Sobrado dos Monxes |
Su aspecto actual corresponde a las grandes reformas realizadas en los siglos XVII y XVIII, aunque su origen es mucho más antiguo, pues este grandioso y, si se nos permite la expresión, espectacular monasterio, fue fundado en el año 952 por los condes Hermenegildo Alóitez y su mujer Paterna Gundesíndiz, o al menos esa es la primera fecha de la que tenemos datos documentales de su existencia, figurando en la documentación de la época el nombre de su abadesa, Elvira, si bien no el del abad, cargo que debería de existir pues se trataba de un monasterio dúplice y dedicado a San Salvador y a Santiago. Los fundadores se conoce habían establecido su casa-solar poco antes en este lugar, siendo un convento familiar muy ligado a los fundadores, quienes le donaron parte de sus pertenencias, aldeas, tierras, montes, agua, hasta tal punto que el propio Hermenegildo habría ingresado como monje en él en 958, tres años después del fallecimiento de su mujer en 955
"... entre los años 1109 y 1126, se produce un enfrentamiento entre la nobleza y los poderes eclesiásticos por un lado, que apoyan a doña Urraca, cuyo matrimonio con Alfonso de Aragón parecía cerrar el camino sucesorio a Alfonso Raimúndez (futuro Alfonso VII) y por el otro un grupo de nobles que heredan la tradición de enfrentamiento a la monarquía castellano leonesa desde Fernando I y que se agrupan en torno a Alfonso Raimúndez para salvaguardar al menos sus derechos sobre Galicia.
Fernando I había unificado los reinos de Castilla y León, tras vencer a Bermudo en la batalla de Tamajón, esto hizo que una parte de a nobleza gallega se sublevara contra el rey considerándolo un usurpador. El rey Fernando sofoca la rebelión de los nobles gallegos y a muchos de ellos les confiscó sus bienes, entre ellos el monasterio de Sobrado que pertenecía a los condes Segeredo Aloitez y su mujer Adosinda. Tras esta represión el conflicto quedo soterrado, hasta que a la muerte del monarca surge el conflicto entre don García y su hermano Alfonso VI. La captura y prisión de don García desencadena una nueva revuelta en Galicia, dirigida esta vez por D. Rodrigo Ovéquiz y al parecer apoyado por el obispo de Compostela D. Diego Peláez. Esta nueva rebelión es sofocada, causando la deposición de Diego Peláez, pero dejando de nuevo un conflicto larvado, que volvería a aparecer tras la desaparición de Alfonso VI.
Como ya se ha comentado cuando se habla del Cister en Castilla, el reinado de Urraca y el fracaso de su matrimonio con Alfonso el Batallador, suponen una época de inestabilidad en toda Castilla con diferentes sublevaciones, como la de Santiago de Compostela contra el arzobispo Gelmírez y los diferentes cambios de posición de los diferentes protagonistas entre ellos los de la misma reina. Solamente el conde de Traba, Pedro Froilaz y el grupo que el encabeza se mantienen fieles a la figura de Alfonso Raimúndez y a la defensa de sus derechos sobre Galicia. Finalmente será Alfonso el que se convierta en rey y lo será de Castilla y León y será nombrado Emperador. Al acabar la tensión entre la monarquía y la nobleza gallega se produce la devolución de los bienes como el edificio y propiedades abandonadas del monasterio de Sobrado a los hijos de Pedro Froilaz.
Galicia seguía siendo un territorio difícil para el nuevo rey, además de contar con las ideas expansionistas que Alfonso Enríquez tenía como rey independiente de Portugal. ¿Como conseguir la pacificación del territorio?, en primer lugar favoreciendo a los nobles que le habían apoyado, y en segundo lugar apoyándose en los monasterios como lugares de ordenación y control sobre el territorio. Los monasterios cistercienses, como ya hemos repetido, eran capaces de vertebrar un territorio haciéndolo productivo y su falta de ambiciones en la riqueza personal o en el ámbito político les hacía aliados excepcionales, además eran capaces de asentarse en la áreas rurales alejados de las ciudades donde la jerarquía eclesiástica acumulaba riquezas y poder. A esto se une la desconfianza que Alfonso VII, tenía hacia la orden de Cluny, hasta el punto de que no les otorgó un solo privilegio durante su reinado. Tras Alfonso VII, su sucesor Fernando II sí se puede considerar el gran benefactor de la orden, la concesión de privilegios estaba encaminada a mantener a los monasterios alejados de la influencia de la nobleza laica y de la dependencia directa episcopal. A esta independencia de los nuevos centros monásticos se debe el éxito del Cister en Galicia"
Así, en 1142, llegaban los primeros frailes del Císter, doce mas su abad, como mandaban los preceptos de la Orden. Procedían de la francesa abadía de Claraval (Clairvaux), enviados por su abad, el famoso Bernardo de Claraval, Bernardo de Fontaines o San Bernardo y organizaron la administración del territorio y sus habitantes, especialmente la base económica que suponía la agricultura. A ellos se debe la reconstrucción del monasterio, una verdadera refundación inaugurada el 14 de febrero de 1142, ahora bajo la advocación de Santa María, pues el culto mariano a la Asunción fue especialmente difundido por esta orden, la cual había sido fundada no demasiado tiempo atrás, en 1080, como reformadora de los benedictinos, pues nació como reacción a la que ellos consideraban relajación de la Orden de Cluny, la de los cluniacenses. Este sería el primer convento cisterciense de España. Hacia el año 1200 un grupo de monjes de este convento fundarían el de Santa María de Valdediós, en Villaviciosa (Asturias), otro hito del Camino Norte
Sobrado nace pues en torno a esta abadía, sobre todo a partir de la llegada de los cistercienses, quienes crearán un verdadero emporio. Recordamos su nacimiento según continuamos hacia la abadía y nos acercamos sl centro de la población por la rúa Fonte Palomo, pues así nos lo explican en Historia de una Orden de El Císter Ibérico:
"El movimiento monástico Cisterciense nace en Francia a comienzos del siglo XI (1098), cuando un grupo de monjes del monasterio Cluniacense de Molesmes, abandona su comunidad para formar una nueva, en la localidad de Citeaux (Cister), al frente de ellos el abad Roberto, pretende restaurar la estricta Regla (descargar) de San Benito de Nursia, que en el año 545 había fundado la orden que en lo sucesivo sería denominada, Benedictinos. La nueva orden se basa en los principios de abandonar todo signo externo de riqueza y en el propio trabajo para conseguir su subsistencia, será el famoso "ora et labora"que distinguirá a los monjes del Cister. El abad Roberto es obligado por el Papa a regresar a su comunidad, y será su sucesor, Alberico, el que consiga el reconocimiento de la orden por el Papa Pascual II. Por último el tercer abad Esteban Harding, promulga la Carta de Caridad (descargar) que recoge las normas por las que se regirán todas las comunidades de la orden y funda las comunidades de La Ferté, Pontigny, Morimond y Claraval que serán las casas madre del resto de los cenobios cistercienses posteriores. En 1113 comienza la expansión de la orden en Francia. Será Bernardo de Claraval el sucesor de Esteban el que favorezca la expansión de la orden primero en Francia y posteriormente al resto de Europa.
A la muerte de Bernardo en 1153, prosigue la expansión de la orden aunque con menos intensidad, pasando de trescientas cincuenta abadías a alrededor de seiscientas cincuenta en 1250. La orden refuerza su presencia fuera de Francia, en países, como Inglaterra, Alemania, Italia y la península Ibérica, Grecia y Oriente Medio. El vigor inicial de Claraval es sustituido por Morimond y Citeaux esperará hasta la segunda mitad del siglo XIII para crear nuevas abadías como Royaumont o L'Épau. A partir de 1200, se añade la proliferación de casas femeninas, con la creación de numerosas filiales de Tart y Las Huelgas, llegando a contar con mas de cuatrocientas abadías a finales del siglo XIII.
"En estos cien años se producen factores que supondrán una desestabilización de la orden, unos internos como el crecimiento en número de abadías y su dispersión territorial, además de la incorporación de cenobios que ya tienen su funcionamiento propio, y otros externos como diversos acontecimientos que afectan a la iglesia en general, la elección de dos Papas en 1159, Alejandro III y Víctor IV apoyado por Federico I Barbarroja, que producirá la división de los abades de Cister (...)
En 1262, la discrepancia entre la abadía de CIteaux y la otras cuatro principales, es de tal intensidad, que los abades de estas últimas no participan en la elección de Jaime II como abad de Cister, produciéndose la intervención del Papa Clemente IV para restablecer el orden, confiando la elección del abad de Citeaux solo a los miembros de la abadía. Todo esta hace que la jerarquía eclesiástica tenga cada vez mas poder e influencia sobre la orden.
El concilio de Vienne de 1311 y 1312, cuestiona la capacidad de los abades de ser nombrados por la misma comunidad y Juan XXII comienza a nombrar los abades, anulando la capacidad de la comunidad de monjes para su elección. Esta capacidad será restablecida por Benedicto XII, que había sido monje y abad de Fontfroide, que intenta recuperar la disciplina mediante la bula Fulgens sicut stella de 1335.
Clemente VI (1342-1352) desarrolla el sistema de encomienda, por el que el Papa nombra como abades ya no a monjes sino a miembros del clero secular , que estarán mas interesados por sus propios intereses que por el de sus abadías (...)
El Gran Cisma de 1378 divide a la cristiandad y también a las abadías unos de ellas apoyaran a Clemente VII y otras a Urbano VI hasta que el concilio de Constanza en 1414 reunifica el papado bajo Martín V
El Capítulo General de 1433, reorganiza la orden según un esquema geográfico en lugar del sistema de filiaciones, el de 1439 promulga estatutos nuevos (...)
Comienzan a producirse movimientos de reforma locales o regionales, como el de 1427, cuando Martín de Vargas, en España, quiere introducir mas rigor en los monasterios castellanos, produciendo una excisión no reconocida por el capítulo general de Cister, constituyendo la "Observancia Regular de San Bernardo" que tendrá mas de 50 monasterios asociados. Se formará en Italia la "Congregación Italiana de San Bernardo" apoyada por el Papa Alejandro VI.
En 1494, Juan de Cirey, abad de Citeaux, reune a los principales abades de la orden, aprobando los dieciséis "Artículos de París", un programa mínimo de disciplina monacal"
La evolución de la Orden, en concreto la de Sobrado dentro de la general cisterciense, la iremos abordando al recorrer la población y su convento
Junto al Camino nos llaman la atención aquellas ruedas de piedra
Muelas de los antiguos molinos del pueblo, que fueron del convento, los cuales se movían con el agua canalizada de A Lagoa de Sobrado, de donde venimos
Y aquí está A Fonte Palomo, que da nombre a esta calle o rúa
Es del año 1967, según reza la placa, restaurando una fuente anterior
Vamos a dejar aquí ahora la calle asfaltada para ir a la izquierda
Es la bajada en rampa a la Praza Portal (a la derecha se va al albergue Lecer)
Rúa adoquinada, las altas chimeneas de las casas parece quisieran emular a las torres barrocas del monasterio, estirándose como ellas hacia el cielo
Y ya salimos a la plaza, en el corazón de Sobrado, rodeada de casas y edificios, que es además un gran aparcamiento, con buen arbolado ornamental
Pasamos aquí al lado de la Casa do Concello de Sobrado, a nuestra derecha
Nosotros bajaremos por las escaleras a la gran plaza arbolada, el centro urbano. Al fondo a la izquierda sigue el Camino hacia Boimorto enfrente de las casas. Hay varios bares, tiendas, cafeterías, centro de salud y otros servicios
A nuestra izquierda está la Casa das Audiencias, que recuerda a un pazo gallego, donde los abades celebraban reuniones y recibían visitas y por donde un pasadizo, la Vía Sacra, da paso al monasterio
Popularmente es llamada Casa do Arco, por este gran arco de la Vía Sacra. Fue restaurada en el año 1997 por la Xunta de Galicia dentro del Plan Xacobeo. Esta es la información que nos proporciona la página del monasterio:
"La Casa del Arco – así designamos a la antigua Casa de las Audiencias del monasterio – está situada fuera del recinto del monasterio, a unos 50 mts. de distancia. Funciona, cuando hace falta, como una extensión de la hospedería. Las personas allí alojadas pueden acceder al monasterio y a los servicios de la hospedería exactamente igual que aquellos que estén alojados en la hospedería interior.
Esta casa, por sus propias características, está dedicada, especialmente, a la acogida de grupos que deseen una mayor autonomía en su estancia. Además de 7 habitaciones dobles y 7 individuales en la primera planta, la segunda planta está preparada para acoger más 20 personas en camarillas; en la planta baja hay una pequeña cocina, un comedor y un salón"
Sobre la Vía Sacra y presidiendo la plaza está la imagen de Santa María con el Niño (s. XIV), patrona del monasterio
La Asunción de María es la patrona de la Orden del Císter y a su advocación dedicaban sus fundaciones monásticas
"Fue el pontífice medieval más favorable a los intereses de la Iglesia compostelana. Sus decisiones influyeron, sin duda, en la etapa de gran proyección exterior que vivieron Santiago y la peregrinación en la primera mitad del siglo XII, el período más productivo y creativo en materia jacobea de la historia compostelana.
Ha sido respetado y admirado sin tacha por los santiaguistas a través de los siglos. En la excelente relación de Calixto con Santiago y el arzobispo de aquel momento, Diego Gelmírez, influyó su vinculación familiar. Su hermano Raimundo de Borgoña (fallecido en 1107) había sido conde de Galicia y protector de Gelmírez. Fue una vinculación que el prelado mantendría con el futuro emperador Alfonso VII, hijo de Raimundo y, por tanto, sobrino del futuro papa, a quien apoyó en sus aspiraciones al trono leonés, aunque años después estas relaciones se complicasen
Guido de Borgoña -en la línea de apoyo a Santiago, que en gran medida mantuvo por estos años la Orden de Cluny, a la que pertenecía- colaboró con el prelado compostelano ya en vida de su hermano Raimundo. Pero fue al llegar al papado, en 1119, cuando su aportación se hizo decisiva. En febrero de 1120 concedió a Santiago la dignidad de Iglesia Metropolitana, en detrimento de Mérida. Era una vieja aspiración compostelana, que creía tener derecho a tal distinción como sede -no siempre reconocida- del sepulcro de uno de los apóstoles. Se atribuye la decisión, que se completaba con el nombramiento de Gelmírez como legado pontificio en los amplios territorios de Mérida y Braga, a la bula conocida como Omnipotentis dispositione -también citada como Omnipotentes Dei-. Desde este momento, el prelado compostelano pasó a ostentar el título de arzobispo, distinción que han mantenido sus sucesores.
Por último, esta trascendental bula confirmaba la autenticidad de los restos apostólicos conservados en Compostela, que Roma se había resistido a aceptar en varias ocasiones.
Cuenta Juan José Cebrián que influyeron en la decisión papal los poderosos apoyos a favor de Gelmírez, entre ellos los de Hugo, obispo de Oporto, el abad de Cluny, el duque de Borgoña -sobrino del papa-, el influyente cardenal Deusdedit y varios magnates y caballeros franceses que habían peregrinado a Santiago. La generosidad de Gelmírez con el papado por estos años ayudó al éxito de las gestiones.
La concesión de 1120 la perfeccionó el propio Calixto estableciendo que se incorporasen a Compostela, a medida que fuesen conquistadas por los reyes cristianos peninsulares, todas las diócesis que antiguamente habían pertenecido a Mérida. Esto garantizaba la perpetuidad del privilegio inicial. La feliz noticia llegó en julio de 1124, meses antes de la muerte del pontífice, a través de la bula Potestaten ligandi. La legación papal concluiría a la muerte de Calixto, ya que ninguno de los dos pontífices siguientes (Honorio II e Inocencio II) aceptó las propuestas del Gelmírez para mantenerla"
"Se ha atribuido a Calixto II otra concesión trascendental: la del año santo compostelano, que se celebraría cuando la festividad de Santiago, el 25 de julio, coincidiese en domingo. La iniciativa llevaba consigo la posibilidad de que quienes peregrinasen a Compostela en esos años pudiesen lucrarse de indulgencias plenarias.
Sin embargo, es sabido que el privilegio jubilar en el siglo XII ha sido cuestionado con variados argumentos por diversos historiadores, entre otros motivos por haber sido recogido en una bula de 1500 (la Regis aeterni) que hoy se considera falsa a todas luces. Pese a ello, la Iglesia compostelana ha seguido defendiendo la posibilidad de este origen, aunque no fuese en la forma en la que hoy conocemos los años santos. Es posible que se aprovechase el prestigio de Calixto y su evidente apoyo a Santiago para dar veracidad a esta pretensión destinada, en el fondo, a dar valor y proyección al propio jubileo compostelano, casi con total seguridad surgido después del romano (1300)
Y otro tanto podemos afirmar del famoso Codex Calixtinus
Por tratarse de un papa y por su privilegiada relación con Santiago, también fue aprovechado el nombre de Calixto para atribuirle el proyecto y gran parte de la redacción del Codex Calixtinus, el libro referencial del mundo jacobeo de la Edad Media. El texto se abre con una carta atribuida a este papa. Aparecen firmados con su nombre gran parte de los textos del extensísimo libro I, 18 de los 22 milagros de libro II y otras partes de los restantes libros.
Es sabido, sin embargo, que el Codex fue fundamentalmente una elaboración de la Iglesia compostelana con la colaboración de la francesa Orden de Cluny, sin intervención papal. Sus textos, por lo demás, son en gran medida, posteriores a la muerte del papa cluniacense.
La relevancia de Calixto II para Santiago se pone en evidencia si se compara con las dificultades con las que se encontró Gelmírez, que prolongaría su vida y gobierno hasta 1140 ante Roma, tras la muerte de este papa.
Se ha comentado en alguna ocasión que pudo peregrinar a Santiago en su juventud, quizá gracias a la vinculación de su hermano Raimundo de Borgoña con Galicia. Otra de las fechas para su posible estancia es la del año 1107, debido a una visita a la península vinculada con la muerte de su hermano. La tradición de su peregrinación existió durante muchos años en la basílica compostelana. La recoge todavía en 1594 el peregrino y sacerdote italiano Juan Bautista Confalonieri"
Camino del monasterio nos asombra aún más su imponente estructura de altas torres, nave nave enorme y alargada, gran crucero y sobre él otra torre o cimborrio. Cuando los cistercienses llegaron construyeron un nuevo templo, que empezaría a construirse en 1150 y del que prácticamente nada queda, sustituido por el edificio barroco que estamos viendo, que comenzaría a ser levantado en 1630. Antes de llegar a él, a la derecha, un hermoso cruceiro, de los llamados de crucifijo, con Cristo crucificado en el anverso...
Y la Dolorosa en el reverso, mirando para el monasterio. De él escribe Juan J. Burgos Fernández en De Mondoñedo a Compostela. Cruceiros e construccións relixiosas da arte popular no Camiño Norte, donde escribe esto de él: "...un curioso e pouco corrente pedestal en forma dunha saínte arqueta moldurada e un traballado sobre pedestal en forma de cesta cunha ampla e baleirada decoración florida e entretecida"
La base forma tres escalones o gradas
Desde el cruceiro al otro lado de este mismo campo monacal vemos la iglesia parroquial de San Pedro da Porta, donde se guardan tallas románicas de lo que fue el convento medieval. Era en origen la capilla del cementerio. Según una inscripción fue construida, o reformada en 1785, tal vez sobre un edificio anterior, del s. XVI, y su nombre puede deberse, como la parroquia, a estar a la puerta del monasterio
El edificio es de planta rectangular, de una sola nave, presbiterio y eucaristía
Si se tiene oportunidad, visítese el interior, pues admirará un magnífico retablo barroco de rica decoración y policromía que hacen de él uno de los más significativos de este concello. Su hueco central está flanqueado por sendos pares de columnas salomónicas con hojas de parra enrolladas a ellas. El prebiterio es de bóveda de arista, realizada asimismo en granito, mientras que la nave es de bóveda de cañón hecha en cantería también de granito, apoyada en cuatro arcos fajones que dividen esta nave en tramos. Una escalera a los pies de la nave sube al coro superior
"Para vertebrar el Imperio Romano y hacer posible la romanización se establecieron tres Conventus Iuridici, cuyas capitales (Braga, Lugo y Astorga) era necesario comunicar mediante una red viaria estable y organizada. Esta red fue imprescindible tanto para hacer llegar los influjos comerciales como para facilitar el control militar y la explotación minera de la zona. Todo esto coincidió con una profunda reorganización y mejor instauración del Cursus Publicus (correo público) llevado a cabo por el Emperador Augusto para todo el Imperio, incluida la Gallaecia. Aquellos trazados romanos fueron la guía principal para muchas de las obras de ingeniería más recientes de la Galicia actual, véase la red de carreteras, las vías de alta capacidad o el ferrocarril.
La Vía XIX, que así se denominó, era una calzada romana de la época de Augusto, descrita en el Itinerario de Antonino. Unía las ciudades de Bracara Augusta (Braga), Iria Flavia, Lucus Augusti (Lugo) y Asturica Augusta (Astorga). Fue inaugurada en el año 11 d.C. y era la más larga del noroeste peninsular, con unos de 500 kilómetros.
Ya hemos hablado también de la primera época del convento, de su posterior decadencia pasado el año 1000, y de su refundación con la llegada de los cistercienses en 1142. En 1147 el Papa Eugenio III confirma su fundación. Arrancaba entonces una etapa de prosperidad espiritual y económica, Alfonso VII y seguidamente Fernando II le conceden tierras tan valiosas como la costa norte de Galicia y los valles del Sil y el Miño, donde los frailes instalan numerosas granjas, llegando su expansión colonizadora mismamente hasta el Duero, haciendo además numerosas adquisiciones, por donación o por compra, en total 1108 entre 1142 y 1300. Sus posesiones llegan, además del agro, a núcleos urbanos como O Burgo do Faro, A Coruña y Betanzos, así como a poblaciones del Camino de Santiago tales que Arzúa, Melide, Palas de Rei, Portomarín, Villafranca del Bierzo o la misma Compostela. Leemos de este periodo en la sección de Historia de la página del Concello de Sobrado:
" Los monjes contaron desde un principio con el apoyo de la monarquía, interesada en la reconquista del territorio peninsular y en la colonización de las tierras que pasaron a manos cristianas. Era competencia del monasterio la colonización no solo de las zonas próximas al mismo, si bien éstas fueron las primeras en ser explotadas, sino también de otras más lejanas (...)
Una zona, la primera en ser colonizada, abarca las tierras más o menos próximas al monasterio, con una densidad de población superior al resto. Son las cabeceras de los ríos Tambre, Mandeo y Ulla, y la parte de la meseta de Lugo.
La zona costera que va desde Cabo Prior hasta la ría de Ferrol, en las Rías Altas. El interés por esta zona está relacionado no solo con el deseo de buscar una salida al mar, sinó también con la actividad pesquera, y más en concreto con la captura de la ballena.
Una tercera zona que se extiende por el valle del río Miño, y rica en cultivo de la vid. Por último, en la zona este, el Bierzo y los valles del Cea y el Esla.
En cuanto al asentamiento urbano hay que decir que Melide, constituía uno de los principales centros gallegos del Camino de Santiago y el lugar idóneo para la relación monasterio-ciudad. Sobrado participó, por concesión del rei Alfonso IX, en las rentas de esta villa, donde además llego a adquirir un buen número de casas.
Las donaciones reales y las de los nobles laicos, acercan al monasterio a nuevos espacios situados en el litoral gallego. El rey Fernando II, contribuyó a dicho acercamiento al otorgarle a Sobrado el espacio comprendido entre el río Anllóns y el Océano Atlántico. El Monasterio vió así incrementadas sus adquisiciones hasta la zona de Villafranca y Molinaseca, en la comarca del Bierzo, y la búsqueda de productos como la sal y el trigo hizo que su dominio se extendiese hasta las orillas de los ríos Esla y Cea"
A este nuevo ciclo de prosperidad bajomedieval le seguirá su correspondiente ciclo de declive, el cual culmina en 1498, cuando pasados la Guerra Irmandiña y el conflicto bélico (también guerra abierta), con el Mariscal Pardo de Cela, esta abadía es incorporada, bajo la égida centralizadora de los Reyes Católicos y como muchas de la orden, a la obediencia de la Congregación del Císter de San Bernardo de Castilla. La mayor parte de los edificios que se conservan serán construidos a partir de entonces, cuando el monasterio de Sobrado dos Monxes irá adquiriendo su traza actual, asentándose además población en torno a él, colonos, artesanos, administración, servicios, etc, origen de la actual villa
Las dos torres son tan enormes que no le dejan demasiado espacio al espacio central de la fachada, por los que sus detalles y ornamentos van a tender a la esbeltez. Abajo hay un primer cuerpo con puerta adintelada y arriba una estatua de la patrona, la Virgen de la Asunción. en una hornacina, flanqueada por dos columnas barrocas, de gusto salomónico, a cada lado. Encima, una placa, a manera de cartel esculpido, nos informa del autor y de su construcción... "Monteagudo me hiço. 1676".
A los lados de este conjunto otro par de magníficas columnas barrocas, también inmensas, profusamente decoradas en todos sus detalles y de orden corintio. Arriba gran ventanal también adintelado en lo que es el segundo cuerpo que da luz al coro alto
Y encima del ventanal está el Escudo Imperial con su coronal real, el águila bicéfala, la Cruz de Borgoña, los símbolos de Castilla y León, y otros muchos detalles en torno a él, caras, elementos vegetales, animales, etc.
La fachada sigue el esquema clásico de este genial arquitecto: cuerpo central que es la fachada propiamente dicha, puerta adintelada, hornacina con imagen, ventana superior, y escudo
La torre derecha era la antigua torre del reloj y fue derribada por un rayo una noche de San Juan, pasando "como bola de fuego al coro alto, sin causar daños personales", nos dice H. José Bermell en Monasterio de Sobrado. A manera de agradecimiento en uno de los escudos del claustro de los medallones se colocó su emblema del santo, el águila de San Juan. La torre fue reconstruida en 1972
"El siglo XII es el siglo cisterciense, de su florecimiento y expansión. Bernardo de Claraval, hombre polifacético y controvertido, será la figura más destacada de su época. Es el siglo de los teólogos y místicos, a quienes llamamos Nuestros Padres Cistercienses, que nos han legado, en sus escritos, el carisma propio de la Orden. En el siglo XIII aparecerán mujeres de una gran categoría humana y espiritual que enriquecerán el patrimonio cisterciense y que, gracias a Dios, hoy en día comenzamos a conocer por sus escritos y estudios sobre su vida y obra" (...)
"Entre los movimientos monásticos de renovación y de nueva fundación que aparecerán en el siglo XI, nos encontramos con los cartujos, los camaldulenses, los premonstratenses y, ya a las puertas del siglo XII, con los cistercienses. En el año 1098, un grupo de monjes acaudillados por Roberto, salen del monasterio de Molesmes, en Francia, para fundar otro monasterio, que llamarán el Nuevo Monasterio, con la doble pretensión de buscar sólo a Dios y de recuperar el espíritu de la RB (Regla de San Benito). El Nuevo Monasterio se establece en Cîteaux. Pasados unos años de dificultades, de falta de vocaciones y de penuria en todos los sentidos, con el ingreso de Bernardo, el futuro S. Bernardo, y un grupo de jóvenes a quienes él lidera, se produce el florecimiento del Císter. Es tal su revitalización que, en un brevísimo espacio de tiempo, realiza sus primeras cuatro fundaciones en Francia que, en el plazo de medio siglo, se multiplicarán por toda Europa"
"En el siglo VI, en la Roma decadente, aparece un hombre, Benito de Nursia, que se retira a la soledad buscando solamente a Dios, renunciando a un futuro halagüeño. Al cabo de un tiempo se hace famoso por su santidad y, poco a poco, va rodeándose de discípulos que desean seguir su estilo de vida. Con ellos forma una comunidad de monjes y legisla para ellos elaborando una regla de vida monástica, conocida desde entonces como la Regla de San Benito (en adelante, RB). En los siglos siguientes más próximos, circunstancias sociales y políticas hacen que la RB se imponga sobre otras muchas reglas monásticas que, en aquel tiempo en toda Europa, proliferaban a la par que la fundación de monasterios. Llegados al siglo XI, prácticamente todos los monasterios existentes en Europa siguen la RB. Es en este siglo cuando surgen movimientos de renovación monástica que tendrán vigencia hasta nuestros días y cuya pretensión será la de vivir con una mayor radicalidad el espíritu evangélico y la pureza de la RB. Estos movimientos de renovación van a ser una constante a lo largo de toda la historia, por aquello de que todo lo que está en manos humanas, larde o temprano, tiende a deteriorarse
Al lado, los demás edificios del monasterio se hicieron también entre los siglos XVI y XVII, por aquí se entra a las partes visitables del cenobio, pasando primero por la tienda (donde se sellan las credenciales del peregrino) que es el paso a los espectaculares claustros, sala capitular, cocina, hospedería, etc. así como al interior del santuario. Sigue así, hablando de estas fundaciones, D. Carlos el prior en su libro:
"Estos monasterios tienen un estilo propio dado por los fundadores, y mantienen entre sí un vínculo fraterno que estrecha a la casa fundadora con el monasterio fundado, constituyéndose, respectivamente, en casa madre y casa hija, y que viene establecido por uno de los primitivos documentos del Císter: la Carta de Caridad. Incluso se podría decir que, con la Carta de Caridad, se produce, por vez primera en la Iglesia, la aparición de una Orden"
"En 1682 contrató la construcción de la cúpula del Monasterio de San Salvador de Celanova (Orense), obra que, tras algunas dificultades, culminó en enero de 1685. Desde esta época, su taller fue muy activo; se confirmó su presencia en obras destacadas de la provincia de Pontevedra. La primera de ellas fue el colegio de jesuitas de Pontevedra, donde, desde 1685, llevó a cabo las obras correspondientes en el colegio y, más tarde, la edificación anexa de la iglesia, contratada en 1691. También, el 11 de enero de 1691, concertó la construcción, siguiendo trazas ajenas, de la fachada del Monasterio de San Juan de Poio (Pontevedra).
Durante la realización de este trabajo surgieron importantes diferencias que llevaron a la comunidad benedictina a entablar un pleito con el arquitecto en 1695; una demanda que continuó una vez fallecido contra sus herederos, a los que por Real Provisión de la Real Audiencia del Reino de 8 de julio 1700 les reclamaron las deudas pendientes del artista.
Maestro mayor de todas las obras, castillos y fortalezas de los puertos marítimos del Reino de Galicia, en 1695 contrató, con García Ozores López de Lemos, conde de Amarante y marqués de Valladares, la edificación de una pequeña capilla dedicada a Nuestra Señora de la Concepción en el pazo de Teáns (Oleiros, Salvaterra) y en 1697, en la iglesia parroquial de Santa Baia de Arealonga (Villagarcía de Arosa, Pontevedra), la realización de algunas modificaciones de la parte baja de la nave del templo, así como la edificación de la fachada principal del mismo, y al año siguiente, la ejecución de la arcada de acceso desde la nave a la capilla del Rosario. Con el fallecimiento del arquitecto, las obras de Arealonga todavía no se hallaban concluidas, por lo que su viuda, Estefanía Feijóo, mediante un poder otorgado el 12 de marzo de 1700, resolvió nombrar a dos integrantes de su taller, el arquitecto Dionisio Feijóo y el aparejador Juan Bugallo, para terminar la construcción en los plazos pactados"
"Transcurrido el siglo de oro del Císter, se sucederán, uno tras otro, periodos de decadencia y de reforma que llegarán casi hasta nuestros días. Entre las reformas más sobresalientes se encuentran las de la Estrecha Observancia y la de la Trapa, que aglutinarán un gran numero de monasterios bajo su observancia"
Además este agua canalizada desde A Lagoa regaría los campos y huertas situados en torno al monasterio, y daría fuerza motriz a su molino, que vemos aquí al lado. De los molinos dice la página de Los Cistercienses en su apartado de Trabajo:
"La molienda fue una industria monástica floreciente, íntimamente unida a la agricultura. Aunque en su origen los molinos cistercienses debían servir exclusivamente a los monjes, una vez que la mayoría de las propiedades de la abadía fueron arrendadas a familias campesinas, los nuevos arrendatarios se convirtieron en los principales clientes del molino"
"Sobrado poseía una mina en la zona de Piedrafita, lo que le permitió disponer de mineral de hierro para la fabricación de herramientas propias y para el uso de los campesinos. A todo esto, habría que añadir, los trabajos artesanales de herreros, carpinteros o vidrieros. También la fabricación de tejidos y curtidos de pieles.La participación de Sobrado en el tráfico comercial recibió un gran impulso con las concesiones hechas por el rei Alfonso IX.De Sobrado llegaron a depender treinta granjas. Al frente de cada granja esta el "maestro de la granja", que se encargaba de dirigir la explotación y de administrarla. La Orden del Císter, introdujo el echo de la explotación racional y de la administración centrada en las tierras, siendo el principal responsable el "cellararius", con la ayuda del "subcellararri", además del encargado de la contabilidad y los maestros de la granja"
"Los ilustrados mostraron una gran preocupación por el atraso de la agricultura española y prácticamente todos los que se ocuparon del tema coincidieron en que una de las causas principales del mismo era la enorme extensión que alcanzaba en España la propiedad amortizada en poder de las «manos muertas» —la Iglesia y los municipios, de un modo fundamental— porque las tierras que detentaban estaban en general mal cultivadas, además de que quedaban al margen del mercado, pues no se podían enajenar —ni vender, ni hipotecar, ni ceder— con el consiguiente aumento del precio de la tierra «libre», y no tributaban a la Hacienda Real por los privilegios de sus propietarios. El conde de Floridablanca, ministro de Carlos III, en su famoso Informe reservado de 1787 se quejaba de los «perjuicios principales de la amortización»
"El menos inconveniente, aunque no sea pequeño, es el de que tales bienes [amortizados] se sustraigan a los tributos; pues hay otros dos mayores, que son recargar a los demás vasallos y quedar los bienes amortizados expuestos a deteriorarse y perderse luego que los poseedores no puedan cultivarlos o sean desaplicados o pobres, como se experimenta y ve con dolor en todas partes, pues no hay tierras, casas ni bienes raíces más abandonados y destruidos que los de capellanías y otras fundaciones perpetuas, con perjuicio imponderable del Estado"
Una de las propuestas que hicieron los ilustrados, especialmente Pablo de Olavide y Gaspar Melchor de Jovellanos, fue poner en venta los bienes llamados baldíos. Se trataba de tierras incultas y despobladas que pertenecían «de cualquier modo» a los ayuntamientos y que se solían destinar a pastos para el ganado. Para Olavide la protección que se había dado hasta entonces a la ganadería era una de las causas del atraso agrario, por lo que propugnaba que «todas las tierras deben reducirse a labor» y por eso los baldíos debían venderse en primer lugar a los "particulares ricos" porque disponen de medios para cultivarlas, aunque una parte debía reservarse a los campesinos que tuvieran dos pares de bueyes. Con el dinero obtenido se constituiría una «Caja provincial» que serviría para la construcción de obras públicas —caminos, canales, puentes...—. De esta forma se conseguirían «vecinos útiles, arraigados y contribuyentes, logrando al mismo tiempo la extensión de la labranza, el aumento de la población y la abundancia de los frutos"
Como se temía, la Desamortización no logró sus objetivos: estos eran fundamentalmente y como hemos dicho que los campesinos y otros consiguiesen tierras y construcciones para darles nueva vida y actividad económica... agrícola, ganadera, industrial... en estos grandes espacios hasta entonces propiedad de la Iglesia que habían caído o en desuso o en uso paupérrimo. En verdad los grandes beneficiados fueron grandes inversores urbanos, burguesía y alta nobleza, dueños de generosos capitales, que compraron a buen precio y especularon. Los pequeños labradores quedaron fuera de la puja al administrarse, sin duda adrede, las ventas en grandes lotes de terrenos, impagables por el pequeño campesinado
"...cuanto mayor era su desfallecimiento y más les zurrían las tripas se anunció con trompetilla de concha un mandado del alcalde que sin mediar palabra les arrimó una olla de guiso con tocino, chorizo y morcilla, una hogaza de pan, una bota de vino con agallas, una jarra de agua fresca y un dulce con la cruz de Santiago dibujada en el bizcocho con azúcar requemada. «¡La divina providencia!», exclamaron, comiendo a rebatiña sin acertar a dar las gracias al enviado de Dios, el mandado del alcalde. Y de lo que éste les procuró nada dejaron. Que de bien nacidos es ser agradecidos"
"Ochocientos años ha que murió San Bernardo de Claraval, pero si el activo monje medieval resucitara ahora, no sería a su amada abadía de Citeaux adonde dirigiría sus pasos. San Bernardo de Claraval estaría ahora, la mano sobre el azadón o la llana, en Galicia. En Sobrado de los Monjes, más exactamente. Veinte monjes cistercienses andan ahora entre las ruinas del que fue gran monasterio de Sobrado. Cómo en los tiempos de Alfonso VII, la tarea de los hijos de San Bernardo consiste en ordenar, reconstruir, restaurar la paz y el trabajo de la vida monacal. Pero ahora la empresa es más difícil porque el monasterio de Sobrado es poco más que un inmenso montón de ruinas abrazadas por la yedra"
Tras una fase de reconstrucción y trabajos, el 25 de julio de 1966, conmemorando la fiesta de Santiago, renace la actividad monástica del lugar. Existen hoy en día hospedería y albergue para los peregrinos, quienes pueden disfrutar de la hospitalidad y convivencia de los frailes. Así leemos su espíritu y composición en su propia página. Monasterio de Santa María de Sobrado, Comunidad:
"Nacimos, como comunidad, en el ambiente de renovación generado por el Concilio Vaticano II. Este ambiente ha tenido repercusiones muy significativas también en la vida de nuestra multisecular Orden. Se trataba de la llamada a volver a la frescura original del carisma. Varios documentos emanados de los Capítulos Generales reflejan bien este movimiento. Este contexto general y el hecho de que Sobrado era una comunidad nueva y formada por muchos jóvenes generó un dinamismo interno muy creativo, que se concretó en la definición de un proyecto comunitario que hiciera más palpable, en nuestro cotidiano, el Reino anunciado y vivido por Jesús de Nazaret: ser una comunidad orante, pobre y fraterna. Deseábamos que el “polvo” de la historia no nos ocultase la limpidez y la transparencia le la Fuente primera que, en definitiva, es el sentido de nuestra búsqueda de monjes.
Es este proyecto que nos sigue animando hoy: ser, de verdad, una comunidad orante, pobre y fraterna; comunidad de perdón y de fiesta, donde los numerosos huéspedes y peregrinos que nos visitan a lo largo del año, encuentren un clima de sincera acogida y paz; donde puedan participar de nuestra oración y búsqueda de Dios.
La vida de la comunidad se desarrolla en torno a los tres elementos fundamentales de la vida monástica cisterciense: la oración litúrgica -el “Opus Dei”-, la lectura reposada -“lectio divina”-, y el trabajo manual. Hemos diseñado un oratorio que favorece la celebración litúrgica orante y festiva de la comunidad, presididos por un gran icono de Cristo crucificado y por otro que nos mira y cuida permanentemente: Santa María, Regla de los monjes, a quien los monjes cistercienses cantan cada tarde la “Salve Regina”, antífona compuesta, según parece, por san Pedro de Mezonzo, monje y abad de Sobrado.
Cuidamos el tiempo dedicado a la “lectio divina” y a la formación permanente de la comunidad; trabajamos en la explotación agraria de vacas de leche, en la fábrica de dulce de leche, en la huerta, en la acogida de huéspedes y peregrinos, y en todos los trabajos que conlleva la vida de una “familia monástica"
En el intervalo entre la marcha y vuelta del Císter, 120 años, también la orden tuvo reformas y transformaciones, muy bien resumidas en El fenómeno cisterciense:
"A finales del siglo XIX son muy numerosas las Congregaciones Cistercienses, lo cual hace extremadamente difícil el poder agruparlas en una sola Orden. El papa León XIII, animado por la unidad y constitución de una sola Orden, consigue agrupar todas las congregaciones en dos órdenes: la Orden Cisterciense, que aúna a las congregaciones cistercienses que, por razones históricas y sociales, se vieron obligadas a ocuparse en tareas pastorales; y la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia que, fundamentalmente, aglutina a las congregaciones familiarizadas con las reformas de la Estrecha Observancia y la Trapa, que se mantienen al margen de la pastoral, dedicándose enteramente a la contemplación.
En los siglos XIX y XX, la Orden conoce una nueva expansión, extendiéndose más allá de Europa, por todo el mundo. Con motivo del IX Centenario de la fundación del Císter en 1998 se ha vuelto a reanudar el diálogo entre las dos órdenes, en vista a la formación de una sola Orden.
Regresamos entonces ahora a la fachada monumental de la iglesia. En 2016 se crea la Asociación de amigos del monasterio de Santa María de Sobrado, con un muy activo trabajo de promoción y divulgación, adherida además en 2019 a la Carta Europea de Abadías y Sitios Cistercienses, que agrupa a unos 200 monasterios cistercienses de toda Europa. También aquí plasmamos lo que dice D. Gutiérrez Cuartango:
"Recientemente, también, hemos comenzado a acuñar el término de Familia Cisterciense para referirnos no sólo a las dos órdenes y a las congregaciones que poseen institucionalmente el carisma de Císter, sino también a todas las personas afines a nuestros monasterios que, de una u otra manera, movidos por el Espíritu, se sienten partícipes del mismo carisma. Esto lo interpretamos como un signo de los tiempos"
El tono blanquecino de la piedra es propio de su reconstrucción, terminada en 1972, si bien han quedado pendientes detalles por rematar. Solo los dos arcos supervivientes del destrozo presentan un tono más rosado
"El Camino de Santiago se ha convertido en una alegoría del itinerario vital e interior que cualquier ser humano (ya sea creyente o no), debe recorrer para encontrarse consigo mismo y con Dios. Es decir, que en la vida cada uno de nosotros somos peregrinos a la búsqueda de sentido, de nosotros mismos, hacia la intimidad con Dios
Sabemos que el peregrino no tiene casa, su morada es el camino. Para ponerse a andar necesita ir lo menos cargado posible; por lo tanto debe deshacerse de todo aquello que es superfluo y quedarse con lo mínimo imprescindible.
El camino es bello pero arduo; está sembrado tanto de sorpresas fascinantes como de dificultades de todo tipo. El peregrino disfruta de la novedad del paisaje, al tiempo que padece física y psíquicamente el cansancio extenuante; se siente aliviado al desconectarse de su cotidianeidad, si bien recuerda con añoranza todo lo que ha dejado atrás; las etapas interminables son recompensadas a diario por la satisfacción que produce el cumplimiento del objetivo propuesto, pero le recuerdan al peregrino que no son la meta final; la esperanza ante los progresos que va alcanzando se alterna con la aparición imprevista del absurdo en los momentos de desfallecimiento; la seguridad de ver que va adquiriendo su propio ritmo, se sucede de la incertidumbre ante una nueva jornada, que el peregrino experimenta como un misterio, pues no conoce los avatares agradables o desagradables que le depararán…
Pero sobre todo el mayor problema a resolver que el peregrino se encuentra, es él mismo; es como si tuviera que aprenderlo todo de nuevo. De muy poco le sirven los conocimientos adquiridos y los apoyos que en la vida ordinaria ha recibido en las relaciones humanas. El currículum vitae que hasta el presente le ha acreditado ante sí mismo y ante la sociedad queda obsoleto durante la peregrinación. En el camino, el peregrino es uno más, sin títulos ni avales, a la intemperie, a merced del sol, de la lluvia o del frío, despojado de los reconocimientos y valoraciones habituales a través de los cuales se va forjando una identidad en la vida.
Al peregrino las circunstancias le obligan a encontrarse a sí mismo al desnudo. A medida que camina, se le va desvelando lo que es: un sinfín de ruidos interiores, de relaciones, de reacciones, de sentimientos, unos luminosos y otros sombríos, que se van sucediendo ante el espectador asombrado, que es uno mismo.
El peregrino no tiene a qué agarrarse, nada con qué quedarse… lo pasado ya no importa, es recuerdo estéril; lo porvenir es desconocido, pura imaginación que hace vivir de ilusiones. Lo único importante es caminar hacia adelante, atento a cada paso, a cada nuevo descubrimiento, que le va conduciendo a una nueva comprensión de la vida. Comprueba algo sorprendente: la vida real se reduce sencillamente a lo que tiene entre manos, a lo que es, porque únicamente él existe en el ahora, sólo es real el instante presente. La meta final va desdibujándose poco a poco en el horizonte y va perdiendo relevancia. El camino en sí mismo va adquiriendo importancia y ocupando el lugar de la meta; el camino es la meta, y no hay otra meta que el camino mismo. Comienzan a resonar con fuerza las palabras de Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida… En el Camino, en el aquí y ahora, en cada aquí y ahora del Camino, se dan cita la Verdad y la Vida.
Metido en esta dinámica, imperceptiblemente, el peregrino siente cómo va aligerándose su equipaje, cómo se devalúan las creencias, cómo se difuminan las fronteras divisorias, cómo va despojándose de aditamentos de toda clase, cómo va abriéndose a una libertad desconocida hasta entonces, cómo gratuitamente, de improviso, recobra la frescura en las relaciones humanas… El amor solidario y la libertad salen a su paso, lo invaden y lo inundan, y tiene la sensación de que siempre estuvieron ahí, a la espera de revelarse y ser acogidos. Es como si lo más auténtico de uno mismo aflorase incontenible y espontáneamente. Dios mismo sale a su encuentro en el develamiento de su verdadera identidad como ser humano. Él mismo, Dios mismo… en el camino.
Todos somos invitados, como peregrinos, a comenzar o a continuar el camino emprendido, es decir, a vivir la propia vida con integridad y a la altura de nuestra dignidad como seres humanos, para crear unas relaciones interpersonales e internacionales más justas, solidarias y fraternales.
Que el apóstol Santiago, el Señor Santiago, sea una referencia constante que nos estimule en esta bella aventura, en esta peregrinación al encuentro con uno mismo, con los demás seres humanos y con Dios.
La Comunidad de monjes de Sobrado te desea una feliz peregrinación"
La ubicación del albergue de peregrinos en este claustro simboliza la continuidad y relevo de la milenaria tradición hospitalaria del convento, así como de acogida. En el apartado de Acogida Monástica de Santa María de Sobrado escribe Enrique Mirones López (Testigos en comunión con el mundo) Una acogida integral de la persona:
"Cuantos se acercan a un monasterio traen su propia historia, sus propias angustias, problemas y cansancios, tanto físicos como psíquicos. Muchas veces son personas a las que la sociedad rechaza o excluye, personas que no encuentran un espacio donde sentirse acogidos y reconocidos en su dignidad de seres humanos e hijos de Dios. El monasterio debería estar especialmente abierto para las personas que necesitan descansar de la carga de la vida, de su enfermedad, de su angustia, de su soledad.
A veces se confunde una hospedería monástica con una casa de ejercicios o de retiros espirituales, y aunque también se puede cumplir esa misión, hay que tener claro que una hospedería va más allá de ese tipo de acogidas. Estar abiertos para las pobrezas humanas manifestadas en la vida de tantas personas que no saben guiarse, que no se soportan a sí mismas y por ello están en guerra con el mundo. Personas que han olvidado lo que es ser tratado con respeto y cariño. Personas que no pueden creer en un Dios bueno porque la vida les ha machacado. Personas que buscan un motivo para seguir adelante y para creer en sí mismas.
Pero para hacer esto hace falta que los monjes y monjas nos sintamos parte de esa humanidad herida y seamos capaces de mostrar nuestra propia debilidad como el lugar donde se realiza la salvación de Dios: como el lugar de la revelación de lo que estamos llamados a ofrecer a los demás, haciendo de nuestra carencia oferta de vida"
Esta grandiosa escalera, en uno de los accesos al claustro que comunican con las dependencias de los monjes, es llamada Maristella en honor del himno a la Virgen María, que es Ave maris stella, Dei Mater Alma, el cual se cantaba cuando los monjes subían escaleras arriba
- Ave, Maris stella,
- Dei mater alma,
- Atque semper Virgo
- Felix caeli porta
- Sumens illud Ave
- Gabrielis ore,
- Funda nos in pace,
- Mutans Evae nomen.
- Solve vincla reis,
- Profer lumen caecis,
- Mala nostra pelle,
- Bona cuncta posce.
- Monstra te esse matrem,
- Sumat per te preces
- Qui pro nobis natus,
- tulit esse tuus.
- Vitam praesta puram,Virgo singularis
- Inter omnes mitis,
- Nos culpis solutos
- Mites fac et castos.
- iter para tutum:
- ut videntes lesum
- semper collaetemur.
- Sit laus Deo Patri,
- summo Christo decus,
- Spiritui Sancto,
- tribus honor unus. Amen
- Salve, del mar Estrella,
- Salve, Madre sagrada
- De Dios y siempre Virgen,
- Puerta del cielo Santa.
- Tomando de Gabriel
- El Ave, Virgen alma,
- Mudando el nombre de Eva,
- Paces divinas trata.
- La vista restituye,
- Las cadenas desata,
- Todos los males quita,
- Todos los bienes causa.
- Muéstrate Madre, y llegue
- Por Ti nuestra esperanza
- A quien, por darnos vida,
- Nació de tus entrañas.
- Entre todas piadosa,
- Virgen, en nuestras almas,
- Libres de culpa, infunde
- Virtud humilde y casta.
- Vida nos presta pura,
- Camino firme allana;
- Que quien a Jesús llega,
- Eterno gozo alcanza.
- Al Padre, al Hijo, al Santo
- Espíritu alabanzas;
- Una a los tres le demos,
- Y siempre eternas gracias
Recorriendo el Claustro de los Peregrinos llegaremos a las puertas del fondo, tomando la de la derecha
Allí hay un pasadizo, por donde vamos a seguir para ir al siguiente claustro visitable
Al fondo la portada de arco de medio punto propia de los claustros de Sobrado. Este pasillo hace arriba una hermosa bóveda de piedra, también de medio punto
Hacia él salimos. Es el Claustro Procesional, también llamado Reglar, de las Caras o de los Medallones por los rostros cincelados en medio de grandes círculos que recorren todo su piso superior
"El propio claustro era otra característica de los monasterios. Aunque mucho más simple que los benedictinos, la galería dispuesta en forma cuadrangular, con arcadas abiertas, siempre constituyó un desafío a los arquitectos. En realidad, el claustro fue siempre la arteria vertebral de la vida monástica, comunicando entre sí las partes vitales del edificio. Allí realizaban los monjes sus tareas domésticas, su Lectio Divina o Meditatio, donde pasaban sus ratos libres y donde a veces se les permitía conversar, en una palabra, era el cuarto de estar monástico, lleno de aire, luz y sol. Por lo común, los arcos estaban soportados por columnas dobles, alternando con pilares macizos. Los capiteles estaban esculpidos sobriamente, siguiendo el espíritu del gótico que se iba imponiendo, aunque con frecuencia el diseño original se transformó posteriormente en una ornamentación más elaborada"
Este Claustro de los Medallones es básicamente de estilo renacentista, con dos pisos, el de abajo abierto al gran patio con 18 arcos de medio punto
El de arriba tiene 36 ventanas con sus famosos medallones en lo alto, 9 por cada lado
Se distinguen bien, destacan sobre las ventanas y casi parece que mantuvieran un diálogo...
Los medallones representan a grandes personajes de la historia, apóstoles, papas, abades, monjes y guerreros, evangelistas y reyes. Algunos han sido identificados, otros no se sabe a ciencia cierta quienes son pues el artista no les puso nombre, sin embargo hay diversas propuestas posibles
Recorriendo el claustro vemos la iglesia monacal, con sus grandes óculos que dan luz al interior, en este caso al crucero y al altar, con su magnífica cúpula y cimborrio que acaba en pico
Allí están también las dos torres barrocas
El claustro es de plata rectangular, siendo el más pequeño de los tres. Veamos arriba los óculos ovalados y las ventanas de la nave sur. pero vamos a fijarnos ahora en los medallones, a ver si adivinamos quien es quien...
Las cabezas, salientes, se asoman de la pared sobre el claustro
¿ Un guerrero, rey, profeta... o tal vez un evangelista con el pliego de papel que lo representaría
Papas y obispos, reconocibles por su mitra. Sin duda vinculados al monasterio
Actitud pensativa o de meditación, con la mano en la barbilla
Personalidades de la religión y de la historia
Un apóstol... ¿Santiago?
Guerrero con su armadura, es muy posible que un rey o un noble
¿Doctores y sabios de la Iglesia?
Además de las caras hay, en las esquinas, escudos y otros bajorrelieves. Esta es la esquina del lado noroeste, bajo las torres, donde se representa la Anunciación de la Virgen, donde esta está leyendo y se le aparece el ángel Gabriel, representado arriba. Delante de María está el profeta Miqueas, quien profetizó su existencia y, a su izquierda, San Lucas, quien escribiría de la Anunciación (a la izquierda del ángel)
Más religiosos y reyes, cargos eclesiásticos, fundadores, patronos, protectores
Muchos con barba, unos verdaderos retratos muy detallados
Un monje o abad, otra muy posible relación directa con el monasterio del Císter
Este escudo, en otra de las esquinas, es el de la Congregación de Castilla. Arriba a la derecha sería el monje Alberto, llamado Faber en la documentación medieval, de los que llegarían con la primera comunidad cisterciense desde Claraval en 1142. A su izquierda sería el temido Almanzor, que en sus campañas llegaría a arrasar la vieja catedral de Santiago exceptuando sus campanas, que mandaría llevar a Córdoba con cautivos cristianos, así como la tumba del Apóstol, por lo que el culto a sus reliquias pudo reanudarse, así como las peregrinaciones... ¿pero qué pinta entonces aquí?, pues que según la tradición piadosa tras su ataque, San Pedro Mezonzo, abad que fue de Sobrado y por entonces sería obispo de Iria, compondría la famosa oración Salve Regina, la Salve
Los apóstoles y Evangelistas, entre ellos Santiago, están representados con aureolas
Este porta una espada, un posible símbolo para identificarlo
Es muy fácil que sea un evangelista con su libro del Evangelio
Un cardenal, inconfundible al menos su hábito
Monje con mirada mística y la Cruz detrás
Un verdadero libro de historia en piedra
Otro de los escudos del claustro, tal vez alguna de las variantes de la Congregación Cisterciense de Castilla, bajo cuya égida se construyeron estos edificios
Otro monje con su hábito
Personaje regio... ¿quién será?
Este se sabe es el obispo de Santiago San Pedro de Mezonzo, que antes fue abad en las primeras épocas de Sobrado, y a quien como acabamos de decir se le atribuye la composición de la oración mariana Salve Regina tras el ataque de Almanzor a Compostela:
Salve, Regina, Mater misericordiae.
Vita dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes, in hac lacrimarum valle.Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte; et Iesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
Ora pro nobis Sancta Dei Genitrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi. Amen
Con la correspondiente traducción
Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te Salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Otra representación de una figura meditando, mesándose la barba
Maravilla del arte y de la historia. En El fenómeno Cisterciense, el prior de Santa María de Sobrado, Carlos Gutiérrez Cuartango dice, nada más empezar:
"El monacato es patrimonio de muchas culturas y religiones; es patrimonio de la humanidad. El monacato cristiano surge en el siglo IV como una reacción a la institucionalización y clericalización de la religión cristiana. Cuando el emperador Constantino asume el cristianismo como religión oficial del imperio romano, perdiendo ésta su carácter carismático y profetice, se produce un movimiento masivo de huida al desierto, al que se retiran muchos hombres y mujeres con el deseo de vivir el Evangelio con una mayor radicalidad. Es así como se origina el fenómeno monástico. Por la tanto, la fuga mundi es, fundamentalmente, una huida de la mentalidad mundana, de una mentalidad clerical e institucional, como alternativa de vida evangélica que no pacta con el poder de este mundo ni con sus valores, y que desea mantener vivo el espíritu carismático y profético de los primeros seguidores de Jesús de Nazaret"
Desde el Claustro de los Medallones damos acceso a dos importantes dependencias monacales: la cocina y la Sala Capitular. Esta es la entrada a la primera, un lugar fundamental, tanto es así que el tema de la comida y la abstinencia y ayuno de carne siempre fue siempre asunto muy debatido en la Iglesia, así por ejemplo decía Santo Tomás de Aquino:
"La Iglesia en materia de ayuno, se atiende a lo más general. Y no hay duda de que ordinariamente agrada más comer carne que pescado, aunque haya excepciones. A esa ley común se atiende la Iglesia cuando prohíbe la carne… Además, entre los ayunos, tienen preferencia los cuaresmales, ya porque se imita a Jesucristo, ya porque nos preparan a la devota celebración de los misterios de nuestra redención. No hay, pues, porqué extrañarse de la prohibición de carnes en cualquier ayuno"
La cocina es una estancia sumamente importante en este monasterio, pues constituye un elemento destacadísimo dentro del conjunto monacal, dado que es de las pocas cosas que se conservan de la parte medieval y que apenas padeció las destrucciones decimonónicas. Se supone fue construida entre los años 1220 y 1230 y es enorme, de 10.50 x 12, 50 metros
Hay arcos de medio punto de tradición románica y arcos ojivales que anuncian el gótico, así como la nervadura de las bóvedas. En el excelente blog El Císter Ibérico leemos en su apartado dedicada a Arquitectura:
"La cocina es un lugar importante dentro del monasterio, en ella se prepara la comida de la comunidad, se sitúa en una de las pandas del claustro en el espacio contiguo al refectorio, con el que comunica a través de una ventana que permitía pasar los platos y la comida"
"Aunque la Regla de san Benito muestra un grado sorprendente de moderación, desde el 14 de septiembre (fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz) hasta Pascua, permitía comer una sola vez al día, y prescribía abstinencia total y perpetua de carne durante todo el año.Ambas prescripciones seguían simplemente la tradición del ascetismo primitivo, que se convirtieron por medio de la Regla en rasgos característicos del monaquismo medieval. Una línea de autores cristianos, que comprende sin interrupción desde los primeros Padres hasta los últimos escolásticos, compartía la convicción de que un cuerpo mortificado aumentaba la vigilancia espiritual, y de que la abstinencia era un escudo efectivo contra los deseos carnales. La actitud cisterciense está perspicazmente resumida por san Bernardo en uno de sus sermones sobre el Cantar de los Cantares (n. 66): «Me abstengo de la carne, porque sobrealimentando el cuerpo, también alimento los deseos carnales; trato de comer aun el pan con moderación, no sea que mi estómago pesado me impida levantarme para orar»
"Sírvanse los hermanos unos a otros, de tal modo que nadie se dispense del trabajo de la cocina, a no ser por enfermedad o por estar ocupado en un asunto de mucha utilidad""Nos parece suficiente que en la comida diaria, ya se sirva ésta a la hora sexta o a la hora nona, se sirvan en todas las mesas dos platos cocidos a causa de las flaquezas de algunos, 2 para que el que no pueda comer de uno, coma del otro. 3 Sean, pues, suficientes dos platos cocidos para todos los hermanos, y si se pueden conseguir frutas o legumbres, añádase un tercero.
4 Baste una libra bien pesada de pan al día, ya sea que haya una sola comida, o bien almuerzo y cena. 5 Si han de cenar, reserve el mayordomo una tercera parte de esa misma libra para darla en la cena.
6 Pero si el trabajo ha sido mayor del habitual, el abad tiene plena autoridad para agregar algo, si cree que conviene, 7 evitando empero, ante todo, los excesos, para que nunca el monje sufra una indigestión, 8 ya que nada es tan contrario a todo cristiano como la glotonería, 9 como dice el Señor: "Miren que no se graven sus corazones con la voracidad". 10 A los niños de tierna edad no se les dé la misma cantidad que a los mayores, sino menos, guardando en todo la templanza.
11 Y todos absténganse absolutamente de comer carne de cuadrúpedos, excepto los enfermos muy débiles."
Estos dos párrafos de la Regla de San Benito, recogen como debe ser la comida del monasterio y su reparto, la totalidad de las actividades de la comunidad están recogidas en la regla y por tanto a ella se ajusta toda la actividad del cenobio. La frugalidad de la comida cisterciense se pierde en algunos monasterios con el paso del tiempo, llegando a ser famosos por su cocina como en el monasterio de Alcobaça, en la chimenea de cuya cocina, restaurada en el siglo XVIII, se podían asar hasta ocho vacas y se elaboraban platos famosos por su opulencia, de tal forma que en 1794 William Beckford alabó los platos que salían de este "templo de la glotonería".
En general los monjes comen dos veces al día una sobre las tres de la tarde y otra después de vísperas, quedando a criterio del abad el realizar épocas de ayuno durante el verano, en las que solo se sirve una comida o durante la cuaresma cuando esto se convierte en norma.
"En Cuaresma, hasta Pascua, coman a la hora de vísperas. 8 Las mismas Vísperas celébrense de tal modo que los que comen, no necesiten luz de lámparas, sino que todo se concluya con la luz del día. 9 Y siempre calcúlese también la hora de la cena o la de la única comida de tal modo que todo se haga con luz natural."
La chimenea es inmensa, altísima, un gigantesco tiro, hasta ella es enorme en Sobrado, como una bóveda más del monasterio. Arquitectura del Císter Ibérico también le dedica un merecido espacio:
"Las cocinas podían tener una chimenea central evacuando el humo a través de un orificio en el centro del techo de a habitación, o presentar una estructura de chimenea adosada a la pared"
Si hablábamos de comer también hay que hacerlo de beber, en Arquitectura Cisterciense de El Cister Ibérico extraemos esta buena reseña con las normas necesarias, así como su explicación, La bebida en los monasterios:
"Cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de una manera, otro de otra", 2 por eso establecemos con algún escrúpulo la medida del sustento de los demás. 3 Teniendo, pues, en cuenta la flaqueza de los débiles, creemos que es suficiente para cada uno una hemina de vino al día. 4 Pero aquellos a quienes Dios les da la virtud de abstenerse, sepan que han de tener un premio particular.5 Juzgue el superior si la necesidad del lugar, el trabajo o el calor del verano exigen más, cuidando en todo caso de que no se llegue a la saciedad o a la embriaguez. 6 Aunque leemos que el vino en modo alguno es propio de los monjes, como en nuestros tiempos no se los puede persuadir de ello, convengamos al menos en no beber hasta la saciedad sino moderadamente, 7 porque "el vino hace apostatar hasta a los sabios".8 Pero donde las condiciones del lugar no permiten conseguir la cantidad que dijimos, sino mucho menos, o nada absolutamente, bendigan a Dios los que allí viven, y no murmuren. 9 Ante todo les advertimos esto, que no murmuren"
De nuevo la regla de San Benito intenta establecer el delicado equilibrio entre la satisfacción y el pecado en relación con la bebida. La hemina es una medida romana equivalente a medio sextario , es decir aproximadamente 750 ml. El cultivo de la vid en los monasterios debió ser muy frecuente, como atestiguan los adornos vegetales de hojas de parra muy habituales en los claustros del cister. El vino además de para el consumo propio era una mercancía muy apreciada y daba buenos beneficios a los monasterios. En algunos se conservan lagares y bodegas, e incluso siguen en la actualidad fabricando vino"
Una antigua costumbre de los cistercienses era el tricenarium: cuando un hermano monje fallecía sus alimentos eran separados durante 30 días seguidos, siendo luego dados a los necesitados. Además, todos los años, se hacía uno especial por San Lamberto, el 17 de septiembre, con motivo del cierre del Capítulo General de la Orden, cuando en todas las abadías se daba de comer a varios indigentes durate 30 días. El Jueves Santo, el abad, tras lavar los pies a 12 pobres según la tradición cristiana, también disponía se les alimentase
Junto con la cocina propiamente dicha estaba la cilla o despensa, el suministro del monasteriosiendo muy importante el cargo de cillero o cellero, su responsable:
"La cilla o despensa del monasterio, es el sitio donde se guardaban los alimentos necesarios para la vida de la comunidad, dependiendo de cada monasterio, este se encontraba en una de las estancias del claustro o en otras ocasiones en un edificio apartado del resto de las habitaciones. En esta zona, también se podía encontrar el lagar en el que se elaboraba el vino en aquellos monasterios que tenían viñedos.
A partir del siglo XIV, la aparición de abades comendatarios y la decadencia de la orden es evidente y se intenta retornar al buen camino mediante una reforma, que impulsa el papa Benedicto XII (1334-1342), antiguo monje cisterciense, con su bula Fulgens sicut stella, de fecha 12 de febrero del año 1335, intenta una reforma de toda la iglesia, incluida las ordenes monásticas,su objetivo general será reducir el poder de los abades a la hora de manejar los bienes de la comunidad, y que recibirá la resistencia y el rechazo de los abades cistercienses, que consiguen que desaparezca la figura del tesorero (bursarius) creado por ella. En la constitución que rige esta reforma de hace una definición del cillero y de sus obligaciones y características:
"Al oficio de cillerero toca recibir las rentas del monasterio, hacerse cargo de ellas, cuyo dinero meta en el arca de la comunidad. A él incumbe el cuidado de que el monasterio esté proveido de las cosas necessarias, y proveer de ellas a los religiosos... ni tenga más dinero de que estas Difiniciones le permiten (que es el que fuer necessario para el gasto de una semana).
El cillerero dará qüentas de lo que recibiere y gastare dequatro en cuatro meses, que son tres veces en el año; y si no diere qüentas haga seis días de culpa grave. Y manda el Capítulo, que ocho días antes que los Capitulares se partan al Capítulo General, el cillerero dé qüenta de loo que ha recibido y gastado para que se sepa lo que se recibe y gasta en el tiempo que huviere hasta la confirmación del nuevo abad. El oficio de cillerero vaque cada año, dadas las últimas qüentas, si al abad le pareciere, y si no proceda adelante con su oficio"
Las provisiones del monasterio provenían de las tierras que eran de su propiedad y que eran trabajadas inicialmente por los propios monjes, que cultivan los campos que rodean la abadía. Posteriormente cuando la abadía va creciendo gracias a las donaciones, se consiguen otras zonas de cultivo en ocasiones alejadas del monasterio. Para organizar estas tierras, los cistercienses construyen granjas, que trabajan y supervisan equipos de conversos, bajo la dirección del cillero de la abadía.
Algunos monasterios llegan a tener hasta cuarenta granjas a su servicio (Claraval). Cada cenobio tiene una actividad diferente que puede ser desde minas de sal (Balerene), herrerías (Fontenay), o cerámica para fabricar tejas y otros objetos (Chaalis).
Los conversos* son mano de obra religiosa y gratuita pero en ocasiones insuficiente, por lo que los monjes contratan mano de obra asalariada, los mercenarii, que se emplean tanto en la recolección de las cosechas como en la construcción de las abadías. Cada granja esta dirigida por un converso nombrado por el abad, a propuesta del cillerero, que controlará la actividad de los conversos y mercenarii. El cillerero se ayuda por el maestro de conversos para , controlar y distribuir el trabajo y destinar el personal de las granjas. Esta organización permitió la colonización y explotación de vastas extensiones de tierra en toda Europa, sobre todo en la península Ibérica, donde el territorio recuperado durante la reconquista fue el gran beneficiado de la labor del Cister"
*Los conversos, hermanos conversos o hermanos legos, son un cuerpo religioso dentro de la disciplina monástica encargado de cubrir la necesidad de mano de obra en los monasterios, principalmente labores agrícolas, granjas, construcción, mantenimiento, etc. con la finalidad de permitir a los monjes centrarse en actividades espirituales y litúrgicas
Allí una puerta daba al exterior; como en todas las cocinas habría momentos de gran frenesí: imaginemos el intenso calor en esta lareira, las cantidades de comida que se cocían y preparaban, los enseres, los cacharros, el pan, el o los cocineros y sus ayudantes, habría monjes y auxiliares. La puerta, muchas veces abierta, metiendo y sacando cosas. Llegaría mercancía continuamente, desde la leña a los alimentos y la bebida, condimentos y demás elementos. Aunque la comida fuese austera las más de las veces hemos de tener presente que había hasta 80 religiosos, aparte de visitantes, peregrinos, etc. Especialmente frecuentes eran las visitas importantes, altos cargos de la Orden del Císter, representantes regios, obispos, arzobispos o sus representantes, numerosos patronos, todos con su séquito. Solían comer con el abad, que tenía una mesa aparte, casi siempre con invitados. De esto podemos saber por la maravillosa página de Los Cistercienses, y en concreto dentro del artículo Historia institucional cisterciense:
"El abad habitualmente no comía con su comunidad. Tenía su propia mesa que, de acuerdo con las instrucciones de la Regla, debía compartir con los huéspedes, cuya presencia era casi habitual. En el caso excepcional de que faltaran, el abad tenía libertad para invitar a dos monjes, aunque, en todos los casos, tanto el abad como los huéspedes debían seguir las mismas reglas alimenticias que el resto de la comunidad.
Antes de entrar en el refectorio, los monjes debían lavarse las manos en una fuente-lavabo, con frecuencia primorosamente decorada, donde fluía constantemente el agua a través de un cierto número de orificios. Luego, ocupaban sus lugares en el lado externo de largas mesas dispuestas en forma de u. Encontraban ya el alimento servido. Después de la bendición en latín se sentaban, pero no comenzaban a comer, hasta que el prior, que presidía, descubría el pan.
Había silencio total durante toda la comida, mientras un monje leía en voz alta pasajes selectos de la Biblia Latina. En siglos posteriores, se elegía un párrafo de la Biblia, y luego se leía un libro edificante en idioma vernáculo. El lector usaba un atril situado sobre una plataforma elevada, pegada a la pared. En el comedor del abad, se seguía la misma pauta, aunque pudiera acortar la lectura en beneficio de los huéspedes, y dar oportunidad a una conversación edificante. Muchas abadías terminaron por adoptar esta práctica también en el refectorio de los monjes. Por entonces, la lectura durante toda la comida se había convertido en signo especial de austeridad, practicada generalmente en las casas de la Estricta Observancia"
"En los países donde se podían cultivar viñas, la bebida era el vino, que había sido aprobado con cierta reticencia por san Benito. De acuerdo con la Regla, la cantidad diaria de vino que un monje podía beber era una hemina, que está calculada como 0,275 l. Se colocaba en un jarro de barro cocido frente a cada monje, pero la misma cantidad debía alcanzarle, si desayunaba y cenaba. En climas más fríos, en donde no se produce vino, se tomaba cerveza o sidra. Se evitaba en lo posible el consumo de agua, dada a veces la conocida insalubridad de la mayoría de los suministros y conducciones"
Las ventanas son lo suficientemente grandes para dar buena luz al interior e iluminarlo bastante. En ellas, y en el suelo, aparecen algunos elementos de piedra hallados en la estancia o sus inmediaciones
Piezas cinceladas que parecen sin duda porciones de elementos más grandes
¿Bases de alguna columna o similar?
Parece un fregadero o parte de alguna canalización interior
En otra pared una gran hornacina, tiene pinta de haber tenido baldas a modo de estantería, tal vez para vajillas, cuencos, ollas, cazuelas o... quién sabe
"El correcto comportamiento de los monjes estaba sujeto a minuciosas reglamentaciones, dando a la ocasión un carácter semilitúrgico. La urbanidad cisterciense en la mesa exigía que los monjes tomaran las tazas para beber con ambas manos, que se sirviera la sal con la punta del cuchillo, y se frotaran los cubiertos con un pedazo de pan y no con la servilleta. Las comidas se concluían con una acción de gracias, durante la cual toda la comunidad marchaba en procesión a la iglesia, donde terminaba la ceremonia.Como ocurrió en otras áreas de la disciplina, la regla de la alimentación tendió hacia una gradual mitigación, especialmente en materia de abstinencia perpetua. El proceso comenzó en la enfermería del monasterio, donde se permitía comer carne a los enfermos hasta que recuperaran sus fuerzas. La fácil admisión en la enfermería dio ocasión de comer carne. El Capítulo General de 1439, aprobando silenciosamente esta costumbre, insistía simplemente en que, en cualquier caso, por lo menos los dos tercios de la comunidad debía seguir la dieta regular en el refectorio, y que nadie debería comer carne más de dos veces por semana.A comienzos del siglo XIV fueron otras causas las exigencias de la hospitalidad y la dificultad de obtener legumbres. En un cierto número de casos, las dispensas papales otorgadas a abadías particulares habían debilitado la ley de abstinencia en tal grado, que aun la bula de reforma de Benedicto XII, la Benedictina de 1335, no sólo fracasó en hacer cumplir las observancias primitivas, sino que eximió de la abstinencia perpetua a los abades dimisionarios y a los comensales de la mesa del abad"
"Las costumbres cistercienses, siguiendo la Regla, permitían que en la comida principal se sirviera una generosa porción de pan, dos clases de legumbres cocidas y, como tercer plato, fruta del tiempo. Cuando se cenaba se servían verduras y fruta con la porción de pan que quedaba. En ocasiones de fiestas, se agregaba a la comida principal una «pitanza», tal como pan blanco, pescado y quesos. Fundaciones para misas de aniversario incluían con frecuencia pitanzas para la comunidad, de forma que tales comidas llegaron a ser semanales, o más frecuentes todavía. Sin embargo, no se podían servir pitanzas durante tres días consecutivos ni durante las sesiones del Capítulo General. En Adviento y Cuaresma, las restricciones de la dieta alcanzaban a los huevos, el queso y la grasa animal. Los viernes de Cuaresma, los monjes ayunaban a pan y agua. En la preparación de los platos, se podía usar sal, y sólo hierbas aromáticas cosechadas en el monasterio.A los miembros más jóvenes de la comunidad, se les permitía tomar un desayuno (mixtum), antes o después de la Sexta, franquicia que se extendía a algunos más, a causa de sus enfermedades. Al comienzo, no era más que un poco de pan mojado en vino, y aun esto se suspendía en Cuaresma. Sin embargo, en siglos posteriores se daba el desayuno a todo el mundo y, en el siglo XVIII, muchas abadías ofrecían la ración habitual de leche, té o café, agregando a veces hasta un plato de sopaOtra costumbre primitiva y ampliamente aceptada era servir una bebida (biberes) después de Nona, especialmente en verano. Podía ser vino, o si éste no abundaba, cerveza o sidra. La cerveza se producía habitualmente en tres calidades diferentes, con mayor o menor contenido alcohólico. La mejor era privilegio de la mesa del abad, o se servía en el refectorio en ocasiones solemnes"
"Una bula promulgada por Sixto IV el 13 de diciembre de 1475 no otorgó dispensa absoluta, pero facultaba al Capítulo General y al Abad de Cister para adoptar la ley de abstinencia a las circunstancias modificadas. Incluso se multiplicaron las concesiones del Capítulo en favor de un cierto número de abadías de forma tan rápida, que, en el plazo de diez años, la abstinencia perpetua llegó a ser del pasado. Los términos de la autorización dada a la casa alemana de Eberbach, en 1486, sirvieron como nueva norma de observancia: podían comer carne tres veces por semana, los domingos, martes y jueves"
"una era de magnificencia y abundancia, disfrutada por toda la comunidad. En 1520, los monjes gastaron alrededor de las dos terceras partes de su presupuesto anual en comida y bebida, y su mesa se caracterizaba por servir en ella, higos, dátiles, y dulcería. Los hermanos hasta pagaban abultadas cifras por entretenimientos, cantores, y espectáculos con osos"
"La vuelta a la abstinencia perpetua se convirtió en la exigencia principal de la Estricta Observancia en el siglo XVIII. La Constitución Apostólica de Alejandro VII In Suprema de 1666, elogiaba la intención de los «abstinentes», pero permitía comer carne al resto de la Orden tres veces por semana, es decir, aprobaba la dispensa difundida y practicada desde antiguo. No obstante, el movimiento de reforma reintrodujo un cierto número de austeridades de la primera época. El delegado de Bohemia en el Capítulo General de 1664, el abad Lorenzo Scipio de Ossegg, relataba las comidas en Cister con franca desaprobación por tales mortificaciones: «en el momento de comer, que siempre era muy regular, la lectura proseguía sin benedícite (signo de concluir la misma), y toda la comida se terminaba en menos de una hora. Nunca se servían más de dos platos, a lo sumo tres, todos preparados en el miserable estilo borgoñón, prácticamente sin especias. Pero el vino era bastante bueno, y si alguien prefería, podía mezclarlo con agua»
"En el siglo XVIII, mientras la Estricta Observancia continuaba fiel a la abstinencia perpetua, la Común Observancia, sin relajarse lo más mínimo en la austeridad monástica, y obligada, en muchos casos, por la superior carestía del pescado, tomaba carne algunos días de la semana. De acuerdo con los libros de cuentas del Colegio de San Bernardo, en Tolosa de Languedoc, la comunidad (una docena de monjes) y sus huéspedes consumieron en 1755 una cantidad considerable de carne, de gran variedad de animales: vaca (80 kg.), carnero (120 kg.), ternera (90 kg.), caza, cerdo (40 kg.), gallinas (214), palomas (138), codornices (50), pollos (228), pavos (15), gansos (6), patos (14). El hecho de que el pescado (300 kg.) y los huevos (7.422) fueran los dos elementos de mayor consumo en la lista parecería indicar que la comunidad todavía seguía prefiriendo la dieta monástica tradicional. Era característica de la localidad conseguir con facilidad frutas del Mediterráneo, que los monjes encontraban con frecuencia en sus mesas: naranjas, limones, castañas, aceitunas, higos y pasas. El café, por entonces una rareza, se servía sólo en ocasiones festivas. Por otro lado, la comunidad bebía vino con la moderación habitual. En el año lectivo de 1753-1754, diez monjes, con sus sirvientes y huéspedes ocasionales, consumieron quince barriles de vino común, pero téngase en cuenta de que el Colegio era una residencia de estudiantes y no un monasterio propiamente dicho. A veces los monjes salían de su frugalidad cotidiana, especialmente en fiestas señalas como la de san Bernardo que coincidía con la terminación del año académico. Después de la misa solemne, con un predicador de nota, la comunidad acompañada de amigos se sentaba en la mesa, aquel día mejor aderezada que de costumbre en donde se servía una comida extra"
Desde la cocina volvemos al exterior, saliendo nuevamente al claustro. Al lado estaba el Refrectorio, pendiente de restauración y que no se puede visitar normalmente. Allí comían los monjes, una sala grande y bien iluminada por ventanas. Los frailes se sentaban en bancos corridos adosados a la pared, con las mesas delante de ellos. Mientras comen otro lee en voz alta desde un púlpito, según es o era la costumbre, de esta manera nos lo cuentan en El Císter Ibérico:
"Este púlpito puede ser desde una pequeña plataforma saliente , hasta un elaborado dispositivo con una escalera incluida en la pared para ascender hasta el. En general los refectorios que han llegado hasta nuestros días son de estilo gótico, con bóvedas de crucería, lo que permite conseguir grandes espacios diáfanos para alojar a toda la comunidad, menos frecuente es la estructura con bóvedas de cañón apuntadas, que aparece en algún monasterio. La entrada al refectorio se hace desde el claustro y enfrente de ella, se sitúa el lavatorio, una estructura techada que contiene una fuente de agua donde los monjes podían lavarse antes de entrar al refectorio. Una ventana comunica el refectorio con la cocina, permitiendo el paso de la comida y los platos a través de ella
La actividad del refectorio también está organizada en la Regla de San Benito:
"En la mesa de los hermanos no debe faltar la lectura. Pero no debe leer allí el que de buenas a primeras toma el libro, sino que el lector de toda la semana ha de comenzar su oficio el domingo. 2 Después de la misa y comunión, el que entra en función pida a todos que oren por él, para que Dios aparte de él el espíritu de vanidad. 3 Y digan todos tres veces en el oratorio este verso que comenzará el lector: "Señor, ábreme los labios, y mi boca anunciará tus alabanzas".
4 Reciba luego la bendición y comience su oficio de lector. 5 Guárdese sumo silencio, de modo que no se oiga en la mesa ni el susurro ni la voz de nadie, sino sólo la del lector.
6 Sírvanse los hermanos unos a otros, de modo que los que comen y beben, tengan lo necesario y no les haga falta pedir nada; 7 pero si necesitan algo, pídanlo llamando con un sonido más bien que con la voz. 8 Y nadie se atreva allí a preguntar algo sobre la lectura o sobre cualquier otra cosa, para que no haya ocasión de hablar, 9 a no ser que el superior quiera decir algo brevemente para edificación. 10 El hermano lector de la semana tomará un poco de vino con agua antes de comenzar a leer, a causa de la santa Comunión, y para que no le resulte penoso soportar el ayuno.
11 Luego tomará su alimento con los semaneros de cocina y los servidores. 12 No lean ni canten todos los hermanos por orden, sino los que edifiquen a los oyentes"
"Hasta la corriente actual del aggiornamento, el rasgo más durable y sobresaliente de la vida monástica tradicional fue el horarium diario. La propia Regla delineó la rutina de los monjes, basada en el «número sacro de siete» horas para el Oficio Divino: Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. El hecho insólito de levantarse a medianoche para Maitines (o vigilias) encontró su justificación, además de su valor ascético, en las palabras del Salmo 118, donde el salmista dice: «A medianoche me levanté para darte gracias».
De acuerdo con la misma tradición inmemorial, los intervalos entre las horas del Oficio se rellenaban con trabajo manual y lectura espiritual. Todas las actividades de la jornada habían de completarse entre la salida y puesta del sol
En realidad, este astro fue el principal reloj que tuvieron los monjes antes de que comenzaran a usarse los de péndulo, en el siglo XVIII. Esta disposición daba por resultado más horas de trabajo en verano y mayor tiempo para descansar en las largas noches de invierno"...
Junio
Diciembre
Levantarse
1.45
1.20
Maitines (Vigilias)
2.00
1.35
Fin de Maitines
3.00
2.35
Intervalo
Laudes
3.10
7.00
(Comienza a la aurora). Misas privadas y missa matutinalis.
Intervalo
Prima
4.00
8.00
Capítulo.
En invierno la secuencia era la siguiente: Prima, Misa, Tercia, Capítulo.
Trabajo
5.00
Tercia
7.45
9.20
Misa
8.00
Lectura
8.50
Sexta
10.40
11.20
Almuerzo
11.00
13.35
Siesta
En invierno Nona se decía antes del almuerzo, al cual seguía un período de lectura.
Nona
14.00
Trabajo
14.30
Vísperas
18.00
15.30
Cena
18.45
En invierno no había cena.
Completas
19.30
16.00
Acostarse
20.00
16.30
|
Y este es el que vemos en la actualidad en la propia página de este monasterio:
04.45 Levantarse
05.00 Vigilias
Oración personal
Lectio divina
07.30 Laudes – Eucaristía
Oración personal
09.00 Desayuno
Lectio divina
10.00 Trabajo
13.15 Lectio divina
13.45 Hora intermedia
14.00 Comida
Siesta
16.00 Nona
Trabajo
17.30 Lectio divina
19.00 Vísperas
Oración personal
20.00 Cena
20.45 Capítulo
21.15 Completas
Gran silencioDOMINGOS Y FESTIVOS
08.00 Laudes
11.00 Tercia – Eucaristía
Estancias privadas de los monjes. Aquí está actualmente el comedor donde los religiosos celebran la comida comunitaria. Leemos en Gronze, guía del Camino de Santiago:
"Los monjes del monasterio producen un delicioso dulce de leche, elaborado con la leche de sus propias vacas de raza frisona, que han bautizado como Mano de Santo Cisterciense; en la etiqueta de los frascos reza: “Envasado al silencio”. Está visto que estos monjes, además de buenos reposteros, dominan el marketing"
Y de repente, gran sorpresa, una inmensa triple arquería románica es el soberbio y magnífico acceso a la Sala Capitular, vano central o puerta en medio y ventanas a los lados, con sus múltiples arquivoltas, arcos de medio punto sostenidos por numerosas columnas, no excesivamente cincelado con filigranas, siguiendo el patrón de la máxima pobreza estética tan del gusto cisterciense, los grandes reformadores de la Orden Benedictina, enfrentándose a Cluny también en esto
Mismamente en 1124 Bernardo de Claraval escribió Apología a Guilherme criticando los para él excesos de la Orden de Cluny, y estableciendo unos criterios estéticos que se plasmarían posteriormente en las abadías cistercienses, pues atacó fuertemente la escultura, pintura, adornos, y hasta las dimensiones de la iglesias de los cluniacenses, cuya orden había sido creada en Cluny en 910 precisamente con la idea de volver a la forma de vida original de la Regla de San Benito, pero que al expandirse evolucionó hacia unas posiciones que no fueron del agrado de todos los benedictinos, naciendo así el Císter, que ansiaba la vuelta a los ideales de pobreza
El debate sobre la opulencia era amplio, pero centrado en lo estético se aducía que el exceso de filigranas y detalles distraía de la meditación y que los religiosos, que supuestamente había renunciado a lo mundano, no necesitaban de ello para nada si querían profundizar en la ley de Dios, al que habría que buscar a través de la Escritura, no de las imágenes. Al mismo tiempo consideraba que eran un gasto inútil y un despilfarro que quitaba el pan a los necesitados, de ahí su famosa frase "¡Vanidad de vanidades, más insensata aún que vana: la iglesia resplandece sobre sus muros y carece de todo para sus pobres!"
Otros argumentos los defendería diferenciando a los carnales, el pueblo llano, de los espirituales, los monjes afirmando que "No hay comparación aquí entre los obispos y los monjes. Los obispos, utilizan la belleza material para despertar la admiración de la gente carnal porque no pueden hacerlo por medios espirituales". También diferenció entre monasterios e iglesias a la hora de plasmar estos adornos y pinturas:
"Muéstreles un cuadro hermoso de algún santo. Cuanto más brillantes son los colores, mas santificado les parecerá a ellos. Hay más admiración por la belleza que veneración por la santidad. Así las iglesias se adornan. Vemos los candelabros de bronce grandes, maravillosamente labrados, sus gemas que brillan intensamente. ¿Cuál es el propósito de tales cosas? ¿Ganar la contrición de penitentes ó la admiración de los espectadores?.¿Qué clase de reverencia se demuestra a los santos cuando ponemos sus cuadros en el piso y después caminamos en ellos?. La cara de un santo es pisoteada a menudo por los pies de algún transeúnte. ¿Si las imágenes sagradas no significan nada a nosotros, por qué no economizamos por lo menos en la pintura? ¿Por qué adornar sobre lo que debemos caminar? ¿Para que tener cuadros atractivos donde se manchan con suciedad? Convengo. Permitamos que esto se haga en iglesias porque si es dañoso para el inútil y codicioso, no lo es para el simple y el devoto"
Abunda en ello en estas reflexiones referidas a los claustros y sus esculturas y representaciones:
¿Pero en los claustros, dónde los hermanos están leyendo, qué son esas monstruosidades ridículas...¿Cuál es el sentido de esos monos sucios, leones feroces, centauros monstruosos, mitad-hombres, tigres rayados, soldados que luchan y cazadores soplando sus cuernos? En un lugar usted ve muchos cuerpos bajo sola cabeza, en otras varias cabezas en un solo cuerpo...así que... tan maravillosas son las varias formas que nos rodean que es más agradable leer el mármol que los libros, y pasar el día entero con estas maravillas que meditando en la ley del Buen Señor.
Y se reafirma en los problemas morales y religiosos del coste económico de la realización de tantas filigranas y construcción de edificios suntuosos
"Pero los monjes que han renunciado a las cosas preciosas y encantadoras de este mundo para entregarse a Cristo. ¿ Somos como los gentiles aprendiendo sus trucos y sirviendo a sus ídolos?. ¿ Estamos buscando dinero ó más bien beneficio espiritual?. Todas estas vanidades costosas pero maravillosas, inspiran a la gente a contribuir con dinero más que a rogar y rezar. Así las riquezas atraen riquezas y el dinero produce más dinero. Visten a la iglesia con piedras de oro y deja a sus hijos ir desnudos. Los ojos de los ricos se alimentan a expensas del indigente. ¿Finalmente, son buenas tales cosas para los hombres pobres?. ¿ Y para los monjes, los hombres espirituales?"
Solo los capiteles de las columnas tienen cierta profusión de motivos cincelados, dentro de la temática vegetal tan usual en el románico, si bien carecen de otras figuras, zoomorfas, antropomorfas o esquemáticas y geométricas, a no ser dentro de esa misma inspiración naturalista y minimalista, destacando por ejemplo ese llamativo listón vertical del capitel a la basa recorriendo verticalmente el fuste
Las líneas básicas, rectas y curvas, así como la decoración vegetal mínima, sí se estimaba podía dar y ayudar la introspección necesaria para que las gentes de fe pensasen en la trascendencia de lo divino sin despistarse en absoluto con el exceso de símbolos, figuras o iconos
En medio de los tres arcos está la portada propiamente dicha, por la que accedemos al interior, protegido por una cristalera
La Sala Capitular no obstante es una reconstrucción del año 1965 más o menos fiel, más o menos idealizada, de la original, que estaba totalmente arruinada. Aquí se reunían todos los monjes (capítulo), por lo general tras la misa de la mañana y siguiendo un orden de antigüedad o importancia, alrededor del abad, quien dirigía y presidía la reunión. Recapitulaban sobre las reglas de la Orden y se hablada de temas de interés común relacionados con el monasterio y sus habitantes, tanto monjes como no, tal y como leemos en la Historia institucional cisterciense:
"Un hecho importante en la rutina diaria de las abadías lo constituía el «capítulo» (capitulum) realizado generalmente después de prima, en la sala capitular, ubicada al lado de la sacristía en el ala oriental del claustro. Estaban presentes todos los miembros profesos de la comunidad; los novicios y conversos mantenían capítulos separados. Se trataba de que la reunión fuera, a la vez, una oportunidad para la dirección espiritual, y una ocasión para tomar decisiones administrativas, si era necesario.
Primero, se leía el martirologio conmemorando todos los santos que se celebraban ese día. Luego seguía la Pretiosa, una breve oración monástica matutina, y la lectura de un capítulo de la Regla de san Benito, con un comentario o aplicación realizada por el abad o prior que presidía. Los domingos y festividades se leía y explicaba el Libro de los Usos o los estatutos del Capítulo General"
"Una parte menos formal y más vivida comenzaba con el requerimiento del superior a todos los presentes que dieran un paso adelante y se acusaran de sus faltas públicas y transgresiones a las numerosas reglas y reglamentos de la Orden. En casos de notoria reticencia, se permitía a los otros monjes acusar al miembro en cuestión. A cada infractor se le daba una penitencia, que consistía de ordinario en actos de humillación, ayuno, remoción del cargo o imponiendo la disciplina regular. Por delitos muy graves, los castigos consistían en excomunión, prisión o expulsión, pero se permitía siempre apelar de dichas sentencias ante las autoridades superiores"
Es un magnífico y elegante espacio en el que lo maravilloso no está reñido con la sobriedad del Císter, hermosa estancia de planta cuadrada. De sus cuatro pilares, formados por un haz de ocho columnitas con sus capiteles, arrancan los arcos que sostienen los cuatro tramos centrales de la bóveda de crucería con nervaduras... así de hermosamente nos lo viene a decir H. José Bermell en Monasterio de Sobrado, de Everest
Al fondo, en la parte opuesta a la portada, tres ventanas dan luz al interior. A los lados hay nichos en los que se exponen diversas piezas arqueológicas procedentes del antiguo claustro medieval
Aunque totalmente reconstruid, esta Sala Capitular es por lo tanto otro lugar que recupera o transmite la esencia de toda una época, una verdadera cámara del tiempo, un espacio inolvidable para todos los que acceden a él. Esto dice de las salas capitulares El Císter Ibérico:
"Arquitectónicamente es una sala amplia, cubierta con bóvedas de crucería que se sujetan sobre varias columnas centrales y las demás truncadas, adosadas a los muros. Se accede a ella desde el claustro a través de una portada, situándose a ambos lados de la misma una o dos ventanales que permiten la visión desde fuera. En la parte externa de estos ventanales se situaban los novicios, que podían de esta manera asistir al capítulo, sin participar en el, pues solo cuando se convirtieran en monjes, podrán situarse en la parte interna de la estancia y participar en las reuniones. En la pared del fondo se suelen situar ventanas que proporcionan luz adicional a la estancia además de la que procede del claustro. En alguna sala capitular existen enterramientos de abades bien en el suelo, bien en las paredes"
Entre los motivos cincelados en los capiteles reconocemos la maroma sogueada, las conchas, huevos y una línea de hojas. El sogueado entrelazado es un motivo artístico común a muchas culturas y que existe desde la Prehistoria. Es muy fácil que incluso se tratase de uno de los primeros elementos decorativos, hecho primeramente con incisión de cuerdas en el barro de la cerámica neolítica, luego imitado y esculpido en piedra, madera, metales, etc. y transmitido por numerosas civilizaciones dado que, además de decorar, plasma ideas de repetición, movimiento, eternidad, infinito, etc. que habría pasado incluso a la mitología y las creencias. Podemos acordarnos de mitos como el nudo gordiano de Alejandro Magno, las Parcas, Moiras o Nornas del hilo de la vida, o hasta el rosario católico con sus cuentas, que ayudan en las cadencias de la oración con sus repeticiones de aclamaciones y alabanzas, solo por citar algunos ejemplos
Las conchas recuerdan al símbolo de los peregrinos pero se trata de un motivo sagrado y/o alegórico anterior incluso al cristianismo, pues aparecen, sueltas o en collares, en las ofrendas a los difuntos desde la más remota prehistoria y aparece como amuleto protector por doquier
"Con el auge del Camino de Santiago, esta concha constituyó un signo de identificación de los peregrinos. Así, consta que muchos de ellos de procedencia centroeuropea e incluso escandinava, se hacían enterrar con ella, como símbolo de protección tras la muerte, por haber recibido el perdón en Santiago de Compostela. Está considerada, en este sentido, uno de los atributos del peregrino jacobeo, con el zurrón y el bordón. Los tres elementos eran algo más que necesarios objetos materiales. Trascendían al ámbito espiritual del peregrino.
Así, en numerosos enterramientos hallados en Dinamarca y otros países, se distingue a los que peregrinaron en vida por portar sobre el cuerpo inerte la concha de vieira con dos perforaciones, necesarias para sujetarlas al cuello cuando realizaban el camino, tanto por su utilidad como por símbolo de distinción. Añade Arribas Briones que las que aparecen por Europa en sepulcros obedecen a que se enterraban con ellas para ser identificados en el más allá como peregrinos y que así intercediese Santiago por ellos.
Las conchas también se convirtieron en “el gran souvenir medieval”. Además de ser comercializadas a la llegada de la ciudad, en el popular barrio de Os Concheiros, consta que ya existían puestos de venta en diversos puntos del Camino, como un anticipo al viajero. Se vendían también en la plaza de la puerta del Paraíso, que sería la simbólica y amable prueba de la peregrinación cumplida y el mejor y más entrañable amuleto para afrontar con decisión el también difícil camino de vuelta. El ala del sombrero, sobre todo, el morral y, a veces, la capa eran el lugar habitual de ubicación de la concha, que también se utilizaba como un utensilio para beber.
Francisco Singul apunta que “la concha de este marisco, muy usado en la cocina gallega y compostelana, de la que es uno de los símbolos gastronómicos, se encontraba en las costas de Galicia, frente a las que, según las creencias del mundo antiguo, se encontraba el fin de la tierra, el fin del mundo”. Los peregrinos le atribuían un poder curativo y milagroso derivado, a su vez, del poder que le estimaban al Apóstol.
La fuente más remota sobre la vieira como símbolo jacobeo se encuentra en el Códice Calixtino, donde se ofrece la versión más antigua conocida (s. XII) sobre la simbología jacobea de la vieira. En concreto, se señala en el sermón Veneranda dies que en cuanto los peregrinos que se dirigen a Jerusalén llevan con ellos palmas, como símbolo de triunfo, los que van a Compostela se distinguen por las conchas de vieira cosidas en sus ropas, como símbolo, en este caso, de las buenas obras en honra de Santiago. La manera en que los romeros medievales adquirían este apreciado recuerdo aparece también explicada en el Códice: se vendía sobre todo frente al portal norte de la catedral compostelana -actual Acibechería- y motivaba un floreciente comercio. Tal era el poder y presencia de este símbolo en Compostela, que los santiagueses acabaron por denominar popularmente a los peregrinos como concheiros o cuncheiros"
-"Las primeras ideas de un naciente "Cosmos en forma de huevo" proviene de algunas de las escrituras en sánscrito. El término sánscrito Brahmanda (Brahm significa 'Cosmos' o 'expansión', Anda significa "huevo")"-"La teoría científica afirma que hace muchos miles de millones de años toda la masa del universo estaba comprimida en un volumen unas treinta veces el tamaño de nuestro sol, y desde este estado se expandió hasta su estado actual (el Big Bang)"
-"Otra teoría relacionada también afirma que la gravedad está ralentizando gradualmente la expansión cósmica, y que en algún momento del futuro el universo volverá a contraerse hasta formar una nueva singularidad espaciotemporal (equivalente a un nuevo huevo cósmico) (proceso conocido como el Big Crunch). Entonces el universo "rebotará" a otra fase de expansión, y el proceso se repetirá indefinidamente; teoría conocida como teoría del Universo oscilante"
Los arcos de las nervaduras descansan sobre estos capiteles apoyados no sobre fustes de las columnas sino sobre la propia pared, también con motivos naturalistas: Este tiene su curiosidad, cuatro hojas en la base que encima se duplican y se hacen ocho, y ocho es el número que aparece en cada una de ellas en número árabe, si bien puede tratarse de una coincidencia con una filigrana de la misma forma. Quién sabe, pero en Curiosidades del número 8 de Gisela Ortega, leemos un interesante artículo del que sacamos estas frases:
-"El número 8 significa el comienzo. Simboliza la transición entre el cielo y la tierra, y escrito horizontalmente, representa el infinito. Está considerado como el número de la justicia y de la equidad. Para la Iglesia Católica es el símbolo de la resurrección, símbolo de nueva vida. El 8 nos habla de la organización, la perseverancia y el control de la energía para producir logros materiales y espirituales.En Babilonia, Egipto y Arabia, el 8 era el número de la reduplicación consagrada al sol: 2+2+2: de donde proviene la imagen del disco solar adornado por una cruz de 8 brazos.Los pitagóricos llamaron al número 8 la Gran Tetrakis, era considerado el signo de la armonía, prudencia, y reflexión, representa estabilidad, solidaridad y equilibrio"
-Gracias a su perfecta simetría, el número 8 puede ser colocado de manera vertical u horizontal, pero al reflejarlo en un espejo, volverá a su forma original. Esta perfección simétrica lo lleva a estar en un perfecto equilibrio, que es la situación ideal, según la astrología china.
-Según la numerología, el estudio del significado oculto de los números y práctica de la adivinación asignando un número a cada letra del alfabeto y un significado especial a cada número, el 8 nos habla de la organización, la perseverancia y el control de la energía para producir logros materiales y espirituales. Simboliza la autosuficiencia, el éxito y la firmeza de planteamientos·
-La Biblia contiene 8 resurrecciones, incluyendo la de los santos"
-Existen 8 cánticos en el Antiguo Testamento que se guardan para ser cantados después de la resurrección.
-En ciertas nomenclaturas cristianas el número de Cristo es el 888 que significa resurrección y vida.
-Habían ocho escritores en el Nuevo Testamento: Mateo, Marcos, Lucas, Juan Pablo, Santiago, Pedro y Judas.
-8 son las bienaventuranzas: bienaventurados los mansos de corazón porque ellos poseerán la tierra; bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados; bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados; bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzaran la misericordia; bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.; bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios, y bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos..."
Aquí apomados, o huevos, y piñas, en capitel con columna. La piña tiene una carga simbólica común a religiones y culturas, esto vemos así en el Diccionario de símbolos del románico:
"La piña es uno de los frutos más representados en el arte islámico que, en muchas ocasiones, se combina con distintas variedades vegetales, ya sean de formas aveneradas o pendiendo de caulículos o tallos con hojas. Aparecen habitualmente en Medina al Zahra mezcladas con otros tipos de frutos como granadas y acompañadas con hojas y semillas cuyo origen habría que buscar en Bizancio y el arte visigótico para luego recalar en el románico.
En las culturas orientales el pino es símbolo de inmortalidad, sobre todo por la permanencia o perennidad de su copa siempre verde. Por esta razón la madera del pino es elegida para la construcción de los templos sintoístas o la fabricación de objetos rituales.
En la cultura grecorromana Dionisos tiene la piña como uno de sus atributos de poder, lo cual le convertía en protector de la vida vegetal en general y de posibilitar su regeneración constante. Con ese mismo simbolismo de incorruptibilidad y perennidad el pino es el árbol consagrado a Cibeles, diosa de la fecundidad, y la piña el fruto que simboliza la inmortalidad de la vida vegetal"
Y esta sería la mesa de abad, en torno y ante la que se disponen los bancos de los monjes. La figura del abad, como dice el prior D. Carlos Gutiérrez en El Fenómeno cisterciense al que tanto aludimos, es el elegido por los monjes para garantizar el cumplimento de la regla benedictina bajo la que han deseado vivir:
"Es animador, pastor, médico y guía. Hace las veces de Cristo en el monasterio, del Jesús que ha venido a servir y no n ser servido. Es hermano entre sus hermanos, sin faltar a la responsabilidad que le ha sido encomendada. Lo vemos como una mediación sacramental de la presencia del Señor y, por eso, libremente, aceptamos su pastoreo como expresión visible de la voluntad del Señor sobre cada uno de los hermanos y de la comunidad"
"Todos los monasterios cistercienses se organizan de manera muy similar, todos están dirigidos por un abad, que es el encargado de ordenar la vida de la comunidad, es elegido por los monjes y será el que represente a la comunidad en las reuniones generales de la orden (capitulo general). Está auxiliado por el prior que es nombrado por el abad, y es el primero (prior) de los monjes. El tesorero, es el encargado de llevar las cuentas de la abadía. El cillero, es el responsable del almacén de alimentos (cilla). El sacristán es el encargado de la realización de las actividades del culto y es el que llama a la oración. El hospedero, adjunto al cillero, es el encargado de acoger y atender a los huéspedes. Durante los rezos del día el chantre dirigirá el coro de los monjes y dirigirá las procesiones y en caso de no existir bibliotecario, se encargará de la custodia de los libros. El portero es el que guarda la entrada de la abadía. Completará la plantilla el enfermero encargado de la atención a los enfermos y de elaborar las fórmulas con las plantas medicinales"
"Sin contar el tiempo de la misa, el Oficio Divino exigía entre tres y cuatro horas diarias según el rango de las fiestas. En verano, dedicaban casi seis horas al trabajo manual, que se reducían a menos de dos en invierno. Durante esta última estación, pasaban más tiempo meditando y leyendo, especialmente en el largo intervalo entre Maitines y Laudes. En pleno verano, el descanso nocturno era algo inferior a las seis horas, compensado con una siesta después del almuerzo. En invierno, no había necesidad de eso, porque los monjes gozaban de un descanso ininterrumpido de más de ocho horas.El horario de los conversos difería completamente. Se levantaban después que los monjes terminaban maitines, pero pasaban mucho más tiempo trabajando, excepto los domingos y fiestas, cuando participaban en algunos de los oficios de los monjes"
Y es que no en vano una máxima cisterciense absoluta era la de escapar de toda "ociosidad mal entendida":
Citando la Regla de san Benito, tanto los Capítulos como los padres visitadores castigaban sin compasión la ociosidad, pero ambos fracasaron en prescribir el remedio realmente adecuado. No podía pensarse en el retorno a una actividad agrícola extensa y organizada, cuando la mayoría de las fincas monásticas eran cultivadas por arrendatarios libres. Una actividad pastoral de cierta intensidad iba en contra de la tradición monástica y de los intereses del clero secular. El trabajo intelectual habría requerido organización, disponibilidad de bibliotecas y constante aliento, todo lo cual faltaba entre los cistercienses. Cuando los Capítulos Generales de los siglos XV y XVI intentaban organizar los archivos y mantener las bibliotecas querían satisfacer simplemente necesidades prácticas, pero no abrigaban ningún anhelo de facilitar la investigación. ¿Qué podían hacer los monjes, cuando no estaban ocupados en sus tareas religiosas o ejercicios de piedad?
La naturaleza de esta situación bastante patética quedó al descubierto con toda crudeza, cuando el Capítulo de 1601 ordenó que «para evitar la ociosidad, todos deberían estar ocupados a ciertas horas en el estudio concienzudo de las letras y lectura espiritual u otros actos de piedad, y si hubiera monjes poco inclinados al estudio, debía asignárseles otros trabajos, tales como pintar, tejer en telares, remendar ornamentos litúrgicos, encuadernar libros y otras actividades similares, ocupándolos siempre en algo, no sea que el demonio, buscando a quién devorar, los encuentre ociosos». Por supuesto, todo esto no era sustitutivo para el trabajo organizado e institucional que había logrado que el monacato fuera próspero y reverenciado en siglos más felices. Tampoco resultó de gran ayuda que el mismo Capítulo confiara la limpieza del monasterio a los miembros más jóvenes de la comunidad todos los sábados y vigilias. Finalmente, se ordenó que todos los monjes realizaran trabajos físicos dos veces por semana. Indudablemente debió ser muy edificante ver la fila de religiosos marchando a realizar algún trabajo de mantenimiento o jardinería. Sigue siendo dudoso, con todo, si tales ocupaciones proporcionaban campo suficiente para las energías creadoras o daban el grado de satisfacción que es indispensable para una vida religiosa sana. Sin embargo, el problema no se sintió tan agudamente en el Antiguo Régimen como en la actualidad, ya que grandes sectores de las clases altas, incluyendo al clero, disfrutaron habitualmente de una vida cómoda, mantenidos por pensiones y prebendas"
"La sesión terminaba con el recuerdo de los miembros fallecidos de la comunidad y la recitación del Salmo 129, el De profundis, y sus preces finales. La importancia y frecuencia del capítulo disminuyó mucho en el siglo XV, como sucedió con otras costumbres, pero fue completamente restaurada dentro de la Estricta Observancia"
Mayoritariamente se trata de capiteles de los antiguos arcos y columnas del conjunto medieval. En ellos predomina la estética vegetal, algo que no estorba ni entretiene la reflexión ni la meditación, oración o el pensamiento profundo, pues evoca sensaciones de paz y equilibrio, máxime con su cuidada disposición de hojas, a veces con alguna filigrana geométrica
Esta evocación naturalista revela ideas de naturaleza, esto es, placidez, tranquilidad, arcadia y paraíso, ayudando al retiro y recogimiento. Si vamos más allá simbolizan el paraíso, celeste o terrenal. Ciertamente el cristianismo está marcado por el simbolismo floral desde su mismo origen, así se ve en los textos bíblicos, los Salmos, el Cantar de los Cantares, metáforas, las palmas con que reciben a Jesús en Jerusalén, etc, cosa que llamaría la atención de los Padres de la Iglesia, cuyas reflexiones al respecto plasmarían en sus obras con comentarios sobre el Reino Vegetal
Hojas, plantas y flores. Estos elementos, junto con las columnas, arcos, etc. son de origen clásico, transmitidos por la cultura greco-latina, pero a la vez existían en las civilizaciones más antiguas, desde Egipto a Mesopotamia. Solían emplazarse en edificios importantes, principalmente y en abundancia en los religiosos. Es muy posible que evocasen los lucus, nemeton, y demás bosques sagrados de las antiguas religiones. Ana María Quiñones Costa en su interesantísima tesis La Decoración vegetal del arte español en la alta Edad Media: su simbolismo, lo explica de esta manera tan concreta:
"La hoja como elemento integrante del Reino Vegetal goza de los mismos atributos otorgados a aquel: su carácter cíclico, su poder regenerativo y vivificador, renovador de la vida vegetal; vida y exuberancia que indican a su vez, fertilidad y riqueza. El hombre desde su aparición en la faz de la Tierra observó todo aquello que le rodeaba: la Naturaleza de la que dependía para subsistir. No la comprendía, pero comprobaba su magnitud, y por ello la divinizó y cargó de simbolismos. Algo tan frágil como una hoja, y a la vez tan poderoso; el Reino Vegetal con su carácter cíclico inducía a múltiples conjeturas, a extraños misterios: la muerte vencida por la vida se repetirá cíclicamente. Ello condujo al hombre desde la más remota Antigüedad a otorgarle un simbolismo: en Extremo Oriente, bonanza y prosperidad , y de forma generalizada, en diferentes civilizaciones, vida e inmortalidad"
"...que se convertirá a lo largo de la Edad Media en la obra más leída después de la Biblia, a causa de la importancia que adquirió el estudio de las plantas medicinales y de sus propiedades terapéuticas: anestésicas, antihemorróicas, hipnótica, cardiológicas, afrodisiacas, etc., de las cuale:3 la medicina empírica y la brujería o supersticiones medievales supieron sacar buen provecho. En ocasiones, se creía que las virtudes terapéuticas de las plantas estaban en función de su parecido con los órganos del cuerpo humano: se recomendaba el empleo de las semillas de adormidera contra las migrañas porque la cápsula de esta planta tiene forma de cabeza; la centaurea, cuyo tallo es cuadrangular pasaba por ser adecuada contra la fiebre cuartana. Pero junte a estas “supuestas propiedades” eran recogidas otras, producto de un saber milenario amplio y perfeccionado, y, en algunos casos, reconocido por la fitología moderna. El conocimiento de las propiedades de ciertas plantas medicinales pudo ser, a veces, utilizado por la Iglesia con el doble propósito de fundamentar con base científica su simbolismo y de hacer llegar con mayor facilidad al pueblo, el simbolismo otorgado a 50 determinadas plantas"
Más capiteles. Algunos tienen formas que recuerdan intensamente al prerrománico, lo que nos hace plantear una pregunta: ¿podrían ser en realidad partes de la primera abadía fundada por los condes Hermenegildo y Paterna y reaprovechados en el claustro románico?. Algún erudito en Historia del Arte ha de tener la respuesta, recordemos que en Galicia hay unas cuantas iglesias con elementos de ese estilo que triunfó en Asturias, extendiéndose por todo el entonces vasto reino, entre los siglos VIII a X
"La Naturaleza con su carácter vivificador, siempre cambiante y a la vez inmutable e imperecedera propició que fuera concebida como símbolo de inmortalidad. Su abundancia asociada a la prosperidad económica y al bienestar de un pueblo. Este doble aspecto: material y tangible, por un lado; y místico, por otro, en su vida cíclica, en su constante muerte y regeneración, hizo que llegara a ser concebido como algo que escapaba a la comprensión del ser humano, que atraía y cultivaba su interés. Lo material, lo tangible, lo corpóreo en simbiosis perfecta con lo conceptual, lo intangible, lo espiritual y místico, encarnado en el Reino Vegetal, en una simple hoja. Ninguna religión podía ser ajena a esto, de ahí la importancia del elemento vegetal en las primitivas concepciones religiosas: hojas, árboles, flores y frutos encierran profundos contenidos simbólicos. Esta simbología, que podríamos calificar de atemporal, por ser compartida por una pluralidad de concepciones religiosas diferentes en el tiempo y en el espacio..."
Y aquí tenemos un jemplo, la flor hexapétala o de seis hojas, tan frecuente en numerosas culturas a lo largo de los siglos o incluso de los milenios, en cuya representación se unen geometría (se hace a compás), simbolismo vegetal, alegoría solar y de buena suerte y amuleto. Podemos verlo esculpido, tallado o pintado en madera, piedra, metal, dibujado en lienzos, en casas, establos, graneros, hórreos, santuarios y todo tipo de objetos y lugares, llamando poderosamente la atención en las estelas funerarias, representación del alma del difunto uniéndose a lo divino, la solarización
Tras recorrer así, encantados, la Sala Capiturlar, regresaremos a nuestro deambular poor el claustro
Nos dirigimos a la puerta del fondo
"La vida del monje del Cister se basa en el retiro y la pobreza para llegar a través de la oración, a la comunión con Dios. Las abadías cistercienses se ponen bajo la advocación de la Virgen, a la que profesan una devoción especial. La comunidad monástica vive en regimen de autarquía, fuera de las costumbres y modas de la época, rechazando los beneficios eclesiásticos, aunque con el paso del tiempo, los abades del cister llegaron a tener una gran influencia dentro de la iglesia, incluso llegando alguno de ellos al papado (Eugenio III). El propio Bernardo de Claraval tuvo una gran influencia en su época, llegando a ser llamado por el Papa para predicar la segunda cruzada. La entrada en el monasterio se produce como novicio, que es dirigido en el aprendizaje por algún monje anciano, conviviendo juntos dentro del monasterio los monjes y los novicios, excepto en las reuniones del capítulo cuando los monjes entrarán en la sala capitular y tomarán asiento en torno al abad, quedando los novicios en el exterior, asistiendo a la reunión a través de las ventanas, pero sin poder participar en el. Al termino del noviciado, pronuncia solemnemente delante del abad y la comunidad, los votos de estabilidad, obediencia y conversión de costumbres, tras lo que se convierte en monje profeso. Tendrá como único vestido una túnica de color crudo, que es la que dará a los cistercienses el sobrenombre de "monjes blancos". Estará sometido a la regla de San Benito y vivirá en silencio. La jornada estará marcada por la liturgia de las horas, y el resto del tiempo lo dedica a la lectura de textos sagrados y al trabajo manual"
La puerta de la derecha es de acceso restringido, nosotros vamos a la del fondo
Subimos las escaleras. es la puerta que desde el Claustro de los Medallones da paso a la iglesia
Accedemos al interior, de planta de cruz latina y tres naves, obra de Pedro de Monteagudo como ya hemos dicho recorriendo el exterior. La majestuosidad, grandiosidad, y volúmenes nos abruman, es el arte de lo impresionante, una constante humana que también trasciende el paso del tiempo, y ante la que, de alguna manera, también sucumbieron los ascéticos cistercienses, no en vano la gente, al entrar, se asombra grandemente y compara sus colosales dimensiones con las de una catedral
Estamos en el crucero, donde se unen los brazos de las naves que forman la cruz de la planta de la iglesia. En medio está actualmente el altar, a la derecha es la capilla mayor, y a su izquierda, en el otro extremo de esta nave transversal, las portadas de las capillas de San Juan Bautista, de frente; y la del Rosario, con vistosas columnas, a su derecha. El orden interior es de pilastras de orden compuesto y sobre ellas una cornisa de más de un metro de ancho.
Y este es el grandioso altar en la capilla mayor, rectangular y de bóveda de cañón, sin sus imágenes y retablos, desaparecidos tras la Desamortización, pero con la luz que se filtra, mágica, en un efecto entre placentero, mítico y sobrecogedor. El musgo verde cubre buena parte de las paredes. El desaparecido retablo mayor fue hecho de 1769 a 1771 por el maestro tallista José Gambino, con su yerno y discípulo José Ferreiro. Solo se conservan siete piezas: cinco relieves en el Museo de Pontevedra, un apóstol en el Museo Provincial de Bellas Artes de A Coruña, y otro en la Real Academia Gallega
Fue en la Liturgia donde los cistercienses reaccionaron especialmente frente a los cluniacenses, así en su gran obra sobre la Orden, el Exordium Magnum, el cisterciense Konrand von Eberbach ataca fuertemente la para él exageración litúrgica de Cluny:
"Los monjes de Cister decidieron, desde el comienzo, observar en todo las tradiciones de la Regla relativas al modo y orden de los servicios divinos, suprimiendo por completo y rechazando cualquier agregado a los salmos, oraciones y letanías, que fueron añadidos arbitrariamente al Oficio por padres menos considerados. Después de seria consideración, conscientes de la fragilidad y debilidad humana, hallaron que esas adiciones eran más dañinas que saludables para los monjes, dado que su multiplicidad daba por resultado que no sólo el holgazán, sino también el diligente, las recitaran en forma tibia y negligente"
Mirando hacia lo alto la cúpula, media naranja que se apoya en pechinas* y que se alza a los 35 metros de altura, es un éxtasis al equilibrio y la arquitectura, a la armonía y al arte. grandiosa imitación de la bóveda celeste con numerosos detalles esculpidos con barroca profusión de horror vacui, motivos geométricos y vegetales
(*Pechina (del latín pecten, -ĭnis 'peine', también 'venera', concha.), en arquitectura, es cada uno de los elementos estructurales y constructivos que resuelve el encuentro entre la base circular de una cúpula y un espacio inferior de planta cuadrada)
Aquí, sobre el crucero, se unen por lo alto la planta de cruz latina en las bóvedas de cañón de nave central y nave transversal o transepto (los brazos de la cruz). Los escudos son los de Alfonso VII dos de ellos, otros dos son el de Sobrado y el del abad que mandó hacer la iglesia
Maravillas del Cielo y de la Tierra en el Corazón de Galicia. Verdadero vértigo aéreo. Este es el intradós o interior de la cúpula, de ocho nervios decorados con las cruces de Alcántara, Calatrava, Cristo y Corazones de San Agustín, además de motivos florales. La investigadora María del Rayo Vázquez escribe en El origen de la cúpula como símbolo en la arquitectura:
"El origen de la cúpula y la bóveda se ubica en Asia Menor, probablemente en Mesopotamia y Persia. No se tiene evidencia física de su existencia. Donde la montaña era la fuente del poder sobrehumano, se construyeron montañas artificiales para representar la relación entre el cielo y la tierra; la materialización de esta idea fue la cúpula como símbolo intermediario entre ambas, relacionándolas a su vez con el infinito (...)
Probablemente se desarrolló al mismo tiempo que la conciencia del espacio, donde el círculo es la forma perfecta como símbolo de continuidad, el espacio pasa de un nivel perceptual a un nivel representativo; es decir, el desarrollo de la percepción llega de forma simultánea al lenguaje y a la representación con imágenes (...)
Ansias por imitar lo que sería la Casa del Dios en la Tierra, un pedazo del Cielo, embajada celeste en Sobrado. Así continúa exponiendo del Rayo Vázquez:
"La cúpula en los templos tiene la función más importante: la división interior, física, psicológica y mística. Se convierte en compartimiento del retablo de iconos, situado entre el santuario y la esfera del templo. En el Antiguo Testamento un lugar sagrado se ubicaba en un punto geográfico, en el Nuevo Testamento lo sagrado es Cristo y el centro geográfico se convierte en un centro cósmico donde se representa su sacrificio, en el cual se unen todos los puntos con los Cielos y se asocia la presencia de Cristo con el espacio que cubre la cúpula"
Actualmente las cúpulas no tienen un valor simbólico directo, excepto quizás en el ámbito religioso. Se han transformado en representaciones del status social del habitante del edificio, de la institución y quizás de la función de los espacios que cubren" (...)
Admiramos dese el altar, mirando hacia la portada principal, casi siempre cerrada y que vimos por fuera, la gran nave central con su bóveda de cañón, con arcos fajones que la dividen en tramos, y donde continúa la referida cornisa. Las laterales son claramente más estrechas y al fondo vemos el coro alto sobre la portada con su bóveda plana. Arcos de medio punto separan las tres naves entre sí con pilares cuadrados. 67 metros de largo y unas proporciones colosales, el famoso orden colosal del Barroco. Las formas geométricas son predominantes en su decoración: triánguios, cuadrados y círculos
Admiremos ahora desde el interior las ventanas y vanos que dan luz al interior, y vayamos pues desde el crucero y el altar a las ya mencionadas capillas laterales de la izquierda
La capilla del Rosario a la derecha y la de San Juan Bautista a la izquierda, en el lienzo norte del crucero: a la entrada hay un sepulcro gótico
Muestra la tumba de un personaje yacente con su armadura y vestimenta de guerrero, leones a los pies y en la base del mausoleo escudos entre arcos de medio punto con sus columnas y capiteles representados en relieve. Es de finales del siglo XIV o de principios del XV y estilo gótico, imperante en ese tiempo
Estas inhumaciones en el interior y en capilla están vinculados a estirpes nobiliarias relacionadas con el cenobio, su patronazgo, amparo y protección. Es importante el detalle del león a sus pies, un elemento muy recurrente en estos monumentos funerarios. Dice Luis Planas Duro en Escultura funeraria:
"El carácter simbólico de los leones funerarios es difícil de establecer con precisión. Probablemente tuvieron un cierto carácter mágico que se creía que alejaba el mal o propiciaba el bien en las sepulturas que decoraban y custodiaban. El felino -con su aterradora expresión-, guardaba el sepulcro al tiempo que encarnaba la violencia y el sino inevitable de la muerte. Y como cancerbero de la tumba protegía los restos mortales del difunto y su ajuar funerario"
Detalle sogueado, motivo del que hemos hablado en la Sala Capitular con sus sensaciones de movimiento, repetición, cadencia, eternidad e infinito
Los capiteles presentan motivos fitomórficos, a base de hojas, la filigrana vegetal más usual en el Císter medieval. Volvemos a pensar en la investigadora Ana María Quiñones Costa cuando dice en La Decoración Vegetal en el Arte Espaflolde la Alta Edad Media: su simbolismo:
"La hoja como elemento integrante del Reino Vegetal goza de los mismos atributos otorgados a aquel: su carácter cíclico, su poder regenerativo y vivificador, renovador de la vida vegetal; vida y exuberancia que indican a su vez, fertilidad y riqueza" (...)" ¿Quizás a causa de la versatilidad que su propia variedad le confiere? hoja caduca o perenne; frágil o resistente; carnosa o espinosa. Lo que permitirá un prolijo y variado repertorio simbólico para explicar de forma sencilla los textos bíblicos"
Por su parte, los escudos de esta capilla representan personajes que sí han podido identificarse: este es el del caballero Arias Vázquez de Vaamonde, en la pared de la izquierda según se entra, con su correspondiente león
También aparece aquí con su armadura y espada, que coge con la mano derecha. Tiene guantes, cota de malla y demás detalles y elementos. Un personaje muestra un libro abierto junto a su cabeza
Accedemos a su interior por su entrada de arco de medio punto, flanqueada por dos columnas corintias a cada lado, sobre pedestales. Estas columnas tienen su fuste decorado en su parte inferior con formas de puntas de diamante rombo y la superior con estrías
Detalle de las puntas de diamante romboides y del intradós o parte interior del arco de entrada. Las paredes laterales son cuadrados entrelazados por líneas, mientras que arriba, el arco propiamente dicho, muestra animales alegóricos, uvas, viñedos y frutas, gallos de la negación, aves del paraíso, o cualquier iconografía sujeta a interpretación. Cada capilla es, o eso pretendería, ser una entrada a un recinto muy especial y lleno de simbolismo
Las paredes muestran grandes pilastras estriadas que acaba arriba en grandes capiteles con formas vegetales. Arriba admiramos su entablamento y cornisa volada. Aquí había retablos laterales desaparecidos con la desamortización de 1835. Cada pared tiene arriba un arco frontero con profusa decoración alegórica en su intradós, y en su tímpano o espacio cerrado bajo de la arquería, una ventana
Los ocho nervios acaban en otras tantas caras que cierran un círculo en lo más alto de la bóveda, dando paso al cimborrio existente en su cúspide, con linterna de ventanales que arrojan luz al interior, rematados en su particular bóveda, y más filigranas artísticas
Al mirar arriba nos fijamos también en la zona interna o intradós de los cuatro arcos. En algunos se distinguen figuras como árboles, un león, un ciervo, un caballo, un oso comiéndose un ave, sirenas con mascarones, o gigantes, uno de ellos, en la clave del arco de la entrada, parece reírse
S MARÍA ES DNI VIRGINI MATRI BENEDICTINE
Al salir al exterior de la capilla, reparamos antes en el interior de la portada, admirando arriba su frontón curvo, abierto arriba en un espacio que da sitio a una una figura muy importante
Es San Bernardo, el gran divulgador de la Orden del Císter, que parece arrodillado, con los brazos abiertos y mirando hacia la desaparecida imagen del Rosario. Como ya hemos dicho, aunque no es el fundador de la orden cisterciense viene en la práctica a ser considerado como tal. Existen de él numerosas biografías, traemos aquí esta, sacada de un muy buen artículo sobre esta orden, Benedictinos y cistercienses en el arte, publicado en Ceremonia y Rúbrica de la Iglesia:
"Los fundadores del Cister sembraron una semilla que parecía no dar fruto; eran pocos monjes y los posibles aspirantes se marchaban asustados del rigor y pobreza con que se vivía la vida monástica, lo que ponía en peligro la subsistencia de la comunidad. Hasta que un día de 1112 llama a las puertas del monasterio Bernardo, el hijo del caballero Tescelino de Fontaines, cerca de Dijon, de 22 años; y no venía sólo, sino que previamente había convencido con gran persuasión a todos sus hermanos y otro numeroso grupo de familiares y amigos de la nobleza de aquella región para que le siguieran en este género de vida. Entonces toma pujanza el monasterio de Cister, que en 1115 funda una nueva abadía (a la que seguirán otras muchas), la de Claraval, donde va Bernardo como abad y cuyo nombre se une indisolublemente al suyo.
A pesar de su vocación contemplativa, Bernardo de Claraval ha de cumplir importantes misiones, especialmente las que le confían los papas: predicar cruzadas, asistir a concilios, regular la vida de los templarios, escribir… Muere en 1154 y 20 años después es canonizado por Alejandro III. Por la importancia de sus escritos, en 1830, Pío VIII lo nombró Doctor de la Iglesia (el “Doctor Melífluo”), e incluso se le ha llamado “el último de los Padres de la Iglesia”
A los lados del arco, escudos de órdenes militares que vimos también en la bóveda de la nave central, a la que volvemos a salir
Dicen los expertos, como H. José Bermell, que la sacristía es la gran obra de Sobrado en el siglo XVI, siendo su hacedor el maestro Juan de Herrera el Trasmerano, quien no debe ser confundido con su homónimo y coetáneo Juan de Herrera de Maliaño, "el de El Escorial", creador del estilo herreriano
La sacristía se hizo realidad entre los años 1569 y 1572, y está considerada considerada por grandes personalidades del arte como Francisco Javier Sánchez Cantón, "el más bello conjunto del Renacimiento en Galicia"
Esta portada es un auténtico Arco de Triunfo de muy pura traza clásica, con pilastras o columnas de base cuadrada adosadas a la pared, un elemento que arranca ya en el Egipto faraónico, y sobre ellas el frontón triangular. A los lados del arco hay sendos medallones que representan, el de la derecha a la Virgen María y a la izquierda al ángel Gabriel anunciándole el nacimiento de su Hijo Jesús. Arriba en el frontón Dios Padre le da la bendición y una leyenda en el friso dice MUNDAMINI QUI FERETAS DNI ISAI, esto es "Purificaos los que lleváis los vasos del Señor", refiriéndose a los monjes, pero al ser una representación de la Anunciación es aplicable a todo el género humano
Cada uno de los muros internos repite el mismo patrón: un arco de medio punto central coronado por frontón triangular y otros dos arcos a los lados. Este es el que mira a la entrada, el del testero. Aquí el alto lateral derecho da paso a la capilla de las Reliquias, que veremos luego, y el izquierdo es una ventana al exterior. Hay entre ellos pilastras y los arcos, que siguiendo el patrón del cenobio barroco, presentan decoración en el exterior y en el intradós o bóveda interna. En el arco central dos medallones representan a San Benito y a San Bernardo, mientras arriba en las esquinas hay dos esculturas: a la izquierda San Jerónimo y a la derecha San Gregorio Magno, dos de los cuatro Padres de la Iglesia o Santos Padres, cuyos pensamientos, testimonios y escritos sentaron la base de la teología cristiana según su interpretación de la Biblia
Y a la derecha de este, el muro norte de la capilla, con los medallones del Rey David y San Juan Bautista, pero inevitablemente los ojos se nos van al cielo continuamente a la grandiosa bóveda de esta magna cúpula con casetones en lo alto, de nuevo con la comunicación entre la tierra y el cielo en la transición de la planta cuadrada a la redonda, de ahí la colocación de todas estas figuras que hemos visto. Nada es casualidad en el arte
"Cuando el hombre construyó las primeras edificaciones, creó un clima artificial y un lugar de interrelación social, generó un lenguaje y le asignó significados a los objetos. Los significados de las formas ayudan a construir la expresión del edificio, sin embargo esta puede ser comprendida de acuerdo a los valores culturales provocados por la socialización del individuo. Inicialmente el hombre copió de la naturaleza las formas para sus primeras construcciones: las formas curvas. Tal vez así surgió la cúpula, cuyo fin primario era cubrir un espacio y más tarde derivaría en la de representación de lo divino y la jerarquizción del edificio o de su propietario.
El espacio cubierto generó en el hombre primitivo la idea de seguridad. Menos preocupado por el ambiente y por la posible agresión de los animales, pudo desarrollar un sentido social y religioso de la vida. Al no poder controlar a la naturaleza, le otorgó un valor místico. Por su semejanza con las formas de la naturaleza eligió la cúpula como representación, probablemente de la forma de la cueva o de la montaña. En este contexto el espacio diseñado por el hombre adquirió diferentes valores: protección, seguridad, estabilidad social, expresión visual del grupo, e intermediación entre el hombre y la deidad"
"Una cúpula es un elemento arquitectónico que se asemeja a la mitad superior vacía de una esfera. La definición precisa ha sido una cuestión de controversia. También hay una gran variedad de formas y términos especializados para describirlos. Una cúpula puede descansar sobre una rotonda o tambor, y puede ser soportada por columnas o muelles que hacen la transición a la cúpula a través de chirridos o pechinas. Una linterna puede cubrir un óculo y puede tener otra cúpula.Las cúpulas tienen un largo linaje arquitectónico que se remonta a la prehistoria y se han construido a partir de barro, nieve, piedra, madera, ladrillo, hormigón, metal, vidrio y plástico a lo largo de los siglos. El simbolismo asociado con las cúpulas incluye tradiciones mortuorias, celestiales y gubernamentales que se han desarrollado a lo largo del tiempo.Se han encontrado domos desde la temprana Mesopotamia, lo que puede explicar la propagación de la forma. Se encuentran en la arquitectura persa, helenística, romana y china en el mundo antiguo, así como entre una serie de tradiciones contemporáneas de construcción indígena. Las estructuras domo eran populares en la arquitectura islámica bizantina y medieval, y hay numerosos ejemplos de Europa occidental en la Edad Media. El estilo arquitectónico renacentista se extendió desde Italia en el período moderno temprano. Los avances en matemáticas, materiales y técnicas de producción desde entonces dieron como resultado nuevos tipos de domos. Las cúpulas del mundo moderno se pueden encontrar en edificios religiosos, cámaras legislativas, estadios deportivos y una variedad de estructuras funcionales"
Esta capilla, también vacía en la actualidad, tiene una llamativa bóveda, no muy alta, en forma de arco carpanel, un tipo de arco que existía en edificios relevantes de muchas épocas pero que alcanza su mayor divulgación con el gótico tardío, pasando al arte renacentista y al barroco
Pero aquí lo que más nos sorprende al entrar este gran fresco de que ha salido a la luz en la pared del testero
Lo que en principio no cabe duda es que son monjes cistercienses, su hábito los delata: túnica blanca y escapulario negro, por ello en la Edad Media se les llamaba los monjes blancos, en contraposición a los monjes negros benedictinos.
Al lado hay otro monje, y detrás otro. Ahora vemos en primer plano el único que lleva la cabeza descubierta, con su tonsura. Simbólicamente podría ser la búsqueda de la Luz de la Verdad, ante la llama de una vela
A la izquierda, un monje de pie porta algo en la mano similar a un cirio, si bien lo que parecería ser la llama están en el mismo ángulo de inclinación que la vela, por lo que debe ser otra cosa
Y estos son los monjes de la derecha, de cerca. Admirando esta pintura podemos recordar el carisma de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia tal y como se plasma en la propia página de Santa María de Sobrado:
"La finalidad última de un monje cisterciense es la de buscar sinceramente al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, bajo una Regla y un Abad, en una comunidad de hermanos. La regla básica para nosotros, como para cualquier cristiano, es el Evangelio, que interpretamos según un estilo de vida señalado por la Regla de San Benito y por nuestras Constituciones.
Esta búsqueda de Dios, a la que nada queremos anteponer, la vivimos en un marco de vida de soledad y silencio, de vigilancia y alegre penitencia, de lectio divina, oración personal y oración litúrgica. Deseamos una vida sencilla, escondida y laboriosa, dedicada, fundamentalmente, al trabajo manual. Por ser monjes cenobitas vivimos en comunidad, dando una relevancia esencial a las relaciones fraternas
Por estar enteramente dedicados a la contemplación, no tenemos tareas pastorales. Ahora bien, como cualquier cristiano, no podemos renunciar a la dimensión apostólica de la Iglesia, que desplegamos a través de nuestra oración eclesial, universal y solidaria con toda la humanidad, mediante la acogida de huéspedes, cristianos o no cristianos, que se acercan a nuestros monasterios con alguna inquietud, o con la pretensión de participar de nuestro carisma, compartiendo la liturgia, el silencio, etc.
La estructuración del tiempo está sabiamente repartido a lo largo de cada jornada, intentando buscar un sano equilibrio físico, psíquico y espiritual, y está configurado en torno a tres valores monásticos básicos: el oficio divino, la lectio divina y el trabajo manual; a una condición evangélica irrenunciable: la vida en común; y a dos necesidades humanas vitales: el comer y el dormir"
"Las relaciones fraternas son ocasión para desenmascarar nuestras heridas, pues en ellas nos sentimos vulnerables y expuestos a que las heridas se abran aún más, y, al mismo tiempo, son la gran oportunidad que se nos ofrece para iluminar nuestra realidad herida y, así, poder sanarla"
En otra de las paredes de esta Capilla de las Reliquias de Sobrado, al lado de la entrada, otro gran fresco muestra varios personajes de hábito rojo, posiblemente cardenales en unas escaleras, dos están arrodillándose ante una aparición celestial
Esta pintura representa al Arcángel Gabriel con la Trompeta del Juicio Final
Salimos de la Capilla de las Reliquias regresando a la sacristía. Si tuviésemos la oportunidad, no dejemos de ver el tercer claustro, o Claustro Grande, al que se accede desde aquí como hemos dicho, si bien recordamos que es parte del recinto privado de los monjes y no suele incluirse en ninguna visita. Fue construido a partir del siglo XVI para que los monjes pasasen a tener sus celdas individuales, cuando tras notable y largos esfuerzos se consiguió un cambio en los preceptos que les hacían dormir juntos en un, leemos en el tan recitado y recomendado Los Cistercienses:
"En sus dormitorios los monjes del Cister primitivo hicieron un valiente esfuerzo por seguir las sugerencias de la Regla de san Benito. En concordancia con la misma, los monjes, no importa cuán numerosos fueran, debían dormir en el mismo dormitorio común y acostarse completamente vestidos en sus duros lechos. La «cama» era un simple catre provisto de un colchón de paja, una almohada y una manta. La prohibición cisterciense de tener cualquier fuente de calor en los dormitorios, constituía otra penuria. En los climas nórdicos, donde el viento húmedo y helado penetraba en esas salas inhóspitas desde fines de noviembre y apenas cedía a comienzos de la primavera, en abril, la noche exigía a causa del frío tanta resistencia de los monjes como el duro trabajo diario.No es de extrañar que el Capítulo General se viera pronto envuelto en una batalla en dos frentes en la que llevaba las de perder: tratando de rechazar los esfuerzos constantes para proveer de alguna calefacción a los dormitorios de los monjes; evitar la partición de los dormitorios comunes en celdas pequeñas, que el creciente énfasis por los estudios y el deseo de aislamiento hicieron más deseables. Ya en 1194, el Capítulo castigó al abad de Longpont por tener un dormitorio construido «irregularmente». Durante todo el siglo XIII, aumentaron las irregularidades de tal manera, que en 1335, la Benedictina tuvo que aceptar el desafío y reforzar la antigua ley con la autoridad papal. Aun así, la bula otorgó excepciones a favor de los enfermos en la enfermería, y a un número no especificado de «oficiales, que no podrían dormir convenientemente en el dormitorio». Mas aún, se permitía a los priores y subpriores construir celdas individuales en los dormitorios comunes, aunque todas las otras celdas dentro de .los mismos debían ser destruidos en tres meses, bajo pena de excomunión. De acuerdo con una interpretación posterior de la bula, se designaba con el término de celda una habitación con una puerta provista de cerradura; por consiguiente, podía tolerarse la simple separación por medio de paredes que no tuviera puertas. De cualquier modo, el Capítulo General de 1392 permitió a un monje de Boulbonne cerrar su habitación con una puerta.Mientras tanto, la rápida disminución del número de monjes y la orientación cada vez más intelectual de muchas comunidades hicieron que los anticuados dormitorios comunes fueran prácticamente insostenibles. El Capítulo de 1494 autorizó a los abades a dispensar de los dormitorios comunes «por una causa justa» prácticamente a todo el mundo, aunque el decreto insistía todavía en que las estufas debían ser retiradas de los dormitorios comunes. En 1530, la abadía de Poblet recibió autorización para dividir el dormitorio en celdas privadas. El Capítulo de 1573 trató simplemente de evitar la construcción de celdas fuera de los viejos dormitorios. El Capítulo de 1601 generalizaba el uso de celdas individuales, porque permitía a los monjes estudiar en sus propios cuartos. La destrucción de las chimeneas se ordenó por última vez en 1605, aunque este decreto fue tan ineficaz como las incontables medidas anteriores. Por último, la In Suprema de 1666, aprobó las celdas individuales amuebladas con moderación, «por el bien de una mayor modestia y honestidad de vida». La Trapa y la Estricta Observancia del siglo XIX volvieron a los dormitorios comunes y en esas casas, como en el Cister antiguo, y el único cuarto con hogar era el calefactorio. Después del Concilio tienen celdas particulares"
Se llama Claustro Grande por sus medidas, 58 x 55 m, atribuyéndose su autoría al Maestro Filgueira. En el ala sur se construyó una torre entre 1714 y 1718, y en el al este otra en 1753
Pasamos una vez más enfrente de la capilla mayor, orientada al este, por donde sale el sol naciente, representación de Cristo
Recorremos toda la nave mayor hasta la portada principal, admirando a la vez los cinco tramos de las naves laterales. . Fijémonos en el luz que entra por la gran ventana del espacio intermedio entre las torres, lo que es propiamente el interior de la fachada que vimos antes al exterior
La portada principal desde adentro, que como ya dijimos lo normal es que esté cerrada
"La hospitalidad, tradicional servicio monástico, constituyó otro eslabón entre las abadías cistercienses y la sociedad. La primitiva legislación de la Orden recalcaba esta virtud, especialmente en beneficio de los monjes y clérigos de viaje, aunque a los viajeros laicos se les ofrecía comida y albergue con la misma generosidad. Muchas abadías tenían una hospedería para visitantes, algo apartada de los edificios conventuales"
"Aunque la Regla no las mencionara, las penas de prisión eran medidas punitivas monásticas ampliamente difundidas en otras órdenes. Tal es el caso de Cluny. Pero aparecieron apenas en Cister en las actas del Capítulo General de 1206, permitiendo simplemente que se construyeran cárceles en cada abadía. En 1230 se lo ordenaba, y el estatuto insistía en que tenían que ser «sólidas y seguras». Dado que las fechas coinciden con brotes de cierta indisciplina en algún monasterio por parte de los conversos, se puede suponer que estas medidas, tomadas de la justicia secular, eran adoptadas por las autoridades de la Orden con el fin de reprimir tales indisciplinas. Los archivos del Capítulo General proporcionan detalles sobre tales hechos"
"Variante de Parga hasta As Cruces
Aquí muchos peregrinos se vuelven locos, pues en la aldea de As Penas se encuentran dos mojones, y un cartel de madera explicativo, que informan sobre la distancia a Compostela: 95,383 por Miraz, 86,497 por Parga y As Cruces. Es conveniente recordar que la traza antigua, con fin de etapa habitual en Miraz o Sobrado dos Monxes –gran monasterio cisterciense de imprescindible visita-, aunque más larga tiene varios albergues, incluso intermedios en Carballedo, A Lagúa y A Roxica. Por contra, en la nueva variante, que además coincide en largos tramos con una carretera, sólo es posible alojarse en las pensiones de A Pobra de Parga, ligeramente apartada del Camino.La anterior circunstancia ha obligado al Xacobeo a señalizar un enlace entre As Cruces y Sobrado dos Monxes, pero alarga los 28/29 km desde Baamonde en 5 km más, con doble opción final para llegar a Sobrado. Quien no baje a Sobrado podrá proseguir hasta Boimil (13,5 km), donde la variante se une a la rama principal procedente de Sobrado, para proseguir ambas unidas hasta Boimorto, que dispone de albergues público y privado"
"El Camino Norte no deja de darnos quebraderos de cabeza a los divulgadores de las rutas jacobeas. La causa: que no paran de habilitarse variantes, funcionales o paisajísticas –sobre todo por la costa-, que acaban gozando de más popularidad que el propio itinerario histórico, estando muchas de ellas señalizadas, además, con flechas amarillas.
A raíz de haberse presentado la candidatura de los Caminos del Norte al Patrimonio Mundial, reconocimiento que la Unesco otorgó en 2015, la delimitación oficial de la ruta histórica, por la obligatoriedad de que las vías objeto de la candidatura fuesen primeramente declaradas Bien de Interés Cultural, parecía que iba a aclarar el panorama viario. Sin embargo, todo lo contrario: discusiones entre partidarios de rutas ya consolidadas frente a las nuevas propuestas, discrepancias entre comunidades autónomas sobre cuál era la variante principal, e incluso protestas públicas, de diversa índole, en apoyo de un trazado u otro –ocurrió en Güemes y Sobrado dos Monxes-.
Así pues, el lío está llamado a perdurar, y tan sólo el tiempo, las recomendaciones de los prescriptores y, sobre todo, la libre elección de los peregrinos, que siempre suele estar motivada en función de los servicios –o sea, que se trata de una decisión objetivable-, podrán poner un poco de orden en el aparente caos"
Por A Praza Portal pasa la carretera AQC-934, que es la que vamos a seguir para salir de Sobrado. Aquí está el Hotel San Marcus, otra alternativa para alojarse, dispone de cafetería y comedor
Es la arteria principal de Sobrado, con bares, cafés, oficinas bancarias, comercios... aquí está la Cafetería Plaza
Vía Sacra abrió en 2020, el "año del Covid", junto con un albergue más, O Abeiro da Loba (en Madelos, Carelle, unos kilómetros más al oeste), un año triste para el Camino por la drástica disminución de peregrinos. Estas iniciativas merecieron mención en el artículo de Santi Riveiro Emprendiendo el tiempos de la pandemia en Galicia, publicado el 2 de agosto de ese año en El Correo Gallego:
"... no son uno, sino dos, los establecimientos hoteleros que han abierto estos días en Sobrado dos Monxes (A Coruña), la pensión Vía Sacra y el albergue O Abeiro da Loba, subvencionados con fondos Leader de la Unión Europea que gestiona el Grupo de Desenvolvemento Rural Ulla Tambre Mandeo.
La pensión Vía Sacra abrió el pasado 16 de julio casi pegada al monasterio cisterciense de Sobrado. Al frente está Gelines Méndez, quien explica que se decidió a emprender “polos meus fillos”. “Eles querían quedar no rural e buscamos de darlles un medio de vida”, apunta
Sus expectativas de apertura eran altas en vísperas de un Año Santo, pero las reservas no llegan en la cantidad que se preveían. “Isto da Covid foi un pao moi gordo”, confiesa. De las doce habitaciones de que disponen, ahora mismo tienen alquiladas cuatro dobles y dos familiares, y eso gracias al grupo que se encarga de los trabajos arqueológicos en el cercano campamento romano de A Ciadella. Prefiere ser precavida. “Aínda non abrimos a cociña para o público en xeral. Cremos que é mellor ir a pouquiños e agardar a ver que pasa porque a nosa razón de ser é coidar á xente e tratala con cariño mirando polos detalles”, argumenta.
Alejandro Sánchez, por su parte, es ejemplo de profesional con trabajo y sueldo en la ciudad que decide volver a sus raíces y emprender en el rural para llenar así un vacío vital. Tras restaurar la casa de su abuelo, abrió O Abeiro da Loba el 1 de julio. “Nuestra intención era abrir antes de Semana Santa y, de hecho, ya teníamos algunas reservas que tuvimos que cancelar. La paralización nos causó también otros trastornos, como por ejemplo el no poder contar con jardineros que acondicionasen la finca o que no tuviésemos proveedores”, cuenta
Su sensación actual es que “ahora la gente se va animando”. “No tenemos ningún día lleno, es un goteo de clientes pero bienvenido sea. Estamos recibiendo sobre todo a peregrinos y grupos de amigos que quieren reunirse en un entorno natural y seguro”
Seguimos calle adelante todo recto entre largas filas de viviendas. A nuestra derecha es por donde entra en el centro de Sobrado el otro camino que, procedente de As Cruces, se divide en dos al llegar a Sobrado: este es el ramal quebajando por el barrio de A Alvariza
Realmente el camino antiguo y actualmente señalizado sube por la calle a su derecha y sigue en ascenso detrás de él por Santiago do Campo, continuando luego paralelo a la carretera unos metros para bajar posteriormente y volver a ella. Dado que no parece ofrecer mayor aliciente y encima tiene cuesta estimamos más agradable, corto y vistoso continuar por este paseo
Este hermoso bulevar enlosado está jalonado de árboles que dan buena sombra y es llano. Además, a lo largo de todo su recorrido, tendremos maravillosas vistas del monasterio que acabamos de visitar. El murete de piedra es un hermoso mirador hacia el convento y el valle
Los monjes también salían fuera del claustro para pasear, pero incluso esta práctica estaba reglada, tal y como nos advierten en la Historia institucional cisterciense
"La carta de visita regular de 1523 para el colegio de san Bernardo de París permitía excursiones anuales a la campiña cercana bajo estricta supervisión. El Capítulo General de 1601 aprobó caminatas para recreación, al decir que «cuando fuera conveniente salir del claustro para tomar aire fresco o recreación, las caminatas realizadas con dicho propósito no deben llegar muy lejos, ni durar más de dos o tres horas y (son permitidas) únicamente cuando toda la comunidad, conducida por el prior, pueda salir». Períodos diarios de conversación después de las comidas aparecen en los horarios del Colegio Parisiense en la década de 1630. Es probable que disposiciones similares fueran bastante comunes también en otras casas, excepto aquellas bajo control de la Estricta Observancia. Una costumbre monástica peculiar, impuesta por la regla de silencio estricto, fue el uso de un lenguaje de signos. El abad Odón (926-942) lo introdujo en Cluny, y se difundió entre las congregaciones reformadas de los siglos XI y XII. Cister no dictó reglas obligatorias para su aplicación, pero adoptó probablemente el lenguaje de señas que se practicaba en Molesme. Los signos, formados con dedos y brazos, no debían ser usados para desarrollar una conversación, y estaban ideados simplemente para transmitir mensajes e instrucciones. Un manuscrito de Claraval que ha llegado hasta nosotros contiene un «diccionario» de doscientos veintisiete signos, correspondientes al mismo número de palabras o términos latinos. En otras partes, usaban para expresarse una cantidad más o menos similar. Distintas reglamentaciones restrictivas dictadas por el Capítulo General parecen indicar que el lenguaje de señas era usado con frecuencia para bromear, en lugar de favorecer el espíritu de silencio y recogimiento. La relajación gradual de la regla de silencio estricto eliminó los motivos del lenguaje de señas, que fue restaurado posteriormente por la Estricta Observancia"
"El trabajo manual dependía por completo de las estaciones: más pesado en verano, más ligero en invierno. Las tareas habituales de las granjas estaban a cargo de los conversos, pero en época de arado y cosecha todos los monjes que estuvieran en condiciones participaban del trabajo en el campo el tiempo que fuera necesario. En esas ocasiones, se rezaba la misa matutinal a una hora temprana, y toda la comunidad marchaba llevando los aperos a los campos, donde pasaban el resto del día, rezando y comiendo en el lugar de trabajo. En esos casos, se suspendía la ley del ayuno y se servía mayor cantidad de bebida. Los Ecclesiastica officia especifican la distribución de unos 700 gr. de pan y una mezcla de leche y miel para beber.
Con el arriendo progresivo de la tierra monástica disminuyó en gran parte la necesidad de trabajar los campos. Las huertas cercanas a las abadías, que todavía tenían que ser cuidadas fueron asignadas a los hermanos legos que quedaban. El problema de un trabajo significativo para los monjes de coro quedó como un problema debatido y básicamente sin solución hasta la Revolución Francesa"
El monasterio y todas sus dependencias y entorno. A la derecha vemos el solarium, de grandes cristaleras, donde están la Biblioteca y el Scritorium, además de la hospedería. Abajo se sabe estuvo la rebotica, el taller de la botica monástica, para hacer preparados y medicina, contando con su propio huerto, denominado en los documentos el jardín de la botica, y su almacén la caseta del jardín. De la Rebotica habla así su investigador Miguel Álvarez Soaje en Botica del monasterio de Sta Mª de Sobrado: monjes y farmacéuticos:
"...zona de trabajo diario, bien iluminada, donde se situarían elementos más toscos, como una mesa de trabajo, enseres y útiles destinados a elaboración de medicamentos (morteros de bronce o piedra), medidas para líquidos, armarios, arcones y, desde el siglo XVII, uno o más hornos para destilaciones. En cuanto al utillaje de la botica, sería lógico pensar en la existencia de numerosas piezas, como balanzas (de dos tipos; la romana y la propia de botica, utilizada ya en el siglo XVIII), tamices, retortas, pildoreros, pesas, espumaderas, baños (de arena, de María, de reverbero, de vapor), crisoles (de hierro fundido, plata o porcelana), filtros (manga de Hipográs para filtrado grosero, de papel de estraza), embudos, matraces (de forma redonda con caños más o menos alargados), prensas para exprimir (normalmente la de tornillo), tamices, vasos (de vidrio, cobre o hierro), peroles y cazos, alambiques (numerosos y de diferentes tamaños, formas y materiales, como vidrio o barro vidriado), morteros (de piedra, madera, vidrio, cobre o bronce) o espátulas y, como elemento de mayor identidad de la botica, el conjunto de botes o “botamen”, compuesto normalmente por varios centenares de piezas
Y a la izquierda vemos los edificios de la Praza do Portal que siguen a la Casa das Audiencias en su fachada sur, con galerías y balcones-corredores, aprovechando bien la luz del sol. Más arriba están los bosques y Carballeira da Casa do Gado, donde se filmó buena parte de la película, estrenada en 1987, El Bosque Animado de José Luis Cuerda, basada en la novela homónima de Wenceslao Fernández Flórez, publicada en 1943
"La película, en clave tragicómica, muestra las andanzas de los habitantes humanos de la fraga de Cecebre y cómo se entrecruzan sus caminos al amparo de un bosque vivo en el que animales, personas y plantas forman un sistema armónico. Destacan las desventuras de Malvís, un jornalero que harto de las penurias de su oficio, decide hacerse bandido y ocultarse en la fraga con el apodo de Fendetestas, y al que se le unirá como aprendiz un rapaz, Fuco; de Geraldo, un pocero que perdió una pierna cazando ballenas y enamorado de Hermelinda, quien se marcha a la ciudad harta de su tía; del alma en pena de Fiz de Cotovelo, condenada a seguir tras la Santa Compaña, y de los señores D'Abondo, los señores de la parroquia, entre otros personajes. A diferencia de la novela en la que se basa, los animales y plantas no se presentan como humanizados, y se refuerzan los aspectos cómicos del relato"
Seguimos caminando Campos de A Telleira y más allá O Galiñeiro, topónimos que parecen rememorar antiguas industrias (tejeras o cerámicas) y granjas del monasterio, o vinculadas a él, en el valle del río Tambre y a lo lejos los Montes do Bocelo. Pasamos ahora a la altura del Centro de Salud, que vemos a la derecha
"Un bandido, un pocero, una niña que trabaja, un chico que no quiere trabajar, una muchacha que emigra y un fantasma que busca compañía. Estos y otros personajes configuran el mundo fantástico que vamos descubriendo entre los árboles de un bosque. Frente al mundo de los pobres, el de los ricos: los señores del pazo, las veraneantes llegadas de Madrid y la patrona que explota a los niños porque su irremediable soltería ha exacerbado en ella el amor por el dinero. Entre todos, el tren que bordea los caminos del bosque, que trae y lleva pasajeros y es el único nexo que los une y los desune"
A la derecha, os prados de las casas de Santiago do Campo, que vemos a una cierta distancia, tras las que va el camino señalizado
"... el admirable éxito de los cistercienses no se deriva de la originalidad de su ideal monástico, sino del armonioso equilibrio entre ideas tradicionales y modernas, bien adaptadas a las necesidades espirituales de una nueva civilización y propagadas por organizadores geniales, consolidadas y conservadas gracias a una administración puesta a punto perfectamente"
Siguiendo camino, unas casas: nos acercamos al llamado Grupo San Bernardo, una colonia de viviendas unifamiliares al pie del monte A Cruz de Castro, topónimo de resonancias castrexas, quizás algún castro precedente de población y monasterio sobre la Vía Romana XIX del Itinerario de Antonino, cuya señalización pronto encontraremos
"Muy joven, durante el reinado de Fernando III el Santo, empezó su carrera como soldadera; una mujer que, para entretener a los cortesanos, cantaba, bailaba y realizaba ejercicios durante la actuación de juglares y trovadores; a veces acompañaba a los soldados en las campañas militares; y por su actuación recibía como salario “una soldada”. Aunque era hidalga y pudo tener otra vida, María eligió ser soldadera, posiblemente para no estar sometida a las decisiones y la obediencia a un marido, y para poder moverse y decidir con una, aunque muy limitada, cierta libertad"
No se sabe cómo y porqué María Pérez empezó su carrera, pero lo que sí se conoce es que bailaba y cantaba para la corte y acompañaba a los soldados en sus campañas militares, actuando para ellos, por lo que recibía una soldada o sueldo, de ahí que su oficio fuese nombrado soldadeira. Este de Sobrado es el documento conservado más fehaciente y serio de su biografía, pues de María sabemos más por las cantigas de escarnio, que dentro del esquema de valores de la época, poco respetuoso para con las mujeres que se salían de la estricta norma de sumisión femenina, le dedicaron a su vida y obra nada menos que ¡once trovadores!, entre ellos el mismo monarca Alfonso X, así como los célebres gallegos Pedro Amigo de Sevilha y Pero da Ponte, lo que de todas maneras prueba su valía y enorme trascendencia y gran popularidad.
"Las cantigas la presentan como una mujer un poco supersticiosa, que jugaba a los dados, hacía trampas, al principio fingía perder para luego desplumar a los otros jugadores y tenía un mal perder que la llevaba a blasfemar. Parece que desplumaba a los ballesteros en el frente de guerra y en la frontera, probablemente en Murcia (estas cantigas la sitúan en las zonas fronterizas entre el reino de Castilla y el de Granada)"
María Balteira, por que jogades
os dados, pois a eles descreedes?
Os beesteiros daquesta fronteira
pero que cuidan que tiran mui ben
quero lhis eu conselhar ûa ren;
que non tiren con Maria Balteira.
Lamentablemente no han llegado testimonios más concretos de sus dotes artísticas en baile, canto y música, como sucede con más soldaderas, trovadoras y juglaresas. Así lo explican en El mundo entre nosotras:
"Las cantigas de escarnio eran un género satírico de la lírica medieval galaico-portuguesa, que criticaba utilizando sobreentendidos y palabras encubiertas. En las cantigas de maldizer, sin embargo, el poeta criticaba e insultaba abiertamente. Las cantigas sobre María relatan con burla sus andanzas y amoríos. El rey Alfonso X se inspiró en sus relaciones con un tal Juan Rodríguez, para componer una cantiga picante: la Balteira pide que le construya una casa de madera y Juan Rodríguez debe calcular exactamente los troncos que va a necesitar.
“Si lo quieres hacer bien -sugiere la Balteira-, de buena medida la debes coger, así y de ninguna manera más pequeña. Esta es la madera adecuada, si no, yo no os la señalara. Y como ajustada se ha de meter, bien larga toda ella ha de ser para que vaya entre las piernas de la escalera. Esta es la medida de España, no la de Lombardía o de Alemania; y porque sea gruesa no os parezca mal, pues si es delgada no sirve para nada”
Según su gran biógrafo, el erudito Ramón Menéndez Pidal, tuvo su mayor éxito con el renombrado rey Alfonso X entre 1257 y 1267, cuando se supone fue a las cruzadas; las cantigas la sitúan en zonas de combates en las fronteras de los reinos de Castilla y Granada, donde parece que a todos asombraba y enamoraba, según el citado blog:
"Enamoró a bastantes cortesanos y trovadores galaico-portugueses, y fue amante de algunos. Pero de Ambroa estuvo muy enamorado de ella y Pero Maflada escribió que estuvo "moi coitado" por amoires de la Balteira"
O que a Balteira ora quer vingar
das desonras que no mundo prendeu
se ben fezer non deva começar
en mi, que ando por ela sandeu
En otra faceta, parece ser llegó incluso a ser agente secreto, como una Mata Hari medieval. De esto escriben también en El mundo entre nosotras:
"María tuvo tratos con los moros y es posible que, en alguna ocasión, actuara como agente de Alfonso X, utilizando sus artes y encantos en alguna intriga política. Según los poetas Pedro Amigo y Vaasco Pérez, fue amante de Fi de Escaliola. Alfonso X apoyó la rebelión de los hermanos Beni Escaliola, por entonces arráeces de Málaga, Guadix y Comares, contra el reino musulmán de Granada. Esto facilitó al rey cristiano la victoria sobre la ciudad"
"Ya nuestra cruzada María Pérez vino de ultramar, tan cargada de indulgencias, que no se puede con el peso tener derecha.
Las indulgencias debían guardarse con cuidado, como algo muy precioso, pero la maleta de María Pérez no tiene cerradura, y los mozos del lugar se la trastornan a cada momento; húrtanle las indulgencias, y todas las perdió como cosa, al fin, mal ganada”
Parece ser que María Pérez pasó los últimos años de su vida (se desconoce fecha de fallecimiento) en su Arema natal, o tal vez en Salamanca, pues según Menéndez Pidal, el trovador Pedro Amigo, que aunque la satirizó debía ser amigo, tenía allí unas casas, que donó al cabildo de la iglesia salmantina para que María pudiera vivir en ellas de por vida sin pagar por ello más de 25 maravedís.
"Con la vejez y la pérdida de su belleza, María tal vez ejerció de alcahueta cortesana. Sus últimos años fueron también cantados por los juglares. "¡Soo vella, ay capelán!" (Soy vieja, padre)”, se lamentaba"
"María nacía en tierras de Betanzos, en la provincia de A Coruña a lo largo del Siglo XIII. Era hija de Pedro Eanes de Guimaráns y de Azenda Peláez, una familia noble de Armea, en Coirós, y de los cuales heredó una casa y varias propiedades. Pocos datos se conocen de su vida. La mayoría provienen un documento de 1257 del Monasterio de Sobrado dos Monxes y de algunas cantigas (canciones) de la época
Durante el reinado de Fernando III el Santo, María comenzaría su carrera de soldadeira. Esta figura era una mujer que entretenía a los cortesanos con su baile y su canto durante la actuación de los juglares y trovadores. Solía acompañar a los soldados durante las campañas militares y por su trabajo recibía una “soldada” como salario, de ahí su nombre.
Aunque de familia noble, parece que María ejerció como soldadeira para evitar tener que estar sometida a un marido o a la iglesia y poder decidir qué hacer con su vida con cierta libertad.
Su mayor fama la alcanzaría en la corte de Alfonso X el Sabio, en donde le serían dedicadas varias cantigas de escarnio (satíricas) por, al menos, 11 trovadores, entre ellos el mismísimo Rey Alfonso X. Su talento para el espectáculo fue el que le abrió las puertas a la fama, pero ningún poema hace referencia a ese arte, sino que la critican abiertamente debido a su vida fuera del matrimonio o la iglesia. Es lo que tienen los adelantados a su tiempo. La envidia campaba a sus anchas.
María participaba en competiciones de tiro con ballesta, jugaba a los dados, hacía trampas, blasfemaba cuando perdía y enamoraba a cortesanos y trovadores. Parece ser que acompañó a Alfonso X en sus campañas por el sur de la Península, utilizando sus artes y encantos como agente secreta del Rey en alguna intriga política entre los Reinos Cristianos y Musulmanes.
En 1257, María firmaba un documento con el Monasterio de Sobrado dos Monxes. En ese documento, María se anunciaba como cruzada para acudir a Tierra Santa para expulsar a los “infieles”. Todos los cruzados y peregrinos podían firmar un documento en el que sus propiedades pasaban a estar protegidas por la iglesia mientras durase su Cruzada. De esta manera María habría solicitado acogerse a ese derecho y realizado el documento en Sobrado dos Monxes.
Este documento y algunas cantigas de la época parecen indicar que partió a Tierra Santa en una cruzada encabezada por el primo de Alfonso X, Fernán Pérez Ponce de León. Desgraciadamente, no tenemos datos de lo que allí ocurrió. Tan solo sabemos que volvió de allí con todos sus pecados perdonados. Pero conociendo a esta singular mujer, cualquier aventura que podamos imaginarnos se alejará bastante de la realidad.
Con la vejez, María acabaría retirándose en su casa de Armea. Se contaba que siempre tenía a su lado a un cura a sueldo para defenderla del demonio. Se desconoce cuándo y dónde falleció finalmente, aunque todo parece indicar que lo hizo en 1267. Según el documento del Monasterio, en el acuerdo al que llegaron, a su muerte los monjes tendrían que llevar su ataúd a Sobrado para darle cristiana sepultura pero no existe prueba alguna de que se cumpliera su última voluntad...
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