Mondoñedo: casas en el entorno de la Igrexa Nova, a cuyos pies va el Camino de Santiago a la catedral |
Cruceiro de San Lázaro, Mondoñedo. Camino de la catedral |
Molinos, fraguas, batanes, sierras de agua y otros ingenios hidráulicos, que funcionaban con el agua del río Valiñadares y sus afluentes, que luego, al unirse con el Tronceda, darán en ser el Masma fueron sin duda el precedente industrial de Mondoñedo, que tuvo también, en Os Muíños, su barrio artesano
Si bien junto a campos y praderías, la acera y las farolas delatan que nos acercamos a un entorno netamente urbano
Las antiguas instalaciones fabriles, que pasaron sus crisis y convulsiones, van quedando a nuestra derecha
A la izquierda Viñas de Veiga, uno de los barrios de más reciente construcción de Mondoñedo, edificios de pisos en la vega del río Valiñadares, afluente del Masma, donde está el polideportivo y donde se sitúa el campo de la Sociedad Deportiva Mindoniense, equipo de fútbol local, fundado en 1972, luego de hacerlo en el Campo da Feira, un sitio pequeño y en pendiente, donde se celebraba la feria de ganado caballar de As San Lucas, hasta que adquirieron terrenos en este lugar como bien nos recuerda Andrés García Doural en su Miscelánea Mindoniense:
"Un grupo de personas entusiastas de este deporte, entre los que se encontraba Alfredo Losada “de Florentino” (presidente fundador), gracias a las aportaciones económicas de aficionados al fútbol de Mondoñedo, de otros que residían en territorio nacional e incluso en el extranjero, compran unas parcelas de buen terreno en el lugar conocido como Viñas da Veiga y se logra acondicionar un excelente campo de fútbol, que merece elogios de los equipos que nos visitan"
El mismo investigador recuerda con especial cariño aquellos tiempos y jugadores de mano del recuerdo de uno de ellos, Dictino Vizcaíno Bouza, Vizcaíno:
" Me acuerdo perfectamente de su debut con el equipo de fútbol de la S. D Mindoniense en el viejo terreno del Campo de la Feria. Era muy joven; se hallaba en edad cadete. Ya despuntaba maneras.Posteriormente formó parte de una de las mejores generaciones de juveniles en la historia del fútbol mindoniense. “Vizcaino” y “Suso Meilán” formaban el centro de aquella defensa, que tan compenetrada estaba, que ganó el campeonato, que disputó varias eliminatorias a nivel gallego y que llegó a ser conocida en toda la comarca. Muchos de aquellos jóvenes jugadores pasaron a formar parte de la S.D. Mindoniense en los inicios de “Viñas da Veiga”
Nos acercamos así a la citada Estación de Autobuses, inaugurada en el año 2003, poco más de un siglo después de la inauguración de la primera línea de viajeros que comunicaba Ribadeo, Lourenzá, Mondoñedo, Abadín Vilalba y Baamonde, de la que se sabe por el semanario Madrid Científico, publicado en 1900, que tenía una capacidad de doce asientos, siendo su velocidad media 12 kilómetros/hora, tracción vapor, ¡lo que cambian los tiempos!
De frente a nosotros son los altos de Angüín (285 m), donde entre los días 10 y 11 de septiembre de 1761 brotó espontáneamente un manantial de agua en el llamado Campo de Angüín, luego de una tormenta, obligando a acometer diversas obras en este barrio de la parroquia mindoniense de Os Remedios. Por esa zona está el bosque de Silva, del que nos habla también Andrés García Doural:
"El popularmente conocido como “Bosque de Silva” se halla situado en la parte superior del barrio del Río de Sisto. Comprende la superficie boscosa que linda con camino de carro que asciende desde las viviendas del citado barrio hacia el de San Cayetano, con camino de carro que parte desde el barrio de San Cayetano hasta juntarse con el camino que nuestros mayores conocen como “Camiño Novo”, con el cauce del Río de Sisto, con algunas tierras de labor y por último con las viviendas del barrio del Río de Sisto. Para acercarnos a su interior, podemos hacerlo por la calle Rigueira y Río Sisto o por el “Sabelo” y carretera que asciende a Maariz. Forman parte de esta masa boscosa numerosas plantas de castaño, roble, abedul o laurel.
De entre su masa arbórea fueron extraídos en los años sesenta numerosos postes de madera para ser utilizados posteriormente por la empresa Barras Eléctricas en el tendido eléctrico. También recordamos efectuar en su superficie varias talas e incluso algún pequeño incendio.
En la parte superior del “Bosque de Silva”, muy próximo al camino de carro, todavía se pueden observar las ruinas de una pequeña edificación. Preguntamos a alguna persona mayor si había llegado a estar habitada y nos respondieron que sí. Logramos averiguar que allí vivieron durante un tiempo una madre viuda y su hija, dedicadas a la labor de la tierra y que eran conocidas por el mote de “As Xardescas”
Esta superficie boscosa era propiedad en el año 1862 de la conocida familia Silva Villaronte de Mondoñedo. En la actualidad, se halla repartida en varias parcelas, que son propiedad de vecinos de Mondoñedo"
A nuestra izquierda el Monte Padornelo (618 m), monte emblemático sobre Mondoñedo y el valle del Valiñadares. Por su ladera, que se alarga hacia el sur, vemos la tajada de la Autovía del Cantábrico, que por allí discurre luego de una de las más polémicas decisiones de obras públicas en España, pues es frecuente tener que desviar el tráfico a la N-634 a causa de la densa niebla
Paso a paso vamos llegando a la Estación de Mondoñedo. Poco antes de los autobuses, antiguamente coches de línea, existió en sus tiempos la idea de hacer una línea de ferrocarril, planteada a finales del siglo XIX por el diputado provincial por Viveiro, don Urbano de Bedia, llegadon a ser apoyada por las autoridades provinciales, así lo comentaba El Correo de España, periódico editado en Buenos Aires para la emigración gallega, en noticia recuperada para O Gabinete de Foz por Xosé Ramón Fernádez Pacios:
“La diputación provincial acuerda construir con fondos provinciales un tranvía o ferrocarril económico de vapor o eléctrico, según de la Memoria respectiva resulte más ventajoso, desde Rábade a Vivero por Villalba, con bifurcación en este punto a Mondoñedo y Ribadeo, para lo que se considerará dicho tranvía como camino interés provincial y por tanto comprendido en el articulo 56 del reglamento de Obras públicas de 6 de junio de 1877”
Tal fue la repercusión popular de la propuesta que fue tema de comparsas en el Entroido (Carnaval) de Mondoñedo de marzo de 1895:
“Entre algunos jóvenes se agita la idea de organizar para los próximos carnavales una comparsa figurando obreros de una línea férrea dentro de una carroza representando un tren con la correspondiente locomotora y un coche de cada una de las clases, ostentando en ellas los nombres de los principales capitalistas de Lugo, Mondoñedo y Ribadeo, que la opinión señala como indicados para formar un sindicato encargado de realizar la unión de los tres pueblos por medio de un tranvía”
"Uno de los primeros mindonienses en dar a conocer el ”Bosque de Silva” fue el sacerdote D. Daniel Pernas Nieto, a través de alguna de sus poesías. El escritor y periodista D. Álvaro Cunqueiro, también lo cita en numerosos artículos y publicaciones. El economista D. Ricardo Pedreiras, recuerda en alguna publicación suya que siendo niño recibió a la sombra de sus árboles clases particulares de latín por parte de D. Daniel Pernas"
De frente, asoman sobre el arbolado algunos de los edificios del centro urbano de Mondoñedo, destacando de nuevo la iglesia parroquial de Santiago (a la izquierda de la foto), con su ábside y torre-campanario, llamada Igrexa Nova por ser la única "nueva", en relación con la catedral, que existe en la ciudad
Fue mandada construir en 1890 por el obispo Manuel Fernández de Castro, llamado Santo, que tenía intención de que esta parroquia, con sede en la misma catedral, tuviese su templo propio. Por entonces el mismo párroco de Santiago, ya había solicitado, junto con varios feligreses, al cabildo que se construyese una iglesia nueva y propia al lado mismo de la catedral, en las huertas del Pazo Episcopal, a la que se accedería por una puerta desde la girola en torno al altar catedralicia, pero fue desestimado, comprándose en cambio un terreno, As Hortas de Varela, cerca del antiguo cuartel de milicias (actual Casa do Concello)
El fundador donó a la ermita tres retablos e imágenes de la Virgen de la Esperanza, San Antonio de Padua, San Blas, y Santa Lucía, en su mayor parte encargados al escultor mindoniense Juan Vaamonde, mandando además ser enterrado en ella
"Durante un tiempo, el amplio pórtico de la capilla de S. Antonio del Carrascal fue lugar de cobijo del recordado “Lamparillas” y de algunas familias gitanas, que acostumbraban acompañarnos durante las ferias y fiestas de S. LucasEn los primeros días del mes de noviembre de 1924, se desencadenó una fuerte tormenta sobre Mondoñedo. Unos jóvenes que transitaban con una vaca sujeta por una cuerda por las inmediaciones de su edificación, se resguardan en su pórtico, con tan mala fortuna, que sufren una pasajera conmoción por los efectos de una chispa. Al recobrar el sentido, observan con espanto que la vaca se hallaba muerta"
"Para depositar todos estos objetos, enfrente del retablo y mesa de altar se construyó una fosa, que sería cubierta por una gran piedra caliza, con las armas y algunos datos del fundador de la antigua capilla, en la que serían depositados todos esos objetos"
Al mismo tiempo, se rodeó la finca por un muro, se plantaron árboles y un jardín.Villa Cipriana empezó a ser más conocida como O Chalet de Xeada, a donde dice también Doural que muchos niños acudían por Navidad a ver uno de los árboles, iluminado con luces de colores:
"Dirigió la construcción de esta bonita edificación del Carrascal el contratista Justo Anello “O Couro” junto con sus hijos Basilio, José y Justo y los operarios Román Fernández “O Chalán”, Francisco Méndez “da Peneda”, Rafael García ”Faniquera”, “O Ximilego”, José Lorigados “do Besto”, Manolo “O Cazolo” “Copa” , “O Cordeiro”, etc. Los trabajos de carpintería fueron realizados por el taller de Humberto Barreira “O Provisor”. El mármol para las escaleras fue adquirido en la “Competidora Universal” de Sasdónigas y colocado por operarios de la empresa"
"La bonita zona ajardinada de su propiedad era cuidada con gran esmero por el jardinero Eusebio “O Gabacho” y los árboles frutales y huerta por “O Moreno"
Cunquiña deleitosaonde todo florece, e todo medra;recuncho que aos magoados dás refolgosco incenso da malezae a sombra dos seus soutos caladiños,e a auga das súas fontes, limpa e fresca.botarás algún día de entre os fiúnchos,e os infantes da veiga,tanta limacha mouracomo nela se atopa en onde quira,e, fuxindo do sol, sempre arrastrados,e a poder de rastreso, atodo chegan,e que todo che enliman,cando todo non adelantan?Deus te libre de praga, e faga logoque o teu vale, Valibria, limpo vexasde cantos do teu comen,e non sucan teu pan, nin nel segan!
"... a las ocho de la mañana empezó a sentirse en esta Ciudad una tormenta muy formidable de lluvia y truenos, habiéndose obscurecido el cielo de tal modo que a las 9 apenas se distinguían los objetos en las calles. A la misma hora cayó en una casería no muy distante de aquí un rayo acompañado de un trueno, cuyo estrepitoso ruído atemorizó a todo el pueblo, aumentado la congoxa una lluvia tan copiosa que se temió inundase la ciudad”
En el siglo XIX también hubo graves quebrantos, así el 23 de enero de 1897 El Eco de Santiago publicaba
"En Mondoñedo, la crecida del Valiñadares dejó el camino intransitable, arrastrando árboles y tierras. En el lugar de Bouzas, que está en la cuenca de ese río, una bolsa de agua levantó tal cantidad de pizarra que se calcula en miles de carros la movida por el agua"El comienzo del siglo XX fue especialmente dramático en ese aspecto. Así leemos en El Norte de Galicia el 20 de septiembre de 1905:
“no se oía en los barrios más que lamentaciones, gritos de auxilio, hombres que lloraban ante la impotencia contra los elementos que les arrebataban lo que a nuestros paisanos es más caro, su ganado y sus cosechas.
En muchos sitios fue necesario subir las reses a las habitaciones donde momentos antes descansaban aquellas pobres gentes. En otros dio tiempo aunque medio nadando a llevar las vacas y terneros a sitios altos y dejarlos amarrados a árboles. Algunos cerdos, por ser animales más cortos de pata perecieron ahogados
Los puentes todos que encontró al paso esta avenida los barrió con tanta limpieza que en algunos solo se sabe que existió allí puente por algún resto de estribo de cantería. Solo respetó los de la carretera. Esta, en el trozo de San Lázaro a Adelán, sufrió muchos desperfectos, algunos de consideración como uno en Viloalle donde de 40 metros quedaron sin señales de haber sido nunca carretera. Allí se hace el tránsito por un maizal que aunque fangoso resultaba ahora más seguro y visible que la carretera. En otros mil sitios quedó tan descarnada, que el tránsito a pie resulta molesto, y en carruaje imposible"
"El antiguo dueño del caserón, al que se hallaba adosada y que años más tarde serviría de Cuartel de Milicias, D. Bernardo García del Solar, tenía acceso a la edificación religiosa desde su vivienda, como se puede comprobar en el libro de la visita pastoral que realizó a todas las capillas de la ciudad y sus alrededores en 1.758 el obispo de Mondoñedo D. Carlos Riomol y Quiroga (1753-1761)Un documento del año 1.790 describe con claridad la edificación de la capilla. En 1.820 ya se encontraba en estado ruinoso. Entonces se dio orden para que fuera reparada por su propietario D. José Vila Cedrón, vecino de Lugo. Esta tarea es encomendada a D. Ramón María Seijas, secretario en aquellos momentos del Ayuntamiento de Mondoñedo.El jefe de la Milicia Nacional D. José María Maseda se opuso obstinadamente a tal reparación, por entender que tanto la capilla como el arco de la muralla constituían una fealdad para la ciudad y por otra parte, porque tocaban con la sala de armas del cuartel y constituían un verdadero peligro"
"En 1.834, siendo alcalde D. Juan Pampillo Saavedra, se mandó instruir expediente de demolición del arco de la antigua muralla y de la capilla, obteniendo consentimiento de su patrono el 3 de junio de 1.835. Éste puso como única condición para su derribo, que por la autoridad eclesiástica se destinase un lugar apropiado para colocar la Virgen.A primeros de agosto de 1.835 el Gobernador Civil ordenaba a los gobernadores eclesiásticos de Mondoñedo “que sin perdida de tiempo se trasladase la imagen y efectos sagrados de la capilla, a fin de que el Ayuntamiento pueda derribarla”. Esta tarea la llevó a cabo en el mismo mes de agosto D. Francisco Domenech Labernia, maestro de obras natural de Santiago de Moncada (Valencia) pero casado y residente en el barrio del Coto de Otero de Mondoñedo"
La imagen y otros objetos de culto fueron entonces llevados al santuario de Nosa Señora dos Remedios, guardados en su sacristía, luego en el desván, para ser más tarde recibidos por el célebre historiador y cronista de Mondoñedo, Eduardo Lence Santar, de manos del obispo D. Juan José Solís Fernández en noviembre de 1918. La imagen de la Virxe das Angustias es ahora propiedad guardada por los herederos de cronista
"Hablar de la Porta Nova es hacerlo de una puerta cuya historia no tiene nada que ver con las demás de Mondoñedo, pues no hay indicios de que existiese en el Medievo. La primera referencia a ella data de 1537. A partir de ahí se suceden muchas más, en las que afortunadamente se indica su localización exacta220. Sin embargo, pasados dos siglos y medio de su primera mención, la puerta desaparece. Con lo cual, fue la última en abrirse y una de las primeras en perderse. Lógicamente el hecho de que resultase la más reciente de todas motivó que se le conociese como Porta Nova. De esta forma, y a diferencia de las demás, fue la única que no adquirió el nombre de la calle intramuros que confluía en ella, que en este caso era la Rúa del Perejil o de los Clérigos –hoy Pardo de Cela–. El arco no solo daba salida a esta calle, sino que ante él existía un pequeño arrabal llamado Casas Novas, conformado en 1679 por apenas cinco inmuebles221. Este caserío se aunaba a su vez ante un cruce de calles. Por un lado la citada Perejil que seguía hacia el norte por el camino dirigido a la capilla de San Antonio do Carrascal y de ahí hasta el barrio de San Lázaro –hoy Rúa Casas Novas y Rúa do Camiño Norte–, mientras que desde el oeste y el sur desembocaban dos valadas cuyo trazado transcurría siempre limítrofe a la muralla: la Valada de Casas Novas –hoy también Rúa Casas Novas– y la de Puente –hoy Rúa da Ponte–.Ignoramos por qué hacia el siglo XVI se decidió romper el muro en aquel lugar para crear un nuevo acceso al núcleo urbano. Existen algunos motivos que podrían dar respuesta a ello. Por un lado la aparición del arrabal de Casas Novas frente a la misma puerta. Aunque a decir verdad, el hecho de que solo hubiese unas pocas viviendas y que la distancia desde este cruce hasta la Plaza Pública fuese poco más corta que la que había siguiendo por la Valada de Puente y la Rúa do Pumar, hacen improbable que se edificase esta puerta solo para facilitar el acceso de los vecinos del barrio hasta el centro. Lo más probable es que el nuevo arco obedeciese a un interés municipal por fiscalizar un determinado producto, obligando así a que ciertas mercancías procedentes del norte se introdujesen en la ciudad tras previo cobro en dicha puerta. Sin ir más lejos, en enero de 1620 el Concejo aprobó que los vinos foráneos entrasen a la ciudad por las puertas de la Fuente y de Batitales, meridional y occidental respectivamente; y que los vinos de la tierra accediesen por las puertas septentrionales, esto es, por la de las Angustias y por la “puerta nueba que biene a la rrua que llaman de los clegos y perejil”. De hecho, en 1718 se llegó a decir que la Porta Nova era una de las “prinçipales por donde entra en esta dha çiud y sus mercados”. A esta razón también hay que sumar la posibilidad de que sirviese para controlar a cierta población en épocas de peste. Por su ubicación parece posible que se utilizase como único punto de acceso a la ciudad para los lacerados de la malatería de San Lázaro. Estos tenían permitido deambular por la urbe siempre y cuando no hubiese epidemias. En caso de que existiese riesgo de contagio se les restringía la entrada salvo excepciones.La primera mención a la puerta data de 1537, y se contextualiza en una escritura que cita unos terrenos “sitos en la Puerta Nueva, y lindaban en el camino público que de dicha puerta conducía a S. Lázaro” 225. En 1551 aparece otra referencia que en líneas generales dice lo mismo226. En ese mismo año el Concejo permitió a un canónigo construir una caseta junto a ella con la condición de que habría de reedificar “la portada de la dha puerta nueba que está de canto de arco”. El clérigo dispondría de un plazo de dos años para efectuar esta obra, y por supuesto debería dejar la anchura y altura suficientes para que pudiesen franquearla monturas y carruajes. Por si todavía quedasen dudas acerca de la situación de la puerta, hay que añadir que una carta de foro de 1555 cita unas “viñas de la Puerta Nueva de la Ciudad […] que lindaban con el camino que, de la Puerta Nueva, salía para S. Lázaro y con el camino que iba alrededor de la muralla y arco de la Puerta Nueva para la Puerta de la Villa de la Rua del Pumar” 228. Este último camino se trata de la actual Rúa da Ponte, cuyo recorrido transcurría pegado a la muralla hasta que alcanzaba la citada Rúa do Pumar. Existen otras referencias de la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII similares a estas. Por ejemplo en 1662 se citan cuatro casas realizadas por Andrés Pérez de Tejada “do diçen la porta noba, que testan por una parte en casa y torre de dho canonigo, don antonio de rrobles y en el camino que ba para san laçaro”. Y en 1712 se alude a una vivienda “donde se diçe a porta noba segn testa en el camino que va a la ermita de dho lugr de sn Anttonio [...] y p r auajo en el camino que sale de la rua del Pumar”, es decir, por la referida Valada de Puente230. Las últimas referencias directas que confirman la existencia de la puerta datan de la primera mitad de la década de 1750231. En 1763 Francisco Antonio Villaamil y Saavedra indica que “de la nueua, no quedaron mas señas, q.e el uarrio de este nre.”, es decir, que de la Porta Nova solo se conservaba entonces el topónimo del barrio de Casas Novas232. Esta indicación de Villaamil viene refrendada por un protocolo notarial de 1770 en el que se cita una casa ubicada “donde llaman Porta noba, y por otro nombre Casas novas salida de esta Ciu.d ” 233. En definitiva, se expresa que al lugar se le conoce por el nombre de la puerta y del propio barrio, pero no que la puerta exista. Por tanto, partiendo de todos los documentos analizados, hubo de desaparecer entre 1712 y 1763. Es posible incluso que lo hiciera al mismo tiempo que la Porta da Rúa Nova. Sea como fuere, ninguna llegó en pie al último tercio del siglo XVIII."
"Se sabe poco de su trayectoria en Galicia. Antes de emigrar ejerció como maestra en 1897 en Paradavella, A Fonsagrada. Luego, en la escuela de Lindín y después en Couboeira y Viloalle, las tres últimas parroquias del ayuntamiento de Mondoñedo. En 1898, el periódico El Regional de Lugo, informó sobre su nombramiento como maestra interina de la escuela mixta de Lindín (Mondoñedo) con un sueldo anual de 450 pesetas.
"En 1904, El Norte de Galicia relató que "Andrea López Chao, maestra que fue de Viloalle, en Mondoñedo, fue nominada directora del establecimiento de enseñanza Centro Gallego de la Habana. Ganó dicha plaza por oposición y disfruta de un sueldo de 75 pesos oro mensuales"
Allí ejerció como profesora y directora durante años y, en 1924 ella misma propuso el nombre del denominado “Plantel de Concepción Arenal”, el cuadro de enseñanza del Centro Gallego que cubría clases de enseñanza primaria y clases nocturnas de corte y costura, comercio, taquigrafía, etc.
En 1917 se constituyó en Cuba la sociedad Hijas de Galicia para ayudar, asistir y defender a las mujeres emigrantes gallegas de los abusos y discriminaciones. El gobierno lo formaban y dirigían hombres, hasta que en 1919 se reformó el Reglamento y Andrea López Chao se convirtió en la primera mujer elegida para ocupar la vicepresidencia de la asociación."
"Andrea López Chao participó en representación de Hijas de Galicia en el I Congreso de Mujeres de Cuba, organizado por el Club Femenino de Cuba y celebrado en la Habana entre el 1 y el 6 de abril de 1923. Asistieron 31 organizaciones y reclamaron el derecho al sufragio femenino, la igualdad de derechos y deberes con los hombres, combatir la droga y la prostitución, modificar la enseñanza y proteger a la infancia.
En su discurso, “Actuación de la mujer en el hogar” reproducido por Eco de Galicia el 22 de abril de 1923, mostró su opinión sobre el papel que la mujer debía desempeñar en la sociedad, considerándola el eje transformador de las familias y parte decisiva en la conformación de una sociedad mejor.
"Es un hecho, por desgracia demasiado reconocido, el considerar a la mujer como menos capacitada para la resolución de los problemas que agitan a las sociedades. Y, sin embargo, preciso es confesar que el factor más importante y necesario para la resolución de esos problemas, pende tal vez más de la mujer que del hombre (...) En virtud de la inflexibilidad misma de las leyes naturales, la mujer está armada del derecho y del poder de educar; y las instituciones humanas no cumplirán sus deberes para con la Patria, si no secundan su labor, si no respaldan los derechos de esas creaciones de la Naturaleza (...) En una palabra, la familia, y en su seno la mujer, es la destinada a educar la generación que crece para honra, defensa y engrandecimiento de la Patria; y a la Patria toca proteger con su escudo la seguridad y libertad de la familia"
Eco de Galicia, n.º 189, 22-04-1923"
"Además, tuvo un destacado papel en el movimiento societario gallego y, en especial, en la defensa a favor de la mejora de la situación de las mujeres emigradas. La aparición de nuevos documentos, como el discurso que pronunció en el I Congreso Nacional de Mujeres, celebrado en La Habana entre el 1 y 6 de abril de 1923, motivaron la revisión y actualización de su entrada en el Álbum de Galicia, la colección digital de biografías que mantiene el Consello da Cultura Galega (CCG). La entrada es autoría de Prudencio Viveiro.
Nacida en Mondoñedo, Andrea López Chao se formó como maestra, labor que ejerció primero en varias escuelas del entorno de su localidad natal y, posteriormente, en la capital de Cuba, destino al que emigró tras enviudar. Allí, ganó por oposición el puesto de directora en el colegio del Centro Gallego de La Habana en 1904. “La actividad de Andrea López debe ser encuadrada dentro de una de las experiencias educativas más importantes de la emigración gallega en Cuba”, subraya Prudencio Viveiro en su entrada del Álbum de Galicia. El colegio, que llevaba el nombre de Concepción Arenal, era una institución reconocida ya no sólo por su amplia oferta docente, sino también por ofrecer servicios sanitarios a los emigrados varones. Las mujeres quedaban excluidas de esta cobertura y, por lo tanto, su único recurso era hacer uso de los hospitales públicos cubanos.
Ante esta situación, en 1917 se creó en La Habana la sociedad Hijas de Galicia, una entidad de carácter proteccionista y asistencial para mujeres y de la que Andrea López Chao llegó a ocupar la vicepresidencia en el año 1919. “Desde este lugar ayudó a mejorar cada vez más la atención sanitaria a las mujeres gallegas en Cuba”, afirma Prudencio Viveiro, quien explica cómo fue la propia López Chao la que propuso que el sanatorio de la sociedad Hijas de Galicia se llamase Concepción Arenal.
En esa línea a favor de la defensa y protección de las mujeres, participó también en el I Congreso Nacional de Mujeres (1923), organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba. En él, pronunció un discurso en que deja constancia del papel que, bajo su punto de vista, debían desempeñar las mujeres en la sociedad. “La suya es una argumentación conservadora”, apunta Prudencio Viveiro, en la que sostiene que la mujer “debe asumir el rol de educadora de ciudadanos y, para eso, debe contar necesariamente con el apoyo de las instituciones”. El texto íntegro de su intervención fue publicado por ‘Eco de Galicia’ y ‘Galicia’, dos de las revistas promovidas por la colectividad gallega de La Habana, y se anexa como parte de los materiales de su entrada en el Álbum de Galicia.
La capital de la Isla fue la residencia definitiva de esta “mujer gallega en Cuba”, que tuvo como motores vitales “la docencia, la labor societaria, la preocupación por la situación de las mujeres y la implicación activa para su mejora”, concluye Prudencio Viveiro."
Placa de la calle la fachada de esta que fue su casa, con un hermoso balcón-galería restaurado con magníficas vistas del valle. En junio de 2023 ya la Xunta de Galicia y la asociación mindoniense Abrindo Camiño le dedicaron unas jornadas honrando su memoria, así lo publicaba La Voz de Galicia el 9-6-2023:
"La pionera del feminismo es de Mondoñedo, nació en ese municipio en 1874, se llama Andrea López Chao, fue maestra y lideró los derechos sociosanitarios y los de las mujeres en Galicia y en Cuba, a donde emigró para impartir enseñanza. Se le rendirá un gran homenaje con el apoyo de la Xunta.
La Xunta de Galicia colaborará con las Xornadas do Peregrino Abrindo Camiño, que se desenvolverán los días 30 de este mes de junio y 1 y 2 de julio en varios escenarios de Mondoñedo y en la escuela habanera de Santaballa (Vilalba). Esta edición de dichas jornadas lleva por título Camiño de Santiago e emigración, y ensalzará la figura de la maestra emigrada a Cuba Andrea López Chao (redescubierta en La Voz por Martín Fernández en su sección dominical Memoria de Mariñáns). Se reconocerá y divulgará a través de un documental el labor que desenvolvió Andrea López Chao en Cuba tanto en materia educativa, como sociosanitaria y especialmente en la defensa de los derechos de las mujeres, pioneira entonces del feminismo."
"Una de las familias pioneras en establecerse en Mondoñedo fue la formada por el holandés Paul Van der Mel y la vasca Beatriz Olaizola. En septiembre cumplen seis años en la ciudad junto a sus dos hijas de 19 y 20 años. Su integración es total, han montado un tienda de artesanía en la parte baja de su vivienda —La Esmaltería— y colaboran con asociaciones como Batitales.
La pareja adquirió una casa en 2006, después de quedar prendados de la localidad. "En 2005 vivíamos en un pueblo del Pirineo oscense y conocíamos bastante Galicia porque mi suegro tenía una casa en las Rías Baixas. Ese año visitamos Sargadelos, porque quería conocer la fábrica y su proceso de producción. Fuimos, estuvimos por la zona y nos acercamos a Mondoñedo. Era septiembre, llovía y nos llamó mucho la atención la atmósfera de melancolía que transmitía con la niebla. Vi que había muchas casas en venta, saqué bastantes fotos y meses después llamamos, nos atendió una persona muy amable y decidimos comprar", explica Paul.
Sin embargo, no vinieron hasta siete años más tarde. El desencadenante fue que la hija mayor pasó a 3º de ESO. "Tras casi 10 años en un pueblo pequeñito del Pirineo, se tenía que ir a un instituto de Jaca y no nos garantizaban el transporte. Eso nos animó a cambiarnos para esa casa comprada en 2006 que habíamos estado rehabilitando poco a poco", rememora.
Sobre su vida en Mondoñedo prácticamente solo tiene buenas palabras. "Ya sabemos que el clima falla a veces, pero nuestras hijas han sido siempre muy felices aquí. Ahora estudian en Santiago, pero vuelven todos los fines de semana para estar con nosotros y su cuadrilla de amigos. La gente es muy amable y educada", señala.
El único lunar es la falta de oportunidades: "Hay mucha despoblación, la gente es sobre todo mayor y la supervivencia económica es difícil y hay que luchar mucho". De todos modos, no duda a la hora de recomendarle a otras personas escoger Mondoñedo y sus alrededores: "Todo el mundo se queda embelesado cuando llega de su belleza y si tienes hijos es una ciudad fantástica, porque yo soy de Amsterdam y no se puede comparar vivir aquí con hacerlo en una gran ciudad. Para los mayores también es un paraíso porque es tranquila y hay tiendas de toda la vida. Esperamos que venga más gente y abran más negocios, porque eso fortalece a la ciudad".
Sus profesiones, él arquitecto y ella traductora, les han permitido siempre tener algo más de libertad a la hora de moverse y, tras varios cambios de residencia en sus vidas, a sus 59 y 57 años, quizá Mondoñedo sea su fin de etapa: "Mi mujer montó hace dos años la tienda y eso ya nos ancla más", señala."
"Beatriz se mudó a Mondoñedo hace siete años. Tiene dos hijas de la misma edad que las niñas de mis ojos y un marido, Paul, que bien podríamos apodar como el holandés errante: arquitecto especialista en recuperar edificios con solera, emigró con su familia desde los Países Bajos al Pirineo oscense para acabar en la Mariña lucense. De vacaciones por Galicia, ambos se prendaron de Mondoñedo y, con muy buen ojo, supieron apreciar las múltiples posibilidades de las numerosas casonas en venta. Una de ellas alberga hoy el hogar familiar y La Esmaltería, la tiendecilla donde Beatriz expone los preciosos objetos-joya que ha ido recolectando con su particular y divino gusto, desde las vajillas que dan nombre a su establecimiento, hasta piezas de bisutería únicas, con piedras semipreciosas engarzadas en trenzados de hilo. Qué agradable bienvenida nos dan Beatriz y su reconfortante conversación a su ciudad de adopción."
Metín tódolos meus días nun fardelo mendado
e boteime a andar.
Eu mesmo faguía os camiños que me levaban
lonxe, mais aló dos bosques,
pola beira do mar, polo mar mesmo.
E no fardelo, a carón dos días meus,
—infancia, mocidade, madureza, vellice—
iba metendo o pan das esmolas.
Algunha vez o pan aínda estaba quente i ó tocalo
resucitaba un día de meu no que, mociño,
ollei unha dona fermosa que collía frores no xardín.
No sur, agasallábanme con vasos de viño.
Pro, xa é tempo de volver. Canso, e xa non sei soñar.
Coma un trobo rachado por un raio,
ya non enxamian as abellas no verán
drento de min. Soños non hai nin inquedanzas.
Na vella casa farei lume, e contareille ás chamas
como é que morre un vagabundo.
Metí todos mis días en un hatillo remendado
y me eché a andar.
Yo mismo hacía los caminos que me llevaban
lejos, mas allá de los bosques,
por la orilla del mar, por el mar mismo.
Y en el hatillo, al lado de los días míos,
—infancia, juventud, madurez, vejez—
iba metiendo el pan de las limosnas.
Alguna vez el pan estaba aún caliente y al tocarlo
resucitaba un día mío en el que, muy joven,
vi a una mujer hermosa que cogía flores en el jardín.
En el sur me agasajaban con vasos de vino.
Pero ya es tiempo de volver. Me canso, y ya no sé soñar.
Como una colmena hendida por un rayo
ya no enjambran las abejas en verano
dentro de mí. Sueños no hay, ni inquietudes.
En la vieja casa haré lumbre y le contaré a las llamas
de qué modo muere un vagabundo.
"En el Mondoñedo actual existe una confluencia de calles y travesías ya aludida en el apartado anterior circundada a su vez por unas pocas casas. A esta zona se le denomina desde antiguo como Casas Novas, uno de los topónimos más frecuentes de Galicia. Hoy día con tal nombre se conocen dos vías: la que sigue a la Rúa Pardo de Cela y a su vez antecede a la Rúa do Camiño Norte; y la travesía que desde aquí sube lindando con el límite de la desaparecida muralla hasta otra confluencia de calles ya conocida al hablar de la Rúa dos Ferreiros, inmediata a la iglesia parroquial de Santiago. Al tratar la Porta Nova y la muralla ofrecimos una serie de datos sobre esta calle y arrabal. La primera referencia al barrio con el nombre de Casas Novas data de 1679, y en ella se indica su carácter extramuros y que apenas lo constituyen cinco casas. Con lo cual, dado el nombre de la vía, su situación respecto al resto de la ciudad, y el hecho de que la formasen unas pocas viviendas, inducen a pensar que este sector urbano se pobló de forma tardía. La confirmación de que esta zona era la prolongación de la Calle del Perejil hasta el lugar donde se situaba la capilla de Santo Antonio do Carrascal aparece en un manuscrito de 1687, en el que se alude a dicha Rúa del Perejil de la siguiente manera: “la calle que ba desde la plaça a las cassas nuevas y hermita del sor san Antonio” 408. Además, existe otra referencia verdaderamente elocuente de 1714 en la que se cita una vivienda que forma parte del denominado barrio das Casas Novas, hallándose el inmueble hacia la capilla de San Antonio y arrimado a la muralla."
"La primitiva muralla constituía una barrera defensiva y a la vez jurídica, puesto que disociaba al burgo de los arrabales y del campo. Tenía asimismo una función profiláctica en caso de que brotase cualquier tipo de epidemia. Y por supuesto una finalidad fiscal, pues en sus puertas se tributaba por las mercancías que entraban en el recinto intramuros. La muralla, desde sus orígenes, era un bien público, aunque de competencia municipal y eclesial. Esto no solo quedó claro en el momento de su reconstrucción en 1320. También en otros episodios del siglo XIV en los que hubo que extremar la seguridad de la urbe, así como en otros de finales del XVI que pronto veremos. Por ejemplo en 1381 los principales poderes de la ciudad, esto es, el obispo, el Cabildo y el Concejo, hicieron un convenio para repartirse la vigilancia de las puertas. En el Medievo el Ayuntamiento exigía asimismo a sus ciudadanos que contribuyesen en el mantenimiento y reparación de ciertos elementos públicos y urbanos. Entre estos, aparte de las calzadas, puentes y fuentes, también se encontraba la muralla, la cual, por supuesto, debían de vigilar."
"Después de haber analizado una ingente cantidad de documentos de entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XIX, podemos afirmar que los paulatinos cambios que experimentó la muralla de Mondoñedo hasta su definitiva destrucción en esta última centuria, concuerdan por lo general con lo acaecido en otras muchas murallas de Galicia y España. Las mindonienses llegaron a los años centrales del siglo XVI en un estado lamentable. Se habían desmoronado por distintas zonas, y su función defensiva había quedado obsoleta ante los avances de la poliorcética. Carecían de fosos, baluartes y demás partes características de las fortificaciones modernas. Por otra parte tampoco reunían ningún valor artístico a excepción de alguna portada como la de la Fonte. Consecuentemente su utilidad quedaba circunscrita a tres razones fundamentales: la primera disociar jurisdiccionalmente el sector intramuros del extramuros. La segunda gravar algunas de las mercancías que entraban a la ciudad, cuya recaudación se destinaba a las arcas municipales. Y la tercera restringir el acceso de ciertas personas en periodos en los que una enfermedad contagiosa amenazaba a la población, como hemos podido ver en recientes apartados.Durante la segunda mitad del siglo XVI el Ayuntamiento permitió que aquellos vecinos que tuvieran viviendas en las inmediaciones de la muralla y quisieran aumentar su tamaño, pudieran hacerlo incluso interviniendo en ella si luego costeaban su reparación. Con esta medida el Concejo se ahorraba pagar con sus fondos la restauración de un bien público, descargándolo en pudientes mindonienses –canónigos, regidores, etc.– a los que no les importaba sufragar un trozo de muralla con tal de que les dejasen ampliar sus casas. En los apartados dedicados a las diferentes puertas hemos visto algún ejemplo de este tipo de convenios que merece la pena traer de nuevo a colación, así como también aportar otros nuevos.En 1551 el Consistorio accedió a que un miembro del Cabildo construyese una caseta junto a la Porta Nova si a cambio la reedificaba. Tres años después el obispo y el Ayuntamiento autorizaron al licenciado Santo Domingo a que edificase un inmueble junto a la muralla, en la Calle de Batitales. El dueño podría alcanzar la cerca si se comprometía a abonar los daños que pudiera ocasionarle. Finalmente se excedió en lo acordado, y se le instó a que demoliese todo cuanto había realizado en demasía. En 1556 el Concejo aceptó que otro canónigo aumentase el tamaño de su vivienda aun cuando para ello tuviera que deshacer parte de la Porta dos Ferreiros. Eso sí, el gobierno municipal se reservaba el derecho a modificar o eliminar la puerta de considerarlo oportuno. Dos años después también se rehízo la Porta do Pumar luego de que el Ayuntamiento permitiese al regidor Juan López de Praveo aumentar su vivienda junto a la muralla, arruinada en aquella zona. Una vez más el munícipe tendría que pagar de su bolsillo el arreglo del muro . Otro caso curioso se dio en mayo de 1563. Entonces el Consistorio acudió a ver in situ el trozo de muralla que había junto a la casa del alcalde Luis de Luaces, pues se había desmoronado y lo había cerrado provisionalmente para que no entrasen animales en su propiedad. La Ciudad se valió de un cantero para que midiese el perímetro por el cual pasaría el nuevo muro, apenas desplazado escasos pies respecto al primitivo. Esta modificación se hacía para alinear la muralla con el inmueble del alcalde, quien tendría la obligación de reedificarla y de disponer sobre su cima unas almenas, aunque también el derecho a construir en sus inmediaciones cuanto quisiese.La ruina de la muralla y la pobreza del Ayuntamiento se agravaron llegada la década de 1590. Hasta el extremo de que en ocasiones el Concejo dependía del altruismo de sus integrantes para poder arreglarla. Ello se ejemplifica muy bien en un hecho acaecido en 1592, en el que vuelve a ser protagonista Luis de Luaces. Tras derruirse un trozo de la “çerca de la ronda” junto a su casa, se ofreció a título personal a pagar a los trabajadores que la levantarían si al menos la Ciudad financiaba el costo de la piedra que necesitaban. En abril de 1596 también se vino abajo buena parte del lienzo existente entre la Porta da Fonte y el Hospital de San Pablo. La corporación municipal se reunió para discernir cómo restaurarlo dada la falta de liquidez en las arcas. Uno de los regidores expresó que convenía reedificarlo “por la fealdad que mostraba en la entrada y puerta de la ciudad”. De esta manera eludió cualquier justificación defensiva, fiscal o profiláctica, y apostó ante todo por el decoro de la urbe pese a sus intrínsecas dificultades económicas. Mucho más elocuente resultó la voz de otro personaje que apuntó a que en Mondoñedo ya “no abya çerca y la que abya estaba cayda por cien partes de modo que no se reputaba por cerca y estaba mucho de la ciudad edeficado sobre ella y se entraba y salya por ella sin ympedimyo nng o ”. Sugirió además que quienes debían pagar el arreglo eran aquellos vecinos que habían construido y ampliado sus propiedades junto al muro. Finalmente, el encargado de financiar el reparo fue precisamente uno de los ciudadanos por cuya trasera de su casa se había derruido la muralla. El Ayuntamiento solo aportó 11 ducados para limpiar el riachuelo de Sixto inmediato, aunque eso sí, permitió que el vecino construyese sobre la muralla un cuarto privado con un máximo de dos ventanas, sin que por ello pudiese disponer en su frontis ningún tipo de saledizo."
"Dentro del siglo XVII también existen claros ejemplos de permisividad a la hora de valerse de la muralla como si de un muro más se tratase para edificar una vivienda particular. En agosto de 1653 el obispo Francisco de Torres y Grijalba manifestó que un humilde inmueble agregado a ella y al Torrillón pertenecía a la dignidad episcopal. Concretamente se encontraba “pegado al muro y çerca y cubo della que çerca la guerta de los palaçios episcopales y por delante testa con el camino y rio de sisto”. Aquella edificación era un “casal biejo, y caydo” por culpa de un incendio “que antiguam.te seruia de rrocha” o caseta. Dado su estado, su inmediatez respecto a la muralla y al riachuelo, su cercanía con las huertas y jardines del Palacio del obispo, y el hecho de que fuese de propiedad episcopal, lo raro es que el prelado le cediese ese solar a un particular para que edificase allí. Pero lo hizo. Y permitió que el cirujano Matías López de Luaces levantara una casa, siempre y cuando su altura no excediese la de la muralla entre otras exigencias similares. Este no tardó en llevarla a cabo y para ello el 12 de febrero de 1654 contrató a los “maestros y ofiçiales de canteria” Alonso López y Bartolomé López, vecinos ambos de la parroquia de San Tomé de Lourenzá (Lourenzá); y a Pedro López da Folgueirosa, vecino de la feligresía mindoniense de Santiago de Lindín. Estos edificarían su “cassa nueba en el torrillon y junto a la çerca del palaçio y huerta de su ssa [Señoría]”. Aquellas condiciones pactadas a mediados del XVII fueron soslayadas por los herederos del cirujano, quienes en 1705 terminaron enfrentados con la Iglesia mindoniense porque la vivienda actual excedía la altura acordada, contaba con una chimenea arrimada a la muralla, y además poseía un castaño que facilitaba que cualquiera pudiera subir a él, sortear el muro, e introducirse en las huertas del Palacio."
"Durante la Edad Moderna la muralla siguió cumpliendo algunas de las funciones que ya tenía en el Medievo: servía de barrera para gravar ciertos productos y para controlar la entrada de cabalgaduras a la urbe. También se utilizaba como fortaleza ante cualquier atisbo de epidemia. Y al mismo tiempo se convertía en un elemento ineludible en una ceremonia tan importante y simbólica para una urbe episcopal como lo era la entrada de un obispo a su nueva sede. Sin embargo perdió la función defensiva en lo que a términos bélicos se refiere."
"La muralla medieval de Mondoñedo experimentó un dilatado proceso de ruina a lo largo de la Edad Moderna, y a mediados del siglo XIX terminó por desaparecer después de que se demoliesen sus últimos vestigios. El hecho de que esta capital no fuese una plaza militar y que durante la modernidad no tuviese un alto riesgo de ataque, condujo a que la cerca se fuese diluyendo poco a poco entre el caserío urbano, siempre tendente a ocupar el máximo suelo posible y a aprovecharse del material más a mano para tal fin. Esto trajo consigo que alguna parte del antiguo trazado se convirtiese en una fila de casas. Ya en el siglo XIX, la predilección por un urbanismo de calles alineadas, y asimismo despejadas de cualquier resto antiguo carente de valor artístico, llevó a la eliminación de este elemento urbano."
Es en ese momento cuando su mujer Isabel de Castro, que era prima de Isabel I de Castilla, traía al galope con su séquito el papel con la firma del indulto real pero, dice la leyenda, fue parada aposta en la Ponte do Pasatempo (el camino que baja de Lindín a Os Muíños, por unos clérigos que, buscando cualquier excusa, le hicieron perder el tiempo justo mientras se efectuaban las decapitaciones. Desde entonces, ese antiguo puente del barrio de Os Muiños, llamado A Ponte dos Ruzos, empezó a ser conocido como Ponte do Pasatempo
"La muralla medieval de Mondoñedo experimentó un dilatado proceso de ruina a lo largo de la Edad Moderna, y a mediados del siglo XIX terminó por desaparecer después de que se demoliesen sus últimos vestigios. El hecho de que esta capital no fuese una plaza militar y que durante la modernidad no tuviese un alto riesgo de ataque, condujo a que la cerca se fuese diluyendo poco a poco entre el caserío urbano, siempre tendente a ocupar el máximo suelo posible y a aprovecharse del material más a mano para tal fin. Esto trajo consigo que alguna parte del antiguo trazado se convirtiese en una fila de casas. Ya en el siglo XIX, la predilección por un urbanismo de calles alineadas, y asimismo despejadas de cualquier resto antiguo carente de valor artístico, llevó a la eliminación de este elemento urbano. En los siguientes apartados analizaremos detenidamente el largo proceso de menoscabo que sufrió la muralla de Mondoñedo."
A la izquierda está la entrada al aparcamiento del actual edificio de la Axencia Agraria, situado justo antes de la que se dice fue casa del Mariscal Pardo de Cela que, si bien fuese de él, residiría sin duda normalmente acá y allá en algunas de sus varias casonas y castillos, sobre todo en tiempos de la guerra abierta contra él emprendida
No obstante, al negarse Pardo de Cela a darle estos bienes al obispo, fue juzgado en rebeldía y condenado a muerte, pero tenía muchos partidarios y se hizo imposible vencerlo. Fernando el Católico llegaría a contratar al mercenario francés Luis Mudarra y sus 300 jinetes y, en A Frouxeira, fortaleza inexpugnable, sería asediado luengo tiempo Pardo de Cela. En ese tiempo, Fernando de Acuña, Gobernador de Galia, tras año y medio de combates, se quejaría diciendo...
"harto tenía que hacer porque tenía cercado a Pedro Pardo en Peña Frouseira"
Fuente: Mondoñedo Medieval |
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"A veces, la tarea de la investigación histórica es establecer los límites documentales a las leyendas que la tradición propaga, aunque las leyendas, como reconoce el investigador Eduardo Pardo de Guevara, sean "la versión bonita de la realidad". En este caso, el investigado es un personaje del medioevo, el Mariscal Pedro Pardo de Cela, uno de los mitos del nacionalismo gallego. De hecho, fue encumbrado por Castelao en su "Alba de Gloria", que lo muestra desfilando "junto con sus compañeros de martirio injustamente decapitados, que sostienen con ambas manos sus propias cabezas, aún frescas, que manan sangre y piden justicia".
El hallazgo de su testamento -del que se sabía que se había otorgado poco antes de su ejecución y que está redactado en gallego- permite al Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento dibujar unos contornos más ajustados de su figura e incluso corregir datos hasta ahora dados por buenos, incluida la versión que la tradición ha propagado desde su muerte, a finales del siglo XV.
El descubrimiento, realizado por el director de la institución dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas, Eduardo Pardo de Guevara, en la Real Chancillería de Valladolid en 2011, permite, en primer lugar, desmontar la fecha en la que fue ejecutado por orden de los Reyes Católicos. En lugar del 17 de diciembre de 1483, los libros que se editen a partir de ahora tendrán que hacer constar el 3 de octubre, matizando también que su ejecución -a "degüello", no por garrote vil-, que la leyenda sitúa en la plaza mayor de Mondoñedo, es el resultado de un proceso judicial que se inicia bastante antes y no la conclusión de acontecimientos más precipitados. De hecho, Pardo de Guevara señala que el asedio a la fortaleza de "A Frouxeira" -su castillo- se había producido "un año antes" y que el mariscal llevaba detenido "desde el verano".
Además, y después de que otras investigaciones, recordó Pardo de Guevara, confirmasen que nunca fue "hermanado" de la Revolución Irmandiña o que sus simpatías políticas no se inclinaron, en el duelo sucesorio por la corona, por Juana la Beltraneja, sino por la futura Isabel la Católica -que lo mandaría ajusticiar-, el documento da a entender que su relación con la Iglesia de Mondoñedo no era "difícil". "Solo con algunos clérigos", matizó el responsable del CSIC en Galicia, quien argumenta que en su mayor parte la última voluntad del Mariscal Pardo de Cela contiene "desembargos" -devoluciones, aclaró- de bienes a la Iglesia.
El investigador, que duda también de que la mujer del personaje, Isabel de Castro, fuese hija de los Condes de Lemos, tuvo que reconocer, no obstante, que el testamento sí confirma alguna parte de la leyenda, como el hecho de que, además de dos hijas, el mariscal tenía un hijo varón, bastardo, "de corta edad", que no llegó a adulto, y al que otorgaba un coto en herencia. La leyenda dice que el vástago fue ejecutado junto a su padre, pero ese punto no queda aclarado.
Lo que explicó ayer Pardo de Guevara es lo que la historia puede afirmar de un personaje que "atrae, fascina, seduce y mediatiza". Pero, donde esta no llega, la leyenda campa a sus anchas. Así, en el caso de Pardo de Cela, la tradición dice que sus enemigos retuvieron a su mujer para que no entregara un indulto de la corona que evitaría su muerte. Al lugar, muy visitado en Mondoñedo, se le conoce como "A Ponte do Pasatempo"."
Fuente: Mondoñedo Medieval |
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"- Descripción: cuartelado. Primero: una manopla de armas. Segundo: partido; a) una cabeza de lobo lampasada, y surmontada de una estrella; b) un sotuer con una venera en medio. Tercero: cinco palos. Cuarto: tres fajas horizontales con tres taus entrelazadas. Timbre: yelmo perfilado a la derecha, con penacho de plumas y la visera abierta.
- Correspondencias: primero: García, o bien, Pita da Veiga. Segundo: Lobera. Tercero: posiblemente, Quiroga. Cuarto: Varela de Termes, según Yebra de Ares.
- Observaciones: el mismo escudo aparece labrado en piedra en el pazo de Rizal (Alfoz).
"De las siete calles o callejuelas que parten desde la Praza da Catedral y se ramifican a lo largo y ancho del núcleo urbano, hay una que toma la salida estrictamente hacia el noreste: la Rúa Pardo de Cela. Su eje transita hacia las afueras virando ligeramente en dirección norte, y tras atravesar una diminuta plazuela surgida de un cruce de cuatro vías, continúa en línea recta llamándose primero Rúa Casas Novas y a continuación Rúa do Camiño Norte. Desde allí sigue hasta donde antiguamente estaba la ermita de San Antonio do Carrascal, erigida en el siglo XVII pero desaparecida en 1952. Pues bien, esta calle fue históricamente conocida como la del Perejil, con todas las derivaciones posibles e imaginables respecto a este vocablo, pues Enrique Cal Pardo halló en la documentación medieval menciones a ella como la del Perexe, del Perixe, del Pereyxe o del Preyxe. Y asimismo, nosotros hemos encontrado otras de Época Moderna muy variadas. Sirva de claro ejemplo un pleito de 1768 en el que se le nombra indistintamente como “Perexil”, “Perijil”, “Pirijil”, “Perixil”, “Perxill” y “Prixil”. Esta denominación la perdió definitivamente a raíz de la renovación del callejero urbano de 1886, sustituyéndose por la actual Pardo de Cela."
"En la Edad Moderna esta misma calle compartió otro nombre. Durante el siglo XVI y buena parte del XVII fue conocida como Rúa dos Cregos, término que en el siglo XVIII se castellanizó definitivamente por Clérigos. Lógicamente este apelativo le vino porque allí siempre residieron muchos miembros del Cabildo, algo que hemos podido constatar en la documentación analizada. Incluso existe una reseña dieciochesca que la llama Calle de los Arcedianos. Por citar alguno de los canónigos más célebres que vivieron en ella, podríamos nombrar a Juan de Calonge, quien ya moraba allí a finales del siglo XVI, o a Francisco Antonio Villaamil y Saavedra, verdadero autor del manuscrito sobre la Iglesia mindoniense publicado por Henrique Flórez en 1764 dentro del tomo 18 de su España Sagrada. Además, y sin ir más lejos, en la ciudad de Lugo ocurría un caso similar, pues la calle que transcurría pegada al flanco meridional de la catedral también se llamaba Calle Clérigos. Volviendo a Mondoñedo, hay que remarcar que no todo el cuerpo capitular habitaba en esta rúa, pues hemos comprobado que entre los siglos XVI y XVIII los canónigos se repartían por todas las calles del pequeño núcleo urbano, siendo muy habitual que viviesen en la Plaza y en sus inmediaciones."
"Su primera referencia data de 1259 y se le cita como “Rúa de Pereixe”. Otra reseña de 1377 confirma que la Rúa dos Ferreiros era la calle contigua395. Y una nueva alusión medio siglo más tarde indica que la parte trasera de una casa ubicada en el “Perexe” lindaba con la muralla396. Lógicamente también daba hacia el punto donde nacía, la Plaza. De ahí que un documento de 1570 señale unas casas “en la calle del Pereje, frente a la plaza pública”
"Entre 1593 y 1638 hallamos cuatro menciones a ella como Rúa dos Cregos. Las dos primeras son de finales del XVI y aluden a la casa del canónigo Juan de Calonge. En estas se indica su proximidad con la Calle del Colegio –actual Alfonso VII–. Unos manuscritos de 1606 confirman que la Rúa “do Perexe” también se conoce como Rúa “dos Cregos”. Lo mismo se expresa en un acta municipal un quindenio posterior. Si bien es cierto que otro documento de 1638 disocia ambas. De todos modos a esta cita no se le debe dar mayor importancia, pues como hemos podido comprobar en el apartado dedicado a la Rúa dos Ferreiros, en ocasiones distintos sectores de una misma vía podían recibir varias denominaciones simultáneas a fin de diferenciarlos, y sin embargo, otros documentos coetáneos eludían hacer tales divisiones. De hecho, ya en el siglo XVIII, una escritura de 1738 reseña que la “calle que antiguam.te se llamaba del perejil” se conoce ahora como “de los arzedianos”. Sin embargo, otra de 1749 la sigue citando como “calle que nombran del perexil”. Mientras que un pleito de 1768 contradice de nuevo el antedicho manuscrito de 1738 indicando en distintas ocasiones lo siguiente: “Calle antiguamente nombrada la rrua de los Clerigos y actual la del Perxill”, y reseña además que la contigua a esta es “la que llaman del Colexio” 404. Por último, una referencia de 1781 confirma lo indicado al principio de este apartado, pues dice que la Calle del Perejil era aquella que partía desde la Plaza hasta alcanzar las últimas casas “q. e miran a la hermita de s.n Ant.o"
“Todavía existen en España ciudades que tienen puntos de vista privilegiados desde los que se abarca la totalidad de las torres, cúpulas y chapiteles que constituyen su perfil urbano. Nada más bello que una ciudad pequeña destacándose sobre un fondo de montañas y un primer término de arbolado. No se diga cuánta es la hermosura de su interior, con su dédalo de calles y rincones en los que el tiempo parece fluir remansándose como en el pasado. Tuy, Mondoñedo, Burgo de Osma […] La lista parece inagotable. España, felizmente, posee una riqueza urbana poco común, digna de ser conservada tal como nos la ha legado la historia”.
"Si vienes a Galicia no dejes de visitar Mondoñedo.
Si haces el Camino de Santiago, escoge la ruta Norte para entrar en Mondoñedo.
Si no haces el Camino ni estás por Galicia…, diseña un itinerario con parada en Mondoñedo.
Tiene grandes atractivos paisajísticos y culturales pero lo mejor de Mondoñedo son las sensaciones que despierta.
Cuando llegas a esta histórica ciudad el reloj se detiene, la mente se relaja y el cuerpo se deja llevar. Sobreviene la calma. Mondoñedo no es un punto en el mapa, es una parada en el tiempo.
En el interior de la Mariña Lucense, sumergido en un precioso valle y amparado por la sombra del Padornelo, se encuentra Mondoñedo. Ciudad Episcopal presidida por la Catedral-Basílica de Nuestra Señora de la Asunción, con Museo Catedralicio, Seminario, Naturaleza, Patrimonio, Historia, Literatura, Música y ‘lembranzas’ (recuerdos).
Si vienes a Galicia no dejes de visitar Mondoñedo.
Si haces el Camino de Santiago, escoge la ruta Norte para entrar en Mondoñedo.
Si no haces el Camino ni estás por Galicia…, diseña un itinerario con parada en Mondoñedo.
Tiene grandes atractivos paisajísticos y culturales pero lo mejor de Mondoñedo son las sensaciones que despierta.
Cuando llegas a esta histórica ciudad el reloj se detiene, la mente se relaja y el cuerpo se deja llevar. Sobreviene la calma. Mondoñedo no es un punto en el mapa, es una parada en el tiempo.
Deslízate por sus calles empedradas, siente la historia bajo tus pies, escucha las campanas de la Catedral (la Paula, la Ronda…), empápate de orballo (lluvia fina) y enamórate de la niebla. Ingredientes estos que construyen ese ambiente de ensoñación que plasmó Cunqueiro en sus novelas."
Entre esta antigua rúa do Perexil y su paralela a la izquierda, al otro lado de estas casas, rúa Templarios (sirvientes del templo de la catedral más que caballeros de la Orden del Temple), se extendía el solar de la Torre Vella, que abarcaría su unión con la antigua rúa Ferreyros, torre que pudo sucumbir en el incendio, pavoroso, de 1425 que destruyó buena parte de la ciudad
En Mondoñedo monumental, fuentes para su estudio se dice que es muy posible que aquella torre formase parte de la antigua población de Vilamaior de Val de Brea, la precedente al Mondoñedo actual, que cambió su nombre al trasladarse aquí la sede episcopal de San Martiño de Mondoñedo, en Foz, cerca de la costa, en el año 1112. De ella también se ocupa Gómez Darriba:
"Parte de la historiografía que ha estudiado Mondoñedo ha creído que la llamada Torre Vella era un elemento perteneciente a la muralla. Son muy escasas las referencias que se tienen sobre la misma, pero la gran mayoría indican explícitamente que su propio muro lindaba con la Rúa dos Ferreiros, y que aparte de situarse tras esta calle tenía contigua a la del Perexe o Perejil . Ello significa que ocupaba un solar existente entre lo que hoy son las Rúas Alfonso VII y Pardo de Cela. Enrique Cal Pardo la consideró el primer Ayuntamiento mindoniense. Sin embargo, este mismo autor transcribió varias notas documentales de las que se desprende que constituía la sede de un merino que regentaba una determinada jurisdicción en la cual impartía justicia, aunque en última instancia este se debía al obispo, señor de la ciudad. La primera alusión a la Torre Vella data de 1258, y la última de 1461. En dichas referencias resulta muy frecuente que se cite su “vallado”, “muro” o “pared”. Esto es indicativo de que aparte de ubicarse intramuros contaba con una protección mural independiente."
En esta calle, cuando era la rúa do Perexil, vivió Policarpo Carrera Barrera, reconocido abogado, que el 1 de enero de 1848 figura como segundo teniente de alcalde de Mondoñedo y, justo tres años después, el 1-1-1851 como alcalde
Su acérrimo adversario político, el escritor carlista mindoniense, Patricio Delgado Luaces, Xan de Masma, hizo con palabras un retrato grotesco de él en su novela A Besta, en la que describía a un político liberal de Mondoñedo:
"Figuradevos unha pipa de aceite posta de punta sobre dous zancos de media vara, e unha piruleira encima, pois a pipa era o bandullo de don Policarpo, os cortos zancos as dúas pernas que o sostiñan, e a piruleira, a cabeza que se encaixaba nos hombros que dun a outro tiñan a carreira dun can. Avogado ou abobado, como ás veces escribía, finxindo cabucarse un escribano do pobo, cando encabezaba algún alegato feito por aquel. Heleogábalo que coma o seu colega romano, poñía medo o ver aquel palleiro de grasa e carne, nada tiña de sabio, pero si non sabía moitas leises, sabía en cambio moita gramática parda para envolver o desgraciado que lle hipotecaba unhas terras, e quedarse con elas; e para muxir a vaca electoral, según veremos, facendo que cada deputado que polo pobo salía, lles deixase, cando menos, vinte mil reás de ganancia. Xa fora rico ó nacer. Fillo dun boticario que fixera cartos con píldoras de fariña, e que educou o seu vástago con tanta moralidade que entre os dous tiñan unha muller, pois a mai rebentou ó parir aquel fol de sebo, había chegado ós cincuenta anos sin casarse, comendo coma un buitre, bebendo coma un mosquito, e despois de chea a panza viña a danza, e as probes das criadas apagaban o lume, pois era tan rixoso como Mahoma que nunha noite folgaba cas súas catro mulleres" pax christi"
A nuestra derecha, el Albergue Lumen, abierto en 2022, que dispone también de apartamentos
"Los indianos se hacían notar cuando volvían: los impresionantes coches –bautizados popularmente como haigas–, los sombreros panamá, las leontinas de oro, los zapatos de charol y los pantalones claros no pasaban desapercibidos en una Galicia todavía muy pobre. Como tampoco pasaba desapercibido el flujo de dinero que enviaban por año y que, según el historiador Ramón Villares, superaba -de 1900 a 1930- el montante procedente de venta de carne con destino al mercado español."
"Lucían trajes finos, zapatos brillantes y coches espectaculares, pero los indianos que viajaban a Galicia mostrando la riqueza acumulada en Cuba no reflejaban las penurias que muchos otros gallegos tuvieron que pasar en La Perla del Caribe para poder llevarse algo a la boca.
El semanario ribadense La Comarca del Eo reproducía, a principios de la década de los 20 del pasado siglo, un llamamiento urgente de un gallego emigrado que decidió escribir una carta al periódico contando las penurias que vivían a diario. Tanta era su desesperación que, incluso, pedía que España fletase un barco para repatriarlos de la isla.
El remitente contaba que Cuba estaba viviendo «una intensa crisis financiera» y que, por ese motivo, los comerciantes tuvieron que cerrar sus establecimientos «contándose por centenares los individuos que, despedidos del trabajo, se encuentran en huelga forzosa y sin medios de subsistencia».
«Como consecuencia, se ve todas las noches el doloroso cuadro que ofrecen multitud de infortunados españoles durmiendo a la intemperie después de vagar por las calles durante el día, hambrientos y andrajosos», afirmaba el lector de La Comarca del Eo.
El emigrante pedía al periódico que hiciese pública esta situación para disuadir a muchos gallegos de emigrar a Cuba a la vez que pedía un barco «para recoger a muchas familias que se encuentran en una necesidad extrema y repatriarlas a España»
"La otra cara de la moneda -la del emigrante que hizo las Américas- la ofrecieron tres lucenses que en 1917 visitaron la capital de las murallas en representación de la colonia lucense asentada en La Habana. Se trataba de Francisco Otero, Francisco Vila y Gumersindo Bóveda, que traían un bastón de regalo para el entonces alcalde, Ángel López Pérez, entre otros obsequios.
Los tres indianos no venían solos. Los acompañaban una extensa comitiva en la que había, como informaba El Progreso, «una nutrida y selecta representación del elemento femenino».
El recibimiento que se le dio a la comitiva habanera en Lugo fue espectacular. Como era habitual en la época, las visitas importantes llegaban por tren y hasta la estación se trasladó una comisión formada por la corporación municipal; el presidente del Círculo de las Artes, Marcial Neira; el alcalde de Mondoñedo, Ramón Martínez Insua; los regidores de Becerreá, Sarria y Chantada; el secretario del Orfeón Gallego, Teolindo Montoya; el gobernador civil, Belmonte; el jefe de Infantería; el presidente de la Cámara de Comercio, Bal, y el presidente del Centro Obrero.
El tren correo de los habaneros, que venía a Lugo en sentido descendente (es decir, desde A Coruña), «entró en agujas con veintidós minutos de retraso», decía la crónica de El Progreso.
La llegada del tren fue recibida con bombas, vivas, aplausos y la banda municipal tocando la muiñeira 'O bico' , de Xoán Montes. Los cubanos subieron con el resto de las autoridades y una multitud de lucenses por la entonces llamada Avenida de Moret -Rúa Castelao- hacia la calle de Castelar -Rúa do Teatro-, donde comenzó a sonar un pasodoble.
Los tres cabecillas lucenses alucinaron, por así decirlo, con el cambio espectacular que había experimentado Lugo en sus calles, especialmente en Santo Domingo y la Rúa da Raíña.
Francisco Otero dijo de Santo Domingo que tenía «el aspecto de una ciudad moderna» recordando los viejos tiempos de la plaza «con puestos de frutos y casetas de mercado que desaparecieron para siempre», apuntaba el cronista de El Progreso.
El indiano se quedó también muy admirado por las reformas en la Rúa da Raíña y le preguntó al alcalde si los lucenses habían pagado algún tipo de contribución para llevarlas a cabo, a lo que Ángel López Pérez le contestó que no pues todo el dinero había salido del Ayuntamiento.
Desde los balcones del hotel donde se alojarían, el Méndez Núñez, Francisco Otero también observó los cambios en la actual Praza Maior, donde ya no había la fuente con las «cañas» donde las mujeres recogían agua."
El sol se refleja en los cristales en esta foto sacada en este mismo lugar pero ya por la tarde, un buen momento sin duda para recordar las poesías del gran literato e intelectual mindoniense Álvaro Cunqueiro:, a cuya casa-museo nos acercamos, sita al otro lado de la Praza da Catedral, así como, poco más allá de esta plaza, su casa natal
Sol:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba rosa:
vivas,
intactas,
desnudas,
con anhelos de manos,
como espejos de mástiles.
Sombra:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba turbia:
calladas,
llanas,
duras,
sin afanes de presencia,
sin afanes de huida.
Siempre:
Cinco ventanas: sólo
"Cidade de Galicia, sonada polos Bispos, e polo cabalar das San Lucas, i onde nacéu o señor Cunqueiro, que puxo es formado estas historias. É rica en pan, en augas i en latín"
"Decía D. Álvaro Cunqueiro, el más ilustre literato de Mondoñedo, que éste era rico en pan, aguas y latín. Y desde luego estaba en lo cierto, pues este es un ayuntamiento con un gran patrimonio histórico y cultural, con una gran riqueza natural y donde la gastronomía también tiene un importante papel.
Así, Mondoñedo posee el título de ciudad desde 1156 por concesión regia por parte Alfonso VII de León y ha sido capital de provincia hasta las reformas liberales de 1833 en la que queda integrado dentro de la provincia de Lugo.
Por todo ello, y como cabecera de diócesis desde 1112, ha ido reuniendo un importante patrimonio histórico y monumental hasta el día de hoy. Con lo que en la actualidad cuenta con un impresionante Casco Histórico, declarado como tal en 1985 e incluido dentro de la red de Los Pueblos Más Bonitos de España (2017), y, de todo él, el monumento más destacado es su Catedral Basílica de La Asunción que es, junto al Camino Norte a Santiago, Patrimonio de la UNESCO desde el 2015."
Y la grandiosa catedral, Catedral Basílica da Asunción, una de las sedes episcopales de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol junto con la concatedral de Ferrol, llamada "la catedral arrodillada" por sus perfectas proporciones y pequeña altura
Es Monumento Nacional desde 1902 y basílica desde 1959 por bula del Papa Juan XXIII. Incluida también dentro de la declaración de los Caminos del Norte como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como bien de especial interés. Mondoñedo ya figura en el Codex Calixtinus (s. XII) como una de las ciudades por las que pasa el Camino de Santiago
Por el otro extremo de esta plaza, al otro lado de la catedral, donde estuvieron la Porta da Fonte y el antiguo Hospital de San Pablo, que acogía peregrinos, llega la otra ruta del Camino Norte, el llamado trazado histórico o Camín Vello, procedente de Asturias desde Tol, y que por Lantoira y Seares pasó a Vegadeo/A Veiga y entró en Galicia en Abres, cruzando el puente sobre la ría de este nombre. Luego recorre Trabada y O Val de Lourenzá para subir a Lindín, ya concello de Mondoñedo, y baja a Os Muíños entrando en la ciudad. Era este además el camino a Castilla que entraba a esta plaza por la Porta da Fonte, frente a la Fonte Vella
Pero ahora, a la vez, la ruta se divide en dos: aquí mismo vemos las señales del ahora camino oficial que se dirige a A Infesta por el valle del Cesuras, mientras plaza adelante, justo por donde viene el Camino Norte histórico, va el ahora llamado camino complementario que va a Maariz, sobre el valle del Valiñadares para, por Lousada, subir al Alto da Xesta. Ambos se reúnen a la entrada de Gontán, concello de Abadín, ya en la Terra Chá
Para más información, al pie de la primera torre de la catedral, un gran panel con un mapa orientativo, nos lo explicará gráficamente
Aquí vemos tres trazos azules en el mapa del casco urbano: el de la izquierda es el camino oficial que viene de Ribadeo tras salir de Asturias por A Ponte dos Santos (antes los peregrinos de antaño pasaban en lancha) por Vilanova de Lourenzá, el de arriba es el otro camino oficial que ha entrado en Galicia Eo arriba, en Ría de Abres, concello de Trabada, empleado desde tiempo inmemorial al no exponerse los romeros y viajeros de antaño a las corrientes del estuario ni al pago de pasaje, máxime aún cuando en los tiempos más remotos las poblaciones de Ribadeo, Castropol, o Figueras/As Figueiras apenas existían, antes de la fundación de las polas en la baja Edad Media, cuando estas crecieron y regularizaron las comunicaciones fluviales, fundándose los primeros centros asistenciales para los peregrinos
Ambas confluyen en esta Praza da Catedral pero a la derecha salen otros dos caminos, uno de azul, el actualmente considerado camino oficial, en azul, abajo, que sube hacia A Alameda por el antiguo Hospital de San Pablo y San Lázaro y el santuario de Nosa Señora dos Remedios. Y otro, con puntitos verdes, por arriba, es ahora considerado camino complementario pese a que durante décadas fue el oficial
"Desde el inicio de la repoblación de Vilamaior de Brea en el S. XII, identificamos una serie de barrios que pertenecen mas a un extrarradio rural, completamente volcado en una vida campesina, y por otro lado, otros de nuevos burgueses que se concentran de manera ordenada en las calles preexistentes, de más que posible origen romano y que tendrán como eje central la sede catedralicia. (...)
Luego en el S. XIV se verán ceñidos por la cerca y sus nombres pasarán a ostentar el prefijo de rua, como la Rua dos Ferros, Rua de Batitales, Rua da Çapataria, Rua Nova, Rua do Perexe etc. Y entre estas rúas un número cada vez más definido y creciente de parcelas aptas para su urbanización, siendo preferentes las que más cerca se encontraban de la plaza central y la catedral. Y en ella tenían lugar todo tipo de actos y ceremonias en las que se legitimaban dichos poderes, aparte, claro está, de que resultaba asimismo el principal núcleo comercial de la ciudad, al que acudían mercaderes desde distintos lugares a vender sus productos todos los jueves de cada mes".
"En primer lugar cabe destacar que en la documentación siempre se le denominó Plaza o Plaza Pública, resultando excepcional que recibiese el nombre de Plaza Mayor. El que un apelativo tan habitual en el urbanismo español no se utilizase en Mondoñedo seguramente se debiese a que no había otras plazas para tener que diferenciarlas con tal nombre. En este diminuto núcleo urbano solo existía a mayores una plazuela, conocida por lo general como de la Fuente Vieja, que realmente no era sino una conjunción irregular de diferentes vías que mediaban entre dicha fuente y la puerta homónima de la muralla."
"También se ha subdividido su espacio por medio de distintas lonjas abalaustradas o con verjas que fueron surgiendo y desapareciendo con el paso del tiempo. Pero no ha sufrido ninguna reforma urbanística realmente importante que acotase o engrandeciese su tamaño, de ahí que los solares que hoy vemos edificados sean en líneas generales los mismos que ya lo estaban en la segunda mitad del quinientos. El foro mindoniense, pese a contar con una planta irregular, presenta un claro desarrollo norte-sur, contribuyendo la canónica disposición de la cabecera catedralicia hacia oriente a que la fachada de poniente regularice el espacio abierto ante sí de manera rectilínea"
"... desde un punto de vista tipológico, cabría encuadrarla dentro de lo que son las plazas mayores de génesis medieval, en las cuales se aprecia un desarrollo un tanto espontáneo debido a que no responden a un plan urbanístico concreto en forma y tiempo. Por supuesto poco tiene que ver con las típicas plazas mayores que se hacen de nueva planta en la España de los siglos XVII-XVIII, en las que existe un formato cuadrangular delimitado por un caserío homogéneo311. La de Mondoñedo se trata de una plaza característica de las ciudades episcopales, abierta a la catedral y circundada por una serie de edificios muy ligados a la Iglesia local"
"En sesión del Ayuntamiento de Mondoñedo del 31 de diciembre de 1913,la corporación da lectura al informe emitido por la comisión de policía urbana, a consecuencia de la instancia de D. Pascual Cigarran, en la que solicitaba autorización para construir de nueva planta una casa en los solares que corresponden a los números 1 y 3 de la calle del Progreso y Plaza respectivamente. Se le emplaza a cumplir lo que indica el plano adjunto.
En sesión del 30 de agosto de 1915,se leyó también un informa de la comisión de policía urbana sobre la solicitud de Dª Consuelo y Dª Asunción Martínez sobre la reforma de la fachada de la casa señalada con el número tres, en la cabecera de la Plaza de la Constitución, en el cual se propone que para el mayor ornato y regularidad de la cabecera de la mejor plaza de la ciudad, se retire la fachada de la casa que se cita a la alineación marcada por la contigua y de nueva construcción de D. Pascual Cigarran, con lo cual se despejará más la entrada de la calle de Padilla(actual Alfonso VII). Ésta reforma exigió la indemnización a las propietarias de los machones de las arcadas de los soportales y algo del pavimento de la planta baja"
"Álvaro Cunqueiro Mora. (Mondoñedo, Galicia, 22 de diciembre de 1911- Vigo, 28 de febrero de 1981). Escritor y cronista, gran conocedor de la gastronomía española.
Estudia Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago de Compostela entre 1927 y 1934. En 1929 colabora en varias revistas, como Vallibria y Galiza. Publica su primer libro de poemas, Mar ao Norde, en 1932, seguido por Poemas do sí e non en 1933. Compagina esta actividad con sus colaboraciones (poemas y artículos) en otras revistas y diarios como Céltiga, Descobrimento, y El Compostelano.
Durante la Guerra Civil, y vinculado al nacionalismo conservador del Partido Galeguista, se refugia en Ortigueira, donde trabaja como profesor en el colegio Santa Marta y colabora asiduamente en el semanario de la institución. En 1938 se da de alta en el Registro General de Periodistas y comienza a ser conocido por su trabajo en castellano en las publicaciones Pueblo gallego de Vigo, La voz de España de San Sebastián, y el ABC de Madrid.
Esta actividad como periodista no supone un abandono de la poesía, ya que publica Elegías y canciones en 1940 y también sus conocidas obras de teatro Rogelia en Finisterre (1941), El caballero, la muerte y el diablo y otras dos o tres historias (1945), La balada de las damas del tiempo pasado (1945), y San Gonzalo (1945).
Desde Madrid colabora esporádicamente en revistas literarias como Finisterre y Posío y finalmente decide volver en 1946 a Galicia, donde continúa su labor intelectual y su colaboración con los principales periódicos gallegos.
En 1964 ingresa en la Real Academia Gallega con su discurso Tesouros novos e vellos, una pieza clásica de la literatura gallega contemporánea.
Como escritor gana numerosos premios, entre los que destacan el Premio Nacional de la Crítica y el Premio Nadal, y como periodista, el afamado Premio Conde de Godó.
El día 17 de mayo de 1991 tiene lugar la celebración en su honor de las Letras Galegas. En la actualidad varios premios llevan su nombre, como el Premio Nacional de Periodismo Gastronómico y el Premio Álvaro Cunqueiro para Textos Teatrais."
"Entre montes perdida, en un valle hermoso y fértil surcado por claros ríos, está Mondoñedo, poblada desde antes de la venida de las legiones por el celta sonoro que se adornaba con oro. La antigua Villamayor recibió el nombre de Mondoñedo del monasterio de San Martín, el que rigió San Gonzalo en los días del normando depredador. En los días de Martín, obispo, la sede episcopal dumiense fue trasladada a Villamayor, y la Catedral de la Asunción dedicada un 18 de octubre, fiesta de San Lucas Evangelista. Sería por el año 1225. Y desde entonces, hay que suponer que datan estas ferias y fiestas, As San Lucas, que vienen, en el dorado otoño, a perturbar el silencio y la paz mindonienses..."
"... Puntuales bajan las greas de los potros bravos. Puntual acude la gente montañesa y la gente mariñana al ferial, y calles y plazas, y la bella y perfecta Alameda, se llenan con la multitud de visitantes. Todo tienen un aire antiguo y provincial. Invitar a visitar Mondoñedo es invitar a contemplar una pequeña pero insólita joya antigua, posada en el verde campo, en uno de los paisajes más finos de la geografía gallega. Y a la perfección mindoniense hay que añadir el sabor medieval de su feria, y la propia naturaleza monumental de Mondoñedo, desde el barroco de los altares de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios hasta las pinturas murales de la Catedral, y esa que Otero Pedrayo llamó, refiriéndose al rosetón catedralicio, "la gran flor submarina"
"Gran parte del suelo de la Plaza y de las parcelas edificadas eran de propiedad capitular. El Cabildo solía arrendar o aforar estas últimas a particulares o a instituciones como el Ayuntamiento. En la Plaza tenía su residencia el obispo, pues la mayor parte de los prelados pertenecientes al periodo 1550-1800 vivieron en el Palacio Episcopal. Buena parte de la Iglesia mindoniense habitaba asimismo las casas de dicha Plaza o las de sus inmediaciones, fundamentalmente los canónigos. En la Plaza también residían de manera provisional aquellos pobres, enfermos y peregrinos que eran acogidos en el Hospital de San Pablo, que tuvo allí su primera sede desde el siglo XIII –como mínimo– hasta 1755. Otro grupo social comúnmente asentado en la Plaza eran los miembros de la corporación municipal, hidalgos poco destacables pero que actuaban como verdaderos oligarcas locales, entre otras cosas porque su puesto en el Ayuntamiento era heredado sucesivamente, de ahí que algunos linajes se perpetuasen durante siglos en ciertos cargos. En el periodo estudiado también resultó muy frecuente que allí viviesen los notarios . Incluso en la primera década del siglo XVIII se puede constatar la presencia de una casa que albergaba varias escribanías en la zona alta de la Plaza. Igualmente, residieron de manera habitual en este foro algunos mercaderes, sobre todo en los primeros decenios del siglo XVII. Y asimismo algunos artistas, siendo el grupo mayoritario el de los plateros. También cabe destacar que aquí adquirió una casa el maestro de obras Diego Ibáñez Pacheco, como pudimos comprobar en el apartado que dedicamos a su figura. Por último, cabe reseñar que la Plaza era un lugar habitual de residencia para los boticarios.La totalidad de las casas que se abrían a ella contaban con soportales. Un elemento arquitectónico totalmente infrecuente en el resto de calles de Mondoñedo. La presencia del mismo seguramente se deba a dos factores: porque había espacio suficiente para poder aumentar una vivienda elevando parte de la misma sobre unos postes de madera, o incluso en pilares y columnas de cantería. Y porque estos soportales eran idóneos para resguardarse del mal tiempo en los días de mercado, como pronto tendremos oportunidad de ver. Las viviendas de la Plaza eran por lo general de dos alturas, aunque a veces contaban con una buhardilla en su culmen. Algunas tenían tiendas en su planta baja, existiendo en el siglo XVII un número notable de sastrerías y mercerías. Las casas en definitiva, no podían crecer hacia la Plaza y apenas presumían de una gran altura, pero sin embargo sí presentaban un claro desarrollo hacia su trasera, donde siempre dejaban espacio para una pequeña huerta y casetas multiusos.Pero aparte de las viviendas, la Plaza albergaba un conjunto de inmuebles muy significativos puesto que constituían la sede de los diferentes poderes locales. El origen y la evolución arquitectónica de todos ellos se tratará pormenorizadamente en los siguientes capítulos, de ahí que ahora solo los mencionemos sucintamente. En la Plaza radicaba la catedral, sede del obispo, esto es, de la persona que ostentaba el poder temporal y espiritual de Mondoñedo. La dignidad episcopal poseía allí más edificios: el Palacio anejo y el Hospital de San Pablo, cuya gerencia, durante buena parte de la Edad Moderna, se delegó en el Ayuntamiento. También hay que destacar que, aunque estrictamente no se abría a la Plaza, sí que lindaba con ella el edificio de otra institución perteneciente a la mitra: el Seminario de Santa Catalina, erigido en el inicio de la Rúa dos Ferreiros en el último tercio del siglo XVI, donde perduró hasta la década de 1770. El Cabildo también levantó en la Plaza un edificio tan representativo como la Cárcel Capitular, construida en la década de 1670 y cuyas funciones penitenciarias se mantuvieron aproximadamente hasta mediados del siglo XVIII. Por último, hay que señalar que el Concejo era otro órgano cuyos principales inmuebles se abrían a la Plaza. Realmente era muy pobre y a lo largo de su historia solo contó con tres, destinados a Casa de la Alhóndiga, Casa Consistorial y Carnicería. Los dos primeros se hallaban en la Plaza. La Alhóndiga fue el lugar donde se establecieron los plenos municipales durante buena parte de los siglos XV y XVI hasta que en 1569 se iniciaron las obras de un Consistorio ad hoc.Dijimos con anterioridad que la Plaza constituía el epicentro de la vida urbana, y pudimos comprobar la certeza de dicha oración habida cuenta de que los edificios más significativos y emblemáticos de la ciudad, sedes a su vez del poder civil y eclesiástico de la misma, circundaban su foro. Pues bien, esta misma sentencia quedaría incompleta si no fuera porque la propia Plaza era el escenario de todo cuanto acto religioso, militar, propagandístico, festivo o comercial tenía lugar en Mondoñedo. La documentación consultada entre los siglos XVI y XVIII demuestra que era el marco donde se celebraban todo tipo de funciones religiosas, caso de algunas misas, procesiones, o sermones de algún predicador que acudía hasta la capital diocesana. Además, como vimos en los apartados dedicados a la muralla, un lugar donde en ocasiones el obispo cumplía con parte del rito de la jura en el contexto de su ceremonia de entrada a su nueva sede. En los siguientes párrafos comprobaremos que toda cuanta fiesta se celebraba en Mondoñedo tenía como escenario común la Plaza. El origen de las mismas era dispar, pasando desde lo religioso hasta lo político (proclamación de un rey), o por sucesos circunstanciales a la par que significativos como pudiera ser la que se hizo en 1718 por el buen avance de las obras de la fachada catedralicia. Otra función característica de este espacio resultó el de servir de sitio donde las milicias formaban y hacían sus alardes, términos que en la actualidad equivaldrían a lo que entendemos por pasar revista a las tropas.La Plaza también constituía el epicentro mercantil de la ciudad, el lugar donde los vecinos y los foráneos vendían toda clase de géneros y artículos los jueves de mercado. Uno de los productos que otorgaba fama a Mondoñedo era el pan. No en vano, a lo largo de la Edad Moderna la ciudad se caracterizó por contar en sus afueras, especialmente en el barrio dos Muíños, con decenas de molinos harineros y con familias que vivían de su elaboración y venta. Precisamente de venderlo se encargaban las panaderas, y para tal fin acudían siempre a la Plaza. Allí se disponían en la zona alta, un sector que entonces se denominaba “cabecera de la plaza” y que hoy día se conoce popularmente como Cantón Pequeño. Hay constancia de que en este espacio efectuaban sus transacciones desde mediados del siglo XVI, tradición que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Solo así se explica que la calle que nace de esta plazoleta, conocida desde el Medievo como Rúa Nova, adquiriese en los tiempos modernos el nombre de Calle de las Panaderas, asunto que trataremos en el apartado dedicado a dicha vía. Estas mujeres se situaban junto al solar que ocuparía la primitiva Casa del Consistorio en 1569. Esto es, ya trabajaban allí antes de que esta se edificase. Una vez concluida en la década de 1580 se valieron de su arquería para protegerse de las inclemencias meteorológicas. Allí permanecieron en los siglos XVII y XVIII, y aunque en alguna ocasión mudaron de sitio nunca abandonaron la Plaza. De hecho en 1735 el Ayuntamiento acordó que vendiesen el pan “vajo los soportales de este consisttorio en donde llaman la panaderia”, y les prohibió hacerlo en cualquier otro lugar bajo pena de multa y cárcel. De igual manera, dictaminó que ningún otro comerciante podría instalarse en el lugar que tenían reservado. Pero su presencia ante la puerta principal del Consistorio no siempre fue del agrado de la corporación municipal, pues en ocasiones se manifestó molesta porque entorpecían la entrada al inmueble. Consecuentemente en 1759 se vieron obligadas a regresar a un sitio en el que ya habían estado en otras ocasiones. Esto es, a “los soportales que ciñen la plaza a la parte de el vendabal”, “junto a las tiendas de mercaderes de generos y pescados”. Este conflicto se resolvió con un Real Acuerdo que les permitió ubicarse bajo la arquería del Consistorio siempre que no se celebrasen reuniones municipales.En el siglo XVIII se produjeron otras disputas similares. La causa común de todas ellas era el colapso que sufría la Plaza los jueves, día propio del mercado desde el siglo XVI. En 1743 un alcalde ordinario expresó que se abarrotaba todas las semanas, siendo tal el gentío que el obispo Sarmiento permitía desde hace años que los puestos de venta de leña se colocasen no solo junto al Palacio Episcopal, sino incluso ante su puerta principal. Lo cierto y verdad es que el Ayuntamiento no estaba conforme con que la muchedumbre entorpeciese las procesiones, las frecuentes formaciones de las tropas, o el tránsito de las caballerías. Así que descentralizó algunos puestos y trasladó los de la leña, la hierba, la paja o las coles hasta las calles de las Angustias y de la Soledad, por ser muy espaciosas y porque por ellas no transcurría ninguna procesión (actuales Alfonso VII y Praza do Concello). No cabe duda de que el sitio ideal para el comercio era la Plaza, pues aparte de constituir la zona de mayor circulación, estaba rodeada de soportales idóneos para resguardo de feriantes y mercancías. Tal era su utilidad, que cuando en 1748 un vecino inició la construcción de un pórtico hacia el Cantón Pequeño y el Ayuntamiento estudió si darle o no validez a la obra, el individuo argumentó que su edificación sería de gran provecho en aquellos días de mercado con mal tiempo.Pero la Plaza no solo constituyó el principal emplazamiento donde establecer transacciones comerciales. También fue el escenario idóneo para la fiesta. En las últimas décadas ha surgido una notable bibliografía centrada en los festejos de toda índole celebrados en las principales ciudades y villas de la España moderna. Estos estudios han ido mucho más allá de su somera descripción, y de manera interdisciplinar, han puesto el foco en sus condicionantes sociopolíticos, en su valor cultural y artístico, y asimismo en su incidencia en el urbanismo. Y es que en cualquier ciudad europea del Antiguo Régimen los poderes de la misma celebraban aquellos acontecimientos excepcionales que les legitimaban como institución. Lo hacían sirviéndose de una aparatosa propaganda que contribuía a reafirmarles como garantes del orden terrenal y espiritual. Dentro de las solemnidades más recurrentes cabría citar las festividades de los santos patronos o protectores de la institución en cuestión. A ellos se les dedicaban misas, procesiones, rogativas y demás funciones religiosas. Aunque también había cabida para otros festejos de corte más profano. Igualmente, era habitual que se celebrase la continuidad de la propia institución, bien fuera por la gestación y alumbramiento de un futuro heredero al trono en el caso de la Corona, o por la entrada de un nuevo obispo en una urbe episcopal. Y por supuesto, también se conmemoraba cualquier suceso político de suma relevancia como pudiera ser una victoria bélica o la firma de un tratado de paz. A todos estos eventos no fue ajena una capital del Reino de Galicia como Mondoñedo. Aquí, el prelado, el Cabildo, el Concejo y los propios vecinos, fueron partícipes activos de estos y de más acontecimientos que merecieron un festejo. El escenario donde se efectuaban estas solemnidades siempre era el mismo: la Plaza. Pero las maneras de llevarlas a cabo variaban según el hecho que motivase la celebración.Una de las fiestas ineludibles era la proclamación de un nuevo rey. En 1621, la ceremonia por Felipe IV, dio comienzo con el desfile a caballo del gobierno municipal hasta el santuario de Los Remedios, a fin de recoger allí el pendón real. Desde la ermita bajaron hasta la Plaza, donde esperaba una plataforma adornada con tapices y alfombras. El regidor de mayor antigüedad, el célebre Álvaro Pérez Osorio, que aparece retratado en una de las capillas de la catedral, enarboló el pendón e hizo proclamas al monarca jurándole fidelidad, a las que el pueblo respondió con hurras y vivas, mientras que los arcabuceros hicieron lo propio con salvas. En 1665 tuvo lugar la proclamación de Carlos II y en ella se reiteró el protocolo antedicho. En este tipo de solemnidades las milicias siempre cumplían un rol preponderante. En la fiesta por Carlos III en 1759 se repitieron los actos conocidos. Y aparte de haber músicos y danzas, los festejos se prolongaron hasta la noche, iluminándose la fachada catedralicia, la del Palacio Episcopal, la de la Casa Consistorial, e incluso las de algunas viviendas particulares. Sin duda el fuego y la pólvora gozaron en esta ocasión de un gran protagonismo. Toda esta parafernalia se reiteró en la proclamación de Carlos IV en 1789, en la que sabemos que se emplearon bustos del monarca y emblemas alusivos al mismo, elementos característicos de este tipo de ceremonias. Por desgracia no hemos hallado noticias de arquitecturas efímeras de carácter público con ocasión de estas u otras fiestas, a excepción claro está, de los túmulos funerarios para las exequias reales que se armaban por lo general en el interior de la catedral. En las proclamaciones solo consta la presencia de un tablado con dosel; también los escudos reales y del Concejo; e incluso la de algún jeroglífico. A estos elementos habría que añadir la segura participación del retrato del monarca, tal y como se pudo observar en la de Carlos IV.Sin ánimo de ahondar en demasía sobre este tema, sí conviene resaltar que aparte de ciertas funciones religiosas como la del Corpus, para cuyo escenario no solo servía la Plaza sino el resto de calles de la ciudad, en el foro mindoniense también se hacían fiestas por distintos hechos antes esbozados. Por ejemplo el 14 de noviembre de 1652 el alcalde mayor supo que el obispo Francisco de Torres y Grijalba pretendía realizar una misa y procesión en acción de gracias por el Sitio de Barcelona. Así que se sumó a la causa y ordenó la colocación de luminarias en la Plaza, y que viniesen dos carros “de toxo para quemar en la plaça y haçer fuegos con ellos”. Cuatro décadas más tarde (1690) llegó a Galicia Mariana de Neoburgo, y las principales ciudades del Reino le brindaron unas fiestas de gran fasto. Mondoñedo, dentro de sus humildes posibilidades en comparación con A Coruña o con Santiago, no quiso ser menos, y por ello preparó un festejo con danzas, máscaras, pólvora y luminarias.El hecho de que una reina se quedase embarazada también era motivo de regocijo público. En febrero de 1707 se supo en Mondoñedo que María Luisa de Saboya estaba encinta. El Ayuntamiento celebró la noticia ideando un gran festejo en la Plaza. Los gremios locales participarían muy activamente en estos preparativos. Los carpinteros formarían con talanqueras un improvisado coso donde serían lidiados cuatro toros. Este efímero tinglado contaría además con cuatro “cubos” en los que se dispondrían distintas “luzes”. Precisamente la iluminación constituiría uno de los elementos más espectaculares de la fiesta, pues los herreros prepararían doscientas poleas o “garruchas con sus fierros”, mientras que los canteros 150 hachas de madera y dos carros de tojo para subir todo ello hasta “el campanario, como se acostumbra”. Allí ardería todo. Esta ígnea exhibición se complementaría con los paisanos que acudirían “con ruedas y otros fuegos de manos […] fachones”, etc., y alcanzaría a la Casa Consistorial y viviendas de particulares, donde en la medida de lo posible se dispondrían más hachas y todo tipo de luminarias en ventanas y cubiertas. Huelga decir que pasados unos meses la reina alumbró al futuro Luis I, y por supuesto el feliz parto desembocó en otra fiesta similar.Como se ha podido comprobar en el párrafo precedente, las corridas de toros constituyeron un acto lúdico de primer orden en Mondoñedo durante 1550-1800. En este largo periodo otras villas y ciudades gallegas celebraron la fiesta taurina con motivo de alguna festividad religiosa. Y en casos excepcionales por causa de una efeméride muy concreta330 . Esto mismo ocurrió en la capital mindoniense, cuya primera lidia, que sepamos, data de 1551. Mientras que las últimas de la década final del siglo XVIII. Los libros de actas municipales recogen una gran cantidad de información sobre estos espectáculos. Por lo general solían torearse cuatro astados, llegando a veces hasta la media docena. En ocasiones no se les daba muerte en el coso. Pero finasen allí o no, su carne terminaba siendo vendida en las carnicerías de la ciudad. Lo cierto y verdad es que esta fiesta no siempre estuvo permitida en el largo periodo abarcado. Pero, cuando se hacía, contaba con unos días muy señalados. El más habitual era la víspera de san Juan Bautista, es decir, el 23 de junio. Aunque igualmente era muy común la jornada previa a la Asunción de Nuestra Señora, patrona de la catedral. En dichos 14 y 15 de agosto también había lugar para las máscaras, las danzas y los fuegos; aparte, cómo no, de las preceptivas funciones religiosas. Asimismo, en el primer cuarto del setecientos resultó muy frecuente que se hiciesen corridas por la víspera de san Antonio de Padua. En esa época siguieron vigentes las lidias por san Juan. Estos espectáculos los promovían sus respectivas y homónimas cofradías."
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