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viernes, 4 de noviembre de 2022

EL MUELLÍN Y EL PASEO DE LA PRINCESA LETIZIA: EL PUENTE DE DIONISIO DE LA HUERTA, EL DESCENSO DEL SELLA Y TITO BUSTILLO (RIBADESELLA/RIBESEYA, ASTURIAS)

Vista de la ría, El Puente y Santa Marina desde El Muellín

Una vez dejada atrás La Rula o lonja del pescado de Ribadesella/Ribeseya, así como El Paseo de la Grúa, recorremos la fachada marítima riosellana por El Muellín, en dirección a El Puente del Sella, paso a Santa Marina, el gran arenal que se edificó a partir del primer puente de hierro, construido en 1898 para sustituir a otro anterior, de madera, hecho en 1865. Hacia allí, hacia Santa Marina, se extendió la población, primero con palacetes aristocráticos, burgueses e indianos en primera línea de playa y luego con chalets, viviendas unifamiliares y bloques de pisos, sobre todo a lo largo de la N-632, en El Picu, junto al puente

Más antiguamente estaba en Santa Marina la capilla de esta advocación, vinculada al antiguo Gremio de Mareantes, fundado a finales del siglo XVI para la defensa de los intereses de todos aquellos que vivían de la mar, pescadores, balleneros, marineros mercantes, sus familias, viudas, huérfanos, ancianos y enfermos. Y es que allí estaba la Casa de las Ballenas, donde desde la Edad Media se procedía, con el amplio espacio de la playa, a descuartizar a los cetáceos cazados con lanchas de remeros, arponeros y timonel, un procedimiento peligroso pero muy efectivo, tanto es así que en el siglo XVII ballenas y cachalotes prácticamente fueron extinguidos en el Mar Cantábrico, ocasionando una decadencia a la que se quiso poner fin con la construcción de un nuevo gran puerto

Antes del puente, una barca del Gremio de Mareantes, que daba en concesión a una familia pasaba con el cobro del correspondiente pasaje, a las gentes de una orilla a la otra, en concreto hasta la Caseta de la Barca, donde, por una estrecha franja de tierra entre las arenas, continuaba hacia occidente el Camín Real de la Costa, el empleado por los peregrinos a Santiago y al Salvador

Nada más construirse el puente, por el que pasará la carretera general, luego llamada N-632, la famosa Marquesa de Argüelles compró grandes extensiones de terreno y levantó, no su chalet veraniego ni de recreo, sino su casa principal justo al lado del camín real y en el recodo en el que el Sella da sus aguas al Cantábrico. Lo promocionó, invitando al rey Alfonso XIII  a un campeonato de tiro de pichón que ella organizaba. Fue una visita tan corta como sumamente fructífera, pues el lugar se pudo de moda tras la visita real y otros aristócratas e indianos fueron estableciéndose aquí, comprando parcelas a la marquesa y construyendo sus mansiones. La de la marquesa ha sido muy transformada al habilitarse como hotel en 1962 y añadírsele un edificio de habitaciones en 1968, que es el que vemos a la derecha de la foto. El original de la marquesa, con su torre, está desde aquí oculto por un árbol

Además de ello la marquesa, María Josefa Argüelles Díaz, aunque no era exactamente hotelera, un conjunto de seis chalets adosados a los que se les conoció como El Hospitalillo pues recordaba en su estructura a los hospitalillos de empresa de por entonces. Ese edificio es que vemos sobresaliendo sobre los demás un poco a la izquierda de la foto. También construyó los chalets gemelos, en la misma época, entre 1905 y 1910, para alquilar a veraneantes. 

Antes incluso, se había establecido en Santa Marina una fábrica de sidra, la de los hermanos Blanco, en 1880, la que se considera primera empresa de producción industrial riosellana. Efectivamente podría haber sido un barrio fabril, pues en 1900 se establece ahí la primera conservera de la población, la de Benito Suárez Rodríguez, a la que sigue en 1902 la de Izaurieta-Arriorriaga y Cía, cuya materia prima entraba por la ahora cubierta desembocadura del río San Pedro, último afluente del Sella, que era navegable hasta el Puente del Pilar

Con la reordenación urbanística proyectada para hacer de Santa Marina un barrio turístico y residencial dichas industrias se fueron trasladando salvo por ejemplo la de la Panadería la Chiquita, conocida como la Tahona de Toraño, fundada por José Toraño en 1890 y cuyo edificio se mantuvo en pie al lado del puente, cuando aún era de madera, hasta 1914, pues luego había sido el bar Vista del Sella, El Concilio, pues existió algún intento de que fuese preservado como patrimonio industrial. Tras ser derribado ocupa su sitio el Edificio Toraño, de vistosos colores, en la zona conocida como El Picu

El puente de hierro fue destruido por las tropas republicanas en retirada en el otoño de 1937 bajo el mando del Consejo Soberano de Asturias y León en un intento de establecer una línea defensiva en el Sella tras la derrota de El Mazucu. La resistencia fue tan intensa que el bando nacional llegó a pensar en realizar una operación de desembarco, sin embargo doblegaron la defensa río arriba y la ribera occidental riosellana cayó en sus manos el 14 de octubre, una semana antes de la desaparición del Frente Norte


Pasada la guerra los nacionales reconstruyeron el puente con un batallón de 300 presos republicanos, reabriéndose al tránsito el 5 de mayo de 1940. El tiempo que duraron los trabajos se hubo de restablecer el servicio de barquerías


Más allá son los boscosos y acantilados montes de Ardines, solar de impresionantes cavernas como La Cuevona, y grutas prehistóricas, La Cerezal, El Pozu'l Ramu, llamadas genéricamente Tito Bustillo en homenaje a uno de sus descubridores. Pueden visitarse, hay un importante centro de interpretación y constituyen otro de los grandes alicientes de Ribadesella/Ribeseya


A nuestra izquierda son los edificios del ensanche, construidos paulatinamente a partir de 1855 para aprovechar los terrenos, a manera de explanada, resultantes de las obras de ampliación y mejora del puerto que habían comenzado en 1784 y aún continuarían hasta 1883. Fue autor del proyecto el arquitecto Darío de Regoyos Molenillo, padre del pintor Darío de Regoyos


En una de estas casas estuvo, desde 1938 hasta 1976, el Ayuntamiento, en concreto en la primera planta del edificio entre esta calle, la de los Marqueses de Argüelles, Santa Marina y atrás la calle Comercio. Durante la guerra había estado en el Casino de Ribadesella, antes en un edificio entre las calles Sella y sol (a escasos metros a la izquierda) compartiendo espacio con cárcel y juzgados municipales, y antes aún en la capilla del antiguo Hospital de San Roque, fundado por el concejo en 1486 bajo la primigenia advocación de San Sebastián un poco más al fondo, en el campo de la antigua iglesia de Santa María Magdalena. En 1976 se trasladó a su ubicación actual, el Palacio de Cutre, que vimos al pasar por la Plaza de la Reina María Cristina


Esta calle de los Marqueses de Argüelles, la del Comercio y otra más, la de la Gran Vía, constituyen los nuevos grandes ejes viarios creados con el ensanche en aquellos terrenos de la Nueva Población, si bien tardaron ciertamente un tiempo en edificarse, fundamentalmente a partir de 1873 y con capitales indianos. Aunque en 1857 ya se construía el casino, en el plano de 1861 de Francisco Coello el ensanche aparece aún vacío


Muchos de aquellos edificios indianos aún se conservan, pues a ellos vinieron a vivir y en sus bajos abrieron sus primeros negocios y almacenes. Los había propios para ellos y sus familias y otros de vecindad, para arrendar por pisos. Algunos han desaparecido y otros se han reformado. El ensanche riosellano, a pesar de su tardanza en desarrollarse se anticipó unos cinco años a los de ciudades tales como Madrid y Barcelona


Aquí abre sus puertas en nuestros días la sidrería marisquería El Campanu, una de las fundadas por el célebre pescador y hostelero José Manuel Mori Cuesta El Marqués, a partir dela primera, El Campanu de La Venta, en Cangues/Cangas de Onís, Sella arriba, en 1998



Estas calles del ensanche conformaron nuevas arterias comerciales a lo largo de todo su trayecto. También hubo conserveras, la primera la del leonés de Redipuertas Sergio González Fernández en 1932 y la segunda la del también leonés Segundo González. La primera cerró en 1969 y la segunda en 1975



De la misma manera que el tráfico portuario nutría a los comercios riosellanos, estos tenían a su vez buenos clientes entre la marinería, según nos cuenta el profesor Ramón Capín Rama en su serie de artículos publicados para La Nueva España titulada El sabor de los establecimientos comerciales de Ribadesella:
"La tienda de El Margollesu pertenecía a un señor de Margolles casado y sin hijos. Se encontraba donde el actual establecimiento de loterías, y en su origen era un bazar y tienda de ultramarinos; posteriormente, regentaría el negocio otro señor también de Margolles, por lo que se mantuvo con el mismo nombre hasta su desaparición. Era muy frecuente que los marineros vascos que hacían su costera en Ribadesella realizasen sus compras en este bazar; pero, dado que apenas hablaban español, a menudo acababan realizando sus transacciones comerciales por medio de señas (las escenas deben de haber sido realmente cómicas). El Margollesu ostentaba un rótulo permanente en la pared que decía: «Hoy no se fía, mañana sí»

Durante la II República se hizo una nueva gran ampliación del puerto, prácticamente un nuevo ensanche, pero en él, al menos en el tramo de El Muellín, entre el puente y La Ribera, donde se hizo La Rula, se construyó poco o más bien nada, toda la explanada se dejó para descongestionar las faenas portuarias. Por ello, cuando el puerto perdió su carácter comercial y se quedó únicamente su muelle pesquero, pudo hacerse este magnífico paseo


La Rula y el muelle pesquero han quedado ya atrás, es el espacio que se dejó sin barandillas al seguir teniendo actividad. Tanto el edificio de la lonja como toda esa explanada fueron ganados también a la ría en esas obras anteriores a la guerra, concretamente en 1933. La Rula es un proyecto de quien fuera arquitecto municipal Manuel García Rodríguez, en un funcional estilo racionalista inspirado en la arquitectura náutica


En 1966 y con la supresión de la Aduana se marca el ocaso definitivo del puerto comercial riosellano frente a la competencia de El Musel como gran puerto de Asturias, así como el de Avilés. Si bien durante una década más se siguió haciendo estiba. Esto nos cuenta Ramón Capín Rama en otra de sus series para La Nueva España, Breve historia del puerto de Ribadesella
"Hasta finales de la década de los años setenta, en Ribadesella continuó habiendo actividad portuaria de estiba. Navíos procedentes del Báltico venían con cargamentos de madera, y se exportaban minerales como el manganeso de Buferrera en Covadonga, el carbón de Solvay y Cía. en Lieres, la calcita de El Pico y Collera y la fluorita de Caravia y Berbes. A finales de los años setenta, los trabajos portuarios desaparecieron en favor de puertos más desarrollados como Gijón y Avilés. La grúa del mineral se desguazó en 1989 y se vendió como chatarra."

Como única alternativa a esa pérdida del puerto comercial hubo una turística, la del Puerto Deportivo, inaugurado en 2003 en la orilla de Santa Marina y ampliado en 2008. Como también dice Capín Rama:
"En la actualidad, la exigua actividad agropecuaria, la escasa pesca de bajura y una pequeña actividad industrial han convertido Ribadesella en un pueblo eminentemente turístico. Poco queda de aquellas industrias conserveras de Ribadesella, y nada de la ingente actividad relacionada con ellas. Sólo la fábrica de Albo permanece en pie, reminiscencia silenciosa de un pasado mejor"

El muelle de minerales comenzaba a partir de La Ribera o L'Alcantarillón, que ya antes de la explanación de los años de la república era el puerto pequero, con su antiguo barrio de pescadores de L'Aguda y su capilla de Santa Ana, a la que viajeros y peregrinos se encomendarían antes del siempre temido cruce de las rías


El primer puente de madera, sobre el Sella, terminaría con aquel servicio de barquerías. Fue llamado Puente de los Gallegos, muy posiblemente por haber sido gallegos sus constructores, pues es un nombre muy repetido en bastantes puentes. El actual es famoso mundialmente por ser la mítica meta del Descenso Internacional del Sella, en el que, desde su mismo origen con el pionero piragüista Dionisio de la Huerta y sus amigos allá por 1929-1930, nació con una mezcla de deporte, confraternización y fiesta, por eso se la llama la Fiesta les Piragües, de la que, como dice Miguel Rojo en El Comercio el 4-8-2017:
"... la fiesta de les Piragües es mucho más que una fiesta. Para algunos es una forma de vida, y además está ligada a la más íntima tradición folixera asturiana. Cualquiera puede pasárselo bien en ella..."

Además de La Rula, la otra construcción que hallaremos en este paseo, poco antes del puente, es la Oficina de Turismo, donde podremos recabar información oportuna sobre el camino, alojamiento, albergues, bares, tiendas, monumentos, playas, otras rutas o lo que podamos precisar


Este paseo pasó a llamarse Princesa Letizia cuando Letizia Ortiz Rocasolano, ovetense de raíces familiares riosellanas fue, siendo Princesa de Asturias por su matrimonio con el entonces Príncipe Felipe de Borbón, fue nombrada Hija Adoptiva de Ribadesella en 2007. En el agradecimiento a este nombramiento afirmó:
"Aquí pasé un tiempo de ocio y felicidad, todos los veranos de mi niñez y muchos fines de semana en los que aprendí a querer a esta villa"

Una placa recuerda aquel nombramiento como hija predilecta y la nueva denominación del paseo. Cuatro años antes, cuando cuando el 1 de noviembre de 2003 la Casa del Rey anuncia el compromiso matrimonial de los futuros reyes de España, fue una verdadera sorpresa para toda la opinión pública, pues nada se sabía de aquella relación, pero especialmente en esta villa y concejo


Los abuelos paternos de Letizia tenían casa en la cercana aldea de Sardéu, en la riosellana parroquia de Moru, por los que las visitas y estancias aquí habían sido constantes. Ella, Menchu Álvarez del Valle, había sido además una conocida periodista radiofónica


Coincidiendo con toda aquella verdadera conmoción, se crearon unas pastas denominadas Letizias de Ribadesella, pastas de mantequilla y almendra que un confitero local, Ángel Ampudia, elabora en su bombonería La Veguina. Tiempo atrás, otra confitería riosellana, agasajó a Alfonso XIII con sus especialidades, La Marina, situada detrás, en la calle Comercio y propiedad de un confitero ovetense que también vino a establecerse aquí auspiciado por la Marquesa de Argüelles. A él le dedica Capín Rama todo un artículo de El sabor de los establecimientos comerciales de Ribadesella:
"Antes de desplazarse a Ribadesella, Manuel Pérez Pérez poseía ya una confitería en Oviedo. Corrían los años veinte del siglo pasado cuando la marquesa de Argüelles, que pasaba los veranos en su chalé de la playa, convence a su amigo Manuel de que se establezca en el pueblo.

En 1927 el matrimonio formado por Manuel y Leonor Cantora abre la confitería La Marina en la actual calle Comercio, donde hoy se encuentra una zapatería. El negocio consta de dos partes, un obrador en la parte posterior, que da al muelle, y la tienda, que da a la plaza Nueva. Del matrimonio nacen cuatro hijos: Nito, Leonor, Matilde y Fifi. Mientras que del obrador se ocupan el patrón y sus empleados, la tienda es atendida por su hija Leonor.

Durante el período estival el negocio es rentable debido al turismo. Además de otros clientes, la confitería suministra con frecuencia a la marquesa y a sus frecuentes invitados de la corte, el Rey Alfonso XIII entre otros.

Pero durante el invierno las ventas disminuyen, por lo que Manuel se las va a ingeniar para que su negocio sea rentable durante todo el año. Así, inventa un turrón con forma de barra en espiral a modo de «brazo de gitana» cubierto con láminas (rajas) de almendra, que llega a patentar y registrar con el nombre de «Rajalmendra».

Asimismo, fabrica otros pasteles de su invención, como el mantecado «Real», chocolates «Manolín», otros turrones denominados «De Cádiz» y «De Yema» y una tarta llamada también «Rajalmendra».

Asimismo, fabrica otros pasteles de su invención, como el mantecado «Real», chocolates «Manolín», otros turrones denominados «De Cádiz» y «De Yema» y una tarta llamada también «Rajalmendra».

En vista de que sus productos tienen demanda, especialmente el turrón, Manuel llega a crear una red comercial para distribuirlos por toda la Península. Este éxito se va a traducir en la contratación de gran número de empleados para su obrador. Se calculan en 129 los obreros del pueblo contratados en diferentes períodos. Entre otros, recordaremos a Alfonso Patones, Sabugueiro, Pepiño, Manolo Chacha, Maruja Álvarez, esposa de Venancio Fernández, etcétera.

En honor al éxito del turrón, el establecimiento pasa a llamarse Confitería Rajalmendra, nombre que se aplica también a una lancha vapora de la que Manuel es armador y en la que trabajan diversos marineros.
Casado en segundas nupcias con Aurora Alonso, de este matrimonio nacen tres hijos: Manuel (Noli, actual propietario de la marca registrada Rajalmendra), Luis (que en paz descanse) y Jesús."

En la penosa posguerra del hambre no hay azúcar, lo que es un grave inconveniente para la confitería, pero, y aunque parezca un chiste, había hecho la mili con Franco, y gracias a ello y a mantener el contacto y "estrecha amistad", consigue el encargo del suministro de chocolate para el ejército, y así con él un gran acceso a esa preciada mercancía:
"Si bien la demanda de chocolate va a decaer, no así la de rajalmendra y demás productos de la confitería.

La comercialización por la geografía española partía de Ribadesella en los antiguos trenes Económicos, lo cual ralentizaba bastante el reparto. En busca de mejores medios de distribución, Manuel decide desplazarse de nuevo a Oviedo, donde monta una moderna fábrica de pastelería al por mayor, a la que de nuevo bautiza con el nombre de Rajalmendra.

El éxito es tal que en la fábrica llega a haber más de cuarenta empleados, entre ellos diversas personas de Ribadesella que se desplazan a Oviedo para trabajar por temporadas; entre otros, recordaremos a José Manuel Cuervo, apodado «Cuqui»; Celso el Tordu, Marcelo el Carpinteru, esposo de La Pistera; Juanito el Tordu; Juanra Borbolla el Marineru; José Antonio Martino, «Nenón»; Pedro Rubio «Aspirina», etcétera."

Cuando se fue de la villa en 1953 publicó una emotiva carta de despedida que copió y buzoneó por los portales, la cual decía:
"Riosellanos: hace 26 años y tres meses que, procedente de Oviedo, instalé en esta hermosa villa mi industria confitería La Marina, que muchos desde aquella fecha la denominaron confitería Nueva.

Deseando dedicarme solamente a mis especialidades, prescindiendo de la venta al detalle, e instalarme donde exista ferrocarril de vía ancha, construí una casa con una gran nave que me permite fabricar con holgura el rajalmendra y demás artículos en la calle D-6 Buenavista, Oviedo (hoy calle Juan Belmonte).

Os la ofrezco de todo corazón, y al trasladaros a Oviedo, visitadme, que seréis recibidos con el mismo entusiasmo que vosotros lo habéis hecho conmigo.

Mi agradecimiento a nuestras dignísimas autoridades nacionales, provinciales y municipales, que en todo momento me dieron facilidades e incluso autorizarme a abrir mi establecimiento a primeras horas de la mañana, y no habiendo sido nunca objeto de sanción alguna.

Mi agradecimiento a todos aquellos que con sus encargos presenté en mis escaparates los trabajos más artísticos del arte confiteril publicados en nuestras revistas.

Mi agradecimiento a los bancos Herrero y Español de Crédito.
Mi agradecimiento a cuantos me favorecieron.
Mi agradecimiento a los clientes tan adictos que sienten mi marcha.

Manuel Pérez Pérez
Ribadesella, agosto 1953"

Entre comercios, varios de productos típicos y negocios de turismo aventura, entre los que destacan la ofertas de descensos del sella en piragua, travesías de motonáutica, etc., otro chigre emblemático, la Sidrería Carrocéu, de Enrique Mier


Farolas marineras de El Muellín, con El Puente al fondo. Se dice que el antiguo, el metálico, medía 302 metros y era el puente de hierro más largo del mundo, otros dicen que solamente de España, dentro de los característicos cruces de datos sobre este tipo de construcciones. Era una obra proyectada por el ingeniero José Eugenio Ribera, que aunque especializado en puentes metálicos, está considerado uno de los pioneros del hormigón armado en España, al idear una estructura por la que las partes metálicas constituirían el armazón posteriormente cubierto de hormigón. Llegó incluso a ser profesor de la asignatura Puentes de fábrica y hormigón armado en la Escuela de Caminos de Madrid


El actual sí es de hormigón, consta de 14 tramos isostáticos apoyados en 13 pilas y dos estribos extremos. Su anchura total es de casi 9 metros, de los que 6 metros son la calzada y las aceras laterales de 1,20 metros de ancho. Se ha proyectado su ampliación dado que se ha quedado pequeño, principalmente en verano. 


Antaño soportaba todo el tráfico de la carretera costera N-632 en su enlace aquí con la N-634 (ahora AS-379), en pleno casco urbano, causa de numerosos atascos, ruidos, accidentes, etc. cuestión solucionada con la construcción de la Autovía del Cantábrico (A-8), que pasa unos pocos kilómetros más al sur por Lloviu, precisamente donde existió otra barquería, la de L'Alisal, que funcionó hasta 1968


En el borde del paseo con la calle Marqueses de Argüelles las farolas son de estilo isabelino, de las que suelen emplearse en zonas verdes y cascos históricos


Al otro lado más locales comerciales y otra de las célebres sidrerías riosellanas, El Puerto


Seguidamente El Hospitalillo, sito en la confluencia de las calles Marqueses de Argüelles y Comercio, actual sede de diversas entidades y servicios públicos y municipales. Más allá está el magnífico edificio del Hotel Marina, fundado en 1912 y que fue el primero en Ribadesella/Ribeseya construido para hotel. Los veremos mejor desde un poco más adelante


Pasamos ya al lado de la Oficina de Turismo según nos acercamos al Puente del Sella


Los pantalanes de las motos de agua. Los nuevos usos turísticos han hecho que en El Muellín vuelva a haber actividad portuaria, antes de carga, descarga y pasaje, hoy de rutas y excursiones acuáticas por la ría y costa riosellanas


Al otro lado, el puerto deportivo fue el germen de estas readaptaciones de los puertos cantábricos cara a la navegación deportiva. En La remodelaciónintensiva de los puertoshistóricos de Asturias:consecuencias urbanísticasy patrimoniales, María de las Cruces Morales Saro, de la Universidad de Oviedo, dice así:
"Tradicionalmente el litoral asturiano no se había considerado el más apto para instalaciones náuticas. La dificultad de acceso y comunicaciones a la misma costa, la presencia de numerosos acantilados, junto a un mar agitado parecía poco propicio para deportes náuticos. Hubo una legislación proteccionista como el Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA) que tuvo algo que ver en la relativa preservación de la costa. Pero con la aceleración desarrollista de los años 1990 y 2000, nada de esto siguió siendo válido."

En esa ribera vemos la calle del Coronel Bravo, que será la que seguiremos para continuar camino por Santa Marina, la proyectada ciudad jardín en la que se construyó masivamente a partir del desarrollismo de la década de 1960, cuando hasta el Ríu San Pedru fue tapado en su desembocadura para poder edificar encima, saliendo sus aguas al mar por una tubería


El coronel Bravo, a quien está dedicada la calle, es "muy recordado por aquellos riosellanos que libraron o disfrutaron de un servicio militar placentero gracias a su mediación e indulgencia", según escribe J.García en El Comercio el 28-8-2019 con motivo de un encuentro familiar de la saga riosellana a la que pertenece, los Bravo-Alabau, descendientes del matrimonio Villar y Valle, benefactores fundadores del Asilo (Residencia San José de la Montaña) y de las Escuelas Graduadas de La Atalaya:
"Pero es que el Coronel Bravo también destacó por ser Campeón de España de Aeromodelismo en vuelo circular durante quince años consecutivos. Construía sus propios modelos y motores y llegó a crear un avión a reacción en tamaño miniatura que fue portada del ABC en 1949."

Al otro lado de la ría, el Paseo de la Grúa, antiguo camino de sirga, es decir, de arrastre ribereño de los barcos desde tierra, en este caso empleando una soga especial, la sirga, de la que tiraban yuntas de bueyes, para que saliesen de puerto. Ya en la barra una trainera sustituía a los bueyes hasta que los buques, pasada La Punta'l Caballu, desplegaban las velas y ponían rumbo a sus respectivos destinos, muchas veces cargados de emigrantes que iban a hacer las Américas


Los bueyes eran empleados también en las demás operaciones portuarias, la carga y la descarga, siendo sustituidos en 1957 por una grúa sobre raíles, por lo que seguidamente se le llamó al camino el Paseo de la Grúa. Tras el final del puerto comercial y minero fue desguazada en 1989 y vendida como chatarra. Es posible que hoy se hubiese preservado como patrimonio industrial, uno de los escasos elementos supervivientes de aquel tiempo


Y en lo alto, la ermita de la Virgen de Guía o de La Guía, fundada por el Gremio de Mareantes en el siglo XVI, como las de Santa Ana y Santa Marina, en el lugar donde se estaban erigiendo nuevas fortificaciones de baterías de costa a consecuencia de la guerra contra Holanda. Su gran pared este almenada se erigió con las reformas de 1892, cuando un desprendimiento afectó a su cabecera, hoy desaparecida, aunque se ve, cegado, el arco del antiguo altar. Sí conserva una magnífica portada sur, en piedra de sillería, estilo renacentista o protorrenacentista


A Santa Ana se encomendarían los antiguos peregrinos al embarcarse rumbo occidente camino de Santiago, a la Virgen de La Guía mientras cruzaban en endebles tambaleantes barcas el ancho brazo de mar y río del estuario, y a Santa Marina cuando llegaban sanos y salvos al otro lado. En 1865, si bien ya acabados los siglos de las peregrinaciones históricas, aquel primer Puente de los Gallegos pondría fin a ello. Luego, la nueva carretera que pasaría por el de hierro sustituiría al ancestral camín real costero


Pero el puente, recalcamos, es realmente famoso por ser la meta de Les Piragües. Si bien ya en 1920 y 1930 el entusiasta deportista Dionisio de la Huerta realizaba las primeras excursiones en piragua con sus amigos entre los ríos Sella y Piloña, su primera llegada aquí sería en 1931. Compartimos de la propia página del Descenso Internacional del Sella la historia de aquellos comienzos...
"Para conocer el origen del Descenso Internacional del Sella, hay que remontarse al año 1929, cuando Dionisio de la Huerta, decidió hacer una excursión en piragua por el río Piloña, desde Coya hasta Infiesto, durante sus vacaciones de verano en su casa familiar en Coya. En aquella aventura le acompañaron un grupo de amigos, recorriendo durante más de dos horas el trayecto de 5 kilómetros.

Con la experiencia de aquella aventura, Dionisio trató de convencer a sus amigos Alfonso Argüelles y Manés Fernández para que le acompañaran a descender el Sella desde Arriondas, río abajo. Este primer descenso por el Sella estuvo lleno de paradas para vaciar la piragua del agua que tenía dentro y llenar el estómago con algún que otro bocadillo, mientras que un grupo de amigos seguían sus avances desde un autocar por la carretera que une Arriondas con Ribadesella. La noche se les echó encima, por lo que en Soto de Dueñas, se vieron obligados a dar por finalizado este descenso y dejarlo para otra ocasión. Habían recorrido 14 kilómetros durante 7 horas en las que disfrutaron de las aguas del Sella y del paisaje que lo rodea.

Dionisio, y las aventuras que organizaba, fue durante un tiempo tema de conversación en Infiesto. Aún sin saberlo, aquella aventura había supuesto la semilla del actual Descenso del Sella y de la Fiesta de las Piragüas. Dionisio, no conforme con la experiencia vivida, realizó en el año 1930 el trayecto completo desde Coya hasta Arriondas, y finalmente, en el año 1931, llegó hasta Ribadesella.

Fue en el año 1932 cuando quedaron ubicadas definitivamente la salida y meta del descenso en Arriondas y Ribadesella, respectivamente. En este año, tuvo lugar la primera edición de carácter competitivo, en la que tomaron salida trece palistas provenientes de Oviedo, Gijón, Ribadesella e Infiesto. Las primeras inscripciones de palistas de fuera de la comunidad llegaron en el año 1935."

Al año siguiente, el comienzo de la Guerra Civil impidió se celebrase la siguiente edición, que no se reanudaría hasta 1944, día 11 de agosto y sólo con 11 piraguas. Pronto llegaría su recuperación:
"Se puede decir que el Descenso del Sella pasó a tener carácter internacional en el año 1951, cuando por primera vez en su historia cuenta con competidores extranjeros entre los deportistas inscritos. Italianos, portugueses y franceses se encontraban entre los inscritos. Es en 1955 cuando se inscribe el primer equipo de otro continente: el equipo de Cuba.

El año 1960, marca un hito en la historia del Descenso, ya que en ese año se creó la Federación Española de Piragüismo. Se escuchaba así un requerimiento que Dionisio de la Huerta llevaba tiempo solicitando, separar definitivamente la Federación Española de Piragüismo de la de Remo, y garantizando el futuro de la Fiesta de las Piraguas.

De esa época a esta parte, el Descenso del Sella ha ido creciendo y aumentando su prestigio. Cuenta en la actualidad con una participación que supera el millar de palistas y batiendo, año a año records de participación. En la actualidad, está considerada, si no la que más, una de las pruebas más importantes del mundo en el panorama internacional de descenso de ríos."

A la izquierda, el antiguo Hospitalillo da paso al Hotel Marina, inaugurado en 1912 por Benigno Blanco, que unos años antes, en 1892, había adquirido el solar, aún desocupado, del ensanche frente al puente, el cual estaba destinado a la construcción de una nueva iglesia, cosa que al final no se haría hasta 1924 y prácticamente al lado de donde estaba la antigua, la Plaza de la Iglesia, como vimos en la entrada de blog correspondiente al paso del Camino por el casco viejo


Benigno Blanco era uno de los dos hermanos Blanco que emigraron a Cuba en el famoso bergantín Habana desde este mismo puerto, en 1870, el otro era Salvador. Aparte del trabajo, les toca un buen premio de lotería y regresan a España, montando la ya mencionada fábrica de sidra en el Arenal de Santa Marina y un gran bazar cerca de aquí, en la Gran Vía y el Banco Blanco Hermanos


Se le considera una joya de la arquitectura modernista o Art Nouveau y el edificio más bello del ensanche riosellano. Se inauguró con planta baja, dos pisos con 24 habitaciones exteriores y varios cuartos de baño. Su monumental fachada estaba coronada por un pináculo barroco, ahora menos visible tras una posterior ampliación del edificio. El hotel fue adquirido en la década de 1920 por quien sería gran escritor y futuro Cronista de la Villa Guillermo González, De ese periodo, el de "los felices años 20", se ocupa el profesor Capín Rama en un artículo en La Nueva España titulado Riosellanos ilustres: Guillermo González y publicado el 20-6-207:
"Algunos personajes de fama nacional veraneaban en la Ribadesella de los años veinte y con frecuencia se alojaban en el hotel Marina. Es el caso de Juan Martínez Abades, famoso como pintor de marinas y compositor de cuplés. Hay quien defiende que el «Asturias, Patria Querida» fue compuesto por él en una habitación del mencionado hotel. Luis de Tapia era un escritor por entonces famoso por su obra satírica. Además, el fotógrafo y poeta local Jesús Delgado era corresponsal de varias revistas y periódicos madrileños. Figuras de la literatura, el periodismo y la pintura pasaban los veranos en Ribadesella, y es en este contexto artístico en el que Guillermo González va a desarrollar sus habilidades literarias."

 Los felices 20 pasaron a los muy trágicos 30, cuando durante la Guerra Civil, acercándose el frente al Sella, Guillermo hubo de desalojarlo dada su estratégica posición al lado del puente. Al entrar los nacionales fue represaliado por simpatizante republicano y no pudo retomar su gestión, por lo que se haría cargo de él en 1940, recién pasada la contienda, el sastre Rufino Llorente. De aquel duro episodio nos informa muy bien también en su artículo Ramón Capín Rama:
"Guillermo González nace en 1901 en el barrio de El Portiellu, en Ribadesella. Con 16 años emigra a Cuba, donde trabaja en una tienda de joyas y muebles llamada Casa Quintana, en La Habana. A los cuatro años fallece su padre, por lo que vuelve a Ribadesella sin haber hecho fortuna, pero con una enorme cantidad de libros que revelan su gran afición por la lectura. Nunca más volvería a Cuba. 
"Desde entonces se ocupa del negocio familiar, el hotel Marina. Funda el periódico local «La Atalaya», que se edita entre 1926 y 1932 y en el que colaboraría asiduamente como articulista y durante un tiempo como redactor jefe. En 1935 se casa con quien había sido su novia desde niño, Herminia Suárez, con la que tiene tres hijos: Guillermo, Sara e Ignacio. La genética parece haber jugado con las facultades de nuestro personaje. Guillermo González era un artista de la pluma (luego hablaremos de su obra), un lector empedernido (admirador de Pío Baroja y Clarín) y un extraordinario cocinero (su especialidad eran el bacalao a la vizcaína y el pote asturiano, aunque también cocinaba sabrosísimas menestras que sus amigos degustaban con placer). Sus hijos van a repartirse estas tres facetas: Guillermo -como es de todos sabido en Ribadesella- es un consumado dibujante que vive de su obra artística; Ignacio -residente en México desde hace tiempo- es un bibliófilo impenitente que cuando viene de vacaciones se dedica a buscar libros raros por toda España, y Sara sería la envidia de muchos renombrados chefs si conociesen sus dotes culinarias. 
Al llegar la guerra civil, Guillermo González tiene que incorporarse al Ejército. En primer lugar lo destinan a un batallón de trabajadores en Aragón, pero un día hace unos comentarios en la cocina que son bien recibidos por sus superiores y desde entonces se ocupa de la cocina del regimiento. Al acabar la guerra sufriría prisión durante un año. El hotel Marina había sido decomisado por el Ejército republicano para ser utilizado como hospital y nunca le sería devuelto, por lo que de regreso a Ribadesella vive como rentista. Como es sabido, los efectos sociales de la posguerra tuvieron mayor repercusión en los pueblos que en las ciudades, y durante algunos años Guillermo quedó marcado por sus ideas políticas."

En 1952 lo compra Luis Quesada, quien lo cede a su hija Lido en 1952, casada con Alberto Celorio, Tito, siendo entonces cuando se emprende la primera gran reforma, añadiendo una planta y abriendo un restaurante. Considerado como el mejor alojamiento de la villa, participó en la promoción de la marca Costa Verde como definitoria de la costa asturiana cara al turismo. En 1970 subieron un piso más y se hizo una terraza con varios cuartos de servicio. El pináculo, que veremos mejor después desde la rotonda, dejaba de sobresalir y se integraba en la fachada. Se instaló el ascensor y se pusieron baños en la habitaciones. El cronista local Toni Silva sigue informando de su historia en la propia web del hotel:
"Tito Celorio y Lidu Quesada vivieron en el propio establecimiento, donde nacieron sus cuatro hijos, y lo mantuvieron como buque insignia del turismo comarcal. Los salones del hotel ofrecieron un espacio de encuentros para la democracia en la Transición, durante la que Tito se reveló como líder local del liberalismo, y también en los años 90, cuando se creó allí la tertulia “El Palique”, fuente de valiosas aportaciones para la villa. Tito falleció en 1997 y Lidu en 2015, por lo que la gestión del hotel pasó a manos de su hijo varón, Luis Alberto, que falleció prematuramente en 2017, lo que motivó que quedara todo en manos de su esposa, Sultan Erden, y sus hijos Gabriela y Mario."

Dicho pináculo, así como la fachada completa, la veremos mejor desde la rotonda de entrada del puente, al que nos disponemos a subir


Aquí vemos en perspectiva toda la línea de sus enormes pilastras y por la humedad nos podemos figurar hasta donde llega el río en las crecidas. Es más, cada cierto tiempo, como en 2019, puede llegar a La Rula y algunas de las primeras casas del ensanche, como ocurrió en 2019, cuando la riada llegó a destrozar también el pantalán del Descenso del Sella


Subimos pues las escaleras del puente. Desde hace tiempo está pendiente un proyecto de ampliación y mejora que puede suponer ciertos cambios en su fisonomía y estructura, por lo que tal vez cuando vengáis ya estén hechos o... tal vez no, pues se arrastra desde hace años


Una concha en la pared confirma que este es el trazado oficial del Camino Norte y que por aquí hemos de continuar


Desde aquí tendremos además una muy buena vista de ambas márgenes de la ría, desde Santa Marina a L'Alisal


En primer lugar el edificio de El Tocote, al pie del acantilado del Monte Ardines y en la carretera que se dirige a La Cuevona y las cuevas de arte rupestre de Tito Bustillo. Se trata de un bloque de viviendas sociales que contribuyeron a la mejora de la sufrida vida de pescadores, pescateres y sus familias, construido en 1958. Si bien su nombre oficial no era ese, es la denominación por la que se le conoce, pues, ansiosos por ver si tocaba el acceso al piso. La pregunta en la calle era "¿Tocote?", y la respuesta "sí, tocome. Tocome ser del Tocote". Es caso común en bastantes lugares con viviendas de este tipo y en aquel tiempo


La carretera que va de El Tocote a las cuevas es la RS-2, que arranca de El Picu, al otro lado del puente, y recorre la ribera sellera bajo Ardines, topónimo relacionado con encinares, abundantes en la costa


Frente a nosotros hay una buena franja de terrenos también ganados al estuario en las últimas grandes obras de ampliación portuarias acometidas en los años de la II República, inmediatamente previos a la Guerra Civil. Era enfrente de El Portiellu y fue llamado  El Campu les Rolles porque se destinó a apilar las rollas o troncos de los árboles que, talados en los concejos de alto Sella, se transportaban tradicionalmente flotando río abajo aprovechando la fuerza de su corriente. Se empleaba en la construcción de barcos y se exportaba a Ferrol principalmente


Ya en 1930 el Ayuntamiento, por medio del entonces alcalde Alberto de la Guardia, había pedido al estado la cesión de estos terrenos para unirlos con el lavadero y el matadero municipales. La intención era hacer aquí una nueva casa consistorial, cuartel de la Guardia Civil, edificio de Correos y Telégrafos, nueva Aduana, el Mercado de Abastos y un parque público 


Fijémonos al pasar en la placa que da nombre al Puente META de Dionisio de la Huerta. "Fiesta de les piragües de Asturias". Ribadesella 6 de Agosto de 2015. A la izquierda el anagrama de la Asociación de Amigos de Dionisio de la Huerta y a la derecha con el escudo de Ribadesella (la Cruz de la Victoria y el bergantín Habana). La pared sobre la que está aparece pintada de piraguas de colores vistas desde arriba y la frase Recibir a los campeones como se merecen.  


En 1934 y tras los cambios políticos con el exilio de Alfonso XIII y la proclamación de la república, se acometieron por fin estas obras pendientes se rellenaron estos terrenos de El Portiellu y hasta más al sur, en las marismas de El Cobayu, lo que permitió que, además de para les rolles se empezase a construir al menos uno de aquellos edificios proyectados, el del Mercado de Abastos. que vemos aquí enfrente en medio de la actual explanada de aparcamientos. Otros vendrían más tarde, pero no todos


El Mercado o Plaza de Abastos fue, como La Rula, proyecto del entonces arquitecto municipal Manuel García Rodríguez, dentro de ese estilo funcional que fue el racionalismo, basado en la comodidad y perfecta adecuación de los espacios mas el pertinente toque de modernidad. 


Mónica García Cuetos, en Patrimoniuindustrial.com, nos explica que, dada la necesidad de un espacio adecuado para la venta de alimentos frescos y evitar los inconvenientes de la celebración del mercado de ganados en la vía pública, se hacía imperioso hacer un mercado cubierto, pues además de la actividad portuaria, entonces muy intensa, y del aumento de la población, la nueva y creciente colonia de veraneantes, gran fuente de clientes y potencialmente aún más, acudía con hábitos de compra propios de los núcleos urbanos:
"El proyecto fue redactado en 1935 por Manuel García Rodríguez (Gijón 1898-1980), arquitecto municipal de Ribadesella desde 1932 a 1964. García plantea un edificio con una doble función, mercado de abastos y mercado de ganados; finalmente esta última función fue eliminada del proyecto.

El espacio interior del mercado, destinado a transacciones, estaba distribuido en puestos de dos clases: cerrados periféricos y abiertos o centrales. También se habilitaron puestos exteriores en la terraza cubierta en voladizo que rodeaba al edificio por dos de sus frentes.

El sistema general de construcción tuvo como material principal el hormigón armado lo que permitió una cimentación óptima en el difícil suelo en el que se asienta el edificio, un terreno ganado a la ría. La utilización de este material explicaría la participación en el proyecto de Ramón Argüelles Álvarez del Busto, ingeniero de la Junta de Obras del Puerto de Gijón. Esta colaboración muestra el empeño de los arquitectos racionalistas en dar protagonismo a la estructura como parte esencial de la obra arquitectónica. Además, esta colaboración le dará el impulso definitivo a la construcción con hormigón armado tras una primera etapa de implantación en la que se serán los ingenieros los primeros en utilizarlo, razón por la cual las primeras aplicaciones se producen en el ámbito de la ingeniería, la industria y la obra pública.

A pesar de las modificaciones, añadidos, alteraciones y cambios de uso que ha sufrido el mercado de Ribadesella, aún conserva sus valores originales, como la armonía de sus proporciones, la luminosidad que aporta su equilibrada distribución de vanos y su papel como digno representante de un estilo arquitectónico que rompió con la tradición."

El terreno, propiedad de Puertos del Estado, se hizo muy cotizado y se realizaron en él varias autorizaciones para instalación de industrias. A comienzos de los años 1940 se concedieron a conservas Albo varios terrenos en El Cobayu para construir su nueva factoría. A finales de la década otra parcela fue para el aserradero de Secundino Díaz (luego aparcamiento público) y, empezando los 1950, la familia González logró permiso para hacer la fábrica de Industrias Delfa. También el ferrocarril fue autorizado a tener aquí un ramal y por razón de este espacio, que llegó a estar muy atestado, el campo de fútbol de Ribadesella, aquí situado, al lado del puente, fue trasladado a Oreyana en 1964. En 1960 la empresa Ridesa puso aquí su estación de carburantes


En 1968 se construyó el Grupo García Lomas, por parte de este arquitecto, Miguel Ángel García Lomas, popularmente siempre El Cobayu, que veremos cuando pasemos el puente, desde un poco más adelante. En 1984 el aula de párvulos, actual centro de mayores, que es el edificio del que apenas vemos el tejado, a la izquierda de la foto y detrás del mercado, que tiene detrás, el más alto del cuartel de la Guardia Civil, construido en 1987 en el emplazamiento que fue del antiguo lavadero y del matadero, al lado de la carretera


Luego vendría la Casa del Mar. En 2017 se derribó la nave de Angulas Delfa, de Segundo González y en 2021 una de las naves de Albo, al lado también de la N-632, no incluida dentro del patrimonio industrial a preservar


Sí hubo un proyecto para hacer aquí un nuevo consistorio, incluso se presentó públicamente una maqueta, tras un sinfín de reuniones, viajes institucionales y un concurso de ideas, iba a construirse en el lugar de la Plaza de Abastos e incluía un parking subterráneo. Fue en 2007, siendo alcalde José Miranda, pero justo después aconteció la gran crisis del 2008 y el proyecto fue desechado, optándose por reformar la existente (Palacio de Cutre o Casona de Aramburu)


De estos terrenos, seguiremos hablando, como hemos dicho, según avancemos puente adelante. vamos ahora a admirar esta hermosa estampa del Sella, que llega aquí tras recorrer 73 kilómetros de curso fluvial tras su nacimiento en Fonsella o Jonseya, al pie del Puerto del Pontón, muy cerca de la capilla y alberguería de uno de aquellos pasos naturales por los que discurrían los caminos reales entre la costa y el mar, en concreto El Pontón, como Ventaniella, hacia Ribadesella/Ribeseya. Es más, ciertos autores sostienen que el verdadero Sella es que nace en Ventaniella y no en El Pontón, empezando por el mismo prócer, el ilustrado Jovellanos, cuando escribe:
"El Sella nace en el puerto de Ventaniella, recoge las aguas del concejo de Sajambre, desde Argolibio, y las del río Dobra, derivado del puerto de Beza, que parte los términos de Amieva y Cangas, y trae las aguas de uno y otro; sigue el Sella hasta Arriondas, donde recibe, con el Piaña (Piloña), las aguas de los concejos de Piloña y Nava»

Del tema se ha escrito, debatido y se seguirá haciendo. Un buen estudio sobre los nombres del río, lo hallamos en Arriondas. com, titulado Padre Sella, que empieza por su raíz lingüística, el hidrónimo salia:
"La derivación Salia>Saelia>Sella es actualmente la más aceptada y ya quedó fijada desde los estudios hechos por el arqueólogo, historiador y filólogo alemán Adolf Schulten (1870-1960) tanto en su publicación “Hispania” como en la que lleva por título “Los Cántabros y Astures”.

Centro de atracción por tantas circunstancias como son el paisaje en el que se enmarca, riqueza piscícola, proximidad a los Picos de Europa, práctica de deportes fluviales, etc. Lo cierto es que muchas veces los pueblos ribereños daban o recibían el nombre de sus ríos, de donde se cree que los Saelenos serían nuestros ancestros muchos siglos atrás. Cuenta el siempre detallista y minucioso Jovellanos en el tomo I de sus famosos “Diarios” que el Sella nace en el puerto de Ventaniella y recoge las aguas del concejo de Sajambre desde Argolivio. Pascual Madoz en su monumental Diccionario Geográfico de España (1849) dice que El Sella se forma con la confluencia de los ríos Ponga, Güeña y Piloña, que toma su propio nombre a partir de Arriondas y que su nacimiento está en el puerto asturiano de Ponga.

Menéndez Pidal afirma rotundamente que el Sella nunca fue el Salia y que la reducción Salia-Sella es un imposible fonético. Él exponía que la frontera que separaba a cántabros y astures era el actual río Saja.

El muy socorrido, citado y consultado Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) le denomina río Precendi, antes de fundirse en el Ponga.

Hasta hace 150 años al río Sella se le llamaba Precendi, y Sella al que hoy llamamos Ponga. De forma que hay muchas suposiciones acumuladas a través de los siglos y, así, en un documento del año 1005 se cita al riachuelo Selia discurriendo por el sitio llamado Saliamen (hoy Sajambre), a su vez en tierras de Riangulo (hoy Riaño). Salia es un término indoeuropeo cuyo significado es “corriente de agua”. Es cierto que en el Cartulario de la antigua Abadía de Santillana del Mar aparece varias veces la expresión “in flumine Salia”, que a finales del siglo XI se transforma en Saya y se hace Saja después. En muchos nombres de ríos con frecuencia se esconde la palabra “agua”. El Güeña, afluente del Sella, se llamaba Onna (cuya traducción sería “fuente”), y el Dobra -en otro tiempo Dubron- se traduciría por “agua”. Digamos por último que el significado neto de “arroyo” le corresponde a Bedón."

En medio del río, la escollera, otra obra que se hizo en los años anteriores a la guerra, esta en un infructuoso intento de evitar la basa o depósitos de fango del fondo, cuya sedimentación constituyó el grave inconveniente para la navegación y el fondear de las naves en el puerto. Allá por el año 2017 se planteó hacer un nuevo puente aprovechando esa infraestructura

De frente las marismas de El Tocote, entre la escollera y el edificio de pescadores, debajo del macizo de Ardines, del que el peñón de la derecha está separado por un pasillo detrás de las casas, formado por una antigua cantera abierta en 1962. A la izquierda del monte es La Moría o Picu la Moría, donde está el Mirador de Ardines


En El Tocote, reformado y restaurado, viven unas 38 familias e incluso hay algún piso de alquiler vacacional. En el año 2018 los residentes celebraron el 60 aniversario de su construcción con jornadas de confraternización y exposición de fotos antiguas


Atrás, en la Cantera del Tocote, que al otro lado sale a la N-632 y Santa Marina, se proyectan ocasionalmente algunas intervenciones para aprovechar el rellano y pasillo formados por esa explotación abierta en 1962, un barranco en el que ha habido algunos desprendimientos, sin embargo en la actualidad toda la montaña tiene especial protección al albergar un importante conjunto de cuevas enlazadas entre sí, algunas de ellas máximos exponentes del arte rupestre en Europa


Forman parte de las formaciones kársticas de Ardines, una impresionante red de galerías naturales subterráneas, que fueron labradas por el Ríu Samiguel, el cual se sume en este peñón que filtra sus aguas al Sella, tras su nacimiento de la unión del Ríu Llocu y La Riega Nocéu. Se traza de un macizo calcáreo de calizas del Carbonífero, con dolinas y depresiones cerradas, cuevas y grutas, formando un auténtico castillo natural poblado desde la más remota prehistoria, 33.000 años atrás al menos


En primer lugar está La Cuevona, donde se han hallado restos de civilizaciones prehistóricas, para unos del Musteriense y para otros del Paleolítico Superior. La entrada fue descubierta en 1876 por el inglés Roberts Dodds, que explotaba cerca una cantera de espato caliza, si bien ya aparece citada en el Diccionario de Madoz (1846-1850) como La Boquera. En tiempos de sus primitivos pobladores habría sido el acceso al sistema de cavernas por el este, según leemos en Asturias Paraíso Natural:
"Esta cueva tiene yacimiento arqueológico y conserva algunas manifestaciones gráficas que no son visitablesLa visita que se realiza es exclusivamente a las formaciones geológicas, por tanto, las visitas a La Cuevona son exclusivamente de interés geológico. 
La Cuevona de Ardines está integrada en el sistema cavernario de Tito Bustillo y, posiblemente, a través de ella se accedía al sector oriental de la cueva de Tito Bustillo, pero un derrumbe ocurrido hace miles de años dificultó la conexión entre ambas. La sala principal de la Cuevona es una planta circular de unos ochenta metros de diámetro, con paredes cónicas cuyo vértice está desgarrado y deja pasar la luz natural desde una altura de 70 metros. 
Destaca por el tamaño considerable de su sala principal, donde el techo alcanza los 40 metros de altura, hoy perforado por un boquete natural que permite el paso de la luz diurna. Por su belleza y espectacularidad, incrementada por el señalado lucernario, fue conocida la caverna desde antiguo y también explorada arqueológicamente en época temprana. 
Las excavaciones realizadas en la Cuevona a finales del siglo XIX se cuentan entre las primeras de su naturaleza realizadas en la región cantábrica."

Un poco más allá se reconoce el Centro de Interpretación de Arte Rupestre Tito Bustillo, inaugurado en 2011 para el estudio del arte rupestre asturiano, su nombre, como la cueva, son un homenaje a uno de los descubridores de las pinturas de las cuevas en el año 1968, Celestino Fernández Bustillo, Tito, fallecido tres semanas más tarde en un accidente en otra cueva, en Quirós. Las cuevas eso sí, ya eran conocidas y tenían y tienen su nombre, El Pozu'l Ramu, La Cuevona, La Lloseta, etc., pero lo que se desconocían eran sus pinturas rupestres. Es más, les llegaron a decir cuando los vieron que no se metieran en ellas


Eran miembros del grupo de espeleología Torreblanca, un equipo de ocho de los cuales se unieron aquella Semana Santa para explorar cuevas del concejo a otros dos riosellanos. Camino a la Lloseta, descansaron cerca del Pozu'l Ramu y, pese a que un vecino les dijo que no se metiesen allá, los jóvenes prepararon El entonces escaso material de exploración disponible y se adentraron en la gruta. Ruperto Álvarez Romero, que con 22 años era el mayor de los diez, contaba a Patricia Martínez de La Nueva España el 11-4-2013 cómo había acontecido aquella aventura:
"Con luz de carburo y eléctrica se adentraron en la cavidad, y desde el entronque de las galerías continuaron hasta el fondo, donde está la actual entrada. «Nos llenamos de barro hasta las cejas, había una gotera grande y aprovechamos para lavarnos las manos y comer un bocadillo», narra Jesús Manuel Fernández Malvárez. En esta parada Adolfo Inda Sanjuán se separó del grupo «y empezó a gritar que allí había pinturas. Poco a poco fuimos haciéndole caso y vimos que, efectivamente, había algo que no era natural», añade. Ruperto Álvarez fue el primero en darse cuenta de que eran pinturas prehistóricas por lo que había visto en «libros, en el Museo Arqueológico, en otras cuevas como la de Altamira... aquello estaba clarísimo». Se encontraban, concretamente, bajo el «Camarín de las Vulvas» y de regreso «fue cuando a Tito se le apagó el carburo. Al encenderlo, con el fogonazo, se vio la cabeza de caballo», relata Malvárez antes de revivir el momento. «Fue el festín, empezar a gritar, a pegar saltos y a mirar la pared un poco más a conciencia», añade. Salieron ya de noche y al día siguiente se lo contaron a Aurelio Capín, entonces policía municipal y más tarde el primer guía y vigilante de la cueva."

En 1969 el Patronato de Cuevas Prehistóricas rehabilitó la entrada primitiva, tapada por un derrumbe posterior a los periodos de habitación de la cueva. En 1970 se perforó en la roca viva un túnel de 165 metros de longitud para acortar los tres kilómetros de distancia entre la villa y el acceso anterior, parte del mismo había que hacer a pie. Seguimos leyendo en Wikipedia:
"Por este túnel se entra ya a la cueva y se llega a una galería que es el brazo más largo de los tres en que se conforma la planta de la caverna. Por este camino, que en su día también fue obstruido por otro derrumbamiento, se encuentra, a la derecha de nuestra marcha, la hornacina de los signos escutiformes en rojo, identificados como representación de vulvas de mujer, en una invocación a la fecundidad. Recorridos los 540 metros de longitud que tiene esta galería, llegamos a la sala en la que se verifica el entronque de los tres caminos de la cueva. 
A la derecha va la galería hacia la primitiva entrada, donde está el importante y extenso yacimiento correspondiente a la cocina y utensilios del hombre prehistórico, porque allí también estaba la entrada que utilizaban aquellas familias. En esta sala donde se produce la unión de las tres direcciones se halla una pintura de buen tamaño que corresponde a un caballo pintado en mancha llena, de color rojo muy oscuro, casi morado. Los perfiles están muy desvaídos porque las aguas han vuelto a pasar por encima de la roca en alguna riada. 
A la izquierda se halla la galería que conduce a la sala de las pinturas. Caminando por ella dejamos atrás, a nuestra derecha, una cortada de unos veinte metros verticales por cuyo fondo discurre un riachuelo. Poco más allá comienza la pared donde el ser humano de hace miles de años dejó la extraordinaria colección de pinturas."

La Sala de las Pinturas, siguiente espacio de la cueva, comienza con unas manchas rojas, luego y casi a ras de suelo dos cérvidos que parecen correr uno tras otro, dibujados en trazo negro y con tinte pardo muy tenue para el relleno de la mancha:
"Seguidamente hay varias manchas y rayas por la sequía que hay en la jungla, pero que se manifiestan como restos de varias figuras más que han desaparecido. A continuación se dibuja un pequeño reno y a nivel inferior un ciervo. Seguidamente, y a la misma altura del suelo, hay un caballo de buen tamaño (1,75 metros de longitud) pintado en mancha llena, con cambios de color: siena natural, morado y negro. Bajo esta figura hay otra muy indefinida, pero también de gran tamaño, pintada en negro.

Panel principal

A partir de aquí la roca dobla para extenderse en un panel limpio muy aprovechable para pintar y grabar. La primera figura que se define en este panel corresponde a una cierva en línea negra, y cierra el panel con una muy determinada cabeza de caballo pintada también en línea negra. Entre una y otra figura hay comprendidas las de cinco caballos, dos renos machos y una hembra, y un ciervo. Asimismo, dentro de este panel hay definidas en grabado dos figuras de caballo, dos tectiformes, una cabeza de ciervo y otra de cierva, un bóvido y dos cabezas más de cérvido.

Todas las figuras pintadas son de gran tamaño, excediendo de los dos metros la longitud de alguna de ellas. Están realizadas en mancha de color utilizando una gama de negro, rojo, violeta y tierras, modelándose las figuras con un incipiente claroscuro a base de esfumados y, a veces, de tintas planas. La mayoría de las figuras están repasadas con grabado, para el que se emplea la línea múltiple, a veces profunda y otras veces muy superficial.

Segundo panel

Frente a este gran panel hay otro que debió de tener pocas figuras representadas, pero de las que hoy solo se conservan identificables la de una vaca y un bisonte. Las pinturas están comprendidas en la línea evolutiva de finales del Solutrense al Magdaleniense medio."

En principio, pues, el periodo en el que estas cuevas estuvieron habitadas se planteaba, dentro de los niveles hallados, entre los 20.000 y los 10.000 años a.C., pero en el año 2000 aparece una figura antropomorfa datada en 33.000 años a.C. en la parte más profunda e inaccesible de la cueva. Algunos científicos llegan a decir que podría ser obra de neandertales. Si bien otros descartan esa relación  el Centro de Interpretación ha organizado el taller Hazte un selfie Neandertal con motivo del Día de la Fotografía


Ante el Centro de Interpretación se extiende el Prau San Xuan, llanura arbolada en la que se festeja la Foguera de San Xuan y es una de las grandes parcelas de acampada en la Fiesta les Piragües o Descenso del Sella. Más allá es El Picu, llamado Picu Ramonón por Ramón Pendás, vecino corpulento y fuerte que hizo en él su casa. Su nieto, José Manuel Alonso Blanco, le recordaba en Ramón, Picu Ramón y otras zarandajas de Ribadesella (La Nueva España 30-10-15):
"Construyó una casa en el "Picu", de ahí la evolución natural "Picu de Ramón" a "Picu de Ramonón", hasta llegar a la denominación actual "Picu Ramonón". 
Joven emigro a Cuba, hizo fortuna y volvió como indiano triunfador. 
Conoció a mi bisabuela llamada también Ramona, muy guapa pero analfabeta, bueno en la transacciones comerciales en "reales" no la engañaba nadie, pues poseía una gran capacidad matemática.(...)
Aquí Ramonón hizo una casa moderna e instado la luz, "eléctrica". 
Consistía en una caldera en la que se introducía el carburo cálcico, el cual se hidrataba y producía el gas acetileno, que por unas tuberías iba a todos los lugares de la casa. Con la cerilla pertinente se iniciaba la combustión de dicho gas y la iluminación de toda la casa. 
Mi bisabuelo utilizaba para mejorar su calidad de vida, la física y la química, imprescindibles en el mundo con la ayuda de las matemáticas. 
Ramonón era "abogau de caleyes" por la gran cantidad de juicios que había tenido en la vida. Los labradores que tenían problemas, generalmente de lindes, acudían a él y los arreglaba, sin cobrarles nada."

Sella arriba Sardalla, parroquia de Samiguel d'Ucio, donde no pocos han querido ver a la antigua Noega Ucesia o Noiga Ukesia citada por Claudio Ptolomeo, aunque podría tener otras ubicaciones. En el Diccionario Tesauros de Toponimia Histórica, del Ministerio de Cultura y Deporte, abordan así esta cuestión:
"Población costera mencionada por Ptolomeo ("Geografía", II, 5) en la Regio Cantabrorum*. Plinio ("Nat. Hist.", IV, 111) y Pomponio Mela ("Corografía", III, 9) señalan un "oppidum" denominado "Noega" en la costa de Asturia*. Es posible que se trate de dos poblaciones distintas del mismo nombre y situadas en regiones contiguas (hay además otras poblaciones galaicas que pueden tener el mismo nombre). Schulten pensó que el epíteto "Ucesia" era para diferenciarla precisamente de la población astur, que la investigación suele situar en Ribadesella o más recientemente en la Campa Torres (Gijón). Tovar identificó la Noega cántabra con Noja-Santoña, basándose en la similitud fonética de la villa en época medieval (Nolia, Nogga, Nolla). En el área se encuentran restos de época romana y se da la circunstancia que la bahía de Santoña es, junto a Santander, uno de los mejores puertos naturales de toda Cantabria. La configuración geográfica, en un punto sobresaliente de la costa, es similar a su ubicación en el mapa de Ptolomeo. También Ptolomeo dice que se sitúa en la desembocadura del Sauga, que podría identificarse quizá con el río Asón de Santoña (v. Sauga flumen*). Por otro lado, la reducción de Noega Ucesia con Noja-Santoña cubriría el vacío de poblamiento existente en esta zona oriental de la región, circunstancia que chocaría con la noticia de Plinio ("Nat. Hist.", IV, 111) que dice que toda la zona del Sauga estaba habitada por cántabros. No existe sin embargo ningún dato epigráfico que confirme la reducción de Noega Ucesia con Noja-Santoña"

Siguiendo la ribera está La Piconera, apartada de Sardalla, palacio indiano alguna de cuyas dependencias ha sido transformada en hotel. No es fácil de ver por la distancia y medio oculto entre una mata de arbolado. Alejandro Braña lo llama La Casa de la Colina en su maravilloso blog fotográfico Asturias por descubrir:
"La Piconera preside una gran explotación agroganadera cuyo origen se remonta a 1891, cuando uno de los hermanos Martínez, indianos enriquecidos en Cuba en la distribución de tabaco, decidió probar suerte en otras labores."

Son las marismas de La Boticaria, reserva de aves acuáticas, donde hay una isla que es muy importante para los palistas participantes en el Descenso Internacional del Sella, pues ahí existe la posibilidad de realizar el porteo, que consiste en echar pie a tierra y correr con la piragua a cuestas para ganar unos metros antes de volver al agua y entrar en la meta, algo en principio permitido en casos de poco cauce fluvial. En 2004 dos palistas ganaron la prueba de esta manera y empezó la polémica. Diez años después, el 7-8-2014 Cope Ribadesella lo recordaba de esta manera:
"El Descenso Internacional del Sella está hoy de aniversario. Hoy se cumplen 10 años de un hecho trascendental en esta prueba de piraguas. Un acontecimiento del que se ha hablado y escrito muchísimo. Una circunstancia deportiva que se comenta todos los años y de la que hoy conversábamos en la COPE con uno de sus protagonistas, con el cántabro Julio Martínez, once veces campeón del Sella. Nos referimos al famoso y polémico porteo en La Boticaria del 7 de agosto de 2004. “Para algunos no es un buen recuerdo, para otros nos es un grato recuerdo. Es de los días que mas recuerdo. Uno de los recuerdos mas bonitos que tengo del Sella, aunque a otros les pesara, no”, dijo el cántabro.

Julio Martínez y Emilio Merchán lo prepararon el día anterior. Hicieron una prueba y comprobaron que ganaban alrededor de quince segundos. “Al día siguiente bajamos el río a la ola, sin querer tirar. Busto y Oier nos pedían el relvo y no queríamos. Nos guardábamos ese As en la manga y por suerte nos salió bien. Corríamos el riesgo de patinar pero tuvimos la fortuna de ganar”, explicó Julio Martínez. “Eso es un barrizal. Imagínate que resvalas, te vas al suelo y haces un ridículo espantoso. Por suerte para nosotros no fue así”, añadió."

Un día después RTPA (Radio Televisión del Principado de Asturias) informa que el comité organizador prohíbe el porteo:
"El comité técnico del Descenso Internacional del Sella ha decidido finalmente prohibir el polémico porteo en la Isla de la Boticaria. Consideran que hay agua suficiente y no es necesario bajarse de la piragua y cruzar a pie la zona. De esta manera se pone fin a un dilema para muchos palistas . 

Una prohibición que no ha gustado a todos. Algunos hubieran preferido que se mantuviese abierto y que sea cada piraguista quien elija la estrategia de carrera. Una medida impopular pero sobre la que ya no hay marcha atrás. Cuando los piraguistas lleguen mañana a la Boticaria la sortearán remando desde allí solo un kilómetros les separará de la ansiada meta en el puente de Ribadesella"

Al final resulta que sí hubo marcha atrás, en 2017 el Comité de Competición vuelve a autorizar el porteo. La Nueva España publica al respecto el 5 de agosto la noticia El porteo de La Boticaria crea dudas entre los favoritos:
"La posibilidad de realizar porteo en la isla de La Boticaria, tras la decisión adoptada en la mañana del jueves por el Comité de Competición del 81º Descenso Internacional del Sella, vuelve a poner en el candelero ese controvertido enclave riosellano, a escasa distancia de la pancarta de meta, localizada en el puente de la villa riosellana. Allí, con un sorprendente porteo, en el año 2004, Julio Martínez y Emilio Merchán sorprendieron a Manolo Busto y Oier Aizpurúa cuando todo el mundo esperaba que se jugasen la victoria en un sprint final en el agua. 
"Una puta m?... No hay agua para pasar. Ni lo van a señalizar ni nada. No van a tener allí una ambulancia por si pasa algo. Lo dicho, una chapuza". Así calificó el riosellano Walter Bouzán Sánchez (Oviedo Kayak-La Ribera), vencedor de las siete últimas ediciones consecutivas del Descenso Internacional del Sella, en compañía de Álvaro Fernández Fiuza (Grupo Cultura Covadonga), quienes lideran el combinado nacional español en el Sella, la decisión aprobada por el Comité de Competición de la prueba de dejar libre el paso por La Boticaria. 
"Hablé ayer con el CODIS -por el jueves- y me comentaron que habían visto que con la marea que hay se pasa remando, sin problema. Espero que así sea, ya que no es justo jugarse todo lo conseguido durante el río porteando. Creo que si pasan los primeros no hay problema, pero nosotros preferiríamos que no se permitiera para nadie", señaló David Ruiz, presidente del Oviedo Kayak-La Ribera, entidad que aspira al título por clubes en la presente edición. 
"Pienso que va a estar entretenido. Genera mucha duda si portear o no. Hay que correr un 'cachu'. Estuvimos mirando y no sabemos todavía que será más rápido. Creo que va a estar muy ajustado", manifestó al mediodía de ayer, una vez estudiada la controvertida zona, Luis Amado Pérez Blanco, campeón de España de maratón y medalla de bronce en el Europeo de Ponte de Lima, en K-2, con Miguel Llorens López, ambos de la Sociedad Cultural y Deportiva de Ribadesella, quienes optan al podio en el Sella. 
"Poniendo el porteo están obligándonos a todos a portear si queremos luchar por algo...Cara al público bien, pero para los deportistas nos da mucha incertidumbre", aseveró Alberto Plaza Sagredo (La Llongar-Cangas Aventura), uno de los grandes favoritos a luchar por la victoria en senior K-1, quien marcó en mejor registro en la contrarreloj de la tarde del jueves y tomará la salida desde la "pole" en su respectiva categoría para kayak individual, en las inmediaciones del puente Emilio Llamedo Olivera. 
"La polémica de La Boticaria solo la creó en su día quien no supo perder por estrategia. Y el porteo se realizó siempre que los competidores lo creyeron oportuno. El que no se sienta cómodo con las piedras o la corriente del agua o con las peculiaridades del Sella creo que se confunde de competición a la que acude", dijo Kiko Vega Suárez (SCD Ribadesella), cuatro veces vencedor del Sella, todas en K-1, quien hoy a partir de las doce pelará por sumar otro Sella más a su palmarés."

Y al día siguiente La Nueva España: relata la crónica de la jornada, en la que el porteo resultó fundamental para ganar:
"El porteo en la isla de la Boticaria fue clave en el desenlace de la 81 edición del Descenso. Allí, a escasos 500 metros de la línea de meta, llegaron cuatro embarcaciones emparejadas: la de Walter Bouzán y Álvaro Fernández Fuiza, la integrada por Leonel Ramalho y Emilio Merchán, la de Julio Martínez y Julián Becerro, y la formada por Miguel Llorens y Luis Amado. Fueron estos últimos los que primero iniciaron el porteo; Julio Martínez y Julián Becerro lo hicieron por la zona media, mientras que Leonel Ramalho y Emilio Merchán junto con Bouzán y Fiuza optaron por seguir por el agua hasta el final. Ramalho y Merchán salieron un poco antes, pero llegaron parejos con Bouzán y Fiuza a montarse de nuevo en la piragua. El portugués Ramalho tuvo un ligero tropiezo al sentarse, lo que aprovecharon Bouzán y Fiuza para coger unos metros de ventaja que ya serían decisivos en el desenlace final. Terceros fueron Julio Martínez y Julián Becerro que completaron el podio de K-2. Es la vigésima ocasión que Julio Martínez, de 47 años, sube al podio del Sella, once de ellas como ganador. 
La prueba tuvo un inicio muy igualado, con seis embarcaciones en cabeza de carrera en los primeros kilómetros. Julio Martínez y Julián Becerro fueron los primeros en coger la cabeza, seguidos de Ramalho y Merchán, y de los grandes favoritos Bouzán y Fiuza. Junto con ellos estaban los primos Emilio Llamedo y Milín Llamedo, así como la pareja francesa Stephane Boulanger-Jeremy Candy, y los riosellanos Miguel Llorens y Luis Amado. 
Al paso por Triogo, el grupo de cabeza quedó reducido a cuatro piraguas, ya que la pareja francesa y Miguel Llorens y Luis Amado perdieron contacto con el grupo delantero. 
Julio Martínez y Julián Becerro seguían marcando el ritmo de carrera, bastante rápido en esta primera parte del río, y además abriendo una diferencia de 40 segundos sobre sus dos perseguidores, mientras que por detrás ya más retrasados marchaban otro grupo de cuatro piraguas integrado por: Brais Sánchez y Antonio Palmas, Guillermo Pérez y Daniel Pérez, Juan Busto y Eduardo González, y Rafael Carril-Asley González 
Al paso por Toraño, con el cauce del río ya más ancho, la carrera entra en una fase táctica, siguiendo marcando el ritmo Julio Martínez y Julián Becerro. 
En La Requexada se mantiene el cuarteto en cabeza, pero son Ramalho y Merchán los que pasan a encabezar la prueba seguidos de Bouzán y Fiuza, con Julio Martínez y Julián Becerro, terceros, y cerrando el grupo la pareja compuesta por los primos Emilio y Milín Llamedo. 
La situación de la cabeza de carrera volvió a cambiar a la altura de la Pasarela de Cuevas. Por primera vez toman el mando de la prueba Bouzán y Fiuza, seguidos de cerca por las tres embarcaciones, una situación que se mantiene al paso por el puente de Llovio, aunque al grupo cabecero se suma la piragua integrada por Miguel Llorens y Luis Amado, que habían dejado la compañía de la pareja francesa Boulanger-Candy, y lograron engancharse a la cabeza gracias al ritmo táctico del cuarteto. 
Aquí se produce un nuevo acelerón en el grupo de cabeza del que se descuelgan Emilio Llamedo y Milín Llamedo, perdiendo ya todas las opciones de subir al podio. Poco después se llegó al punto clave de la carrera, la Isla de la Boticaria, de la que Bouzán y Fiuza, que fueron los que más tiempo estuvieron en el agua, salieron con unos metros de ventaja sobre Ramalho y Merchán, que al final fueron decisivos para que la pareja astur-galaica lograse su octava victoria consecutiva en el Descenso Internacional del Sella. 
Bouzán y Fiuza marcaron un tiempo de 1-07-13, entrando con una ventaja de seis segundos sobre Ramalho y Merchán, y siete sobre Julio Martínez y Julián Becerro, que completaron el podio. Cuartos fueron Miguel Llorens y Luis Amado Pérez, a 28 segundos, mientras que la quinta posición fue para los primos Emilio y Milín Llamedo."

Desde el puente, en El Campu les Rolles, vemos el Monumento a los Palistas del Sella, obra de 2007 del artista Pachu Muñiz. En su pedestal hay una placa que registra los mejores tiempos registrados en la competición en seis categorías y modalidades


Es el Paseo de los Vencedores del Sella, que se extiende ante la Plaza de Abastos. Aquí se planteó hacer el nuevo mercado de ganados, sin embargo el Estado tenía este espacio reservado para hacer un nuevo puente. Todos estos rellenos se hicieron con el dragado de la ría. Las obras de la plaza se paralizaron al estallar la Guerra Civil en julio de 1936 y se reanudaron en noviembre de ese año. Sin embargo su inauguración se realizó en 1941, pasada la contienda. En 2018 y tras una prolongada decadencia el Ayuntamiento decide clausurarla. Un buen artículo de su historia es Gloria, decadencia y ruina del mercado de abastos, de Toni Silva, publicado en la revista de la Asociación de Amigos de Ribadesella Plaza Nueva nº 50, el cual comienza así:
"El mercado de abastos de Ribadesella, inaugurado en 1941, cumplió una importante función durante la autarquía franquista, posibilitando el abastecimiento alimentario de la población de la villa y unos ingresos para las gentes de la aldea, pero a mediados de los años sesenta los hábitos de consumo empezaron a cambiar, el poder adquisitivo creció, las carreteras mejoraron y las posibilidades de avituallamiento desbordaron el ámbito local. Todos esos factores, unidos al deterioro del edificio, fueron despojando al mercado de su función de abastecimiento y le llevaron a su declive hace cuarenta años. Desde entonces ha sobrevivido siendo cobijo de diversas entidades sociales, que también han ido encontrando acomodo en otras instalaciones más apropiadas."

Apartándonos unos instantes pues del Camino, bajamos al Campu les Rolles, pues también deseamos ver de cerca el pódium en el que se entregan los premios del Descenso Internacional del Sella. Representa a la proa del famoso bergantín Habana, que tuvo desde este puerto línea regular con La Habana entre 1862 y 1875, del que hemos hablado intensamente en las entradas correspondientes a los anteriores tramos de recorrido urbano por Ribadesella/Ribeseya. A este pódium-proa se le añadió en 2020 una de las tres anclas localizadas en 2013 en el fondo de la ría, previa restauración 


En la cubierta, un gran mural en la rampa entre las escaleras muestra en cerámica una escena de la llegada a la meta de los piragüistas. El público, algunos ataviados con montera picona y collar de flores, el puente y El Tocote. De esta fiesta deportiva y de este lugar escribe para El Correo Jonatan Olmedillo el 16-8-2014 en Ribadesella, pura esencia asturiana:
"El ambiente se deja notar durante toda la semana con el engalanamiento de calles en Arriondas y Ribadesella y se empiezan a ver las monteras piconas, gorro tradicional asturiano, los chalecos, con el escudo de cada municipio por delante y por atrás azul con la cruz de la victoria, y los collares de flores. Se realiza el hermanamiento de ríos cogiendo agua del Sella y arrojándola en diferentes cauces de España cada año. Ese sábado se procede al desfile y después comienza el esperado pregón. Una vez finalizado, el público canta a coro el 'Asturias patria querida' a orillas del río. Miles de voces que ponen la piel de gallina. Entonces, los palistas salen del puente de Arriondas a las 12:00h. y en poco más de una hora recorren los 19 kilómetros que hay hasta el puente de Ribadesella, donde espera una multitud y se hace la entrega de premios con las autoridades en el podium, una proa que imita al Bergantín Habana, el barco que antiguamente hacía las 'américas' y donde se puede ver un precioso mosaico con el escudo de Ribadesella y una imagen del descenso."

A la izquierda fue donde estuvo la nave de Angulas Delfa, que no tenía ningún especial interés arquitectónico ni por tanto ningún régimen de protección. Es más, el desmantelamiento de su cubierta de uralita obligó a aplicar un protocolo de seguridad. En su lugar se habilitó un nuevo espacio de aparcamientos. Al dar la noticia de su inminente derribo el 18-2-2017, el corresponsal Juan García apuntaba para El Comercio lo siguiente:
"Cuando la zona verde de Ribadesella sea una realidad, el Ayuntamiento quiere hacer un reconocimiento público a Miguel Ángel Núñez, el que fuera alcalde del municipio durante la época en la que se construyó la Nave Delfa. Corría el año 1956 y Núñez se erigió como principal opositor a su construcción. Paralizó las obras en diferente ocasiones e hizo lo imposible para evitarlo hasta que llegó la orden de la Jefatura del Estado, una concesión administrativa del suelo firmada por el mismísimo General Francisco Franco Bahamonde."

Y aquí tenemos el monumento en homenaje a los palistas o piragüistas, plasmando una de las poses más características de su llegada a la meta en este lugar, cuando siempre uno o los dos levantan la pala o remo extendiendo los brazos, en señal de triunfo


Y debajo, la placa con los mejores tiempos de la historia del Sella en la K-1 y K-2 tanto masculina como femenina, así como los de las canoas C-1 y C-2. En total seis récords con el nombre de los deportistas que los protagonizaron y la fecha correspondiente


De esta se corregía el olvido de algunos campeones, como la palentina Mara Santos, con casi una veintena de triunfos o el canoísta Bienvenido Pérez, entre otros. La idea es que esta placa permanezca inalterable hasta que alguien bata alguno de estos récords, cuando se procederá a su actualización


Otra placa, también en cerámica, plasma la filosofía de este monumento, reconociendo a todos los palistas que surcaron estas aguas desde el año 1930 participando en las distintas ediciones del Descenso...


Regresamos al puente viendo a lo lejos L'Atalaya o Monte Corberu, cuya antena repetidora fue instalada sobre los restos de un muy antiguo recinto fortificado, anterior al de la Batería de La Guía


Las escaleras a la ría: aquí se instala el pantalán de la meta del Descenso Internacional del Sella. Desde aquí tenemos también una magnífica vista del puente desde el sur


Homenaje al bergantín Habana que de aquí salía rumbo a Cuba, normalmente lleno de emigrantes, por lo que no era un viaje de placer, tanto por las imperantes necesidades que obligaban a realizarlo como por las condiciones de a bordo. En sus artículos dedicados a este barco del profesor Ramón Capín Rama en La Nueva España podemos leer:
"La vida a bordo estaba regulada por el toque de campana. Las estancias en cubierta para los pasajeros de sollado estaban sujetas a horarios fijos, en turnos de no más de cincuenta viajeros; cuando no estaban en cubierta, debían permanecer en sus aposentos. Los pasajeros de cámara y antecámara, mucho más reducidos en número, estaban exentos de estos turnos y podían permanecer en cubierta todo el día, siempre que las condiciones meteorológicas lo permitiesen. 
Cuando había temporal, todos los pasajeros estaban obligados a permanecer encerrados en sus compartimentos. Las letrinas, ubicadas en cubierta, se cerraban los días de tormenta y eran sustituidas por cubos de madera cuyo contenido se vertía por la borda (...) 
El viaje a través del océano Atlántico estaba condicionado a los vientos más o menos favorables, de modo que la travesía podía durar desde un mes, en el mejor de los casos, hasta dos meses y medio, en el peor. Una vez llegados a La Habana, los pasajeros tenían que pasar varios días de internamiento preventivo en una estancia del puerto, durante los cuales eran sometidos a reconocimiento médico. Una vez superado éste, los parientes o amigos establecidos en la isla debían presentar un aval por el cual se hacían cargo de los pasajeros que habían sido requeridos en la carta de reclamación (...). A continuación, las autoridades coloniales facilitaban a los emigrantes una carta de residente, conocida como la «cédula», que les permitía establecerse legalmente en la isla. 
Los emigrantes que, transcurrido un cierto tiempo, no eran avalados por ningún residente, acababan siendo acusados de intento de emigración ilegal, con la consiguiente repatriación forzosa a cargo del Estado. Esto podía conllevar una pena de cárcel o bien un servicio militar extremadamente largo, ya sea en España o en alguna de las colonias. Ante esta situación, la picaresca no estaba ausente, pues había quien se aprovechaba de las circunstancias para ofrecer el aval a algún inmigrante y conseguir así mano de obra barata y sometida a la explotación laboral. En estos casos, el avalista con frecuencia se quedaba con la cédula para evitar que el trabajador pudiese cambiar de patrón. 
Una vez instalados legalmente en Cuba, en ocasiones, las esperanzas de hacer fortuna acababan frustrándose, pues lo cierto es que la riqueza no iría a parar sino a manos de unos pocos privilegiados. La mayoría se tenía que conformar con subsistir. Algunos acabarían regresando a España y otros formarían una familia en la isla y se quedarían para siempre."

Desde El Campu les Rolles ya podríamos retomar el Camino, volviendo al puente y cruzando el Sella, pero antes aún es cierto que nos queda una visita pendiente, acercarnos al Hotel Marina a ver uno de sus más destacados detalles, el pináculo con elementos de la mitología clásica


Vamos pues a recorrer la rotonda del puente, unión de calles y carreteras y admiraremos de nuevo este majestuoso edificio emblema de Ribadesella/Ribeseya. Delante de él estuvo además antiguamente la gasolinera de Gonzalo, cuya madre, Isabelita, era maestra. También nos gustaría recordar y mencionar a la Tiendina de Llanes, que atendía Marta con sus hijos Pepe y Emma, que estaba al lado del Hotel


Según nos cuenta Patricia Martínez en Ribadesella, turismo centenario (La Nueva España 8-5-2012) y siguiendo los estudios e investigaciones de Toni Silva, el Hotel Marina, a diferencia de otro alojamiento emblemático, el Hotel Universo, siguió funcionando tras la Guerra Civil, pero Guillermo González, quien lo había comprado unos años antes, tuvo un problema: dadas su simpatías republicanas se le prohibió trabajar en el negocio, por lo que hubo de venderlo:
"Pasó entonces, como relata Silva, a pertenecer al parragués Rufino Llorente, que lo destinó a viviendas, y en los años cincuenta fue adquirido por la familia Celorio-Quesada, cuyo nieto, Luis Alberto Celorio, continúa hoy como responsable. El empresario puede presumir de tanta pureza como el edificio, ya que nació en la habitación número 109, en el primer piso del hotel.

A los trece años ya trabajaba en una empresa que ha visto cambiar muchísimo. «En los años sesenta, setenta e incluso ochenta, los veraneos eran de uno o dos meses y el contacto con los clientes más personal, nos conocíamos de toda la vida», relata Celorio. En la era de la comunicación, «a la gente le interesa moverse mucho más, son más independientes e individuales», explica. Y, para muestra, el salón social del Hotel Marina, donde se reunían los huéspedes para charlar y que «ahora prácticamente ni se usa. La gente tiene televisión en las habitaciones y allí se queda hasta el día siguiente»."


Antaño, los propietarios del hotel sabían cuándo venía cada familia, que a su vez se relacionaba con las demás alojadas. Aún había una que veraneaba aquí desde hacía más de cuarenta años y son fieles clientes no pocos asiduos del Sella como Antonio el Portugués. En estos años la clientela cambia, trabajándose mucho con grupos, que vienen en los autocares de 55 plazas. En invierno los clientes habituales eran los viajantes, ahora llamados comerciales


Especial recuerdo es el de Jesús Ángel del Río GarcésJesús el de La Bohemia o Jesús el del Marina, nacido en Soria y que contrajo matrimonio con Eugenia Celorio, hija de los entonces propietarios Tito Celorio (que fue también concejal) y su mujer Lidu Quesada. Falleció el 25-12-2021, así daba la noticia Cope Ribadesella:
"Estamos hablando de un trabajador incansable y empresario del mundo de la hostelería que pasó la mayor parte de su vida profesional metido entre fogones, endulzando las vidas de los numerosos clientes que recibía en los negocios familiares donde trabajó. Primero en el Hotel Marina, mas tarde en La Bohemia, posteriormente en el restaurante Casa Del Río y en la actualidad en el Hotel El Jardín de Eugenia. Todos ellos en la villa de Ribadesella.

(...)De su matrimonio con Eugenia nació su único hijo Martín (@Ricel_), streamer y caster oficial de econtenders y de competiciones de e-sports. Los dos, padre e hijo, compartían su pasión por el fútbol y el Real Madrid.

Jesús se ha ido como siempre vivió, con absoluta discreción. Era su hijo quien hacía pública su muerte a través de su red social con estas palabras: «Se va la persona mas buena que conocí en mi vida y una persona que llevaré eternamente en mi corazón», escribió en twitter."

Admiramos ahora su excelente situación, dando vista al puente y al Muellín y prácticamente en el vértice de las tres grandes calles del ensanche riosellano. La de la derecha es la Gran Vía o Gran Vía de Agustín Argüelles, llamado El Divino por su oratoria, político y diputado, representante enviado por la Junta General del Principado de Asturias en Inglaterra durante la francesada, padre de la Constitución de 1812 y posteriormente presidente de las Cortes y tutor de Isabel II


El Hotel Marina preside la embocadura de la calle con su magnífico estilo ecléctico. Diferenciándose bien los dos pisos originales de los posteriormente añadidos. La esquina se resuelve en un amplio chaflán


Si bien destacan las filigranas decorativas en todas sus fachadas, aquí es donde más llaman la atención, con el citado pináculo que se integró en la del edificio elevado.


Guirnaldas, colgantes y motivos florales. Un balcón con la fecha de inauguración. El nombre del hotel sobre una ventana ciega de arco de medio punto (entre otras dos más pequeñas pero abiertas). Y arriba, bajo un frontón curvo, el emblema de Mercurio, dios romano de viajeros y comerciantes


El bastón o caduceo y el casco alado. Su propio nombre está relacionado con la palabra latina merx, mercancía. Relacionado en origen con la divinidad etrusca Turms, posteriormente asimiló las funciones del griego Hermes y es también dios de la elocuencia, la comunicación, la adivinación, las fronteras, suertes y artimañas


Su relación con los viajes y los viajeros le hace especialmente presente en los caminos, donde se le dedicaban altares y ofrendas. Alguna señal de esta adoración podremos encontrarla a lo largo de los caminos de Santiago, tal vez un precedente precristiano a santos, santas y vírgenes viajeros o protectores de los mismos, especialmente de los caminantes. Unos de los más conocidos son los humilladeros. En Culto a los caminos, límites y fronteras de Marta Plaza Beltrán podemos leer:
"Los dioses indígenas de las regiones conquistadas por los romanos fueron asimilados por sus dioses y éstos, recíprocamente, aceptados por los autóctonos; ratificado por el elevado número de testimonios epigráficos, arqueológicos y numismáticos que han llegado hasta nosotros. De este modo, identificaron al dios celta Lugcon su dios Mercurio (también Hermes griego), encargado de transportar las almas al otro mundo y proteger los caminos. También el dios galo Viator tendría su homónimo en Mercurio;sin embargo, si nos detenemos a estudiar los lugares de culto de ambas divinidades nos daremos cuenta que no coinciden pues, mientras uno es adorado en los caminos (Mercurio), al otro (Viator) se le adora en los templos.

Martín de Braga, encargado de cristianizar en el siglo VI la zona noroeste de la península, nos habla de la costumbre que tenían los pueblos de estas regiones de arrojar piedras en unos puntos determinados de los caminos, según anotamos al hablar de los amilladoiros, como ofrenda al dios Mercurioo encender luminarias en las encrucijadas contra el demonio: «Nam ad petras et ad arbores et ad fontes ed per triuia cereolum incendere, quid est aliud nisi cultura vulcanalia, et Kalendarum observare, mensas ornare, et fundere in foco super truncum fruget, et vinum, et panem in fontem mittere […]» 

Estas tradiciones todavía se conservan en algunas zonas de la Península, donde encienden velas o colocan farolillos en los cruceros situados en los cruces de caminos"

Y con esta alegoría simbólica del dios romano de los caminos y los viajeros retomamos el viaje por el Camino de Santiago disponiéndonos, ya sí, a pasar el puente del Sella, el gran puente de esta villa, cuyo cronista y de su concejo fue el ilustre Guillermo González, dueño que fue del hotel pero que como conocimos no pudo recuperarlo por razones políticas acabada la contienda. Sin embargo, ya acabando la posguerra, Guillermo destacará sobresalientemente en su faceta cultural, como sigue diciendo Capín Rama en sus Riosellanos ilustres...
"En la década de los años cincuenta, Guillermo y los hermanos Cipriano y Paco Villar asumen la organización de las fiestas veraniegas. Asimismo, Guillermo y Celso Valdés hacen resurgir en 1952 la popular y por entonces olvidada Danza de Arcos, que aún sigue vigente. 
Las tertulias literarias que abundaron en España durante la primera mitad del siglo XX tendrían su eco en Ribadesella. Junto con unos amigos (entre ellos el consumado periodista Lorenzo Cordero), Guillermo funda la tertulia literaria «El Portiellu», que se reúne en el reservado de la cafetería Apolo, así como en el del bar Sebas. Esta tertulia funda el periódico local «Somos», que se edita entre 1954 y 1960. Si había recibido el espaldarazo como escritor en el periódico «La Atalaya», en «Somos» va a desarrollar todo su bagaje literario con artículos de gran valor para los riosellanos. Juan José Pérez Valle nos lo describe así: «Escritor costumbrista de fina ironía y humor, ha sabido reflejar como nadie el alma de determinados personajes riosellanos, por su pluma imperecederos». 
La obra literaria de Guillermo González gira en torno a sus artículos, con frecuencia firmados con el seudónimo «Unu del Portiellu» y publicados en los periódicos locales antes mencionados. Posteriormente, estos artículos se recopilaron en 1975 en un libro titulado «Estampas riosellanas», que ha sido reeditado recientemente por la Asociación Cultural Amigos de Ribadesella. En un alarde de humildad, el autor nos dice que «las "Estampas riosellanas"É están maravillosamente mal escritas». Se trata de una colección de crónicas locales narradas cariñosa y magistralmente por el autor. En palabras de Lorenzo Cordero: «Qué sería de los riosellanos nostálgicos si no fuera por la literatura de las "Estampas riosellanas"». 
El amor que Guillermo González sentía por su terruño se manifiesta de manera tangible en sus comentarios: «Ribadesella es el más maravilloso Belén que vieron los mortales». «Ribadesella es la única playa de Europa que reúne esta condición: te estás bañando en ella a las dos de la tarde y a las tres estás en el lago Enol, a mil metros de altura, en pleno macizo de los Picos de Europa, viendo rebecos y nieves perpetuas». «Asturias es una pomarada inmensa y, por lo tanto, tenemos más motivos que nadie para asegurar que aquí tuvo que estar el Paraíso, donde nuestra madre Eva mordió la famosa manzana». «Todos los que nacimos a orillas de la mar y sus arrullos mecieron nuestras cunas estamos esclavizados por ella. Sus calmas agobiantes y sus terribles cóleras cuando su sinfonía implacable ataca y barre El Caballu, el Pozu del Airón y La Atalaya, marchaban al unísono con las alternativas de nuestro corazón».

(...) En 1959 los miembros de la tertulia literaria «El Portiellu» nombraron a Guillermo González cronista de la villa. En 1975, siendo alcalde don Ángel Arias Ballesteros, la Corporación municipal acordó reconocerle el título de cronista oficial, «vistos los méritos contraídos y la inquietud mostrada por el señor González acerca de todo lo riosellano, inquietud y méritos reflejados en últimas publicaciones recientemente hechas». Tres años más tarde, fallece repentinamente como consecuencia de una trombosis."


Dejamos pue atrás El Muellín, El Campu les Rolles y el ensanche, nos dirigimos al que en la práctica fue un ensanche más y al otro lado del puente, cuyo precedente urbanístico serían aquellos primeros palacetes y chalets frente al mar, si bien ya hemos visto que antes incluso, hubo al menos una fábrica industrial de sidra y dos conserveras


Viviendas unifamiliares, apartamentos y chalets han colonizado la desembocadura del río San Pedro. En la distancia el edificio del Gran Hotel del Sella nos sirve para saber dónde se situaba aquel primer palacio de la Marquesa y el lugar en el que el Sella desemboca en el mar, así como la ermita de La Guía, más alta, en la cumbre de su promontorio


El final del puente se reconoce perfectamente con el llamativo Edificio Toraño, el que la antigua panadería La Chiquitan o Tahona de Toraño, después bar Vista al Sella, El Concilio


La antigua escollera cierra ahora el puerto deportivo. A primeros del siglo XX publicaba La Nueva España la serie titulada Asturias Nuevas y viejas polas, en ella, Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez escribían La excelencia territorial, un reto alcanzable:
"Ribadesella es una síntesis de belleza de todas las villas cantábricas. Espectacular escenario montado sobre la base del estuario del Sella, que acoge a un antiguo puerto oceánico resguardado por el monte Corberu y el farallón de La Atalaya. Al otro lado de la ría se extiende el arenal de Santa Marina. Puerto y playa ocupan la falda de varias colinas (CorberuSomosLa Moría...) que se hunden en la ría y enmarcan una villa cuya imagen se fija en el viajero para siempre. Como la del Arbidel, la más famosa bonitera local, de casco rojo y popa redonda, saliendo airosa por el canal del puerto el primer domingo de julio, fiesta de la Virgen de Guía de pescadores, repleta de gente para iniciar la  fantástica travesía entre puerto y playa."

Asomados a la barandilla puede contemplarse hacia el norte, hacia la desembocadura, este entorno urbano-residencial y portuario, al que Marcos Palicio le dedica, dentro de la misma serie, el reportaje Más turismo y más que turismo, en el que entre otras muchas cosas dice:
«¿En qué otro sitio has visto tú palacetes en primera línea de playa?». El riosellano mira Ribadesella en plano picado, desde la atalaya de la ermita de La Guía, y presume. Abajo hay una boda de pamelas y fracs que le dan la razón. Aquel hotel alojó a Alfonso XIII, en esa otra casa durmió Carlos I, por algo se llama «Princesa Letizia» el paseo marítimo... El turismo de calidad ya no es eso, pero esta villa de estuario tampoco puede renunciar a su pasado. Ni quiere. Algunos de aquellos palacetes se han amoldado al paso del tiempo transformados en hoteles y a su alrededor, y al calor que aquí siempre han desprendido los hoteles, ha crecido esta población de poco más de 3.000 habitantes que cabrían con cierta holgura en las plazas de alojamiento de su concejo. Los que a veces no cogen son todos los moradores ocasionales que llenan esto un verano cualquiera. El recuento mentiroso del Instituto Nacional de Estadística puede quedarse corto o largo en función de la época del año, restar o multiplicarse según dispongan las frecuencias que marcan, calendario en mano, la población flotante de las segundas residencias y los miles de riosellanos adoptivos".

Desde aquí contemplamos ahora de frente en ensanche decimonónico y el de los años de la república, actual Paseo de la Princesa Letizia en El Muellín y La Rula en La Ribera, allí donde la villa hace su característica forma de 7, siguiendo la gran vuelta que realiza el Sella antes de desembocar en la Cantábrico


No obstante se dice que, en tiempos remotos, justo en ese vértice en el que se forma el ángulo había comunicación entre la ría y el mar por lo que hoy es la Plaza del Mercado de ganados, al otro lado de los edificios que hay detrás de La Rula, por lo que el Monte Corberu sería una isla


A la derecha El Muellín y el paseo, por donde hemos empezado a caminar en esta entrada de blog, ante los edificios de la calle de los Marqueses de Argüelles. Más arriba las casas de L'Espinu, cerca de los acantilados entre L'Atalaya y El Pedralín


Hermosa vista de La Rula, otro de aquellos trabajos racionalistas del arquitecto municipal Manuel García Rodríguez a la vez que se ganaban esos terrenos en 1933, sobre el antiguo muelle pesquero y ante el antiguo barrio de pescadores de L'Aguda, uno de los originales de la fundación de la antigua Puebla de Santa María Magdalena del Puerto hacia 1270


La Rula o Lonja del Pescado está a cargo de la Cofradía de Pescadores Virgen de la Guía, fundada en 1943, en plena posguerra, descendiente del antiguo Gremio de Mareantes creado a finales del siglo XVI para defensa de todas las personas que vivían más o menos directamente de la mar, pescadores, marineros y sus familias, incluyendo viudas, huérfanos, ancianos, enfermos, etc.


El arquitecto, siguiendo las directrices del racionalismo, hace predominar la funcionalidad del edificio sin renunciar a las formas estéticas vanguardistas del momento, basadas en lo práctico y harmónico. La principal preocupación era conseguir un buen espacio para trabajar con las cajas de pescado y todo su proceso de descarga, transporte, pesado, subasta y posterior salida a la distribución. En otro apartado de su reportaje, Más yates que barcos de pesca, Marcos Palicio habla con los pescadores de entonces:
«En Ribadesella los yates ya superan a los barcos de pesca. ¿Quién nos lo iba a decir?». La pregunta de José Luis Cuervo, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, observa desde otro lado la inclinación de la villa a fiarse de las vacaciones para ir aplastando otras formas de vida. Las nueve «lanchinas» que quedan en Ribadesella dan que hacer a aproximadamente tres decenas de personas en la mar y a dos empleados en la rula. «Llegamos a ser 150 y sólo en mi lancha íbamos nueve», recuerda el patrón mayor, doliéndose de este apreciable descenso achacable en parte, al decir de Cuervo, a la ordenación de la pesca, que castiga con menos misericordia «a la gente de bajura, a los barcos pequeños». Son las leyes, a su juicio, «que no van con la realidad», el sistema de vedas y cupos y el final de la libertad para capturar «la especie que hubiera. Hay xarda y no dejan que se pesque... Tiene que haber algún sistema, es cierto, pero que funcione como debe, porque éste no funciona».

Los pescadores riosellanos conocen bien la riqueza de la vida de El Cachucho, una montaña submarina que frente a la costa de Ribadesella, unas 36 millas mar adentro, es la primera área protegida de España bajo las aguas del mar. La veda que trajo consigo la declaración del «parque natural submarino» promete ser «positiva». «Los marineros somos los más concienciados de la exigencia de no depredar la mar», asegura José Luis Cuervo acudiendo a la sabiduría popular: «Donde se quita y no se pon, se descompón». Y la regeneración de ese «caladero natural» muy explotado que ha sido siempre El Cachucho promete favorecer, a su juicio, a todo el Cantábrico."

A la izquierda de La Rula, los almacenes de los pescadores, donde guardan sus apareyos y enseres. Afuera, se apilan nansas y redes: es el comienzo de la calle Dionisio de la Huerta, pionero del piragüismo asturiano y creador del Descenso del Sella. Detrás, parte de la fila de casas que cierran la Plaza de Santa Ana, fundada por el Gremio de Mareantes también el el siglo XVI y que antes estaba literalmente en un peñasco acantilado sobre las aguas


A Santa Ana se encomendarían, como hemos dicho, los peregrinos que, como tantos viajeros, se disponían a embarcar en la barca que el Gremio de Mareantes, que estaba a su cargo, solía otorgar a alguna familia concesionaria


A partir de ahí El Paseo de la Grúa o camino de sirga fue donde empezaron las primeras obras del nuevo puerto, a la vez que las de El Muellín, cuando tras no pocos retrasos y avatares por fin se dio el visto bueno para ellas por Carlos III, junto con un importante económico, en 1784, a la vez que se proyectaba una carretera a Castilla vía Ventaniella y Sahagún. La carretera no se construyó y el puerto no estaría acabado hasta un siglo después, cuando ya se perfilaba el puerto gijonés, primero el local y luego definitivamente el de El Musel, como el gran puerto de Asturias


De todas maneras, durante casi otro siglo continuó teniendo el puerto riosellano actividad, tanto de pasajeros como de mercancías, quedando después únicamente como pesquero hasta la inauguración de este muelle deportivo al otro lado del puente


Poco antes, en 1999 y dentro de lo quería un reaprovechamiento del patrimonio portuario superviviente, se reacondicionó el antiguo emplazamiento artillero de La Guía y se instalaron tres de sus antiguos cañones que, arrojados al agua durante la francesada, habían sido recuperados posteriormente para la carlistada, aunque no llegaron a ser necesarios pese a que luego, en 1873, tardiamente y ya en la III Guerra Carlista, sí hubo combate en la villa


Los cañones habrían sido tal vez ya bajados a puerto y empleados como columnas de amarre de los barcos barcos atracados, razón por la que pudieron recuperarse y, vueltos a caer en la inutilidad, volvieron a su origen y punto de partida, La Guía, ya no para disparar andanadas sino para atracción de los visitantes, cerrándose así todo un ciclo simbólico de la historia del puerto


En nuestros días, esta antigua atalaya fortificada es un estupendo mirador al que hemos recomendado subir a visitar a los peregrinos, pues bien merece la pena. En nuestra opinión, este Camino Norte o de la Costa tiene mucho patrimonio y cosas que ver, y todas vinculadas al Camino y su historia, por lo que es dado a realizar no pocas veces etapas cortas en las que, disponiendo de una tarde o media tarde libre, puedan conocerse y disfrutarse


Y este es el final de toda la loma del Monte Corberu o L'Atalaya por la que nos hemos dirigido a la ermita de la Virgen de La Guía desde la de Santa Ana, separándonos momentáneamente del camino oficial en la segunda para tomar el camino que comunica a ambas, por esta falda de la colina que hizo de este un puerto natural desde la más remota noche de los tiempos, pues ya en las cuevas de Tito Bustillo se representó a la fauna marina, incluyendo cetáceos


Ese camino de Santa Ana a La Guía es un magnífico mirador sobre la ría, villa y puerto, incluyendo Santa Marina y bastantes aldeas de los alrededores, llegando la vista a las montañas que separan la costa de los valles del interior, de La Peñe les Pandes y el Mofrechu al Sueve y la Sierra del Fitu


Luego hemos vuelto por abajo, por el Paseo de la Grúa, donde están los paneles de la Ruta de la Mitología Asturiana, con textos y dibujos de numerosos seres mitológicos de Asturias, con textos del escritor riosellano Xandru Martino y dibujos del artista Alberto Álvarez Peña



Asimismo y en el mismo Paseo de la Grúa está la Senda Histórica del Puerto, compuesta por seis murales cerámicos con dibujos de Antonio Mingote que repasan la historia de villa y puerto desde la prehistoria hasta principios del siglo XXI. Los textos son de Toni Silva y el ceramista Pachu Muñiz


Y así regresábamos al casco urbano por La Ribera, tomando la calle Dionisio de la Huerta que pasa enfrente de los almacenes de los pescadores y La Rula


Justo encima de las casas, en cuyo bajos abren sus puertas numerosos comercios, bares y sidrerías. Más arriba, en la ladera del Monte Corberu, vemos el Camino que sube desde Santa Ana por L' Atalaya arriba, empezando la subida a La Guía


Y aquí tenemos de nuevo El Muellín, el ensanche y el Paseo de la Princesa Letizia, magnífico bulevar arbolado con la calle de los Marqueses de Argüelles


Los nuevos usos portuarios en El Muellín, las motos de agua y las empresas de turismo activo. Frente a ellas la oficina de información turística. Lejos quedan ya los tiempos en que, declarado en 1859 puerto de tercera categoría, era habilitado para el comercio con América, o cuando en la década de 1930 llegó a tener líneas regulares con Bremen y Amberes para la exportación de espato flúor de las cercanas minas de Berbes y Caravia, que ya había empezado a salir por este puerto en 1925



El antiguo Hospitalillo y el comienzo de la calle del Comercio, que se constituyó, como su nombre indica, como la gran arteria comercial de la villa al urbanizarse en ensanche


Avanzando por el puente vamos llegando ya a la altura de la escollera. En torno a La Moría y su mirador hay diversas rutas senderistas, una es precisamente la de los Miradores de Ardines, ya que pese a su modesta altitud, su situación hace de este monte un balcón natural sobre gran parte de la villa y concejo


También está el Circuito de los Caleros, antiguos hornos para cocer la piedra caliza y extraer cal, uno de ellos, el del Cerro Milán, excavado en el mismo suelo. Estas rutas justo encima de las cuevas de La Cerezal y El Pozu'l Ramu, el conjunto de Tito Bustillo, donde además de pinturas rupestres se han hallado numerosos enseres, herramientas y objetos, varios de ellos grabados, siendo magníficas muestras del arte parietal, características del Magdaleniense medio


En el Centro de Interpretación se expone de manera permanente una gran maqueta de esta auténtica montaña de las maravillas. La Cuevona, por ejemplo es el paraíso de las estalactitas y estalagmitas. Su sala principal mide 40 metros de altura y en ella se realizan incluso conciertos, existiendo un cilo anual, los Conciertos de la Cuevona de Ardines, destacando los de música de cámara


Por esa ribera, existía un camino alternativo, que en buena parte se conserva como vía local. Muchos viajeros preferían el vado de L'Alisal, donde el Sella es más estrecho y menos profundo, por lo que recorrían esa orilla pasando al pie de la iglesia de Xuncu por las casas de Escayón, siguiendo luego por La Piconera, donde el indiano Manuel Martínez edificó su palacio en 1891


Seguidamente por Sardalla, el Camino subiría la colina dirigiéndose a San Esteban uniéndose al ahora señalizado como oficial en San Esteban, a la altura de la iglesia parroquial, donde la antigua escuela es albergue público de peregrinos


A lo lejos La Corona Castiellu (544 m) ya en el concejo de Parres. No se han hallado restos de fortificaciones pese a su nombre, pero el topónimo abarca también a formaciones naturales cuya forma o inaccesibilidad las hagan merecedoras de tal nombre. Más cerca y estos ya en términos riosellanos, los pinares del Monte Moru, extensa serranía separada de La Corona Castiellu por la Riega Xinestral, que hace de frontera entre concejos, Más abajo y en lo alto de la Colina las casas de Xuncu


A la derecha La Cruz (333 m), la vertiente más oriental del Monte Moru. A la izquierda destaca el gran paredón del Mofrechu (897 m), el más alto pico del concejo, que da nombre a un grupo de montaña. Es la Sierra de Escapa, frontera con Cangues/Cangas de Onís


Ahora sí que vemos muy bien los edificios de El Cobayu, construidos en 1968 en esta gran franja de terreno ganada las marismas antes de la Guerra Civil. Primeramente a la izquierda, el Cuartel de la Guardia Civil, del que ya hemos hablado, y a su derecha las antiguas naves de Albo, que se han preservado dentro del patrimonio industrial riosellano


Estas naves protegidas (una tercera, sin interés arquitectónico, fue demolida en 2021, son fáciles de reconocer por su cubierta abovedada, La empresa Hijos de Carlos Albo ya abría su primera fábrica en El Cobayu en 1924, dentro de su red de factorías por las poblaciones del Mar Cantábrico, además disponía de flota pesquera y buque de transporte propios. En 1943 inauguraban estas nuevas instalaciones ya hace tiempo abandonadas


A la derecha de las naves y frente a la ría, vemos la Estación de Autobuses y un poco más allá el Centro de Salud. Gran parte del suelo ganado a las antiguas industrias del Campu les Rolles a El Cobayu se ha destinado a aparcamientos. El Paseo Vencedores del Sella se prolonga por toda esa ribera



En lontananza y en lo alto de una loma al otro lado del Sella se llegan a divisar y reconocer el cementerio y la iglesia de Santa María de Xuncu, en un campo que es otra preciosa atalaya sobre el estuario. Por sus inmediaciones pasa el viejo camino que vadeaba el Sella entre Lloviu y L'Alisal por la antigua barquería allí existente, una alternativa al Camino por el casco urbano riosellano. En el libro El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa, de varios autores coordinados por la catedrática de Historia de la Universidad de Oviedo María Josefa Sanz Fuertes, dicen de ella:
"En su recorrido, el romero curioso descubría en la lejanía la fábrica de la iglesia de Santa María de Junco, obra románica de comienzos del siglo XIII, desde la que se domina todo el valle bajo del Sella. En este templo hubo, según la "tradición común" recogida a comienzos del siglo pasado por los Papeles de Martínez Marina, "una urna, que aún existe debajo de la mesa dicha de altar, varias caxitas con huesos de santos, que ya han desaparecido, y no falta quien diga que las han robado los Visitadores"; su existencia atraería, con toda seguridad, hasta Junco a más de un caminante deseoso de entrar en conctacto con lo divino:"

Dado que no tienen construcciones y arboledas que las oculten pueden llegar a verse relativamente bien en la distancia. La iglesia, de una sola nave, orienta al este su ábside semicircular románico. No existen documentos que avalen su fecha de fundación pero por su estructura se conoce es del siglo XIII, contemporánea por tanto de la puebla de Santa María Magdalena del Puerto. Tuvo reformas en los siglos XVI y XVIII



Por El Cobayu llega un ramal ferroviario que se emplea en la Fiesta les Piragües, es el Tren Fluvial del Descenso del Sella, que al recorrer toda la orilla desde la salida de los palistas en el puente de Arriondas/Les Arriondes fue prontamente aprovechado para seguir la prueba realizando varias paradas en su trayecto. Esta vía llega a la misma meta para ver la entrega de premios a los campeones. El primer tren fluvial hizo su recorrido en 1945 y la tradición manda que sea conducido por el maquinista más veterano


Detrás de las naves de Albo asoman los tejados de varias casas de indianos que antaño tuvieron sus terrenos al lado de la misma orilla. Su fachada principal o de acceso mira a la N-632, aquí llamada calle Palacio Valdés, donde está también la policía local. Esas casas estaban antes al lado de la antigua orilla


Encima de los tejados se ve la cónica estructura rocosa del Colláu Castiellu (297 m), es sí tiene al parecer restos de defensas, como un muro de piedra y un foso, por lo que formaría parte de la antigua estructura defensiva sobre el antiguo vado sellero de L'Alisal y Lloviu, vinculada asimismo con la del cercano Picu les Torres, desde cuyo antiguo castillo de Bivaone, que antaño fue del mítico conde Piniolo y su mujer Aldonza, un potestas o representante regio gobernaba el territorio de Melorda antes de la fundación de la puebla riosellana hacia 1270


A sus pies están los Campos de Oba, donde se celebran las renombradas romerías de Les Piragües. En Naturaleza y cultura, el excelente blog de los montañeros Bernardo Canga y Carmen Piñán, se nos habla así de este hermoso picacho:
"...el Picu La Corona o Castiellu está virgen y olvidado, sobre las localidades riosellenas de Llovio y Santianes, entre los ríos (o arroyos) del mismo nombre. A sus pies están los Campos de Oba, donde se celebran multitudinarias romerías con ocasión del Descenso Internacional del Sella, por tanto este pico una excelente atalaya para contemplar esa prueba folclórico-deportiva si estamos animados a caminar cuesta arriba algo más de una hora.

Los accesos a esa montaña son variados, pues téngase en cuenta que fue un punto importante, dado que servía como fortaleza de vigilancia del camino costero que cruzaba cerca de Ribadesella, así como del que venía de Cangas de Onís, tras juntarse allí las calzadas de Ponga (las que entraban en Asturias por los puertos de Arcenorio y Ventaniella) y la ahora denominada "Senda del Arcediano", también llamados "Caminos de La Sal", pues por ellos, entre otros productos, se llevaba la sal y pescados de la costa de Ribadesella a tierras leonesas, para canjearlos por cereales y vinos..."

Desde las cavernas prehistóricas a los castros, este estuario del Sella debió de tener una densidad de población muy importante para aquellas épocas. Luego en tiempos de Roma y en la alta Edad Media se erigirían nuevos baluartes, bien de nuevo cuño o bien aprovechando los anteriores. Tal vez por su estructura lineal ante la ría, Ribadesella/Ribeseya nunca tuvo murallas y basaba su defensa, además de en su propio estuario, en todos los promontorios y atalayas que lo guardan


Pasada la escollera, las marismas o dársena de El Tocote. En su momento se pensó rellenarla, también se planteó ampliar hacia aquí el puerto deportivo. En principio y dada su proximidad a espacios naturales e históricos tan sensibles y protegidos se ha optado por preservarla. Esta es una noticia de J. García para El Comercio del 29-1-2009:
"El arquitecto Víctor García Oviedo propone su relleno para el aprovechamiento futuro del nuevo espacio, pero el responsable de Urbanismo, Francisco Vázquez, ya anunció que se opondrá tajantemente a esa actuación. «Personalmente estoy en contra, porque en Ribadesella ya se rellenó lo suficiente cuando se hizo el ensanche que permitió crear las calles Gran Vía, Comercio y el muelle. Aunque habrá gente que piense lo contrario, creo que en la actualidad tenemos que optar a tener una ría parecida a la de Villaviciosa», afirmó Vázquez. Además entiende que esa actuación nunca contará con la aprobación de la Demarcación de Costas en Asturias, «porque todos sabemos el trabajo que nos ha costado conseguir los permisos para crear varias plazas de aparcamiento junto al centro de salud ante su negativa inicial»."

Mariscando en la marisma, una actividad ya presente en este lugar desde hace tal vez 40.000 años...


Nos acercamos a El Picu, la entrada a Santa Marina, gran arenal urbanizado totalmente en los años 60 del siglo XX a partir de aquellos primeros palacetes en El Campín, frente a la playa. En la página Turismo Ribadesella de Aritur, leemos así:
"El extraordinario paisaje, mezcla de mar, río y montaña y la salubridad del lugar motivó que a principios del siglo XX se asentara en el arenal de Santa Marina una colonia de aristócratas, burgueses e indianos de fortuna. Este veraneo, es sin duda, el origen del turismo en la comarca y una de las muestras más antiguas del turismo del norte de España.

La urbanización de la playa surgida de aquel turismo incipiente es hoy asombro y admiración para quienes la contemplan, pues se conservan intactas las construcciones originales formando el mayo ejemplo de playa urbanizada del norte de España."

Seguimos viendo en todo momento la silueta de la ermita de la Virgen de Guía. Se ha sugerido que su arquitecto pudo haber sido el mismo que el del Palacio de Cutre, actual sede del Ayuntamiento. Abajo, a la derecha del edificio de hotel construido en 1962, asoma uno de los elementos originales, posiblemente el más destacado, del chalet de los Marqueses de Argüelles, su torre cuadrada, muy artística y muy profusamente decorada


La ría, asentada sobre la depresión kárstica costera ofreció ser toda ella un gran puerto natural donde las embarcaciones se sobordaban o arrastraban tierra adentro en varios puntos. Otras veces simplemente quedaban varadas en bajamares y volvían a flote en las pleamares


Dársena de El Tocote, cerrada por la escollera. Tras un último estrechamiento entre las sierras de Escapa al este y La Corona Castiellu al oeste, el Sella se abre en este magno estuario a partir de Fríes, pero sobre todo pasando Lloviu. A nuestra derecha otra vista del Prau San Xuan


Al sur del Cobayu están los lugares de La Barquera y Armazones, los cuales indican la existencia de antiguos carpinteros de ribera. Más a la izquierda, en el monte, está la Cueva San Antoniu, a la entrada de la villa, que es la única gruta rupestre localizada hasta la fecha en esa ribera. Explorada en 1912 por el arqueólogo Eduardo Hernández Pacheco, este descubrió la pintura de un caballo en trazo negro


El puente va llegando a la orilla de El Picu y Santa Marina pasando sobre la marisma. En verano ondean de las astas las banderas de numerosos países. De frente, el Edificio Toraño señala el lugar donde tomaremos el primer desvío a la derecha, hacia la calle del Coronel Bravo y puerto deportivo


Desaparecida la grúa que dio nombre al paseo del muelle, el puerto deportivo tiene ahora también la suya, que se alza en esta explanada, ante los pantalanes


Si nos fijamos tal vez veamos a la izquierda del puente y antes de El Tocote, el Hórreo de El Picu, semioculto por los árboles, que fue la antigua Oficina de Turismo y luego sede social de Fomento y Turismo de Ribadesella (Foturi). En 2007 se cedió a la Asociación de Amigos de Ribadesella. En 2011 fue restaurado


Durante aquella restauración se despejó una antigua senda por la que los pescadores bajaban a este abandonado embarcadero en el que vemos  algunos restos de lanchas cubiertas de mugre, languideciendo como en las estampas de los pintores del romanticismo


Más allá. El Tocote se refleja en el charco de agua que queda en bajamares. Esta basa fue siempre el gran problema del puerto de Ribadesella/Ribeseya. Se planificó hacer tiempo ha un puerto exterior con un gran dique que arrancaría del Monte Somos, cerrando la bahía. Muy posiblemente habría cambiado la fisonomía de la villa y se transformaría más en una población industrial-portuaria, pero figurarlo ya es historia-ficción, el gran puerto de Asturias fue el de El Musel


Las lanchas son el testimonio de la antigua actividad pesquera no solamente del muelle de la villa sino también de cualquier ensenada de las aldeas río arriba. Se sabe que en pueblos situados más al interior se pescaba tradicionalmente en lancha en incluso se salía un poco a mar abierto


No dejó de haber por tanto enfrentamientos o diferencias entre los pescadores de la villa y los de las aldeas a causa de los derechos de la pesca, sobre todo la del salmón y las artes empleadas para ello. Especialmente importante fue, dentro de los derechos de pesca fluvial, los ejercidos río arriba por el monasterio cangués de San Pedro de Villanueva, pero parece ser que fue no este, sino el villaviciosino de Santa María de Valdediós, el que recibía los correspondientes tributos del muelle riosellano, que cobraba en la preciada sal, o eso nos cuenta el profesor Capín Rama en su Breve historia del puerto de Ribadesella:
"En el siglo XVI existía un impuesto por el cual el Ayuntamiento de entonces debía pagar a los monjes cistercienses de Valdediós veintiocho fanegas y media de sal por cada barco que fondeara en el puerto riosellano. Descontentos con el arbitrio, en 1577 varios regidores municipales se negaron a pagar, por lo que se inició un pleito que duraría casi cincuenta años. Finalmente, los monjes salieron favorecidos del litigio, pues se les reconoció el derecho a recibir las fanegas de sal."

Diferentes estudiosos afirman que los romanos emplearon esta ría para la exportación de minerales y aprovechamiento de tropas, dado que es un fondeadero natural, grande y seguro para las embarcaciones de entonces, desde La Fuentina o Fonte del Cai, casi en la bocana, hasta los Campos de Oba y La Piconera


Más allá del Colláu Castiellu, otra de las majestuosas cumbres que dominan el bajo Sella es el Joyadongu o H.oyadongu (con hache aspirada), de 874 m de altura (algunas fuentes dicen 869), situado a la izquierda del Mofrechu y entre las parroquia riosellana de Santianes del Agua y la llanisca de Nueva. Es llamado Picu y Cantu Joyadongu y disponen de una gran panorámica de toda esta franja costera hasta Llanes


Desde aquí nos damos cuenta de la longitud de la antigua nave de Albo, entre el cuartel de la Guardia Civil y la Estación de autobuses. Su entrada principal, de camiones, estaba naturalmente al otro lado, mirando a la carretera. Fijémonos también en las galerías de algunas de las casas de la derecha, que en su tiempo estaban ante la ría, sin otras construcciones delante


Se sabe que en los meses de más producción la empresa daba trabajo a más de cien personas y que la hora se pagaba a 7 pesetas en el año 1961. Ramón Capín Rama nos dice en su artículo sobre las conserveras en La Nueva España que, dado que las costeras de pescado eran irregulares, cuando escaseaba el pescado se traía de otros puertos, de la misma manera que en épocas de abundancia se vendía y transportaba a otros lugares:
"La principal materia prima era el bocarte para la anchoa, aunque también se elaboraba bonito, chicharro, aguja, caballa, sardina y palometa. Los desechos con frecuencia eran utilizados como abono, o bien terminaban en la ría; en ocasiones había quien iba a las factorías a recoger desechos para utilizarlos como macizu en la pesca a caña. Por entonces, Ribadesella era un verdadero paraíso para la pesca deportiva (¡cuántos xáragos caerían en los anzuelos de los pescadores del puerto y de los pedrales!). 
Existían dos tipos de elaboración: el salazón y la conserva; ésta podía ser en aceite, en escabeche o al natural (asalmonada). En el salazón, el pescado se empacaba en barriles, en capas separadas con sal. En la conserva, tras ser cocido, el pescado se cortaba y finalmente se enlataba. 
Los envases de las latas se compraban por separado (parte superior, inferior y lateral), para luego ser montados en la fábrica por una persona especializada en esta tarea, llamada «el lateru». Existían tres tipos de barriles: los denominados «sicilianos» (de 80 kilos), los «raberos» (de 150 kilos) y las «tercias» (de 300 kilos). 
Resulta obvio que estas factorías representaban un extraordinario papel en la economía local. Aunque el número de operarios era variable, pues dependía de la mayor o menor producción pesquera, se estima que unas veinte personas trabajaban con carácter fijo y unas trescientas, en su mayoría mujeres, con carácter eventual."

A la derecha, los tejados de las casetas del puerto deportivo, sede del Club Náutico Arra, que gestiona estos muelles desde 2015, lo que incluye la grúa, el surtidor de combustible, la marina seca, el espacio para albergar embarcaciones de tránsito, el punto limpio y esta misma sede social


Y de frente, el Edificio Toraño, de la promotora Briomar: aquí cruzaremos el paso de peatones y bajaremos a dicho muelle deportivo por la calle Coronel Bravo, siguiendo todo el paseo marítimo del Arenal de Santa Marina







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