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jueves, 22 de diciembre de 2022

CARAVIA "LA PERLA VERDE" DEL CAMINO NORTE EN ASTURIAS: DEL ARENAL DE MORÍS A LA TUERBA, ENTRE LA MAR Y EL SUEVE

 

Vista parcial (extremo oriental) del Arenal de Morís desde La Tuerba, bajo El Cantu la Figar

El Camino de Santiago Norte ha entrado en Caravia por el monte de La Campona (derecha de la foto), bajando desde su cota del Cantu la Figar (108 m) al Arenal de Morís, la primera de una serie de playas por las que vamos a pasar en este concejo asturiano en el que la senda xacobea pasará durante todo su recorrido muy próxima al mar, a veces por el mismo borde del acantilado y de los arenales. Más a la izquierda de la foto vemos La Punta la Braniella, divisoria de concejos, la bocana de El Portiellu, ensenada riosellana de la parroquia de Berbes, de la que venimos, saliendo del pueblo por La Caleyona, y a lo lejos El Güeyu Mar y Punta los Carreros, en Vega, lugares que ya han quedado todos atrás

La Tuerba y el Arenal de Morís

Nos aguarda ahora un bellísimo trayecto por la campiña de la marina caraviense que para muchos constituye uno de los más bellos tramos del Camino de Santiago del Norte. Para ello habremos de subir desde el Arenal de Morís a La Tuerba, preciosos prados de diente, de pasto, donde pacen las vacas en esta bella campiña de prados verdes separados por muries de piedra y alguna alambrada, donde una necrópolis megalítica atestigua el secular poblamiento de estos lugares y la antigüedad de un camino histórico varias veces milenario

El Camino (izquierda de la foto), de hierba y tierra, llega bajando al Arenal de Morís pasando al lado de su carretera de acceso desde Caravia l'Alta (Prau) y se dirige hacia la casa con palmera que vemos enfrente, donde continúa a la izquierda (a la derecha podemos bajar a conocer el arenal)

El mojón con la concha nos indica tomar pues este bello sendero que pasa junto al muro del jardín de la casa. A la izquierda, un seto silvestre lo separa de uno de los eucaliptales plantados sobre la playa


Las hortensias se asoman sobre la senda. Es un tramo muy hermoso y tranquilo que, salvo los peregrinos, pocas personas recorren, pues desde el parking suelen bajar directamente a la playa por la carretera o por otro acceso peatonal más directo


Luego llegamos a la arboleda ribereña que crece en torno al arroyuelo que baja a desembocar en la playa desde su nacimiento un poco más arriba, en El Vallal. Suele llamársele el Ríu de Morís o Ríu Caravia, pues Caravia suele llamársele también al arenal


El arroyo, aunque pequeño y de escaso caudal y curso, puede encharcar e incluso inundar sus orillas con las lluvias y las crecidas, por ello aquí se han colocado unas losas de piedra con una base de hormigón para asentar el terreno y evitar el barrizal que se forma


Se ha habilitado también una pasarela de madera con tres buenos tablones y pasamanos a cada mano


Para evitar resbalones en las tablas, estas se han cubierto con una malla metálica tipo red


Evitamos así tener que dar este pequeño salto sobre el cauce, que pasa haciendo un poco de surco, y exponernos a alguna caída o tropezón


Al otro lado hay corto tramo de firme enlosado y encementado que se dirige a la arboleda


Luego es un camino de tierra que sube hacia la carretera a la sombra de los árboles


El Camino se ensancha al pasar entre estas matas de arbustos que crecen a ambos lados


Y llegamos a la carretera local que comunica la playa: al otro lado está el parking


Suelen colocarles postes y cuerdas para evitar que ningún automóvil pase o incluso se meta hasta el río. No es infrecuente el parking se llene en verano


Al llegar a la carretera vemos el Sueve, Monte Sueve o Puertu Sueve, la gran referencia visual y montañera que domina el paisaje durante un buen trecho del Camino, cordal en parte verde y en buena parte rocoso (calizo), cuyas peñas columbran una gran franja del litoral cantábrico, "desde Guipúzcoa hasta Galicia", dicen, tal vez un tanto exageradamente, algunos geógrafos


Se reconocen e identifican muy bien algunos de sus más altos picachos: el más alto es el Picu Pienzu 1.161 m, del que se dice (hay debate sobre el tema), que es una de las mayores diferencias de altitud en el mundo entre cota de altitud y nivel del mar. A su izquierda están el Cuetu les Duernes (1.059 m), el Sellón (1.030 m) y el Picu Babú (929 m), a donde subían las mozas y mozos de Caravia la mágica alborada de San Xuan para asistir al prodigio de "ver bailar al sol" cuando este surge sobre el mar al amanecer. Las altitudes pueden variar según la fuente consultada


El Picu Babú, también llamado Picu los Foyos y Picu los Cuervos, señala la divisoria entre los concejos de Colunga al norte y Parres al sur, mientras que Caravia llega a sus pies por Pie de Potru y Piedra Llana, en el valle de La Riega les Teyes y su afluente La Riega la Canal del Beyu


Ahí están los formidables paredones calizos de Los Tucones o La Parea los Tucones. Más arriba es La Covaniella. Existe la tradición que cuenta que las mozas de Borines, al otro lado de la montaña, subían, también en San Xuan a los prados en torno al Picu Babú a revolcarse de su rocío (la rosada) en la mitológica mañana sanxuanera


Una gran arboleda en la falda norte del Sellón es la Viesca Guinaldos o Quirinaldos, que llega a la derecha al Cuetu Sedores (815 m) bajo el Pienzu, una de las grandes masas boscosas del Sueve, antiguo Sove, derivación de Iovi, el dios Júpiter en la mitología romana, padre de los dioses pero en principio del rayo y la tormenta, como las que imperan tantas veces en esas altitudes. El etnógrafo caraviense Aurelio de Llano en su libro Bellezas de Asturias: de oriente a occidente dice del paisaje que se contempla desde arriba:
"El fondo de este maravilloso escenario, está cerrado por los Picos de Europa, cuyas cabezas lucen tocas de nieve resplandeciente. Al  Oeste, envuelta en un velo tenue de bruma nacarada, se yergue la torre de la catedral de Oviedo acariciando el cielo con la cruz que corona su aguja primorosa. Y mirando hacia el mar, con ayuda de prismáticos se ve un panorama inmenso de indescriptible belleza, tendido a lo largo de la costa desde el cabo Ortegal hasta Vizcaya"

El también etnógrafo Ramón Baragaño dice que el primero que afirma que desde el Pienzu se ve desde Galicia Vizcaya es Guillermo Schulz en 1838, ingeniero de minas hispano-alemán que, nombrado Inspector de Distrito, recorrió Asturias y Galicia para localizar yacimientos mineros, estudiando su geología. A este le siguieron en esa afirmación, además de Aurelio de Llano, el escritor Fuertes Acevedo, el cronista Fermín Canella, o el historiador BraulioVigón, entre otros


Aurelio de Llano dice además que "en esta zona, paralela al Sueve, fue donde recogí mayor cantidad de leyendas míticas", que en palabras de Baragaño, se refiera  a la que recoge que "en el fondo de la espesura del bosque de la Peña (formado por hayas milenarias, robles y tilos, y en el camino que desde la costa lleva a la majada del Bustacu) tiene el diablo su morada" (prólogo a El Sueve, Geografía, historia y rutas de montaña de Luis Díez Tejón y Víctor Villar Pis)


Por su parte el filólogo Xosé Lluis García Arias, dice que el topónimo Caravia "podría entenderse como una formación prerromana cuyo primer elemento KAR- sería alusivo a la piedra, el segundo APIA a alguna corriente de agua" y que aparece documentado desde el siglo X (Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos)


Nada más que podamos cruzaremos la carretera pues al otro lado dispone de una buena acera, al pie de estos cipreses


Subimos así hacia los campos de La Tuerba, alejándonos poco a poco de la playa


Detrás de aquellos árboles está el camping Arenal de Morís. Estos campings playeros fueron muchos años una alternativa de alojamiento para muchos peregrinos cuando apenas había aún albergues, ni públicos ni privados, en el Camino Norte


Más abajo, ocultas por el boscaje, están las antiguas explotaciones de fluorita, mineral comercialmente más conocido como espato flúor, fundente endurecedor del acero que empezó a explotar en los años 1930, se paró durante la Guerra Civil y se reemprendió a sacar con ahínco en la posguerra, pues dada su importancia vital para la fabricación de blindados llegó a hacerse con su control el gobierno alemán, saliendo la producción en barcos desde el muelle de Ribadesella/Ribeseya a Bremen y Amberes


Tras la derrota del Reich, pasó al Comité Interaliado y de ahí a las empresas del Ramo como Fluoruros S.A., llegando a ser Estados Unidos el máximo comprador. El final de la Guerra del Vietnam y la crisis del petróleo hicieron menguar drásticamente los pedidos en un momento de gran producción, lo que la frenó en seco para luego bajare estrepitosamente, desapareciendo gradualmente la actividad minera, acuciada además por el agotamiento de los yacimientos y más aún tras el trágico accidente de Mina Foncaravia en 1982, en el que fallecieron cinco mineros. En la actualidad el viaducto de la Autovía del Cantábrico pasa sobre la antigua balsa. El corresponsal Marcos Palicio escribía al respecto en 2010 para La Nueva España (serie Asturias viejas y nuevas polasCaravia es una mina:
"Ese prado de verdor intenso que hoy controlan las gallinas era no hace demasiado, nadie lo diría, el enorme socavón de una mina a cielo abierto. Ahora es verde y tiene un hórreo, y un gallo gobierna sin aspavientos esta escena bucólica que apenas tres décadas atrás tenía camiones y polvo, ruido y barro en el boquete marrón de una explotación de fluorita. En Caravia Alta no hace falta haberse hecho viejo para recordarlo, eso que parece un lago era una balsa, y prácticamente todo el pueblo, una mina, pero hoy no sería posible descubrirlo sin ayuda. El tiempo ha curado las cicatrices de la minería sin dejar apenas rastro de la sutura y ha convertido Caravia en otra cosa. Ni un castillete, ni el resto abandonado de una bocamina, únicamente desentona una construcción de madera gris que fue sala de máquinas y espera su demolición reconvertida en almacén municipal. «Aquí hemos pasado todas las reconversiones», dirá después muy gráficamente algún vecino de Prado, oficialmente la capital del concejo y en realidad el barrio de Caravia Alta que aloja el Ayuntamiento. Se agotó el espato flúor y pasó la mina, así, sin anestesia ni fondos mineros, y casi al mismo tiempo se estaba transformando el campo y poco a poco retoñaba el turismo, porque el arenal de Morís, su playa, ya no era marrón ni había barro por las calles y la Autovía del Cantábrico había acercado Caravia al resto del mundo... Total, un pueblo restaurado, nuevo, que después de todo sigue siendo una mina."

Un senderista del camping. El cierre de las minas provocó un gran éxodo en Caravia y las parroquias vecinas de los concejos aledaños que también tenían explotaciones de fluorita dentro de aquel gran filón que llegó incluso a amenazar a algunas poblaciones con ser tragadas por la gran explotación, como se llegó a plantear en 1968, no mucho antes del parón productivo, a raíz del cual, únicamente la industria turística, si bien muy estacional, y algo de ganadería, constituyeron las potencialidades económicas para el concejo, sigue diciendo Marcos Palicio:
"La situación y las buenas comunicaciones y el mar a un kilómetro y ochocientos metros ofrecen una oportunidad para jugarse el futuro al turismo sin dar la espalda a la industria o la  ganadería. Ésta es una de las alternativas para tratar de cauterizar la herida demográfica que en la primera década de este siglo marca el paso de 330 habitantes a 300 en la parroquia de Caravia Alta y de 211 a 190 si solamente se cuentan los de Prado. «Emparedado» entre Colunga y Ribadesella, el tercer concejo más pequeño de Asturias perdió en torno a un treinta por ciento de su población con el cierre de las minas a comienzos de los años ochenta, y su capital, transformada física y económicamente, no renuncia ahora, restañadas todas aquellas heridas, a ningún complemento para su decisión prioritaria de jugársela a su capacidad de atraer turistas. «Si hay actividad económica, habrá población». El punto de partida del alcalde, Pablo García Pando, agradece que la escuela siga abierta en Caravia Alta -los niños de la Baja, la otra parroquia del concejo, van a clase a Colunga- y que la población flotante de los fines de semana se empeñe en desmentir al censo: «Hay raíces y se sigue manteniendo la vinculación con el pueblo», celebra. «Las casas no se cierran».

Efectivamente, muchos vecinos que emigraron en los años 1980 a las ciudades del centro siguen manteniendo sus casas familiares en Caravia y vienen asiduamente fines de semana, descansos y vacaciones. Algunos incluso regresan al jubilarse, un fenómeno natural que se ha generalizado en muchos pueblos asturianos, sobre todo los mejor comunicados con las urbes de la zona central


En otro artículo de la misma serie Viejas y nuevas polas, Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez, del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial, llaman a Caravia La tímida desconocida y cuentan de esta manera:
"Los atractivos de esta pequeña pola no sólo están en su interior, pues el paisaje que la envuelve es formidable: una rasa que decae en los fantásticos arenales de La EspasaEl VisuVeciellaMorís y Vega. Detrás, la nublina corona la cabeza del Sueve. La proximidad a las villas mayores, VillaviciosaColunga y Ribadesella, hoy puede ser una ayuda cuando antes sólo dieron sombra, hasta el punto de que Prado puede decirse que entró en el mapa costero asturiano apenas cambiamos de siglo, tras la apertura de la autovía. Atrás quedaron la incomunicación, la infame carretera mal asfaltada, el barro de los camiones, las explotaciones mineras, la sensación de aislamiento y melancolía e incluso el riesgo de desaparecer tragada por la mina. Su suerte estuvo unida durante décadas a la minería del espato-flúor, desde la Segunda Guerra Mundial, actividad que daba empleo hace cuarenta años a la mayor parte de la población activa. De ello hoy queda poco más que la tierra removida, las escombreras ocultas por la vegetación, algunas lagunas y el rojizo polvo en las caleyas."

En la curva, a nuestra izquierda y prado arriba, las bacas de las autocaravanas asoman sobre seto de cierre del camping, abierto en un tiempo en que aún no se veía la perspectiva a este tipo de negocios en Caravia, según le decía su propietario a Marcos Palicio...
"... el problema, aquí también, son los rigores de un invierno que Manuel López, propietario del camping de Morís, sufre en la obligación de abrir sólo de Semana Santa a septiembre. En su establecimiento, mil plazas y veinte años, abierto en la época del «estás loco» y «adónde vas con un camping aquí», cabría casi el doble de la población de Caravia. Trabajan «entre veinte y treinta personas» para el lleno de julio y agosto, pero no hacen falta cuando el camping duerme en temporada baja y su propietario asume esa «asignatura pendiente» para el sector en el pueblo y el concejo."

Esta carretera, con su salida a la N-632 y esta a su vez enlazada con la Autovía del Cantábrico (A-8), hace que el Arenal de Morís sea muy frecuentado en verano, lo que contrasta con las soledades del invierno, aunque cierto es que algún día esté la playa vacía, pues se acercan, sobre todo en días de buen tiempo, numerosos visitantes y paseantes, amantes de la placidez marina que en Morís se respira


Prado arriba, también se ha habilitado otro parking veraniego, la afluencia de peregrinos también está marcada por ese hándicap estacional, su bien pasan algunos en invierno, su gran tránsito es a partir de Semana Santa y hasta octubre, más o menos el periodo de apertura de muchos negocios hoteleros, incluido el camping y los albergues


Es muy significativo que tanto en Caravia es una mina como en La tímida desconocida, no se plasmase, desplegando todo el artículo y fijándonos en el apartado que dedica a potencialidades, aún no se haga mención a los peregrinos. Si bien ya señalizado desde 1994, el trasiego de romeros por el Camino de Santiago del Norte empezó a ser notable y continuo pocos años después, avanzando la década de 2010, quizás hacia 2014 ó 2015, por lo que empezó a ser más tenido en cuenta


Y con el Puertu Sueve en lontananza llegamos al lugar donde dejaremos la carretera para continuar por el ramal de la derecha


Una senda por los prados de la rasa costera que también forma parte del Camín Real, el viejo camino que fue la principal vía de comunicación hasta la construcción de las primeras carreteras, muy avanzado ya el siglo XIX


Fijémonos en el mojón pertinente que nos orienta, con la flecha amarilla direccional: un precioso sendero que nos adentra en un magnífico entorno rural y marino en el que el verde y el azul serán los colores predominantes, sin desdeñar los grises, marrones, pardos e incluso anaranjados y rojizos dependiendo de la luz, de los pedreros y cantiles


Prados de La Tuerba que caen hacia el mar, donde tres túmulos de unos 4.000-5.000 años de antigüedad guardan, cual cámara del tiempo, el testimonio de antiguas culturas neolíticas y megalíticas, parece que eminentemente pastoriles, que habitaron estos parajes y son el precedente de los usos ganaderos de esta gran pradería al borde del Cantábrico


Otra señal, esta clavada en un poste del cierre de una finca, vuelve a confirmar que esta es la ruta a seguir


Prados abajo, el rebaño de vaques roxes se echa apaciblemente en el prado a rumiar en esta apacible estampa. Continuamos leyendo del tema ganadero en Caravia es una mina, recordemos que escrito y publicado allá por el año 2010:
"Se percibe algún motivo más de queja en la ganadería. Caravia Alta asimila sus nueve explotaciones a las del resto de un entorno sometido a los rigores de «una profunda crisis», afirma un ganadero de la zona. En Prado gana la carne a la leche, que cuenta con una única instalación, pero vale para todas el examen que concluye que aquí las dificultades son de ésas que «se agudizan cada vez más». Esta otra reconversión de Caravia promete por eso hacerse más lenta e intrincada que la industrial a no ser que se apruebe la improbable asignatura pendiente de «dar valor al trabajo de las personas», porque aquí como en el resto de la ganadería y el campo asturiano «los productos se venden a un precio de mercado por debajo del coste de producción» y las tarifas siguen, concreta alguno, «en niveles inferiores a los de hace veinte años». Si a eso se añade que el sector depende de las ayudas y que esas tienen la fecha de caducidad fijada en 2013, el panorama se oscurece con la amenaza de estos problemas que ni mucho menos son privativos de este pueblo ni de este concejo."

Más abajo hay una senda costera que parte desde el parking sobre la playa, si bien sigue todo el borde acantilado y es sensiblemente más larga al discurrir siguiendo la sinuosidad de la primera línea litoral, con sus puntas y ensenadas, entrantes y salientes


Nosotros, si bien algunas veces tomamos la senda costera cuando el camino oficial, aún siguiendo el trazado histórico o más aproximado, discurre por carreteras generales o lugares muy degradados, en este caso seguimos el Camín Real de la Costa en este uno de sus más bellos trazados. Estos caminos antiguos no discurrían atendiendo a las maravillas paisajísticas sino los pasos más directos y rápidos dentro de las posibilidades orográficas existentes


A la izquierda, un matu sebe, seto silvestre, nos separa de la finca; a la derecha lo hace una alambrada. El suelo es de tierra, hierba y piedra, no sabemos si quedará alguna porción del viejo empedrado original como en la subida a El Cuetu, desde Vega a Berbes


Son estos bellísimos prados de diente y guadaña, es de decir, de pasto y de siega, que caracterizan muchos paisajes del Camino Norte


Prados al norte de La Cantiella, donde asoman de nuevo las cumbres más altas del Puertu Sueve, pudiendo divisar nosotros ahora parte de las de su sector más occidental


A la derecha tenemos el Picu Fontanielles (1.063 m). Recordemos que las altitudes pueden variar según la fuente, así como no pocas veces la ubicación y el topónimo, como es este el caso, puesto que existe cierta confusión con Peña Llechar o Peñalichar. La página Mendikat, verdadera biblia montañera, nos informa de ello: 
"La tradición montañera distingue a Pienzu (1161 m), Mirueñu (1138 m) y Fontanielles (1063 m) como las tres cimas más relevantes del Sueve. Fontanielles, o Fontaniella, se sitúa en el vértice del ángulo formado por la muralla que cierra el macizo por el W y el cordal que alberga las alturas principales de la sierra, con el que entronca a través de las estribaciones occidentales del Mirueñu. 
A pesar de que la cima de Fontanielles siempre ha estado perfectamente identificada, al menos desde la vertiente colunguesa del Sueve, errores toponímicos y de localización en las últimas ediciones de los mapas topográficos del IGN, especialmente graves por el carácter de referencia de esta fuente cartográfica, están contribuyendo a generar una notable confusión en la identificación de las cimas de este sector del macizo. Con las debidas reservas, vamos a intentar despejar dudas y aclarar un poco el panorama. 
Fontanielles tiene tres cotas, tan cercanas y con una relación de prominencia entre ellas tan escasa, que no parece pertinente individualizarlas. La cima principal (1063 m), de perfil redondeado, está coronada por un gran hito de piedras, mientras que la de altitud intermedia (1059 m), situada cien metros al este, no tiene nada reseñable. La cota más septentrional (1055 m) se asoma como una pequeña proa de forma cónica a la rasa de Colunga y, vista desde el valle, produce la falsa impresión de ser más elevada que la cima principal, a la par que más airosa; quizás por este motivo, y por su mejor panorámica sobre la línea costera, fue la elegida para plantar, en fecha ya lejana, el buzón de montaña de Fontanielles que, aunque deteriorado y sin ningún tipo de leyenda, aún se mantiene en su lugar. 
"Cuetu Fontanielles, El (=Fontanielles): Un de los cuetos más altos (1054 m.) nel cume del cordal, na esquina SO de la parroquia, al O d'El Potril (Parres), na llende coles parroquies de Carrandi y de Cofiñu (Parres). Tien un buzón de cumes y un montón de piedres apilaes no cimero. Tamién namás Fontanielles (Cítase nun apéu de la parroquia de Cofiñu de 1712 como "cueto de Fontanielles"). (Inaciu Hevia Llavona: "Conceyu de Colunga: Parroquia de Gobiendes". Toponimia 114 Colunga. Academia de la Llingua Asturiana. Oviedo 2007)."


Según se explica en la citada página, todo comienza cuando, al menos desde su edición de 1990, los mapas del Instituto Geográfico Nacional empiezan a denominar Peñalichar a la cota de 1.063 m y pasan a llamar Fontanielles a una cota de 1.041 m que en realidad es La Espina Barbú o Altu la Palombera:
"Todas las fuentes consultadas coinciden en situar el término de Peñalichar al N de Fontanielles, pero sólo el IGN impone la sustitución de uno por el otro. La cartografía propia del Principado de Asturias, sobre la misma base topográfica, afina algo más en la toponimia, pero se muestra tibia al devolver la cota 1063 m a Fontaniella y compensar a Peñalichar con la cota 1055 m, la que ostenta el buzón.

El colungués Víctor Villar Pis, en "El Sueve. Una montaña con encanto"(Ed. Nadetur, 2004), aparentemente contagiado de la confusión propiciada por el I.G.N., parece renegar de sus propios datos aportados en una obra anterior, sin duda más próximos a la realidad, y acaba sembrando con los mapas y textos de su libro más dudas que certezas. En cambio, en "El Sueve. Geografía, historia y rutas de Montaña" (Ayalga Ed., 1991), realizado en colaboración con Luis Díez Tejón, se identificaba perfectamente el pico Fontanielles "por tener en la cima un montón de piedras apiladas y un buzón de cumbres"; y se apuntaba además la ubicación de Peñalichar, sin duda bastante más al norte que la cota 1055 m que ostenta el buzón, a la derecha del camino de Vegallories. De nuevo Inaciu Hevia, en la obra referenciada sobre toponimia de Colunga, arroja algo de luz sobre Peñalichar, aunque yerra el dato sobre su altitud, que toma directamente de la acotada por Villar Pis en su libro de 2004, creemos que de manera errónea:
"Peñallechar: Picu na esquina SO de la parroquia, de 1037 m., ente Fontanielles y la Viesca Ordiales, penriba de la fonte Xuan de la Gracia. É mui pedregosu, arriba tien muncha piedra clara, polo qu'esti topónimu tien que venir del so color blanco, asemeyáu al de la leche".
Esta descripción, el resto de datos aportados en las fuentes señaladas y los recogidos directamente por nosotros en el entorno de Colunga, se corresponden con una pequeña pero aparente peña caliza, suficientemente individualizada sobre la cresta al NE de Fontanielles, acotada en 945 m por los mapas del IGN, y que cierra por el W la cabecera de las tejedas que adornan esta vertiente. Nuestros informantes nos regalan, de paso, otro par de datos inéditos: la cresta que se desprende hacia el NE desde Peñalichar (945 m), sobre Ordiales, recibe el nombre de Sierra de Guadalampa, y el pequeño pitón que la corona es Caspiutrera (792 m)"

A la izquierda asomaría, un poco más atrás, el Picu Mirueñu, Miruenu o Miruellu (1.136), la segunda altura de la sierra; ladera arriba Les Corripies (1.114 m), célebre por su laguna pastoril, abrevadero de ganados entre los que no faltan los caballos asturcones


Y ahí tenemos el Picu Pienzu y las tres altitudes de las que ya hemos hablado: El Picu les Duernes, El Picu'l Sellón y el Picu Babú. De estas magníficas cumbres escribe el maestro montañero José Ramón Lueje en su Guía de la montaña asturiana:
"Por el soberbio nudo orográfico del Sueve, que es noble y solemne monumento de la orografía central del Principado, junto a las replantaciones de las foráneas especies de los eucaliptales y pinares, engalana las preciadas matas de los seculares castañedos, de los robledales, de los hayedos y acebales; de los inextricables mazos de los acebos, árboles más que arbustos, que al otoño, al adornarse con su floración de púrpura, son la mejor y más delicada estampa de la belleza natural. Siguiendo por encima de las zonas de la floresta, la de las escampadas de sus placenteros pastizales, del eterno puerto del Sueve..."

La línea de estacas alambradas revela siempre los usos ganaderos de las fincas, así como les sebes y, más lejos, les muries o largos muretes de piedra (sobre los que a veces crece la sebe y otras no), quien sabe cuánto tipo ha colocadas como lindes y divisorias de terrenos


Ante nosotros, los cuetos y lomas de La Tuerba; entre el Camino y el mar prados verdes y algunos bosquetes aislados o árboles solitarios en la campiña costanera. Más a la derecha algunas manchas de vegetación marítima al lado del acantilado


Prado adelante, vemos gente caminando por el Camín Real en dirección a La Beciella o Veciella. La costa de Caravia se dice son sólo unos cuatro kilómetros pero constituyen, insistimos, uno de los más hermosos trechos camineros del trazado xacobeo norteño. Estamos sin duda ante la perla verde de la Camino de Santiago del Norte en Asturias


Si nos fijamos, no son peregrinos, son veraneantes, en bañador. Tal vez sigan la costumbre de realizar esta ruta playera zambulléndose en cada playa entre el Arenal de Morís y La Isla, para luego, regresar haciendo la misma operación


Árboles y arbustos nos ofrecen pequeños rincones de sombra donde suelen detenerse los peregrinos en días veraniegos de sol especialmente castigador. El frescor del mar hace no obstante más llevadera la marcha en esas calurosas jornadas, tampoco demasiado comunes en Asturias, donde en invierno además el clima marítimo tiende a ser siempre más suave que en el interior, pero sobre todo en la montaña


Mucha atención ahora en la bifurcación, pues es muy fácil despistarse: hay un mojón señalizador a la izquierda pero suele estar muchas veces oculto o semioculto por la vegetación o por la misma sombra del matu, fijémonos en él



Puede dar a entender también que hay que ir de frente, tal se haga necesaria su complemento, la flecha amarilla, el único elemento verdaderamente direccional


En realidad hay que seguir el camino de la izquierda, el que sube, y está más empedrado. El de la derecha es de servicio a las fincas. Al llegar al árbol tendríamos que dar la vuelta


Si nos fijamos en alguno de los postes de la alambrada de cierre veremos pintada la necesaria flecha amarilla de dirección, pero puede pasarnos desapercibida desde el cruce


Es posible que en 1517, en otro contexto y época, sin duda con más bosques y sin duda con menos vecinos, ciertas soledades del Camino entre Colunga y Ribadesella/Ribeseya sobrecogiesen a peregrinos y viajeros, por eso Laurent Vital, acompañante y cronista del viaje improvisado de Carlos de Flandes (futuro emperador Carlos I de España y V de Alemania escribiese:
"está como desierto y es inhabilitado, muy penoso de pasar y peligroso, y no se puede estar en él sino desgraciadamente tratado"

Lurent Vital, más acostumbrado a las pompas y el boato de las cortes europeas de por aquel entonces, sin duda se asustaba un poco de mucho de lo que veía y siguiendo sus escritos abunda en exageraciones, a veces tiznadas entre el miedo y la burla con doble sentido, la sorpresa, la curiosidad y no cabe duda que plasma sus sensaciones personales en relación al entorno. No obstante también en ocasiones valora el excelente recibimiento y cuidados que, dentro de las posibilidades existentes, recibía espontáneamente en pueblos y villas, que acogían al futuro emperador y a su abigarrado y no menos asombrado séquito


La de Laurent Vital es además una gran fuente de información del estado de caminos, pueblos, villas y gentes, incluyendo sus danzas, costumbres e indumentaria, de la Asturias inmediatamente posterior al final de la baja Edad Media. Es más, los historiadores dan a este paso imperial, dentro de su contexto sociopolítico, el verdadero final del medievo en Asturias y su entrada en la Edad Moderna. Recorría unas villas y concejos que habían sufrido mucho en la órbita feudal de los grandes señores castellanos trastámaras y allegados, la última gran nobleza feudal, guerrera y terrateniente, cuya mano aún amenazaba estos lugares 


Por ello, la dependencia de la Corona, es decir, del Estado, que había fundado las pueblas aforadas o, en el caso de Caravia, asentado sus límites concejiles frente a Colunga, había beneficiado directamente a sus pobladores, que sin duda no dudarían en alegrarse de la visita del flamenco Carlos, esperando siempre hubiese algún beneficio por ello. Démonos cuenta que posiblemente ningún rey ni nombrado ni en ciernes había pasado por aquí, salvo en alguna leyenda relativa a los tiempos de la Monarquía Asturiana o similares


En un recodo del Camino, uno de estos postes de la señalética jacobita  característicos de Caravia sigue confirmando que vamos en buena dirección


Por el relato de Vital es casi seguro que el futuro Carlos I y sus gentes, con su hermana la infanta Leonor, pasaron por aquí, si bien en dirección contraria. Saliendo del puerto de Flessinga en el barco danés Egelen, contaban llegar a Santander o Laredo, pero un temporal los alejó de la ruta y su flota se presentó en Tazones. Se les recibió lo mejor que se pudo en Villaviciosa y luego en Colunga, apenas había tiempo de preparar nada, sobre todo en aquellos primeros azarosos días


Y es que en realidad puede decirse, como señala algún historiador, que al futurible emperador "nadie lo esperaba", y es que no en vano venía a perpetrar un golpe de Estado contra la reina legítima, su madre Juana I de Castilla, hija de Isabel I de Castilla (Isabel la Católica), encerrada por su padre Fernando II de Aragón, al que también llamaron El Católico (que acababa de morir), con el pretexto de su "locura". Fernando además habría preferido otro candidato, Fernando I de Habsburgo, su "nieto favorito" . Naturalmente nada de esto se sabría a nivel popular y menos en estas tierras, por lo que el séquito real avanzó en un territorio que, tal vez hostil en lo orográfico, no lo sería socialmente dadas las circunstancias y pese a la harto embarazosa situación para todos
"Una vez consolidadas las alianzas externas con Francia, Roma e Inglaterra, Carlos V preparó su odisea desde Flandes. Para ello necesitaba una nave y no sería de procedencia flamenca ni española. Un barco danés fue el encargado de transportar a un hombre nacido en Gante en su misión de acceder al trono de España.

Esta embarcación concretamente tenía el nombre de Engelen. Formaba parte de la flota de Christian II, rey de Dinamarca, quien había contraído matrimonio con la hermana de Carlos I, la infanta Isabel de Austria.

"De acuerdo con esta norma para un desplazamiento mínimo estimado para el barco de entre 1.000 y 1.500 toneles se necesitarían entre 200 y 300 hombres de tripulación", escribe el investigador Francisco Javier López Martín en El primer viaje de Carlos de Habsburgo a España y el hundimiento del Engelen (Fundación Alvarogonzález). El autor bien indica que aquel barco legado por los daneses era "mucho más que un simple cascarón de madera".

Tal y como afirma López Martín en su obra recién publicada, de alguna u otra forma aquel viaje afectó a la mayor parte de Europa, de Escandinavia a las orillas mediterráneas y de Portugal a las fronteras con el imperio otomano. Lo cierto es que nunca se dio a conocer el puerto al que se dirigían cuando zarparon desde Zelanda.

Se había planteado Santander como puerto de llegada y fieles a Carlos se acercaron a la ciudad costera, pero jamás se confirmó la noticia. "Había miedo al desembarco y más miedo aún al cardenal Cisneros y a la fuerza que pudiera tener el apoyo al infante Fernando. El primer desembarco de Carlos en España, que no fue otra cosa sino un calco del que hizo su padre en 1506, lejos de ser fortuito pudo ser muy premeditado", apunta el autor.

A escondidas y con miedo a que su candidatura al trono no fuera aceptada, dio su primer paso en suelo español, como bien se sabe, en Tazones. El escritor tilda de "absurdo" esta llegada a la Península Ibérica. "Bien puede calificarse de absurdo el que un joven que iba a convertirse en uno de los reyes más poderosos de la cristiandad y que llegaba por fin a heredar sus bien amados territorios hispanos no tuviera concretado un puerto seguro en el que desembarcar donde fuera convenientemente recibido junto con el enorme séquito de miles de personas que le acompañaban en la flota de acuerdo con su elevada dignidad. El primogénito de la reina legítima doña Juana, nieto mayor de los Reyes Católicos, había llegado a casa, donde tanto se le deseaba, y nadie le estaba esperando", narra.

Además, el futuro rey se vio obligado a iniciar un ridículo periplo a pie por la cornisa cantábrica hasta entrar en la meseta castellana y tuvo que alojarse "en escondrijos agrestes y en casas desgraciadas con las paredes cubiertas de pieles de osos y jabalíes". Hasta le tuvieron que dejar un rocín a quien ostentaría el trono del país: "Todo era una enorme improvisación, o eso parecía. Para un séquito de unas 200 personas entre caballeros, damas, señores, pajes, sirvientes y gente de armas, no había más que 40 caballos y era imposible encontrar otros tan precipitadamente porque en aquellas tierras tan montañosas los principales, se decía, iban a pie"


La vista de las montañas del Puertu Sueve y El Fitu, así como, desde algunos puntos de este itinerario costero, de los Picos de Europa, harían que Laurent Vital escribiese así:
"… este país está lleno de altas montañas y valles y en muchos sitios en inhabitable por los desfiladeros que hay allí. En varios de estos valles hay también fructuosa y fértil tierra como por aquí, como praderas, huertas y tierras de labor, que anualmente producen abundantes bienes, como trigo, avena, cebada, mijo; también vinos muy fuertes, y frutas, como manzanas, peras, naranjas, granadas, higos, nueces, cerezas y castañas; y también tienen buenos pastos para alimentar el ganado."

Por El Fitu entraba en Caravia el prócer e ilustrado gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos el 27 de septiembre de 1790, quien escribió muncho más entusiásticamente de sus impresiones mientras indagaba en la búsqueda de yacimientos mineros:
"Gran bajada a Caravia de arriba, tomamos lengua en casa de don Vicente Duyos, indiano, buen hombre, soltero y acomodado; trajo de América un caudalejo: casó seis o siete sobrinos y vive contento con su suerte. Buscó mineros, descubrió dos; presentó muestras, y nos ofreció enviar relación auténtica de lo hecho, con muestras numeradas. De allí bajamos a Caravia de abajo: nada de minas; profundo callejón, frondoso, pero pantanoso; a la salida, país llano sobre la costa; abundante en prados, bellísimo en extremo. A comer a la venta de La Espasa, sobre una playa ancha, llana y desierta. El cimiento de las peñas parece de carbón; por lo menos tiene todo el aspecto de tal. Buena mañana; rústica pero abundante y buena comida. Salimos: grandes y deleitosos prados"

Ladera abajo del Picu Babú, La Viesca la Peña, otro de los bosques de esta sierra, cayendo a La Canal del Beyu.Más a la izquierda Peña Corvera (963 m) y a su derecha el Colláu Beluenzu, acceso al Picu Pienzu desde El Fitu


Más cerca, Peñablanca (415 m), sobre los tejados de las casas de La Cantiella. Al lado del Picu'l Castru solar del famoso castro de Caravia, importantísimo yacimiento arqueológico dela Edad del Hierro, estudiado ya por el gran Aurelio de Llano, como nos informa la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 4 voz Caravia):
"Entre las dos Caravias, a dos kilómetros de la mar y cerca de la carretera de Colunga a Ribadesella, se alza el Picu'l Castru. En agosto de 1917 fue reconocido por Aurelio de Llano, quien descubrió la muralla que lo rodeaba, ajustada a todo el perímetro del pico, y con un pasillo de seis metros de ancho en toda ella, menos en el lado E., que tiene nueve metros. En el mismo mes del año siguiente, halló "restos abundantes de animales, productos marinos, lechos de ceniza, carbón vegetal, resina, fragmentos de cerámica, objetos de piedra, de bronce, de hierro... ¡todo revuelto!"; y era lo que supuso, : la localización de dos chozas del castro, pues se trataba de un pavimento de arcilla de siete a diez centímetros de grueso, en dos superficies de forma rectangular, que presentaban, en una esquina de cada una de ellas, cenizas que eran muestra de la existencia de un hogar. Bajo la capa de arcilla se encontraron armas, utensilios de trabajo y varios de uso doméstico, fíbulas de broce y de hierro, cuentas de collar, pendientes de bronces, agujas y restos de cerámica"

Desde un poco más arriba veremos un poco mejor El Picu'l Castru, así como toda la Sierra del Fitu, prolongación hacia el oeste y el mar de la del Sueve


Esta es una foto más primaveral de este mismo lugar, con los campos en todo su intenso verdor. La alambrada de la izquierda estaba al descubierto, sin hierba alta ni zarzales


Aquí el sendero se hace estrecho, pierde su empedrado, pero se pasa bien. La subida es suave y no demasiado larga


A la derecha, una cabaña, posiblemente una cuadra para el ganado con henar arriba o tenada 


De la fila de estacas pende un llendador o pastor eléctrico. Cuidado no arrimarnos a él pues puede pegarnos un doloroso trallazo


Aquí hay una cancela o canciella que hace tiempo que no se cierra, está a la izquierda, tomada por los escayos, las zarzas


Poco más arriba está la siguiente, o estaba, solamente quedan sus postes laterales, desde los que se abría y cerraba


Desde aquí sí tenemos una buena vista del Picu'l Castru, más allá de las casas de La Cantiella, y del Fitu...


Es el monte que está en medio de la foto, de 357 metros de altitud, su corona es el solar del castro prerromano, otro testimonio de la antigua población de estos lugares, dominaba un amplio panorama de la costa hasta la ensenada de Llastres y La Isla, con sus antiguos puertos y abrigos naturales, además de los accesos a los viejos caminos de las minas de hierro de la Sierra del Fitu, paso también hacia los valles del interior, el alto Sella y su afluente el Piloña, todo ello jalonado también de más recintos fortificados


El llamado castro de Caravia estaba protegido por una muralla de unos cinco metros de altura y su entrada se realizaba por una rampa en zigzag, seguramente con losas y piedras naturales. Había viviendas de suelo de arcilla, conformando un urbanismo de una única fila y calculándose unos 45 habitáculos de planta cuadrada con un pasillo entre estos y la muralla. Se han encontrado además restos óseos de jabalíes y ciervos, además de bígaros y conchas de veneras, caracolas etc., lo que revela actividades de caza, pesca y marisqueo


Se ha hallado cerámica rojiza con decoración de cercos concéntricos y triángulos combados datadas entre los siglos III a II a. C. y es similar a la encontrada en los cercanos castros de Villaviciosa y está relacionado con la de Miraveche (Burgos) y Monte Bernorio (Palencia), por lo que abarcaría una cronología de los siglos IV a.C. al I a.C. También aparecieron hacha pulimentadas, un molino circular del siglo II a.C., cuentas de collar, y en lo relacionado al metal un puñal de hierro (o dos, uno tal vez perdido), navajas y cuchillos tipo celtibérico, puntas de lanza, preseos de caballo, herramientas de carpintero, hoces...


En la ornamentación hay pendientes, hebillas y sobre todo fíbulas de varios tipos, la más celebre la del caballito, decorada por ambas partes. En la página Astures de Fon S.P., este arqueólogo nos ofrece una muy detalla descripción de sus características y de su contexto castreño:
"Es una pequeña fíbula zoomorfa de bronce, de 5×3,5cmx 5mm de grosor. Le falta la aguja y el resorte, y representa un pequeño caballito de forma esquemática. La decoración, que aparece en las dos caras, se distribuye a lo largo del cuello, tronco y patas del animal reforzando la figura. Está formada por una banda rectangular rellenada de círculo troquelados,  que se repiten a lo largo de todo el diseño.

La aparición de este objeto conecta al yacimiento con el mundo de la Meseta. No es extraño ya que aparecen materiales similares más al oeste, en la Campa Torres, que constituye el límite occidental por el norte de este tipo de fíbulas. Su diseño aparenta una antigüedad mayor que los productos bien elaborados más tardíos, próximos al cambio de era entre los celtíberos, como la fíbula de Lancia, y otras del pequeño conjunto de fíbulas de caballito presentes en el Conventus asturum.

Su cronología está entre el siglo II y el I a.C. Pertenece al tipo LaTene 8B.1 que abarca desde el siglo V al cambio de era. Estas fíbulas son una evolución de las de pie vuelto4, a las que se les sustituye el arco por la figura zoomorfa.

El Picu’l castru de Caravia, por su proximidad al Sella presenta una notable influencia material del mundo cántabro, aunque del estudio de las piezas se observa una mezcla entre el mundo castreño del noroeste, por ejemplo muy apreciable en las cerámicas, y un mundo meseteño que destaca sobre todo en los metales, (se habla por ejemplo de dos puñales de tipo Monte Bernorio). Lo que es evidente es que se ubicaba en un territorio de influencia de ambos mundos, por lo que estaríamos ante  un asentamiento de frontera dentro de la Asturia Trasmontana. No obstante hay que decir que los límites entre los pueblos de la Edad del Hierro son siempre una cuestión a debate.

La pieza se puede ver en el Museo Arqueológico de Asturias, donde podéis ver otros materiales del mismo yacimiento. Está en una de las vitrinas más reconocibles de la planta de Edades de los Metales."

Las excavaciones de Aurelio de Llano en 1917 y 1918 fueron las primeras hechas con criterios científicos de un castro en Asturias, posteriormente publicados sus resultados en su obra El Libro de Caravia. Este erudito atribuye los materiales castreños localizados a los periodos de Hallstat  y de LaTène y dado que no hay materiales romanos atribuye a estos su destrucción y abandono. En 1963 fue reconocido por el gran erudito José Manuel González y Fernández Vallés y en 1992 la arqueóloga Gema Adán realizó en el lugar labores de limpieza y reinterpretación estratigráfica. El también arqueólogo Eduardo Pérez-Fernández le dedica una muy excelente reseña en Arqueoastur:

"Recinto de medianas dimensiones, en torno a unos 75 x 50 metros y planta ovoide, con una superficie interna de 2.900 m² condicionado por un peñascal calizo en el centro y fuertes pendientes que implicaron notables obras de contención para facilitar su habitabilidad. Estas consisten en un potente talud artificial levantado con mampostería que se ciñe a todas sus laderas menos la septentrional con el fin regularizar la pendiente. Dicho espacio da lugar a una terraza de una anchura variable entre 6 y 9 metros que se apoya sobre una muralla levantada en seco de 1.50 metros de ancho. Muralla y terraza anexa tienen un trazado de 130 metros de longitud. El acceso al recinto se hacía mediante una rampa en zig-zag.(...)

En dicha plataforma de hábitat se documentaron varias cabañas de planta rectangular con unas dimensiones de 3 x 4 metros que se alineaban circundando la fortificación separadas unas de otras por un corredor intermedio. De ellas, apenas se conservaban sus pavimentos de arcilla batida al ser construidas con materiales perecederos como madera y barro. Reconocido por Felix Marcos García González y Eduardo Pérez-Fernández, 16 de abril de 2017.(...)

Recinto fortificado defendido por una muralla levantada a hueso con la caliza del mismo promontorio. Constaba de dos paramentos de sillarejo de unos 50 metros de ancho cada uno con un relleno de piedras y arcillas intermedio. El paramento externo se apoyaba en la roca madre y el interno, levantado a una cota superior, sobre una plataforma de losas grandes. Esta obra defensiva rodeaba todo el promontorio salvo por el frente NW, alcanzando una longitud total de 130 metros y un ancho de 1.50 metros. (Adán Álvarez et al., 1994, pp. 343-352; Adán Álvarez, G. (2002)

La intervención que se llevó a cabo en los años 90 del siglo pasado confirmó una fase fundacional enmarcable entre el siglo V y IV a.C. momento en el que se levantó la muralla. A este momento pertenecen diversos materiales cerámicos, así como algunos objetos de bronce. Por otro lado, los restos de conchas se documentan en todos los niveles, mientras que los restos óseos, que indican el consumo de carne (jabalíes, ciervos y ovicápridos) delatan su consumo gracias a actividades cinegéticas de caza y ganaderas (Adán Álvarez et al. 1994).

Hacia el 390 a.C se documentaron las huellas de un incendio en todo el enclave como delata los restos de cenizas y madera quemada. A partir de este momento se reocupará el poblado nuevamente y se reconstruirá la muralla, sobre la que se asentará una nueva plataforma de hábitat. La fase de abandono se debió producir entre los siglos IV y II a. C, no mostrando indicios de haber sido abandonado violentamente. (Cid López et al. 2009)

En definitiva, el marco cronológico de emplazamiento se extiende desde el siglo IV al siglo I a.C, no habiéndose documentado evidencias de fases ocupacionales de época romana."

El gran Aurelio de Llano recopiló además varias leyendas, las cuales publicó en otro de sus libros, Del folklore asturiano; mitos, supersticiones, costumbres:

«En el monte de Caravia está la fuente del Alisu , en la cual hay princesas encantadas por un Cuélebre . Este, la manana de San Juan, enróscase y duerme ; entonces, las encantadas salen y suben al pico del Castro a limpiar la cadena de oro que le rodea . Y al bajar, cogen flores de cotolla y danzan en el campo de la Llana.  
Si durante el sueño del Cuélebre pasa por allí una persona, las princesas se acercan a ella y le dicen  
— Toma nuestra riqueza y danos tu pobreza .  
Si en aquel momento tira una medalla en la fuente o les entrega a ellas un objeto bendito, quedan desencantadas. Pero si no hace esto, al salir el sol, despierta el Cuélebre y las princesas vuelven a su encantamiento.»  
«El año 1917, estando yo haciendo excavaciones científicas en el picu’l Castru, concejo de Caravia, varios caravienes, al ver las alhajas de bronce que saqué, me dijeron:  
-«No excave Ud. aquí; es al otro lado; es al medio día donde da la Gaceta la puerta de entrada a un palacio subterráneo; en él dejaron los moros una cadena de oro que rodea este pico».

A su derecha la ya citada Peñablanca, llamada así por la peña blanca, caliza, de su costado noroeste. Aurelio de Llano halla en ella referencias al Nuberu, el genio asturiano de las nubes y la tormenta, por lo que en El Libro de Caravia adjunta este texto de Mitos y supersticiones de Asturias, de Rogelio Jove y Bravo:

"A nuestro Nuberu le han visto los caravienses más de una vez sentado en Peñablanca y en los picos más altos de las montañas; otras veces le vieron entrar en las cabañas para ordeñar las vacas o las ovejas y tomar después la leche. Es un hombre casi negro, de estatura gigantesca y de una fuerza colosal; va vestido de pieles y no lleva encima de sí cosa alguna.

La imaginación creadora del Nuberu no pudo concebir un personaje raquítico porque los truenos son enormemente grandes, de forma esférica, y él tiene que transportarlos de un sitio a otro y hacerlos chocar entre sí para que se rompan y caiga sobre la tierra el agua que tienen dentro.

"-Llevando la lluvia a los campos áridos, colma al labrador de beneficios; pero si el campesino que le encuentra no le conoce y le mira con desdén, o le confunde con un mendigo, o no le saluda cortesmente, o no le agradece la buena cosecha, ya puede contar con la primera pérdida; se salvarán las fincas de los demás, pero no las suyas." 

Y más atrás la Sierra del Fitu, integrada dentro del Paisaje Protegido de la Sierra del Sueve. Hasta ahí llegaban los dominios del coto monástico de Santiago de Caravia, el cual fue la base para la creación del actual concejo, desgajado definitivamente del de Colunga en el siglo XV y ya sin dependencia ni del monasterio (fundado antes de 1045 por el conde Munio Rodríguez El Can"que gobernaba la tierra asturiana en nombre del rey") ni de la Mitra ovetense, a la que le fue entregado por Alfonso IX en 1215 (donde establece sus límites)


Se trata de un largo espolón montañoso que se extiende desde La Cruz de Llames (599 m), donde se halla el famoso Mirador del Fitu, hasta prácticamente alcanzar el mar en Entrepeñes y zona costera entre Vega y Berbes, coincidente con la parte más oriental de la minería de fluorita



Esa antigua divisoria fronteriza puede ser mucho más antigua que la reflejada en la documentación medieval. El mismo topónimo apela a esa característica, así explicado por Julio Concepción Suárez Xulio, en su Diccionario toponímico de la montaña asturiana:
"Lat. fictum ('clavado, fijo'), aplicada la voz a esas circunstancias limítrofes señaladas antes con piedras, muñones tallados que se conservan en muchos casos"

"El Fitu es un paraje alto y vistoso en las estribaciones del Sueve, por la collada que comunica los pueblos de Arrionadas (Parres) , al sur, y los de Caravia, al norte. El Fitu separa las tierras del interior respecto al mar: es el punto divisorio desde elque se contemplan de forma enlazada las nieves de los picos y las olas del mar, con sólo alternar sendos parajes y cambiar de sentido la mirada. Y desde El Fitu se enlazan también las calizas lejanas de Lena, Aller, Casu... , con las otras, más al este, de Cabrales, El Cuera y Peñamellera"

En primer término, las casas de La Cantiella, frente a las que pasa la carretera del Arenal de Morís. A lo lejos la antena del Fitu, por donde discurre una ruta montañera que sigue toda la cresta de la sierra, desde Piedra Redonda y La Cruz de Llames hacia El Colláu y Los Forcos (531 m), el PR-AS 247, tramo Rasa de Berbes al Fitu


Más al oeste destacan el Picu Bustronci (535 m) y el Picu la Gobia (538 m), cumbres gemelas separadas por el Colláu l'Abierta. La segunda tiene un vértice geodésico y fue una de nuestras referencias visuales camineras desde San Esteban a El Forniellu, Barréu, Vega y Berbes


Ambas cimas sobresalen más atrás del Picu la Forquita (357 m), comunicado por detrás por el collado de su nombre con la Sierra del Fitu, del que también hablamos ampliamente en los tramos anteriores del Camino, basándonos en gran medida en su descripción en Mendikat:
"Colina perteneciente a la Sierra del Fito, desgajada del cordal principal al norte del Picu Gobia (538 m). Pese a su modesta altitud, es una montaña emblemática a nivel local, especialmente para los habitantes de Prau, capital administrativa del pequeño Concejo de Caravia, que se resguarda a sus pies; una vieja cruz de madera, visible desde muchas de las aldeas del entorno, se alza en un rellano de su ladera occidental, cerca de la cumbre. Un panel panorámico instalado recientemente ayuda a familiarizarse con el agradable paisaje que se domina desde su chata cima.

 "Cuando el Picu La Forquita pon carapiella, Caravia la Baxa se mueya" ("Cuando el Pico La Forquita pone capucha, Caravia la Baja se moja")dicho popular recogido por Xulio Viejo Fernández en "Paremias populares asturianas", Instituto Cervantes, 2012."


A la izquierda del Picu Castiellu bajan las laderas de El Cantiellu y Grandamiana, donde nacen el Ríu Cerracín y su afluente el Ríu la Regula, paso de Berbes a Caravia. Ambos desembocan en le ensenada de El Portiellu 


Más abajo son Les Llanaes de la Caxigosa, antigua majada que es hoy el campo de golf de La Rasa de Berbes. Más cerca son los montes de Morís, sobre el Ríu Caravia que acabamos de cruzar, viniendo de la playa. Fijémonos en la línea de postes telefónicos que jalonan la carretera, donde hay algunos coches aparcados. Este es el tramo de Camino que hemos recorrido desde dicha carretera


Cuesta abajo, los prados del parking playero y un sector de la costa con tres cabos o salientes


Primeramente, sobre los coches, reconocemos el extremo oriental del Arenal de Morís, bajo La Campona, monte plantado de ocalitos por donde baja desde El Cantu la Figar (108 m) el Camino de Santiago


El pedral o pedreru Les Teyes se extiende bajo La Campona más allá del arenal, cerrado al este por la Punta Braniella


Más allá está la cala de La Güelga o El Portiellu, donde desemboca el Ríu Cerracín, al oeste de Berbes, de donde vemos parcialmente el monte Los Robles y los acantilados de Valdelmar, antiguas minas de espato flúor de Los Cobayos, La Cabaña, El Frondil, El Cuetu l'Aspa...


Luego va la Punta la Pica o Arrobáu y en la distancia El Güeyu Mar y la Punta la Sierra o Punta los Carreros, la más saliente, en cuyos acantilados se han localizado icnitas o huellas de dinosaurio. Entre ambas puntas se extiende la Playa Vega que no llegamos a ver desde aquí, o tal vez en una buena bajamar su parte más al este. Sobre ella los campos de La Mortera


Foto un día de primavera, aún sin coches en el parking y con menos oleaje, viéndose un poco del arenal en Les Teyes


Y aquí tenemos, desde aquellos cabos, un encantador paisaje de La Tuerba, desde la bajada al Arenal de Morís hasta la cabaña


Pasamos entonces otra vieja canciella y continuamos camino, subiendo aún un poco más. Uno de los últimos viajeros románticos que plasmaron sus impresiones de este Camino, sólo medio siglo antes que empezase a ser sustituido por la primera carretera, fue George Borrow, el célebre vendedor de biblias inglés, entusiasta filólogo y políglota Jorgito el Inglés, en octubre de 1837, si bien es verdad que este tramo se lo pasa hablando con su criado de lo acontecido en Colunga la noche anterior más que describiendo el paisaje, según se lee en su libro The Bible in Spain


Coronando el alto y cuando el Camino pasa entre otros dos cables de pastores eléctricos, un nuevo paisaje se nos va a ir ofreciendo a nuestra vista


Primeramente La Garita, sobre La Punta l'Atalaya, que cierra al oeste la acantilada ensenada de La Olla o La Hoya, de muy difícil acceso y sobre la que pasa la senda costera


El acantilado de La Garita tiene una altura de unos 50 metros sobre el mar, no es por lo tanto mucho en comparación con otros de este mismo litoral pero su situación prominente lo hace bien visible. Tanto La Garita como L'Atalaya son topónimos que revelan que fue este un puesto de observación costera, muy posiblemente del paso de ballenas y de paso de flotas enemigas


Mismamente, en la distancia, Llastres fue un importantísimo puerto ballenero durante siglos, hasta la práctica extinción de los grandes cetáceos de las costas asturianas allá por las centurias del 1600-1700. A la vez fue cañoneado desde el mar durante la Guerra de Sucesión, lo que demuestra la imperiosa necesidad de disponer de buenos puertos de observación costera


Ubicado en un lugar en el que el acantilado del Cabu Llastres suaviza su verticalidad y se hace ladera, la población, si bien alguna referencia sobre su existencia anterior, aparece bien documentada en el siglo XIII, cuando varias familias de Lluces, pueblo situado más arriba, en La Rasa, se establecen en lo que debió ser un embarcadero natural desde tiempos remotos, al amparo de esta rada


El precedente poblacional sería el castro de La Villeda, cuyos formidables acantilados constituían buena parte de sus defensas naturales, también excavado en 1921 por Aurelio de Llano y Roza de Ampudia, quien no lo tuvo fácil para hacerlo dado en convencimiento que había un tesoro de oro, leyenda común a casi todos los yacimientos arqueológicos castreños. Así lo comenta también en Del folklore asturiano: mitos, tradiciones, costumbres:
"Y en Agosto de 1921 fuí a hacer excavaciones al Castro de la Villeda, sito en el concejo de Colunga. Y el dueño del terreno se opuso en un principio, a pesar de ofrecerle la indemnización correspondiente, a que yo entrara a excavar en la finca. 
-«No le permito excavar -me dijo- porque en lo alto del Castro hay un tesoro escondido, el cual consiste en una vajilla de plata y un juego de bolos de oro. Y esto pertenece a mis hijos, porque el terreno es de mi mujer, que en paz descanse…» 
Por fin se convenció de que allí no había ningún tesoro, y me dió toda clase de facilidades para llevar a cabo mis investigaciones."

Ya el otro gran erudito, pionero de la etnografía asturiana actual, Braulio Vigón Casquero, había verificado, en 1894, su existencia, en base a las leyendas y formas del terreno, ahora muy afectadas por las plantaciones de ocalitos. Está situado en lo alto del monte de su nombre, a 147 metros de altura, sin duda alguna dominando esta rada portuaria. Reconocido también por José Manuel González Vallés en 1961 y por Grama Adán en 1992, se han identificado profundos taludes al este y un foso como parte del aparato defensivo construido para su defensa desde tierra. Aurelio de Llano lo llamó castro de Colunga, al estar al norte de esta villa y al lado de la que se considera su playa, La Griega, del celta briga, fortaleza


A la izquierda de La Villeda están los acantilados de Güerres, que llegan a La Isla y su playa, que no podemos ver, puerto astur-romano bien documentado también con su castro, embarcadero y villae, lugar de intercambio de gentes y mercancías, así como de historias, noticias e ideas, como el esotérico culto mitraico, como demuestra la estela hallada en la iglesia de Santa María, cuyo antecesor, el monasterio de Santa María de Tona, cristianizaría el lugar


Se supone que del puerto salía el mineral del Puertu Sueve al gran castro metalúrgico gijonés de La Campa Torres, poblado por los cilúrnigos, vocablo celta que significa precisamente caldereros y donde ha querido verse el solar de la mítica Noega de los geógrafos de la Antigüedad, si bien es cierto que existieron varias poblaciones con idéntica parecida denominación


Si los peregrinos desean pernoctar en el albergue de las antiguas escuelas de La Isla, junto al mar, pueden ir a Colunga a través de la senda que recorre esos acantilados y atravesar seguidamente Güerres. También hay una ruta interior más corta por Trespandu y El Foyu


Existe asimismo la posibilidad de seguir la senda costera por un camino que, bordeando La Villeda sobre sus acantilados, llega a la Playa la Griega, pasando justo encima de las espectaculares pisadas de dinosaurios de su pedreru (se dice que como huellas las mayores del mundo). De ahí podría seguirse a Llastres, si bien y salvo que hay una buena bajamar, ya habría de ser seguramente por carretera. Llastres se ha quedado descolgado de los ramales oficiales del Camino de Santiago pero se sabe existió un hospedaje para peregrinos en el siglo XVIII, de patronazgo particular


Pero ciertamente el Camino principal iba a la villa de Colunga, donde se hospedaron George Borrow en 1837 y Carlos I en 1517.Mismamente el poderoso Gremio de Mareantes de Santa Ana de Llastres fundó su hospital de peregrinos no en el pueblo marinero sino en la villa capital del concejo, al que puso capilla de advocación a su patrona, la cual, reformada, se conserva, pues se hizo además centró de una de las grandes romerías colunguesa, la fiesta los vieyos, pues Santa Ana y San Joaquín eran los padres de la Virgen María y abuelos de Jesús, por lo que ejercen como patronos de abuelos y ancianos


De la capilla de Santa Ana, sus fiestas y tradición jacobita, así como de la de la Virgen de Loreto, a la entrada de la villa, también de vinculación caminera y romería renombrada, hablaremos ampliamente al cruzar la población, pues el Camino pasa por ambas. Sin duda, los peregrinos de antaño, sentirían ánimos recobrados al divisar el Cabu Llastres y comprobar la relativa cercanía ya a estos hospitalarios enclaves


Más allá de La Garita, a su izquierda, el camino subirá prado arriba entre otros dos cuetos antes de bajar a la siguiente playa de Caravia, La Beciella, donde desemboca El Ríu los Romeros, topónimo que está relacionado con el paso de peregrinos, los cuales se albergarían en una legendaria hospedería citada como templaria, parece que fantásticamente, en un relato del siglo XVIII, pero que puede más bien vinculada al citado hospital de Santiago de Caravia, a cuya hospitalidad se acogerían peregrinos de tiempos más antiguos, medievales, pues desapareció en el siglo XVIII


Aunque no todas las fuentes coinciden, ese monasterio tendría su sucesión en la actual iglesia de Santiago de Caravia, relativamente apartada del Camín Real pero no en exceso. En ella se sabe fueron enterrados dos peregrinos que hallaron la muerte en circunstancias desconocidas, muy posiblemente enfermedades contraídas durante el entonces penoso peregrinar, recorriendo estos parajes: en 1716 Joseph de Fur, "peregrino venido de Flandes" y en 1805 "un pobre extranjero llamado Manuel"


En cuanto a la supuesta hospedería de la Orden de los Templarios Aurelio de Llano informa, también en El Libro de Caravia, que estaba en "un verde vallecito a 250 m de la desembocadura del río Los Romeros", realizando asimismo "someras excavaciones que hemos practicado, pudimos comprobar la existencia de algunos cimientos". El historiador Luis Antonio Alías cuenta en Asturias y el Camino de Santiago que la hospedería debió de sobrevivir al monasterio, ya que aparece en una relación de principios del siglo XIX


La vista de las peñas calizas del Sueve impresionarían a aquellos peregrinos de antaño, aunque posiblemente no como las vemos ahora, pues el concepto de belleza paisajística se basó más, durante siglos, en la accesibilidad, comodidad, hospitalidad de los lugares a recorrer que en lo agreste o natural de los mismos


En su falda norte y bajo el Picu Pienzu, surgen varias alturas, no cimeras pero sí importantes: El Cuetu la Texa (522 m), el Picu Córcobu (573 m), el Picu Busfrescosu (704 m) y el Picu Mayor o Cuetu Cordobana (803 m) más arriba y bajo La Becerrera d'Ordiales, cuestas del ya mencionado Picu Fontanielles


Más en la distancia y ya al otro extremo del puertu está El Cuetu Samiguel (444 m), donde nace el río Carrandi con sus afluentes, que se dirigen al mar por las parroquias de Gobiendes, Carrandi y la Riera, al sur de la villa de Colunga


Lloroñi, ya en la parroquia colunguesa de Gobiendes, aparece citado como Loronio en el texto que contempla los límites de Caravia, como valle ya diferenciado de Colunga, por el que el rey Alfonso IX cedía el antiguo coto monacal caraviense, "in ualle de Caravia" a la Iglesia. Fue además luego solar de la familia Isla, parientes del Padre Francisco Isla, autor de la obra crítica Fray Gerundio de Campazas, además del jurista Joaquín Isla Mones, este sí nacido en esta parroquia, síndico procurador de la villa de Colunga y luego juez primero noble de Carrandi. Durante la francesada colaboró con el coronel Escandón en el desembarco de pertrechos ingleses en las cercanas playas. Con la invasión francesa huyó hacia A Coruña, ejerciendo la abogacía y comenzando una larga carrera política con cargos importantes en diversas localidades españolas, sujeto siempre a los vaivenes entre liberales y absolutistas, a los que pertenecía. Llegando a Alcalde de Dos Barrios (Toledo), un pleito con el conde de Altamira se obligó a regresar a Gobiendes, donde murió en 1859


De evidente importancia es la iglesia parroquial, bajo la jacobea advocación de Santiago de Gobiendes, estilo Arte Asturiano (prerrománico) tardío, aunque con muy importantes transformaciones y reformas, que el investigador José García quiso vincular al Gaudentes del Mons Gaudi de Santiago de Compostela. Ciertamente aparece documentado en la Edad Media como Monasterium Sancti Iacobi de Gaudentes y para García Arias habría de partirse de un antropónimo, Gauuentius, que daría Gaudentios, un ejemplo más de antiguos posesores tardorromanos o altomediavales


Y de nuevo en el Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa, comentan del paso de peregrinos por estos lares. Por entonces no se llevaba un registro salvo en aquellos casos, no infrecuentes, en los que morían:
"Un templo frecuentemente visitados por los devotos romeros sería el de Santiago de Gobiendes. A poco más de un kilómetro al sur del Camino, esta iglesia prerrománica de comienzos del siglo X está enclavada en un bello paraje, a los pies del Sueve, desde el que se alcanza a divisar el mar; en su entorno se localiza el palacio de Gobiendes, conjunto palacial construido en los siglos XVI-XVII y adosado a una torre del XV. Hasta Gobiendes acudiría en 1764 el italiano Agustín Forti, "pobre Peregrino que venía de Santiago de Galicia" y aquí murió"

Más lejos, la alargada silueta de las casas de Carrandi es inconfundible en su acenso al Monte la Riera,  entre Pedroses y La Cuesta Rocín (333 m), a la izquierda del Monte Pedrada. En Carrandi hubo una pequeña cuenca minera carbonera, como la de Berbes y Caravia fue de fluorita, que mantuvo la actividad comercial del puerto de Llastres, hoy reducida a pesquera y turística-deportiva, como el espato flúor lo hizo con Ribadesella/Ribeseya. Era el Coto Requeté, que transportaba el mineral en tolvas pendientes de un cable, El Telesféricu Carrandi, al muelle llastrín, conservándose algunos restos de todo ello bien documentados por el Archivo Histórico Minero


Ahí estuvieron las antiguas minas de El Patudu y La Canal, pero también buenos bosques autóctonos de Faéu y la salutífera fuente de aguas sulfurosas de Carayés. Muchos compaginaban el trabajo en las minas con el de la casería, y por supuesto en los viejos molinos como del Prau Grande. Ahí están los barrios de L'Acebal, La Cepada, El Conseyal, El Cuetu, La Ermita, La Plaza, La Quintasol, La Solana, El Torreón, Los Lloreos y El Navaliegu, donde aún no hace mucho sonaba el cantar
El cura de Carrandi
tién la sotana rota
que la rompió nun escayu
por correr tres una moza

Más en lontananza la cónica silueta del Cuetu Argüeri (411 m), sobre el valle del Ríu Lliberdón, donde nace uno de sus afluentes, La Riega'l Forcón. Desde aquí resalta la blancura de las casas de La Moruca y Buscabritu, cerca de las de La Venta, otra antigua parada y fonda caminera entre las sendas de la costa y las del interior, el valle del Piloña, comunicadas allí por el Altu la Llama, que se tiene por linde occidental del Sueve, ya sobre Borines y ante Anayo, concejo de Piloña, en el secular y célebre Camín Xixón-Cuadonga/Gijón Covadonga, transitada ruta de peregrinaciones señalizada desde 1992 por la Tertulia Cultural El Garrapiellu, con muy escaso y muy puntual apoyo oficial pese a su gran afluencia de romeros y el absoluto desfase con el mantenimiento de su señalización 


Puerta también de la parroquia de Lliberdón o Libardón, al sur de Colunga y al pie de las estribaciones más occidentales del Sueve, donde aún resuena, y fuerte, el son de la gaita del "más célebre gaitero que vieron los tiempos": Ramón García Tuero, inmortalizado por su sobrenombre y discos, El Gaiteru Libardón:
 "Ramón García Tuero nació en El Molín del Matu, Arroes (Villaviciosa), el día 16 de febrero del año 1864. Ya de muy niño tenía arte para tocar y hacer instrumentos de viento, flautas y  xiblates, con las que interpretaba canciones tradicionales de música asturiana. Sus padres, adivinando con notable acierto que el futuro de su hijo iba a ir por ese camino, le compran su primer gaita, con la que iba a hacerse famoso como Ramón el d'Arroes, tocando en todos los pueblos de la zona. El propio párroco le enseñará los primeros conocimientos musicales.
Después de casarse en 1890 con María Caravera, de Lliberdón, pasa a residir en el pueblo de su mujer, parroquia colunguesa que también va a recibir los sones de su música de gaita y su voz, pues además de tocar era un consagrado cantante, siendo capaz de cantar y tocar la gaita todo a un tiempo, conjugando las melodías con los temas cantados en una magnífica compenetración de músico y vocalista, algo que nadie lograba con el mismo nivel, por lo que sería apodado El Último Juglar. 
 La prestigiosa marca de sidra El Hórreo de Colunga le contrató para promocionar su producto en la Exposición Regional de Gijón y tuvo un éxito tal que poco después, otra firma sidrera, El Gaitero, le lleva a la Exposición Universal de París de 1889, y a la que volvería 11 años más tarde, a otra Exposición Universal que tenía como emblema ya la torre Eiffel, consiguiendo del jurado de certamen la "medalla de mérito". Entonces su estilo fue ya arrollador, recorriendo después los mejores teatros de Berlín (parece ser que la primera vez que la gaita asturiana sonó por radio fue en una emisora alemana) y Londres, ciudad en la que grabará varios discos, y actuaría en la BBC volviendo para Asturias como el mayor de los triunfadores.  
 Después vendría la gira por América: Mexico, Puerto Rico, La Habana, Buenos Aires, Santiago de Chile y otras muchas capitales americanas se vistieron de gala para recibir con todos los honores al "más famoso gaitero que vieron los tiempos". En España también habría de actuar en Madrid, Santander, Sevilla y , como no, también en Asturias, como por ejemplo Xixón en 1909, donde consiguió cosechar uno de sus triunfos más clamorosos. Participaría en la Exposición Internacional de Buenos Aires en 1911 (donde firmaría contrato con una discográfica de Nueva York), la Universal de Barcelona de 1929 y en el mismo año, en la Iberoamericana de Sevilla. En aquellas décadas del siglo XX grabaría numerosos discos y llegaría a gozar del reconocimiento de las más altas instancias, galardonado por Alfonso XIII y recibido en audiencia por la reina madre María Cristina, además de por el general primo de Rivera. 
Se contaba de él que era asimismo capaz de improvisar canciones sobre la marcha, mientras tocaba, llegando alguna a ser muy conocida... 
Tengo Cuatro Peruyales 

                    todes cuatro dan peruyes

                    la que se case conmigo

                    comerá les más madures 

 Tocaba y cantaba solo, pero de vez en cuando se hacía acompañar por José García, El Tambor de L'Abadía, con el que llegó a formar una pareja mítica, llegando a llevarle con él en algunas de sus giras. Interpretaba música culta y popular, festiva y solemne. En Cuba coincidió con el prestigioso tenor Caruso, al que igualaría en "caché". Fue un ejemplo más de saber ser asturiano y universal a la par, su vida como la de tantos otros nos enseñó que mirando por nuestras cosas se contribuye al enriquecimiento universal pues son patrimonio de toda la Humanidad. 
Luego de tantos años de intenso trabajo empieza a retirarse de los escenarios, una enfermedad coronaria le obliga también a ello, actúa públicamente por última vez en una fiesta minera y no mucho después, ya de forma privada, en una fiesta familiar en Cabueñes (Gijón/Xixón) en la primavera de 1931. Aún tocará la gaita aquel verano, pero ya sin cantar, en la misa y procesión de la fiesta patronal de Llibardón, pero sin participar a posteriori en la romería popular, como tenía costumbre.

Ramón García Tuero, El Gaiteru Lliberdón, falleció el día 22 de octubre de 1932 en La Quintana d'Arriba, lugar de la parroquia que le dio su apodo definitivo. Su fallecimientos ocupó noticias de portada en la prensa de Madrid, como la del diario Informaciones, con una cabecera que decía "Asturias en su comarca de Libardón, se ha quedado sin su mejor gaitero". Por su parte el periódico de Xixón El Comercio publicaba... "Con él se va el último bardo, el verdadero carácter asturiano". Desde su fallecimiento acá se le tributaron homenajes periódicamente  (fueron importantes los de 1969, 1986 y 1994) y se reeditaron varios de sus discos. En el año 2007 fue designado como uno de los "20 asturianos más relevantes del siglo XX" en certamen popular a cargo también de El Comercio y realizado por internet. Aquel mismo año se conmemoró el 75 aniversario de su muerte con misa y ofrenda floral ante el panteón familiar del cementerio de Llibardón. Existe un centro de interpretación y todos los años la Asociación Cultural San Roque de Lliberdón, junto con el área de Cultura del Ayuntamiento de Colunga convocan el Certamen de Gaita Asturiana "Premio Gaitero Lliberdón", y es que... como decíamos antes, "quien sabe", quizás si paramos en medio del camino de Sietes y ponemos la oreja orientada al Sueve, tal vez podamos aún sentir, en la inmensidad de estas montañas, los sones inmortales de la gaita del último juglar asturiano, resonando de risco en risco, de peña en peña, hasta el más alto pico..."

Aurelio de Llano también se ocupó de estudiar especialmente este viejo Camín Real de la Costa a su paso por Caravia, estableciendo Bayona como punto de partida de este periplo costero jacobeo. Vendría sin duda a ser el lugar desde el que los peregrinos, llegando de toda Europa, se amparaban en su catedral para decidir si tomar este hoy ahora llamado Camino del Norte u otras alternativas más al sur:
"Hasta el 30 de julio de 1885 que se abrió oficialmente la carretera de La Espasa, no había otros medios de comunicación que caminos vecinales y de herradura; y a lo largo de la Costa, el camino público y Real por donde transitaban de Bayona a Galicia"

Afirma que fue además tal el número de "peregrinos extranjeros vagantes" que transitaban por este y otros caminos que en 1725 el Regente de la Audiencia de Oviedo "dictó una Providencia prohibiéndoles la entrada en este Principado" si no traían los papeles en regla:
"Y si peregrinan por la Marina que es el camino que llaman Francés, tomen además de las dimisorias (cartas de los prelados) de su Obispo, licencia de los Jefes que hay a la entrada de estos Reinos y de las cuatro villas del mar de Cantabria...

A los que llevaren mujeres en su compañía diciendo ser propias se les exija fe de casamiento, y no exibiéndola, se les ponga presos y se le haga causa...

Que a los verdaderos peregrinos "las justicias les permitan separarse del camino cuatro leguas a una mano y a otra para socorrerse con limosnas que fueran recogiendo"

Dos buenos detalles a tener en cuenta, la necesidad imperiosa y secular de diferenciar peregrinos de trotamundos y que todos los caminos procedentes del este y recorridos por peregrinos francos (los actuales franceses pero buena parte de los europeos en general) eran llamados Camino Francés. El que la moderna nomenclatura técnica denomine oficialmente sólo a uno lo que fueron todo es un evidente error carente de todo fundamento histórico


En la lejanía, Llastres es un verdadero "faro" en el Camino, y no lo decimos únicamente por sus luces nocturnas, sino por su silueta que, recortada en la falda que cae hacia el mar, destaca en el horizonte. Sus casas, mayoritariamente blancas, resaltan en la lejanía del cabo que lleva el nombre del lugar, el Cabu Llastres, de la palabra asturiana llastra, piedra o roca plana y alargada, dentro de diversas acepciones con ella relacionadas


El pueblo pescador se concentra en barrios escalonados, hacia el puerto, recorridos los de la derecha por la Calle Real, calle principal y pública como el Camín  Real. A la derecha arriba está San Roque, con su capilla de gran tradición marinera y El Mirador, bajo la gran antena de comunicaciones. La población, que fue antaño también famosa por sus salazones, escabeches y conservas, se hizo eminentemente turística y gastronómica, ganando gran popularidad hace unos años al filmarse la serie de televisión Doctor Mateo, apareciendo Llastres en ella denominado como "San Martín del Sella".


El Camín Real y la senda costera, de La Tuerba a La Beciella. El libro El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2.Ruta de la Costa, señala la facilidad de seguir el Camín Real en Caravia:
"...el seguimiento del antiguo itinerario resulta fácil, ya que éste continúa hacia poniente en línea casi recta, con tenues  cambios de cota, a lo largo del más estricto litoral caraviense"

De todas formas en el mismo texto, firmado por una de las autoras, Yolanda Viniegra Pacheco, se advierte de algunos cambios respecto a lo que era el trazado original de la senda histórica:
"los escasos 4 km del Camino por Caravia discurren tan pegados al mar que a veces apenas hay distancia real entre el Camino y el acantilado e incluso podría decirse que la erosión de éste ha ido robando terreno a aquél. A ello hay que unir un escaso uso desde la apertura dela N-632 y la apropiación indebida de vías públicas por particulares que hacen que en la actualidad, de la longitud antedicha, más de 1.800 m hayan desaparecido, borrados por las numerosas praderías de su entorno"

A un lado, en el mar, el gran paredón acantilado de la Punta l'Atalaya y La Garita, nos señala en todo momento el camino a seguir hacia La Beciella. Contaba Aurelio de Llano también de los peligros de los asaltantes que por aquí pululaban atacando a los romeros:
"Venía entre los peregrinos mucha gente maleante. Y se metían en una cueva que había a la orilla del mar y desvalijaban a cuantos pasaban por aquel camino real: tanto que los vecinos de Caravia han tenido que defender más de una vez el paso de los viandantes. Cuentan que un caraviense, de un golpe de hoz, cortó una oreja a un bandido en reñidísima pelea"

Y al otro lado, el Sueve se alza como un gran peñón calizo en el que no se adentraban ni viajeros ni peregrinos salvo en sus pasos laterales por El Fitu y La Llama, comunicando la franja costera con el gran valle del río Piloña, que ofrecía también paso franco hacia la capital asturiana a través de su continuidad por el Nora. Continuamos la lectura de El Sueve. Geografía, historia y rutas de Montaña, de Luis Díez Tejón y Víctor Villar Pis:
"La disposición del Sueve, un pequeño macizo montañoso flanqueado por dos llanuras, le ha hecho poco propicio para que tuvieran lugar en él grandes acontecimientos históricos. Las montañas que no constituyen obstáculos ven pasar la historia por sus lados. Nadie siente la tentación de cruzarlas pudiendo hacerlo cómodamente por sus flancos. Por tanto, puede decirse que la historia del Sueve es, sobre todo, la historia de sus pueblos."

El Sueve como tal era tierra pastoril, como sigue siendo ahora, si bien adaptándose a los nuevos tiempos, cuando puede subirse y bajarse en unas horas a cuidar del ganado y no es necesario quedarse en las cabañas temporadas enteras. Se extiende a lo largo de unos 12 kilómetros en dirección SO-NE y en esta su falda central se extiende la llamada geológicamente falla del Sueve, "fractura que pone en contacto las escarpadas laderas calcáreas con los suaves relieves pérmicos y mesozoicos que se extienden hacia la costa", leemos en la Enciclopedia del Paisaje de Asturias


Su cercanía a la costa, a la vez que su altura, han configurado un sistema montañoso muy peculiar, pues en invierno puede nevar y cuajar, pese a su cercanía al Mar Cantábrico, que también ocasiona frecuentes nieblas persistentes o borrina:
"Apenas se mantienen manchas forestales autóctonas excepto la Biescona, y algunos grupos aislados de espineras, avellanos, acebos, etc. Es rica en plantas aromáticos-medicinales, como el té de roca, tila, manzanilla etc."

Abundan jabalís, corzos y venados; también el gamo, introducido en 1960 al declararse Reserva Nacional de Caza. Una de sus especies míticas es el caballo asturcón, ya apreciado por los romanos antes de la conquista, tanto es así que la primera vez que se los nombra en un texto es, a la vez, cuando existe una referencia a lo astur y a Asturias: la anónima Retórica a Herenio del año 90 a.C


El Picu Pienzu, cuyo topónimo viene a estar emparentado con pender, pindiu, pendiente, por el latín pendeo-pendium, 'inclinado, torcido', arguyen los toponomistas, constituye en su altitud y escarpadura cimera el más destacado de sus picachos pues "No es frecuente que alturas de casi 1.200 m se encuentren a tan sólo 5 km. del mar", como escriben Díez Tejón y Villar Pis en su citada obra:
"Geológicamente el Sueve es un producto de las enormes presiones que plegaron el relieve asturiano durante el carbonífero inferior (hace unos 300 millones de años), dentro del gigantesco movimiento herciniano, que sacudió la tierra en las etapas finales del paleozoico. De este modo se sitúa, junto con los Picos de Europa, como máximo límite oriental del zócalo primario, que luego, ya en Cantabria, desaparece definitivamente bajo la cobertura mesozoica"

Este origen geológico explicaría, según los autores, muchas de las características  litológicas y estructurales del monte, si bien resaltan que además es muy posible que esta falda norte hubiese constituido un borde acantilado antes de la elevación de la plataforma costera "en tiempos relativamente recientes (quizá en algún periodo glaciar del cuaternario)", lo que explicaría que haya formas que recuerdan a la erosión marina


La roca predominante es la caliza, de la que hay varios tipos, la carbonífera gris y compacta, o la rojiza; pero con ella también hay arenisca calcárea, pizarras, y limolitas, todo ello producto de espesos mantos de sedimentos:
"Esta composición calcárea afecta, como es evidente, al paisaje y su morfología. Aunque no puede hablarse con propiedad de modelado kárstico -al menos en su sentido más estricto, toda vez que el Sueve está entero y su interior "no de vacía misteriosamente de su sustancia", tal como exigen los manuales clásicos- en superficie son visibles las características de cualquier serranía caliza: murallones, formas abruptas y descarnadas, cubiertas con escaso manto vegetal, líneas rotundas, aparición de lenares e incluso de pequeñas dolinas, barrancos, etc."

Y a esta composición debe el Sueve su tan precioso e identificable perfil serrano que se ofrece en todos sus ángulos. Montaña alta pero de temperatura suave por su cercanía al mar, tradicionalmente nevaba con frecuencia en invierno, aunque con el fenómeno del cambio climático esto ha cambiado de unos años a esta parte, así como los índices pluviométricos


Entre sus riscos, las fuentes dan nacimientos a bastantes pequeños ríos, básicamente arroyos, regatos, riegues o regueros "que descienden a trompicones por los cursos abiertos en la caliza, sin apenas remansar hasta llegar a las partes más bajas y llanas de las laderas". Suelen llevar escaso caudal pero, con las lluvias, pueden causar estragos al bajar en torrente, casi como un chorro, muy rápidos dado el fuerte desnivel por el que discurren


El río sella con su gran valle, y lo mismo su afluente el Piloña, aislan al Sueve respecto a la Cordillera Cantábrica y Picos de Europa, así como al este con la gran Sierra del Cuera y su prolongación occidental montañosa por la Sierra Cueva Negra, La Peñe les Pandes y la Sierra Escapa, de ahí que, como hace José Ramón Lueje en su Guía de la Montaña Asturiana, se les de a ambas un apartado especial como sierras costeras:
"Muy separadas y bien autónomas de la orografía de los Cordales, como de las demás ramificaciones de albas peñas, de límite de la rica cuenca del carbonífero asturiano, que son las importantes sierras o macizos de Cuera y Sueve alzados aisladamente, en poderosa grandeza y en plenitudes de hermosuras y accidentes, al par mismo de nuestro Cantábrico"

Aparte de por ser el más alto, al Picu Pienzu se le reconoce por lo que, en la distancia, puede parecer una antena, pero es en realidad una cruz, la Cruz de Pienzu, repuesta varias veces a lo largo del siglo XX tras la colocación de la primera en 1914 por iniciativa de los hermanos Victorero Lucio, de Llastres, en agradecimiento a haber podido escapar de la Revolución Mexicana unos años antes. Al cumplirse los cien años de aquella primera cruz la corresponsal de La Nueva España Patricia Martínez, lo recuerda con el artículo, fecha 19-8-2014, La Cruz del Pienzu, un siglo de gratitud:
"Un siglo y dos derrumbes después, el Picu Pienzu (en la sierra del Sueve) continúa coronado por la cruz que recuerda la vuelta de los hermanos Victorero Lucio a su Lastres natal. Huidos de la Revolución Mexicana en 1911, prometieron poner una cruz en el Sueve como señal de agradecimiento si llegaban sanos y salvos a su casa. Y así lo hicieron tres años después, en mayo de 1914, una fecha de la que se ha cumplido el primer centenario. El grupo colungués de montaña "La Huella" lo conmemorará el próximo 13 de septiembre con una misa solemne en el Pienzu.

Habían embarcado los seis hermanos en 1875, un viaje para lo que su madre "tuvo que vender el escudo de armas de la casa", recuerda el lastrín Enrique Granda, apodado "El Sabio", quien además de conocer la historia local como pocos trabajó con los Victorero durante buena parte de su vida. Los hermanos hicieron fortuna en México, pero al estallar la revuelta fueron perseguidos por los zapatistas, lo que les movió -a todos menos a uno, que se quedó y formó allí su familia- a regresar embarcados, pero escondidos en unos barriles."

A salvo en Llastres, los hermanos Victorero quisieron cumplir su promesa y a tal efecto se formó una comisión de autoridades y ganaderos que escogieron como mejor lugar para levantar la cruz de agradecimiento que el Picu Pienzu, la cual se hizo de dos piezas de madera de roble y cuatro metros de altura, armada antes de llegar al Pienzu, luego la subieron con una gran fiesta. El coste del transporte y montaje fue de 50 reales. Aquella primera cruz  fue derribada en 1925 por un temporal, queriendo entonces los hermanos restituirla, cosa que pudo hacerse tres años después, subiéndose y colocándose la segunda, también de madera pero de 30 piezas y con un coste total de 1.800 pesetas "de las de aquella":
"La inauguración fue multitudinaria, pero la cruz no duró mucho en pie, pues un fuerte temporal la derribó en 1925. Tres años después, en 1928, los hermanos Victorero Lucio persistieron en su empeño de que la cruz presidiera el Pienzu y se colocó la segunda, también de madera. Estaba compuesta por unas 30 piezas y costó 1.800 de las antiguas pesetas, mientras que el transporte y el montaje de la primera fueron 50 reales.

Esta segunda cruz también se armó antes de llegar a la cima y setenta voluntarios cargaron con ella hasta el Pienzu. Pero tampoco es la cruz que se ve en lo alto del Sueve, ya que en 1941 se vino abajo. En este punto hay dos versiones sobre lo que sucedió: hay quien sostiene que fue un temporal el que acabó con esta segunda cruz y otros aseguran que alguien que no comulgaba con este tipo de símbolos la derribó con un hacha."

No se puso una tercera cruz hasta el año 1954, cuando los hermanos Victorero se comprometieron a financiar la nueva cruz, aunque en 1950 el Ayuntamiento de Colunga había acordado su reposición, a la que se sumaron Parres, Piloña  y la Diputación Provincial, formándose una comisión para recaudar fondos:
"El dinero que se había recaudado hasta entonces se destinó al proyecto de carretera del Fitu al Pienzu, una obra que finalmente no llegó a hacerse. Esta tercera cruz es de hierro galvanizado, mide 12 metros y se compone de 148 piezas y 132 tornillos. Los operarios de la "Fundición Laviada", de Gijón, fueron los encargados de fabricar el símbolo, que llegó a Colunga un 19 de octubre, fecha en la que ya se inició la construcción de la base de piedra donde iría colocada.

Diez días después se inició la subida de los diferentes tramos, que se iban a llevar repartidos entre los vecinos de cada parroquia colunguesa. Los primeros fueron los de Gobiendes que, junto con montañeros de Oviedo y Gijón, cargaron con el primer tramo de la cruz. Operarios de Lastres y Coceña instalaron esta primera "piedra" el uno de diciembre en medio de un fuerte temporal, por lo que se decidió esperar a la primavera para continuar con la obra."

El 31 de mayo de 1955 voluntarios de pueblos cercanos subieron las piezas y tornillos que faltaban en lotes de cinco kilos, acabando de montarse el 1 de junio e inaugurándose oficialmente el 18 de septiembre del mismo año. Diez años después, aunque no cayó, el viento la dejó completamente doblada, por lo que se colocaron unos cables con una inversión de 70.000 pesetas


La pared norte, si bien se la ve directa, es muy dura y peligrosa para subir, por lo que estos trabajos se realizaron desde la clásica ruta más accesible desde la carretera del Fitu (AS-260), por La Cruz de Llames (Mirador del Fitu) y Piedra Redonda, majada de El Bustacu arriba


El Camino se estrecha ahora entre estas líneas de estacas de cierra, pero se pasa bien. Parece sea uno de los tramos que sustituyen al Camín Real original, que parece ser iba un poco más arriba en este trecho. El 16-1-2006 escribían los eruditos montañeros Carmen Piñán y Bernardo Canga en La Voz de Avilés a propósito de Caminos de historia:
"Los pasos naturales de la cordillera Cantábrica, que habían sido de vital importancia para los pueblos indígenas de la Asturias prerrománica, o las rutas Prehistóricas, siguieron siendo, a ojos de las legiones romanas, las vías clave de comunicación. Estos caminos se hicieron mucho más frecuentes y fuertes entre el Norte y el Sur, no sólo para el ejército romano, sino también para el tránsito de mercancías agrícolas, arriería, personal administrativo y, cómo no, para las explotaciones mineras, entre otras muchas actividades.(...)
En su mayoría, estas calzadas romanas durante la Edad Media continuaron en uso, aunque es posible que sufrieran cambios de cierta trascendencia en sus estructuras y denominaciones. De ellas derivaron numerosos puentes medievales de los cuales muchos aún perduran, y algunos de ellos conservan vestigios de estructuras anteriores."

Inciden en que estas sendas fueron las principales dentro de las comunicaciones terrestres hasta que se abrieron las primeras carreteras, así como en los nombres de las mismas:
"La red caminera romana continúo usándose hasta fechas recientes. Y todavía son conocidas las sendas por los lugareños con variada terminología, pero que indica su antiguo origen, por ejemplo: Camino Real, Camino Francés, Camino de Santiago (las viejas calzadas romanas se usaron como caminos de peregrinación en la Edad Media), o incluso Camino Romano.

Esas sendas de origen antiquísimo han sufrido más olvido y destrucción en las dos últimas décadas de lo que padecieron en casi dos mil años. Y, aunque sólo sea por su valor cultural, es importante investigar y preservar las vías históricas, que, por otra parte, también discurren por lugares de gran belleza natural."

A nuestra derecha, la Punta l'Atalaya y los prados de Corpisones, sobre La Hoya


En Corpisones vemos a la gente caminar al borde del acantilado por la senda costera, que se unirá al Camín Real o Camino de Santiago en La Beciella y después otra vez en La Espasa


A  la izquierda, sigue la línea de postes de los que pende el alambre del pastor eléctrico. Avanzamos todo recto y de frente en dirección oeste


El sendero sube un poco y hace un ángulo recto a la izquierda, bordeando esta finca


El Sueve, al sur, omnipresente. De su impresionante geología también gustaba escribir Aurelio de Llano, y así los plasma en Bellezas de Asturias. De Oriente a Occidente:
"El puerto Sueve es el último eslabón de una de las cadenas montañosas formadas casi exclusivamente por  caliza carbonífera, que empieza en la sierra del Brezo (Palencia) continúa por Peña Lampa, Mampodre, Picos de Valverde y Peña Mayor, hasta el expresado puerto"

Llegamos al portillón de la finca y, dando siempre vista al Sueve, seguimos a la derecha


El Camino se ensancha, parece que aquí recuperamos el trazado histórico del Camín Real, en este maravilloso paisaje de grandes prados que se extiende en lontananza, algunos un poco agostados del sol del verano, cuando están hechas estas fotografías


Otra vista a la derecha hacia la Punta l'Atalaya y La Garita, un promontorio natural que fue en tiempos un excelente vigía de esta gran ensenada resguardada por el Cabu Llastres. 


Cuenta la leyenda que una niña, llamada Serena, pasaba mucho tiempo corriendo por los pedreros de Caravia, hasta que un día, su madre harta le dijo: "¡Quiera Dios que te conviertas en pez!". Ese mismo día la niña se mete en el agua y comprueba que sus piernas se transforman en cola de pescado, con escamas. Este sería el origen legendario de las sirenas, en Asturias serena, según la tradición local, que se encuentra en otros lugares de la costa


Estamos pues en la costa de las sirenas, les serenes, cuyas leyendas fueron recopiladas por etnógrafos y folkloristas. Encontraremos más a lo largo de nuestro periplo por el Camino Norte, así como de otros seres marinos y mitológicos


A su vez es también esta la tierra del Nuberu, el genio asturiano de las nubes y la tormenta, que se dice se sentaba en el Picu Pienzu a ver dónde descargar sus rayos y ventiscas. Estaríamos sin duda ante una popularización de antiguas divinidades atmosféricas, pues Sueve aparece escrito en textos antiguos Sove, esto es Iovi, el dios romano Júpiter, padre de dioses y hombres y deidad principal, cuyo atributo es el rayo (Júpiter Tonante). Su culto se superpondría al de un Taranis atronador, del que se encuentran abundantes pervivencias toponímicas y de tradiciones en las montañas asturianas, y a la vez, sería cristianizado por determinados santos, entre ellos cómo no, el mismo Santiago, el Apóstol del Trueno, o la misma Santa Bárbara


La existencia de templos muy antiguos y venerados dedicados a Santiago en las faldas del Sueve no debe pasarnos desapercibida y quizás no sólo por la ruta xacobea, máxime si tenemos noticia que en Santiago de Gobiendes, por ejemplo, se conjuraba al Nuberu para que este no acechase con sus furias, lo que debió ser tan habitual que pasó a la copla popular:
Sentáu nel Picu Pienzu
mirando taba un Nuberu
que conxuró el señor cura
antes de llegar al eru

Repicar campanas de las iglesias, lanzar una alpargata en dirección a la nube pero de espaldas a ella, colocar cuchillos con el filo mirando hacia el cielo, eran algunos de los rituales mágicos de cuya noticia hemos podido saber en nuestros días. Pero el Nuberu también a veces tiene unos comportamientos más positivos. A él le dedica Domingo A. Gómez Gallego el artículo Nuberu el señor de las tormentas, en el excelente blog Sobre leyendas:
"Según la mitología asturiana, un poderoso personaje origina y gobierna las tormentas. Viste ropas raídas, un manto de pieles y un sombrero negro de ala ancha; luce una poblada barba y algunos dicen que, como Odín, es tuerto de un ojo. El Nuberu, que así es conocido, se desplaza por el aire montado en una nube. Habitualmente pastorea otras nubes y les hace descargar su contenido a voluntad, sin importarle las consecuencias que esto tenga sobre las tierras de los campesinos, las cuales suelen quedar en un estado lamentable, ya que pocas cosas gustan más al Nuberu que provocar una buena granizada.

Al igual que las fuerzas de la naturaleza, el Nuberu es implacable y puede resultar tanto maléfico como benéfico. En ocasiones desciende a tierra entre la niebla y, pasando desapercibido gracias a su aspecto de mendigo, solicita la ayuda de algún lugareño. Según se porte éste con él, así se portará él después con el lugareño. Si le niega la ayuda sufrirá su ira, normalmente en forma de tormenta devastadora. Por el contrario, si le ayuda recibirá después una lluvia benéfica para su cosecha, el aviso de un próximo desastre natural, o, tal vez, una promesa de futura hospitalidad si alguna vez visita la ciudad en la cual vive el Nuberu cuando no anda por ahí originando tormentas."


Pero el Nuberu no vive en la montaña, ni en la nube, procede de un mítico y exótico lugar cuyo nombre real varía según los informantes:
"En las narraciones populares no existe consenso acerca del nombre o la ubicación de la ciudad del Nuberu. Su nombre oscila entre “Orita”“Lita”, el sugerente “Ciudad del Grito” u otros, y se suele tratar de una ciudad lejana situada más allá del mar, por lo general en Egipto. Allí, dicen, el Nuberu tiene esposa e hijos, es conocido como Xuan Cabrito (o Cabrita) y considerado un gran señor. Cada día viaja desde su hogar a Asturias montado en una nube."

En base a este lugar es cuando aparece la leyenda que delata la parte positiva del mito, el del benefactor agradecido. Esta dualidad bueno-malo es habitual en estos seres mitológicos:
"Cuenta que una tarde el Nuberu se bajó de su nube para descansar un rato en una montaña, y cuando volvió a buscarla ya no la encontró. Obligado por tanto a pasar la noche en tierra, el Nuberu pide entonces alojo en las casas más cercanas. El dueño de la primera le echa de mala manera, pero el de la segunda lo recibe amablemente, le da de cenar y le ofrece un cuarto en el que pasar la noche. A la mañana siguiente, el Nuberu le dice a su anfitrión que si alguna vez va a Egipto, a la Ciudad del Grito, pregunte por Xuan Cabrito, que es él. Tras despedirse, el Nuberu sube a un monte cercano, desde el cual provoca un temporal que arrasa las tierras del vecino que no lo quiso acoger y una fina lluvia que vuelve más fértiles las del pastor que le tan bien le trató. Después monta en una nube y se marcha volando.

Años más tarde, el pastor se ve obligado a embarcar rumbo a las cruzadas, dejando atrás a su prometida y abandonando su casa y su tierra. Antes de arribar a Tierra Santa, el barco en el que viaja naufraga, y el pastor, tras pasar por diversas aventuras, llega a una ciudad cuyos habitantes le dicen que es la Ciudad del Grito. Pregunta por Xuan Cabrito y los lugareños le indican su dirección.

Al llegar a esa casa, el pastor es recibido por un criado que le conduce ante la esposa del Nuberu. El Nuberu no está, pero no tarda en llegar, portando un saco lleno de sapos y culebras, que al parecer es lo que cena de forma habitual. Nada más entrar en su casa percibe la presencia del extraño: “Aquí huele a cristianizu”, exclama al principio con suspicacia, aunque después, al ver quién de quién se trata, se alegra enormemente.

Sin embargo, el Nuberu tiene malas noticias que darle al pastor: su prometida piensa que ha muerto y se va a casar con otro al día siguiente. El pastor se desespera al oír esto, porque es imposible que le dé tiempo a regresar para impedirlo. Pero el Nuberu le dice que no se preocupe, él le ayudará a llegar. Se dirige entonces a la cocina y llena una jofaina de agua. La pone en el suelo y le dice al pastor que salte por encima. Hace este lo que le piden, y al tocar el suelo al otro lado descubre que ya no se encuentra en casa del Nuberu, sino en la plaza de su pueblo, con tiempo de sobra para detener la boda de su prometida"

En otras versiones el pastor regresa montado en una cabra mágica, o en una nube en la que le lleva el Nuberu, que pone como condición no mencionar a Dios ni a los santos...
"El pastor incumple su promesa y el Nuberu le arroja de su nube, aunque afortunadamente ya están sobrevolando el pueblo y cae encima del árbol de la plaza mayor, que frena la caída. En otras variantes, poco antes de llegar a casa del Nuberu el pastor atraviesa una densa niebla en la cual se pierden dos amigos que le acompañaban y acerca de los cuales nunca vuelve a saber nada. Según algunos al principio de la historia al Nuberu no se le escapa su nube, sino que cae a tierra junto a un rayo."

No dejamos de pensar si el poner una cruz en el Picu Pienzu, donde el Nuberu se aparecía, no tendría también un trasfondo de de sacralizar el lugar para evitar sus desmanes. Estos eran algunos de los sortilegios empleados contra él:
"Los principales enemigos del Nuberu son los curas. Sobre ellos recae la difícil tarea de intentar ahuyentarlo de las cosechas. En cuanto los campesinos ven asomar al Nuberu, corren a buscar al sacerdote del pueblo, que, quiera o no, debe cumplir con su obligación si quiere evitar las iras de sus propios feligreses. Una vez frente al Nuberu, lo habitual es que el cura le arroje lo primero que encuentre a mano (y que puede ir desde una piedra hasta su propio bonete, pasando por un zapato) con la esperanza de descabalgarlo de su nube o, tal vez, de rasgarla obligándole así a retirarse. Con tan limitados recursos no resulta extraño que muchas veces el cura salga perdiendo y sus vecinos tengan que agarrarlo para que el Nuberu no se lo lleve con él."

Por ello, y dado que parece tener especial revulsión a lo cristiano, se consideraba que hacer sonar las campanas de la iglesia era lo más efectivo para echarlo:
"... su tañido le desagrada enormemente, bien sea porque, como algunos dicen, en su sonido va implícita una oración o simplemente porque no le gusta su timbre metálico. Otros métodos consisten en colocar un carro con las patas apuntando al cielo, situar en los tejados de la casa un hacha con el filo hacia arriba o quemar laurel y romero al aire libre, dejando que el humo ascienda hacia las alturas. Rezar una oración a Santa Bárbara también hace que se vea obligado a pasar de largo, llevando sus nubes a descargar a otra parte."

En julio de 1795, en otro de sus recorridos por Asturias, Gaspar Melchor de Jovellanos vuelve a contemplar la montaña, esta vez desde el lado sur y a describirla en unas frases:
«.Al otro lado del río se ve el gran puerto del Sueve, que corre desde Villaviciosa a Ribadesella; montaña derrumbada de él, más baja y que corre a su pie con la misma dirección. Sus caballos (asturcones), por fuertes, son comparados a los de Valdeburón en fortaleza y agilidad. Sus aguas en diferentes puntos bajan al Piaña (Piloña)». 

Bajo el Sueve empezamos a ver las casas de Duesos, solar de la iglesia de Santiago de Caravia, que no llegamos a ver desde aquí, sucesora del templo monástico de aquella advocación que existió en el mismo lugar o en sus cercanías, en la que se encontró en 1985 durante unas obras la célebre Estela de Duesos, de posible carácter funerario, con filigranas de entrelazos y un disco solar, actualmente expuesta en el mismo lugar


Aunque parece ya se sabía de su existencia desde bastante tiempo atrás, hasta entonces no tuvo mayor trascendencia, semienterrada en el suelo frente a la sacristía. Es realmente únicamente el fragmento de la que fue una estela discoidea de unos dos metros de altura, que en su tiempos destacaría en la distancia. Sería imponente, con su disco superior cercano a los 75 centímetros. Si bien datada en época de la romanización su estilo es claramente prerromano. Leemos en la página Ástures de Fon S.P.:
"Desconocemos la función original de estas estelas en época prerromana. Se las ha asociado siempre con el ámbito funerario. En el caso de las del centro de Asturias, como la de Valduno, queda perfectamente refrendada por el campo epigráfico que se añade a la misma. En las últimas décadas se ha especulado con que fuera un añadido posterior , es decir, una reutilización y que en origen tuviera otra función, quizá como hito señalizador de un territorio, o alguna finalidad de culto que no alcanzamos a entender.
La simbología solar de la misma, así como los entrelazados, que se repiten de forma sistemática en todo el ámbito astur trasmontano, constituye una posibilidad más en este sentido. 
Lo que está claro es que en época romana tienen una función plenamente funeraria4, que en el caso de la de Duesos, parece haberse perpetuado curiosamente en el tiempo ya que fue encontrada en el terreno de un antiguo cementerio de la localidad (sin más pruebas de que haya sido reutilizada en tiempos recientes como lápida, lo interpretaremos como algo casual, asociándola sobre todo a la reutilización de piedra en las iglesias)."

A nadie se le pasa por alto la proximidad de la estela al recinto fortificado del Picu'l Castru, que seguimos viendo arriba a nuestra izquierda. Es más, la decoración geométrica de la estela es similar a las halladas en las cerámicas y otros enseres hallados por Aurelio de Llano


Como vimos cuando pasamos por las cercanías de El Forniellu, en el Camino de Abéu a Vega, se percibe la pervivencia de las formas indígenas, artísticas, sociales y espirituales, que irán con el tiempo romanizándose y, posteriormente, cristianizándose


Sería ya puramente elucubración, de nuevo, pensar en el monasterio que, antecesor de la iglesia parroquial, tuvo un coto de unos límites muy marcados que constituyeron posteriormente el concejo de Caravia, tan marcados que la toponimia de El Fitu, los transmitió. No es descabellado pensar en una divisoria ancestral, zonas de pastos, influencia, minería, máxime si pensamos en las estelas localizadas también al otro lado del Sueve y que para muchos señalan esta frontera, como por ejemplo la de ASTVRV(m) ET LVUGGONV(m), (ASTURES Y LUGGONES), hallada en algún lugar entre el Sueve y el Sella que no se ha podido especificar pero se sospecha fue hacia 1915


Lleva a pensar en una marca entre los astures luggones y, tal vez, los cántabros salaenos u orgenomescos dentro de esta área geográfica donde también se produce lingüísticamente el paso de la efe inicial del asturiano central a la hache aspirada del asturiano oriental (facer/h.acer)


Más allá, la línea de cumbres de La Cruz de Llames (598 m), Los Arrudos (672 m) y El Cantu la Teya (729 m), configuran el acceso directo y más seguir al Picu Pienzu, vía El Fitu


Y con esta magnífico paisaje del Sueve, ya frente a Duesos, seguimos camino muy cerca ya de la bajada a La Beciella y el Ríu los Romeros, con sus historias de peregrinos templarios y sirenas


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