Ana Ozores, La Regenta, la Plaza de Alfonso II El Casto y la catedral del Salvador |
Ante la catedral ovetense de San Salvador, la Sancta Ovetensis, la estatua de Ana Ozores, protagonista de la famosa novela de Leopoldo Alas Clarín, La Regenta, se 'pasea' por la explanada de la catedral, la Plaza de Alfonso II El Casto, tal y como hace este personaje novelesco por excelencia, tras el que Clarín pone a un clérigo catedralicio, el Magistral, Fermín de Pas, que es además su confesor, disputándose sus inconfesados amores con un Don Juan rocambolesco que llega a la ciudad, Vetusta, población que el religioso observa frecuentemente desde lo alto de la torre gótica con su catalejo, escudriñando los movimientos y vida de sus habitantes, incluyendo por supuesto los de su imposible amada, La Regenta, que caerá, aún casada con un hombre mayor que él, regente de la Audiencia (de ahí el apodo de ella) don Víctor Quintanar, en brazos de su oponente, el seductor recién llegado, Álvaro Mesía
Saliendo a la plaza por la calle Santa Ana al lado del pórtico de la catedral y bajo la torre gótica |
"Esta plaza fue durante la Edad Media el lugar más cotizado de la ciudad para que la nobleza local y regional desease construir en ella grandes mansiones palaciegas con patios centrales, jardines y soportales que formaban un conjunto homogéneo. Tras el incendio de 1522 el Cabildo Catedralicio solicita que «se prohibiese la reedificación de las casa de la Plazuela de la Catedral que frontean la fachada principal del templo». Pero prevaleció el derecho de propiedad que alegó la burguesía dominante, dueña de los edificios.
Con el paso de los años, al desarrollarse el comercio en la calle Cimadevilla, la burguesía va trasladándose a ella y así llegamos al año 1924 y ahora es el Consistorio el que deseaba ampliar el espacio situado delante de la Catedral para una mejor visión de la misma y a partir de aquí la polémica está servida con defensores y detractores. Entre los defensores de ampliar el espacio el Cabildo Catedralicio y buena parte de la ciudad. Entre los detractores de la medida, grandes personalidades del momento, arquitectos, la Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Real Academia de la Historia, que firmaron un manifiesto en contra.
El 30 de Mayo de 1928, en sesión plenaria se aprueba el derribo de las construcciones y a finales de 1930 desapareció la vieja plazuela. La última de estas casas seria donada por el Marqués de San Feliz para que se construyera la nueva sede del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo" (el edificio de la derecha de la foto)
El Monte de Piedad de la Caja de Ahorros fue inaugurado oficialmente el 15 de enero de 1881. Su primera ubicación fue en el primer piso del n.º8 de la Plaza de Riego. En octubre de 1881 se traslada al n.º 9 de la desparecida calle Platería (¡ay esos viejos topónimos perdidos!) de donde se trasladó, en 1932, a la Plaza Alfonso II el Casto, con entrada por la calle Schultz, insertado en una parte del epicentro histórico de la ciudad, rodeado de piedras que podrían contar muchas historias de lo que fue palacio real, hospital de San Juan o la primitiva iglesia de San Juan. Este edificio, obra del arquitecto Rodríguez Bustelo, fue el primero propio del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo. Levantado en el solar n.º 6 de la plaza al que se anexionó una parcela cuya venta había sido solicitada al Ayuntamiento a inicios de 1930 y que fue comprada y cedida por el Marqués de San Feliz con la condición de destinarla a la construcción del Monte de Piedad. Esta fue su sede hasta 1945 en que se decidió la fusión con la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Gijón dando lugar al nacimiento de la Caja de Ahorros de Asturias en 1946. El Monte de Piedad permaneció en la sede de la plaza de Alfonso II hasta el 31 de octubre de 1960 en que se inauguró la sede de la Plaza de la Escandalera."
EN LOS COMIENZOS DEL SIGLO IX,DESDE ESTA SU BASÍLICA DE EL SALVADOR.INICIÓ EL MONARCA ASTURALFONSO II EL CASTOLA PRIMERA DE LAS PEREGRINACIONESA COMPOSTELAPARA VENERAR LA TUMBADE SANTIAGO EL MAYORY FUNDAR ALLÍ, EN SU HONOR,LA PRIMERA BASÍLICAMMX AÑO JUBILAR COMPOSTELANO
"La actual Academia Asturiana de Jurisprudencia surgió a raíz del bicentenario del Colegio de Abogados, y se inició tras una asamblea realizada el 7 de octubre de 1975, obteniendo autorización gubernativa como mera asociación bajo la presidencia interina de don Eusebio González Abascal, quien con Tuero Bertrand y don José M. Muñoz Planas, llevaron el peso efectivo para su erección en tal Academia".
"Tipológicamente el palacio es obra del primer barroco asturiano, de inspiración clasicista. Sigue el modelo de los palacios exentos y de planta cúbica estructurada en torno a un amplio patio central. Su fachada occidental, de buena cantería, estaba flanqueada por dos torres, de cuatro plantas, de la que tan sólo resta la noroeste. Es una fachada muy sobria y desornamentada. Líneas de imposta delimitan sus tres plantas y dos bandas de sillares separan su cuerpo central de la torre y del ala suroeste que fue levantada por la familia Heredia. Dos pilastras cajeadas enmarcan la portada, sobre la que corre un friso decorativo de rosáceas y un balcón, que da paso al escudo de los Miranda con la corona del marquesado de Valdecarzana. El lienzo oriental del palacio muestra también fábrica de cantería y acoge, en el segundo piso, las armas de los Miranda y Ponce de León. La fachada norte es de mampostería revocada".
Fue durante tiempo residencia de la familia y aquí vivió el alcalde Antonio Heredia Velarde. Luego perdió ese carácter palacial y pasó a ser casino entre el siglo XIX y 1931, cuando pasó a ser sede de la Audiencia Territorial de Asturias. De sus tiempos de casino, en el sentido clásico de lugar de reunión social y fiestas, además de apuestas, nos informa Carmen López Villaverde, directiva de la Sociedad Protectora de la Balesquida en la web de esta entidad:
"Este tipo de establecimientos deben su nombre a una finca de recreo llamada Casino que pertenecía a la Reina Regente María Cristina de Borbón. En ella se celebraban fiestas y otras actividades culturales. A partir de 1850 en casi todas las localidades asturianas se pusieron de moda los casinos en los que además de animadas tertulias y salas de juego, también se celebraban bailes, conferencias y conciertos.
El primitivo emplazamiento del casino de Oviedo estuvo en la calle la Rúa donde se celebraban reuniones y tertulias, pero sus dependencias se fueron quedando pequeñas a medida que aumentaban los servicios que ofrecía y a mediados del siglo XIX se trasladó al Palacio de Valdecarzana Heredia en la plaza de la Catedral. Fue un centro social muy concurrido con un buen gabinete de lectura donde se leían los periódicos que llegaban de Madrid, con salones de juegos como tresillo y billar y además se celebraban elegantes bailes y según se decía los «caballeros de la buena sociedad ovetense además de jugar al tresillo, despellejaban a sus convecinos» ¡Léase la Regenta!
El casino tenia sus propios estatutos, el número 8 decía que «sólo estarán exentos de cuota de entrada los funcionarios o empleados del Estado, militares, personas cuya residencia sea accidental y los hijos de socios, menores de 18 años.»
Julio Cejador, ex jesuita, catedrático de latín y novelista cuenta una curiosa anécdota ocurrida en el casino de Oviedo: Hacia 1896 D. Ramón Pérez de Ayala era estudiante de leyes en la Universidad de Oviedo y D. Leopoldo Alas Clarín profesor suyo. Cierto día D. Ramón acudió al casino y entró en la sala de juegos donde estaba Clarín que al ver a su discípulo lo mandó salir de la habitación a voces porque no tenia edad para presenciar lo que allí ocurría y él, su profesor, le estaba dando precisamente un pésimo ejemplo al discípulo, que podría llegar a perderle el respeto.
Las reformas y gastos que se habían hecho en el palacio para adaptarlo a sus necesidades y la Sociedad que lo regentaba se resintió de ello, así que poco a poco su actividad fue decayendo hasta que en 1931 desapareció".
Justo encima de la puerta está el balcón principal, con el escudo de los Heredia entre dos semicolumnas dóricas. Sobre ellas reposa un entablamento quebrado con friso decorativo clásico
"Por la relación existente entre la Casa de Valdecarzana que aún conserva en la fachada de la calle de San Juan el blasón de Miranda (las cinco doncellas en sotuer) y la parte de la misma, que forma uno de los lados de la plaza de la catedral en la cual dos tenantes sostienen el escudo de los Heredia, formado por cinco torres, que adquirieron éstos en el siglo XVIII, y levantaron su fachada, bien distinta de la parte más antigua del primitivo solar de los Fernández de Miranda, los agrupamos aquí. Corrobora la simple apreciación de visu de ambas un testimonio del famoso arquitecto Manuel Reguera González emitido el 6 de febrero de 1768 con otro maestro Francisco Antonio Kodieres: «Después del juramento y señal de cruz declararon han pasado a reconocer muy por menor las casas y hallaron que la principal que se dice de Miranda está junto a la iglesia de San Juan el Real de esta ciudad se compone del piso terreno cuarto principal y cuarto alto y cada uno de distintas piezas de alcobas y salones que por la construcción de paredes apertura de ventanas y distribución de cuartos se demuestra bastante antigüedad. La poseía don Anselmo de Miranda Avila como incluída en el niayorazgo de Valdecarzana. El quinto Marqués de Valdecarzana y octavo Conde de las Amayuelas don Judas Tadeo Fernández de Miranda y Villacis murió sin sucesión acabando en él la varonía de este ilustre linaje asturiano. Poseían la tenencia de la fortaleza de San Martín de Pravia por juro de heredad concedida por don Felipe 111 el 11 de mayo de 1617.
Del opulento mayorazgo fundado por Diego de Miranda en 11 de Abril de 1504 (4) formaban parte los lugares de Soto de los Infantes reconocido por la sentencia arbitral del Corregidor de Asturias Hernando de Vega en 1468, Villanueva del Infantado que doña Beatriz Ponce de León llevó en su matrimonio con Diego de Miranda y había recibido por donación de su tía del mismo nombre en 1394, Coalla que entró en su dominio adquirido de Rodrigo y Álvaro Flórez antes de 141 1, Valdecarzana aportado por doña Isabel Ramírez de Quirós casada con Diego de Miranda noveno abuelo del Marqués D. Judas Tadeo. Guía adquirido de las Monjas bernardas de este monasterio a cambio de la casa cedida por Sancho de Miranda en Avilés, a donde se trasladaron las religiosas. Aguino entró en los Miranda por compra de Sancho de Miranda en 1545 y 1566 de Dª Brazaida de Quiñones y Álvaro Flórez. Cabruñana y Quinzanas incluidos en la sentencia arbitral de 1487. Luerces pasó a los Miranda en 1542 del Monasterio de Cornellana, Muros Ranón y la Arena fueron vinculados en 1512 por Rodrigo González de la Rúa en favor de su hijo Gutierre González de Quirós, en la escritura de concierto otorgada en Oviedo ante Diego González de la Ribera el 7 de Julio de 1530, para el matrimonio de Dª Leonor Ponce hija suya, con Lope de Miranda. Además de la casa de Oviedo poseían en Grado un hermoso palacio con suntuosa capilla de sillería de labor barroca levantada a principios del siglo XVIII, uno de los monumentos interesantes de esa época en Asturias.Don Antonio de Heredia, adquirió la parte del palacio de Valdecarzana a mediados del siglo XVIII, por juro perpetuo de 1.100 reales pagaderos al poseedor de la casa principal. Era el nuevo poseedor Alcaide perpetuo de la fortaleza de Oviedo, había nacido el 13 de Noviembre de 1750 y casó con Dª María Juana de Tineo y Ulloa cuyo padre fue Sr. de las Regueras y de Villarmenteros. El cargo de Alcaide fue otorgado a D. Bernardo de Heredia por el Rey D. Felipe 111 el 28 de Enero de 1615 vinculándolo en su casa el cuarto Alcaide, el 18 de Septiembre de 1674 (5). El mayorazgo de la familia lo fundaron con facultad real del Rey D. Felipe 11 dada en Madrid a 7 de Enero de 1587, Alonso de Heredia y D." María de Ribera en el lugar de San Clodio de la jurisdicción de Oviedo e1 24 de Octubre de 1596 ante Alonso Pérez, y comprendía: El patronato de la capilla del Santo Cristo colateral en el lado de epístola, inmediata a la mayor en el Convento de Predicadores de Oviedo adquirida por escritura de 11 de Abril de 1577 ante Toribio de Ribera. Los bienes de San Clodio, Santullano, Turón, Aller y Lena que le renunciaron sus hermanos Juan Fernández de Heredia y Bernabé de Heredia, Canónigos de Alcalá de Henares y Oviedo respectivamente, por escritura en Oviedo el 17 de Junio de 1576 ante Alonso Pérez de Oviedo. Las casas del Barrio de la Puerta Nueva y doscientos. ducados de renta anuales situados en juro sobre las alcabalas de Oviedo que para aumento y acrecentamiento de su Casa le hizo donación su hermano Martín de Heredia, Rector de la iglesia de Colina en la Nueva España por escritura en Oviedo ante el escribano citado e1 28 de Enero de 1585. Además incluyó en el mayorazgo unas casas en la calle de Cimadevilla, el hórreo grande detrás de las mismas; las cinco casas nuevas en la calle de la fuente de las Dueñas que rentaban de foro dos ducados anuales. La casa y asiento de Villaverde en el lugar de San Clodio con la torre y casa de Moja con el prado grande de Verón. La cacería de la Pedrera con dos hórreos y dos huertas, la casería de Aguilón con una huerta grande y prados, la heredad de Pontelo y la huerta y prado de Sotiello. El término redondo de la Navaliega con más de cincuenta días de bueyes de heredad, el prado de la Canal, el hórreo de Castañera, el prado del Bolado, la casa del término de Villaverde y otros castañares y heredades en el lugar de San Clodio. La cacería de Vega en el lugar de Sograndio y la de Cadalocaya con su huerta grande, con otros bienes, castañares y prados en el citado lugar. Los bienes del lugar de Santullano con la ermita que construyó en honor de la Santísima Trinidad, el prado del Molino pegado al puente de Ujo con toda la ribera desde allí hasta el lugar de Mieres, y seis casas más. En Turón los prados de la Rena, La Vega fondera, los Enfestales, el Valle, la heredad de la Tierra de Losas y otras. En el lugar de Cortina, las heredades de Tazón, del Cepedal, el Castañedo de la Vega, las Formigueras y muchas más.Los castañedos de Peñuli que llamaban el Llano del Juncar, del Pedregal y otros varios. En la feligresía de Valdecuna la tierra del Argallo, el prado Socueto, con cacerías y prados, las heredades en Villallana, Carabanzo Sovilla, los hórreos de Ujo, nelas de tierra en la feligresía de Castiello en el concejo de Aller, en el lugar de Bustilladi. El censo de mil ducados de principal al Concejo de Riosa constituido. por escritura de 5 de Marzo de 1580 y los regimientos de Oviedo y de Lena".
"La intervención de varios arquitectos supone diferentes estilos en los pisos de la fachada. Por una parte, el inferior es más barroco, con la puerta enmarcada en una moldura con orejas. El piso superior es de corte más clásico y sobrio, articulado con pilastras adosadas. Posee sillares almohadillados en los ángulos. Es de planta rectangular y se articula en torno a un patio central. Se accede a través de dos fachadas: una de ellas frente al palacio de Valdecarzana, por la calle de San Juan, y la otra por la plaza de Porlier. De ambas puertas de entrada parten ramales de escalera para acceder al piso superior".
Esta es la fachada principal del palacio, que como hemos dicho mira a la Plaza de Porlier, con sus balcones y escudos. He aquí su descripción e historia por Miguel Lasso de la Vega y López de Tejada, el Marqués del Saltillo:
"El Marqués de Campo Sagrado don José Manuel Bernaldo de Quirós, poseído de fervor familiar, levantó este hermoso edificio. Era el más monumental de las residencias ovetenses por su situación en la hermosa plaza que señoreaba, antes de su destrozo e incendio (...), bien ajeno el prócer asturiano que lo construyó para residencia de sus descendientes, del ulterior destino que podría caberle. Alterada la organización familiar sólida del pasado, por la desvinculación, quedó aquella desprovista de su base y hubo de perecer, conculcadas las esencias fundamentales en que estribaba su permanencia. Paralela a ese movimiento la democracia en sus lógicas consecuencias, que espíritus perversos o miopes no lograron prever, realizó la obra nefasta que le era peculiar y el obrero consciente sucesor del plácido aldeano de Mieres contemporáneo del Marqués, procedió a la devastación y al saqueo de un monumento que por incomprendido estorbaba a sus instintos desatados y a su necesaria rebeldía incompatible con nada bello y ordenado.
"Declaro -decía en 1757-que esta mi casa de habitación, con su jardín situada al frente de otras del señor Marqués de Valdecarzana entre las calles de S. Juan y de la Balesquida, Plazuela del Real Castillo y Fortaleza y Calleja que sigue y traviesa de ella, a la parroquia1 Iglesia de San Juan el Real de esta ciudad, la fabriqué de nuevo en suelos de otras vinculadas la una de dicho mi mayorazgo de las Alas, otra del de mi Casa de Carreño, otra del mayorazgo de la Casa de Villavona de que es actual poseedora laseñora doña Josefa de Junco mujer del señor don Tomás Bernaldo de Quirós y Bellavides Regidor de esta ciudad y otra del anunciado señor Marqués de Valdecarzana que le servía de caballeriza y pajar, para cuya recompensa le di fabricada de nuevo otra decaballeriza y pajar con su cochera junto a esta mi casa sin más intermedio que el de la calleja referida que también era de vínculo perteneciente a los padres y abuelos del Licenciado don Antonio Fernández Llana, Abogado de esta ciudad. A quienes para su recompensa di en permuta dos caserías correspondientes.al mayorazgo de la mi casa de Huergo en el Concejo de Siero donde las goza hoy el mismo don Antonio de la Llana y al dueño de dicho mayorazgo de Villavona, di en permuta y recompensa de la suyaque demolí para el jardín de la mía, otra perteneciente al mayorazgo de la mi Casa de Quirós en la calle de la Platería de esta ciudad donde la goza y habita la anunciada señora doña Josefa de Junco y su marido todo con Real Facultad y licencia de S. M.que para ello pedí y me fue librada".
En la casa había archivo y movióle a ello su deseo de que los sucesores en su casa tuviesen noticia de los papeles y derechos; «de la que carecí yo, muchos años por no tener el archivo de los papeles en esta ciudad a falta de casa propia y cómoda y careceré acaso de otras muy importantes a la conservación de mis casas y mis mayorazgos por dicha razón, cuya disculpa no tendrán mis herederos y sucesores, por haber hecho de intento cuarto de archivo en ésta mi casa al tiempo de su fábrica, en que al presente tengo colocados todos los papeles para que teniéndoles ahí a mano puedan con facilidad manejarlos e instruirse bien de sus derechos y obligaciones como se lo encargó.Deseaba el Marqués que su sucesor don Francisco pidiese licencia a sus Amos para retirarse del servicio «y en caso de no poder ni querer desprenderse de la servidumbre pidiendo el retiro que contemplo tan preciso si no quiere perder y abandonar su Casa, se mantengan aquí don Antonio y don Francisco sus hijos a la continuación de sus estudios bajo la dirección del doctor don Domingo Alonso Canella, Cura de Sariego y Catedrático de la Universidad y al cuidado de su Capellán don José García Barbón».Don Francisco Conchelo Capellán de sus nietos estaba poco tiempo ha encargado de ellos y si su hijo tomaba alguna providencia esperaba le atendiese en sus pretensiones, si se retardase su acomodo.También tuvo a su servicio a don Juan García Cienfuegos vecino de Casorvida sobrino de los Curas de Carroceda del Concejo de Valdeviñayo en el reino de León de que era dueño espiritual y temporal y porque su familia le sirvió con puntualidad y amor, pensó emplearlo para en su día poder hacer algún bien a él o los suyos, pero «viendo que sin culpa suya Dios no le ha dado los alcances correspondientes para su desempeño y que me mortificaba continuamente y le mortificaba a él sin que lo pudiese remediar me resolví a despacharlo al año sobre día más o menos y encargo a mi hijo sin perjuicio de los criados de más antigüedad y mérito a quienes es mi intención preferir, le ayude a cualquier acomodo a que dirigiese sus pretensiones». D. Manuel Alas natural del Concejo de Carreño hijo del Escribano Fernando García Alas, graduado de Bachiller en Teología en esta Universidad llevaba poco tiempo en su servicio, por lo que si a su hijo pereciera no mantenerlo después de los funerales y dándole vestido de luto se restituye a su casa o posada de esta ciudad, aunque siendo mozo de habilidad y conducta rogaba le ayudara.Era su Secretario don José Bruno Linares, natural de Llanes y también Ayuda de Cámara hacía cuatro años y aunque le despidió volvió a su servicio por haberse corregido y estar acostumbrado al manejo en el despacho del correo, lo recomendaba a su sucesor no sólo para el oficio de Secretario sino para el de Ayuda de Cámara-«pues peina y afeita bastante y encargaba no le desamparase y lo llevara consigo para su servicio o el de sus hijos por estar congeniados con él y acostumbrado a asistirlo se hallan mejor que con otro, y si sus partidas de cristiandad y frecuencia de sacramentos le hiciesen acreedor al estado eclesiástico y el manifestase esa vocación, pues hábil le considero bastante, por estar bien gramático encargaba a su hijo que si él descubriese esa vocación le atienda y confiera algún curato decente con que pueda pasar su vida y con hábil prevención, añadía, que si su vocación no fuese esa y a su hijo así se lo pareciere lo mantenga en su servicio hasta proporcionarle algún empleo suficiente para su decente manutención».A sus criadas mayores doña Micaela García de la Cabezada y doña Teresa de Miranda dejaba 200 ducados, a 1,a segunda para el caso de tomar estado por ser muchacha que se le pueda proporcionar y no tomándolo, cien ducados y como doña Micaela era de más edad y puede que ni le apetezca ni se le proporcione tomar estado, le dejaba por los días de su vida media docena de fanegas de pan en cada año y si se le proporcionare matrimonio se le darían doscientos ducados por una vez.Miguel Moñíz, hijo de Andrés Moñíz de Felechosa por los respetos de su padre que fue siempre de los caseros más antiguos y leales de aquella parroquia abrigó en su caso sin perjuicio de su conciencia para libertarle de la prisión a que estaba amenazado en una causa matrimonial y porque no comió el pan celoso mientras estuvo en su casa cuidando del prado y asistiendo a todo lo que se le mandaba, ordenaba se le den diez ducados de salario por año y que se restituyese al lado de su padre.Francisco Piñeres su criado comprador, le consideraba preciso, era su voluntad se mantuviese en ella y le mandaba 200 reales de gratificación. Al lacayo por ser moderno que se le despida después de los funerales, pues para asistir a sus nietos y peinarlos sobra su ayuda de Cámara Linares y el cochero también moderno, había de permanecer al cuidado de los caballos de la caballeriza y la dispensara Josefa Morán también moderna, se la despida con gratificación de sesenta reales, por el trabajo que tuvo en la asistencia del pariente Canónigo de Sevilla D. Joaquín de Quirós que vino a las pruebas de D. José de Sierra y Cienfuegos Canónigo de Valladolid y Colegial de Santa Cruz.Declaraba que con su poder compró D. Joaquín del Rivero y Lamadrid al indiano Barrio la negra llamada Lucía de Quirós por ponérseles siempre el apellido de sus amos, la trasmitía a su hijo si la consideraba útil y le agradase en el ministerio de la cocina que aunque pesada y a su paso no deja de tener alguna 'razón para componer una comida regular. Después de los días de su hijo y atendiendo a las ansias con que estos infelices apetecen su libertad, o antes, si al propio mi hijo no le agradase en casa ni le pareciese conveniente, quiero que desde luego la ponga en libertad para que pueda buscar su fortuna y serme agradecida enconmendándome a Dios como lo espero. Bien que siéndole útil a dicho mi hijo-le encargo-procure tratarla con aquel amor y caridad que la ley de Dios manda y al mismo tiempo con el rigor que la rudeza y terquedad de estos naturales suele ocasionar a tiempos.No permitiéndose echar mano de Mayordomos eclesiásticos como lo hacían antes con distinta utilidad de nuestras Casas y aun de los mismos mayordomos, era su voluntad que los hijos de los seglares sean atendidos en las presentaciones de la Casa según el mérito de sus padres especialmente los de D. Manuel López Longoria Mayordomo de su Casa de Mieres por haber sido su criado antiguo antes de encargarse de la mayordomía y por la satisfacción de su conducta habilidad y ley, y los del Mayordomo de Avilés, don José Cancio Villar por ser un mozo de acreditada conducta fidelidad y ley. «Y encargo de nuevo a mi hijo disponga desde luego retirarse al cuidado de su caca y disposición de sus hijos según le pareciere más conforme, bien que a su primogénito don Antonio María Bernaldo de Quirós mi nieto no soy de dictamen ni tengo por conveniente le separe de si desde mi fallecimiento hasta darle estado, por las contingencias que pueda tener que como a niño le asesten y procuren engañar por la facilidad con que a los de su edad se les engaña para cuya precaución se hace preciso estar siempre a la mira de sus operaciones. Ni siquiera que por llevarle y darle estado perdiese la afición de su Patria, y en caso de tomarle fuera de ella, le encargo procure retirarle a su casa para que no pierda a esta el amor y cariño que es tan necesario para no abandonarla y perderla como indefectiblemente sucedería si no lo hiciese así. Porque las haciendas y Cilsas de Asturias no son pura desampararlas, sin el riesgo de su perdición ni para dejar de tener entendido que aba'ndonadas y desamparad~s todos procuran meterse a usurpur sus regalías y utilidades*. Una joya y aderezo de diamantes la empleó en su nuera doña Francisca de Sales Mariño de Lobera y otro de esmeraldas lo mandaba para la que casase con su nieto don Antonio Bernaldo de Quirós y otras sortijas pequeñas de diamantes y esmeraldas que no empleó por la intempestiva muerte de su primogénito don José-Manuel Bernaldo de Quirós y por la fatualidad en que cayó su otro hijo don Gabriel. Exceptuaba una sortija grande de esmeraldas por ser proporcionada para su hermano el arcediano de Toledo discurriendo que la dejara a su casa como todo lo demás sobrante de su precisa decencia. También le dejaba una cajita de oro con esmalte realzado que le regaló después de comprarla en la almoneda de la Reina Madre y la otra la compró en la Almoneda del Regente señor Barrera. Un lignun Crucis esmaltado en oro, lo legaba a su nieta Mariquita educanda en las Descalzas Reales y otra de plata con los retratos grabados del Rey y de la Reina al Capellán don José García Barbón.»La tercera restauración que habrá de sufrir el palacio de Campo Sagrado mantendrá por mucho tiempo su conservación y prestanza, para admiración de las generaciones venideras y merecido tributo de gratitud al prócer insigne que lo edificara".
"Perteneciente a un honrado nivel burgués, de hidalguía no contrastada aunque relativamente equiparada, como acredita el usual tratamiento de “doña”, junto al “don” de su esposo, Fernando Gonçalvis, que les asigna la documentación inherente a ambos.
Su personal apellido, derivado del nombre de su padre Giraldo Pérez, revela sin duda la vinculación familiar originaria al núcleo de población de ultrapuertos afincado en tierras hispanas desde las relaciones político-militares exteriores de Alfonso VI de Castilla y León (1065-1109), incrementado ya de modo especial en las regiones peninsulares norteñas por razones civiles y mercantiles. Asentamientos que revelan la existencia de comunidades francas (no necesaria, aunque sí predominantemente francesas) en las dos entonces principales ciudades asturianas de Oviedo y Avilés, cuyos respectivos fueros de 1145 y 1155 promulgados por Alfonso VII el Emperador, ratificando las concesiones contenidas en fueros anteriores (hoy perdidos, de su abuelo y antecesor), de sendos merinos propios, entre los cuales cabe consignar muy anticipadamente un “Robertus”, juez de “illos francos” en Oviedo, en 1114.
Términos personales y gentilicios por igual extranjeros son homógeneos de otros muchos suministrados por la documentación asturiana coetánea: Guillermo, Ivo, Bernardo, Beltrán, Giral, Giraldo, el propio Giradles, Bretón, Renalt, Tarascón, Franco. Así como otro tipo de denominaciones como las de Gascona y Rua Francisca, esta última conocida popular y oficialmente hoy como “Calle de la Rúa” en Oviedo."
"El día 5 de febrero de 1232 (1270 de la Era Hispánica), la egregia dama Doña Velasquita Giraldez, instituye o funda una Cofradía integrada por los entonces llamados alfayates, que luego serían denominados sastres, y por «otros vecinos y buenos de la Ciudad de Oviedo», a la que hace donación, de un hospital, que le pertenecía, llamado de Santa María, ubicado en las proximidades de la capilla actual. También le dona, una serie de bienes con que hacer frente a los gastos de mantenimiento del hospital -dos tercios de una casa y otras varias fincas-, así como el ajuar del mismo, consistente en 10 camas con sus correspondientes ropas.
Como contraprestación, la Cofradía se compromete, a perpetuidad, a hacer entrega, cada año, de quince maravedíes a un sacerdote de San Tirso para que celebre misa, víspera y maitines por su eterno descanso.
Según costumbre anterior al siglo XV, sus cofrades, «el martes de Pentecostés», acudían en procesión a la ermita de Nuestra Señora de Mexide, en el ovetense barrio de El Fresno, y, tras la celebración de solemne misa cantada, se les entregaba como almuerzo, «un bollo de media libra de pan de fisga [escanda], torrezno y medio cuartillo de vino de pasado el monte».
La Cofradía, pasó a lo largo de los años por momentos difíciles, en los cuales estuvo al borde de la desaparición, pero afortunadamente, aún persiste para honra de la ciudad y de sus vecinos y siguen celebrándose anualmente, varias de sus antiguas tradiciones, como son la procesión con la imagen de la Virgen, el reparto del bollo el Martes de Pentecostés y la entrega de castañas asadas con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Esperanza, de la Expectación o de la O -las tres advocaciones son idénticas- en el mes de diciembre de cada año.
Con fecha 25 enero de 2013 (festividad de la Conversión de San Pablo), ha sido erigida, dentro de la Archidiócesis de Oviedo, como Asociación Pública de la Iglesia con personalidad jurídica.
Desde el mes de octubre de 2013 la Cofradía es propietaria exclusiva del nombre «La Balesquida» por lo que nadie, sin su consentimiento y autorización, pueda utilizar dicho termino, tal y como han declarado los Tribunales de Justicia en fechas recientes, so pena de incurrir en responsabilidades civiles y penales".
“En el ospital de nuestra señora doña Valesquida Giraldez a veinte de abril de sesenta años [1560], andando buscando yo el Licenciado Diego Morán las escrituras viejas de la dicha casa, entre ellas alle las ordenanzas siguientes las que puse aquí porque la regla y las ordenanzas de la casa dizen las llevo Pedro de Pravia y por memoria y orden son estas:
Primeramente por nos y por todos los otros que después nos vinieren ordenamos en servicio de dios y desta casa y compañía y compañeros de nuestra señora doña Valesquida Giraldez las ordenanzas y Regla siguiente;
1 Que se perdonen todos los errores y discordias que acaescieren entre los cofrades los unos a los otros y los otros a los otros de buen corazón y de buena boluntad y se amen como hermanos no yendo ni pasando contra mandamiento de justicia.
2 Otrosi ordenamos que quando se llamare a cabildo sean obligados los compañeros estando en la cibdad y no teniendo justo impedimyento de yr a él so pena cinco maravedís y de caer en la pena de perjuro e juramento que hicieren.
3 Otrosi que ninguno sea osado de salirse del cabildo ni casa con saña ni rencilla sin licencia del vicario juez o mayordomo so pena de cinco maravedís
4 Otrosi que cualquiera que lebantase escandalo o Revuelta o renegase o ficiere cosas deshonestas que pague diez maravedís.
5 Otro si que cualquiera de nosotros que quisiere decir o Razonar o Responder en nuestro Cabildo y pida licencia so pena de que el que hablare de otra manera pague dos maravedís y al que el mayordomo o su vicario mandase callar y no lo hiciere pague diez maravedís.
6 Otro si ordenamos que cundo estuviéramos en algun solaz ninguno de nosotros no sea osado de fablar de ninguna cosa que pertenezca al cabildo so pena de pagar por cada vegada tres maravedís.
7 Otros si ordenamos que cualquier compañero que con saña o despecho que aya de la compañía dixiese algo contra ella o contra algún oficial o compañero Della que le ayan por no compañero y pague beinte maravedis y le lebantes los oficiales publicamente y se le reprenda
8 Otro si ordenamos que a la nuestra jantar que ninguno llebe moço ni moça e si lo llebare que lo tenga encima del onbro e pague veinte maravedis
9 Otrosí ordenamos que la que los oficiales mandaren escanciar y serbir y no lo hiciere pague el vino que hubiere de beber
10 Otrosi ordenamos que quando algun compañero recibieremos sean todos concordados y conformados y jure este regla y ordenanzas y pague su madexa sin la cual no se reciban y los que fueren en lo recibir la paguen ellos.
11 Otrosi ordenamos que cualquier de nosotros compañeros o los que fueren de aque adelante que ninguno no sea osado de defender la prenda que se le tomare por las penas arriba dichas y por los demas y si la defendiere que pague diez maravedis.
12 Otrosi ordenamos que cuando algun compañero o compañera entrase en la compañía de la agulla que no le recibamos menos de doscientos maravedis de la moneda que corriere e mas un solaz según costumbre e que el compañero que entrare en la dicha compañía sea tenudo de facer decir una mysa en la capilla del hospital a su costa e que los compañeros seasn llamados para estar a ella so pena de tres maravedis el que no viniere a la mysa.
13 Estas son las fiestas que abemos de guardar y ordenamos se guarden Primeramente día de nabidad con su octabario, día de año nuevo, día de los tres Reis día de pascua con los suyos
14 Todas las fiestas de santa maría que la iglesia mandare guardar y el día de la ascensión corpus cristi día de san Juan y los días de los apostoles y el día de todos santos día santa Lucía, todos los domingos y mas fiestas que la santa madre iglesia mandase guardar y so pena de juramento que han de faser que bayan a misa y no tabaxen so pena de otros diez maravedís allende de lo suso dicho pues nuestro dios la fizo para holganza de las gentes.
15 Otrosi ordenamos que ninguno de nosotros no sea osado descubrir el daño que alguno de nosotros ficiere de alguna ropa que se aya estragado o fintado y quel tal daño se pague con el doblo e a nosotros del oficio que pague veinte maravedís de los quales no aya gracia ninguna
16 Otrosi ordenamos que ninguno de nosotros no sea osado de fazer la ropa que alguno de nosotros tenga cortado sin licencia de aquel que lo corto y el que la tal ropa finiere que pague por pena doze maravedís y el que lo cortare y no lo quisiere fazer a su costa su dueño siendo nuestro compañero lo faga fazer.
17 Otrosi ordenamos que cualquiera de nosotros que tomaren juramento sobre razon de alguna ropa que otro aya fintado o estragado quel tal diga la verdad so pena de allende las otras penas quinze maravedís para la compañía.
18 Otrosi ordenamos que quando alguno de nosotros cayere en pena nuestro oficio o de mortuorio o misa o vigilia que quando el bicario dixiere fulano cayó en tal pena, que sea creido por su verdad y si el tal compañero lo contrahiciere que pague la pena con el doblo por mentir.
19 Otrosi ordenamos y mandamos so pena de juramento que se hiciere y veinte maravedís de pena que cualquiera clerigo de misa que entrase por nuestro compañero sea obligado a por cada cofrade que muriere decir una vegilia mysa y responso y de otra manera no se reciban so pena que los que le recibieron queden obligados a ello
20 Otrosi ordenamos que la mysas de los sabados que se dicen en nuestra casa y capilla los vicarios las hagan decir asta ora de que se pose prima en la iglesia mayor so pena de cinco maravedís.
21 Otrosi ordenamos que los clerigos y legos cada uno sea obligado de tener facha 1 al tiempo de las oras.
22 Otrosi ordenamos que cuando algun compañero que estubiere flaco y enfermo en cama o en la carcel que vayamos a lo visitar y beber con el dos maravedís de vino so pena de quatro maravedís cada uno que ANSI no lo hiciere.
23 Otrosi ordenamos y mandamos que cuando algun compañero o compañera estuviere flaco o demandare ombres para lo velar quel bicario siendo requerido llame los mas cercanos del enfermoy ANSI de grado en grado fasta que todos los cofrades vayan y esten de dos en dos oras y el que no fuere a velarlo siendo llamado pague por pena veinte maravedís para que beban los otros.
24 Otrosi ordenamos que cuando algun compañero o compañera murieren que seamos obligados a yr a su casa y cuidar el cuerpo hasta que lo lleben a la iglesia y alli esten a la misa cantada so pena de medio real cada uno.
25 Otrosi ordenamos que cuando algun fijo y fija o criado o criada de algun compañero muriere que seamos tenudos de lo yr a enterrar y sacarlo y llebarlo de su casa a la iglesia y estar a la misa so pena de medio real al que faltase y el que quisire entrar y ayudar a lo llebar pague un real y no sea mas tenido por compañero pues todos somos obligados a ello para cera y vino los otros compañeros y sea creido el vicario por su juramento del que mando y no le obedecio.
26 Otrosi ordenamos que quando alguno de los suso dichos finare y se requiriere el bicario llame compañeros que belen el cuerpo que tal bicario los llame y haga velar por oras de la noche so pena quel bicario que no lo hiciere no sea visto ser más bicario ni sea obedecido a cosa que mande ni ese tenga por compañero y los compañeros que fueren llamados y no fuere que de alli adelante no gozen de confrades ni se tengan por tales y paguen cada uno un real de pena por lo suso dicho.
27 Otrosi ordenamos que el que no fuere con el cuerpo e no beniere a la buelta de la iglesia a onrrar al dueño que pague medio real para cera y vino a los otros cofrades que fueren y el bicario sea obligado a los acusar y hazer prendar so pena de que pague la dicha pena doblada.
28 Otrosi ordenamos que cuando algún pobre muriere en el hospital siendo llamados seamos obligados a lo yr a enterrar y llebar a la iglesia so pena de que el que no fuere pague medio real de pena para cera y mysas".
"Según señala don Juan Uría Ríu, en su artículo «Las Cofradías Ovetenses de los oficios», publicado en la Revista «La Balesquida» de mayo de 1972, las anteriores Ordenanzas «están tomadas del Libro segundo de Acuerdos y Cuentas existente en el Archivo de la Cofradía, en los folios 242 a 244 inclusive».
1 El Diccionario de la Real Academia dice que esta palabra (facha) es también una forma anticuada de hacha. Se trataría por lo tanto de grandes cirios de sección cuadrangular llamados hachas."
"La fiesta comienza con la lectura del pregón y la procesión de la Virgen de la Esperanza desde la Capilla de La Balesquida hasta la iglesia de San Tirso, ambas situadas en la plaza de la Catedral de Oviedo. Durante el día se reparte el bollu preñau (bollo relleno de chorizo) y la botella de vino entre los cofrades. Los ovetenses y visitantes de otros lugares pasan la jornada con comida y bebida en las zonas verdes de la ciudad o en la zona rural del municipio, siendo día no laborable".
"La capilla actual es de una única nave rectangular de 14 x 7 metros con bóveda de cañón sobre arcos fajones y seis lunetos, atrio empedrado de entrada y puerta al exterior de medio punto. Es de estilo barroco, según proyecto de 1725, habiéndose reconstruido de nuevo en 1876, tal y como reza una plaza colocada en el exterior de la capilla. La última reforma de la capilla tuvo lugar en 1952 y afectó fundamentalmente a su distribución interna. Desde principios del siglo XXI se vienen restaurando los diferentes elementos decorativos que contiene".
"Jesús + María
“Este es un traslado bien y fielmente sacado del original que queda y anda en un libro viejo del Hospital y Casa é mas bienes que dotó y donó Doña Balesquida Giraldez, su voluntad y testamento a los Cofrades que fué hecha de los Alfayates de esta Ciudad é más vecinos de ella, según había pasado ante Martín Pérez, Presvítero Escribano de la dicha Casa, sacado y aquí puesto por mi el Licenciado Morán, vecino y Regidor de esta Ciudad, para que caso que aquel se pierda o no parezca, se tenga cuenta y razón de se acordar de la instituyente y dotadora y bienhechora de tan buena obra y memoria, que por nuestros pecados no hallamos después acá ni en nuestros días quien semejantes obras haga. Plega a Dios sea para que gocemos de Dios por intercesión de su vendita Madre Señora Sta. María de la Balesquida, Amén, El Licenciado Morán Giraldez.
Jesús + María
“Donación, dotación é nueba Constitución del Hospital de Nuestra Señora Sta. Virgen María: por Doña Balesquida Giraldes, en el año de mil y doscientos y setenta años, Reinando el Rey D. Fernando en León y en Castilla.
En el nombre de Nuestro Sr. Jesucristo y en virtud del Espíritu Santo, amén. Yo Doña Balesquida Giraldez en la hera de mil y doscientos y setenta años á cinco días del mes de febrero, fago donacion, doctación e nueva institución ultima y postrera voluntad por redención de mi anima y de mis padres y de todos mis bienhechores á vos todos los Confrades de la Confradía que hago é instituyo de los alfayates ó jastres y de otros vecinos y buenos de la Ciudad de Oviedo, doybos y concédovos, es a saber: Un Hospital el cual edifiqué para recibimiento de los pobres en heredad propia mía, la cual compré y adquirí por juro de heredad con todas sus pertenencias, la cual está cerca de la Torre del Castillo Real cabe la Calle y Camino público que va a la Yglesia de Sta. María del Campo de una parte y de otro lado de arriba está Casa del Monasterio de San Vicente, y de la otra parte delante está Casa de Bartolomé Martínez.
Doy tambien con este Hospital dos tercios de la Casa que fue de Pedro Cuyer y de su mujer Doña Armina, y está cerca del dicho Hospital ante la dicha Torre.
Doivos tambien aquella losa que fué de Juan del Caro: la compré su fijo Pedro Carro con todo su lantado y con todas sus pertenencias y está en el Rosal ante la losa que fue de Juan de Vega, y las dos tercias de las dichas Losas, las cuales compré de Doña Martina Martínez muger de Estévano Renaldo e sus hijos é hijas.
Doyvos tambien todas mis heredades, las cuales compré y tengo y haber debo en la Villa de Truébano dentro y fuera de la dicha Villa ó Aldea, con Casa é Controcios y lantados, duendo y brabo, y con todas sus pertenencias, salidas y entradas.
Doyvos tambien en este Hospital Camas, conviene á saber: Diez lechos con sus alcázares y con seis Cabezales de buena pluma, é once mantas é dos Colchas, é nos los sobre dichos. Confrades abemos cada un año para siempre dar quince mrs. De la moneda del Rey á ocho sueldos a un Presvitero de la Capellanía de San Tiso que cada día celebre Misa, Visperas y Maitines por vuestra anima.
Esipor algún caso la dicha Confradería fuese destruida del todo ó por ventura quedasen otros ó más del número de los dichos Confrades que quisiesen é pudiesen cumplir lo sobredicho por vuestra anima según que arriba dicho es, que lo puedan y deban rescibir y tener y cumplir todo lo que dicho es por vuestra anima D.ª Balesquida Giraldez.
Y tenemos que conservar fielmente, según todo nuestro poder el dicho Hospital con las dichas posesiones y casas suyas para recibimiento y servicio de los pobres para siempre, según que arriba es dado y donado. E si no hubiese algunos que lo pudiesen o quisiesen complir, según otro es, el Señor Deán é Sochantre de la Yglesia de Oviedo con el Capellán mayor de San Tirso, hayan y deban tener el dicha Hospital con las sobredichas posesiones, y todas las otras casas sobredichas con todo lo que después fuere adquirido para el provecho y servicio del dtro. Hospital y según la facultad é posibilidad del dicho, ordenar y disponer dél según discreción y albedrío. Y para cumplir lo que dicho es por nuestra anima, tengan cumplido poder.
Eyo Doña Balesquida Giraldez oblígovos las dos mis medias casas que yo hice en mi heredad que están en la Rúa fuera de la puerta del muro del Castillo en la calle que esta cabe: Sta María del Campo para validación y guarda del dicho Hospital y de las dichas posesiones en todo tiempo y están entre la casa de D.ª Alambre y la casa que fué de D. Alonso Pérez Canónigo, en tal que cuando quiera que las dichas casas se dieren ó traspasaren por cualquier título, siempre sean obligadas a vos y á vuestros sucesores para el dicho guarescimiento. Eyo con todos los otros mis bienes y posesiones de mi subcesores, libre de dicho garescimiento, y si la dicha moneda fuere mudada tengo de pagar los dichos quince mrs. Según lo que, esta moneda vale en el presente tiempo.
E nos los Confrades tenemos de pagar los dichos quince mrs. Para el dicho Clérigo por tres tercios del año, en cada tercio su rata, escomenzando primero día de Marzo hasta el otro primero día de Marzo sin disminución alguna. Que fue hecho y otorgado lo sobredicho en Casa de Alonso Pérez Rosello en lleno Cavildo, reinando el Rey Dn. Fernando en León y en Castilla y Córdoba, y D. Juan por la gracia de Dios Obispo en Oviedo y García Carnota Merino del Rey en aquella vez, y fueron testigos presentes Maestre Nicolás Canónigo y Pedro Isidro Presvitero y Ruiz González Presvitero y Juan Presvitero y Diego García y Domingo Sánchez y Sancho Gutiérrez y Pedro Rello é Guillerme e Nicolás Pérez Alfayates, é otros, Andrés Giño, Pedro Fernández é Juan Pérez é Fernando Miguel Jueces de la Confraderia, y Vicarios Miguel Fernández y Juan García andador y García Díaz, Pedro Díaz, Don Fernán Pérez, Pero Guión, Estevan Guión, Pedro Sánchez, Isidro Vega y Nicolás Deba, Pedro Giraldi, Alonso Martín, Martino Pérez Presvitero Escribano de la dicha casa=Martinus Pérez Notarius=El Licenciado Moran Giraldez".
"En 1232, el mismo año de su fallecimiento, doña Balesquida hizo donación del hospital que había edificado en heredad propia, no lejos de la torre del Castillo Real, para el recibimiento y remedio de pobres necesitados, hospital que dotó con bienes bastantes para su sostenimiento: esto es, edificio, ropas y rentas a la cofradía civil de los alfayates o sastres y otros vecinos o buenos de la ciudad de Oviedo. Dicha donación se llevó a cabo "en lleno cabildo". Reinaba entonces el rey don Fernando en León, y en Castilla y Córdoba, don Fernando III el Santo.
Está claro que la cofradía de los alfayates, como asociación civil, existía mucho antes de 1232, porque de otro modo no pudiera doña Balesquida hacerla donataria de su hospital y bienes. Los sastres y otros vecinos y buenos de la ciudad, a principios del siglo XIII, tenían una organización parecida a todas las de su clase llamadas gremios. La cofradía estaba bajo la advocación de la Virgen María en la solemnidad de la Expectación, o sea, Nuestra Señora de la O, cuya fiesta se celebraba el 18 de diciembre, por continuar como patrona del hospital bajo el mismo patrocinio que tenía en su capilla contigua. Para cuidar de esta y rezar diariamente el rosario recibían albergue en el hospital diez mujeres de edad, a quienes, en el día de la Expectación, se les daban como limosna tres ducados, un carro de leña y un almuerzo; eran conocidas como las viejas de la Balesquida. Los actos espirituales de misas y aniversarios de la cofradía, como asociación civil que fue desde su fundación, los encomendaban al cura párroco de San Tirso el Real.
A mitad del siglo XV, cuando ya casi todos los ovetenses eran miembros de la cofradía, se publicaron las ordenanzas de la hermandad, de las que vamos a citar algunas de sus disposiciones: perdonar las enemistades, conducir los pobres a dormir al hospital; velar a los enfermos y asistir a su entierro, visitar a los cofrades presos dándoles dos maravedís de vino, que nadie salga del cabildo con saña o rencilla, que se eviten escándalos y juramentos, al que diga mal de su compañero (-a) se le amenaza con no darle vela, despedirle de la cofradía y hacerle pagar medio real de multa. Propio de la época, el espíritu de cristiana fraternidad, viendo que, a pesar de ser una cofradía civil, sus estatutos ordenaban asistir a la misa de los sábados y observar las fiestas de guardar.
Las juntas o reuniones de la cofradía, ordinarias o extraordinarias, se celebraban con digna formalidad, las presidía, como asociación civil que fue a lo largo de los siglos, el juez de la hermandad, que tenía el encargo de hacer velar la conservación del orden; sus indicaciones eran atendidas y respetadas. De todas las sesiones eran las más notables las del día de la Expectación o dominica inmediata, por repartirse a cada asistente una ración de castañas cocidas (precedente del actual amagüestu), y, sobre todo, la que anticipaba a las fiestas de Pascua de Pentecostés, la del Martes del Bollu. Esta última junta, en la que se tomaban importantes acuerdos y en la que todos tenían que arrimar el hombro, finalizaba con lo que recibía el nombre de la "madeja". Consistía en el reparto de un puñado de avellanas y un vaso de vino a cada uno de los asistentes. Por la tarde de ese mismo día solían los sastres y sus familias ir a merendar alegremente al bosque de Piñoli o Pumarín. De aquí el estribillo que al son de gaiteros y tamborileros entonaban a la ida y a la vuelta: "¿Dónde van los sastres? / Van a Pumarín, / a beber el vino / del señor Pendín". Otros modificaban el último verso y decían: "... Que vende Pachín".
"Unir el nombre de sastre o alfayate al de asociación o gremio, y menos al de cofradía o hermandad religiosa, es una idea que pertenece totalmente al pasado", aseguraba don Germán Álvarez en su escrito de 1879. Esperemos que la cofradía de la Balesquida, asociación civil, continúe perteneciendo a todos y cada uno de los ovetenses, como así fue desde 1232."
"La capilla, que todo vecino de Oviedo conoce o debería conocer, está situada en la plaza Alfonso II, frente a la Catedral, dedicada a la Virgen de la Esperanza, que en épocas muy lejanas salía en procesión bajo los soportales de la antigua plaza. Su fundación data del siglo XIII, pero sufrió varias reformas hasta llegar al estado actual. Una placa rectangular de piedra situada en la fachada lleva grabada la fecha de su fundación así como el hospital, hoy desaparecido. Las letras cinceladas en rojo y azul hacen referencia al año 1270, a su fundadora, doña Velasquita Giráldez, y a su reedificación en 1870. El recinto sagrado es de estilo barroco, de líneas simples y de pequeñas dimensiones que lo hacen más acogedor y recóndito para la oración".
Pasamos pues bajo esta portada de arco de medio punto al zaguán, de suelo empedrado, al fondo, la puerta de acceso a la nave suele estar cerrada salvo visitas concertadas, misas y liturgias y otros actos públicos, "Este zaguán es testigo mudo desde tiempo inmemorial de las oraciones y peticiones de gentes que transitan diariamente por el entorno y se detienen para rezar a través de las rejillas", nos cuenta López Villaverde
"Una vez dentro, la nave única es de planta rectangular cubierta con bóveda de cañón sobre arcos fajones y 6 lunetos. El interior guarda además de 3 retablos, el mayor y dos laterales afrontados, una serie de imágenes de madera policromada, pinturas, inscripciones en tabla, recuerdos y objetos de culto que aunque su valor artístico no sea de gran relevancia, todos ellos tienen un gran valor histórico y sobre todo sentimental para las personas que habitualmente visitan la capilla.Al comenzar el estilo gótico en la 2ª mitad del Medievo, la pintura mural del románico pierde importancia y los frontales y muros de catedrales, iglesias y capillas van a adornarse con una nueva estructura fundamentalmente de madera, el retablo, cuyo tamaño está en relación con las dimensiones del lugar que ocupa. Generalmente su composición hace referencia a la Virgen, a un santo titular y a escenas de la vida del representado. El apogeo de los retablos corresponde al periodo barroco, consecuencia de la liturgia fomentada por el Concilio de Trento que, para avivar el fervor de los fieles, impulsaba el culto a las imágenes, en clara oposición con la doctrina protestante que había aparecido en diversos países europeos".
Es en el retablo donde está la imagen de la Virgen de la Esperanza (s. XVIII) con un ángel a cada lado, siendo su atuendo donaciones de los cofrades y del Ayuntamiento. Arriba hay un relieve que representa al Espíritu Santo:
"El retablo mayor de La Balesquida es un retablo hornacina sobre un sotabanco de piedra ejecutado en el primer tercio del siglo XVII, siguiendo el estilo barroco, donde arquitectura, pintura y escultura están al servicio de la imagen. Consta de tres partes, el banco, liso, decorado con follaje siguiendo la técnica del estofado. En el centro, el sagrario moderno que sustituyó al anterior tras las obras de restauración. La hornacina central que aloja a la Virgen de la Esperanza está enmarcada por dos pares de columnas doradas, con capiteles corintios y cubierta por una tela de malla a modo de dosel, es la guardamalleta. En su interior el mismo decorado que el banco realza el conjunto. En el ático, tercer elemento del retablo, sobre un fondo dorado, se representa el Espíritu Santo en forma de paloma dorada en medio y bajorrelieve, de la que se desprenden rayos rodeados por estilizadas nubes blancas. Un frontón semicircular remata el retablo y sobre él una cruz. Recientemente todo él ha sido restaurado dejando al descubierto sobre todo la bellísima policromía de la vegetación en azul y rojo sobre fondo dorado. Al desmontarlo para su reparación, se ha descubierto en el banco una descripción en latín referida a la fórmula de la Consagración. Estaba y sigue oculta por el Sagrario y a mi parecer sería deseable buscar la manera de dejarla al descubierto. A ambos lados del camarín que alberga a la Virgen hay dos pequeños ángeles en posición de vuelo. En ambos la técnica utilizada para representar el cuerpo es la del encarnado. La colocación actual nada tiene que ver con la primitiva, hasta es posible que no pertenecieran al conjunto primitivo. Hay además fuera del retablo, sobre el frontal que separa el presbiterio de la sacristía, otros dos ángeles de mayor tamaño que los anteriores, en posición sedente, con el cuerno de la abundancia. La talla es del siglo XVIII y lo mismo que la otra pareja en cuanto a técnica se refiere."
"La Virgen de la Esperanza, titular del retablo, es una imagen de vestir, de pie sobre una peana. El manto, el vestido y la toca que luce en las solemnidades han sido regalo de la Cofradía en 1966, así como el rosario de filigrana donado por una devota. De rostro ovalado e inexpresivo, nariz recta, boca pequeña y ojos de pasta vítrea. La peluca que cubre su cabeza y la corona son modernas. Sobre el pecho, la Virgen lleva la primera Medalla de Oro de Oviedo que le ha concedido el Ayuntamiento el 25 de mayo de 1952 en reconocimiento a la patrona de una institución tan íntimamente ligada a la ciudad durante más de setecientos años y que es además una de sus genuinas señas de identidad."
"El segundo retablo, situado a la derecha de la nave, es el de San Bernardo o el de Santa Brígida, ya que su distribución es diferente a la primitiva. Es de estilo barroco, de fines del siglo XVIII a principios del siglo XVIII, realizado en madera con una regular conservación. Consta de dos pisos, divididos ambos en tres calles cada uno, separadas por columnas salomónicas (de fuste retorcido) y apoyado todo él sobre un banco de tres casas. Antiguamente, cada uno de los pisos formaba retablos independientes colocados uno a continuación del otro en el lado de la Epístola. Ambos se unieron.El conjunto remata en un friso liso adornado con dentículos y ovas y coronado por un frontón semicircular y dos grandes bolas a cada lado. Se realizó bajo el patrocinio de la Cofradía de San Bernardo, que en 1729 se estableció en la Balesquida. En el piso inferior se alojan las imágenes de San José y el Niño a la izquierda, Santa Brígida en el centro y San Francisco a la derecha, todas en madera policromada. El Niño que acompaña a San José sustituye al original. Mirándolo se aprecia que su tamaño no es proporcional al del santo. Robado hace años, apareció sin un brazo, restaurado posteriormente. Es una pequeña imagen del barroco popular, del siglo XVII a principios del XVIII. En la hornacina central, Santa Brígida, princesa, según figura en la peana sobre la que se asienta. Data, como casi todas, de finales del siglo XVII a principios del XVIII y es de madera policromada. De cómo el culto de esta santa llegó a Oviedo nos dio cuenta D. Carlos Fernández Juesas en un número de esta revista, donde además nos relata que «era sueca, hija de reyes, había renunciado a su condición de princesa para tomar los hábitos del císter después de la muerte de su marido con quien peregrinó a Santiago de Compostela». En la hornacina derecha, San Francisco, escultura barroca de la misma época que las anteriores y del mismo material. En el piso superior del retablo se alojan las imágenes, en madera policromada, de San Antonio en la hornacina izquierda, San Bernardo en el centro y San Sebastián a la derecha. Son tallas del siglo XVII al XVIII, a excepción de San Sebastián que es del siglo XVI. San Bernardo figuraba como titular de un retablo independiente que posteriormente se empotró en el actual y donde también se encontraban las imágenes de San José y San Antonio.En la calle derecha, San Eulogio, popularmente San Sebastián para los cofrades. Es el que mayor valor artístico tiene. Perteneció a un retablo desaparecido que tenía como titular a Santa Brígida".
"Del tercer retablo es titular San Judas Tadeo, está situado en lado del Evangelio. De calle única, se apoya en un altar más moderno. Se compone de un banco decorado con ménsulas vegetales enmarcadas por dos pilastras con colgantes, sobre el que se apoya la hornacina central en forma de arco rehundido con bóveda de cuarto de esfera, donde se asienta la imagen del santo. Los adornos son motivos vegetales, pero lo más llamativo del retablo son los dos grandes estípites, soportes típicos del barroco churrigueresco, que soportan una cornisa rectangular. Finalmente, un ático mixtilíneo en forma de peineta lo remata. La imagen de San Judas tiene un gran arraigo entre los muchos fieles que a diario visitan la capilla y en noviembre la Cofradía celebra un triduo en su honor. Es de madera policromada, verde, rojo, negro, dorado y ocre que simula el encarnado; está de pie, pisando a un monstruo, la materialización del mal. Los pies separados dan sensación de inestabilidad y de movimiento, a lo que contribuye también la posición de la cabeza. A diferencia de las otras imágenes, su rostro es de gran expresividad".
"Además de estos retablos, se veneran en la capilla otras imágenes de gran arraigo popular desde siglos.El Santo Niño de la Guarda, al que cariñosamente también se le conoce con el apelativo de San Cristobalín. Está colocado en el tercer tramo de la nave, en el muro de la Epístola. Su cronología corresponde al siglo XVIII, de madera policromada. Crucificado a la manera de Cristo. Su historia, que se localiza en la Guardia, provincia de Toledo, relata el martirio de un niño que sufrió las intransigencias religiosas de la España del siglo XV cuando cristianos y judíos aprovechaban sus diferencias religiosas para solventar problemas políticos y económicos. El relato del martirio es poco conocido para nosotros los asturianos, pero para hacernos una idea de la importancia que tuvo en otros lugares de España basta recordar que Lope de Vega lo tomó como argumento de una de sus obras, El Niño Inocente, lo que quizás hizo que el suceso alcanzase la relevancia histórica que sin duda no hubiera tenido. También en el mismo siglo, José de Cañizares recogió la misma historia en una de sus obras, La viva imagen de Cristo, lo que demuestra el interés de los dramaturgos por resaltar los acontecimientos del momento y que hoy se han convertido en verdaderos documentos históricos.El Cristo Crucificado está situado en el tercer tramo de la nave, del lado del Evangelio, de cronología incierta por no responder a un estilo determinado. De madera policromada con tres clavos, sus piernas aparecen paralelas como los crucifijos románicos, pero éstos con cuatro clavos. Es un Cristo muerto, a diferencia de los románicos que están vivos. Los brazos paralelos a la cruz como los románicos. La técnica del carneado en su cuerpo se ha visto desvirtuada por una capa de barniz.
Una de las imágenes más emotivas de la capilla es la Virgen con el Niño, colocada sobre una repisa en el presbiterio, en el lado de la Epístola. Esta ubicación es muy reciente, su lugar habitual era el altar de San Bernardo, en la calle izquierda del segundo piso donde se colocó en 1951 al sacarla de la sacristía. Hoy ocupa un lugar destacado para que se pueda admirar esta talla que según Serafín Rodríguez «es un pequeño tesoro del gótico arcaico». Su cronología data del siglo XIII, periodo gótico, tallada en madera policromada. En su mano izquierda el Niño Dios, que sostiene la bola del mundo, postura típica de las vírgenes románicas y góticas. De estas últimas tiene el espíritu maternal y amoroso que se manifiesta entre madre e hijo comunicándose con la mirada. Su rostro ovalado de facciones suaves, los ojos y la sonrisa le dan una gran expresividad. La tradición dice que esta imagen es la primitiva que presidía los cabildos de la cofradía.Recientemente se han restaurado dos preciosas tablas de madera policromada que representan a Nuestra Señora de Guadalupe y la aparición de Cristo a San Bernardo. Las dos fueron ejecutadas entre el siglo XVII al XVIII siguiendo los cánones del barroco popular, dentro de los esquemas de Fernández de la Vega.La primera, situada en el segundo tramo de la nave, en el lado del Evangelio. En el relieve escultórico enmarcado en un rectángulo, la Guadalupina está de pie sobre una media luna. Tras la reciente restauración resalta la policromía tanto de la túnica como del manto.El relieve situado en el segundo tramo de la nave, en frente del anterior, representa la aparición de Cristo a San Bernardo en el momento en que Cristo, desclavando de la cruz el brazo derecho, abraza a San Bernardo, abad de la abadía francesa de Claraval y fundador del Císter. En el centro de la composición, Cristo vivo en la cruz de cuerpo alargado y desproporcionado, el rostro inexpresivo. A sus pies, San Bernardo se abraza a las piernas del Redentor y lo mira tristemente. Predomina en toda la obra una exquisita policromía.La fama de San Bernardo a través de la historia es muy amplia, pero sus representaciones son muy escasas, por lo que se otorga más importancia a las existentes. Ejemplos representativos de su iconografía se hallan en el museo de Mallorca en el retablo de San Bernardo y en la Catedral de Zaragoza en el retablo de la capilla de San Bernardo de Claraval. Por esta causa llama poderosamente la atención que en la capilla de la Balesquida se encuentren representaciones escultóricas y pictóricas, como los dos grandes murales del presbiterio que representan el nombramiento del santo como abad de Claraval y la Virgen María, San Benito y San Lorenzo intercediendo por la salud de San Bernardo. Ambas pinturas pertenecen al último cuarto del siglo XVIII, de estilo rococó, y los expertos en la materia la atribuyen a Francisco Reyter".
"Un pequeño sagrario rectangular en cuya puerta se representa una alegoría de la Eucaristía. Este sagrario, según el mayordomo de la Cofradía, se había añadido al banco del retablo del presbiterio en 1931, pero en la actualidad y tras la restauración del altar ha sido sustituido por otro más acorde con el conjunto. En espera de encontrarle un lugar adecuado está provisionalmente en el retablo de Santa Brígida.La pila del agua bendita, labrada en piedra, responde al gusto popular del barroco del siglo XVII al XVIII. La base es cuadrada, con toro, escocia y plinto rectangular, decorada con acanaladura. Es semiesférica, adornada con gallones y coronada por un bocel.A la izquierda del presbiterio hay una campana de bronce fundido. Su estado de conservación no es bueno, porque estando colocada en una espadaña metálica, en 1934, un proyectil la inutilizó. No es precisa la cronología de su fábrica.También hay que destacar dos tablas rectangulares, una en el primer tramo de la nave del lado del Evangelio, es de 1660. Hace referencia al año 1270 cuando Dña. Velasquita fundó y donó la Cofradía y el Hospital al gremio de los sastres juntamente con otras ordenanzas referentes a su funcionamiento. Un cristal la protege del paso del tiempo ya que el deterioro de la pintura hace que no se lean algunas letras. En la otra tabla se recogen los nombres y apellidos de los Mayordomos de la Cofradía desde el número 49 hasta el 78.A la entrada, a la derecha, está enmarcado el testamento de Dña. Velasquita, escrito en castellano antiguo. Las monjas benedictinas han sabido realizar un bonito trabajo transcribiéndolo en pergamino. Desde hace unos años, cada Miércoles Santo, la Cofradía del Nazareno visita durante el Calvario que reza en la plaza de la Catedral a la Virgen de la Esperanza saludándola con un ramo de flores. Del inicio de esta costumbre ha quedado constancia en una placa de cerámica con la imagen del Nazareno que conmemora la iniciativa.En la sacristía y en el coro se conservan otros muebles y objetos de culto que no están a la vista de los fieles.El fervor y la religiosidad de las gentes hace que en señal de agradecimiento se hagan ofrendas de diversa índole. Algunas están recogidas en una vitrina a la izquierda del presbiterio".
"La Casa de los Llanes fue construida en 1741 por orden de Menendo de Llanes-Campomanes y Cienfuegos, vecino de la villa de Noreña y regidor del concejo de Lena, Caballero de la Orden de Santiago. Se construyó en el lugar ocupado por otras casas anteriores de la misma familia “que se hallaban juntto a la capilla, hospittal y pattio de la dicha Cofradía” (de la Balesquida) según documento de ajuste y convenio ante José Menéndez Valdés de 20 de junio de 1741. Así consta en este documento, recogido por Javier González Santos en un boletín del RIDEA sobre la capilla de la Balesquida, “Menendo prettende lebanttar en quadro las dos paredes, es a saber: la que divide la Santta Capilla de su casa, con todo el largo que tiene, de esquina a esquina, en que se incluie la pared del pattinejo, y la ottra pared que hace frentte a la casa en que vive oi el señor Penittenciario y que la divide un callejón del hospittal, y en ambas prettende hacer o romper ventanas, según la disttribuzión de quartos que fabricase en la nueva casa”. El penitenciario era el hermano menor de don Menendo, Andrés Benito de Llanes-Campomanes, canónigo de la Catedral y quien vivía realmente en esas casas y para quien se reedificaron. Dado que la Cofradía veía perjudicados sus de-rechos de luces, aguas e intimidad, puso embargo a la obra, aunque este contencioso se solucionó de forma rápida y amigable según describe Santos. Lo de los litigios en esta casa viene de lejos.
Tras los daños sufridos en la guerra civil, se reconstruyó en 1942 dándole un piso más. También es conocida con el nombre de la que fue su propietaria: Isabel Maqua Carrizo. Nacida en Avilés, viuda de Menéndez de Luarca e hija de Javier Maqua, primer marqués de San Juan de Nieva, pertenecía a una acaudalada familia con negocios en México y con varios palacios y posesiones en Asturias. En la plaza de la Catedral, además de esta casa, la familia Maqua era propietaria del edificio adjunto, obra del arquitecto Juan Miguel de la Guardia, sede del Colegio Oficial de Notarios. Se da la circunstancia de que, junto con Gertudris de la Sala y Jove y María Galán Carvajal, fueron las primeras mujeres ediles de la ciudad. Tomaron posesión el 18 de octubre de 1929 y estuvieron en el cargo hasta febrero de 1930. Maqua, viuda y sin hijos, era muy conocida en la ciudad. Tal era su popularidad que la inefable sorna ovetense no tardó en hacerle hueco: “Oviedo, un monte, la Catedral / una calle larga y ancha/ la casa consistorial/ un montón de casas viejas/ un proyecto de hospital/ Isabel Maqua, Ladreda/ y pare usted de contar”. Pues bien, en 1961, Isabel Maqua donó su casa al Arzobispado a condición de que fuera destinada a residencia sacerdotal. Sin embargo, en 2002, el Arzobispado la vendió a una constructora lo que motivó el rechazo de los herederos de Maqua por incumplimiento del modo de legado. Finalmente el asunto se resolvió favorablemente para el Arzobispado. Por si fuera poco, la constructora, a su vez, litiga contra el Colegio de Notarios de Asturias al considerar que éstos, en la rehabilitación de su sede, invadieron parte del terreno de la casa. Y el proceso sigue en un pin, pan, pun que omito por no aburrirles y que da cumplimento al dicho: unos por otros la casa por barrer. El caso es que, en pleno corazón de Oviedo, tenemos un solar cochambroso que ve pasar los años sin solución. Y mientras escribía estas líneas leo en La Nueva España que se planea cubrir el aspecto ruinoso actual con una gran lona con el lema “Oviedo, refugio del Camino”. Bien está. Pero, ¿no será como barrer y esconder la basura debajo de la alfombra? Ansío ver la casa reconstruida cuanto antes y ese triste vacío remendado. Que la plaza catedralicia luzca en completo esplendor..."
"Se trata de un pequeño edificio de sillar de caliza marmórea gris y con dos plantas. En él resaltan los elementos decorativos que lo diferencian de los otros palacios de la plaza: las notables rejas y miradores en el piso principal, las pilastras adosadas que estructuran la fachada en dos calles o las molduras de la puerta y ventanas, de grandes dimensiones.
La puerta de entrada aparece desplazada hacia la derecha y está rematada por un ornamentado escudo entre pilastras y rematado con frontón. En el interior, aún hoy se conservan cuatro de sus salones y algunos de los ricos artesonados de madera del piso principal".
"En la Nochebuena de 1521, las brasas procedentes del horno que calentaba uno de los hogares de la calle Cimadevilla originaron el suceso más importante y catastrófico de la historia de Oviedo. Un incendio que duraría dos meses y que reduciría a cenizas la ciudad ahora -al menos desde 1938- «muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena». Las llamas lo calcinaron todo a su paso y reconfigurarían para siempre el urbanismo ovetense. Apenas quedaron en pie la Catedral (sin sus andamios ni los elementos de madera), el grueso de la «civitas episcopal» resguardada por la muralla del Rey Casto y el palacio de la Rúa, ambos de piedra. Hubo quien lo relacionó con un castigo de Dios en torno a la persecución sufrida por Diego de Muros, obispo a la sazón, y quien, simplemente, lo achacó a la propia morfología de un entramado urbano medieval poblado de calles estrechas, con salientes, telas y voladizos que prácticamente conectaban entre sí todas las casas, estas de madera. También hubo quien lo identificó como un fuego provocado similar a aquel con el que Nerón mandó hacer arder Roma, pero es una hipótesis que no se valora. Hoy se cumplen 500 años, medio milenio, de un capítulo escrito a fuego sobre la tez de la vieja Vetusta que describiría 'Clarín' hace ahora algo menos de un par de siglos.
Uno que, a pesar de todos los males que trajo consigo y su ferocidad, tal y como constata la cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve, permitió que la capital asturiana dejase atrás una Edad Media que comenzaba a alargarse ligeramente más de la cuenta. «Aquel suceso fue nefasto», señala; sin embargo, y «pese a sus graves consecuencias, supuso mucho para la ciudad y resultó muy positivo aunque parezca un contrasentido, porque permitió a Oviedo salir del mundo antiguo en el que estaba sumido hacia la Modernidad».
Según Ruiz-Tilve, y así aparece en las pocas crónicas que se conservan, «se quemó la mayor parte de la ciudad antigua, se tiraron muchas casas y aparecieron otras nuevas, pero también se modernizaron las costumbres». Así, continúa, «fue una especie de punto de inflexión que puso fin a nuestra particular Edad Media». Eso, repite, «dentro de todo lo malo que supuso y de todas las víctimas, que a día de hoy seguimos sin saber cuántas fueron, por desgracia, fue algo positivo por la transformación de la ciudad que llegaría después».
El cambio fue notable. Las consecuencias más inmediatas se comenzaron a ver en decisiones como la de intentar formar un cuerpo de bomberos o la orden de sacar todos los hornos de pan a la zona extramuros, iniciando con ello la tradición noctámbula de los «gatos del fornu». No en vano, habían sido necesarios dos meses para sofocar las llamas que se llevaron por delante las calles Cimadevilla, Rúa, La Herrería, Portal, San Antonio, toda la zona de Socastiello, Los Hospitales de San Juan y San Julián, parte del monasterio de San Pelayo, la Chantría, La Lonja y la actual Gascona. Lo que quedó fue, según las crónicas, una ciudad «destruida» y «deshabitada».
Lo que vino después fue el paso definitivo para que la Modernidad terminase de despegar. Ya en febrero de 1522, la ciudad pidió ayuda al monarca, Carlos I, para iniciar su reconstrucción ante la falta de recursos. Este le concedió a la ciudad la celebración de un mercado semanal libre de impuestos que se ha mantenido casi inalterado hasta nuestros días. Ese fue el germen, relata la historiadora Arantxa Margolles, «de la actual ciudad de servicios». «Ese mercado atrae mucha población y supone un cambio fundamental en una ciudad cuya economía prácticamente provenía del sector primario y de las pequeñas artesanías para consumo interno», expone.
Tras el incendio, el concejo planteó una reconstrucción de manera organizada, con ordenanzas específicas sobre la forma de construir y los materiales a utilizar, frenar la habitual costumbre de ocupar la vía pública, con la intención de modificar la trama urbana, homogeneizando las fachadas, enderezando y ampliando las calles. No se anduvieron con ligerezas. Todas las construcciones futuras debían atenerse a la nueva norma «bajo pena del pago de 20.000 maravedís para la cámara y fisco de su majestad».
"El ilustre maestro Lampérez se ocupa rápidamente, dada la índole general y sintética de su obra, de ésta casa la más antigua de cuantas se conservaron en la capital del Principado. La cita como ejemplar característico de la arquitectura civil, en el tránsito de la casa defensiva o fortaleza a la casa de fachada eminentemente urbana, con espléndida ornamentación. «Alta lisa cerrada, con escasos y" pequeños huecos, parecería una torre a no tener una sola ventana algo amplia recuadrada por molduras y defendida por una cruz de piedra; raro signo, tránsito entre los dos últimos tipos de fachadas que se han descrito». Respetando tan autorizada opinión, nos parece que esa ventana donde se siente la influencia renaciente, pudo ser rasgada más tarde, cuando el Contador Rodrigo de la Rúa o su padre el santiaguista y cortesano, se asomaron al exterior dejando en ese vano tan característico la impresión recibida.El dato más antiguo sobre ésta casa, es la escritura otorgada en Oviedo el 39 de septiembre de 1474 ante García González de la Ribera escribano público, por la cual Alonso González y Elvira Velázquez compraron a Pedro García de Villaviciosa, la huerta que tenía dentro de dicha ciudad: «En el sitio que llaman el castiello» que lindaba con el hospital de Dª Valesquida y con la calleja que iba intermedia de dicho hospital y el muro y pared de dicha huerta, la cual calleja va a dar y se torna de la puerta de detrás de la casa de Fermín Álvarez de la Ribera y de la puerta de detrás de vos el dicho Alonso González". La mujer de Alonso González de la Rúa antes citada, fue hija de García González de Quirós quien le dió en dote los heredamientos de Tameza y Santa Cruz de Yermes por escritura ante Pedro Martínez el 17 de septiembre de 1453. Los escudos de ambos, cobijados por doseletes de piedra, son el adorno principal de la severa fachada de la casa-torre. La porción de la casa adosada e incorporada con la parte antigua y formando parte integrante de la misma, fue adquirida posteriormente por el Contador Rodrígo de la Rúa en virtud de escritura, otorgada el 16 de mayo de 1514 en Madrid, ante Bartolomé de San Juan, por cambio y trueque de diez mil maravedís situados en un juro sobre el puerto seco de Requena que dió a la iglesia de Oviedo «por cuanto se los hobe de dar en troque e cambio de unas casas que la dicha iglesia tiene en la ciudad de Oviedo a la calle que dicen de la Rúa que han por linderos de la una parte casas de mi el dicho contador Rodrigo de la Rúa e dela otra parte casas de Juan de Lada escribano vezino de la dicha ciudad de Oviedo en que al presente bive e mora Lope Sánchez de Lienes". Fué el Contador, hijo de Alonso González de la Rúa caballero y Fiscal de la Orden de Santiago a cuyo cargo estuvo la venta de los bienes de la recámara del Emperador, en Madrid el 20 de junio de 1564.Conocemos el inventario de sus bienes hecho en la Corte por el Fiscal de S. M. Francisco Alvarez de Iove y el escribano Iuan de Paredes. En un escritorio de nogal hallaron un talegón con mil ochenta y un reales. Las alhajas en un cofre pequeño guarnecido de negro, contenidas en tina bolsa de terciopelo morado eran: un anillo de oro con una cornalina con dos figuras, seis sortijas con piedras, cuatro piedras a manera de arracadas guarnecidas de oro, una piedra verde labrada esculpida de ciertas labores, veinte y seis botones de oro redondos huecos pequeños, una cestica de plata y cabo de mondadientes de plata. Debía adolecer del mal de hijada, pues también figuran inventariadas, una caja de pelo pequeña cevada toda y en ella ungüento para la hijada, otra caja pequeña con unas tabletas para la hijada. Por el matrimonio de doña Isabel de la Rúa poseedora de esta Casa, con el primer Marqués de Santa Cruz de Marcenado don Sebastián Vigil de Quiñones Caballero de Calatrava recayó en éstos. A la generación siguiente, por en-. lace de doña Jacinta Vigil de la Rúa segunda Marquesa con don Juan Antonio de Navia Osorio, pasó a esta ilustre familia señores de la casa de Anleo en el Concejo de Navia fundada por Álvaro Pérez de Navia en 9 de junio de 1540, de la de Lantoria y Montenegro en. Castropol fundación de Pedro Núñez Sanjurjo Montenegro y Lantoira y dña. María de Donlebun Osorio el 11 de marzo de 1585 ante Ares Núñez escribano de Castropol y de las de Vigil y Celles en el Concejo de Siero, la primera fue instituido su mayorazgo en 1599 por Bernabé Vigil y doña Catalina de Quirós y la segunda por Gonzalo de Argüelles el Soldado, en 8 de marzo de 1545 ante Juan de Nalón escribano de Oviedo a que hicieron agregación don Gonzalo Argüelles de Celles y doña María Argiielles de Quirós por su testamento de 27 de diciembre de 1616 por testimonio de Gabriel de Valdés, escribano de Oviedo. La casa de la familia Navia en Oviedo ilustrada por el celebérrimo don Alvaro de Navia Osorio 111 Marqués de Santa Cruz estaba en la calle de San Antonio y tenían enterramiento en su capilla del convento de San Francisco".
"La casa de la Rúa, que se considera la más antigua de Oviedo, conserva en su interior, completa, la fachada medieval. El inicio de las obras de reforma del palacio obligó a retirar un falso techo del edificio anexo, barroco, que dejó al descubierto un muro con varias ventanas y saeteras. La aparición de esta fachada, que da a la parte interior de la casa, hace pensar que la torre era originalmente más grande que lo que se ha creído hasta ahora, y también más alta. Así se refleja en el proyecto de restauración, presentado por los propietarios para poder hacer la reforma de la casa, que está catalogada como Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, la máxima protección que se puede otorgar a un edificio. La casa está siendo reformada, tras obtener todos los permisos de la Consejería de Cultura y del Ayuntamiento, para abrir al uso público -para «eventos culturales y sociales diversos: exposiciones, presentaciones, celebraciones», como bodas, encuentros, etc.- las dos primeras plantas, y habilitar las dos últimas como residencia privada para sus propietarios, marqueses de Santa Cruz de Marcenado y archivo.
A falta de que acaben los estudios arqueológicos, que han sido encargados al arqueólogo Sergio Ríos, se considera que el palacio fue una «casa torre», construida en el siglo XV, aunque con añadidos posteriores. «A día de hoy, podemos concluir que el muro de origen medieval es el construido a base de hiladas de sillería de un pie de altura, mientras que las piezas que forman la ventana de la cruz y otras ventanas pertenecen a una segunda época, que podríamos fijar entre finales del siglo XV y mediados del XVI, momento en el que sin duda fue realizada la cornisa a base de bolas que remata la parte libre de la fachada», se señala en el proyecto de ejecución de la reforma. Los técnicos consideran posible que la torre -de la que se dice que fue la única casa que quedó en pie tras el incendio que arrasó la ciudad en la Nochebuena de 1521- tuviera una puerta elevada, a una altura de 7,5 metros por encima del nivel actual del suelo.
La rehabilitación se inició hace aproximadamente un mes, y ha comenzado por el tejado, tras proteger todos los elementos de madera, puertas, ventanas y suelos. Está previsto derribar el lucernario que cubre el patio principal, ya que se colocará este techo de vidrio una planta más arriba. También está previsto en el proyecto cubrir la pérgola y parte del jardín que la casa tiene hacia el interior de la manzana, aunque estas últimas intervenciones no se consideran admisibles, según los informes técnicos municipales. La fachada exterior medieval se mantendrá con una intervención mínima para rellenar los huecos. Sí se picará la fachada medieval que da al interior, contando con un seguimiento arqueológico."
"El “Museo de Bellas Artes de Asturias” es el museo de arte más importante de Asturias, ocupando tres históricos edificios de la ciudad de Oviedo: el Palacio de Velarde, la Casa de Oviedo-Portal y la ampliación en la Casa de Solís-Carbajal, en las calles de la Rúa y Santa Ana.
Cuenta con obras de autores dispares como Francisco de Goya, El Greco, Pablo Picasso, María Blanchard, Carreño Miranda, José de Ribera, varios retablos de pintura flamenca e italiana, y artistas contemporáneos.
Fue inaugurado el 19 de mayo de 1980 a partir de la colección de arte propiedad de la antigua Diputación Provincial de Oviedo, ahora depende de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias y es sufragado con fondos del Principado y del Ayuntamiento de Oviedo.
El Museo actualmente cuenta con una colección integrada por casi 15.000 obras, entre pintura (unas 1500), escultura, dibujo, grabado y artes industriales (unas 4.000 piezas), aunque realmente dispone de una exhibición permanente de 800. Contiene pinturas de artistas españoles, especialmente asturianos, y extranjeros, entre los que sobresale la pintura italiana y flamenca, así como esculturas, fotografías y objetos de vidrio y loza. En 2017 la colección se ha visto notablemente enriquecida con 33 obras importantes donadas por Plácido Arango Arias.
En 2015 y tras ocho años de reformas interrumpidas por la aparición de restos romanos y medievales, se inaugura la ampliación del museo, que corrió a cargo del arquitecto navarro Francisco Beloqui Mangado, y con la que ha duplicado su superficie (de 4.000 a casi 8.000 metros cuadrados). Con esto, el museo consigue tener una fachada hacia la plaza de la Catedral de Oviedo. El acceso al museo es gratuito y cuenta además con exposiciones de carácter temporal, ciclos de cine y talleres."
"Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las alturas. Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y los campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. Cuando iba a las aldeas acompañando al Obispo en su visita, siempre había de emprender, a pie o a caballo, como se pudiera, una excursión a lo más empingorotado. En la provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego y en sus ojos dardos. En Vetusta no podía saciar esta pasión; tenía que contentarse con subir algunas veces a la torre de la catedral. Solía hacerlo a la hora del coro, por la mañana o por la tarde, según le convenía (...)
El Magistral volvía el catalejo al Noroeste, allí estaba la Colonia, la Vetusta novísima, tirada a cordel, deslumbrante de colores vivos con reflejos acerados; parecía un pájaro de los bosques de América, o una india brava adornada con plumas y cintas de tonos discordantes. Igualdad geométrica, desigualdad, anarquía cromáticas. En los tejados todos los colores del iris como en los muros de Ecbátana; galerías de cristales robando a los edificios por todas partes la esbeltez que podía suponérseles; alardes de piedra inoportunos, solidez afectada, lujo vocinglero. La ciudad del sueño de un indiano que va mezclada con la ciudad de un usurero o de un mercader de paños o de harinas que se quedan y edifican despiertos. (...)
De Pas volvía amorosamente la visual del catalejo a su Encimada querida, la noble, la vieja, la amontonada a la sombra de la soberbia torre. Una a Oriente otra a Occidente, allí debajo tenía, como dando guardia de honor a la catedral, las dos iglesias antiquísimas que la vieron tal vez nacer, o por lo menos pasar a grandezas y esplendores que ellas jamás alcanzaron. Se llamaban, como va dicho, Santa María y San Pedro; su historia anda escrita en los cronicones de la Reconquista, y gloriosamente se pudren poco a poco víctimas de la humedad y hechas polvo por los siglos. En rededor de Santa María y de San Pedro hay esparcidas, por callejones y plazuelas casas solariegas, cuya mayor gloria sería poder proclamarse contemporáneas de los ruinosos templos. (...)
Más de media hora empleó el Magistral en su observatorio aquella tarde. Cansado de mirar o no pudiendo ver lo que buscaba allá, hacia la Plaza Nueva, adonde constantemente volvía el catalejo, separose de la ventana, redujo a su mínimo tamaño el instrumento óptico, guardolo cuidadosamente en el bolsillo y saludando con la mano y la cabeza a los campaneros, descendió con el paso majestuoso de antes, por el caracol de piedra. En cuanto abrió la puerta de la torre y se encontró en la nave Norte de la iglesia, recobró la sonrisa inmóvil, habitual expresión de su rostro, cruzó las manos sobre el vientre, inclinó hacia delante un poco con cierta languidez entre mística y romántica la bien modelada cabeza, y más que anduvo se deslizó sobre el mármol del pavimento que figuraba juego de damas, blanco y negro. Por las altas ventanas y por los rosetones del arco toral y de los laterales entraban haces de luz de muchos colores que remedaban pedazos del iris dentro de las naves..."
"En la ciudad de provincias de Vetusta, vive Ana Ozores, una mujer de noble linaje venido a menos, casada con don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia, de quien recibe el apelativo de "La Regenta". El matrimonio de Ana con don Víctor fue una unión de conveniencia; ella, mucho más joven que su esposo, lo considera más un amigo y protector que un verdadero compañero de vida. Su existencia transcurre entre la soledad y el tedio, marcada por la frustración de no haber sido madre y el anhelo de algo más elevado y desconocido.
Clarín utiliza Vetusta como símbolo de la vulgaridad, la ignorancia y el fariseísmo de la sociedad de provincias. Ana Ozores, por su parte, es un personaje marcado por el bovarismo, aquella patología del alma que denota insatisfacción crónica con la realidad que la rodea. Desde otro ángulo, Ana representa el idealismo torturado, que sucumbe lentamente ante la hipocresía de su entorno. En este contexto de tensiones, el autor construye un despiadado retrato de la vida provinciana española, centrado en sus clases dominantes, durante la Restauración de finales del siglo XIX.
La Regenta es, indudablemente, la obra maestra de Clarín y una de las novelas más significativas de la literatura española. En ella, se retrata con minuciosa precisión la vida en Vetusta, una ciudad de provincias tras cuyo nombre se esconde Oviedo. A través de Vetusta, Clarín critica con ironía todos los estratos sociales: la aristocracia decadente, el clero corrupto, las damas hipócritas y los partidos políticos. Todo ello configura una atmósfera social asfixiante y opresiva, contra la que Ana Ozores se enfrenta. Su carácter sensible y soñador la empuja hacia el refugio del misticismo, pero pronto se ve decepcionada por su confesor, el canónigo Fermín de Pas, quien intenta aprovecharse de ella. Ante la traición de sus ideales religiosos, Ana busca consuelo en los brazos de Álvaro Mesía, un mediocre seductor, cuya relación amorosa no resultará más que un pálido reflejo de los ideales románticos que ella persigue.
En el choque entre Ana y Vetusta, la protagonista termina vencida y marginada, presa de la presión social y moral que ejerce sobre ella la sociedad. Esta presión, que aplasta a Ana, es uno de los aspectos que acercan la novela a las teorías naturalistas, donde el entorno social juega un papel determinante en el destino de los personajes. La Regenta es, así, tanto un retrato de la hipocresía y mediocridad de una ciudad de provincias, como una profunda reflexión sobre la fragilidad del idealismo frente a una sociedad implacable".
En esta Plaza de Alfonso II El Casto queremos recomendar a todo el que venga a la ciudad, disponer de al menos una jornada para conocer bien el casco antiguo, soberbiamente recuperado, el Ayuntamiento, San Isidoro, el mercado de El Fontán, las murallas, las rúas viejas, la calle Gascona, la fuente la Foncalada, la iglesia de Santuyano (de los tiempos del Rey Casto), o los monumentos del Arte Asturiano del Monte Naranco, sin desdeñar el Campo San Francisco, la calle Uría, y otros espacios y lugares próximos y que tanto tienen que ver con la historia asturiana y con las mismas peregrinaciones
"Entre las calles principales de Oviedo, por su historia y su belleza, debe figurar la de la Platería, que de tan venida a menos ha desaparecido del callejero, convertida únicamente en flanco de la plaza de la Catedral y en un recuerdo en la mente de los entrados en años.
La calle de la Platería, por nombre y dedicación, se corresponde con otras similares existentes en otras ciudades españolas de fuerte influencia catedralicia y en esa calle platera se fabricarían y venderían objetos de plata y azabache para los peregrinos que por allí pasaban camino de la Cámara Santa, a la que se entró durante mucho tiempo por la puerta derecha de la Catedral, aunque no llegó a habilitarse como Nueva Cámara Santa la capilla de Santa Bárbara, en historia que ya contamos aquí.
De esa calle dice Canella: «Calle antigua, que es probable debiera su nombre a las tiendas y talleres de plateros, allí establecidos para la fabricación y venta de alhajas de plata afiligranada, que los peregrinos a San Salvador tocaban y bendecían en la Cámara Santa de las Reliquias. Esta calle y las que rodean a la Catedral merecen muy detenido estudio».
Los que imaginaba don Fermín era que todo aquello iba a cambiar mucho entre la fecha en la que él escribió (1887) y los años 30 del siglo XX, cuando tras polémica con final anunciado, como la de Los Pilares quince años antes, doña Piqueta, aprovechando el dinero dejado a la ciudad por don Juan Muñiz Miranda, hizo borrón y cuenta nueva de todo el antiguo caserío que hacía, desde siempre, que hubiera que acercarse a la Catedral por calles estrechas y no por la gran plaza, un tanto desangelada, que resultó de aquello, la actual plaza de la Catedral.
Aquella calle clásica, que venía de la Rúa y terminaba en la plazuela de la Catedral, al pie de la torre, era popular y comercial, porticada en parte.
En el comienzo de esa calle, por los impares, enfrente del palacio de Santa Cruz de Marcenado, estaba la casa de la librería Galán, de la que era dueño don Víctor Galán y Álvarez Santullano, que había nacido allí y era uno de los interesados en la conservación de aquellas casas. Tanto esa casa, que tenía el número 3, porque el 1 ya faltaba, como las restantes eran de fachada modesta, de un frente medio de 7 metros. La numerada con el 9 era el doble de grande que sus vecinas y su dueño era don Fernando Armada y Fernández-Heredia, conde de Canalejas. De él pasó en 1879 a don Antonio Sarri y Oller, primer marqués de San Feliz, para instalar el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo, de cuyo consejo de administración era presidente. A partir de la casa siguiente empezaba, con la esquina, la plazuela, con soportales y mercado de madreñas. Allí los número de las casas iban seguidos, 1, 2, 3, 4, 5. La número 5 era hasta los años 30 de doña Amalia Caballero de Tineo, casada con el arquitecto don Nicolás García del Rivero, autor de proyecto tan singular como es el palacio de la Diputación.
La plazuela medía 45 por 24 metros y la plaza resultante, incluida la zona aledaña a la Catedral, proyectada por el arquitecto Rodríguez Bustelo, mide unos 4.000 m2. Esa plaza no vive ahora buenos tiempos, embarcada en diversas obras e intenciones. Un palacio que se reforma, el de Santa Cruz de Marcenado, otro que pide socorro, el llamado «de los Llanes», y todo lo que fue acera par de Platería, hasta la iglesia de San Tirso, nueve casas numeradas entre el 2 y el 18, entre la de la esquina con la Rúa, que ardió a principios del siglo XX y se reedificó, con planos de De la Guardia, muy hermosa hasta que le metieron mano. Paraban las casas en un callejón de la ciudad, que comunicaba con San Antonio. Desaparecidas entre la 6 y la 18, reconstruidas después de la guerra con lo que se ve, acaba de darnos aquella zona la sorpresa, en parte esperada, del cementerio de San Tirso, el taller de azabachería, la fuente romana y más.
Todo aquello es lo que vio y rememoró el fuego sanjuanero de la noche del 23. A ver si el santo tiene influencia en los cielos o en los ministerios para acelerar las obras del Museo de Bellas Artes."
"La Catedral. Y de seguido San Tirso. Tanta belleza, sumados los alrededores, podría ocupar todo el artículo si no deseáramos hablar de Juan, cocinero de la escuela del Parque de San Francisco, al que aficionó muy temprano su abuela Pilar, y forjó carrera por Del Arco, La Corrada del Obispo y Latores, y de su hermano José Luis, que le acompaña en esta aventura personal y no exenta de dificultades: los emplazamientos monumentales generan muchas veces dudas y suelen producir miedo escénico a más de uno y de dos.
Lo que tienen delante, al lado y alrededor asombra, bendito sea, pero sus menús cierran precios con ensalada de tronco de bonito y cebolla caramelizada, ternera gobernada al estilo de Oviedo, pixín a la espalda, cachopo con queso de Vidiago, congrio en salsa verde, cabritu de los Picos de Europa y trios esenciales de pote, fabada y cocido con todo lo que cada cual lleva.Juan cogió primero El Llar y lo biencondujo cinco años. Ya con su hermano, tomó el vecino local (antes Huevos Rotos) y creó La Taberna. Quedó así el primero para comedor tranquilo, privado y, de necesitarse, para eventos, y el segundo une ambientes vivos, tapeos, cerveza de barril y platos tradicionales.
San Salvador. Justo enfrente y en sus proporciones, los restos del palacio donde Alfonso II recibió la noticia de que las estrellas iluminaban la tumba del Finisterre donde yacía Santiago. Aquí nacieron las peregrinaciones. Dentro, además, la gran figura polícroma de Cristo sosteniendo el mundo fue, desde el siglo XIV, la meta principal de los peregrinos junto con la Camara Santa".
"Teníamos mucha gana de El Llar de la Catedral, situado en plena plaza de la Catedral de Uviéu, un sitio donde, a priori, debes huir por estar en el centro turístico de la ciudad, pero que el boca-oído y las referencias a su cocinero, nos indicaban lo contrario.
Nos acercamos a cenar un domingo de noche, ya fuera del ajetreo veraniego pero aún con la temperatura afayadiza para disfrutar de la noche y de las vistas a la catedral. Su terraza es una maravilla, y si podéis, reservad mesa allí. Porque sí, se suele llenar.
Dentro, tiene un mini recibidor con cristalera al exterior, donde cenamos nosotros, muy guapo. Y ya en el interior, una barra enorme, con mesas altas para tomar algo. En la parte de atras, pasando por un pasillo en el que estás viendo la cocina a través de un cristal, llegas a un salón precioso. El local está puesto con mucho encanto.
Cenamos 3 personas, pedimos de entrante, Media de Copa Ibérica de Jamón Ibérico Joselito con Pan Tumaca. Esperaba más del jamón, pero estaba rico.
Tienen en carta Croquetas de Boletus, pero íbamos con una repunante de las setas, así que pedimos Croquetas de Jamón. Muy buenas, buen tamaño y buena ración.
Nos dijeron que tenían fuera de carta un Besugo para 2. Así que lo pedimos al centro para compartir. Muy bueno. Nos ofrecen repartirlo allí pero dijimos que ya lo hacíamos nosotros. De todos modos, un detalle. Y viene acompañado de patatas fritas y tomates. Los tomates buenos.
A los postres no llegamos. Para beber, tienen un par de referencias de vino asturiano. Muy bien. Pedimos el Corias Guilfa Blanco, que entra solo. Nos gusta mucho.
Con vino y besugo, la verdad es que muy bien de precio, además estando en la ubicación que está. Sitio muy recomendable."
"La Crónica de Alfonso III enumera parte de los grandes edificios que el Rey Casto promovió para mayor grandeza de la nueva capital del reino. San Tirso lleva un encendido elogio: "su belleza merece mucho más que ser admirada por los presenta que descrita por el cronista erudito".
En torno a esta portada de arco de medio, varios detalles a resaltar
Es atrás, en la calle Santa Ana, donde sí se conserva un elemento, muy importante, por cierto de la cabecera de la basílica de Tioda y el Rey Casto, una cabecera con ventana trífora de aquel templo primigenio, del que la Crónica Albeldense decía que era "basílica de admirable fábrica cimentada sobre muchas piedras angulares" o "basilicam quoque sancti Tirsi miro ediicio cum multis angulis fundamentavit".
"La iglesia es fundación del rey Alfonso II el Casto de Asturias en el siglo IX. Sin embargo ha sufrido diversas modificaciones, ya que fue transformada en su totalidad a finales del siglo XII, en época románica, y en el siglo XIV, cuando se reedificó gran parte del templo. Además la iglesia fue destruida por un incendio en 1521. La última modificación se produjo durante el siglo XX. De la iglesia primitiva únicamente queda el muro testero de la cabecera, siendo visible la parte superior y encontrándose la inferior un metro por debajo del nivel de la calle. La distribución original del templo se desconoce completamente y únicamente cabe imaginar que tuviera la clásica división en tres naves, con una cabecera tripartita típica de las iglesias asturianas de la época.
Está catalogada como Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el año 1931, figura entonces denominada Monumento Histórico Artístico. (...) fue levantada próxima al Palacio Real y a la Cámara Santa y el conjunto catedralicio de la Basílica de San Salvador. Detrás de San Tirso salían las calles que constituían el resto de la ciudad.
La iglesia de San Tirso fue enmarcada en el programa constructivo del primitivo complejo palatino y eclesiástico que inició dicho rey al trasladar la capitalidad del reino a la ciudad de Oviedo al comienzo de su reinado en 791. Se construye además de esta iglesia, palacios, la Cámara Santa, la Catedral de San Salvador, la Iglesia de Santa María y una muralla defensiva que rodeaba todo este conjunto. Otras construcciones de la época son San Julián de los Prados, San Pedro de Nora y Santa María de Bendones. Dichas obras fueron dirigidas por el maestro Tioda arquitecto constructor de Alfonso II, con un estilo prerrománico. triforio]] por estar formada por tres arcos de medio punto sobre columnas de mármol con collarinos sogueados y bellos capiteles decorados con hojas de acanto (de tradición corintia) y encuadrada en un alfiz.
La configuración del muro de la cabecera llegada hasta nosotros conserva el sillarejo original, alternando en las esquinas con sillar. Los aleros de las cubiertas descansan sobre ménsulas que están rematadas en su extremo voladizo, por una forma semicircular ("papo de paloma") y decorada con un característico dibujo estriado.
Las crónicas que elogian el edificio son muy parcas en su descripción por lo que dado lo poco que ha llegado de la primitiva basílica su morfología es muy discutida. Del testero superviviente se deduce que era de cabecera única y sin cámara suprabsidal. Se supone que era un edificio de una sola nave central de planta cuadrada o rectangular, con capillas en cada uno de los lados hasta para formar una planta cruciforme de manera semejante a Santa Cristina de Lena."
-El Camino de Santiago del Norte sigue de frente cuesta abajo por la calle del Águila para continuar por Gascona 'El Bulevar de la Sidra' tomando el trayecto de regreso a la costa por La Foncalada, poniendo rumbo a Avilés (salía de la antigua muralla medieval saliendo por la Puerta Gascona, de los gascones allí establecidos, dando nombre a la calle, la cual ya empezaba a llamarse así aquí)-El Camino Primitivo se dirige a la izquierda, por la calle Schulz, antigua Rúa de los Albegueros, hacia la zona de El Ensanche, la primera gran expansión de la ciudad, avanzando el siglo XIX, hacia el oeste, buscando salir de la ciudad hacia el occidente por Argañosa (salía de la muralla por la Puerta de Socastiello, así llamada por estar debajo 'so-', al pie, del castiello 'castillo' que fundó Alfonso III El Magno en lo que ahora es la Plaza de Porlier, a la que antes nos referíamos)
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