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lunes, 21 de octubre de 2024

LA CATEDRAL DE SAN SALVADOR (2) EN EL ESPLENDOR DEL ARTE GÓTICO (OVIEDO/UVIÉU, ASTURIAS) LA TORRE, EL PÓRTICO Y LAS PORTADAS DE LAS PUERTAS ROCOCÓ

Catedral de San Salvador, la Sancta Ovetensis

En esta segunda entrada de blog dedicada a la catedral ovetense de San Salvador, admiramos su magnífica y única torre gótica, sobre la Plaza de Alfonso II El Casto, tras haber recorrido, por su parte posterior, la fachada exterior de su Sala Capitular, orientada al este, donde comenzó, a finales del siglo XIII, la obra gótica de este magno conjunto catedralicio, así como La Corrada del Obispo, con la fachada barroca añadida en el siglo XVIII para dar entrada al claustro desde el exterior

Tránsito de Santa Bárbara

También veíamos, siguiendo el Tránsito de Santa Bárbara, la Torre Vieja, románica-prerrománica, testimonio de la parte más antigua, viendo el exterior de la también muy antigua Cámara Santa (que alberga las veneradas reliquias que le dieron al templo el nombre de Sancta Ovetenses), la cripta de Santa Leocadia, la Torre de San Miguel y diversos restos de construcciones en el llamado Prau de Pachu El Campaneru (El Patio de Cartón), de discutido origen, para uno viejas dependencias de la antigua basílica prerrománica y para otros cimientos del palacio del rey Alfonso II El Casto, que hizo de esta ciudad su capital en el año 791

Por el Tránsito de Santa Bárbara llegamos a la torre gótica de la catedral tras salir a la calle Santa Ana, pasando al lado de la capilla de Santa Bárbara, que dio nombre a la primera calle, otro de los añadidos barrocos, al templo gótico, construida entre 1660 y 1663 donde estuvo la Casa del Portal, cedida por los canónigos Juan y Cosme de Oviedo Valdés, donde trabajó el arquitecto Ignacio del Caxigal en colaboración con sus ayudantes Juan de Obregón, Alonso de la Peña y José de Huici.

Arriba, la linterna, que da luz natural al interior, hubo de ser reconstruida tras la Guerra Civil por el arquitecto Luis Menéndez-Pidal. Esta capilla se hizo para traer aquí las reliquias de la Cámara Santa, por lo que se la llamó Nueva Cámara Santa. Esta explicación es la que nos da la web catedralicia Sancta Ovetensis:
"El culto a las reliquias impulsado por la Contrarreforma llevó al obispo Bernardo Caballero de Paredes (1642-1661) a plantear al cabildo de la Catedral el traslado de las reliquias conservadas en la Cámara Santa a una nueva edificación más moderna que, además, hiciera las veces de panteón para su familia. En la Catedral, los capitulares eran plenamente conscientes de que el templo gótico no se ajustaba a las necesidades contrarreformistas y, por ello, ya se había construido una girola para la circulación de los romeros, tal y como demandaba un templo de peregrinación. También se contempló la posibilidad de ampliar la Cámara Santa, pero los canónigos nunca vieron con buenos ojos el traslado de las reliquias a una nueva ubicación, tal y como proponía Caballero de Paredes con la construcción de este espacio. 
Esta capilla, llamada en su momento “de San Miguel” o “Nueva Cámara Santa”, se contrató con el arquitecto Ignacio de Cajigal y se construyó entre los años 1660 y 1663".

Como es habitual, en la fachada se ven el escudo del obispo promotor de la obra (abajo), Bernardo Caballero de Paredes y el escudo de la ciudad, la Cruz de los Ángeles (arriba), cuyo original, muy restaurado tras la destrucción en el robo de 1977, veremos adentro, en la Cámara Santa


La Cruz de los Ángeles es un ejemplo de la orfebrería del Arte Asturiano en tiempos del rey Alfonso II El Casto que habría reconstruido una primer basílica dedicada al Salvador o San Salvador (las dos formas son correctas e incluso la segunda es plenamente histórica, a pesar de cierta leyenda popular al respecto) destruida por los ataques musulmanes a su naciente capital en los años 794 y 795, la cual, de la que nada queda, salvo el testimonio de una antigua inscripción (de la que hablamos en la primera entrada de blog dedicada a la catedral), habría sido fundada por su padre Fruela en las cercanías del monasterio de San Vicente (detrás de la catedral, al este), cuyo pacto monástico, fechado en 781, informa de la llegada de los monjes Máximo y Frómista o Fromestano a este lugar a asentarse en 761, es decir, veinte años antes, fecha que se tiene por la de la fundación de la ciudad en la colina de Ouetao, si bien han aparecido señales de poblamiento anterior


En la calle Santa Ana y a la derecha de la capilla de Santa Bárbara, la ventana trífora, característica del Arte Asturiano, es el elemento que queda del templo de San Tirso original, el cual habría sido fundado, junto con otras iglesias desaparecidas, como la de Santa María, alrededor de la primitiva basílica, auspiciado también por Alfonso II


Si bien la primera obra gótica documentada en la catedral arranca en el año 1293 con la citada Sala Capitular, los trabajos en lo que sería la catedral gótica no lo hacen hasta 1382, casi nueve décadas después, con el obispo Gutierre de Toledo, pero no empezando por aquí sino por la cabecera. La fachada no comenzaría a hacerse hasta 1500, pues como nos cuenta Sancta Ovetensis...
"En el año 1498 se cerraron las naves del templo y se presentó la necesidad de dotar a la catedral de una fachada. Un año después, Juan de Badajoz el Viejo diseñó una fachada compuesta por un pórtico y dos torres, de las que finalmente solo se construyó una".

La construcción se inició en el año 1500 por el tramo septentrional del pórtico, en el que se encuentran los escudos de los obispos Juan Daza (1498-1502) y García Ramírez de Villaescusa (1502-1508). Las obras continuaron por el lado meridional, sobre el que se fue levantando la torre, una vez que se abandonaron los trabajos en el lado norte. El tramo sur del pórtico se construyó durante el episcopado de Valeriano Ordóñez de Villaquirán (1508-1512). 
Siguiendo en todo momento el proyecto de Badajoz el Viejo, cesado de las obras en 1511, Pedro de Bueras (1511-1530), Pedro de la Tijera (1530-1535) y Juan de Cerecedo el Viejo (1544-1569) se encargaron de dirigir las obras sorteando dificultades económicas y el incendio de la ciudad en la Nochebuena de 1521 que paralizó los trabajos cinco años. 
Finalmente, la torre se remató en 1552, cuando se colocó el chapitel metálico rematado en dos bolas y una cruz de los Ángeles que se trajo de Flandes".


Es decir, desde que el gótico llega a los edificios catedralicios hasta que se empieza la torre pasan dos siglos largos y el estilo sigue imperando, una muestra de lo que pervivían ciertas corrientes artísticas y arquitectónicas en el pasado, si bien el gótico imperante en torre y fachada principal es el llamado flamígero o tardío, también llamado gótico florido, que prácticamente enlaza con el barroco 'saltándose' el renacimiento. La torre empezó a construirse en 1508 dirigiendo los trabajos Rodrigo Gil de Hontañón siguiendo planos de Juan de Badajoz. Colaboraron Pedro de Buyeres, Pedro de la Texera y Juan de Cerecedo


Esta portada, cerrada con verja, pertenece ya al gran pórtico catedralicio situado bajo torre y fachada, que ahora vamos a ver desde enfrente, saliendo a la Plaza de Alfonso II El Casto o Plaza de la Catedral, donde hay un conjunto de edificios importantes de los que hablamos en la entrada de blog a ella dedicada


La plaza estaba edificada y llena de casas dentro de un proceso de propiedad que, pese a la oposición del cabildo catedralicio, hizo de este espacio delantero del templo un abigarrado barrio hasta que dichas construcciones fueron demolidas. Nos explica este proceso Carmen López Villaverde de la Sociedad Protectora de la Balesquida:
"Esta plaza fue durante la Edad Media el lugar más cotizado de la ciudad para que la nobleza local y regional desease construir en ella grandes mansiones palaciegas con patios centrales, jardines y soportales que formaban un conjunto homogéneo. Tras el incendio de 1522 el Cabildo Catedralicio solicita que «se prohibiese la reedificación de las casa de la Plazuela de la Catedral que frontean la fachada principal del templo». Pero prevaleció el derecho de propiedad que alegó la burguesía dominante, dueña de los edificios.  
Con el paso de los años, al desarrollarse el comercio en la calle Cimadevilla, la burguesía va trasladándose a ella y así llegamos al año 1924 y ahora es el Consistorio el que deseaba ampliar el espacio situado delante de la Catedral para una mejor visión de la misma y a partir de aquí la polémica está servida con defensores y detractores.  Entre los defensores de ampliar el espacio el Cabildo Catedralicio y buena parte de la ciudad.  Entre los detractores de la medida, grandes personalidades del momento, arquitectos, la Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Real Academia de la Historia,  que firmaron un manifiesto en contra. 
El 30 de Mayo de 1928, en sesión plenaria se aprueba el derribo de las construcciones y a finales de 1930 desapareció la vieja plazuela. La última de estas casas seria donada por el Marqués de San Feliz para que se construyera la nueva sede del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo" (el edificio de la derecha de la foto)

La actual plaza estuvo antaño ocupada por otros espacios, como la Huerta de Heredia y las plazuelas de La Balesquida, capilla situada al otro extremo y la misma de la catedral, donde se unían varias calles gremiales de la ciudad, como la de la Platería, del gremio de plateros y la de los Albergueros, donde como su nombre indica había albergues para peregrinos. Las casas, calles, alguna fuente y otros espacios y lugares desaparecieron en esa gran reforma urbanística del año 1928 que dejó esta gran explanada ante el templo del Salvador


Según pasamos a la plaza no dejamos de alzar la vista impresionados por los 80 metros de altura de la torre de la catedral. Tiene cinco plantas o cuerpos que van haciéndose un poco más pequeños según la altura. La torre arranca sobre cuatro pilares de la arcada del pórtico y se remata con un templete de torres cilíndricas que acaban en la flecha del pináculo. Su culminación en 1552 simboliza el fin de la obra catedralicia, luego vendrán los añadidos renacentistas y barrocos, pero la catedral estaba hecha


Los grandes arcos que se abrieron en la base de la torre y el cabildo o pórtico hacen de él además un elemento majestuoso que, a diferencia de otros templos, no es una continuidad o prolongación de las portadas sino, sin abandonar su directa conexión, es un elemento que logra una gran independencia arquitectónica. Gusta su decoración, como la de las portadas, de elementos cincelados como las cardinas, hojas semejantes a las del cardo, conopios o vértices formados por dos secciones de ángulo convexo, jambas y arquivoltas surcadas por cenefas que muestran la maestría de los artistas del gótico


El enorme pórtico no parece tampoco un nexo de unión de lo que iban a ser dos torres góticas (la izquierda no pudo hacerse) gracias a estos enormes arcos que le quitan su carácter macizo y de los que vemos ahora los de la magnífica fachada occidental 


El pavoroso incendio de 1521 que prácticamente destruyó la ciudad, mayoritariamente de madera, afectó también a la catedral, pero las obras prosiguieron, si bien dada la situación en la que había quedado la ciudad, que hasta Carlos I concedió mercado sin alcabalas ni tributos para recuperarla, hizo que los fondos no alcanzasen para esa segunda torre


En el siglo XIX, con el romanticismo y el arte neogoticista, hubo un proyecto para construirla, lo que suscitó debates con posturas a favor y en contra. Al final no se hizo y la catedral se quedó solamente con esta. De ella nos dice evocadoramente así el historiador Luis Antonio Alías en su libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios:
"Presidiéndolo todo, la venerable y esbelta Catedral, resumen de los últimos doce siglos de nuestra historia. La torre, ligera y esbelta, convertida en vértice de piedra mediante el sucesivo estrechamiento de los pisos, el dinamismo de las ventanas flamígeras y los contrafuertes recubiertos de pináculos, es tan representativa del paisaje astur como el Naranjo de Bulnes o la playa de San Lorenzo.

La flecha se funda con el aire circundante, con el espacio, con el cielo. Terminada de construir en el siglo XVI, iba a tener una compañera -¿Cuántas veces nos hemos preguntado por la otra torre?- de menor tamaño sobre el pórtico lateral, pero no lo permitió el presupuesto"

En el segundo piso hay un reloj, fabricado en 1787 por el prestigioso relojero Ramón Durán, que tiene en esa planta su maquinaria, mientras que abajo, en el primer piso, se encuentran las contrapesas. Más arriba está el escudo del obispo Cristóbal Rojas Sandoval, bajo cuyo mandato se culminó la torre, que no obstante hubo de ser reparada en varias ocasiones, la primera en 1575, nos informan en Sancta Ovetensis:

"En la tarde del 13 de diciembre de 1575 se desató una tormenta sobre la ciudad y un rayo destrozó el remate de la torre. Según las crónicas, se arruinó el chapitel, los muros del segundo piso sufrieron daños, así como el maderamen de las campanas. Para la reconstrucción se contrató a Rodrigo Gil de Hontañón, maestro cantero que había dado los planos para el edificio de la Universidad de Oviedo. Hontañón, diseñó un airoso cuerpo mixtilíneo, en el que combinó elementos góticos y renacentistas en un ejercicio de elegante genialidad, rematado en la aguja calada, que elevó la altura de la torre en unos diez metros. Dirigieron estas obras Diego Vélez y Juan de Cerecedo el Joven. 
De nuevo el 13 de diciembre, esta vez del año 1723, otra tempestad causó daños de diversa consideración en la torre. Francisco de la Riva Ladrón de Guevara, maestro de obras de la catedral, relató en un informe que se perdió la mayor parte de la flecha, uno de los cubos de las esquinas, algún pináculo, parte de la balaustrada y la cornisa. Se quemó el suelo de madera del cuerpo de campanas y se dañó el primer reloj. También se perdió parte de la escalera de caracol. Este mismo rayo abrió dos grietas en el pórtico, una se aprecia actualmente en la bóveda del tramo sur, la otra está oculta bajo el relieve de la Transfiguración que se colocó sobre la puerta central. La segunda reconstrucción de la torre se llevó a cabo entre 1729 y 1731. 
Ya en el siglo XX, la torre, principal atalaya de la ciudad, fue bombardeada durante el asedio de Oviedo entre 1936-1937, derribando parcialmente la aguja y dañando buena parte de su estructura, sobre todo en el flanco meridional. Luis Menéndez Pidal fue el arquitecto encargado de la reconstrucción. El proyecto, que comenzó con la construcción de un gran andamio diseño de Luis Moya Blanco, se ejecutó en tres fases y se terminó en 1953. 
En el año 1996 comenzaron los trabajos del Plan Director de la Catedral y la restauración de la torre fue considerada intervención de carácter urgente. Bajo la dirección de los arquitectos Cosme Cuenca y Jorge Hevia se llevaron a cabo labores de consolidación en la aguja y de limpieza a lo largo de toda su estructura. Desde el 1 de agosto de 2022, tras los trabajos de adecuación de accesos, la torre gótica es visitable".

Y es que "la torre se remató en 1552, cuando se colocó el chapitel metálico rematado en dos bolas y una cruz de los Ángeles que se trajo de Flandes", añade Sancta Ovetensis, torre solitaria pero a la que hizo célebre el escritor Leopoldo Alas Clarín  en su magna obra La Regenta pues desde ella controlaba los movimientos de las gentes, mirando con un catalejo, el Magistral Don Fermín de Pas:

"Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las alturas. Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y los campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. Cuando iba a las aldeas acompañando al Obispo en su visita, siempre había de emprender, a pie o a caballo, como se pudiera, una excursión a lo más empingorotado. En la provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de  fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego y en sus ojos dardos. En Vetusta no podía saciar esta pasión; tenía que contentarse con subir algunas veces a la torre de la catedral. Solía hacerlo a la hora del coro, por la mañana o por la tarde, según le convenía (...)
 El Magistral volvía el catalejo al Noroeste, allí estaba la Colonia, la Vetusta novísima, tirada a cordel, deslumbrante de colores vivos con reflejos acerados; parecía un pájaro de los bosques de América, o una india brava adornada con plumas y cintas de tonos discordantes. Igualdad geométrica, desigualdad, anarquía cromáticas. En los tejados todos los colores del iris como en los muros de Ecbátana; galerías de cristales robando a los edificios por todas partes la esbeltez que podía suponérseles; alardes de piedra inoportunos, solidez afectada, lujo vocinglero. La ciudad del sueño de un indiano que va mezclada con la ciudad de un usurero o de un mercader de paños o de harinas que se quedan y edifican despiertos. (...) 
De Pas volvía amorosamente la visual del catalejo a su Encimada querida, la noble, la vieja, la amontonada a la sombra de la soberbia torre. Una a Oriente otra a Occidente, allí debajo tenía, como dando guardia de honor a la catedral, las dos iglesias antiquísimas que la vieron tal vez nacer, o por lo menos pasar a grandezas y esplendores que ellas jamás alcanzaron. Se llamaban, como va dicho, Santa María y San Pedro; su historia anda escrita en los cronicones de la Reconquista, y gloriosamente se pudren poco a poco víctimas de la humedad y hechas polvo por los siglos. En rededor de Santa María y de San Pedro hay esparcidas, por callejones y plazuelas casas solariegas, cuya mayor gloria sería poder proclamarse contemporáneas de los ruinosos templos. (...) 
Más de media hora empleó el Magistral en su observatorio aquella tarde. Cansado de mirar o no pudiendo ver lo que buscaba allá, hacia la Plaza Nueva, adonde constantemente volvía el catalejo, separose de la ventana, redujo a su mínimo tamaño el instrumento óptico, guardolo cuidadosamente en el bolsillo y saludando con la mano y la cabeza a los campaneros, descendió con el paso majestuoso de antes, por el caracol de piedra. En cuanto abrió la puerta de la torre y se encontró en la nave Norte de la iglesia, recobró la sonrisa inmóvil, habitual expresión de su rostro, cruzó las manos sobre el vientre, inclinó hacia delante un poco con cierta languidez entre mística y romántica la bien modelada cabeza, y más que anduvo se deslizó sobre el mármol del pavimento que figuraba juego de damas, blanco y negro. Por las altas ventanas y por los rosetones del arco toral y de los laterales entraban haces de luz de muchos colores que remedaban pedazos del iris dentro de las naves..."

Y aquí estamos ante esta gran fachada principal gótica cuya obra comenzó a finales del siglo XIV sobre la anterior basílica en la que predominarían elementos románicos y prerrománicos. El gran aumento de la población con la ingente afluencia de peregrinos y el establecimiento de muchos de ellos, así como de nuevas órdenes religiosas, los fueros de la ciudad y su capitalidad, hicieron por que se planease la edificación de un gran edificio dentro del estilo gótico predominante en las nuevas construcciones. Culminaban así planes de hacerlo desde tiempo atrás y así fue demoliéndose el antiguo santuario para erigir el nuevo, cuya obra principal es del siglo XV, dentro del llamado gótico florido o flamígero, su etapa final y culminante

Cuando se dio por terminada, bien avanzado el siglo XVI, solo presentaba pequeñas concesiones al ya triunfante estilo renacentista en la balaustrada y balconaje del último piso de la torre,  pues seguía siendo una obra eminentemente gótica. Este cuerpo renacentista fue añadido siguiendo las trazas de Rodrigo Gil de Hontañón tras la destrucción del remate metálico original por un rayo en la tormenta de 1575

Célebre es su sala de campanas, donde están la de la Santa Cruz, fundida en 1539; la Santa Bárbara de 1818, la Esquilón de 1678, y Wamba en 1219, de la que se dice es la campana en funcionamiento más antigua de Europa; su nombre se debe al sonido 'bam-bam' de su repicar, tocando quince minutos antes de cada misa. Luego van también la campana De Posar (1818), Timbal Primero (1830) y Timbal Segundo (1893) hasta un total de siete campanas. Adjuntamos la completa relación y descripción que nos ofrece Wikipedia de todas ellas:

La sala de campanas de la torre contiene a la Santa Cruz (fundida en 1539 con un peso de 1384 kg), Santa Bárbara (1818 y 116 kg), el Esquilón (1678 y 481 kg) y la más importante de todas ellas, Wamba. Destaca además de las campanas el mecanismo que también es antiguo. 
Otras campanas situadas en las salas de campanas son: 
Timbal 2.º: fundida en bronce en 1893 por José Sota tiene un diámetro de 52 cm, una altura de bronce de 40 cm y un peso de 81 kg. 
Timbal 1.º: fundida en bronce en 1830 tiene un diámetro de 54 cm una altura de bronce de 47 cm y un peso de 91 kg. 
De posar: fundida en bronce en 1817 por José de Venero, tiene un diámetro de 78 cm, una altura de bronce de 70 cm un borde de 7 cm y un peso de 275 kg. 
Campana Santa Cruz 
Denominada así por tener la imagen de dos cruces en relieve, una grande con pedestal y la Cruz de los Ángeles en la cara opuesta. Esta campana fue fundida en 1539 con un diámetro de 1,54 m, una altura de bronce de 1,15 m, borde de 14 cm y un peso de 1384 kg. 
Se pueden observar los siguientes epígrafes: 
«+ LAVDO DEVM VERVM PLEBEM VOCO CONGREGO CLERVM DEFVNCTOS PLORO PESTEM FVGO FESTA DECORO HOC OPVS FACTVM EST# ANNO DNI M DXXXIX» (ALABO AL DIOS VERDADERO, CONVOCO AL PUEBLO, CONGREGO AL CLERO, A LOS DIFUNTOS LLORO, HAGO HUIR LA PESTE, DECORO LAS FIESTAS. ESTA OBRA (ESTA CAMPANA) SE HIZO EL AÑO DEL SEÑOR 1539). 
«+ LAVDO DEVM VERVM PLEBEM VOCO CONGREGO CLERVM DEFVNCTOS PLORO PESTEM FVGO FESTA DECORO HOC OPVS FACTVM EST#». 
«ANNO DNI M DXXXIX». 
Campana Santa Bárbara 
Esta campana fue fundida en 1818 con un diámetro de 66 cm, una altura de bronce de 56 cm, borde de 7 cm y un peso de 166 kg. 
Se puede leer una inscripción que indica «IHS MARIA Y JOPH SANTABARBARA ORAPRONOBIS. ANO DEI8I8»

Campana Esquilón 

La campana denominada Esquilón fue fundida en 1678 con un diámetro de 94 cm, una altura de bronce de 85 cm, borde de 8 cm y peso de 481 kg. 

En la campana se distinguen las siguientes inscripciones: 

En la parte superior: «IHS MARIA # JOSEPH # SALBATOR MVNDI MISERERE # NOBIS # " aunque pudieron escribir lo como "IHSUS MARIA JOSEPH SALVATOR MUNDI MISERERE NOBIS» (JESÚS, MARÍA Y JOSÉ. SALVADOR DEL MUNDO, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS ). 

Una gran cruz con pedestal y tres clavos en el medio. Al lado de la gran cruz varias cruces. 

«CONMIBOZ SONORA SIRBO EN ESTE SVELO A LA QVE EN EL CIELO ES EMPERADORA AONDE I 6 7 8 # # # # # #»

Campana Wamba 

Fundida en 1219, es la campana más antigua en funcionamiento de España. Su creación se remonta a la basílica anterior a la iglesia gótica actual. Sigue en activo dando el toque de las horas a pesar de estar rajada, circunstancia que merma su sonido. 

Encargada por el canónigo de la catedral Pedro Peláez Cabeza en 1219, bajo el mandato del obispo Juan González, está hecha en bronce con un peso de 833 kg, un diámetro de 130 cm, una altura de bronce de 105 cm y un borde 13 cm. 

La epigrafía de la campana está compuesta por: 

« ⋮ + ⋮ MENTE ⋮ SCA ⋮ SPONTANEAM ⋮ HONOREM ⋮ DEO ⋮ ET ⋮ PATRIE ⋮ LIBERACIONIM ⋮ XPS ⋮ TONAT ⋮ XPS ⋮ SONAT ⋮ XPS ⋮ VINCIT ⋮ XPS ⋮ REGNAT ⋮ XPS ⋮ IMPERAT", que debieron escribir "MENTEM SANCTAM SPONTANEAM HONOREM DEO ET PATRIE LIBERACIONEM. XPISTOS TONAT, XPISTOS SONAT, XPISTOS VINCIT, XPISTOS REGNAT, XPISTOS IMPERAT» (Para dar honra a Dios y libertad a la Patria, Cristo llama, Cristo vence, Cristo impera, Cristo reina). 

en la mitad está escrito: «+ IN NMºE ⋮ DNI ⋮ AMEN ⋮ EGO ⋮ PETRVS ⋮ PELAGII ⋮ CABESZA ⋮ CANICº HOC OPVS ⋮ FIERI ⋮ IVSSI ⋮ IN HONOREM ⋮ SCI ⋮ SALVATORIS ⋮ ERA ⋮ MILLA ⋮ COC: LA ⋮ VA II ⋮ " que debieron escribir "IN NOMINE DOMINI AMEN. EGO PETRUS PELAGI CABEZA CANONICO HOC OPUS FIERI IUSSI IN HONOREM SANCTI SALVATORIS ERA MCCLVII» (EN EL NOMBRE DEL SEÑOR AMÉN. YO, PEDRO PELAYO CABEZA, CANÓNIGO, HICE FUNDIR ESTA CAMPANA (ESTA OBRA) EN HONOR DEL SANTÍSIMO SALVADOR, EN LA ERA MCCLVII (1219)). 

Son destacables también las asas de la campana, en las que se representan unas caras monstruosas. 

La campana suena en festividades de grande solemnidad. 

Su uso está informatizado, habiendo sido el último campanero el señor Cartón. 

No se sabe el nombre de su procedencia, coincide con el nombre de un rey godo y de una parroquia en Valladolid. 

Se desconoce dónde se construyó, posiblemente los hornos estén enterrados en algún lugar cercano, ya que se pudo construir el horno por un campanero itinerante que desapareció al hacer su trabajo. 

El sonido es grave dadas sus medidas, ya que produce unas ondas anchas. Tiene sus macillos instalados. 

Ha sobrevivido a cañonazos que desmocharon la flecha, terremotos, rayos, incendios, traslados, etc."


De los nombres de los arquitectos, aparejadores y maestros canteros que en ella trabajaron nos ha llegado el nombre de alguno: Juan de Badajoz, Rodrigo Gil de Hontañón, Pedro de Buyeres, Pedro de la Texera, Juan de Cerecedo, Juan de la Villa, Pedro de la Fuente, Gonzalo de la Vara, Juan de Candamo, Juan de la Caleya, Nicolás de Bai (padre e hijo), Nicolás de Bruxelles y Diego Vélez. La piedra para su construcción era traída en carros de bueyes desde las canteras de Aspra y Piedramuelle


Si bien con el remate de la torre única y del pórtico de la fachada, muy avanzado el siglo XVI, se da por acabada la catedral, el edificio fue agrandándose con varias capillas laterales donde trabajaron numerosos maestros: la de Santa Bárbara o San Miguel, la de San Martín de Tours, San Roque o la Natividad, San Antonio, el Santo Cristo de Velarde, la Anunciación, la Asunción o la de Santa Eulalia, patrona de la diócesis, cuyo exterior vemos a la izquierda, además de la del Rey Casto, reedificada en 1705 sobre otra prerrománica y donde hemos de hacer destacar asimismo Panteón de los Reyes, donde están enterrados varios monarcas asturianos y leoneses



Todas las capillas y demás estancias las iremos viendo exterior e interiormente a lo largo de nuestro periplo por toda la catedral. Esta de Santa Eulalia, por ejemplo, patrona de la Diócesis de Oviedo desde 1631, fue un encargo del obispo Simón García Pedrejón a los arquitectos avilesinos Francisco Menéndez Camina, padre e hijo, cuyas obras se acometieron de 1690 a 1696


Ante ella se encuentra la estatua de Alfonso II El Casto, obra de Víctor Hevia Granda de 1942, monarca que hizo de esta su capital, tuvo aquí su corte y palacio y mandó edificar el primer templo de San Salvador para guardar sus Reliquias, las de Jesús mismo, la Virgen María, apóstoles, santos y profetas, de las más veneradas de la cristiandad guardadas en el cercano Monsacro donde su Arca Santa original estaba a salvo de invasiones y profanaciones


Atrás, y a la izquierda se encuentra el Jardín de los Reyes-Caudillos, inaugurado en 1942, donde, cuando vayamos a ver la capilla de Santa María del Rey Casto y el Panteón Real, hallaremos estatuas  y bustos de otros reyes, obra del mismo autor, así como de Gerardo Zaragoza y de Manuel Álvarez Laviada, de los cuales nos ocupamos en la pertinente entrada de blog


Más allá del Jardín de los Reyes-Caudillos y de la capilla de Santa María del Rey Casto, construida a finales del siglo XVII por Bernabé de Hazas a instancias del obispo Fray Tomás Reluz donde antes estaba la basílica de Santa María, fundada por Alfonso II, vemos una torre a la que se considera por su aspecto la 'hermana pequeña' de la de la catedral, pero no está en la catedral


Es la torre del campanario del convento de San Pelayo, la cual se hizo en el siglo XVII (año 1654) para sustituir a otra más antigua. Fue destrozada en la Revolución de Asturias de 1934 y rehecha en 1953. Su historia ejemplifica cómo eran a veces las relaciones entre las diferentes instituciones religiosas de la ciudad


Esta torre se hizo imitando, pero en menor tamaño, la torre gótica de la catedral de San Salvador, rematada con una flecha de tracería gótica, por lo que viene a decirse, efectivamente que es su 'hermana pequeña'. Aunque al imitarla, dicha estructura se basa en el gótico, la torre es de estilo barroco clasicista y uno de sus primeros exponente ovetenses. En Disfruta Oviedo se nos cuenta que durante su construcción hubo un litigio con la catedral que paralizó un tiempo las obras y que fue la razón de esta imitación:
El cabildo catedralicio la consideraba muy suntuosa y que el tañido de sus campanas impedía celebraciones religiosas en la Capilla del rey Casto. 
Tras la intervención de la Casa Real, se procedió a cerrar los vanos sur que daban a la Capilla del rey Casto , pero hubo otras medidas decretadas a las que las monjas hicieron "oídos sordos" (hacer más baja la torre no renovar sus campanas...) 
Encima las monjas "contestaron" al Cabildo catedralicio coronando la torre con una aguja gótica similar a la de la Catedral (en lugar de las bolas proyectadas por el arquitecto Melchor de Velasco) generando cierta rivalidad en su época".

Enfrente, en lo que es la calle Águila, continúa el Camino de Santiago, el cual se divide en dos, tal y como explican un cartel en la farola y una placa de bronce en el suelo, ante la que se sacan fotos numerosos peregrinos


Justo unos metros más adelante se separan los caminos, de frente y por la calle del Águila y hacia Gascona y la Foncalada continúa el Camino de Santiago del Norte, en dirección a Avilés y, a la izquierda, por la calle Schulz y antigua Rúa de los Albergueros , va el Camino Primitivo que aquí, ante la catedral de San Salvador, comienza


Al del Norte se le llama aquí Camino de la Costa, que era la denominación imperante antaño. Además de las flechas correspondientes indicando ambas rutas, entre ella hay una Cruz de los Ángeles y una concha de peregrino. Podemos leer:
EN LOS COMIENZOS DEL SIGLO IX,
DESDE ESTA SU BASÍLICA DE EL SALVADOR
INICIÓ EL MONARCA ASTUR
ALFONSO II EL CASTO
LA PRIMERA DE LAS PEREGRINACIONES
A COMPOSTELA
PARA VENERAR LA TUMBA
DE SANTIAGO EL MAYOR
Y FUNDAR ALLÍ, EN SU HONOR
LA PRIMERA BASÍLICA
MMX AÑO JUBILAR COMPOSTELANO


Y señalización similar en la placa de la farola


Nos informan que sigamos las veneras, vieiras o conchas jacobitas de bronce que hay por el pavimento jalonando el recorrido


Pero antes, volveremos sobre nuestros pasos con la idea de visitar el interior de la catedral, viendo a nuestra izquierda la verja y escaleras al Jardín de los Reyes-Caudillos y las citadas capillas barrocas de Santa María del Rey Casto y Santa Eulalia, además de buena parte de la estructura gótica septentrional, del pórtico y torre a la nave y transepto del crucero


No nos cansamos de contemplar esta maravilla del arte gótico barroquizado en parte, tal y como nos señala así de bien este esquema constructivo de esta gran fachada occidental de la Sancta Ovetensis:



La barroquización de la fachada gótica se centra, efectivamente, dentro del pórtico central con el relieve de la Transfiguración de 1731, de autor desconocido y que destaca por su piedra de color gris que contrasta con la de color dorado del resto del templo, un efecto buscado a propósito


La Transfiguración está directamente relacionada con el culto al Salvador, patrón catedralicio y de la ciudad, es el momento en el que Jesús se retiró a orar al monte Tabor con los apóstoles Pedro, Santiago y Juan. En la narración de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se dice que el rostro de Jesús empezó a brillar intensamente con una luz cegadora a la vez que sus vestiduras de tornaron blancas, apareciendo a su lado los profetas Moisés y Elías al tiempo que una voz en el cielo le llamón "Hijo". Después una nube los envolvió y los profetas desaparecieron


Fijémonos sobre el pórtico central en el hermoso rosetón que da abundante luz a las naves del interior, sobre todo a la central. Las vidrieras no obstante no son las originales ni aquí ni en ningún otro lugar de la catedral salvo parte de las del rosetón norte, obra de loa maestros Diego de Santillana y Francisco de la Somoza, hechas entre 1509 y 1510. Las demás fueron destruidas y restauradas a lo largo de la historia. Sobre sus características y significado leemos en la web Catedral de Oviedo que su forma circular representan la eternidad y la perfección divina


Y no dejemos de apreciar, además de todas las filigranas mencionadas, en los arcos apuntados u ojivales tan característicos del arte gótico, así denominado no por sus artistas, sino por los siguientes, los renacentistas, que lo consideraron 'bárbaro' o 'godo'. Este estilo sería recuperado en el siglo XIX con el romanticismo y sus corrientes artísticas y arquitectónicas, apareciendo el neogótico


Si bien la torre gótica se remató en 1552 con la colocación del chapitel blanco adornado con bolas y la Cruz de los Ángeles que se trajo de Flandes, el rayo de 1575 propició la reconstrucción renacentista de esa parte, por lo que se apunta la fecha definitiva de terminación del trabajo constructivo en 1587. Más abajo, el ya referido reloj de Rubén Durán de 1787 fue la causa de la reforma del ventanal gótico existente para hacer el recerco pétreo de su esfera. Fijémonos ahora en el pórtico bajo la torre


A su izquierda hay una inscripción que no queremos que pase desapercibida


Se lee YGLESIA DE ASILO AÑO DE 1774, según esto, los perseguidos por ciertos delitos podían acogerse al amparo de la catedral para eludir su captura


La entrada habitual a la catedral suele hacerse salvo solemnidades por el arco izquierdo del pórtico, lugar en el que comenzaron las obras de esta gran fachada, el lado norte o lado del evangelio


Ahí tenemos las filigranas ornamentales ya referidas propias del gótico catedralicio y dos escudos de los obispos que auspiciaron esta obra


Este es el del obispo Juan Daza, quien ejerció entre 1498 y 1502, con el que arrancaron las obras. Observemos además el detalle de las filigranas cardinas (hojas de cardo) a su izquierda


Y, sobre él, las bolas o apomados, otro recurso artístico muy usual


Este es el escudo de su sucesor al frente del obispado, Ramírez de Villaescusa, quien ocupó el cargo hasta su muerte en 1508. Tras él llegaría Valeriano Ordóñez de Villaquirán, cuyo escudo está en la parte sur, donde continuó la obra


Pasamos así bajo el arco del pórtico correspondiente al lado del evangelio, admirando en su arquería numerosas pequeñas tallas vegetales y zoomorfas entre los arcos que componen su arquería, cinceladas con tremenda minuciosidad


De frente tenemos ya la portada a la que se accede al interior y que en la estructura del edificio catedralicio corresponde a dicha nave del lado del evangelio, la de la izquierda. En ella está presente la mano de su autor, el maestro de obras Juan de Badajoz el Viejo, pese a que fue cesado en 1511 pues, dado que estaba también a cargo del trabajo en la catedral de León, se decía que tenía a esta desatendida, según explica la Real Academia de la Historia en su biografía:
"Fue llamado por el cabildo ovetense, quien le nombró maestro de obras de esa catedral, de modo que pasó a simultanear dicho cargo con el homólogo que desempeñaba desde antes en la ciudad de León. Allí se le encargó la construcción del pórtico principal, que habría de constar de tres cuerpos con sendas torres en sus extremos, si bien bajo el episcopado de García Ramírez de Villaescusa (1502-1508) se decidió que la torre septentrional no se prolongase en altura, haciéndolo la otra con unas mayores proporciones. Badajoz dejó su impronta en estas obras, así como en la formación de los aparejadores que trabajaban a sus órdenes, por lo que resulta evidente en sus trabajos la presencia de algunos de los principios ejemplificados en la librería leonesa. Su labor como maestro de obras, sin embargo, no tuvo una continuidad muy dilatada. La simultaneidad de las maestrías de León y Oviedo provocó no pocos conflictos de competencias, de modo que mientras que los canónigos leoneses le presionaban para que se comprometiese a mantener su vecindad y servicios en León, los ovetenses se quejaban de cierta desatención, provocada por las continuas ausencias a las que le obligaban las obras que dirigía en León, Astorga y Benavente. Como resultado de esta situación, fue finalmente cesado en 1511 como maestro de la catedral de Oviedo, y le sucedió en el cargo su aparejador Pedro de Buyeres".

Las portadas, no obstante, llevan la impronta del cesado, puesto que que su sucesor Pedro de Buyeres o Bueras siguió su proyecto fielmente, pese a las dificultades económicas, sobre todo a raíz del incendio de la ciudad en 1521, de la que solamente quedaron en pie esta catedral y un par de palacios de piedra, pues todos los demás edificios eran de madera. Tras él Pedro de la Texera o de la Tijera entre 1530 y 1535, así como Juan de Cerecedo el Viejo de 1544 a 1569 dirigieron las obras fieles a la idea de Juan de Badajoz


Numerosas filigranas recorren arcos, y cenefas en esta portada "en la que triunfan los caracteres hispanoflamentos", explican en Catedral de Oviedo, "y en donde un complejo haz de monturas que supera la línea de impostas pasa a marcar el apuntalamiento del arco y el abocinamiento de la propia portada


Entre la última arquivolta y la bóveda una preciosa composición, verdadero "capricho ornamental", se une a la nervadura gótica, también con una bella estructura de sus nervios y claves


A la izquierda, otro arco exterior, este mirando al norte, a la calle del Águila


Reparemos en su banda de representaciones zoomórficas y, afuera, en la fachada oeste de la capilla de Santa Eulalia, con su óculo


Antes de entrar adentro vamos a ver las otras portadas, yendo primeramente a la derecha, a la del medio, la principal y de la nave mayor


Al fondo, la calle Santa Ana, por donde hemos venido a la Plaza de la Catedral o de Alfonso II


Es esta central la portada principal en tamaño y en decoración y estética, con dos puertas, llamando la atención las numerosas repisas de piedra o pedestales, un detalle muy de la mano de Juan de Badajoz, que no obstante "nunca albergaron las imágenes para las que fueron reservados" pese a que se hicieron para portar tallas y figuras


Las dos puertas de madera son asimismo un elemento muy importante, son obra de José Bernardo de La Meana, autor de varios retablos barrocos de la catedral y le fueron encargadas en 1723 dentro de una campaña de obras a causa de un rayo que había causado diferentes desperfectos en otras partes del edificio, por lo que aprovecharon para de paso hacer otros arreglos



Su estructura es madera de castaño pero los paneles labrados son  de nogal, que en principio estaban policromados y con pan de oro, lo que causó una sorprendente admiración, aunque con el tiempo debió de parecer un tanto sobrecargado y se pintaron de verde imitando el bronce patinado. Más tarde de quitaron las dos capas y se dejaron con la madera vista, con su brillo natural, que es como han llegado a nosotros


En la puerta de la izquierda vemos una representación del patrón, Sal Salvador, en medio de multitud de iconografías 


Y arriba el escudo de España, sostenido por ángeles


A su derecha se reconoce un templo que recuerda por su torre al de San Pelayo, detrás de la catedral y antes mencionado, aunque también puede ser una representación esquematizada de la propia Sancta Ovetensis catedralicia con el característico pináculo de su torre. A la izquierda hay un pozo de agua y, a los pies del Salvador, nubes y cabezas de querubines


Alrededor, una abigarrada iconografía vegetal, con animales mitológicos y debajo una cabeza con una gran cornamenta tipo arbórea, junto con otras más pequeñas de seres fantásticos


Dos de esas caras mirándose frente a frente


La de la izquierda, entre una selva de plantas


Una cara barbada que parece sonreír y restos de inscripciones


Seres alados con cuerpo de león y cabeza de dragón


En la de la puerta de la derecha aparece Santa Eulalia de Mérida, patrona de la diócesis desde que en 1639 fuese proclamada como tal por el papa Urbano VIII. Su veneración fue muy intensa en Asturias pues a decir de la tradición piadosa sus reliquias fueron rescatadas y traídas al norte en tiempos de Pelayo o de Silo. Los trámites para declararla patrona se debieron a la creencia que, si se trasladaban sus restos por la ciudad, se atraía a la lluvia en las sequías


Esta su iconografía tiene mucho que ver con ello, pues la santa aparece representada cuidando el ganado a la vez que riega con una jarra de agua unos maizales, campos de maíz que por entonces ya hacía al menos un siglo largo que se cultivaba, traído e América y que ya era fundamental en el campo asturiano para la alimentación de la gente (pan de maíz o boroña) y del ganado. A la izquierda hay una casería con vacas y alrededor se repiten las figuras de plantas y seres mitológicos y fantásticos mientras que arriba aparecen numerosos ángeles


Y en lo alto de nuevo la Cruz de los Ángeles




Fijémonos bien, abajo, en el detalle del maíz



También hay un pozo de agua a la izquierda y un templo a la derecha


Cara barbada


Dragón de la izquierda


Dragón de la derecha


Una cara surge entre representaciones vegetales


Sobre estas Puertas que hablan sobre un viejo mundo escribe, con motivo de su restauración, Elena Fernández-Pello en La Nueva España del 5-3-2014:
"Fue designio de los cielos que José Bernardo de la Meana tallara la puerta principal de la catedral de Oviedo y que recreara en ella dos realidades contrapuestas: hombre y mujer, mundo rural y urbano, la Asturias campesina y la emergente de las ciudades. En 1723 un rayo cayó sobre la basílica de San Salvador, causando importantes destrozos en el edificio, sobre todo en la torre. El templo ya había sido antes diana de las tormentas: la torre gótica sustituyó a la románica, derribada por otro rayo en el año 1575. En esta segunda ocasión, en el siglo XVIII lo que empezó por todo lo alto acabó a los pies del templo, porque el cabildo, ya metido en reformas, decidió encargar al que por entonces era maestro mayor de la Catedral "unas puertas nuevas para la iglesia, las que sean fuertes y bien adornadas de talla y moldura", según recoge Germán Ramallo en su tratado sobre la escultura barroca en Asturias. Y en ello se empleó a fondo el artista ovetense, que convirtió el acceso de la basílica de San Salvador en una obra maestra y en un tratado sobre la cambiante sociedad de la época.
La limpieza y las medidas de mantenimiento que el restaurador madrileño Jesús Puras, afincado en Asturias desde hace décadas, ha sometido a la puerta de De la Meana hacen más evidentes todos los detalles trazados en la madera, instantáneas de una Asturias ya inexistente y que vivía una época de cambios e innovaciones, tan revolucionarios entonces como olvidados ahora. 
Fueron los años en los que el cultivo del maíz se extendió por la provincia. Su introducción data del siglo anterior, según Fermín Bouza-Brey. "Cuando el maíz llega a Asturias el panorama agrícola es éste: el labrador no cuenta sino con mijo y algo de centeno y de escanda; no ha asomado aún -y tardará en hacerlo- la patata, y es la castaña la que suple a ésta", cita el investigador en una monografía sobre este asunto. El maíz es el aliento de un mundo nuevo y prometedor, anima la dieta de animales y personas y hasta transfigura los campos: "El advenimiento del maíz no sólo transforma la economía, sino que el paisaje se llena de gracias nuevas: un color fresco que fulge al sol". 
José Bernardo de la Meana (Oviedo, 1715-1790) esculpió el maíz crecido en las puertas de la Catedral, en la hoja de la derecha, que es la que reservó para los aspectos femeninos del universo doméstico que para él era Asturias. Santa Eulalia de Mérida, patrona oficial de la ciudad de Oviedo, de la diócesis y del Principado de Asturias desde el siglo XVII, aparece derramando el agua y con ella la fertilidad sobre los campos de maíz, en medio de una casería con su vivienda, los establos y las vacas paseándose por los paneles de nogal en los que el maestro de obra de la Catedral dejó impresa, por siglos y siglos, la imagen de la Asturias del XVIII, la que conoció y contempló durante su vida.  
La visión de la puerta de la Catedral recién salida del taller de José Bernardo de la Meana debía ser impactante. Jesús Puras, que la restauró en 1987 y que ha dirigido su limpieza durante estas últimas semanas, hace reparar en lo llamativo que debía resultar el contraste entre la piedra desnuda del edificio y aquellas puertas policromadas con colores llamativos, los dorados y los profundos azules que tanto gustaban a mediados del siglo XVIII, y con una profusa decoración barroca. 
Al acercarse a ellas los fieles más observadores descubrirían el imaginario personal de su creador, "con motivos rococós, animales fantásticos, mascarones y cenefas", según enumera Puras, y entre ellos las imágenes de una Asturias cotidiana. "La mayoría son motivos habituales, pero lo más novedosos son el maíz, los castaños, las vacas, los jabalíes; a la izquierda aparecen dos castaños, un pozo -que tiene que ver con la importancia del agua- y la torre de una iglesia", explica el restaurador. 
De la Meana volcaba en sus obras lo que veía en su imaginación y en su día a día. Por eso, opina Puras, la torre de la iglesia que aparece en la hoja de la izquierda, al amparo del Salvador, recuerda la del vecino monasterio de San Pelayo, aunque no parece representar ningún edificio concreto, sino más bien ser un símbolo de la diócesis o de la Iglesia. Como el escultor barroco conocía y contemplaba a menudo la sillería del coro, no es raro que muchos de los detalles que talló en sus puertas guarden cierta semejanza y tengan un estilo similar a los de aquélla. 
El escultor reservó la parte derecha de la puerta principal de la Catedral a los motivos femeninos. Es en esa hoja donde está representada Santa Eulalia, patrona del buen tiempo, de la lluvia y del sol, capaz de atraer las buenas cosechas y cuyo culto en la ciudad de Oviedo se intensificó en el siglo XVI. "En 1594 la Corporación pidió apoyo al cabildo para fundar la Cofradía de Santa Eulalia. Pero hubo canónigos que se negaron, porque tenían que contribuir de su bolsillo", refieren los archivos históricos. Finalmente, la cofradía se creó en 1617 por iniciativa municipal y la santa, una mártir niña que se había rebelado contra los romanos, fue elegida patrona de Oviedo por votación popular en el año 1639. Ese mismo año, el Papa Urbano VIII en su rescripto del 19 de febrero de 1639 la reconocía oficialmente como patrona de la ciudad, de la diócesis y del Principado de Asturias. 
Las reliquias de Santa Eulalia, según la tradición, fueron traídas por el rey Silo a Oviedo en el siglo VIII. 
Santa Eulalia aparece representada bajo el símbolo de la ciudad, la Cruz de los Ángeles, rodeada de nubes y pájaros y con un campo de maíz a sus pies. En cada una de las puertas que dan entrada a la Catedral están representados dos dragones, a la mitad de su altura: los que aparecen en la de la derecha, custodiando a la virgen mártir convertida en símbolo de fecundidad, son hembras; los de la hoja opuesta, bajo la figura del Salvador, la advocación bajo la que se levantó la catedral ovetense, son machos. "En la iconografía cristiana los dragones son un símbolo del mal, aquí aparecen en actitud de sumisión", observa Jesús Puras. 
"Las dos imágenes", comenta el restaurador refiriéndose a las figuras del Salvador y de Santa Eulalia, "tienen un canon muy estilizado, son relieves de talla muy fina y exquisita, la obra de un artista de primera línea. Hay algunas cabezas talladas en alto relieve, y también hay algo en los ángeles y los escudos". Aun así, en el trabajo se aprecia la huella de varias manos porque no todas las figuras fueron talladas personalmente por José Bernardo de la Meana, sino que algunas son obra de los oficiales que trabajaban en su taller. 
En la hoja de la izquierda el Salvador reposa su mano izquierda sobre el orbe y debajo el escultor representó una iglesia, símbolo de la diócesis de Oviedo probablemente. Al otro lado hay un pozo y un poco más abajo un animal que parece ser un ciervo bebe de un abrevadero. En lo alto de la puerta, dominando toda la composición, está el escudo de España y sobresale un mascarón, en la parte central, de una factura excelente, según Jesús Puras, y que está emparejado con el de la otra hoja. 
Por todo el conjunto escultórico vagan los angelotes y los pajarillos, se desenvuelven los motivos vegetales y geométricos que le confieren su carácter barroco, y todo ello enmarcado por la tarja o moldura de madera que va delimitando las escenas principales. Algunos motivos, por supuesto, no tienen más razón de ser que el capricho del artista o dotar de equilibrio la composición. 
En las puertas de la Catedral pervive el propósito de adoctrinamiento que la Iglesia católica da a las obras que promueve. El encargo que en 1746 el cabildo hizo al maestro mayor de la basílica ovetense estaría bien delimitado, pero el escultor logró crear una obra personal, a pesar de las imposiciones eclesiásticas, y dejar en ella el testimonio de su época, que es lo que, en definitiva, distingue a los artistas de los artesanos."


Unos meses antes, el 17-11-2013, Ana Salas escribía A las puertas de la catedral para el periódico El Comercio explicando también su historia y restauración:
"Los romanos, además de asimilar el panteón griego, conservaron a Jano como dios de las puertas, de los principios y los finales. Las puertas son importantes. Al atravesar las de un templo, se entra en la casa del dios. En un espacio sagrado, sea la cella romana, la naos griega o las naves de un templo cristiano. Las de la Catedral de Oviedo no son distintas en eso. Fueron el acceso de miles de peregrinos, atraidos por ese relicario de la cristiandad que es la Cámara Santa. Las originales se fueron deteriorando y aprovechando el impulso de las obras para reparar los daños causados en la Catedral por un rayo en 1723, se decidió sustituirlas. José Bernardo de la Meana fue el encargado de tallar las actuales mediado el siglo XVIII. Madera de castaño, para la estructura; nogal, para los paneles labrados y policromados. El color y el pan de oro se perdieron hace muchos años, pero la imagen, en los paneles centrales, de Santa Eulalia regando los campos de maíz debió ser impresionante, que ese es lo que buscaba el arte barroco. A partir de febrero, Luis Suárez Saro y Jesús Puras tratarán de recuperar parte del brillo, el natural de la madera.Luis Suárez Saro y Jesús Puras rehabilitaron las puertas de fachada principal de la Catedral a finales de los 80, por eso el Cabildo les ha encargado que vuelvan a intervenir en ellas. No será una restauración, sino un tratamiento «de conservación preventiva» que realizarán 'in situ', advierten. Las grandes puertas de más de cuatro metros de altura por dos metros de ancho realizadas con madera de nogal y castaño (la estructura) sufren las inclemencias meteorológicas: la lluvia en las zonas inferiores y los rayos del sol; la contaminación y el paso del tiempo. 
El equipo de Jesús Puras redactó un informe en 1987 en el que proponía a la Comisión de Patrimonio que había que tratarlas cada tres años para su idónea conservación. Desde entonces, poco se hizo en este sentido. Solo se intervino en una ocasión, con motivo de la exposición 'Orígenes' hace ahora 20 años, y para aplicarles una especie de cera sintética, como la que se utiliza para abrillantar el suelo, quizá para darles lustre. A pesar de haber resultado inapropiado, no han perjudicado a la madera de las puertas (cuatro en realidad porque la central está formada por dos batientes) que se encuentran en un «buen» estado de conservación, coinciden Suárez Saro y Puras. 
Ahora los restauradores las limpiarán y les impregnarán resinas que «realimentarán» la madera para que «recuperen el color y la frescura propia» del nogal, explica Suárez Saro. Las protegerán con un tratamiento de nueva generación basado en nanopartículas que no modifica en nada la apariencia, ni la textura ni el color pero que evita daños por los rayos ultravioleta del sol y del agua. Además, intervendrán en los elementos metálicos oxidados con un producto que reacciona eliminado la corrosión. Nada más. Será un proceso respetuoso con las puertas realizadas con paneles labrados. Sin añadir ni quitar nada de la talla original. 
Este será más o menos el proceso que seguirán los técnicos en la limpieza de las tres (o las cuatro) puertas. Irán por partes. Primero será el equipo de Luis Suárez Saro el que instalará unos pequeños andamios para acceder a la situada más a la derecha, la de la nave de la Epístola, y actuar de forma rigurosa. Comenzará a mediados de mes y sus trabajos se prolongarán unas tres semanas. Este restaurador, que es conocedor de la Catedral por haber recuperado varios de sus retablos y participado en la redacción de la propuesta para la próxima rehabilitación de la Cámara Santa, trabajó en esta puerta hace 20 años y ahora vuelve a ella. Entonces realizó una profunda intervención eliminando las capas de alquitrán que se le habían ido adhiriendo a lo largo de la historia en la puerta y en el tornaviento que la acompaña. 
Desde el interior de la seo se aprecia perfectamente la diferencia entre el estado de este y del situado en el lado opuesto. La puerta de acceso y su tornavientos son los más deteriorados por su uso y porque no se han rehabilitado en profundidad; solo por el anverso. Ahora les tocará una intervención menor, similar al de las otras puertas, que acometerán los dos equipos de restauradores, pero Suárez Saro advierte de que sería aconsejable realizar una restauración en profundidad. 
La historia 
Las puertas de los laterales son más o menos similares en su ornamentación rococó, sin apenas figuración humana. Ya casi no quedan restos de la policromía que tuvieron en otro tiempo, todas, estas y las dos centrales bajo el pórtico. «Es muy de lamentar que se perdiera esa policromía y dorado, ocultos primero por una pintura verdosa que imitaba el bronce patinado con el fin de eliminar la estética rococó transformándola en pseudo neoclásica, y más recientemente arrancando ambas capas para dejar la madera vista», lamentan los autores del libro 'La Catedral de Oviedo', Francisco de Caso, Cosme Cuenca, César García de Castro, Jorge Hevia, Vidal de la Madrid y Germán Ramallo. 
El Cabildo las encargó en marzo de 1746: «Cuanto antes manden hacer unas puertas nuevas para en la iglesia, las que sean fuertes y bien adornadas de talla y moldura», recoge Germán Ramallo Asensio en su 'Escultura Barroca en Asturias' haciendo referencia al Libro de Acuerdos Capitulares. Quería completar de esta forma el arreglo «modernizador iniciado en la fachada tras los desperfectos del rayo que, en 1723, destrozó la torre y causó otros daños». Se incrustó el relieve de la Transfiguración «consiguiendo una primera bicromía con la piedra» potenciada por «la fastuosa policromía y dorado conseguido en la parte baja por la acción de estas puertas». José Bernardo de la Meana, elevado entonces como «primer escultor, arquitecto de la época» y autor de buena parte de los retablos barrocos de la Catedral, se encargó de sus tallas. Labró «una pieza maestra en la Catedral», añade Carlos Cid Priego en 'La representación de la Cruz de los Ángeles' refiriéndose a las puertas centrales se paradas por un parteluz gótico. 
Son las más espectaculares. Su decoración está estructurada en tres zonas. En la parte de arriba, el escudo de España a la izquierda y el de Oviedo a la derecha. En la central, a la izquierda El Salvador protegiendo a la ciudad de Oviedo (representada por unas torres sobre la que hay dudas, unos dicen que es de la propia Catedral y otros apuntan a la de las Pelayas); a la derecha Santa Eulalia que riega los campos de maíz, «última fuente de prosperidad que se había implantado en el Principado y había aumentado su riqueza hasta límites nunca sospechados», añade 'La Catedral de Oviedo'. 
De todo esto es consciente Jesús Puras porque ya las restauró a finales de los 80. Ahora comprobará que «todo está correcto y no se movió la estructura» y volverá a mirarlas con detalle. Su equipo las tratará durante dos meses, a partir del mes de febrero, para que dejen de tener ese «aspecto decadente» y un tanto grisáceo de la actualidad. No serán como fueron pero sí recuperarán parte de su vistosidad".

Y ahí tenemos el gran relieve de artista anónimo que representa la Transfiguración de Jesús, la cual forma parte de las obras que se realizaron en la catedral tras la tempestad que causó graves daños en la torre de la catedral el 13 de diciembre de 1723, según nos cuentan en Sancta Ovetensis:
"Un rayo provocó la ruina de la flecha calada y una parte de la escalera de caracol, así como daños de diversa consideración en los muros de la torre y el pórtico. El arquitecto Francisco de la Riva evaluó la reparación, que alcanzaba la elevada cifra de 60.000 ducados, y que al cabildo le resultaba imposible de asumir. Después de varios años en busca de arquitecto y financiación de las obras, finalmente fue de la Riva el encargado de reconstruir la torre gótica con la ayuda del impuesto de la sal que el rey había cedido a la Catedral: durante seis años se dispondría para las obras de 1 real por cada fanega de sal vendida. Las obras de reconstrucción se llevaron a cabo entre 1728 y 1731. Posteriormente, se solicitaron al rey varias prórrogas de este impuesto, que se recibió durante veinticinco años y permitió financiar buena parte de las obras que a continuación se describen. 
En 1731, y con el dinero procedente de la sal, se inició la reforma de la fachada principal en el tramo central del pórtico con la colocación del relieve de la Transfiguración, de autor desconocido. Aquí, siguiendo la moda del momento, se usó piedra de color gris para hacerla destacar sobre el color dorado de la dolomía de Laspra. El tema elegido tiene como figura central al titular de la Catedral: el Salvador, y se complementa con los relieves, en los tondos de las enjutas, de San Juan Bautista Niño y el Niño Jesús, que aluden a que la salvación se inicia con el bautismo. A los lados se dispusieron los bustos del rey Fruela, fundador de la basílica prerrománica del Salvador y los Doce Apóstoles, y Alfonso II, constructor de la basílica que se mantuvo en pie hasta el siglo XV".

Y aquí vemos la ya antes descrita escena de la Transfiguración de Jesús, con Pedro, Santiago y Juan en el monte Tabor o de la Transfiguración y Cristo se transfigura brillando con rayos de luz, apareciéndose los profetas Moisés y Elías a su lado y, sobre él, Dios Padre llamándole "Hijo" desde el cielo, como en su Bautismo. Unos medallones abajo a los lados representan a Jesús y a San Juan de niños


Jesús, el Salvador, en medio y, arriba, Dios Pater. Algunos autores sostienen que a su lado los profetas están sustituidos en la escena por Fruela I y Alfonso II El Casto, fundadores del templo de San Salvador en su Gloria y en la del Señor



Arriba la bóveda nervada es casi planta, muy del gusto también de Juan de Badajoz


En la clave del arco gótico aparece el símbolo de la ciudad, la Cruz de los Ángeles, imitación de la expuesta en la Cámara Santa y que al decir de la tradición, fue hecha por orfebres, que resultaron ser ángeles, reinando Alfonso II El Casto


Algunas de las múltiples repisas de esta portada destinadas a portar imágenes que nunca les fueron sobre ellas colocadas



Figuras zoomorfas y antropomorfas


Lo que parecen simios encadenados, alegorías cuyo significado nos preguntamos cada vez que nos fijamos, ¿pecado y castigos?


Dos cuadrúpedos parecen copular


"Tampoco permitió el presupuesto rellenar con esculturas las vacías peanas de las puertas de acceso a las naves. Aún así el pórtico tiene buena factura", afirma en su libro jacobita Luis Antonio Alías



Motivos vegetales y, aquí, lo que parecen niños jugando o peleando


Lejanos ya los tiempos en los que fue capital de un reino, incluso de aquellos en los que influía determinantemente en la política del leonés, "Oviedo ya no constituía, en los siglos XII, XIII, XIV, XV y XVI, un centro excesivamente influyente", dice también Alías, "pero tenía suficiente tamaño e importancia como para merecer una catedral digna. Digna para los fieles ovetenses y digno para los peregrinos" y por ello se construyó esta impresionante catedral


La Plaza de Alfonso II El Casto desde la portada principal. Al fondo un poco a la derecha está la capilla de la Balesquida y, a la izquierda, la Casa de la Rúa, que fue de los pocos edificios que no quemaron en 1521 al ser de piedra. Por ahí, por la calle Magdalena llegan los peregrinos que desde León han tomado el Camino del Salvador


Vamos ahora a la portada de la nave de la epístola, a la derecha de la portada principal y en la parte sur del pórtico o cabildo. Al fondo, de nuevo la calle Santa Ana, con la cabecera de la iglesia de San Tirso


Volvemos a ver los diminutos detalles de decenas de figuritas en los arcos exteriores del cabildo


La portada de la epístola es muy similar a la de la nave del evangelio aunque esta, a diferencia que aquella, presenta algunas de estas artísticas repisas para imágenes que, como las de la portada principal, nunca se usaron


Arriba, más repisas y doseles "constituyen una fantástica muestra de barroquismo", escriben en Catedral de Oviedo


También aquí miramos arriba a la espectacular bóveda, "fantástica muestra de goticismo", decimos nosotros


Y vistas, reconocidas y comentadas estas puertas y portadas, así como la imponente fachada gótica, volvemos al lado del evangelio para entrar dentro de la catedral, esplendor de arte barroco en un templo gótico con sus capillas y retablos, así como un Cristo Salvador románico de gran veneración






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