El Puente Amandi |
Este es El Puente Amandi, sito en la parroquia villaviciosina de este nombre, puente de un solo ojo, muy grande, de arco de medio punto, a veces llamado El Puente Romanu, aunque a decir verdad más bien es medieval, emplazado para salvar el vado donde El Ríu Valdediós o de Grases se encuentra con el Viacaba para formar el Llinares, también conocido como Ríu Amandi, y desembocar en La Ría o Ría de Villaviciosa
Peregrinos a Santiago, al otro lado El Molín de San Xuan |
Este puente constituía el paso por el antiguo Camín Rial que, desde La Puerta'l Cañu, la principal de la antigua y desaparecida cerca o muralla de la Pola de Maliayo, actualmente Villaviciosa capital, La Villa, se dirigía tanto al sur, hacia el valle del Nora, comunicación con la capital asturiana, como, desde su bifurcación de Casquita, al valle del Ríu España en dirección a la bahía gijonesa, siendo pues empleado por todos los peregrinos jacobitas del Camino de Santiago del Norte, que poco después habrán de decidirse entre cuál de las dos rutas tomar
El Puente Amandi tal y como lo ven los peregrinos a Covadonga, con el barrio de San Xuan al fondo |
Asimismo, si bien en dirección contraria, El Puente Amandi es empleado también por los peregrinos de la famosa Travesía Andariega Xixón-Cuadonga, promocionada especialmente desde el año 1991 por la Tertulia Cultural El Garrapiellu, quien la señalizó en su totalidad entre los años 1992 y 1993 (poco antes que se señalizase el Camino de Santiago por aquí), si bien lleva mucho tiempo dejada de la oportuna atención institucional, lo que ha dado lugar a no pocos inconvenientes y problemas, a veces incluso creándose confusión entre ambos trayectos, a Santiago y a Covadonga
A pesar de ello, son muchos los peregrinos que realizan El Camín de Cuadonga, como también se conoce, por lo que será usual que nos encontremos con romeros que van hacia la Cueva la Santina, una senda con la que coincidiremos bastantes tramos, sobre todo si desde Casquita continuamos hasta Gijón/Xixón
El Puente de Honor |
Este significativo puente es tan emblemático que todos los años su figura, reproducida, da nombre a un premio, el Puente de Honor, que se entrega todos los años coincidiendo con las fiestas de San Xuan, patrón de la parroquia, que se celebran al lado, en la orilla del río
"Dándome un poco de pisto" diré que este es el que tengo en casa, pues lo recibí en 2016
Camino de San Xuan y del Puente Amandi |
El Puente Amandi se encuentra entre los barrios de San Xuan y de La Parra, al de San Xuan, justo antes del puente, se llega tras salir de La Villa por L'Alameda y salir a la Carretera L'Infiestu (AS-255), sustituta en este trecho del antiguo Camín Rial, en el barrio de El Palaciu, continuando por él, acera adelante, y llegar a la Casa de la Ballina, en el cruce con el ramal que, a la derecha, sube a la iglesia parroquial de San Xuan d'Amandi, la cual estimamos muy acertado visitar, joya del románico que guarda la memoria del paso de tantos y tantos peregrinos
Dicha iglesia la llegamos a ver desde el Camino, pues está a escasa distancia, al final de una corta cuesta adoquinada que sube desde las antiguas escuelas, fundadas en 1923 y ahora centro social vecinal, en el barrio de L'Algara
Pero el Camino como tal sigue de frente pasando junto a la citada Casa de la Ballina, sita en la finca de este nombre, que fue propiedad del Conde de Revillagigedo, grandiosa mansión con vistosas y enormes galerías acristaladas a los lados
"En junio de 1846 el Ayuntamiento de Villaviciosa, tal vez enterado de las gestiones que se estaban llevando a acabo en Oviedo, solicitó ante el Gobierno Provincial la construcción de una carretera desde Villaviciosa a L'Infiestu pasando por Cabranes. Poco después recibe una comunicación del Jefe Político de la Provincia en la que demanda su cooperación y ayuda al ingeniero Pedro Severo Robles, que en esos momentos se desplazaba a la provincia, para proyectar la carretera de Ribadesella a Tarna. El Ayuntamiento acordó destinar los fon dos sobrantes del arbitrio de la carretera a Oviedo para pagar los gastos que ocasionase el proyecto del trazado. Este se debió de 4realizar sin mayores contratiempos. En 1849 fueron ejecutadas unas obras en la canal del molino de la Ferrería en Amandi, en el acuerdo Municipal se hacía mención a que por este punto estaba trazada la carretera a L'Infiestu.Sin embargo las obras no comenzaban, en 1853 el Diputado a Cortes del Distrito, José Agustín Argüelles, comunicó al Ayuntamiento la concesión, a la vista de una solicitud suya, de una Real Orden del 27 de Septiembre de ese mismo año por la que eran destinados 20.000 reales al mes para la construcción de la carretera, a la vez que invitaba al Ayuntamiento a contribuir económicamente. El Ayuntamiento dio las gracias y le notificó su fondos para invertir en las obras."
"En los primeros meses de 1854 se intenta la formación de una comisión constituida por representantes de los Ayuntamientos de Villaviciosa, Casu, Piloña y Cabranes para hacer llegar a la Reina una comunicación sobre la necesidad que tenían dichos concejos de que diesen comienzo las obras. Uno de los motivos alegados fue el de "remediar la miseria que se experimenta en estos concejos debido a la escasez de cosechas". El Gobernador también trataba por esas fechas de empezar su construcción; para ello envió un oficio al Ayuntamiento donde instaba a la Corporación a superar todas las dificultades. Pero no será hasta 1856 cuando se hagan las primeras gestiones para sacar a subasta las obras. comenzando éstas en el verano de 1857. En el mes de noviembre continúan las obras, y en 1858 es destinada parte de la prestación personal (satisferia) de varias parroquias a la carretera (esto parece indicar que el ritmo de las obras había decaído). A finales de 1858 las obras estaban paralizadas y el Ayuntamiento trató a través de los diputados de la zona, e incluso de José Caveda y Pedro Pidal, conseguir su continuación. Pidal escribió al Ayuntamiento anunciando el reinicio de las obras. reanudándose éstas en la primavera del año siguiente. No hubo más contratiempos, en mayo de 1862 la obras llegaron a La Torre y el Ayuntamiento solicitó la prolongación de la carretera hasta la Plaza de Fuera'l Cañu"
A nuestra derecha, junto al río Llinares, que forma la Ría de Villaviciosa, está el Molín d'Aurelio, datado en la segunda década del siglo XX y de dos plantas, abajo la de las dos muelas y arriba la de la fábrica de chocolates La Ballina que aquí existía, uno de los exponentes del desarrollo industrial de la parroquia, sito en la finca de ese nombre, "propiedad de don Ángel Fernández, cuyo renombre se ha extendido por toda la península y por las Américas, con quienes sostienen importante comercio", informaban en 1928 en Villaviciosa y su progreso, obra de Víctor Vallín Martínez y de Gerardo Fernández Moreno
Casado con Palmira Somonte, el apellido de su mujer figura también en el nombre de esta residencia. El 5-9-2010 y con motivo de su 25 aniversario, la corresponsal de La Nueva España Mariola Menéndez publica Manos de plata para Amandi, repasando su historia, si bien da otra fecha inaugura, el 7 de septiembre de 1985:
"Han transcurrido ya veinticinco años desde que se hiciera realidad la última voluntad de Maximino Miyar y Palmira Somonte. El matrimonio no tuvo descendencia y donó su herencia a la parroquia de Amandi con el cometido de crear una institución benéfica que estuviese al frente de una residencia de ancianos. Miyar dejó constancia en su testamento de su deseo de que una comunidad de religiosas gestionase el geriátrico.Este maliayés fue emigrante en La Habana (Cuba), donde se dedicó a la manufactura tabaquera. A su regreso a Asturias se instaló en Gijón y fundó una fábrica de vidrios. Miyar falleció en 1940 y su esposa renunció al usufructo de los bienes de su marido y unió los suyos para este fin. La Fundación se creó el 8 de agosto de 1969 y un año después moría Palmira Somonte; pero habría que esperar cuatro años más para el inicio de la construcción de la residencia. Su puesta en funcionamiento se fue demorando por diversas razones hasta que finalmente se inauguró el 7 de septiembre de 1985 con la llegada de la comunidad de religiosas carmelitas de la Caridad de Santa Joaquina de Vedruna. El primer presidente del patronato fue José García-Bernardo de la Sala."
"El papel de los socios protectores ha sido fundamental en la historia de esta entidad. Carlos Capellán, párroco de Amandi y miembro del patronato, asegura que los primeros beneficiarios de la residencia fueron «mayores a los que por sus pensiones y situación familiar hubiera sido muy difícil sostener». Y agrega que «no quedó ni un solo vecino que no fuese socio protector».En estos veinticinco años han pasado por la residencia 536 personas, incluidas las 102 actuales, para las que habrá un recuerdo con motivo de la celebración de esta efeméride. La directora del geriátrico, María Isabel Collado, destaca la filosofía que siempre ha imperado en esta institución: «A las personas, con sus deficiencias y necesidades, se les procura dar una vida normal, como en casa, y hay una gran relación con las familias». Tanto Collado como Capellán coinciden en afirmar que a lo largo de estos años han observado cómo ha pasado de primar el perfil de residente que se vale por sí mismo, aunque necesite ayuda, al anciano que requiere unos cuidados más especializados. Ahora, el principal reto de la institución es obtener la acreditación y certificación del Principado.
Carlos Capellán hace hincapié en la labor desarrollada a lo largo de estos años por la comunidad de monjas carmelitas, que «sólo han percibido el salario mínimo, independiente de su cargo, y la Seguridad Social hasta los 65 años"
"Celestino Cortina Cuadra, fundador de Sidra Cortina, destacó en vida por ser un hombre emprendedor y entusiasta. Huérfano de padre desde los 7 años, con su madre y abuelos colaboró desde bien joven en las labores del modesto lagar familiar («el Llagar de la Nonzalera»). Apañar manzana, ir a por agua al río para lavar los toneles, o cortar llagares, todas ellas tareas habituales para él desde bien niño.
Con tan solo veinte años, toma las riendas del llagar su hijo Eloy, auténtico artífice de la expansión de la marca familiar. Eloy multiplica la producción e incorpora progresivamente avances tecnológicos, siendo pionero en la automatización de las líneas de embotellado y prensado. También comienza la apertura de nuevos mercados. Madrid o Bélgica son desde finales de los años 70 puntos de venta de sidra Cortina.
Casado en 1950 con Palmira Noriega Torre (Tonel de Oro en Gijón 2009) criada en el chigre-tienda de sus padres en Bayones, fue en 1952 cuando decidió apostar fuertemente por un negocio en el que pocos creían por aquel entonces, «la sidra». En Solares de Coru (Villaviciosa), «la aldea más guapa de Asturias» nace su nueva enseña «SIDRA CORTINA».
Con el paso de los años, la calidad de su sidra comenzó a darle la fama merecida. Eran años difíciles en los que el mercado era muy reducido, pero antes de su prematuro fallecimiento Sidra Cortina ya figuraba en el selecto grupo de las mejores sidras naturales asturianas.
El 5 de febrero de 2001, se inaugura en Amandi el «Llagar de la Ferrería». Un hito en la historia del mundo de la sidra asturiana por ser el primer lagar moderno de Asturias en el que se abren paso Pablo y Tino, los dos hijos de Eloy. Una nueva generación de lagareros.
Y así hasta hoy, desde este enclave privilegiado de Amandi donde se fusionan tecnología y tradición, nuestras manzanas mayadas año tras año siguen su curso habitual y se convierten en nuestra afamada sidra."
A continuación Casa Pepe, con bodega-garaje y hórreo. Al fondo, donde la calle acaba esta suave bajada, ya vemos la capilla de San Xuan
" en cuyo tránsito encuentra el viajero pintorescas y agradables vistas, tanto por sus diversas y fondosas arboledas, cuanto por la variedad que ofrecen las tierras destinadas a prados y cultivo’
"Yo sé donde habita el sol, en Amandi, en un lugar mágico, en uno de esos ‘centros del mundo’; en uno de esos sitios donde la naturaleza te deja atónito, donde confluyen una serie de circunstancias que lo hacen apacible y sereno y donde el murmullo del ambiente se impone plácidamente; no hay viento, casi todo está quieto o se mueve despacio, como las hojas al caer de los árboles, y te sientes tranquilo y relajado; en un lugar recogido, en un prado arropado por la confluencia de dos ríos –el río Valdediós y el río de Amandi que se unen para formar el río de la Ría o de Linares-, no lejos de una fuente, a los pies de una de las cuatro capillas que posee la parroquia, la de San Juan Bautista, alusiva y dedicada. Así describe Fermín Canella ese valle: 'Del Arbazal brota el riachuelo, que atraviesa el concejo en toda su longitud, y aumentado por uno y otro lado con arroyos como los de Grases, Soto, Viacaba, Remolina, Españadal, Profundo y más en Amandi, se llama Linares y forma enseguida la ría del Puntal'. Y bordeado ese delicado espacio, suavemente, cansado, está el viejo camino, al que le cuesta elevarse sobre el lomo del puente para cruzar el río, y cuyo origen hay que retrotraerlo, como muy tarde, a época medieval, a la puesta en marcha del Camino de Santiago. Y de ahí hacia atrás. De hecho, era una de las vías de comunicación principales que aún en el primer tercio del siglo XIX, servía para comunicar el valle con la capital, pasando en el lugar de referencia, por ‘antiguo puente"
"Es difícil saber, a fecha de hoy, cuál es el origen, en general, de las fiestas de San Juan y de las de Amandi en particular. En cualquier caso, es evidente que esa advocación y de fe cristiana, coincidente además con el solsticio de verano, representa una tradición pagana. Representa una manifestación más de lo que Frazer denomina “fuegos del solsticio estival” (...)
En la mañana de San Juan, les Xanes salen a peinar sus cabellos de oro a los rayos del sol naciente, los Cuélebres se enroscan y duermen; entonces, las princesas que están encantadas en la fuente del Alisu, en un palacio de cristal, aprovechan el sueño del guardián para ir al Pico del Castro a limpiar la cadena de oro que le circunda; y al regreso, después de coger en el cotollar florecillas silvestres para tejer coronas y ceñirlas a sus sienes, en el camino de la Llana, danzan ágilmente, corren de un lado a otro respirando el aroma delicado que flota a su rededor, y juegan a los bolos con bolas de oro y marfil.
‘Y si durante el sueño del Cuélebre algún mortal introduce una medalla en el ojo de la fuente, se suspende momentáneamente el encanto; las princesas, llenas de alegría porque van a conseguir la libertad, hacen que su libertador se acerque con ellas a la fuente y le dicen:
‘- Toma nuestra riqueza y danos tu pobreza.
‘Y si en aquel momento no les entrega un objeto bendito, despierta el Cuélebre, y las princesas vuelven otra vez a su encantamiento.’
Unos y otros podrán ver en la fachada de La Quintana una representación de San Juan Bautista, patrón de Amandi, a cuya advocación se acogen tanto la capilla como la iglesia parroquial
"Obdulio Fernández Pando (1.858–1.927) natural de la parroquia de Cazanes, tras su regreso de Acapulco, fue uno de los grandes valedores de la actividad empresarial de Villaviciosa, a través de la gerencia de Valle, Ballina y Fernández, S. A. Colaboró en el acondicionamiento del cementerio de Amandi, donó la escuela de Cazanes y realizó una destacada aportación para la construcción de la de Carda, al tiempo que realizaba donaciones constantes para el mantenimiento del Colegio San Francisco y la nueva sede el Ateneo Obrero. Su gran obra fue la edificación de las escuelas graduadas, cubriendo así el desarrollo de la actividad de la enseñanza para todos los niños y niñas de la Villa. Varios artículos de la prensa de la época ensalzan su figura. «El Progreso» lo señala como uno de los hombres que ha conseguido elevar «a rango universal» el nombre de Villaviciosa. A su muerte, el 28 de julio de 1927, se constituyó una comisión que planteó erigir un monumento en su memoria y dedicarle una calle. El Ayuntamiento aprobó la propuesta en pleno apenas un mes después de su muerte y encargó la ejecución del conjunto escultórico al valenciano Benlliure, que costó 68.887 pesetas de entonces. La obra fue inaugurada oficialmente el 12 de septiembre de 1932, ante una multitud de vecinos y visitantes, en plenas fiestas del Portal, siendo alcalde en funciones Rafael Zaldívar Rivero. Desde entonces el bronce original de «La manzanera» luce en un emplazamiento privilegiado, en pleno casco histórico de la Villa."
"con vistas a un espléndido jardín con glicinias, tilos, abetos, tuyas, una gran secuoya y una pradera de casi una hectárea, donde disfrutar plenamente de la naturaleza en un lugar privilegiado en el corazón de Asturias."
Una verja separa el actual hotel del Camino. En la página de La Casona de Amandi nos informan además que "el interior de la casa está repleto de rincones con historia", tal que estos:
"Antigüedades como pianolas, cómodas y arcones, habitan sus estancias. Cada una de sus habitaciones nos ofrece una experiencia propia. La galería es la paz hecha rincón, donde se recoge y celebra la salida y puesta de sol cada día, proyectando su luz y brindando su calor a cada una de sus estancias.El porche, fabricado con madera natural, donde poder realizar celebraciones íntimas, es la conexión perfecta entre interior y exterior, un lugar donde se encuentra la transición entre lo acogedor del caserón y la conexión con la naturaleza que baña su jardín."
Pionera del turismo rural en Asturias, la escritora, especializada en viajes, Marta Salhelices, la incluye entre Las casonas de indianos más 'hermosas' de la cornisa cantábrica, tal y como titula su artículo, de fecha 16-3-2020, para Traveler.com, en el que aporta más datos sobre su historia:
"Confiesa Bárbara Bucero, copropietaria desde hace seis años de La Casona de Amandi, que aún les queda mucho por investigar sobre la historia que envuelve a este edificio, declarado singular en 1991. Varias son las versiones que han de contrastar todavía acerca de sus dueños primigenios, que "creemos eran de aquí, de Villaviciosa, y viajaron a México, donde tuvieron una sombrerería en 1860", en palabras de Bárbara.Destaca en esta casona asturiana de color albo su inmensa e impoluta galería original, restaurada con precisión y sujeta por columnas de hierro. Y sus espacios están repletos de antigüedades, ya que antes de que fuera un hotel, en la también conocida como Quinta La Ballina, vivió una familia de anticuarios, por lo que podemos encontrar pianolas, muebles del siglo XVIII y grabados del románico asturiano.También inmenso (de nada más y nada menos que 11.000 metros cuadrados) es el jardín francés al que mira la galería, que se convierte para el viajero en una atalaya de lujo –equipada con coquetos y contextualizados asientos de mimbre– desde la que observar desde las alturas y con nostalgia los árboles centenarios que rodean el edificio.Situada en Amandi, en el concejo de Villaviciosa, a La Casona de Amandi (de tan solo nueve habitaciones) asentada –entre prados y huertos– en la vega del río Valdediós, el huésped viene sobre todo en busca de la tranquilidad, tal y como nos revela Bárbara, pero también se encuentra con una gastronomía sostenible basada en el producto de cercanía y ecológico: “el pescado llega a diario del puerto de Tazones y las frutas y verduras de las huertas asturianas, por ello nuestro menú degustación del fin de semana (de cinco platos) y las cenas del hotel (de tres) varían dependiendo de lo que dispongamos cada semana”.
"La Marca de Calidad Club de Calidad-Casonas Asturianas celebra este 2019 su primer cuarto de siglo de existencia siendo todo un referente a nivel nacional gracias a su originalidad y eficacia promocional, que se ha consolidado como sinónimo de confort, prestigio, encanto, amabilidad y, cómo no, asturianía. La marca fue creada por el Principado en 1994 con el objeto de diferenciar a un segmento de la oferta hotelera que por su singularidad y niveles de calidad, así como su ubicación, equipamiento y excelente servicio se distingue de sus competidores, apoyando el liderazgo de la región como destino turístico del norte de España.
En la actualidad los hoteles de Casonas Asturianas son mucho más que meros alojamientos. Se trata de proyectos y filosofías de vida que hacen que el viajero se sienta como en su casa o como en la de sus mejores amigos, en un entorno cuidado, apacible y único. Varios son los aspectos que convierten la estancia en estos establecimientos en momentos inigualables: desde una arquitectura singular y, en algunos casos, histórica y de gran valor patrimonial, a un trato exquisito, impecables instalaciones, una gastronomía de excepción y un entorno de ensueño. Realmente, poco más se puede pedir.
Para que los establecimientos puedan utilizar la marca Casonas Asturianas, la cual es propiedad del Principado, deben contribuir a la sostenibilidad y calidad del turismo en el destino aplicando estrategias y modelos de gestión que los hagan más competitivos, integrando preocupaciones ambientales y sociales y generando experiencias positivas a huéspedes y clientes con garantía de calidad de servicio.
Al adscribirse a la marca, estos adquieren un compromiso de calidad, excelencia, sostenibilidad y responsabilidad social tanto de cara a sus clientes como para con sus empleados y ante la comunidad autónoma. Asimismo, adquieren un compromiso con el medio ambiente, adoptando estrategias de prevención y gestión responsable y sostenible.
Los establecimientos que soliciten el uso de la marca deberán reunir los siguientes requisitos básicos considerados como barreras de entrada: tener al menos un año de antigüedad en el Registro de Empresas y Actividades Turísticas; estar autorizados como hoteles u hoteles rurales, excluyendo los hoteles-apartamentos y cualquier otra clase o modalidad de alojamiento. Si se trata de un hotel, deberá estar situado en un entorno rural y en ambos casos la capacidad del establecimiento no podrá ser superior a las 20 habitaciones. Asimismo, el gerente de la empresa deberá tener al menos un año de experiencia probada en gestión de establecimientos turísticos y no podrá haber sido sancionado por infracción turística durante el año anterior a la solicitud. Asimismo, el negocio deberá realizar actividades orientadas a la mejora medioambiental, de acuerdo con el valor de los recursos naturales de la zona y las posibilidades de éstas.
En cuanto a los requisitos técnicos, el edificio deberá responder a las características propias de la arquitectura tradicional asturiana, encontrándose en óptimas condiciones de conservación. Asimismo, se podrá autorizar el uso de la marca a aquellos establecimientos de alojamiento turístico que se ubiquen en edificios que, aun no respondiendo a la arquitectura tradicional asturiana, presenten singularidades arquitectónicas que justifiquen el uso de marca.
Evaluación
Para la obtención de la autorización para utilizar la marca, el establecimiento deberá someterse a una evaluación notificada de instalaciones, equipamiento y gestión y a una auditoría de servicio, no notificada, realizada mediante el método del "turista anónimo" o "cliente misterioso". Para conseguir una evaluación favorable es necesario un resultado satisfactorio en ambas auditorías y, para superar cada una de las auditorías, es preciso obtener una puntuación que acredite el cumplimiento mínimo del 80 por ciento de los requisitos establecidos. Este sistema de evaluación permite garantizar la calidad sobresaliente tanto del servicio como de las instalaciones de los hoteles miembros de Casonas Asturianas."
"Los vecinos de Amandi, en Villaviciosa, inauguraron hace pocos meses la ruta de senderismo desde la Capilla de San Juan, pasando por La Ferrería, La Roza y Ximanges, hasta Les Pasaderes de San Clemente. En esta zona también colocaron una pequeña capilla en honor a San Clemente en recuerdo a la que existió siglos atrás, según atestigua el testamento de Ordoño I, rey de Asturias entre los años 850 y 868. También el archivero de la catedral de Oviedo, Agustín Hevia Vallina, en uno de sus escritos, da fe de la existencia de una capellanía de San Clemente en Amandi.La iniciativa partió desde la asociación cultural y de festejos Puente San Xuan D'Amandi. Pero una de sus vecinas tenía la ilusión de donar una réplica lo más exacta posible del San Clemente Romano, Papa y mártir, y tercer sucesor de San Pedro. Y no fue otra que la entusiasta María Fernanda Campa, natural de esta parroquia maliayesa, y vecina ahora de Valencia."Para mí es muy significativo, y un orgullo, que los vecinos me hayan dado la confianza de poder entregarles una imagen de San Clemente. La encargué expresamente en un taller artesanal de imaginería religiosa de Olot. Tras un largo viaje, pasando por Murcia y Valencia, por fin llegó a Amandi, donde pude entregarla a mis vecinos. En la donación también hay una gran carga sentimental hacia mi tierra", explica Campa, siempre orgullosa de haber nacido en Amandi, a donde vuelve varias veces al año.Desde la asociación vecinal quieren mostrar su agradecimiento a esta entusiasta vecina: "fue uno de esos días en los que nuestro pueblo se siente orgulloso de sus vecinos".A la ceremonia de entrega del San Clemente para la mini-capilla de Les Pasaderes asistieron numerosos vecinos de la localidad, para los que también fue muy significativa la colocación de la imagen. "Recuperamos así una parte más de nuestra historia y cultura. Sin duda, capillina y santo realzan el entorno de Amandi", apuntan los vecinos, agradecidos a María Fernanda Campa."
"Amandi, Villaviciosa, celebró ayer la fiesta en honor a la Virgen de los Remedios. Una festividad que llevaba más de un siglo sin celebrarse, siendo recuperada hace tres años por la Asociación Cultural y de Festejos Puente San Xuan d'Amandi, que también contó con un mercado otoñal
Los festejos celebrados a media tarde comenzaban con misa en la Capilla de San Juan oficiada por el párroco local Carlos Capellán Montoto, seguida de la procesión con la Virgen hasta el puente de San Xuan con la participación de más de medio centenar de vecinos.
"Este año estrenamos cruz para la procesión tras su restauración por nuestra asociación. Esta fue donada hace muchos años para cruz del altar de la capilla por el jesuita, ya fallecido, 'Minín' Barredo, nacido aquí en la Roza, Amandi", explica el presidente de la entidad, José Antonio Fernández Costales.
Tras los actos religiosos, en el entorno de la capilla, se celebró una exposición de artesanía local y feria del ‘día d'octobre’. Un mercado como los de antaño donde con la aportación de los propios vecinos se podían ver artesanía local en azabache, tallas en madera o cerveza artesanal. También todo tipo de antiguos utensilios del campo como angazos, cestos, gaxapos…, y puestos de frutos del otoño, castañas, figos, nueces o manzanas. Una merienda asturiana con música de gaita puso el broche de oro a la jornada"
Aquí se prende la Foguera de San Xuan en esa noche mágica en la que suceden prodigios, las xanas se desencantan y sus guardianes, los cuélebres o draconianas serpientes aladas, se duermen, se purifican las aguas y se procede a diversos rituales
"El ‘prau’ de San Juan de Amandi ha ejercido en mí, desde que crucé el puente medieval por primera vez, una atracción que aún hoy no sé explicar. De hecho, fue uno de los lugares que motivó un artículo en el Cuaderno nº 17 de Cubera, por lo que retomo la cuestión donde la dejé: ‘¿Vienen conmigo a buscar a nuestros antiguos dioses y a devolverles lo que de sus confortables hogares queda?’.
Históricamente es difícil determinar cuándo comienza la foguera de San Juan en Amandi, lo que sabemos es que a mediados del siglo XIX Amandi celebraba una feria de ‘lienzos, paños y otros efectos (…) el 24 de junio en el sitio denominado Campo de San Juan de Amandi’. Feria de la que volvemos a tener noticias a finales de siglo. Canella, refiriéndose a las de Villaviciosa dice que 'las romerías de más animación son: de San Blas, en Casquita, con los tradicionales amagüestos, en Febrero; de Santo Medero, en Rozadas, por Marzo; de Velilla, Bedriñana, y San Juan, en Amandi, Junio; el Corpus, en Valdediós; por la Ascensión y Pascua de Pentecostés, en Amandi... "
Y, alrededor de la foguera, se bailan danzas como la de San Xuan, la Danza Prima que, con diferentes nombres y variantes, es la danza asturiana por excelencia. Esta es, en concreto, la Danza de San Xuan d'Amandi, que suele interpretar para la fiesta el Grupo Folklórico Villaviciosa Aires de Asturias
"Entre los montes y cerros del concejo es notable el que llaman Peña Cabrera, del cual hizo ya mención con el mismo nombre Alfonso X El Sabio, señálándolo entre los linderos y términos que señaló a Villaviciosa por su fuero. Es de forma orbicular desde que se comienza a erigir y levantar sobre la cima del monte de su nombre, y, aunque distante dos leguas del mar, sirve a los mareantes de punto para tomar la barra del Puntal y puerto de Tazones, en Villaviciosa"
También un cantar glosa las virtudes de los aires marinos que llegan a ella:
Estando en Peña CabreraQue da el aire de la barraCría los mozos morenosy graciosos de la cara
Romeru que vas subiendoa la Virxen de Llugásrayinos de Covadongasobre so frente verás
Dado que en el santuario se bendecía el ganado era esta romería muy proclive a ofrendas con él relacionadas, por lo que había un dicho, con retranca un tanto irreverente, que decía
A la Virxen de Llugás
si la vaca y la reciella nun tan males
¿a qué vas?
También, dentro de las puyas entre diferentes pueblos, fiestas y parroquias, decían algunas gentes de los alrededores:
A Llugás, a la Santina y namásy si me apures un poconin a la Santina tampoco
"SANTA MARÍA DE LLUGÁS: LOS ROMEROS Y LOS PEREGRINOS
La historia de la iglesia de Santa María de Llugás arranca tempranamente, en tiempos de los primeros reyes asturianos. Los primeros documentos que la mencionan la hacen monasterio de frailes benidictinos, los famosos "benitos". En el año 754 el pontífice Zacarías fizo donación del templo a Alfonso I El Católico, tercer monarca asturiano tras Pelayo y Favila, aunque parece ser que este monasterio se extinguió y pasó a San Salvador de Fuentes. De todas formas lo más antiguo del templo que llegó a nuestros días es de siglos después, del s. XII o principios del XIII, estilo románico, independientemente que sea una refundación de un templo mucho anterior (...)
(...) Aquí dentro se encuentra una imagen de la Virgen estilo románico tardío muy venerada, La Santina de Llugás, cuyas peregrinaciones y romerías se comparaban con las de La Santina de Cuadonga, con la que está relacionada en la fiesta del 8 de septiembre y por peregrinaciones que alrededor de esas fechas realizaban algunas personas entre los dos santuarios...
De las grandes transformaciones de Santa María de Llugás destacan las de 1690 cuando se construyen el crucero, la cabecera y la sacristía. En 1832 se le pone la espadaña del campanario y en 1834-1835 el pórtico. En el pórtico se encuentra el famoso "púlpito de los peregrinos". Los que acudían a Llugás el 8 de septiembre o el día del Rosario se les llamaba peregrinos, pero los que venían el 29 de septiembre eran apodados "los miguelinos" y salían en su mayor parte de Avilés, Corvera, Gozón y Carreño. Alrededor del templo se disponen otras construcciones y dependencias de los siglos XVIII y XIX empleadas para que los fieles que venían de lejos tuviesen donde alojarse o para la mejor disposición del campo circundanta, entre estas está la muralla almenada que se ve desde lejos, con su Torre del Polvorín, la Clasa de Novenas, la hospedería, y antiguas escuelas. También había cobertizos para el ganado, pues además de personas que iban "ofrecidas", también se llevaba el ganado, tanto era esto así que se decía...
"A la Virxen de Llugás, si la oveya y la reciella nun tan males, ¿a qué vas?"
Figuras de cera con vacas y xatos se traían como "ofierta a la Santina de Llugás", así como reproducciones de manos y brazos, o muletas y bastones los cojos, "ex-votos" ofrecidos como agradecimiento o petición para cuidar o sanar de algún mal o para prevenirlo. No muy lejos se localiza La Pica Castiellu donde existen señales de un baluarte antiquísimo, citado en la Edad Media como uno de los castillos de Doña Berenguela y el Conde Piniolo, no faltando quien sospeche que se hizo sobre las fortificaciones de un castro astur de los "lugones" a quienes Llugás debería el nombre. La tradición asegura que el propio santuario se edificó en una antigua carbayera, con todo el simbolismo que ello implica ya que los bosques de esta especie constituían de por sí un "nemeton" o espacio sagrado en un templo natural"
De la iglesia propiamente dicha verdaderamente apenas vemos la espadaña del campanario. A su izquierda está El Polvorín, torre almenada donde se guardan y donde se tiran los voladores (cohetes) de las fiestas, así como la Casa de Novenes, hospedaje para los "pelegrinos" y "ofrecíos", la escuela y el cementerio. Su ubicación es una verdadera atalaya sobre Villaviciosa. Al otro lado de la colina, oculto, está el pueblo de Llugás
"Desde Buetes y por las callejas del Condado y Samielles llegaban a Zumboles, Palacio y a la iglesia de San Juan de Amandi. Allí descendía el Camino y se bifurcaba en el lugar denominado Los Tayos, hacia Piloña y las parroquias interiores del concejo por un lado, y hacia Casquita por otro; en este lugar se bifurcaba nuevamente continuando hacia Gijón por Grases, Niévares y Pión, y hacia Oviedo por Camoca. Este último ramal coincidía con el trazado principal del camino francés de la costa, que en Villaviciosa abandonaba las proximidades del Cantábrico para girar al interior de Asturias"
"Es un puente de base romana, aunque con modificaciones posteriores de época medieval. Cruza sobre el río Linares, en la parroquia de Amandi. Pasa por él el Camino de Santiago y el Camín a Cuadonga."
"La peregrinación a Santiago favoreció el desarrollo de una red de caminos que atravesaban la península, originariamente, sobre la base de calzadas romanas que intentaban sortear o bordear ríos y acuíferos. En el siglo XII el Camino de Santiago se constituyó como una gran arteria de comunicación por la que circulaban multitud de peregrinos, lo que propició que se incrementasen las infraestructuras para facilitar el paso. Entre las grandes iniciativas de equipamiento, destacó la construcción de puentes de nueva planta o bien rehabilitados sobre antiguas fábricas de piedra romanas. (...)
En el Camino de Santiago el puente se considera como un equipamiento, como pueden ser los hospitales, ermitas, iglesias y hospederías que se iban localizando a lo largo de la ruta. Pero, además, creaba en sus proximidades otras actividades como presas, molinos y establecimientos de portazgos, que favorecían la formación de núcleos rurales y el desarrollo local.
El filósofo alemán Martin Heidegger señala que este tipo de construcciones le aportan a la corriente las dos extensiones de paisaje que se encuentran detrás de las orillas. Lleva la corriente, las orillas y la tierra a una vecindad recíproca. El puente coliga la tierra como paisaje en torno a la corriente. De este modo, conduce a esta por las riberas. Sus pilares, que descansan en el lecho del río, aguantan la presión de los arcos que dejan seguir su camino a las aguas de la corriente.
El puente medieval, como recuerda Arturo Soria, permite a las cosas del entorno relacionarse con su propio sitio y entre sí. El puente construye el lugar o, en la terminología de Heidegger, permite que aparezca. (...)
En siglos anteriores, la carretera y el Camino se construían en un diálogo con el territorio. El ingeniero medieval o el decimonónico tenían que estudiar y recorrer detenidamente la traza del que iban a construir, buscando la mayor facilidad y seguridad de tráfico de caminantes, animales o transportes. Se dice que el Camino antiguo se ciñe al paisaje y, a su vez, inventa paisajes, que determinan el recorrido hacia Santiago de Compostela.
En la actualidad el puente ya no se identifica con el Camino. En las carreteras, autovías y autopistas modernas sus trazados en planta y alzado están sometidos a la velocidad y el puente es un accesorio para facilitar la continuidad de rasante. A medida que aumentaba la velocidad de los medios de transporte, el Camino se ha ido separando del territorio y del paisaje. En este contexto técnico, el puente ha perdido el protagonismo que tenía en las carreteras y caminos construidos hasta el siglo XX. Sin embargo, en el Camino medieval, era una permanencia que orientaba a peregrinos, erigiéndose en una metáfora pétrea de la esperanza del caminante tras su destino.
Los puentes del Camino de Santiago, con sus formas puras, ascéticas y sin alardes decorativos, hacen intuir su múltiple dimensión metafórica, que se ha perdido en la actualidad"
"El Ayuntamiento de Villaviciosa ha llevado a cabo en los últimos días la rehabilitación del puente de San Juan de Amandi, que se encontraba muy deteriorado por el paso de vehículos pesados. La estructura estaba bastante dañada, según explican los vecinos, llegando incluso a faltarle un tramo de muro. Las obras, que fueron solicitadas por la Asociación de Vecinos San Xuan de Amandi, han consistido en labores de mampostería y hormigonado.Estos trabajos se enmarcan en la primera fase del proyecto de rehabilitación de esta infraestructura. En una segunda actuación está previsto la unificación de los colores y la instalación de algún punto de luz en las cercanías. El Ayuntamiento plantea además colocar señales para advertir a los conductores de la anchura de la vía con el fin de que no vuelvan a producirse daños en la estructura del puente."
"La técnica en la construcción de puentes no conoció avance alguno tras la caída del Imperio romano, es más, a lo largo de la Edad Media siguieron utilizándose los puentes romanos, restaurados o reconstruidos cuando los desastres naturales o la propia acción humana causaban su destrucción parcial. Recordemos que «en la época medieval casi todos los puentes estratégicos debían tener cortado, por accidente o por destrucción voluntaria, algún arco. La continuidad de paso se restablecería fácilmente mediante una pasarela de madera de quita y pon» (Fernández Casado 2008: 130).«Los puentes medievales no aportan más diferencias respecto a los puentes romanos que su configuración exterior, con tajamares que muchas veces llegan a la coronación del puente y la utilización frecuente del arco apuntado» (Manterola 2017: 40) y, aunque este elemento aporta cualidades estéticas, hay que mencionar que resulta inadecuado desde el punto de vista estructural. Pero, salvo esos cambios puntuales que permiten distinguir los puentes romanos de los posteriores, la similitud parece de conocimiento general, al punto que la nomenclatura puente romano se ha generalizado abarcando ejemplares que han sido reconstruidos y en los cuales poco –o incluso nada– queda ya de la primera construcción romana.«Las estructuras arqueadas siguen impresionando al hombre que ha tardado bastante en acostumbrarse a su fenómeno resistente, prueba de ello es la frecuencia con que la leyenda achaca al diablo su construcción» (Durán Fuentes 2005: 43). (...)En cualquier caso, la importancia del puente para el hombre se evidencia en el carácter religioso que tuvo en épocas pasadas. «Para los romanos, el colegio de Pontífices fue una de las instituciones religiosas más primitivas y ha perpetuado su nombre en la más alta jerarquía de la Iglesia Católica. Para los musulmanes, también tienen carácter religioso estas obras de utilidad pública y “realizarlos o contribuir a ellos es acto piadoso”. En la Edad Media destaca la existencia de los “monjes ponteros”» (Fernández Casado 2008: 25).(...) como ocurría en la época romana, los diferentes elementos de los puentes: arcos, pilas, estribos..., se diseñaban y construían en base a reglas de buena práctica y criterios geométricos. Debemos recordar que se desconocía lo que era la fuerza de gravedad –mucho más conceptos como la descomposición de fuerzas– y se empleaban reglas empíricas basadas en proporciones, criterios bastante acertados como evidencia el elevado número de construcciones de esta época pre-científica que han llegado hasta nosotros. Eran unas reglas guardadas celosamente por los gremios y que constituían los secretos del oficio siendo transmitidas de generación en generación."
El empleo de la bóveda y el arco, especialmente cuando significa disponer elementos discontinuos perpendiculares a la directriz, se remonta al tercer milenio a. C., siendo en el Oriente Fértil (2500 a. C. a 1300 a. C.) donde se logró el nivel de conocimiento suficiente para la construcción de bóvedas y arcos, allí realizados a base de adobes y ladrillos al ser zonas en que la piedra escasea. Incluso se desarrollaron técnicas que hacían innecesarias las cimbras auxiliares, al ser también escasa la madera. En el occidente europeo los arcos más antiguos que se conservan son muy posteriores: fortalezas de la época helenística griega y elementos etruscos como la puerta de Volterra (siglo IV a. C.), apareciendo en la construcción etrusco-romana y grecorromana a partir del siglo III a. C. En puentes, el primer arco de dovelas del que tenemos constancia es el construido por los griegos en el siglo IV a. C. salvando el canal artificial de Rodi, cerca de la bahía de Akandia, de 2,80 m de anchura y una profundidad de 2,15 m (Galliazzo 1994: 36).Los puentes romanosSe duda de quién aprendieron los romanos la técnica del arco de dovelas que tan sabiamente aplicaron a puentes y acueductos. Sus grandes maestros fueron, como sabemos, etruscos y griegos, pero respecto a los primeros, influencia por cierto poco confesada por los autores romanos, apenas vemos ejemplos de este tipo de construcción encontrando, a lo sumo, realizaciones con voladizos sucesivos. Sí presumen los autores romanos de la influencia griega, pero esta construcción usó mayoritariamente las formas adinteladas por más que conociera y empleara de manera puntual las estructuras arqueadas de dovelas que habían visto con seguridad pues venían empleándose en Oriente Medio desde el tercer milenio antes de Cristo.La importancia que para los romanos tuvieron los puentes resulta indiscutible. Si para los griegos, como pueblo navegante, el principal camino fue el mar, para los romanos fue el puente, pues por el del Tíber discurría la principal vía de comunicación romana y ese «punto tan importante del camino lo identificó la lengua con el camino mismo y lo llamó pons, pontis, de donde pasó esta voz a designar un puente cualquiera» (Arjona Castro 2003: 101).De otro lado, el arco significó mucho para Roma y no podemos considerar fortuita su adopción «para conmemorar el triunfo de sus generales, ya que es una de las más hermosas conquistas de la inteligencia humana» (Fernández Casado 2008: 97), así que parece enteramente lógica la unión de ambos conceptos.El conocimiento previo del arco no puede empañar el mérito de la construcción romana, que no se limitó a copiar técnicas conocidas, sino que supo combinarlas y desarrollarlas de forma original y efi caz, al punto de lograr gran solidez y perdurabilidad siendo sus procedimientos base de la construcción posterior. Podemos observar, de entrada, que los puentes romanos se diseñaron y construyeron siguiendo las tres clásicas exigencias de Vitrubio: fi rmitas, utilitas, venustas, es decir, solidez, utilidad y belleza. Respecto de las primeras, la construcción romana ha sido considerada paradigma de una buena obra por los siglos posteriores por cuanto se ejecutaron de «manera sólida y resistente, sin concesiones a la ligereza y con una clara intención de que perduraran por mucho tiempo» (Durán Fuentes 2005: 41). No hace falta recurrir a mayores evidencias que las que supone ver los puentes romanos en servicio después de siglos pero, a los efectos que perseguimos, interesa destacar aquí la sólida conexión que la construcción romana nos transmitió respecto de estas tres características: ¿podríamos considerar bella una obra que no fuera sólida y útil? En los puentes parece que la idea de una suficiente solidez está unida a su percepción estética: un puente de lianas sobre el que pasamos precariamente no satisface nuestras ansias de belleza, y a muchísimas personas causa inquietud –y hasta rechazo– ..."
"Ocurría así en la época romana, cuando arranca la consideración de los puentes como obras singulares, específicas y grandiosas que merecen –como viene ocurriendo hasta el presente– una consideración especial. El punto de encuentro de los trazados de las vías y las corrientes de agua que se debían atravesar determinaban una zona de relativa amplitud donde había que elegir el lugar más conveniente para la obra en sí, momento en que debían considerarse otras circunstancias más propias del puente que de la vía: topografía del lugar, naturaleza de las laderas, el propio caudal máximo a evacuar..., siendo obvia la maestría de los ingenieros romanos en estos campos, evidenciada por la perdurabilidad de sus obras. Algunas reglas prácticas nos ponen de manifiesto su gran intuición y han servido de guía para los ingenieros hasta hace pocas décadas, cuando los avances técnicos han hecho posible casi todo. Por ejemplo situar los puentes en los estrechamientos de los ríos y perpendiculares al cauce, pues así la obra será de menor dimensión –y por tanto coste– pero, sobre todo, el estrechamiento evidencia la solidez de las laderas y la perpendicularidad la transmisión de los esfuerzos de la futura estructura, garantizando así su durabilidad.Todo ello permitía que, desde una curva del camino el viajero pudiera percatarse de la existencia del puente y apreciarlo con más y mejor detalle al irse aproximando a él, aspecto hoy perdido pues son las condiciones viarias las que priman merced al desarrollo técnico alcanzado por la ingeniería y los mayores presupuestos disponibles. Con esto se introduce una diferencia en la percepción del puente que deberemos tener en cuenta al abordar las tipologías más modernas. Al acercarnos a los puentes antiguos vamos apresando su materialidad, viéndolos como una realidad inserta en el paisaje. Es lo humano del autor, la demostración de la voluntad del hombre afi rmándose en la naturaleza, la obra del hombre inserta en la de Dios. Ante esta relación el autor se basa en las características y en las medidas humanas: «Nuestra verticalidad juega con los pilares, nos erguimos con ellos y nos sentimos penetrados de impulso ascensional. Nuestra simetría corpórea tiene su paralelismo físico en la distribución simétrica de los arcos [...]. Nuestro carácter noérgico se exalta al solidarizarnos con los esfuerzos de la estructura y sentimos crujir nuestros huesos y estirarse nuestros músculos» (Fernández Casado 2008: 95-96), lo que conocían bien los constructores romanos cuya voluntad de simplificación, de eliminación de lo superfluo –categoría ingenieril de lo económico– y de sobriedad –no reñida con la riqueza expresiva y el cuidado de los detalles– siempre cumpliendo la norma de introducir el mínimo de formas nuevas en el paisaje nos son perceptibles aún hoy en díaDesde el punto de vista estético, aparece en el puente la disputa mundo-tierra en que consiste para Heidegger la esencia de la obra de arte. Los puentes llevan «a cabo esta disputa levantando un mundo y produciendo la tierra» (Fernández Casado 2008: 26) y si –seguimos con Martín Heidegger– el arte es la concreción de la verdad es evidente que los puentes arco materializan la estética pues «la primera lección que nos dan los puentes romanos es la autenticidad» (Fernández Casado 2008: 97)."
"Nace de la unión de los ríos Valdediós, Sotu, Viacaba y Espadañal, y llaman también río de Amandi, pues en esta parroquia del concejo de Villaviciosa inicia su andadura y por gran parte de ella transcurre. El nombre se lo presta la ría de Linares, hoy Ría de Villaviciosa, que ocupa con sus mareas la parte baja del mismo, y que en uno y otra, se plantaban en sus orillas lino, y sobre todo porque se ponían estas plantas a macerar en sus aguas para su manufacturación."
"Comienza el Linares por los prados y tierras de cultivo de Valbúcar y La Ferrería, rodeadas sus orillas de arbolado de ribera. Toma dirección norte hasta San Juan, pasa cerca de la capilla y por debajo del puente medieval del mismo nombre, a cuya orilla se celebra la romería al santo y al solsticio de verano. El paisaje es llano, amable y fértil por toda la vega de Amandi, y después del molín de Algara o de Aurelio, serpentea y riega los pastos y tierras del Centro de Experimentación Agraria. A su paso por el lugar de Palacio, prestó aguas a una, hoy desaparecida, importante industria láctea, sigue por el paseo de La Alameda, en el que solo queda la memoria de sus grandes olmos aniquilados recientemente por la grafiosis, hasta Retromar, antiguo mentidero y hasta donde, como su nombre indica, llegan las mareas. Si ría es hasta donde llega el agua del mar, aquí comienza, pero no será hasta pasados los puentes donde cambia de nombre. Toca por esta parte las primeras urbanizaciones de la capital del municipio y pasa por debajo del Puentón y la carretera AS-113 y baña la vega de La Barquerina, que cosecha reconocida faba. Por aquí el río aminora su marcha y el valle se abre y se adorna con la cercana carbayera de Sorribas. Al llegar a Güetes, también Huetes y Buetes, tras casi 4 km de recorrido, pasa por debajo del puente del mismo nombre y la carretera N-632, donde comienza a llamarse Ría de Villaviciosa"
Desde El Puente Amandi vemos ya La Parra, barrio de esta parroquia de Amandi que configuró otro importante enclave de urbano lineal, formando calle en la antigua Carretera La Pola, hoy AS-267 y popularmente conocida como Carretera la Campa al subir a este alto entre Villaviciosa y Sariegu
Hubo cierta actividad artesana, de madreñeros y molineros, y también industrial con sus prospecciones carboníferas. Dada su condición de comunicación principal con la capital asturiana, así como tránsito de gentes de las aldeas hacia La Villa, abrieron en el lugar varios populares establecimientos que le dieron en sus tiempos gran animación (algunos abiertos hoy en día), haciéndose popular la frase "La Parra, onde'l que bebe la garra", referido a la cogorzas que agarraban no pocos parroquianos
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