabola tal vez formase parte de alguna de las conserveras, aunque el Estado también tenía terrenos en el margen de la ría


Llegados a la esquina con la calle de Ricardo Cangas pasamos frente al portón de acceso al Chalet de Llano. Otro dato de interés es que Miguel Ángel Llano de la Vega, el hijo y heredero de Miguel Llano, poseía una de las piraguas más antiguas del Descenso del Sella, hecha de madera y lona, por encargo suyo personal y que sabe empleó en las pruebas de 1933 con el también pionero Manuel Morales, y en 1933 con su hermano José Luis. El constructor fue Carlos Piélagos Berbes, que tenía su taller en la calle Oscura del barrio El Portiellu. Esta piragua, que pasó a quien fuera alcalde de Ribadesella, Carlos Piélagos Pérez, fue restaurada, junto con otras dos de la época, en 2018 a instancias del Comité Organizador del Descenso Internacional del Sella (CODIS) por el carpintero Enrique Longar Cuétara


Detalle de la torre octogonal, con tejado a sus correspondientes ocho aguas y ventanas en todas direcciones, conformando un bello mirador


Las nietas de Miguel Ángel Llano de la Vega, vendieron este fabulosos chalet, que fue soberbiamente restaurada en el año 2008 por los nuevos propietarios, la familia Sánchez Junco, dueños y editores de la revista ¡Hola!.


Y esta es la razón por la que aparece el escudo familiar en la fachada...


Y ahora, desde la calle Ricardo Cangas optamos por volver al Paseo de Santa Marina, tal como hemos planificado nuestro recorrido por este gran barrio residencial riosellano


Volvemos pues a ver la fachada sur de El Hospitalillo. Cómo no, la revista Hola, dirigida y gestionada por sus vecinos, también le dedica un buen espacio en la sección Hola Living, de fecha 8-9-2020 y del que plasmamos este extracto:
"Construida por la marquesa de Argüelles en 1905, en sintonía con el estilo normando de los balnearios de Biarritz, Deauville y Bath, la casa asturiana de Lorenzo Castillo y su marido, Alfonso Fernández Reyero, se convirtió hace cinco años en ese refugio al que acuden cuando necesitan desconectar o ver a la familia. Una vivienda ubicada en Ribadesella que el interiorista acaba de redecorar. "Decidí que quería darle un aire más fresco, más joven y, en el fondo, más veraniego a la casa", nos explica Lorenzo en el último número de ¡HOLA! living, en el que visitamos la vivienda al completo. 

"Los cambios fueron puramente decorativos, estructuralmente apenas separé el salón de la biblioteca". Y es que, según él mismo nos explica, para redecorar no es necesario incurrir en cambios estructurales, sino más bien invertir en cuatro puntos clave capaces de transformar por completo tu hogar."

Volvemos pues al paseo, con esta preciosa desembocadura del Sella, el Salia de los geógrafos de la Antigüedad, a cuyas orillas poblaban los salaenos. Su etimología parece proceder precisamente del indoeuropeo salia, corriente de agua. Oficialmente nace en Fonseya o Jonseya (hache aspirada-H.onseya), al pie del puerto El Pontón, en Sajambre, pero para los ponguetos (de Ponga) el Sella "de verdá, el auténticu" es el Seyañu, oficialmente uno de sus afluentes, que nace en otro puerto de montaña, el de Ventaniella. Algunos autores como el geógrafo Tomás López o el ilustrado Jovellanos inciden en ello


Enfrente, en La Punta'l Caballu, antiguamente del Castillo, estuvo también La Cetárea, de la que únicamente queda el criadero pues el edificio, completamente arruinado y que había servido de cárcel en la Guerra Civil, fue demolido hace años.


En sus buenos tiempos, pasada la posguerra, se llegaron a criar hasta 2.000 kilos de langosta procedente de Canadá vía aérea, pero en el año 1977 un gran temporal o galerna se llevó por delante las instalaciones. Su reconstrucción representaba asumir un alto coste que no podían permitirse los pescadores que estaba a su cargo (la llevaba Felipe Fernández) y ello supuso su cierre definitivo


El criadero de la cetárea aprovechaba una piscina natural formada entre dos grandes bloques de lajas paralelos que al cerrarlos con un dique formaba un rectángulo casi perfecto. Precisamente por ello en 1997, siendo alcalde José Miranda, se presentó un proyecto a Demarcación de Costas, máxima autoridad en este punto, para transformar el criadero en piscinas de agua salada, pero no se llegó a un acuerdo sobre el asunto de la reparación de las instalaciones y el asunto fue olvidándose


En la actualidad vienen a ella algunos amantes de los deportes náuticos pues forma una muy bella y recóndita cala en la que suele verse muy bien el fondo marino, además de los estratos que conforman estas famosas rocas del jurásico con su espectacular flysch, capas de rocas duras estructuradas linealmente en alternancia de capas muy llamativa


Cuando estaba allí el recitado Torrejón de los Tiros no existía el Paseo de la Grúa y su comunicación por tierra era por un camino anterior que ladeaba el Monte Corberu a pocos metros sobre el agua


En lo alto, el viejo muro de la Batería de Guía, habilitado como mirador en este estratégico campo de la ermita. Allí subíamos en la correspondiente entrada de blog pues, pese a no estar en el mismo Camino, merece mucho la pena subir allá arriba y extasiarnos con el gran paisaje que se nos ofrece desde el litoral a las montañas


La ermita de Guía y su gran pared almenada posterior, atalaya del mar con su intenso color blanco.Por poco no llegamos a ver los cañones apostados enfrente


Tal vez sí reconozcamos el arco gótico del desaparecido altar y ábside, ahora pared cerrada, así como arranque de lo que debió ser sin duda la nervadura de su bóveda


Proseguimos pues camino hacia el oeste, con el Monte Somos en lontananza, ya en la vecina parroquia de San Esteban. En algún momento, como en el invierno del 2018, se hizo necesario evacuar por precaución alguna casa de las urbanizaciones a su izquierda ante el riesgo de argayos o desprendimientos de tierra


El Hospitalillo está cerrado por artística verja sobre muro blanco que separa su jardín del paseo. Llaman la atención sus enormes galerías dando vista a esta preciosa concha. "El diseñador Lorenzo Castillo, elegido por la Architectural Digest como uno de los 100 mejores del mundo, dejó su particular sello en esta casa", escribe Trinidad Olguin Mazo para otra revista de decoración, ED, el 4-7-2018:
"Para Lorenzo Castillo fue toda una travesía volver a la casa de sus sueños. La historia se remonta a los años 30, cuando sus abuelos paternos se enamoraron de la ciudad de Ribadesella y compraron esta casa frente al pequeño puerto ballenero asturiano que perteneció a la marquesa de Argüelle. Lo que al principio parecía un lugar perfecto para disfrutar de la costa y escapar del sofocante calor de Madrid, al poco tiempo se convirtió en un refugio para la familia cuando la Guerra Civil española estalló en 1936. Aquí se quedaron quietos, frente a una acogedora chimenea que los mantuvo calientes durante el invierno y los protegió de la cruda realidad que se vivía afuera en las calles. Lorenzo recuerda todo lo que sufrió cuando su madre vendió este lugar.

Pasaron los años y decidió no seguir la tradicional carrera familiar de medicina; lo que al principio parecía terrible, más tarde se convertiría en su mejor decisión. Lorenzo emprendió su propio camino estudiando historia del arte y abrió una cautivadora tienda de antigüedades en una zona difícil de Madrid, el único barrio que podía pagar. Recuerda lo que eso significó para él siendo tan joven: “Vender antigüedades es comercio sin creatividad; fue muy frustrante. Definitivamente el diseño de interiores es lo que me hace feliz”, cuenta.

Con el tiempo se convirtió en un diseñador de fama internacional y la Architectural Digest americana lo eligió como uno de los mejores decoradores del mundo. El 2014 la historia tomó un giro a su favor. Junto a Alfonso Reyero, su socio en la vida y en los negocios, se encontraban de vacaciones en Ribadesella cuando tuvieron la suerte de observar cómo una mujer colgaba un letrero de venta en una ventana de su antigua casa. “No podía creerlo”, dice Castillo, recordando que buscó con rapidez su celular y llamó de inmediato al agente inmobiliario.

De un segundo a otro el lugar volvía a ser suyo y lo único que quería era restaurar el espíritu original de la casa que contenía los recuerdos más importantes de su infancia. La decoración fue pensada divertida y despreocupada, pero siempre manteniendo su característico sello que mezcla la extravagancia y el uso de patrones. Fanático de los materiales de la zona, usó castaño asturiano, pino de Cangas de Onís y mosaicos y barro de Somió.

En un extremo del salón de la villa, las cortinas de terciopelo se complementan con almohadones hechos de piel de imitación de cebra y un sofá seccional; una alianza al estilo medieval que con poca probabilidad le hubiese funcionado a otro. Al fondo del espacio, un lienzo diseñado por él confunde a quienes lo ven por primera vez.

En el dormitorio principal, el romanticismo se apodera del interior. Simulando escenas romanas antiguas, el morado y blanco de los estampados viste este espacio, donde se encuentra un mix inesperado que habla de la amplitud del gusto de Castillo: una mesa antigua veneciana, adornada con hojas de plata, junto a un asiento de David Hicks. Curiosidades que construyen cada lugar que interviene el diseñador.

Es que este, sin duda, podría decirse que es su proyecto más personal y se nota. La casa Ribadesella se ha convertido nuevamente en un refugio familiar donde ahora él es el anfitrión. Su hermana Clara, que trabaja con él, tiene una pieza; igual que su mamá y su hermano artista, Santiago, que es copropietario de la casa. Sumergirse en libros de cocina y luego pasear por un mercado al aire libre en busca de langosta recién pescada, es uno de sus panoramas favoritos. Durante el día sus sobrinos corren entre las olas que se estrellan en la playa y al anochecer unas tenues luces reúnen a todos en el salón verde y gris de la casa.

“La belleza de crear un hogar para ti, y no para un cliente, es que puedes usar sólo lo que adoras”, dice Castillo, quien convirtió la casa en un ancla para una nueva generación"

Aquí, un nuevo detalle, El Allorín, nombre de la quinta, diminutivo de alloru o lloréu, laurel...


Continúan las barandillas de filigranas marineras, sogas, salvavidas y remos según nos acercamos a la Escalera 2. A la izquierda, algunos solares entre los chalets indianos fueron edificados por otros de nuevos diseños e inspiraciones en el gran boom urbanístico acontecido a partir de los años 1960. Al menos no se ha edificado en altura, como desgraciadamente aconteció en muchas playas del litoral español


La playa es también escogida por los amantes del surf, existiendo escuelas para su aprendizaje. Los deportes náuticos están especialmente presentes en esta villa marítima y fluvial desde los tiempos de los pioneros de las piraguas. En el caso del surf riosellano, diversos autores recogen los nombres de Nano y de Perico Alonso como protagonistas de aquellas primeras olas en este arenal


Nano es Fernando Rodríguez QuesadaNano el de Waikiki, nombre de la primera tienda y escuela de surf, que él fundó en Ribadesella/Ribeseya, con nombre de honda evocación hawaiana. Se dice fue él, veraneante madrileño con raíces asturianas quien trajo aquí las primeras tablas de surf en 1971, formando el primer grupo surfista en el oriente asturiano, unos tiempos en los que este deporte se popularizaba por todo el Cantábrico, desde Biarritz a Galicia, pasando por Asturias, País Vasco y Cantabria


La casualidad quiso que ese mismo año un grupo de hippies australianos acudiesen a surfear en la cercana Playa Vega, el grupo entró en contacto con ellos y aprendieron su técnica de fabricación de tablas, que fueron perfeccionando haciéndose durante años las suyas propias, primero sobre tablas antiguas y luego con materiales nuevos. Así en 1984 Nano montaría el primer taller profesional de tablas para la venta al público, sito en esta misma playa, y en 1990 abriría, en el centro de la villa, su Waikiki Surf Shop, "con poco espacio pero mucho encanto"


En cuanto a Perico Alonso, el otro gran pionero del surf riosellano, P. Martínez le dedica, en La Nueva España del 11-11-2016, una buena reseña biográfica con motivo de su repentino fallecimiento tras una indisposición en esta playa, Adiós a Perico Alonso, la sonrisa permanente tras 40 años cogiendo olas, en ella repasa su trayectoria y cómo fueron los comienzos de este deporte a nivel local:
"A principios de la década de los setenta era fácil contar cuántas personas había en Ribadesella con una tabla de surf. Estaban Fernando Rodríguez Quesada, "Nano"; su hermano Javier, "Chino"; y Nacho Quesada y Pedro Alonso, "Perico", cuyo fallecimiento el miércoles en la playa de Santa Marina a los 59 años ha dejado un profundo pesar entre la comunidad surfera de la región.

Las condolencias se repitieron ayer tanto en el tanatorio de la villa riosellana como a través de diferentes sitios web especializados y redes sociales. Conocido además por ser el padre del campeón Guillermo Alonso, el funeral se celebrará esta tarde en la iglesia parroquial de Ribadesella. Tras él deja más de cuarenta años de un amor por el surf que nació cuando casi nadie sabía lo que era. Las primeras tablas llegaron a Ribadesella de la mano de "Nano" en 1971, al año siguiente empezaron los Taboada y en 1973 Alonso se sumó a una pandilla de cinco que revolucionó la playa, rememora Rodríguez Quesada.

"Toda una vida de amistad", resume "Nano" antes de describir cómo iban a Francia a comprar tablas, una herramienta que en otra ocasión les llegó de Zarautz, en Euskadi, a través de unos amigos. "Hicimos algún viaje a California para hacer surf y también de allí trajimos tablas", rememora el riosellano. Nacido en León, Pedro Alonso estuvo vinculado a Ribadesella desde siempre, pues sus padres tenían una casa en segunda línea de playa en la que pasaba los veranos y a la que se trasladó a vivir junto a su mujer, Mari Cruz Lobo Martín, también natural de León. Juntos tuvieron a su hijo, Guillermo Alonso Cobo, quien heredó de "Perico" la pasión por el surf. Tan es así que hizo del deporte su profesión, con un palmarés envidiable y una escuela en la misma playa de Santa Marina.

"El padre desde pequeño le metió al agua", explica "Nano", quien más allá de lo deportivo describe a su amigo con un carácter "súper afable, siempre con la sonrisa en la cara. Era una personas con un tremendo don de gentes, con muchísimos amigos". En los mismos términos le define otro surfista riosellano, Juan Manuel Bode. "Era muy agradable, muy buena persona" y todo un referente del surf en Ribadesella. "Perico" nunca dejó de lado su deporte predilecto y su hijo Guillermo le había regalado una tabla con motor, "con la que se metía cuando estaba bajo de forma", apunta "Nano" antes de señalar que era frecuente verle dándose baños en la playa durante el invierno. Alfonso Sánchez, de "costasurf.com", también quiso rendir homenaje a "Perico" y "a los pioneros del surf en Asturias, como Félix Cueto y tantos otros. Para nosotros los surfistas son importantes, gracias a ellos el surf tiene ya una historia de más de 50 años en nuestra tierra", explicó antes de lamentar "profundamente su pérdida" y destacar que su hijo, Guillermo Alonso, "es una persona muy apreciada" en un mundo, el del surf, que se ha quedado sin un referente."

Ese mismo día, otro corresponsal, Juan García, hace lo mismo en el periódico El Comercio con el artículo El surf llora a Perico Alonso:
"La traumática e inesperada muerte de Perico Alonso Cañedo, uno de los pioneros del surf en la playa de Ribadesella, aún mantiene apenados a todos cuantos le conocieron y aman este deporte. Y no es para menos, porque el romance de este leonés de origen con las olas de la playa de Santa Marina no ha sido corto. Comenzó en 1971, cuando Nano Rodríguez trajo las primeras tablas al arenal riosellano. En torno a ellas se creó una pequeña pandilla de jóvenes dispuestos a convertir el surf en su estilo de vida. Un reducido grupo de locos surferos del que formaban parte Perico Alonso, los hermanos Javier y Nacho Taboada y los también hermanos Javier y Nano Rodríguez. «Éramos cinco los que nos metíamos al agua y en ocasiones nos acompañaba Manolo Jáuregui, un chaval de Madrid que tenía casa en Colunga», recuerda Nano Rodríguez.

Esta pandilla de veinteañeros se pasaba los días buscando olas en las playas de Vega y Santa Marina fundamentalmente, aunque también en otros arenales de Asturias e incluso de mas allá del Atlántico. En 1979 organizaron un viaje a Los Angeles (California) para conocer una de las cunas de este deporte y subirse a la cresta de las enormes olas del Pacífico. En aquella aventura juvenil también les acompañó Manolo Alvarez, 'Trompy', fallecido hace dos años en Costa Rica. Eran «cuatro gatos» que transpiraban felicidad por todos los poros de sus bronceadas pieles. Y es que en aquellos años el veraneo duraba de dos a tres meses, que los pasaban a pie de playa. Perico Alonso pertenecía a una de esas familias de veraneantes que adoptaron el surf como diversión, hasta convertirlo en un medio de vida. La casa familiar en la playa de Santa Marina, es hoy en día la sede del campamento surfero que dirige su hijo Guillermo Alonso.

La playa de Santa Marina, donde Perico Alonso perdió la vida este miércoles, nunca fue un arenal peligroso para la práctica de este deporte. «Todo lo contrario», afirma Nano Rodríguez. «Tiene una pequeña corriente cuando baja el río, pero nada más, ni rocas ni cosas raras. Pero al mar hay que tenerle respeto, porque cuando salen olas grandes te pueden dar un revolcón y dejarte bajo el agua sin respiración durante un rato. Siempre se suele salir, pero te puede dar un buen susto», añade este veterano surfista. Cree que a su amigo le pudo pasar algo, «porque andaba un poco mal de la tensión». Descartó un golpe de la tabla, «porque este no te suele dejar ko». La autopsia confirmó que fue víctima de un infarto.
Salvó a numeroso bañistas
Muchos en Ribadesella recuerdan a Perico Alonso, porque ayudó a salir del agua a bañistas que lo estaban pasando mal por efecto del oleaje. Cuando la playa de Santa Marina carecía de un servicio de salvamento adecuado, eran los surfistas los primeros que llegaban al lugar del incidente y Perico intervino en más de una ocasión. Como recordaban otros vecinos, su figura formaba parte del paseo marítimo de Ribadesella. Era omnipresente tanto en este como en el paseo de la Grúa, dando rienda suelta a su segunda pasión, la fotografía. Buena parte de los últimos años de su vida los pasó inmortalizando los tubos y maniobras que su hijo y el resto de surfistas realizaban a diario sobre las olas de la playa de Ribadesella. Se le echará de menos en un arenal en el que la práctica del surf se ha multiplicado por cien a lo largo de la última década."

Recordando a los grandes surfistas de Santa Marina y primeros precursores del surf en este litoral, pasamos ahora junto a la parte posterior del Hotel Ribadesella Playa, construido sobre uno de los dos Chalés Gemelos de la Marquesa de Argüelles, llamado Villa Cochola en el registro de 1922


A su izquierda, esta es el otro de los dos chalets auspiciados por María. Luego veremos mejor ambos, al otro lado de la calle, donde apreciaremos sus torres, uno de los elementos más o menos conservados de su fábrica primitiva


Como hemos dicho, ambos inmuebles fueron muy reformados y transformados. En la página del hotel se nos informa que aquí estuvieron hospedados veraneantes amigos de la marquesa:
"Entre los inquilinos que los ocuparon figuraban Pepe Pidal Guilhou, Lola Caneja, Martín González del Valle, Marqués de la Vega de Anzo; además de arrendatarios que más tarde estabilizarían aquí su veraneo. Unos de los últimos inquilinos de este palacete fue el torero Manolete.

El palacete después de pasar por varios propietarios, y quedar prácticamente abandonado y en ruinas, en el año 1987 pasó a manos de JOSE LUIS GARCIA Y CARMEN VEGA, que actualmente son los propietarios y fundadores del hotel, y los que vieron en el palacete una posibilidad de negocio, hasta el día de hoy."

Los peregrinos suelen tener aquí como referencia apara pernoctar el  Albergue Juvenil Roberto Frassinelli, empleado por muchos peregrinos para pernoctar, si bien hay que tener en cuenta que no es un refugio jacobita al uso sino que nació especialmente orientado al turismo. Era en origen el Chalet Piñánconstruido en estilo ecléctico francés entre 1910 y 1911 para el emigrante en Cuba Luis Piñán, de Oseja de Sajambre, con proyecto del arquitecto Juan Miguel de la Guardia


Tras los avatares de la Guerra Civil y en plena dura posguerra, 1945 fue adquirido por Falange Española, quien lo empleó como residencia de verano para su Sección Femenina. Al llegar la Democracia la residencia fue clausurada y permaneció cerrada, pero unos jóvenes riosellanos la ocuparon para realizar actividades culturales, siendo luego comprada por el Principado de Asturias y habilitada como albergue, dedicado al gran erudito Roberto Frassinelli, El Alemán de Corao, figura determinante de la historia asturiana  muy especialmente del oriente de Asturias...


Acto seguido viene el Chalet Verde, obra del arquitecto Enrique Plitz para Rafael Pérez dentro de un estilo entre el eclecticismo tardío y el movimiento Sezesion. Rafael lo vende justo al acabar la obra a Dionisio Ruisánchez Fuentes, natural de Ordiellu (otros dicen de Sardéu), en este mismo concejo, quien hizo fortuna en La Habana, a donde emigró con doce años


Se casó Dioniso dos veces, primero con María Iglesias Blanco y, tras el fallecimiento de esta con María Teresa Avelina Cerra Rosete, de Abéu, con la que vivirá en Cuba viniendo aquí a pasar sus vacaciones. Ninguno de los dos matrimonios tuvo descendencia y Dionisio dejó en testamento fundar aquí una asociación benéfica. Fallecido en 1956 su esposa llegaría a hacerla realidad en 1965, naciendo la Fundación Ruisánchez


El albergue puede ser pues un excelente lugar para hacer un alto y reposar de nuestra larga y completa caminata, conociendo la historia de estas mansiones en este encantador paraje a pie de playa, continuando posteriormente nuestro periplo caminero por el Arenal de Santa Marina hasta el final de la misma playa...





























































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