Parque Camino de Santiago en La Florida. Al fondo los campos de Paniceres, en la falda del Naranco |
La malatería de San Lázaro de Paniceres se encontraba justamente a la entrada del pueblo y al lado del antiguo Camín Real de Galicia o Camín de Grao, el viejo camino que ahora es carretera local y por donde suben los peregrinos del Camino Primitivo saliendo de la ciudad. Ahí estuvo la Quinta Méndez, "construida por la familia Méndez-Vigo aprovechando los bienes adquiridos en la desamortización de la vieja malatería", nos cuenta el erudito escritor Adolfo Casaprima Collera en su Diccionario geográfico del concejo de Oviedo, publicado en 2002, informando que él la conoció ya en ruinas, al igual que su capilla, "en la que se guardaba la imagen de San Lázaro", patrón de los leprosos, desparecida en la Guerra Civil y "procedente de la iglesia de la malatería vecina".
Sustituido en 1875 por un sistema de tuberías, el acueducto fue abandonado y, en un tiempo en el que el aprecio por el patrimonio no era el actual, terminó siendo demolido casi por entero en 1915 a causa del crecimiento urbano y la ampliación del nudo ferroviario ovetense. De haberse conservado con sus 42 arcos, 390 metros de longitud y 10 metros de altura hubiera constituido un elemento especialmente singular. Únicamente se conservaron cinco arcos, encajados entre los edificios del barrio de Vallobín, cerca del Camino
La Florida, al oeste de Vallobín, formaba parte de la antigua parroquia rural de Los Arcos o San Pedro de los Arcos, llamada así por las arquerías del antiguo acueducto, y antes de San Pedro de Otero por estar en un otero de la ladera del monte, popularmente conocido más como La Cuesta Naranco que por Monte Naranco. Su urbanización, si bien incipiente desde tiempo atrás, se produjo sobre todo entre los últimos años del siglo XX y las primeras décadas del XXI, continuando en nuestros días
El Parque Camino de Santiago pues, viene a señalar el límite entre lo urbano y lo rural (o rural-residencial de baja densidad) en esta parte del concejo, formando parte del cinturón verde en torno a la ciudad, inaugurado el 15 de septiembre de 2007. Una placa de bronce colocada en una roca en el césped con el nombre del parque fue descubierta para la ocasión
Por aquí baja del Naranco El Regueru Boo, que poco más abajo se une al de Ules para formar El Ríu la Maxuca. Otro más, el Lavapiés o Llapiés, era donde antaño se lavaban los pies, al decir de la tradición del topónimo, los que entraban en la ciudad por El Camín de Grao o Camín Real de Galicia, el que nosotros seguimos, siguiendo su trazado, haciendo el Camino de Santiago
Su forma cónica y su cumbre cubierta de paredes de rocosa caliza, algo apartada del resto de la sierra, la hacen fácilmente reconocible en la distancia. Más abajo son las casas de El Campón, que pertenecen a la aldea de Paniceres. Más al este, El Llanu que, como El Campón, se sitúan en sendos rellanos de la falda de la montaña
"El GR-100.1, denominado Ruta Gijón - Puerto de Pajares, es un Sendero de Gran Recorrido alternativo al GR-100 (Ruta de la Vía de la Plata) en su tramo asturiano.
Este trazado había sido señalizado y homologado por parte de la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias (FEMPA) en el año 2000 como GR-100, mientas que el GR-100.1 era otro trazado diferente denominado Vía de la Carisa. Pero en 2013, la Red de Cooperación de la Ruta de la Plata propuso a la FEMPA modificar el trazado del GR-100 para que pasase por la Vía de la Carisa,[2] la primera y principal vía de comunicación romana de Asturias, que debe su nombre a Publio Carisio, el legado de Augusto, que ordenó su construcción. De acuerdo con la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME), la FEMPA no tuvo inconveniente en modificar la signatura de ambos GR, pasando a ser el antiguo trazado del GR-100 el nuevo GR-100.1".
En el momento de escribir estas líneas habían empezado las obras del recinto ferial, en el que, como su nombre indica, se celebrarán ferias y fiestas. Se contempla además explotación hostelera, por lo que podrá ser una oportunidad para tomar algo, si esto se confirma, antes de salir de la ciudad
«El recinto estaba protegido por un escarpe de 4 metros de altura, rodeado de un foso que se conservaba en el cuadrante Noroeste del castro. No existían restos visibles de construcciones, ni de la muralla o del parapeto que sin duda tuvo sobre el escarpe, al menos en el lado norte, frente al istmo que enlaza el contrafuerte con el monte. La ausencia de restos visibles de las antiguas construcciones, obedecería al aprovechamiento de la piedra de los mismos en las edificaciones posteriores del contorno o a que se trataba de un castro con empalizada y vivienda de madera»
El castro de Monte Alto es uno de los precedentes poblacionales permanentes de lo que luego sería la ciudad y sus parroquias circundantes. Él y otros castros y algunas villas romanas, junto con otros hallazgos como fuentes, han puesto en entredicho la discutida fundación de Ouetus con los monjes Máximo y Fromestano en el año 761. Escribe de ello el también arqueólogo Fon S. P. en Ástures:
"Es una afirmación que sigue sorprendiendo a muchos carbayones (ovetenses) cuando la oyen por primera vez. No es extraño si tenemos en cuenta que la historia oficial, recogida en el Pacto monástico de San Vicente, sigue perpetuando que la fecha de fundación de la ciudad fue el 761, y que antes este lugar era una selva inhabitada.
Desde mediados del siglo XX se comenzó a cuestionar la exactitud de ese documento a través de una revisión crítica del mismo, llegando a la conclusión de que los monjes se apoyaron en los habitantes de la zona para la construcción del monasterio y de su propia subsistencia. Ni siquiera la propia colina donde se fundó la ciudad debió habitarse por primera vez en aquellos tiempos ya que la ampliación del Museo de Bellas Artes, a un centenar de metros del monasterio desveló la existencia de una fuente monumental que fue datada en el siglo IV d.C., curiosamente con una estructura similar a la Foncalada, que aún se puede ver en pie en la ciudad y que es de época altomedieval. En diversas excavaciones se documentan restos cerámicos y pétreos que no se corresponden con un asentamiento medieval, sino con uno romano, y que cuentan con sus defensores y detractores.
Precisamente desde esa época se comenzaron a detectar distintos asentamientos tanto en las colinas que rodean al Oviedo medieval como en la falda del Monte Naranco. No es extraño ya que la ciudad se asienta en altura sobre la vía proveniente de las montañas que separan Asturias y León y que llevaba a Lucus Asturum conectando posteriormente con Noega (y posteriormente el Gijón romano). La importancia de este punto estratégico como nudo de comunicaciones queda plasmada cuando, en época medieval, Alfonso II recorre por primera vez el Camino de Santiago Primitivo, que aprovecharía sin duda vías establecidas ya desde siglos atrás, partiendo de Oviedo hacia Galicia. Ya en esa época la ciudad habría sustituido a Lucus como gran cruce viario de la región central de Asturias.
Precisamente en las estribaciones del monte Naranco, siguiendo esta vía, en la parte que hoy ocupa el Parque de Purificación Tomás, se encuentra, o se encontraba, el castro del que os hablo en este post. La zona conocida como Monte Alto se ubica en un escalón en la ladera que ofrece una visibilidad extraordinaria sobre la ciudad y sobre las vías que discurren por el valle entre las colinas, alcanzando decenas de kilómetros hasta la sierra del Aramo por el sur."
Pero menos de un año después todo saltaba por los aires, la Guerra Civil con el largo Asedio de Oviedo destruyeron las instalaciones. Tras tres décadas de abandono en las que se plantea incluso vender los terrenos se retoma la idea en 1965, si bien como centro cultural y deportivo, llegando a ser una importantísima institución ovetense
Más a la derecha, El Picu'l Paisanu (637 m) es la cota más alta de La Cuesta Naranco, existiendo en ella una gran explanada y mirador donde se ubica la grandiosa estatua del Sagrado Corazón, obra de 1980 de Gerardo Zaragoza y Rafael Rodríguez Urrusti y diseñada por García Lomas
La gran escultura es de Gerardo Zaragoza mientras Urrusti hizo una gran Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias, que tiene en su base y no vemos desde aquí. Para hacer el montaje se contó con el también escultor José Antonio Nava Iglesias
La idea había partido en 1950 del padre Vega y Ramonita Beltrán apoyados por el rector de la Universidad de Oviedo Sabino Álvarez Gendín, además de diversas personalidades, con la idea de emular al de Río de Janeiro, si bien se tardó casi dos décadas desde que se colocó la primera piedra el 21 de junio de 1963 hasta la inauguración el 5 de julio de 1981
La placa en homenaje a Juan Álvarez fue colocada el 22 febrero de 2024, con el concejal ya fallecido. Así se daba la noticia en la web del Ayuntamiento de Oviedo al día siguiente:
"El alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, miembros de la corporación municipal, familiares y amigos de Juan Álvarez, han visitado esta mañana la calle que la ciudad le dedicó al exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el barrio de La Florida
Canteli ha asegurado que con este acto “se cumple con un viejo deber” de la administración local, y ha subrayado que “todas las referencias de Juan, son buenas, tanto como persona, como por su trabajo como concejal y técnico”. Entre los asistentes, su hijo, el actual concejal socialista, Juan E.M. Álvarez Areces y el exalcalde de Oviedo, Antonio Masip, con quien Álvarez empezó a trabajar en el Ayuntamiento de Oviedo, tras prestar sus servicios en el Consistorio de Gijón con José Manuel Palacio en la Alcaldía. En el capital de Asturias siempre se le recordará por sus numerosos proyectos, entre ellos, su empeño en la recuperación del Monte Naranco y el desarrollo del Bulevar de La Florida, barrio en donde su nombre forma ya parte del callejero".
"A la salida de Oviedo por el antiguo camino de Galicia que seguía la falda del Naranco, se fundó esta malatería probablemente hacia la misma época en que aparece la de Cervielles a la entrada de la ciudad por el Camino de León¨. El lugar de Paniceres, que hallamos documentado desde el año 1055, se encuentra a unos cuatro kilómetros del centro de la capital, desviado algo al norte del Camino de Galicia, después de haber pasado el arroyo de Lavapiés, cuyo nombre parece tan relacionado con las peregrinaciones como el del río Gafo, al pie de la malatería de Cervielles, lo está con la lepra y los leprosos"
Dicha malatería de San Lázaro de Cervielles, luego de Entrecaminos, comparte con esta, además de ser también ovetense y del patronazgo de San Lázaro (como todas las leproserías, además de la Magdalena), su situación a la entrada misma (o salida) de la ciudad por un camino importante, esta el de Galicia y la de Cervielles el de León, el Camino del Salvador, al sur de la ciudad. Sin embargo tenían una importante diferencia, el patronato de la de Cervielles lo ejercía la Ciudad mientras que el de Paniceres correspondía a la iglesia
Existía además una gran armonía entre las dos malaterías, pues hasta canjeaban enfermos y se sabía que entraban bastante libremente por la calles de la ciudad. Solían muchos malatos hacer una vida más o menos integrada en la sociedad, iban a ferias y mercados o comían a la mesa de algunos vecinos que los acogían en momentos de penurias, dándose casos incluso de casamientos con personas sanas. No deja de ser un notable contraste el miedo de causaba la enfermedad por sus dolorosas llagas y desfiguraciones con que los hospitales estuvieran al lado de la ciudad y en sus principales accesos
Bien es verdad, recalcamos, que muchos males de la piel que se consideraban lepra no lo eran, por lo que el miedo al contagio, aunque existía, no debió ser demasiado grave salvo en ciertos momentos de verdadera endemia que originaron miedos y crueles rechazos, cosa que aconteció en alguna ocasión, como cuando en 1274 el Concejo de Oviedo estableció muy severas medidas para que los leprosos, entre los que había sin duda personas aquejadas por otras enfermedades que no eran lepra pero se tenían como tales y, que como era común, deambulaban con cierta libertad, no pasasen al interior de la ciudad... "sinon for el dia de la cruz ata el mediodia, et el malato que en otro tiempo y entrara enna villa por la primera primera vez sáquenlo a aguillonadas (golpes a manera de pinchazo) de la villa, et por la segunda vez que lo batan (golpear repetidas veces) et por la tercera que lo quemen"
En siglos posteriores siguen apareciendo documentos relativos al aislamiento de los leprosos, como requerimientos al juez para que, como en 1543 "no consienta que ningún malato de su término aquí ande ni esté, especialmente un mozo de Lanera e Arango: que se notifique a los malatos que se vayan dentro de tercero día so pena de cient azotes". Todavía en fecha tan tardía como 1737, no mucho antes de su clausura, el Ayuntamiento recuerda a los malatos la "prohibición de salir por las noches a pedir limosna, como solían hacerlo
"La lepra y San Lázaro, aparecen a su vez relacionados con la peregrinación a Santiago. De un lado, la lepra encabeza la lista de enfermedades curables por mediación del Apóstol, según en Liber Sancti Iacobi, y de otro, los caminos de Santiago, especialmente en Asturias, se muestran salpicados de leproserías de San Lázaro. La literatura crea la leyenda en la que el Cid, peregrinando a Santiago, se encuentra con un leproso que resulta ser el mismo San Lázaro. Parece, pues, presumible, la presencia de leprosos entre los peregrinos, a pesar de lo cual, hemos de reconocer no haber hallado constancia del ingreso de ninguno en nuestras malaterías. Tampoco encontramos en Asturias referencias escritas de curas milagrosas logradas por intercesión de San Lázaro. Pero el culto que en todas partes se daba al santo, es evidente que tendría por finalidad impetrar el alivio de los enfermos, siendo de suponer que al santo se atribuyese la frecuente curación de los leprosos acogidos en las malaterías ya que no podía pensarse en la eficacia de tratamientos que no se hacían"
"Tal profusión puede indicar dos cosas: que la lepra y enfermedades con ella confundidas habían ido en aumento, o que el establecimiento de malaterías era un negocio que valía la pena emprender, ya que tan pronto se fundaban, las buenas personas comenzaban a dar heredades y bienes, lo que junto con las mandas, foias, limosnas y demás ingresos (...) aseguraba a los patronos, comenderos, curas y mayordomos, la percepción de una rentas lícitas y la posibilidad de apropiarse ilícitamente de lo que las personas caritativas fuesen donando para beneficio de los enfermos"
"Se trataba de un recinto ligeramente ovalado, situado en un escalón de la ladera a unos 312 metros de altitud. Especifica que se ubicaba al sur de los monumentos prerrománicos del Naranco, al norte del actual barrio de la Florida. Las dimensiones del recinto eran de 72 metros en el eje norte-sur y de 85 metros de este a oeste.
Contaría con un foso que en los años 60 se conservaba en la parte norte. El asentamiento estaría protegido por una pendiente de 4 metros de altura y estaba unido al resto de la ladera por un paso estrecho de tierra donde se encontraría el foso defensivo, hoy desaparecido, como el resto del castro. (...)
En el lado norte se ha especulado con que tendría una torre o bastión, donde se conservaba un derrumbe, que reforzaría la posibilidad de que hubiera sido un puesto de vigilancia de la ruta en un momento más tardío, muy similar a lo ocurrido por ejemplo en otro malogrado castro, el de Llagú, que corrió la misma suerte.
Es frecuente que los desmontes de las estructuras murarias de los castros se aprovechen en las construcciones modernas que los rodean. Sin embargo en este caso las nuevas edificaciones fruto de la ampliación urbana en los años 60 del siglo XX requirieron de este y otros espacios en la ladera del Naranco acabando totalmente con la morfología de este asentamiento y poniendo contra las cuerdas otros similares, como el de Fitoria, a unos cientos de metros. El propio José Manuel González se refería al peligro que la expansión urbanística de la ciudad tenía para este tipo de castros."
"Su corta historia en la bibliografía académica comienza con la catalogación de J.M González, y termina prácticamente a la vez. No tenemos dataciones ni más datos salvo la prospección que se hizo con motivo de la construcción del parque. Es difícil adscribirlo a cualquier periodo histórico sin más información.
Es interesante por su proximidad con los monumentos prerrománicos y con la villa de Linio, que estaba cerca. También J. M. González creyó que podría tratarse de una turris, pero es perfectamente posible que estuviera habitado por una pequeña comunidad por sus dimensiones.
En el Naranco hay evidencias de ocupación romanas, con varias explotaciones agrícolas de ese periodo en forma de villae, además de las supuestas ruinas «viejas» en la época de Ramiro I en las inmediaciones de los monumentos prerrománicos. Pero nada más."
"Oviedo es una ciudad salpicada de zonas verdes. El Naranco es el gran pulmón del concejo, pero la capital tiene un amplio listado de parques y zonas ajardinadas que suponen un respiro en mitad del agitado ritmo del día a día. El más emblemático es el Campo San Francisco, en el corazón de la localidad, pero hay muchos más. Uno de los menos conocidos -salvo para los vecinos de La Florida y Vallobín- es el Purificación Tomás, el de más tamaño del concejo.
El Parque de Purificación Tomás tiene una extensión de 213.667 metros cuadrados. Situado al norte de los barrios de Vallobín y la Florida, en una finca al oeste del Monte Naranco conocida como «Monte Alto», fue inaugurado en el año 1991. Está asentado en un antiguo castro prerromano y, según explica el ayuntamiento, se encuentra «en un entorno excepcional y con buenas vistas tanto del Naranco como de la Sierra del Aramo».
Entre los equipamientos de los que dispone, destaca un parque infantil, caminos para pasear, merendero y zonas verdes. Además tiene a disposición de los amantes del deporte numerosas actividades como frontón, pista de voleibol o canchas polideportivas (que se encuentran en mal estado de conservación). El Purificación Tomás tiene además una pista de bicicletas y un campo de disc golf."
"lo que primero era una simple alberguería, en atención al servicio que prestaba a peregrinos y caminantes obtendría franquezas y exenciones de pechos y tributos, especialmente cuando por la inevitable estancia prolongada del algunos peregrinos enfermos, venía a convertirse en hospital. La conversión del hospital en malatería puede imaginarse considerando, por una parte la relativa abundancia de enfermos de lepra y demás afecciones con ella confundidas entre los crónicos obligados a permanecer en el hospital, y por otra, figurándose la aversión entre los no leprosos a hospitalizarse mezclados con aquellos. Este doble mecanismo pudo determinar que algún hospital quedase exclusivamente destinado a malatos, es decir, convertido en malatería. Esquematizando la cosa, desde la forma más primitiva de albergarse los peregrinos en las iglesias, hasta la segregación especializada de los leprosos en malaterías, la evolución podría representarse así:iglesias - alberguerías - hospitales generales - malateríasPero debemos advertir que en ninguno de cuantos documentos hemos estudiado pudimos encontrar pruebas de la hospitalización de peregrinos en nuestras leproserías. La necesidad de hospitales o malaterías donde albergar los enfermos, hubo de sentirse de forma apremiante en cuanto a transeúntes o peregrinos se refiere, más no por ello debemos creer que los hospitales no se hiciesen principalmente pensando en los enfermos del vecindario, que serían con muchos los más numerosos y que, por cierto, sabemos gozaban derecho preferente para ingresar en las leproserías según hemos podido ver en el estudio particular que hicimos de cada una de ellas. Esta última es a nuestro juicio la principal causa de proliferación de las malaterías: los pueblos se mancomunaban para sostener -como un servicio público- una malatería en la que poder apartar las personas del distrito de llegase a contraer la lepra".
"En San Lázaro de Paniceres sólo el topónimo conserva un recuerdo de la malatería que allí hubo. En lugar tan próximo a la ciudad de Oviedo son nuevas casi todas las familias allí avecindadas, y es total y absoluto el desconocimiento del pasado local."
"Especialmente desde Oviedo, ofrece una imagen cautivadora, que la luz hace cambiante a distintas horas del día y según la época del año. Situada en línea recta a unos quince kilómetros de Oviedo, extiende su gran masa caliza de norte a sur, desde Peñerudes hasta la collada de la Cobertoria. Cobijan sus tierras agrestes por la parte oriental los concejos de Lena, Riosa y Morcín; limitan su término por la parte más occidental los municipios de Quirós, Proaza y Santo Adriano..."
"Este topónimo ovetense se origina de la composición PETRAM MOLLEM ‘piedra blanda’. Juan Uría encuentra la primera documentación (“petra molle”) en 1079. Evidentemente no es la única vez que aparece documentado el lugar pues, p.e. aparece también en 1092 “per termino de Petra Molle”. Precisamente por lo blanda, la piedra de Santa Mariña de Piedramuelle resultaba muy fácil de trabajar, lo que explica que se explotaran allí las canteras que proveían de la piedra necesaria para la construcción de la catedral según reiteradamente testifican los archivos de la Iglesia asturiana leídos por Francisco de Caso."
"Distinguen las canteras del lugar dos tipos de piedra, una blanca y la otra rojiza, de color muy característico", dice asimismo Collera y la proliferación de canteras ha dejado más huella en la toponimia menor: Les Canteres, Les Canterines, Les Canteronas, El Cantu Coloráu... abundando también los areneros de L'Arena, L'Arenina, L'Areneru y otros, así como barrizales, tal el de Les Llamuergues, con el que trabajaron los teyeros de antaño fabricando tejas y ladrillos. Hubo asimismo una laguna, La Braña, hoy día desaparecida
Esta es la zona de El Trigal, antiguas plantaciones de trigo le dieron nombre, ahora predomina la construcción de chalets que dan vista al Aramo en la grandiosa verticalidad de esta su ladera oriental, tal y como leemos en la Enciclopedia del paisaje de Asturias:
"La plataforma superior de la sierra en la que los montes de forma roma se dilatan hacia lo alto de manera uniforme, contrasta con la verticalidad de las paredes que cierran en muchos casos el acceso a ella. Observamos la escasas diferencias de altura que hay entre sus cumbres señeras..."
El Monsacro, el Aramo y otros montes y cordales más al occidente serán referencias visuales y geográficas muy importante durante las primeras etapas del Camino Primitivo
Entonces, aquellos antiguos caminos reales (del reino) quedaron relegados a vías secundarias, pecuarias o de comunicación local, cuando no desaparecieron. Andado el tiempo y con la mecanización del campo, muchos fueron ensanchados para permitir el paso de maquinaria y camiones, sirviendo además para comunicar los pueblos entre sí y con las carreteras principales, como sería el caso en este tramo de la cuesta de Paniceres
La apacible estampa de las vacas pastando en los prados plasman la pervivencia de lo rural en estas áreas de expansión urbana ovetense
Un poco más arriba, a la sombra de unos árboles, es un buen lugar para contemplar la ciudad con todo su paisaje circundante
Se hicieron con estos bienes los Méndez-Vigo pagando por ellos 136.000 reales en vales reales y 17.000 en metálico. Luego esta familia edificó una casa de campo, la Quinta Méndez, que fue destruida en el sitio de Oviedo de la Guerra Civil, en cuya capilla había alguna imagen de la desaparecida iglesia de San Lázaro de Paniceres, la cual desapareció en la contienda. Años después, trabajando estas tierras, apareció "una preciosa tabla labrada que seguramente perteneció a la capilla y constituye el único resto que se conserva de esta capilla", dice Tolivar Faes. Dicha tabla se encuentra en la colección del Tabularium Artis Asturiensis creada por quien fuera el Cronista Oficial de Asturias Joaquín Manzanares Rodríguez-Mir
La Florida ya va quedando atrás, con su recinto ferial y Riello, el valle del Regueru Boo y a lo lejos, Buenavista y Olivares, todo ello parte de aquella parroquia rural que fue de San Pedro de los Arcos, recuerdo del antiguo acueducto
Aquí tenemos la arboleda con bancos y mesas donde acabamos de estar, asomando Monte Alto, desaparecido solar castreño, sobre las copas de los árboles
A nuestros pies, el comienzo de la subida de Paniceres con la calle Navia y el Recinto Ferial de la Florida y, detrás, el Parque Camino Primitivo
Entre los bosquetes de Riello, en lo alto de la colina del parque, vemos los edificios del Hospital Monte Naranco, inaugurado el 21 de octubre de 1947 como sanatorio para tratamientos contra la tuberculosis y otras enfermedades respiratorias, perteneciente entonces al Patronato Nacional Antituberculoso como respuesta a la epidemia surgida en la posguerra. Fue construido por el organismo de Regiones Devastadas y su coste ascendió a trece millones de pesetas 'de las de entonces'. Amplía esta información Wikipedia:
"En una situación elevada y rodeado de pinares y praderas en un entorno natural, el hospital se construyó con amplias terrazas con orientación hacia el sur, pensando que así se favorecía la curación de los pacientes con tuberculosis, siendo esta una tendencia habitual en la arquitectura de los hospitales de la época. El sanatorio llegó a albergar alrededor de 250 pacientes, la mayoría con tuberculosis, en ocasiones familias enteras al tratarse de una enfermedad muy contagiosa y habitual durante esos años, y en muchos casos con estancias hospitalarias de varios meses. Hasta su modernización en la década de los 80, el sanatorio fue dirigido por una orden religiosa siendo las monjas enfermeras las encargadas de atender a los pacientes; la comunidad religiosa vivía en el mismo sanatorio. El antiguo sanatorio contaba con un quirófano que se empleaba para realizar intervenciones de tórax a los pacientes con tuberculosis".
" En el año 2000 se convirtió en el primer hospital de España en obtener el certificado de calidad ISO en cuidados de enfermería, obteniendo posteriormente el certificado de calidad ISO 9001 en sistemas de gestión de calidad para todas áreas del centro.[5] En el año 2007 recibió el Premio a las Prácticas Seguras del Ministerio de Sanidad. También en el año 2007 fue el primer hospital del SESPA en implementar la historia clínica electrónica con el sistema informático Selene, implantado posteriormente en el resto de áreas sanitarias de la región. Posteriormente se cambiará al sistema de historia clínica Millenium en su proceso de integración con el HUCA"...
La Florida es uno de tantos lugares en Asturias con idéntico topónimo que no hace mayormente falta de explicar etimológicamente, la florida vega de estos regueros que nacen en el Naranco. Escribía Casaprima Collera en 2002:
"Hasta hace bien poco era La Florida un lugar a las afueras de la ciudad en donde sobrevivían distintas caserías rurales diseminadas por El Pradón, El Prado Grande, El Monticu, El Prado Colunga, los Prados de Cabal, los Prados de Méndez... La reciente urbanización ejecutada sobre dichos terrenos ha reconvertido prados y caserías y bosquetes rurales en grandes avenidas y rotondas donde se levantan bloques de altura, dando vida a un nuevo y poblado barrio urbano..."
Al pie del Parque de Invierno viene el Camino, bordeándolo por su parte sur, calles Corvera, Soto del Barco, Muros del Nalón y Navia que acabamos de recorrer, saliendo de la ciudad
Más a la derecha, una referencia muy importante, una el Estadio Carlos Tartiere, en el antiguo barrio de Oliavres, empieza a verse sobre los edificios de La Florida y, a su derecha, el césped y arbolado del Parque del Oeste, otro de los grandes espacios verdes de la ciudad
Se inauguró oficialmente el 20 de septiembre de 2000 durante las fiestas de San Mateo con un partido amistoso entre el Real Oviedo y el F. K. Partizan Belgrado que fue una verdadera fiesta con más de 15.000 asistentes. Sin embargo, en realidad tres días antes hubo una inauguración oficiosa al disputarse aquí un partido de Primera División entre el Oviedo y la U.D. Las Palmas
La afluencia de 22.000 personas en aquel encuentro resultaba muy superior a las que se registraban en el antiguo estadio, situado más arriba, en Buenavista, cuya ubicación delata la 'visera' blanca del Palacio de Congresos y Exposiciones construido en su lugar
Llamado popularmente El Calatrava y similares, al ser diseño de Santiago Calatrava, fue casi desde el principio centro de polémica por sus sobrecostes y fallos muy graves en su infraestructura. Se construyó a partir de 2003, con el derribo del antiguo estadio y sus diferentes dependencias fueron inaugurándose entre 2007 (entrega del edificio de Servicios Administrativos del Principado de Asturias), 2008 (centro comercial) y 2011 (Palacio de Congresos). Hubo un parón en 2010 a consecuencia de la crisis económica
La que iba a ser la 'joya' de la construcción, que es lo único que vemos desde aquí, la citada visera o cubierta móvil de la parte central del edificio, hubo de dejarse fija a causa de los problemas insalvables en el sistema hidráulico que debía moverla, a lo que se unió un informe que alertaba de problemas de diseño
Construido en la Parcela Buenavista, en una de las zonas más altas de la ciudad, su estructura es visible desde muchos kilómetros de distancia, por lo que es una referencia para los peregrinos que salen de la población por el Camino Primitivo o que entran en ella por los caminos Norte y del Salvador
Sobre el barrio de Olivares, su núcleo principal era el lugar de La Cuesta, comprendiendo además los de La Cruz, El Cotariello, La Frialdá, La Campa, El Casal, La Torre y La Vallina. Cuando fue urbanizado sus topónimos históricos pasaron a designar las nuevas calles
La Frialdá es la parte más cercana a La Fuente la Plaza y al Ríu la Maxuca, la más fría, de ahí su nombre, que "hace referencia a la vaguada del terreno, donde es frecuente se concentre la niebla, a la que se suma la humedad por el paso al norte del arroyo Maxuca", dice Casaprima Collera
Buenavista es un lugar que no aparece mencionado de esta manera hasta mediados del siglo XIX si bien puede ser fácilmente que estuviese englobado en Llamaquique, siendo entonces una aldea más del extrarradio con treinta y ocho habitantes y diez edificios, siendo fácil que fuese zona de paseos y hubiese ventas de arrieros. Allí se construyó el Hospital-Manicomio y la residencia de los jesuitas
Ya en 1926 los arquitectos Anasagasti y Sol planearon un crecimiento ordenado de la ciudad, pero no sería hasta la posguerra cuando se aplicase el Plan Gamazo que preveía hacer un ensanche lujoso, llamándose entonces Buenavista a un gran sector de Llamaquique e iniciándose la urbanización de la zona en la década de 1950. En 1967 se inicia la construcción del Polígono de Buenavista en la zona más cercana al Campo San Francisco y Uría
Enfrente es el edificio que fue del famoso Hotel La Gruta, inaugurado en 1959 y que, con sucesivas reformas, estuvo abierto hasta 2019. Después fue transformado una vez más para pasar a ser residencia de estudiantes. En La Gruta, el último adiós a la gran familia de los Cantón, la periodista Elena Fernández-Pello publica en La Nueva España del 11-1-2019 la historia de sus fundadores:
"El menor de los hermanos Cantón, Ernesto, fue el primero en llegar a Oviedo desde su pueblo natal, Matalobos del Páramo, en León. Es también el único que sigue vivo, porque Benito, el mayor, y Valentín, hace años que se quedaron por el camino. Aquel niño huérfano salió adelante con sus hermanos, a base de trabajo e inteligencia hasta levantar un complejo hostelero que durante una época fue el más moderno de Asturias. Su éxito se basó en la excelencia, en el producto y en el servicio, y en la consideración de los trabajadores como el activo más valioso del negocio. Hace años que los Cantón vendieron La Gruta, por más de tres mil millones de las antiguas pesetas. Después de ellos tuvo otros dos propietarios. El último ha sido Amado Alonso, que acaba de anunciar que echa el cierre. A pesar del tiempo transcurrido -la primera venta se formalizó en 1999- La Gruta sigue siendo, en Oviedo, el negocio de los Cantón. Los antiguos trabajadores se cuentan por decenas y siguen en contacto. Los Cantón eran familia y trataban a sus empleados como si ellos también formaran parte de ella: había familiaridad para exigir y la había en el trato, y en una lealtad que iba más allá de lo laboral.
La familia Cantón se abrió paso en Oviedo poco a poco, de negocio en negocio. Ernesto empezó como empleado en una tienda de ultramarinos, luego los tres hermanos abrieron una propia, cerca de la antigua fábrica de armas de La Vega, que se llamó El Bodegón. Después llegó La Jabonera, en el Alto de Buenavista. En 1959, los Cantón compraron Casa Zabaleta, una tienda-bar también en Buenavista, en la que paraban los carreteros. Con el tiempo le añadieron un restaurante y un llagar y la convirtieron en La Gruta, que se llamó así por la cueva en la que ponían a enfriar la y el vino. Era el primer lugar donde parar a tomar algo y comer que encontraban los viajeros que llegaban por la carretera de Galicia. El emplazamiento era una baza y los dueños supieron aprovecharlo con un amplio aparcamiento que en los buenos tiempos atendían dos personas.
José Ramón Faedo González empezó a trabajar en La Gruta en 1961, cuando el restaurante estaba atendido por tres empleados. Se jubiló en 2006, y cuenta que el negocio llegó a tener 90 empleados fijos, más unos 60 que se contrataban como refuerzo los fines de semana. En 1971 se inauguró la primera gran ampliación de La Gruta, y con ella el complejo adquirió la fisonomía con la que, con alguna que otra reforma, ha llegado hasta la actualidad.
Los Cantón, cuenta Faedo, que llegó a ser maitre, "contrataban gente joven e iban haciendo equipo con ellos, a base de horas de trabajo". "Ellos estaban siempre a la cabeza, trabajando como nosotros, se les trataba con respeto, porque eran los dueños, pero si hacían falta manos para fregar platos estaban allí los primeros", recuerda. Las jornadas eran largas, a veces llegaban a las 16 horas, pero la contrapartida merecía la pena. Los propietarios eran generosos, y no había año que los empleados no tuviesen su recompensa en la nómina, y contaban además con su apoyo personal, lo mismo para buscar a un médico cuando un trabajador o alguien de su familia afrontaba una enfermedad que para adelantar la entrada del piso.
La hija de Ernesto Cantón, Maite, recuerda que hasta que tuvo nueve años no veía a su padre, de tantas horas como echaba en el negocio. "Había que vivir allí, el trabajo era duro, para todo el mundo. Se ayudaban, se autogestionaban, tenían su equipo deportivo...", cuenta. Cada año los trabajadores hacían la marcha a Covadonga en bicicleta y esa afición a los pedales se mantenía a lo largo del año. Al salir de trabajar de madrugada no era raro que los más jóvenes cogieran la bici y subieran al Naranco. Había reuniones de empresa, cenas y comidas y una estrecha relación entre muchos trabajadores.
La ética del trabajo la aplicaban los Cantón de forma natural y espontánea, con un trato exquisito a los empleados y a los clientes, y tuvieron el acierto de saber sacar partido al talento de cada uno. Eso sucedía entre los mismos hermanos. Maite Cantón explica que "Benito era el relaciones públicas, era el mayor de los hermanos y la gente lo adoraba, tenía carisma; Valentín trabajaba por detrás, se aseguraba de que todo funcionara, mantenía la maquinaria engrasada; y mi padre Ernesto, el más joven, era el de las ideas, que ponía en marcha las jornadas de la faba, del jabalí..., lo que hiciera falta".
Eugenio Fernández empezó a trabajar en La Gruta con 15 años. A esa edad, o incluso mas jóvenes, se incorporaron muchos. Su carrera, como la de la inmensa mayoría de sus compañeros, es un fiel espejo de la que siguieron los Cantón. Llegó de aprendiz de cocina y fue subiendo en el escalafón hasta acabar de jefe de cocina. Trabajó en La Gruta 35 años.
La lealtad al negocio era compartida por los propietarios y los empleados. Faedo habla de días de ocho bodas, de años de cerca de 250, y de domingos con 17 comuniones. La Gruta no escatimaba en el personal y este no reparaba en esfuerzos, el servicio estaba garantizado. La clientela también era fiel, y se mantenía por generaciones.
Se era generoso en la formación de los empleados. Muchos hablan de sus viajes y sus cursos de formación en Madrid, e incluso en Suiza, para estar a la última. Y la misma política se aplicaba a los proveedores. Eugenio Fernández recuerda que los jamones de Joselito se reservaban con un año de antelación. La bodega era de las mejores de Asturias. Había pescado y carnes a discreción, la carta era amplísima. Había un cetárea en la sidrería, con el marisco vivo, cuando no la había en ningún otro establecimiento de la ciudad.
Alfredo García, Richar, primero camarero y luego jefe de sector de la sidrería, se refiere al pequeño de los Cantón como un hombre de "ideas muy avanzadas", que viajaba y que compartía con sus empleados lo aprendido. Esa profesionalidad llenaba el negocio, lo mismo de eventos deportivos como la Vuelta Ciclista a España o con los equipos de Primera que en su día competían con el Oviedo que de convenciones políticas, del PP al PSOE, de jornadas gastronómicas, actividades culturales o, simplemente, reuniones familiares y encuentros entre amigos.
El profesor Alberto Vilela habla de una historia "digna de contar". Ernesto Cantón le confió sus memorias, que están pendientes de publicación por falta de financiación. "Son un ejemplo de emprendedores en Asturias", afirma, "una historia novelesca, que merece la pena que la gente joven conozca".
"El hotel La Gruta, en la plaza de Occidente, la zona conocida como alto de Buenavista, ya no volverá abrir. El establecimiento cerró sus puertas el pasado 24 de diciembre por vacaciones y la propiedad ha decidido que esa medida se convierta en definitiva. Así, lo confirmó ayer Amado Alonso, último dueño del histórico establecimiento ovetense que fue inaugurado en 1959 y del que Alonso se hizo cargo en 2009. Ahora, tras una década al frente de negocio, ha presentado en el Juzgado una liquidación voluntaria de la actividad.. Ya era entonces "La nueva Gruta", nombre que se le puso tras la venta del negocio de los hermanos Cantón.
El cierre afecta a los quince trabajadores que mantenía actualmente un complejo hotelero con 105 habitaciones y que hace ya tres años que había cerrado su restaurante. Los empleados se acogerán a un ERE (expediente de regulación de empleo) de extinción de actividad.
Para comprar La Gruta, Amado Alonso firmó una hipoteca con el Banco Popular de doce millones de euros. La situación actual no le permite hacer frente a los pagos fijados por el banco y por ello el propietario ha decidido cerrar. "Llevamos años intentando renegociar esa hipoteca, pero ha sido imposible, no nos han dado ninguna opción", explica Alonso. El propietario asegura que la sociedad no es, ni mucho menos, deficitaria. "De hecho, hay dinero suficiente en la cuenta bancaria para pagar la liquidación a todos los trabajadores", afirma, pero reconoce que los beneficios que obtiene anualmente, de unos 400.000 euros, no le permiten hacer frente a una hipoteca bancaria que supera esa cantidad.
Ante esta situación, la propiedad planteó numerosas opciones, primero al Popular y luego al Banco Santander. Se barajaron, según explica Amado Alonso, varias posibilidades. Por un lado, se intentó renegociar la hipoteca para alargarla en el tiempo, bajar las cuotas anuales y poder hacer frente al pago con solvencia. También se pensó en la venta del inmueble a un fondo de inversión y que los actuales propietarios y administradores del hotel quedasen como inquilinos. En esa misma línea, se propuso a la entidad bancaria que se quedase con el hotel para liquidar la hipoteca y que cobrase un alquiler mensual a los actuales gestores. "Llevamos años de reuniones y les hemos hecho numerosas propuestas, pero ha sido imposible negociar absolutamente nada con el banco", subraya Alonso. (...)
La situación de La Gruta no ha sido la mejor a lo largo de las dos últimas décadas. Según explica Amado Alonso. Las instalaciones del alto de Buenavista perdían un millón de euros al año ya en 2001, cuando tenía unos 80 trabajadores entre el hotel y el restaurante. Esa situación fue mejorando, pero el actual propietario reconoce que en 2014 la sociedad que gestiona la instalaciones quedó "totalmente descapitalizada". Lograron poco a poco ir mejorando, hasta lograr que el negocio diese beneficios, pero no fueron los suficientes como para hacer frente a la actual hipoteca. (...)
Así las cosas, Oviedo pierde uno de sus hoteles más emblemáticos de las últimas décadas. La Gruta era referencia local y regional especialmente a finales del siglo pasado. Su ubicación en el alto de Buenavista, en la salida o entrada a Oviedo por la vieja carretera de Galicia, lo convertía en lugar clásico de parada de viajeros. Además, su tradición hostelera lo convirtió en lugar de celebración de bodas, bautizos y comuniones".
La Torre y La Cuesta. Hace años se había puesto en marcha un programa en el que se realizaban visitas guiadas para conocer los cambios acontecidos en Olivares a lo largo del tiempo, llamado Orgullo de Barrio, así explicado por Ángel Fidalgo para La Nueva España del 20-10-2016 en su artículo Un paseo nostálgico por Olivares:
"Olivares creció de una manera desmesurada en los últimos veinte años, en el que pasó de ser un núcleo rural a una zona residencial, con lo que perdió toda la esencia que tenía", comentó al principio del recorrido Joaquín Salas, el entusiasta representante de la asociación vecinal.
De lo que era el núcleo rural ya no queda prácticamente nada. La quintana de Gervasio, muy representativa de la construcción típica asturiana con hórreo, horno, pozo de agua, molino y otras instalaciones que le permitían ser autosuficiente. También incluía lagar, que finalmente se trasladó en los años treinta del siglo pasado a Fuente de la Plata, dando nombre a la conocida sidrería del mismo nombre, explicó su propietario, Joaquín Salas. Después quedan algunas casas con hórreos, y otros que están dispersos.
¿Y tantas fuentes que había? Sólo quedan en fotografías y en el recuerdo de los vecinos de más edad de Olivares. Pero una logró sobrevivir a las construcciones de adosados, la de La Torre, pero no echa agua.
María Álvarez, secretaria de la asociación de vecinos, lamentó la desaparición de tantas fuentes y lavaderos, como la del Casiellu que incluía abrevadero, la fuente del Pipón, la del Salgueru o la Teyerina. "Y menos mal que aún quedan restos de la fuente de La Fueya, que los vecinos intentamos restaurar".
Otra vecina, que prefiere permanecer en el anonimato y de nombre Carmen, aprovechó para recordar la primera traída de agua que tuvo Olivares en el año 1963, que llegaba desde Las Cortinas, un poco más abajo de La Gruta, hasta La Campa, gracias a la generosidad de un indiano del barrio que hizo fortuna en Cuba y de nombre Manuel Álvarez Alonso. Los vecinos, ni cortos ni perezosos, fueron los que hicieron las zanjas de las tuberías. Y así transcurrió la tarde. Entre historias".
Bajo nosotros el ya mencionado barrio urbano de Les Campes, al pie de Paniceres, y que cae hacia el valle por estas antiguas "praderas para el pasto en terrenos comunales hoy desaparecidos por la sobreurbanización", escribía ya en 2002 Adolfo Casaprima Collera en su Diccionario geográfico del concejo de Oviedo. El barrio nació con el cambio de milenio y que el 4-7-2022 era Un barrio joven y en la naturaleza, escribía Covadonga del Nero para el periódico El Comercio:
"Un barrio que con todo lo necesario para vivir, exceptuando una de sus grandes luchas vecinales: una farmacia. Cafeterías, restaurantes, academias de idiomas y de clases particulares, peluquerías llenan los bajos comerciales de sus edificios. Algo que llena de vida la zona, con unos vecinos que, al no ser demasiados y vivir el día a día en sus calles, se conocen todos. «Una especie de pueblo en plena ciudad y con todos los servicios», resumen los vecinos".
Al otro lado del valle que aquí forma El Ríu la Maxuca reconocemos la loma de la vecina parroquia de Piedramuelle, de la que ya hemos hablado, pero sin duda lo que más nos va a llamar la atención, sobre todo en días claros, luminosos y despejados, es la gran línea de cumbres de la Sierra del Aramo que, aunque ninguna llega a los dos mil metros, sobresale como una gran dorsal que se extiende de sur a norte sobre los valles centrales asturianos del Nalón, Caudal, Trubia, Nora y otros afluentes, destacando desde muchos kilómetros de distancia, como sin duda habrán podido comprobar los peregrinos que, antes que el primitivo, hayan llegado a la Sancta Ovetensis por el Camino del Norte, el del Salvador o el Camín de los Santuarios
Un poco más cerca y a su izquierda, casi siempre en contraluz, tenemos el Monsacro o La Madalena, mucho más pequeño en extensión, más bajo en altura, pero no por ello menos importante, sino acaso todo lo contrario
Es, como su nombre indica, el Monte Sagrado, unos kilómetros al sur de Oviedo/Uviéu, la capital asturiana y en cuya cima existen dos capillas, una dedicada a Santiago y otra a la Magdalena, razón por la cual también se le conoce como La Madalena
Las capillas están en la cima, en lo alto, aunque no en la misma cumbre de sus picachos, sino algo más abajo y, a veces con suerte y si les da algo el sol pueden llegar a reconocerse, mejor naturalmente con zoom o con prismáticos. La Madalena está justo sobre una necrópolis tumular prehistórica, lo que delata la cristianización de un elemento sagrado unos 4.000 años anterior, 'milenio arriba o milenio abajo'; mientras que la de Santo Toribio se encuentra unos metros más arriba en la ladera este del Cuitu Rumiru ('cueto romero', es decir, de romeros o peregrinos), que con sus 1.055 m es su cota más alta, estando a su lado La Fayona (1.020 m)
"La principal confusión ha sido la existencia de varios santos con este mismo nombre, uno de ellos Santo Toribio el Monje, Obispo de Palencia en el siglo VI, fue quien fundó el Monasterio de Liébana (Cantabria). “Nuestro” Santo Toribio de Astorga que vivió en el siglo anterior, entre 402 y 476 no estuvo en Liébana durante su vida pero sí fueron trasladados allí sus restos en el siglo VIII poco después de que los musulmanes invadieran la península en el año 711. Además de sus restos fue llevada a dicho Monasterio la reliquia de la Cruz de Cristo (Lignum Crucis) que el propio Santo Toribio había traído de Tierra Santa y sobre la que luego ampliaré más datos.
Por eso cuando se habla del Monasterio de Santo Toribio de Liébana hay que tener en cuenta que hubo dos santos con el mismo nombre, que el nombre originario del Monasterio era San Martín de Turieno y que se cambió al actual mucho más tarde, concretamente en el siglo XII. De todos modos, Santo Toribio de Liébana, se relaciona automáticamente con Santo Toribio Obispo de Astorga, por su mayor significación."
Ahí están también El Monte'l Tambarón y la vega de Fontazán, es la bajada por El Picu Mosquil (1.288 m) al collado de Pan de la Forca (1.038 m), que separa esta parte central del Aramo del Picu la Mostayal (1.305 m), el situado más al norte de la serranía, cuyo topónimo se atribuye lingüísticamente a un teónimo dedicado a la divinidad céltica gala Aramo-onis, así lo presenta el profesor Martín Sevilla Rodríguez en su obra Toponimia de Origen Indoeuropeo Prelatino en Asturias (Real Instituto de Estudios Asturianos, 1980).
Allí, El Torrexón de Peñerúes, en el concejo de Morcín, controlaba esas vías de comunicación. Torre de vigilancia de origen medieval que acaso podría haber sido construida en el lugar de otras más antiguas. Desde allí los señores del antiguo coto señorial allí existente dominarían sus posesiones, que no se integraron en el concejo morciniegu hasta la abolición de dichos cotos en 1827. Es asombroso cómo pese a la distancia se distinguen bien sus paredes de piedra clara cuando les da bien el sol
Sin movernos del sitio vamos a despedirnos aquí del barrio de La Florida y del Parque Camino de Santiago
"Pasan 110.000 consultas y realizan 9.000 intervenciones quirúrgicas al año. El Instituto Oftalmológico Fernández Vega es «la empresa familiar por excelencia» y, por eso, ayer tuvo un protagonismo especial en el primer congreso de Empresa Familiar donde desarrolló una ponencia a cargo del gerente adjunto del Instituto, Guzmán Suárez. 'Más de 125 años de pasión por la oftalmología' fue el título de la charla.
Suárez explicó que todo comenzó cuando Adolfo Fernández-Vega, un médico que ejerció en Infiesto, decidió en 1886, tras doctorarse en Madrid con una tesis sobre Neumonía, trasladarse a París para estudiar la especialidad de Oftalmología. Finalizada su formación, trasladó su residencia a Oviedo donde ejerció desde entonces como médico oftalmólogo. Su hijo Luis Fernández-Vega Valvidares siguió sus pasos en la segunda generación de oftalmólogos. Los hijos de éste, Luis y Álvaro Fernández-Vega Diego fueron los continuadores de la saga, ya en la tercera generación. La cuarta generación la constituyen Luis Fernández-Vega Sanz y sus hermanos Álvaro y Javier. Ellos fueron los grandes impulsores del Instituto Fernández Vega. Guzmán Suárez explicó que «en los años 90 se produjeron muchos cambios sociales y económicos, hubo más poder adquisitivo y preocupación por la imagen y en ese momento los Fernández-Vega tuvieron que decidir entre el traslado desde Oviedo a otra ciudad, aceptar ofertas de compra que les habían hecho otras compañías o bien, quedarse en Asturias. Decidieron apostar por el Principado, con la construcción del instituto.
El gerente adjunto del Instituto Oftalmológico Fernández Vega señaló que en 1997 el instituto ocupaba 600 metros cuadrados y ahora tiene una superficie de 12.000 metros cuadrados; daba empleo a 28 personas y ahora tiene 200 empleados, y atendía 25.000 consultas al año y ahora pasan más de 110.000 personas al año por su clínica. Sobre el futuro, señaló que «emprender, innovar y apostar por los pacientes es la mejor garantía de continuidad, y puedo decir que tenemos un equipo y una estrategia con los que vamos a cumplir otros 125 años»
Desde la explanada del pozo regresamos al Camino al pie de El Campón, una de las antiguas caserías de Paniceres
Caminando casi en llano ya continuamos por la carretera de Paniceres, cuyo fin como parroquia independiente vino de la mano de la extinción de la malatería. La iglesia de San Lázaro desapareció tras un fuerte temporal que afectó a sus cimientos en 1782. Adolfo Casaprima Collera incluye Paniceres en términos de la parroquia de Naranco, pero otros investigadores, como Arantxa Margolles Berán y Carlos Fernández Llaneza, dicen quedó integrada en San Pedro de los Arcos
Aún queda efectivamente un poco más de cuesta para terminar realmente la subida de Paniceres, pero ya una rampa muy corta y suave a partir de la explanada
La Peña Llampaya es de nuevo una buena referencia visual para comprobar nuestro avance por las faldas del Naranco
Bajo la pared rocosa de la cima están los campos de La Carnera y, a la derecha, los de La Comuña. Se plantan ocalitos en los antiguos pastos, cultivo industrial con destino a las fábricas de celulosa
Acabada definitivamente la cuesta vemos al fondo ya los tejados de La Trapa, uno de los barrios de Paniceres por los que pasa el Camino
Del cruce a la derecha una fila de casas sube del cruce, sobre el que una palmera delate acaso un pasado indiano, a la derecha por el camino de Ules. Su fachada principal mira al Camino, dando vista a los peregrinos cuando van llegando; la posterior también, desde las que se los ve marchando hacia La Pachuca, el siguiente lugar de Paniceres como hemos dicho
Nosotros seguimos por abajo, de frente al pie de la palmera, en la llamada Avenida Alfonso Molina, cuyo nombre procede de una alegre ocurrencia entre los clientes de un bar que hubo a la derecha, La Trapa, centro de reuniones, tertulias e iniciativas vecinales
Y así quedó en el callejero en el nombre de la Avenida Alfonso Molina que, dado el éxito, animó a la peña a poner el nombre de otro célebre vecino a otra de las calles del pueblo, Calles por decisión vecinal, titulaba La Nueva España del 17-8-2008 la noticia de esta propuesta para el nomenclátor de calles ovetenses:
«Vamos a ponerle una calle a El Cuco». José García charla tranquilamente con Víctor Álvarez junto a uno de los dos bancos de la plazoleta que ocupa el centro de Paniceres. Ambos se sienten orgullosos de homenajear a su vecino, fallecido hace tres años, «por su carácter abierto y su alegría durante los actos sociales». Esta razón es suficiente para que ya estén pintando el azulejo que inmortalizará su nombre en el pueblo más allá del cementerio.
La peña que hace posible esto se reúne en el bar La Trapa, un lugar «de toda la vida» cuyas estanterías, además de contener las bebidas típicas de un bar, están repletas de embutidos, latas de conserva, chocolate y demás comestibles. Los vecinos consideran éste un lugar emblemático del pueblo. Fue ahí donde, hace 30 años, 25 amigos de la zona que frecuentaban el lugar se reunieron y dieron vida a la Peña La Trapa, que José define como «el centro de la vida social del pueblo. Es una agrupación cultural con la que organizamos actos como comidas, viajes o fiestas. Nos mantiene muy unidos», explica José. «Cuco fue socio desde el principio. Sin duda una persona que no pasó desapercibida, ya sea para lo bueno o para lo malo».
El criterio para nombrar la calle José Fernández «El Cuco» tiene el precedente en su perpendicular, la avenida Alfonso Molina. Alfonso amenizaba con su voz hace 15 años a los socios de la Peña La Trapa. Esa voz fue la que le dio el «apellido», como un mote puesto a raíz del cantautor Antonio Molina. «Alfonso ganó un festival de la canción y le hicimos una cena de homenaje. Poco a poco nos fuimos animando y se nos ocurrió la idea de dedicarle la calle principal del pueblo», continúa explicando José. Lo que empezó como una broma continúo con una placa pintada a mano con el escudo de Oviedo. De ahí, hace aproximadamente diez años, saltó al callejero oficial del concejo, no se sabe bien si por un error o una casualidad.
Con la calle de El Cuco piensan hacer lo mismo. «Vamos a colocar una placa igual que la de Alfonso Molina. Que después se haga o se deje de hacer oficial lo decidirá el Ayuntamiento. Para nosotros eso no es lo importante», añade José".
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