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domingo, 7 de mayo de 2023

EL PARQUE FERRERA DE AVILÉS (ASTURIAS): UN GRAN PULMÓN VERDE AL LADO DEL CAMINO DE SANTIAGO

 

Parque Ferrera

El Parque Ferrera de Avilés, junto al que pasan los peregrinos por la calle Rivero, es un gran parque urbano, verdadero pulmón verde en el casco histórico avilesino y en pleno centro de esta villa que ocupa una extensión de 84. 614 m², gran pradería, estanque y numerosas especies arbóreas que conforman un verdadero bosque, el cual era posesión de los Marqueses de Ferrera, cuyo palacio, situado al norte y construido a mediados del siglo XVII, se hizo con su fachada principal mirando hacia la antigua muralla medieval, sobre la que, más o menos por el mismo tiempo, se construyó el Ayuntamiento, siendo pues ambos edificios, separados por la actual Plaza de España o del Ayuntamiento (popularmente El Parche) ejemplos del Avilés que creció al otro lado de la vieja cerca de la población

La posesión de los marqueses de Ferrera llegaba pues desde los arrabales exteriores de la muralla hasta los campos y bosques circundantes de la villa y, durante mucho tiempo, al crecer esta, abarcaba desde el nuevo centro urbano hasta la zona rural de campiñas y caserías, pues el actual Parque del Carbayedo, situado al oeste, era hasta hace unas décadas mercado de ganados

Este enorme terreno era propiedad del marquesado de Ferrera ya desde el siglo XV, pero no fue hasta cuando se construyó el palacio cuando se adecuó como jardín estilo inglés, con caballerizas y lugar de recreo para la familia

Luego, en el terreno más cercano al palacio, se hizo para la marquesa un florido jardín francés con varias fuentes, según idea de la marquesa, para poder pasear plácida y tranquilamente con su servicio cerca

A mediados del siglo XX y debido al altísimo coste de su mantenimiento esta extensísima finca palacial se fue abandonando hasta convertirse en una tupida selva. Entonces, recién comenzada la Transición Española, la nueva corporación avilesina entabla negociaciones con la propiedad, adquiriendo este terreno por 91 millones de pesetas, convirtiéndolo en espacio de uso público

En 1998 se adquirió el jardín francés que, de nuevo por deseo de la entonces marquesa se había reservado para la familia, dado su apego personal a un magnífico ejemplar de haya roja, la cual moriría justo 20 años después, en 2018, a causa de un ataque de hongos

Calle Rivero y tapia del Parque Ferrera

Las calles históricas de Galiana, paso al Carbayedo (y ruta antiquísima hacia el Camín Real de la Mesa), y de Rivero, entrada del Camino de Santiago (Camín Real de la Costa y con la capital asturiana), por los se extendió La Villa (el viejo Avilés intramuros) fuera de las murallas también más o menos a la vez que se hacía el palacio y se adecuaba esta propiedad como jardín, delimitan el ahora parque a este y oeste respectivamente


Esta es la imagen que tienen del parque los peregrinos que, procedentes tanto de Oviedo/Uviéu como de Gijón/Xixón (ambos caminos se unen al empezar la calle), se dirigen al centro urbano. La alta tapia que lo cierra, una verdadera muralla, incluso con torreones de planta cuadrada y tejado a cuatro aguas, a manera de garitas, no permite darse cuenta a simple vista y según pasas de la grandiosa extensión que ocupa esta maravilla


Lo mismo pasaba a los avilesinos de antaño que, aunque habían de dar un formidable rodeo de un lado a otro de la ciudad cuando era propiedad privada y había de bordearla, no se imaginaban la enormidad de este espacio verde y boscoso en lo que para entonces era ya el centro mismo y corazón de la ciudad, que había crecido grandemente desde mediados del siglo XX, sobre todo a raíz de la creación de ENSIDESA, la Empresa Nacional Siderúrgica S.A. 


Aunque el parque dispone de varias entradas, es esta, la de la calle Rivero, llamada así porque antaño iba por la misma ribera de la Ría de Avilés, antiguamente mucho más grande y ancha, con bastantes marismas, la de su acceso principal, justo cuando empiezan los soportales que la hacen famosa


Por ello, y dada su inmediatez al Camino, no es baladí recomendar su visita, siquiera sea asomarse al gran bosque y prado y acercarse al estanque, al jardín francés, a Galiana y El Carbayedo o, mejor aún, aprovechando que Avilés suele ser planteado como final de etapa por muchos romeros, y dada la cercanía del Albergue de Peregrinos Pedro Solís (fundador en 1513 de un hospital de peregrinos en este misma calle, el de Nuestra Señora de la Asunción, un poco más adelante, fatalmente demolido en 1948), poder recorrerlo y visitarlo tan cómoda y plácidamente como aquellos marqueses de antaño y como los avilesinos de hoy en día


Aquí tenemos pues la entrada al Parque Ferrera desde la calle Rivero. Los peregrinos, que para entrar en Avilés han recorrido varios kilómetros de espacios industriales, algunos no especialmente regenerados y largas arterias urbanas, agradecerán sin duda encontrar un pedazo de campo, y qué gran pedazo, en medio de la urbe y en este histórico entorno


Las altas arboledas se yerguen mucho más arriba del alto muro que guarda el parque, de muy artística y cuidada entrada


Dos grandes copones sobre las columnas del portón, en la de la derecha una placa recuerda el día de su inauguración


Día de su apertura oficial el 19 de mayo de 1976 al ser inaugurado por los reyes don Juan Carlos y doña Sofía en su visita a Avilés


Artístico portón estilo verja, de rejería: "se abre a las 7,00 horas y se cierra a las 23,00, teniendo cinco entradas: por las calles Galiana, Rivero Cervantes, del Marqués y a través del vestíbulo de la Casa Municipal de Cultura", según leemos en Comarca Avilés Turismo


El historiador avilesino Alberto del Río Legazpi, glosaba sus recuerdos de la niñez en el artículo Parque de Ferrera, bendito bosque plantado en el centro de Avilés, para sus Episodios avilesinos en El Comercio-La Voz de Avilés, cuando se colaban en la antigua finca arbolada siendo aún terreno privado de los marqueses:
"De niños, alentados por lecturas –Salgari, Julio Verne, etc.– saltábamos imprudentemente, sus altos muros y lo pasábamos de miedo, aterrados claro, por aquella desmesurada espesura, esperando que nos salvara Tarzán o la mona Chita. Era una selva desmadrada en medio de una ciudad puesta patas arriba por aquel terremoto industrial provocado por ENSIDESA y compañía en 1950.

El 19 de mayo de 1976 los Reyes de España dieron fe, con su presencia, acompañados del alcalde Ricardo Fernández, del traspaso de la propiedad de este morrocotudo jardín, abandonado, del marqués de Ferrera –en pleno centro de la ciudad– al pueblo de Avilés.  

Fue la mayor reconquista de suelo para ocio, jamás habida en la historia avilesina. De bosque nobiliario pasó a ser parque público. De igual forma que años más tarde los dos escudos del palacio del noble se convertirían en cinco estrellas hoteleras, con lo que se esfumó gran parte de aquel poder de los Ferrera, resumido en detalles como el de que a mitad del siglo XIX eran dueños de cerca de 90 de las 600 casas habitables existentes en Avilés.

Aquella primera conquista social la llevó a cabo la corporación del alcalde Fernando Suárez del Villar, pagando 91 millones de pesetas (547.000 €) por 81.564 metros cuadrados de parque inglés.

En 1998 otro gobierno local –con Agustín González, al frente– le añadió el refinado jardín francés, situado a la trasera del palacio, residencia privada que –en tiempos de Santiago Rodríguez Vega, como alcalde– mudó a Ferrera Palace.

Poseedor de 93 especies, el parque –abrazado por las milagrosas y porticadas calles barrocas de Rivero y Galiana– tiene tres fuentes, cinco puertas, paseos con nombres de poetas muertos y hasta la modernidad del ‘wifi’. Gratuito, claro.

Hay que ver lo que cambió el follaje en esta ciudad, en cuarenta años.

La llegada de los ayuntamientos democráticos, en 1979, propició una espectacular proliferación de zonas verdes para el ocio. Por ejemplo, las dos corporaciones, presididas por Manuel Ponga plantaron en Avilés seis parques (Versalles, La Luz, El Pozón, La Magdalena, Carbayedo y La Carriona). Revolución botánica que ennobleció la calidad de vida. Algo histórico.

Pero el Ferrera lidera esta sublevación de ocio y frescura, más extensa que el San Francisco de Oviedo. Y no lo comparo con el Central Park de Nueva York, porque no tiene ardillas. Sin embargo a veces se llena de focas, fenómeno artístico de singularidad mundial conocido como ‘Seal Parade’.

El Ferrera Park es la santísima bendición vegetal de esta marítima y monumental villa «a la que no llega el encaje de las olas», como escribió Luís Amado-Blanco, uno de los poetas que tiene alameda en el Ferrera.

Este parque es mi jardín particular a la vez que el de miles de personas. Esa es la clave que resume el formidable cambio del verde que te quiero verde, en Avilés."

Varios caminos recorren el Parque Ferrera, que podemos escoger a nuestra libre elección. Nosotros, por ejemplo, vamos a optar por seguir de frente, hacia el estanque, a escasos metros de aquí, donde una doble hilera de negrillos, plantada en 1942, se encuentra al lado de esta entrada por la calle Rivero


La que fue alcaldesa de Avilés, Pilar Varela, manifiesta en el prólogo del libro (de varios autores) Avilés y sus parques, lo que ha contribuido el Parque Ferrera, junto con otras actuaciones, a cambiar, para bien, la imagen de Avilés:
"Uno de los aspectos que más destacan las personas que visitan por primera vez nuestra ciudad son los grandes espacios verdes con los que cuenta Avilés. Espacios donde destaca, por su singularidad, belleza y situación en pleno corazón de Avilés, el parque Ferrera. 

El parque Ferrera es el mayor pulmón de Avilés, un gran espacio para el encuentro y la convivencia de los avilesinos y avilesinas, y un excelente entorno para el disfrute de la naturaleza en plena ciudad. Sus características, así como los servicios que ofrece, lo han convertido en uno de los puntos inexcusables en cualquier visita a la ciudad y uno de los principales parques de Asturias. 

Nuestros parques y jardines contribuyen a consolidar Avilés como una ciudad saludable, limpia, integradora, moderna y atractiva. Nos han permitido superar aquella imagen que, hasta hace muy pocos años, persistiría en la conciencia social de los españoles y las españolas como ciudad altamente contaminada. 

Gracias al esfuerzo ciudadano y a la colaboración del Ayuntamiento de Avilés con el Gobierno del Principado de Asturias y el Gobierno de España, en estos últimos años hemos conseguido superar los problemas de contaminación que persistían en la ciudad como consecuencia de un desarrollo industrial desordenado. Un desarrollo industrial que nunca tuvo en cuenta el valor de la protección medioambiental como estímulo a la promoción y al crecimiento económico."

Esta era pues la finca palacial propiedad del marquesado de Ferrera, cuyo palacio, actual hotel, que veremos un poco más allá por su parte posterior, quedó designado Conjunto histórico artístico el 27 de mayo de 1955. Se trata de una fundación de Pedro Menéndez de León Quirós de la Casa de Avilés, quien lo mandó construir, para pasar luego a los Navia-Arango tras la boda de su hija, Mayor Menéndez, con Álvaro Pérez de Navia Osorio, tal y como seguimos leyendo en Avilés y sus parques:
"El edificio se conocerá con el nombre de palacio del Marqués de Ferrera, título que se le dará a la familia Navia-Arango en 1697. Este palacio mantuvo los límites perimetrales hasta la actualidad, pero la construcción, el edificio en sí sufre algunas reformas. La primera reforma se da en el siglo XVIII, alargando la parte oeste y reformando la de detrás"

A  nuestra derecha, los muros que separan el parque de la calle Rivero, que conforma su límite oriental, mientras que la de Galiana lo es por el oriental, dos calles emblemáticas pues fueron desde su origen las de secular entrada y salida de Avilés. Es más, es posible que la confluencia de caminos terrestres y vías marítimas en este lugar bien recogido de La Ría haya propiciado el poblamiento de una antigua villae, de un tal Avilius, precedente inmediato de la actual población, además de algunos castros cercanos, ribereños al estuario o cercanos a él


Este es el otro de los torreones que, a manera de miradores y con forma de garitas de vigilancia, se disponen a los lados de la entrada al parque por la porticada calle Rivero, construidos a mediados del siglo XIX. Al otro lado de este está la emblemática capilla del Cristo de Rivero o de San Pedro (San Pedro de Rivero o San Pedrín), con la no menos totémica fuente de los Caños de Rivero


En origen y durante siglos, esto fueron huertas y prados, el ajardinamiento vino dado por influencia francesa, de ahí que se hable del Parque Ferrera como jardín francés, y de esta manera lo explican en Avilés y sus parques:
"Haciendo un repaso a la historia, vemos como en Francia en el siglo XVIII empiezan a definirse las nuevas zonas verdes. Destaca la figura de André Le Nôtre, jardinero de Luis XIV de 1645 a 1700, encargado de diseñar los jardines del palacio de Versalles, del palacio de Vaux-le-Vicomte y de Chantilly. En el resto de Europa, a cuenta de la planificación urbana, se diseñan espacios verdes definidos por la ordenación sistemática de la vegetación y el trazado de caminos adecuados y rodeados por un cierre."

A nuestra izquierda la calle del Marqués, límite meridional del parque actual y antigua finca palacial


Y este es el Paseo Luis Menéndez, Lumen, escritor y bibliotecario avilesino, cuya biografía repasamos en Wikipedia:
"Luis Menéndez Alonso, conocido como Lumen (Avilés1892 – 1937), fue un escritor y bibliotecario español, de ideología krausista, fundador de varios proyectos de difusión cultural, entre ellos la Biblioteca Popular Circulante de Avilés (luego Biblioteca Pública Municipal “Bances Candamo”). 
Nació en Avilés el 12 de noviembre de 1892, hijo de Bernardo Menéndez Díaz y Manuela Alonso Álvarez. Aficionado a la literatura desde niño, publicó su primera colaboración periodística en El Diario de Avilés en 1911. En 1912 se casó con María del Carmen Díaz Gutiérrez y fruto de este matrimonio nacieron seis hijos. 
Mientras trabajaba como oficial de peluquería, siguió publicando contribuciones en distintos periódicos y revistas locales y provinciales, alcanzando cierto prestigio como escritor. También publicó artículos en revistas hispanoamericanas y obtuvo un premio en los Juegos Florales de Játiva. 
En 1918, junto con un grupo de amigos, ideó crear una biblioteca que permitiese el préstamo a domicilio. Nace así la Biblioteca Popular Circulante, que empezó a funcionar en 1920 con la cesión de un local por parte del Ayuntamiento, una subvención de 500 pesetas anuales y el nombramiento de Lumen como bibliotecario. 
Llegó a ser director de las revistas La Batelera en 1923 y El Bollo en 1924, así como de Avilés Gráfico, publicación fundada por él y que apareció por primera vez en 1925. En 1926 gana por oposición una plaza en la Secretaría del Ayuntamiento de Avilés. 
Siguiendo los ideales krausistas, participó en múltiples actividades relacionadas con la extensión de la enseñanza, la cultura y el arte al pueblo, convencido de que así se contribuía a la modernización y progreso de la sociedad. 
Interesado también por las artes plásticas, colaboró activamente en su dinamización en Avilés, organizando numerosas exposiciones de jóvenes artistas avilesinos y participando en la creación de la Sociedad de Amigos del Arte de Avilés, cuyo fin era fomentar el arte, ayudar a los artistas y crear un museo local. 
Fue militante de Izquierda Republicana, partido político fundado por Manuel Azaña en 1934. Durante la Guerra Civil Española, fue encausado por “rebelión” y, tras la celebración de un juicio sumarísimo, condenado a muerte. El 12 de noviembre de 1937, precisamente el día que cumplía 45 años, fue fusilado por fuerzas del ejército sublevado, y como en otros muchos casos borrada temporalmente su memoria. 
Además de sus artículos en revistas y periódicos, de los que no existe una recopilación, colaboró con Constantino Suárez Fernández, “Españolito”, en la elaboración de su obra Escritores y artistas asturianos: índice bio-bibliográfico, un diccionario en siete volúmenes que ofrece una completa referencia bio-bibliográfica de la literatura asturiana. 
Mirando hacia la cumbre, antología de su obra en verso publicada por Mundo Latino en 1925 y prologada por José Francés 
La hora de los imposibles, novela inédita."

En 1861 y coincidiendo con unos trabajos de remodelación interior en el Palacio Ferrera esta finca se ajardinó con la participación de un jardinero francés del que sólo se sabe que se apellidaba Ture, tal y como nos enteramos en Avilés y sus parques:
"Se sabe este dato por un registro que aparece en los papeles donde se escribían los gastos de la casa, dejando constancia entonces de un pago de 258 reales a este jardinero francés de apellido Ture, el 20 de noviembre de 1861. De todo lo que se reformó y plantó, sólo se conserva una parte pequeña de jardín que está alrededor de la pérgola construida con columnas toscanas subidas en pedestales. Así se puede concretar diciendo que a lo último del siglo XIX ya estaría reformado este espacio denominado jardín francés, adornado con fuentes, bancos de piedra con respaldo de hierro y otros adornos también de piedra."

Al crearse el parque se acondicionó en todos los aspectos. Aquí por ejemplo se han puesto placas en monolitos con los nombres de las especies arbóreas que veremos a nuestro paso


Orno (Fraxinus ornus), también llamado fresno de flor, fresno del maná o fresno florido, extendido principalmente desde el sur de Europa a Asia


Más vistas de la calle del Marqués, al otro lado del muro, hubo, aparte del de Ferrera, otro marqués prominente en La historia de Avilés, que no queremos dejar de pasar la ocasión de recordar gracias nuevamente a sus Episodios Avilesinos de El Comercio-La Voz de AvilésEl de Teverga, aquel marqués del progreso de Avilés, por el que nos enteramos además de la rivalidad entre la nobleza antigua y la nueva nobleza, de origen burgués-industrial:
"En 1856 por primera vez después de mucho tiempo, el marqués de Ferrera dejó de ser el tipo más rico de Avilés. Aquel año, las cifras cantaron que el industrial naval José García San Miguel había sobrepasado al terrateniente local en poderío económico.            
Pocos años después, la situación rozó lo inaudito cuando el naviero se iguala, en condición social, con el de Ferrera. 
Y todo por no invitar, éste, a su palacio, -como tradicionalmente hacía con los monarcas de apellido Borbón- al entonces rey de España, Amadeo I de Saboya, cuando visitó Avilés el 15 de agosto de 1872. San Miguel anduvo listo y le ofreció su mansión, situada en la esquina de las calles La Cámara con La Muralla. Y así fue, primordialmente, como le cayó un título de marqués a José García San Miguel, de origen campesino y nacido en Quiloño (Castrillón).   
Los nuevos ricos -incluidos los indianos- le ganaron la partida a la amojamada nobleza tradicional, hasta entonces propietaria del ordeno y mando. Y el poder local cambió de manos.           
El industrial José San Miguel -también alcalde de Avilés en dos ocasiones- había amasado una considerable fortuna con su flota de barcos. El negocio estaba basado en el transporte, por entonces en lamentables condiciones de riadas de emigrantes con destino a Cuba y México y en aprovechar el regreso con las bodegas llenas de productos americanos. Comercio ultramarino, le decían. 
Su hijo Julián, heredó título y negocio en 1885. Más avispado culturalmente que su padre José, el nuevo marqués navega fortuna en popa y a toda vela por la procelosa política estatal terminando anclado -en el Gobierno del liberal Sagasta- como ministro de Gracia y Justicia, en 1902.           
En su larga carrera política, Julián García San Miguel, estuvo vinculado a empresas y proyectos asturianos, pero sobre todo a la llegada del ferrocarril a Avilés en 1890, ala canalización y dragado dela Ría(donde también jugó un importante papel Estanislao Suárez-Inclán, ver LA VOZ DE AVILÉS del 7 de febrero de 2016) y a la construcción de la dársena de San Juan de Nieva. Gigantescas obras para la ciudad. 
Aunaba teoría y práctica, que dicen que era cosa bendita verlo. Uno de sus libros ‘Avilés: Noticias históricas’ (reeditado por el Ayuntamiento avilesino en 2011) aireó la historia avilesina hasta entonces bajo las siete llaves de la ignorancia, con la excepción de los ‘Anales de Avilés’ de Simón Fernández Perdones. Aunque para ello contó con abundantes datos, cosa que reconoció el marqués, del impagable estudio que por entonces David Arias García había realizado, pero no publicado.           
Julián García San Miguel fue diputado a Cortes por el distrito de Avilés, desde 1869 hasta 1907, y senador vitalicio hasta su muerte en 1911 en Olmedo (Valladolid) cuando contaba setenta años de edad.     
El largo monopolio electoral del marqués fue pudriendo la situación en sus filas políticas, apareciendo esas desgracias del caciquismo y corruptelas al por mayor. Aquello fue el acabóse político de San Miguel.   
En la defunción política, también tuvo que ver la aparición de otros brillantes personajes públicos de apellido Pedregal –un episodio aparte- que le merendaron la empanada liberal.           
Pero en el cómputo general hay que reconocer el protagonismo de Julián García San Miguel en el progreso de Avilés.           
Aquel marqués."

Por su parte el Marquesado de Ferrera estuvo vinculado en origen a esta mansión, pues era el Marquesado del Palacio de Ferrera, concesión real a sus propietarios, de cuyo nacimiento y avatares también nos informamos en Wikipedia:
"El marquesado de Ferrera es un título nobiliario español, de Castilla. Fue concedido por el rey Carlos II, con el vizcondado previo de la Herrería​ y mediante real decreto de 1697 y real despacho de 22 de febrero de 1700, en favor de Juan Alonso de Navia y Arango, noble asturiano, caballero de la Orden de Santiagoalférez mayor de Luarca, regidor perpetuo de Oviedo y de Avilés.​ 
La denominación original fue de marqués del Palacio de Ferrera, abreviada en la forma actual poco después de la creación. Con anterioridad, el concesionario había elevado al rey un memorial genealógico solicitando la merced de marqués de Villavaler, coto del concejo de Pravia cuya jurisdicción perteneció a los Navia Arango hasta que fue redimida por los vecinos a mediados del siglo xvii. Estos se opusieron en 1695 a que se crease un título con tal denominación, por lo que Juan Alonso de Navia eligió la del palacio que poseía en Avilés por su mayorazgo de los León.

Este título nobiliario toma denominación del Palacio de Ferrera, bello edificio barroco que puede contemplarse en la avilesina plaza de España, enfrente del Ayuntamiento. Fue edificado a mediados del siglo xvii por Pedro de León y Menéndez de Avilés, abuelo materno del primer marqués, quien encargó el proyecto al arquitecto trasmerano Bartolomé de Velasco Agüero. Las obras comenzaron en 1648 y terminaron hacia 1650.​ 

El solar donde fue construido —probablemente en reemplazo de una casa anterior más modesta— estaba vinculado al mayorazgo de los León, y era contiguo al conjunto de arquitectura gótica que formaban el Hospital de San Juan y su capilla aneja de igual advocación, de los que era patrono el comitente. 

Estos León avilesinos descendían por mujer de los Rodríguez de León de la casa de Trasona, pero tenían varonía González de Oviedo. Su mayorazgo incluía el patronato de dicho hospital y capilla, otra capilla con enterramientos en la antigua iglesia parroquial de San Nicolás, varios regimientos de esta villa y concejo, y otros de la ciudad de Oviedo y de los concejos de Gozón y Corvera. Había sido fundado a finales del siglo xvi por el capitán de la Carrera de Indias Bartolomé de León, que murió al servicio de S.M. en Sicilia, sobrino carnal del adelantado Pedro Menéndez de Avilés. El fundador dispuso en su testamento que con su caudal se comprase un juro de 1.100 ducados, legándolo con vínculo a su hermano Simón de León. Este fue el primer poseedor y también capitán de la Carrera de Indias, pero murió asimismo sin descendencia, por lo que sucedió en la casa un tercer hermano y capitán: Pedro Alonso de León, que después de servir al rey Felipe II en la Florida y en la Jornada de Inglaterra, casó con Mayor de Hevia y Estrada y tuvo por hijo a Pedro de León y Menéndez de Avilés, que fue quien edificó el palacio. 

El constructor del palacio casó con María de Inclán Arango y tuvo por hija y sucesora a Mayor de León y Menéndez de Avilés, que fue la segunda mujer de Álvaro Pérez de Navia y Arango, último señor de Villavaler, poseedor de la casa de los Navia en Luarcaalférez mayor de esta villa y pariente mayor del linaje. Y de este matrimonio nació Juan Alonso de Navia y Arango, que reunió las casas de sus padres y en 1700 fue creado marqués de Ferrera, merced del rey Carlos II que premiaba los servicios prestados por sus mayores a la Monarquía Hispánica. 

Ya en el siglo xix, y en virtud del parentesco que tenían sus antepasados los León con Pedro Menéndez de Avilés,el IV marqués de Ferrera litigaría por el mayorazgo que fundó el Adelantado en 1574 y por los títulos de conde de Canalejas y adelantado mayor de la Florida, a raíz de que en 1814 se extinguiera la línea directa de esta casa por muerte de Josefa Dominga Catalá de Valeriola, III duquesa de Almodóvar del Río. 

Desde su construcción, el palacio de Ferrera ha sido elegido como alojamiento por la familia real española siempre que alguno de sus miembros pernoctaba en Avilés. En agosto de 1858 el V marqués de Ferrera hospedó en él a los reyes Isabel II y Francisco de Asís y a sus hijos la infanta Isabel y el pequeño príncipe de Asturias, de ocho meses de edad. Veinte años después, aquel niño —ya flamante rey Alfonso XII— honró a esta familia con un nuevo título nobiliario: el de marqués de San Muñoz, concedido en 1878 a Lorenzo de Santa Cruz y Múxicasenador del Reino por Asturias y consorte de la VI marquesa de Ferrera. 

Después de que en 1974 falleciera el X marqués de Ferrera, sus hijos vendieron al Ayuntamiento de Avilés el extenso parque del palacio, ajardinado a la inglesa, con la condición de que fuese de libre acceso para el público y reservándose el jardín inmediato a la casa, de estilo francés. El Parque de Ferrera —ocho hectáreas de bosque en el núcleo urbano de la villa— fue inaugurado por el rey Juan Carlos I en 1976. 

En 1998 el actual marqués enajenó el palacio, que había pertenecido a su familia durante tres siglos y medio. El jardín francés pasó a ser también propiedad municipal, agregándose al parque, y el edificio fue destinado a hotel de lujo. A raíz de la venta, el marqués trasladó el archivo familiar a su palacio de Báscones, en el concejo de Grado."


El Hospital de San Juan de Avilés, para pobres y peregrinos, junto al que se hizo el Palacio de Ferrera, de la que este parque fue su finca, fue el predecesor del más famoso que existió en la actual calle Rivero, fundado en 1515 por Pedro Solís y dedicado a Nuestra Señora de la Asunción, poco más allá de este edificio que vemos al otro lado del paredón del muro, a nuestra derecha. En Hospitales de la historia de Avilés, Alberto del Río Legazpi nos lo explica resumidamente bien:
"... en las, entonces, afueras de Avilés en la llamada plaza de Fuera de la Villa (lo que hoy es la plaza de España o El Parche) había un edificio de planta y piso  dedicado a cárcel y hospital (como se ve continúa la peligrosa asociación preso–enfermo) conocido como de San Juan. Dependía del ayuntamiento y de donaciones caritativas. Fue construido en 1351 y ahí estuvo hasta el siglo XVIII, aunque al final ya solo era un asilo. 
Pero de los antiguos el de más categoría fue el Hospital de Peregrinos de Rivero construido a principios a del siglo XVI, para alojar a los peregrinos que hacían el Camino de Santiago, enorme autopista cultura, un ‘invento’ del rey asturiano Alfonso II ‘El Casto’. 
Este centro sanitario fue una donación de Pedro Solís, personaje tan oscuro como generoso, que pagó las obras de un gran edificio en el arrabal de Rivero de planta y piso levantado en torno a un patio interior con capilla y cementerio."

Pasamos a la sombra de un plátano de sombra, valga la redundancia, o si lo preferimos, Platanus hybrida, una de las especies más abundantes en parques, espacios verdes y paseos urbanos, del que leemos en Parques de Avilés I. Parque Ferrera:
"Platanus x hispanica; el origen de esta especie podría ser la hibridación entre el Platanus orientalis (Asia Menor y Central) y el Platanus occidentalis o americano (costa Este de los Estados Unidos). 

Parece ser que esta especie híbrida se da sobre todo por Europa Occidental, llegando incluso a sustituir a las variedades de las que procede. Probablemente esto pasa, porque es un árbol muy decorativo, de crecimiento rápido. Es capaz de ofrecer una sombra fresca y amplia en cualquier rincón, sea urbano o rural. 

Es un árbol grande, puede llegar a medir hasta 35 m. de altura; caducifolio y de hojas verdes. Abunda en muchos parques y jardines de la mayoría de las ciudades y pueblos de zonas templadas. También puede aparecer en calles, avenidas y paseos de las ciudades. Incluso en algunas ocasiones se cultivó en líneas paralelas para formar bóvedas vegetales, uniendo las ramas más altas de las copas. 

Emerge con un tronco muy recto, con corteza color amarillento averdosado, simulando algunas veces una ropa de camuflaje militar, lo que le da un aspecto característico. Florece en abril. Normalmente las flores brotan de dos en dos sobre el pedúnculo. Los frutos tienen forma esférica y maduran por le verano. 

Es muy resistente al mal tiempo, a la poda y a la contaminación. Necesita mucha luz para crecer. El suelo en el que se da tiene que ser fresco y fértil. Su madera es un recurso importante para la industria maderera, porque se usa en la fabricación de revestimientos y productos de carpintería. La industria del juguete también utiliza esta madera e igualmente se emplea en la construcción de traviesas de las vías del tren."

Con su correspondiente placa-monolito


La enorme finca palacial se extendió en un extremo hasta el antiguo monasterio de San Francisco del Monte, llamado así en origen por estar en un bosque de los arrabales del Avilés extramuros (La Villa). En el excelente artículo El primer pulmón verde de Asturias: el parque de Ferrera, publicado en El Comercio el 2-1-2022, el Geógrafo urbanista Rafael Suárez-Muñiz describe maravillosamente bien este gran espacio lleno de naturaleza  vegetal, así como su historia:
"Junto a uno de los arrabales medievales que permitían la entrada y salida de la villa de Avilés, nos referimos a la actual calle Galiana que era la salida hacia Grado, los marqueses de Ferrera construyeron uno de los principales hitos de la arquitectura civil barroca. Este palacio fue construido a mediados del siglo XVII por el arquitecto Bartolomé Velasco, concretamente entre 1648 y 1652, siguiendo el encargo de Pedro Menéndez de Avilés y León Quirós. Se vio claramente beneficiado por su posición extramuros en suelo rústico de entonces, frente a la muralla medieval y se hizo 22 años antes que el Ayuntamiento. Extendió sus estribaciones a meridión hasta contactar con el antiguo monasterio de los Franciscanos (actual iglesia de San Nicolás de Bari).
Señala Valdeón (1999), y coincide con Javier Sitges —último propietario del palacio—, que la última reforma se hizo hacia 1860; fue una reforma integral tanto de la fisionomía externa del conjunto arquitectónico como del interior, así como de los jardines más próximos al palacio (...) 
En 1972 pasó a ser de titularidad pública y el 1 de febrero de 1974 se aprobó en el Pleno Municipal la incorporación del nombre oficial de parque de Ferrera a la nómina de espacios públicos del Ayuntamiento de Avilés. La superficie definitiva del parque de Ferrera tras adquirirlo el Ayuntamiento es de 84.614 m2 y tenía horario de cierre a las diez de la noche."

Nos cuenta además Suárez-Muñiz que tras ser declarado parque se acometieron numerosos trasplantes, por lo que el arbolado antiguo es más bien escaso dentro del conjunto de especies existentes actualmente:
"... de cualquier modo podemos encontrar ejemplares históricos como un haya purpúrea, una extraña datura arbórea, un pequeño pero llamativo árbol del amor, arces, abedules, camelias, cedros del Atlas, avellanos, pinos de Monterey, cedros de Líbano, tejos, cipreses americanos, fresnos, hortensias, dalias, agapantos, acebos, árbol de Júpiter, liriodendros tulipífera, magnolias, plátanos de sombra, robles autóctonos y pinos canarios."

Al fondo, uno de los edificios construidos en la finca, que parece ser fue en tiempos bastante más grande aún, dice Suárez-Muñiz:
"En el siglo XVII, la máxima extensión del jardín del palacio de Ferrera pudo acercarse a los 110.000 m2. Este espacio verde cubría la manzana irregular que conformaron los arrabales medievales de Galiana (E) y Rivero (O). Por el sur está delimitado por la avenida de Cervantes y la calle Marqués. Entonces era un jardín pratense y se conocía como «la huerta de los marqueses de Ferrera». La huerta estaba donde se construyeron los palacetes que motean la calle Galiana y fue retrocediendo progresivamente hasta el año 1941, mientras aquellos se iban construyendo. Se hizo después otra más pequeña detrás del palacio y por eso se conservaban, aún en 1981, algunos árboles frutales (perales, manzanos, naranjos, ciruelos). Adosados al muro oeste del parque estuvieron los invernaderos."

Ya en 1775 se sabe que el Palacio Ferrera tenía edificios anexos como cocheras y cuadras, en los que vivían, en sus plantas superiores, los chóferes, guardeses y jardinero, disponiendo además de capilla privada. En 1890 se construyó este, el pabellón de caza o cenador


Y he aquí un eucalipto u ocalito, especie que empezó plantándose con fines ornamentales pero que pronto, dado su rápido crecimiento, se aprovechó para la construcción, la entiba de galerías mineras y, seguidamente, para la industria papelera, siendo el monocultivo imperante en gran parte de la cornisa cantábrica, volvemos a consultar Avilés y sus parques:
"Eucaliptus globulus; del latín Eucalyptus y éste del griego ευκάλυπτος, ‘bien cubierto’, haciendo referencia a las yemas de las flores. Es un árbol de la familia de las mirtaceas. Hay alrededor de 700 especies, la mayor parte de ellas de Australia. Ahora se encuentran en varias partes del mundo. 

Árbol de hoja perenne, magnífico, espectacular y de gran altura. Puede llegar a medir hasta 70 metros de alto y 2 de diámetro. Los ejemplares del parque Ferrera tienen buenas dimensiones y no muestran el aspecto al que estamos habituados para esta especie. Es significativo el tronco de los que vemos, con dimensiones considerables. La idea que tenemos de árbol bien delgado y alto, no se cumple con los eucaliptos del parque. Estas dimensiones que aquí nos encontramos  suelen darse en árboles de muchos años, solos o en formación con otros, pero no en cultivos forestales, sino en parques o jardines, plantados con motivos ornamentales. Normalmente en los cultivos forestales son más pequeños, porque se talan primero, destinados a la industria maderera. 

Tiene una raíz fuerte, que cuida del árbol cuando hace mal tiempo. Prefiere los climas húmedos y sin heladas. La temperatura no tiene que estar por debajo de los -6º o -8º. No aguanta más de diez heladas en el año y el frío es peor para las especies nuevas que para las más viejas. La temperatura más alta que puede soportar es de 40º; por lo tanto se encuentra, sobre todo, en zonas costeras donde hay una mejor humedad relativa del aire. 

Aguanta mal la competencia de otras especies (...)

La corteza es muy característica, porque se va desprendiendo en tiras que caen al suelo después de estar colgando en el árbol un tiempo, mostrando una corteza con manchas grises o pardas encima en la corteza interior, más lisa. 

Las hojas más nuevas son ovaladas y agrisadas, alargándose y cogiendo un color verde azulado cuando son más viejas. Tienen un aceite esencial, de olor balsámico característico, que es un poderoso desinfectante natural. 

Las flores son de color blanco. 

Los frutos son unas cápsulas negruzcas con una tapa gris azulada muy aromáticos. 

Los usos terapéuticos del eucalipto son numerosos. Las hojas se cuecen para curar catarros y problemas respiratorios. Se usa como ungüento, en pastillas, jarabes o vaporizaciones. El aceite sirve para aliviar dolores musculares y articulaciones, también para el herpes labial.

En España, el eucalipto llegó a Galicia en el año 1860 de la mano de Fray Rosendo Salvado, misionero en Australia que mandó unas semillas de eucalipto a la familia que tenía en Tuy. Después se plantaron varios ejemplares repartidos por la geografía española para estudiar y comparar algunas especies. Algunos de ellos se plantaron en Asturias. En los años 60 del siglo XX se siguió una política repobladora de montes con especies que crecieran rápido, como pinos y eucaliptos. Además los eucaliptos también se usaron para secar tierras, por la cantidad de agua que necesitan para crecer. Actualmente se calcula que hay unas 450.000 ha. de plantaciones de eucaliptos que representan más o menos un 1% de la superficie del país. Fue centro de muchas polémicas, manifestaciones en contra y problemas durante años por el miedo a que se extendiera y arrinconara especies consideradas autóctonas. Hay que decir que, precisamente por todos estos frentes en los que se vio involucrado, el eucalipto se convirtió en uno de los árboles más investigados. 

Por el resultado de estas investigaciones, parece ser que se comporta de una forma similar a otras especies autóctonas respecto al suelo, el agua o el fuego. Se podría incluso decir que es una de las especies mejores para hacer que la niebla se trasforme en agua y llueva."

Aquí tenemos un castaño de indias (Ausculus Hippocastanum), en este caso para saber algo de él vamos a echar mano directamente de Wikipedia:
"El castaño de Indias​ (Aesculus hippocastanum) es un árbol de gran porte perteneciente a la familia de las sapindáceas. Se denomina comúnmente falso castaño debido a que sus frutos presentan una gran similitud externa con los de los árboles del género Castanea, de la familia de las fagáceas.
Es un árbol que alcanza los 30 metros de altura. Tiene el tronco erecto que desarrolla numerosas ramas. Las hojas caducas, son grandes y opuestas, tienen un largo peciolo y están divididas en 5 o 7 foliolos. Las flores son blancas y forman panículas pirámidales. La corola tiene cinco pétalos y el cáliz tiene forma de campana.Hay 7 estambres con anteras rojo-marrón. 
El fruto, la "castaña de indias", es una cápsula con un envoltorio espinoso dehiscente en tres partes para liberar las semillas contenidas en su interior (normalmente una y en ocasiones dos), de unos 5 cm, y que presentan una piel de color marrón oscuro con una notable marca clara o blanquecina en su base. La semilla, especialmente las que son jóvenes y frescas, No son comestibles para el hombre por su alta toxicidad; pero ciertos animales son inmunes a la esculina, una saponina hemolisiante, que es el principal compuesto venenoso que contiene. 
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera que la especie es ''vulnerable''.

Contrariamente a lo que podría sugerir su nombre vernáculo "castaño de Indias" Aesculus hippocastanum es nativa de un área pequeña y fragmentada en los bosques mixtos de los montes Pindo y los bosques mixtos de los Balcanes (AlbaniaBulgaria, antigua Yugoslavia y Grecia).4​ Sin embargo, se puede encontrar en muchas partes de Europa tan al norte como Gästrikland en Suecia, así como en muchos parques y ciudades en el norte de Estados Unidos y Canadá. 

Crece allí en su área original naturalmente en bosques caducifolios mixtos, a menudo coexistiendo con carpes (Carpinus betulus), arces y tilos, en estaciones frescas y húmedas, a una altitud de 700 a 1200 m, en suelos bastante ricos, a menudo en el fondo de la pendiente de valles calizos o sobre suelos aluviales. 

Este rango original muy restringido. en realidad corresponde a un refugio donde la especie fue empujada y arrinconada durante las últimas glaciaciones. El clima del Holoceno (período climático actual) volvió a ser favorable para este castaño en gran parte de Europa, pero quedó bloqueado en el sur de los Balcanes donde se contentaba con subir de altura cuando el clima se calentaba. Esta especie tuvo un rango mucho más amplio durante el Pleistoceno temprano. Se han encontrado pólenes antiguos de esta especie que datan de interglaciares anteriores en toda Europa, incluso en la península ibérica. Ha permanecido confinado al sur de los Balcanes por topografía dado el bajo poder de dispersión de las semillas. Las castañas son muy sensibles a la desecación y no pueden germinar al aire libre en suelos demasiado secos, por lo que la especie no puede propagarse por sí sola fuera de los microhábitats frescos y húmedos. Dada la morfología de los frutos, es probable que un mamífero o un ave, posiblemente una megafauna del Pleistoceno, estuviera especializado en el consumo y dispersión de las castañas (zoocoria, como el arrendajo con las bellotas de las encinas y robles o la ardilla con las avellanas), y este animal con el que habría coevolucionado el castaño habría desaparecido durante las últimas glaciaciones, reduciendo así en gran medida el poder de dispersión y reconquista del castaño. La fauna europea actual rara vez consume castañas (sin embargo, la Cotorra de Kramer especie invasora introducida en Europa, aprecia los insectos y los consume en grandes cantidades, mientras que rechaza las castañas, por lo que podría convertirse en un nuevo agente de dispersión5​). Hoy es el hombre quien ha vuelto a dispersar la especie por toda Europa, plantándola abundantemente para la ornamentación de ciudades y parques. Los niños que juegan con castañas suelen sembrar castaños cerca, o incluso mucho más lejos al lanzarlas, por lo que la especie se ha vuelto subespontánea en gran parte de Europa."


Y por supuesto, esta es, en el césped, su preceptiva placa de identificación


Nos cuentan en Avilés y sus parques que, a finales del siglo XIX, se produce una gran reforma de toda la finca con Genaro de Llano Ponte y Prada, casado con Mª de los Remedios de Santa Cruz y Navia-Osorio, X marquesa de Ferrera:
"Genaro, con el consejo de sus amigos Ezequiel y Fortunato Selgas, propietarios de un palacio con jardín en El Pito (Cuideiru), contrató un jardinero francés de apellido Grandpont del que se conservan algunos bocetos de 1905. Así lo que se había arreglado anteriormente, se vio ahora completado por zonas bien amplias de prados cuyos límites los marcan los árboles más alejados de la propiedad y un estanque pequeño que se construyó una vez que se había saneado la zona de agua estancada."

Aquella antigua llamarga o lodazal empezaría unos metros más adelante, pues como hemos dicho nos dirigimos a ese estanque. A nuestra izquierda, entre los árboles, vemos la zona de juegos infantiles, uno de los nuevos espacios habilitados tras inaugurarse el parque público


El lugar fue ampliado en el año 2022 con nuevos elementos y este es el aspecto de su configuración actual


Y aquí a la derecha tenemos el estanque o lago, del que cuenta Suárez-Muñiz que se hizo en el citado año de 1905 "sobre una antigua depresión pantanosa rodeada de juncos y alisos, y tenía embarcadero"


Al llegar al estanque este camino, uno de los posibles a seguir para conocer el parque, se bifurca, formándose en el suelo un triángulo de césped


Y en él está el Mural de las ciudades hermanas, instalado el 28 de agosto de 2002, y que se refiere a Avilés y San Agustín de la Florida, ciudad estadounidense fundada el 8-9-1565 por Pedro Menéndez de Avilés, avilesino nacido en esta villa el 15-2-1519, dentro de su misión de expulsar a los hugonotes o protestantes franceses asentados en la zona desde tiempo atrás y dentro del contexto de las guerras de religión que asolaron el siglo XVI


Esta es la razón por la que existe un mural idéntico en San Agustín, hecho en cerámica y mostrando diversos episodios del llamado Adelantado de la Florida en su expedición


Se trata de un diseño del artista Ramón Rodríguez, hecho en cerámica, en el que colaboraron otros maestros del arte plástico de los concejos de la comarca de Avilés, cuyos nombres figuran en la composición


Escudos, banderas, navíos y personajes entre los que destaca la omnipresente y repetida figura del Adelantado, que, tras toda una vida ya de servicio a la Corona española, le tocaba la difícil misión de aniquilar a aquellos hugonotes cuyas ideas se temía podrían propagarse por la América Española


En 1556 Pedro Menéndez de Avilés, veterano ya en guerras y combates por media Europa y norte de África, es nombrado capitán general de la Armada de Indias, participando en la batalla de San Quintín al año siguiente. En 1561 dirigió una flota de galeones cargada de metales preciosos, transportados de México a España, pero tuvo la desgracia que uno de los barcos, donde viajaban su hijo y otros familiares y amigos, se perdiese


Por ello, nada más llegar de su viaje, pidió permiso para regresar y buscar a los perdidos pero no sólo le fue denegado, sino que acabó detenido, con su hermano, por desavenencias con la Casa de la Contratación de Indias, con sede en Sevilla, encargada, a manera de monopolio, de la navegación con las colonias de ultramar. La Real Academia de la Historia nos pone en conocimiento de la situación:
"... fue encarcelado veinte meses por orden de la Casa en Sevilla y se entabló proceso contra él y su hermano Bartolomé, siendo condenados, sin saberse el cargo, al pago de multas.

Al mismo tiempo, los hugonotes franceses estaban planeando asentar una colonia en Florida. Bajo el mecenazgo del almirante Gaspard de Coligny, Ribault había navegado en 1562 a América con el objetivo de establecer una colonia para albergarlos y así alejarlos del territorio francés, donde empezaban a ser perseguidos.

Exploró la costa de Florida y construyó Charlesfort en Carolina del Sur; dejó allí unos veinticinco hombres antes de regresar a Francia y ser abandonada. En 1565, Coligny le enviaría en una segunda expedición, para ayudar a los fundadores de Fort Caroline (Renato de Laudonniere), en el río San Juan, en Florida.

Menéndez pensaba ir a la costa de Florida a buscar a su hijo desaparecido, el Monarca ofreció ayudarle y le nombró adelantado (20 de marzo de 1565) a título hereditario, dándole instrucciones de expulsar a los protestantes franceses de La Florida, conquistar y colonizar aquellas regiones, explorar la costa hacia el Norte en busca de un estrecho que comunicase los océanos Atlántico y Pacífico y llevar misioneros para evangelizar a los nativos. El avilesino organizó una flota en los puertos de Cádiz, Gijón, Avilés y Santander. La escuadra constaba de veintiséis barcos y 2.646 personas."


Con la idea de anticiparse a una expedición francesa, Menéndez de Avilés salió de Cádiz el 28 de julio de 1565 sin esperar a la flota del Cantábrico, padeciendo una fuerte tempestad en medio del Atlántico que la dispersó sus buques:
"La capitana, el San Pelayo, y un patax consiguieron alcanzar Puerto Rico, aunque en muy precarias condiciones. Días después, llegarían a la isla otros cinco buques en parecido estado. Allí, Menéndez embarcó más hombres y diverso material, dirigiéndose sin más escalas a La Florida y alcanzando sus costas el 28 de agosto de 1565."

Estableció contacto con indios en la costa, quienes, comunicándose por señas con los hombres del Adelantado, les señalaron la cercanía de los hugonotes, unas veinte leguas más al norte, poniendo rumbo hacia allí:
"Descubrió a ocho leguas un puerto natural, con buena ribera, al que dio el nombre de San Agustín, santo del día que avistaron Florida. Siguiendo la dirección indicada, avistaron cuatro grandes galeones franceses fondeados (4 de septiembre) a la entrada del río San Juan. A unos cientos de metros de allí, río arriba, estaba Fort Caroline. A medianoche, los barcos españoles entraron en el río, pero los franceses, al iniciar el abordaje, huyeron a mar abierto. No pudo darles alcance, por lo que regresó a San Agustín. El día 8 tomó posesión de la tierra en nombre del Rey de España, bajo la curiosa mirada de numerosos indígenas."

Es entonces cuando manda a dos de sus barcos de más calado fuera, uno a España y otro a Santo Domingo, a esperar al resto de la armada:
"A las pocas horas de haber salido los dos barcos, llegaron a la vista de San Agustín cuatro galeones y dos pinazas franceses con seiscientos hombres a bordo y fuerte artillería, pero se desencadenó una tormenta, obligándoles a buscar refugio.

Sospechando que la flotilla pirata no podría regresar a Fort Caroline por culpa del temporal, Menéndez pensó atacarlo por tierra. El día 16 se puso en marcha al frente de quinientos soldados. Después de cuatro días de fatigosa marcha, al amanecer, sorprendió a los centinelas y penetró en el recinto, tomándolo. El alcalde de la fortaleza, René Laudonnière, y otros sesenta hugonotes, en la confusión, escaparon a la selva.

Los demás, unos 142, fueron degollados, salvándose únicamente las mujeres, los niños y los que se declararon católicos, unos setenta en total. El fuerte conquistado fue rebautizado como San Mateo. Temiendo que en su ausencia el grueso de la fuerza pirata atacase San Agustín, Menéndez emprendió el regreso. Días después de su llegada supo por los nativos que habían naufragado al sur. Salió con sus tropas (28 de septiembre) a comprobarlo, los halló, los apresó y, recordando las tropelías que éstos habían cometido contra ciudades, barcos y pasajeros, ordenó degollarlos. Sólo se salvaron veinticuatro, que confesaron ser católicos y 150 que escaparon a la selva y fueron muertos por los indios. Este lugar se conocería en el futuro como la ensenada de Matanzas. Los métodos empleados por el avilesino, tachados de crueles por muchos, hay que enjuiciarlos dentro de la época. En la segunda mitad del siglo XVI, la intolerancia y las guerras de religión eran un hecho cotidiano. Los piratas y corsarios franceses, ingleses y holandeses atacaban y asesinaban sin piedad a cuanto español pillaban y muchas veces con la complicidad de sus respectivos gobiernos. Por otro lado, el jefe de los expedicionarios españoles sabía, por los prisioneros franceses, que Ribault pensaba acabar con todos los compatriotas que estaban en Florida. Por último, a Menéndez le preocupaba la seguridad de sus hombres y la manutención de los numerosos prisioneros, el poco alimento que le quedaba no llegaba ni para ellos. Estas circunstancias, junto al fanatismo religioso del momento y el odio hacia los piratas, pudieron hacer que tomara medidas tan drásticas. Como la falta de provisiones apremiaba, decidió ir a Cuba a buscar víveres, pero el gobernador García Osorio le negó la ayuda que pedía. Estando Menéndez en La Habana, llegó un emisario real para comunicar que Francia preparaba conquistar La Florida e islas del Caribe y que Felipe II le enviaba una flota. Menéndez retornó a La Florida (10 de febrero de 1566), fondeando cerca de un pueblo de los indios calusas. Según sus informes, en esta zona había varios náufragos españoles, prisioneros de los nativos."

Y es que, además de la campaña contra los hugonotes Pedro Menéndez de Avilés deseaba fervorosamente encontrar a su hijo, sin embargo, y aunque los nativos liberaron a los presos, ninguno de ellos era su hijo Juan, que nunca más volvería a aparecer:
"Tras esta decepción, el inquieto avilesino, con tres barcos y 150 hombres, exploró las costas de Georgia y la zona meridional de Carolina del Sur. Antes de regresar, los expedicionarios edificaron en Santa Elena un fuerte de madera, el San Felipe.

Al llegar a San Agustín, Menéndez se volvió a encontrar con el panorama de la falta de abastecimiento de víveres. Luego de edificar en mejor sitio el fuerte de San Agustín se trasladó a Cuba en busca de auxilio, pero, de nuevo, las autoridades le negaron ayuda. Como último recurso vendió sus joyas, comprando maíz y cazabe —harina de mandioca— que llevó en tres navíos a la Florida. Al llegar se encontró con la armada de Sancho de Arciniega —diecisiete barcos, 1500 hombres y abundante comida—. El general portaba, además, unos despachos reales en los que Felipe II encargaba que fortificase las principales islas del Caribe para repeler el posible ataque francés. La situación crítica en que se hallaba la colonia —falta de víveres, malestar de la tropa por el retraso en abonar sus salarios, etc.— decidió al adelantado a ir a la Península para solicitar ayuda real, cosa que obtuvo, así como también el nombramiento de gobernador de Cuba, subsanando sus problemas de aprovisionamiento, y se le llenó de honores: un retrato de corte de Tiziano, miembro de la Orden de Santiago, llevar el codiciado “don”, las rentas del señorío de Santa Cruz de la Zarza, el derecho de imponer su testamento y una patente para un instrumento de medida de la longitud. El 29 de junio de 1568 se hallaba de nuevo en San Agustín con refuerzos, sorprendiéndole la terrible noticia de que en su ausencia el corsario francés Dominique de Gourgues, al frente de 280 facinerosos y varios centenares de guerreros indios, había atacado por sorpresa el fuerte de San Mateo ahorcando a la mayoría de la guarnición española. La Florida, mientras tanto, mal gobernada por los lugartenientes e invadida por los corsarios, el hambre, el fuego, las inundaciones, las enfermedades, los motines y las deserciones estaba cerca de claudicar. Los indios habían presionado en todos los asentamientos hasta reducirlos a dos, San Agustín y Santa Elena. Incapaces de hacer cualquier progreso, los jesuitas abandonaron. Después de su propia experiencia de varar en territorio indígena, el adelantado volvió a la Península y solicitó autoridad para hacer la guerra contra las naciones traidoras de la Florida y vender los apresados como esclavos. El Rey ofreció en su lugar una fuerza permanente de trescientos soldados y misioneros, en ese momento franciscanos. Animado por el voto real de confianza, Menéndez hizo planes para trasladar su casa a Santa Elena, origen del marquesado que pretendía."

Pedro Menéndez de Avilés funda en Cuba un seminario para instruir a los indígenas de Florida, envía una expedición de castigo a las costas de la actual Virginia contra los nativos que habían matado a un asentamiento de jesuitas españoles, explorando esas costas hasta Bahamas, luchando además contra los corsarios:
"Pero el Rey no permitió que su servidor se retirara a un marquesado americano y le hizo volver a la Península nombrándole capitán general de la poderosa armada que preparaba en secreto (10 de enero de 1574) para ayudar a Requesens a sofocar la rebelión del príncipe de Orange en Flandes. Nunca volvió Menéndez a ver La Florida. Dejó a su yerno natural Velasco en su lugar y se posesionó en Santander (8 de septiembre de 1574) de la flota compuesta de trescientas velas y veinte mil hombres, pero ese mismo día enfermó gravemente (víctima de un tabardillo maligno) y falleció el día 17. Pocos días antes de su muerte, dejó dispuesto en su testamento que le enterrasen en la villa de Avilés, en la iglesia de San Nicolás, donde reposaban los restos de sus antepasados. Para cumplir su mandato, poco después de su fallecimiento, fue embarcado el cadáver, pero una galerna obligó al barco a entrar en Llanes. Los restos del adelantado fueron depositados en la iglesia de esa villa, celebrándose en ella las exequias. El 8 de agosto de 1924 se produjo el traslado definitivo a la antigua iglesia de San Nicolás de Bari, en un solemne acto con presencia de autoridades americanas y españolas. (...)
El título de adelantado de la Florida continuó en los condes de Revillagigedo. La colonia que Pedro Menéndez de Avilés fundó sobrevivió más de 250 años, hasta que fue vendida a los Estados Unidos en 1821."

En cuanto a San Agustín, todo el territorio de Florida o La Florida fue vendido en 1821 a los nacientes Estados Unidos de América cuando ya se habían independizado buena parte de las repúblicas americanas, mientras, el título de Adelantado siguió siendo ostentado por parte de los marqueses de Revillagigedo


Vamos ahora el otro lado de este magnífico mural de las ciudades hermanas de Avilés y San Agustín de La Florida, cuyos contactos más estrechos arrancaron en agosto de 1924 con la llegada a Avilés de la primera delegación oficial estadounidense a España tras la guerra de 1898 entre ambos países, por la que se perdieron Cuba, Puerto Rico y Filipinas en el llamado Tratado de París de ese año


Encabezaba aquella delegación el Gobernador de la Florida, las tomas de contacto culminaron con el acta de declaración de hermanamiento en 1967, en la que se recogía "el propósito de la resolución es la buena voluntad, la comprensión y la amistad entre las personas de nuestras dos grandes naciones"


La elección de San Agustín como nombre de la nueva ciudad por Pedro Menéndez de Avilés no fue cosa hecha al azar, sino que su grandiosa feria se configuraba como la que sería la gran romería y fiesta de Avilés por antonomasia, desplazando definitivamente a la de San Nicolás, patrón de La Villa, por desavenencias con el párroco, allá por el convulso siglo XIX, de reformas liberales y desamortizaciones varias, y así lo plasma y escribe Alberto del Río Legazpi en Festejos que vienen de antiguo:
"En 1786, Joseph Townsend al escribir sobre Avilés destaca la «sorprendente Feria», se refiere al mercado anual del Carbayedo que «atrae una concurrencia considerable de extranjeros a Avilés y cada habitante se apresura a abrir su casa para recibir a sus amigos… pasan la mañana paseándose para ver las tiendas, los rebaños… y acaban el día bailando…».

En el célebre diccionario de Madoz (1845) escrito está que Avilés «Tiene una feria de ganado al año en el mes de agosto, titulada de San Roque, por dar principio el día del santo de este nombre; su mayor concurrencia es desde el día de San Bartolomé hasta el de San Agustín: á ella asisten comerciantes de Castilla, Cataluña, Valencia…»

En esta segunda mitad del siglo XIX, las relaciones entre Ayuntamiento e Iglesia eran tirantes por ser tiempos de un naciente anticlericalismo. Famoso era Manzaneda (así era conocido Francisco Martínez Manzaneda sacerdote durante años destinado en la parroquia de San Nicolás) el más popular, quizá por su fuerte carácter, entre los clérigos locales. En uno de los continuos rifirrafes que tuvo con el Ayuntamiento el alcalde en 1868, entonces Félix Graiño, llegó a exclamar «¡A este cura le hizo la boca un fraile!». Pedía demasiado.

Hasta que llegó el 6 de diciembre de 1868, en que la Corporación municipal dejó de ir a la misa, como era costumbre secular, en honor de San Nicolás patrono oficial de Avilés. Y a partir de entonces comienza a apoyar la festividad de San Agustín, como se puede ver en los libros de Actas municipales del 23 de julio de 1870 donde se acuerda encargar «los fuegos de artifi­cio para las fiestas de San Agustín» y el 2 de agosto autoriza, por primera vez, «el gasto de 4.000 reales» para dicho festejo. Una publicación de la Junta Local de Turismo de Gijón (de 1932) da el año 1879 como inicio oficial de San Agustín como patrón de Avilés por decisión municipal."


Escudo de Avilés, que refleja la relación de la villa con la marinería desde muy antiguo, y en concreto con la armada de guerra, pues representa la ruptura de la defensas de Sevilla por barcos avilesinos y como tal leemos en Wikipedia lo siguiente:
"En este escudo se representa la conquista de Sevilla y la rotura de las cadenas que protegían la ciudad, por parte de marineros asturianos y santanderinos al mando del almirante Ramón de Bonifaz y Camargo el 3 de mayo de 1248 durante el reinado del Rey Fernando III de Castilla. En él figuran la Torre del Oro sevillana y la nave, cuya proa portaba una sierra, en la que el capitán avilesino Ruí Pérez, también conocido como Ruí González y sus hombres rompieron las cadenas que unían Sevilla con Triana.​

Tras la rendición de Sevilla, quiso el Rey que tal hazaña figurara en los escudos de las villas de los capitanes de las embarcaciones del Cantábrico que habían intervenido en la conquista, lo que hicieron tanto Avilés, como Santander, capital de Cantabria."


En cuanto a la marina mercante solamente decir que el puerto comerciaba desde la Edad Media con la Europa Atlántica y el Mediterráneo, una actividad que se revela ya existiría en época romana y prerromana, pudiendo decirse otro tanto de sus pesquerías, todo ello está en el mismo origen de La Villa, amparada con el Fuero de Avilés por el rey Alfonso VI en 1085, confirmado por Alfonso VII en 1155. Leemos en el apartado de Historia de la página de la Autoridad Portuaria de Avilés:
"Es imposible comprender la actualidad del Puerto de Avilés y su proyección en el siglo XXI sin aludir a sus orígenes.

Para ello hay que remontarse a la época medieval, momento en que comienza a desarrollarse la actividad pesquera. En el siglo XII es conocido nuestro Puerto por el monopolio para la descarga de sal, al haberle sido concedido bajo régimen de contrato con la Corona de Castilla la concesión de Alfolíes, o almacenes de sal, producto indispensable de la época y cuya producción se llevó a cabo a nivel local en un principio, necesitándose más tarde su adquisición de Francia, Portugal y Cádiz a medida que la necesidad de consumo se acrecienta. De igual manera, el Puerto destacaba por su importante tráfico de lana proveniente de Castilla con destino a Europa (he ahí el primer ejemplo de intermodalidad y de definición del área de influencia del Puerto), así como por la exportación de lino, madera o vino. El impulso mercantil del Puerto tuvo también base en el hecho de que será el primer abastecedor de la ciudad de Oviedo, importante económicamente en ese periodo por ser abrigo de los peregrinos en su camino a Santiago de Compostela."

En este ambiente marinero nació y creció Pedro Menéndez de Avilés, especialmente desde que se escapó de casa con ocho o nueve años y ya empezó a trabajar en oficios de la mar. Estos fueron sus comienzos según Wikipedia:
"Pedro Menéndez de Avilés había nacido el 15 de febrero de 1519 en la villa portuaria de Avilés del Principado de Asturias, que formaba parte de la Corona española,1​ de familia hidalga.

Era el hijo segundón de Juan Alfonso Sánchez de Avilés, de igual naturaleza, y de María Alonso de Arango, oriunda del concejo de Pravia.

Su padre murió cuando él tenía ocho años, y su madre se volvió a casar. De uno y otro matrimonio nacieron veinte hijos, por lo que Pedro no heredó bienes de fortuna.

También fueron marinos sus hermanos mayores Álvar Sánchez de Avilés y Bartolomé Menéndez de Avilés.
A los ocho o nueve años escapó de casa, a raíz del segundo matrimonio de su madre. Desde entonces se dedicó a oficios relacionados con la mar, y a los catorce debió de enrolarse por primera vez como grumete de un barco de guerra en algún puerto del Cantábrico. Iniciaba así su carrera militar dedicado a perseguir a los piratas y corsarios que actuaban por dicho mar contra la flota española. A los 19, armó un barco con cincuenta hombres y con él capturó dos navíos franceses. 
Tras varios años de aventuras navales se casó con Ana María de Solís, con quien estaba capitulado desde la infancia, pero la vida de casado no le retuvo en su casa. 
En 1544 una escuadra francesa mandada por Jean Alphonse de Saintonge captura en Finisterre 18 naves vizcaínas. Menéndez de Avilés le persigue hasta el puerto de La Rochela, donde se ha refugiado, y recupera cinco de las naves, aborda la capitana y personalmente da muerte a Jean Alphonse de Saintonge. 
A pesar de las fuerzas francesas del puerto de La Rochela, Pedro Menéndez de Avilés logra salir de allí con sus presas. El emperador Carlos V le autoriza a continuar con sus acciones contra los franceses, de forma que el marino asturiano es el principal responsable de que finalicen las correrías francesas por las costas gallegas y asturianas. Su fama es tal que el emperador le encarga en 1554 que se traslade a Flandes."

De ese mismo periodo la Real Academia de la Historia nos informa que con 16 años se enrola como grumete en un navío de la flota armada para perseguir a los franceses durante la tercera guerra con Francia, y que sería ese su aprendizaje militar y marino:
"Dos años después regresó a Avilés donde sus familiares lo casaron con una jovencita de diez años llamada Ana María de Solís Cascos, prima en cuarto grado. Compró un patache pequeño y rápido y, con varios miembros de su familia, actuó de corsario sin patente. Estuvo dedicado a esta vida hasta los treinta años. (...)

Entre 1543 y 1545 sirvió Menéndez en la flota de Álvaro de Bazán. En 1545, el famoso corsario francés Jean Alphonse Saintonge aprovechó la paz para capturar, a la altura del cabo Finisterre, dieciocho embarcaciones vizcaínas cargadas de hierro, herrajes y otras mercancías de mucho valor, llevando sus presas al puerto francés de La Rochela, su base de operaciones.

Menéndez persiguió, por encargo del archiduque Maximiliano, al pirata hasta el interior de su base, donde recuperó cinco de los barcos y abordó a la capitana pirata Le Marie, hiriendo personalmente al mismo pirata, que moriría a consecuencia de las heridas. El Emperador le autorizó a continuar persiguiendo piratas, limpiando de éstos las costas cantábricas y gallegas. En 1548 armó un galeón y empezó a servir al Rey, tomando presas en el golfo de Vizcaya.

Dos años más tarde, una segunda patente le permitió perseguir corsarios en las Indias. Allí cayó en manos corsarias, y, mientras negociaba el rescate para sí mismo y su buque, se enteró de los planes de Francia para atacar las Indias. Dio la alarma y fue a la Corte para presentar un plan de defensa estratégica al Consejo de Indias."

Cuando el imperio pasaba de Carlos I a Felipe II, y en plenas guerras de religión que no eran otra cosa que de hegemonía europea y mundial, las dotes marinas de Menéndez de Avilés fueron especialmente necesarias y ahí arrancaría su relación con América y sus singladuras:
"El 12 de julio de 1551, Felipe II desembarcó en Barcelona y reasumió la regencia. Enrique II de Francia firmó con los príncipes alemanes el Tratado de Chambord (15 de enero de 1552) para luchar contra el Emperador; al tiempo que Mauricio de Sajonia se sublevaba, el francés invadió Lorena. Así comenzaba la quinta guerra con Francia. Felipe II, investido por su padre como Rey de Nápoles, se casó con su tía María Tudor (25 de julio de 1554), Reina de Inglaterra. Precisamente, ese año de 1554, Menéndez de Avilés que había sido designado capitán general de la carrera de Indias por el Emperador, contra la opinión de la Casa de Contratación, fue poco después nombrado por su hijo Felipe II lo nombró consejero en su viaje a Inglaterra para contraer matrimonio con María Tudor. Mandó una armada de 150 buques. Condujo su primera flota a las Indias en 1555, desplegando una diligencia y teniendo un éxito tal que se ganó la admiración del Emperador. 
El 25 de octubre de 1555 abdicó Carlos I dejando a su hermano Fernando el Imperio y los estados patrimoniales austríacos, y la herencia borgoñona para Felipe, salvo el Franco Condado, que conservó hasta su muerte. Posteriormente, abdicó en su hijo las Coronas castellana y aragonesa, la herencia hispana y las posesiones maternas (16 de enero de 1556). 
Crecía el daño de los corsarios en las costas españolas y no teniendo quien lo remediara, el Rey mandó que Menéndez fuera a perseguirlos, lo cual realizó en el mes de abril de 1557. Poco antes, el emperador Carlos V se había retirado a principios de febrero de 1557 a Yuste, donde murió el 21 de septiembre de 1558. 
Hallándose en mayo en Laredo descansando, el Rey lo nombró capitán general para que fuese a Flandes con la armada de su cargo, escoltando veinticuatro navíos de lanas, a llevar un auxilio de 1500 soldados y 1.200.000 ducados. Cuando se le entregó el despacho (8 de junio) solo había cuatro navíos de los ocho que la componían; decidió salir a la mar al día siguiente con los cuatro, cargando en ellos la infantería y el dinero, y escoltando los navíos de lanas. Encontró la escuadra de François Le Clerc, el famoso corsario Pata de Palo, que constaba de ocho navíos, a los que hizo huir, menos a uno que hundió. Siguió la navegación y en quince días estaba desembarcando la infantería y el dinero en Calais y los navíos de lanas en Gelanda; con esta rápida acción colaboró decisivamente a la victoria en la Batalla de San Quintín. 
Sirvió durante dos años en la armada de Flandes, convoyando hombres, dinero y material de los ejércitos de España y aliados. 
Tras una nueva derrota francesa en Gravelinas, Enrique II de Francia se vio obligado a firmar la paz con Felipe II. Ésta se firmó el 3 de abril de 1559 en Cateau-Cambresis. Una vez restaurada la paz, Menéndez de Avilés mandó la flota de cincuenta velas que trajo a Felipe II de vuelta a España. Lo designó para mandar la flota y armada de Indias, que iba a salir en 1560, a petición del Real Consejo de Indias. Realizó el viaje con más éxito a América, repitiendo al año siguiente."


El resto de la historia, la desaparición de su hijo y su ansiosa búsqueda dentro de la destrucción de los enclaves hugonotes en Florida pasarían a ser los episodios más conocidos de su biografía, de la que esta es la versión de la Wikipedia:

En 1549 se encargó de perseguir al corsario francés Juan Alfonso Portugués, al que prendió en el puerto de La Rochela.

En 1552 comienza sus viajes a América como capitán de distintos barcos. Ese mismo año también fue capturado por los piratas y rescatado previo pago de un rescate. Dos años más tarde, cuando tenía 35 años, fue nombrado Capitán General de la flota de Indias por Felipe II, cargo que ocupará en nueve ocasiones desde 1555 hasta 1574. Tenía 46 años cuando alcanzó el máximo grado dentro de la Armada española.

En 1554 estuvo al mando de la flota que envió el rey Felipe II a Inglaterra cuando se iba a casar con la reina María.

En 1555 mandaba la flota del Virrey del Perú Andrés Hurtado de Mendoza, que zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 15 de octubre con setenta y ocho navíos mercantes, dos galeones de armada y tres carabelas grandes. Ese mismo año, sin contar con el parecer de los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla, el rey le encomendó la misión de transportar los tesoros de Indias, codiciados por los piratas que se paseaban por el mar Caribe, y con solo seis naves para proteger la flota, compuesta por más de setenta mercantes, logró llegar con éxito a Sevilla. Desde entonces los oficiales de la Casa de Contratación lo consideraron su enemigo.

En 1556 fue nombrado capitán general de la Armada de Indias, y al año siguiente participó en la Batalla de San Quintín. En 1561 dirigió una gran flota de galeones que trasportaban metales preciosos desde México hasta España. Cuando llegó a su destino en España, pidió permiso para regresar en busca de un buque perdido, pero el permiso le fue denegado. Este era el buque donde viajaba su hijo y otros familiares y amigos.

Entonces es detenido por la Casa de la Contratación de Sevilla junto con su hermano, el también marino Bartolomé Menéndez de Avilés, que le había acompañado en aquel viaje. Dos años está encarcelado por razones poco claras, hasta que logra salir apelando al rey, que hizo que lo juzgasen, siendo condenados los hermanos a pagar una exigua multa.

Una vez fuera de la cárcel consiguió que le permitieran buscar a su hijo que creía náufrago en la Florida bajo la condición de que debería explorar y colonizar La Florida como adelantado del rey Felipe II, título reconocido por el monarca en 1565. Para tal propósito financió de su propio bolsillo una expedición. Cuando estaba a punto de zarpar, llegaron órdenes de que debía eliminar a todos los intrusos protestantes que se encontraran allí o en cualquier rincón de las Indias.

Esto se debía a que el 22 de junio de 1564, una expedición francesa formada por tres barcos y 300 colonos, principalmente hugonotes, había fundado Fort Caroline, dirigidos por René Goulaine de Laudonnière (reforzados después por 800 colonos, marinos y soldados y 7 barcos de Jean Ribault llegados al año siguiente), desde donde se lanzaron diversos ataques contra colonias y barcos españoles, lo que motivó que el rey Felipe II ordenara una expedición de castigo. Los franceses rápidamente se aliaron con los caciques Saturiwa y Utina de los timucuas, apoyándolos con hombres en sus luchas contra sus rivales, en especial, Potano.

Menéndez fracasó en su intento de atacar por mar el fuerte francés con cuatro barcos, retirándose a su campamento, la futura ciudad de San Agustín, lo que motivó un contraataque de Ribault con cinco barcos y 500 hombres, que fueron hundidos por un huracán. Con la flota enemiga destruida, decidió atacar el fuerte marchando por tierra para evitar perder sus navíos por las tormentas. Durante la marcha de tres días perdió a cien de sus quinientos soldados por enfermedades y deserciones.

Llegó a Fort Caroline el 28 de agosto, día de San Agustín. La colonia francesa tenía apenas 150 habitantes, pero solo 20 eran hombres capaces de luchar y estaban dirigidos por Laudonnière, que se encontraba enfermo. En un asalto por sorpresa tomaron el fuerte y los franceses supervivientes tuvieron que escapar en los barcos que aún quedaban en el puerto. Rápidamente volvió a San Agustín y masacró a inicios de octubre a los supervivientes del naufragio de la flota francesa. El lugar pasó a ser conocido como la bahía de Matanzas. Posteriormente el 8 de septiembre de 1565, fundó en tal lugar el fuerte de San Agustín, que se convertiría en la ciudad más antigua de los Estados Unidos."

Escudo de la estirpe. Tras la campaña de Florida Menéndez de Avilés continuó persiguiendo a los piratas del Caribe, regresando a España en 1567 para regresar como gobernador de Cuba, a su regreso la muerte le sorprenderá en Santander el 16 de septiembre de 1574, cuando preparaba una flota de ataque a Inglaterra:
"Después de estos hechos recorrió el Caribe persiguiendo a piratas y regresó a España en 1567. En 1568 pidió ayuda al rey por serle negada esta por el gobernador de Cuba para ayudar a los colonos de La Florida. El rey no solo escuchó su petición, sino que le nombró gobernador de Cuba. Una vez que hubo tomado posesión de su cargo, vuelve a La Florida para socorrer a los españoles de aquella colonia que habían quedado en malas condiciones. 
Como gobernador de Cuba mandó levantar su primera carta geográfica, además recorrió las costas de los actuales estados de FloridaGeorgiaCarolina del Sur y el Canal de Bahamas, capturando y eliminado a los corsarios de aquella zona. 
Murió a su regreso a España en Santander, cuando el rey le había encomendado organizar una armada para atacar Inglaterra y apoyar a Luis de Requesens en Flandes. El sistema de flotas que diseñó España para comerciar con América a partir de 1561, estuvo inspirado en un memorial suyo, por lo que se le considera el padre de ese sistema de navegación. Su legado, en forma de testamento, se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz. 
Sus restos mortales se hallan en la iglesia de San Antonio de su ciudad natal. En su honor, Avilés recibe el nombre de Villa del Adelantado."


Sobre la vida y figura de Pedro Menéndez de Avilés volveremos a hablar a lo largo de nuestro recorrido por el Camino de Santiago que atraviesa La Villa, sobre todo en los lugares especialmente con él vinculados. Nosotros ahora desde el gran panel cerámico nos dirigimos a este bello estanque del Parque Ferrera hecho, como hemos dicho, en un barrizal y junquera a principios del siglo XX, ahora plantada de umeros o alisos alrededor de la charca, especie de la que leeremos en Avilés y sus parques:
"Alnus glutinosa; Alnus, puede proceder de las palabras celtas al, ‘cerca’ y lan, ‘orilla del río’, quizás indicando los sitios donde hay alisos, siempre húmedos. Glutinosa, tiene el significado de ‘pegajoso’. Varias partes de este árbol cuando son nuevas son pegajosas: cañas, ramas o brotes. 

Tiene una altura media, entre 20-30 m. Suele tener la hoja verde hasta el invierno y desde esta estación hasta la primavera es cuando florece. Tiene el tronco derecho. La corteza es clara y fina. Su madera resiste mucho a la humedad, prácticamente no podrece nunca; por lo tanto, se usa mucho en carpintería para cosas que estén en contacto continuamente con el agua: remos, molinos, barricas para sidra o madreñas. Un ejemplo algo alejado de nuestra cultura puede ser Venecia, ciudad en la que algunos cimientos están hechos con la madera del aliso. Esta madera es clara, pero una vez que se tala se vuelve encarnada tirando a naranja; por eso en muchos países de Europa creían que era un árbol embrujado."

Una senda enlosada recorre la orilla del lago, cerrado por una barandilla de cierre modelo sol, periódicamente se realiza una limpieza general para la retirada de lodos acumulados. Para ello se retira la fauna piscícola y terrestre que vive aquí, esta es una noticia al respecto en El Comercio del 29-87-2023:
"Las tareas de limpieza del estanque del parque de Ferrera han concluido con su llenado y la devolución de nuevo al agua de las doscientas carpas que habían sido trasladadas al vivero de La Lleda para poder retirar los lodos y la suciedad. En la isla del estanque y alrededores viven ocho ocas y tres patos, que también fueron reubicados. A ellos se les preparó un recinto junto al estanque para que pudieran estar protegidos mientras se ejecutaron las operaciones de limpieza. 
A lo largo de estos últimos días, trabajadores de Urbaser extrajeron los lodos acumulados, originados en su mayoría por los depósitos de hojas. Además de las tareas de retirada y limpieza, se repararon pequeñas fisuras que afectaban a algunas zonas en el fondo del estanque, con la consiguiente pérdida de agua.

Se reflejan los árboles en las aguas. Fue este en sus tiempos el mayor jardín palacial de Asturias, ni siquiera en Gijón/Xixón ni en Oviedo/Uviéu llegó a existir en los siglos XVIII y XIX un jardín nobiliario privado tan grande en sus cascos urbanos ni de tanta variedad botánica


A veces se le llama el Estanque de los Patos y constituye un espacio de gran frescor en el Parque Ferrera, "un espacio natural amplio, bello y tranquilo que cientos de personas, de todas las generaciones aprecian y disfrutan diariamente", dicen en Avilés Turismo


Paseamos por la ribera de este estanque del jardín estilo inglés, claramente diferenciado del jardín francés que veremos después, al ir llegando al palacio. Consultamos nuevamente Turismo Avilés:
El primero combina espacios abiertos de pradería, estanque acuático y zonas boscosas con ejemplares centenarios de tejos, cedros, pinos, robles, abedules, castaños, etc. El segundo posee todos los elementos que definen un jardín palaciego: arbolado, pérgolas, fuentes y trazados singulares de boj configurando los parterres.

El perfil viajero mmozamiz realiza esta alabanza de Avilés en minube en base a este su gran Parque Ferrera, el Pulmón Verde de Avilés por excelencia:
"Avilés es una de las ciudades más bonitas de Asturias y eso ya es complicado, porque estamos hablando de una comunidad impresionante. Una de las cosas que más llaman la atención es la cantidad de parques que posee y el tamaño de los mismos. El más importante sin duda es el parque Ferrera, un lugar de unas dimensiones espectaculares donde se puede hacer de todo y para todos los gustos. Los amantes de los animales van a encontrar en este lugar una gran variedad de especies acuáticas, cisnes, patos, ocas, etc., que además están acostumbradas a los turistas y a la gente y no se inmutan a no ser que te acerques muchísimo. Estos animales están normalmente en la zona del estanque, una zona preciosa donde también podemos encontrar grandes sombras que son de agradecer sobre todo en verano, pero nos los podemos encontrar en cualquier otra parque del parque porque se han acostumbrado a pasear a sus anchas.

Otra de las cosas que no falta en el parque Ferrera son las zonas ajardinadas. Son muy amplias y está permitido pisarlas, así que en verano muchos aprovechan para tomar el sol en este lugar, van con una toalla y se tumban en la hierba durante horas.

En el parque Ferrera hay también numerosos bancos, caminitos empedrados que recorren el lugar, todo tipo de árboles, en fin, un sitio donde te puedes olvidar de todo y donde la tranquilidad está asegurada.

Por cierto, este parque se encuentra en el centro de Avilés, así que no es nada complicado encontrarlo"

Antes del paso de este espacio a titularidad pública, decir en Avilés "el parque" era referirse al Parque del Muelle, al que también dedicamos en este blog una entrada especial, pues, como este, lo veremos al paso mismo del Camino, saliendo de La Villa a Sabugo. Otro parque, el de Les Meanes, era realmente una explanada para las casetas, tómbolas y caballitos de las fiestas de San Agustín, como bien refleja la Cronista Oficial de Avilés, Pepa Sanz Fuentes, en Mi parque como nuevo, artículo publicado en La Nueva España el 28-8-2023


En medio del estanque, una islita, La Isla los Patos con su caseta y red de protección en su criadero. La página Descubrir incluye al Ferrera entre Los 20 parques urbanos más bonitos de España:
"La ciudad asturiana de Avilés cuenta con numerosos parques públicos, pero sin duda el más bello y especial es el parque de Ferrera. Este espacio verde se ubica en pleno centro y se diseñó sobre lo que era la finca propiedad de los marqueses de Ferrera, de ahí su nombre. Desde la década de los setenta del siglo XX es propiedad del ayuntamiento. Al recorrerlo descubrirás dos áreas diferenciadas: por un lado el Jardín Francés, con sus fuentes, pérgolas, árboles y parterres; y por otro, el parque de estilo inglés, con espacios abiertos y arboledas centenarias. Permanece abierto de 07.00 horas a las 23.00 horas."

Y en Turismo Avilés no dudan en empezar precisamente por el estanque para glosar las excelencias de este mágico paraje:
"Tiene estanque, zona deportiva, acceso a la biblioteca, gran variedad de especies de árboles, algunos con cientos de años, ¿crees que hablamos del parque del Retiro?, pues no, es el parque de Ferrera, uno de los lugares que no puedes dejar de visitar si quieres pasear con tranquilidad y rodeado de naturaleza.

Fue durante muchos años el lugar de recreo de los marqueses de Ferrera al estar situado en la parte trasera de su palacio, hasta que fue adquirido por el Ayuntamiento de Avilés en 1974 y, tras su rehabilitación, fue inaugurado por los reyes en 1976, tras el desembolso de 91 millones de las antiguas pesetas, lo que serían ahora 547.000 €.

Se trata de un jardín de estilo inglés con una superficie de 81.000 metros cuadrados que actualmente es el gran pulmón verde de la ciudad.

Cuenta con una gran variedad de árboles, pinos, robles, tejos, abedules, etc, algunos de ellos centenarios. Uno de los tejos se estima que pueda tener más de 400 años, lo que significaría que ya estaría en la finca antes de la construcción del propio palacio.

Sitio perfecto para pasear o incluso correr, ya que cuenta con un circuito deportivo con algún aparato de gimnasia, tiene zona de juegos para los niños, un estanque donde habitan distintas aves (patos, ocas, cisnes), baños públicos, un aula medioambiental y un quiosco de la música donde se celebran conciertos."


Algunas de esas bellezas y rincones las hemos visto, otras las iremos conociendo según continuamos nuestro recorrido, el cual realmente no ha hecho aún nada más que empezar, disfrutemos del paseo 


Nos dice Rafael-Suárez Muñiz que en el año 1941, es decir, cuando este aún era un espacio cerrado y privado, un huracán echó abajo nada menos que 98 árboles antiguos, un verdadero desastre en el que fueron abatidos varios olmos comunes y un cedro del Líbano. Sobrevivió, eso sí, un castaño de indias (hasta 1960) y otro gran ocalito que veremos luego, junto a la tapia de la Avenida Cervantes


Posteriormente, durante los años del desarrollismo, el lugar estuvo a punto de desaparecer sepultado por una nueva carretera de circunvalación. Escribe aquel capítulo, no demasiado conocido, y que afectaba también a la histórica calle Galiana, el Parque de Versalles y otros lugares, el historiador Pablo Batalla Cueto en Cuando el pueblo de Avilés salvó el parque Ferrera, artículo publicado en Nortes, de Público, el 22-4-2023:
"El parque Ferrera es uno de los emblemas de Avilés: un enorme pulmón de 81.000 metros cuadrados en pleno centro de la ciudad, con su parque inglés y su jardín francés y sus zonas boscosas con ejemplares centenarios de tejos, cedros, pinos, robles, abedules o castaños. Propiedad durante siglos de los sucesivos marqueses de Ferrera, parte de la finca del palacio del mismo nombre, el Ayuntamiento lo adquirió para uso público en los setenta, y fue inaugurado por el rey Juan Carlos I en mayo de 1976. Pero el parque Ferrera que conocemos hoy, el centro de Avilés que hoy conocemos en general, podría haber sido muy distinto. Lo que determinó que la ciudad tenga su forma actual fue una vigorosa movilización ciudadana. Una carretera podría haber destruido el parque. 
Era aquel el Avilés desarrollista; una ciudad que había crecido brusca, desordenadamente, al compás de una afluencia masiva de migrantes interiores, llegados de todas partes de España para alimentar las necesidades de brazos de una industria boyante. Ya a finales de los sesenta, una revisión del Plan General de Ordenación vigente desde 1956 se había encontrado con movilizaciones en contra de la pretensión de demoler las últimas casas de la calle de Galiana (números 39, 41 y 41 bis), que obstaculizaban la creación de una ronda interior y de construir en aquella zona con grandes alturas. En aquel momento —como cuenta Juan Carlos de la Madrid en una entrada de su blog—, fue crucial la intervención de Luis Menéndez Pidal, por aquel entonces Arquitecto Conservador de Zona, que redactó un informe con el que la Dirección General de Bellas Artes paralizó la aprobación del nuevo plan en tanto no se respetase la integridad de Galiana. Aquella era —rezaba el informe, con fecha 25 de octubre de 1969— «uno de los ejemplos urbanísticos de vía porticada más interesantes de nuestra Nación». 
Se desataba así una pugna que duró años: Ayuntamiento contra Bellas Artes. Y que la democracia naciente revitalizó con la aparición de los partidos políticos, que rápidamente aglutinaron esfuerzos en una así llamada Plataforma para la Defensa del Patrimonio Artístico y Cultural de Asturias. Contaba con el apoyo de UCD, PSOE, PSP, PCE, MCA, ORT, Izquierda Democrática y Falange Auténtica, así como de la Asociación Asturiana de Pintores y Escultores, la Asociación de Amas de Casa, el Club Delta y la Asociación de Vecinos de Avilés Centro. En diciembre de 1977, los vecinos recibían notificaciones oficiales del Ministerio de Obras Públicas anunciándoles la expropiación de sus fincas y el derribo de los edificios. Las movilizaciones, que ya venían de atrás, se sucederían durante todo el año siguiente, hasta que la Dirección General de Bellas Artes decidió paralizar la obra. 
El parque Ferrera es uno de los emblemas de Avilés: un enorme pulmón de 81.000 metros cuadrados en pleno centro de la ciudad, con su parque inglés y su jardín francés y sus zonas boscosas con ejemplares centenarios de tejos, cedros, pinos, robles, abedules o castaños. Propiedad durante siglos de los sucesivos marqueses de Ferrera, parte de la finca del palacio del mismo nombre, el Ayuntamiento lo adquirió para uso público en los setenta, y fue inaugurado por el rey Juan Carlos I en mayo de 1976. Pero el parque Ferrera que conocemos hoy, el centro de Avilés que hoy conocemos en general, podría haber sido muy distinto. Lo que determinó que la ciudad tenga su forma actual fue una vigorosa movilización ciudadana. Una carretera podría haber destruido el parque."

Las pancartas, dice Batalla, rezaban por entonces con unanimidad "Salvemos el parque", y aunque aún apenas se decía la palabra ecologistas, ya existía una gran sensibilidad por la naturaleza y las zonas verdes, máxime en una ciudad tan industrializada como Avilés. Así, por ejemplo, el poeta Manuel Suárez publicaba en El Comercio del 28 de agosto de 1976 estos versos dedicados a esta reivindicación
Parque de Ferrera,
parque avilesino,
remanso de paz,
descanso del camino.

Del recinto fortaleza
 que alberga tu gran pulmón
va manando el aire puro/
que evita la polución.

Con tu frondosa arboleda, 
y tu edad de muchos años,
tu panorama es tan bello
que recuerda lo primario.
Dentro de esta sobriedad
y de tu rústica forma,
voy contemplando tu suelo
como a una gigantesca alfombra.
Qué placer ver caminar
por tus cuidados senderos
la gente en pequeños grupos
y ver sentado al abuelo.

Desde la carpa que cubre
tu matizado verdor
todo en ti invita al sosiego
y a una paz llena de amor.

Estas líneas mal rimadas
serían propias de un poeta
que con su pluma aireara
un cuadro de tal belleza.

Mas, a mi modo y con pasión,
te canto como sé y puedo,
lanzando mi pluma al ruedo
con todo mi corazón

De la mano de Pablo Batalla nos enteramos de otra poesía publicada en el mismo periódico, titulada Pelu a pelu pelanon a Pedru y firmada el 25-9-1977 por B. Guardado Rodríguez:
Dicen que pelu a pelu 
un que t’arrincu hoy y utru mañana 
dexanon calvu a Pedro.
Quiciaves qu’algu asina se pretenda,
según cunta la xente de la villa
col Parque de Ferrera.

Que si por isti llau quiten un cachu
y arramplen por allá con utru tantu,
si desmenuye el prau
y mengua l’arbolea,
tá la xente no ciertu
de que’l dichosu parque queda’l probe
tan escasu de pelu como Pedru.

Dalgún desaxerau, siempre hay de to
 non deja de glayar que si’l proyetu
que se tién proyetau se lleva a cabu,
y los que vengan llueu
non va quedar más cosa
del parque d’isti pueblu
que’l casetu llamau de los servicios:
o seya, el mexaderu.

Yo non sé d’orbanismu, peru estimu
que si ye necesaria la tal calle
que traten de facer,
xamás ha de ser menos
precisu pa la villa isi aire sanu
que respiren nel parque tantos neños
como nel se cobixen/
(Los neños y los vieyos).

Au llimpien los pelmones del venenu
de tanta porquería
como enunda les calles d’isti pueblu.

Ya que ye bien sabíu
qu’hay más mierda nel cielu d’esta villa
que’n palu un gallineru
(Y qu’adespense el palu).

Y si lo pocu qu’hay pa combatilu
ye’l parque de Ferrera
y quieren cercenalu
dexándolu tan calvu como a Pedro,
cuasi seyá meyor quitalu tou.
¡Tou! Hasta’l mexaderu».

Llegaba entonces el 8 de octubre de 1877 cuando la Coordinadora Pro-Parque entrega 6.000 firmas recogidas en favor del parque al por entonces alcalde Ricardo Fernández, en reunión con él solicitada para tratar del asunto de conservar el que podría ser el gran pulmón verde avilesino recientemente ganado para la ciudadanía


Unos días después se celebraba una manifestación, convocada para el 22 de noviembre, en la que participaron unas 2.000 personas y que contó con el apoyo de partidos políticos, asociaciones vecinales y centrales sindicales junto con otras entidades:
"En el comunicado, se expresaba, como siempre, la convicción de que tan importante era conservar el parque, «lugar de solaz del pueblo avilesino y coadyuvador en las funciones de equilibrio ecológico en esta zona de extraordinaria contaminación ambiental», como «que se lleve a efecto la primera ronda por considerarla imprescindible para el desahogo de la caótica situación de la circulación rodada», pero también la de que era posible encontrar «una solución que haga compatibles estas dos cuestiones». El músico Xune Elipe, líder de la banda Dixebra, recuerda vagamente aquellas manifestaciones, pero con nitidez la impresión de la primera vez que entró en el parque Ferrera: «Foi per aquel tiempu, nunes visites organizaes pol movimientu na so defensa, y abluqué de qu’aquel espaciu verde tuviere metanes el centru de La Villa. Un llugar impresionante, que tuviere munchos años “escondíu”, nuna ciudá industrial como yera Avilés naquel tiempu con aquella ayalga que se recuperara y que corría peligru»

Al final, como dice Batalla, el parque se salvó pues se pusieron en marcha otras alternativas para el paso de la carretera que lo amenazaba:
"Había, efectivamente, otras soluciones; la ronda pasó finalmente por otro sitio, y no destruyó el parque Ferrera. Tampoco el parque Reconquista de Versalles, que también pudo ser destruido, y en torno al cual se generó igualmente, por las mismas fechas, una fuerte movilización. La castigada y ahora remozada Avilés es hoy más verde de lo que podría haber sido gracias a quienes participaron en ella."

Y así fue como se pudo preservar esta maravilla para el ocio y disfrute de vecinos y visitantes, entre ellos, los muchos peregrinos que pasan por Rivero, algunos pernoctando en el cercano albergue Pedro Solís (calle Magdalena), que ostenta el nombre del fundador del que existió en dicha calle


Y así, podemos también deleitarnos con la lectura de los grandes divulgadores de las excelencias del  Parque Ferrera, como Rafael Suárez-Muñiz, cuando escribe:
"Si Avilés tiene el casco histórico mejor tratado y mejor conservado de Asturias, con una legibilidad pasmosa de sus facciones urbanas, hemos de decir que Avilés cuenta, sin duda, con el parque urbano más genuino, por su carácter histórico y veraz: era un verdadero jardín, antes de ser parque, con especies vegetales —pocas hoy— originales, amén de ser uno de los mayores de Asturias. Se alternan los estilos de jardinería versallesca, el laberinto de boj desaparecido, el paisajismo inglés con bosquetes de frondosas, espacios clareados, superficies pratenses, plantaciones dispersas hechas por golpes, etc."

Pronto veremos también el lugar en el que estuvo aquel laberinto vegetal dentro de este impresionante parque urbano de excelsa naturaleza:
"El naturalismo invadió el concepto estilístico de esta materialización arbórea, porque es eso, un pulmón verde en el centro de Avilés de predominio arbóreo, que en siglos posteriores los jardineros de la casa de Ferrera irían reacondicionando, por ejemplo con el orden de la plantación y el diseño de los extensos e irregulares parterres para darle ese aire de jardinería paisajista inglesa. La primera gran transformación, indica Aurelio Gabaldón (1981) en su tesis doctoral, «tuvo lugar entre los años 1.904 y 1.905, aunque se tardará en ejecutar todas las labores unos cuatro años más (1.909)». Genaro Llano-Ponte y Prada fue el impulsor del cambio de jardinería al entrar en contacto con los hermanos Selgas y establecer amistad con el jardinero del palacio de ellos en Cudillero, un paisajista francés llamado Pierre Grandpont."

Las gaviotas, cómo no, también se acercan al estanque del Parque Ferrera, una de las especies más llamativas es la gaviota Delaware, que migra desde los Estados Unidos, a ella le dedica Alejandro Jambrina el artículo Vuelos desde Delaware a Avilés, en La Voz de Avilés del 17-4-2023:
"Es realmente difícil imaginar la resistencia que debe de tener una pequeña ave que mide apenas medio metro de longitud para ser capaz de recorrer más de 6.000 kilómetros sobre el océano Atlántico batiendo sus alas durante semanas. Es sin duda una hazaña inverosímil, pero esa es realmente la distancia que recorre desde hace seis años un ejemplar de 'Larus Delawarensis', más conocido como Gaviota Delaware, que acostumbrada a los fríos climas norteamericanos y canadienses, un día decidió invernar en la costa avilesina. 
Los encargados de avistar y registrar sus viajes transoceánicos, como siempre, son los miembros del Grupo de Ornitología Mavea, que avalan la singularidad de este ejemplar. «Se trata de un espécimen que lleva seis años invernando en Avilés y no tenemos muy claro el por qué. Lo hace en cola del estuario de la ría y también en el parque de Ferrera», explica César Álvarez Laó, que ha sido capaz de fotografiarla.
Según el ornitólogo avilesino, «se trata de una especie divagante que realmente no tiene unos patrones fijos. Cruza el Atlántico para pasar el invierno aquí y fue en los años 80 cuando empezó a verse en el oeste de Europa sin un motivo aparente». 
Se sabe que las poblaciones de gaviotas Delaware que había en los grandes lagos americanos empezaron a disminuir y aquí tampoco es que haya muchos ejemplares, por lo que es un privilegio para el ecosistema avilesino. «De tamaño es intermedia entre una gaviota patiamarilla y una reidora. Se le reconoce muy bien porque tiene las patas verdes y pico amarillo con anillo negro, además, esta en particular tiene una cicatriz muy singular en el pico», indica Álvarez Laó." 

Otra especie vista en este parque es la Garza real o Ardea Cinerea, no muy abundante en España como ave nidificante pero que está en proceso de expansión, tanto es así que suele encontrarse durante los inviernos y en sus migraciones 
"Queda patente que Avilés y su ecosistema es propicio para acoger todo tipo de aves invernantes y esta aventurera norteamericana no es la única que ha establecido una base fija en nuestra costa. Este año, y por cuarto invierno consecutivo, se ha vuelto a ver a un pareja de Garza Real en el parque de Ferrera, toda una experiencia para los amantes de las aves. 
«Los adultos salen a pescar en la cola de la ría y luego hacen los nidos en el parque. Además, este año han llegado tempranísimo, hubo dos pollos que ya salieron en febrero y están haciendo sus primeros vuelos», comenta el ornitólogo César Álvarez Laó, que igual que con la gaviota Delaware, también en esta ocasión ha sido capaz de registrar con su cámara a alguno de estos ejemplares."

La zona de juegos infantiles, a nuestra izquierda. Dentro de la iniciativa A jugar al Parque se realizan actividades físicas semanales para niños y niñas de 5 a 12 años


La isla del lago y la caseta de los patos, vista desde atrás, según seguimos camino. Una de las características del estilo inglés son elementos plenamente naturalistas o románticos como estos estanques o lagos, también artificiales pero que buscan parecerse a los que no lo son


El estilo de parque inglés tuvo su origen en la Inglaterra del siglo XVII, basados plenamente en la naturaleza aunque no pueden considerarse espacios naturales propiamente dichos ni mucho menos salvajes o silvestres, "porque la final son tan artificiales y sofisticados como el modelo francés que estaba de moda antes", leemos en Avilés y sus parques


Mónica Corredera, periodista especializada en decoración señala estas claves para reconocer un jardín inglés, las cuales expone en un artículo dedicado al respecto en la revista Hola, edición digital del 10-2-2022:
"Los jardines ingleses hacen gala de unas características muy definidas, que no dejan lugar a dudas sobre su verdadera esencia.

- Para empezar abundan los espacios abiertos, con vegetación abundante y no demasiado ordenados. Esto proporciona una gran sensación de amplitud.

- La importancia del agua. No pueden faltar elementos de agua como estanques, lagos, pequeños riachuelos, etc. Aportan un toque natural.

- Los jardines de estilo inglés respetan la orografía del terreno (lomas, colinas, desniveles, etc.).

- Trazar caminos es importante en el jardín inglés, de forma que se establezcan recorridos para disfrutar del paisajismo, y del paso de las estaciones en el terreno. Lo más habitual es que el jardín inglés apueste por senderos sinuosos que se adapten al relieve del jardín."

Efectivamente, el trazado de caminos por la campiña es otra característica del jardín de estilo inglés, en el Parque Ferrera hay una red de senderos que nos permiten reconocer todos sus rincones


Dice Corredera que estos jardines "hacen gala de una belleza y un encanto especial" cuya etapa de mayor esplendor fue  en la Inglaterra del siglo XVIII, es decir pues, son anteriores mismamente a la época victoriana, "aunque hoy continúan estando de plena actualidad", a lo que añade:
"Románticos, naturales y sobre todo auténticos. Así son los jardines de estilo inglés: espacios que buscan reflejar en la medida de lo posible la naturaleza tal y como es. Pretenden mantener intacta la esencia del lugar a través de un diseño natural, con árboles y elementos vegetales propios de la zona donde se encuentra el jardín.

En este sentido las plantas crecen a su libre albedrío (dentro de unos límites) y, aunque se establece un orden a respetar, la estructura del jardín prescinde de esquemas demasiado encorsetados."


La ribera del estanque, pisada por los animales que constituyen su fauna, en parte permanente y en parte migratoria. La concepción de un jardín inglés favorece especialmente su presencia


Diversas especies de ánades, este planteamiento de parque responde en buena parte al del llamado jardín salvaje, en el que interactúan flora y fauna de igual o muy parecida manera que en el entorno natural, componiendo un pequeño ecosistema artificial


Continuamos camino, yendo ahora en dirección al otro extremo del parque, hacia la calle Galiana. Existen, recalcamos, diversas sendas que se cruzan y enlazan aquí y allá a discreción, nosotros escogemos uno de los posibles itinerarios, no señalizados de antemano, como bien dicen en Avilés y sus parques:
"Los caminos no son fáciles, presentan recovecos y una vegetación que parece salvaje, aunque no lo sea. No se marcan los itinerarios. Se conservan y aprovechan los terrenos con desniveles. Hay gran presencia de arbustos, maleza y elementos arquitectónicos que participan en la decoración: piedras, bancos que suelen colocarse en sitios donde poder contemplar una parte que tenga agua o aprovechar la sombra de los árboles."

Los caminos del Parque Ferrera no buscan pues necesariamente ni la línea recta ni la comunicación rápida entre sus puertas, sino el más ameno recorrido por el parque, o recorridos, con alternativas y variantes


Un gran claro es un de los espacios abiertos que también son propios del jardín inglés, como leemos en la página Agromática, que dice que "como está inspirado en la naturaleza intensa debe dar una sensación de amplitud y bosquejo profundo. Un espacio que genere ganas de conocer o recorrer por el hermoso misterio y complejo floral que guarda"


Si bien al reorganizarse este espacio y plantarse nuevas especies, además de acondicionarlo como parque público, ciertas premisas del parque inglés original ya no sean tan evidentes, sí podemos decir que sigue gustando de plantar árboles y arbusto sin que obligadamente tenga que existir un orden de plantación "por lo que vas a notar diferentes tipos y tamaños de arbustos en toda el área. La Vista colorida y silvestre es muy particular de un jardín inglés"


La finca es muy llana, y así debió ser desde su mismo origen, el jardín inglés gusta no obstante de mantener la orografía original del terreno, respetando sus pequeñas cuestas, desniveles, montículos y hondonadas. Dobles hileras de tilos son comunes en bastantes caminos del parque, la ficha de la tilar de la guía Avilés y sus parques informa así de este árbol:
"Tilia platyphyllos; Tilia, nombre latino de este árbol; platyphyllos, viene del griego con el significado de “hoja ancha”. 

Puede llegar a tener entre 20-30 m. de altura. Las hojas son simples, grandes y con forma de corazón. La flor, que se llama tila, es de color blanco amarillento y queda colgando en grupos de dos o tres. Florece de junio a agosto. El fruto madura en primavera. Esta flor se toma en infusión, siendo calmante y diurética. Se usa principalmente para tranquilizar y relajar, aunque también es buena para curar el catarro o descongestionar la nariz. 

La madera se trabaja bien, pero no es muy resistente. Sirve para hacer mangos de herramientas, cajas, instrumentos musicales o juguetes. 

Adorna muchos parques y jardines. 

En el parque de Ferrera hay también otras especies de esta familia, como el tilo plateado o el tilo común. 

Este árbol es de origen centroeuropeo, presente en el tercio norte de la Península Ibérica, encontrándolo en Asturias sobre todo en el centro y oriente."

De esta manera es fácil percatarse que en "en el paseo por un jardín inglés se deja un espacio a la sorpresa y al descubrimiento y no suelen existir grandes avenidas rectilíneas que guíen los pasos del paseante, sino más bien una clase de "vagabundeo poético", tal y como hallamos reflejado en Wikipedia:
"Este tipo de jardín quiere ser como el paisaje de una pintura. Su disposición irregular, opuesta al orden del «jardín francés», lo encaja como un símbolo de la libertad que encontró necesariamente un eco en la Revolución francesa, frente al yugo del jardín francés. La negación de la simetría se vinculaba entonces con una negación de los códigos. Se volvió el símbolo de la emancipación frente a la monarquía absoluta y sus representantes.

Se trata, con todo, de un «decorado» reconstituido: para la comodidad de los paseantes se puede colocar un banco con el fin de contemplar una parte de agua o aprovechar la sombra de los árboles. La salvaje naturaleza se reconstruye de forma ablandada. La evolución que conoció este tipo de jardín en el siglo XIX ilustra bien este recreo idealizado de la naturaleza."

¿Nació pues el jardín inglés como oposición al francés, su predecesor, aunque luego ambos pudiesen convivir en una misma finca como esta que es ahora es el Parque Ferrera?... pues tal parece que van por ahí los tiros:
"Primero en el Renacimiento y después durante el Barroco, Francia con sus villas y châteaux había establecido un modelo de jardín de acompañamiento a la arquitectura en Europa. Sus aspectos más sobresalientes eran la formalidad y artificialidad de sus formas. El diseño de estos jardines constituía un arte sofisticado de complicadas plantas geométricas, cuidadosamente configuradas. Un ejemplo sobresaliente de lo expuesto se encuentra en los jardines Palacio de Versalles. Los arquitectos ingleses del siglo XVIII rechazaban este tipo de parque por motivos estéticos, de carácter filosófico, relativos a la introducción del concepto de lo natural y las formas naturales, antes de haber sido deformadas por la fuerza humana. Así, para los paisajistas ingleses, las laderas, colinas, árboles y arbustos adoptaban sus propias formas con total libertad, sin constricción a ninguna norma geométrica. El paisajismo inglés se vio diferenciado enormemente de la villa italiana y del jardín francés porque abandonó la unidad de la composición arquitectónica, y su percepción se individualizó e hizo subjetiva.

Pero también se encontraban razones políticas en el rechazo a las formas francesas, lo cual constituyó una manifestación aplicada a las artes de la política antifrancesa contraria al absolutismo que imperaba en ese país. De esta forma, hay que entender el jardín inglés como una consecuencia de todas las ideas expuestas.

Este nuevo estilo de diseño recibió influencias, en el terreno literario, de los clásicos Virgilio y Ovidio y, en la pintura, de la escuela romana de paisajistas del siglo XVII, que representaban paisajes de la Antigüedad, ricos en incidentes pintorescos. Los proyectistas de jardines ingleses trataron de evocar, en sus creaciones, los efectos pintorescos de la visión italiana y recrear un ambiente nostálgico e idílico."


El jardín inglés bebía pues de las fuentes clásicas y de la misma Italia, ansiando recrear los de la Antigüedad clásica, si bien estos son, a su vez, inmensamente variados en realidad y además empepados de los de otras culturas que dominaron o con las que estuvieron en contacto. Extraemos esta explicación del tema en El jardín romano de la página Hispania Verde:
"En las primeras etapas de los jardines, el jardín es un Hortus, en el que se cultivaban plantas comestibles, sin ningún valor ornamental. 
Es interesante destacar que el jardín romano empieza a cambiar según va alcanzando victorias el Imperio Romano en Oriente. Las riquezas y el conocimiento de nuevas civilizaciones muy avanzadas provocaron nuevas experiencias y nuevas inquietudes a los conquistadores romanos. Esto supuso un cambio drástico en las costumbres, las vestimentas, la ordenación de la casa y, sobre todo, con el rechazo del huerto tradicional, como lo conocían hasta entonces. 
En estos momentos es interesante señalar que en jardinería nada es espontáneo. El conocimiento, la reflexión sobre otras culturas y las distintas formas de vida, aplicadas a los gustos e inquietudes, dan como resultado la nueva etapa del jardín

Los distintos estilos del jardín nacen como contrapunto al estilo anterior. Lo mismo que pasa en el arte arquitectónico 

Siguiendo con el jardín romano, cuando empiezan a empaparse de otras culturas, se produce una diferenciación entre la villa rústica y la señorial. La primera, construida en los suburbios o en el campo; y la segunda está en las ciudades."


En el Parque Ferrera comparten espacio especies autóctonas y foráneas, como gustaban de siempre los maestros jardineros, de acuerdo también con las preferencias de los dueños de la finca, por supuesto, una buena relación de ellas las hallamos en Avilés y sus parques:
"Respecto a los árboles y arbustos que tiene se caracteriza por la diversidad de especies. Algunas son especies que encontramos esparcidas por la geografía asturiana en bosques, montes o a la orilla de los ríos como las que vienen a continuación: tejo, roble, haya, castaño, laurel, abedul, nogal, tilo o boj y otras que son más propias de plantaciones de jardines o parques dedicadas al adorno y embellecimiento de los mismos, como: carpe, castaño de Indias, cedro del Himalaya, cedro atlántico, roble americano, camelia, palmera, robinia, palma, palma excelsa, magnolio, ginkgo, eucalipto, pino de Monterrey, etc."

Unas 93 especies arbóreas existen en el parque, algunos cedros, pinos piñoneros, plátanos de sombra, tilos, tejos, robles castaños, fresnos, etc. "no hay en Avilés un parque igual. "Tiene la característica de ser único e irrecuperable en el tiempo, con un valor a tener en cuenta y mantener, el del paisaje."


Cruces y bifurcaciones en la umbría, a la derecha otro gran claro, soleado y muy luminoso, que suele llenarse de gente en fiestas como la del Bollo, con la Comida en la Calle, donde llegan a reunirse aquí hasta unas 4.000 personas, por lo que estamos además ante un gran espacio de socialización. Se controla especialmente el acceso para evitar la ingesta de alcohol en menores así como la utilización de vasos de cristal. A las seis de la tarde el parque se cierra para proceder a su inmediata limpieza


La del parque es otra forma de vivir esa jornada de confraternización multitudinaria, sobre el césped, mientras mesas y sillas alineadas llenan las calles aledañas del casco histórico


Casco histórico del antiguo Avilés que, tras saltar sobre la muralla medieval, creció entre las  calles Galiana y Rivero hasta los campos de El Carbayedo, con los robledales o carbayeres que le dieron nombre, campo de ferias y mercados y extensos terrenos de propiedad nobiliaria donde empezaba el Avilés rural hasta la gran afluencia de gentes para trabajar en la gigantesca factoría siderúrgica de ENSIDESA


En aquellas décadas a partir de mediados del siglo XX la villa creció desmesuradamente y se transformó en urbe metropolitana de concejo y comarca, por ello, azotada por un urbanismo desarrollista y con severos problemas de calidad ambiental y terrible contaminación, la adquisición de este pulmón verde fue una verdadera conquista social para el vecindario. Repasamos nuevamente Avilés y sus parques para enterarnos un poco más de todo este proceso:
"En el siglo XIX en Avilés no hay jardines públicos. En un plano parcial de población, fechado en 1898 y firmado por D. Federico Ureña (encargado en 1890 de las obras municipales, en sustitución del arquitecto Ricardo Marcos Bausá), aparece ya el parque del Muelle, aunque su construcción definitiva no será hasta la primera década del siglo XX. En este mismo siglo, el 25 de abril de 1972, por un acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de Avilés, se decidió abrir en expediente de expropiación forzosa para los terrenos destinados a parque de uso público, en cumplimiento del Plan de Ordenación Urbana, aprobado por el Ministerio de la Vivienda el 15 de diciembre de 1971. 

En 1973 se formaliza el Acta de Pago del terreno destinado a parque público. El parque de Ferrera se abre al público el 5 de enero de 1974. El 19 de mayo de 1976 fue inaugurado por los Reyes de España; pasando así a ser parque público, de uso público, con horario y vigilancia. Para ver una ampliación del mismo hay que esperar hasta el año 1992 en el que se expropia el terreno, cumpliendo así con el Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de Avilés. El pago de la expropiación se hace en 1998 en un justiprecio, pasando así el jardín, el llamado jardín francés, a ser propiedad pública y de uso público. 

De igual manera el palacio que el parque están incluidos en el Catálogo de Elementos Arquitectónicos con valor de Patrimonio Cultural en Avilés; por lo tanto, cualquier intervención en el parque tendrá que responder a los criterios de conservación de sus elementos. Tiene la importancia de un jardín, historiado localmente, en el que se integran elementos vegetales y arquitectónicos con valor estético, situado en el centro de la ciudad que habrá que conservar para generaciones futuras. Para valorarlo es necesario conocerlo y conservarlo. La datación y configuración a través del tiempo, es fundamental para divulgar su conocimiento."

La pradera, otro encanto del histórico jardín inglés que ahora es este grandioso parque. En Espacios abiertos de un jardín inglés, de la página Jardinus, nos lo señalan específicamente:
"Dado que un jardín romántico o inglés está inspirado en la naturaleza, es importante respetar los espacios abiertos. Por ello, lejos de enclaustrar la vegetación, hay que dar sensación de verde profuso, con árboles colocados al azar y gran número de arbustos por doquier, simulando ser una pradera grande.

Ni que decir tiene que para crear un auténtico jardín inglés, es importante contar con un terreno amplio que permita colocar todos los elementos propios de este tipo de creación natural. Se trata de crear un espacio que invite a pasear, a relajarse y a disfrutar de la naturaleza."


Al fondo, un cedro del Atlas, inconfundible entre las demás especies, señala la zona del Quiosco de la Música, que también visitaremos



Más lejos, el jardín francés aguarda también nuestra visita. Los árboles nos ocultan sus parterres, pérgola y fuentes, así como el palacio, actual hotel, en su parte posterior


Destaca allí por su altura un centenario pino de Monterrey (Pinus radiata), otra de nuestras referencias visuales para recorrer el parque y hacernos una idea de su extensión y estructura


Los bancos, dispuestos a lo largo de los caminos del parque, no son un elemento ajeno al jardín inglés, ni mucho menos, pues repetimos que no se trata de un espacio natural silvestre ni selvático sino una creación humana, buscando, eso sí, la imitación de la naturaleza, aquí sí vemos, por ejemplo, algunos de esos pequeños montículos que tienen a presentar una orografía no domesticada aunque en realidad sí lo está


Nos acercamos a la entrada de la calle del Marqués, donde vemos los edificios de pisos de la urbe que creció hacia El Carbayedo y La Magdalena, antiguos arrabales rurales que constituyeron durante siglos entradas, y salidas, del viejo Avilés, La Villa


Asoma un poco, a la izquierda, el edificio del Centro Integrado de Formación Profesional de Avilés, casi totalmente oculto por el ramaje, inaugurado como Escuela de Maestría Industrial Juan Antonio Suances, su primera denominación, en el curso 1961-1962


Farolas que imitan a las de época jalonan el trayecto, bien perfilado, sin embargo, en origen, al menos como nos dicen en Jardinus"Los caminos del jardín inglés deben parecer hechos por la propia acción del hombre, que al caminar sobre la maleza otoñal caída, ha creado esas sendas salvajes en plena naturaleza", pero a la vez añaden:

"Puedes marcar un camino dentro del jardín, que haga un bonito recorrido por las zonas más abiertas y que se sitúen entre los árboles más frondosos y los arbustos con mayores flores, de modo que con la llegada del otoño el camino se llene de hojas secas, creando un ambiente romántico, y que la llegada de la primavera adorne los laterales con toda clase de flores de los más diversos tamaños y colores"


Y es que, evidentemente, no es lo mismo un jardín privado hecho al libre albedrío que hacer de él un parque público sujeto a la correspondiente normativa de accesibilidad y otras. No obstante, el espíritu del jardín inglés se mantiene de manera evidente, incluso se ven sendas en la pradería, hechas espontáneamente de la gente al pasar


Encrucijada a la entrada del parque por la calle del Marqués. Ciertamente el pisar por los caminos marcados, actualmente asfaltados para evitar barrizales y formación de charcos, preserva este encantador césped que en primavera se llena de blancas flores. Enfrente, un majestuoso pino


Vamos a tomar nosotros ahora el Paseo de las Víctimas del Terrorismo, inaugurado el 6-12-2008, Día de la Constitución, y así lo plasma la noticia de El Comercio publicada ese día:
"El parque de Ferrera será escenario hoy de la inauguración del paseo de las Víctimas del Terrorismo, que comienza en la entrada de esta zona verde por la calle del Marqués. En el acto participará el delegado del Gobierno en Asturias, Antonio Trevín Lombao; la alcaldesa, Pilar Varela, así como los concejales de los grupos políticos que conforman la Corporación.

El acto comenzará a las doce de la mañana y responde al acuerdo plenario adoptado el pasado mes de julio por unanimidad por el que el Ayuntamiento se sumó a la iniciativa promovida por la comisión ejecutiva de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) de dedicar alguna de sus calles a las víctimas del terrorismo. Además de este paseo, las nuevas calles de la urbanización de La Magdalena llevarán el nombre de las víctimas avilesinas de ETA."


Desde aquí tenemos una amplia vista de esta gran pradería central del Parque Ferrera, un lugar ideal para broncearse Al sol de Ferrera, que es como titula su reportaje al respecto la periodista de La Nueva España María M. Villamil publicado el 21-7-2015:
"A los avilesinos les gusta el sol del Ferrera. Y es que verano no es sinónimo de playa. Eso creen, al menos, muchos de los usuarios del "pulmón verde" de la ciudad, esos que prefieren estirar sus toallas sobre césped. En ocasiones son las condiciones meteorológicas adversas las que hacen que los avilesinos se queden en la ciudad. "Yo no soporto la arena cuando hay viento", asegura Marina Fernández, una de las habituales del parque. Agrega, al respecto: "Además el parque está mucho más cerca de casa".

Laura Gutiérrez también prefiere tumbarse en el "prao". "Hay menos gente, a mí que me miren me da igual, total te van a mirar igual en la playa y allí hay muchas más personas. Yo lo que quiero es tomar el sol tranquila sin que me molesten los niños jugando en la arena o gritando", confiesa. "Vengo siempre que puedo y me encanta leer tranquilamente a la sombra de los árboles al atardecer", puntualiza esta usuaria del parque.

A algunos de los fieles al Ferrera también les gusta la playa, aunque no siempre que lo desearían pueden disfrutar de los arenales asturianos. "Hoy, por ejemplo, salí a las seis de trabajar. Me da mucha pena desperdiciar este día de sol pero entre que cojo un autobús y consigo llegar hasta Salinas se me hace de noche. Así que prefiero venir media hora aquí", manifiesta Susana Rodríguez.

Son muchos los que aún disfrutando del sol en el parque Ferrera echan de menos la mar. En el parque avilesino solo hay un estanque. "La verdad que vengo muy poco, no sé, no me siento cómoda, hay demasiada gente paseando y se me hace raro tomar el sol en el parque. A mí me gusta mucho más la playa", dice Rodríguez.

El parque también tiene algún inconveniente, como la limpieza del césped. "Los niños juegan, la gente pasea a los perros y todo eso está muy bien pero luego está todo sucio", denuncia Marta Navas, que asegura que prefiere "ir un millón de veces antes a la playa que quedarse en el parque Ferrera".

Uno de los mayores atractivos que tiene la playa son los baños en agua salada, algo por lo que muchos esperan todo el año y este verano especialmente, ya que la ola de calor que sufre España ha obligado a muchas personas a buscar formas de refrescarse. La temporada estival casi siempre llama a acercarse a las playas para disfrutar del sol y un buen baño. Pero muchas personas no tienen tiempo de acudir hasta los arenales de la comarca. Una ventaja de los parques es la posibilidad de llevar a las mascotas, mientras que en las playas los perros están totalmente prohibidos. "A estas horas ya no me da tiempo a ir a ninguna parte además aquí puedo traer a 'Kira'", precisa Ana Nieto.

Tanto los amantes de la arena como los que prefieren el "prao" coinciden en que el parque Ferrera es una buena alternativa para tomar el sol en la época estival. El "pulmón verde" de Avilés es también un paraíso para los caminantes y para los deportistas, sobre todo para los amantes del "running"

Y es que, además de paseo, existe en el Parque Ferrera todo un circuito deportivo o recorrido biosaludable, a nuestra izquierda, por ejemplo, al lado del muro de cierre, vemos algunos de sus elementos, que jalonan todo el circuito, dispuesto alrededor del parque


Nosotros preferimos en nuestro caso seguir este paseo que bordea el gran claro del prau central del parque, con las frondosas arboledas a nuestra izquierda


Ya se reconoce algo de la entrada por la calle Galiana y, a escasos metros de ella, el quiosco de la música, donde celebra muchos de sus excelentes conciertos la Banda de Música de Avilés


Es uno de los elementos que se añadieron al recinto una vez pasó a ser lugar público, anterior a este fue el del Parque del Muelle, antecesor de quiosco y parque, como dice Alberto del Río Legazpi en otro de sus célebres Episodios Avilesinos:
"Fue la apertura, en 1976, del parque Ferrera –gigantesco pulmón verde en una ciudad entonces muchísimo más contaminada que ahora– lo que dejó sin clientes al del Muelle, que ahí sigue estando y destacando por sus elegantes soportales vegetales, su colección escultórica y su emblemático kiosco"

En este del Parque Ferrera se celebró en agosto de 2018 el musical Carretera de Avilés, dedicado a las profundas transformaciones aquí acontecidas en la década de 1950 con la ingente afluencia de personas y sus familias al calor del trabajo de la nueva siderúrgica. De ello escribía por entonces en La Nueva España Covadonga del Nero en Un viaje al avilés de los años 50, publicado el 23-8-2018:
"Los años 50 del siglo XX fueron una década de profundas transformaciones en la villa y los avilesinos quisieron revivir ayer aquellos tiempos en el parque Ferrera. El musical "Carretera de Avilés" -que toma prestado el nombre de la conocida canción- llenó -sería más correcto decir abarrotó- los alrededores del quiosco del parque de un público animado e interesado por escuchar y conocer la música popular y la lírica compuesta en Asturias a mediados del pasado siglo. Tantas eran las personas que quisieron ver la actuación que hubo quien llevó sus propias sillas de casa. "Yo sabía que iba a haber bastante gente, así que le dije a mi marido que nos llevábamos los taburetes de casa al parque", comentó María del Carmen Martínez.
Medio centenar de artistas fueron los encargados de transportar, durante aproximadamente una hora, más de 60 años atrás a los espectadores que contestaron a la actuación con aplausos y risas de manera continuada. "Por aquel entonces, Avilés era una villa de 15.000 almas, cada una de ellas con su propia historia", así comenzó la narración, creada por Santiago García Castañón, que se encargó de llevar de paseo a los espectadores por la Asturias rural, la industrial y la costumbrista, aquellas que se mezclaron durante años para dar a luz el Avilés de hoy. 
Este musical nace tras el éxito de "Avilés 1900", la zarzuela que acercó al recinto a más de 3.000 personas que disfrutaron al son de las canciones de la tradición popular de principios del siglo pasado. "Yo ya vine el año pasado a ver la zarzuela, por eso este año no dudé. Nunca viene mal conocer la historia de tu ciudad", dijo Pedro López, uno de los numerosos asistentes. 
La obra resultó ser una singular convergencia de talento asturiano, en la escritura, música y danza, que encajó a la perfección sobre el escenario del quiosco del parque Ferrera iluminado de azul, contrastando con la oscura noche de ayer."

Parque también de arte y artistas, fue escenario de filmación de la película de Woody Allen titulada Vicky, Cristina, Barcelona, con Javier BardemScarlett Johanson y Penélope Cruz. Eduardo Galán, también en La Nueva España, lo cuenta así en Avilés según Woody Allen:
"El debut de las calles de Avilés se produce de una manera un tanto extraña. Juan Antonio (Javier Bardem) propone a dos turistas norteamericanas, Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson), un viaje de fin de semana desde Barcelona a «Oviedo» con promesas de diversión (y sexo). Realzado por la dirección artística de Íñigo Navarro y la fotografía de Javier Aguirresarrobe (una constante a lo largo del filme), San Nicolás de Bari conforma ese paseo de ficción geográfica que realizan el español y sus acompañantes. Allí almuerzan entre cervezas y Juan Antonio no pierde el tiempo: flirtea con Cristina a la sombra de los árboles. 
Aunque Avilés salga de refilón y «desubicada» en el primer tramo de la película -ahí la protagonista es Oviedo- durante el segundo día de la escapada la acción llega a la costa cantábrica. Con Cristina convaleciente de alcohol y marisco, Juan Antonio ofrece (en Santa María del Naranco) a la racional Vicky una serie de visitas alrededor de la región. La «voz en off» indica la parada obligada y nombra por fin a la villa: el faro de Avilés. Mientras la ría se mezcla con el mar, Bardem y Hall descansan, oleaje al fondo, tontean, en una de las escenas más bellas del filme; un momento que copa los promocionales del filme. Vicky, cautelosa ante el donjuán, oye las palabras de Juan Antonio atentamente, sin saber todavía que la atracción por el artista la empujará a la locura romántica. Entre las cosas que le revela el pintor está que nació en un pueblecito cerca de allí y, con esa excusa, le propone acercarse a casa de su padre, un poeta bohemio que habita una casa de Tiñana (Siero) llena de flores y árboles. Después de conocer al escritor hippy y recordar la pasión que sacudía a la ex mujer del protagonista masculino, María Elena (Penélope Cruz), la pareja cena tranquilamente en la corrada del Obispo. Entonces, en un segundo de intimidad delicadísimo, Juan Antonio convence a la norteamericana para disfrutar de un concierto de flamenco. 
Si en «Todos dicen I love you», Woody Allen iluminaba los rincones de Venecia y París; si en «Manhattan» coloreaba el Central Park de Nueva York en «Vicky Cristina Barcelona» el director pinta el parque de Ferrera avilesino con un trazo desconocido. La cámara atraviesa los senderos de luz tenue hasta elevarse hacia el quiosco de la música. Dentro, un público reducido escucha a un guitarrista gitano. Bardem se emociona, Hall se emociona; se reconocen. El parque de Ferrera guarda las espaldas a la pareja y, a partir de un beso avilesino en penumbra, el metraje encuentra multitud de razones para seguir adelante."

Encantadora franja de arbolado que se yergue sobre el prado de fiestas y también de tranquilidades, meditación y reposo en el que fue el jardín inglés de los marqueses de Ferrera, apellido vinculado a un lugar de fraguas de ferreros, hacedores de hierro, topónimo habitual en muchos lugares de Asturias


Entre el boscaje, asoma un edificio, es La Noria, otros de nuestros hitos a lo largo de nuestra visita al parque, donde estuvo el pozo de abastecimiento de agua de los juegos hidráulicos que hubo en la finca, cubierto con esa nueva construcción, actualmente centro de interpretación, que fue cuadra de vacas y granero, de lo que interpretamos que, aparte de huertas, hubo en esta finca buena casería o vaquería


En el año 2022 La Noria reabrió como Espacio de Bienestar Emocional, Prevención y Autocuidado (BEPA) para jóvenes, de la que leemos en www.aviles.es:
"Esta ubicación física está llamada a convertirse, a través de las actividades sociales o de ocio que acoja, en la referencia para la juventud de Avilés en materia de atención a sus emociones, una cuestión fundamental para garantizar su desarrollo integral sin riesgos adicionales para la salud física, psíquica y social."

Un nuevo cruce de caminos en nuestro precioso paseo por este inimitable parque así descrito por Arturo Suárez-Arias en su entrada de blog Avilés, Jardines sin Fronteras, muy a recomendar:
"... diseñado siguiendo las características del paisajismo inglés, del que son representativos los árboles dispersos y los jardines cerrados. Este es el espacio verde más grande de Avilés, y cuenta con innumerables ejemplares de árboles y plantas, tanto autóctonos como procedentes de otros países. Este parque era, en sus inicios, propiedad de los marqueses de Ferrera, que lo usaban como jardín botánico para nutrirse de alimentos. Tras diversos problemas económicos fue vendido al consistorio local. Desde entonces, el parque se ha convertido en un importante atractivo turístico de la villa y un espacio ideal para disfrutar de la naturaleza en pleno centro urbano."

Elegimos, según nuestro gusto personal y del momento, continuar por el camino que sigue el borde del gran campo verde del parque, en ocasiones a la sombra de los árboles y no muy lejos del muro de la finca


"A medida que pasan los años aumenta el valor ocioso y saludable de este parque de grandes praderas", escribe también Alberto del Río Legazpi en Jardines de Avilés de sus Episodios Avilesinos...
"Hay que ver lo que cambió el follaje en treinta años. Revuelta botánica, la del Ferrera. Territorio feliz, donde el tiempo se encapricha y te resbala y se te escurre perdiéndose por la grava de sus sendas. El Ferrera. Toda una apasionada revolución verde y social en pleno centro de Avilés..."

Legazpi no duda en afirmar que Avilés es una ciudad "que tiene tres arquitecturas benditas. Una de piedra (lugares, calles, iglesias y palacios de distintos siglos y estilos), otra vegetal (los parques aquí citados, perecederos y renovables y la tercera líquida (imparable e impagable) o sea la Ría, que es la razón de ser de la ciudad."


Periódicamente los árboles secos son sustituidos por nuevos ejemplares, esta es una noticia referida a una de estas actuaciones, publicada en La Nueva España del día 18-6-2020:
"El Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Avilés está procediendo a la renovación de árboles secos del Parque de Ferrera, y su propuesta de sustitución por ejemplares de características similares. Así, dos abedules serían reemplazados por un roble y un fresno; dos espineras, por sendos magnolios, y un ciruelo rojo, por otro árbol de la misma especie. Todos los especímenes proceden del vivero municipal de La Lleda. Asimismo, el Servicio está valorando propuestas de retirada de árboles secos en otros espacios verdes de Avilés. Una vez autorizadas dichas propuestas, su extracción se completará en los próximos días, mientras que su sustitución se realizará en octubre, coincidiendo con el inicio de la temporada de árboles, para garantizar el éxito de la plantación. En el caso de los árboles sin propuesta de reposición, los sustitutos serán plantados en otros lugares con características forestales de propiedad municipal, también al inicio de la temporada de árboles."

Decisión en la encrucijada, seguimos avanzando hacia Galiana. Es necesario decir y tener cuenta que la Cronista Oficial de Avilés es Pepa Sanz Fuentes, una de las pioneras de los estudios xacobeos en Asturias y una de las protagonistas de su recuperación a partir de los años 1990, cuyos artículos y obras citamos repetidamente en estas entradas de blog del Camino de Santiago Norte en Asturias


En Avilés, una historia renacida del humo, del programa Nómadas de RTVE, Sanz Fuentes presenta una visita guiada por la ciudad en la que, cómo no, se incluye el Camino y el Parque Ferrera, pues el primero, además, pasa al lado del segundo, como bien hemos podido comprobar:
"La memoria de la siderurgia y la contaminación asociada a sus años más duros continúan pesando en el inconsciente colectivo. Aunque hace tiempo que Avilés completó su reconversión postindustrial, su espléndido casco antiguo medieval y sus espacios naturales siguen siendo los grandes desconocidos de Asturias. En compañía de la cronista oficial Pepa Sanz Fuentes damos un largo paseo por esta villa atravesada por el Camino de Santiago del Norte. La ruta jacobea enlaza algunas de las calles peatonales, plazas y espacios verdes más señeros de la ciudad; el parque de Ferrera, la plaza de España o la calle Galiana son rincones muy especiales"

El Parque Ferrera tiene además su propio fantasma, Walter, un aviador británico que se estrelló en las cercanías de Avilés en 1937 y cuyo espíritu estuvo rondando por estos lugares hasta que se estableció en el cercano Palacio de Balsera, cerca del Palacio Ferrera. El escritor Antonio Ceniza Alfonso cuenta algo de él en su blog Misterios y leyendas de Galicia y Asturias:
"La leyenda avilesina cuenta que en los años de la Guerra Civil un fantasma se instaló en la casa de Victorino Fernández Balsera. Los descendientes del industrial avilesino -que residían en el palacio- declararon en innumerables ocasiones que habían tenido experiencias con la entidad fantasmal, un espíritu burlón. Tiraba cuadros, abría las manillas de las puertas y, de gustos melómanos, en ocasiones hacía sonar el piano (...)
"La familia Balsera-Sendón siempre habló de un aviador inglés o irlandés que habría caído en los montes de Miranda durante el último conflicto civil. Este aviador, si se presta atención a la leyenda, vagó por Avilés hasta instalarse en el palacio de Fernández Balsera, un edificio señorial construido hacia 1915 (la cristalera, de la empresa Claus y cia, está fechada en 1917) en la subida al barrio del Carbayedo. La casa -el actual Conservatorio- contaba con unos jardines monumentales que llegaban a la calle de Cabruñana. En medio de esos jardines había, incluso, una piscina."

El Palacio Balsera, que pasó a ser el Conservatorio de Música Julián Orbón, siguió registrando la presencia del melómano fantasma, que parece ser repentinamente desapareció tras la visita de un programa de televisión. En Misterios y leyendas de Avilés se ahonda en estos datos:
"Walter era un aviador de las brigadas internacionales que desaparecen cerca de los terrenos de Balsera y fallece en el palacio. Se dice que Walter les tocaba el piano a las tantas de la noche y les tocaba el ‘Réquiem’ de Mozart. Los alumnos de los primeros años del Conservatorio afirmaban que Walter les daba la respuesta de los exámenes, les ayudaba a estudiar, les cargaba las pilas de las calculadoras…

Llega Cuarto Milenio, Walter le da dos o tres psicofonías, pero Walter lleva desde aquella época sin salir, sin manifestarse. No ha vuelto a hacer nada raro. Se escondió."


"Como Hyde Park a Londres o Central Park a Nueva York es el parque Ferrera a Avilés", afirma en su blog Saltando por mi mundo la escritora viajera Patricia cuando visita esta villa y ciudad llamada la Atenas del Norte por su muy intensa actividad cultural


Ante nosotros ahora otra de las entradas al parque, la de la Avenida Cervantes, antiguo límite también del Avilés rural. Un poco más al sur, en uno de aquellos viejos caminos que comunicaban Avilés con el interior, la iglesia de Santa María Magdalena de los Corros guarda la memoria de la antigua malatería u hospital de leprosos allí existente. Ahora, La Magdalena, como toda la extensión más allá de la cerca del parque y al sur de El Carbayedo, es zona de expansión urbana hasta Miranda, antaño célebre por sus ceramistas y caldereros o artesanos del bronce


Más allá, el Parque la Magdalena, hecho como un segundo gran pulmón verde para la ciudad que crecía rápidamente en esa dirección, es casi tan grande como este de Ferrera y casi vendría a ser su continuidad de no estar separado por esta importante vía de comunicación que es la Avenida de Cervantes
 

A la izquierda de la puerta, un magnífico tilo o tilar, de gran tamaño y porte, que como tantos árboles del lugar, llama la atención a todo el que pasa bajo sus ramas


Seguimos de frente, por la izquierda, la parte más sombría y fresca y pegada al muro, discurre la pista del circuito deportivo con sus instalaciones. A su derecha y en paralelo sigue otro camino asfaltado


Y a nuestra derecha queda ahora el ramal que bordea el prado que conforma el gran claro del parque


Caminamos bajo un castaño o castañal, una de las especies autóctonas presentes en Ferrera, uno de los más fáciles de identificar por la forma dentada o de sierra de sus hojas. Consultamos la correspondiente ficha a él dedicada en Avilés y sus parques:
"Castanea sativa, Castanea es el nombre latino que llega al mismo tiempo que el nombre griego καστάνον κάριον ‘nuez de Kastania’, refiriéndose a la antigua ciudad de Kastana situada a orillas del Ponto Euxino, actual Mar Negro. 

Se cultivó este árbol desde la antigüedad, pero la distribución actual se debe principalmente a los romanos que la extendieron por el sur de Europa, por lo que se los puede considerar responsables de introducir su cultivo y la variedad en la Península Ibérica. En Asturias hay constancia de su presencia desde hace 16.000 años. 

Puede llegar a medir entre 30-35 m. Presenta diferentes aspectos. Algunas veces tiene el tronco corto, ancho y retorcido, con ramas no muy altas y la copa amplia. Normalmente los castaños con esta forma suelen ser ejemplares aislados o estar en bosques poco tupidos, empleándose para la producción de castañas y sufriendo muchas podas. Este sería el caso de los dos castaños que encontramos en el parque de Ferrera. En cambio, en bosques más tupidos, los castaños tienen troncos más delgados y largos, con ramas muy altas. 

Florece en el verano y su fruto, la castaña, crece en otoño. Aparece envuelta en una cubierta espinosa que la protege hasta que madura. Para sacar las castañas de su envoltura se utilizan les morgaces.

En octubre y noviembre, esto es, en el otoño, llega un viento muy caliente del Sur llamado «el aire de las castañas». Este viento hace que caigan las envolturas espinosas del árbol y además parece que produce problemas de cabeza a las personas. Estas envolturas se abren soltando las castañas. Después se va a la gueta, esto es, la recogida de las castañas del suelo con las que se hacen los tradicionales magüestos o amagüestos en los que la gente se reúne para comer castañes amagostaes y beber sidra dulce. Las castañas se asan con la corteza. Antiguamente se asaban en un farol o amagüestón. 

Además de comer su fruto, el castaño nos ofrece su madera, muy apreciada en carpintería y ebanistería, sobre todo para hacer muebles, madreñes, toneles, horreos, etc."

Al otro lado del prado, rodeado de arbolado, sigue destacando la silueta del Quiosco de la Música, un elemento que se incorporó a parques, jardines, paseos y demás lugares públicos, incluyendo embarcaderos, a partir del siglo XIX, cuando en pleno auge del romanticismo imperaron los gustos historicistas y, entre ellos, los de la Antigüedad clásica


Y es que el origen más antiguo sería una construcción griega inspirada en el Tholos o templo circular, generalmente entre columnas y algo elevado respecto al terreno circundante, como lo es la estructura de los quioscos de la música que, llamados también templetes, revela este nombre su relación con los santuarios de entonces. A su derecha un falso abeto o pícea común (Picea abies), originaria del centro y este de Europa


Cedros del Líbano, pinos de Monterrey y otras especies arbóreas entre el camino y la pista deportiva, siempre a nuestra izquierda en este tramo


Acogedora penumbra bajo la enramada, escenario novelesco que inspiró a grandes autores románticos que fomentaron el gusto por estos parques del gusto inglés dieciochesco y decimonónico que siguen imperantes en nuestros días con todo su esplendor. Leemos también en Jardinus sobre esto:
"El jardín inglés es llamado así dado que este estilo nace a finales del siglo XVIII, en plena época romántica dentro del Reino Unido. Escritores como Lord Byron o John Keats cantan sus poemas al amor trágico, y esto llega hasta la naturaleza, por lo que los jardines cobran renovado brío como lugares de inspiración y sentimientos, más allá del racionalismo clásico."

Desde el estanque, estamos haciendo un recorrido circular a lo largo de los límites del parque, lo que nos permite contemplarlo en su integridad o casi. El límite de visibilidad nos lo ponen los propios árboles, pues, como hemos dicho, en este caso impera la llanura arbolada, sin prácticamente lomas ni suaves colinas


Maravilloso entorno verde y florido, maraña de troncos y ramas, encantos del jardín inglés


Una pega o urraca (Pica pica) se pasea por la hierba recién segada, quizás buscando gusanos, granos o insectos para prepararse el almuerzo. Estamos no obstante ante un ave omnívora, y muy inteligente, fácil de adaptar sus hábitos alimenticios a todo lo que encuentre. Leemos de ella en la Wikipedia:
"Se ha demostrado que esta ave puede reconocerse en un espejo, una capacidad que hasta ahora solo se había observado en primates, delfines y elefantes.

Con una enseñanza adecuada, desde pequeñas, pueden imitar la voz humana. Como otros córvidos, pueden diferenciar individualmente a personas conocidas."


Dado que estamos acercándonos al Quiosco de la Música, y que estos parques de estilo inglés tienen su base en los más antiguos grecolatinos, qué menos que recordar al poeta Ovidio cuando cuenta en sus Metamorfosis que las piérides o hijas del rey Piero de Macedonia, fueron transformadas en urracas tras perder un duelo musical con las musas. Más popular y extendida está la creencia de la supuesta cleptomanía de les pegues, según la cual son aficionadas a llevarse todo tipo de objetos brillantes, entre ellos monedas, llaves o joyas de plata, oro, etc., un pensamiento muy arraigado que no obstante ha sido refutado por la ciencia


La Noria del Parque Ferrera sigue asomando entre el arbolado y cerca ya del jardín francés, contraposición al inglés en la parte más cercana al palacio-hotel, que aún no llegamos a ver desde aquí


Efectivamente los parques de Avilés conforman uno de los grandes atractivos de la ciudad junto con su rehabilitado casco histórico y otras iniciativas (Centro Cultural Oscar Niemeyer), que han transformado a la industrializada y muy abarrotada ciudad que creció exponencialmente desde 1950. La página El Jardín de la Barrosa, dedicada a la Jardinería y Paisajismo en Asturias, abunda en esta cuestión:
"Avilés es la tercera ciudad asturiana en número de habitantes, la hermana pequeña de Oviedo y Gijón y, a pesar de ser conocida como una ciudad principalmente industrial, últimamente venida a menos, y con poco interés para el visitante, lo cierto es que en estos últimos años se ha hecho un gran esfuerzo por mejorar su antiguo casco medieval y se ha dado un paso hacia adelante dotándola de un moderno centro cultural, construido por el conocido arquitecto brasileño Niemeyer. Se intenta así detener la inevitable pérdida de valor industrial, la disminución de la población y el deterioro de su tejido económico (...)
En cuanto a la jardinería, hay que decir que tiene un par de espacios verdes de interés en el mismo centro de la ciudad. Uno de ellos es el Parque de Ferrara que antiguamente formaba parte de los jardines privados del marqués de Ferrara. El extenso jardín, de casi 10 hectáreas en el centro de la ciudad, se construyó en torno al palacio en el siglo XVII. Constaban de un jardín francés con paseos, fuentes y parterres geométricos cerca del palacio y un jardín al estilo inglés con grandes árboles, césped y un estanque, además de las caballerizas y otros edificios de recreo. En la segunda mitad del siglo XX y, tras arduas negociaciones, el Ayuntamiento consiguió adquirir unos 80 mil metros cuadrados de jardín y abrirlos al público, mientras el palacio se convertía en un hotel. El actual parque de Ferrara ha sido una bendición para la ciudad y si bien no estaría mal algo más de mantenimiento y cuidados, el jardín conserva mucho de su antiguo carácter y apariencia."

Cada cierto trecho, si lo deseamos, disponemos de bancos para sentarnos cómodamente a descansar. La visita al casco antiguo, empezando por la calle Rivero y su entrada a este parque, puede ser una muy buena opción para el peregrino que, alojado en el albergue Pedro Solís o en cualquier otro lugar de Avilés, disponga de una tarde o al menos media tarde libre, antes de continuar al día siguiente su andadura jacobita


Cierto es que los peregrinos no pueden estar parándose todo el tiempo a verlo todo, pero sí es interesante divulgar las muchas cosas que puede tener a su disposición y albedrío para conocer y disfrutar, tal que esta, el paseo por el avilesino Parque Ferrera, ideal antesala del recuperado casco antiguo


Por ello se dice que muchos caminos, pero tal vez el del Santiago del Norte especialmente, es estupendo para, si se puede, hacer determinadas etapas cortas y tener algo de tiempo a conocer lugares y el muy rico patrimonio de numerosas villas, ciudades, pueblos y enclaves de interés que va a encontrarse en su itinerario, abarcando también playas y espacios naturales o naturalizados, tal que este


Además, el Parque Ferrera tiene su especial vinculación caminera: cuando esto eran las huertas y prados de los marqueses, los peregrinos pasaban a su lado por la calle Rivero hacia los hospitales de la Asunción y de San Juan, este en la inmediatez del palacio


Y esto debió de ser así ya anteriormente, cuando esto eran terrenos del monasterio de San Francisco del Monte, cuya comunidad franciscana estaba asentada en Avilés al menos desde 1267, o más exactamente en lo que era un bosque del extrarradio. Esta Orden gustaba de establecerse en los nacientes núcleos urbanos de los caminos principales de la época, los caminos reales, muy empleados también por los peregrinos y que son la base de las actuales sendas xacobeas oficiales


Según la tradición, era el mismo San Francisco de Asís, durante su atribuida peregrinación a Santiago, quien iba fundando estos conventos, una leyenda existente en buena parte de los llamados caminos franceses o franciscos, es decir, por los que acudían peregrinos francos o viajeros en general de esa procedencia, que vendría a abarcar buena parte de Europa central a partir de los Pirineos (el reino franco, que en tiempos de Carlomagno llegaría al Oder y más allá)


Esta finca monacal que pasaría luego al marquesado se mantendría más o menos intacta en su extensión entre los dos caminos principales de la vieja ciudad amurallada, Galiana y Rivero, transformándose eso sí, de explotación agropecuaria a jardines palaciales y ahora a parque público y pulmón verde


Ciruelos japoneses (Prunus salicina), especie oriunda de china pero domesticada en Japón, actualmente extendida por medio mundo, tal que aquí, en el prado cercano a la tapia que nos separa de los terrenos de las casas del final de la calle Galiana


Más allá, los edificios de pisos señalan el comienzo de la ciudad industrial que se expandió desde 1950 a partir de El Carbayedo, donde se celebraba el mercado de ganados


Interesante estructura en una de las casas, con torre de planta cuadrada y cúpula con pararrayos


Una galiana se refiere a una cañada o paso de ganados, del latín galliana y que dio nombre a Gallia (Galia), lo que ahonda en su vinculación caminera. El barrio, de casas porticadas que no vemos desde aquí, se construyó y consolidó como tal en el siglo XVII, mirando todas a la finca de los marqueses de Ferrera hasta que, posteriormente, esta franja se parceló y vendió a particulares, que construyeron sus mansiones y chalets. Aquí es donde la finca perdió unos metros cuadrados respecto a su extensión original


La finca de los marqueses llegaría en sus primeros tiempos pues hasta el mismo borde de la calle, cuya puerta al parque ya vemos desde aquí, en las inmediaciones de la la primitiva capilla de San Roque de Galiana, que se construyó a manera de agradecimiento en este lugar, El Carbayedo de Galiana, cuando en 1624, en un caso de lo que hoy llamaríamos posiblemente corrupción, un barco sospechoso de traer la enfermedad burló judicialmente la preceptiva cuarentena prescrita en estos casos causando alarma entre los avilesinos


El lugar para edificarla fue el llamado Campo de Galiana, al lado mismo del Plantío Real del Carbayedo, esto es la carbayera o robledal allí existente y que dio nombre al lugar, que dada su importancia para el suministro de maderas para la construcción de barcos, destinados a la armada y buques mercantes, tenía amparo del Estado, la Corona, Real, que se decía entonces. Su advocación cambió cuando se trajo una imagen del Nazareno de una arruinada capilla, sita más en las afueras por entonces, pasando la de esta calle a ser llamada de Jesús de Galiana, luego del Ecce Homo y de un tiempo acá del Jesusín de Galiana


Al fondo, alguna de las casas, también porticadas, que miran a la Plaza del Carbayedo, alguno de cuyos árboles vemos desde aquí. Por esta situación de paso el lugar fue escogido como campo de ferias ganaderas y en él se celebraron algunas de las más importantes de Asturias, antes celebradas en Raíces (Castrillón) y en El Campo Caín (Sabugo), hasta que en 1969, con el crecimiento urbano tras la creación y expansión de la industria siderúrgica de ENSIDESA, fueron trasladadas de lugar. Incidiendo de nuevo en su historia caminera hemos de decir que hay estuvo el crucero de San Telmo, de estilo gótico (s. XIV) y derribado en 2004 por un camión de reparto de bebidas


De Galiana y El Carbayedo tenemos en este blog el pertinente artículo a ellos dedicado, por lo que nosotros nos centramos en el Parque Ferrera, que está dedicada esta entrada, y continuamos nuestro periplo por los caminos que lo recorren, pasando ahora junto a este gran cilindro, uno de los antiguos depósitos de agua que abastecían a la finca


Pista deportiva a la izquierda y camino a la derecha, por donde seguimos nosotros en dirección ahora al Quiosco de la música


A la vez, a la derecha seguiremos viendo el prado central donde se come, se juega y se toma el sol, contemplando las arboledas que ya hemos dejado atrás


Hilera de arces americanos variedad Acer negundo, nativa de Norteamérica, desde Canadá a Guatemala y extendido por otras partes del mundo, como Europa, donde fue introducida en 1688


De madera no muy valorada, se planta no obstante con profusión dada su resistencia a la contaminación, crecimiento muy rápido y nula toxicidad, sobre todo en parques urbanos, zonas de tráfico y repoblaciones de antiguas minas


De frente, una de las antiguas dependencias de la finca de los marqueses, hoy integrada en el parque


A la derecha, el Quiosco de la Música, al que nos acercamos ahora, instalado aquí el 12 de abril de 1982, cuando Ferrera era ya parque público desde hacía seis años


No es evidentemente un elemento propio de un espacio privado sino público, propio de conciertos, actuaciones y demás actuaciones al aire libre de carácter popular


Imitando los quioscos de música de época, sigue su misma estructura, abierta y simétrica en relación al eje central, de forma llamada panóptica y planta poligonal, "que consta de un zócalo del que el piso más o menos elevado forma la escena que debe cumplir con los requisitos acústicos, mientras que proporciona el abrigo necesario para el tiempo variable", según leemos en Wikipedia:
"Su estructura normalmente en madera o en metal, cuyas columnetas llevan un techo en pabellón de escaso desnivel. Materiales ligeros forman los armazones articulados y adornados."

El acceso a él se hace por esta amplia escalera de peldaños, por la que podemos subir libremente cuando no hay actuaciones


A la izquierda de la escalera, fijémonos en la placa de inauguración allí colocada


Nos enteramos así que fue inaugurado el 12 de abril de 1982 siendo alcalde D. Manuel Bernardo Ponga Santamarta


Especialmente tradicional aquí es el Concierto de Primavera de la Banda de Música de Avilés. El espíritu musical impregna el parque y sus alrededores


Lugar de tranquilidad y sosiego, Ferrera es también de animación y romería con la citada fiesta de la Comida en la Calle durante las fiestas de El Bollo, cuando se transformaba "en una especie de Woodstock, principalmente para quinceañeros", como dice M. Mancisidor en su reportaje El Ferrera, remanso de paz, publicado en La Nueva España el 6-4-2021, si bien también hay espacio de sobra para las familias y personas de toda edad y condición


Si bien a primera hora puede parecer casi vacío, pronto llegan los primeros paseantes y runners, y a las horas de paseos, especialmente las tardes, puede estar intensamente concurrido. Tras la pandemia de Covid la fiesta de la Comida en la Calle cambió un poco de hábitos, según se desprende del artículo 3.800 personas disfrutan del ambiente familiar y festivo del parque Ferrera, en El Comercio del 11-4-2023:
"Atrás quedaron los años en los que el parque de Ferrera se llenaba de adolescentes y jóvenes con ganas de fiesta el día de la Comida en la Calle de Avilés. Sigue habiendo juventud, pero desde que la fiesta se recuperó tras el parón de la pandemia el parque se ha convertido en el espacio favorito para las familias que quieren disfrutar del ambiente festivo e intergeneracional del recinto, con la posibilidad de comer en el 'prao' al aire libre. Y ayer disfrutaron del buen tiempo unas 3.800 personas, según las cifras ofrecidas por la empresa de seguridad que controló los accesos para evitar incidentes y el consumo de alcohol entre los menores de edad.
Lo cierto es que el recinto tardó en llenarse, pero a eso de las tres de la tarde prácticamente ya no había un hueco libre donde poner la toalla o el mantel. En el parque se concitaron familias completas como la de Laura Ferrer y Jesús Manuel García, vecinos de Versalles que disfrutaron de una buena comida al sol con sus tres hijos, las dos abuelas, tres tíos y varios amigos. «Somos de juntarnos muchos y como este año no pillamos mesa decidimos venir al parque y no nos arrepentimos para nada», confesaba esta familia tan multitudinaria. 
A pocos metros de dónde ellos estaban había un grupo de jóvenes escanciando sidra y jugando al bádminton con una red portátil. «Esto es como estar en la playa pero mejor porque sales del parque a dar una vuelta y está 'petao' de gente de fiesta», ponían en valor Carlota Moreno, Claudia Fernández y Arantxa López, que en su caso sí que repiten cada año en el Ferrera. «Es mejor que pelearse por las mesas en el centro, además tenemos amigos en la plaza de España y si nos apetece vamos hasta allí a comer algo y a gorronear un poco de sidra cuando se nos acabe», bromeaban estas jóvenes. 
La Comida traspasa fronteras 
Tal era el buen ambiente que se respiraba ayer en el Ferrera que incluso hay quienes promocionarán la fiesta fuera de nuestras fronteras. Lo harán, por ejemplo, varias familias colombianas que ayer disfrutaron de la fiesta por primera vez y parece que no dudarán en hablar de Avilés en su país natal. 
«Vivimos en Oviedo desde hace años y habíamos oído hablar mucho de la Comida en la Calle de Avilés, pero este es el primer año que venimos y repetiremos porque el ambiente es increíble y hay mucha más gente de la que nos imaginábamos», confesaba Emiliano Gómez y María Castelao, que estuvieron acompañados por sus hijos y un grupo de amigos y lejos de preparar comida típica de su país optaron por la clásica empanada de bonito y una tortilla de patata, «pero comprada en el supermercado», admitían. 
Muchas familias con niños pequeños también optaron por comer en el parque de Ferrera para aprovechar el césped, los columpios y la zona infantil en la que, eso sí, casi había que guardar cola para lanzarse por el tobogán o columpiarse en la hora punta tras la comida. El ocio al aire libre también fue un reclamo para llenar el recinto de gente en un día soleado."

Aparecen ante nosotros sucesivos cruces y proseguimos tomándolos a nuestro libre albedrío, pero poniendo rumbo a dos lugares imprescindibles, la noria y el jardín francés


La noria está justo enfrente de nosotros, camuflada entre árboles, por lo que no la veremos por entero hasta llegar a ella. Un poco más allá, en el terreno que hoy ocupa la Casa Municipal de Cultura, existió un laberinto vegetal, hoy totalmente desaparecido


También desapareció la cancha de tenis, habilitada en 1928 al lado de La Noria, eliminada en 1975, poco antes de pasar el terreno a titularidad pública


A la izquierda, sigue la tapia de los chalets de Ferrera, así como la pista deportiva, un circuito renovado en 2023


Como bien dice Rafael Suárez Muñiz, reconociendo en cuenta nos damos cuenta de su variedad pues "alternan los estilos de jardinería versallesca, el laberinto de boj desaparecido, el paisajismo inglés con bosquetes de frondosas, espacios clareados, superficies pratenses, plantaciones dispersas hechas por golpes, etc."


El  pino de Monterrey que antes veíamos al otro lado del parque, ya ante nosotros, rodeado de castaños, abedules y otras numerosas clases de árboles y arbustos


Más bancos, la abundancia de estos elementos no pasa desapercibida en muchas guías, comentarios y descripciones, como es este el caso, la página Puedo viajar, que dice:
"El parque de la Ferrera (sic) posee todo un itinerario llano y ancho, libre de obstáculos, a lo largo de toda su visita. Es una zona de fácil acceso y aunque no posea aparcamiento propio a lo largo de su perímetro podemos encontrar plazas reservadas. Además es un espacio que puedes visitar con tu perro guía. Tiene bastantes bancos a lo largo del paseo para poder realizar descansos."

Viejos troncos señalan el lugar donde hubo en tiempos árboles centenarios, al fondo lo que parecen haber sido dependencias de la antigua finca, de cuyo aprovechamiento agrícola nos dice Rafael Suárez-Muñiz:
"La huerta estaba donde se construyeron los palacetes que motean la calle Galiana y fue retrocediendo progresivamente hasta el año 1941, mientras aquellos se iban construyendo. Se hizo después otra más pequeña detrás del palacio y por eso se conservaban, aún en 1981, algunos árboles frutales (perales, manzanos, naranjos, ciruelos). Adosados al muro oeste del parque estuvieron los invernaderos."

Y es que "Avilés es toda una sorpresa si vas con los ojos bien abiertos", escribe el escritor y viajero Víctor Gómez en su blog Machbel, de la que califica, en del mismo título de su entrada, "la ciudad más peculiar de Asturias":
"Avilés es la tercera ciudad más importante de Asturias después de Gijón y Oviedo. Muchos no la visitan creyendo que va a ser una ciudad industrial maltratada por los años, cuando curiosamente es la ciudad más antigua de Asturias y la que tiene el casco histórico, para mi gusto, más bonito de las tres."

Por su parte, otra página viajera, TravelHolics, publica que "Si te gusta la naturaleza, no puedes perderte el Parque de Ferrera. Este hermoso parque ofrece amplias áreas verdes, hermosos jardines y un lago donde podrás relajarte y disfrutar del paisaje", por lo tanto, otra buena loa muy a tener en cuenta


Al otro de la tapia que hace de límite del parque, entre los chalets y mansiones ganadas a esta parte de la antigua huerta de los marqueses, destaca la magnífica galería acristalada de la casa de los Arias de la Noceda, proyectada en 1883 por Federico Ureña y González Olivares, director de obras municipales de Avilés. En esta fachada viene a imitar el estilo de los palacios rurales asturianos de los siglos XVII y XVIII, con hermoso y gran jardín cerrado por verja. Es en la actualidad sede de los servicios sociales y medioambientales del Ayuntamiento de Avilés. La palmera delata que su dueño era un indiano de los que hicieron fortuna en Cuba. El escritor y periodista Ramón Baragaño, cuenta de ella en La Voz de Avilés:

"La casa de los Arias de la Noceda esta situada en el número 11 de la calle de Galiana de Avilés. Fue proyectada en 1.883 por Federico Ureña y González Olivares, el que fuera director de obras municipales de Avilés,” se trata de una gran mansión unifamiliar de cuatro plantas: un semisótano destinado al servicio doméstico (cocina, lavadero, calefacción...); dos plantas principales para vivienda, unidas por medio de una monumental escalera, y algunas de cuyas piezas nobles aún conservan la pintura original que decoraba los techos, así como un oratorio con rica decoración; y finalmente un desván abuhardillado. El edificio, rodeado de jardín, está formado por un cuerpo cuadrangular en el que destacan la fachada principal y la posterior. La primera de ellas, que da a la calle de Galiana, consta de tres cuerpos con los dos laterales más resaltados, al estilo de los palacios asturianos con dos torres de los siglos XVII y XVIII. La fachada posterior, sin embargo, posee un aire menos severo gracias a la gran galería acristalada que la cubre. En la decoración exterior hay que resaltar los balcones de hierro y la marquesina de cristal y hierro que cubre la entrada principal”. Actualmente el edificio se encuentra restaurado, siendo sede de los servicios sociales y medioambientales del ayuntamiento avilesino"

Esplendor de arbustos floridos en primavera, que destacan al lado del sendero. Así se anuncia la llegada de la estación en Avilés y sus parques, como recoge esta noticia de El Comercio del 11-5-2015:
 “Apenas habían salido los primeros rayos de sol tras el invierno y los trabajadores del servicio municipal de Parques y Jardines ya se habían echado a la calle, o, mejor dicho, a los parques y zonas verdes de la ciudad para anunciar la primavera el pasado mes de marzo. Porque en Avilés la primavera no la anuncia ninguna superficie comercial, sino las más de 50.000 plantas que gestiona el vivero municipal. El parque de El Muelle se lleva la mayor parte, con 15.900 plantas, de las cuales los pensamientos y las prímulas reinan en esta zona verde, seguidos de la cineraria y el alhelí. En segunda posición se sitúa el parque de Ferrera, con 4.120 plantas y también el pensamiento entre las más utilizadas. Los parques de Las Meanas y El Carbayedo se llevan el grueso del resto de plantas, además de todas las jardineras que hay instaladas en las calles y plazas de Avilés.”

En el artículo, publicado en La Nueva España el 10-10-2018 Las raíces más hondas de Avilés, Amaya P. Gión lamentaba que "Los avilesinos han convertido al Ferrera en uno de sus principales puntos de encuentro, dejando olvidado al que fue el primero de la ciudad y principal foco de la vida social a comienzos del siglo XX", refiriéndose al Parque del Muelle, hecho sobre el antiguo puerto medieval, rellenado acabando el siglo XIX y que ansía por un nuevo esplendor cuando, algún día, desaparezca la barrera ferroviaria y viaria que lo separa de La Ría. Por él pasaremos también camino de Sabugo


Amaya P. Gión repasa también las vicisitudes del Ferrera y otros parques cuando los temporales azotan sus árboles, a veces derribando algunos, así como otras plagas de nuestros días:
"Árboles jóvenes, adultos y ancianos sobreviven al paso de los años y de los temporales aunque en pleno siglo XXI se encuentran sometidos a más enemigos que la propia fuerza de la naturaleza. Los botellones y los actos vandálicos constituyen hoy los principales embates a los que se enfrentan estos espacios de la naturaleza integrados en la trama urbana que miran al futuro mientras evocan con nostalgia el pasado avilesino."

A la izquierda se suceden una serie de quintas y palacios urbanos, con jardín, los cuales empezarían a construirse a mediados del siglo XIX en lo que habrían sido ya las huertas del desamortizado convento de San Francisco. Aquí está ahora el restaurante Santa Cecilia


Vamos a dirigirnos, antes aún que a La Noria, a la parte posterior de la Casa Municipal de Cultura, donde estuvo antaño el laberinto vegetal, de boj concretamente, del que solamente queda ya el recuerdo. Avilés y sus parques nos dan pistas sobre cómo sería su aspecto en sus buenos tiempos y cómo fue extinguiéndose:
"Antes de la construcción de la Casa Municipal de Cultura había una parte bien definida que era el antiguo laberinto del Palacio Ferrera (...). Era una zona caracterizada por la presencia de arbustos de boj que iban marcando los límites con formas geométricas diferentes. Dentro de ellas había árboles con única presencia en esta parte, como la camelia, el limonero o el rododendro."

De igual manera, los biólogos autores de esta tan amena como instructiva y amena guía, Avelino Granda, Pili Madiedo, Ricardo Fernández, Rubén Arias, Carmen Muñiz, Margot Compañy y Begoña Mediavilla, nos aportan dantos curiosos, como que por las condiciones lumínicas del lugar había aquí helechales que crecían de manera silvestre:
"En el suelo, como no llegaba mucha luz por la sombra que daban muchos árboles, había helechos que debieron formar el prado original del laberinto. Actualmente, de este laberinto original se conserva muy poco, prácticamente nada. Por ejemplo desapareció la mayor parte del boj original y murieron árboles, como el  rododendro más grande que había. Ahora encontramos plantado un tejo podado; también hay presencia de una camelia y un boj."

Aquí, un poco de boj, que recrea algo que parece un mini-laberinto, guarda el testigo de aquella antigua creación jardinera que no ha caído en el olvido. Más allá los árboles que dan paso al jardín francés


La Casa Municipal de Cultura es un edificio vanguardista de finales del siglo XIX con biblioteca (infantil y de adultos), salas de exposiciones y auditorio. Al otro lado, está la Plaza de Domingo Álvarez Acebal, ilustre maestro que fue director de la Escuela de Artes y Oficios


La plaza, antiguamente de San Francisco en memoria del antiguo convento desamortizado, está comunicada con el Parque Ferrera en este lugar. Esta es la parte posterior, muy reformada, de la citada Escuela de Artes y Oficios, cuya fachada principal, de estilo neoclásico pues asemeja a un templo griego, mira también al otro lado, a la plaza, parte original del proyecto de Armando Fernández Cueto del año 1891. El edificio padeció los bombardeos de la Guerra Civil, siendo reconstruida en la posguerra. En 1975 un incendio destruyó parte de las dependencias, y un segundo, en 1986, casi la hace desaparecer. Clausurada durante una década y cuestionada su viabilidad, se vio su necesidad para la población, llegando a firmarse un convenio con el Ayuntamiento para que su rehabilitación fuese sufragada con fondos públicos, volviendo a abrir sus puertas en 1996 no sin pleito judicial con el consistorio para recuperar el pleno control de la entidad, destacando en este periodo difícil la labor de su director Víctor Urdangaray Argüelles


La Plaza de Domingo Álvarez Acebal, antes también El Jardinín y La Campa, enlaza la calle de San Francisco que viene de El Parche o Plaza España (Plaza del Ayuntamiento), con la calle Galiana y formaba parte del viejo camín real que salía de una de las puertas de la desaparecidas muralla o cerca de La Villa


 Aquí al otro lado empieza pues la calle Galiana, uno de cuyos edificios es el del Centro de Formación Profesional Específica, fundado en 1999. A la izquierda son los jardines del Santa Cecilia, donde se celebran fiestas, bodas y conciertos


Y aquí, en el muro que separa el parque de los terrenos de las casas, una de las varias fuentes existentes en él, fruto de las reformas de finca y palacio acometidas en 1861, esta adosada o prácticamente empotrada en la pared


Tras esta visita al antiguo laberinto tras la Casa Municipal de Cultura y la Escuela de Artes y Oficios, proseguimos la marcha hacia La Noria y de allí al jardín francés. En Avilés en un carrete de fotos dicen así de este paraíso verde:
"En Avilés, encontrarás trece parques públicos que abarcan una superficie total de 272.000 m². El parque de Ferrera es uno de los más destacados y vistosos de Asturias, y es el parque más grande de Avilés, con 81.000 m², y también el más popular. Este pulmón verde del centro de la ciudad, es un amplio, hermoso y tranquilo espacio natural que atrae y deleita, a diario, a cientos de personas de todas las generaciones.
El parque se divide claramente en dos áreas distintas: el parque de estilo inglés y el Jardín Francés. El primero combina amplias áreas abiertas de praderas, un estanque acuático y frondosos bosques con árboles centenarios como tejos, cedros, pinos, robles, abedules, castaños, entre otros. El segundo, por su parte, cuenta con todos los elementos característicos de un jardín palaciego, como arbolado, pérgolas, fuentes y trazados singulares de boj que forman los parterres."

Vemos desde aquí la hemeroteca, trasladada en 2011 a la Casa Municipal de Cultura. Era la antigua casa de aperos de la finca, al otro lado está La Noria


Además, "Tuvo una rosaleda con 40 variedades de rosales, incluidos trepadores, a lo largo de una arcada metálica de 50 metros"


Nos dirigimos pues hacia allí, por este estupendo paseo de losas entre el laberinto y el jardín francés. Una pormenorizada guía de las especies botánicas más destacadas la tenemos en el tan reseñado trabajo de Avilés y sus parques I. El Parque Ferrera


Además, ante prácticamente cada planta, árbol y arbusto hallaremos su placa a él dedicada, con su nombre común en castellano y el científico. En la citada guía se recogen también los nombres en asturiano, de especies autóctonas y de otras que, sin serlo, llevan tiempo en Asturias implantadas y tienen su denominación llariega

Fuente: Avilés y sus parques I: El Parque Ferrera

Adjuntamos el muy descriptivo plano del parque con la ubicación de las especies vegetales en él ubicadas que publica Avilés y sus parques


El articulo de Rafael Suárez Muñiz tiene además el complemento fotográfico Fotos: el primer pulmón verde de Asturias: el parque de Ferrera, muy a recomendar para ver en su buena época de esplendor varias de estas maravillas botánicas


No dejamos de percibir una estética marcadamente historicista en estas construcciones, propia del romanticismo o neoromanticismo de la época tal y como no podría ser de otra forma en Avilés con su casco histórico que es un verdadero museo al aire libre, plagado de edificios de inspiración barroca, renacentista, medieval, clasicista, modernista...


A la izquierda, un sendero nos envía directo al jardín francés, pero antes queremos acercarnos a La Noria, un pozo decimonónico "para el abastecimiento de los juegos hidráulicos que había en la finca", explica también Suárez-Muñiz


En 1905 La Noria se cubrió con este edificio que lleva su nombre hasta la actualidad, "utilizado como establo vacuno, granero y la torre de estilo medieval utilizada como palomar". Como hemos dicho, pasó después, convenientemente reformado, a ser centro de interpretación del parque y seguidamente espacio de bienestar emocional de la juventud. Esta es la noticia de su inauguración el 14-2-2022 en www.avilés.com:
"El edificio de La Noria del parque de Ferrera se convierte en el nuevo Espacio de Bienestar Emocional, Prevención y Autocuidado (BEPA) para jóvenes. Esta ubicación física está llamada a convertirse, a través de las actividades sociales o de ocio que acoja, en la referencia para la juventud de Avilés en materia de atención a sus emociones, una cuestión fundamental para garantizar su desarrollo integral sin riesgos adicionales para la salud física, psíquica y social. 
El primer evento que se celebrará en este nuevo Espacio BEPA tendrá lugar el martes 22 de febrero a las 11 horas, y será la presentación de la Guía de Acompañamiento Emocional, elaborada por trabajadoras tituladas en Psicología, Integración Social y Educación Social de la entidad Ye Too Ponese. Se trata de una herramienta destinada al profesorado de los centros de Secundaria y Bachiller de la ciudad, así como a dinamizadores de grupos de participación y educación no formal existentes en Avilés. 
El manejo de las emociones y una buena gestión de las relaciones que le rodean de manera bien tratante es clave para que el alumnado esté motivado en los estudios y tenga una estabilidad que le permita avanzar. A la presentación de esta Guía estarán invitadas las direcciones y orientadores de los centros educativos, las AMPAs y el Centro de Profesorado y Recursos (CPR) de Avilés. 
Una vez sea presentada, la Guía de Acompañamiento Emocional será publicada en el portal web municipal (www.aviles.es) para que cualquier persona o colectivo la pueda consultar"

La Noria como tal funcionó hasta 1970, ahora hay un estanque, cuyo suelo está cubierto de cantos rodados, y que cuando vinimos tenía este seco aspecto


Crecen también algunos arbustos y se conserva otra histórica fuente, con caño de bronce, de la que, al menos en esta ocasión, no mana agua


Y en ella, su fecha de construcción, del año 1826, durante una de las reformas decimonónicas hechas en la finca


Entre la hemeroteca y La Noria admiramos la escultura Tejo Herido, obra del artista Joaquín Rubio Camín, del que tanto hemos hablado en Valdediós (Villaviciosa) , datada, según unas fuentes, en 1986, y otras en 1989, fecha que plasma Alberto del Río Legazpi en Plantación de estatuas en Avilés:
"Tejo herido’ de Joaquín Rubio Camín. 1989. Parque Ferrera. Se trata de un árbol enfermo próximo al derribo e indultado a petición del escultor que lo ‘trabajó’ artísticamente una vez reforzada su base con cemento."

Para hacerla el artista empleó el tronco de un tejo seco, instalado sobre base de cemento y esculpido con motosierra. Al fallecimiento del artista la periodista Elisa Campo escribe para La Nueva España el artículo El tejo huérfano de Camín, publicado el 9-1-2018, en el que repasa la historia de esta escultura y la relaciona con la biografía de Rubio Camín:
"El tejo se murió, y llegó la hora de ver qué hacer con su madera. Situado en uno de los extremos del parque Ferrera, junto a la Noria, quedó con sus ramas vacías de hojas y de savia, triste como un lamento. Corría el año 1986. El entonces concejal de Cultura, Pepe Martínez, y el responsable de la Casa de Cultura, Ramón Rodríguez, se enteraron de que iban a talar el tejo, y se acordaron del escultor gijonés Joaquín Rubio Camín, a quien llamaron para ofrecerle la madera. Y él la aceptó, pero sin que se derribara el árbol. El artista se presentó con una motosierra y durante varios días dio formas angulosas a las ramas, y nueva vida al seco cuerpo. 
Desde hace más de una semana, el «Tejo Herido» del parque Ferrera está también huérfano con el fallecimiento de su «padre». Y no es la única obra que el genial escultor dejó en Avilés; también son suyas varias piezas que se conservan en el interior de la Casa de Cultura, así como el «Ara» que está junto al centro cívico de Los Canapés. Rubio Camín (Gijón, 1929- 2007) fue además el protagonista de exposiciones y de un documental, que rodaron Juan Carlos y Vidal de La Madrid en Valdediós a principios de la década de los 90. El eslabón avilesino de toda esta actividad fue Ramón Rodríguez, que con su amistad contribuyó a estrechar los lazos entre Rubio Camín y la localidad.  
«Cuando yo era presidente de la Asociación de Pintores y Escultores Asturianos negocié con él que formara parte, aunque él no era asociativo», explica Rodríguez. Y de ahí partió una relación personal que hizo posible la primera exposición en Avilés del escultor de Gijón, en 1982. Lo más llamativo de aquella muestra fue que, literalmente, Rubio Camín puso su estudio en Avilés. «Trasladó su estudio con todo lo que tenía en aquél momento, con obras de todo tipo», recuerda el artista avilesino.  
Y esto tuvo clara repercusión en los artistas asturianos. «Ignacio Bernardo, por ejemplo, quedó bastante tocado por su obra. Se cumplió el cometido didáctico». Para esta exposición escribió Camín: «La muestra es variada de materias y temas: las concreciones, los recuerdos naturales y las cosas que me pasan por los ojos y la mente. Todo es igual de interesante para mí y cuando me preguntan ¿qué estás haciendo ahora?, siempre contesto lo mismo: vivir». En ese mismo año, Rubio Camín también participó, junto a otros pintores, en los murales que se realizaron en Avilés con motivo de la celebración del Día de Asturias. Su «cuadrito» puede verse a la entrada de la sala de lectura.  
Lo siguiente ya fue el «Tejo Herido», un hito en su momento, ya que se trata de la primera escultura urbana de arte contemporáneo en Avilés. Y no costó una millonada, como cuenta alguna leyenda negra. «Se le pagó la gasolina y una comida, creo recordar», asegura Ramón Rodríguez. A lo largo de las dos décadas que pasaron desde que realizó la escultura, se le planteó en varias ocasiones a Rubio Camín la posibilidad de eliminar las ramitas que estaban naciendo arropadas en las intersecciones del árbol, e incluso alguna propia del tejo, pero el artista no quiso. «Su respuesta fue que lo que fuese sucediendo, que sucediera».  
Del mismo palo que el «Tejo», valga la expresión, son las esculturas que protagonizaron la muestra con la que se clausuró la vieja Casa de Cultura, 24 piezas realizadas en madera que luego pasaron a ocupar distintas estancias de las nuevas instalaciones de Álvarez Acebal. Fue entonces cuando, en los papeles de la Casa de Cultura, Rubio Camín publicó las siguientes líneas: «Queda en esta ciudad una parte importante de mi vida ligada a los árboles, el material más noble con el que trabajo, el más vivo, el más caliente, el más dialogante. El ejercicio de la escultura impone duros condicionamientos para el encuentro satisfactorio con la forma. El árbol como materia viva habla mi mismo idioma y me ayuda a seguir en la búsqueda de lo importante: la hermosa utopía del encuentro perfecto ¡qué más quisiera!»  
Finalmente, y ya alejado de la madera, Rubio Camín realizó para Avilés «Ara», por encargo de la empresa que construyó el centro cívico de Los Canapés. Empleó perfiles de Ensidesa y granito para recrear un altar votivo, un templo a la cultura y al deporte. Su vinculación a Avilés la dejó escrita en estas líneas: «Gijonés de nacimiento, asturiano por derecho natural, avilesino por sincera amistad con la Casa de Cultura y sus gentes. Siempre acogido con calor. De por vida y más allá estoy ligado muy fuerte a Avilés y quiero no defraudar jamás tan amistosa relación».  
«Era un hombre que fue premio nacional de tres disciplinas artísticas, pintor, escultor e ilustrador y fotógrafo, y sin embargo era un paisano, lo tenías al lado y no sabías que era un artista de élite», rememora Ramón Rodríguez. De él destaca también que «salvo a última hora, que ya estaba enfermo y dejó la vida social, en toda exposición que hubiera allí estaba Camín apoyando al artista, fuese quien fuese». En opinión del artista avilesino, Camín fue «uno de los máximos exponentes de la escultura de nuestros días, uno de los maestros de las nuevas generaciones de escultores asturianos que ven en él la necesaria síntesis de tradición y modernidad». La última cita de este reportaje también es de Camín: «Ya que la vida no da para más, espero acabarla trabajando». Con él, los árboles, como el tejo, también mueren de pie,"

El Tejo Herido es un complemento para la obra escultórica en madera de su artífice, Rubio Camín, expuesta como cesión temporal al Ayuntamiento de Avilés en la Casa Municipal de Cultura desde 1989 y restauradas en 2012


Pocos años antes, en 2009, ya fallecido Camín, se le tributa un gran homenaje en Avilés, del que escribe para La Nueva España el periodista Juan Carlos Gea a fecha 6 de noviembre, titulándolo El legado y los amigos de Camín concluyen en Avilés el homenaje al artista:
"La fuerza del propio legado y el calor de la memoria de amigos y discípulos suplieron anoche en Avilés la imposible presencia del añorado Joaquín Rubio Camín en los dos actos que ponen término a la cadena de homenajes que, desde el pasado 11 de septiembre, conmemoran el que hubiera sido el octogésimo cumpleaños del artista gijonés, fallecido en diciembre de 2007. Dos exposiciones, una de obra propia -«Camín cercano», en el palacio de Valdecarzana- y otra colectiva de amigos, discípulos y admiradores -«Artistas con Camín», en la Casa municipal de Cultura- acercaron hasta Avilés los actos programados como parte del programa «Camín 80», que se ha desarrollado en los museos Barjola y Evaristo Valle, en la galería Cornión y en las mismas calles de Gijón, en las que Camín dejó una importante presencia de su escultura pública.
La primera de esas citas viene a enriquecer con la escultura en metal y las obras en papel la notable presencia de maderas de Camín en la villa del Adelantado; piezas públicas, como su «Tejo» (1986) en el parque de Ferrera, y la colección que alberga la Casa municipal de Cultura. Ahora, hasta el 28 de noviembre, el palacio de Valdecarzana exhibe «Camín cercano», una selección de piezas realizadas en este material entre 1971 y 2002, en las que se percibe el modo en el que el artista gijonés evolucionó desde la complejidad y los aspectos sensoriales del perfil en ángulo hasta la sencillez y el interés por aspectos más conceptuales. 
Una veintena de amigos y admiradores han aportado su obra a «Artistas con Camín», una colectiva en la que la absoluta disparidad de géneros, soportes y supuestos estéticos queda unificada por el tema -el propio Camín- y la calidez del recuerdo. Javier Aleixandre, Melquíades Álvarez, José Arias, José Ramón Cuervo-Arango, Reyes Díaz, Ramón Isidoro, Gonzalo Juanes, Josefina Junco, Mingotes-Villemur, Pablo Maojo, Roberto Molinos, Marcos Morilla, Pelayo Ortega, Edgar Plans, Ramón Prendes, Fernando Redruello, Ramón Rodríguez, Verónica Rubio y Antonio Suárez. Todos evocan la persona, el entorno, la obra y el pensamiento de un artista irrepetible."

Y así, enfrente de la entrada de la hemeroteca, seguirá nuestro camino hacia el jardín francés, nuestro siguiente gran encuentro con las maravillas del Parque Ferrera, al lado ya del palacio


Repetimos que este es uno de los múltiples caminos, recorridos, itinerarios, trayectos, que se pueden elegir para pasear por el parque, que nos ofrece una múltiple variedad de ramales a cada momento, entre los que elegir libremente


Pronto pasamos al lado de la linde de barrotes metálicos que separa el jardín inglés del jardín francés


Jardín francés que ya podemos empezar a ver desde aquí, desde la barrera. No deja de ser emblemático que uno y otro jardín, inglés y francés, tengan distinta concepción, incluso contrapuesta, y distinta historia, y sigan estando físicamente separados por este "muro de lanzas" pese a ya formar parte de un mismo espacio público


Entendamos o no de jardinería ya nos damos cuenta de la diferente estructura del francés respecto al inglés, este va buscando composiciones ordenadas y geométricas, bien rectilíneas o circulares, pero siempre con un trazado bien definido, poco amigo del "desorden buscado" del jardín inglés


Vistosas flores componen encantadores parterres llenos de colorido, siguiendo un esquema netamente versallesco, pues es en Versalles y en la corte del Rey Sol donde podríamos buscar sus orígenes. Consultemos nuevamente la Wikipedia:
"El jardín de estilo francés, también llamado jardín à la française (literalmente, en francés, 'jardín a la [manera] francesa'), es un estilo de jardín basado en la simetría y el principio de imponer el orden a la naturaleza. En Francia se conoce como jardín regular o jardín clásico y es expresión del clasicismo en el arte de los jardines, es decir, de la búsqueda de la perfección formal, de una majestad teatral y de un gusto por el espectáculo. Su epítome es generalmente considerado como los jardines de Versalles diseñados durante el siglo xvii por el arquitecto paisajista André Le Nôtre para Luis XIV y ampliamente copiado por otras cortes europeas. 
Su vocabulario estético, vegetal y su estatuaria están directamente inspirados en los jardines del norte de Italia. Sin embargo, al tener generalmente una superficie más grande, hacen entrar el paisaje en el jardín, manteniendo la preocupación por la perfección formal: están aterrazados, son regulares, a menudo lineales, y ofrecen mucho espacio para los juegos de agua, (canales hidráulicos y estanques, invernadero, pabellones) y muestran una poda sofisticada de las plantas (arte topiario). 
El clasicismo también se expresa en la horticulturaJean-Baptiste de La Quintinie inicia un arte de la poda frutícola y de las técnicas de cultivo sobre un lecho que marcarán permanentemente los jardines de producción. Pero el término «jardin classique» se usa solo para jardines de recreo."


Como en el caso del jardín inglés, el estilo del jardín francés trascendió a su época y llegó a nuestros días, su precedente, los jardines renacentistas franceses, y estos a a su vez, en los italianos, volvemos a pensar en la Antigüedad clásica, que tampoco era unitaria sino muy variada y con fuerte inspiración de numerosas culturas y civilizaciones:
"El garden à la française evolucionó a partir del jardín renacentista francés, un estilo que se inspiró en el jardín renacentista italiano a principios del siglo xvi. El jardín del Renacimiento italiano, tipificado por los Jardines de Boboli en Florencia y la Villa Medici en Fiesole, se caracterizaba por plantar camas, o parterres, creados en formas geométricas y presentar patrones simétricos; el uso de fuentes y cascadas para animar el jardín; escaleras y rampas para unir diferentes niveles del jardín; grottoslaberintos y estatuas sobre temas mitológicos. Los jardines fueron diseñados para representar la armonía y el orden, los ideales del Renacimiento, y para recordar las virtudes de la Antigua Roma.

Tras su campaña en Italia en 1495, donde vio los jardines y castillos de Nápoles, el rey Carlos VIII atrajo a artesanos italianos y diseñadores de jardines, como Pacello da Mercogliano, desde Nápoles y ordenó la construcción de jardines de estilo italiano en su residencia en el château de Amboise y en el castillo Gaillard otra residencia privada de rey en Amboise. Su sucesor Enrique II, que también había viajado a Italia y había conocido a Leonardo da Vinci, creó un italiano cerca del château de Blois. A partir de 1528, el rey Francisco I creó nuevos jardines en el castillo de Fontainebleau, en el que dispuso fuentes, parterres, un bosque de pinos traídos desde Provenza y la primera gruta artificial en Francia.​ El castillo de Chenonceau tenía dos jardines en el nuevo estilo, uno creado para Diana de Poitiers en 1551 y otro para Catalina de Medici en 1560.

En 1536, el arquitecto Philibert de l'Orme, a su regreso de Roma, creó los jardines del castillo de Anet siguiendo las reglas de proporciones italianas. La cuidadosamente armonía preparada de Anet, con sus parterres y superficies de agua integradas con secciones de vegetación, se convirtió en uno de los primeros y más influyentes ejemplos del jardín clásico francés.

Aunque los jardines del Renacimiento francés eran muy diferentes en su espíritu y apariencia de los de la Edad Media, todavía no estaban integrados con la arquitectura de los châteaux, y por lo general estaban rodeados por muros. Las diferentes partes de los jardines no estaban armoniosamente unidas, y a menudo se dispusieron en sitios difíciles elegidos por el terreno fácil de defender, en lugar de por la belleza. Todo esto cambió a mediados del siglo xvii con el desarrollo del primer real jardin à la française."

Hemos de recorrer un buen tramo de verja para encontrar el acceso del jardín francés al inglés, hasta en esto hay un marcado simbolismo, parece como que ambos estilos necesitasen su propio espacio dadas sus diferencias aunque beban de las mismas fuentes y que su contacto fuese fugaz y casi prohibido, oculto, escabroso, fugaz, clandestino, como un beso de una tragedia de Shakespeare o un amor imposible de Lord Byron


La verja sigue cumpliendo su papel, desde aquí, como parte del público, contemplábamos la grabación de la citada película de Woody Allen Vicky Cristina Barcelona mientras esta realizada en el interior del jardín francés; "El director neoyorkino redescubre en su último film el parque Ferrera, desubica San Nicolás de Bari y emociona en el faro", escribía Eduardo Galán en Avilés según Woody Allen para La Nueva España del 11-9-2008:
"Si en «Todos dicen I love you», Woody Allen iluminaba los rincones de Venecia y París; si en «Manhattan» coloreaba el Central Park de Nueva York en «Vicky Cristina Barcelona» el director pinta el parque de Ferrera avilesino con un trazo desconocido. La cámara atraviesa los senderos de luz tenue hasta elevarse hacia el quiosco de la música. Dentro, un público reducido escucha a un guitarrista gitano. Bardem se emociona, Hall se emociona; se reconocen. El parque de Ferrera guarda las espaldas a la pareja y, a partir de un beso avilesino en penumbra, el metraje encuentra multitud de razones para seguir adelante."

Por fin, pasado este banco, hallamos el portón de acceso del jardín inglés al francés, unidos peros separados a la vez tanto en el presente como en la historia, en la de este parque y en la general de ambas corrientes estilísticas, filosofías estéticas que en el trasfondo plasman diferentes actitudes ante la naturaleza y el mundo. Esta parte de las posesiones de los marqueses siguió siendo de titularidad privada hasta 1992, y así nos lo hacen saber en Avilés y sus parques:
"En 1973 se formaliza el Acta de Pago del terreno destinado a parque público. El parque de Ferrera se abre al público el 5 de enero de 1974. El 19 de mayo de 1976 fue inaugurado por los Reyes de España; pasando así a ser parque público, de uso público, con horario y vigilancia. Para ver una ampliación del mismo hay que esperar hasta el año 1992 en el que se expropia el terreno, cumpliendo así con el Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de Avilés. El pago de la expropiación se hace en 1998 en un justiprecio, pasando así el jardín, el llamado jardín francés, a ser propiedad pública y de uso público."

Se dice que la marquesa quiso que esta parte continuase siendo de su propiedad por un árbol especialmente totémico para la estirpe, el haya roja o Árbol de la Marquesa. Una historia que también nos cuenta Arturo Suárez-Arias en Jardines de Avilés:
"El haya roja es uno de los ejemplares más antiguos de estos jardines. Cuando el Ayuntamiento expropió los terrenos de lo que hoy conocemos como "Jardín Inglés" para convertirlo en parque público, la Marquesa de Ferrera quiso que ese haya permaneciera dentro de su propiedad porque, según parece, fue el árbol que plantó D. Juan Antonio de Navia y Arango, Alférez Mayor de Luarca, I Marqués de Ferrera, cuando recibió el título, de manos de Carlos II "El Hechizado"."

Preparémonos, antes de llegar a los grandes parterres de flores, pérgola, fuentes y puentes del jardín francés que reconocemos ya al fondo, a atravesar otro "bosque animado", fruto de la mano del ser humano con sensibilidad por los árboles y el mundo vegetal en general, pues como comenta también Suárez-Muñiz:
"Cerca de la trasera del palacio se levanta un portentoso arbolado más que centenario como la palmera canaria, un cedro del Himalaya, abetos, tejos, álamos temblones a modo de pantalla tras la iglesia, tilos y aligustres de Japón. La variedad botánica es de gran interés a pesar de las desapariciones que ha padecido este parque debido al abandono al que lo tuvo sometido el Ayuntamiento en los dos primeros decenios bajo su control."

Por supuesto, al entrar, también tenemos que atender a Alberto del Río Legazpi en Los Episodios Avilesinos, en concreto al titulado El jardín francés de Avilés, publicado en El Comercio el 25-3-2018, en el que nos desentraña las vicisitudes de este espacio "aparte del parque a la vez que dentro de él" como nos han dicho alguna vez, y su paso de propiedad privada a pública y especialmente vinculado al palacio ahora hotel:
"Una de las mayores conquistas sociales de la ciudad de Avilés fue la adquisición en 1974 y por parte de su Ayuntamiento (siendo alcalde Fernando Suárez del Villar) de gran parte del parque que los marqueses de Ferrera tenían en la histórica villa asturiana. Después de darle un buen repaso jardinero fue inaugurado como parque público en 1976 por los Reyes de España (Juan Carlos I y Sofía) siendo alcalde Ricardo Fernández Suárez.
Quedaban aún en manos de la familia nobiliaria el palacio y una pequeña finca adjunta a éste de gran atractivo natural con árboles de especies valiosas y sobre todo con un hermoso jardín francés. Propiedades que, más tarde, pasarían a ser de la familia Sitges que asentada en Castrillón ejercía, entonces y desde hace años, una gran influencia social e industrial (Real Compañía Asturiana y Asturiana de Zinc. AZSA) en la comarca avilesina. 
En 1998 tanto la mansión como el jardín francés son adquiridos a los Sitges por la empresa inmobiliaria avilesina de Carlos Antuña Ramos, para su posterior reconversión en un hotel de cinco estrellas. Compra que fue redondeada con la cesión al Ayuntamiento (siendo alcalde Agustín González Sánchez) de dicho jardín como consecuencia del convenio suscrito entre dicho empresario y la Corporación municipal avilesina. 
Y así fue como despidió Avilés el siglo XX y entró en el XXI, viendo como un palacio del casco histórico mudaba sus dos escudos nobiliarios a cinco estrellas hoteleras (la presentación del proyecto hotelero acomodado al Plan General de Ordenación Urbana de Avilés se hizo en marzo del 2000, siendo alcalde Santiago Rodríguez Vega, y el hotel sería inaugurado en 2003) y un jardín francés que se unió, también en 2003, al parque inglés de dominio y titularidad púbica que ya venía siendo utilizado, desde 1976, como parque abierto al público. Juntos constituyen hoy un monumental lugar de ocio ciudadano al alcance de pocas poblaciones."

Buen y atento observador, seguimos sus comentarios a ver si somos capaces de no perdernos detalle ente tanta profusión de árboles y tan variados y distintos:
"Un conocido botánico me dictó en una ocasión que a la entrada del jardín francés hay que detenerse ante el ginkgo biloba, la especie viva más antigua del planeta, con hojas en forma de abanico. Y que después hay que valorar en su medida el singular espacio vegetal en que te encuentras donde destacan tres especies arbóreas: el tulípero de Virginia, el espino albar y el haya roja que es uno de los árboles más antiguos del parque."

Y por Avilés y sus parques nos enteramos que el Ginko biloba es también llamado el "árbol de los cuarenta escudos" porque, según la leyenda, fue lo que pagó un parisino aficionado a la botánica a un horticultor inglés por cinco ejemplares a razón de cuarenta escudos cada uno. Es además un auténtico fósil viviente
"Es único en el mundo, sin parientes vivos, único miembro de su especie, que también es única. Se considera uno de los mejores ejemplos de fósil viviente conocido. Tardó algunos años en clasificarse. A través de las especies fósiles se sabe que vivieron hace millones de años, pero de todas ellas no conservamos ninguna. Comparándolo con estos fósiles, que claramente son parientes de él, puede decirse que vienen del Pérmico, de hace 270 millones. Se extendieron en el Jurásico Medio. Al final del Pleistoceno, los fósiles del ginkgo desaparecieron de todos los registros. Sólo quedaron en una parte pequeña de China central, de donde son originarios. Es uno de los árboles que más tiempo vive, pudiendo llegar a los mil años de vida. 

Hay actualmente algunas variaciones de cultivo. En el caso del parque Ferrera tenemos la especie «otoño dorado». No pasa de los dos metros y medio de altura; por lo tanto, se considera un árbol «enano». Las hojas están bien apretadas. Es característico su color amarillo dorado que adquiere en el otoño. La corteza es parda oscura, aunque algunos ejemplares pueden tenerla parda grisácea, con hendiduras bien marcadas. 

Florece en algunos climas diferentes del mundo, aunque, sobre todo, lo encontramos en China, Corea del Sur, este de los Estados Unidos, sur de Francia, España, algunas ciudades de Uruguay, Argentina y Chile. 

Como se puede apreciar en el mismo parque Ferrera, se usa para adornar, uso que se le viene dando desde hace tiempo. Es importante su empleo en la medicina tradicional china y ahora en herbolaria moderna. De las hojas se sacan flavonoides, sustancias que pueden mejorar la circulación sanguínea. Se favorece el desarrollo de la memoria, la concentración y sirve para luchar contra la fatiga mental. Hay investigaciones que demuestran que los flavonoides pueden disminuir la tendencia de las plaquetas de la sangre a juntarse, como consecuencia también disminuirá el riesgo de sufrir trombosis. Sin embargo, el investigador Steven Dekosky y su grupo de colaboradores publicaron en la Journal of the American Medical Association los resultados de un estudio hecho entre 3.100 personas adultas mayores de 75 años, llegando a la conclusión de que realmente no había diferencias grandes entre personas con alguna demencia unas tratadas con derivados del ginkgo y otras no, aconsejando la precaución en la toma de medicamentos en general, incluidos los que proceden de plantas y, en concreto, los que se refieran al ginkgo, demostrando una cierta preocupación por personas que lo toman muy seguido y mucho tiempo. 

El nombre original es chino, con el significado de «albaricoque plateado». Nos llega a través de la lengua japonesa y por una mala transcripción de la palabra que hiciera el científico alemán Engelbert Kaempfer, primer occidental que se dio cuenta de esa especie (1690). Descubrió el árbol cuando estaba trabajando para la compañía de las Indias orientales en Japón. Lo describió en su obra Amoenitatum exoticarium, publicada en 1712. Con el tiempo llevó semillas de ginkgo para Holanda y en el jardín botánico de Utrecht plantó uno de los primeros ejemplares modernos de Europa. 

Como curiosidad, decir que de Hirosima fue uno de los pocos árboles que quedó vivo cerca de donde cayera la bomba."

"El jardín francés, un lugar perfecto para relajarse sin salir del centro de nuestro Aviles", leemos en la página Facebook del Ayuntamiento, y en Turismo Avilés que "posee todos los elementos que definen un jardín palaciego: arbolado, pérgolas, fuentes y trazados singulares de boj configurando los parterres"


Parterres a los que vamos acercándonos paso a paso, pero aquí ahora, a la derecha, admiramos una bellísima espadaña y prado bien segado, con más árboles. Al fondo, un edificio de habitaciones del actual Hotel Palacio de Avilés, resultado de ampliación realizada a partir del palacio de los marqueses de Ferrera, que empieza a asomar a la izquierda, al igual que todo el esplendor del jardín francés


Jardín francés que se extiende aquí al pie del muro de la Casa Municipal de Cultura, con su característica y peculiar forma. Diversas fuentes ofrecen datos, comentarios, impresiones cuando coincidentes cuando dispares,  sobre su historia, origen y tamaño, de los que haremos una pequeña recopilación


Por ejemplo, en el muy recomendado Avilés y sus parques, recordamos que nos ofrece aquella historia del año 1861, cuando un jardinero francés apellidado Ture es contratado para hacer obras "en huertas y prados" y que de toda aquella labor solo se conservaría "una parte pequeña de jardín": en torno a la pérgola detrás del actual hotel y antiguo palacio, cuyas galerías de acceso al jardín reconocemos ya desde aquí:
"Así se puede concretar diciendo que a lo último del siglo XIX ya estaría reformado este espacio denominado jardín francés, adornado con fuentes, bancos de piedra con respaldo de hierro y otros adornos también de piedra."

Por otra parte, en Avilés, un jardín sin fronteras, la periodista Olaya Álvarez expresa esta descripción de esta parte tan sumamente emblemática del Parque Ferrera
"Dentro del mismo parque se encuentra el jardín francés, llamado así porque tras la construcción del palacio de los marqueses de Ferrera, unos nobles de Versalles les cedieron uno de sus jardineros. Hoy sólo se conserva una pequeña parte de su patrimonio original. En sus inicios contaba con multitud de esculturas, fuentes y setos. Actualmente quedan en píe unas estatuas en forma de perro, unos copones sobre las fuentes y algunos bolardos. El elemento más característico en pie, es la pérgola que conducía al antiguo cenador."

Y he aquí la pérgola, en medio de estos preciosos setos y parterres de flores de vivos colores, al pie del antiguo convento de San Francisco del Monte, cuyo aspecto actual es resultado de diversas obras e intervenciones a lo largo de la historia. Por ejemplo, en esta parte se hizo el Colegio de San Francisco, que inició su actividad en el curso 1968/69 y cuyas obras comenzaron en 1965, afectando notablemente a la integridad del antiguo claustro, que en aquel momento fue sacrificada, siguiendo los criterios de entonces, dada la perentoria necesidad de plazas escolares con el boom demográfico acontecido con Ensidesa


El viejo monasterio medieval (s. XIII), muy afectado anteriormente por el terremoto de 1522 y otros posteriores, ya había sido desamortizado en 1836, pasando en 1849 a ser su iglesia nueva sede parroquial avilesina bajo la advocación de San Nicolás de Bari, antiguamente San Nicolás de la Villa, culto traído aquí desde su sede original en la vieja iglesia parroquial, al lado del antiguo puerto (que visitaremos cuando prosigamos por la calle La Ferrería)


Absortos contemplamos la extraordinaria belleza del jardín francés y su meritorio trabajo de alineación y composición de estructuras florales, elementos vegetales y detalles arquitectónicos, guardando un trabajado esquema dentro de los parámetros de este estilo, también descrito así por Legazpi:
"La característica principal de los jardines franceses es que son ordenados y muy amigos de simetrías y líneas geométricas. Todo lo contrario del capricho vegetal –con estanque incluido– tan característico del jardín tipo inglés como es la mayor parte (80.000 metros cuadrados) del Ferrera. En el francés, que ocupa unos 8.000 metros cuadrados de superficie, su zona más llamativa es la central, caracterizada por la unión entre una plaza semicircular cercana al palacio y otra circular dotada con una fuente simétrica a la ubicada al otro extremo de una pérgola que llama mucho la atención, y sino que se lo pregunten a Woody Allen que rodó en ella una secuencia de ‘Vicki Cristina Barcelona’ y sobre todo a Scarlett Johansson que confesó su fascinación por aquella galería abierta del jardín del hotel."

Reconocemos desde aquí alguna de las fuentes del jardín, así como varias palmeras. Más allá la acogedora galería del comedor del hotel y arriba la no menos bella del piso alto. Esta es la parte más reformada, desde el siglo XVIII al menos, del conjunto palacial, erigido a mediados del siglo XVII (entre 1648 y 1652) a la vez que se consolidaban los barrios-calle extramuros de Rivero y Galiana, una centuria que sería época plenamente barroca, aunque el palacio se hizo con estética más propia del Renacimiento, según proyecto del arquitecto avilesino Bartolomé Velasco por encargo de Pedro León y Menéndez de Avilés, abuelo materno del primer marqués de Ferrera, Juan Alonso de Navia y Arango, cuya estirpe viviría en el palacio hasta bien entrado el siglo XX


Esta es la historia de los primeros marqueses de Ferrera respecto a su antecesor, el fundador del palacio, contada por el Cronista Oficial de Avilés Justo Ureña y Hevia en El Comercio-La Voz de Avilés el 12-11-2007:
"Don Juan Alonso había nacido en Avilés en 1659, donde falleció setenta y dos años después, en 1731 (...). Era hijo de D. Álvaro Pérez de Navia y su mujer Dª Mayor Menéndez de Avilés, (...) de este matrimonio nacieron diez hijos, cuatro varones y seis hembras, siendo el primogénito quien ostentaría el marquesado (...) 
Dª Mayor Menéndez de Avilés era hija de D. Pedro Menéndez León Quirós, regidor de la Villa, fallecido en 1653 casado con Dª María de Arango Inclán, este matrimonio fue quien mandó edificar el palacio con su torre dando frente a la plaza de Fuera de la Villa y a la calle de La Canal, junto al convento de San Francisco (,,,)  
D. Pedro Menéndez de León Quirós era hijo de D. Pedro de León Menéndez de Avilés, regidor de la Villa durante muchos años, y de su mujer Dª Mayor de Hevia Estrada, natural de Villaviciosa; a su vez D. Pedro era hijo de D. Álvaro Alonso Pérez de Navia y Arango-Valdés, que contrajo matrimonio con Dª Mayor Menéndez de Avilés en 1655, después de haber estado casado con su tía carnal. Dª Isabel de Malleza y Cienfuegos, con quien no tuvo sucesión.  
En el matrimonio de D. Álvaro con Dª Mayor se funden dos importantes linajes asturianos: el de los Navia-Arango y el de los Menéndez de Avilés, cuya casa y mayorazgo había fundado, como sabemos, el Adelantado de La Florida y su esposa, Dª María Solís en 1568, por ello merece la pena que esclarezcamos hasta lo orígenes conocidos la sucesión de ambas ramas.  
D. Álvaro Alonso Pérez de Navia era hijo de un matrimonio entre primos, el de D. Juan Alonso de Navia-Arango y Dª Elvira de Navia y Bolaño, hija de D. Alonso López de Navia Bolaño. El padre, era a su vez hijo del segundo matrimonio de D. Álvaro Pérez de Navia-Arango con Dª Catalina Elvira Malleza Bernaldo de Quirós, que en primeras nupcias había estado casado con Dª Toribia Menéndez de Avilés, única nieta de D. Pedro Menéndez, El Adelantado, de cuyo matrimonio nació una sola hija que falleció niña extinguiéndose así la sucesión directa de éste.  
Descendía, D. Álvaro Pérez de Navia de D. Juan Alonso de Navia Bolaño, gobernador de La Habana, donde falleció en 1571, y fue su esposa Dª María de Arango, dando lugar al nacimiento de la rama de los Navia-Arango. Su padre fue Álvaro Pérez de Navia Castro-Bolaño, casado con Dª Mencía de Valdés Llano, hija de D. Juan Valdés Salas, hermano del arzobispo D. Fernando de Valdés Salas, fundador de la Universidad de Oviedo; su abuelo fue D. Alonso López de Navia y Aguiar, hermano de D. Álvaro Pérez de Navia que casó con Dª Elvira Osorio dando origen a la rama de los Navia-Osorio que más tarde emparentaría con los Navia-Arango y hermano también de D. Juan Alonso de Navia, obispo de Tarazona e inquisidor en Toledo de quien heredaron los bienes sus hermanos y sobrinos, todos tres hijos del matrimonio de D. Álvaro Pérez de Navia y Dª Marina Pérez de Aguiar que se remonta a la primer mitad del siglo XVI.  
Por parte de Dª Mayor Menéndez de Avilés, era hija de D. Simón de León, regidor de Avilés y Gozón, que casó con Dª Marina Alonso de Arango, nacida del segundo matrimonio de Dª María Alonso de Arango, madre de Pedro Menéndez de Avilés, así que Dª Marina y D. Pedro eran hermanos de Madre, ella hija de Juan Martínez de Sabugo, matrimonio al que ya se hizo alusión al referirnos al vínculo y mayorazgo de la Casa de Avilés"

"El jardín francés de Avilés, la fascinación de Woody Allen y Scarlet Johanson", dice el youtuber Olivier Rodríguez en su magnífico vídeo dedicado a este increíble rincón del Parque Ferrera:
"El JARDÍN FRANCÉS DE AVILÉS es uno de los rincones más hermosos del parque de Ferrara, ubicado en el centro de la ciudad. Aquí se rodó una escena de la famosa película de Woody Allen "Vicki Cristina Barcelona" y dicen que la misma Scarlett Johansson se sintió encantada con la belleza de estos maravillosos parterres. Las flores de color rojo intenso, las dos fuentes redondas y hermanas, el árbol ginkgo biloba que recibe a los visitantes... darse un paseo por este hermoso paraje es liberar tensión y disfrutar plenamente de la vida, respirando aire puro y concentrándose en la magnífica simetría de este jardín"

Alberto del Río Legazpi escribe asimismo que "el jardín francés del parque de Ferrera de Avilés -que no del hotel como creen algunos- está considerado como una joya paisajística e histórica de Avilés", y que en Jardín francés - Avilés. Un parque con historia afirmen con rotundidad que "Es uno de los rincones más bonitos de la ciudad de Avilés"


Vamos a dirigirnos ahora al otro extremo del gran parterre florido para recorrerlo en toda su longitud por el preciosísimo pasillo de columnas toscanas que lo viene a dividir en dos mitades a la larga. Al fondo tenemos un viejo texu o tejo, de varios siglos de vida, que se supone anterior a la construcción del palacio y muy posiblemente resto del bosque que aquí había rodeando al convento franciscano. Realmente hay dos, tejo y teja, es decir, machu y fema (macho y hembra), o al menos así lo leemos en la página Tejos de Asturias, con firma de JGValles, quien narra también otras de sus impresiones describiendo el parque:
"Es uno de los lugares de descanso más visitados por los habitantes de la población y posee en su interior numeroso mobiliario de descanso, zonas señalizadas de carácter deportivo, hemeroteca, zona infantil, estanque con patos y un templete musical donde se realizan actividades relacionadas con el arte musical.

Durante las últimas visitas a esta ciudad no puedo evitar recordar su aspecto hace algunos años y compararlo con el actual. Poco a poco se está convirtiendo en una muy bonita ciudad. Especialmente agradable es pasear por el casco antiguo. Ya veremos como queda la ría, pero el futuro promete."

Vista de la mitad del jardín hacia el hotel, sucesor del palacio y que vio la transformación de un huerta en gran jardín, dentro del aprecio de estos lugares de vegetación ornamental por la aristocracia, un proceso que había empezado en la Francia dieciochesca, como nos recuerdan, una vez más, en Avilés y sus parques:
"Haciendo un repaso a la historia, vemos como en Francia en el siglo XVIII empiezan a definirse las nuevas zonas verdes. Destaca la figura de André Le Nôtre, jardinero de Luis XIV de 1645 a 1700, encargado de diseñar los jardines del palacio de Versalles, del palacio de Vaux-le-Vicomte y de Chantilly. En el resto de Europa, a cuenta de la planificación urbana, se diseñan espacios verdes definidos por la ordenación sistemática de la vegetación y el trazado de caminos adecuados y rodeados por un cierre.

En este mismo siglo se inician las plantaciones para ornato de ciudades y solaz de la población. Aparece entonces el paseo arbolado en las afueras para carruajes y peatones. Las familias aristocráticas y sus palacios con jardines van conformando un paisaje antropizado con introducción de especies exóticas. 

El parque de Ferrera formaba parte de la propiedad del marquesado de Ferrera, junto con el palacio, convertido en hotel de cinco estrellas, incluido en el Conjunto Histórico-Artístico de Avilés por Decreto de 27 de mayo de 1955. 

El edificio lo mandó levantar Pedro Menéndez de León Quirós de la Casa de Avilés y pasó a la familia de Navia-Arango tras la boda de su hija, Mayor Menéndez, con Álvaro Pérez de Navia Osorio. El edificio se conocerá con el nombre de palacio del Marqués de Ferrera, título que se le dará a la familia Navia-Arango en 1697. 

Este palacio mantuvo los límites perimetrales hasta la actualidad, pero la construcción, el edificio en sí sufre algunas reformas. La primera reforma se da en el siglo XVIII, alargando la parte oeste y reformando la de detrás.

Entre 1772 y 1775 se amplió la casa y entre 1860 y 1861 se remodeló por dentro. Al principio de su construcción tenía las características de un palacio barroco; con la reformas posteriores se fueron perdiendo los elementos propios de este estilo. Álvarez Pérez de Navia Osorio es el promotor de las últimas reformas del palacio hasta que se levantó el hotel. Transformó definitivamente el palacio por dentro, acabando con la distribución y los espacios característicos de la época barroca. Sólo quedaba entonces la ornamentación del parque, que se hizo entre los años 1905 y 1909. La reforma de la huerta principal y del jardín fue profunda, renovando canalizaciones de agua, colocando verjas, límites, una noria de hierro, fuentes, miradores, etc."

La parte central de la pérgola, cruce de caminos en forma de cruz con círculo en medio, rodeado por las columnas toscanas sobre pedestales. Encima de ellas las parras crecen en vigas de madera que conforman una bella estructura


El jardín hacia el otro lado, hacia el texu y el espectacular compendio arbóreo que hemos atravesado desde la entrada a este jardín. Hemos de seguir la glosa que Legazpi realiza de las excelencias de este enclave impresionante:
"Los parterres con rosales colocados a ambos extremos y los setos de boj refuerzan la simetría de la composición del precioso jardín que en principio incluía bancos de piedra de estilo galo con respaldo en hierro forjado pero que unos descerebrados ‘ventilaron’ al poco de abrirse el recinto al público. Aquello causó disgusto en muchos empezando por su restaurador José Valdeón –ilustre jardinero y paisajista asturiano– quien había dejado el jardín como los chorros del oro"

Esta sería la parte conservada del jardín francés más grande, que además de terreno, plantas y flores habría perdido otros elementos, y así lo explica asimismo Arturo Suárez en sus Jardines sin fronteras
"Dentro del mismo parque se encuentra el jardín francés, llamado así porque tras la construcción del palacio de los marqueses de Ferrera, unos nobles de Versalles les cedieron uno de sus jardineros. Hoy sólo se conserva una pequeña parte de su patrimonio original. En sus inicios contaba con multitud de esculturas, fuentes y setos. Actualmente quedan en píe unas estatuas en forma de perro, unos copones sobre las fuentes y algunos bolardos. El elemento más característico en pie, es la pérgola que conducía al antiguo cenador."

Por aquí, entonces se caminaría desde el palacio a aquel antiguo cenador o pabellón de época que existió en el pasado, por eso "la pérgola es el elemento más característico que sigue en pie en el jardín francés del parque Ferrera", proclama Suárez, jardín francés al que da un total de 8.496 m2 de extensión


Franjas floridas a ambos lados con césped y más islas de flores en medio, además de pequeños arbustos, todo bien podado y trazado, la diferencia con el jardín inglés es evidente


Vista hacia la derecha con el muro de la casa de cultura haciendo de límite, disimulado con una hilera de arbolitos 


En Avilés historias por vivir se comenta que "Este jardín de estilo francés, incluye varias fuentes y fue diseñado a petición de la marquesa para pasear y tener cerca al servicio"


Una de ellas es la fuente de este extremo, de gran elegancia artística, y que nos servirá de referencia para reconocer seguidamente esta parte del jardín. En algunas guías, y mismamente en Google Maps aparece citada como Fuente de los Deseos


Desde aquí y a la izquierda vemos el otro de los tejos, que sería el macho propiamente dicho, cerca del que hemos pasado ya al entrando desde el parque inglés


Sendos bolaños dan paso desde el paseo de la pérgola a la fuente, con cuatro bancos de piedra en el espacio circular a su alrededor


Circular es también este pequeño estanque en torno a su copa, de la que mana el agua, pues como bien observan en el capítulo dedicado al estilo en Hispania verde, "Los jardines franceses tienen cuerpos de agua y fuentes estratégicamente ubicadas alrededor del jardín. El resto de las particiones del jardín se planifican alrededor de estos cuerpos de agua", por lo que no es, evidentemente, mala idea para recorrerlos usar estos elementos como referencia visual y espacial  


Y es que, dentro de los gustos e influencias de esta clase de jardines se gustaba su delimitación entre fuentes, tal y como comprobaremos también cuando nos acerquemos al edificio del hotel


Detalle romántico en la copa de tan bello manantial, lindas flores del jardín en el agua


Según esta perspectiva, recordamos que en Paisajismo digital se reconoce que "los jardines franceses también suelen acoger áreas boscosas. Pero los árboles adquieren un menos protagonismo, prácticamente secundario, quedando relegados a los bordes exteriores", como sería este el caso, el bosquet de la jardinería francesa, "pequeño grupo de árboles, generalmente a cierta distancia de la casa, diseñado como un talón de fondo ornamental"


De nuevo un pequeño laberinto geométrico hecho de arbustos de boj siempre bien podados, recuerdo del que existió antiguamente. Si bien el simbolismo del laberinto, relacionado con los nudos y entrelazos tiene diferentes significados, aparte del meramente ornamental, tiene variados significados en todas las culturas y religiones, su vinculación con la jardinería la consultaríamos, por ejemplo, con la especialista Ana Marinadela Porraz Castillo en  El laberinto y el jardín, un encuentro emblemático en el jardín europeo:
"Durante diferentes épocas de la historia de la humanidad, el laberinto ha tenido diferentes simbolismos e interpretaciones, en función a la cultura de las sociedades que lo han empleado, por lo en que ha sido representado de muchas maneras. 

Muchos autores, entre ellos Jonathan Mahen O’Farrell , sitúan el origen del laberinto en la antigüedad, específicamente en las culturas egipcias y minoicas, apareciendo principalmente en diagramas y en la literatura. 

Según el mismo autor, para los egipcios la representación bidimensional del laberinto representaba el útero femenino, es decir la primera morada del ser humano.

Sin embargo, la referencia más conocida nos ha llegado de aquella época a través de la literatura: la historia del Laberinto de Knossos, en Creta, lugar donde el rey Minos albergaba al Minotauro, una creatura con cabeza de toro y cuerpo de hombre, quien finalmente fue asesinado por el héroe ateniense Teseo, con la ayuda de Ariadna. 

Dicho laberinto, el cual según la mitología griega fue construido por el desdichado arquitecto Dédalo, pasó a la cultura romana a partir de los textos de Plutarco y como representación artística se manifestó sobre todo en los ricos mosaicos que pavimentaban las casas de los patricios romanos.

Posteriormente, en la Época Bizantina y durante la Edad Media, el laberinto pasó directamente a las representaciones sacras, usado también como pavimento, asociándose intrínsecamente con el simbolismo cristiano; por ejemplo en la Iglesia de San Vítale en Rávena o en la Catedral de Chartres."

Sería, según esta autora, en el periodo renacentista cuando la relación entre laberinto y jardín comenzaría a gestarse, pero ya sin necesariamente la interpretación religiosa:
"Con la llegada del Renacimiento la asociación entre el laberinto y el jardín comienza a gestarse, la noción del mundo deja de estar sujeta al orden divino y el laberinto o dédalus encuentra su lugar en los jardines palaciegos como diversión de los nobles.

Las primeras referencias de dichos elementos datan del siglo XV, en el palacio del Té en Mantua, residencia del cardenal Ludovico Trevisan, en los Jardines del Palacio San Paul en Paris, así como en una gran cantidad de los Jardines Reales de Carlos V de Francia, un gran apasionado de los laberintos.

Los laberintos también tuvieron una difusión importante en Europa durante el siglo XVII. Giovanni Battista Ferrari explica en su manual de horticultura publicado en 1633, que  en la época existían dos tipos de laberintos-jardín: uno bajo con flores, que buscaba encerrar la mirada, otro alto y espeso que buscaba encerrar completamente del exterior al usuario."

Sin embargo, otro gran erudito, José Elías Bonells"El jardinero mayor de Sevilla", que durante tantos años fue adjunto a la Jefatura de Parques y Jardines del Ayuntamiento sevillano, esboza la teoría de su nacimiento en la Inglaterra medieval:
"Los laberintos (mazes) se comenzaron a utilizar en los jardines de setos en la Inglaterra del siglo XII, ya que eran el lugar propicio para una cita amorosa; luego de allí se extendieron progresivamente por toda Europa, especialmente en Francia e Italia.

Se destacan en este sentido los jardines laberínticos de André le Notre en Versalles y el de Caboni en la Villa Pisani en Italia."

Y ahí, en Versalles, tenemos ya el laberinto en el jardín francés por antonomasia, retomamos entonces la lectura del artículo de Porraz Castillo:
"Pero sin duda, uno de los laberintos más célebres es aquel construido en Versailles, bajo el reinado de Luis XIV. Encargado a André Le Nôtre hacia 1665, el jardín fue construido al suroeste del palacio teniendo como tema conductor las fábulas de Esopo"

Estamos al lado de la texa, que se alza entre este minilaberinto y el cierre del jardín francés. Damos cuenta de los escrito sobre este árbol-totem en Avilés y sus parques:
"Taxus baccata; Taxus es el nombre en latín, derivado del griego τάξις. El segundo formante del nombre latino, baccata tiene el significado de fruto. 

Puede llegar a medir entre 10 ó 25 m. de altura. La corteza es de color marrón rojizo se abre en escamas cuando el árbol es viejo. Las hojas en forma de aguja, por el anverso son de un color verde oscuro y por el reverso, verde claro. Florece en primavera. Su fruto se llama arilo. 

Por el organismo de este árbol, excepto en el fruto, hay una sustancia alcaloide, la taxina, que es muy venenosa. Se calcula que cociendo sólo 50 gramos de sus hojas ya es mortal. Aunque el arilo es la única parte que no tiene veneno, hay que tener cuidado, porque, si se come o se tragan sus semillas, pueden producirse intoxicaciones graves (vómitos, descomposición, convulsiones…). 

Tiene la madera dura y compacta; por eso es muy apreciada en tornería, ebanistería y carpintería, incluso se hacen ceniceros de ella por su resistencia. 

El tejo, junto con el roble, es una especie mítica de la cultura astur, representando la unión del pueblo asturiano con la tierra, con el culto, así como con mujeres y hombres de otros tiempos. 

Podemos encontrar tejos en muchos pueblos de Asturias plantados en sitios donde antes fueron adorados. Precisamente por su carga religiosa y mágica, el cristianismo levanta al lado de ellos, ermitas o iglesias, en un intento de cristianizar estos emplazamientos por sincretismo o, según otras teorías4 , para integrarse mejor en las costumbres y tradiicones populares. Probablemente, los ejemplares actuales están ocupando el lugar de otros más viejos o son descendientes de ellos, siempre colocados en sitios primitivos de culto, adoración y sabiduría. Debajo de sus cañas se reunía el pueblo en lo que tradicionalmente se conoce como llamar a conceyu . 

Los antiguos guerreros astures se suicidaban con el veneno del tejo antes de perder las batallas evitando así ser esclavizados. Por lo tanto, el tejo es también el símbolo de lo oscuro, de la sombra y de la muerte, a lo que contribuye al aspecto sombrío que mantiene todo el año y a su longevidad. Simboliza el paso para el “otro mundo”, teniendo todavía hoy mucha importancia en el día de los difuntos, día en el que se lleva una rama al cementerio para que guíe a las personas muertas en su vuelta al País de las Sombras. 

La unión entre el tejo y el mundo de los muertos es reconocido no sólo en Asturias, sino también en otros lugares del occidente europeo de influencia celta, como Bretaña o Irlanda, donde ya era una tradición poner tejos en los cementerios en vez de cipreses, creyendo que las raíces llegaban hasta la boca de las personas muertas que estaban enterradas. 

También los antiguos pueblos galos adoraban esta especie vegetal y en el nordeste de la Galia había un pueblo, los eburones, cuyo nombre tiene el significado precisamente de «los adoradores del tejo». Son muy empleados en la topiaria , dando como resultado unas formas muy curiosas, totalmente diferentes a la forma que tiene el árbol original. 

En el parque de Ferrera encontramos un ejemplar de tejo a la salida de la Casa Municipal de Cultura, en el llamado “laberinto” (...). Unos ejemplares magníficos están dentro del Jardín Francés, aunque podemos ver las ramas de uno de ellos saliendo entre la verja que delimita este espacio y cayendo hacia la senda que sale de la Casa Municipal de Cultura, cubriendo una parte considerable de ella, lo que la hace todavía más interesante y por la que se debe de caminar para sentir lo que de especial tiene pasar bajo las hojas del árbol más tradicional de Asturias"

El laberinto, la zona boscosa, el jardín, la pérgola, los parterres, el paseo y sus ramales, la misma orientación, composición y filosofía del jardín francés están supeditados al elemento fundamental, la casa, en este caso el Palacio de Ferrera, tan reformado y ampliado a lo largo del tiempo pero que sigue constituyendo la construcción en base a la que se crea este estilo jardinero

 
Es la casa palacial la que conforma la existencia de un eje central o perspectiva, perpendicular a la entrada a la mansión, que se extiende desde ella hacia una pieza arquitectónica, como es la fuente en este caso (o antes al antiguo cenador). En otros va directamente al horizonte, como es el jardín de Versalles


El concepto es que el ser humano domina la naturaleza y por lo tanto cualquiera pueda contemplar todo el jardín de una sola vez desde la casa, incluso los mismos parterres, en sus diferentes formas, han de disponerse en orden regular y geométrico ante la vivienda, complementando la arquitectura, pudiendo además ser vistos desde el piso alto y salas de recepción


Estos parterres  cercanos a la casa se diseñan con setos de boj y se consigue un efecto policromado con las flores, siguiendo el patrón de una alfombra, en este caso floral. En otros jardines se emplean además otros elementos como ladrillos coloreados, grava o arena


Es, como señala Claude Wenzler en Architecture du jardín"El lugar perfecto para un paseo, estos espacios presentan paseos, estrellas círculos, teatros de verdor, galerías, espacios para pelotas y para fiesta". Y referido a estos parterres, en El jardín francés. La máxima manifestación del poder absoluto, hallamos esta pertinente descripción:
"Son elementos de tratamiento del terreno. Algunos, llamados de Broderí, de arreglos muy recargados y barrocos, parecen tapices o alfombras. 
Otros son más sencillos, y están constituidos por césped, líneas sin césped y especies arbóreas. Son rectangulares, forman figuras geométricas hexagonales. Es el elemento más decorativo junto al edificio, rellenan el vacío que dejan los árboles cortados alrededor del mismo."

Consultando la Wikipedia en su entrada Jardín francés, se explica que los diseñadores de los jardines de esta corriente estilista entendían su trabajo como una variante de la arquitectura:
"... simplemente extendía el espacio del edificio al espacio exterior a las paredes, y ordenaban la naturaleza de acuerdo con las reglas de la geometría, la óptica y la perspectiva. Los jardines fueron diseñados como edificios, con una sucesión de habitaciones que un visitante podría atravesar siguiendo una ruta establecida, pasillos y vestíbulos con cámaras contiguas. Utilizaron el lenguaje de la arquitectura en sus planos; los espacios se denominaron salles (salas), chambres (cámaras) y théâtres (teatros) de vegetación. Los muros estaban compuestas de setos y escaleras de agua. En el suelo había tapis (alfombras) de hierba, brodés (bordados) con plantas, y los árboles se formaban en rideaux (cortinas), a lo largo de los paseos."

La fachada del palacio, aquí hoy día muy camuflada con el nuevo hotel, dirige la visual hacia el horizonte por su perspectiva central, según el esquema organizativo en base al eje longitudinal. Esa fachada es el inicio del recorrido del jardín, que puede estrecharse o ensancharse según sus elementos compositivos: árboles, estanques (veremos uno más adelante, con puente-pasarela), plantas, parterres, bosques, estatuas, pérgolas, etc.etc.etc., pero ninguna interrumpiendo este gran eje "representativo del poder absoluto", que se extiende hacia más allá del jardín


En los primeros jardines franceses del siglo XVII las plantas ornamentales no eran demasiado abundantes, y las que había tenían una gama de colores limitada, azul, rosa, blanco y malva, las de colores más intensos como el rojo, el amarillo y el naranja llegaron avanzado el siglo XVIII gracias a los descubrimientos botánicos efectuados en las colonias alrededor del mundo y traídos a Europa


Por supuesto, en el jardín francés de los marqueses de Ferrera, de finales del siglo XIX, estarían ya presentes muy posiblemente desde el primer momento, como siguen estándolo ahora


Moviéndonos por esta parte del jardín y miremos por donde miremos, no fijamos en esa perspectiva lineal y geométrica centrada en la antigua casona-palacio de los marqueses tan propia del jardín francés:
"En el jardín clásico francés lo principal es el Palacio y toda la arquitectura se articula con el paisaje.

Estos son algunos de sus elementos fundamentales: un eje principal muy marcado que parece infinito, un suave aterrazamiento del jardín que  permite ver todo de un solo golpe de vista y extensos bosques  laterales que contienen los espacios cortesanos y actúan como marco o fondo vegetal. El agua organizando y limitando el espacio. Otra de las características fundamentales de estos jardines, es el uso de parterres, de origen medieval, donde separaban mediante setos vivos, las diferentes especies de hierbas medicinales.

La articulación de estos elementos principales, no es forzada ya que cada uno obtiene la intensidad que necesita relacionándolos con los requerimientos territoriales.

Se denomina Res Extensa a la forma de ver el jardín, está hecho para verlo en toda su extensión desde el cielo, la totalidad está hecha para que Dios la vea (extensión divina)."

Volviendo a mirar, ahora a nuestra derecha, a la entrada del paso inglés al francés, al tejo, no quisiéramos olvidarnos de la famosa haya roja, favorita de la marquesa, que allí existió y fue uno de los elementos esenciales de la configuración de esta que fue la última posesión de los marqueses. Nos ayudamos para ello de la página elarbol.org:
"El haya roja del jardín francés del Ferrera tuvo «una muerte lenta por ataque de hongos». El parque se ha quedado huérfano de uno de los árboles más viejos de la comarca con raíces en la historia. El haya también es conocido en Avilés como «árbol de la marquesa», porque fue plantado por ella hace unos tres siglos, y llevaba décadas enfermo. «Estaba afectado cuando esté jardín pasó a ser propiedad municipal (en el año 1976)», explican fuentes municipales. Ahora, el servicio de Parques y Jardines ha procedido a su poda para evitar la rotura de ramas y ha decidido mantener el tronco.
En 2010, el haya roja presentaba rama defoliada como consecuencia de una rotura, «con presencia de cuerpo fructífero fúngico de poliporal», según explicaron desde el servicio de Parques y Jardines. Entonces, se retiró la citada rama y el cuerpo fructífero del hongo para evitar en lo posible la dispersión de esporas y el avance de podredumbre. Pero sirvió para poco. «Como el micelio se encuentra en la parte viva del árbol es casi imposible frenar su avance, puesto que no hay fungicidas curativos para estos casos», subrayan los expertos. El árbol centenario, testigo mudo de la historia, no logró recuperarse de las heridas. 
La ubicación del haya roja del jardín francés condicionó la planificación del Ferrera una vez que pasó a titularidad pública. Era la favorita de la marquesa María del Carmen de Navia Osorio y Arango y no quiso desprenderse de ella cuando el marquesado decidió ceder a los avilesinos los 80.000 metros cuadrados de zona verde que ahora constituyen la mayor zona de ocio y esparcimiento de los avilesinos. El aprecio de la marquesa hacia su haya obligó a modificar el trazado del gran parque avilesino, quedando el árbol dentro del jardín francés. Su savia es centenaria, pero la favorita de la marquesa de Ferrera no se ha librado del ataque de un hongo (poliporal) que debilitó su ramaje y ha terminado por matarla. (...) 
Con este haya, muchos son los árboles avilesinos que a lo largo de los últimos cien años han cobijado bajo su sombra a vecinos y visitantes formando parte de una historia que es la suya propia. En las inmediaciones del recién muerto «árbol de la marquesa» late un tejo, otro de los históricos de Avilés que también se ha hecho un hueco en el corazón de los avilesinos."

Volviendo la vista al florido vergel, un arte ornamental del jardín francés inspirado en Versalles y otros jardines es el de la topiaria, la poda de árboles y/o arbustos creando formas geométricas o figuras fantásticas, colocados generalmente en filas a lo largo de los ejes del jardín, pudiendo alternarse con otros elementos:
"Los topiarios en un jardín francés son de forma geométrica. Las plantas se podan y se cortan en diseños geométricos. Las plantas elegidas para estos son usualmente plantas leñosas, de hoja perenne, de hojas agudas o de hojas pequeñas. European Box, Bay Laurel, Holly, Myrtle y Hew han sido algunas de las opciones favoritas."

En la muy interesante página Antes todo esto era campo, dedicada a huertos y jardinería, nos deja claro que en el jardín francés, más que en el tamaño, es esencial seguir una serie de pautas, como la presencia de colores frescos, señalando que, en su opinión, han de verse "plantas que sean blancas, azules o moradas. Por ello, la lavanda es prácticamente imprescindible en cualquier francés"


Incide esta página en la búsqueda de la simetría y en la presencia de la geometría y de determinadas especies fundamentales para hacer setos, siendo obligado mantener siempre este conjunto impecable:
"Las líneas precisas y simétricas son vitales para un jardín de estilo francés. La incorporación de especies como el boj en el jardín francés puede dar un toque tradicional y son setos fáciles de cultivar, de bajo mantenimiento y se adaptan muy bien a la poda geométrica. 
Además de los setos cuidadosamente recortados, las jardineras deben mantenerse limpias, simétricas y libres de malezas"

Y siguiendo con la lectura de esta también muy recomendable página, encontramos su versión del contacto inspirador con Italia, y en eso coincide con el inglés:
"Es bien sabido que los jardines de estilo francés se inspiraron originalmente en el diseño del paisaje italiano. Un jardín italiano tradicional presenta muchas plantas de hoja perenne y muy pocas plantas o flores florecientes, recortadas en líneas geométricas precisas, así como pérgolas con enredaderas fragantes (como jazmín o glicina), hierbas plantadas, como romero y lavanda y características ornamentales fabricadas en piedra natural.

Las técnicas de jardinería de inspiración italiana adaptadas por los franceses fueron ampliamente utilizadas por los jardineros británicos. Éstos combinaron sus propios estilos con estas técnicas de jardinería, que formaron los posteriores jardines de estilo francés"

No mienten tampoco al decir que "mantener un jardín al estilo francés puede suponer mucho trabajo" y por lo tanto un importante trabajo (y coste) para conservarlo en buenas condiciones:
"Conocidos por sus líneas distintivas y simétricas, setos y arbustos recortados con precisión, paletas de colores simples, elementos de piedra y uso de plantas aromáticas como la lavanda, este tipo de entornos llevan grandes exigencias, pero se consigue un aspecto ornamental inmejorable.

Debido a que la precisión y la simetría son características de los jardines de estilo francés, encontrarás que el mantenimiento es mucho más exigente que otro tipo de jardín. Es difícil esconder malezas, plantas enfermas o muertas y escombros, como hojas, palos o recortes de césped en un jardín francés"

El jardín francés del Parque Ferrera de Avilés, tuvo pues sus momentos de decadencia, como también los tuvo el inglés. A propósito de su recuperación Rafael Suárez-Muñiz menciona a Javier Sitges:
"Nuevamente debemos agradecerle al decorador Javier Sitges el grado de esplendor al que elevó el estado interior del palacio y del jardín, desde que se hizo con su propiedad en 1987 hasta finales de la década de 1990. «El jardín francés lo rehice tal como estaba y la pérgola se hizo entera. Estaba todo como un prado prácticamente» señala Javier, porque estaba abandonado y vacío de floresta. Él rehízo las traviesas de la pérgola porque faltaban casi todas las maderas, los capiteles de las columnas estaban seriamente dañados, los grandes parterres simétricos no tenían delimitación de boj ni floresta y le incorporó una red caminera de grijo..."

Desde esta fuente vamos a dirigirnos al hotel, el gran punto hacia y desde el que se configura el jardín francés pues es su elemento principal, del que aportamos la descripción de Suárez Muñiz en El primer pulmón verde de Asturias: el parque de Ferrera, en la que resalta especialmente el papel de las columnas y su pérgola:
"... jardín francés de unos 2.800 m2, que discurre a poniente de la iglesia y de la actual Casa de Cultura. Se concibió como una apófisis trasera de la alfombra verde del palacio. Este jardín se caracteriza por las 16 impresionantes columnas toscanas que singularizan la pérgola que cubre el pasillo central con bancos de piedra a los lados. Al este se distribuyen varias formaciones de boj sometido a topiaria con formas geométricas y bolas en su interior o bolas aisladas. A ambos lados se organizan ocho parterres simétricos con fuentes en sus rotondas a los que se accede por un puentecillo de madera que cruza un estanque. En estos sectores de césped se dispusieron unos medallones ovalados con rosales y evónimos japoneses."

Mientras, en El jardín francés. La máxima manifestación del poder absoluto, abundan en esta impresionante sensación de perspectiva:
"Es central, y está determinada por un gran eje central longitudinal, ubicado en el sentido de la mirada de los peatones dominando el jardín. Muestra así el poder infinito, ya que la vista se pierde hasta lo más lejano del mismo. El eje transversal lo constituye la fachada del Palacio. Representa el poder absoluto."

Según caminamos entre las filas de las 16 columnas toscanas, cada vez nos encandila más el jardín francés, cuya escala tiende a ser monumental, pero se logra crear una organización espacial que va a relacionar de manera armoniosa todo el jardín adaptándolo a la escala humana. Leemos ahora esta parte introductoria del Jardín francés en Wikipedia:
"El jardín de estilo francés, también llamado jardín à la française (literalmente, en francés, 'jardín a la [manera] francesa'), es un estilo de jardín basado en la simetría y el principio de imponer el orden a la naturaleza. En Francia se conoce como jardín regular o jardín clásico y es expresión del clasicismo en el arte de los jardines, es decir, de la búsqueda de la perfección formal, de una majestad teatral y de un gusto por el espectáculo. Su epítome es generalmente considerado como los jardines de Versalles diseñados durante el siglo xvii por el arquitecto paisajista André Le Nôtre para Luis XIV y ampliamente copiado por otras cortes europeas.

Su vocabulario estético, vegetal y su estatuaria están directamente inspirados en los jardines del norte de Italia. Sin embargo, al tener generalmente una superficie más grande, hacen entrar el paisaje en el jardín, manteniendo la preocupación por la perfección formal: están aterrazados, son regulares, a menudo lineales, y ofrecen mucho espacio para los juegos de agua, (canales hidráulicos y estanques, invernadero, pabellones) y muestran una poda sofisticada de las plantas (arte topiario).

El clasicismo también se expresa en la horticulturaJean-Baptiste de La Quintinie inicia un arte de la poda frutícola y de las técnicas de cultivo sobre un lecho que marcarán permanentemente los jardines de producción. Pero el término «jardin classique» se usa solo para jardines de recreo."

Dicen los especialistas que se trata de una evolución del jardín renacentista francés, a la vez inspirado en el jardín renacentista italiano, con el que entraron plenamente en contacto durante el periodo de influencia francesa en la Italia de aquel tiempo:
"El garden à la française evolucionó a partir del jardín renacentista francés, un estilo que se inspiró en el jardín renacentista italiano a principios del siglo xvi. El jardín del Renacimiento italiano, tipificado por los Jardines de Boboli en Florencia y la Villa Medici en Fiesole, se caracterizaba por plantar camas, o parterres, creados en formas geométricas y presentar patrones simétricos; el uso de fuentes y cascadas para animar el jardín; escaleras y rampas para unir diferentes niveles del jardín; grottoslaberintos y estatuas sobre temas mitológicos. Los jardines fueron diseñados para representar la armonía y el orden, los ideales del Renacimiento, y para recordar las virtudes de la Antigua Roma.

Tras su campaña en Italia en 1495, donde vio los jardines y castillos de Nápoles, el rey Carlos VIII atrajo a artesanos italianos y diseñadores de jardines, como Pacello da Mercogliano, desde Nápoles y ordenó la construcción de jardines de estilo italiano en su residencia en el château de Amboise y en el castillo Gaillard otra residencia privada de rey en Amboise. Su sucesor Enrique II, que también había viajado a Italia y había conocido a Leonardo da Vinci, creó un italiano cerca del château de Blois.​ A partir de 1528, el rey Francisco I creó nuevos jardines en el castillo de Fontainebleau, en el que dispuso fuentes, parterres, un bosque de pinos traídos desde Provenza y la primera gruta artificial en Francia. El castillo de Chenonceau tenía dos jardines en el nuevo estilo, uno creado para Diana de Poitiers en 1551 y otro para Catalina de Medici en 1560.

En 1536, el arquitecto Philibert de l'Orme, a su regreso de Roma, creó los jardines del castillo de Anet siguiendo las reglas de proporciones italianas. La cuidadosamente armonía preparada de Anet, con sus parterres y superficies de agua integradas con secciones de vegetación, se convirtió en uno de los primeros y más influyentes ejemplos del jardín clásico francés.

Aunque los jardines del Renacimiento francés eran muy diferentes en su espíritu y apariencia de los de la Edad Media, todavía no estaban integrados con la arquitectura de los châteaux, y por lo general estaban rodeados por muros. Las diferentes partes de los jardines no estaban armoniosamente unidas, y a menudo se dispusieron en sitios difíciles elegidos por el terreno fácil de defender, en lugar de por la belleza. Todo esto cambió a mediados del siglo xvii con el desarrollo del primer real jardin à la française."

Las pérgolas son un elemento muy antiguo que el arte recupera y readapta sucesivamente a lo largo de los siglos, su nombre nos viene del italiano y este a su vez procede del latín pergula, pues el mundo romano lo empleó profusamente, especialmente en sus villae y palacios.


Caminando entre bancos y columnas volvemos a la encrucijada circular en el corazón del jardín francés, avanzando siempre recto hacia la casa, como es preceptivo en esta composición y estilo, que como el inglés y otros, también gusta de la pérgola, pues tal vez ya en el siglo XVII, sino antes, vuelve esta a ser un elemento usado plenamente en jardinería y en la arquitectura a ella ligada, pues la palabra ya se emplea en italiano en 1645 y en inglés en 1675, lo que da a entender su existencia como elemento arquitectónico de vanguardia, según leemos del citado José Elías Bonells en De la pérgola clásica a la pérgola urbana en Jardines sin fronteras, autor y página indispensables para adentrarnos en este apasionante tema:
"La artificialidad tan natural de las pérgolas las transformó en uno de los elementos preferidos de los jardines naturalistas de estilo inglés de los siglos XVIII y XIX. Algunas de la pérgolas más atractivas fueron llevadas a cabo con pilares de ladrillo y piedra y rígidos travesaños como elementos propios de los jardines diseñados por Sir Edwin Lutyens y Gertrude Jekyll, convirtiendo estas construcciones firmes y lujosamente plantadas en la firma de sus diseños.

Posteriormente se convirtieron en una adición casi obligada en los jardines ingleses del siglo XVIII y el siglo XIX. Durante el siglo XX, la pérgola se vistió de modernidad, al incorporarse nuevas formas y materiales a sus estructuras, para que finalmente, en nuestros días, continúen siendo una parte integral de muchos espacios exteriores."

A la izquierda los muros de la Casa Municipal de cultura, casi pegando con los del Colegio de San Francisco hecho en el antiguo convento franciscano, actual parroquial de San Nicolás, recorridos por una fila de arbolillos a manera de pantalla vegetal que suaviza el rotundo límite del jardín en ese paredón


Más allá, entre los árboles y a nuestra derecha, asoman las partes posteriores de algunas casas de la calle Rivero ya casi en su unión con El Parche, Plaza de España o Plaza del Ayuntamiento, por donde continúa el Camino hacia la calle La Ferrería y la antigua parroquial de San Nicolás de la Villa, luego de los Padres Franciscanos y ahora de San Antonio, el Parque de Muelle y Sabugo, lugares todos que veremos seguidamente en nuestro deambular xacobeo por Avilés


Entre la Antigüedad clásica y el Renacimiento se sabe que en la Edad Media se gustaba de hacer túneles verdes en algunos jardines de la alta nobleza y determinados monasterios, lo que serían precedentes inmediatos de la pérgola que se implantaría después en jardines públicos y privados de todo tipo, parques, plazas, paseos y avenidas. De su estructura y composición nos habla también Bonells:
"Si nos remontamos más atrás en la historia, las pérgolas son elementos arquitectónicos de mucha antigüedad, los túneles verdes de los jardines de Alta Edad Media y principios del Renacimiento, los cuales estaban comúnmente formados por brotes de sauces o avellanos unidos por la cabeza para conformar una sucesión de arcos, sobre los que se tejían unos listones longitudinales, donde se desarrollaban las plantas trepadoras para llevar a cabo un recorrido fresco, sombreado y equilibradamente seco, eran precisamente pérgolas."

Viene a apuntar Bonells un posible origen del concepto de pérgola en culturas de países cálidos de la zona de Oriente Medio y norte de África, que buscaron hacer pasillos de frescor, que es lo que son en lo fundamental estas disposiciones de columnas y entramados superiores donde crecen parras y trepadoras formando el túnel vegetal


Otras dos fuentes al otro extremo del jardín, en lo que sería su comienzo realmente si pensamos en el concepto de que la casa señorial es la base de todo: "si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada", de dice escribió el gran orador romano Cicerón, citado en el artículo Pérgolas y geometrías en el jardín italiano, de Corradi. Outdoor living space, para llegar a esta conclusión:
"Los amantes del orden y del rigor adorarán pasear por estos espacios, donde lasa estatuas, las pérgolas, los espejos de agua, la sugestiva topiaria y hasta los laberintos se unen para dar vida a algo único y sorprendente"

Un complemento que no queremos que pase desapercibido ni caiga en el olvido: la iluminación nocturna del jardín, fijémonos en los puntos de luz en el suelo del pasillo de la pérgola


Llegamos al final, o realmente comienzo, visto desde la casa, de la pérgola. El espacio más cercano al palacio solía estar abierto y diáfano en la inmediatez de la mansión en un jardín francés, pero por supuesto sin prescindir de composiciones florales y vegetales


Dos grandes copones a ambos lados de la escalera. Se percibe que se busca una cierta diferenciación física del pasillo de la pérgola respecto a este espacio inmediato a la fachada sur del ahora hotel


Aquí hay otra fuente de estanque circular y rematada en un copón muy similar a los de las escaleras. Seguidamente hay una pasarela sobre un estanque más, este alargado y en el suelo, a manera de pequeña piscina y límite acuático entre la zona verde y la explanada que da acceso al hotel, cuya entrada principal se halla al otro lado, en El Parche. En el capítulo o entrada correspondientes a esa zona de Avilés nos deleitamos con la descripción de esa entrada y fachada principales, donde se encuentran los elementos barrocos, con influencia renacentista, originales de su construcción primigenia


Esta fuente es de cuatro caños y más allá de la pasarela, en la misma explanada, prácticamente pegando con las cristaleras de la magnífica galería del comedor, en la planta baja, hay otra más, hacia la que vamos a ir acercándonos. Respecto a la fuentes en este estilo leemos en Hispania verde:
"Los jardines franceses tienen cuerpos de agua y fuentes estratégicamente ubicadas alrededor del jardín. El resto de las particiones del jardín se planifican alrededor de estos cuerpos de agua."

En la pasarela (parte inferior de la foto), otros dos copones. Estos conjuntos escultóricos que incluyen fuentes funcionales y ornamentales enriquecen la estética del jardín francés:
"Fuentes, cascadas, puentes a través de canales y piscinas son un aspecto importante de los diseños. Crea un efecto de enfriamiento y proporciona  circulación , movimiento y un suave sonido en los mismos."

Más bancos de piedra y bolaños, siempre buscando la simetría entre ellos y respecto a toda la composición del jardín. A la izquierda, el Palacio Ferrera llega hasta las mismas paredes de la iglesia conventual y actual parroquial de Avilés, cuya cabecera veremos después


Mirando atrás, fijémonos ahora en que el Colegio San Francisco y la Casa Municipal de Cultura, si bien aquí muy próximos, no llegan a pegarse pared con pared por unos muy escasos metros: allí hay un pequeño y estrecho pasillo separado del parque y jardín por una porción de muro de piedra


La cortina vegetal de arbustos se hace especialmente necesaria si tenemos en cuenta que el jardín francés no gustaba de los muros altos en sus límites físicos, o eso exponen Susana B. Maceira y María del Carmen de la Iglesia en Simbología deljardín francés(Jardín Botánico) y sucomparación con elhispano~musulmán
"No posee muros altos, ni elementos que obstruyan las visuales por eso las terrazas y los parterres estaban constituidos por especies que pudieran ser recortadas (bajas). Estaban equilibrados por espacios llanos y producían la sensación de haber sido creados así por la naturaleza, invitando al descubrimiento de su recorrido. "

Farolas isabelinas aportan más aires de época al jardín, en esta parte en la que abundan los bolardos de piedra delimitando espacios


Pasarela de madera en forma de arco de medio punto para pasar sobre el estanque, a cuyos bordes hay macetas rectangulares y palmeras


El fondo, cubierto de cantos rodados, como el de La Noria, pero aquí con agua. Si bien es pequeño forma parte de la filosofía del agua en el jardín francés:
"Es un elemento utilizado para organizar y limitar el espacio. Inicialmente se utiliza como defensa ya que rodea al palacio en forma de canal. Puede estar en forma de fuente o como un canal  que dirige la mirada hacia el infinito, haciendo de eje, o como espejo para enfatizar el reflejo del palacio en el eje visual. Fuentes, cascadas, puentes a través de canales y piscinas son un aspecto importante de los diseños. Crea un efecto de enfriamiento y proporciona  circulación , movimiento y un suave sonido en los mismos."

Naturalmente, aquí ni hace funciones de defensa, ni apenas refleja el edificio y tampoco puede decirse que llegue a formar un verdadero canal, pero incide en la distribución y separación bien definidas de las partes y lugares del jardín


En este caso, el paso a la explanada, donde lo vegetal da paso a la piedra y el cristal, con el suelo de baldosas (previamente una franja de más cantos rodados de izquierda a derecha), la galería del comedor y el muro del hotel


Y esta muy artística fuente a la que antes nos hemos referido, con ocho caños nada menos, nos parece ver. Nos imaginamos el sonido del agua y la frescura que impregnarían el ambiente en momentos de esplendor


Los caños inferiores, en una copa, presentan motivos vegetales, este en forma de cruz


Pero los que más nos llamarán la atención serán los caños de arriba, que representan cuatro caras de personajes de época, con sus barbas y tocados que nos recuerdan mismamente a personalidades de la historia de Avilés


La inspiración, sin duda, está en la muy cercana Fuente de los Caños de San Francisco, con sus caras de las que salen los caños de los que mana el agua, situada al otro lado del hotel, en la calle de San Francisco, otro recuerdo del antiguo convento


La representación de rostros humanos en el arte avilesino es una constante en no pocos de sus monumentos de diferentes épocas y estilos, desde el románico al gótico, el renacentista y el barroco, como comprobaremos en nuestro recorrido por la ciudad


Desde aquí podemos hacernos una idea, a pesar de las numerosas transformaciones y reformas acaecidas, de la vista que del jardín francés se tenía desde el palacio al salir de él por la planta baja, pudiendo abarcarlo de una vez con la mirada, como era una de las características fundamentales de este estilo, que volvemos a recordar, ahora en la página de Ecotech Ibérica:
"El Jardín francés es un estilo de jardín basado en la simetría y tiene como principal característica imponer el orden a la naturaleza. No se trata de una naturaleza en estado virgen, sino una naturaleza civilizada, dispuesta según ciertas reglas razonables que se desprenden de los antiguos parámetros de belleza clásica griega.

Este tipo de jardín tuvo su origen en el jardín renacentista francés el cual se inspiró en el jardín renacentista italiano a principios del siglo XVI. Y fue André Le Notre el creador del jardín francés y restaurador de los Jardines de Versalles para Luis XIV cuyos trabajos comienzan en 1661."

Y por supuesto, la obsesión geométrica, "siempre a partir de la residencia central" y todo buscando un orden lo más perfecto posible. Si tan maravillosamente los vemos a nivel del suelo imaginémonos desde las plantas superiores del palacio:
"La naturaleza es de concepto geométrico, nada se deja al azar y cada planta, árbol o flor tiene su lugar. Fundamentales en las composiciones geometrías están los setos recortados al milímetro y acompañados de plantas de colores. También aparecen grandes praderas de césped perfectamente cuidado.
El jardín esta perfectamente diseñado y nada esta fuera de sitio. Los parterres, los caminos, todo tiene que ser geométrico. Para ello, lo que se hacía antiguamente era utilizar los conocimientos que tenían sobre perspectiva y óptica. Así, pudieron lograr dar forma a la naturaleza. 
Diseñados como espacios abiertos para embellecer y dar aún más empaque a las construcciones palaciegas más impactantes levantadas en Europa a partir del siglo XVII. Se aprecia su esplendor desde arriba, desde los balcones y ventanas de los palacios."

A nuestra derecha, al lado del seto tenemos que fijarnos en un detalle que no queremos pasar por alto


Es otra fuente, con su estanque y sendas columnas, una a cada lado, la de la izquierda tiene forma partida adrede, imitando una ruina. El contacto con la arquitectura y el arte clásicos existía a partir de ruinas de edificios notables, como se sabe ya acontecía en la alta Edad Media, luego en el románico, el gótico y así hasta, obviamente, el romanticismo y el historicismo


Por ello, y eso es una de las cosas comunes entre el jardín francés y el inglés, se buscaba, no solamente ya basarse en elementos y detalles de la Antigüedad sino incluso incluir ruinas, reales o imitadas, integradas dentro del recinto. Existieron mismamente artistas especializados en este cometido


Respecto a la oposición entre jardín francés y francés inglés, nos gusta mucho el artículo La eterna rivalidad europea: jardines ingleses versus jardines franceses, de José Félix Merdalet, que fue publicado el 13-2-2018 en www.deia.com y que hemos encontrado en el apartado Jardinería de la página Interempresas
"Siempre pensé que la diferencia entre el jardín francés del XVII y, su casi antagónico, el jardín inglés del XVIII, estribaba en que el primero era mucho más racional, formalista, convencional, artificioso, apriorístico, cartesiano y deductivo mientras que el segundo era más natural, “ecológico” diríamos hoy, inductivo, emocional y espontáneo. 
El francés, epitomizado por los apabullantes jardines de Versalles, servía para exaltar el absolutismo centralista del Rey Sol, del monarca absoluto: todas las miradas, todas las perspectivas servían para divisar a lo lejos la gloria de aquel inmenso palacio y de su señor. Y en el itinerario solo había una naturaleza domeñada por el ego del gran Luis, reducida toda la masa vegetal, acuífera y mineral a esquemas geométricos, armónicos y simétricos dentro de una grandiosidad barroca que aquellos nobles con peluca denominaban el bon goüt. Los accidentes naturales solo servían o de incordio a solventar o de delimitación de la gran masa de avenidas de setos recortados y macizos de flores con formas caprichosas y elaboradas. 
En el llamado (curiosamente en el continente y no en la propia Inglaterra) “jardín inglés”, las colinas, árboles y arbustos adoptaban sus propias formas con total libertad, sin constricción a ninguna norma geométrica o artificial. Se trataba de una jardinería autónoma con la aspiración de representar la naturaleza exclusivamente con medios naturales que impresionó mucho al propio Rousseau. El resultado era a todas luces mucho más libre, antiautoritario y un punto desordenado, dando pie a un toque de exotismo, poesía y aventura, que hoy denominaríamos “interactiva”.

Las obras geniales de los mayores artífices de estos jardines paisajísticos, Bridgeman, Kent y, sobre todo, Capability Brown suponen nada más y nada menos que la reproducción, a escala, del itinerario vital de una persona. Un iter, que es el elemento fundamental del paisaje, lleno de sorpresas, de recodos y nuevos descubrimientos, donde el destino final, como en la propia vida, no se nos aparece sino al final de sendas serpenteantes, incluso tortuosas. En estos jardines donde el río no es un límite sino también un camino como en Studley Royal o un nexo de unión entre distintos acontecimientos vitales y paisajísticos en los que el agua es siempre diversa, siempre mutante heraclianamente hablando, donde el lago no es un adorno sino el centro de un circuito de donde manan todas las plurales perspectivas como en el Stourhead de Henri Hoare. Son jardines donde hay templos griegos, romanos, chinos o persas como en el viaje vital, real o soñado, de aquellos primeros turistas: los aristócratas ilustrados de la época, muchos de los cuales huían de su angustia vital prerromántica por el ancho mundo pintoresco e idílico del Grand Tour, sobre todo a Roma, o se deleitaban con los misteriosos cuadros paisajísticos de Claude Lorrain, que después reproducían con estos vergeles. Y cuando no podían hacerlo, huían por su jardín para meditar melancólicamente delante de sus falsas ruinas, atravesando puentecillos sobre relucientes estanques, se sentaban en los bancos a contemplar aquella naturaleza suavizada, que parecía casi real, aunque tampoco lo era, vagabundeaban entre estatuas de dioses desnudos o se escondían en grutas artificiales que supongo fueron muchas veces templos improvisados de Venus. 

Los más prácticos cultivaban dicho jardín con las nuevas plantas milagrosas curalotodo como recomendaba el librepensador Voltaire o se hacían construir palacios palladianos, igualmente simétricos y armoniosos que los franceses si bien mucho más simples y proporcionados que sus rivales allende el estrecho y, además, tenían la “bula” de ser italianizantes. 

En estos parques no faltaban casi nunca elementos arquitectónicos en puntos elevados dentro del paisaje para generar escenas pintorescas. Al llegar a un elemento arquitectónico se genera un nuevo punto de vista hacia otros y en consecuencia, el espacio es multidireccional, ya que no hay un punto de vista ni un solo recorrido que predomina sobre el resto. A la postre, con sus imitadores por todo el continente de Rusia a Portugal en el XIX, se llegó a un canon europeo de parque inglés que incluía un buen número de elementos románticos: siempre existe un estanque o lago con un puente o un muelle. Alrededor del lago suele encontrarse un pabellón hexagonal, a menudo con forma de monóptero (templo romano). A veces el parque incluye un pabellón gótico o chino. Y, con frecuencia, grutas y ruinas. Un ejemplo humorístico es Stowe donde las ruinas se llamaban “Templo de las virtudes modernas”. Estas ruinas acerbas no deberían faltar hoy tampoco de muchos parques… 

La dicotomía jardinística era un ejemplo visual para manifestar la rivalidad política, comercial e intelectual entre aquellas superpotencias cultas de la época, entre la Inglaterra georgiana liberal y la Francia borbónica absolutista y proteccionista. Si los segundos se concentraban en un viaje por un espacio controlado, los primeros planteaban ya evocar un viaje por el tiempo, nostálgico y soñador, pero mucho más incontrolable. Hoy no hay ningún aspirante al dominio global que nos ofrezca un modelo de bello y reflexivo jardín, aunque todos nos quieran llevar a su huerto. 

Por ello, aún se siguen contraponiendo los dos sueños de aquellos refinadísimos galos y anglosajones, aunque cada vez somos más los que fantaseamos con escapar de los gruesos nubarrones que nos acechan por las nuevas veredas y vergeles que nos puedan ofrecer el espacio-tiempo; y llegar a la par a una Arcadia recóndita en alguna lejana estrella y al nuevo Edén prometedor de un futuro mejor."


También, ya lo hemos dicho, abundan en esta parte del jardín francés del Parque Ferrera las palmeras, de diferentes clases, algunas pequeñas, como estas al lado del estanque y pasarela, y otra altísima, en la campiña aledaña a estos parterres de ensueño


Y otras medianas en medio de estas espectaculares alfombras vegetales de césped, plantas y arbustos, se trata de una especie que nos lleva tanto a la época colonial como a la de emigración indiana, abundando en las casas de estos emigrantes retornados pero, por extensión, en otras fincas particulares y por supuesto espacios públicos


En su trabajo de comparación entre el estilo francés y el hispano-musulmán, Susana B. Maceira y María del Carmen de la Iglesia, dicen que, en el segundo caso, "simbolizan la vida del beduino en los oasis", y es que estamos en un verdadero oasis de color, verdor y belleza, la naturaleza ordenada, pues nunca olvidemos que el hispano árabe bebe también de las fuentes clásicas de la Antigüedad clásica greco-latina, pero también la persa, egipcia, bizantina, judeo-cristiana, etc. :
"La jardinería formaba parte de la vida en el Islam: el diseño del jardín de plantas y árboles altos y frondosos pertenece al Paraíso descrito en el Corán. El concepto de jardín coránico dotado de árboles, agua y sombras se recoge epigráficamente en una de las aleyas que se encuentran en el pórtico norte del patio de la acequia del Generalife: 
“Y en cuanto a los que creen y hacen buenas obras, les haremos entrar en jardines, debajo de los cuales fluyen ríos, para permanecer allí eternamente; para ellos habrá compañeras purificadas y les haremos entrar bajo sombra abundante” (El Corán, 1990: azora IV aleya 57). 
Sin duda en esta concepción coránica del jardín subyace la mentalidad del beduino, que encontraba en los oasis el mayor placer estético gracias a sus altos árboles y palmeras que proyectaban la frescura de sus sombras, y a sus aguas de manantiales y riachuelos fluyentes."

Estaríamos pues también ante un concepto paradisiaco, basado en la naturaleza, común a las religiones del Libro y a otras, la cual trascendería al arte desde el principio. La abundancia de temas vegetales en las composiciones de todos los tiempos no se entiende sin ese aprecio, a veces idílico, a la naturaleza como símbolo del jardín del edén, que serviría de modelo a las plantas, árboles, ramas, arbustos y flores labradas en capiteles, canecillos arquerías, etc. o plasmadas en la pintura


Los autores clásicos abundaron en una visión de la naturaleza muy bucólica con la mitológica Arcadia, un lugar de exuberancia vegetal, paz, armonía y utopía, que inspiró sus escritos y poesías, muy valoradas por los renacentistas y los románticos, corrientes de pensamiento cuya filosofía abarcó todas las artes y conceptos filosóficos e ideológicos


Fueron asimismo momentos de esplendor también de los estilos de jardinería, en algunos casos sus orígenes mismamente, evolucionados y transformados según épocas y hasta mismamente nuestros días, tal y como estamos viendo. Leemos al respecto en Wikipedia:
"Arcadia (del griegoἈρκαδία) era una región de la antigua Grecia. Con el tiempo, se ha convertido en el nombre de un país imaginario, creado y descrito por diversos poetas y artistas, sobre todo del Renacimiento y el Romanticismo. En este lugar imaginado reina la felicidad, la sencillez y la paz en un ambiente idílico habitado por una población de pastores que vive en comunión con la naturaleza, como en la leyenda del buen salvaje. En este sentido posee casi las mismas connotaciones que el concepto de Utopía o el de la Edad de oro
El tema es parte de mitos de la Grecia antigua y era mencionado en los cuentos populares y en los discursos de algunos sabios como ejemplo de vida. 
Entre los artistas occidentales que tocaron el tema de Arcadia en sus obras se encuentran Jacopo SannazaroMiguel de CervantesLope de Vega, sir Philip SidneyNicolas Poussin y Friedrich Schiller.
Según la mitología griegaArcadia en el Peloponeso era un territorio propiedad de Pan, una foresta virgen hogar del dios del bosque y su corte de dríadasninfas y otros espíritus de la naturaleza. Era una versión del paraíso, aunque solo en el sentido de ser la morada de las entidades sobrenaturales, no la morada para los mortales que han fallecido. 
La mitología griega inspiró al poeta romano Virgilio a escribir sus Églogas, una serie de poemas ambientados en Arcadia. 
Cabe destacar que la Arcadia que describieron los autores griegos fue todo lo contrario. Era el reino de Pan, dios de la naturaleza y patrono de los pastores, sus habitantes gozaban de fama por sus dotes musicales, su ruda virtud y su rústica hospitalidad, pero también por su grandísima ignorancia y por su bajo nivel de vida. Sin embargo, Polibio llegó a describirla como una región pobre, yerma, rocosa, fría, privada de todos aquellos placeres que amenizan la existencia. Por ello los poetas griegos ubicaron sus poesías bucólicas en la isla de Sicilia en lugar de Arcadia.

Después de la obra de Virgilio, la literatura olvidó durante muchos siglos su concepción de Arcadia como paisaje espiritual simbólico, hasta que se retomó en el Renacimiento, principalmente a partir de la novela de Jacopo de Sannazaro titulada precisamente Arcadia, publicada en 1504. Esta obra fue el inicio de un periodo de unos tres siglos en los que la mención de Arcadia como símbolo fue abundante en la literatura. Después hubo otro periodo de olvido que duró más de un siglo hasta que resurgió a partir de un ensayo de Bruno Snell, en 1945, titulado Arcadia: el descubrimiento de un paisaje espiritual. 

En el Renacimiento, Arcadia pasa a ser el símbolo de la sencillez pastoril y escritores como Garcilaso de la Vega tratan frecuentemente el tema, asimilándolo al propio paraíso. A diferencia de la Utopía de Tomás Moro, que es un artefacto del hombre, Arcadia es presentada como el resultado espontáneo de un modo de vida natural, no corrompido todavía por la civilización. 

En el rococó fue el escenario habitual del género de las fêtes galantes, escenas cortesanas ambientadas en paisajes bucólicos, un género iniciado por Jean-Antoine Watteau."


De esas fuentes clásicas surge el concepto de imitar otro lugar paradisiaco, los Campos Elíseos, que dieron nombre a no pocos jardines, empezando por la plantación de arbolado en la avenida de este nombre, en París en 1640. De nuevo estamos ante los orígenes de los jardines ingleses y franceses, basado a su vez en otros anteriores, recalcamos:
"Los Campos Elíseos estaban, según Homero, ubicados en el borde occidental de la Tierra junto a la corriente del Océano. En la época del poeta griego Hesíodo, los Campos Elíseos también eran conocidos como las "Islas Afortunadas", o las "Islas (o Isla) de los Benditos", ubicadas en el océano occidental en el fin de la tierra. Las Islas de los Benditos serían reducidas a una sola isla por el poeta tebano Píndaro, describiéndolas como si tuvieran parques sombreados, con residentes que se entregaban a pasatiempos deportivos y musicales. (...)
Según la mitología, a estos campos se llegaba atravesando las aguas del río Aqueronte, el inframundo y más allá del río Lete. Se decía que los dioses descansaban en estas praderas libres de pecado, maldad y deseos terrenales. En este lugar de paz no se conocía la muerte; pero, a pesar de la condición eterna de la estancia de las almas en los Campos Elíseos, algunos mitos incluyen la oportunidad de regresar al mundo de los vivos, cosa que no muchos hacían. Se decía que los únicos capaces de enviar a los mortales a estos campos eran los dioses, o bien uno de ellos (Hypnos o Morfeo, que podía dormir a cualquiera con su melodía); pero las leyes de los Campos Eliseos varían en distintos textos clásicos."

Mismamente, los jardines eran empleados, además de para paseo y esparcimiento, como magnífico escenario para juegos, espectáculos, conciertos, exhibiciones de fuegos artificiales y todo tipo de eventos. En su interesantísimo trabajo Orígenes y desarrollo del jardín paisajista inglés, Sandra Muñoz Martínez, de la Universitat de les Illes Balears, realiza este importante aporte:
"Como referentes literarios para el jardín paisajista encontramos los conceptos de Arcadia y Utopía, representando la primera la nostalgia por el paraíso perdido y la segunda el ideal de una sociedad liberal. Englobada en el tópico literario beatus ille21 está la exaltación de la vida del campo frente a la de la ciudad, presentando una cumplida “alabanza de la aldea” que constituye una descripción idílica de las actividades del campesino.22 Era un concepto utilizado constantemente, siendo la idealización de la vida en el campo conocida en Inglaterra desde hacía tiempo. Pese a todo, seguirían siendo necesarios ciertos conocimientos literarios previos para descifrar la nueva idea del mundo transmitida por el jardín y que permitieran estar al tanto de sus connotaciones políticas y referencias históricas.23 La antigua exigencia de la poética según la cual la poesía debe asemejarse a la pintura (ut pictura poesis) pasó progresivamente al arte del jardín a través del arte escénico, proceso en el que las escenas de jardines tuvieron como fundamento un amplio abanico de descripciones poéticas del paisaje. Influenció también en gran medida a los paisajistas ingleses la idea del genius loci desarrollada en la Antigua Grecia, haciendo referencia a un cierto espíritu propio del lugar: en la naturaleza es el genius loci el responsable de dotar de encanto a las características plásticas del jardín."

Vista de la parte izquierda del jardín al cruzar la pasarela y con la zona boscosa de su trasfondo detrás, por donde hemos venido desde el jardín inglés


Imponente maravilla de la jardinería, con el pasillo central, el de la pérgola, ligeramente elevado, con sus escaleras, por donde acabamos de bajar


En el antiguo monasterio de San Francisco vemos ahora, a la derecha, la cabecera de la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, antaño santuario del convento y por tanto bajo la advocación de San Francisco de Asís. En este lugar se dice hubo un santuario mucho más antiguo, prerrománico y dedicado a Santa María de Avilés, hecho muy posiblemente sobre alguna obra visigótica o romana, encima del que se construyó un pequeño templo románico, tal vez ya al asentarse por primera vez los frailes franciscos, se supone que en una fecha entre 1267 y 1274, conservándose algunos elementos de esas épocas

La nueva iglesia, base de la actual, es de 1380 y ya de estilo gótico, fijémonos en su ventana de arco apuntado u ojival que lo delata. El edificio monacal alterado, sumamente alterado al construirse el Colegio de San Francisco, como hemos dicho, fue edificado entre 1648 y 1652, no tiene fecha exacta de fundación conocida, el primer testimonio de los franciscanos en Avilés viene del siglo XIII, cuando la tradición asegura San Pedro Compáter, compañero de San Francisco de Asís, funda este monasterio. Independientemente de la autenticidad histórica del hecho, lo cierto es que los franciscanos extendieron su Orden por los más importantes núcleos urbanos de la época, auspiciados además por las peregrinaciones y porque el propio San Francisco de Asís peregrinó a Santiago, al menos según una tradición muy arraigada, pues es un tema que se discute


Iglesia y monasterio, al cual se le pegó el soberbio palacio del Palacio de Ferrera, que repetimos aquí muestra la parte más reformada, la posterior dando vista al jardín, en lo que fueron las posesiones de los Rodríguez de León, vieja estirpe nobiliaria emparentada con la casa de Trasona cuyos miembros rigieron Avilés durante siglos, que parece ser tuvieron aquí una casa más modesta, además de ser patronos del Hospital de Sam Juan, alberguería de pobres y peregrinos que ya existiría en 1315. Uno de sus miembros, Pedro de León y Menéndez de Avilés, tercer poseedor del mayorazgo fundado por su tío Bartolomé, era natural, regidor y vecino de Avilés, patrono del hospital y su capilla, fundaría al lado del mismo este palacio, cuya fachada principal veíamos recorriendo El Parche. Su nieto Juan Alonso de Navia y Arango, sería agraciado por Carlos II con el título de Marqués de Ferrera en 1700, de ahí el nombre del palacio y el actual parque que fue su extensa huerta, la Huerta de los Marqueses


Dentro de los muchos detalles del jardín francés nos topamos de bruces ahora con este viejo murete-canapé con dos esculturas, una a cada extremo


Nos parece reconocer a unos perros, con sus bocas abiertas, mostrando sus fauces, un recurso decorativo, el de las esculturas, muy empleado en este estilo, este es el de la derecha


Y este es el de la izquierda, muy similar al anterior, puede decirse que se trata de la misma raza de sabueso o perro de caza


Muestras evidentes señales de la erosión y desgaste, resultado del paso del tiempo y los agentes meteorológicos


Se reconocen especialmente unos ojos grandes y abiertos que alguien parece haber remarcado con un rotulador, añadiendo incluso el puntito de la pupila


También se aprecian bien colmillos y demás dentadura, la lengua y algo de las grandes orejas


Buscando como siempre geometría y simetría, este elemento parece haber hecho las veces tanto de pequeño muro separador de parterre y paseo enlosado como de banco para sentarse


 Y esta es la otra parte de la cabeza del primer perros, bastante desgastada también, pero en la que se reconocen los mismos detalles...


En Jardines del Barroco de Wikipedia se nos dice que el jardín francés es el prototipo del jardín de esa corriente artística y de pensamiento, una jardinería muy vinculada a la arquitectura y el urbanismo:
"...caracterizado por mayores zonas de césped y un nuevo detalle ornamental, el parterre, como en los Jardines de Versalles, diseñados por André Le Nôtre. El gusto barroco por la teatralidad y la artificiosidad conllevó la construcción de diversos elementos accesorios al jardín, como islas y grutas artificiales, teatros al aire libre, ménageries de animales exóticos, pérgolasarcos triunfales, etc."

El jardín y su bosquete, donde está la texa. Eran factores principales a la hora de abordar este encantador modelo de jardinería estudiar bien el terreno y su orientación, echando mano de sus recursos hidráulicos y configurando una perspectiva visual hacia el horizonte y sometiendo la vegetación en razón de la escala y la geometría:
"... con setos tallados en forma de topiaria y parterres diseñados conforme a patrones, de los cuales el más arquetípico resultaría ser el «parterre bordado» (broderie). El jardín se estructura por lo general alrededor de un castillo o palacio, y además de las zonas vegetales se da mucha importancia al sistema de caminos y avenidas (allées) que lo envuelve, así como a los canales, estanques y fuentes que, junto a la decoración escultórica, son el principal detalle ornamental del jardín.El complemento de todo ello es el bosquete, un tipo de bosque de jardín que se suele podar y acondicionar para albergar espacios de reunión o pabellones de recreo, y que puede ser irregular o configurado en quincunx, un patrón básico de cinco árboles dispuestos como en el dibujo del número cinco de los dados, y que repetido sucesivamente genera unas arboledas alineadas perceptibles en ángulo recto o diagonal."

Bosquete que actúa también aquí como gran pantalla vegetal que lo separa física y visualmente de su antagonista, el jardín inglés, hacia el que poco a poco regresamos...
"En esta época surgieron dos tendencias opuestas a la hora de concebir jardines: una más racional, más centrada en la intervención del hombre en la naturaleza, cuyo paradigma fue el «jardín francés» (o «jardín tectónico»), que fue el que más estuvo de moda en este período y se considera el arquetipo del jardín barroco; y otra que otorgaba más libertad a la naturaleza salvaje, con pequeñas intervenciones para acentuar el aire bucólico del paisaje, cuyo principal exponente fue el «jardín inglés» (o «jardín de paisaje»), que tuvo su máximo desarrollo durante el romanticismo, entre los siglos XVIII y XIX."

El jardín francés, evidentemente no se extinguió con el esplendor de la Francia absolutista, ni la revolucionaria ni siquiera la napoleónica, sino que siguió siendo un muy atractivo modelo a seguir, adaptado a lugares, épocas, gustos y circunstancias, en futuros jardines tanto públicos como privados, tal que aquí en el Parque Ferrera:
"En cuanto al legado dejado por la jardinería barroca, si bien la transición hacia el nuevo modelo de jardín paisajista inglés fue un tanto abrupta, sin solución de continuidad entre ambos modelos, lo cual supuso en muchos casos la sustitución de jardines barrocos por otros de la nueva moda paisajista, la tipología barroca de jardín de configuración geométrica perduró en buena medida durante el siglo xix, e inclusive hasta principios del XX. Ya a finales del siglo xviii el jardín barroco se puso de moda especialmente en Estados Unidos, quizá por el afán de diferenciarse de su antigua metrópoli. Allí, el formal garden —como es conocido el jardín barroco en el ámbito anglosajón— se consideraba de porte más aristocrático, y por tanto más adecuado a la construcción de una nueva nación que aspiraba a ser poderosa"

En el caso español la implantación del jardín francés parece es tardía y por diversos factores de todo tipo, sin excluir los políticos, pues no sería hasta la llegada de la dinastía borbónica cuando se crean los primeros, precedente de todos los demás:
"En el siglo xviii la jardinería recibió un nuevo impulso con la llegada de los Borbones, cuyo origen francés favoreció la llegada de jardineros de este país. Felipe V y sus sucesores quisieron emular los grandes palacios ajardinados del país vecino, lo que se efectuó principalmente en dos conjuntos palaciegos: Aranjuez y La Granja..."

El arbolado y su campiña, además del trasfondo del jardín francés, ofrece, como acabamos de decir, una pantalla de separación con el jardín inglés, e incluso una transición, haciendo más suave y no demasiado repentino y radical el paso de uno a otro


El camino de grava comunica ambos jardines. Los estudios botánicos favorecieron la implantación de nuevas especies vegetales y su convivencia e interactuación con las autóctonas. Asimismo fueron una de las razones de cambios de tendencia en el arte floral, vegetal y de jardinería en general:
"Por otro lado, conviene remarcar la importancia que en esta época cobró la botánica como ciencia, especialmente gracias a los trabajos de Carl von Linné. Se organizaron numerosas expediciones científicas por todo el mundo, y se importaron gran número de nuevas plantas a Europa, que fueron utilizadas desde sectores como la horticultura o la herboristería medicinal hasta la jardinería. En este terreno se importaron diversas plantas ornamentales, como un género de orquídea, la Bletia verecunda, diversos géneros de azalea y camelia, la magnolia o diversas especies de robles y arces. La difusión de nuevas especies vegetales favoreció la implantación de un nuevo tipo de jardín especializado en su estudio y conservación, el jardín botánico, que proliferó especialmente en el siglo xix, en consonancia con la nueva moda del jardín paisajista de estilo inglés."


Vuelve a lucir el texu ante nosotros con todo su esplendor, maravilla de maravillas en medio de la campiña


Y al fondo su compañera, la texa, más allá de los setos de boj. Isabel Martínez Pita, redactora de la Agencia Efe especializada en temas de la naturaleza, escribe en el Diario de Pontevedra del 19-9-2019 el artículo El Tejo, el árbol que cambia de sexo, en la que nos explica esta y otras características de este árbol sagrado...
"El tejo es un referente de la inteligencia de la naturaleza, que con sus siglos de existencia se adapta a los cambios climáticos y cambia de sexo cuando las condiciones de la tierra o de la atmósfera hacen que peligre la supervivencia de sus poblaciones.
El biólogo Prudencio Fernández González, que vive desde hace cuatro años en la localidad de Selaya, en Cantabria, aunque lleva muchos años estudiando al tejo y sus comportamientos con respecto a los cambios climáticos y su propia idiosincrasia, se ha hecho amante y profundo conocedor de estos árboles, y además es miembro de la Asociación Amigos del tejo y las tejedas. 
Fernández explica que "el tejo es un árbol que tiene una gran personalidad por su longevidad, ya que puede llegar a vivir miles de años, además de por su adaptación a los cambios climáticos mediante la transformación de su sexo", aunque subraya que estas conclusiones, hoy por hoy son hipótesis, de las que se comienzan a tener certezas. 
"Aquí en España se encuentra principalmente por las zonas montañosas del Sistema Central, la cordillera cantábrica y algunas zonas del Sistema Ibérico y Pirineos", indica el biólogo."

Si bien es un árbol del terciario o cenozoico no suele describirse con fósil viviente, quizás por su aún relativa abundancia y cierta adaptación al medio y al clima, lo que ha logrado su supervivencia:
"El origen del tejo procede de antes de la Era Terciaria. "Al ser árboles tan longevos, las condiciones ambientales en las que viven a lo largo de su existencia han ido cambiando en los últimos siglos, algunas veces, el clima ha sido más caliente, otras más frío, y hay árboles que han sobrevivido a todos esos siglos y cambios", señala Fernández. 
Puede haber momentos en los que las condiciones son más propicias, con temperaturas más templadas y húmedas o más frías o secas que favorecerían más a hembras o machos respectivamente, y si en estos cambios la proporción entre machos y hembras de una población cambia radicalmente, sería cuando podrían favorecerse cambios en el sexo de algunos individuos. 
Los árboles masculinos son capaces de vivir en condiciones climáticas más duras, con más frío y menos agua y, sin embargo, las hembras necesitan un clima más templado y suelos más ricos. 
Estas condiciones se están dando en la actualidad porque la cubierta arbolada en general está aumentando, debido a que la madera ha dejado de ser el combustible principal. 
Al recuperar la cubierta forestal, las condiciones locales varían porque aumenta la sombra, aumenta la humedad con el aporte de la hojarasca de todo el arbolado y el suelo mejora de calidad en cuanto a materia orgánica. 
Tejos que han estado aislados en sitios muy aptos durante muchos años y que eran machos, al cambiar las condiciones del clima, que con los años se han hecho mucho más suaves y propicios, pueden transformarse en hembras y reproducirse, dar semillas y aumentar las poblaciones del tejo. 
También podría pasar que, con el cambio climático y la previsión del aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones, que es uno de los escenarios que se dibujan para todo el mundo, los tejos cambien de nuevo de sexo. 
"Concretamente para la Península Ibérica se calcula que para el ultimo cuarto de siglo, las precipitaciones se hayan reducido prácticamente en un 30 por ciento, las temperaturas hayan aumentado 2 o 3 grados y veremos que las condiciones van a ser mucho más duras para la teja hembra, que antes que morir va a reducir de alguna manera sus requerimientos de nutrientes". 
Entonces dejará de producir semillas o producirá muchas menos y "puede acabar transformándose en tejo macho para aguantar estoicamente esas malas condiciones esperando que mejore el clima y poder volver a ser una hembra". 
"Estas teorías acerca del cambio del sexo, en el caso de ser ciertas, podrían servirnos en la investigación y control sobre los efectos del cambio climático", concluye el bióloga."

Y de esta forma, de nuevo en la umbría, casi "a escondidas", acabamos nuestra fugaz visita al jardín francés y efectuamos el tránsito de regreso al jardín inglés


Traspasamos pues un simbólico umbral entre dos espacios que conviven pero marcadamente de manera separada, algo que lleva pasando desde su mismo origen y diversa concepción, lo que no deja de ser muy llamativo y cargado de todo un mágico simbolismo de historia y filosofía humana, actitud ante la vida, que continúa palpable, consciente o inconscientemente, hasta nuestros días


Cambiemos pues ahora de parámetros, volvemos al jardín inglés y su relativa anarquía o "vagabundeo poético" en su filosofía y estructura creativas. Es posible que ahora percibamos aún más el contraste entre uno y otro y sus muy marcadas diferencias y contrastes


La huida de lo lineal y lo geométrico, las especies plantadas sin demasiado orden y la maraña de caminos a a elegir conforman ya a primera vista un destacado elemento distintivo, por eso se ha dicho que "en el jardín inglés la naturaleza no se modifica", aunque realmente no es exactamente así, se trata de una creación humana y por lo tanto de un paisaje tan antropizado como el del jardín inglés, otra cosa es que se busque una relativa imitación del orden, o desorden, natural, más o menos acentuada


Como nota curiosa, pese a su nombre y origen inglés la mayor parte de los grandes jardines de Inglaterra ni siguen este estilo ni son llamados siquiera "ingleses", por lo menos es lo que nos dicen en Hispania verde:
"Se encuentra asociado a la arquitectura georgiana. Esta se caracteriza por unas formas paladinas que contrastan con la naturalidad del jardín inglés. 

El máximo representante de este tipo de jardines en el Reino Unido fue Capability Brown.

Una anécdota. Buena parte de los jardines más famosos de Inglaterra no han sido diseñados en este estilo.  El término «jardín inglés» no es usado allí."

En principio el jardín inglés gusta del crecimiento espontáneo de la vegetación y apenas intervenir en ella, casi podríamos decir que, durante los años de abandono, esto se llevó aquí a las últimas consecuencias cuando esto se transformó en una intrincada selva. No obstante, al pasar a espacio público hubo que hacer los pertinentes arreglos y garantizar su mantenimiento como lugar abierto en prácticamente todos sus rincones, salvo naturalmente la tapia que delimita su terreno y lo separa de las calles adyacentes


No deja de ser también llamativo, una especie de justicia poética, que el bosque anexo que dio nombre al monasterio de San Francisco del Monte vuelva a ser el paraíso vegetal y arbolado que es ahora, hecho por mano humana de la misma manera que su desforestación para hacerlo finca, huerta y casas lo había sido también, a manera de "justicia poética"


Este es el pabellón que veíamos antes al entrar desde la calle Rivero, hacia donde, paso a paso, volvemos también ahora


Recorremos ahora el muro de separación respecto a los edificios de la calle, siguiendo el camino que lo bordea por este lado


Insistimos que este recorrido es uno de los varios a elegir según nos apetezca, pues lo mismo que continuamos por aquí podríamos elegir otro itinerario para llegar al mismo lugar, la puerta de Rivero, retomando el Camino de Santiago


Esta opción nos permite descubrir esta otra fuente del parque, con frontón triangular y dos caños, que muestra bastantes detalles artísticos y arquitectónicos


Dos caños y sus respectivos sumideros. Cuando vinimos únicamente del derecho manaba agua. Asturias no es una excepción en cuanto al ahorro de los recursos naturales hidráulicos y también se percibe cómo van menguando las precipitaciones de año en año


El año de construcción, 1887, sin duda dentro de alguno de aquellos periodos de reformas e intervenciones que se sucedieron a caballo entre los siglos XIX y XX y de los que hemos hablado con anterioridad


Otra vista de sus elementos arquitectónicos y filigranas ornamentales, así  como del suelo enlosado


Proseguimos nuestros andares camino adelante, pasando al pie de estos eucaliptos. A lo lejos reconocemos el mural del estanque, que veíamos antes


Diferentes avatares políticos y sociales estuvieron pues en el origen del jardín inglés como oposición al francés, de ellos hemos comentado muy abundantemente y a ellos vuelve en su trabajo Sandra Muñoz Martínez, añadiendo un elemento más de inspiración, el del contacto con los jardines chinos, fruto de su época colonial y de las grandes navegaciones: 
"Fue en torno a 1720, fruto en parte del arraigado sentimiento anti-francés, que se empezó a dar en Inglaterra una clara rebelión contra el estilo de los jardines barrocos (paradigma de la extrema rigurosidad formal, del racionalismo y del absolutismo), lo que propició el desarrollo del jardín paisajista inglés. Los continuos cuestionamientos a la visión del mundo del Barroco favorecieron en Inglaterra la separación entre jardinería y arquitectura, al exigir el nuevo ideal de naturaleza la autonomía de cualquier género artístico. Una gran parte de los intelectuales ingleses del momento se oponían a los diseños barrocos fantasiosos, y consideraban que su única finalidad era producir una impresión abrumadora. Los parques más formales, siendo Versalles un ejemplo paradigmático, eran condenados por absurdos y artificiosos. Consideraban, en pocas palabras, que un jardín debía reflejar la belleza natura

Se pueden identificar claramente cuatro influencias específicas que contribuyeron a la llegada del estilo paisajista, tales como el contexto literario, filosófico y artístico del  momento. El descubrimiento del jardín chino por parte de intelectuales ingleses, quienes exportarán sus ideas principales, también resultó una influencia relevante para el jardín paisajista en una primera fase de su desarrollo."

Los caminos de grava y de tierra nos retrotraen a la inspiración primigenia del jardín inglés o jardín paisajista, por eso releemos nuevamente a esta autora de Orígenes y desarrollo del jardín paisajista inglés:
"...en los inicios del siglo XVIII, algunos intelectuales relevantes del momento como Joseph Addison (1672-1719)29 difundieron por toda Europa sus críticas al jardín clásico, animando a dejar al jardín, en resumidas cuentas, con un aspecto natural.30 Esto tuvo un impacto lo suficientemente fuerte en Inglaterra para que se fuera dando paso gradualmente a una nueva concepción de jardín atacando la esencia misma del jardín clásico.

El pensamiento ilustrado llegó pronto a Inglaterra con sus consignas de razón, libertad e igualdad, pero también difundió su tendencia panteísta, alcanzando una nueva concepción del mundo sensible y estableciendo una relación distinta entre el hombre y la naturaleza. La concepción barroca consideraba al hombre como dueño absoluto de la naturaleza, mientras que en este momento el hombre y la naturaleza se identifican en una misma unidad espiritual, adquiriendo la última un nuevo sentido. Se quiere llegar a un estado de pureza natural, lo que conlleva a una nueva concepción estética del paisaje. La razón, pues, formó la nueva base de la ética y la estética."

Como toda corriente e ideal el jardín inglés tiene su esplendor y decadencia pero su filosofía llega, como la del francés, a nuestros días:
"Poco a poco la concepción moral y ética de la naturaleza fue perdiendo fuerza, y ésta se redujo a lo puramente pintoresco. La planificación del jardín se fue convirtiendo en la simple aplicación de un sistema estético de reglas de composición y valores formales y cromáticos. Las relaciones entre las cualidades físicas de la naturaleza (luz, sombras, movimiento, contorno, textura, colores...) deberán ahora ser estimulantes al margen de cualquier contenido o asociación"

En el caso español ambas concepciones botánicas coinciden en una cosa, llegan tardíamente y fomentadas por la realeza (se supone que desde Fernando VII), pasando luego a la nobleza, como sería el caso de la finca de los Marqueses de Ferrera y su paso de casería y huerta a jardines:
"Si bien en España la llegada del nuevo estilo de jardines fue algo tardío y de promoción real, la estética tardía del pintoresquismo junto con el gusto por lo oriental y exótico calaron fácilmente en la jardinería española del momento pese a que los jardines regulares poseían la fuerza suficiente como para dificultar, todavía más, la adaptación del modelo inglés en suelo español,94 ya que ni las suaves colinas ni los lagos y arroyos serpenteantes lograron acomodarse a la geografía española. Sin embargo, cerca de Madrid, a finales del siglo XVIII, apareció uno de los más importantes jardines de este estilo, llamado El Capricho, ideado por los duques de Osuna entre 1783 y 1803, y finalizado en 1839. Aunque permanece un eje central, hay arquitecturas evocadoras (los llamados caprichos) esparcidas por el jardín. Un ejemplo es el templete con estatua de Baco en una leve colina.
También consta de varios bloques arbóreos junto a elementos acuáticos, características chinescas y senderos para el paseo y distribución entre los diferentes edificios. 
En resumidas cuentas, no hubo en nuestro país una transformación sustancial del diseño del jardín, ya que en cuanto a la adaptación al jardín paisajista inglés, salvo contadas excepciones, únicamente se realizaron transformaciones epidérmicas sin llegar a profundizar en toda la base ideológica que este contiene, y por tanto, sin llegar a entrar en la esencia del mismo."

Volvemos a ver la puerta de acceso por la calle Rivero, dando vista al antiguo Geriátrico de Avilés, construido en 1950, obra del prestigioso arquitecto Manuel del Busto y catalogado como inmueble singular


El arquitecto sin embargo no llegó a verlo terminado, pues falleció dos años antes, en 1948.Había proyectado otros importantes edificios en toda Asturias, destacando en Avilés los del Teatro Palacio Valdés y el Hospital de Caridad


Entre los árboles y más allá de la tapia asoman los edificios porticados de esa histórica rúa, por los que enseguida vamos a caminar hacia El Parche y La Ferrería, rumbo al Parque del Muelle y Sabugo, por donde avanza el Camino, atravesando el casco urbano avilesino


Una de las torres del parque que veíamos al entrar y sobre el muro del parque a este lado de la calle, que lleva en su nombre la memoria de haber sido el camino que entraba en la población intramuros, comúnmente llamada La Villa, por la ribera del estuario, antes de que se ganasen extensos terrenos a la ría y sus marismas a la derecha de esta calle, poniendo un muro vallado o ribero para contener el agua que bajaba por los prados cercanos sitos frente a esta Huerta de los Marqueses


En el medievo, el Camino predecesor de la actual rúa era la vía de entrada y, sobre todo, de salida de los productos que llegaban por barco al muelle en dirección a la capital asturiana y, no pocos, a la meseta, aguardándoles el difícil paso de la Cordillera Cantábrica, la que cruzó, pero viniendo a Avilés, el famoso peregrino-cronista flamenco Antoine Lalaing, aristócrata que en 1502, acompañando a Felipe El Hermoso en su viaje a España, se separó del séquito real en Burgos con dos acompañantes, yendo a caballo vía León, realizando el Camino del Salvador y luego viniendo a Avilés, pues dado que uno de sus compañeros, "el señor de Monceaux estaba enfermo y sufría mucho cabalgando", habían decidido tomar un barco en el puerto para hacer el camino por mar hasta A Coruña


La constitución de Rivero como calle netamente urbana y barrio, fue configurándose como la base de lo que hoy es actualmente a partir de 1663, cuando empiezan a hacerse las primeras filas de casas, luego que el Concejo, Conceyu o Ayuntamiento decidiese poblar los inmediatos arrabales de la villa para descongestionar la atestada villa intramuros


Salimos pues del Parque Ferrera y retomamos el Camino de Santiago justo aquí, donde lo habíamos dejado, en su entrada principal, donde está la placa que de inauguración, mirando a la calle, que hemos visto al entrar


De aquí a la izquierda sería la parte más antigua de la calle, la de los soportales y el hospital. Más a la derecha sería una zona bastante posterior, construida entre los siglos XIX y principios del XX,  con nuevas casas añadidas prolongando las filas originales a ambos lados que la hacen la más larga de Avilés, de unos 500 metros más o menos, pues la cifra exacta varía según las fuentes


Piedra y ladrillo componen la estructura básica de estos soportales sostenidos por columnas cuadradas, en las que alguna concha peregrina confirmará en la esquina nuestro camino a seguir, yendo a la izquierda


Luego, más antiguos, soportales de columnas cilíndricas, toscanas, de piedra. Es inevitable acudir de nuevo a Alberto del Río Legazpi cuando habla de esta arquitectura en sus Episodios Avilesinos con el título Los kilométricos y generalmente artísticos soportales de Avilés:
"En rigurosa descripción académica, soportal es un espacio exterior cubierto, construido junto a un edificio, cuya estructura se sujeta con columnas y precede a las entradas principales; generalmente rodea una plaza o recorre una calle. 
El soportal permitía, cuando no había electricidad, trabajar a los artesanos delante de sus talleres, resguardados de lluvia o sol. Lo mismo que a los vendedores de productos del campo, cuando el mercado de Avilés se desparramaba por todo el casco histórico de la ciudadela amurallada. 
Nuestro mérito, contra lo que ha ocurrido en otros lados, está en haber sabido, querido y podido, conservarlos, a lo largo de los siglos. 
Un paseo por calles y plazas de Avilés demuestra la calidad y cantidad de los soportales que hemos recibido -colosal herencia- de tiempos pasados y que seguimos incrementando. 
Suman más de tres kilómetros, entre antiguos y modernos. Y adoptan gran cantidad de formas, colores y estilos. 
Los más antiguos son los que pertenecen a las calles de La Ferrería, Bances Candamo, Galiana, Rivero, plaza de España, y Carbayedo. Algunos, situados en la calle Bances Candamo, en el barrio de Sabugo, puede que sean incluso anteriores al siglo XVII, que fue cuando Avilés empezó a crecer fuera de la murallas, lo que dio origen a la plaza de España y las calles de Rivero y Galiana. Un apoteósico conjunto soportalado"

Un balcón-corredor, preciosamente florido con macetas en el suelo y en la pared de la casa, constituye otro de los elementos característicos del viejo e histórico tránsito caminero de Rivero


Y así, de nuevo en esta calle Rivero, proseguimos ruta por el Camino de Santiago en dirección a El Parche, donde estaban las puertas de las murallas que correspondían a esta calle y a la de Galiana. Hoy en día, desparecidas, veremos entre su antigua ubicación el Ayuntamiento de Avilés, construido sobre el mismo lienzo de la cerca medieval


Los famosos soportales de Rivero. Al fondo, el solar donde estuvo en antiguo hospital de peregrinos Nuestra Señora de la Asunción fundado por Pedro Solís. Afirma Legazpi con razón que los soportales son "la sal del Avilés monumental" y que además, "artísticamente atrapan", por ello esboza algunos entrañables recuerdos de ellos...
"Los soportales de Avilés, artísticamente, atrapan. Si no que se lo pregunten a directores de cine desde Gonzalo Suárez o José Luis Garci hasta llegar Woody Allen, que realizó varias tomas en Galiana, aunque finalmente no las incluyó en su película ‘Vicky Cristina Barcelona’. 
Con Fernando Fernán-Gómez, anduve subiendo y bajando Galiana y llaneando por Rivero, repetidamente. Siempre bajo soportales, que para él eran como enormes decorados teatrales errantes por el tiempo. 
-Estamos caminando por un siglo cambiado, Alberto, y eso es muy grande. 
Recuerdo otra ocasión, con Eusebi Casanelles, presidente, entonces, del poderoso Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (Ticcih). Fue un paseo mañanero y lluvioso que nos obligó a comprar paraguas, porque Casanelles, fascinado, se negaba al refugio (lógica meteorológica) del soportal con el criterio de que entonces no podría admirar el soportal (lógica estética). 
En Avilés, de tanto convivir con ellos, olvidamos que son un referente emblemático, una suerte arquitectónica singular que cose casas en calles y plazas"


Aquí, a la izquierda y pasado el torreón del muro del parque, hemos de detenernos ante un conjunto excepcional, la capilla del Cristo de Rivero o de San Pedro (San Pedro de Rivero o San Pedrín), con la fuente de los Caños de Rivero, otra de las monumentales fuentes avilesinas





























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