VALDEDIÓS: EL VALLE DE LOS REYES (y 4) EN EL CLAUSTRO DE LA ABADÍA (PUEYES, VILLAVICIOSA ASTURIAS)
Claustro de Santa María de Valdediós
Nuestro cuarto y último capítulo sobre el conjunto medieval de Valdediós, al sur del concejo asturiano de Villaviciosa) se lo dedicamos al claustro del monasterio de Santa María de Valdediós, reconstruido en el siglo XVI sobre uno anterior románico que pereció con la gravísima inundación del Ríu Asta o Valdediós en 1522, prolongándose las obras, con sucesivas reformas y ampliaciones, hasta el siglo XVIII
Claustro, iglesia de Santa María de Valdediós y otros edificios
Por eso, veremos al recorrerlo referencias artísticas y arquitectónicas de diferentes épocas y estilos, incrementado además con que en las dependencias del monasterio (desamortizado en 1835 y que luego fue seminario y colegio mayor) se han colocado además elementos procedentes de la iglesia de Santa María, que fue lo único que sobrevivió, y a duras penas, del conjunto de edificios monásticos anegados en 1522, construidos entre 1218 y 1225-1226 por el maestro Gaulterio para una congregación cisterciense procedente de Sobrado dos Monxes (Galicia) casi dos décadas después de su fundación nominal (y con las primeras concesiones y privilegios) en noviembre de 1200 por parte del rey Alfonso IX de León y su esposa Berenguela de Castilla
San Salvador de Valdediós. El Conventín
Más de tres siglos antes había sido Alfonso III El Magno quien tuvo aquí su palacio y santuario, la iglesia de San Salvador de Valdediós, a la que le dedicábamos la segunda entrada de esta cuatrilogía, consagrada en al año 993 pero que es muy posible que su construcción sea unos años anterior
El Conventín o iglesia de San Salvador (derecha) e iglesia de Santa María de Valdediós (izquierda)
A estas joyas del Arte Asturiano (prerrománico) que es El Conventín (iglesia de San Salvador) y del arte románico cisterciense, tardío y apuntando al gótico, llegan los peregrinos que optan, desde el cruce de Casquita, por hacer caso a aquel antiguo dicho medieval "quien va a Santiago y no al Salvador visita al criado y olvida al Señor" y escogen el Camino a la catedral ovetense de San Salvador, ya en sí misma un gran centro de peregrinación y tránsito de gentes
Plaza del monasterio: al fondo el albergue, a la izquierda la iglesia de Santa María
También, la existencia de albergue de peregrinos y hospedería en las antiguas dependencias monásticas, con posibilidad de visitar este gran espacio monumental y paisajístico, hace que muchos peregrinos decidan seguir esta ruta de Valdediós, se hospeden aquí y dispongan de tiempo para un sosegado paseo por estos parajes llenos de paisaje, arte e historia
Luego de visitar la iglesia de Santa María, con su dorado y enorme retablo barroco de la capilla mayor, tomamos, en la nave de la epístola, la de la derecha según tenemos enfrente el altar, el camino a la puerta del claustro, que vemos allí, abierta
En una de las columnas románicas (s. XIII) que flanquean dicha puerta, hallaremos, arriba en su capitel labrado, una escena que tal vez haga referencia a aquel perdido claustro románico
En él, una fila de plantas colgantes se dispone sobre otra de arcos dobles de medio punto ¿una referencia a aquel claustro y su jardín?
De igual manera, en otro capitel de la nave de la epístola que mira hacia la entrada al claustro hallamos otro elemento muy interesante
Una fila de arcos románicos de arco de medio punto con sus columnas revela ser una imagen de aquella maravilla perdida del arte medieval
Y por esta puerta, románica, la conocida como Puerta de los Monjes, salimos al claustro, 'compendio de épocas y estilos', como hemos dicho y recalcamos y como pronto vamos a comprobar in situ
El claustro, que se extiende al lado sur de la iglesia, se nos ofrece espléndido según salimos a él, un amplio pasillo de frente, llamando panda o crujía en términos arquitectónicos, todo de viejas losas de piedra con una hermosa arquería por la que entra muy buena luz del exterior, desde el patio y, a la izquierda, nos encontramos con un arcosolio en la pared, donde hay un sepulcro; una puerta a continuación, dos portadas más allá y, al menos otra más, al fondo en esta la que sería la galería del este
Lo cierto es que, antes de dar un paso más, arcosolio y sepulcro ya nos han llamado la atención muy poderosamente y queremos detenernos ante él unos instantes
Los arcos de medio punto son en principio plenamente románicos y estaríamos pues ante un elemento anterior a la crecida del río en 1522 que arruinó el claustro primigenio. Los escudos de la lauda nos señalan que aquí deben de estar los restos de algún personaje muy principal es posible que un abad o un gran patrón o protector del monasterio
En el sepulcro y arcosolio volvemos la vista atrás, y vemos la puerta por la que acabamos de traspasar el umbral, una portada románica plena, de las cinco que dicen tuvo el viejo monasterio. No, no todo sucumbió en la feroz crecida del río Valdediós en 1522...
Es la Puerta de los Monjes medieval, la que empleaban los monjes del coro para entrar a la iglesia desde sus celdas o habitaciones modestas del claustro, según nos explica Sira Gadea, especialista erudita historiadora del arte en su magnífico blog Viajar con el Arte:
"Tiene guardapolvos de punta de diamante y dos arquivoltas sobre columnas. También se la conocía como Puerta speciosa (preciosa), pues en determinadas fiestas litúrgicas dedicadas a la Virgen la comunidad entonaba ante ella la antífona Speciosa facta est antes de entrar procesionalmente en el templo."
Detalle de las puntas de diamante; desde cierta distancia puede dar la sensación de ser un pequeño zigzag, pero efectivamente al acercarnos vemos que es este motivo geométrico-artístico tan empleado como recurso en el arte románico, bien definido en el Glosario ilustrado de arte arquitectónico de esta manera:
"Ornato con apariencia de diminuta pirámide de caras lisas o labradas, que en serie y en orden simétrico se adhiere por la base a la fachadade algún palacio antiguo, o festoneaaleros, arcos, arquivoltas, chambranasy moldurasde monumentos románicosy góticos. La hallamos asimismo con el nombre de cabeza de clavo adornando y reforzando por extenso las hojas de algunas puertas principales. (Dado que nunca va sola, se nombra siempre en plural: “puntas de diamante”)
Estos elementos, aparentemente simples y muy repetitivos, sin duda fueron de los que primero pudieron perder cualquier simbolismo para pasar a ser simples recursos ornamentales del artista. Pero esta cadencia transmite sensaciones de movimiento, continuidad, repetición y, por lo tanto, eternidad, permanencia, resurrección...
Las columnas que sostienen el arco, con sus capiteles, fustes y basas, se nota que por ellos han pasado los siglos y el agua
Los capiteles, la parte de la columna sobre la que directamente se asienta el arco, con motivos retorcidos de temática vegetal, los más usuales en este arte románico cisterciense que no gustaba de dar concesiones al ornato por considerarlo superfluo y alejado del ascetismo que predicaban
Las basas, la base de la columna, bien asentada
Miramos ahora hacia los capiteles de la izquierda, a la vez que recordamos la melodía del Speciosa facta est de aquellos monjes del hábito blanco del Císter:
Speciosa facta es et suavis in delitiis virginitatis sancta Dei genitrix quam videntes filiae Syon vernantem in floribus rosarum et liliis convalium. Beatissimam praedicaverunt et regine laudaverunt eam.
En los capiteles de la izquierda volvemos a encontrar de nuevo, las imágenes de arquerías con flores o plantas encima que parecen referirse a aquel desaparecido claustro románico que debió ser deleite de los monjes
Los fustes, totalmente cilíndricos y lisos
Las basas, con esa pequeña cuña que parece una uña
En el suelo hay también tumbas, causando admiración esta lauda sepulcral en la que se cinceló la figura de una espada, una verdadera Excalibur de Valdediós, como alguien ha dicho
Seguidamente al arcosolio y en lo que sería la panda o galería occidental de este claustro, una puerta, esta ya con pautas del siglo XVI, viene a continuación
Es el armarium, donde antiguamente se guardaban los libros del monasterio, pues en La Regla de San Benito, libro esencial que instruye y regula la vida monástica, promueve la divina lectio de la trilogía 'trabajo, oración y lectura' para los monjes, como bien dice el erudito historiador e investigador Agustín Hevia Ballina, canónigo de la catedral y ex-director del Archivo Diocesano de Oviedo, además de uno de los autores del libro Valdediós, con el capítulo La Librería Monástica de Santa María de Valdediós:
"Bien de manifiesto pone la "Sancta Regula" que el Libro de la Regla constituye elemento magistral por excelencia para la instrución monacal, que impregnaá todos los actos del monje de "un genuino magisterio" y al Abad corresponderá "enseñar" desde el libro de la Santa Regla, ante cuya docencia al monje le compete "callar y escuchar."
Si no te lo esperas lo cierto es que puedes llevarte toda una sorpresa al asomarte al armarium y ver esta fantasmagórica figura surgiendo en la oscuridad de la vieja biblioteca, y es que es la figura, a tamaño natural, de un monje cisterciense con su hábito blanco, que los diferencia de otras órdenes monásticas. En la página Conjunto Monumental de Valdediós nos describen esta estancia:
"El armarium una instancia que se ubica junto a la denominada Portada de los Padres, en el claustro, y en cuyo interior se custodiaban los libros que a lo largo del año litúrgico se utilizaban para el Oficio Divino.
Se levantó avanzado el primer tercio del s. XIII en estilo románico tardío. Su portada aún mantiene su trazado original y ofrece un grueso tímpano, siguiendo la sobriedad y pureza de líneas propia de la orden cisterciense."
De la Orden del Císter, sus fundadores Roberto de Molesmes, Alberico y Esteban Harding y gran divulgador y rector Bernardo de Claraval, hemos hablado intensamente a lo largo de los tres episodios anteriores dedicados al monasterio, sobre todo en el de su iglesia de Santa María, siendo especialmente determinante la obra del último de ellos, una de las personalidades más influyentes en la Europa del siglo XII y que modeló y extendió el espíritu cisterciense y protagonizó la gran expansión de esta orden, rama de los benedictinos que buscaba volver a los votos ascéticos de pobreza de San Benito de Nursia, en oposición a los cluniacenses, pasando en su vida de tener un solo monasterio a nada menos que 343, de los que 68 fueron fundados por él mismo
Podría parecer la Cruz de San Andrés, o incluso la Cruz de Borgoña, origen del Císter, pero se trata en realidad de la Cruz en Aspa, símbolo de la humildad y el sufrimiento, cincelada en esta ménsula de la puerta del armarium
También en este acceso y grabada en la piedra, una marca de cantero
Acostumbrándonos a la oscuridad, discernimos al fondo mesas, libros y candelabros recreando la antigua biblioteca de Valdediós, o librería de los monjes en la que además se guardaban documentos valiosos y sumamente importantes, los cuales se perdieron en su mayoría ya en sus orígenes. En 1238, poco más de una década después del final de las obras del monasterio románico en 1225-26, un voraz incendio la destruyó, desapareciendo la documentación relativa a su fundación. Luego otro, en 1348,volvió a arrasarla; sin embargo, la historia del cenobio se conservó al existir datos, noticias y copias incluidas en otros libros como el Libro Becerro de Valdediós, perdido pero del que se conserva una copia que el ilustrado Jovellanos encargó a José Acevedo Villarroel a finales del siglo XVIII
La invasión napoleónica y después la desamortización que suprimió el monasterio en 1835 supuso otro tanto, pese a que, pasado el tiempo, se instituyó aquí, año 1862, un seminario (durante un tiempo también con colegio mayor) que funcionó hasta 1951. Era el año 1928 cuando los autores de la obra Villaviciosa y su progreso, Víctor Vallín Martínez y Gerardo Fernández Moreno, lamentaban la pérdida de su biblioteca, al menos por tercera vez en su historia:
"Rindamos un tributo de admiración a este pueblo que por su fama universitaria ha traspasado los límites fronterizos y enseña por todo el mundo entero: ¡Valdediós!... Horno de sabios. Monasterio que hundido en un valle ameno y solitario, supo elevar su vuelo por las montañas más altas del mundo. He aquí el pueblecito oculto y solitario donde eminentes hombres públicos y de ciencia eligieron para albergue temporal y libro de consulta; aquí pasaba en estudios meditados y profundos el insigne Jovellanos, largas temporadas, hojeando su valiosa biblioteca.
Biblioteca meritoria y de inapreciable valor, en la actualidad desaparecida; en ella existían los libros cronicones de épocas históricas donde con una pequeña investigación podriánse esclarecer puntos-verbos, hoy ocultos e ignorados, no solamente de la historia completa de Villaviciosa, sino de Asturias y de España; en ella existían volúmenes de una trascendencia incalculable, que por su valor y por su pertenencia, no solo Puelles, sino Villaviciosa debiera recuperar o por lo menos conseguir una amplia autorización para que un representante en esta especialidad investigadora pueda hacer, sin limitación de tiempo, un estudio detallado, profundo y cierto de todo cuanto atañe a nuestro querido concejo.
No nos explicamos el hecho, pero nos consta la certeza, de que de Valdediós se han llevado catorce carros de libros todos valiosos e interesantes. Nosotros, amantes de nuestro pueblo, entendemos que es un deber cívico de todo villaviciosino, cooperar por todos los medios legales para conseguir, sino la devolución de tan apreciable biblioteca, por lo menos la libertad legalizada de que un representante del concejo pueda hacer su estudio y presentar con datos fidedignos una memoria completa de su investigación histórica y anecdótica de Villaviciosa en relación con la historia patria; notas y sucedidos que habrían de ser de una utilidad pública de inmenso valor regional y nacional."
Efectivamente, el ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos visitaba este y otros monasterios pues sus bibliotecas y documentos eran inmensas fuentes de información de todos los temas, tanto los más generales y universales como los más pegados al terruño, con inapreciables datos de todo tipo. Luego, décadas después, otro erudito, el villaviciosino José Caveda y Nava, realizó su Inventario de los libros, pinturas y papeles interesantes del suprimido monasterio de Valdediós, publicado en la revista Cubera nº 8 en el que informa de lo siguiente:
"En los primeros años de la fundación, Don Alonso el Noveno dotó su abadía de un modo magnífico: le concedió ricas exenciones y libertades; dio honores a sus abades, haciéndoles Señores del Coto; señaló los términos de su jurisdicción y concedió a los vasallos del monasterio varias franquicias. Sus sucesores, imitándole en la prodigalidad, confirmaron todas estas gracias y donaciones, haciéndole otras nuevas, que aumentaron su reputación. Pero, los más de estos privilegios que hubieran dado alguna luz a la Historia perecieron en el incendio del Archivo acaecido por los años de 1348, de que da noticia un privilegio del Rey Don Pedro el Cruel que está inventariado.
Esta desgracia y la época desastrosa que la siguió, en que la epidemia más desoladora despobló la España, debió advertir a los monjes las precauciones que en lo sucesivo habían de tomar para la conservación de los restos de las memorias de sus padres. Y, en efecto, con el fin de hacer impenetrable al fuego este precioso depósito, colocaron el nuevo archivo sobre la bóveda del templo que cierra el brazo del crucero correspondiente al lado de la epístola, donde hoy se halla con su puerta de hierro. La visitaron sucesivamente el Sr. Jovellanos y el P. Risco e hicieron extractos de alguno de sus documentos que ya no están en él, desde el trastorno que padeció en la invasión francesa de 1809. El libro del Becerro de que se encuentra razón en varias apuntaciones de los tumbos y de quien haba el señor Jovellanos en algunas notas de su letra existentes en el Instituto Asturiano de Gijón fue uno de los perdidos. Era una de sus mejores alhajas, así por ser obra del siglo XIII, según las noticias que de él se adquirieron, como por tener 30 traslados de otros tantos documentos del tiempo de la fundación, de los cuales sólo existen algunos traslados auténticos y copias. Por lo demás, la mayor parte de los manuscritos de este Archivo, son donaciones particulares, libros de apeos forales, viejos e inútiles, pleitos y ejecutorias, cuya antigüedad no pasa de últimos del siglo XIV. En el registro que se ha hecho de sus cajones, se creyó hacer mérito de los documentos siguientes como más antiguos y curiosos, aunque no son precisamente muy interesantes por sus noticias. Los divide en originales y en copias, en instrumentos reales, pontificios y particulares y los coloca en los siglos a que corresponden por este orden."
En el ámbito cisterciense, la biblioteca, librería o armarium se encontraba, como es este el caso, en la galería oriental del claustro y justo en el primer lugar una vez entrado en él desde la portada de la iglesia, como también ocurre aquí. Estaba a su cargo el monje librarius o scrinarius, quien custodiaba libros y códices, entre los que ocuparían lugar fundamental en la biblioteca los de la misma regla, según nos explica Agustín Hevia Ballina:
"Frente a ella en la galería del claustro que se sitúa paralelo a la iglesia, había dispuestos unos bancos de piedra, a lo largo de los muros, a ambos lados. En esllos se asentaban los monjes para la lectura, tomando cada uno su libro del "armarium" adyacente en el ángulo del claustro. Allí se reunía también la comunidad para escuchar la lectura espiritual, que habría el oficio de Completas. Los escritos de los Padres y las Colationes o Conferencias del Abad Casiano eran libros de habitual lectura. Dado que la lectura seguía muy cercana a la comida de la noche, el lenguaje monástico, que después influiría en el lenguaje usual, vendría a denominar tal comida vespertina con el nombre de colación, sinónimo de comida ligera, que está permitido realizar en el día de ayuno"
Explica Hevia Ballina que en las Difiniciones, una compilación de reglas para el Císter que emana de los Definitorios de sus Capítulos Generales, hay diversas prescripciones relativas tanto al funcionamiento del armarium como a la lectura, de las que extrae algunas, incluyendo la de la excomunión como castigo a un mal uso:
"En todos los monasterios aya Librerías públicas y comunes: y donde al presente no las ay, ni se pudieren hacer, se desocupe alguna celda y se pongan en ella los libros, para quien quisiere estudiar pueda ir allí; en la cual se pondrán todos los que vacaren en cada monasterio por muerte de algún religioso y no los huviere en ella, como queda dicho (capo. 34, 4). Y MANDASE SO PENA DE EXCOMUNION IPSO FACTO INCURRENDA QUE NINGUNO SAQUE LIBRO DE LA LIBRERIA O CELDA, donde están, Y que este mandato se ponga en cada Librería para que venga a noticia de todos."
"Los libros, imágenes y demás cosas que dexaren los monjes so y se han de dar al Monasterio de su profesión, como no conste que las tales cosas se adquirieron con la hacienda de los monasterios, a donde murieron" (cap. 34.3)
"Item se manda que todos los libros que en cada casa quedaren por muerte de algún religioso se pongan en la Librería del Convento, los que de ella faltaren, y los que estuvieren duplicados se guarden en un lugar común, para que de ellos se vayan dando a los colegiales que actualmente estudiaren, en lugar del dinero que les manda dar la Orden para libors. Y los que sobraren los podrá repartir el Padre Abad, como le pareciere" (Cap. 34,4)
"También se manda que en todas las celdas de los Abades, por lo menos, estén los Doctores Sagrados y el Derecho Canónico y donde no los hubiere se compren luego, porque, cuando vayan los Abades, no sea necesario llevar tantos libros, por el grande gasto que se hace en llevarlos y traerlos" (Cap. 35)
"En el Refitorio, a las comidas y cena, nunca falte lección. A la comida será siempre en latín, de la Biblia; las historias que rezaren en el Coro y, losa Domingos, las Homilías sobre los Evangelios del día, los cuales se han de leer siempre en dichos Domingos, aunque en ellos aya sermón de nuestro Padre San Bernardo.
Pero a la cena y lecciones de Claustro se lea siempre en romance, por la consolación y edificación de los frailes legos. Y después de comer vayan siempre con las gracias a la iglesia y, después de cenar, desde Pascua de Resurreción a todos los Santos."
Basándose en el citado estudio de José Caveda y Nava, que recoge 746 títulos, enumera los títulos de la biblioteca de Valdediós, "hoy dispersa en buena parte de los fondos de la Bibliotecta del Seminario y, en parte no pequeña, desaparecida por muy variados derroteros", citando en el apartado de libros litúrgicos numerosos Breviarios Cistercienses, el Misale Cisterciense, el Rituale Cisterciense y el Santoral Cisterciense.
Hay además obras, conocidos por los ex-libris del monje de Valdediós Fray Blas de Antón, los Usos Cistercienses de la Congregación de Castilla, las Epístolas y los Sermones y Homilías del papa San León I El Magno, los Reparos historiales apologéticos por los misioneros apostólicos de China y el Tratado sobre el Obispado de Joseph de Urrutia. Otros títulos, que recopila Hevia Ballina, vienen de la mano de los ex-libris de "Fray Ramón de Miravalles, Prior de Baldediós", Fray Benito de Bouzas, Fray Bernabé Ruiz, y Fray Lorenzo Gómez
Abundaban además las exposiciones y comentarios de la Regla de San Benito, tratados sobre Dogma y Moral, manuales de Filosofía y Teología e Historia Eclesiástica, Colecciones de Concilios y un gran elenco de autores clásicos que eran traducidos con el Diccionario Octolingue de Calepino de Ambrosio o del de Requejo, la Gramática y el Vocabulario de Nebrija y las Elegancias de la Lengua Latina de Lorenzo Valla, no faltando tampoco los humanistas como Erasmo de Rotterdam y varios más:
"La Librería monástica de Santa María de Valdediós, como las restantes de otros monasterios asturianos, sufrió la dispersión de la desamortización. Con todo, una buena parte de la Librería permaneció en Valdediós, siendo entregada al Seminario, que allí fundó la Diócesis de Oviedo, a través del Obispo Moreno Maisonave, en 1862. En 1948, gran parte de los fondos de la biblioteca del Seminario de Valdediós fueron trasladados a la del Seminario Ovetense, donde todavía es posible rastrear "ex libris" de la Librería monástica, así como de las Librerías particulares de alguno de los monjes, hijos de Valdediós."
El claustro se considera de corte clasicista, pues su obra comenzó tras la destrucción por el desbordamiento del río en 1522 y se prolongó hasta el siglo XVIII. Este piso bajo, de arcos de medio punto con columnas lisas y cilíndricas, parece aún añorar el claustro románico anterior, con sus sencillas basas y capiteles
Este piso bajo, de galería de arcos de medio punto algo rebajados y balaustrada de piedra sobre la que se apoyan las columnas de estos arcos, es el más antiguo del claustro reconstruido, de mediados del siglo XVI obra de Juan de Cerecedo El Viejo
En el primer piso, de los siglos XVI-XVII, de arcos carpaneles, estos también se apoyan en columnas, pero estas, a diferencia de las del nivel bajo se apoyan en el piso, integrándose en la balaustrada de piedra. Luego, el segundo piso o, desde el suelo, el tercer nivel, está adintelado sobre columnas y de cubiertas planas, es del siglo XVIII; allí se construyeron celdas individuales para los monjes que sustituyeron al primitivo dormitorio común. Mientras que en el medio del patrio o jardín entre césped y setos, hay una fuente octogonal, el lavatorio, que también sustituye al medieval, el cual no estaba en medio sino en el ala sur, a la entrada del refectorio o comedor de los monjes
En la web Císter Ibérico se nos dice que tras la inundación, con la reconstrucción se aprovechó para adaptar el monasterio a una nueva época, dejando atrás el medievo, pues además coincidía a la reciente incorporación de Valdediós a la Congregación de Castilla, lo que puso final a serios problemas de relajación en el cenobio. Mismamente, la construcción de dos pisos en este claustro entraba dentro del plan claustral de la Orden
Seguidamente al armarium está la Puerta de los Padres, acceso a la sacristía barroca, actual espacio expositivo de piezas del monasterio y de El Conventín que vimos en el capítulo que dedicábamos a la iglesia de Santa María
Admiramos la portada, de arco carpanel así como el habitáculo del interior, abovedado
Está al nivel de un escalón inferior que el suelo del claustro; observemos las ménsulas en las esquinas, donde descansa la bóveda
A continuación, y siguiendo la disposición habitual de estas dependencias en las abadías cistercienses, nos dirigimos a la sala capitular, donde los monjes celebraban sus reuniones o capítulos para tratar de asuntos internos y noticias, de ahí que a esta galería oriental se la llame panda capitular
Arriba, la cubierta de estas crujías es de madera y arriba se encuentra la gran terraza-balcón pasillo del primer piso, el de los arcos carpaneles, que forma parte de las obras acometidas en la centuria del 1500.
Esta es la explicación de esta estructura del claustro y sus diferentes etapas constructivas según Císter Ibérico, empezando por este piso bajo y sus arcos y columnas:
"El claustro ocupa el solar del antiguo recinto románico en el lado sur de la iglesia de planta cuadrada de compone de dos pisos. El bajo compuesto por una serie de arcos sostenidos por columnas de fuste monolítico que parten de un muro corrido descansando sobre basas compuestas por escocia entre dos toros y culminadas por capiteles circulares con adornos geométricos y los arcos de medio punto con doble moldura en bocel."
Lados meridional y occidental del claustro, se nota una gran diferencia entre las plantas baja y primera y la tercera, no en vano pasaron más de doscientos años entre una y otra. He aquí la descripción de Císter Ibérico:
"Por encima una moldura corrida cierra la planta por arriba y sobre ella se construye el primer piso a base de columnas separadas por antepecho que sostienen los arcos de tipo carpanel. Por ultimo la segunda planta construida mucho después en 1777 a base de columnas cilíndricas sobre podium y separadas por rejería de forja"
Y aquí a la derecha tenemos ahora la panda norte, por donde regresaremos tras recorrer todo el claustro y sus cuatro pandas
Fijémonos arriba como hemos dicho en las puertas de acceso a las celdas de los monjes que, como hemos dicho, individualizaban su espacio de descanso, antes comunitario, ofreciendo mayor intimidad siempre de acuerdo también con los cambios organizativos de la Orden
Y en medio el lavatorio o fuente, que en un principio tenía un uso eminentemente práctico, el de lavarse las manos para comer, de ahí que primeramente estuvieran a la entrada del refectorium o comedor, pasando luego, como elemento ornamental, a tener otras formas y ocupar otros espacios, tal y como leemos enWikipedia:
"Un lavatorium (del latín lavare, 'lavar'; pl. lavatoria), a veces castellanizado informalmente como 'lavatorio',es la zona comunal acondicionada para el lavado de manos en un monasterio, en particular en los edificios monásticos medievales o en aquellas catedrales que dispusiesen de un claustro.
Todas las órdenes monásticas requieren que los monjes se laven las manos antes de las comidas y por ello debían de disponer de un lavatorium cerca del refectorio, en un principio dispuesto contra una de las paredes del claustro que disponía de un largo lavadero cubierto. Con el paso de los siglos, la arquitectura de los lavatoria se desarrolló y se construían en pequeños edificios elegantes y refinados, con un cuenco circular u octogonal en el centro y con fuentes de agua con varios pisos."
Y llegamos a la portada que da acceso a la sala capitular donde, además de las reuniones del capítulo de la comunidad para tomar decisiones importantes, se leería algún capítulo de la Regla de San Benito. Empleamos también la explicación general que nos ofrece la Wikipedia para estas estancias:
"La Sala capitular es la estancia de un monasterio o colegiata construida generalmente con el ala o panda este del claustro. Suele ser una pieza muy amplia para dar cabida a todos los monjes, favorecida con buena ornamentación arquitectónica. En algunos monasterios de estilo románico o gótico se accede a esta sala por una entrada que constituye una verdadera fachada en pequeño, con puerta de arquivoltas y mucha decoración.
La panda de la sala capitular era la primera que se construía en el claustro del monasterio. Se empezaba a edificar poco después de haberse levantado la cabecera de la iglesia."
Las reuniones en la sala capitular solían celebrarse por la mañana y después de misa, sentándose los monjes por orden de antigüedad. Terminaba el acto con la confesión pública de los monjes que quisiesen acusarse a sí mismos de faltas cometidas o denunciasen a algún compañero, estipulándose que no debía decirse su nombre. Aquí por lo tanto se rompía el voto de silencio de los cistercienses
En la actualidad, se emplea como almacén donde se alberga, las esculturas de cuatro guerreros a caballo que anteriormente estaban suspendidos de los pilares del crucero de la iglesia
De la antigua sala capitular medieval, sobre la que se construyó esta, quedan solamente algunos restos
Al fondo, el sitial del abad y los asientos de los mojes, pegados a la pared de la sala, a la que se accede por una escalera de cuatro peldaños que divide la sala en dos
En las esquinas reconocemos los arranques de los nervios de una bóveda que nunca llegó a hacerse, resultando un espacio que pasó por varias transformaciones. Las ventanas dan vista a la vega del río
En cuanto a los guerreros, que montados a caballo atacan a los infieles, estos desparramados por el suelo, fueron esculpidos en 1762 por Francisco de Nava y pintados por Francisco Reiter según encargo del abad Carlos Villejo
Según las inscripciones de su base podemos saber que este a nuestra derecha y el más cercano a la portada es San Raimundo Serra, monje cisterciense cofundador de la Orden de Calatrava y abad de Fitero (Navarra) y, a su lado, Alfonso IX de León que, como dijimos, al principio, fundó con su mujer Berenguela de Castilla este monasterio de Santa María de Valdediós en noviembre de 1200
Rey frente a rey, al fondo a la derecha es su hijo Fernando III El Santo, quien también otorgó privilegios a este cenobio y, aquí más cerca, otro de los monjes cistercienses cofundadores de la Orden de Calatrava San Raimundo Serra, este primero más cercano a la puerta, fray Diego Velázquez
Al fondo, en el lateral derecho de la sala, se conserva una inscripción de la segunda mitad del siglo XIII labrada en piedra por un taller anónimo, en ella se rinde homenaje al deán de la catedral de Oviedo Ordoño, que en 1260 fue monje cisterciense en el monasterio
La inscripción presenta línea de pautado y sus caracteres son góticos, dispuestos en siete renglones, en los que se lee:
OVETENSIS ERAT ORDONIUS ISTE DECANUS QUEN GENUS EXTULLERAT MENS SACRA MENS SACRA LARGA MANUS QUI RELEVANS INOPES VIRTUTUM FLORE REPLETUS SEDIS DISCRETUS MULTIPLICAVIT OPES UT FACERET TOTUM CELESTEM PROSPERA FINIS CLAVSTRIS DEVOTUM SE MONACHAVIT IN HIIS HIC LATUIR SUPPLEX POST MC TER AUFER I DUPLEX
ORDOÑO, DEAN OVETENSE, ELEVADO A ESTA DIGNIDAD POR SU RELIGION, LIBERALIDAD Y NOBLEZA; PADRE D ELOS POBRES Y BIENHECHOR DE LA IGLESIA CATEDRAL; QUE PARA LLEGAR A PERFECCIÓN MAYOR Y ACABAR SU VIDA SANTAMENTE SE HIZO RELIGIOSO EN ESTE MONASTERIO EN 1260
Tras la sala capitular vamos a ir pasando de la panda oriental a la panda meridional de este claustro
Al final del muro de la panda oriental tenemos una antigua puerta de arco de medio punto, ahora cegada y donde hay una ventana, otra de medio punto pero abierta y en uso, con unos escalones que acceden a una estancia situada a un nivel superior al suelo del claustro y, de frente y empezando el muro de la panda, sur una hermosa portada barroca, de arco de medio punto y columnas de orden corintio, que da paso al antiguo refectorio
La de la izquierda es la del corredor hacia las letrinas, el locutorio y la caja de escalera de subida al dormitorio superior que ocupa el ala sur. También se han localizado los cimientos del lavatorio y los del refectorio, también en el ala sur, que aquí empieza
Y empieza en esta magnífica portada que nos acercamos a admirar
La base de la columna derecha
Los capiteles, el arco y el dintel
El intradós o parte inferior del arco
El interior, cerrado por verja, donde estuvo el refectorio
Tras pasar por diferentes usos el aspecto interior de estas estancias ha cambiado mucho a lo largo del tiempo, tirándose paredes y tabiques según fuera necesario
Aquí también unas escaleras de altos peldaños dividen esta gran sala abovedada en dos
Y así continuamos por esta galería o panda meridional, donde las concesiones a lo ornamental son mínimas, tal y como gustaban los preceptos austeros cistercienses en oposición a los cluniacenses, a los que consideraban gustaban de la ostentación superflua. Dice Hevia Ballina...
"Para que durante la lectura del Claustro no indujeran distracción a los monjes los ornatos exteriores, había dejado prescripciones muy concretas San Bernardo, acordes con el espíritu de sobriedad, que habría de inspirar a las Bellas Artes en el Císter, tanto en arquitectura, como en escultura, pintura, música y artes suntuarias. El texto de San Bernardo se halla en su Apología, capítulo XII, tratando de corregir formas de actuar los Cluniacenses, que abusaban de lo contrario en sus claustros de copiosa ornamentación en sus relieves, capiteles y pinturas, que parecen insinuarse en estas palabras:
"Pero no sé de qué pueda servir una cantidad de monstruos ridículos, una cierta belleza disforme y una deformidad agradable, que se presenta sobre todas las paredes de los claustros a los ojos de los monjes, que se aplican allí a la lectura. ¿A qué provecho aquellos rústicos monos, leones furiosos, monstruos centauros, esos semihombres, aquellos tigres moteados, las gentes armadas que se combaten o estos cazadores que tocan la trompeta? Se ven aquí muchos cuerpos bajo de una sola cabeza y muchas cabezas sobre un mismo cuerpo. De un lado se presenta una bestia de cuatro pies con la cabeza de una serpiente; del otro la cabeza de un cuadrúpedo con cola de pez; en este lugar un animal representa un caballo, que es mitrad cabra por detrás; en ése, otro con cuerno en la cabeza, que es mitad caballo por lo restante del cuerpo. En fin, se ve aquí por todas partes una tan grande y tan prodigiosa diversidad de toda suerte de animales, que los mármoles, mas bien que los libros, podrían servir de lectura; y se pasaría aquí todo el día con más gusto en admirar esta obra en particular que en meditar la Ley del Señor. ¡Ah! ¡Dios mío! Ya que no se tenga vergüenza de estas miserias, ¿por qué a lo menos, no hay pesar por unos gastos tan necios."
Además del refectorium, en esta panda sur estuvieron las cocinas y el calefactorium, la única sala caldeada en los duros inviernos. En el resto de esta planta baja del claustro se disponían bodegas, almacenes y caballerizas, en un espacio de cierto trasiego de monjes y personal de servicio. La historiadora del Arte Sira Gadea, en su blog Viajar con el Arte nos aporta más datos de este claustro y de su historia más reciente, tras la extinción del monasterio:
"Lamentablemente casi no se conserva nada de las dependencias históricas que rodeaban las galerías, pues tras las desamortizaciones del siglo XIX, el monasterio se convirtió en seminario menor de la diócesis de Oviedo, en el siglo XX fue utilizado también como seminario mayor, hospital psiquiátrico durante la guerra civil y volvió a ser seminario mayor después de la guerra hasta terminar siendo abandonado hacia 1950, usos sucesivos que provocaron la demolición de tabiques interiores para una nueva distribución de los espacios, la pavimentación con adoquín del patio de servicios y del de entrada, la construcción de un salón de estudios sobre la casa abacial, la construcción de unas cocinas y un horno ante la fachada este del patio, la conversión de la sala capitular en urinarios, la construcción de un frontón y la adaptación para cuadras del capítulo nuevo y la hospedería externa…
En 1986 la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, la Archidiócesis de Oviedo y el Ministerio de Fomento, gracias a fondos de la UE, impulsaron un Plan de Restauración Integral mediante la creación de la Escuela Taller de Valdediós que se continuó en años sucesivos y gracias al que se han recuperado algunos elementos."
En medio, la fuente o lavatorium octogonal, labrada en piedra caliza, se sabe proviene de Avilés y se hizo a mediados del siglo XVI cuando estaban en marcha las obras del primer nivel del claustro
Asoma en lo alto la gran espadaña del campanario, sus dos huecos grandes son originalmente románicos pues los cistercienses no gustaban de construir torres para las campanas al considerarlas un elemento ostentoso. En el siglo XVIII se añadió un hueco más encima para una tercer campana, sensiblemente más pequeña
A nuestra derecha ahora el lado norte y el lado este, por el que hemos entrado desde la iglesia. El claustro constituye el lugar en torno al que se desarrolla la vida de los monjes pues distribuye la mayor parte de las dependencias del monasterio. Incluso la salida al exterior, a las huertas o los caminos se hace por diversos conductos accesibles desde el claustro, aparte de todas las referidas estancias, desde las cocinas y letrinas hasta la biblioteca y sus propias celdas monacales
El claustro es pues el "paisaje interior" o "abierto hacia adentro" al que va a estar estrecha e intensamente ligado el monje, dice al respecto Hevia Ballina:
"En él se pide al monje que en el Claustro se halle verdaderamente "cerrado" o "recogido". En la lectura, que allí tendrá, su concentración estará sólo en el libro, tratando de ahondar con curiosidad en los misterios de Dios, que allí se le revelen. Y, para cuando se halle en la Librería monástica, el monje será instruido para que esté "callado", que es sumergirse en el silencio gratificante, que hará no sólo acallarse el cuerpo, sino que conseguirá acallar todas las inquietudes del espíritu, sumiendo al alma en una gustosa y placentera contemplación."
Este es uno de los dos pasos al lavatorium abiertos en las pandas del claustro, el otro está en la crujía norte. Roberto Carneado Peruyera, historiador del arte, nos explica así este magnífico espacio claustral en la página Soy rural:
"Adosado al lienzo meridional del templo se construyó un claustro de estilo tardorrománico que siguiendo el pautado propio del monacato cisterciense, constituía el núcleo en torno al cual giraba la vida de la comunidad. Pero como consecuencia de dos fatídicos incendios, uno en 1238 y el otro en 1344 y de una inundación se perdió. Ante esta dramática situación fue necesaria la construcción de uno nuevo de estilo renacentista compuesto de dos pisos. En el piso bajo aún se conserva, cerca de la llamada puerta de los Padres, la portada del “armarium” o “librarium” del siglo XIII. Tras ella se custodiaban los libros dedicados a la “lectio divina”. A su vez el claustro está articulado por cuatro crujías. La orientada al este, donde se situaba la sala capitular, segundo espacio más relevante del monasterio. Allí se desarrollaba el gobierno de la abadía.
La situada hacia el sur, en la que se ubicaba el refectorio de la comunidad y hacia el oeste la cilla o despensa. Todos estos espacios tan solo se conocen a través de los restos arqueológicos conservados. En cambio en el piso superior del claustro se localizaban las celdas ya independientes que sustituían al primitivo dormitorio común del siglo XIII, situado sobre la sala capitular orientada hacia el este. Más adelante, en el año 1777 se construyó el último piso del claustro para albergar un mayor número de dependencias."
El mismo nombre de claustro hay que recordar que viene del latín claudere 'cerrar' y está emparentado con 'clausura'. He aquí una descripción general de un claustro 'prototipo' que, verdaderamente, viene a coincidir con este, sacada de Wikipedia:
"El claustro es una planta cuadrada y cada uno de los cuatro lados recibe el nombre de benedictos. En el centro suele haber un pozo en el que confluyen cuatro caminos, y en el espacio restante, un pequeño jardín. En cada lado del claustro hay una galería o corredor (también denominado panda) cubierto y limitado por arcadas. En la panda este se halla casi siempre una pequeña estancia que servía como habitación o biblioteca, independientemente de la gran biblioteca que tenían algunos monasterios importantes. A continuación se hallaba la sala capitular, pieza que se consideraba de gran importancia y que generalmente se construía con rica ornamentación arquitectónica. Era el lugar de reunión de la comunidad, donde se leían los capítulos de la regla de la orden y donde el abad organizaba las distintas tareas a seguir por los monjes. En esta sala era donde se exponían posibles faltas de alguno de ellos para que el superior le reprendiese. Se decía llamar a capítulo.
En la panda sur solía estar el calefactorio, lugar caldeado donde podían ir los monjes de vez en cuando para descansar y entrar en calor. A su lado, el refectorio, que era el comedor, y colindante con él, la cocina.
La panda oeste se solía llamar de legos y tenía el callejón también de legos y la cilla con la bodega. Las celdas de los monjes o el gran dormitorio común (depende de la época y de las distintas órdenes) estaban en el piso superior."
Justo antes de unirnos a la crujía o panda occidental de este claustro, una placa en la pared habrá de llamarnos la atención
Placa en homenaje a José Gabriel García-Fernández, presbítero y ecónomo que impulsó la restauración de este conjunto de Valdediós y nombrado en agradecimiento Hermano de la Orden Cisterciense, colocada el 9 de julio de 2000, año jubilar
Y en un edículo, justo en la esquina entre las dos pandas, hay un pequeño altar ante el que vamos a detenernos, pues es digno de mucha atención
Es el altar de la Virgen de la Concha, por su gran concha abovedada (bóveda de horno) dentro de un altar guardado por arco de medio punto, también llamada Virgen de la Antigua, labrada por un autor anónimo en piedra de Laspra entre la segunda mitad del siglo XIV y el primer cuarto del XV
La imagen es de estilo gótico y representa a la Virgen María con el Niño, vestida con túnica que se ciñe a la cintura con pequeños lazos, "Sus pies se cubren con calzas apuntadas y un manto cae por su espalda y se recoge bajo el brazo derecho", apuntan en Conjunto Monumental de Valdediós
La Virgen lleva al Niño en el brazo izquierdo y este bendice con la mano derecha (desaparecida) y con la izquierda sujeta el Libro de la Sabiduría. La Virgen parece estar tomando algo con su mano izquierda que también parece haber desaparecido. Se conservan algunos restos de la antigua policromía
La mesa del altar, de piedra, muestra abundante decoración labrada muy escrupulosa y magistralmente
Predominan las formas y motivos vegetales de plantas y flores con rosetas hojas, pétalos, tallos y algunos motivos geométricos
Nos llama entre todo la atención el rosetón de la parte superior, que recuerda los motivos solares del arte de la antigüedad, símbolo empleado desde la prehistoria y abajo, por supuesto, el escudo del Císter
En esta variante aparece el báculo de abad llevado por el brazo de un monje pero, extrañamente, no la mitra abacial, aunque sí las flores de lis (alusión al origen francés de la Orden) y la banda jaquelada. Se trata del tercer monasterio con más escudos del Císter (unos quince) de España
Caminamos ahora por la panda, crujía o galería occidental del claustro
Destacan bien las fases constructivas en las tres plantas, la de abajo renacentista con cierta añoranza de la arquería románica desaparecida, la siguiente un renacimiento evolucionado en sus arcos carpanel y arriba el clasicismo
La fuente, que corresponde a aquella primera fase, y al fondo la sala capitular, la Puerta de los Frailes y el armarium
Arriba asoma la torre de la biblioteca nueva...
En el jardín y junto al lavatorium un trabajado seto forma un crismón
El crismón lo veremos mejor y de frente cuando pasemos a la crujía norte, la que da pared con pared con la iglesia
En esta esquina en el paso de una a otra crujía tenemos otras dos importantes estancias
A la izquierda podría estar la llamada zona o callejón de conversos y a la derecha almacén, portería y salida al exterior
Los conversos o hermanos conversos eran legos que vivían dentro de la dependencia monacal pero eran la mano de obra del monasterio, ocupándose de las tareas de limpieza, mantenimiento, huertas, ganado, cocinas, etc. y liberando a los monjes de estas actividades para que pudieran centrarse en las actividades espirituales y litúrgicas
Aquí sería donde el cillero, persona encargada del almacén o cilla de granos y demás comestibles repartiría el trabajo entre los conversos. Es una de las estancias que podrían variar de ubicación según conviniese a cada monasterio pero normalmente estaría entre dicha cilla y el refectorio o comedor de conversos. Tenía planta rectangular y podía estar cubierto con bóveda de cañón, como es este el caso
Los conversos contaban con su propio comedor, con acceso directo también a las cocinas y su propias escaleras a sus habitaciones
Señales de lo que parece un antiguo cierre de viga
Al fondo, la portería, al lado de la entrada principal a la iglesia, como es natural, sita al otro lado de la pared del fondo, donde está el acceso al pórtico
Por eso encontramos aquí la portada de la nave de la epístola, en la fachada occidental de la iglesia románica, que al construirse estos edificios a partir del siglo XVI quedó integrada dentro de estas dependencias monacales
Sus capiteles son de tema vegetal y de las columnas solo se ve la mitad de los fustes
El arco, de medio punto presenta un gran motivo en zigzag y, sobre él, una banda de tetrapétalas
Más allá, ya fuera de los edificios, están la portada principal, correspondiente a la nave mayor, y la portada del lado del evangelio, que vimos, junto con la barroca de entrada a estas dependencias, en el primer capítulo dedicado a Valdediós
Arriba, la ventana, también románica
Detalle de los capiteles del lado izquierdo
Continuamos pues claustro adelante ya por la última panda de las cuatro esta del lado norte
A nuestra izquierda, el muro de la iglesia, con esta decoración en forma de arcos. Hasta la construcción de la catedral gótica del Salvador o San Salvador de Oviedo/Uviéu esta de Santa María de Valdediós fue el mayor santuario de Asturias. Del origen de la iglesia y del antiguo claustro leemos en Románico Digital:
"Junto a la iglesia se dispondría en origen el monasterio, adosado al costado meridional y dispuesto en torno a un claustro que debió ocupar el mismo emplazamiento que el actual, construido entre los siglos XVI y XVIII, y a él pertenecieron las canalizaciones y los cimientos del templete del lavatorium descubiertos recientemente. Éste se componía, según un estudio reciente, de cuatro crujías probablemente abovedadas, a juzgar por las huellas de los arranques de haces de nervios que han aparecido al eliminar los revocos de la pared de frontera con la iglesia. De la estructura monástica original también se ha conservado un pilar románico, que ha de proceder de un amplio espacio cubierto con bóveda. Es similar a los pilares de los capítulos de los monasterios cistercienses de Piedra, Senanque o Fossanova, por lo que todo apunta a que su ubicación original fuera algún recinto comunitario, posiblemente la sala capitular. De lo expuesto se desprende que el templo de Santa María, cuyas obras de construcción se inician en 1218 bajo la dirección del maestro Gualterio, cumple los preceptos fundamentales de la arquitectura cisterciense en lo referente a los aspectos constructivos y ornamentales."
Vemos ahora, más arriba del claustro, asomar falda del Monte Lloses, por donde va la Carretera la Campa y, más arriba aún, el Camín Real, el otro ramal histórico jacobita, el pasa por Arbazal, donde los cistercienses de Valdediós fundaron en 1640 un mesón para atender a peregrinos, arrieros y demás viajeros y transeúntes
Es significativo los monjes su hospedaje caminero en Arbazal y no en el mismo monasterio. Se dice era en realidad el Camino más empleado en la antigüedad y que los monjes preferían fomentar la quietud de la abadía y su recogimiento favoreciendo que la gente emplease ese camino y no este que pasa por el monasterio
Otros dicen sin embargo que los monjes sí acogerían aquí peregrinos y que la ruta de Arbazal sería sobre todo de arriería y viajeros en general, dado que sube (o baja) más suavemente que el repecho de Vallinaoscura en la cabecera del valle. Leemos al respecto en Románico Digital:
" Además, el emplazamiento de esta abadía cisterciense, caracterizado por su aislamiento, cumple con el capítulo de 1134 en el que se establece que ningún monasterio puede fundarse en las ciudades, castillos o aldeas, sino en lugares apartados del camino de la gente."
En nuestros días, el atractivo del conjunto monumental de Valdediós, unido a la existencia aquí de albergue de peregrinos y hospedería, hacen que casi todos los caminantes jacobitas empleen en su camino esta ruta de Valdediós. Ambas rutas se separan en Castiellu Ambás y se reúnen arriba, en La Campa, entrando en Sariegu
Ahora en el jardín del claustro sí vemos de frente y muy buen el crismón, con las letras alfa y omega, un símbolo cristiano cuya explicación nos da la Wikipedia:
"El crismón está formado por las letras griegas Χ (ji) y Ρ (rho), que son las dos primeras del nombre de Cristo en griego koiné: Χριστός (Khristós, “el ungido”). En otras versiones, la X se sustituye por la Τ (tau) haciendo así una pequeña cruz latina. El crismón aparece a veces acompañado de otros elementos, como las letras α (alfa) y ω (omega), la primera y la última del alfabeto griego, que representan a Cristo como principio y fin de todas las cosas.
Otros cristogramas son IC, XC, la primera y última letra de cada uno de los dos nombres ΙΗΣΟΥΣ ΧΡΙΣΤΟΣ (Ἰησοῦς Χριστός, Jesús Cristo), que es el más común en las iglesias ortodoxas bizantinas, e IHC o bien IHS, las tres primeras letras del nombre ΙΗΣΟΥΣ (Ἰησοῦς, Jesús), que es el más común en la Iglesia latina."
La localización de una buena cantera de piedra en las inmediaciones favoreció la construcción del monasterio al existir la piedra para hacerlo en abundancia y muy cerca. Asimismo existen otras canteras en las inmediaciones
Otro de los accesos desde la panda al lavatorium, enfrente del que vimos antes. Románico Digital nos explica también el proceso de construcción de este patio:
"En 1515 el monasterio de Valdediós se incorporó a la Congregación Cisterciense de Castilla y siete años más tarde sufrió una grave inundación que provocó graves daños en todas las construcciones monásticas medievales, a excepción de la iglesia, que ha llegado hasta nosotros en buenas condiciones. A mediados del siglo XVI comenzó a llevarse a cabo una reconstrucción de todo el monasterio, que implicó la desaparición de casi todos los primitivos recintos comunitarios, que habían resultado bastante dañados durante la inundación. En torno a 1580, finalizaron las obras del claustro renacentista, cuya dirección se ha atribuido a Juan de Cerecedo el Viejo, que trabajó en varios monasterios de la orden. Dicho claustro fue construido en el mismo emplazamiento que el medieval y constaba en origen de dos pisos con arquerías, a los que se superpuso un tercero en el siglo XVII, cuando el monasterio pasaba por una de sus etapas más prósperas. A mediados de la decimoséptima centuria se erigió un nuevo patio y en 1691 el monasterio padeció otra fuerte inundación."
El monasterio fue desalojado ante la llegada de las tropas francesas en enero de 1810, que lo saquearon. Los monjes regresaron diecisiete meses después pero hubo dos nuevos desalojos, uno en 1812 y otro en 1820, hasta que en 1835 fue suprimido con la desamortización eclesiástica, si bien tres monjes "permanecieron obstinadamente en él hasta su muerte", continúa la explicación de Románico Digital:
"Aunque el 21 de noviembre de 1843 salieron a subasta los edificios conventuales, la enajenación no llegó a ser efectiva. En 1862, año en el que murió el último de los citados monjes, el obispado recobró el conjunto monacal donde se instaló un seminario menor que fue reconocido como colegio de segunda enseñanza veinticinco años después. Las iglesias de San Salvador y Santa María fueron declaradas Monumento Nacional en 1931, coincidiendo con una etapa diocesana que finaliza en 1951 cuando los recintos monásticos fueron abandonados a causa del traslado del seminario menor a Covadonga, circunstancia que provocó un deterioro importante en alguno de ellos. En 1985 se inició un proyecto de restauración integral del conjunto y en 1992 el monasterio es ocupado de nuevo por una comunidad cisterciense. A través del tiempo, el monasterio de Valdediós sufrió numerosas trasformaciones, algunas ya mencionadas, conservándose de la antigua construcción del siglo XIII el templo monástico y algunos restos reaprovechados en las reformas posteriores. "
Llegamos así de nuevo al arco románico por el que hemos pasado de la iglesia al claustro, completando pues así nuestro recorrido por el mismo
A la izquierda de dicha portada y en este mismo lado norte hallamos otro arcosolio con sepulcro, muy similar al que nos encontramos a la izquierda en el lado oeste
En el sepulcro aparecen cinco escudos con otros tantos águilas
Uno de los águilas de la lauda
El otro, prácticamente idéntico al anterior
Los cuatro escudos de la pared
El otro arcosolio y la portada; volvemos a la iglesia
Y del lado de la epístola nos dirigimos por el transepto al crucero
Y admiramos de nuevo la triple cabecera de tres ábsides semicirculares correspondiente a las iglesias, como esta, de planta basilical de tres naves, en la cual la central es la nave mayor, más alta y más ancha, a la que le corresponde en la cabecera la capilla mayor, donde se construyó un formidable retablo barroco dieciochesco
Y por la portada del transepto del evangelio salimos de la iglesia al exterior
De nuevo a la luz del día en El Prau'l Conventu y solar del antiguo cementerio
De frente, El Conventín, al que le dedicábamos la segunda entrada de blog referente al conjunto monumental de Valdediós
La portada y fachada norte, la llamada Puerta de los Muertos, por donde se sacaba a los fallecidos al cementerio, que estaba aquí ubicado, según explicábamos en la entrada relativa a esta iglesia de Santa María de Valdediós
Los edificios construidos entre los siglos XVI al XVIII en esta zona forman una plaza cuadrada, de la que hablábamos en el primer capítulo de Valdediós: el Valle de los Reyes
Uno de estos edificios se ha habilitado como recepción, por el que se entra y se sale del Prau'l Conventu; en nuestros días hay tienda y un pequeño espacio expositivo
Salimos de recepción y salimos a la plaza, contemplando la fachada occidental de la iglesia, cuyas portadas románicas han quedado ocultas por un pórtico construido en 1688 que también sustituiría a otro románico. Insistimos y recordamos, de ella y de otra portada barroca que comunica con el claustro hablamos en la primera parte de esta entrega
Desde la plaza continuamos todo recto ya en dirección a la salida, el portón del fondo
A nuestra derecha, de nuevo El Conventín o iglesia de San Salvador de Valdediós
Se forma aquí un verdadero bulevar arbolado, bellísimo pasillo adoquinado para entrar y salir
Fijémonos en la flecha amarilla en la verja del portón, indicándonos seguir a la izquierda
Enfrente, en este cruce, donde están las casas del lugar y hubo viejos molinos, el Camino sigue a la izquierda. No obstante, si lo deseamos, podemos hacer una visita más vinculada a Valdediós, yendo a la derecha...
Ya en el primer capítulo sobre Valdediós decíamos, según empezábamos a ver El Coventín (al fondo a la derecha de la foto, tras el muro de piedra) que este que sale a la derecha es el Camín de Llaneces, un pequeño grupo de casas pertenecientes a esta parroquia de Pueyes
Este camino se empleaba para la comunicación directa entre el monasterio y el mesón cisterciense de Arbazal, por lo que los monjes, o mejor su personal, subirían y bajarían por él para atender su mesón y la antiquísima capilla allí existente, dedicada, como el cenobio, a Santa María
No vamos a subir a Arbazal pero si lo deseamos podemos visitar un lugar vinculado, muy trágicamente, al viejo monasterio, cuando este fue empleado como improvisado hospital psiquiátrico durante la Guerra Civil, al trasladarse aquí el ovetense de La Cadellada, situado en pleno frente del llamado Sitio de Oviedo
El camino, atraviesa el lugar de El Bosque, sito detrás de El Conventín y sube suavemente entre la arboleda
A la izquierda El Ríu Asta, que es como se conoce al Valdediós en este su curso alto, un hidrónimo relacionado con astur y Asturias para el que se han propuesto abundantes etimologías. El río, que fue desviado y canalizado por los monjes, pasa al pie del muro que cierra el conjunto monacal, muy afectado por las riadas de 1522 y 1691
El Conventín, precisamente, asoma entre el ramaje a muy poca distancia
Aquí el muro hace un arco sobre el seco río y avanza hasta disponerse a este lado del camino, dejándolo encajado entre su pétrea pared y la muria de piedras que asienta el terreno a la izquierda
Detalle del lecho del río canalizado que de vez en cuando inundaba esta vega para recuperar lo que alguna vez fue suyo
Cuando cayó el Frente Norte, llegó al monasterio-hospital una unidad militar, el IV Batallón Arapiles VII y lo ocupó el 22 de octubre de 1937; tras un primer momento de estupor, los soldados y el personal, convivieron pacíficamente pero el día 27 llegó un personaje, "vestido de negro" con una lista de personas, sobre las que recayó una terrible orgía de violencia antes de ser llevadas por este camino a cavar su propia fosa y después ser fusiladas. Los detalles más sobrecogedores los explica Miguel Barrero en Cuando la sangre tiñó el valle de Dios:
"Por aquellas fechas hubo profesionales del hospital que optaron por huir, debido al miedo que tenían a las posibles represalias. Otros se quedaron porque pensaban que, al fin y al cabo, no habían hecho más que cumplir con su obligación de funcionarios dependientes de un Gobierno legítimo. Los primeros temores fundados aparecieron el 22 de octubre, cuando hacia las tres de la tarde llegaron a Valdediós los soldados del IV Batallón Arapiles 7, perteneciente a la 6º Brigada Navarra, bajo la tutela del comandante de caballería Emilio Molina y acompañados por un capellán. Celebraron una misa y luego se acomodaron en el monasterio. Estaban allí para quedarse. La convivencia, pese al estupor inicial y contra todo pronóstico, se desarrolló con normalidad. Los soldados respetaban a los trabajadores y a los enfermos. Dada la cordialidad imperante, hubo quienes se confiaron y llegaron a albergar la esperanza de que los militares sólo quisieran asegurar el control del psiquiátrico. Para su desgracia, no tardarían demasiado en percatarse de su equivocación.
El 27 de octubre se presentó en el monasterio un hombre vestido de negro, cuya identidad jamás pudo verificarse, que hizo entrega de una lista al mando del batallón. Éste, tras leer en voz alta los nombres que figuraban en ella, detuvo a cinco personas, que fueron trasladadas a la cárcel de Villaviciosa, y mantuvo confinado en el cenobio a otro grupo. Por la tarde, alguien ordenó a las enfermeras que preparasen una cena que habrían de servir a los soldados en una dependencia conocida como la sala de física, seguramente debido a las lecciones que allí se impartían cuando el monasterio funcionaba como seminario. Fue en ese espacio donde se desencadenó el horror. Esa noche los militares, avivados por el alcohol y la impunidad, obligaron a bailar a las enfermeras, las desnudaron, las violaron y, por último, las condujeron junto a otros compañeros del psiquiátrico a un terreno situado a espaldas del monasterio y conocido en aquellos lares como el prau de don Jaime. Allí les obligaron a cavar su propia fosa y después les dispararon. Unas horas después, con la del alba, el batallón abandonaba Valdediós. En una casa próxima al cenobio vivía Anita Rodríguez, entonces una niña, que aquella misma mañana bajó con su padre para averiguar el porqué de los gritos que habían podido escuchar durante la noche. Se encontraron la tierra movida y vieron cómo sobresalían entre el barro las extremidades de los muertos. Los verdugos ni siquiera se habían preocupado de enterrarlos decentemente. Su padre fue expeditivo: "Esto no puede quedar así". Regresó con una pala y los cubrió. El relato a media voz de cuanto había ocurrido aquella desgraciada noche en Valdediós se propagó por la comarca. Los niños de la zona dejaron de ir por allí a coger castañas.
Algunos años después, en torno a 1965, Anita se encargaba de enseñar el monasterio a los turistas y recibió a un visitante que, tras recorrer con ella el edificio, le pidió expresamente que le enseñara la sala de física. Cuando estuvieron en ella, el hombre se derrumbó y le confesó que él había sido uno de los soldados participantes en la matanza y que el horror de aquel aquelarre sangriento no había dejado de perseguirle desde entonces. Fue ése el eco más notable de una historia que en Asturias se fue transmitiendo entre susurros hasta bien entrada la democracia. A instancias de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, la fosa de Valdediós fue excavada en julio de 2003. Se hallaron en ella diecisiete cuerpos. Menos de los que contaban los pocos testigos que habían podido dar cuenta del suceso —decían que habían sido asesinadas allí más de treinta personas—, pero suficientes para constatar el alcance y la arbitrariedad de la matanza."
El Camino serpentea ligeramente y va ganando altura, no obstante no habremos de subir mucho más
Vemos ya al fondo El Prau de Don Jaime, donde ocurrió la matanza: allí nos detendremos
Antes pasaremos por las ruinas de La Fuente'l Palombu, con lo que parece haber sido un antiguo abrevadero cubierto al que se llevaban el ganado a beber; en este bebederu pararían también las caballerías subiendo y bajado de Arbazal, una buena cuesta
En El Prau de Don Jaime un monolito recuerda el doloso suceso acaecido en este lugar
Es una obra del artista Joaquín Rubio Camín, que tenía su casa taller en el mismo valle, un poco más allá del monasterio
Se titula Ventana abierta a la esperanza y en él se ve, realmente, una puerta. Más abajo una inscripción semiborrada
Más abajo, esta placa...
Desde aquí, podemos regresar ya al monasterio y continuar camino
Volvemos pues al portón de entrada y seguimos ruta hacia La Campa, tomando el camino que pasa detrás de losa edificios de la entrada del convento
Allí está La Cruz de Valdediós, un crucero de piedra del año 1566 que antes estaba delante del pórtico del monasterio y su base era el antiguo altar mayor, desplazado cuando se colocó el retablo barroco en 1750. Es de brazos cilíndricos sobre escalones y altar. El investigador y erudito José Manuel Cabeza, en su libro Noreña en el Camino de Santiago de Pola de Siero a Oviedo. Nos dice que aquí se pagaban los millones, que eran un impuesto indirecto sobre los productos de alimentación instaurado por Felipe II y aprobado por las cortes de Castilla en 1590. Y así, citando a la historiadora del Arte María Pilar García Cuetos, leemos que antes se encontraba frente al pórtico del monasterio:
"El peregrino continúa su romería hacia Oviedo, desde el crucero que ahora figura frente a la entrada del recinto del monacal: «1689.-Pago de los millones junto al crucero del pórtico del Monasterio.
El Polléu, Vallinaoscura y Villarrica son nuestras siguientes referencias poblacionales, pues son aldeas o lugares de Pueyes por los que vamos a subir el gran recuesto hasta La Campa, donde enlazaremos con el camino de Arbazal y pasaremos a Sariegu el valle del Nora, pasillo natural amplio y abierto hacia la capital asturiana
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