La Ría de Avilés desde el Camino en San Cristóbal |
El Camino en San Cristóbal, dando vista a la ría |
"Alcanzado el viejo barrio de Sabugo, se plantea uno de los principales escollos para la identificación del primitivo itinerario. Así ya en la cartografía de mitad del siglo XIX, figuran tres salidas posibles hacia el occidente por la costa: el camino de Muros por Quiloño (luego carretera de La Plata), el camino carretero de Muros y Luarca por San Cristóbal de Entreviñas (hoy reducido al acceso a este lugar) y la calleja de Cantos (que después sirvió a la carretera vieja de Pravia.Sin detenernos en un pormenorizado análisis, varias razones pueden hacer valer la preferencia de la segunda de estas opciones, entre las que pueden considerarse su aspecto más consolidado en aquellas fechas respecto a los otros, su seguimiento por el caserío antiguo -circunstancia dela que carecen a los demás- y su rango de camino real"
"Siendo así, su acomodo actual obliga a tomar desde Sabugo la calle Avenida de Alemania para acometerla empinada cuesta de San Cristóbal hoy convertida en amplia vía asfaltada, llegando después de casi dos kilómetros a la rasa de San Cristóbal, que atraviesa de este a oeste en dirección a El Caleyo y al Campo del Conde en el extremo de la explanada por lo que sigue siendo ruta principal"
No olvidemos que, dadas las fragosidades y dificultades de los caminos terrestres, muchos viajeros y peregrinos preferían, pese a galernas y temporales, los más rápidos caminos del mar. Así que no es extraño que, al menos los más pudientes, prefiriesen pagar pasaje en puertos como Avilés, sobre todo sabedores de que les esperaban pasos de rías y tránsitos por cordilleras costeras e interiores
Eso es lo que pensaba hacer el célebre romero flamenco Antoine de Lalaing que, con otros dos caballeros del séquito de Felipe El Hermoso en su viaje a España en 1502, se separó en Burgos de la comitiva real, se dirigió a León y pasó a Asturias siguiendo el actualmente llamado Camino del Salvador, visitando la catedral ovetense de esta advocación y viniendo a Avilés con la idea de embarcarse para A Coruña y proseguir de allí a Compostela. Pero los vientos no fueron propicios y no pudo salir de puerto
Antoine de Lalaing pues, con sus compañeros, realizarían el camino terrestre costero, y gracias a ello narraremos alguna de sus escalas, observaciones y peripecias, encontrándonoslo en no pocos lugares del aún largo camino que nos aguarda hasta Santiago
Casi tres siglos después la situación debía de ser parecida, pues el célebre viajero italiano Luigi Salandra aún haría lo mismo en 1797, solo que a la inversa, de Luarca/L.luarca emprendería singladura marítima para venir a Avilés, evitando las fragosas Ballotas
Avilés también cambió la ubicación del puerto, de su emplazamiento primigenio en el actual Parque del Muelle fue extendiéndose a los lados y márgenes de La Ría (en Avilés con mayúscula), como podemos apreciar desde aquí
En 1890 por ejemplo se emprenden las obras para la construcción de la Dársena de San Xuan, por donde la Real Compañía Asturiana de Minas, gran predecesora de la industrialización de la comarca, comercializará sus productos metalúrgicos desde sus instalaciones de Arnao. Al lado llegará el Muelle de Raíces, sucesivamente ampliado por esta ribera. De ello leemos en la página de la Autoridad Portuaria de Avilés, sección de Historia:
"Fue también, en este siglo, cuando se formaliza el diseño del actual puerto comercial, que coincide en el tiempo con la instalación en Arnao de la Real Compañía de Minas, primer proyecto industrial en Asturias, aunque con capital belga. Está empresa utiliza para el movimiento de sus mercancías la Dársena de San Juan de Nieva. Hasta ese momento el grueso de los tráficos eran movidos en los muelles locales, que paulatinamente van perdiendo actividad y el Puerto sufre un desplazamiento hacia los muelles de Raíces y la citada Dársena, completamente reformada gracias al impulso del tráfico de carbón, pilar vital en el desarrollo del Puerto a partir de mediados del siglo XIX. En la actualidad el 80% de los tráficos movidos por el puerto tienen lugar en este emplazamiento, y el principal cliente es heredero de la Real Compañía de Minas, Asturiana de Zinc, S.A., que recogió el testigo de empresa cabecera al aumentar sus tráficos de manera determinante una vez la siderurgia decae a finales del siglo XX"
Fijémonos ahora en la margen derecha de la ría
Arriba a lo lejos Samartín de Podes, en el vecino concejo de Gozón, que tiene una buena referencia visual, la torre del depósito de agua. A su derecha una colonia de chalets revela los nuevos usos residenciales de esta parroquia. Un poco a su derecha, más abajo, asoman algunas casas del Poblao Endasa, en la parroquia de Llaviana, también en Gozón, construido a partir de 1960 por la Empresa Nacional de Aluminio (Endasa) tras instalarse la misma en 1958 en esa margen derecha del estuario, luego llamada Inespal y que posteriormente pasó al grupo Alcoa, triste protagonista de uno de los más recientes episodios de crisis industrial en Avilés y en España
Justo a la izquierda el Cabo Negro, en la gran rasa que se extiende hacia el Cabu Peñes, la punta más septentrional de España. A la izquierda asoman asimismo las casas de Llodero y abajo la margen derecha que, aún estando al otro lado del estuario, casi toda esa franja ribereña pertenece a Avilés, donde vemos dos grandes instalaciones: a la derecha el Polígono de Maqua y a la izquierda la Depuradora de Maqua. Su nombre viene a que en ese lugar la familia Maqua, de origen navarro y asentada en Avilés con palacio, tuvo un chalet-casa de baños. Ahí están la Ensenada de Llodero o de Zeluán, y la famosa Playa de San Balandrán, antaño lugar al que acudían los avilesinos, zarpando en barca motora desde el muelle, frente Casa Larrañaga, cruzando la ría hasta ese arenal de aguas tranquilas, que tenía muelle-fondeadero, bosque y Club de Mar. La contaminación industrial la dejó desierta aunque se han puesto en marcha iniciativas para recuperarla, así como la ensenada
Allí estuvo la isla de La Llera, unida a tierra en las bajamares, desaparecida en 1943 al dragarse La Ría, pero comúnmente llamada de San Balandrán, épico monje navegante irlandés, unos dicen que a causa de las seculares relaciones atlánticas del puerto avilesino, que tienen como resultado, como hemos visto, la advocación inglesa de Santo Tomás de Canterbury, otros a que llegó a ella el mismo santo en el siglo VI y otra, tal vez la más verosímil, a que en ella encalló una embarcación con este nombre, muy venerado por la marinería, como San Telmo
Naves industriales se extienden ante los muelles. Al otro lado de la ría se distingue la inconfundible cúpula abovedada semiesférica de la Depuradora de Maqua, aún en terrenos de Avilés, mientras que arriba, los altos de Llodero y Llaviana pertenecen ya a Gozón
Subiendo por la Avenida de Alemania entramos en la avilesina parroquia de San Cristóbal por la zona alta de Valgranda, otra de las grandes áreas de expansión urbana de la ciudad en lo que, aún no hace mucho, era un entorno rural agrícola y ganadero
A diferencia del casco urbano de Avilés y su inmediato contorno, estas urbanizaciones disponen de bastante espacio entre cada bloque de pisos, además de grandes jardines y calles, si bien con escasos comercios, siendo más bien el estilo de barrio-dormitorio
Esta avenida es un buen mirador sobre la ría. Incluso aquí, entre los edificios construidos, hay espacios desde los que se divisa muy bien alguno de sus sectores
En primer plano tenemos la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Mareas. A la derecha y más lejos edificios de la Avenida de los Telares, más atrás de nuevo las grúas de la Dársena de San Agustín y en lo alto Los Carbayedos, en la parroquia de Valliniello
Nuestra Señora de las Mareas el la patrona del barrio de El Nodo. "un barrio que creció con el devenir de las olas y el olor del pescado, en plena posguerra", en palabras de Saúl Fernández plasmadas en La Nueva España el 8-2-2015
Al otro lado de la ría Les Canteres del Monte los Carbayedos, canteras de áridos que dan nombre a un núcleo de población y a la dársena situada a sus pies
Más a la derecha, en la parroquia de Valliniello o de San Pedro Navarro, antaño perteneciente a Gozón, reconocemos los edificios del que fue Colegio Público Fernández Carbayeda, fundado en 1980 y clausurado en 2016 (a la derecha de la foto), y la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias, antiguo Instituto de Formación Profesional de Valliniello (a la izquierda)
Más al norte los montes de Tuñes, L'Estrellín y Recastrón, plantados de eucaliptos y también solar de canteras
"El arrabal de Sabugo fue, desde el siglo XII, un barrio de Avilés con un puerto de pescadores que se dedicaba también al comercio. No tenía comunicación más que por la parte de San Cristóbal, porque se encontraba rodeado de mar hasta Las Meanas, donde se hallaba el Campo de Caín, y también por la zona de la Ribera y la de Cantos. Solamente podía accederse a la villa por el llamado "puente viejo" que atravesaba el río Tuluergo en la zona de las Aceñas. La iglesia parroquial casi estaba sobre el mar y allí, en el campo de Bogad desembarcaban y traían al cay de la villa el fruto de sus faenas marineras los pescadores y atracaban los barcos con mercancías. Desde Sabugo partía el antiguo camino de Pravia, que atravesaba las campas de San Cristóbal, en la rasa litoral. Era desde ahí, donde podía accederse al antiguo castillo de Gauzón, en el peñón de Raíces, antes de que la trinchera excavada para dar paso de la carretera de Avilés a Salinas, eliminase el istmo que unía el peñón con las llanuras de San Cristóbal. Durante toda la Edad Media y bien entrada la Moderna, Sabugo y San Cristóbal no son cosas distintas, sino un mismo territorio, al norte del río Tuluergo, dependiente de la iglesia matriz de Santo Tomás de Cantorbery en Sabugo"
"En el año 1957 Avilés, ciudad de gran desarrollo industrial, abre sus puertas a las hermanas Doroteas. Así fue como ocurrió.
El párroco de Pillarno D. Porfirio, conoce a las Doroteas durante una visita al monasterio de La Trapa y hace todas las diligencias a su alcance para que las Doroteas vayan a su parroquia.
La Madre Felisa (Vice-Provincial) y Mª Luisa Botana (Superiora de Vigo), emprenden viaje hacia Asturias para conocer “in situ” el alcance de la propuesta. Piden parecer al Padre Villamil, Sacerdote Jesuita, quien desde el primer momento se muestra interesado en la presencia de las Doroteas en Asturias aunque no en Pillarno, sino en Avilés.
Las dos hermanas trabajan sin descanso en los difíciles trámites de la posible fundación. Se alojan durante el primer mes con las Hermanas de los Pobres mientras tienen lugar las obras de reforma y mejora de la casa de los señores de Colunga, casa que alquilan para el nuevo colegio.
En la noche del día 2 de Enero de 1958, nace la nueva comunidad de Avilés. La madre Felisa hace la consagración de la casa al Corazón de Jesús por medio del Corazón Inmaculado de María y depósito en ellos a las nueve hermanas que allí iban a empezar su misión apostólica al servicio de Dios y del pueblo asturiano. Forman esta primera comunidad Elena Aparicio (Madre superiora), Josefina Castro, Inés Pérez, Benigna Núnez, Ángeles Reymúndez, Emilia García, Amparo Vilas, América Garrido y Generosa Paz.
Después de vencer múltiples dificultades, el día 1 de agosto, la madre Felisa firma la escritura de compra del solar situado en una colina sobre Avilés, en la zona llamada Valgranda, y allí se proyecta el futuro colegio.
El padre Villamil, en la apertura del colegio, dice a las hermanas. “No se preocupen, de momento, por el número de niñas. En cuanto las conozcan, acudirán de todas partes, porque el espíritu y formación que dan como educadoras no es fácil encontrarlo en otro sitio”.
El deseo de Paula fue dedicarse a los más necesitados porque en ellos encontraba“La imagen de Jesús sin marco”, el deseo de las hermanas que llegan a Avilés es el mismo. Y con esto deseo, y allá arriba en una colina sobre el pueblo y en una situación privilegiada, se pone la primera piedra del nuevo colegio. Los medios con los que cuentan las hermanas de la Comunidad para la nueva construcción no son más que la inquebrantable confianza en Dios: “Los que confían en el Señor no se verán nunca defraudados”.
En Adviento del 1962, Jesús “nace” de nuevo en otro Sagrario: a mediados de diciembre la comunidad de Avilés deja la primera casa en la que había residido los primeros años de su andadura por tierras asturianas… La primera Eucaristía se celebra en la biblioteca del nuevo colegio. Las hermanas son acompañadas por el reducido grupo de alumnas mayores que eran las primicias del gran colegio que hoy es Avilés"
Como nota importante hemos de decir que en este colegio estudió la cantante Luz Casal, nacida en Boimorto, Galicia, lugar por el que también pasa este Camino Norte de Santiago, cuando está a una jornada o dos andando de Compostela. En marzo de 2018 se realizó en el Teatro Palacio Valdés de Avilés una exposición homenaje con motivo de uno de sus sus conciertos en la ciudad
"Al margen de la pérdida de población y del alarmante envejecimiento, el proceso de transformación urbana experimentado en los últimos tiempos ha cambiado no solo la imagen de Avilés, también la distribución de sus habitantes. El centro urbano, los barrios nacidos al amparo de la antigua Ensidesa y las área rurales pierden población en favor de las nuevas urbanizaciones surgidas a raíz del boom económico de los años noventa y plasmadas en el Plan General de Ordenación Urbana de 2001. Además de establecer las directrices de la recuperación del casco histórico y de la ría y su entorno, el documento dibujó nuevos asentamientos situados tanto en el cinturón del centro urbano como en otras áreas del municipio, el de mayor densidad de Asturias, 3.016 habitantes por kilómetro cuadrado, el doble que Gijón"
A la derecha el vallado del Centro de Formación para el Empleo
Varios edificios en varios módulos, con sus instalaciones y aparcamientos. En su jardín se exponen numerosas piezas hechas por alumnos
"Urbanizaciones como El Alfaraz, Valgranda o más recientemente La Magdalena nacieron, se desarrollaron y se poblaron en muy poco tiempo, propiciando un movimiento demográfico interno. Los precios, más asequibles que en el centro, la facilidad de acceso al crédito hasta el estallido de la crisis, las ventajas que ofrece la vivienda nueva y la planificación, más o menos acertada, de las nuevas urbanizaciones atrajeron población procedente en gran medida de los antiguos barrios industriales, conjuntos de casas edificadas a toda prisa en los años cincuenta y sesenta generalmente apiñadas, con escasas concesiones a zonas verdes o áreas de aparcamiento, en muchos casos sin ascensor y en algunos sin calefacción y deterioradas por el inexorable paso del tiempo.
La consecuencia es que el centro de Avilés y los barrios de antaño han perdido población, 3.414 habitantes en diez años, de 79.158 en 2005 a 75.744 en 2015, mientras que en áreas que entonces estaban poco menos que desiertas se ha multiplicado. El ejemplo más claro los constituye Valgranda, de 28 a 929 habitantes en tan solo una década (...)
El desarrollo de Valgranda y en cierta medida también de Heros, que gracias a la proliferación de viviendas familiares también ha ganado habitantes, de 303 a 381, ha compensado la pérdida de población que han sufrido en los últimos diez años otros núcleos de Miranda. Así, Santo Domingo ha pasado de tener 50 a 30 habitantes, de 82 a 70 Santa Ana, de 67 a 59 el Pozo de La Granda y de 174 a 144 el núcleo principal, Miranda. Con todo, la parroquia ha ganado habitantes. Cuenta con 1.567 frente a los 1.471 de 2005"
"San Cristóbal es la parroquia de Avilés que más población ha ganado en los últimos diez años, 881 vecinos, hasta situarse en 1.994. La explicación radica en la urbanización de Valgranda. Si en 2005 solo registraba 28 vecinos, en 2015 se alcanzaron 929. También han ganado población Valdredo, de 34 a 87, y La Sablera, de 199 a 243, mientras que el resto de núcleos de la parroquia han perdido vecinos en mayor o menor medida. Así, en La Folleca se ha pasado de 128 a 102, de 198 a 177 en El Caliero y de 106 a 94 en El Campo"
"En Avilés, lo que es de agua, dulce o salada, vamos sobrados. Así que hoy me mojaré en un río, dejando aparte la Ría y las cerca de cincuenta fuentes que tenemos, muchas de ellas vergonzosamente abandonadas.
Entre los pequeños ríos –Alvarés, Magdalena, Arlós (o Molleda), Raíces, San Martín, Tejera, Vioño y Tuluergo– que desembocan en la Ría, destaca por su significado histórico, éste último, nacido en las alturas más inmediatas a la villa, en terrenos húmedos de agua y vino. Digo vino y digo bién.
Allí, en Miranda, está situado el manantial de Valparaíso, que desde siglos dio, a Avilés, de beber y para lavar. Y en San Cristóbal de Entreviñas –topónimo que lo dice todo respecto a su, hoy abandonada, riqueza vinícola– nace el río Tuluergo en fuente señalizada con tal nombre y sita en El Caliero.
El Tuluergo era arroyo creciente a medida que descendía hasta El Quirinal donde comenzaba a ser riachuelo, recibiendo afluentes que aunque pequeños lo convirtieron en río antes de que comenzara a mezclarse (en la marea alta) con el mar en Las Meanas, donde se quitaba la faja y comenzaba a ensanchársele el delta antes de acoplarse con la Ría. Y hablo en pasado porque hoy el Tuluergo está escondido.
Y en la desembocadura del Tuluergo –hoy tramo final de la calle de La Muralla– estuvo durante siglos el puerto de Avilés, aquel que durante un tiempo, en el medievo, llegó a ser el más importante del norte atlántico español.
El río, también fue frontera legendaria entre la villa amurallada de Avilés y el pueblo de Sabugo, precariamente comunicados (lo de ‘malhaya quien puso el puente para pasar a la Villa’, como canta la copla, no es gratuito) desde, al menos el siglo XIII, por un puente –al lado del actual Camposagrado– por el que apenas cabía una caballería con alforjas, y complementado más tarde (siglo XVIII) por otro más apañado, en lo que hoy es calle de La Cámara.
El río está presente en la historia y vida de Avilés de distintas formas. En ‘Mayita’, novela costumbrista de Eloy Fernández Caravera, cuya acción transcurre en el Avilés de finales del siglo XIX, unos jóvenes intentan imprudentemente navegarlo bajo tierra desde el túnel de Las Meanas, donde comenzaba entonces su cauce subterráneo que seguía, mayormente, bajo la calle La Muralla hasta la Ría.
Actualmente una taberna del Quirinal lleva su nombre, como lo llevó una revista satírica –de los alumnos del Instituto «Carreño Miranda» en 1934 y 1935– dirigida por Ángel R. de la Flor Solís e integrada por Manuel Fernández Cuesta, Miguel Ángel Olamendi, Alberto Menéndez, Francisco Valdés Gárate y Manuel Abril.
En 2005, dentro del plan especial de protección del casco histórico, su autor, el arquitecto Carlos Ferrán –declarado defensor de que Avilés solicite ser Patrimonio de la Humanidad– presentó, entre varias medidas urbanas, una titulada «Eje del Tuluergo», consistente en llamativas actuaciones en torno a la zona por donde discurre subterráneamente el cauce y donde recomendaba «plantar árboles… Y también instalar láminas de agua que recuerden el paso del río».
Como ven, al Tuluergo, su familia no lo olvida. Viene de antiguo, porque San Cristóbal antes de ser de ‘Entre Viñas’, tuvo –señala Jorge Argüello, en su libro ‘Abilles’– como primer nombre San Cristóbano de Toluergo, que también fue Teruelgo y Tabuergo. Tal parece topónimo borracho.
El río fue obligado a ir retrocediendo el cauce, a cielo abierto, hacia sus orígenes a medida que los siglos avanzaban y la ciudad crecía. En el XIX, comenzaron a encauzarlo bajo tierra y en el XX fue gradualmente evaporándose del paisaje avilesino, descorriéndose (dicho sea con perdón) hasta donde hoy lo tienen escondido, allá donde acaba –de momento– la calle José Cueto, en un pequeño pero hermoso bosque de sauces y álamos.
Pero aunque no lo podamos ver, porque no hay lugar urbano para él en esta selva de cemento, sépase que cruza Avilés bajo tierra desde El Quirinal hasta la Ría"
Efectivamente, este era el valle del río que las mercancías pesadas que no podían pasar de Avilés a Sabugo por el antiguo puente del muelle habían de rodear por estos altos de La Miranda y San Cristóbal, que vemos en la distancia
Abajo, el cruce de las calles Les Comadres y Margarita Nelken en toda esta gran zona de expansión urbana que es Valgranda, en lo que hasta no hace mucho eran prados y caseríos
Al otro lado de la calle está a la derecha el Instituto Menéndez Pidal, a su izquierda el IES nº5 y la Escuela Oficial de Idiomas. Las crecientes urbanizaciones van ocupando todo el valle. Más lejos están loe edificios de El Quirinal, en torno al campo del fútbol de este nombre, y también alrededor del Estadio Román Suárez Puerta del Real Avilés, ya en Les Meanes, y hasta el Polideportivo El Quirinal, todo ello al pie de los altos de prados y campiñas de La Miranda y San Cristóbal, al sur del concejo de Avilés
Cuando en el año 2008 gran parte de Valgranda se estaba edificando, E. Campo publicaba en La Nueva España esta crónica de cómo fue su primera expansión y crecimiento en Valgranda, el barrio somnoliento:
"Dos gatos se desperezan en una de las vías interiores del novísimo barrio de Valgranda, que prácticamente está sin estrenar. Incluso el tránsito de vehículos es mínimo, y sólo la cercanía del tanatorio de Avilés es motivo de visita a una de las zonas residenciales más luminosas y con mejores vistas de la ciudad. Pero Valgranda es, de momento, poco más que un cascarón, ya que la mayor parte de las casas están vacías: eso dicen los escasos vecinos que trasiegan por sus calles.
A un ritmo de construcción frenético, en apenas tres años las nuevas urbanizaciones se adueñaron de un espacio en el que las escasas viviendas anteriores quedaban trufadas en un macizo vegetal salpicado de árboles y matorrales. Esas casas están hoy englobadas en el nuevo barrio, entre los chalés individuales, y próximas a las zonas de bloques de pisos, muchos de ellos de protección oficial. Las grúas siguen presentes, completando construcciones, y un vistazo desde la parte más alta permite ver una sucesión de casas sin techar aún y edificios a medias de construir.
Inés Iglesias ya vivía entre Valgranda y San Cristóbal mucho antes de que comenzara la fiebre urbanizadora. «Cambió todo de una forma exagerada hace tres años», relata la joven. Mientras camina por la calle Emilia Pardo Bazán, explica que los antiguos residentes estaban acostumbrados a vivir, prácticamente, rodeados de monte: «La paz y las vistas es lo que más apreciamos».
En Emilia Pardo Bazán, una de las arterias principales del barrio, se levanta una hilera de chalés con fachadas verde oscuro, justo frente al tanatorio. En uno de ellos vive Pablo Sánchez, que se mudó hace cinco meses. «Hay muy poca gente. De todos los chalés, sólo el nuestro está habitado», explica. Le agrada la tranquilidad del barrio y reclama la instalación de más contenedores, ya que son muy escasos los ahora disponibles y, según dice, «hay que ir de excursión con la basura». De lo mismo se queja Delfina González, mientras tiende la ropa en la terraza. Reside en uno de los bloques de pisos situados en la calle Margarita Nelken y considera que lo mejor del barrio son las vistas, la tranquilidad y la amplitud de espacios por los que caminar. Pese a la reciente construcción de su bloque, los inquilinos tienen problemas con la puerta del garaje y el ascensor, que se estropean con relativa frecuencia. «Somos muy pocos; yo espero que vengan más vecinos», dice"
En nuestros días el barrio ha crecido. Las antiguas casas campesinas y viviendas primigenias están rodeadas de edificios, algunos aún en construcción, por lo que siguen viéndose grúas
Al sur, la silueta del pico que en los mapas llaman Gorfolí domina el paisaje en la Sierra de Bufarán o de Taborneda, concejo de Illas. Realmente su nombre es El Pedregalón, pero un error de transcripción o ubicación topográfica le puso este topónimo, el cual corresponde en realidad a otro, situado detrás de él y más pequeño, ya en el concejo de Llanera, también conocido como Gorfolín y Forfoliz. Sucesivos mapas y documentos asentaron el error toponímico en este pico de 623 metros de altitud muy reconocible por su altura y por las antenas instaladas en su cima, tanto es así que el queso que se elabora en su ladera, en el pueblo de Taborneda, concejo de Illas, pasa a llamarse Gorfolí
La Sierra, también llamada de Faidiello, se extiende hacia el sur y enlaza con otras con las que forma una unidad, como las de La Degollada y El Pedrosu, que llegan hasta el Nalón por Peñaflor, paso del Camino Primitivo
Un gran edificio destaca entre los demás: el Hospital San Agustín, inaugurado en la finca La Vaniella en Miranda, el 19 de mayo de 1976, día de visita real a Avilés, cuando se abrió además el Parque Ferrera. Detrás está Valparaíso, cuyos manantiales abastecían de agua al Avilés intramuros (La Villa), al menos desde el siglo XIII, si bien los primeros documentos escritos son de 1488, cuando es mencionado como Albarparayso. El agua bajaba hacia la Puerta de Cimavilla por una canaleta enlosada que serpenteaba ladera abajo, era un método muy insalubre y en 1570 se acometió la construcción de una conducción más en condiciones que costó la fortuna de 4.300 ducados, dando origen a fuentes como la de Los Caños de San Francisco, Los Caños de San Nicolás (La Ferrería) y la Fuente la Cámara. En el artículo Aguas de Valpàraíso... camino de San Francisco, que hemos localizados in firma, se dice lo siguiente
"De todos es sabido que Avilés se surtió desde tiempos inmemoriales del manantial que mana a los pies de la parroquia de Miranda llamado Valparaíso. Sus aguas discurrieron a curso descubierto muchos años hasta Galiana, tomando frente al convento de San Francisco el nombre de La Canal, que pasó a nominar la propia calle. Canteros de San Francisco Y de él se surtían los famosos caños de San Francisco que, al decir de Pepe Galiana, habían sido labrados por canteros tomando por modelo a personajes mirandinos de aquel tiempo: «Esos que ahí contempláis, mofletudos con rostro de pasarlo bien... eran vecinos de Miranda, que sirvieron de modelo a los canteros con manos de plata para labrar y dar a la piedra vitalidad y espíritu»... «Hicieron más esos caños por estrechar los lazos entre Miranda y Avilés que muchas sesiones del Ayuntamiento...». Y termina su artículo insistiendo: «...esos seis paisanos, cuya vera efigie corresponde a otros tantos vecinos de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán..., hace muchos años que pasaron a mejor vida». («Revista de Miranda», 1983, p. 47). Insiste de nuevo en el tema años más tarde («Revista de Miranda», 1990, p. 83), pero sin aducir el dato de que los rostros pertenecen a vecinos de Miranda (...)
La primera canalización iniciada en 1570 (s. XVI) se hizo a través de tubos de barro, supuestamente fabricados en los alfares de Miranda, por cuanto tenemos un documento del contrato de una canalización semejante: «fabricación y acarreo de mil caños de media vara de largo y una sexma de hueco a real y cuartillo cada uno» con destino al Convento de Ntra. Señora de la Vega (hoy Fábrica de Armas de Oviedo) a los alfareros Domingo Calvo Martínez y Juan de la villa de Miranda en 1657. (Archivo notarial de Oviedo. Escno. Pedro Fernández Rozada. Leg. 397). Por tanto es de suponer que también fabricaran los del manantial de Valparaíso. Enrique Tessier, gran conocedor del tema, habla en alguna ocasión sobre la «instalación desde Valparaíso a Avilés de una sencilla red de tuberías cerámicas... tales tubos de barro cocido no tardaron en presentar una serie de roturas», sin especificar más... hasta que en 1866 se acordó sustituirlos por tubos de hierro. («La Voz de Avilés», 29-I-1995, p. 17). Y dice Madoz en su Diccionario hablando de límites del «minicipio» avilesino: «En los descensos del pico Vallín (llamado también Moclín) se hallan casi las llanuras de La Ceba y de La Grandiella, y al N. del mismo pico el vallecito de Valparaíso en donde surge un rico manantial de aguas puras, frías y cristalinas... que después de surtir con exceso las fuentes públicas de Avilés deja un sobrante suficiente para formar un riachuelo que se une a otro pequeño, (¿acaso el río San Martín?) y da impulso a los molinos que encuentra al sur de la Vega en el barrio llamado de Los Molinos...» (p. 58). El Dr. Villalaín en su «Topografía médica de Avilés» habla de estas aguas incorporando su análisis químico correspondiente"
En 1875 el Ayuntamiento de Avilés le reclamaría la restitución de las aguas de la fuente, en el lugar de La Lleda, al indiano de Miranda Feliciano de la Campa Álvarez, que vuelto de Cuba con fortuna, había comprado esos terrenos por 25.000 pesetas
Y también vemos las casas de La Carriona, con su poblado construido entre 1955 y 1959 a raíz de la puesta en marcha de Ensidesa y al que siguió entre 1960 y 1965 el de La Pedrisca, coincidiendo con su separación de la parroquia de Miranda en 1962.Allí está también el cementerio municipal de Avilés, famoso por su arte funerario en mausoleos y grupos escultóricos
Más a la izquierda La Magdalena, otra zona de expansión urbana avilesina en base a la histórica parroquia de este nombre, La Madalena los Corros, topónimo referido a la patrona de los leprosos y a los corros o celdillas en las que vivían, pues hubo leprosería, hospital de malatos, de la que se tienen noticias desde el año 1286 hasta su extinción en el XVIII
Más a la derecha del Hospital divisamos algunos barrios de la parroquia avilesina de Miranda, famosa antaño famosa por sus barrios de artesanos, destacando los alfareros y las texedoras, pero sobre todo los caldereros ambulantes o xagós, fabricantes de cacharros de cobre, del que se surtían en los cercanos martinetes de Villalegre y La Ferrería, también en Avilés, llevando su oficio hasta León, Castilla y Galicia, empleando caminos muy coincidentes con los de Santiago
Es posible que incluso este arte hubiese llegado aquí por este mismo Camino ahora denominado Norte desde el Aurillac francés, así como parte de su jerga o xíriga, el bron, según los estudios del gran investigador y párroco de Miranda, José Manuel Feito:
"Los caldereros de Miranda hacían dos salidas importantes fuera del Principado, la ruta de Castilla y la ruta de Galicia, ambas coincidían con las dos rutas más importantes que llevaban por la costa y desde León, a los peregrinos hasta el sepulcro del Apóstol. En el Archivo de la catedral de Oviedo existe un documento que la denomina “Rua francesa q. vadit per Avilés”. En Miranda (Bao) la casa señorial de los León Falcón luce una cruz de Santiago, acaso por ciertas relaciones de esta casa con la ruta. De hecho el apellido Miranda tiene en su escudo cinco veneras en recuerdo de las cinco doncellas liberadas por un caballero de apellido Miranda, cuando iba camino de Santiago.
La encomienda de Santiago se fundó en 1161 bajo Fernando II con la aprobación del Papa Alejandro III (1175). Su misión era la de defender y velar por los peregrinos que recorrían la ruta jacobea. La misma voz que significa calderero en bron: xagó y su saludo pudo ser, como afirma el que fue presidente de la Academia de la Llingua Asturiana Xosé Lluis en un documentado trabajo, la voz yago, o yagó, afrancesada incorporada al léxico de los artesanos de Miranda y voz también de alerta o súplica para llamar a la justicia de la Orden o invocar al santo.
Es curioso el que los caldereros tuvieran tres zonas de venta (en bron no se pasa en la numeración de tres), la primera era Asturias en todos sus rincones, sobre todo la zona oriental hasta Pimiango en donde aún recuerdan a un calderero llamado Francisco que tenía un hermoso caballo blanco, aunque se desconocen más datos, recorrían también Cangas de Onís, Infiesto, Arriondas y Villaviciosa. Esta era la zona que recorría Manolo “Cadenas”. La zona de Tineo era visitada por Pin, la de Riaño por Daniel y Cruz, la de Pola de Lena por José Antonio y Flor de Dios... Eran zonas dentro de Asturias asignadas tradicionalmente a una familia. Más curiosas son las otras dos a las que se dirigían por los viejos caminos de herradura o posteriores carreteras y era la zona de Galicia y la zona de Castilla, “garos galaicos y garos castunfos” como dicen en bron
Desde Miranda hacia Galicia había dos o tres rutas de salida que los caldereros aprovechaban para asistir a mercados que les cogían de camino. Hace años Luis Muñiz “El Catalín”, criado de Celesto Pepín de Rita, nos describió una de ellas, la que él hacía. Salían de Miranda al día siguiente de san Agustín y no regresaban hasta el 1º de mayo. Hacían por lo tanto solamente una campaña y la zona comprendía parte de la provincia de Coruña en su parte más occidental.
El itinerario era el siguiente: una vez que desde Miranda llegaban a Soto del Barco se dirigían a comer a San Martín de Luiña y a dormir a La Venta del Jarro en Canero.
El 2º día comían en Navia y dormían en Vegadeo.
El tercer día comían en Mondoñedo y llegaban a dormir a Villalba, esta fecha la hacían coincidir con la festividad de San Ramón para asistir a la feria correspondiente.
El 4º día comían en Guitiríz en dormían en Betanzos.
El 5º día comían en Payosaco y llegaban a dormir a Buño, que era el centro nodriza de este partido y en donde almacenaban la mercancía, llevada en mulas al principio, últimamente llevada desde Avilés a La Coruña, a donde era transportada por barco o por tren.
La mercancía se componía de calderas de cobre o mauras, potes de hierro (en Avilés había fábrica en la Calle Llanoponte, fábrica de Manzaneda) o topos, y finalmente telas, mantas (“plegosos” o cobertores) adquiridos en la tienda de Eloy Caravera que recordaba con afecto a los caldereros de Miranda. Una vez la mercancía en Buño que era el centro nodriza, la distribuían entre otros dos puntos: Payosaco y Agualada, siendo una constante los tres núcleos, de nuevo el numero tres.
Los gallegos usaban los potes para hacer la comida de toda la semana, nos decía Luis Muñiz “el Catalín”. Las calderas eran usadas para calentar el agua y poder dar en invierno el agua un poco menos fría a los animales. Los caldereros iban de pueblo en pueblo durante seis días a partir del martes. Los domingos los dedicaban a visitar las ferias y mercados donde aprovechaban para vender los pesados potes de hierro más difícil para su traslado a los pueblos más altos y alejados que las calderas. Los lunes descansaban, entregaban las mauras viejas que habían cambiado por las nuevas, reponiendo lo vendido y entregando cuentas los criados al manate o calderero mayor, siempre acompañados del mutil, o muchacho.
Fue seguramente en estas correrías donde se encontraron con Mariano Cubí i Soler, un frenólogo aficionado a la lingüística que, al oírlos hablar, tomó gran interés por sus voces siendo el primero que recoge un Vocabulario del Bron en 1846.
La llegada a los pueblos del calderero era puntualmente anunciada por los mismos lugareños: “Llegaron los caldereros”. En Castilla el grito era; “Llegaron los avileses…”. “Era una vida muy dura, sigue diciendo Luis, con frecuencia dormíamos entre las mulas con las albardas de almohada y comíamos donde cuadraba”. Pasaban por allá la Navidad y la Pascua “celebrándolo a nuestro modo, aunque siempre pensando en la familia... Cuando llegaba la hora de regresar a Miranda el camino se hacía a veces en cuatro días...”.
En el pueblo de Boborás, partido judicial de Carballino (Orense) se conserva aún una casa de mote “Da Caldereira”. Y es que, según comunicación de Miguel Ángel Sama, a mediados del siglo pasado un matrimonio joven, de la familia de los Catalín, saliéndose de la ruta tradicional, ignoramos las causas, llegó a esta aldea orensana en donde empezó a ejercer su profesión de calderero. Se trata de Nicolás Muñiz Calzón y María Fernández Pravia, naturales de esta aunque asentados en Avilés. Nicolás murió joven, a los 42 años, debido, según los médicos de entonces, a “gota apegada al hígado”. Dejó su testamento en regla en el que incluía como debía ser el funeral y que debía de cantarse el responso Qui Lazarum resuscitasti; la mujer lo habló con el párroco y lo cambiaron por el de “Ne recoderis...” (De carne mea) que gustaba más a la gente.
Uno de sus hijos, Francisco Muñiz Fernández emigró a Cuba donde logra fortuna en el comercio y la calderería. Es el que ordena construir la casa a la que aludíamos, de granito, agua corriente, caballerizas, etc., hoy en la Calle Colón. Actualmente es donde reside el Ayuntamiento, Juzgado y caja rural"
Se trataba pues de artesanos ambulantes que, divididos en partidas, recorrían Asturias y buena parte de Galicia, León, Castilla, etc. ofreciendo su trabajo y sus piezas. Dentro de ese argot, la palabra más reveladora es la de xagó, amigo, calderero, compañero, como se ellos se llaman a sí mismos. Las pesquisas hechas por los investigadores relacionan esta palabra con Sant Yago (Santiago), pues el bron está muy estrechamente vinculado a las hablas de los caldereros de Auvernia, en Francia, y del valle de Fornela, en León, sospechándose que tiene que ver con que tanto la jerga como la profesión hayan venido por el Camino de Santiago, al igual que vinieron otros muchos artesanos, comerciantes, escribanos, religiosos, etc. recorriendo esta senda que unió a Europa
Si nos fijamos llegaremos a ver el picudo campanario de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán de Miranda, que se construyó a finales del siglo XIX, pero sustituyendo a otra anterior. En 1725 se había fundado una cofradía de ánimas de Santo Domingo de la Calzada, que no dejaba ser cofrade, estatutariamente, a quien llevase espadín o fuese tratado de de don
Los cordales costeros separan el litoral del gran valle del Nalón-Cubia. Allí, bajo el Picu la Cotera (596 m), divisoria también con Les Regueres, está el paso de La Reigada, entrada en Candamo y ruta secular y directa a Grado/Grau, en el Camino Primitivo, y donde en uno de sus pueblos, San Xuan de Villapañada, se asentaron varios de estos caldereros de Miranda, que aunque se extinguió su oficio, el bron que llevaron fue aprendido y empleado para sus negocios por los tratantes de ganado de esa localidad, según el investigador Álvaro Valdés Díaz
Más a la derecha los picos del Escayu (521 m) y de La Cruz (541 m), con su necrópolis tumular. En esos altos estuvo el frente casi estático un año durante la Guerra Civil, hallándose numerosos parapetos, búnkeres, trincheras, casamatas, en gran parte recuperados dentro del Espacio Histórico Frente del Nalón
Cerca de La Reigada está La Peral, donde se elabora otro preciado queso de Illas, pequeño concejo célebre además por su gastronomía y por ser netamente rural al sur de las grandes áreas urbanas de Corvera y Avilés
Volviendo a Miranda podemos decir, en cuanto a los alfares, que su célebre cerámica negra es muy posiblemente de origen prerromano y su oficio artesano, ya ponderado por el prócer Jovellanos, quien escribió en sus Diarios:
"Dando una gran vuelta... caímos a Miranda, lugar grande, compuesto de dos o tres barriadas algo separadas en que está reunida la población. En una de ellas vimos los hornos 'y fábricas de barro común que aquí se trabaja, la mayor parte de ellos cavados en la tierra , de grosera y no bien dirigida forma.
El barro es rojo y después de cocido reserva el mismo color aunque más claro y tirando a blanco. Para darle el negro brillante y fino de los botijos baste cerrar cuidadosamente el horno después de hecha la cochura y sin duda el humo ahogado en él penetra por todos los poros del barro y le vuelve negro.
La operación preparatoria se reduce a machacar el barro, que se trae del mismo término, pasarlo después por un tamiz, amasarlo luego en unos duernos con agua y al fin pasarlo a los tornos para darle forma. Hay como treinta hornos en que se trabaja el barro común y da color negro; otros cuatro destinados al barro blanco, aunque no lo es, con su vidriado blanco y amarillento, y con algunos rasgos verdes y azules . En estos se hace la antigua y ordinaria vajilla de nuestro pueblo"
Los antiguos alfares fueron la base de la fundación en 1781 de la primera fábrica de loza de España, a cargo de dos socios, José Díaz Valdés y el técnico inglés Mr. Price, que no obstante pronto tuvieron diferencias insalvables, separándose y dejando morir la empresa. Una vez más hemos de seguir a José Manuel Feito:
"Madoz, Miñano, Fuertes Arias, Bellmunt y Canella, Fernández Guerra, entre otros hablan del esplendor de este centro alfarero desaparecido en 1910 y vuelto a poner en marcha en 1971. Ya en 1657 el arquitecto Melchor de Velasco contrata para la conducción de agua del Convento de Santa María de la Vega de Oviedo la fabricación y acarreo "de mil caños de media vara de largo y una sexma de bueco a real y cuartillo cada uno" a Domingo Calvo Martínez y Juan de la Villa tejeros y vecinos de Miranda. Es el documento más antiguo que poseemos sobre este alfar .
Pero es Jovellanos el que ha dejado una hermosa página en sus Diarios acerca de este alfar, cuando en 1792 lo visita y anota todo el proceso de fabricación, haciendo notar que es aquí donde se fabrica la antigua vajilla de nuestro pueblo, extendiéndose su exportación por todo el Norte de la Península, desde Vizcaya hasta Galicia. Enumera treinta hornos, más cuatro fábricas de loza. En su última etapa, fueron alfareros importantes: Robustio, Gervasio y Bocona (aunque quienes trabajaban realmente eran sus mujeres; otra vez en Asturias se hace presente el elemento femenino), Padiós, El Talayo, Las Marquesas, Pin Antón y Pacha.
Las piezas localizadas son: el cántaro y la cántara, el botijo, la cazuela, "la escudiella", la olla, el puchero, "el vedrío", la tarreña, el tonel, la jarra, el plato, tuberías y floreros"
El la ladera bajo Miranda está Gaxín, uno de los barrios rurales de la parroquia de San Cristóbal que estaba destinado a la construcción de 3.000 viviendas, el "proyecto urbanístico más ambicioso de Avilés", se llegó a decir, pero que nunca fue llevado a efecto
Existe la leyenda que dice que en Gaxín hubo un castillo en la que hoy es la Casa de Enrique Albar, solar de tradiciones y leyendas de xanas (ninfas asturianas), origen de linajes avilesinos. En el citado artículo Aguas de Valparaíso... camino de San Francisco, leemos lo siguiente:
"En las inmediaciones de Gaxín hacia el año 1475 existía un castillo..., en él vivía uno de los descendientes del conde Artur, de la Casa de Enrique Albar, que tomó parte en la batalla de las Navas de Tolosa... Parecía ser el castillo de Albar la mansión de la dicha. Les faltaba un heredero y el cielo se lo concedió. Su amor a los vasallos remediaba las necesidades de la comarca sobre todo durante aquel aciago año de 1483, en el que el hambre hizo estragos en la Villa y su comarca.
Habían muerto ya los dadivosos condes, cuando una noche llegaron a las puertas del castillo a pedir pan un anciano con sus nietos. Pedían sólo un gaxín, un garitín de pan. No hubo respuesta. Una fuerte tempestad, rayos y truenos se dejaron oír por todo el valle. Un rayo al que siguió un horrísono estallido destruyó por completo la mansión y el castillo. Castigo del espíritu del conde contra la soberbia del castellano que había negado un gaxín o garitín de pan a un viejo y a sus nietos que, asustados y hambrientos, caminaban sollozando. Quiso el viejo echar la vista atrás pero una voz le avisó: «No, tú... mira y anda». Y así se llama el lugar hasta el día de hoy, lo mismo que el sitio del castillo se llamó desde entonces el Gaxín. Nuestro Venancio Ovies ampliaba la leyenda diciendo que las lágrimas de los pequeños y del anciano fueron cayendo por el camino. Al amanecer una xana que vagaba por el valle en busca de una fuente las recogió en sus manos e hizo brotar con ellas un abundante manantial entre los árboles convirtiendo el entorno en un edén, y allí se quedó a vivir para siempre. Desde entonces dejó de llamarse Albar Paraíso para denominarse Val Paraíso... («Revista Miranda» 1969) (...)
Lo que para muchos pueblos fue su alma: Mitología y su Leyenda, en Avilés se perdió o se olvidó. Y no deja de sorprender que habiendo bebido del caudal de sus aguas durante tantos siglos no se hayan conservado ni leyenda ni mitos sobre su origen y devenir histórico del manantial, ni siquiera se la tenga en mejor consideración, ya que la fuente, lágrimas de aquel abuelo y nieto a quien se les negó un gaxín, un garitín de pan, aún mana y mana, abundante y olvidada entre el follaje, lágrimas de abandono por parte de la Administración. Precisamente el escudo de armas de los Albear (Albar): un puente de plata sobre las aguas y un castillo de piedra, recoge en parte fuente y leyenda.
El manantial que discurría a cauce descubierto, protegidos sus costados por «riberos», se encauza el año 1584, previa solicitud al rey, aplicando al vecindario una sisa de tres mil quinientos ducados. Un documento sacado del Libro de Acuerdos del Ayuntamiento avilesino (12 de septiembre de 1488) dice que «los jueces, regidores y procuradores avilesinos acordaron con un tal Govín, que cuidaba el "molín" de Alonso de las Alas que este trajese las aguas de la fuente de Alvarparayso, y que se obligase a limpiar la canal a fin de que toda el agua llegue a la villa y no se vaya por ninguna parte, so pena de pagar sesenta maravedíes cada vez que falte el agua...»
Vamos a mirar ahora hacia la izquierda, pues aún más lejos tenemos otras buenas referencias visuales
Más allá de los edificios de Avilés vemos uno de los viaductos de la Autovía del Cantábrico, más allá de La Madalena. Seguidamente son los montes que separan Corvera de Llanera, paso del Camino que viene de la catedral ovetense de San Salvador, uno de los dos grandes ramales del Camino Norte en Asturias. Y aún más distante en días claros se aprecia la silueta de una montaña...
Es Peñamayor, que alza su mole rocosa sobre Nava, Bimenes y Llaviana, con su cota más alta en La Triguera (1.293 m), gran sierra caliza que domina buena parte del área centro-oriental asturiana. Los peregrinos que hayan ido de Villaviciosa a Oviedo/Uviéu la han tenido como referencia visual y geográfica buena parte del recorrido
"A lo largo del siglo XII San Cristóbal aparece en los escritos con el nombre de San Cristóbal del Tuluergo. Sin embargo a finales del siglo XII comienza a ser San Cristóbal de Entreviñas. Eso tiene que ver con la plantación de viñedos, desde Sabugo a San Cristóbal, una plantación masiva que cambió la toponimia. El cultivo del viñedo está relacionado en Asturias con la llegada de los judíos. En la Edad Media el vino se bebe casi por necesidad, el agua se contaminaba muy fácilmente. Aquí la alternativa era la sidra, pero dependía mucho de la cosecha de manzana. Y también se hacía algo de cerveza, pero requería destinarle mucho cereal y restarlo de otros usos. Con la vid, se aprovechaba prácticamente todo, y además era un símbolo importante del cristianismo"
"Las referencias escritas al cultivo de la viña en la zona de Avilés se remontan, según la documentación de que se dispone, a mediados del siglo XIII. En el año 1251 está fechado el primer documento en el que se hace referencia al cultivo de la vid en la zona avilesina. Se recoge en él la disposición del Obispo de Oviedo, muerto en el cerco de Sevilla, por la que deja en testamento al Cabildo de la Catedral las viñas y heredades que tenía en Avilés. Por otro lado, el primer documento que tenemos registrado en el que aparece reflejado el comercio específico de vino, entre Avilés y Oviedo, tiene fecha de 12 de noviembre de 1282. En él se establecen relaciones de buena vecindad especialmente referida al tránsito de mercancías desde Avilés a Oviedo, entre las cuales se citan expresamente el vino y la sal"
"Otro caso similar de cambio toponímico será el de la Iglesia de "Sanctum Martinum de Illo Monte", mencionada así en un documento del monasterio de San Vicente de Oviedo en el año 1175. Esta iglesia se correspondería con una capilla situada en la zona conocida como del río San Martín, cerca del antiguo asilo, en el camino a Valparaíso y La Lleda. Pues bien, esta iglesia aparece como "San Martino de Entre las Vinnas" en un testamento de 1348 y en otro de 1524. El proceso de cambio toponímico es el mismo y, más o menos, en el mismo espacio temporal de San Cristóbal. De viñas en la zona del Ribero, especialmente las huertas situadas desde el Camino Real a Oviedo hasta el estuario, ya tenemos noticias a mediados del XIII. Concretamente en 1265 se conoce la existencia de una viña que limitaba con la "nozaleda del frere" por un lado y con el "camino del re e pela mar" por el otro. En 1276, también situada en el Ribero tenemos documentación que nos habla de una huerta dedicada al cultivo de la vid, situada entre otras dos viñas, la "rua del rey" o Camino Real y el mar. De la misma época conocemos también otros documentos que nos hablan de este cultivo en La Magdalena y Llaranes. Podemos concluir por tanto que, al sur del Tuluergo, se introduce el cultivo de la vid en la misma época que en la zona de Sabugo"
A la izquierda tenemos este pequeño parque entre edificios, bien arbolado
A la derecha hay un núcleo de esas casas unifamiliares, con terreno, anteriores a la urbanización de la zona
Si nos fijamos, asoma entre las ramas un alto campanario
Es el del asilo de Santa Teresa Jornet, barrio de Solaiglesia, más conocido como El Asilo de San Cristóbal, gestionado por la orden de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, de la que es fundadora quien da nombre a esta institución: Santa Teresa de Jesús Jornet, quien vivió unos meses en Avilés en 1880, llegando el 24 de julio, cuando la orden se hizo cargo del asilo de la ciudad
Cristina del Río es la corresponsal que escribe interesantes datos de esta fundación en su artículo Un remanso de paz y cariño, publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 25-8-2012:
"... El imponente edificio, situado en una atalaya desde la que vigila Avilés, es un remanso de paz que luce impoluto tanto en el interior como en el exterior. Situado en una parcela de 20.000 metros cuadrados -24.000 construidos-, el asilo da cama, comida y atención médica a 196 hombres y mujeres de Avilés y comarca, la mayoría dependientes, principalmente mentales, y con una abrumadora mayoría de mujeres. Solo dispone de diez plazas libres para hombres autónomos, es decir, que puedan valerse por sí mismos.
(...) El engranaje del asilo es labor de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, quienes dirigen la labor de los más de 50 trabajadores, entre auxiliares de clínica, gerocultores, personal de mantenimiento, chófer y jardinero. Mano a mano con ellos, tres médicos del Centro de Salud de Sabugo que pasan consulta tres días por semana, y un número indeterminado de voluntario
Sor Elena (la Madre Superiora) destaca el papel de esos voluntarios, una comunidad variable que acude en franjas horarias muy concretas, como las horas de las comidas o las de acostar a los residentes, sin los que «sería muy difícil seguir tirando». Sirva como ejemplo, la ingente labor de planchado, solventada en su mayoría por una docena de voluntarias que acuden cada miércoles. Ellas dan buena cuenta, en el sótano del asilo, de los más de doscientos conjuntos de sábanas que, como mínimo, se lavan una vez a la semana"
U/n poco más adelante, pasadas estas urbanizaciones, caminaremos al lado de la entrada del asilo, siempre cuesta arriba
Una de las citadas casas unifamiliares de Valdreo
"Pero cuando la Providencia se mostró verdaderamente perspicaz fue cuando sugirió al ministro de Fomento la idea de canalizar la ría y de enviar como director de las obras a un hermano de mi padre. Di gracias a Dios de todo corazón porque comprendí inmediatamente que todos aquellos trabajos y los millones gastados en ellos no tenían otro fin que el de poner a mi disposición un bote, el bote de la Empresa, para convidar a mis amigos y surcar con ellos en todas direcciones a marea baja y a marea alta la famosa ría. Tanto la surqué que en poco tiempo llegué a saberme de memoria las vueltas y revueltas del canal. A marea alta podría señalar, sin equivocarme en medio metro, el sitio por donde corría"
"Entrado el siglo XX, el Puerto ve la creación en 1.915 de la Junta de Obras del Puerto de Avilés, y sufre un cambio drástico con la instalación de un magno proyecto siderúrgico. En torno a los años 50 comienzan las obras de lo que fue ENSIDESA, empresa siderúrgica que transformó tanto el puerto como la ciudad. La población de Avilés creció exponencialmente y el Puerto cambió de manera radical, los tráficos generados por esta empresa fueron notables y pasó a ser el casi único cliente del puerto, pues generaba el 70 % de los movimientos"
"Después de 20 años de bonanza económica a finales de los 80 debido a la reconversión industrial y el cambio de la cabecera de esta a Veriña, los tráficos generados por ENSIDESA descendieron de manera alarmante y los muelles de la dársena de San Agustín quedaron infrautilizados.
Es en este momento de crisis cuando el Puerto de Avilés tiene que replantearse el futuro para intentar recuperar una parte importante del negocio perdido. Para ello, además de mantener los clientes existentes y los tráficos cautivos, se pretende una presencia en los foros tanto nacionales como internacionales del sector de logística y transporte y se hace una labor de divulgación de las ventajas competitivas que ofrece: situación, dinamismo, especialización.
Aunque, la antigua siderurgia, hoy Arcelor Mittal, no es ya el principal proveedor de tráficos del Puerto sigue siendo uno de los principales clientes, junto con Asturiana de Zinc, y otras empresas sin cuya presencia no podemos entender el futuro.
Todo lo anterior pasa por la adecuación de las infraestructuras de este histórico puerto, así hemos de relatar que comenzamos el siglo XXI con la construcción de un dique de contención de arenas en la bocana del puerto, la ampliación de 150 de muelle pesquero y, como colofón, la rehabilitación de la Dársena de San Juan de Nieva para redistribuir y aumentar los tráficos, ya que se aumenta tanto la longitud de atraque con mayor calado (10 y 12 m.) como la superficie de depósito"
"A principios de este siglo el Puerto de Avilés enfrenta su futuro para lograr la modernidad exigida por las nuevas necesidades del proceso de globalización y las exigencias de competitividad, a través del desarrollo de la margen derecha de la Ría. Así pues la capacidad y actividad de este puerto actualmente depende del desarrollo de infraestructuras en el único espacio no desarrollado, tanto la construcción de muelles como la búsqueda de espacios para acopio y manipulación y diversificación de mercancías.
El Puerto de Avilés afronta con gran optimismo el futuro de sus instalaciones. Debido a la asignación de Fondos Europeos de Cohesión (aproximadamente unos 30 millones de euros), la ampliación de nuestros muelles en la margen derecha se está haciendo una realidad. Se está dotando a la zona de unos 1.000 metros de muelles con profundidades de hasta 14 metros y una zona de actividades logísticas y de almacenamiento superior a 375.000 m2, lo que producirá un aumento de tráfico anual cercano a los dos millones de toneladas. No se están descuidando tampoco los accesos a la zona, aumentando la capacidad de la AS-328 y dando servicio ferroviario a través de la dársena de San Agustín"
Uno de los grandes tráficos captados es el de elementos de aerogeneradores para los parques eólicos en continua expansión y crecimiento. Así informaba del tema Amaya P. Gión en La Nueva España el 24-1-2018:
"El sector eólico sigue tirando fuerte en el puerto de Avilés. Por los muelles de la margen derecha de la ría salieron el año pasado 95.754 toneladas de eólicos y tramos para fundaciones off shore (mar adentro) que se fabrican en los talleres del Grupo Daniel Alonso. Esta cifra supone un 42,7 por ciento de incremento de este tráfico portuario respecto al año anterior, cuando salieron de los muelles de Valliniello 67.000 toneladas. Este tirón está relacionado en buena medida con el proyecto Merkur, un parque eólico marino situado 45 kilómetros al norte de Borkum (Alemania), en el Mar del Norte, que con una capacidad de casi 400 megavatios será una de las mayores instalaciones de este tipo en el país. Daniel Alonso suministra 66 piezas de transición (de unas 330 toneladas de peso cada una) para este proyecto, las grandes torres amarillas que desde hace meses se ven en la margen derecha de la ría"
Bajo nosotros el barrio de Cantos y las viviendas obreras para trabajadores de Cristalería Española, inaugurada en 1952, llamada popularmente La Cristalera, a la que vino a trabajar casi en su totalidad la plantilla de la empresa en Arija (Burgos), con sus familias. dado que el trasvase del Ebro la había dejado sin acceso directo a su materia prima, la grava
De aquella época son los característicos bloques de casas para sus empleados, con capacidad entre 20 y 24 viviendas (416 en total). un nuevo barrio construido por la empresa dentro del sistema de la época y llamado Jardín de Cantos. Los directivos estaban un poco más al norte, en La Maruca, enfrente de la empresa, en una urbanización de chalets bifamiliares, el Barrio Jardín, que luego fueron abandonados, arruinándose, pues sus inquilinos las dejaron al ir jubilándose y, a diferencia de lo hecho en otros barrios obreros, apenas fueron vendidas a los residentes, que como decimos optaron por irse
"Estamos ante un barrio muy cercano a la naturaleza, por lo que la construcción que predomina en la zona es de tipo unifamiliar o constituida por edificaciones de pocas plantas, no siendo habitual la edificación en altura (...)La zona se caracteriza por presentar dos realidades contrapuestas, ya que la parte de Cantos se diferencia de la de Reblinco, existiendo en esta última, muchas viviendas abandonadas (...)Mayoritariamente existe población de cierta edad y jubilada, aspecto que preocupa a muchos residentes por estar viviendo en el barrio de forma aislada, aunque bien es cierto que en los últimos años también se observa que en el barrio cada vez hay más población joven debido al precio del alquiler. Además ha existido un repunte considerable en el índice de natalidad en la zona, aunque las familias numerosas deciden irse a vivir a las afueras"
Entre las casas de Cantos y la orilla hay un polígono industrial en Les Arobies. La Avenida de Lugo separa las dos partes. Célebre es allí, en la calle La Xana, el bar El Cazador, de Estrella Blanco y Miguel Sierra, abierto en 1982, del que compartimos parte del reportaje de El Comercio-La Voz de Avilés del 6-3-2016:
"Embutidos de León y guisos tradicionales son la especialidad de El Cazador, una pequeña casa de comidas que cuesta encontrar. La bandera es el entrecocido, compango en asturiano. Chorizo, morcilla, lengua, lacón, espinazo, manos de gocho curadas y algo de chivo servido con sus correspondientes garbanzos, sin olvidarse del café de manga, ni de las tablas de jamón y cecina traídos personalmente desde Villamanín por Miguel Sierra
(...) La clientela no tardó en aparecer, en su mayoría empleados de empresas del entorno de todas las categorías laborales que encontraron allí un lugar en el que comer como en casa a precios razonables. Carta no hay, ni la hubo nunca. O se encarga o se come lo que hay, y siempre hay lo suficiente para satisfacer el estómago de todo aquel que se deje caer. Además del entrecocido y los embutidos, sus verduras también gozan de gran popularidad entre la clientela. Que se lo pregunten, por ejemplo, a los futbolistas del Marino de Luanco, clientes habituales, o a los trabajadores ya jubilados de Cristalería o Ciminsa que después de tantos años continúan reuniéndose de cuando en cuando en El Cazador"
Al otro lado de La Ría los muelles de Alcoa, tras ellos, a la derecha de la foto, las naves de la que fue Empresa Nacional de Aluminio (Endasa), instalada allí en 1958, en lo que se llamaba La Mar de Rodiella, en esa margen derecha del estuario, en términos de la parroquia de Llaviana, en el vecino concejo de Gozón, factoría luego llamada Inespal, y que posteriormente pasó al grupo Alcoa, triste protagonista de uno de los más recientes episodios de crisis industrial en Avilés y en España, vendida en 2019 a Parter Capital Group en otro proceso convulso y con demandas de incumplimiento
Antiguamente allí estaba Ribagüelgos, lugar donde había molino y fuente, a los que bajaba la vecindad de las aldeas a moler y hacer la colada, así como La Barquería, uno de los antiguos pasos en barca entre ambas márgenes de La Ría
Sobre ella está el Poblao Endasa, construido para sus trabajadores a partir de 1960. Y arriba el barrio del Campo la Iglesia, al lado de la iglesia parroquial de Santa Leocadia de Llaviana, que vemos un poco a la izquierda de la foto, la cual siempre fue una referencia visual, pintada de blanco, para los barcos que entraban en el estuario rumbo a puerto
En aquellos altos estaba el Castillo de Graíño, que desapareció con las canteras de los Montes del Estrellín, en El Recastrón, lugar conocido como Les Canteres desde entonces. Gran parte de su superficie está plantada de eucaliptos que sustituyen a los antiguos pastos
Más a la derecha y también sobre la margen izquierda de la ría está el Monte Tuñés (100 m). A sus pies vemos los nuevos Muelles de Valliniello, donde un enorme carguero embarca los grande cilindros de los eólicos. En la ribera izquierda, en primer término. las naves de la Avenida Conde de Guadalhorce, frente al Muelle de Raíces, donde está el puerto pesquero, uno de los más importantes del Cantábrico
Por el otro margen ribereño discurre la carretera AS-329. donde apreciamos las antiguas instalaciones de Escorias y derivados S.A. (Edersa) bajo el pueblo de La Piñera, en la parroquia de Santiago Ambiedes, en Gozón
Todos estos pueblos gozoniegos sobre la ría tuvieron de siempre una gran relación con Avilés, tanto es así que toda una parroquia, la de Valliniello o San Pedro Navarro, se incorporó al concejo de Avilés en 1924 por petición vecinal. Ahí está el monte de Los Carbayeos, donde se libro el 22 de mayo de 1809, en Los Castañeos de Valverde, la cruenta batalla en la que unos 1.000 avilesinos, mayoritariamente civiles mal armados, intentaron parar la entrada en Avilés de los dragones franceses de Marcognet, quienes hicieron una escabechina, matando a más de 230 vecinas y vecinos, una tragedia para una población por entonces de 1.600 habitantes
"La brigada Marcognet alcanzó el alto de Valliniello el 21 de mayo de 1809 y allí, en la finca Los Carbayedos (muy próxima al actual centro de Formación Profesional de Valliniello) y en el barrio de San Sebastián (ubicado tras la antigua térmica de Ensidesa), se desató una cruenta batalla que culminó en matanza. Los franceses se encontraron ante unos mil avilesinos que, inexplicablemente, salieron de la entonces ciudad amurallada. Las versiones acerca de esta errónea reacción son dispares. Mientras unas apuntan a que la salida en masa se produjo por temor a los franceses, la versión más plausible es que salieron a hacerles frente. Según el general Mathieu, de hecho, los avilesinos marchaban bajo las órdenes de un militar retirado. Sea como fuere, el enfrentamiento resultó una auténtica carnicería.
El rudimentario armamento de los campesinos avilesinos (chuzos, hoces, guadañas, etcétera) poco pudo hacer frente a la compañía número 25 de dragones liderada por el capitán Clavet, un ejército entrenado y correctamente armado que segó la vida de entre 200 y 230 avilesinos en la batalla de la finca Los Carbayedos y del barrio de San Sebastián, según los historiadores (hay que tener en cuenta que la ciudad contaba, por aquel entonces, con una población de unos 1.800 habitantes por lo que el número de bajas fue muy importante).
Tras la escabechina, los de Clavet entraron al trote en Avilés, haciendo resonar los cascos de sus vigorosos caballos en los adoquines del pétreo puente de San Sebastián. Una vez superadas las murallas, los franceses tomaron posesión del Ayuntamiento, entonces bajo el bastón de mando de José Fernández Blanco, que renunció finalmente a su cargo por haber terminado los granos de su casa y sus caudales, siendo relevado por Francisco Sierra.
El palacio de Camposagrado, joya del barroco asturiano, se convirtió en el cuartel general de las tropas napoleónicas; un paso que dejó huella. «Cuando se realizó la rehabilitación del centro se encontraron cadáveres y esqueletos sin cabeza en los sótanos del edificio. No hace falta recordar que la pena de muerte de los franceses era la decapitación y la guillotina», explica el investigador avilesino Alberto del Río"
Efectivamente, tras la batalla llegarían la resistencia y las represalias:
"Las tropas amenazaron con saquear Avilés casa por casa si no les eran entregados 49.000 reales que, finalmente, cedieron una serie de notables de la ciudad. Esas sumas se recuperaron después gracias a una especie de colecta. El historiador Juan Carlos de la Madrid añade en una de sus obras que las contribuciones de los avilesinos se sucedieron para mantener las tropas francesas durante su permanencia en la ciudad a lo largo de las cuatro oleadas invasoras que ocuparon Asturias.
Si escasa es la bibliografía y documentación existente sobre el paso de los franceses por la comarca, menos aún las anécdotas que han trascendido, aunque haber las hay. El dueño de la venta de San Sebastián, ubicada en el barrio del mismo nombre, reclamó al Ayuntamiento que le indemnizase por todo aquello que los franceses tomaban sin pagar: «Bebieron los franceses diez cántaros de vino de Castilla y setenta y dos cántaros de vino de Candamo», escribió al Consistorio.
La represión y la hambruna agudizaron aún más el odio de los avilesinos hacia los invasores que, según se desprende de los escasos testimonios que se conservan, no respiraron tranquilos durante su permanencia en la entonces ciudad amurallada. Pascual Madoz recoge en su Diccionario geográfico: «Avilés hizo en aquella guerra cuantos esfuerzos pudo por la causa nacional»
La carretera serpentea para ganar altura en La Sablera, topónimo relacionado con la palabra asturiana sable, arena
Esta abundancia de arenas y gravas favoreció la instalación de Cristalería Española y la explotación de numerosas canteras, como la de La Talaya
Asimismo, las dársenas portuarias y sus comunicaciones ferroviarias y por carretera incidieron también muy favorablemente la llegada de estas y otras empresas, así como la cercanía a las materias primas. Más tarde, las transformaciones de producción y mercados hicieron que las crisis fuesen especialmente duras en la comarca avilesina, que no obstante continuó su expansión física y económica a la vez que su puerto, adaptándose a los nuevos tiempos con mayor o menor éxito. Por lo tanto la ría se sabe fue poblada desde tiempo inmemorial. Precisamente en La Maruca fueron hallados los primeros asentamientos humanos conocidos en torno a este estuario, es el llamado Hacha de Trelles, herramienta de piedra del Paleolítico, cultura Achelense.
Por lo tanto, las primitivas civilizaciones prehistóricas habitaron este estuario desde hace milenios. Se ha constatado también presencia megalítica, pero el precedente inmediato a las actuales poblaciones del estuario habrán de ser los castros astures localizados en la zona, seguidos de las villae romanas y altomedievales, una de ellas propiedad tal vez de un tal Abilius o similar, que daría nombre a Avilés
Castros que dieron paso a castillos en la Edad Media, como el importantísimo de Gauzón, al lado de su desembocadura, y a fuertes posteriormente, defensa contra vikingos, corsarios y flotas enemigas que atacaron esta costa desde tiempo inmemorial, atraídos a la rapiña a causa de la prosperidad de una villa y puerto que nacieron en este estratégico lugar, amparados por fueros de sabios reyes y que en el último siglo fue protagonista de un crecimiento industrial y urbano impresionante
La Sablera tiene también su leyenda, si bien es sabida su relación con numerosos topónimos similares a lo largo de las costas cantábricas relacionados con arenales, dice la tradición del Cuélebre de Avilés que aquí se armaron de sables los pescadores de Sabugo contra un cuélebre, monstruosa serpiente alada, que el mar arrastró a la costa en una galerna
El cuélebre se había refugiado en una cueva los cercanos acantilados de La Garita, aquí en San Cristóbal, y salía a devorar la pesca, destruyendo las redes. Los pescadores intentaron acabar con él infructuosamente pues sus escamas eran poderosos escudos donde los sables no podían cortar ni clavar. Desesperados pidieron ayuda a los frailes del convento de la Merced en Raíces, al lado casi de la cueva, que cogieron una gran roca del peñón donde se ubicaba el antiguo Castillo de Gauzón, y tras envolverla en carne y pieles, se la arrojaron al cuélebre, que pensando era algún animal se la tragó de un bocado, muriendo reventado
Con la piedra del cuélebre se hizo después la pila bautismal de la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, trasladada seguidamente al antiguo convento franciscano de Avilés, su nueva sede, donde se encuentra ahora. Naturalmente es solo una leyenda pero su trasfondo real es el de las estrechas relaciones de los frailes con los pescadores sabugueros, a cuyo barrio se trasladaron hacia 1700 con un nuevo convento (donde ahora está la Iglesia Nueva de Sabugo), siempre bajo la protección de las estirpes locales
Al otro lado del muro de una vieja quinta vemos los edificios del Asilo de San Cristóbal, a cuya institución de religiosas otorgó en 2007 el periódico La Voz de Avilés el Premio a la Acción Social, reconociendo su labor desde 1880
Su primera sede estuvo en la calle Galiana, luego en la del Río San Martín y en 1987 vinieron a San Cristóbal, a este edificio desde cuyas plantas superiores se divisa gran parte de la comarca en torno a la ría
La quinta donde se construyó pertenecía, como gran parte de estos terrenos, al marqués de Ferrera, dueños por entonces del palacio y finca de su nombre, actualmente hotel y parque en el centro de la ciudad
De la misma manera el edificio es una referencia para saber dónde está San Cristóbal desde muy lejos. Su ubicación, tamaño y altura, además de su llamativa cúpula son muy fáciles de identificar en la distancia...
Llegados a la parada de autobús. antes de la que hay un par de bancos, podemos descansar antes de acabar la cuesta, pues seguiremos disfrutando de excelentes vistas hacia la ría
Y es que, según ganamos altura, ganamos también perspectiva: prados abajo seguimos contemplando Cantos y sus casas, así como las naves de la ribera dela ría y, al otro lado, los montes de Tuñes y del Estrellín
Vamos a mirar ahora a la derecha pues divisaremos cosas que antes, desde un poco más abajo, aún no veíamos
Descubrimos al este y a lo lejos las chimeneas de la antigua Ensidesa (Empresa Nacional Siderúrgica S. A.), fundada en Madrid el 28 de julio de 1950 y dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI), extendiéndose de las antiguas marismas de La Ría hacia el valle de algunos de los ríos que la forman, en dirección a Corvera, Gozón y Carreño. Empezó a funcionar en 1956 y su primer horno alto fue inaugurado en 1957
En años sucesivos alcanzó gran producción, Avilés pasó de los 21.000 habitantes en 1950 a los 82.000 en 1988, y circunstancia parecida se vio en los demás concejos de la Comarca de Avilés... y más allá, pues la creación de otra gran siderurgia, Uninsa, muy cerca, en Gijón/Xixón, con las principales industrias privadas asturianas del sector, Duro-Felguera, Fábrica de Mieres y Santa Bárbara, haría de Asturias un gran emporio del metal
Durante los primerísimos tiempos fue tal la afluencia de gentes buscando empleo, venidas con sus familias desde buena parte de España, que la gente llegó a vivir en cuadras, hórreos y paneras de zonas rurales, pronto llegarían los primeros barracones, que fueron sustituidos a toda prisa por barrios obreros, en buena parte de los casos hechos muy aprisa y casi sin planificación, lo que dio enseguida lugar a graves carencias que hubo de ir subsanándose durante décadas: Llaranes, La Luz, La Texera, Versalles, La Pedrisca, etc. Recordemos que además de los empleos directos hubo muchos más indirectos en empresas auxiliares, pero que también con el incremento de población aumentaron todos los sectores y oficios, comercio, talleres, hostelería, transportes, enseñanza, sanidad, construcción...
El gran crecimiento, llegando a haber una plantilla de 13.000 trabajadores vino seguido de una profunda crisis. En 1973 Ensidesa absorbe a Uninsa pero dos años después se realiza el primer ajuste de plantilla, sucediéndose crisis y reconversiones, que pasan por la construcción en 1984 la nueva Factoría LD-III en Tamón (Carreño) para actualizar y mantener el sector, y más tarde la fusión con la siderurgia pública y privada vasca en Corporación Siderúrgica Integral (CSI) en 1995, que dos años después pasa a ser Aceralia, el mayor productor de acero de España. Seguidamente se integró en los grupos europeos Arbed y Usinor, transformándose en Arcelor, y en 2006 todo el grupo se integra en Mittal-Steel, ahora ArcelorMittal Asturias
Actualmente los hornos de la zona de Avilés están desmantelados, centrándose la actividad en los gijoneses, especializándose la empresa como hemos dicho en el sector eólico marino
A lo lejos distinguimos bien la larga planicie del Monte Areo, el de los túmulos y leyendas de tesoros, que recorríamos casi entero tras salir de la bahía gijonesa y emprender la ruta a Avilés.
Muy en la distancia, en días claros llegamos a ver el Sueve con los 1.161 metros del Picu Pienzu, otra gran referencia visual del Camino Norte en Asturias que nos acompañó en nuestro recorrido costero desde Llanes a Villaviciosa
Y... en los terrenos de la antigua Ensidesa vino la Pepa, esto es, el Parque Empresarial Principado de Asturias, una manera de buscar nuevas alternativas a la industria pesada con la instalación de nuevas empresas, inaugurado en diciembre de 2002. En él, una antigua chimenea (a la derecha de la foto) de 103 metros de altura, de un viejo sintetizador o sínter, guarda la memoria de la antigua factoría de Ensidesa, de cuya historia habla también muy bien una recopilación de artículos, algunos de Alberto del Río Legazpi, que recoge Arturo Suárez en Asturias Central Reports:
"La Villa del Adelantado, fue convertida por decreto-ley en una nueva ciudad, allá por los años cincuenta del siglo XX . Un hecho actualmente considerado como el más transformador de la ya de por si tan rica como antigua historia avilesina.
El asunto consistió en que el Estado –valiéndose de aquel todopoderoso INI (Instituto Nacional de Industria)– sembró docenas de instalaciones para producir acero en la margen derecha de la Ría de Avilés. Componían una factoría que medía –desde los muelles del puerto hasta Tamón– más de once kilómetros de largo, dando empleo a miles de personas de Avilés, Asturias, España y parte del extranjero. Ahí queda eso. Puede parecer un remate de copla de Pasión Vega, pero las cifras cantan que Avilés pasó de unos 20.000 habitantes, en 1950, a 90.000 en 1988. Aquello fue la caraba.
El coloso, llamado ENSIDESA (Empresa Nacional Siderúrgica S.A.) era de tal calibre que ensombrecía las luces largas de otras importantes factorías de multinacionales del cristal, aluminio y zinc establecidas en la comarca avilesina.
Aparte de problemas a manta y sin cuento, que transformaron y trastornaron furiosamente la vida avilesina, aquello generó ríos de empleo.
Trabajar en ENSIDESA era como un seguro laboral para toda la vida. Aquel maná, caído del cielo, empleaba a 21.000 personas y generaba cerca de 25.000 puestos de trabajo inducidos en Asturias y unos 30.000 en el resto de España. Funcionaba el dicho –seguramente inventando por algún fracasado en el intento– de que ‘El que vale, vale, y el que no ¡pa ENSIDESA!’
La entrada en la década de los ´50 llegará marcada para la villa por su elección para albergar la mayor fábrica siderúrgica nacional, con capital aportado por el Estado en su totalidad; esta empresa promovida por el Instituto Nacional de Industria será al gran baza industrial de Avilés y que modificará sobremanera su paisaje, sociedad, demografía y economía (además será el principal aporte al Patrimonio industrial). Con la instalación de esa factoría en 1957, la villa no fue lo suficiente potente como para a bastecer a ese gigante siderúrgico, y la improvisación marcó la puta del desarrollo de los primeros años; esto se ve claramente reflejado en el plano urbano y el en déficit de viviendas y medios que abasteciesen a la continua mano de obra que llegaba de diferentes puntos de la península. La formación del extrarradio de la villa viene delimitado por la implantación de barrios en las que se proporcionaría viviendas a los trabajadores, y cuya calidad y ubicación irían en función del nivel profesional.
La instalación de una factoría como ENSIDESA afectó muy notablemente al paisaje, incluso al de otros concejos colindantes; es el caso de Corvera, en donde se instaló un embalse para abastecer a la factoría y a las cercanas poblaciones recién creadas. Embalses (Trasona y La Granda), barriadas de obreros, vías de comunicación, entidades socioculturales, etc… iban ahora a dinamizar y alterar la vida de una comarca y a involucrar a Avilés en el potente sector siderúrgico que el régimen quería establecer para su autarquía y posterior mercado europeo. La vida cotidiana de las personas se definiría ahora entre la incesante industrialización y desarrollo, y las tradiciones marineras y rurales que siempre habían caracterizado a la comarca; los niveles de vida, el ocio, la higiene, etc…todo se verá alterado y modernizado, y como no podía ser de otra forma reflejado aún en la actualidad en aquellos elementos ya residuales que abogamos por conservar, proteger y estudiar y que definimos como Patrimonio industrial.
En 1985 se acomete una reestructuración para mejorar su producción, un ejemplo de ello fue la construcción de la moderna acería LD III. En los años 1996 y 1997 se privatizará la gran empresa siderúrgica, y será una empresa industrial más victima de la llamada Reconversión industrial que aconteció en España en los ´90"
Alberto del Río Legazpi en El caso del ocaso de ENSIDESA nos habla asimismo de su larga, dura y muy triste decadencia:
"Pero, ay amigo, con chorradinas andábamos cuando la crisis siderúrgica mundial se presenta, sin saludar, en Avilés. Y empezamos a sudar tinta china en japonés, al ver como las pérdidas de ENSIDESA se medían por miles de millones de pesetas y aumentaban sin cesar.
Vimos como se paralizaron, cerraron y luego se merendaron, por arte de goma dos, instalaciones gigantescas que aún no habían cumplido ni los treinta años de vida. El gigante tenía los pies de barro, no en vano se había edificado sobre marismas.
Y nos dio el tembleque al comprobar que teníamos un porvenir incierto, después de veinte años de certeza consumista. No quisimos, o no supimos, ver lo que se nos venía encima –anunciado años antes en todo el mundo, pero que si quieres arroz Catalina que aquí no pasaba nada– por lo que la costalada que llevamos fue tan descomunal que aún seguimos, a día de hoy, en rehabilitación.
La respuesta –no había otra– fue un enloquecido remolino de asambleas, paros, manifestaciones y huelgas, que consiguieron –aparte de poner a los pies de los psiquiatras a buena parte del personal– identificar a ENSIDESA con Asturias y viceversa. ‘Salvar ENSIDESA es salvar Asturias’, rezaban las pancartas. Todavía quedan por ahí pintadas, que nos devuelven a aquella feroz decadencia industrial. Un tiempo de angustia, ansiedad y miedos. Parecido, de lejos, a lo de ahora.
Para Avilés y para Asturias, aquello no fue declive que valga, sino debacle a lo bestia, que derivó en brutales regulaciones de empleo en las pequeñas y medianas empresas, que vivían a la sombra de ‘la empresa’ (como llamaban sus trabajadores a ENSIDESA) y de ‘la empresona’ (como seguramente llamarán en Gijón a Hunosa).
Sin embargo con los empleados de las dos empresas estatales hubo más consideración, o sea miedo por parte de la autoridad competente, dulcificándose el conflicto con prejubilaciones anticipadas. Hubiera sido tentar al diablo –social y sindicalmente hablando– meter a los gigantes Hunosa y ENSIDESA en el mismo saco que a las empresas que de ellos vivían.
La gran crisis siderúrgica mundial, agravada en España por el hecho de haberla abordada tarde, como casi siempre, hicieron de nosotros una historia de perdedores.
Y más cosas. Porque después de tantos años viviendo en INIlandia, la mayoría de habitantes de Avilés se habían dormido tan profundamente en los laureles de sus poderes adquisitivos, que no apreciaron que la ciudad estaba excesivamente dependiente de la gigantesca empresa estatal. No advirtieron, o no vieron, o no quisieron ver, como ENSIDESA había llegado a ‘tapar’ al Avilés histórico y a su meollo patrimonial. Parecían no existir más valores que los industriales, que cegaban cualquier tradición por antiquísima que fuera.
La empresa dominaba y protagonizaba en exceso la vida de Avilés. Y se juntó el hambre con las ganas de comer, porque al tiempo muchos estamentos de la ciudad (económicos, sociales, etc.) se dejaron dominar. Y en casos avasallar.
Un ejemplo de lo que digo y de la desorientación que se había adueñado de todo, fue la fusión futbolística del histórico Real Avilés con el ENSIDESA CF creando un nuevo club de fútbol bautizado como Real Avilés Industrial.
¿Industrial cuando la industria se estaba yendo directamente al carajo?
Pues sí Industrial. Porque lo impuso ‘la empresa’ en lo que tuvo toda la pinta de ser un gratuito acto de arrogancia de ENSIDESA, que aún perdiendo miles de millones a espuertas, todavía tenía poder para dejar sentado quien mandaba aquí. Lo había venido haciendo desde la década de los cincuenta. Y además, para rematar la faena, el nuevo equipo jugaría en Llaranes, el barrio siderúrgico, ya que el estadio del Real Avilés (propiedad municipal) era una ruina, por dejadez del Ayuntamiento en su cuidado.
Todo aquel proceso y sobre todo las formas utilizadas en el mismo supo, en algunos ambientes ciudadanos, a humillación. Y todavía hoy, a poco que revuelvas ese potaje, compruebas que este asunto de la fusión futbolística sigue constituyendo una herida abierta, quizás la más evidente para mostrar, y demostrar, las complicadas relaciones, que siempre hubo entre los representantes de la ciudad y los responsables de la siderúrgica estatal.
Total, que en Avilés, y a pesar de que el Rey de España inauguró, al final de aquella década, una nueva acería que supuso una muleta para sobrellevar la cojera siderúrgica no conseguimos salir de la depresión social, que desde entonces ya nunca aflojó hasta que llegó el Niemeyer, que esa es otra. Otra historia quiero decir.
Hoy la cosa sobre aquel caso del ocaso de hace treinta años –en la década de los ochenta– cuando la industria se desplomó, en caída libre, arrastrando con ella al empleo y este, a su vez, arrambló con dimes y diretes, como aquel de que ‘Dios creó a Adán y colocólo en ENSIDESA’"
En primer término, los altos edificios construidos al norte del barrio de pescadores de El Nodo y más allá la Dársena de San Agustín, construida a la vez que Ensidesa para cargar y descargar los productos siderúrgicos. Pero su grúa la delata. En esa zona, un poco más a la derecha, estuvo el muelle local tras dejarse el del actual parque, aparte de los ya citados de Raíces y San Xuan
Y un poco más a la izquierda, bajo Los Carbayeos, los Muelles de ArcelorMittal, que se extienden a lo largo del margen derecho dedicados fundamentalmente a los eólicos, como bien hemos visto. El convenio para su uso se firmó en 2007. Así daba la noticia el 11 de enero La Nueva España:
"Los servicios jurídicos del Puerto de Avilés y los de la multinacional Arcelor-Mittal han dejado listo para la firma el nuevo convenio regulador de uso de las instalaciones portuarias comprendidas en la dársena interior de la ría, la de San Agustín. Con el papeleo resuelto, la previsión es que la rúbrica se realice en los últimos días del mes.
En virtud de ese acuerdo, que ya ratificó el consejo de administración del Puerto, Arcelor renuncia a la explotación del muelle sur de la dársena (el que se extiende a los pies de lo que será el Centro Cultural Oscar Niemeyer) y de un tramo de aproximadamente cien metros del muelle este, el más cercano también a la parcela del Niemeyer.
Según otro punto del acuerdo, Arcelor permitirá el uso incondicional de una parte de las instalaciones cuyo dominio conserva (todo el cantil del muelle este) a las empresas del polígono de la ría que tengan que fletar barcos para sacar sus mercancías por mar, sobre todo Idesa y los talleres del Grupo Daniel Alonso.
La intención del Puerto es aprovechar el espacio de muelles recuperado para ubicar un puerto deportivo con capacidad para atracar cruceros de pequeño porte"
Contemplando la ría, que casi toda ella es ahora puerto, queremos recordar lo que escribe Armando Palacio Valdés en La novela de un novelista (1921), cuando aún no era más que el muelle local
"Recuerdo que en mi infancia vivía en Avilés un simpático armador que tuvo la desgracia de que se le perdiese un barco en las costas de Galicia. Cuando los amigos fueron a darle el pésame le hallaron tranquilo y risueño como si no hubiera pasado nada. — ¿Y si se hubiera perdido el Paco? — exclamaba riendo y frotándose las rodillas. El Paco era otro buque de mayor porte que tenía igualmente navegando. Algo parecido me sucede a mí. Cuando experimento alguna contrariedad o sufro cualquier desengaño, suelo exclamar interiormente: «¡Y si se hubiera perdido el Paco!» Convengo en que es un mezquino consuelo; pero sin estos mezquinos consuelos la vida sería cosa mucho más mezquina"
Ahora vemos, más allá del Monte de Tuñes, Tabiella, parroquia de Valliniello (Avilés) pero casi en la frontera con Gozón, donde están la subestación eléctrica y el campo de fútbol del Navarro F.C., equipo fundado en 1980.Un poco más allá es Piedramenuda
Más a la izquierda volvemos a ver La Piñera, con La Cuesta Tabiella, donde nace el arroyo de este nombre, Tabiella, que desemboca en la ría
Parada de autobús de La Sablera, frente al asilo, ya en los últimos metros de cuesta. Arriba hay unas casas de trazas más campesinas, entrada plenamente en la zona rural de San Cristóbal
Subimos hacia ellas mientras vamos dejando a la izquierda la entrada al Asilo de San Cristóbal
Según caminamos, podemos seguir contemplando el paisaje hacia la ría, que tuvo también sus islas, una de ellas era la ya mencionada de San Balandrán, desaparecida al dragarse el estuario y eliminarse rocas y arenas molestas pero que conserva el topónimo una playa próxima. La tradición asegura que antes se llamaba La Llera, hasta que un barco llamado San Balandrán encalló en ella en el siglo XVIII, no obstante existen muchísimas historias con ella relacionadas, sin que sepa discernirse bien realidad de fantasía
Dicha isla estaba un poco más al norte, al igual que la playa, que no llegamos a ver por muy poco, cerca de la factoría de aluminio, tapada por la rasa costera y el promontorio de La Talaya. A ella le dedica un bello artículo Alberto del Río Legazpi en los Episodios Avilesinos:
"... situada frente al muelle de Raíces, en San Juan de Nieva, permanece aún -en el imaginario popular- fuertemente arraigada (en charlas, libros y fotos) a pesar de haber sido volada en 1947 para facilitar el tráfico marítimo. La gente sigue hablando de ella en presente, porque el cariño ni se compra ni se vende y que, además, tu familia no te olvida.
La isla de San Balandrán (de unos 300 metros cuadrados y discreto arbolado) estaba frente a la playa del mismo nombre y donde la gente se trasladaba, masivamente, en lancha o en motora desde el muelle de Avilés. La experiencia marina, de generaciones de avilesinos, tuvo su principio y fin, en las idas y venidas a este remanso de nombre derivado del mítico santo irlandés (Saint Brandan).
Un microcosmos al mejor estilo de Julio Verne. En paraje de otros encantos naturales, atrayentes, como la peña de El Caballo, marismas de Zeluán, de Maqua o el antiquísimo y misterioso poblamiento de Nieva.
Pero sobrevino, hacia 1950, la industrialización de Avilés, brutalmente, y el espectáculo tiñó a negro"
En otro de sus episodios del Río Legazpi le dedica de nuevo sus atenciones, aportando más datos:
"... una de las leyendas más famosas de la cristiandad, es la originada en torno a un obispo irlandés del siglo VI que realizó un viaje por mar dando lugar a una novela de aventuras, la ‘Navegación de San Brandan’, que a su vez hizo aparecer en varios mapas una imaginaria isla de San Brandán o San Borondón o San Balandrán. Según donde.
En Avilés, se han barajado teorías varias a propósito de cómo el topónimo San Balandrán ancló en la ria avilesina. Una de ellas sostiene que algún marino o monje de las islas de la Gran Bretaña –en algún viaje a la Villa asturiana– bautizó así a la isla y por extensión, a la pequeña playa que tenía enfrente. Esta teoría se apoya en el cosmopolitismo del puerto avilesino que, hacia el siglo XIV, llegó a ser el más importante del norte peninsular, comerciando con puertos ingleses y franceses. Por tanto era frecuente la estancia en Avilés de marinos y comerciantes de esas nacionalidades.
Tampoco falta quien se remonta al siglo VI para atribuir, directamente, el topónimo avilesino a los legendarios monjes navegantes.
El otro día, charlando con Ricardo García Iglesias –ingeniero industrial y capitán de Navío– y que es un pozo de sabiduría sobre los detalles de la Ría, me decía que un anciano del lugar le había comentado que el nombre de la isla venía de un barco, llamado San Balandrán que, a finales del siglo XIX, estuvo allí varado largo tiempo.
El caso es que el puerto de Avilés, en su cartografía del estuario nunca denomina a la isla como San Balandrán, sino como La Llera. Sin embargo el Ayuntamiento de Avilés si que reconoce el topónimo, dándole nombre de dos calles, ‘San Balandrán’ por la margen derecha de la Ría y ‘Playa de San Balandrán’ por la izquierda.
Por lo demás hay un San Balandrán, santo aragonés –de Basbastro, capital del vino somontano y cuna del fundador del Opus Dei– que no parece tener más fundamento que la leyenda o la tradición oral. También tenemos ‘La isla de San Balandrán’, una zarzuela citada por Palacio Valdés y ‘Clarín’ en alguna de sus obras.
Pero conviene dejar sentado que la isla avilesina lo fue a tiempo parcial, ya que un delgado istmo la unía a tierra firma. Únicamente en pleamares vivas (contados días al año) era una isla como Dios manda
Desapareció entre 1941 y 1943, al comérsela la draga para ensanchar el canal de navegación de la Ría. Pero hoy sabemos, gracias a los cálculos y dibujo, del antes citado marino avilesino, Ricardo García Iglesias (hijo de Ricardo García Fernández ‘Rico’ extraordinario personaje del Avilés marinero) que la isla medía 130×56 m, con escasa vegetación: eucaliptos, tamarises, juncos, y un pequeño huerto de patatas. Y también hierba, porque las vacas pastaban en la isla, entrando y saliendo a diario.
O sea: una isla de andar por casa.
Lo que es imborrable, para generaciones de avilesinos, es la pequeña playa de San Balandrán, con su bosque, Club de Mar, aguas tranquilas y la aventura del transporte en barca motora, que zarpaba de la rampa del muelle local, frente a la casa Larrañaga, cruzando la Ría hasta los arenales"
Y es que en las costas atlánticas surgen inmediatamente las leyendas, sustentadas posiblemente en acontecimientos reales aunque deformadas por el paso del tiempo, de aquellos que quisieron ir aún más allá y surcaron el océano siguiendo la rotación del sol, a la busca de nuevas tierras, antes incluso de los viajes colombinos o de las rutas vikingas. Uno de esos viajes aparece plasmado en la fantástica narración del libro Navegación de San Brandán en busca del Paraíso, una de las más célebres obras de la Edad Media y que sin duda inspiró a no pocos exploradores navegantes
El personaje de San Brandán es totalmente histórico, se trata de un monje irlandés nacido en el año 484 que fue fundador y abad del monasterio de Clonfert en Galway. Se le conocía como Brandán el Navegante aunque su nombre aparece escrito también como Brendán, Balandrán, Brandano, Barandán o Borondón. La embarcación del tipo balandro también le debe esta denominación. Su popularidad fue tal que varias islas atlánticas lo llevan en su propio topónimo
Siguiendo con la parte absolutamente histórica, este santo fue uno de los evangelizadores irlandeses de las tierras oceánicas: embarcados en curraghs, veleros forrados de cuero, surcarían el Océano Atlántico y el Mar del Norte fundando cenobios y realizando misiones, al igual que San Columbano, con quien se dice se encontró en Escocia, y otros misioneros navegantes (no olvidemos en este contexto que la propia historia xacobea está totalmente vinculada con el mar, la evangelización del Apóstol y la traslación de sus restos, la inundación de la ciudad de Dugium, la aparición de la Virgen en Muxía, las barcas de piedra etc.)
De aquellas navegaciones, la llegada de algunos de estos monjes con sus comunidades y colonos, a las Islas Feroe, e incluso a Islandia y Groenlandia, daría paso a las famosas expediciones vikingas que sabemos iban siguiendo sus pasos unos pocos siglos después. Aunque la presencia de estos irlandeses en Islandia y Groenlandia está demostrada no lo es así tanto, a diferencia de la de los vikingos, en las tierras americanas de Vindland (actual Terranova), aunque no es en absoluto difícil si tenemos en cuenta que los noruegos iban de alguna manera, tal y como señalan sus propias sagas recopiladas posteriormente en las eddas escandinavas, "siguiéndoles los pasos"
Pasando del monje histórico al personaje épico y literario hemos de decir que, al igual que otros libros de maravillas la Navigatio Sancti Brandani se compuso por autores anónimos tiempo después de la vida del santo y de sus supuestas aventuras, basándose en literatura oral, con lo que el o los posibles relatos primigenios sin duda habrían sido notablemente alterados a través de sucesivos transmisores. El escrito recopilatorio de los mismos, si bien los plasmó en una forma "definitiva", sus sucesivas copias escritas a mano también alterarían sin duda detalles y episodios.
No por ello hemos de minusvalorarlo, esta obra ayudó a extender la idea, narrando navegaciones por el Océano hacia el oeste, que la Tierra era redonda, razón que ya estaría plenamente asentada y demostrada mucho antes de Colón
En líneas generales la obra relata que San Brandán tuvo noticia de la existencia de la Tierra de Promisión al otro lado del mar, gracias al relato de otros monjes que ya habían estado allí, en concreto la isla de San Ailbeo, tenida por muchos por Islandia pues se habla que el mar se congelará impidiendo la navegación. Por ello parte inmediatamente con catorce monjes a los que se unirán tres más
"Situado en la parte alta de Avilés y colindante a Castrillón, se trata de un barrio muy bien comunicado y con predominio en viviendas de tipo unifamiliar
Se reivindica, que todavía hay caminos en mal estado, como es el caso del camino de Gaxín y el que conduce al Caliero, que se encuentra muy deteriorados, aunque ya se han visto mejoras en el arreglo de otros caminos
Lo mismo sucede con el transporte público, se considera deficiente, ya que no hace recorridos acordes a las demandas de los usuarios y usuarias, es decir que se hicieron cambios que no concuerdan con lo que se necesita en la zona, porque el bus no entra al centro del pueblo.Se concreta, en que las personas más afectadas por la falta de un buen sistema de transporte, son los de la zona de El Caliero, ya que allí los usuarios, en gran parte, gente mayor, tienen que caminar cierta distancia para coger el autobús en el cruce de Los Llaos, que no tiene ni paso de peatones ni semáforos, en consecuencia es muy peligro.Por su ubicación, y al tratarse de carreteras nacionales o regionales, existen dificultades para una regulación del tráfico con semáforos, en especial en los lugares demandados por la asociación de vecinos, no pudiendo dar respuesta entonces a esta petición. Las demandas más elevadas se refieren a mejora o disposición de nuevas aceras y arreglo de marquesinas (...)En cuanto a la actividad económica, en la zona solo hay bares, no hay otro tipo de negocios; eso motiva que las personas vayan al centro de Avilés u otros lugares a realizar sus compras, lo mismo sucede con la parte de empleo, la mayoría de las personas residentes del barrio trabajan fuera.Apenas hay variación en el número de habitantes del barrio, aunque aumenta en algunas de las nuevas edificaciones que se construyeron; factor que favorece la revitalización del lugar"
Estos son los paisajes propios de la rasa costera asturiana. con sus planicies y las casas construidas a lo largo de los caminos que comunican los diferentes barrios y lugares delas parroquias
"Tenemos constancia de la existencia de un documento de donación, del año 1199, por el que Alfonso IX y la reina Berenguela donan a la catedral de Oviedo y a su obispo don Juan, las iglesias de Sabugo de Avilés, estableciendo que allí no pueda construirse otra iglesia sin licencia suya y, al mismo tiempo, la Catedral cede al rey las heredades que tenía en Llaranes y en el término de Sabugo. Don Ángel Garralda expresa dudas muy razonables acerca de la existencia de la iglesia de San Cristóbal en ese momento o, si existiese, si pertenecía a Sabugo, en ese año de 1199. En el documento se citan, ya se ha dicho que por primera vez, a Sabugo y Llaranes, pero no aparece San Cristóbal, y únicamente podría entenderse ésta última como una de las iglesias, innominadas en el documento, que donó ese año don Alfonso IX y su mujer doña Berenguela al Obispo de Oviedo.
La Iglesia de San Cristóbano aparece mencionada por primera vez, relacionada con los viñedos, en un documento en el año 1285, donde se describe como su capellán, Fernán Nicolás, aforó a Miguel Pérez y a su yerno Juan Fernándiz una tierra de dicha iglesia en el lugar de "Boza", para que la plantasen de viñas, a cambio de una parte de la producción. Este lugar de Boza podría estar relacionado con los topónimos "la Güeta Boza", "la Quinta Boza" y "la güerta Boza", recogidos por Raquel Suárez en su estudio sobre la toponimia de la parroquia. Don Ángel Garralda, siguiendo a Jovellanos, nos indica que en el año 1312 el Obispo de Oviedo y el monasterio de San Vicente intercambian iglesia y celleros y en ese intercambio la iglesia de "San Cristóbano" pasaría a pertenecer al monasterio de San Vicente de Oviedo"
Antes pues de la plantación intensiva de las viñas sería esta iglesia conocida como San Cristoualo de Tuluergo, pues en torno al río se extiende esta histórica parroquia avilesina
"De este modo, ya perteneciendo al monasterio de San Vicente, aparece la iglesia de San "Cristoualo de Tuluergo", en un documento del año 1343 cuando "Fernán Iohán, criado de don Gonçalo Guterris y de doña Iohana Estevanis, arrienda a Martin Alfons, llamado Martín Fisguero, morador en San Crisoualo de Tuluergo, la tercera parte de los frutos y bienes de la Iglesia de San Cristóbano, tal y como Fernán Iohán lo tenía arrendado del monasterio de San Vicente", mencionándose en el arriendo "el derecho de las vinnas del territorio de la dicha iglesia". Hay otro documento del año de 1347, en el que Alfonso Álvarez y su mujer María Alfonso, arriendan de Ferrán Iohán, el tercio de los frutos y términos de la iglesia de San Cristóbano del Toluergo, tal y como él lo tenía arrendado del Monasterio de San Vicente"
Es precisamente entonces, con la plantación de viñedos, cuando pasó a llamarse de Entreviñas:
"El topónimo con el que se conoce aún actualmente al territorio de la parroquia, San Cristóbal de Entreviñas, hace referencia de forma indubitada a la existencia de viñedos abundantes en la zona. La plantación y cultivo de viñas llevó consigo cambios toponímicos de notable calado, alguno de los cuales ha pervivido hasta los tiempos actuales. Un ejemplo importante lo tenemos precisamente en la iglesia de San Cristóbal. La plantación de viñas debió ser muy intensa en esta época porque, la mencionada como "San Cistoualo de Toluergo" en el año 1343, aparece en el "Libro Becerro de D. Gutierre" o "Libro Becerro de la Catedral de Oviedo", en el año de 1385 con el nombre de "San Christoval de Entrelasvinnas". Será a partir de ese momento cuando el nuevo nombre se consolida y aparecerá ya siempre de esta forma nominada la iglesia y el lugar hasta el momento actual"
"Había familias nobles como la de las Alas, o burgueses acomodados como Gonzalo Guterris, que eran propietarios de viñas en Ribero y también en Sabugo. También había clérigos importantes, como el Obispo de Oviedo, o monasterios, como el Santa María de la Vega de Oviedo o el de San Vicente, que eran titulares de propiedades dedicadas a viñedos y que, en muchos casos arrendaban a terceros para su explotación. Los documentos nos confirman que, desde comienzos del siglo XIII, se introduce el cultivo de viñedo de forma masiva en la zona avilesina, tanto al norte como al sur del Tuluergo. También, y como consecuencia de esa implantación masiva y la consolidación del nuevo cultivo, en el siglo XIV observamos cambios en la toponimia, algunos de los cuales persisten hasta nuestras días. De todo lo anterior se puede deducir que los orígenes del cultivo, en pequeñas heredades, debieron producirse al oeste del estuario de la ría de Avilés, en siglos anteriores, es decir, coincidiendo con los orígenes urbanos de la ciudad"
"Ocupa una extensión de poco más de cuatro kilómetros cuadrados (Una sexta parte del municipio de Avilés) y se sitúa como una auténtica atalaya (De ahí el nombre de su asociación de vecinos y de uno de los barrios que la integran) sobre Avilés por un lado y Castrillón por el otro. Es paso obligado del Camino de Santiago, ya que por su elevada altitud era el camino elegido por los peregrinos al evitar los peligros de la proximidad del mar en Raíces.Al igual que sucede con Santo Domingo de Miranda, es parroquia que se extiende por dos municipios: Avilés y Castrillón"
"Su estratégica y privilegiada situación ha motivado un continuo crecimiento de su población. De las 480 "almas" que figuraban en el diccionario de Madoz (1847) ya en el año 1986 ascendía a 1.220 y sigue imparable. Actualmente (01/01/2020) ya alcanza los 2.093 habitantes en su parte avilesina más otros 906 en Castrillón"
Es usual que muchas parroquias limítrofes se extiendan por más de un concejo, pues la mayor parte son anteriores a la actual organización concejil-municipal, que en el caso de la comarca o alfoz de Avilés se fue desgajando en diferentes concejos, uno de ellos Castrillón, hasta bien entrado el siglo XIX. Tengamos presente que la parroquia en Asturias, Galicia y muchos otros lugares del mundo, es una entidad no solamente eclesiástica sino también civil, que si bien sujeta a cambios de límites o también creación de nuevas parroquias, tiene su origen inmediato en la Edad Media, si bien basándose en una estructura anterior muy posiblemente romana, asumida por suevos y godos, y esta a la vez muy posiblemente basada en la gens prerromana de grupos de población suprafamiliares, existiendo incluso estudios que relacionan parroquias y castros
Los cambios poblacionales de San Cristóbal y su transformación de parroquia campesina a residencial quedan así de bien plasmados y explicados en el Diccionario Geográfico de Asturias:
"Parroquia eminentemente agraria durante muchos años, y aunque todavía conserva este carácter en muchas caserías y hórreos, en los últimos tiempos está experimentando una evolución cada vez más acusada hacia su conversión en zona residencial con la construcción de numerosos chalets y viviendas unifamiliares con jardín"
Llegamos al cruce con el llamado Camino Viejo de Pravia, que va a las instalaciones del Club de Tenis. Nosotros seguimos de frente por La Sablera
Si vamos por la izquierda desaparece la acera y tampoco hay arcén, por lo que habremos de emplear esta paso de peatones para seguir a la derecha
La acera llega, al otro extremo, a las antiguas escuelas de niñas, que ahora son la sede de la Asociación de Vecinos La Atalaya
"Cerca de medio centenar de personas participaron ayer en la celebración del Día del Socio, organizado por la Asociación de Vecinos La Atalaya de San Cristóbal. Todos se reunieron en el local social de la entidad, que sirvió un pequeño ágape al que asistieron la alcaldesa, Mariví Monteserín, y el concejal Pelayo García"
Más atrás en el tiempo, esta es la del año 2007 en La Nueva España del 17-12-2007:
"Un ágape sirvió para que la Asociación de Vecinos «La Atalaya», de San Cristóbal, celebrara ayer su tradicional día del socio en la sede social de La Sablera. Al acto asistió la concejala de barrio de la zona de San Cristóbal, Paula Bartolomé, a la sazón también edil de Mujer y Juventud. La propia Bartolomé destacó la participación de los vecinos en una cita ya ineludible para los habitantes de la parroquia avilesina. «San Cristóbal ha crecido mucho en los últimos años, pero aún conserva un carácter rural que lo hace muy interesante. Es una población viva», señaló la edil. El carácter festivo del momento evitó grandes peticiones por parte de los vecinos de San Cristóbal a su concejala de barrio. Paula Bartolomé anunció, eso sí, que trasladará las reclamaciones de «La Atalaya» a una próxima reunión con el resto de ediles de la Corporación. «Quiero que los vecinos me consideren un nexo entre ellos y el Ayuntamiento, pero también que sepan que yo, personalmente, no puedo resolver todas sus reclamaciones», señaló Bartolomé"
El edificio es inconfundible, con su gran tejado a dos aguas. La fachada suele estar pintada de vivos colores, fácil de identificar
En la farola situada enfrente tal vez podamos ver aún una de las pegatinas colocadas hace tiempo para señalizar la ruta jacobita
En este cruce también seguimos de frente. A partir de aquí se acaba la acera. Extrememos las precauciones, pues suele haber cierta intensidad de tráfico en no pocas ocasiones, sobre todo según nos acercamos a las urbanizaciones de Coto Carceo, que aún no vemos desde aquí pero que está a solamente cosa de un kilómetro
En entrevista realizada por J.F. Galán para El Comercio-La Voz de Avilés al presidente vecinal, Luis Francisco Fernández, publicada el 20-5-2013, este afirma referente a la necesidad de aceras:
"Hay muy pocas, solo desde la avenida de Alemania hasta La Sableda y en el tramo de La Plata. El núcleo central de San Cristóbal prácticamente no tiene aceras, y las que hay son tercermundistas"
A nuestra izquierda Casa Carril: estamos ahora en el barrio de En Ca'l Rei, que es como decir Casa del Rey, posiblemente se trate de algún antiguo mote o apodo
A nuestra derecha un gran prado se extiende hasta las instalaciones del El Real Club de Tenis de Avilés se fundó el 12 de mayo de 1967 siendo estas instalaciones inauguradas oficialmente en 1971. El 2 de mayo de 2020, El Comercio-La Voz de Avilés publica Sesenta años del Club de Tenis, narrando su historia y la del tenis en este concejo:
"La práctica del tenis en Avilés data ya de comienzos del siglo XX cuando se disputaban partidos en El Carnero, en los altos de Galiana y en unos terrenos ubicados entre las avenidas de Oviedo y Gijón, todo ello antes de llegar al centro de la villa. Una bonita historia que será fruto de otro episodio de estos 'Recuerdos del Deporte'. Lo que hoy nos ocupa es el 60 aniversario de la fundación del Club de Tenis Avilés, cuya creación salió a la luz el 19 de diciembre de 1960.
El nacimiento de este club suponía el intento de dar un definitivo impulso al tenis en la ciudad tras el paréntesis de la Guerra Civil y los tímidos comienzos de un nuevo periplo en una zona en expansión como era por entonces Las Meanas. Para explicar este proceso hay que partir de mediados de los años 40 del siglo pasado cuando con motivo de la inauguración del nuevo estadio Román Suárez Puerta y las nuevas pistas de atletismo se observó esa zona de La Exposición como idónea para concentrar el deporte local. Fue entonces cuando un grupo de entusiastas del tenis se dirigió al pujante Real Avilés para habilitar unas humildes canchas de juego en el recinto próximo al campo de fútbol y no tener que desplazarse hasta las instalaciones del Náutico de Salinas para tener que practicar con la raqueta.
El apoyo fue total, hasta el punto que el incipiente club se empezó a conocer en 1947 como Real Avilés Tenis Club y su presidencia era la misma del club de fútbol José Ramón González González. Junto a él llevaron las riendas deportivas del tenis los recordados Leopoldo Figueiras López-Ocaña 'Polchi', Carlos Rodríguez de la Flore Solís, Agustín Suárez Camporro, José Antonio Guardado García, Luis Hernández García y Eduardo Cuervo Pérez
Dos canchas
Tres años después el relevo sería tomado por el Avilés Tenis, encabezado por Fernando Castro Cardús, y acompañado por Carlos Herrán Pozas, Enrique Suárez Pérez, José Álvarez Casariego Saiz, Miguel Ángel Olamendi Gutiérrez, Ramón F. Rapado, Felipe Defauconpret, Tomás Menéndez Abascal, Fernando Cuervo Arango, Manuel Campa, José y Agustín Suárez Camporro, Antonio María Valdés Díaz, juan Menéndez Díaz, José Manuel De la Torre García Rendueles y Eusebio Abascal Rodríguez. Este nuevo equipo afrontó el reto con mucho entusiasmo, ya que se trataba de verdaderos amantes de esta práctica deportiva, que ya contaba con dos canchas, las mismas que tenía otro pujante club de la comarca como era el Club de Tenis de la Real Compañía Asturiana de Minas, que presidía José María Verdejo Sanz pero que, a diferencia del avilesino, contaba con un buen edificio como sede y recreo de sus numerosos socios.
El proyecto de mediados de siglo duró pocos años ya que a finales de los años 50 la actividad decayó. Fue entonces cuando en 1960 se hizo preciso dar un giro a esta práctica y el 19 de diciembre saltaba la noticia en LA VOZ DE AVILÉS: «Las confidencias que anticipamos sobre creación de una Sociedad Deportiva están plenamente confirmadas: Club Tenis es su nombre y ya está legalmente constituida».
La nueva entidad se asentaba igualmente en las instalaciones de La Exposición, justo donde hoy se ubican las canchas de baloncesto de Las Meanas. Pero el proyecto resultaba de lo más ambicioso, ya que se miró en el espejo gijonés del Real Grupo de Cultura Covadonga, ya que se propuso la fusión de todos los clubs deportivos de la ciudad. No le fue posible dada la fuerza del Real Avilés, la Atlética Avilesina y los incipientes grupos de empresa de Ensidesa, pero sí se extendió a varias modalidades, hasta el punto de que una de las tres canchas que se disponía, de suelo de cemento e iluminada, se compartía para la práctica del balonmano, baloncesto, voleibol y patinaje
Entre las novedades del nuevo Club de Tenis Avilés llegaba el 5 de marzo de 1961 con la inauguración de un pabellón cubierto en el que se instalaron dos meses de tenis de mesa y un pequeño gimnasio, que servía también para organizar eventos culturales y sociales. Incluso se adentraron en el atletismo, organizando pruebas en las pistas del Suárez Puerta, tal como avanzaba a comienzos de 1961 en estas página de LA VOZ el secretario del club, José Espada Galán.
Inauguración
En esa jornada inaugural del 5 de marzo se ofreció un espectáculo polideportivo, en el que tuvo lugar un encuentro de balonmano entre la Selección Asturiana y un combinado avilesino, así como dos partidos entre los equipos A y B del Tenis en su misma sección de balonmano frente al Juventud de Avilés e Imperial de Cancienes. El plato fuerte sería un partido de exhibición de tenis individual entre el campeón y subcampeón de Asturias, los señores Artigas y Palacios, tras el cual las autoridades asistentes fueron obsequiadas con un vino español.
Pero como sucediera en las experiencias anteriores, el Club de Tenis Avilés sufrió un declive en la mitad de los años 60 del siglo pasado y se busco una solución. Esta pasó por una refundación en el año 1967, ya con un cambio de ubicación, esta vez en unas modernas instalaciones en San Cristóbal que llega hasta nuestros días con el nombre de Real Club de Tenis Avilés, que otros añaden de San Cristóbal. Una entidad que llegó a ser referente nacional y que se mantiene como el buque insignia comarcal de este deporte"
Y en Medio siglo dando juego, Saúl Fernández publica para La Nueva España el 25-3-2018 la historia de 1967 para acá:
"Pepín González Martín cruzó las puertas del club de tenis de San Cristóbal por primera vez en 1970 y salió -ya prejubilado- 47 años después. Su memoria es imperecedera. Ha trabajado con los diez presidentes que, desde 1967, han dirigido un centro deportivo y social emblemático, un faro de la sociedad avilesina, la sede de tres eliminatorias de la Copa Davis y de dos campeonatos de España absolutos...
El exempleado de banca Fernando Rodríguez-Flor lleva aún más tiempo vinculado al club. "Nos hicimos socios cuando estaba en Las Meanas", cuenta. "Subíamos con los hijos a las once de la mañana y estábamos allí hasta pasadas las seis", cuenta. Daniel Vaquero, uno de los hijos del legendario Marcelo Campanal, lo subraya: "Me he criado allí". María Gutiérrez, la hija del maestro David Gutiérrez -que da nombre a la pista número 7, la central, desde el verano de 2016-, es otro ejemplo de una infancia y una juventud cultivadas en el centro deportivo cuya acta fundacional se firmó el 12 de mayo de 1967. Medio siglo de raíces avilesinas ancladas en la parroquia de Entreviñas.
Rodríguez-Flor echa la vista atrás. "Las primeras instalaciones estaban en Las Meanas, justo donde la entrada del aparcamiento", dice. "Había que marcharse, vencía el alquiler. Buscaron tierras y las encontraron en San Cristóbal", cuenta. "Yo era un loco del tenis que conocía todos los campeonatos y jugadores y me pidieron que entrase en la directiva del club, para el que solicitamos y logramos muchas ayudas", contó a LA NUEVA ESPAÑA Manuel Galé, el tercer presidente de la entidad y el más emblemático de todos, uno de los quince fundadores.
"Para ser el primer presidente buscamos a un hombre de prestigio y encontramos al juez decano de Avilés, Eduardo Pardo Unanua, al que sucedió José María Fernández-Miranda, hermano de Torcuato y un estupendo presidente además de buena persona. Él me dijo que quería contar conmigo como vicepresidente primero y así fue", continuó Galé. "Cuando él lo dejó, accedí a la presidencia", explicó el responsable de que Avilés acogiese tres eliminatorias de la Copa Davis: contra Mónaco (1972), contra Hungría (1981) y, la última, contra Israel, la de Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal, en 1992. Esta fue la que le costó la presidencia a Galé.
Manolo Egocheaga, otro de los socios antiguos del club, recuerda los grandes hitos que conformaron el comienzo del centro: "Fueron mil las familias que se hicieron socias en los primeros días del club", apunta. Para ser socio patrimonial había que comprar una acción y también pagar una cuota mensual: el padre, la esposa y cada uno de los hijos. "El primer reparto de carnés se hizo por orden alfabético. Era el mejor modo de ordenar aquello", cuenta Rodríguez-Flor. A su familia le tocó la 487. Los socios del club, aparte de deportistas, eran, pues, propietarios. "San Cristóbal empezó con un terreno de 20.000 metros cuadrados, pero a los pocos meses tuvimos que comprar otro del mismo tamaño por el éxito que había tenido", continuó Galé. "No había cancha para todos", añadió.
Tras Pardo llegó en 1971 José María Fernández-Miranda. Le siguió Galé, a él una gestora dirigida por Julio Muñiz Cueto; tras él, Siro García Fernández, José Fernández González, Francisco Lago Cuesta, Manuel Ángel Rodríguez Merino, Roberto Menéndez Fabriani, José Manuel Vega Rodríguez y, desde hace pocos días, José Ramón Rodríguez Rodríguez. Todos ellos son los responsables de los 40.000 metros cuadrados de superficie que contienen siete pistas de tenis (cinco de tierra batida y dos de cemento), seis pistas de pádel (cuatro cubiertas), dos piscinas, un prado de 400 metros cuadrados y un edificio social de tres plantas que contiene el gimnasio, la escuela de judo, el bar, el salón de juegos?
"El éxito del club vino porque no había nada así en Avilés cuando nació", cuenta Egocheaga, que llegó al centro de la mano de su padre, el primer Egocheaga. Y es que en Avilés las instalaciones deportivas públicas brillaban por su ausencia en la década de los años setenta.
El Club de Tenis Avilés se batía el cobre con el Grupo Covadonga, con el Círculo Mercantil de Vigo "Se habla de mil socios, pero en realidad debería hablarse de mil familias", cuenta Pepín González, que entró en el club de la mano de su padre: José González Villalpando, que fue el portero de las instalaciones y uno de los primeros empleados del club. Fue él quien convenció a Pardo para que contratara como botones a su hijo Pepín que, con los años, ascendió a conserje y terminó ocupándose del mantenimiento? "Como poco, había cinco mil personas", concluye el veterano exempleado. José Ramón Rodríguez, el último presidente, se ha propuesto trabajar para devolver los números a la edad dorada (ahora mismo anda por los 540 socios y no todos son activos).
Por el Club de Tenis Avilés han pasado Juan Antonio Samaranch, Manolo Santana, Manolo Orantes, Andrés Gimeno, Juan Gisbert, Juan Avendaño? Con Galé en la dirección se montaron en las instalaciones de San Cristóbal dos campeonatos de España absolutos: masculino y femenino.
"Yo iba a ver los grandes campeonatos del mundo. Empecé con Roland Garros y Wimblendon y luego fui a Estados Unidos y Australia. Había que estar metido en el mundillo del tenis y tener relaciones en la Federación Española y en la internacional", señaló Galé, al que todos le adjudican el mérito de haber forjado la época dorada del club.
Santana y José Luis Alilla fueron, de hecho, los que en 1970 inauguraron oficialmente las instalaciones deportivas de San Cristóbal con un partido de exhibición. El edificio social no existía: lo que había era un prefabricado de uralita y cuatro pistas. Ni piscina, ni nada? sólo socios por hacer deporte y por conversar. Un centro deportivo también lo es social y el de Avilés lo ha sido mucho: campeonatos de parchís (hasta cuarenta parejas todos los viernes), de subastao, de mus, fiestas de disfraces, la del final de verano, la de Covadonga? Medio siglo dando juego y la voluntad de seguir por ese camino"
Todos estos alrededores son ya netamente rurales, aunque los campesinos casi han desaparecido: en la entrevista a J.F. Galán, el Presidente Luis Francisco Fernández afirmaba también:
"Antes los vecinos se dedicaban el campo, vivían y trabajaban en San Cristóbal. Ahora es un área residencial. La mayoría de los vecinos trabajamos fuera, aunque todavía quedan tres o cuatro ganaderías y algunos cultivos, más que nada para autoconsumo. Sí, San Cristóbal ha cambiado mucho. Hay edificios en altura y las modernas viviendas unifamiliares han desplazado a las casas rurales, pero el núcleo mantiene su esencia. Eso sí, ya no puedes dejar la puerta abierta"
Además de al paisaje, vayamos atentos pues en ocasiones los coches pasan muy rápido, una queja que ya en 2013 manifestaba el presidente de La Atalaya:
"Los coches pasan lanzados, ninguno respeta el límite de velocidad, sobre todo en la zona del Campo del Conde, donde no hay acera. Sería conveniente instalar algún paso elevado e incluso que el radar se dejase ver por allí, y también controlar el aparcamiento en los espacios próximos a los bares y restaurantes. Mucha gente deja el coche en la cuneta y no hay sitio para pasar"
Las casas de antes, algunas deshabitadas ya, alternan con los chalets y las nuevas parcelas
A nuestra derecha una quintana, entre huertas y frutales
Los cambios sociales y la industrialización favorecieron y obligaron a la mecanización del campo. Muchos campesinos, en muchos pueblos la mayor parte, dejaron las labores tradicionales para trabajar en la industria y los servicios. Aunque durante un tiempo de transición fueron compatibilizando ambos trabajos. Más adelante las pequeñas caserías dejaron de ser rentables y los campesinos que quedaron se especializaron sobre todo en grandes explotaciones de ganado de leche para cubrir las crecientes necesidades de las también crecientes poblaciones urbanas
Muchos terrenos antes dedicados al cultivo de cereales panificables fueron destinados al pasto o a forrajes. Siguió plantándose maíz pero no ya para moler y hacer su pan o boroña, sino para alimento del ganado, como la hierba. por lo que los hórreos, como los molinos o los hornos de casa, cayeron en desuso, ya que el pan, además, venía diariamente en furgoneta y no se precisaba ya hacerlo en casa
-El camino oficial, histórico y más corto, es el que sigue de frente y cerca de El Caleyu entra en Castrillón al pie de las urbanizaciones de Coto Carcedo, siguiendo por el pueblo de La Plata hasta Piedras Blancas, capital de ese concejo-Otra opción, señalizada en tiempos con flechas y mojones, va a la derecha y es sensiblemente más larga, si bien por Raíces nos permite conocer el solar de este viejo monasterio y acercarnos a la turística población y playa de Salinas. Luego sube por Samartín de L'Aspra y baja a Piedras Blancas, uniéndose al camino oficial en El Villar, un poco al norte de esa población para acometer la subida a la Sierra del Cordel
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