El Camino y la iglesia de Granda (Siero). Al fondo el Monte Naranco |
El Camino y el Palacio de Meres |
El Camino es aquí de zahorra, tierra y pequeñas piedras llamadas grijo, llano y agradable de caminar. Llegamos así a la señal nos advierte la proximidad de un paso a nivel, hacia el que nos dirigimos
Pasamos al lado del río Nora, apenas un riachuelo en verano pero que forma en este gran valle central asturiano una importante cuenca fluvial con numerosos pequeños afluentes. Un valle que desde Sariegu nos ofrece paso llano y directo a la capital de Asturias y por donde discurren, recalcamos, tanto los milenarios caminos reales como las carreteras, autovías y el ferrocarril
Las riberas están pobladas de una frondosa vegetación que proporciona humedad y frescor al entorno
Manzanas en los pumares, una de las pumaradas que suministran a los cercanos y numerosos llagares de sidra de Tiñana, de los que hablamos ampliamente en las entradas de blog correspondientes a los tramos de Camino anteriores a este
Nos acercamos al paso a nivel y, seguido a ella, vemos el bosque de Les Regunes, que atravesaremos en dirección a El Campu, uno de los barrios de esta parroquia de Granda
Es un paso a nivel sin barreras, hay buena visibilidad y no habría de ser mayor problema para cruzar un peatón, pero no nos confiemos y miremos (y oigamos) bien antes de pasar
"Todavía en la actualidad emplean nuestros paisanos la palabra granda ‘elevación estéril o de monte bajo, de suelo de piedra o arenoso’ que ha tenido gran éxito en la toponimia y como apellido. También es de uso la expresión grandizu con que se alude a cualquier suelo de ínfima calidad, semejante al de la granda. Nuestra palabra está próxima etimológicamente al portugués gândara, gallego gándara así como a otros términos del norte de Italia donde ganda equivale a ‘ladera pedregosa’ lo mismo que en el rético ganda y en el alemán de Suiza gand. Es probable que se trate de una palabra precéltica que también subsiste en el irlandés ganen ‘arena’ . Dada su extensión resulta mejor esta propuesta que admitir que se trate de un suevismo. Lo que incide en su origen prerromano es el hecho de que entre las palabras no latinas de uso en las explotaciones mineras de nuestra tierra, según cita Plinio, figure GANDADIA responsable del actual gandaya ‘cosa de desecho’ (y de ahí ‘gentuza’) que presenta la misma raíz *GANDA combinada con el sufijo átono -ARA al que hemos hecho referencia más arriba al hablar de Oubanca. En Asturias granda está abundantemente presente no sólo en la antroponimia como apellido, sino en la toponimia".
Llegamos a una bifurcación y continuamos a la izquierda. Estemos atentos a las flechas amarillas pues pueden estar en cualquier lugar en estos sitios con escasos soportes potenciales para las mismas
Los mojones pueden haber desaparecido y/o haber quedado ocultos por la vegetación cuando crece, como en estas sebes o setos naturales
"El bocage es un paisaje compuesto de pequeñas parcelas irregulares (tierras de cultivo y prados), también llamados bardisas, separadas entre sí por setos vivos, muretes y terraplenes, y por árboles que a menudo bordean los caminos. El bocage es típico de las regiones atlánticas de Europa como Francia (Normandía, Bretaña, Vandea y Boulonnais), Irlanda, Gran Bretaña y España (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco), encontrándose también de manera abundante en la isla de Menorca (legado de la época británica) y en otras latitudes más septentrionales cercanas al mar del norte, como el sureste de la península de Jutlandia en Dinamarca y gran parte de la región de Schleswig-Holstein en Alemania, así como en amplias regiones del interior de Francia como partes de Borgoña y parte de las regiones montañosas del Macizo Central de los Alpes y de los Pirineos.
Origen de la palabra
El término bocage (bôqueige en Borgoña, boscatge en el mediodía francés, boscaje en España, bocage en Inglaterra) procede del francés. Este a su vez procede del bajo latín boscus, que dio lugar a bosc en francés antiguo, que significa bosque. Pero la etimología presta a confusión: si bien la palabra bocage, o boscaje, se refería antiguamente a un bosque pequeño (bosquet en francés), el sentido actual se refiere a una construcción humana, una red de setos, más que a un bosque propiamente dicho.
Historia del bocage
En el bocage la población humana está diseminada en granjas aisladas, pueblos pequeños y aldeas. Es el resultado de una parcelación de las tierras en regiones donde tradicionalmente la herencia de las tierras se dividía entre los hijos. El bocage es por lo tanto asociado históricamente con el minifundismo.
El origen del bocage y su significación sigue siendo objeto de debate. El término surge en la parte occidental de Francia, donde el bocage aparece hacia el siglo X y conoce su máximo desarrollo en la década de 1850. Parece claro que esta estructura agraria supuso en su origen la reafirmación del derecho a la propiedad y a la explotación individual de las parcelas. Durante el siglo XX, y sobre todo a partir de los años 1950, se ha producido un retroceso de este tipo de paisaje debido a las políticas de concentración parcelaria que elimina el vallado y los obstáculos para la introducción de la maquinaria agrícola, y extiende la superficie de las explotaciones para conseguir una mayor rentabilidad comercial de las tierras. La unificación de los propietarios agrícolas es una de las causas del éxodo rural.
Ventajas ecológicas del bocage
El bocage presenta una gran diversidad ecológica, a diferencia de los campos abiertos (Openfield en inglés). El bocage podría considerarse como un bosque lineal, o un bosque residual de los antiguos bosques primitivos. Sirve de hábitat sustitutivo para la flora y las pequeñas especies animales de los bosques desaparecidos. En él se recogen frutas, bayas, setas y la caza es abundante. La densa red de setos favorece por otra parte el tránsito de los animales formando corredores biológicos. Es también un ecosistema con una gran capacidad de resiliencia.
El bocage permite retener el agua y ofrece una mayor resistencia a la erosión de los suelos. En épocas de lluvia, los setos y los muretes impiden que las aguas se escurran arrastrando el suelo fértil, mientras que las cunetas de los caminos sirven para drenar el exceso de agua. En épocas secas, los setos retienen la humedad e hidratan el suelo. Las cortinas de árboles protegen también de los vientos y del exceso de sol en verano.
El bocage es menos susceptible de sufrir plagas de insectos dado que los setos albergan numerosas especies de pequeños animales que se alimentan de ellos y así regulan su presencia. A su vez, las plagas de pequeños roedores son escasas dado que este tipo de paisaje sirve también de refugio a sus predadores.
En los últimos años del siglo XX, se ha observado un deterioro de las condiciones climáticas en regiones donde el bocage tradicional ha sido paulatinamente destruido desde principios de siglo. La gestión del agua se ha visto perturbada, por lo que se piensa que podría ser una de las causas del aumento y agravación de las inundaciones en épocas lluviosas y de la falta de agua en épocas secas. Se observó también una erosión acelerada de los suelos. En algunas regiones francesas, las autoridades locales y nacionales están empezando a subvencionar la reconstrucción del bocage a fin de recuperar sus ecosistemas perdidos, como en el programa Breizh Bocage, con fondos del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), que se implantó en Bretaña entre 2015 y 2020.
El bocage reconstituido artificialmente se denomina a veces neobocage.
El paisaje del bocage durante la Segunda Guerra Mundial
El bocage es a menudo sinónimo de Normandía, por cubrir la mayor parte de esta provincia. Es conocido que durante los combates en los setos vivos que siguieron el desembarco de las tropas aliadas en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial, las frondosas cercas del bocage normando dificultaron enormemente tanto el avance del ejército aliado hacia París como la retirada de las tropas del mariscal alemán Erwin Rommel. Las tropas quedaron enmarañadas en un combate que se libró en este cinturón de densos campos de manzanos y pequeños prados, entrecruzados por una red de setos situados sobre bancales de tierra que ocultaban los caminos, hundidos bajo el nivel de los prados. Esta red de bancales proveía, en definitiva, de trincheras naturales conectadas unas con otras listas para ser usadas por los defensores alemanes. La media era de 14 setos por kilómetro en Normandía, los cuales tenían que ser capturados uno por uno por los aliados".
Este es el lugar de La Llerona, donde no vemos aparentemente ninguna señal indicadora (es posible que las repongan y las veáis cuando vengáis) pero, repetimos, hay que tomar el ramal de la derecha, que vemos más pisado y rodado
Un poco más adelante, una torre de alta tensión puede servirnos como referencia para caminar hacia ella
Pasada la torre, en esta foto, tomada de tarde y con menos vegetación, la vemos mejor, está a la izquierda, en otro cruce en el que continuamos a la derecha
Aquí nos vamos a adentrar aún más en la espesura en la zona más tupida de este pequeño bosquete de Les Regunes, a continuación de Les Llamargues
Justo antes de meternos en la umbría hay bifurcación
Hay que seguir por el que se ve el camino principal, más ancho, pisado y aplanado; sin embargo no vemos nada que nos lo indique
El Camino en otoño, cubriéndose de hojas caídas. A pesar de la relativa cercanía de la trepidante actividad industrial y comercial de la zona, el sosiego de esta parte del valle prácticamente hace que nos olvidemos de ello, pues apenas lo vemos ni lo oímos, inmersos en la paz del sendero por esta arboleda
El bosque se extiende linealmente a los lados del Camino y hace de separación entre este y las fincas colindantes, reparemos en el trabajo de ensanche de la vía efectuado en su momento a la derecha
Sin embargo raro es que nos encontremos con ningún vehículo, ni apenas con nadie a no ser otros peregrinos, en todo este tramo de Les Llamargues a El Campu, a no ser el paso ocasional de algún vecino
La Braña y sus variantes son otro topónimo abundantísimo que, con múltiples formas, composiciones y variantes, pasó también a ser apellido 'multitudinario' y muy extendido, de un posible prata veraneam o 'prados de verano' designó a múltiples lugares y asentamientos, poblados o no, que en origen fueron brañas o majadas, volvamos a consultar la Toponimia asturiana de García Arias:
"En asturiano braña es apelativo de gran vitalidad especialmente en la acepción de ‘pasto alto de montaña donde residen los ganados desde la primavera al otoño’ y ‘aldea de vaqueiros’; sobre braña se forma el verbo brañar que equivale a faer la braña ‘realizar el conjunto de cuidados diarios que exigen los ganados, previos al ordeño y ordeño incluido’. El verbo embrangar o emberangar ‘veranear el ganado en una zona’ supone un étimo *IN VERANICARE.
Acerca de la etimología de braña se ha discutido ampliamente y, como en toda cuestión muy debatida, las opiniones son variadas; así para Corominas podría pensarse en un origen céltico, *BRAKNA ‘prado húmedo’ (5 11 p. 22 l). García de Diego cree que se trata de un continuador del latín VORAGINE (35; 80 p. 257). Más convincente resulta la opinión de quienes quieren partir del latín *VERANEAM con un posible sentido de ‘pastos de verano’ (55 p. 25; 81 p. 41; 82 p. 326).
Los que parten de esta propuesta admiten que del neutro plural de ver, veris ‘primavera’ se formó el adjetivo VERANUM (EM) > ast. branu ‘vera no’, de donde se siguen los derivados *VERANEUM ( > ast. verañu ‘verano’), *VERANEAM (REW) > ast. braña ‘lugar donde pastan los ganados en verano’. Aparece documentado tempranamente en documento del año 853 “bra neas pascua quas uulgus dicit seles’ (DCO c. XII) que libremente podríamos en tender como una definición de brañas, ‘pastos que la gen te llama seles’.
Asturias ofrece una amplísima muestra de topónimos del tipo braña, de un extremo al otro del país..."
Y de la explicación etimológica pasemos a las múltiples acepciones que recoge la palabra braña en el Diccionario General de la Lengua Asturiana:
"1. Demarcación de pastos de verano en las tierras pertenecientes a un pueblo. Praderías comunales en las que el ganado pasta y se estabula en verano. Monte con prado, lugar de pasto. Pasto de verano en las sierras o en la falda de algún monte donde hay agua. Lugar de pastos de verano. Pastos altos. Terreno alto entre montes con prados en el fondo. Sitio alto de pastos de verano. Pastos altos comunales frecuentados por el ganado de primavera a otoño. Puerto con pastos de verano. Sitio alto a donde se sube por el verano el ganado. Pastizal montuoso que frecuenta el ganado vacuno y el lanar desde entrada la primavera hasta el otoño. Pastizal de montaña que se ocupa en determinadas épocas del año. Zona de monte alrededor de la majada. Prado con agua y cabaña cercano a algún monte donde el ganado pueda pastar. Paraje con un pequeño pasto. Terreno situado delante de la puerta de la cabaña. Pasto de verano, por lo común en la falda de algún montecillo donde hay agua y prado. Monte con algo de prado. Monte húmedo, generalmente alto, con pasto de verano.
2. Majada. Pastos altos habitados. Casería que se tiene en lo alto del monte. Pueblo en la montaña.
3. Aldea en la que pasan el verano los vaqueiros. Lugar donde moran los vaqueiros (actualmente la mayoría de las brañas son de morada continua). Poblado, caserío habitados por vaqueiros (suelen estar situadas en zonas altas o poco feraces). Aldea o caserío, cerca o entre los pastos de verano. Ciertas aldeas de pastores en otros tiempos transhumantes que existen en algunos concejos del occidente asturiano.
4. Campo verde no cultivado ni cercado sin malas hierbas. Prado para pasto donde hay agua o humedad, aunque no necesariamente monte. Tierras bajas, húmedas, pantanosas y salobres para pasto, de gran extensión, donde se reúnen muchos animales"
En este contexto hemos de saber que, en estas parroquias noroccidentales de Siero, así como en las de concejos limítrofes como Llanera, en este mismo valle del Nora, o algunas parroquias rurales gijonesas, registraban, hasta fechas históricamente recientes, la presencia de vaqueros (vaqueiros en el occidente) o pastores trashumantes de ganado (principalmente vacuno, de ahí su nombre) que pasaban el invierno en sus brañas, regresando, avanzada la primavera, a "l'alzada", los grandes pastos comunales de sus brañas de verano, en los puertos de la cordillera, sobre todo en Torrestío (Babia) y Somiedo
Llegamos así ya a El Campu, otro topónimo especialmente vinculado al terreno que, si bien también con numerosas acepciones, estas podrían resumirse, y más en este caso en "pradera, terreno descampado, sitio donde nace la hierba y no hay demasiados árboles, espacio abierto, despejado..."
De todas maneras y pese a caminar por asfalto el trayecto sigue siendo un bello paseo por la campiña del valle del Nora, apartado y ajeno al ajetreo y traqueteo, a veces vertiginoso, de sus espacios industriales-comerciales y de ocio y servicios
Seguidamente y en un cruce una flecha amarilla reafirma nuestro itinerario, pintada en un plano de la parroquia
Nuestra ubicación actual respecto a la red de caminos, barrios y lugares de Granda. A la izquierda de la foto vemos la iglesia, pintada de rojo hacia donde nos dirigimos
Como podemos ver, estamos justo al lado del gran polígono industrial de Granda... pero ni lo vemos
Más a la izquierda de la iglesia, también en rojo, el Colegio Palacio de Granda y La Quinta, con todo el trazado del camino, que va hacia allí, para luego por Les Borronaes entrar en Colloto/Cualloto por su viejo 'puente romano' que acaso sea más bien medieval
"¡Subimos al Everest"!, que por alguna razón que no sabemos es como se llama esa casa, tal vez porque está pegada a Casa Evarista, a la que está pegada, y el nombre se parece, pensamos, por conjeturar algo
Nada más acabar la cuesta cruzamos El Camín del Campu y, al otro lado, continuamos por el camino que sigue recto y llano al lado derecho del caserón. Sí queremos decir que, fuera del Camino pero no muy lejos, unos metros a la derecha, está la popular Casa Escolina, glosada por el escritor José Ignacio Gracia Noriega en su serie Territorios Perdidos, capítulo titulado Casa Escolina. Los paseos hasta Granda (Siero) con parada en Colloto, pues llegaba a comer andando desde su casa ovetense, acompañado por sus dos perros y haciendo parada en otro popular establecimiento collotense, Casa Ximielga:
"Durante los años setenta y ochenta del pasado siglo, Casa Escolina, en Granda, Siero, gozó de reconocimiento en Oviedo entre las personas aficionadas a comer bien por poco coste y, de paso, a salir al campo. Pues aunque entonces ya existía el polígono industrial, aquella parte de la ribera del río Nora estaba menos urbanizada que ahora. Yo conocí Casa Escolina por indicación de Quevedo Avello, notable cangués del Narcea, primo de dos buenos amigos míos, Pepe Avello y José Manuel Álvarez Flórez, ambos excelentes escritores. Quevedo, hace un cuarto de siglo, con el bigote negro y el pelo igualmente negro y ensortijado, daba un aire a Omar Shariff, actor egipcio del cine norteamericano que, según Juan Benito (que coincidió con él durante el rodaje de «Hasta que llegó el día de la venganza», de Fred Zinnemann, película en la que Shariff hacía de cura y Juan Benito de cura en Lourdes, que es como hacer de aguja en un pajar), era un caballero; en cambio, las «scripts» y los ayudantes de dirección trataban muy mal a los extras y los despreciaban. Quevedo Avello era el encargado de distribuir los libros de Alfaguara y Taurus, editoriales que tenían sus almacenes en el polígono industrial. Yo a veces iba hasta Granda caminando con los perros para ver las novedades editoriales y luego me iba con Quevedo a comer a Casa Escolina: fue él quien me descubrió este grato establecimiento. También ejercía como abogado, y recuerdo cierto día que estaba seriamente enfadado porque a un cliente, en un caso de divorcio, la mujer le había puesto un detective detrás de los talones que lo había sorprendido en tratos con una pelandusca. Me lo contó mientras comíamos en Casa Escolina, precisamente. Aquello parecía Los Ángeles, con divorcios y detectives privados. Todavía estábamos tan alejados de la modernidad, que el divorcio y ya nada digamos de los detectives parecían cosas de películas de Humphrey Bogart o Dick Powell. Luego empezaron a aparecer detectives en el cine español como si Madrid fuera Chicago; pero esto no fue lo más sonrojante del apresurado viaje a la posmodernidad de los españoles (con lo que dejamos la modernidad atrás sin romperla ni mancharla), sino cuando en las películas americanas se empezó a hablar del departamento de asuntos internos. Al poco tiempo, ya había departamento de asuntos internos en las miméticas películas españolas del tipo de aquella de Ana Belén queriendo parecer una «detectiva». Algo verdaderamente sonrojante: la chica «progre» haciendo de «detectiva» y la constante mención de «asuntos internos». Por fortuna, cuando Quevedo Avello me habló del detective privado, estábamos comiendo adobo, y su poderoso y excelente sabor nos devolvió en un santiamén a Casa Escolina.
Para ir a Casa Escolina desde Oviedo, yo me tomaba buena parte del día: iba andando, con mi bastón andorrano y los dos perros, el pointer «Black» y «Revólver», setter laverack: Escolina no les impedía la entrada en su establecimiento y les permitía que comieran debajo de la mesa. Antes de llegar a Granda convenía hacer parada en Colloto para tomar un blanco en Casa Ximielga, ese templo de las buenas tortillas de setas y del ingenio. Ximielga era un tipo genial, y uno de los micólogos más expertos de los alrededores de Oviedo. Conocía el monte como la palma de su mano, pero se conoce que no todos los que andaban por el monte le conocían a él, porque en cierta ocasión la Guardia Civil le dio el alto confundiéndole con un emboscado. Ximielga tuvo que enseñarles el zurrón, que por suerte para él estaba lleno de setas, cuando los de la Benemérita esperaban encontrarlo lleno de balas. En las paredes del Ximielga había fotografías y grabados anotados con mucha chispa, algunos de los cuales todavía se conservan, aunque Ximielga murió hace ya tiempo, lo mismo que su hijo, que fue amigo mío.
Por carretera había que ir desde Colloto hasta el polígono industrial de Granda, donde se torcía a la derecha. Entonces no había tantas rotondas como ahora, que son un incordio y un desperdicio de terreno. A comienzos de los años ochenta, Casa Escolina se encontraba a unos trescientos metros de la carretera general; se llegaba a ella por un camino estrecho, con el piso en buenas condiciones. También se podía llegar, desde Colloto, por otro camino que pasaba cerca de la iglesia de Granda.
El establecimiento tenía terraza, aparcamiento y un letrero amarillo que anunciaba al hambriento que allí terminaba su necesidad: «Casa Escolina, comidas». En las proximidades había una bolera donde se jugaba a los bolos según la modalidad de la zona oriental de Asturias y de la vecina provincia de Santander, por lo que era fácil encontrar en lo de Escolina a personas de las Peñamelleras Alta y Baja y de Cabrales: entre ellos a un antiguo compañero de colegio llamado Canal, que era de Panes, hermano de don Isaac, el cura de Benia hasta su muerte.Yo tuve buena amistad con don Isaac, cliente de Casa Morán, muy bien tratado siempre por Rosita, inmejorable anfitriona de obispos y curas párrocos: es raro entrar en alguno de los varios comedores de Casa Morán, de Benia, y no encontrara algún obispo sentado a la mesa. Don Isaac, además de ser buena persona, llevaba sotana.
Casa Escolina tenía una barra pequeña a la entrada, y el comedor después de la cocina: un comedor amplio, de trece mesas. Escolina era mujer fuerte, de unos cincuenta años, trabajadora y afectuosa: le faltaba un dedo de la mano. Ella sola organizaba y servía aquel establecimiento: hacía la comida, preparaba las mesas (trece, ni más ni menos), las servía, las recogía, lavaba las vajillas y barría y fregaba el suelo, y, en algún momento de ocio, atendía la barra. Desde la barra, por la puerta abierta del bar, se divisaba un paisaje de árboles y colinas suaves. En el comedor, Escolina servía con eficacia y celeridad. Las más de las veces, las trece mesas estaban ocupadas y había gente en la barra aguardando a que alguna quedara vacía.
No terminaban en la barra, la cocina y el comedor las actividades de Escolina. También criaba cerdos, de los que obtenía excelentes embutidos y el compango para la fabada y el pote. El menú se cambiaba diariamente: inevitable un plato de cuchara para ir metiendo en situación (un día fabada, otro pote, otro cocido de garbanzos, otro «desarme», y en temporada, la menestra de la huerta propia), y después los callos, la carne guisada (que aquí ya no llamaban «carne gobernada», como en Oviedo), el adobo con patatas fritas en sartén, amarillas crujientes, no esas patatas socialiazadas de ahora, medio cocidas en freidora. La potente y racial cocina de Escolina ignoraba los pescados. Todos los productos eran naturales, las preparaciones eran sencillas y sabrosas y no se escatimaba la grasa. Acaso el exceso de grasa fuera el mayor defecto. La fabada era de morcilla, chorizo, lacón y tocino, y las alubias grandes y mantecosas, apenas sin pellejo, que se deshacían en la boca. El plato era caldoso: yo jamás entenderé la fabada seca, que confirma la apreciación de José Pla de que comer fabada es como empedrar el paladar.
En una ocasión comía yo en Escolina y en una mesa al fondo lo hacían siete u ocho personas. Escolina se apresuró a informarme de que eran médicos. Inesperadamente, a uno de ellos le dio un patatús. Se produjo el natural revuelo. Sus compañeros se apresuraron a colocar al accidentado en el suelo, con las piernas hacia arriba. Entonces, su esposa se acercó a nuestra mesa y nos pidió disculpas por aquel incidente. Nunca me encontré en situación igual ni parecida en mi vida. Aquella señora, con el marido víctima de un accidente cardiaco, se preocupaba de las molestias que pudiera causar el incidente a las personas ajenas al grupo.Ya no hay personas con educación tan exquisita, tan preocupadas por el efecto que se pueda producir en los demás. Desde aquel momento, no he hecho otra cosa que desear que el accidente del médico no haya pasado de un susto".
Es en esta fachada derecha, mirando al umbrío norte y donde aún hay un poco de rampa, donde encontraremos el nombre de la casa, allá al fondo entre la puerta y la ventana
Pasamos acto seguido detrás de Casa Evarista, observando las grandes chimeneas de sus cocinas...
"Uno propio de D. Domingo Trelles, vecino del concejo de Navia, lo llevaba "a medias" José Santianes, de la parroquia; cada uno salía por 12 fanegas de pan al año.Otro que llaman de San Pedro propio de Don Pedro Belarde vecino de Oviedo, lo llevaba en arriendo con otros bienes Pedro Morán, el molino rentaba 16 fanegas de pan al año.El molino llamado de Zurraco era de José de Nava, vecino del Concejo de Nava, lo llevaba en foro vitalicio José Pedregal, de la parroquia, en 110 reales cada año.Otro que llaman de La Fuente propio de D. Toribio González, vecino del Concejo de Carreño, lo llevaba en renta con otros bienes Fernando Valdés, por el molino pagaba 30 fanegas de pan anualmente"
La parroquia de Llimanes formó parte de las propiedades del señorío de Noreña que en 1384 pasaron al cabildo ovetense de San Salvador y al obispo en premio a su fidelidad contra las revueltas del conde Alfonso Enríquez, a quien se le fueron arrebatadas por disposición real, correspondiéndole al Cabildo la encomienda del barrio de Mieres, surgiendo un pleito, pues los vecinos alegan que es lugar de behetería, es decir, 'población en la que los vecinos tienen derecho a decidir a quién quieren de señor, llegándose a un acuerdo entre las partes por el cual los de Llimanes se reservan la elección de juez, estipulando que ha de ser "hombre llano, abonado et bondadoso", reconociendo al deán y al cabildo catedralicio como sus encomenderos o señores:
"et nos cada uno de de nos morantes en el dicho coto de Llimanes, seamos sus súbitos vasallos. Et lles paguemos para siempre cada año por razón de yantar treinta maravedíes viejos (...) Et que los dichos senores de la dicha iglesia sean obligados a nos defender e amparar a nos et a todos nuestros bienes con todas las cosas que el sennor conde D. Alfonso, sennor que fue de Norena defendía y amparaba"
Podemos, si lo deseamos, hacer un alto y descansar de nuestra caminata comiendo o tomando algo en Casa Evarista, con su terraza dispuesta en la antoxana o delantera, entre la casa y el hórreo. En el blog gastronómico La Llingua Llambiona de Alfonso Mateos, este le dedica un artículo en el apartado Sitios con encanto a fecha 20-2-2019:
"Como dijeron sus propietarios, en un reportaje que les dedicó el programa de la TPA de la Guia Chigrin, a Casa Evarista hay que ir expresamente, ya que no pilla de paso a ningún sitio, si bien es cierto que está en pleno Camino de Santiago, en su ruta hacia Oviedo desde Pola de Siero, concretamente en Granda, en Camino El Campu, 36.
Se trata de una antigua casona asturiana, reformada completamente, con una zona de bar y un comedor, con una vista al paraje natural de la zona. Un exterior acogedor, en cuya terraza podemos tomar una sidra o el vermú antes de la comida, o disfrutar de un café de sobremesa junto al hórreo.
Un local cuidado, con una decoración plagada de carteles y posters publicitarios de otras épocas, en los que echar el rato disfrutando de ellos, y con una buena colección de antigüedades como radios, o llaves.
En cuanto a su oferta, una carta amplia, llena de sugerentes platos de comida casera, donde el producto de calidad y cercanía siempre está presente. En ella podemos encontrar, sus famosos mejillones en escabeche casero, unas carrilleras ibéricas al Pedro Ximénez, unas croquetas de boletus y jamón ibérico, unos tacos de adobu casero o cebollas rellenas. Además, propuestas fuera de carta, como mariscos, pescados, y un sin fin de platos que hacen las delicias de cualquier llambión.
Nosotros en nuestra visita optamos por unos entrantes y un principal para compartir. Empezamos con una delicioso pastel de Cabracho. Un sabor suave y muy bueno, de los mejores que he probado, acompañado de una mahonesa muy rica y unos panecillos perfectos. Continuamos con unos chipirones frescos a la plancha, ración abundante y muy ricos. Encebollados estarían para llorar.
De plato principal para compartir, unas carrilleras ibéricas al Pedro Ximénez, muy buenas, acompañadas de patatas fritas, tiernísimas y con el toque final dulce del PX. También pude probar lo que pedimos para los críos, unos huevos fritos de casa con patatas y chorizo, muy buenos. No hubo lugar para el postre.
Para beber agua mineral y sidra natural de Muñiz. A los cafés nos invitaron. El precio fue de 35 € por adulto, sin contar con los niños. En principio podría parecer alto, pero la calidad de los productos fue muy buena y la atención inmejorable en todo momento. Muy amables y atentos con los niños, explicando todos los productos que tienen fuera de carta y orientando perfectamente. Destacar también el pan, muy rico; digamos que sabía a pan, que hoy en día es algo bastante destacable.
Un sitio para repetir sin duda cuando llegue el buen tiempo y los días sean un poco más largos. Para nosotros cuatro llambiotaes".
Por supuesto, compartimos el mencionado programa de la Guía Chigrín (pinchar aquí) de la Radio Televisión del Principado de Asturias (RTPA), emitido el 19-7-2018 (a partir del minuto 6,18), donde los presentadores Graciela Oliveira y Manolo Peñayos entrevistan a Alexis Menéndez quien, al frente del negocio, cuenta cómo nació este en 1999 de manos de él (que había trabajado en hostelería nocturna) y de su hermano Iván, aún muy jóvenes, empezando un poco "a lo tonto" hasta que se lo plantearon en serio y acometieron una importante obra y tarea, así nació, de la idea de dos hermanos
Foto: Restaurante Casa Evarista |
Foto: Restaurante Casa Evarista |
"Aunque ya había estado varias veces, hacía mucho tiempo que no me acercaba por Casa Evarista y el domingo elegido no pudo ser más propicio, os garantizo que pocos días de verano están por llegar que igualen a este. Y es que el verdor primaveral me ha hecho reflexionar en cuan afortunados somos en el norte, en menos de diez minutos del centro de Oviedo, podemos encontrar lugares como esta casona de piedra con unas vistas envidiables en plena naturaleza.
Para los primerizos, no resulta complicado llegar pero tampoco fácil. Hay que estar muy atento a los carteles, viniendo de Oviedo por la carretera de Colloto pasáis el Llagar de Titi y a unos 400mts a la derecha tomáis un desvío por un camino, a partir de aquí seguir los carteles indicadores.
El parking es bastante apañado, pero dependiendo de la hora puede que tengáis que explorar por los alrededores, mejor optimizar espacio y no llevar toda la flota disponible. La casona se reconoce fácilmente por su color azul, la parte más bonita da al interior, con su galería mirando al horreo. Disponen de bastantes mesas en el exterior y ya sea para tomar el vermú o comer al aire libre, las vistas de la naturaleza son muy relajantes.
Antes de entrar, hay también unas mesas que desde una posición más elevada resultan muy agradables. Ya en el interior, nos encontramos con un chigre de toda la vida, presidido por una larga barra de bar, las mesas de madera se diluyen entre una colección de objetos antiguos muy destacable, carteles y sobre todo radios.
Tomando una puerta en el exterior y subiendo unas escaleras, accedemos a la planta noble, un comedor más formal que ocupa toda la zona de galería y que comparte espacio con las cocinas.
Si tuviese que hacer una descripción de lo que es Casa Evarista, la definiría como un chigre con clase, destaca sobre todo el buen producto aplicado a una cocina tradicional a precios razonables en consonancia con lo que nos presentan en carta y en los platos.
El servicio es muy atento y a la hora de explicar la carta, muy exhaustivo. Como estaban a tope y conscientes de que igual teníamos que esperar un poco más, tuvieron el detalle de servirnos un poco de buen salchichón para hacer la espera más entretenida.
De primeros escogimos unas buenas croquetas de jamón, unos boquerones en vinagre caseros de muy buena factura y los sorprendentes mejillones en escabeche casero. Estos últimos se llevaron el premio, no podían tener mejor tamaño, abundantes y con muy buen escabeche.
El cuanto a los pescados, a estas alturas ya empieza a apetecer el bonito y aunque provenía de Las Azores comerse una buena ventresca siempre apetece.
La lubina a la plancha estaba superlativa, no hay mucho más que decir. Si os gusta el bacalao, sirven el Giraldo conocido por su gran calidad.
Las cebollas rellenas de carne o bonito son muy tradicionales y las que sirvieron alcanzan un nivel elevado.
Para finalizar las carrilleras al Pedro Ximenez, tiernas y sabrosas tal y como las recordaba de mi anterior visita.
Aprovechando el día y ya que se había despejado un poco la terraza, ahí nos tomamos los cafés donde mis acompañantes me felicitaron por la elección del sitio. Nada nuevo en el horizonte, ya sabía que Casa Evarista es caballo ganador.
Foto: Jose Alfonso Moutas |
"Los hermanos Alex e Ivan Menéndez siempre tan atentos, son el alma de este negocio y en esta casona rehabilitada de más de 300 años, a la que han dado el nombre de su abuela, se preocupan a diario por ofrecer el mejor producto, siempre que se pueda del denominado KM 0, porque tienen su propia huerta y eso es garantía de calidad. Patear las rulas e incluso conocer las embarcaciones, hace que el resultado final sea sobresaliente.
En esta ocasión nos tocó en el comedor de la galería y si ya es bonito desde fuera, las vistas desde el interior transmiten esa riqueza paisajística que los foraneos vienen a buscar. Durante toda la comida suenan los acordes de la guitarra de Mark Knopfler, ya sea en solitario o con los Dire Straits es una música perfecta para cualquier comida y cuando suena el Going Home de su Local Hero, creerme que se me ponen los pelos como escarpias.
Chorizo y salchichón de primer nivel acompañan nuestra segunda botella de sidra mientras dilucidamos qué comer. Alex se encarga de explicar con pelos y señales cada uno de los platos, un nivel de implicación y conocimiento que ya no es fácil encontrar en los restaurantes.
Como entrantes una magnífica ensalada de sardina marinada con mousse de tomate y aceituna. Le siguen unas fresquísimas parrochas con jamón.
Al igual que la vez pasada, repetimos con la lubina, es impresionante.
El rabo de toro, bien hecho, con mimo y horas de cocción da como resultado una carne que es pura mantequilla y la alternancia con esas partes gelatinosas, lo convierte en un plato muy goloso.Y si de golosos o llambiones hablamos, nada mejor que rematar con una tarta de mousse de chocolate, sentados en la terraza para acompañar los cafés".
Una colonia de ocas puebla esta pradería bajo el Camino y las casas de El Pedregal
Ahí tienen su bebederu o abrevadero, inquietas, sus juegos, alborotos y andanzas, suelen llamar la atención del peregrino, que se detiene a fotografiarlas
Amigas del agua, el abrevadero es su punto de reunión permanente
En sus andanzas y correteos se acercan a la misma orilla del Nora, río antaño rico en truchas y anguilas, según el Diccionario de Madoz a mediados del siglo XIX. El cauce está ahí mismo, oculto por la intensa umbría de su mata de arbolado
Un burrito pace apaciblemente a prudente distancia de las guardianas ocas
Siempre observadoras a cada movimiento miran tanto al burro como a nosotros
Estamos verdaderamente ante un idílico paisaje verde y fluvial
"Como dice su fundador, José María Irazoqui, Metalasa lleva desde 19 78 «formando parte del paisaje» de Granda. Sin embargo, sus instalaciones, que han ido creciendo de forma «extraña» por las características del terreno en el que se encuentran, se les quedan pequeñas. Por eso, la metalmecánica, con el hijo de Irazoqui, Alejandro Alejo, como apoderado y heredero, ya contempla un plan a «cinco o seis años» vista para buscar un nuevo emplazamiento que duplique el tamaño de su actual imperio de 12.000 metros cuadrados, lo que supondrá una inversión de «más de 10 millones de euros». Y el cercano polígono de Bobes, confiesan los dirigentes del negocio, cuenta con todas las papeletas para acoger esta empresa familiar que factura entre 23 y 27 millones de euros anuales.
«Es un poco raro, porque nosotros no fabricamos el metal», explica sobre su actividad el responsable de calidad y medio ambiente, Javier Castrillón. Y continúa: «Nosotros compramos las bobinas de acero y las cortamos a las medidas que nos requieren nuestros clientes». Así, Metalasa puede llegar a mover 35.000 toneladas de material al año que, una vez transformado, se vende en el 80% de los casos a otras industrias asturianas que fabrican mobiliario o persianas metálicas, entre otras.
El principal motivo de su interés en Bobes no es otro que las buenas comunicaciones y los amplios espacios. «En décadas que llevamos aquí no ha habido un solo accidente a pesar de los cientos de tráileres que han pasado por aquí», afirma Irazoqui padre. La organización y el respeto entre peatones y conductores han sido la clave de la convivencia entre la industria y los vecinos; sin embargo, unos accesos más cómodos ayudarán a mover más material y mejorar la competitividad del negocio.
El precio del acero
La empresa sierense no ha sido ajena a las subidas en los precios de los materiales siderúrgicos. El año pasado, la nave, de 5.000 metros cuadrados, se encontraba a estas alturas del año «vacía». Según relata Castrillón, su compañero y director del negocio, Francisco Bayón, consiguió abastecer a la fábrica de acero justo antes de la subida de los precios.
«Cuando no pudimos decidió cortar las compras y vaciar el almacén hasta que empezaron a bajar», cuenta sobre los difíciles meses en los que el valor de los metales se disparó «por especulación pura y dura». Ahora, asegura, «están bajando» y ya ven la luz al final del túnel de la crisis económica".
Luego sigue recto entre el muro a la derecha y el vallado a la izquierda
"El Aramo, como casi toda la montaña asturiana, está padeciendo estos últimos años la agresión brutal que proporciona la apertura de pistas -Bermiego, Salceo, Gamoniteiru, Angliru-, la concentración masiva de gente con motivo de acontecimientos deportivos (Vuelta Ciclista a España), visita asidua de coches todo terreno y motos de trial por vegas, laderas y cumbres, sendas peatonales, incendios provocados que calcinan hasta las piedras, son los males que trae el mal llamado progreso a un espacio tan limitado que, si no se pone freno, estrangulará este pulmón de la Asturias central en corto espacio de tiempo".
"Se extiende con dirección meridiana a lo largo de unos 15 km de longitud entre el pueblo de Peñerudes (Morcín), al norte, y el alto de la Cobertoria, al sur; donde conecta con la estribación septentrional del macizo de Ubiña. Con una anchura de unos 7 km y un relieve que alcanza los 1791 m en el punto más alto (pico Gamoniteiro) este espigón calcáreo separa las cuencas de los ríos Trubia, al oeste, y Caudal, al este, y pertenece a los concejos de Quirós, Morcín, Riosa y, en menor medida, Lena, Santo Adriano y Proaza".
En ladera de La Grandota y encima del valle, sobre las vegas de Les Eríes, donde El Regueru les Maseruques y El Regueru los Molinos dan sus aguas al Nora. Arriba en la línea de cumbres se sitúa El Picu'l Cuervu (467 m) a la izquierda de La Grandota, así como El Cuetu (418 m). El término era parte de los dominios del magnate asturiano Rodrigo Álvarez de las Asturias, señor de Noreña, que pasaron por testamento a la corona. En base a ello y en premio a su fidelidad en tiempos convulsos, el rey Juan I se los dio al obispo Gutierre de Toledo en 1384 y este a su vez al año siguiente los reparte con el cabildo catedralicio, siendo entonces cuando surge el pleito antes referido, por negarse los vecinos a pagar ciertos impuestos y declararse territorio de behetería, llegando luego de años a un acuerdo
Los señores de Argüelles de la Casa de Meres tuvieron luego influencia en el lugar, llegando a construir casona propia a finales del siglo XVI y, en base a estas propiedades, en 1730, Andrés Argüelles Meres mandó edificar una capilla dedicada a la Virgen del Carmen. En 1784 la antigua casona pasó a ser un palacio. En la capilla de celebra el Carmen el fin de semana próximo al 16 de julio
Seguimos avanzando por El Pedregal, topónimo sin mayor misterio etimológico que la abundancia de piedra, con la que se construyeron estos robustos muros que flanquean el Camino, por el que avanzamos con el Naranco de frente, donde también su piedra, de arenisca en su caso, fue especialmente apreciada, hasta el punto que ya a finales del siglo XIX fueron explotadas grandes canteras, primero por la empresa Duro-Felguera, una de las pioneras de la industria asturiana y, ya a partir de mediados del siglo XX, por la antigua Ensidesa
Al otro lado de este muro que parece muralla asoma el piso alto de una casa cuyos frutales asoman sus ramas y frutos sobre el Camino, que empieza una bajada
A la entrada, el muro se hace mucho más bajo para permitir el acceso a la parte de vivienda y, poco más allá, donde hay un hórreo, a otra más
Y esta es la fachada, con balcón saliente encima de la entrada, en medio del piso alto
La otra casa, pegada a ella, ha sido reformada, ambas están separadas por otro murete de la misma altura que este del camino
Camino que sigue bajando a partir del portón y al lado del hórreo, cerrando un campo de pumarada y otros frutales
Poco más abajo llegamos a una bifurcación, en la que iremos a la derecha por dicho Camín de La Braña
Ya vemos un poco más adelante el final de esta bajada, en un rellano donde suele haber coches aparcados
Pasamos junto a las ruinas de una antigua quintana, que veremos a la izquierda, entre el matorral
El Camino se estrecha un poco, apenas para el paso de un peatón y un vehículo
Aunque voy a la braña nun llevo pena
porque llevo patatas para la cena.
Y ADIÓS, AMANTE, ADIÓS, AMOR...
Aunque voy a la braña pena nun llevo
porque llevo patatas para el almuerzo.
Y ADIÓS, AMANTE, ADIÓS, AMOR...
A nuestra derecha, una antigua torre eléctrica que, a tenor de los cables en ella conectados, sigue en funcionamiento
Fecha del año 1930, tal vez testimonio de la llegada de la luz a la parroquia
"Si los bustos eran pastos obtenidos por medio del fuego, los topónimos como La Bornaína, Les Bornaes o Les Boronaes, y proba blemente Bornazal, remiten a los mismos usos; ello es tanto más verosímil cuanto que todavía nuestro léxico conserva expresiones claramente emparentadas como pueden ser bornada ‘restos de hoguera, de haber quemado’, su variante borronada ‘hoguera que se hace en el campo para quemar maleza’, borrón ‘hoguera en un prado’, ‘señal que deja una hoguera después de haberse extinguido el fuego’, (a)borronar ‘quemar la maleza en los campos’, ‘avivar el fuego haciendo mucho humo’ , etc.
Etimológicamente ast. borronar podría estar formado en un cruce de tres elementos diferentes:
a) El verbo latino (COM)BURERE ‘quemar’.
b) La palabra, quizá de origen céltico BURRA ‘tela de lana burda’ (TLG) > ast. borra ‘parte corta y grosera de la lana’.
c) El nombre latino BOREAS > *boria(s) *‘niebla’12 —> ast. boriada ‘golpe de tormenta’.
La proximidad de expresión (bur-, borr-, bor-) y las semejanzas de contenido (‘humo’, ‘lana’ ‘niebla’) explican las formas híbridas tales como borrín o borrina ‘niebla’ que sin duda dispondrían de los aumentativos correspondientes *borrón, *borrona sobre los que propiamente se generaliza la ast. (a)borronar."
"Este topónimo ya no existe en el concejo de Siero, sí, hay en Granda, uno parecido, "Les Borronaes"; es posible que que del nombre latino Borrolles se haya originado el asturiano Borronaes. Se mantuvo el nombre de la villa, llamada Granda en el mismo documento"
Otra cosa es que San Pedro de Borolles tenga que ver con San Pedro de Granda o la etimología de Borolles, pues existe un Borolles medieval, actualmente Bruelles, en Cangas del Narcea, al que García Arias describe como un antropónimo de un tal Borellus o Borus
Contemplamos desde aquí toda la fachada sur, desde el ábside de la cabecera hasta el "pequeño pórtico cerrado" a los pies, guardando la portada
Las campanas de Granda tocan a agradecimiento, titulaba Davinia Durán para el periódico El Comercio del 29-11-2010 dando noticia del homenaje vecinal al campanero César Villa por sus 25 años en el puesto:
«Me retiro de mi labor de campanero, pero no lo hago de sacristán y ayudante del sacerdote». Con estas palabras se despedía ayer César Villa del puesto que ha ocupado de forma continua durante 25 años, el de campanero oficial de la iglesia de San Pedro, en Granda. El motivo de su retirada es que en nuestros días prima más lo automatizado que lo manual y que, según Villa, «nadie quiere ocupar el cargo, ni aprender a tocarlas».
A sus 83 años, Villa recuerda que, desde que era muy pequeño, comenzó con su labor con las campanas de la mano de su abuelo, que fue el encargado de enseñarle a tocar para la misa de difuntos, la de San Pedro y la de Nuestra Señora.
Desde joven le ha gustado la música y, de hecho, tocó en la Banda de Gaitas de Oviedo, pero, debido a la precariedad en la que se vivía en aquella época, tuvo que dejar su vocación, ya que no tenía medios para acudir todos los días a ensayar a la capital. Quizá por esta razón Villa tiene una sensibilidad especial y no dudó en aprender la tradición familiar de tocar las campanas.
Tras pasar la adolescencia dedicado a esa tarea, a los 15 años tuvo que interrumpirla para comenzar a trabajar como albañil, aunque siempre ha mantenido una estrecha relación con el templo y con los sacerdotes de Granda, a los que ha ayudado siempre. «Fue hace 25 años, tras retirarme, cuando me dedique a jornada completa a mis labores de campanero y sacristán».
Uno de los vecinos más queridos de Granda, al que ayer homenajearon cerca de 200 personas con un misa seguida de una comida, se acuerda de multitud de anécdotas, pero la que siempre cuenta es la que ocurrió en la Guerra Civil. Los rojos entraron en la iglesia, la quemaron y quitaron las campanas para fundirlas, pero fue un vecino el que, al ver la situación, llamó al nieto del campanero para darle los mayuelos, que, tras la guerra, se volvieron a colocar y son los que hay ahora. Uno de sus hijos, Luis Aurelio Villa, explicó además el verdadero sentido del homenaje, que no es otro que César, además de ocuparse de las campanas, «ayuda a todo aquel que se lo pide». Y por esa vocación de servicio desinteresado se le recordará siempre en Granda".
"Despiden el mes de junio con el llamado "festival de SAN PEDRO", en el que participan la banda de gaitas "Xiranda" de Colloto, destacados intérpretes de Canción asturiana, notas de humor, con botellas de sidra y su acompañamiento casero."
A la derecha queda el cementerio, este camino que cruzamos ahora es la calle Valeriano León, dedicada a este gran actor nacido en esta parroquia en 1892 y frente a cuya casa, donde hay una placa, pasaremos enseguida camino de El Llugarín y Colloto/Cualloto, esta es su biografía en Wikipedia:
"Valeriano León (Colloto, Siero, 15 de diciembre de 1892-Madrid, 13 de diciembre de 1955) fue un actor de cine y teatro español.
Nació en la localidad asturiana de Colloto, en Siero, el 15 de diciembre de 1892. Formado en el teatro cuando aún era un niño, más tarde entra a formar parte de la Compañía Chicote-Prado, con la que realiza giras por Latinoamérica.
A su regreso a España, reinicia su trayectoria teatral y se le encontró en el incendio del Teatro Arriaga de Bilbao con la compañía de Salvador Videgain en la Navidad de 1914.
En 1925 contrae matrimonio con la actriz Aurora Redondo, con la que cosecha un enorme éxito interpretando la obra de Carlos Arniches Es mi hombre (1921). Poco después el matrimonio forma su propia compañía teatral recorriendo los principales teatros españoles con numerosas comedias.
En 1935 lleva aquel personaje al cine, en lo que fue su debut en la gran pantalla, de la mano de Benito Perojo. Un año después inicia el rodaje del filme Don Floripondio, que no pudo estrenarse hasta el final de la Guerra Civil.
Hasta su fallecimiento continuó trabajando sobre los escenarios y rodó ocho películas más, entre las que destacan A mí no me mire usted (1941), A los pies de usted (1945), El Padre Pitillo (1954), de Juan de Orduña, y El piyayo (1955). Su entierro es recogido en portada del diario ABC como una multitudinaria muestra de afecto popular".
Manuel Tovar - La Novela Teatral, año VI, nº 243. "La Casa de la Troya". Comedia en cuatro actos |
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