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martes, 21 de febrero de 2017

LOS ACANTILADOS DE GÜERRES, SALIENDO DE LA ISLA A COLUNGA POR LA ENSENADA DE LA GÜELGA: LA COSTA DEL "TRASGU DEL GORRETÍN COLORÁU" Y DEL NÁUFRAGO-HOSPITALERO JOSEPH DE MISSO (ASTURIAS)


Senda de los acantilados de Güerres: de frente El Saltu la Muyer, La Villeda y al fondo Llastres

Los peregrinos del Camino de Santiago del Norte que, tras entrar en el concejo asturiano de Colunga, decidan separarse del Camín Real de la Costa para tomar la alternativa de La Isla, con su emblemático y pionero albergue de peregrinos de Les Escueles Nueves, sito en La Colonia (barrio de Les Quintanes), tienen la opción, para no volver atrás, de continuar caminando por la Senda de los acantilados de Güerres, que desde dicho albergue y junto al mar, recorre este bellísimo tramo de costa hasta el pueblo de este nombre, pudiendo seguir desde él hasta la villa de Colunga, retomando el Camino oficial para continuar a Villaviciosa por Sales y el valle del Ríu Llobones

La Güelga, donde está la Cueva'l Gorretín Coloráu

Esta senda sobre los acantilados tiene hondas reminiscencias mitológicas, pues nada más salir del albergue, al pie de La Colonia (antigua Colonia Escolar de la Isla, que fue de la Fundación Francisco Carrillo), está, en la pedregosa ensenada de La Güelga, La Cueva'l Gorretín Coloráu, llamada así por un trasgu o duende que se dice vive en esa gruta al lado del mar y que arma jaleos y trastadas, fácil de reconocer por el gorro colorado que le da nombre, atuendo característico de los trasgos, que aquí, en La Isla, además de caseros se hacen camineros

La Xunglar, unión de caminos, a la izquierda se va al albergue de peregrinos

Para llegar a La Isla podemos emplear la ruta, señalizada con flechas amarillas, que se separa del Camín Real y Camino de Santiago oficial en el barrio La Ferrán, y entra en La Isla por El Ramal... o bien, en bajamares, venir caminando por las arenas de El Barrigón y La Playa la Isla. Ambas opciones, a las que dedicamos sus respectivas entradas de blog, se unen en La Xunglar, en el centro del pueblo, para dirigirse a La Colonia, barrio de Les Quintanes

Albergue de peregrinos de La Isla, Les Escueles Nueves, barrio de Les Quintanes

De la misma manera que hay dos caminos para llegar a La Isla hay otros dos para salir, uno es seguir de frente por La Caleya, el antiguo camino de La Isla a Colunga por Güerres, que pasa por Trespandu y Los Foyos; y otro este de los acantilados de Güerres, que sale a la derecha y es del que vamos a tratar en esta entrada de blog


Aquí, en la misma bifurcación de caminos, unas flechas amarillas con la A de albergue, que jalonan el recorrido por el pueblo de La Isla, nos dirigen a estas escuelas, creadas en 1950 por "el padre de los niños pobres"Francisco Luis Carrillo GuerreroFrancisco Carrillo, fundador años antes, en 1927, con su mujer Lorenza Koehler, de la Colonia Escolar de La Isla, situada un poco más allá, en La Caleya, esta dedicada al veraneo de alumnos de familias modestas de escuelas públicas madrileñas, y con la que esta escuela, llamada Les Escueles Nueves en contraposición a La Escuela Vieya, o La Escuelina (junto a la iglesia de Santa María de Tona y ante la Playa la Isla), está estrechamente vinculada


Francisco Carrillo Guerrero nació en 1879 (otras fuentes dicen 1880) en Ronda (Málaga). Hijo de maestro, escogió Carrillo la misma profesión y aprendiendo de su padre, Juan Carrillo Sánchez, casado con Margarita Guerrero Ramos, sus primeras letras, presentándose, no habiendo aún cumplido los catorce años, a la reválida de maestro elemental, logrado la calificación de Sobresaliente y ejerciendo posteriormente en varias provincias, llegando a ser Inspector Jefe de las de Madrid y Jaén. Era también profesor especial de sordomudos y ciegos y estaba en posesión de los doctorados de Derecho y Filosofía y Letras 


En 1905 fue destinado a Villaviciosa, a los dos años vuelve a trabajar en Madrid y en 1908 regresa a Asturias, a Infiesto/L'Infiestu, capital de Piloña, ascendiendo con 29 años al cargo de Inspector Provincial de Enseñanza Primaria. De vuelta nuevamente a Madrid en 1913, ejerce de asesor técnico de la Dirección General de Enseñanza Primaria. Se sabe que, durante su estancia en Villaviciosa, ya casado con Lorenza Koehler, ambos quedan prendados de La Isla y, en 1920, tras pasar un tiempo alquilando una de las casas del pueblo, rehabilitan una casa, L'Atalaya, que había quedado dañada por un incendio y ellos adquieren, haciéndose cada vez más frecuentes sus estancias en La Isla, compaginándolas con su destino en Madrid


En 1922 es nombrado Inspector Jefe de Enseñanza Primaria, preocupándose especialmente por la educación de los hijos de las familias más humildes, por lo que, pensando en ellos, organiza las colonias escolares de verano, para que aquellos niños pobres de Madrid pudiesen disfrutar de unas estancias veraniegas junto al mar. Es entonces cuando, en este su querido pueblo de La Isla, crea la que será la Colonia Escolar de La Isla, facultado en 1925  por el gobernador civil para la adquisición de estos terrenos en la llamada finca Miramar. Las obras comienzan al años siguiente y son inauguradas en 1927


Será 23 años después, en 1950, cuando, tras las tragedias de la Guerra Civil, y aún en plena y larga posguerra, la Institución Escolar Francisco Carrillo funde, a este extremo de la finca de La Colonia, estas escuelas para los escolinos de La Isla, las cuales, avanzando los años 1970, dejan su función original con las concentraciones escolares y pasan a otros usos


En 1998, y gracias a un convenio entre el Ayuntamiento de Colunga, a cuya titularidad habían pasado, y el Principado de Asturias, se crea el albergue de La Isla, dedicado a los peregrinos del Camino de Santiago, cuyas rutas en Asturias se iban señalizando, divulgando y estudiando, a partir fundamentalmente del Xacobeo'93, cuyo símbolo y mascota, Pelegrín, aparece en la placa de la fachada


Esta es la razón por la que, aún pasando el Camino de Santiago, siguiendo su trazado histórico por el milenario Camín Real de la Costa, bordeando el pueblo de La Isla y yendo directo a Colunga, haya desde entonces un ramal del mismo que se dirige a La Isla, para acoger aquí a los romeros jacobitas


De todas maneras, cierto es que por La Isla, importante puerto antaño, desde antes aún de la conquista romana, siempre pasaron caminos costeros, figurando uno de ellos como ruta de peregrinaciones, rumbo a Llastres, donde en el siglo XVIII ofrecía posada a los romeros una casa con capilla propia y hospitalera auspiciada por el vecino Bernardo del Castillo


En 2008 se crea, en otra de las alas del edificio de Les Escueles Nueves, la que mira al mar, el Centro de Apoyo Diurno para personas mayores, que comparte desde entonces sede con el albergue


En la unión de ambos una placa recuerda la fundación de esta institución que, adaptada a los nuevos tiempos, sigue prestando servicio público en La Isla


Para tomar la Senda de los acantilados de Güerres hemos de seguir precisamente el camino que, desde el albergue, pasa junto al Centro Diurno de Ayuda, en dirección al mar


Pasamos de esta manera frente a la entrada, donde el camino, asfaltado, hace un pronunciado giro a la izquierda, dando vista a las fincas que se extienden hasta los acantilados


Son los prados de El Barreú, así llamados porque, acantilados abajo, un antes abundante barro rojizo era empleado en diferentes obras en La Isla, como argamasa para muries de piedra, por ejemplo, o cubrir tabiques hechos de sardu, varillas de madera entretejidas, como era habitual en la arquitectura tradicional de antaño


El Barréu se extiende entre los cantiles de L'Escayadal (de abundancia en escayos, zarzas) a los de El Miradoriu, al lado de la ensenada de La Güelga, por la que pronto vamos a pasar, sobre la que está la Casa l'Alemán. Este precioso promontorio marítimo es llamado en los mapas Punta de la Isla

Nos asomamos a La Cancela para contemplar el paisaje de esta hermosa franja verde entre el Camino y el mar, Barréu y Corvera, al oeste de El Castru

Aquí a la derecha, en El Pastote, Casa de Casares, donde está la casa, construida en 1942, del filólogo y crítico literario Julio Casares Sánchez, miembro de la Real Academia Española (RAE), casado con María Koelher, hermana de Lorenza Koehler, la mujer de Francisco Carrillo

Ya en el verano de1940, tras las tragedias vividas en la Guerra Civil, Julio Casares animaba a su mujer a que pasasen unos días de verano en la casa que su hermana y cuñado poseían en La Isla, con los que tenían fluida relación, y librarse así de los sofocos del verano en Madrid. Así lo explica su nieto, Eduardo Sierra Casares, en Casares y su vinculación con la tierra asturiana:

"Lorenza tenía una estrecha relación con su hermana  y al no tener hijos, sus sobrinos, muy especialmente el más pequeño Lorenzo que era su ahijado, pasaban temporadas con ella. 
Corría el verano de 1941, y María, ante la insistencia de su marido, accede a trasladarse unos días a casa de su hermana. 
Aquel pueblecito de la costa, cautivó al matrimonio, no solo por la tranquilidad y el benigno clima que disfrutaba, sino por su situación privilegiada, con maravillosos paisajes de mar y montaña. Fue entonces cuando Julio Casares concibe la idea de adquirir un terreno en aquel lugar, y construir una sencilla casa de verano,  que permitiera a su familia, pasar los veranos, alejados del caluroso clima de la capital. 
Adquiere a tal fin un terreno situado al mismo borde del mar, ubicado en una zona denominada Pastote por los lugareños, en referencia a ser zona donde se llevaba a pastar a las vacas. 
Con la diligencia y determinación, que ponía en todas sus decisiones, Julio Casares emprendía en agosto de 1942 y a sus 65 años… la construcción de la casa, con el preceptivo acto de colocación de la primera piedra, contando a tal efecto con la emotiva presencia junto a su familia, de Francisco Carrillo y Lorenza Koehler gracias a los cuales había conocido aquel privilegiado lugar."


La vista llega, al este, a la Punta los Carreros, en la parroquia riosellana de Vega. Llegamos a divisar algunas de las casas del barrio La Playa, además de la franja arenosa de su extensa playa, junto a la caminábamos para subir a Berbes y pasar luego a Caravia...


En la escuela, que fue para niños y niñas, ambas partes son simétricas. Un cuerpo lateral porticado, que forma ángulo en ambas, ante el patio de recreos, gimnasia y otras actividades escolares al exterior, aquí a sido cerrado con cristalera, mientras en el albergue permanece abierto, siendo un comedor comunitario y espacio de socialización


Vamos viendo ya a lo lejos alguno de los acantilados que dan nombre a esta ruta y junto a los que pasará la senda, bordeándolos y siguiendo la sinuosidad de la orografía costera


Son los acantilados de El Güeyu'l Mar (ojo del mar), así denominados por un pronunciado entrante allí existente, junto al que pasaremos. Están al oeste de La Güelga, cerrando su fondeadero


Pasamos ahora junto a los muros de La Colonia que cierran su extensa finca. En 1925, al cumplimentarse su adquisición, el Director General de Enseñanza Primaria, Ignacio Suárez Serrante, firmaba en representación del Estado:
"Hace donación completa e irrevocable de dichas fincas, para ser destinadas a Escuelas Nacionales de niños y niñas del pueblo dela Isla y servir de domicilio a una colonia escolar de verano"

El camino serpentea siguiendo la forma del muro según nos acercamos a la finca Villa-Mil, la Casa l'Alemán, a nuestra derecha, sobre el pedreru de su nombre, que pronto vamos a ver


Es una finca muy extensa, cerrada por un buen seto, que la separa del camino


El firme asfaltado llega hasta la misma entrada, donde el camino realiza otra curva


A partir de aquí ya no pisaremos más asfalto hasta llegar al pueblo de Güerres, en la vecina parroquia de San Xuan de la Duz


Sigue el seto a la derecha y el alto muro de La Colonia, a la izquierda. Avanzamos por El Camín de la Güelga


De frente, las casas de La Caleya. Esa zona tiende a llamarse, para situarla, también La Colonia


Saliendo a este prado, La Granxa, el camino realiza una cerrada curva a la derecha para bajar al Pedreru del Alemán


Bordea la finca Villa-Mil y sigue bajando suavemente...


Ponemos una foto del mismo lugar y con la hierba segada y más verde a principios de la primavera, para que veamos la diferencia


Si bien no asfaltado, pasan vehículos con cierta frecuencia hacia la estas fincas y el pedreru, según se percibe de estas rodadas tan bien marcadas


Mirando atrás, el edificio principal de La Colonia, que estaba destinado a residencia de los niños de los maestros que los acompañaban. Lleva muchos años sin función alguna y se está arruinando de forma lamentable pese a existir proyectos de rehabilitación que hasta el momento no han pasado del papel


Al fondo, una baranda de madera señala el borde del acantilado, ante el muro que protege la finca de la Casa l'Alemán, sobre el cantil


Y ahora, en esta buena pradería, continuamos a la izquierda...


Este camino que estamos siguiendo viene a coincidir en gran parte con la denominada Ruta de los misterios del mar, que sale de la Playa de la Isla por La Garita y bordea todo el promontorio de El Castru, viniendo por El Pastote y Les Talayes a salir al Camín del Castru y de ahí a Les Escuelines o Les Escueles Nueves


El Pedreru del Alemán es la parte oriental de la ensenada de La Güelga. Esta zona, formada en gran parte por cantos rodados, es empleada por alguna gente que, en verano, acude a tomar el sol a este rincón tranquilo, apartados del bullicio de las playas


Se trata de un paraje de gran belleza, agreste y maravilla de la naturaleza marina


El pedreru en bajamar, cuando mucha más roca aflora a la superficie. Al fondo La Peña los Cuervos, donde hay mucho percebe


Unas rocas separan el Pedreru  del Alemán de la parte occidental de La Güelga, haciendo casi de él una ensenada aparte


Al final de la barandilla nos parece reconocer un acceso. Estas calas solitarias no disponen de duchas, socorristas, baños, parking, chiringuitos ni otros servicios playeros, pero lo compensa esta gran tranquilidad, ajena de multitudes


Los acantilados y sus vistas constituyen la característica esencial de esta ruta, llamada popularmente de los acantilados de Güerres, aunque abarca también buena parte de los de la parte occidental de la parroquia de La Isla


A lo lejos, el puerto de Llastres, en los acantilados del cabo de igual nombre, otra ensenada de mucha historia, puerto y fondeadero de notable antigüedad, si bien su desarrollo portuario se vio truncado con la gran galerna de 1740, tardando su puerto nada menos que 135 años en ser efectivamente reconstruido y mejorado, inaugurándose el nuevo puerto llastrín en 1875


El gran dique su muelle sale de la Punta Misiera, mejorando la protección natural que históricamente proporcionaba a su embarcadero. En sus acantilados hay icnitas o huellas de dinosaurio, constituyendo uno de los destacados ejemplos de la costa jurásica de Asturias


Nos asomamos a esta ensenada. Toda esta zona es denominada Les Güelgues, de ahí que se llame La Güelga, una palabra de diversas acepciones pero que etimológicamente se sabe procede del celta, ibero-celta y galo olca, "vega", aplicado a depresiones del terreno que conservan la humedad al existir cierto empozamiento


Sin duda esto se referiría a muchos prados, bastante llanos pero que forman hondonadas entre suaves colinas, que se extienden desde los acantilados hacia el interior, donde existen incluso topónimos como Les Llagunes, Los Pozos, etc., que inciden en la orografía de esta parte de la franja costera, donde hay también fuentes y sumideros


Reconocemos bien el camino recorriendo todo el borde acantilado de La Güelga, por donde caminaremos dentro de poco


La senda bordea La Granxa y realiza un gran rodeo para volver a La Colonia, dando vista, al sur, a la formidable mole montañosa del Sueve, a bien decir, El Puertu Sueve, que se extiende de este a oeste unos 12 kilómetros en línea recta, paralelo a la costa


Sus pasos naturales, a cada lado son La Cruz d Llames, en la Sierra del Fitu, al este; y el Altu la Llama, a oeste, sobre todo el primero, por donde va la célebre Carretera'l Fitu, actualmente la AS-260, que ya en 1773, según figura en las ordenanzas del concejo de Colunga, ya se planteaba su arreglo mediante el trabajo comunal de los vecinos, mas los de Caravia y Parres, comunicación con los calles del Sella y del Piloña y, a través de ellos y los de sus afluentes, ganar los puertos de montaña de la Cordillera Cantábrica, paso a Castilla, como se solía decir, por donde se trajinaban las mercancías de los caminos de la arriería


Su máxima altitud es el Picu Pienzu  (1.161 m, si bien otras fuentes marcan 1.159 ó 1.160 m), seguido a su izquierda del Picu Miruellu o Mirueñu (1.138 m) a su derecha; y el Cuetu les Duernes (1.059 m-o 1.061m, según la fuente) a su izquierda


Si bien algunos geógrafos, geólogos, viajeros, estudiosos y cronistas, llegaron a decir en no pocas ocasiones que desde su cumbre se puede llegar a ver, en días claros, prácticamente toda la costa desde Vizcaya (Cabo Machichaco) a Galicia (Estaca de Vares), parece ser una afirmación un tanto exagerada, al igual que la de, aún más extendida, que es una de las mayores alturas (de España, Europa, o del mundo entero, según quien lo diga) en relación con su proximidad al mar


Pero eso no le quita al Sueve ni mérito ni grandeza, este era el soberbio panorama, el mar a un lado y al otro la alta montaña, que contemplarían absortos niños y profesores de La Colonia Escolar de La Isla durante su estancia estival


Sus amplios ventanales, y arriba su torre-mirador dan cuenta de las espectaculares panorámicas que podrían admirar desde esta sublime atalaya


Más a la derecha, el Picu Fontanielles (1.063 m), al que un error del Instituto Geográfico Nacional dio en poner Peñalichar, causando gran confusión a partir de entonces, tal y como se advierte, por ejemplo, desde la página montañera Mendikat


A la derecha, una de las grutas de los acantilados de la Güelga es la Cueva'l Gorretín Coloráu, un trasgu o duende "que fai trastaes", según recoge de sus informantes y de otro erudito, Alberto Álvarez Peña, el investigador Inaciu Hevia Llavona en su trabajo Toponimia de la parroquia de La Isla'l Moral


La cueva "É como un confesionariu, de tamañu y tou, y dientro tien una piedra blanca que paez un reló ", y su morador "É un trasgu, que víase al atardecer, diendo pa La Raposera, arreblagáu enriba una portiella" 


El gorretín o gorrito colorado, y a veces todo su atuendo rojo, es la vestimenta habitual de los trasgos en los cuentos populares. La Raposera es la colina, plantada con algunos ocalitos, que vemos al otro lado de La Güelga y más allá del Güeyu'l Mar. 


Las portillas que subía y bajaba el trasgu serían los pasos entre las fincas empleadas como pastos desde tiempos seculares. Las trastadas con el ganado, sacándolo de las cuadras a destiempo por ejemplo, espantándolo por los prados, asustándolo, echándolo a los caminos, etc., eran cosa habitual en los duendes caseros asturianos, como este que habitaba en estos acantilados, además por supuesto, de meterse en las casas de los vecinos a trastocarlo todo y armar ruidos


Continuando por el sendero, vemos, a la izquierda del edificio principal de La Colonia, la casa de los caseros o guardeses, más pequeña y a cuatro aguas, quienes residirían allí todo el año: los benefactores, Francisco Carrillo y Lorenza Koehler, traería además, a raíz de esta fundación, la traída de agua potable al pueblo de La Isla. Por ello, una de sus calles, la de El Ramal, lleva el nombre de él, y una de sus plazas, en La Barquera, el de ella


La Güelga forma una preciosa concha en forma de semicírculo, muy resguardada. Su zona de cantos rodados es llamada El Cascayal (cascayos, cascajos) y en algunas guías la llaman "playa de piedras" y similares


Llega, como a casi todas las playas según la temporada, buena cantidad de ocle o algas de arribada. Antes se aprovechaban para abono y más tarde se recogían para la industria química (farmacia, cosmética, etc.), ahora se sigue haciendo pero con buques, buzos y en alta mar


Si llegan en grandes cantidades y no se recogen, entran en putrefacción, descomponiéndose, pudiendo causar problemas de olores e incluso de infección. Para evitarlo los servicios de limpieza pertinentes las retiran, al menos en las playas a las que puede entrar a la maquinara necesaria para hacerlo


De frente, uno de los chalets que se han construido en La Caleya de un tiempo acá, el de San Miguel. Al otro lado sigue el camino a Güerres y a Colunga desde el albergue, pasando también delante de las fachadas principales de los edificios de La Colonia, orientadas al sur


Continúa el sendero a la derecha, siguiendo la forma de la ensenada. Seguidamente al primer chalet una finca de frutales es la de La Figar, también en La Caleya


A su derecha a su vez, donde hay otro chalet, es El Farallón, hacia donde vamos caminando nosotros, de nuevo rumbo oeste, por Les Güelgues


La senda pasa entre las fincas y el borde del cantil, donde crecen buenas matas de helechos, antes empleados como mullida para hacer en la cuadra la cama del ganado


Y esta es una foto del mismo lugar y sin vegetación...


Entre La Güelga y La Raposera está La Golpeyera, un lugar que vendría a abarcar los prados que se extienden sobre todo lugar donde las olas chocan contra el acantilado, con gran estruendo en marejadas y temporales, de ahí el nombre


A veces esa golpeyera o golpear del mar se llega a oír desde pueblos a bastante kilómetros de distancia y, según donde suene, se predice el tiempo, si va o no a llover, existiendo dichos como este y parecidos:
Cuando suena la mar de La Griega
friega neña tu caldera;
cuando suena la mar de La Espasa
sécala y métela en casa

Vista ahora a la derecha de El Miradoriu y La Fuentina o Fuente'l Miradoriu, que mana con buen chorro entre la Casa l'Alemán y el acantilado, entre los acantilados de La Güelga y El Barréu, que ya hemos dejado atrás. Era además de aguas muy apreciadas y a ellas iban a llenar los botijos las criadas de los veraneantes pudientes, según cuenta también Inaciu Hevia Llavona. También se lavaban las tripas de los cerdos en tiempos de la matanza o samartín para hacer los embutidos


Antaño, algunas pequeñas lanchas fondeaban en La Güelga. Hoy en día se marisquea y se pesca con años (boya y fondo). Las especies más comunes  son "Sargo, lubina, julia, pulpo, oricios, llámpares", según leemos en la página Turismo de Colunga


Pasamos junto al chalet  de El Farallón en dirección a aquellos ocalitos que crecen sobre la senda


La erosión marina provoca argayos, corrimientos y desprendimientos de la pared acantilada, principal y primeramente las más landas, de tierra, arenisca en este caso


Luego o a la vez va gastando la roca, más lentamente, pero de forma inexorable. Las rocas que afloran sobre el mar no son más que recuerdo del viejo acantilado, y de la roca madre


No es esta una ruta con demasiada sombre, por lo que, si venimos en días estivales de mucho sol, cualquier árbol se agradece, por si necesitamos detenernos un instante


No obstante, la proximidad al mar nos ofrece el oportuno frescor, pues recibiremos el alivio de la brisa marina. Podríamos llamar a esta senda "El Camín del Trasgu""del Gorretín Coloráu", o similares, pues es el camino que empleaba, a decir de la tradición, para ir a La Raposera, quien sabe bien a qué...


Al llegar bajo los eucaliptos comprobamos que el paso tiende a estrecharse. No parece tener mayor problema pero miremos bien donde ponemos el pie... no sea que algún trasgu nos haga tropezar


El camino serpentea, realiza de nuevo una gran U, esta vez para sortear toda la ensenada por su contorno acantilado


Las raíces salen a la superficie, formando incluso un poco de peldaño, especial atención a no tropezar aquí


Este tronco, se mete un poco por el camino. No tropecemos tampoco con él, no le echemos todas las culpas al trasgu


No son frecuentes las leyendas de trasgos que vivan en cuevas y menos junto al mar, pero aquí hay uno. Cronistas y etnógrafos de estas costas han hallado varias relativas a serenes o sirenas, de las que hemos hablado bastante sobre todo en Caravia, también de xanes y otros encantos junto al mar, de cuélebres en grutas costeras, pero los trasgos parecen más sociables, aunque sea para escarnio de los humanos, sus trastadas o trasgaes son en la quintana, la casa, la cuadra, el hórreo, juega a los bolos en el desván de noche, no deja a la gente dormir, escarmienta a los vecinos, a los moradores de la casa, roba cosas o las cambia de sitio, le gusta probar la comida, robar el pan recién hecho...


Existen ciertos conjuros, más bien rituales, no necesariamente exorcismos, sino retos a su amor propio, que pueden hacerle marchar, como lograr robarle el gorro, mandarle hacer algo imposible, pues es muy orgullosos, como por ejemplo, coger grano de cereal con su mano izquierda (no puede, tiene un agujero en ella ), llenar un paxu o cesto con agua de mar (se escurre), lavar un pellejo negro hasta que se ponga blanco, darle el cambiazo de una torta de pan por una piedra al rojo... cualquier cosa que le haga de rabiar y lo hiera profundamente


Pero no siempre se consigue, a veces los amos de la casa, desesperados se mudan a otra, pero el trasgu los sigue, a veces en el mismo carro, entre los cachivaches, haciendo acto de presencia de la forma más inesperada, portando cualquier objeto que echaba en falta "¡ nun vos preocupéis, que lo traigo yo!" , o simplemente anunciándose cuando lo descubren:
Ya que todos vais
da casa mudada
también me mudo yo
con mi gorra encarnada

Por eso, tener aquí un "trasgu marín", esto es, marino, o costero, morador de esta escondida cala y andando además por estos mismos senderos hacia La Raposera, es toda una novedad muy interesante dentro de estas legendarias historias mitológicas


Vista hacia El Miradoriu, la Casa l'Alemán y La Peña los Cuervos. Leemos también en la página de Turismo de Colunga, apartado de Observación de flora y fauna:
"Los pedreros, como el de La Güelga, en La Isla, y Güerres, son el hábitat de gran variedad de especies del intermareal, que te ofrecerá un entretenido rato en marea baja, para fotografiar y observar las charcas con su intensa vida, repletas de alevines de peces, crustáceos, anemonas y actinias, gasterópodos, pulpos..."

Fauna y flora de los pedreros, que se une a la de tierra adentro en esta franja, al ser terrenos secularmente trabajados para la ganadería, verdaderas majadas costeras en algunos casos


Una vista del pedral en bajamar, en buena parte cubierto de ocle. La ensenada casi desaparece, quedando reducida a la mínima expresión 


Antaño, hubo más cultivos, pero de cereales, que fueron abandonándose a no ser, como el maíz, reconvertidas como plantas forrajeras para el ganado. Y es que gran parte del agro de la cornisa cantábrica se especializó en el suministro de carne y leche para los crecientes núcleos urbanos e industriales, aunque tampoco esto le libró del gran éxodo rural, una vez pasada la posguerra sobre todo, con el consiguiente abandono de las tareas agropecuarias


Aunque no tan estrecho, el paso continúa un tanto encajado entre los felechos del cantil y la valla de de una finca


El vallado, en forma de red, va tendido y dispuesto a lo largo de una serie de postes de hormigón...


Otra magnífica vista de La Güelga hasta El Miradoriu, incluyendo El Pedreru del Alemán. Aquí subiendo la marea...


Y aquí de nuevo con la marea baja. Un buen momento para mariscar


Efectivamente, un mariscador anda por el pedreru...


Mata de lloreos, laureles, a nuestra izquierda, al final de la finca vallada


Todo esto forma la sebe, el matu, junto con escayos o artos (zarzas). Es es seto silvestre, a veces muy espeso y que, cuando se concentra, ofrece un paisaje de bocage, como dirían los franceses


Pero ahora salimos a un paisaje más abierto camino de grandes prados que se extienden, cuesta arriba, hasta El Miradoriu, La Golpeya y La Raposera


El no muy abundante arbolado constituye una buena referencia visual en este trecho, como balizas naturales que jalonan el recorrido y lo señalizan en buena manera


También aquí, dos pinos, uno muy alto, pueden ofrecernos cobijo a su sombra...


Tanto es así que alguien ha colocado unas sillas para sentarnos cómodamente  y contemplar el paisaje


La Fuentina, Granxa, El Miradoriu, La Peña los Cuervos y, más atrás, El Pastote


La referencias al cuervo en la toponimia marina son numerosas y se repite, constantemente. Hemos de tener en cuenta que más que referirse propiamente al cuervo como tal (Corvus corax), lo hacen al cormorán (Phalacrocoax aristotelis y Phalacrocoax cabo), llamado popularmente cuervo marino en muchas partes del litoral, así como patos marinos o coríos. Este es el origen del apodo coríos que tienen los de La Isla, existiendo incluso una asociación así llamada, Los Coríos 


Continuamos caminando junto a estos prados recién segados, con su fragancia a heno, la hierba seca


La senda vuelve a serpentear antes de ganar altura en La Golpeyera


Abajo, un árbol crece en la ladera encima del pedreru


Una mariscadora en las charcas que deja entre las rocas del mar al retirarse


Llega ahora un tramo recto junto a otro vallado, y bastante llano. Pronto llegaremos a un recuesto


Curva a la izquierda. Este par de arbustos parecen crecen según los moldea y azota el viento del nordeste, el nordestazu...


Vista atrás de La Colonia, por donde acabamos de pasar, en la lejanía La Sierra del Fitu, prolongación hacia el este de la Sierra del Sueve


La hiedra crece en las paredes de La Colonia Escolar. A la izquierda la casa de los guardeses


La Güelga, El Pedreru l'Alemán, la Casa l'Alemán, El Miradoriu y El Barréu


Más allá, los tejados de la parte alta del pueblo de La Isla, barrios de Les Quintanes, Les Talayes y El Castru. A su izquierda El Pastote con la Casa de Casares


En la Sierra del Fitu, destacan dos cumbres picudas y gemelas: a la derecha Bustronci (534 m) y a su izquierda La Gobia (538 m), que fueron referencia geográfica y visual durante buena parte de nuestra andadura por la costa oriental de Asturias


Los acantilados, defensa natural que fue de El Castru, el antiguo recinto castreño que guardaba el puerto de la Isla antes ya de la llegada de los romanos 


A lo lejos, una intensa franja verde es la costa de Caravia. Más allá, El Fitu parece precipitarse sobre el mar por las costas riosellanas de Berbes y Vega hasta la Punta los Carreros. Un largo brazo de tierra que se adentra como una cuña en el mar


Línea de acantilados caravienses de L'Atalaya a Peñafurada, con La Beciella y su playa en medio. A lo lejos los montes riosellanos del Corquiéu y Grandamiana


Se reconoce muy bien La Playa Vega, bajo La Mortera, así como a su izquierda El Cuetu, la subida a Berbes desde el arenal


La Peña los Cuervos, los cormoranes o coríos que dan mote a los naturales de La Isla. Sus vecinos de Gobiendes les cantaban aquello de:
Los coríos de La Isla
bien sabemos cuántos son
veinticinco retorcíos
como cuernos de castrón

En respuesta, los de La Isla llamaban a los de Gobiendes, que son de tierra adentro, moíles, mugiles, pez de río, alimento del cormorán, y cantaban esto:
Los coríos de La Isla
como podemos volar
encima de los moíles
podemos cagar

En las romerías de antaño, principalmente a la hora de los bailes y del cortejo, se sucedían aquellas puyas dentro de la consabida rivalidad vecinal, volviendo a tomar la vos los de Gobiendes...
Si la mar fuera de lleche
y les piedres de borona
quién vería a los coríos
llenar bien la pelleyona

Los arbustos combados, en la dirección del viento...


Sigue el camino llano, bien trillado y pisado, ahora hace un poco de curva a la izquierda...


Abajo a nuestra derecha el despeñadero, y las rocas donde bate con fuerza el mar, tornándose blanca de espuma


El lugar de La Puente, un estrecho paso sobre el acantilado


Fijémonos en las bandas blanca y amarillas de los PR o senderos de pequeño recorrido, en concreto el PR 196 Ruta de los misterios del mar


Ahora empezamos a subir un corto repecho hacia los altos del Güeyu'l Mar


En plena cuesta hay un tramo pedregoso, formando como pequeños escalones y asentando bien el terreno


Arriba, a la derecha, hay un banco de madera en un rellano a manera de saliente sobre la rocosa pared del acantilado


El vertiginoso precipicio a nuestros pies, reino de las olas y de la espuma bien batida


Nos acercamos. Tanto si queremos sentarnos y descansar como si no, merece la pena detenerse un instante...


Y es que, según ganamos altura, nuevos detalles vamos a ver en el paisaje, volvamos la vista atrás y miremos una vez más hacia La Güelga


Y es que entre La Colonia, a la derecha y los tejados de El Castru y Les Talayes, a la izquierda, dos nuevos pueblos vamos a reconocer en el horizonte


Son Los Duesos, a la izquierda; y Duyos, a la derecha. Fijémonos primero en este, justo encima del tejado de la que fue la casa de los guardeses de La Colonia


Está Duyos bajo una montaña, separada de lo que es propiamente la Sierra del Fitu: Peñablanca (415 m), así llamada por la peña caliza, muy clara, de su cima 


En Duyos recoge el etnógrafo caraviense Aurelio de Llano una noticia relativa a un trasgu, este puramente casero, que robaba las tortas de borona descolgándose desde el techo por les calamiyeres o cadenas de las que pende el pote sobre el fuego del llar. Esta es la versión del cotado investigador Alberto Álvarez Peña en su libro-guía Mitología Asturiana:
"En Duyos (Caravia) un Trasgu acostumbraba a bajar por les calamiyeres del pote para robar las tortas que una mujer hacía, cansada de soportarlo se lo comentó a su marido que decidió calentar una piedra al rojo en lugar de la torta y disfrazarse de mujer para ver qué ocurría. De noche vio cómo el Trasgu se aproximaba y se puso a disimular como que estaba filando. El Trasgu vio al hombre disfrazado y se dio cuenta que había algo que no encajaba, así que le preguntó: 
Oye, ¿ties barba y files? 
Si, respondió el marido 
Files, ¿y non salives? 
Si. 
¿Quiés que cueya la torta? 
Cuéyela si quies. 
Pero al cogerla se quemó por lo que desapareció rápidamente gritando "Ux, que me quemé", por donde sale el humo del llar"

Es posible que, con unos prismáticos lleguemos a reconocer, gracias a la torre en esquina, de planta cuadrada y tejado a cuatro aguas, característica del estilo montañés, del que tanto gustaban los indianos de la zona, de Villa San José, de 1920 (en medio de la foto)


En las inmediaciones de Duyos se han localizado los yacimientos paleolíticos de Les Vaques y la Cueva del Bayu, testimonio del antiquísimo poblamiento del lugar desde la más remota prehistoria


Pero vayamos ahora al pueblo de la izquierda, más grande, Los Duesos, que reconocemos justo sobre los tejados de La Isla, con sus barrios desparramados en ladera bajo El Picu'l Castru (375 m), solar del famoso castro de Caravia, relacionado con las minas de hierro que se explotaban en el  El Fitu desde época prerromana y, posiblemente con el control de viejos caminos que, por sus collados, comunicaban los caminos la costa y el interior 


Vinculada con el castro estaría la estela de Los Duesos, que se conserva, expuesta, frente a la iglesia parroquial de Santiago. Una estela con adornos geométricos, solares y de entrelazos datada en época romana pero de simbología plenamente prerromana, como la de las cerámicas halladas en el castro por el mencionado Aurelio de Llano


La iglesia de Santiago es la sucesora del templo monástico de esta misma advocación, fundado hacia 1040 por el poderoso conde Munio Roderici El Can, cuyo coto monacal fue el germen de Caravia como ente administrativo aparte del de Colunga al ser donado, en 1176, por el rey Fernando II a la Mitra ovetense, hecho confirmado en 1215 por Alfonso IX. En ese periodo se asienta Caravia como territorio propio, figurando como concejo en 1385 y, ya libre de la propiedad eclesiástica, en 1494. Un intento en 1863 de reintegrarlo en Colunga fue rechazado de plano y no llegó a materializarse


Hija de El Can era la condesa Aldonza Muñoz, casada con el conde Piñolo o Piniolo Jiménez, quienes figuran como señores del castillo de La Isla por aquellos tiempos, el cual permutarían, junto con otros, con el rey Bermudo III, cambio de territorios en el occidente de Asturias para fundar y proveer una nueva fundación monástica en Courias (Cangas del Narcea)


El castillo de La Isla sería sucesor directo de las defensas portuarias prerromanas y romanas del antiguo puerto aquí existente, por el que salían vía marítima los minerales del Sueve a otros castros metalúrgicos como el de La Campa Torres, cuyos habitantes eran los cilúrnigos, que en su raíz etimológica celta quiere decir, precisamente, caldereros. Luego lo mismo harían los romanos, además de exportar los apreciados caballos asturcones, también desde el Sueve, tan glosados por sus literatos


Es posible que, siendo ya La Isla propiedad dependiente de la Corona, gobernase desde su castillo el territorio de Caravia un tenente o representante regio, el cual se hizo innecesario  una vez que, hacia 1270, se consigue de parte de Alfonso X la concesión de la carta puebla de Colunga como población aforadas y autogestionada, centro de un territorio o alfoz que coincidiría con el del actual concejo. Es entonces cuando se afianza Llastres como gran puerto colungués, sin embargo aún La Isla será eventual puerto de desembarco de mercancías. como fue el avituallamiento de tropas (de los dos bandos, según quien dominase el terreno) durante la francesada. Aún en 1937 se excavaron trincheras para defender la playa de un posible desembarco de los nacionales (que nunca se produjo), o un golpe de mano contra el vecino aeródromo de Sales


Junto con los caminos marítimos estaban, naturalmente, los terrestres. La rasa marina cantábrica ofrece un paso, más o menos duro pero paso, entre las montañas costeras y el mar, aprovechado desde la prehistoria y que sería parte de la  vía romana de Brigantium (Betanzos) a Oiasso (Irún), sucesora de un itinerario precedente y antecesora del Camín Real de la Costa o camino de Bayona a Galicia, empleado por viajeros, arrieros, peregrinos, etc. que no fue sustituido hasta que en 1885 se inauguró la entonces llamada carretera de La Espasa a Ribadesella. Este camino tuvo en Caravia una alberguería jacobita que daría nombre al Ríu los Romeros, que desemboca en La Beciella (Caravia)


Este sería, más o menos conservado, el Camino de Santiago, así señalizado, por el que hemos venido desde Ribadesella/Ribeseya, entrando en Caravia por La Campona y El Cantu La Figar, bajando primeramente al Arenal de Morís, que vemos desde aquí


A medio camino entre el Arenal de Morís y la Playa Vega está Berbes, cuyas casas vemos en lontananza, donde empezaban las vetas de espato flúor o fluorita que hicieron de esta un sector eminentemente minero desde la II Guerra Mundial hasta las últimas décadas del siglo XX, con la gran crisis del sector


En Berbes hubo además, un hospital de peregrinos, allá por la decimoctava centuria, si bien no de muy larga ni fructífera vida, pero sí tiene su propia historia de otro de los trasgos de estas costas. El gran erudito Constantino Cabal recoge, en su obra La mitología asturiana, de una información recogida del entonces párroco D. Pedro F. Caunedo, según la cual un joven vecino, al que se aparece el trasgu de noche, cuando ya está en la cama, muerto de miedo le agarra el gorro sin querer y entonces de los guarda


El trasgu, que no es nada sin su gorretín coloráu, se pasa la noche rogando su devolución antes de que amanezca. El joven no se lo da, aterrorizado metido dentro de las sábanas. El trasgu implora incluso llorando y al final el rapaz se lo tira, el trasgu lo agarra da, un grito y se va para no volver más


En Vega no hay trasgu pero tienen a Supermán: su casa, en el pueblo, y su bar, el Bar de Supermán, que llegamos a ver desde aquí: es el edificio blanco y grande a la izquierda de la playa. Era el apodo de Pepe Viña o Pepe'l del Supermán, apodo vinculado a su afición por el cómic


También tienen sus dinosaurios, o al menos sus icnitas o huellas, en los acantilados al este de su arenal: Punta la Pescadoria, El Picuetu y La Peña l'Orru, que forman parte de la costa jurásica asturiana


Tras este buen repaso de parte de los lugares que hemos recorrido en este sector de costa desde Vega hasta aquí, viendo al sur, la umbría ladera norte del Puertu Sueve y, debajo, las llanuras, empozadas a veces, que se extienden de La Isla a Güerres 


Aquí, por ejemplo, las que van, al sur, hacia La Caleya, El Cuetu les Cabañes y más allá El Cilleru, Les Llagunes, Parnadeli, La Llosa Casáu...


Más al oeste La Moría y Los Campones, que veremos mejor desde un poco más allá, al ir llegando a Güerres, parroquia de San Xuan de la Duz


A nuestra derecha una gran hondonada cubierta de hierbas, helechos y demás vegetación que crece en el cantil


El precipicio al Güeyu'l Mar, este entrante perforado por la erosión marina que le da tan peculiar nombre. Lo veremos mejor desde un poco más allá


Además de La Caleya, otro camino, el Camín de Güerres, enlaza ambos pueblos por la llanura. Otros, de servicio de las fincas, la recorren de norte a sur


Cobertizos, casetas de aperos, tendeyones, alguna cuadra, henar, cabaña, e incluso pequeñas casas de fin de semana salpican la campiña al sur de La Raposera, por cuetos y llanadas


Otra espesa helechal crece en las veredas, cuando hacemos otra de esas curvas que siguen la forma del margen del terreno sobre el acantilado


Soberbia vista del Güeyu'l Mar: fijémonos arriba a la derecha en el banco donde acabamos de sentarnos a contemplar el paisaje


Dice Hevia Llavona que era un sitio apreciado por sus buenos centollos (Maja squinado) y forma parte de La Golpeyera. Es más, estas altas y profundas cavidades hacen un efecto campana, amplificando con su eco el sonido de las olas en las marejadas al golpear las paredes rocosas


Una bella foto del lugar al atardecer. Aquí, costa abierta, el mar suele estar muchas veces bastante agitado, aún sin temporal, de ahí su fama centollera


Alambradas y pastores eléctricos, llendadores, revelan los usos ganaderos de estos campos


Volvemos a subir un poco más. Tres llábanes de piedra forman sendos escalones


Sube el Camino, al extremo mismo del abismo... con una cierta sensación de vértigo


Los prados del Güeyu'l Mar, la cuesta de La Raposera, por donde el trasgu daba grandes zancadas, remontado la subida


Cuanto más miramos abajo más nos impresiona esta estrecha, agreste y profunda cala labrada por el mar


Todo ello un adelante de lo que descubriremos más arriba, aproximándonos a Güerres, con incluso historias de naufragios...


A la derecha, vista al otro lado del promontorio del Güeyu'l Mar y, cada vez más lejos La Güelga, que, como La Isla, ya va quedando atrás...


La Casa l'Alemán y su pedreru: acabamos de pasar a su derecha. Asombra ver los grandes muros de contención hechos en su finca. Justo arriba una hermosísima vista de El Pastote y la Casa de Casares. Más a la derecha, Les Talayes y el Camín del Castru


Caminamos rumbo oeste, en busca ya de nuevos horizontes...


Ya cerca, otra referencia, otro promontorio con mirador, siguiendo la cuesta


Justo encima de aquella muria de piedras y al borde de un paredón casi vertical sobre el mar, otro banco y un pequeño rellano, protegido por barandillas de madera, al que sube un repecho empedrado


Hacia allí nos dirigimos, el camino zigzaguea de nuevo, ganando altura...


A la derecha un argayu muestra sus cicatrices recientes...


Buen socavón, como un mordisco, el mar va, literalmente, comiéndose la costa


La senda está muy trillada, algunas rocas, de tanto pisadas, están muy lisas, precaución al andar...


Precioso camino de tierra y piedra. Una par de reblagos o zancadas más como le vieron hacer al trasgu, y llegamos arriba


Precioso paisaje hacia el oeste, viéndose de nuevo al fondo el Cabu Llastres: vigía en lontananza que, como una cuña, se adentra en los mares


Otro lugar en el que se recomienda establecer también aquí la oportuna parada para extasiarnos con las panorámicas que tenemos mirando a los cuatro puntos cardinales 


Los campos de La Raposera, sobre el acantilado, muy llanos, formando rasa costera. Es la zona del Puente'l Diablu, tal vez relacionada, en el topónimo, con el trasgu, o tal vez no, pues es habitual en toponimia llamar así a lugares peligrosos, escarpados, lúgubres, "con precipicios de malos recuerdos y peores agüeros para los ganados", como dice Julio Concepción, Xulio, en su Diccionario toponímico de la montaña asturiana, y como es este el caso, en el que un llendador o pastor eléctrico recorre toda la senda a la izquierda, separándola de los pastos, para evitar que las vacas se arrimen al acantilado


Impresionante paredón sobre el roquedo del pedreru de La Raposera. En la antigüedad, accidentes de pescadores y naufragios eran atribuidos, en las creencias populares, a los encantos que se guardaban entre las peñas, que atraían a la gene al vacío o a los escollos, cantos de serena que podían ser los mismos sonidos del mar, La Golpeyera


El  Puertu de Llastres, con su gran espigón de La Punta Misiera. El primer muelle propiamente dicho se hizo a mediados del siglo XVI, cuando hay noticias además de la Cofradía de Mareantes de Santa Ana, que agrupaba a todos los que estuviesen vinculados directamente al mar, navegantes comerciales, pescadores, balleneros, etc., pero la actividad portuaria, en sus fondeaderos naturales de las playas de L'Escanu y L'Estilleru


No llegamos a ver el pueblo, pero sí el Campu San Roque, donde está la capilla de esta advocación, de gran tradición marinera y que se extendió por dos vías principales, los peregrinos francos, pues San Roque era peregrino y occitano de Montpellier (por entonces en la Corona de Aragón); y con la peste, pues San Roque, con sus llagas relamidas por el perro forma parte de su más característica iconografía, además de su hábito de romero. La peste entraba preferentemente por los puertos de mar, por lo que en ellos se profesaba gran culto como protector de esta enfermedad que superó y ayudó a superar a los demás


Al sur, cómo no, el grandioso Puertu Sueve con su majestuosa línea de cumbres dominando la costa


Al norte la línea azul del horizonte donde se unen el azul del mar y el del cielo, o el gris, según el día. Se dice popularmente que, a la hora de delimitar campos o heredades pegadas al mar, a veces se empleaban fórmulas similares a "prado que limita al norte, mar mediante, con Inglaterra""...y más al norte, Inglaterra, mar por medio", y etc..


Al este, ya hemos repasado bien la costa hasta Vega y su gran promontorio de La Mortera, así como la larguísima Sierra del Fitu, que, como la Punta Los Carreros, conforma una especie de muralla en el horizonte, lo que ha dado que pensar, junto por supuesto con el topónimo, en una frontera milenaria entre cántabros salaenos y orgenomescos con astures luggones, , atestiguado además por no pocas estelas de individuos en los que figura su nombre y adscripción


El bar de Supermán y en enorme tobogán acantilado de Vega, que de La Mortera cae al mar


El barrio de La Playa con demás bares, restaurantes (algunos de gran renombre, como vimos allí) y chiringuitos, y el arenal con sus dunas, donde desemboca el Ríu Acebu, después de pasar por el desfiladero de Entrepeñes


Parte del pueblo, semioculto por la ladera que baja de El Cuetu. Entres sus casas baja el Camín Real y Camín de Santiago, procedente de San Esteban


El Cuetu y la subida a Berbes desde Vega, antiguo litoral minero, aunque ya no se perciben las cicatrices de las explotaciones de fluorita, tan estratégicas que llegaron a ser adquiridas por el gobierno del Reich en su esfuerzo de guerra


El Arenal de Morís, puerta de la costa y playas de Caravia, a su derecha La Tuerba y sus verdísimas camperas junto al mar


La Beciella, donde un enigmático texto dieciochesco atribuye la hospedería del Ríu los Romeros a la Orden del Temple, sin más explicación


Peñaforada, La Garita y La Punta Melín, caprichos de la geología y la erosión marina en el camino a las playas de Moracéi, El Visu y La Espasa, paso de Caravia a Colunga por El Barrigón


Puerta marítima de La Isla, puerto imperial romano y enclave mitraico sobre un fondeadero mucho más antiguo, de los tiempos de las ancestrales navegaciones interatlánticas


La Isla, a donde podemos venir desde el Camín Real por su hermosa playa o por su histórica entrada terrestre de El Ramal



La Colonia, albergue de peregrinos y viejos edificios que esperan que alguien ponga fin a tantos años de abandono



Les Talayes, Corvera, El Castru, El Picu la Torre, La Quintana... parte de los barrios de un pueblo quye que fue pionero en el turismo playero, ya glosado por Pascual Madoz en su Diccionario a mediados del siglo XIX



El camino que ya hemos dejado atrás ya desde La Colonia,  El Barréu, La Granxa, La Colonia, La Güelga y Les Güelgues, El Güeyu'l Mar...


Otra magnífica panorámica de este gran paisaje, ahora al caer la tarde a comienzos de la primavera


Senderistas, en dirección contraria a nosotros, ellos camino de La Isla...


Cada vez que venimos algo cambia en el paisaje. Aquí, una mata de arbustos, luego desaparecida, ocultaba el albergue y el centro de apoyo diurno


Constituían una barrera antiviento pero ocultaban la vista del mar que se contempla desde aquí, Más allá Les Quintanes y los tejados de Corvera y La Quintana. A la izquierda Les Talayes y El Castru


Y ahora, el camino que nos aguarda, el que vamos a descubrir al volver a empezar a andar, por La Raposera, siempre a la orilla de la gran escarpadura


Caminamos así, hacia La Raposera, en el límite de las parroquias de La Isla y de San Xuan de la Duz


En la lejanía, montes de Carrandi y Lliberdón, más allá del Sueve, paso al valle del Piloña por el Altu la Llama, camino de Borines


Más cerca, aquí mismo, La Moría, entre La Raposera y Los Campones y también en la frontera de La Isla con la parroquia de San Xuan de la Duz. Su topónimo se basa en el preindoeuropeo mor, vinculado a la piedra, pues es un terreno bastante pedregoso, dice Hevia Llavona


Más allá, El Cuetu Les Cabañes, el último barrio de La Isla por La Caleyona. Parece ser que antaño era terreno comunal y nada más había unas cabañas, de ahí su nombre, aunque también se conoce como El Cuetu y El Cuetu Córdoba


La Raposera en primavera, al sol de la tarde, resaltando su intenso verdor


Caminamos siempre y en todo momento junto a este gran salto, sobre las alturas de los acantilados de La Golpeyera y La Raposera


Espumeros, recreaciones mitológicas de los literatos románticos del siglo XIX, que idearon seres fantásticos que formaban las espumas del mar y las brumas marinas...


Más escaleras de piedra. Seguimos subiendo y subiendo, peldaño a peldaño literalmente, pero muy cómodamente


Vista atrás, admirable rocódromo natural, Las rocas caen aquí, desmoronándose como las piedras de una muralla, esto es, formando bloques


Ahí estábamos hace un instante, contemplando La Tuerba, La Beciella y Peñafurada, con el Camín Real sobre sus campos


La Raposera, no hay duda, creemos, etimológica en este caso, sobre la razón del topónimo, lugar de raposos. Es poisble que el trasgu del gorretín coloráu viniese a querer cabalgar sobre alguno, entrando luego en el pueblo como un cow-boy con caballo desbocado, provocando pavor y espanto entre grande algarada, les trasgaes


Buena mata de árboles, especies resistentes a los fuertes vientos que tantas veces soplan en estos indómitos parajes de tan suprema belleza


Forman pues una gran pantalla arbórea que guarda las fincas próximas al mar, donde pasta el ganado


Y entre ellos, un paso que nos permite continuar sin problema


La subida es muy continua, pero muy llevadera y agradable, llena de sensaciones


El azul, también intenso, del mar en días de sol, contrasta con el blancor de la espuma batida en La Golpeyera, el golpear constante de las olas


Maravilloso espectáculo ante el que nos vamos a detener, sólo sea un momento, una vez más...


Y es que desde aquí ya empezamos a ver bien  Llastres, cuyas casas blancas, formando barrios y calles, se extienden en la ladera en la que el acantilado del cabo suaviza su drástica pendiente, como bien dice el gran historiador Luis Antonio Alías en su libro El Camino de Santiago por Asturias. Itinerarios:
"Vigía Cantábrico, desparrama sus casas por la ladera y parece recordar con indolencia lejanas hazañas balleneras. Hay que desviarse un poco del Camino, pero no es posible renunciar a la visita. Además, cuando el siglo XVIII finalizaba, un vecino, Bernardo del Castillo, habilitó una de las casas de la villa como hospital de transeúntes y mantuvo, de su exclusivo pecunio, siete camas y una guardes, El peregrino que tenía dificultades para hospedarse en el hospital de Colunga, podía probar aquí"

Un interesante trabajo sobre el hospital de peregrinos de Llastres lo publica Eugenio Álvarez de Quiñones en 1999, el cual hallamos en ElBúscolu, portal de noticias de el Oriente de Asturias:

Aquí (...) los peregrinos encontraban ayuda en la caridad de sus gentes. Así lo demuestra la existencia de un primitivo Hospital, el que nos dan datos los libros parroquiales, que se concretan a forasteros y pobres  “ostiatim”, que así los definen las inscripciones de defunción, fallecidos en “la hospital” –en todas se indica en femenino-  de este Puerto y Villa de Lastres.

El final de este Hospital debió tener lugar en el primer tercio del siglo XVIII, según resulta de las actuaciones judiciales por las que se adjudican a Santiago Mariqueta, natural de Lastres y comerciante de gran posición en la villa de “Ponte Vedra” , los bienes de María Santa Ruíz, madre de Matías Tilán, por deuda de éste contraída con el citado a causa de una fianza. Para el pago se le adjuciaron con otros “la mitaz de la Casa y Capilla y sus Ornattos del Ospital sita en el dho Puerto”, en 1730. Consecuencia de ello, fue la posterior adjudicación al sobrino de tal adjudicatario y su heredero, de la “Mitad de la Cassa y Capilla del hospital de este Puerto con su mitad de pertenecidos, valorada en mill seiscientos y zincuenta rs rs”. Años más tarde, forman parte de los bienes de dicho heredero, Pedro Antonio Mariqueta Mayor, describiéndose como “casa del hospital que pega con la Capilla del Ospital”, y “un cajón con los ornamentos de la Capilla del Buen Suceso de este Puerto”.

Este hospital sin duda era de naturaleza privada, como indica el hecho de su embargo a una particular, y adjudicación judicial, lo que no sería posible en un bien público ( Cf. Archivo Histórico del Principado, Protocolos de los escribanos de Colunga  D. Antonio de Cobián Valdés y D. Manuel Alvarez. Cajas 1301, legajo de 1734 y 1330, legajo de 1736.)

El término de peregrino y su concepto, aún tardarían en aparecer concreta y expresamente en Lastres, y sería con el nuevo Hospital, en el que recibirían asistencia los peregrinos de ida o regreso a y desde Santiago.

Si bien hay inscripción anterior que da a conocer el paso y atención a peregrinos en Lastres, la cita expresa se halla en la inscripción de defunción de 20 de junio de 1733 relativa a Juan Rodríguez, de 65 años, quien desembarcase de un Navío que venía de Cádiz y que falleció “en el hospicio de Peregrinos de este Puerto” (Cf. Libro de Difuntos de la Parroquia de Santa María de Sabada, años de 1723 a 1771. Archivo del Arzobispado de Oviedo (15-8-15)

No conocemos la escritura de fundación del nuevo Hospital, mas se halla noticia cierta del mismo en la inscripción de defunción de Dña. Manuela Vithorero González, acaecida el 29 de diciembre de 1736, y que recogida con detalle por el señor Cura Párroco la lectura de su testamento ante el señor Escribano de Colunga D. Pedro de Valvín, indica que deja el remanente del quinto de sus bienes “al hospital y hospicio de peregrinos que principio a ha hacer en dicho Puerto la Madre de dicho su marido”.

Tal testamento, es el que la testadora define como “Carta y escriptura de testamento”, y fue otorgado ante el dicho D. Pedro del Valvín. En él dispone que de las misas que hayan de celebrarse por su eterno descanso, dos lo serán en el Hospital; que la “ropa Común de mi uso blanca y debestir se repartirá a lso pobres parientes y del hospital”. Por último, vincula sus bienes a favor del hijo habido en matrimonio, “Don Bernardo Anntt del Cantillo Bittorero, exceptuando el quinto de los mismos para el pago de legados y para que su remanente quede a disposición de su marido D. Alejando de Cantillo Tobar”, “para que con ellos y los más que… gare quzando tenga lugar y oportunidad a ello…. Agregaron o  fundación de hospicio o hospital… transitantes pobres peregrinos a fin de quese mantenga y baya…. La chard que tuvo prinzipio con ellos mitia dña Maria gonzalez quesanta gloria aya que pa ello doy al dho mi poder y facultad pa que lo distribuya según hallare conbdniente” (Archivo H. del Principado, Protocolo del Escribano de Colunga D. Pedro Valbín, caja 1297, año 1736).

Era el testamento otorgado el 12 de diciembre de 1736. El mal estado en que se halla debido a la humedad, permite difícilmente dar idea de su contenido, salvándolo en parte la descripción que de viva voz copió el señor Cura Párroco.

La contradicción entre ambos, que puede resultar de las palabras “mi tía” y “la madre de dicho su marido”, e solo aparente ya que la aludida era efectivamente ambas cosas, al estar unidos ambos esposo por un doble vínculo de consanguineidad, para el que habían obtenido la Bula la dispensa, para contraer matrimonio el 30 de Agosto de 1716.

Lo que establecen ambos documentos, más que una fundación era la agregación a la obra ya creada por Dña María Tobar González, esposa que fuera de D. Alejandro del Cantillo Basco, del Hospicio y Hospital de Peregrinos de Lastres, cuyo nombre ya existía, como vimos en 1737.

La existencia de este Hospital dedicado a ellos, motivaría  la afluencia de peregrinos a Lastres, quienes afrontarían de buen grado las dos leguas abundantes que habrían de recorrer desde Colunga a la Venta del Pobre, o a la inversa, cogiendo de nuevo el Camino de la Costa. La falta de libros del Hospital, con sus altas y bajas, nos impide conocer el número de peregrinos que aquí hallaron acogida. No obstante, los Libros de difuntos y de Bautizados de la Parroquia, nos permiten saber, aunque sea en pequeña parte, el paso de los que se dirigían a la ciudad del Apóstol o bien regresaban de ella. Su relación es apasionante, pues los hallamos desde las tierras de Francia hasta la lejana Corte de Viena y desde Flandes hasta las Ciudades de Milán, Liorna y Nápoles.

Comienza, si bien extractamos su contenido, en la forma siguiente:

-“En primero de Febrero de mill setecientos treinta y ocho murió en el hospicio de pobres y peregrinos de este Puerto de Lastres uno que de la fe que se hallo en su poder de aver conffesado y comulgado, y visitado el templo de Santiago de Galicia  Su fha en la propia ziudad en treinta de Diciembre del año proximo passado resulta llamarse Jacobo Oche, de nación frances”.

- Un mes mas tarde, el 1º de Marzo, fallecía en el hospicio otro peregrino, que de certificación que traía de Compostela resultaba llamarse Juan Navarro, de 55 años y de nacionalidad francesa..

- el 13 de Octubre del mismo año, moría una peregrina que según certificación que se exhibió en el hospicio resultaba llamarse Juliana Brauin y ser mujer legítima de Juan Remio, natural de la Parroquia de Santa María del Monte Serrato en Bruselas

- La triste relación se vio interrumpida durante años, hasta que el 17 de febrero de 1746 falleció en el que ya se llama Hospital de peregrinos, el que dijo ser casado, de 57 años, y natural y vecino de “la ciudad de Nápoles en la Ytalia”. Su nombre Francisco Falco.

- El 23 de abril de ese año, acaecería en el hospicio la muerte de “un muchacho que dijo llamarse Gabriel de Quintana, de 16 años, natural de Poo, peregrino de San Salvador de Zelorio”.

- Transcurrirían doce años sin acaecer mas fallecimientos, hasta el 16 de abril de 1759, en que moría un “Peregrino que dijo ser de nazión frances, vecino de la ziudad de Snt Malo, cuyo nombre y apellido se Ignora, por averle otro peregrino quitado papeles y cartera”.

- El 21 de enero de 1762 moriría en el Hospital de este Puerto Francisco de Montes, hijo de Antonio de Montes y de Manuela de Ceprejos, vecinos de Córdoba, y casado con –tahalina Kauznannin, hija de Gaspar de los Reyes y de María Ysabel, vecinos de Alemania. No tenía domicilio. Al margen: Pobre Peregrino.

- al día siguiente, día 21,  moría en el Hospital, Juan Bautista Damian, “soltero, célibe, natural de Liorna en la Toscana, de edad como de sesenta años”. Al margen: Pobre peregrino.

- dos años más tarde, el 26 de febrero de 1764, fallecía en Lastres Michael Lescure, Peregrino que venía de visitar al Apóstol Santhiago, el que según sus papeles era de nacionalidad flamenca.

- El día 5 del siguiente mes de marzo, moría en el Hospital, Ignacio Berti “peregrino natural del Ymperio Romano, dijo ser casado, de hedad de treinta y tres a poco mas o menos” (Cf. Libro de Difuntos antes citado de los años 1723 a 1771).

Concluye el Libro de Difuntos en el año 1771, sin registrarse en él más fallecimientos de peregrinos, pues aunque hay casos de extranjeros, no se les reconoce tal naturaleza y carácter, por el Párroco firmante.

El siguiente Libro de Difuntos recoge la siguiente inscripción:

“El día quatro de Abril de mis Setecientos setenta y siete falleció en el Hospital de este Puerto un Peregrino cuyo nombre no se ha podido averiguar, por no aver hallado papeles algunos, era originario, según dijo un compañero suyo, de un lugar distante siete leguas de la Ciudad de Tolosa en el Reino de Francia”

. Su carácter de peregrino lo deduce el Párroco de habérsele hallado “un Devocionario y otras señales suficientes de Cristiano.

En todas las inscripciones expresadas, transluce la evidente caridad de los sucesivos Párrocos y Sacerdotes que había en Lastres y tamb8ién en el Concejo, pues en todos los casos asisten todos o casi todos a los funerales y sepelio, siempre solemnes, sin percibir estipendio alguno, por ser todos, sin excepticón pobres.

La primera inscripción, la de Jacobo Oche, nos permite conocer cuál podía ser una media de recorrer el Camino de Santiago de regreso, puesto que de sus papeles resulta haber ganado su indulgencia el 30 de Diciembre, y suponiendo que tras un descanso más que explicable en la ciudad de 3 o 4 días, emprendiese la vuelta, había invertido unos 25 días en llegar a Lastres. Esto, tratándose de la peor época del año y de una persona agotada por la marcha y las privaciones, da idea de una resistencia sobrehumana, que le mantuvo en pie hasta entregar en Lastres su alma al Señor.

También nos da a conocer una de las inscripciones otro aspecto del Camino, y es la picaresca, manifestada en el hurto de papeles y cartera al peregrino desconocido, cuyo nombre no se supo por tal causa, por otro peregrino. Lo cierto es que “la compostelana” podía valer buen dinero, vendiéndola a quien la hiciese valer para conseguir limosnas o para encubrir una personalidad delictiva, como indica Cervantes en el Quijote (Cf. Miguel de Cervantes. El ingenioso don Quijote de la Mancha, Parte II, Cap. 54).

La atención médica la indica una inscripción, pagada sin duda normalmente por los Patronos del Hospital. Sería fácil de obtenerla, ya que en alguna época del siglo XVIII llegan a existir en Lastres cuatro tipo de profesionales de la Medicina: como eran, Médico, Físico, “cirujanos” y “Químico en Medicina”.

El Archivo Parroquial de Santa María de Sábada aún nos permite conocer otra faceta más de Lastres en el Camino de Santiago, y es el bautismo de hijos de peregrinos que aquí se administró.

El primero es el que dio lugar a la primera constancia escrita del paso de peregrinos por Lastres, en 1672, que aludimos, y que dice así: “En Venite y tres de febrero de mis y seiscientos y sesenta y dos yo el lizenciado Pedro Menéndez Cura propio desta feligresía y Puerto de Lastres Bautize Unhixo de Gno Baptista Bud Natural que dixo ser de la ciudad de Biena en a le Mania y de Jacienta Canella sumujer Natural de Sta Maria de nieba del obispado de segobia los que les pasaron pora qui Biniendo de S tiago llamose el niño  francisco Sto fueron sus padrinos Matheo-garcia maior en dias y chattalina de Mariqueta Su mujer Contraxo el padrino y no La madrina y Nacio en trece de dho mes según Su padre declaro y lo firmo dho dia mes y año”. Al margen: “estranjero”.

Si no da del nombre de peregrinos a los padres, deja bien patente que sí lo eran. La otra inscripción se halla en el siguiente Libro de Bautizados y dice así: “En Onze de febrero de mill Setezientos y diez y Seis a el Lizenciado D. Luys Mañana presbytero mi th zertifico ante my infraescrito Cura de la Parrochia de Sta María de Sabada en este Puerto de Lastres obpdo de Oviedo aver bautizado y puesto los Stos olios a Una niña que se llamo Manuela Antonio hija legitima de Pedro Fernández de Azebedo y detheresa Mendes su legitima muger. VVos de la ziudad de Segovia que banperegrinado a Santiago padrinos Juan Antonio la Busta y Manuela antonio de los Toyos su muger que no contrajo mis feligreses, nacio en Siete de dho mes y año”. (Cf. Libro de bautizados de la Parroquia de Santa María de Sadaba, de los años 1617 a 1677 y de 1677 a 1717. Archivo del Arzobispado de Ovido (15-8-1) y (15-8-2).

Vemos el término de Peregrino escrito por vez primera en Lastres en un documento público. Ni en esta inscripción ni en la anterior se menciona lugar del nacimiento, ni por ello el antiguo Hospital. Probablemente como el anterior, tendría lugar en alguna casa de Lastres, ya que los vecinos estarían siempre dispuestos a ayudar al prójimo, hasta que poco después se fundase el nuevo Hospital para transitantes y peregrinos.

El nuevo Hospital, además del capital aportado por los fundadores, recibía la ayuda que los particulares quisieran aportar. Así vemos como la co-fundadora Dña. María Manuel Victorero donaba sus ropas, blancas y de vestir, y encargaba misas. Sin relación con la fundación, otras personas también establecen mandas para misas o legados en dinero. Entre otros, vemos como Don Gaspar de Colunga y Vasco, fallecido en 1743, ordena entre las misas por su alma “una Cantidad en el hospicio de este Puerto”. Dña francisca García Mariqueta, meurta en 1766, legaba, “cincuenta ducados a la Capilla del hospital de este Puerto”.

Entre los legados de cosas, hallamos uno muy curioso, que es el ordenado por Dña, francisca de la Cueba, viuda de don Juan Nava, la que en su testamento de 20 de enero de 1744, dice asi: “tengo una Jeringa de esttaño, la que dejo al hospital deste Puerto encasso que Don Alejando del Cantillo dueño de l hospital laquiera admitir”. Esto prueba la modestia de alguna de las mandas, como el hecho de qu el dueño y a la vez Patrono de la fundación, a la muerte de Dña María Manuela Victorero, era su viudo, o sea dicho Don Alejandro. 

Sucedió al anterior en el Patronato de la fundación del Hosptial, así como en el vínculo de la familia, su hijo Don Bernardo Antonio del Cantillo Victorero, al igual que el padre Regidor del Concejo de Colunga por el estado noble, quien contrajo matrimonio con Dña Teresa de Valdés. Se cita erróneamente en alguna publicación como propietario del Hospicio de Lastres en el siglo XVIII a “Don Bernardo del Castillo”. Constituye tal opinión un error patente, ya que se trata de Don Bernardo del Cantillo, hijo y nieto de los fundadores y Patrono de la fundación como queda dicho. Por otra parte, el apellido “del Castillo” nunca existió en Lastres, salvo en un cirujano que residió poco tiempo en él.

Continuador de los anteriores fue su hijo Don Alejandro Benito Ramon del Cantillo Valdés, quien casó con Daña María Paula Victorero Suárez. Sucedió a los anteriores su primogénito Don Alejandro del Cantillo Victorero, quien contrajo nupcias con Dña Juana García Jovellanos, natural de Gijón. Fueron hijos de los expresados, entre otros, Don Manuel, sacerdote y conocido políglota, empleado de la Oficina de Interpretación de Lenguas, y Don Alejandro del Cantillo Jovellanos, Abogado, Oficial 1º de la Secretaría de Estado y autor de una obra sobre los Tratados de Pa y de Comercio acordados por los Reyes de la Casa de Borbón en España. Al fallecimiento de este señor, primogénito de su familia, en 1853, se ausentaron de Lastres sus familiares, sin que hoy quede en él nadie de tan antiguo linaje. 

La casa del Hospital existió hasta hace pocos años, y conservaba aún señales de la Capilla que hubo en su interior. Hoy se encuentra reconstruido este inmueble, dividido en dos pisos. Se halla sito en la bajada al Puerto. En un saliente de la fachada conserva el escudo de armas: el mismo que se halla en la casa de esta familia, cercana al “Penayu”. Tales armas corresponden, arbitrariamente distribuidas a los linajes de los fundadores, en la forma siguiente: 1º Armas de Tovar (un caballero con sombrero y capa), 2º y 4º Armas de Victorero, repetidas y formando un solo cuartel, constituyen estos dos (son estas armas un castillo y dos órdenes de cinco veros y seis en otro de ambos cuarteles: las mismas que se hallan en los dos escudos del palacio de dicha familia en Luces, y también en el retablo de la Capilla de San roque y en la casona del barrio del Sol en Lastres, hoy dedicada a hotel), y 3º ARMAS DEL Cantillo  (un árbol arrancado,) las que s pueden ver en la Casa donde radicó la Cooperativa del Mar, así como en la casa que pasó a los Suerpérez, formado en ésta escudo partido con otro blasón).

Con posterioridad a la inscripción de defunción del peregrino de Tolosa, en 1777, ya no existen más relativas a los mismos, y muy pocas de pobres y extranjeros asistido en el Hospital. La Revolución y las guerras con España, impedirían el paso normal de peregrinos a través de Francia. Con mayor razón la Guerra de la independencia lo haría imposible.

La vida del Hospital fue decayendo sin duda poco a poco. La ausencia de la familia de los fundadores, explica su final sin duda silencioso. A finales del siglo XIX, el distinguido escritor nacido en Goviendes, don Eugenio Ruizdíaz y Caravia, comentando la decadencia de Lastres, escribía lo siguiente. “A la Colegiata asisten escasos alumnos, y el Hospital no alberga seres desgraciados” (Cf. “La Villa de Lastres”. Ilustración Gallega y Asturiana, Madrid, nº 26, de 18 de setiembre de 1880).

Falto de medios para subsistir en su misión fundacional, pasaría por último el Hospital de Peregrinos de Lastres a manos extrañas, como un inmueble mas particular.

¿Qué es hoy Lastres en el Camino de Santiago?. Fijémonos bien. Lo que era un recuerdo casi perdido  -el Hospital-  ya solo un nombre – es Historia del Camino, y lo es hasta el punto de que Lastres marcaba un jalón más en este Camino de la Costa. El Hospital duró bastantes años, y la atención a los peregrinos en él, y también por los vecinos, fue una realidad tangible. No se trataba de un lugar donde la caridad de las gentes fuese propicia para allegar limosnas, sino de un tramo del Camino, en el que por el hecho de serlo la caridad se mantenía viva.

Hoy en día acaso vuelvan a frecuentar esta ruta los peregrinos modernos, andando o sobre bicicleta que aparece legalizada sustituyendo a las cabalgaduras para obtener el privilegio. No aparecerán con la antigua vestidura, pero quizá vuelvan a buscar ayuda y amparo. Si así ocurriese es de esperar que lo hallarán siempre entre las gentes de aquí, ya que de no ser así, a buen seguro que el peregrino, con que aquí contamos, y éste sí vestido a la antigua usanza, pues lo fue a roma y frustrado por la enfermedad a Tierra Santa  -San roque-, bajaría de su atalaya sobre el mar para darles la limosna que guardase en su escarcela.

No, no podremos olvidar nunca esto que sin duda es un legado  y una carga espiritual de siglos. Porque Lastres es Camino de Santiago y el Camino es en una parte de Lastres.

Cada vez que recorramos el sector de carretera, antiguo Camino Real, de C olunga al comienzo de la bajada al Puerto; de aquí a la Iglesia antigua, a la Capilla del rosario y de San Blas, o a la Iglesia nueva, y desde cualquiera de estos sitios a Luces, a la desampara “Rasa” a la Venta del Pobre, habremos recorrido parte de la senda que por la costa cantábrica llevó a muchos peregrinos a un lugar de acogida y amparo, a la última despedida de sus compañeros y del mundo los que aquí murieron, y a proseguir su ruta a Compostela o de vuelta a casa los que seguían su marcha…

Decía Alvaro Cunqueiro hace unos años en el “El Faro de Vigo”, cuando recorrió el Camino desde Piedrafita a Compostela: “Hemos peregrinado un poco. Hemos pisado el camino santo. Y eso no se olvida. Lo comenzó Carlomagno, porque se lodito un ángel. Y los cristianos tienen que seguir en la obra, en el polvo y en lo guijos. El camino recobra vida. Es una de las venas mayores del cuerpo de Europa..”

No se trata tan sólo de las dos leguas largas de este tramo, de la acogida, de la ayuda material que aquí se prestase: esto sin duda se olvidaría por los peregrinos que por aquí pasaron, como de cualquier otro modesto lugar donde pudieron descansar y en el que recaudaron limosnas y recibieron ayuda en el Camino. Aquí quedaron varios peregrinos a quiénes Nuestro Señor llamó a Sí, y aquí abrieron sus ojos a la luz y a la Iglesia dos, el uno nacido de vuelta de Santiago sus padres, camino de él la otra.

En los niños que aquí nacieron, como algo muy suyo, se mantendrían el recuerdo de Lastres, con toda la belleza de lo soñado…

En los que no regresaron durante mucho tiempo viviría en sus familias el nombre de este lugar que acaso no pudiesen situar debidamente cuando los compañeros de peregrinación les diesen la noticia y les entregasen sus documentos, último recuerdo. Vivo sí, en alma y memorial del marido que aquí dejó a su esposa Juliana Brauin. Acaso también siga el nombre, que en tantas noches de hilvanar recuerdos fuese transmitido a los descendientes de quien halló a su fin en un lugar junto al mar, cuando iba o estaba de regreso de Santiago de Compostela.

Los aquí fallecidos fueron doce, en un lapso de tiempo de cerca de 40 años. Todos llevarían como última visión el cielo de Lastres, en el que se mezclarían nostálgicos los soles de Nápoles o de liorna o bien las campiñas de Flandes o las brumas de Bretaña. Lastres era suyo, pues aquí rindieron su última etapa de los caminos de la vida. Hoy, ya polvo de la tierra, yacen los tres primeros bajo la hierba del paraje donde un día se alzó la primitiva Iglesia. Cubre el suelo de la que fue Capilla del rosario y San Blas los otros dos que le siguieron, y las losas de la actual iglesia a los otros siete. Así tierra y recuerdo, recuerdo e Historia, polvo de inmortalidad y tierra nuestra de Lastres, deberá su memoria seguir viviendo en nosotros."


Sí vemos sin embargo toda la longitud del gran dique llastrín, que se articula en tres brazos. Más al interior tiene un contradique, dejando una bocana de unos 100 metros de anchura, guardando la bahía de La Plancha, detrás, con la Punta Escanón. También en los acantilados la Punta Misiera se han hallado huellas de dinosaurios


Se reconoce en el muelle La Rula de Llastres, lonja o cofradía de pescadores. Forman parte de los diferentes proyectos de ampliación realizados entre los años 1935 a 1967, que incluyeron también la fábrica de hielo, el depósito de gasoil, almacenes y una escollera de bloques prefabricados de hormigón bordeando el dique


Parte de esos bloques podemos verlos en la esquina del muro dique, donde este forma su ángulo. Más atrás La Punta l'Escanón


A su izquierda, se reconoce el tejado de los almacenes de los pescadores, sin embargo no podemos ver la flota, a buen resguardo del alto muro


La Rula albergó también, además de todas las actividades de subasta y almacenaje del pescado, la sede de la Cofradía de Santa María de Sábada de Llastres, que como en el caso de Santa María de Tona, en La Isla, conserva en su advocación el topónimo antiguo, Sábada, que figura en documentos altomedievales, Sátava, que algún estudioso quiso vincular al término romano statione, especie de puerto romano secundario, donde se echaba el ancla stabat, y de ahí Sabada


Más a la izquierda grúa, depósito de gasoil y otras dependencias portuarias. En La Rula hay además un renombrado restaurante especializado en el pescado fresco que por aquí se desembarca, directamente del mar, mariscos y crustáceos


El antiguo puerto, que llegó a ser cañoneado desde el mar durante la Guerra de Sucesión, estaba defendido por la batería de El Fuerte, o El Castillo, cuyas piezas, como solía ocurrir después, fueron empeladas posteriormente para amarre de las embarcaciones en el nuevo puerto. Rebeca Menéndez Marino, de la Universidad de Oviedo, cuenta así de ello en Evolución histórica del puerto de Lastres: del esplendor comercial y pesquero de los siglos XVI y XVII a la actual reconversión en puerto deportivo:
"El convulso arranque del siglo XVIII en España también dejó su huella en el puerto de Lastres, pues la Guerra de Sucesión (1701- 1715) motivó, de un lado, la merma de la población activa debido a la saca de marineros para la Armada Real, y, de otro, la organización de la defensa del puerto, cuyos restos, a duras penas, aún perviven en lo alto de la peña de la Punta del Muelle, hoy conocida como Punta del Castillo. Allí fue erigida una pequeña fortaleza –40 m2 de superficie y 12 metros de altura divididos en tres plantas, las dos primeras para las estancias de los soldados y la tercera para la vigilancia y mando–, construida a expensas de Alonso Victorero Colunga para apoyar al monarca Felipe V. Contaba el fuerte con seis cañones, que según la tradición habían sido traídos desde el vecino puerto de Santander, dos de ellos ubicados en la planta baja del castillo y los cuatro restantes sobre la pendiente del acantilado. Ya bajo el reinado de Carlos III, cuya política defensiva impulsó la instalación de cañones a lo largo de toda la línea de costa, fue dispuesta a pie de puerto una batería de artillería, algunas de cuyas piezas fueron aprovechadas durante los siglos XIX y XX como noráis"

Arriba, en el Campu San Roque, la capilla de esta advocación (el edificio del medio, que vemos de espaldas), fue erigido por los armadores Victorero Lombardero en 1616 y su romería es tradicionalmente organizada por la cofradía de pescadores, con colaboración vecinal e institucional


 A la derecha es la casa del empresario Luis Norniella, con un amplio parque, ladera abajo, hecho en homenaje a su mujer. A la izquierda, al pie de la antena de comunicaciones, instalada en 1968, otro afamado restaurante, El Mirador, de 1970, llamado así por la gran vista que se divisa desde ese lugar de San Roque


San Roque era antiguamente una carbayera, bosque de robles, y de castaños, cuya madera sirvió para construir embarcaciones en la Playa L'Estillero, a la izquierda de la población, que no vemos desde aquí. La que sí que vemos, justo debajo, es la Playa l'Escanu, en antiguo embarcadero de arribada, donde los balleneros despiezaban a sus capturas. Ahí se hizo el primer muelle según "Provisión Real para la construcción y financiación del puerto", una "obra importante y necesaria ansí para los vecinos de dicho puerto como para los mercaderes y navegantes que a él van con sus navíos e mercaderías y provisiones e para los pescados que de allí se sacan para estos nuestros reinos" 


Desde aquí se distinguen, en verano y pese a la lejanía, las numerosas sombrillas, de vivos colores, de los bañistas, extendidas sobre la playa. Ahí, justo al final de la cuesta de la rampa que comunica el puerto con la población, está el bar El Puerto, otro de los muchos establecimiento de hostelería señeros de Llastres


Más arriba, el camino antiguo era la Calle Real. Ahí tenemos numerosas casas, que fueron de pescadores, de balleneros, de armadores, e incluso de corsarios, como mítico Juan de Abadía, que tenía aquí su fragata en corso. Gran parte de las casas son de los siglos XVI al XVIII, que fueron los de gran prosperidad y que configuraron la actual población, es decir hasta la destrucción de aquel primitivo muelle, que obligó a buscar otros puertos a muchos barcos, con sus marinos y sus familias. Puede decirse que Llastres nunca llegó a recuperar su esplendor después de aquello 


Configurado ya como el gran puerto del alfoz de Colunga desde la fundación de su puebla en el siglo XIII, fue Llastres siempre en enclave más poblado de su territorio, pues con sus derechos de pesca, ballenación y comercio, libres de otra dependencia feudal y autogestionados, se convirtió en un gran polo de atracción, primeramente de gentes de los pueblos más inmediatos y luego de otros alejados. No sólo antiguos vasallos que buscaban un cambio de aires en un lugar con más oportunidades, también señores que dejaron sus torres, castillos y casonas para asentarse aquí, buscando mantener su influencia y tomar parte en las decisiones comunales, ocupando cargos o haciéndose armadores, capitanes, señores de fuertes o fundadores de capillas en torno a las que fueron naciendo los nuevos barrios


Esta es la razón por la que, además de casas de pescadores, descubrimos en sus callejuelas, notables palacios, algunos transformados en hotel, o edificios tales como la Torre del Reloj, del siglo XV y remozada en el s. XVIII


 Arriba, la iglesia parroquial de Santa María de Sábada, que alza su torre asomada sobre los árboles de su campo, fue construida también en esa centuria para sustituir a otra, más antigua, dedicada a San Blas y situada Calle Real abajo, de la que se conservan algunos restos entre viviendas 


En el entorno del puerto y sus accesos, otros edificios, de bloques y más nuevos, ocupan muchos de ellos el lugar donde estaban las fábricas conserveras, y es que, si bien la destrucción del puerto coincidió con la extinción de las ballenas del Cantábrico y el final de su industria, pesca siempre hubo, por lo que el declive comercial y la desaparición de los balleneros se vio, aunque solo en parte, compensado con que pesca, por entonces, recalcamos, siempre hubo, siendo además la base de una industria de salazones y escabeches (junto con tonelería, recipientes y otras auxiliares) que, en el siglo XIX, dio paso también al auge de las conserveras, donde solían trabajar las mujeres e hijas de los pescadores


Explica también Menéndez Marino que uno de los factores esenciales del rápido ascenso del sector conservero desde mediados del siglo XIX, "fue la popularización de los envases herméticos de hojalata, introducidos en Asturias a principios del siglo XX por Mateo Alvargonzález, hijo del célebre gijonés Calixto Alvargonzález y fundador de varias conserveras en Lastres y Candás". Ello supuso una auténtica revolución en el mundo de las conservas, pues, "superados los métodos tradicionales de visceración, deshidratación, salazón y escabechado", además de guardar mejor sus propiedades lo hacía durante más tiempo


Esto, junto con la expansión del ferrocarril (pese a que nunca llegó ni a Llastres ni a Colunga, ni Villaviciosa ni Caravia, permitió ampliar la red de mercados potenciales:
"...convirtiéndose Asturias en líder nacional del sector durante todo el primer cuarto del siglo XX. Liderazgo cimentado fundamentalmente en la actividad de los puertos de Lastres, Candás, Luanco y Cudillero. Entre 1893 y 1903 Lastres cuadruplicó el número de fábricas de conserva, llegando a contabilizarse hasta ocho establecimientos, número que, exceptuando la regresión experimentada en torno a 1913, se mantuvo hasta 1941, momento en que inició la escalada hacia la pica histórica alcanzada en 1953, con el funcionamiento simultáneo de diez factorías27, a saber: La Asturiana, La Rosario, La Constancia, La Cantábrica, La Lastrina, La Mercedes, Mardomingo, La Emma, La Argentina, El Navío y Juan Llera. Si bien, cabe precisar que se trataba de una industria atomizada, nutrida en número pero de limitadas dimensiones."

Y de esta manera y tras la inauguración, por fin, del durante un siglo y medio ansiado, nuevo puerto llastrín, en 1875, se planteó hacer en él una rula o Casa del Pescado para su subasta en condiciones, sustituyendo a un viejo tendejón de la dársena de El Muellín, inaugurándose esta en 1922. Lamentablemente, no se conservó, para otros usos, al hacer la nueva, pues era, en opinión de Menéndez Marino, un muy destacado edificio pese a sus reducidas dimensiones 


Si bien como puerto comercial se mantuvo hasta bastante entrado el siglo XX gracias a la salida del mineral de las minas de Carrandi, que llegaba en tolvas, esta actividad declinó hasta desaparecer, como desaparecieron las conserveras, debido a las crisis del sector pesquero y a las nuevas prácticas comerciales. La flota menguó y el puerto, como prácticamente toda la costa, buscó en el turismo una salida a esta situación, inaugurándose, precisamente en El Muellín, el primer muelle deportivo en 1985, cuando ya llevaba tiempo importando el Cantábrico modelos mediterráneos de gestión portuaria alternativos a los usos tradicionales seculares de estos cais, pesca y comercio, transformándose en espacios de ocio, una industria especialmente relevante que, bien llevada, tal vez ayude a revalorizar muchas cosas e historias que, de otra forma, estarían relegadas a ser olvidadas


Entre ellas, tal vez, las de las andanzas de aquel trasgu del gorretín coloráu que, mucho antes de que lo valoráramos, ya hacía este mismo camino, acantilados arriba y según testigos presenciales, desde La Güelga a La Raposera (por lo menos)


Pequeños recovecos, con un toque de selváticos, que lo mismo puede salirnos un raposu, o raposa, que dan nombre al lugar, que aquel trasgu inquieto, que subía a hacerles de rabiar


Tras unos escasos metros entre escayos y felechos, salimos nuevamente a campo abierto, rumbo al Campu Fernando, en el paso y tránsito de la parroquia de La Isla a la de San Xuan de la Duz


El Campu Fernando, como gran parte de los topónimos de esta franja en la que se unen tierra y mar, alude a emblemáticos parajes de límites oscilantes, "entre La Raposera, L'Erón y terrenos de Güerres", nos dice Hevia Llavona, nuestro guía por estas sendas seculares de trasgos, ganaderos y pescadores, ahora también de senderistas y paseantes, caminantes, a los que hay que añadir a los peregrinos que, un tanto apartados del Camino de Santiago histórico, han decidido, con no mal criterio, al menos a nuestro entender, y acorde a nuestros tiempos, valorizar el paisaje y sus sensaciones, si deciden tomar, el Camino de La Isla


Caminantes, por el atuendo quizás no peregrinos, pero sí gentes también de los caminos, con los que coincidimos gratamente en estas veredas al borde del abismo marino...


Llendadoresllindadores, pastores eléctricos, para que el ganado no se aproxime al camino, ni, mucho menos, al peligroso borde del paredón del acantilado, aquí no obstante protegido por una muria de piedras entre las que crece profusamente la vegetación


Y llega otro tramo recuestudo, en El Cuetu Pedrosu, pradería con algunas peñas, de ahí su nombre, junto a La Raposera y el Campu Fernando, al norte de Los Campones


La Moría y Los Campones, fincas en la divisoria entre las parroquias de La Isla y San Xuan de la Duz, por la parte de Güerres, grandes prados de pastos hacia L'Erón o Los Erones, mencionado como "erum de illa messa" en el falso testamento de Ordoño II fechado en 921 por el obispo Pelayo dos siglos después, según el cual daba a la iglesia ovetense numerosos territorios en Colunga


Justo más allá de la mata de helechos los prados de Loja, barrio de Güerres, pero alguno de cuyos prados pertenece a La Isla


Poco más abajo pasan los caminos a Güerres y Colunga, por Trespandu, Los Foyos y otros lugares, como La Caleyona o El Camín de la Moría


Ahí está la Casa de Loja, del siglo XVII, casona-palacio con casería de hórreo, cuadras, caballerizas, además de capilla propia, conjunto ampliamente reformado a principios del siglo XX, con segunda residencia, estilo modernista


Desde aquí fue desde donde el jurisconsulto y Abogado de los Reales Consejos, D. José de Isla y Mones, coordinó las acciones de la resistencia local contra las tropas napoleónicas, dado que, nacido en Lloroñi, en la vecina parroquia de Gobiendes, había pasado a residir en este lugar tras su boda con Doña Úrsula de Cobián, del linaje de este palacio


Coordinó de Isla y Mones, desde este su cuartel general, la resistencia contra los franceses coordinándose con D. José Joaquín de Argüelles, de los Argüelles de Colunga, uno de cuyos mayores éxitos sería la batalla, o escaramuza, de La Espasa, cuando las tropas del coronel Salvador Escandón y Antayo, al mando de Argüelles, se hicieron con los pertrechos que habían desembarcado en La Isla, naciendo aquel estribillo que dice:
El coronel Escandón
gasta canana de plata
que la ganó a los franceses
en el Puente de La Espasa

Sigue así la subida por estos cuetos y lomas cortados a pico contra el lado de la mar, formando los acantilados que dan fama y renombre a esta senda 


Al ir subiendo, empezamos a ver la cima del monte de La Villeda, solar de otro de los importantes castros costeros de este litoral que, amparado por el Cabu Llastres, fueron fondeadero natural de naves y navegantes desde la misma prehistoria...


Popularmente es El Castru del Foyu y "ye un ocalital que primero fue patatal", es decir, se plantó de eucaliptos el monte comunal que antaño fue huerta de patatas, "les patates del Castru", según nos dice Josefina Pis Sánchez en su trabajo dedicado a La parroquia de la Duz, número 86 de la serie Toponimia de la Academia de la Llingua Asturiana 


Además, con la piedra de la fortificación y sus cabañas, se reforzó el cierre de la finca, cuyos dueños eran los propietarios de la de El Foyu, camino de Colunga, razón por la que se llamase así


Vista hacia La Moría, y de allí al Sueve, una impresionante formación geológica producto de las enormes presiones que plegaron lo que hoy es el relieve asturiano durante el carbonífero inferior, hace 300 millones de años, "dentro del gigantesco movimiento herciniano, que sacudió la tierra en las etapas finales del paleozoico", nos dicen Luis Díez Tejón y Víctor Manuel Villar Pis, autores de El Sueve. Geografía, historia y rutas de montaña:
"De este modo se sitúa, junto con los Picos de Europa, como máximo límite oriental del zócalo primario, que luego, ya en Cantabria, desaparece definitivamente bajo la cobertura mesozoica, Este origen paleozoico explica en parte las características litológicas y estructurales que se observan en el relieve y en el paisaje del Sueve"

En el Sueve, en primer término y sobre la parroquia de Gobiendes, las alturas de Bustrescosu o Bustriscosu (464 m) que un error tipográfico-topográfico, como el que dio en llamar Peñalichar al Picu Fontanielles, ha dado en el mapa del Instituto Geográfico Nacional un inexistente Busfrescosu, pasando, dado su carácter oficial, a su vez a otros mapas, guías, publicaciones y documentación 


Aquí abajo, más cerca, algunas casas asoman sobre la vegetación del cueto que tenemos delante: Güeñu, El Sangreru  y Los Caspios, parroquia de La Isla


A la izquierda es el Palacio de Bueño o de Güeñu, ahora hotel y restaurante, también llamado Palacio de Lueje porque fue propiedad de un indiano de este apellido. Al otro lado pasa el Camín Real o Camín de Santiago, llamado popularmente aquí de las dos maneras, quedando memoria popular de enfrentamientos entre las tropas de Escandón y las general Bonet en este lugar. Su traza original es del siglo XVII y cuenta con capilla propia, al lado del Camino, dedicada a Santo Domingo 


Más allá, en Gobiendes, cabeza de la parroquia vecina, está el grande y alargado edificio de Les Escueles, en El Campu la Laina, actual Centro de Interpretación del Sueve


Más a la derecha, La Zampudia, también en Gobiendes, que se extienden a lo largo de lo que debió ser otro camín real, paralelo y situado un kilómetro más al sur, que pasaría por la iglesia de Santiago de Gobiendes e inmediaciones de El Palaciu o Palacio de Gobiendes, construido sobre una torre romana o altomedieval, "bastión de vigilancia", nos dice Inaciu Hevia Llavona en Parroquia de Gobiendes (Toponimia 114 Academia de la Llingua Asturiana):
"... resto de la vieja ruta costera romana entre "Brigantium (A Coruña) y "Oiasso" (Oyarzun), y de anteriores rutas comerciales prerromanas, que tendrían un hito importante en la Edad del Bronce con las explotaciones cupríferas del Sueve, a las que se vincula el castro de Obaya, y también en la Edad del Hierro, sacando de las vetas de estos minerales en la parroquia material para fabricar las armas y utensilios de los castros de las cercanías, incluso hasta el de La Campa Torres, según J.L. Maya)"

Más a la derecha asoma un poco la casa de El Sangreru, topónimo basados en uno de los nombres populares de los arbustos Frangula alnus y Rhammus alaternus, de madera tan poco apreciada que se dice "El que atiza (prende o aviva) con sangreru, pon al diablu tras el fuegu". Entre esta casa y las de enfrente pasa la N-632 y, poco más allá, el Camín de Santiago


Más allá, en Gobiendes, Los Pedregales, por el camino paralelo. Como historia llamativa hemos de decir que, en uno de sus viejos hórreos, se conserva una vértebra de ballena como tazu, uno de los elementos de apoyo de su estructura sobre los pilares o pegollos


Más a la derecha aún, El Cantón, aumentativo de cantu, canto o cresta, barrio de Gobiendes comunicado con la carretera del Fitu (AS-260)


Nosotros, siguiendo de frente, seguimos contemplando el monte de La Villeda y su Castru del Foyu, del que Aurelio de Llano decía, en Del folklore asturiano, que había tenido problemas para excavar, pues el dueño del terreno creía que, según la tradición popular, había en él un tesoro:
"Y en Agosto de 1921 fuí a hacer excavaciones al Castro de la Villeda, sito en el concejo de Colunga. Y el dueño del terreno se opuso en un principio, a pesar de ofrecerle la indemnización correspondiente, a que yo entrara a excavar en la finca. 
-«No le permito excavar -me dijo- porque en lo alto del Castro hay un tesoro escondido, el cual consiste en una vajilla de plata y un juego de bolos de oro. Y esto pertenece a mis hijos, porque el terreno es de mi mujer, que en paz descanse…» 
Por fin se convenció de que allí no había ningún tesoro, y me dió toda clase de facilidades para llevar a cabo mis investigaciones."

Llegando a lo alto de esta cuesta nos percatamos de su posición estratégica entre La Isla y Llastres, es decir, una costa eminentemente portuaria desde la más remota antigüedad. Al otro lado de La Villeda, oculta por el monte, el castro ha dado nombre a la Playa la Griega, del céltico briga, montaña o fortaleza, si bien durante un tiempo se pensó, cuestión ahora absolutamente descartada, en un acantonamiento de legionarios griegos al servicio de Roma, la Legio IV Macedónica, vinculado además al culto a Mitra atestiguado en la lápida de La Isla, deidad de la cultura persa que tanto apreció su conquistador, Alejandro Magno


Sus altos acantilados forman parte de su estructura defensiva, esta natural, pues en su entorno más inmediato está rodeado por dos fosos que debieron ser muy profundos, en la parte más alta, ligeramente al sur del promontorio, a unos 147 metros de altitud. Dentro se descubrieron restos de construcciones pero todo ha quedado muy alterado con la plantación de eucaliptos


Sobre los acantilados va un camino a la citada Playa la Griega, el cual es la prolongación de la senda costera de los Misterios del Mar, que nosotros dejaremos al pie del monte para ir a Güerres, camino de Colunga y de nuestra reunión con la ruta xacobea oficial. En ese camino vemos el cantil de La Parea'l Feu (con retranca pues el amo del terreno tenía fama de guapo) la ocalital de La Granxa, sobre el acantilado y pedreru del Castiellu Pachu, con su gran pozo, al lado del pedral del Güertu'l Rei, bajo lo que fue la pumarada de Formentoriu y junto a las rocas de Piedru Negru y El Pozu (donde se bañaban las mujeres)


En Llastres, como en La Isla, se han querido situar los puertos prerromanos que daban salida a los minerales de hierro y bronce que luego se fundirían en otros castros para fabricar armas y herramientas, luego aprovechados por Roma para lo mismo y para la exportación de los asturcones, mismamente algún autor, con más ganas que certezas, quiso situar aquí alguna de aquellas míticas ciudades costeras reflejadas por los geógrafos de la Antigüedad


Se ha querido ver su núcleo originario sobre la playa, el antiguo barrio de los balleneros, a donde baja la Calle Real, si bien es arriba, en La Rasa de Lluces, donde han aparecido los elementos más antiguos dentro de su término, hachas pulimentadas, hachas de bronce y túmulos megalíticos. e todas maneras la plena certeza de la existencia de un puerto romano sucesor de otro prerromano no está tan plenamente demostrada con hallazgos como los de La Isla, lo que no quiere decir, ni muchísimo menos, que no existiera


Mismamente el castro de La Villeda vigilaría todas las playas que se extienden en esa ensenada entre el monte y la Punta Misiera, que en bajamares pueden n llegar a ser una sola, excelente varadero al modo antiguo, de arriba en altamares, en bajamares las embarcaciones quedan en seco y en pleamares vuelven a flotar y pueden zarpar


No es extraño para nada que, dentro de ese fondeadero y al amparo de la Punta Misiera con sus acantilados, ese rincón especialmente recogido se consolidase prontamente como enclave portuario. A la vez, su profundidad y relativa facilidad para entrar lo harían más maniobrable para los barcos que la estrecha concha de La Isla. 


Tal vez esto hiciese de Llastres el puerto por excelencia del alfoz colungués cuando se concedió la carta puebla hacia 1270, dado que, la distancia respecto a la villa capital es aproximadamente la misma que la que hay  La Isla. Dice al respecto Rebeca Menéndez Marino:
"Aunque la puebla de Colunga, fundada por Alfonso X el Sabio, aparece documentada por primera vez en 1278, las primeras noticias sobre el puerto de Lastres, principal enclave costero del concejo, datan de fines del siglo XIV. Si bien es cierto que los vestigios arqueológicos encontrados en la zona apuntan hacia un origen más antiguo del asentamiento lastrín. Tal y como recogió el cronista decimonónico Juan Antonio Suárez Victorero “[…] No existen documentos que nos descubran su origen, ni se advierten señales de que fuera lugar de consideración hasta la mitad del siglo XVI: y no nos descaminaremos en asegurar que en el siglo XVII fueron edificadas las más de las casas y renovadas las que lo pudieron estar antes de este tiempo. […] Sólo dos ventanas por el estilo gótico, que en el día se observan tapiadas en dos diferentes casas, […] nos pueden obligar a formar el concepto de que su fundación no fue obra de estos últimos siglos; y aún a conjeturar que ellas fueron el primer origen de esta población […]"

Entre las casas y palacios de la Calle Real hay bastantes de entre los siglos XVI y XVII, la Torre del Reloj ya hemos dicho se hizo sobre otra anterior del s. XV, que era de vigilancia y campanario de avisos y conceyos o juntas para la población primigenia, que se extendería de ahí a la Playa l'Escanu. Volvamos a leer a Luis Antonio Alías:
"La bajada deja ver un racimo de altos corredores, blancas fachadas, allí donde la madera no impone su color, y patios verdes separando bloques de viviendas parar curvarse ante la capilla de San José. En la entrada al puerto, la empinada sucesión de tejados muestra una perfecta adaptación urbana al declive del terreno"

Enfrente, El Palación, arruinado desde el siglo XIX, tiene su origen también en el siglo XV, y otro palacio, El Piqueru, es del XVI. La tradición popular atribuye ser romana a un ancla expuesta  en La Plaza, cerca de La Nansa y capilla del Buen Suceso, del año 1667 pero que exponía, hasta las destrucciones de la Guerra Civil, las ofrendas o exvotos de losa marineros llastrinos que participaron en la batalla de Lepanto (1571), todo esto citando, solo por encima, algunos elementos de mayor antigüedad en torno a los que la población iría extendiéndose. Seguimos a Menéndez Marino:
"La pesca, el comercio y la caza de la ballena alteraron notablemente la estructura de la población en el concejo, afectando muy especialmente a la villa marinera, debido a la afluencia de colonos y foráneos llegados al pueblo como arrendatarios, armadores e industriales, destacando en número las familias vizcaínas, montañesas y gallegas. 

El correlato del crecimiento demográfico fue la transformación de la morfología urbana, con la aparición de los barrios balleneros de La Nansa, La Fragua, La Plaza, El Penayu y La Atalaya –punto desde el que eran avistados los cetáceos y que dio lugar a un topónimo muy habitual en los enclaves costeros de toda el área cantábrica–. Todos estos barrios fueron desarrollándose en torno a la calle Real, antiguo camino principal que atravesaba el pueblo desde el Campo de la Iglesia, en la parte alta, hasta la Bajada del Puerto, y donde ya en el siglo XVIII se concentrarían algunas de las casas nobles de mayor interés arquitectónico, como la casona de la familia Victorero, el palacio de los Vallados, la casona de Pedro Suarpérez o la casa-palacio de los Robledo. Junto a los nuevos crecimientos se acometió también la reedificación y remozamiento del caserío preexistente, configurándose así la imagen e identidad del pueblo que, no sin alteraciones, se ha proyectado hasta nuestros días"

Arriba, otra vista hacia San Roque y su capilla. Es uno de los lugares más visitados, por sus extraordinarias vistas  hacia las playas y el Sueve, que "se desploma sobre la línea costera", como bien afirma Alías. En días muy claros la vista alcanza hasta la costa occidental de  Cantabria

 Abajo, "abrigados por el espigón, los pesqueros aguardan el momento de la partida", es otra de las notables frases de este historiador y guía, cuya obra es indispensable para cualquier peregrino y visitante con sensibilidad e inquietudes de conocer un poco más de los lugares por los que pasa... y por lo que no, pero ve en la distancia


Ya completamente fuera de ruta, es factible continuar por La Villeda hasta la Playa la Griega, ver sus famosas icnitas de dinosaurios y continuar a Llastres para conocerlo, pero esto ya sería para los peregrinos más aventureros, mejor los ya bien conocedores del Camino oficial, que deseen explorar cuál o cuales serían los caminos antiguos a Llastres por La Villeda (se como fuese parece entraban por arriba, no por la actual carretera con Colunga) que emplearían aquellos peregrinos que se cobijarían al amparo del hospital de Bernardo del Castillo


Un esquema de esa ruta jacobita a Llastres desde La Isla la hallamos en el mapa "Camino costero a San Salvador y Santiago en Ribadesella, Caravia y Colunga", del desplegable de la página 121 del libro nº4 de la serie Asturias concejo a concejo (varios autores) del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA)


Ese Camino pasaría, según ese mapa por la zona de La Villeda y sin duda era muy antiguo, por lo que el castro, situado en su corona vigilaría tanto los caminos del mar como los de la tierra, al unirse ambos en estos puertos milenarios 


A La Villeda le dedica especial atención en su página ArqueoAstur el arqueólogo Eduardo Pérez-Fernández, citando a los estudiosos que lo investigaron anteriormente:
"Fue identificado como recinto fortificado por Braulio Vigón Casquero en 1894 y excavado en 1919 por Aurelio del Llano y Roza de Ampudia. Reconocido en 1961 por José Manuel González y Fernández Valles, siendo añadido a su catálogo de castros de 1966. En 1992 será añadido a la Carta Arqueológica del Colunga por Gema Adán Álvarez, Ficha 57"

Resumiendo además los resultados de cada investigación, empieza por las excavaciones de Aurelio de Llano, a las que ya nos hemos referido:
"Dicho autor denominaba a este enclave como «Castro de Colunga», llevando a cabo excavaciones el 27 Agosto de 1911. Aunque los resultados de estas intervenciones aún permanecen inéditas, hace una pequeña descripción de las defensas del castro, compuesto por un foso en el E y una muralla en torno a la cima, además de una terraza de unos 300 metros de perímetro. Refiere igualmente similitudes entre los materiales hallados con los del Castro de Caravia (Llano y Roza de Ampudia,  1928:130-133)"

Y continúa con las indagaciones hechas por Braulio Vigón, anteriores, de 1894, pero que no llegó a excavar. Según los conocimientos, o desconocimientos, de la época, fue de los que pensó en asentamientos griegos en base al topónimo La Griega y a la ya conocida lápida consagrada a Mitra: 
"Según Braulio Vigón, los restos de «El Castro de Villeda» pertenecerían a un campamento romano construído «en la cúspide de una prominencia cónica llamada el Castru, que se destaca en un extremo de la colina de la Villeda, al NW de Colunga.» Es descrito como de «traza circular con una sola puerta que mira hacia el N por donde tenía más fácil acceso, constituía su principal defensa el terraplén de que aún está ceñido y dos trincheras que resguardaban la entrada» . 
Dicho autor, si bien no reconoce restos «de otras construcciones dentro del campamento» sí refiere la existencia de unos «pequeños edificios» cuyas ruinas existen inexploradas en la vertiente meridional, muy próximas al vértice del cono» que pudieron mantener alguna relación con el castro (Vigón, 1894:8-9."

Pérez-Fernández lamenta la gran alteración sufrida por estos elementos con las plantaciones arbóreas de crecimiento rápido y en cuanto a la periodización se basa en Gema Adán para decir:
"La adscripción a época romana de la fortificación como campamento, así como los vestigios de «pequeños edificios» en la vertiente meridional, se debe Braulio Vigón, aunque sin datos que confirmen esta adscripción. La única referencia a cultura material documentada en el lugar se debe a la excavación realizada en 1911 por Aurelio del Llano, citando la existencia de cerámica muy parecida a la del Castro de Caravia. Por tanto y a falta de más información, podría tener fases de ocupación que podrían enmarcar desde una Edad del Hierro indeterminada hasta época romana. (Adán, 1999:10-19)"

Ante La Villeda otro buen rellano y mirador: El Saltu la Muyer, donde dice Hevia Llavona hay una bajada en zigzag a la mar, muy empleada por los mariscadores de los preciados oricios o arcinos (erizos de mar), llámpares, (lapas) y demás moluscos, de los que podremos dar buena cuenta seguramente en Güerres, si llegamos en buena temporada para ello, máxime en su Festival del Oriciu, así glosado por José Antonio Fidalgo, cronista oficial de Colunga:
"A los erizos de mar, que son unos invertebrados equinodermos , algunos muy sabrosos como los que habitan en nuestra costa cantábrica (Paracentrotus lividus) , en Asturias se les denomina con nombres muy variados. Por Candás les dicen ALEZNES en virtud de las espinas de su caparazón ; por la mayoría de las comarcas asturianas los llaman ORICIOS por su parecido en forma al fruto completo del castaño y , a su vez, derivado del latín "ericius". En Colunga decimos ARCINOS y en Lastres (que es Villa y Puerto en el municipio colungués) ARANCINOS , nombres relacionados con el francés "oursin" en su significado de erizo"

Fijémonos por donde continúa el camino zigzagueando siempre siguiendo el borde de los acantilados. Ya en términos de Güerres, parroquia de San Xuan de la Duz, sigue diciendo Fidalgo...
"... es un núcleo de población, limítrofe con el mar, perteneciente a la parroquia colunguesa de DUZ junto con los núcleos de San Juan y La Poledura.- Dícese que el nombre primitivo fue Bueres , después Buerres y finalmente, quizá por deformación fonética, Güerres y Huerres. Y, más aún, tal parece que Buerres fue lugar poblado antes que lo fuera la villa capital del concejo, que es Colunga.-"

El camino, o senda era pues, antes de turística, marisquera y pescadora, comunicando todo el gran frente acantilado entre La Griega y La Isla, así como las bajadas, algunas realmente peligrosas, a sus pedreros: 
"Los ribereños (que de arcinos sabemos bastante) conocemos sitios "de calidades singulares" , de sabor excepcional, como son las zonas de "El Pegollín" , "El Saltu la Muyer" , "Los Cueros", "La Peña la Salmoria"..... Allí acudíamos en días de marea baja muy acusada para "pescarlos a ganchu" ; es decir, arrancándolos de la peña con ayuda de un gancho en forma de L y que habitualmente era el "ganchu de la cocina". 
De la roca, al "cestu" ; del "cestu", al "sacu" ; y del "sacu -ya en casa- a comerlos en crudo, abriéndolos "pol culo" y comiéndolos "rebañando a deu" y acompañando con pan y sidra. 
Bueno, les digo lo de "pescar oricios" para que me entiendan porque , la verdad sea dicha, la expresión más usual es la de "PAÑAR ORICIOS" , "PAÑAR ARCINOS" o "PAÑAR ARANCINOS".- Ya saben ustedes que PAÑAR o APAÑAR tiene el significado de recoger y como dice el refrán , muy adecuado a este caso, "EN TIEMPO DE CAMPAÑA EL QUE APAÑA, APAÑA".

Más caminantes con Llastres al fondo, la parte alta, donde está la iglesia, cerca de la carretera y, a la vez, a los antiguos caminos hacia el vecino pueblo de Lluces, en la rasa costera de su nombre y perteneciente a la misma parroquia. Todos ellos lugares grandemente promocionados al constituir los magníficos escenarios paisajísticos de la popular serie de televisión Doctor Mateo, a que atrajo un creciente número de visitantes a San Martín del Sella, nombre en la serie de este pueblo marinero


El Saltu la Muyer, y la temerosa bajada al paraíso de los oricios por el Pedreru de Piedrallana, entre la Raposera y Los Cueros, si bien existen vedas importantes, también reflejadas, con retranca, por José Antonio Fidalgo:
" En Asturias, de momento, está prohibida la captura de oricios ("Manín, los arancinos están vedados" , que dirían en Llastres). Así que los que se ofrezcan serán "de donde sean" o , como decimos en Colunga "de perendi, diyuri, p´allá"

Cuenta la leyenda que una mujer, que se precipitó desde lo alto, dio nombre al lugar. Sin embargo es común llamar salto a lugares elevados y verticales en general, como por ejemplo la pared de los embalses y presas grandes o a las vertientes de algunas montañas, no solo a la acción de saltar


Además, señala Josefina Pis Sánchez en su estudio sobre la toponimia de la parroquia de la Duz, existió un pedreru, llamado El Pozu, donde antiguamente era costumbre se bañasen las mujeres. En días con la mar bella se entiende, más calmada que este, por supuesto. Ahí está la piedra, llana, que da nombre al pedral 


Luego de una corta bajada volvemos a subir por estas veredas llenas de helechos, con los que antaño se hacía la cama en los cestos del pescado, para llevarlo al pueblo


Esta explanada es el Merederu del Santu la Muyer en la Ruta de los Misterios del Mar"que une la Playa de la Isla con el pueblo de Güerres",  o al menos así figura en la página de Turismo de Colunga


Página que, seguidamente continúa afirmando: "Es un sitio perfecto para tomar un descanso y dejarse maravillar contemplando la costa acantilada y el mar Cantábrico"


Y eso es lo que vamos a hacer, "dejarnos maravillar", aunque en honor a la verdad prácticamente no hemos hecho otra cosa desde que salimos del albergue y comenzamos a caminar por esta ruta espectacular


Al oeste seguimos viendo La Villeda, donde cuenta la tradición, común a tantas áreas arqueológicas, que había una Llosa de oro en el lugar de La Llosa la piedra, y unas cuevas subterráneas que llegaban, debajo del río de Colunga, al otro lado del valle, a San Telmo. Aurelio de Llano comparó los restos que halló con los del Picu'l Castru, en Caravia


En los acantilados de La Villeda reconocemos bien las puntas de El Penote y, seguidamente, El Marraxín, esta segunda cerrando la concha de la Playa la Griega, dando, al otro lado, vista a Llastres, de llastra, piedra lisa y grande, abundante en sus cantiles y pedreros, donde hay otros topónimos similares con ella relacionados


Al oeste, toda la línea de montañas desde la Sierra del Fitu al mar, hasta La Punta los Carreros, en Vega


Estas playas grandes de arena clara, fina y tostada, a veces casi blanca, se reconocen muy bien en la distancia


Desde las cumbres gemelas de Bustronci y La Gobia, la Sierra del Fitu va desparramándose, literalmente, sobre el Cantábrico


Justo delante de la Sierra, en el interior de Caravia, las estribaciones referidas, desgajadas de ella y de la que está separadas por collados del Picu la Forquita, El Picu'l Castru y Peñablanca


No se llega a ver ya La Isla, salvo algún tejado, como el de la Casa la Quintana, pero sí un poco de la Playa la Espasa (en medio de la foto), así como porciones de las de El Visu y Moracéi (a la izquierda)


El Picu'l Castru, con cuyos materiales comparó su similitud Aurelio de Llano los que él mismo hallaría en La Villeda. También aquí conoció las leyendas de sus tesoros:
«En el monte de Caravia está la fuente del Alisu , en la cual hay princesas encantadas por un Cuélebre . Este, la manana de San Juan, enróscase y duerme ; entonces, las encantadas salen y suben al pico del Castro a limpiar la cadena de oro que le rodea . Y al bajar, cogen flores de cotolla y danzan en el campo de la Llana. 
Si durante el sueño del Cuélebre pasa por allí una persona, las princesas se acercan a ella y le dicen 
— Toma nuestra riqueza y danos tu pobreza . 
Si en aquel momento tira una medalla en la fuente o les entrega a ellas un objeto bendito, quedan desencantadas. Pero si no hace esto, al salir el sol, despierta el Cuélebre y las princesas vuelven a su encantamiento.» 
«El año 1917, estando yo haciendo excavaciones científicas en el picu’l Castru, concejo de Caravia, varios caravienes, al ver las alhajas de bronce que saqué, me dijeron: 
-«No excave Ud. aquí; es al otro lado; es al medio día donde da la Gaceta la puerta de entrada a un palacio subterráneo; en él dejaron los moros una cadena de oro que rodea este pico».

Bajo Los Duesos, el núcleo de La Espasa, o El Visu, sobre las playas. Donde antaño sólo había una casa se construyó toda una villa turística de viviendas unifamiliares con terreno, casi todas segundas residencias o casas vacacionales


También se construyó mucho en Los Duesos, tanto es así, que en 2016 el Ayuntamiento de Caravia publicó un nuevo callejero, poniéndoles nombre a las calles y  número a las casas, por primera vez en su historia


Reanudamos la marcha, admirando los acantilados de Güerres, La Villeda, el Cabu  Llastres y, más allá de La Villeda y a su izquierda, la zona del Monte la Salú y Rasa de San Telmo, entre las parroquias de Llastres y de Sales, encima de la villa de Colunga y al oeste de esta parroquia de San Xuan de la Duz


El camino, aquí especialmente bien trillado y definido, serpentea en un sube y baja


Todo este gran paredón marino sigue siendo conocido como La Golpeyera y Les Golpeyeres. Hay un prado citado en 1448 como "ero de la Golpellera". Otros son Los Fierrones, encima de Los Cueros, y el de La Miñota, los dos "mirando para la mar"


En La Villeda está el monte La Boronada, del que una leyenda dice se llama así por un gran saco de fariña, pan de maíz para hacer pan o borona, que le fiaron al dueño y que, como después no pudo pagarlo, los fiadores se quedaron con el monte. Sin embargo puede que tenga más que ver con borronada: palabra de la que nos dice Julio Concepción:
"zona del monte sobre los poblados que se acotaban por unos años para sembrar: se rozaba la maleza mayor, se dejaba secar, se ponía en borrones, se tapaba con tapinos, y se quemaba hasta convertir la broza en ceniza. 
A la hora de roturar la tierra, se esparcían las cenizas, se mayaban los terrones, y se procedía a sembrar sin más abonos: era el sistema generalizado entre las familias más necesitadas, las que no tenían herencias ni posesiones suficientes para alimentar a proles numerosas, El sistema llegó hasta los años cincuenta en muchos pueblos asturianos"

En estas borronadas fue además donde se empezaron a plantar las primeras patatas que, si bien traídas tiempo atrás de América, se tardó bastante en apreciarlas para consumo humano dadas las supersticiones en torno a ella, que hubieron de ser combatidas por los ilustrados del siglo XVIII y hasta los papas. Esto coincide con el patata de les patates del Castru en el Castru del Foyu a las que nos referíamos antes. Leemos al respecto en la Gran Enciclopedia Asturiana (Edición de 1970, voz patata, tomo 11) que, citando la obra de 1899 Manual de agricultura práctica de J. González Llana, dice:
"El cultivo de la patata es relativamente reciente, recordando algunos autores cómo "allá por el año de 1817 se leía en los días festivos, al salir de misa mayor, una real orden por la que el gobierno recomendaba a las autoridades locales lo mismo que a los párrocos, aconsejasen la propagación y el cultivo de la patata, como uno de los más beneficiosos productos de la tierra, y que al mismo tiempo hicieran desaparecer con sus consejos las infundadas prevenciones que contra él existían (...).Las primeras producciones que se obtuvieron cuando dio principio el cultivo, eran de una abundancia admirable, y se cosechaban en los montes y terrenos de bravo llamados borronadas. Allí los menesterosos y escasos de tierras, hacían en los comunes de los pueblos sus cultivos, valiéndose para ello como abono de la mucha cantidad de cenizas que les producía la quema del césped con el alto brezo que tenía. Estas cenizas, llamadas borras se extendían por la superficie con la igualdad posible, después de lo cual tenía lugar  de la patata con tajadas de tubérculos más o  menos grandes, cubriéndolas con una labor de arado si la tierra se prestaba bien a recibirla, y en caso contrario, por medio de la azada que solía ser lo más frecuente. Sin más operaciones que un simple sallo dado a su tiempo para matar los helechos y algún brote de aliaga si salía a la superficie, y rodeando de tierra a la planta, se esperaba ala cosechas que era siempre segura y abundante, por más que los terrenos se hallasen a una altura en donde las nieblas suelen permanecer mucho tiempo"

Por aquí abajo se sucede hacia La Villeda se sucede la línea de los célebres acantilados de Güerres, con sus pedreros y angostas bajadas: Los Cueros, La Pasada Santos, La Piedra'l Corredor, La Piedra la Salmoria, con su paso cantil abajo y gran cueva; La Calada la Güelga, donde se pescan, o pescaban, buenos congrios; Los Cueros... y así, hasta llegar a los que están bajo La Villeda, que ya hemos mencionado antes


Según avanzamos, va desapareciendo Llastres a nuestra vista, quedándonos cada vez más oculto detrás del acantilado de Marraxín en La Villeda. De su secular rivalidad con la capital del concejo leemos en Buscólu. Comunidad de noticias del Oriente de Asturias:
"De todos es conocido que pueblo y villa sostuvieron, hasta no hace mucho, una tradicional rivalidad, de la que aún permanecen algunos destellos reflejados en bromas e ironías populares, de marcado carácter local, pero que en el siglo pasado y la primera mitad del presente fueron causa de lamentables desgracias. 
De aquella enemistad es muestra este cantar de los de Colunga:

“Vale más una morena de
la villa de Colunga
que una tripera de Llastres
con toda la su hermosura.” 

A lo que respondían los de Lastres con este otro:

“ Vale más un marinero
con los zapatos de lona
que veinticinco aldeanos
con la montera picona.”

 Cuando en 1.758 visita el concejo D. Juan Manrique de Lara, obispo de Oviedo y Colunga y Lastres se disputan el honor que sólo en una de sus iglesias administre el prelado el santo sacramento de la confirmación, se canta en Colunga en los festejos organizados en su honor:

“Don Juan Manrique de Lara,
primo del Conde de Luna
aunque rabien los de Lastres
ha confirmar en Colunga.”

Pero como el obispo fuera a Lastres no se le perdona tamaño desaire y a su regreso a Colunga, le saludan de esta manera:

“Ilustrísimo señor,
¿cómo le fue por el puerto?
Estábamos esperando
cuando tocaban a muerto.”



Llastres se oculta pero, casi al mismo tiempo, Güerres aparece, más cerca y más sur, el pueblo más grande de San Xuan de la Duz, en una ladera casi llana al sureste de La Villeda

 
Aparece en la diplomática medieval transcrito como como Orres Cuerres (1305), Vuerres (1329), Huerres (1330), Huerres y Guerres (1390), Güerres (1403), Buerres, etc. Se piensa puede estar relacionado con les borres o borronaes antes descritas, del latín (com)burere, quemar; o con horreum, granero


Vemos parte de sus barrios, en uno de ellos, La Torre, se conservaban partes de un torreón que llegó a conocer Braulio Vigón, una portada de arco de medio punto y unas ménsulas y al que se refiere también el profesor J. Luis Avello Álvarez en Las torres señoriales de la baja Edad Media asturiana


Nosotros entraremos en Güeres por el de La Peruyal, a la derecha de la foto. Sus frutales delatan el topónimo, pues sería lugar de peruyales, perales silvestres (Pyrus pyraster), muy apreciado, pues con sus frutos se hacía la antaño célebre sidra de peruyes


El mismo paisaje al principio de la primavera. En el centro de Güerres está La Estadía, un topónimo que nos recuerda muy llamativamente al statione romano propuestos comoetimología de Sábada, en Llastres, pues la expresión "tar d'estadía" es, literalmente, estar un barco atracado en el muelle. Sin duda constituye un símil, como lugar de "estar", muy dado para una plaza, pues recordemos además que, según Fidalgo, Güerres  fue lugar poblado antes que lo fuera la villa capital del concejo, que es Colunga.-"


Los llanísimos prados que se extienden hacia el mar, así como el monte La Villeda, hubieron de ser importante fuente de recursos para sus pobladores desde muy antiguo. Gran parte de sus topónimos, como el de La Boronada, por ejemplo, La Peruyal o el del mismo pueblo, hacen referencia a los usos agropecuarios tradicionales para su aprovechamiento, lo que acompañarían con la pesca y el marisqueo en sus batidos pedreros


Y es que, el buen oleaje, siempre dio renombre a los cantiles y pedrales que es por él azotado, gran criadero natural de moluscos, crustáceos y pesca en general, normalmente de caña o nansa, dando que, a no ser que alguien dispusiese de lancha en la Playa la Griega lo más cerca, en principio no parece este tramo de costa nada amigable como varadero


Si bien prácticamente todas las guías del Camino de Santiago del Norte informan del ramal desde el Camín Real a La Isla para alojarse en su albergue, pocas le dedican ni siquiera una frase a los caminos alternativos para continuar de La Isla a Colunga sin tener que dar marcha atrás, este es uno de ellos, del que los peregrinos suelen muchas veces enterarse sobre la marcha, en el albergue


Otra posibilidad, como hemos dicho, es tomar el antiguo camino de La Isla a Colunga desde La Colonia, La Caleya, que a partir del Cuetu les Cabañes se va bifurcando en varias opciones, las principales las de La Caleyona y El Camín del Bosque, hacia la Casa de Loja y Trespandu, o el Camín de La Llana, este hacia Güerres. Luego, por Los Llanos, también tenemos diferentes opciones para entrar en Colunga, confluyendo todas en el centro urbano, en El Cruce o sus inmediaciones, enfrente de la iglesia de San Cristóbal


A esas opciones, que son incluso más cortas y llanas, les dedicamos las oportuna entradas de blog, pues también son opciones interesantes dentro del punto de vista paisajístico e histórico, pues se trata de vías de comunicación antiguas y anteriores a la misma carretera


No obstante, esta de los acantilados de Güerres, si bien es una ruta senderista basada en una antigua senda de servicio a las fincas y a las bajadas a estos pedreros marisqueros, es posiblemente la que tanga mayor aceptación con este paisaje sublime


Los peregrinos que optasen por ir directamente a Llastres y su hospicio de romeros podrían hacerlo, recalcamos, por los caminos de La Villeda, cosa que sigue siendo factible, pues están señalizados como rutas senderistas, al igual que todo este camino de los acantilados, si bien suelen acabar en la Playa la Griega, desde donde, en buenas bajamares pueden pasar a la Playa l'Estilleru y de allí entrar en Llastres (por la carretera). El antiguo camino jacobita llastrín, no reconocido oficialmente con la señalización pertinente, se dirigía a Villaviciosa por Lluces y La Venta'l Probe, aunque también hay preciosas sendas desde Lluces por La Busta y Santa Mera hacia Seloriu y Carda, para ir hacia La Villa, capital de Villaviciosa, si bien antiguamente un servicio de barquerías permitía cruzar la ría por su bocana, de Misiegu a El Puntal. Los peregrinos de antaño, si escogían esta opción, podrían continuar por el Camín Real de les Mariñes hacia Gijón/Xixón


Quien fuese por los caminos de La Villeda pasaría al lado de los fosos del antiguo castro, cuyas piedras, como era habitual, se emplearon como murias para cerrar fincas y otros usos; asimismo apagaría su sed en la desaparecida Fuente'l Castru, o en las de El Carote y La Pingueta, antes de que fuese todo tragado por los ocalitos


Nosotros, como hemos dicho, iremos a Güerres para tomar el camino de Colunga por El Foyu, y nos separaremos de la costa en dirección suroeste, ganando Villaviciosa por La Llera Priesca, desde donde veremos su ría. Ya no nos aproximaremos de nuevo a la costa hasta llegar a la gijonesa playa de San Lorenzo, si elegimos ese ramal; o hasta la Ría de Avilés, si elegimos la vía ovetense en la famosa bifurcación de Casquita, donde se separan ambos caminos y luego, desde la catedral de San Salvador, tomamos el camino al litoral por la ladera del Naranco hacia Llanera y el corverano valle de Solís


Los Tenreros o El Tenreru, el 1448 "los eros del Tenrero": una gran llanura se extiende desde los acantilados al pueblo, ahora pastos y maizales pero que antaño también fueron tierras de labor "lantados e corrales de Santianes de Guerres", se lee en un documento de 1390


En tiempos estuvo también en Güerres el desaparecido Güertu los Olivos, un cultivo que desapareció de Asturias pero del que quedan huellas en su toponimia. No se saben las razones, pero tal vez se estimó que era mejor dedicar sus terrenos a cultivos más rentables y suministrarse de aceite por el que traían los arrieros o el que llegaba a los puertos desde Andalucía. También, el aceite tradicionalmente empleado era no el del olivo sino el de la grasa de las ballenas, que llegó a exportarse


En torno a Güerres, hay prados como el de Llames, que indican en su nombre lo fácilmente que llegaban a ser inundados por las lluvias y a quedar enllamuergaos, esto es, hechos un lodazal. Otros, como el Prau les Ánimes, revelan que con su hierba se pagaban misas de difuntos


Sin duda, una parada a recomendar es Bar Caleya, el chigre-tienda, o neochigre, como le dice el escritor Pablo Antón Marín Estrada en Pegados a la Tierra (diario El Comercio), de Sonia Toyos, gijonesa criada en Alemania que regresó a su tierra para montar un encantador negocio de hostelería con terrazas ante la misma plaza de La Estadía, por donde pasaremos


En La Villeda estuvo La Cabana Antón, que también desapareció pero da nombre uno de sus prados no plantado aún de ocalitos. Memoria de sus antiguos cultivos son topónimos de otros, tales como Les Prunalines (Prunus cerasifera), o los numerosos de llosa (tierras de labor cercadas) y sus derivados: La Llosa'l Llaniscu, La Llosa La Llera (llera, prado llano con pedregal), El Llosón, La Llosica,etc. Llama la atención el de La Teyera, de donde posiblemente se extraía barro para hacer tejas y ladrillos


Lo mismo que ahora los ocalitos llegan incluso a las faldas más suaves del acantilado, estas debieron ser antes también tierra de labor. Mismamente sobre el mar está el lugar llamado Los Güertos, una roza, esto es, maleza empleada para mullir o estrar, hacer la cama del ganado en la cuadra, que en tiempos debió ser eso, huertos


El puerto de Llastres, su gran dique. Cuando se inauguró en 1875 tuvo un cierto repunte como puerto comercial, pero por entonces ya se perfilaban los puertos avilesino y gijonés (El Musel) como los grandes de Asturias. No obstante y como sucedió con el cercano muelle riosellano, esta actividad se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX gracias a las minas de espato flúor, carbón y otras, en el caso concreto de Llastres, las de Carrandi, como bien explica Rebeca Menéndez Marino:
"Inaugurado el fondeadero en 1875, el comercio local experimentó un tímido repunte, siendo éste el momento en el que, a instancia de varios comerciantes e industriales del puerto de Lastres, fue establecida una Aduana de tercera clase “[…] para el comercio de cabotaje y para exportar los frutos y productos del país”, comprometiéndose los solicitantes a sufragar los gastos de instalación y mantenimiento. 

Sin embargo, y a pesar de este empeño tenaz por resucitar el puerto, el tráfico de mercancías fue decreciendo paulatinamente con el paso de los años, hasta extinguirse casi por completo durante la primera mitad del siglo XX. (...)

Desde la segunda mitad del siglo XIX, al calor de la explotación de las minas del concejo, destacando entre ellas los yacimientos de antracita de La Riera y Carrandi, ambas propiedad del industrial Braulio Vigón, y del beneficio de las minas de espato flúor del vecino concejo de Caravia, el puerto de Lastres empezó a atraer flujos mineraleros. Éstos, aunque muy discretos, sobre todo en comparación con los grandes puertos carboneros asturianos, como San Esteban de Pravia, Avilés o Gijón, recuperaron en cierta medida la actividad mercante de la villa, abriendo una vía inexplorada hasta el momento, el tráfico minero. A tal efecto fue habilitado, por Real Orden de 2 de marzo de 192625, el pantalán de hormigón que hoy día aún puede contemplarse en medio de la bahía frente al barrio de San Antonio. El mineral, trasportado por carretas hasta las proximidades de Lastres, era enviado al pantalán por medio de funiculares, cuyos restos perviven escondidos entre la maleza, desde donde era embarcado con destino a distintos puntos del norte del país, especialmente al País Vasco. 

Pero, si bien el comercio y la minería diversificaron tímidamente la economía lastrina de finales del siglo XIX, la pesca y la conserva fueron, sin lugar a dudas, los sectores dominantes, hasta el punto de llegar a monopolizar ya desde el siglo pasado toda la actividad de esta villa marinera. Sin embargo, y a la inversa de lo acontecido en otros puertos del Cantábrico, en Lastres la pesca y la conserva no fueron las encargadas de espolear el desarrollo de las infraestructuras portuarias, sino que, por el contrario, fueron las sucesivas ampliaciones y reformas del fondeadero las que actuaron como acicate del crecimiento económico"

En este zigzag, libre de felechos, podemos admirar el gran salto del cantil y los prados de La Chavida y El Chavidón, enfrente, camino de Güerres, ya mencionados en 1329 como "la Chanvida" en la documentación del monasterio de San Pelayo (frente al que pasaremos si elegimos ir desde Casquita por el camino a la capital asturiana): "la metad de otra faça que yace en la Chanvida"


El mar, a nuestros pies: se ve el rocoso suelo marino, que queda al descubierto en bajamares


Vista atrás hacia La Raposera y el campo del merendero del Saltu la Muyer. Abajo los pedreros de Los Cueros, Piedrallana, La Piedra'l Corredor y La Pasada Santos (pasada, puesta de pesca)


Magnífica vista hacia Vega y La Punta los Carreteros, monte La Mortera. Desde la bajada al pueblo veíamos en toda su longitud El Cabu Llastres, como decían los marinos llastrinos El Cau


Aquí el mar deja ver alguna de estas caladas o lugares afayadizos para la pesca y el buen mariscar. En la página de Turismo de Colunga leemos así:
"Colunga te ofrece una rica costa en la que practicar la pesca deportiva: marisqueo en pedreros, pesca a caña desde costa o con poteras y anzuelos desde embarcación.(...) Recuerda que para practicar la pesca deportiva debes contar con licencia en vigor y conocer y cumplir la normativa de especies y vedas. Más información: www.asturias.es"

Antaño solían mariscar casi únicamente las mujeres, siendo especialmente famosa en este arte, allá por mediados del siglo XIX, Concha Villa, La Pelaya, que, casada con un guardia civil, fue a vivir a Ribadesella/Ribeseya, y más tarde a Llanes, lugares donde siguió mariscando. Su hijo, Pedro Pérez Villa, Pedro el Sordu, sí fue mariscador, heredando el oficio de su madre. A él le dedica un buen artículo biográfico Higinio del Río, director de la Casa de Cultura de Llanes, del que extraemos esta parte en la que habla de su madre Concha:
"Pedro había nacido en Ribadesella, pero le trajeron en pañales a Llanes, adonde vino destinado su padre, un guardia civil colungués. La madre, Concha Villa, también natural de Colunga, era conocida como “la Pelaya”. Corría el año 1877 cuando el matrimonio se trasladó a vivir a la villa llanisca con su hijo. El alcalde de Llanes era Román Romano Mijares y el cuartel se levantaba junto a unos prados, en el solar que ahora ocupan las viviendas sociales de los marineros en el Barriu. De “la Pelaya” heredó Pedro la afición a pescar. En aquella época, en la zona de Colunga y Lastres solían mariscar las mujeres. Tanto en La Isla, primero, como en el Faro, Toró y Portiellu, después, “la Pelaya” destacó como pescadora de roca. Empedernida fumadora, que liaba el tabaco en hojas de maíz, llevaba con ella a su primogénito, cuando éste tenía diez o doce años, y siguiendo el ciclo de la vida, Pedro haría lo mismo años después con su hija mayor, María."

En Güerres, además del Festival del Oricio (sobre febrero o marzo), celebran, coincidiendo con sus fiestas del Rosario (septiembre-octubre) el concurso de sidra casero, concurso de escanciadores de sidra, Festival de Les Llámpares (lapas) y, por si aún hubiese hambre hambre, Festival de los Tortos (torta pequeña de maíz), huevos y picadillo. La Estadía es el lugar donde se instalan la carpa y el escenario


El cronista José Antonio Fidalgo en su Marisquín de los miércoles, recuerda, ligeramente alterado por él, un poema al respecto, de Manuel Romero en su Bestiario de los fogones:
«Ya están todos en capilla
sin cáscaras ni cabezas;
a su lado las fierezas
del ajo y de la guindilla.

En la cazuela de arcilla
borbotea un cuchicheo
que termina ,¡ anda jaleo!
en boda de contrincantes…

¡Estos mariscos picantes
son las larvas del cabreo!

La Villeda es también como un faro que nos guía en nuestro camino a Güerres. Entren los años 2004 y 2014 otro arqueólogo, A. Fanjul Peraza, reconoce el castro y lo describe como de forma ovalada, defendido en la vertiente septentrional por "dos extensos fosos que, pese a no ser muy profundos, cortan el acceso al poblado"


Anteriormente, en 1992, la ya citada arqueóloga Gema Adán Álvarez lo definió como una acrópolis de forma ovala en su parte más alta, rodeada por "una plataforma a la que circundan dos taludes de dimensiones muy respetables y un foso al Este". Manifiesta además que la altura de los citados taludes varía entre los tres metros y los siete u ocho, en el más inferior; y entre ocho y diez en el superior


Ahora, en esta vereda del acantilado, vemos crece una espesa vegetación sobre este lado del camino y se extiende ladera abajo por su pared rocosa


Los campos llanos, de Chavida, se extienden hasta Güerres, más allá, al este de la población, son los de La Manzanilla, llamados así por crecer en ellos abundantemente esta apreciada planta. Se alargan estos estos hasta El Sangreru y La Moría, en La Isla'l Moral


Por ahí está también La Iría de Morís, con dos sumideros, mencionada ya en 1448, "heredat que dicen de Moris" y posteriormente también "Valle de Morís""Hería de Moriz" y "Ería de Morís"
El monasterio de Santa María de Villamayor en Piloña, el ovetense de San Pelayo y la propia mitra catedralicia de San Salvador tenían bienes e intereses en Colunga y de ahí que c varas veces en la documentación de los mismos


Por ahí van los caminos históricos de La Isla a Colunga, el Camín del Bosque, El Camín de La Llana y La Caleyona, por la zona de Casa de Loja, Trespandu y El Foyu, a los que también dedicamos su entrada de blog


A la derecha el citado barrio de La Torre, donde los vecinos han recuperado la capilla de Santa Catalina, de la que había constancia escrita desde 1590 y había quedado abandonada ya al menos en la posguerra. En 1857 se le había añadido un cabildo para que hiciese de escuela. Desde que en 2012 el vecindario empezó a organizarse, hasta que el nuevo templo se  inauguró, en agosto de 2022, pasó toda una década hasta lograr conseguirlo


Más allá está El Campu la Venta, un topónimo que hace pensar perteneció a alguna antigua venta caminera, así como el prado de El Doblón, entre Güerres y Trespandu, La Fuente la Charca y El Cuetu Xuanín


Bajo la finca de la Casa de Loja está La Espinadal, que figura en los papeles monacales de San Pelayo en 1448 ya con este nombre ("faça que dicen del Espinadal") y con el de Espinedal ("la faça que dizen del Espinedal fondera)


Casa de Loja está lo alto de una loma entre el Camín del Boque y, al otro lado, la carretera N-632. Su finca ocupa una gran extensión y, aunque radicada en la parroquia de San Xuan de la Duz, parte de sus prados están en la de La Isla


En la carretera estuvo el antaño célebre Llagar de Loja, o Venta de Loja, frente a Covián (La Isla), que según los informantes de Inaciu Hevia Llavona, repartían sidra por todos lo pueblos cercanos en "carrinos de caballos pequeños" que, por la descripción, podrían ser los famosos ponis asturcones


Parece ser que la sidra que se hacía en el Llagar de Loja no era muy buena, dicen estos mismos informantes. Sin embargo era barata y por esto tenía gran aceptación. Llavona recoge la frase de un vecino del cercano pueblo de Güeñu, Alejandro del Valle, al serle preguntado que porqué iba allá a tomar, respondía: "Porque la perra quita'l taste" (porque el dinero que valía, la perra, quitaba el sabor)


Aunque en su fachada norte, la menos galana, ahora sí vemos más de los edificios principales: el de la derecha, de plata rectangular, es la cuadra y caballerizas de la casa antigua, y como ella del siglo XVII. Dicha casa la veremos desde La Estadía, en Güerres, pues desde aquí permanece oculta


El de la izquierda es la mansión modernista, de principios del siglo XX. A lo lejos El Cuetu Argüeri (411 m), sobre el valle del Ríu Lliberdón


Unas palmeras parecen marcar impronta indiana. Reconocemos también  cuadras, henares y, en medio, un hórreo


Ahí está el Altu La Llama, el paso natural al valle del Piloña  al oeste del Puertu Sueve. Es el enlace y paso entre el valle de Lliberdón y el de Borines, río este afluente del Piloña


En la subida el Altu la Llama al Sueve está La Mayá d' Espineres (majada de Espineres), donde todos los años se celebra la Fiesta del Asturcón, con el marcaje de los potros


"La química del paisaje infinito", así definía el corresponsal de La Nueva España España, Eduardo García, a Colunga, con motivo de una entrevista al gran José Antonio Fidalgo publicada el 25-12-2017, en la que este recordaba sus visitas a estos pedreros y a los de la Playa la Griega desde San Xuan de la Duz, la cabeza de la parroquia, un poco más allá de Güerres:
"Veníamos a coger bígaros, llámpares y lo que cuadrara. Había muchos xarrianos y xulies. Y lubinas, a vara, claro. Había cangrejos que eran como andariques, coloraos, buenísimos"

"La costa de Asturias es una línea abierta al mar", diría también José Antonio Fidalgo en otra entrevista, esta en agosto de 2006 para Fusion.com, en la que añadiría
"Colunga es un concejo de tamaño mediano que tiene la gran ventaja de comprender, en una distancia muy corta, unos cinco kilómetros en línea recta de la línea de costa, lo que es la playa y la montaña. El paisaje de montaña está representado por la sierra del Sueve y su Pico Pienzu de 1.159 metros. Este doble paisaje de arena y agua por un lado, y por otro de piedra y arbolado, ofrece al visitante todas las posibilidades de naturaleza que pueda buscar"

En ese año publica Fidalgo el artículo El Folclrore del mar, el cual recuperamos de la página de noticas Buscólu y de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, del cual sacamos estos retazos:
"... en Asturias la línea de tierra se enfrenta directamente con la línea de mar. Es una lucha casi constante entre la piedra y el agua, entre el acantilado y el oleaje. Entre la vida en la casa y el trabajo en la mar.

Y allá al fondo, la línea de horizonte; ésa que señala límites u destino de aventura y promesa de riqueza. Y hasta vivencias fantasmagóricas y mágicas.

Así, en esta estampa de luces de atardecer, puede entenderse la respuesta que un marinero dio a quien le preguntaba sobre el “más allá del horizonte”.

“!Ay, manín, más allá tan…. los herejes!”

Respuesta en cierto modo acorde con aquella definición de límites geográficos para Asturias:

“Limita al Norte con la Inglaterra, la mar por medio”

"Y allá al fondo, la línea de horizonte; esa que señala límites o destino de aventura y promesa de riqueza. Y hasta vivencias fantasmagórica y mágicas", continúa así el artículo. Y en otro, publicado en su página Les Histories de Fidalgo, cuenta que son los días más fríos del invierno los más adecuados para recoger o "pañar" oricios, ¡pero ojo, hay veda!:
"... estos días tan fríos de invierno eran los ideales «pa ir a oricios al pedreru» (en Colunga, ARCINOS ; en Llastres, ARANCINOS ; en Carreño , ALEZNES ; y para los científicos, Paracentrotus lividus ).- Actualmente en Asturias hay que olvidarse de esta «aventura» porque nuestro Gobierno Autonómico tiene vedada la pesca (mejor, «pañada») de este sabroso equinodermo, hoy manjar de lujo.-

¡Vaya!. Que si queremos disfrutar de ORICIOS hay que «apuntase a la importación» de ejemplares procedentes de «perendi p´allá», siendo Galicia el proveedor más cercano"

Ya que no podremos, aún con carnet de mariscador, "baxar a oricios", como se suele decir, tocará, en su temporada, comerlos en Güerres, bien en su festival, o bien si los tienen ese día, en el bar, o cuando lleguemos a Colunga


No es mala idea tampoco, que algún peregrino espléndido, los prepare en el albergue, pero luego, tanto él como sus compañeros, han de tener sumo cuidado para no llenarlo todo de pinchos, pues una vez cocidos sus púas se caen con facilidad. Continúa por eso Fidalgo diciendo:
"Y , ¿cómo se comen y preparan los ORICIOS?

Pues yo les daría , aquí y ahora, tres opciones:

1.- AL NATURAL ; es decir, crudos. Para ello se abren en dos mitades (basta meterles un cuchillo por la zona anal y haciendo presión , abren facilmente) , después , «rebañando col deu » , se seleccionan los corales (les «huévares) y … a comer con pan y acompañar con sidra.

2.- COCIDOS.- Basta cocerlos en agua con un poco de sal , abrirlos y seleccionar «les huévares» . Yo aconsejo hacerlo en el microondas siguiendo este método : Se colocan en un plato con la parte bucal hacia arriba y , en el microondas a máxima potencia, cocerlos durante 2 minutos. Como mantienen sus jugos naturales , están «de llamar la atención».

E igual que antes, con pan y sidra.

3.- GRATINADOS .- Este es «invento de modernidad» y , no quisiera equivocarme, fruto de la profesionalidad del extraordinario cocinero , ya fallecido, mi gran amigo FERNANDO MARTÍN, «el de Trascorrales». El me dio la receta , que yo modifiqué a mi manera bien aconsejado por Victor Bango, otro gran amigo y afamado cocinero en el «Gijón de toda la vida».-

Así los preparamos en CASA PRUDO.-

.- Seleccionamos «les huévares» de los oricios crudos y muy frescos, que luego salteamos en una mezcla de aceite de oliva y mantequilla al 50 % y aromatizamos con un toque de vermut .

Ahora que lo conozco , les aconsejo el que tienen en LA LLOSA, restaurante de Oles (Villaviciosa) .-Reservamos.

.- Aparte, según costumbre, hacemos un pisto con cebolla, ajo (poco) , pimiento y tomate. Mezclamos con «les huévares» salteadas.

.- Con esta mezcla rellenamos los «caparazones» (en realidad, medios caparazones) de oricios o , en otra opción, conchas de vieira , cubrimos con una capa de bechamel y gratinamos en horno hasta dorar ligeramente."
Foto de Les Histories de Fidalgo

Atentos también a algunas de sus virtudes y efectos en el cuerpo humano, que no se le olvida a José Antonio Fidalgo contar algo de ellos:
"¡Oiga, una duda! !.- ¿Es verdad que son afrodisíacos ?
¡Demonios! No me hagan esas preguntas porque, ustedes lo saben, yo soy un obseso sexual consecuencia de la dictadura franquista y , claro , "veo verdusconadas" donde sólo hay frases inocentes. 
Así que responderé citando una copla que "aprendí de un mayor" , que es cosa que nos sucedió a todos. 
Dice así : 
"Hay oricios en la tierra ; 
hay oricios en la mar ; 
y hay oricios en la cama. 
¿Con cuál te quieres quedar ?"

Otra magnífica vista al este hacia La Raposera y Los Cueros desde el camino, que como alguien ha dicho, es "un paseo precioso, por el borde intacto de los acantilados, con el Monte Sueve siempre dominando la vista la sur, y el mar ocupando toda la vista al norte". Puede decirse que es la de Colunga una costa acantilada salvo en las desembocadura de los ríos, donde se forman buenas playas: el de La Espasa, frontera con Caravia, con la playa de igual nombre, y El Barrigón, a continuación; La Isla, desembocadura del Ríu Llames (hoy subterránea), el Ríu Lliberdón, Rozaya o Colunga, en La Griega, o el Astuera en la Playa l'Estilleru. Incluso Llastres tiene su propia riega, hoy también subterránea, que da sus aguas al mar en la Playa l'Escanu


Llega ahora un trecho recto hasta una sebe que divide unas fincas. Desde La Raposera acá el camino es eminentemente llano


Curva a la izquierda al llegar a estas alambradas. El pastor eléctrico continúa por todo el límite de los prados


Otra barandilla de madera en al filo del cantil: podemos mirar abajo al pasar


La bravura del oleaje un día de verano con algo de marejada. Impresionante debe ser en invierno con olas de varios metros


En estos pedreros de los acantilados de Güerres aparecen además numerosos fósiles, siendo declarados Yacimiento Paleontológico del Jurásico dentro de los Lugares de Interés Geológico (LIG). Leemos en la página del Instituto Geológico y Minero de España:
"... son muy frecuentes los fósiles de invertebrados marinos en la sucesión rítmica de marga/caliza entre los que destacan braquiópodos, bivalvos, belemnites y ammonites; concretamente en base a estos últimos el equipo del Profesor A. Goy de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con el del Museo del Jurásico de Asturias, está llevando a cabo actualmente una bioestratigrafía detallada de la serie marina del Sinemuriense Superior que incluye la más completa representación de ammonites de esta época en toda España. 
En los últimos años se han recuperado además en este sector litoral diversos fósiles de vertebrados, concretamente de ictiosaurios. 
Cabe destacar los niveles de hardgrounds muy bien desarrollados y conservados tanto en superficie como en sección, o los ejemplares de ammonites piritizados, así como un nivel de convoluteds y slumps muy característico que sirve de nivel guía de correlación a lo largo de la cuenca jurásica marina desde Gijón hasta Ribadesella. Destaca asimismo el tránsito de la serie marina del Jurásico Inferior y Medio (Formación Rodiles) a la serie fluvial (Formación Vega) del Jurásico Superior a través de un paleosuelo de tipo caliche muy bien desarrollado 
Este LIG se complementa con el Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), el más visitado de la región y con una peculiar y única forma de huella tridáctila de dinosaurio, que se localiza a escasos kilómetros."

La gran llanada de La Chavida, una planicie intensamente verde que luego, por Los Llanos, llega hasta la misma villa de Colunga. En medio vemos unas naves de ganado, con silos, de una vaquería, que nos sirve de referencia, pues pasaremos muy cerca de ella



Un matu lloreos, mata de laureles, parece otra divisoria de fincas más en estas praderías de La Chavida. De frente vemos y comprobamos que, a la altura de la vaquería, nos aguarda un poco de cuesta, la cual luego bajaremos al otro lado para después subir otra vez, bajar de nuevo y ya tomar el camino de Güerres


Seguimos deleitándonos con este espectáculo de paisaje ante los imponentes paredones de La Villeda, tras de los cuales está la Playa la Griega


En el año 1630 se producía frente a estas costas el trágico naufragio del barco del que era marinero el veneciano Joseph de Misso, que en aquel percance y según la tradición, se encomendó a la Virgen María, cuya imagen llevaba en una medalla


Esta imagen, origen de la advocación en Colunga de Nuestra Señora de Loreto como patrona imagen la cual era réplica de la venerada en la Santa Casa de Loreto donde nació y vivió la Virgen, así como donde recibió el aviso de su maternidad divina por el Arcángel Gabriel y donde vivió con San José y Jesús, casa que se hallaba en Tierra Santa pero que fue llevada a Loreto, Italia, en la baja Edad Media, ante el avance musulmán en el territorio dominado por los cruzados. La casa fue a Italia transportada por iniciativa de la familia Angeli, gobernadores de Épiro y pronto su culto, pues se construyó a su lado un templo, se extendió por toda la cristiandad


Fue el único superviviente de aquel desastre marítimo, siendo acogido en la villa de Colunga y cuidado por los sacerdotes de su iglesia. Posteriormente y en agradecimiento, se quedó en la villa, donde se dedicó a la piadosa vida de hospitalero del hospital de peregrinos de Santa Ana, del que hablaremos cuando el Camino pase por su capilla


Además de ello, en 1633, a decir de la historia, fundaría la capilla de Nuestra Señora de Loreto, a la entrada de la población y por el mismo Camín Real, no muy lejos de La Castañar de Espina, castaño con una imagen de la Virgen que rememora la que se cuenta apareció tras partirlo un rayo, o bien la que colocó el propio náufrago nada más salvarse tras encomendarse a Ella. Otras versiones cuentan que sería allí, bajo la castañal, donde pasó su primera noche tras el naufragio


Aunque las fechas varían y los detalles del relato según las fuentes, hemos de seguir la historia que relata José Antonio Fidalgo sobre el origen de esta veneración colunguesa, pues De Misso fundaría también, junto con la capilla, la "cofradía advocada a su Madonna, que hoy sigue concitando la fe local bajo el cariñoso nombre de La "Romanina". En documentos de época se lee:
"...Joseph de Misso, de nación italiana, de la señoría Venecia, morador y ospitalario en el hospital de la villa de Colunga, principado de Asturias y Obispado de Oviedo, de más de treinta a esta parte fundó y edificó una ermita advocación de NTRA. Sra. De Loreto en el valle y en los términos de Llanos, feligresía de dicha villa de Colunga..."

Se celebra además el Año Santo Lauretano que, como el Año Santo Compostelano, se prolongó un año más a causa de la pandemia del covid-19. Así publicaba la noticia COPE Ribadesella el 2 de julio de 2011:
"Hace dos años el Papa Francisco decretó con su autoridad el que la memoria libre  de la Virgen de Loreto, Patrona de Colunga (Asturias), se inscribiera en el Calendario Romano el día 10 de diciembre. Tras ello se designó el año 2020 como jubilar de Ntra. Sra. de Loreto, determinando los lugares donde se podía ganar la indulgencia plenaria. 
Con motivo de la pandemia, el Santo Padre ha prolongado el Año Santo Lauretano hasta diciembre de 2021. Con esta designación se invistieron varios templos de la cristiandad donde se podía ganar la indulgencia plenaria, un acto por el que se suprimen plenamente los pecados cometidos y confesados hasta ese momento. 
Ante esto desde la Parroquia de Colunga y la Cofradía de Ntra. Sra. de Loreto se realizaron los trámites ante la Santa Sede para que la iglesia parroquial de San Cristóbal el Real, en la capital del concejo, se agregase al Santuario Pontificio de la Casa Madre de Loreto. Esto lleva implícito que la iglesia de San Cristóbal se agrega a los otros lugares de culto donde se puede ganar dicha indulgencia plenaria. 
Objetivo finalmente cumplido, por lo que este año 2021 el día en que se podrá ganar el jubileo en tierras colunguesas será el 4 de julio y durante todos los años el 10 de diciembre. 
De este modo el municipio de Colunga se convertirá este domingo en uno de los lugares más importantes de la región para descubrir lo que se ha venido a denominar Turismo Religioso, y que tiene como base los sentimientos que mueven a millones de personas para desplazarse a diferentes lugares del mundo en los que reafirmar su Fe cristina. Como así ocurre este Año Jacobeo con la ruta de peregrinación a Santiago que también pasa por Colunga. 
Hay que resaltar que la Capilla-Santuario de Loreto de Colunga está ligada al Camino de Santiago como lo demuestra la hornacina en la que está la Virgen de Loreto bajo la concha símbolo del Camino. En el caso que nos ocupa con la peregrinación ante la virgen colunguesa de Loreto para la obtención de su indulgencia y con la que sus fieles estarán un poquito más cerca de las puertas del cielo."

Así es que, en uno de sus reportajes de la serie A un paso del Camín para El Comercio, el escritor Pablo Antón Marín Estrada, dijo que Colunga es "la villa que guarda la memoria de un hospitalero veneciano", una historia por tanto de gran vinculación jacobita, al igual que esta noticia, sobre Llastres, que encontramos en la Xacopedia:
"Otra relación puramente anecdótica de Colunga con el Camino se encontraba en Lastres, antiguo pueblo pesquero que proporcionaba el aceite de ballena necesario para mantener encendidas las lámparas de la catedral de Oviedo."

Rememorando las peregrinaciones marítimas, Llastres fue incluido en la Ruta del Mar del Camino de Santiago, un tipo de peregrinación histórica y también contemplada oficialmente, de la que encontramos esta información en Turismo de Colunga:
"Del mismo modo que se puede recorrer el Camino de Santiago a pie, en bici o a caballo, también se puede hacer por mar, siendo Llastres uno de los tres puertos asturianos en los que obtener y sellar la credencial del peregrino. 

Para obtener navegando la Compostela, diploma que expide la catedral de Santiago y que certifica que se ha realizado el Camino, es necesario completar al menos 100 millas náuticas y presentar una credencial con sellos oficiales de la red de puertos de la red North Marinas, además de recorrer los últimos 10 kilómetros a pie, desde el Monte do Gozo a la catedral.

El Camino de Santiago por mar se puede hacer por libre, pero además cada año se organiza una travesía a vela en grupo para dar a conocer este modo de hacer la peregrinación a Compostela. La travesía parte de La Rochelle (Francia) y en un máximo de 16 etapas, que incluye 22 jornadas y finaliza en el puerto de Padrón (A Coruña).

Incluso si no se dispone de barco propio hay empresas de chárter que ofrecen plazas y hasta plataformas de navegación compartida."


En julio de 2019 ya arribaba al muelle llastrín una importante expedición xacobea de 27 veleros con 120 tripulantes. No obstante, se reivindica también una atención a los caminos terrestres. Así hallamos este artículo, fecha 26-2-2018, firmado por Pardo, en Buscólu:  
"He leído por ahí hace poco algo que supuestamente debiera ser novedoso: El notable proyecto de inclusión del Puerto de Lastres en el Camino de Santiago del Norte…

La noticia en sí, y el enfoque que la prensa le daba, me ha causado pasmo. No sé, es como si el Norte de Castilla publicara en portada a todo color, que el Pisuerga pasa por Valladolid como gran novedad, poco más o menos.
Que en nuestro solar haya catalogado un Camino Jacobeo Oficial, único, sin tener en cuenta los demás ramales y ramificaciones es algo que desde hace mucho responde a la muy manida costumbre ya en este solar de “sostenella” y no “ enmendalla” cuando “alguien” independiente ajeno a pesebres políticos le hace una humilde, sugerencia recomendación, incluso petición o ruego a quien debe hacerlo, o sea a quien tiene nos guste o no competencia para ello …

 El “novedoso” hecho de tratar incluir ahora al Puerto de Lastres en el camino de Santiago, obedece sin duda a intereses turísticos, eso resulta evidente, tan evidente como que uno más entre los varios que llevaban a Compostela Lastres ocupa un lugar harto destacado desde tiempos inmemoriales.

 Y no me estoy refiriendo al relativamente moderno Hospital privado de peregrinos del que hay numerosas referencias y que ahí sigue como si nunca hubiera existido, no, me refiero al antiguo primario, se supone que el de antes de la relativa prosperidad del Puerto del que nos dan noticia los libros parroquiales que contienen como digo, numerosas referencias a fallecimientos e incluso bautizos de hijos de peregrinos que aquí se administraron, que hacen alusión al auxilio y acogida que aunque un tanto anárquica y poco organizada encontraban aquí los peregrinos debido a la desinteresada caridad de sus gentes.

La falta de libros del nuevo Hospital, con sus altas y bajas, nos impide conocer el número de peregrinos que aquí hallaron acogida.

No obstante, como ya les he indicado los Libros de difuntos y de Bautizados de la parroquia, nos permiten saber, aunque sea en pequeña parte, el paso de los que se dirigían a la ciudad del Apóstol o bien regresaban de ella.

Su relación es apasionante, pues los hallamos desde tierras Alsacianas hasta la lejana Corte de Viena, desde Flandes, e incluso de las ciudades de Milán o Nápoles.
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Probablemente el primitivo Hospital estaría ubicado en alguna casa del lugar ya que los vecinos estarían siempre dispuestos a ayudar al prójimo, hasta que se fundase el nuevo para transeúntes y peregrinos cuya ubicación ya hallamos perfectamente documentada.

No, no podemos olvidar nunca esto que sin duda es un legado y una carga espiritual de siglos. Porque Lastres es Camino de Santiago y el Camino es en una parte de Lastres.

Cada vez que recorramos el sector de carretera, antiguo Camino Real, de Colunga, al comienzo de la bajada al Puerto; de aquí a la Iglesia antigua, a la Capilla del Rosario y de San Blas, o a la Iglesia nueva, y desde cualquiera de estos sitios a Luces, Fana, Puente La Llomba, Santa Mera, habremos recorrido parte de la senda que por la costa cantábrica llevó a muchos peregrinos a un lugar de acogida y amparo, a la última despedida de sus compañeros y del mundo los que aquí murieron, y a proseguir su ruta a Compostela o de vuelta a casa los que seguían su marcha…


Empezamos así ya a subir la primera de las tres cuestas que nos aguardan antes de tomar el ramal, al pie de La Villeda, que desde los acantilados se dirige a Güerres, ya muy cerca


No es una cuesta larga, ni demasiado pronunciada, pero el peregrino, cargado con su mochila y seguramente con ya muchos kilómetros a sus espaldas tras bastantes jornadas en el Camino, sin duda estará pensando hacer parada en Güerres antes de proseguir a la villa de Colunga


A la izquierda el prado y a la derecha el matorral. El suelo es muy pedregoso, un afloramiento de la roca madre del cantil, parece


Desde lo alto, otra vista atrás, hacia La Raposera. A lo lejos, de la misma forma que El Cabu Llastres domina la costa hacia el oeste, La Punta los Carreros lo hace hacia el este. Estamos pues, en este largo tramo, en pleno tránsito del oriente hacia el centro de Asturias


Al sur, el pueblo de Güerres también tiene su tradición xacobea relacionada con su capilla restaurada. Según leemos en La Nueva España del 25-11-2018: 
"Los vecinos de Güerres, en Colunga, celebraron ayer la fiesta de Santa Catalina con una misa cantada por el coro de San Roque de Lastres. A la cita acudieron más de medio centenar de personas. Los lugareños aprovecharon para inaugurar el primer tramo recuperado del Camino de Santiago antiguo"

Se trata del camino antiguo de La Isla a Güerres que, pasando muy cerca de dicha capilla, se dirige luego a Colunga por Trespandu y El Foyu. Al fondo, tras las casas, los ocalitos entre Güerres y El Valle, ladera sur de La Villeda, a medio camino entre el pueblo y la iglesia parroquial de San Xuan de la Duz


Desde lo alto, podemos contemplar en la llanura el trazado de los caminos de La Isla a Colunga, por Casa de Loja, Prau la Bárzana, La Chavida, Trespandu. Ese tramo de Camín de Santiago está señalizado, recalcamos, desde el albergue de La Isla con flechas amarillas


Trecho aún más pedregoso casi al final de la cuesta: de frente tenemos la corona de La Villeda y a su izquierda el Monte la Salú o La Guarida (191 m), encima de Poledura, al otro lado del Ríu Rozaya


No es para nada una cuesta difícil no especialmente dura, pero sí forma parte de otro trecho de montaña rusa antes del cruce de La Villeda


A la izquierda, nueva vista de La Chavida, con la explotación ganadera en primer término y al fondo el Puertu Sueve, del que contaba José Antonio Fidalgo a Eduardo García esta anécdota de su juventud para la entrevista:
"Unos amigos me invitaron a subir al Pienzu, era el mes de septiembre, tenía yo 18 años y estaba a punto de comenzar mi carrera universitaria. Yo siempre fui muy andarín, pero de caleya y muy ajeno a las alturas. Era un día de cielo limpio y allí, en la cima, se me presentó una imagen que resumía el concejo. Al Norte, el mar inabarcable; alrededor del picu, los valles, bosques y aldeas. Colunga y Lastres... Todo a la mano, todo a un paso. Era como la historia concentrada de mi tierra en tan sólo un golpe de vista, como un abrazo de piedra y agua"

Un "abrazo de piedra y agua" que es asimismo especialmente palpable también aquí, con esta cantera a un lado y al otro el Cantábrico


Otro gran mirador sobre el pedreru: la admirable hermosura de los acantilados de Güerres hasta La Villeda y puntas de Marraxín El Penote, formidables atalayas pétreas y defensa natural para el antiguo castro


Al fondo, sigue asomando el dique del puerto llastrín, el que sale de la Punta Misiera, con su escollera. De la construcción del nuevo puerto cuenta Rebeca Menéndez Marino:
"El 22 de julio de 1870 fueron adjudicadas en pública subasta las obras de construcción del nuevo muelle de Lastres, para las cuales, según recoge Luis Adaro, fueron empleados los materiales de desecho de fábricas anteriores –mampuestos y sillares regulares de grandes dimensiones–, muchos de ellos fondeados en la dársena causando encalles y accidentes en bajamar. Las obras de ambos muelles, el de tierra y el de mar, fueron desarrolladas simultáneamente, planteándose ya entonces la creación de un malecón que, partiendo del primero, mitigase la resaca dentro de la dársena de atraque"

Y fue dentro de la euforia despertada por el nuevo puerto cuando se planteó la instalación de una Aduana de tercera clase en Llastres, pero sin embargo:
"La secular ambición de levantar en el puerto de Lastres diques amplios y modernos que permitiesen atraer nuevos tráficos y recuperar la prosperidad del pasado, quedó finalmente malograda, habiendo de conformarse los vecinos con un modesto puerto pesquero con capacidad para una flota reducida, y renunciando así a cualquier aspiración a restituir la importancia y el prestigio de los que había gozado tiempo atrás"

Pequeñas rocas picudas en el camino al acabar la subida. Nos metemos seguidamente en otro matorral de separación de fincas


Es un hermoso vericueto entre la vegetación. En todo este recorrido desde La Isla el camino está bien trillado y no ofrece mayor problema seguirlo


Paso a paso vamos acercándonos a la ladera este de La Villeda (izquierda de la foto) donde se bifurcará el camino; uno a la Playa la Griega y otro a Güerres


He aquí otro banco de madera en un pequeño rellano que constituye otra preciosa atalaya frente al mar


Otra vista al este, hacia La Raposera, Sierra del Fitu, y Punta los Carreros, con gran parte de la costa de Caravia y la occidental riosellana entre Vega y Berbes


La Raposera y más allá El Güeyu'l Mar, a lo lejos La Tuerba, L'Atalaya y el Arenal de Morís. A la derecha de nuevo el Picu La Gobia en El Fitu, y a su izquierda el Monte Corquiéu (333 m), glosado por cantantes y poetas, como comentábamos pasando sobre Barréu, camino de Vega 


Más a lo lejos el gran espolón calizo de la Sierra Escapa, con los 900 metros de altitud del Picu Mofrechu  se deja ver entre nieblas y brumas, recordándonos anteriores andanzas por tierras del bajo Sella


Más arriba de la playa se reconoce el verdor de La Rasa de Berbes, donde está el campo de golf


Berbes, con sus casas extendidas en barrios a lo largo del Camino y de la carretera, sobre las antiguas minas de fluorita


Vega y su playa, ante las dunas y el mar, una maravilla de sensaciones


La gran hermosura del paisaje desde los acantilados de Güerres nos hace detenernos a contemplar en todos y cada uno de estos miradores


Pero pronto retornamos al camino, que se adentra en la espesura


Salimos enseguida a otra finca y  ya vemos ante nosotros la penúltima cuesta de esta ruta de los acantilados de Güerres y senda costera de los Misterios del Mar


Una parte muy importante de los 20 kilómetros de costa de Colunga "que se reparten entre acantilados salvajes, playas de arena fina y puertos pesqueros" como leemos en Colunga. Tierra de Sueños, de la revista Fusión


Sobre este peñón rocoso que forma un gran moño vamos iniciando la subida


Encantador sendero, incluso en las cuestas, como esta, toda recta y en continua rampa ascendente


Aquí a la derecha, atención, un argayu. De nuevo la erosión le ha pegado un buen bocado al acantilado


Un buen trozo de tierra y piedra se ha desplomado pared, formando un buen despeñadero. Lo contemplamos con suma precaución


Abajo, el mar agitado bate contra las rocas. En otro de sus artículos dedicados al mar de Colunga, José Antonio Fidalgo trae a colación la poesía del asturiano Benjamín Mateo:
Dejad a la ola sola
que quiere a solas jugar!
¡Que calle la caracola
y que enmudezca el pinar,
que está jugando la ola
cogida a la roja cola
de un caballito de mar

Curva a la izquierda para ganar altura ya en este último repecho de la penúltima cuesta... lo dicho, un poco de montaña rusa, pero esta ruta bien merece la pena


Y arriba, otro de estos pasos entre vegetación que también caracterizan esta ruta y jalonan su recorrido, de finca a finca


Y ahí tenemos La Villeda, con sus prados y ocalitales que ocultaban lo que fue el antiguo castro. Al otro lado, en la playa, se localizaron más construcciones que se revelan ser de un tiempo inmediatamente posterior, a una villae romana o asentamiento altomedieval


En esta ladera un camino sube a la corona del castro y otro baja  suavemente a ala izquierda, ese es el que vamos a seguir para ir a Güerres


A unos 500 metros del acantilado y aun kilómetro de Colunga, aproximadamente, Güerres se nos ofrece como una estupenda parada antes de entrar en la villa capital del concejo, con sus casas agrupadas en barrios y que se extienden esparcidas, si bien a la vez con cierta concentración, a lo largo de los caminos que aquí confluyen


Aunque un poco lacónica, este es la descripción que hallamos en la página de Turismo de Colunga respecto a sus Lugares de interés"Hórreos y viviendas tradicionales con corredor bien conservadas. Potro de herrar tradicional"


Aquí tenemos una referencia importante: el cruce de La Peruyal, por donde vamos a entrar siguiendo el camino desde el acantilado, que es el que vemos a la derecha, debajo de las casas de La Cotariella, otro de sus barrios


Más allá está La Estadía, donde encontraremos el bar, en la plaza. Seguidamente saldríamos por el de La Torre, cerca de la capilla de Santa Catalina, donde tenemos también varias alternativas para llegar a la villa de Colunga


Aquí, a la derecha, tendremos una buena vista del precipicio, abajo hacia el pedral


También sin necesidad de arrimarnos contemplamos otro rincón bellamente agreste de esta llamada Costa de los Dinosaurios, el litoral jurásico asturiano. La zona de la Piedra la Salmoria, también con sobrecogedora bajada y donde se dice hay una cueva...


Este último repecho se alarga un poquito más de lo que pensábamos, pero nos seguirá ofreciendo estas soberbias vistas antes de dejar la primera línea de costa, probablemente ya durante varias etapas, como hemos dicho


Una inolvidable despedida, aunque sólo de momento, de la orilla del mar en el Camino Norte y sus variantes y variables, como esta de los acantilados de Güerres, una de las alternativas para seguir camino y retomar la ruta oficial, desde La Isla a Colunga:


Podemos plasmar esta intensidad e inmensidad en otros versos de Benjamín Mateo, estos de su libro Poemas, que aprecia Fidalgo con patente estima:
Sólo, si. Sólo el mar con su tristeza.
Con su tristeza el mar y con su verde,
aúlla por la vida el mar y muerde
la inútil realidad de su grandeza.
Siente en su vida el mar la luz radiante,
y al estrecharle el mar, la luz se esfuma,
y rabia y muerde el mar dolor de espuma
con su vana pasión de loco amante.
Sólo, si. Sólo el mar con su querella.
Con su querella el mar y con su verde,
aúlla por la vida el mar y muerde,
y rabia y no huye el mar de amor de estrella

Güerres se nos oculta, momentáneamente también, tras las arboledas, pronto llegaremos allí y ya, a un paso de Colunga, otra villa que bien merece la pena conocer detenidamente, iremos emprendiendo un bello itinerario por las campiñas del interior, rumbo a Villaviciosa, del que dice Antón Pombo en su Guía del Camino de Santiago. Camino Norte:
"El adjetivo bucólico le viene bien a esta etapa, que discurre por el corazón de la comarca turística de la sidra, de la que forman parte los concejos de Colunga y Villaviciosa. Valles fértiles y húmedos, ocupados por pumaradas y bosques de castaños, alimentan los  lagares y fábricas de sidra, la bebida asturiana por excelencia"

Bueno, ahora sí, última bajada y última subida, y es que, como también dice Antón Pombo en estos casos "Las continuas subidas y bajadas convierten el recorrido en una montaña rusa que puede acabar fatigándonos más de lo esperado pese a la cortedad del trayecto"


Por ello, también podemos aprovechar en este mirador para hacer un oportuno alto, recuperar el aliento y admirar este buen tramo de costa antes de dirigirnos al interior


Las maravillosas impresiones de esta costa indómita: otra buena etapa, o etapas, que ya han quedado atrás: desde el pueblo de Supermán a las costas del trasgu del gorretín coloráu y del náufrago-hospitalero, casi nada...


Bueno, ahora sí, "último tobogán", se entiende: primero bajar, luego subir, y en el cruce en la falda de La Villeda, tomamos el camino que va a la izquierda, a Güerres, que ya tenemos gana de llegar...



























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