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martes, 4 de julio de 2023

LA VILLA, LA POLA DE MALIAYO (3) EL ANCHO, SUS PALACIOS Y LA PLAZUELA DE PEÓN: LA CALLE DEL AGUA, LA CASONA DE LOS HEVIA, LA MANZANERA Y EL TEATRO RIERA (VILLAVICIOSA, ASTURIAS)

El Ancho, paso del Camino


Entre la calle del Sol, la principal que fue de la antigua Pola de Maliayo, solar del antiguo Ayuntamiento de Villaviciosa y la antigua iglesia parroquial de Santa María de la Oliva, antes Santa María del Conceyu por ser en su cabildo donde se celebraron primeramente las reuniones concejiles y de ahí su advocación, el Camino de Santiago atraviesa el casco histórico de La Villa en El Ancho, larga fila de palacios urbanos blasonados que conforma la fachada de este paseo abierto en 1885: el de Cienfuegos, el de los Reguero, Busto, Posada, Estrada... todos de entre los siglos XVII y XVIII

El Ancho (llamado así por su anchura), se tiene por la obra más significativa hecha en Villaviciosa en el siglo XIX, financiado por suscripción popular pero con una aportación fundamental del indiano Manuel Fernández del Valle. Anteriormente eran estos los llamados "espacios de respeto", terrenos privados vinculados a las casonas contiguas que, tras la calamitosa situación de las calles tras la Guerra de la Independencia y aprovechando las reformas liberales, fueron pasando al común

Ya en la citada calle Sol, antiguamente de La Ferrería, las familias más pudientes fueron construyendo sus palacios y ostentando sus blasones para hacerse especialmente presentes en la Pola de Maliayo, población aforada fundada por Alfonso X El Sabio y llamada posteriormente Villaviciosa (villa fértil) con la idea de influir, cuando no ocupar directamente, los cargos regidores de su política y gobierno

Muchas de estas linajudas estirpes tenían su origen en la pequeña nobleza feudal terrateniente con sus torres y castillos desperdigados por el agro circundante y los caminos, ordenando sus haciendas, tierras y rentas, en no pocos casos enfrentados entre sí en reyertas y escaramuzas que trasladaron a la naciente pola. Por ello, los primeros, buscaron asentarse en torres similares a las de sus castillos y fortalezas rurales, luego, las transformaron o cambiaron por casonas


Más tarde, a partir del final de la Edad Media, otros construyeron sus palacios ocupando las antiguas quadriellas, hazas o parcelas, sobre las que se edificaron las primeras casas de la pola, la mayor parte desaparecidas en el incendio que asoló la población en 1484 y que pudo ser una llamada a su pronta reconstrucción. Por ejemplo, esta misma Plazuela de Balbín, transición entre la calle Sol y El Ancho, parece haber sido obra de los Balbín del Monte, que en 1487 ya pleiteaban por ocupar cargos en el Concejo y después harían en ella su palacio con un hórreo enfrente, su "espacio de respeto" correspondiente. Estos a su vez parece eran los dueños de la Torre o Torrexón del Cañu, acceso y salida de La Villa por el sur, con lo que se plasma la evolución de la nobleza en su relación con el entorno


La forma curva de línea de las casas del Ancho sigue la forma de la desaparecida muralla o cerca, como más se la denomina en documentos de época, la cual iría más atrás, separada de las casas por sus terrenos de huertas respectivos, edificados avanzado el XIX según los muros de la cerca eran demolidos, si bien algunos se conservan


No todo son tampoco palacios, como por ejemplo las dos casas seguidas altas en medio de la foto, si bien la primera (pegada al hotel) sí ejemplifica lo que es un edificio construido sobre una quadriella medieval, con cortafuegos y composición muy similar a la de los palacios hidalgos


La siguiente (primera a la derecha), fue construida en 1880, es decir, cinco años antes que se abriese este paseo, que partía de la Plazuela de Balbín, la que acabamos de dejar atrás y llegaba hasta el barrio de La Oliva, solar de la mencionada parroquial pero también del antiguo Hospital Sancti Spiritus, que de albergar pobres y peregrinos pasó a ser cárcel (ahora son Les Escuelones o Escuelas Graduadas)


No obstante, el aspecto actual de la casa se debe a las reformas de 1950, en las que antiguos miradores o balcones de galería acristalada fueron sustituidas por los balcones que vemos hoy en día. Seguidamente y a su izquierda tenemos el Palacio de Estrada, del que el arquitecto villaviciosino Juan José Pedrayes Obaya dice que viene a ser un término medio entre el palacio urbano y la casa fuerte, muestra de lo arraigado que esta este concepto entre la nobleza que había sido feudal, rural y terrateniente



Especialmente maciza era la planta baja, de gran altura, que en origen solamente tenía la puerta principal y dos ventanas, hasta que a principios del siglo XX, como aconteció en muchos palacios, se abrieron grandes huecos en ella para escaparates comerciales, en este caso de una botica


La planta alta presenta su correspondiente escudo, uno de los muchos que se conservan en La Villa intramuros y, si pensamos que antaño habría una más, nos permite hacernos una idea de la importancia que concedió la pequeña nobleza hidalga a asentarse en el centro urbano y en sus calles y plazas más transitadas


Las estirpes buscaban ostentar su poder con estos palacios, de diferentes estilos y categorías a su vez, pero siempre mostrando su orgullosa heráldica para hacerse presentes, ver y ser vistos, en lo que eran las calles y plazas principales, tal que esta, o su paralela la del agua, que unen dicha Puerta del Cañu con la Puerta del Puente, al otro lado de la población, salida, o entrada, del Puente Güetes, sobre el Río Linares, fundamento de la fundación de la Pola de Maliayo sobre un camino, o más bien cruce de varios caminos, preexistente. Estas calles se cruzan a su vez con las de las otras dos puertas de la vieja muralla o cerca, la del Mercáu Vieyu y la de la Carnicería


El Palacio de Estrada mira de frente, a la izquierda de la calle, a lo que fue otro espacio de respeto palacial, la Plazuela de Peón, situada entre las históricas calles del Sol y del Agua, vinculada al Palacio de los Peón, que vemos a la izquierda de la foto


Fue en 1606 cuando este linaje compró a algunos familiares de otras estirpes locales, como los Valdés y los Solares, unas casas que estaban en la que hoy es la plaza, incluyendo una fragua que daba nombre a esta calle, llamada de La Ferrería antes que del Sol, como hemos dicho las cuales serían demolidas tiempos después para construir el palacio, con Pedro Peón Duque de Estrada


Así el Palacio de los Peón se edificó en el siglo XVII sobre varias quadriellas medievales de la calle del Agua, ocupando un frente de nada menos que 35 metros, y ante él se dispuso esta Plazuela de Peón, ideada para hacer más imponente este edificio, a cuyo lado se levantó una panera y hacia el que se hizo una conducción de agua propia, una canalización subterránea que venía por esta calle, entonces de La Ferrería, desde El Cañu a un pozo particular. Esto fue motivo de pleitos con el Ayuntamiento cuando en 1814 los Peón cedieron la propiedad de esta plazuela, siempre según datos de Juan José Pedrayes Obaya en su magnífica obra Villaviciosa de Asturias análisis urbano
"Su construcción supuso la apertura de la plazuela de Peón, lonja pensada para realzar el nuevo edificio, y que por sus características fue el espacio más monumental y emblemático de la Villaviciosa del Antiguo Régimen. Implicó además, la integración den la ciudad de una nueva estructura urbana resuelta mediante un proyecto arquitectónico: no es la ciudad la que envuelve al monumento sino el monumento  quien moldea a la ciudad, situación pocas veces repetida en la historia  urbana villaviciosina"

Los Peón llegaron a acaparar tanto poder que se discute si en la práctica fue Villaviciosa un verdadero señorío del linaje, si bien cierto es que nunca ejercieron señorío alguno sobre La Villa aunque, en la práctica y como pasó en las antiguas polas, esta nobleza local acaparaba los cargos públicos del consistorio. Hasta Cinco Oficios de Regimiento, regidurías de villa y concejo, si bien solamente ejercía uno y eran un total de treinta y seis, pero sí quisieron privilegios tales como ser Jueces Privativos sobre las minas de azabache de Les Mariñes de Villaviciosa (que tanto proveyeron a los artesanos de Santiago de Compostela, agrupados en su rúa da Acibechería)


"No obstante su influencia económica y social en la villa fue creciendo, llegando a asumir funciones propias de la jurisdicción civil o religiosa", prosigue Obaya, llegando a construir una capilla al lado de la antigua Puerta del Cañu, la de la Concepción de la Torre, que hasta se constituiría en parroquia, construyendo allí un nuevo palacio, "o la adquisición de obras de arte, son hechos que recuerdan a procesos ocurridos en villas ducales donde se desarrollar paralelamente un conjunto palacial y otro conventual", conjunto palacial que empieza aquí, en este Palacio de los Peón, y esta es su estructura:
"El edificio de organiza alrededor de dos patios, uno representativo y otro de servicio. De dimensiones considerables, ocupa una superficie en planta de 850 metros cuadrados. Este gran tamaño, y el uso de los patios interiores, no se vuelven a repetir en ningún palacio villaviciosino, demostrando nuevamente la importancia de esta familia y su predominio sobre las demás casas.

La sobria fachada principal tiene dos plantas y se ordena mediante una torre siguiendo los modelos propios de los palacios rurales. Esta torre sin embargo desarrolla el carácter simbólico de los antiguos palacios, construidos alrededor de una torre medieval, o el de los palacios que incorporan este elemento como si se tratase de una falsa ruina; aquí se remata con una pequeña linterna, observatorio ilustrado que supone la aparición de las luces dieciochescas en la escena urbana"

En el siglo XIX comenzó el periodo de municipalización de los espacios de respeto palacial, ya en 1806 el Ayuntamiento quiso traer a esta y otras plazuelas las renombradas fiestas del Portal, pero no sería hasta pasada la francesada cuando se tomarían cartas en el asunto, ya mismamente desde 1811, disponiendo que, dados los desastres de la guerra y las carencias económicas, calles y plazas fuesen arregladas mediante "la costumbre de hacer que cada respectivo habitador a costa de la renta y los propietarios de su peculio compongan la porción que les corresponda"


Por supuesto, y pese a que el Jefe Político de Asturias dio su consentimiento, la Casa de Peón se opuso, alegando ser la propietaria de los terrenos, a que el Ayuntamiento arreglase la Plazuela de Peón, lo que suponía trasladar la panera de la familia así como el hórreo de la de los Valdés, casona sita al lado y de la que enseguida tenemos que hablar. Se produjo entonces un largo pleito, que tenía precedentes en uno similar anterior, del siglo XVIII, referente al uso de esta plaza por parte de sus vecinos los Valdés



Este pleito se recrudeció cuando el consistorio hizo demoler tres arquetas sitas en esta plaza, pero el enérgico Pedro Peón Heredia, al frente de la Casa, no dio el brazo a torcer, sus cargos militares en la recién terminada guerra y su influencia sobre la cosa pública hizo que al final el consistorio se aviniese a un acuerdo amistoso, sin embargo escribe Pedrayes Obaya en su libro lo siguiente:
"De todas formas, la municipalización del espacio de mayor calidad arquitectónica de la villa hidalga no implicó su paso a ágora pública. Pesaba demasiado la génesis. Todavía hoy a esta plaza le falta vitalidad urbana, quedando como cierto resto arqueológico de un momento de la evolución de nuestra villa"

Con el tiempo, los descendientes de los Peón, familia de los Peón Cavanilles, pasados los años de esplendor, las reformas liberales, el final del Antiguo Régimen y los comienzos de la industrialización y desarrollo urbano, con todos los cambios socio-económicos que conllevó, deciden, década de 1920, vender esta y otras de sus muchas propiedades heredadas. Entonces, la Fundación benéfico-docente San Francisco de Villaviciosa compra el viejo palacio en 1923 y lo reforma para impartir clases de Segunda Enseñanza

 
Nacía así el famoso Colegio de San Francisco, toda una institución villaviciosina que hizo realidad los deseos de su fundador Francisco García de la Cueva, creador de la fundación en 1919 pero que no llegaría a verlos hechos realidad. El Colegio se clausuró en 1992 y después pasó a residencia, pero aún se conserva el dicho popular que dice: "dos coses tien La Villa que nun les tien Xixón, el Colegio San Francisco y La Enciena de Tornón", referida la Enciena a la aceña o molino de mareas de este nombre, que vimos desde el Camino en La Ría, al pasar por Tornón


Los antiguos alumnos se reúnen periódicamente, agrupados en una asociación. Con motivo de una de sus comidas de confraternización, celebrada en el verano de 2012, la corresponsal de El Comercio Lydia Is publica el artículo, El baúl de los recuerdos escolares, en el que, a fecha 18 de agosto, da noticia de este encuentro y repasa la historia de la entidad:
"Los antiguos alumnos del colegio San Francisco de Villaviciosa tienen hoy una cita con su pasado escolar. El colectivo que los reúne alcanza los dieciocho años de antigüedad y lo celebra con un acto en el que se reunirán más de un centenar de personas en torno a una comida de confraternización en Amandi. Previamente, a las doce y media del mediodía, se celebrará una misa en la antigua capilla del colegio y se hará la tradicional foto de familia. Asimismo, y aprovechando la asistencia de socios residentes en otras partes de España y del mundo se reunirá la junta directiva, que desde hace nueve años encabeza Fernando Álvarez. 
El colegio cerró sus puertas a finales del siglo pasado por falta de alumnos, pero el recuerdo de sus pupitres, sus aulas, sus maestros y las pequeñas aventuras infantiles aún permanecen en la memoria de los que corrieron por sus pasillos. La Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio San Francisco surgió en 1992, impulsada por Manuel Vigil González-Cutre, para fomentar la unión de ex alumnos y promover la labor educativa del centro. Así lo recogen los estatutos del colectivo. Por ello, en 2001, tras el cese de la actividad docente, el por entonces presidente, Juan Jurado Alonso, sugirió la disolución. Sin embargo, el espíritu del compañerismo ya había calado hondo y en aquella asamblea nadie secundó la citada propuesta. 
Fernando Álvarez asumió la presidencia del colectivo y con él comenzó el registro de socios. Hasta la fecha se han inscrito 279 personas, con una media de edad en torno a los sesenta años. «Para que esto perdurase, era bueno que la gente más joven se animara a participar», comentó. 
Además de las reuniones anuales, el colectivo se encargó de recuperar varias 'joyas' del colegio. Varias fichas de alumnos, certificados de escolaridad, la balanza de la clase de química y un misal de 1953 son algunos de los pequeños tesoros que se conservan. El resto está guardado en el archivo central del Arzobispado de Oviedo. 

80 años de labor docente 

La Fundación San Francisco se constituyó en 1919 por deseo expreso del presbítero, Francisco García de la Cueva, que quería crear una institución benéfico-docente para la primera y segunda enseñanza. Sin embargo, falleció sin haber visto realizado su deseo y tras recabar varias aportaciones, los albaceas testamentarios lograron adquirir en marzo de 1923 el palacio de los Cavanillas-Peón, construido a mediados del siglo XVII, de planta rectangular y torre cuadrada. 
En el centro estudiaron decenas de generaciones de Villaviciosa y de otras partes de la región. Tras el cierre, el edificio fue rehabilitado como residencia de la Asociación Edad de Oro Mensajeros de la Paz que dirige el padre Ángel, que cedió un local al colectivo de antiguos alumnos que sirve de lugar de reunión."

La actual placa del edificio, en la fachada, hace referencia a su nuevo uso como residencia manteniendo el nombre de la histórica institución que fue el Colegio San Francisco. Estimamos interesante aportar una referencia a otro encuentro de estudiantes veteranos para hacernos una idea de lo que significó, y sigue significando, este emblemático centro educativo para Villaviciosa y su concejo, el artículo de Luis Caso, también para El Comercio, referido a un encuentro cuatro años antes del anterior, publicado el 24-8-2008, cuando iba a pasar a ser residencia, titulado 150 personas participaron en la cita anual de los ex alumnos del colegio San Francisco:
"Es quizás el acontecimiento de sociedad y camaradería estudiantil más notable de la Villa. Como cada año, cuando llega el final de agosto, cerca de 150 ex alumnos del desaparecido colegio de San Francisco volvieron a reunirse una vez más para compartir viejas anécdotas y recuerdos de su época escolar. Y es que, a lo largo de sus 75 años de historia, fueron decenas de generaciones las que realizaron sus estudios, desde Primaria hasta Bachillerato, entre los muros de este histórico centro educativo del concejo. El viejo colegio San Francisco contaba con alumnos internos, externos y de media pensión, llegados no sólo de Villaviciosa sino también de muchas otras localidades asturianas.
En 1994, época en la que las escuelas continuaban aún con su actividad educativa, los antiguos alumnos optaron por constituirse en una asociación que llega ya a su decimocuarto aniversario. Ahora son ya ellos la única memoria palpable de un centro que se vio obligado a cerrar sus puertas al arrancar este nuevo siglo, principalmente por motivos económicos. Pese a que entonces se habló de la posible disolución de la asociación, esta se mantuvo con el ánimo de poder renovar al menos una vez al año los contactos y amistades que nacieron entre los pupitres del San Francisco. 
Ayer el encuentro comenzó con una misa en la iglesia de La Oliva, cantada por el coro parroquial. A la salida de los oficios, entre saludos y abrazos, comenzó una nueva visita al viejo colegio, propiedad del Arzobispado y actualmente en proceso de rehabilitación para acoger la residencia Edad Dorada de Mensajeros de la Paz. Tras la oportuna foto de familia en las escaleras de la Casa Consistorial y un paseo por la Villa -muchos se sorprendieron de su expansión urbana- , la cita se cerró entre rudio de platos en el restaurante El Escorial, de Amandi, con una larga sobremesa regada de bromas y anécdotas. Tocaba citarse para el próximo agosto."

Imagen de San Francisco, también en la fachada del edificio. La influencia de los franciscanos en Villaviciosa se hizo evidente desde la tardía presencia de esta Orden en La Villa con el convento-seminario de San Juan de Capistrano en el arrabal de Fuera'l Cañu en el siglo XVII (que en 1836 fue desamortizado y a él intentó ir, con poca fortuna por no poder hacerse cargo del mantenimiento de su edificio, el Ayuntamiento), y el de Las Clarisas de Villaviciosa, Les Clarises o Monxes Clarises, no demasiado lejos del anterior. Esta Orden, devota de la Virgen del Portal, hizo de estas sus fiestas, las de la Virgen del Portal o La Portalina las mayores y de gran renombre de La Villa, y así nos lo explican en la página de la Hermandad Nuestra Señora del Portal:
"La devoción a Ntra. Sra. del Portal viene íntimamente ligada a la fundación del colegio – seminario de San Juan de Capistrano, por lo que tenemos que remontarnos al año de 1692 cuando el 18 de Julio, por cédula del rey Carlos II se autoriza la fundación del Colegio de Misioneros Franciscanos. Dicho Colegio- Seminario fue fundado por el padre Fray Francisco Salmerón a raíz de unas misiones celebradas en Villaviciosa, junto con fray Francisco de San José y Fray Domingo de Castro.

El lugar de la fundación fue el prado de La Cruz , extramuros de Villaviciosa en la desaparecida parroquia de san Vicente de La Palma y en el año 1694 el Arcipreste de Villaviciosa y cura de Amandi bendijo los primeros cimientos. La devoción a la Virgen del Portal se convirtió en signo y bandera de las vivencias devocionales de los villaviciosinos. En la construcción de la iglesia conventual se abre un gran arco para dar cabida a la capilla de Ntra. Sra. del Portal , cuya devoción fue promovida por el padre guardián Fray Francisco Álvarez de Lavarejos a partir del año 1724 y nombrándola patrona de las misiones franciscanas.

Se instaura la capilla y se promueve la devoción entre el pueblo al editar en 1727, en su primer mandato como padre guardián, la Novena en honor a la Virgen del Portal. Entre 1727 y 1750, aparecen ya las primeras representaciones gráficas de la imagen de la Virgen. Del mismo modo, en 1791, aparece publicada una Salve a la virgen, concediendo a los devotos ochenta días de indulgencia al cantar los versos de dicha Salve.

En Roma, durante el pontificado de Pío VI, el 6 de Enero de 1787, se concede indulgencia plenaria “ad perpetuam” a aquellos fieles que visitasen y orasen en esta iglesia en las fiestas de Ntra. Sra del Portal, así como en las de la Visitación, Purificación, Anunciación, Asunción y Natividad de la Virgen.

El recorrido histórico hasta nuestros días es ya de todos conocido por medio de publicaciones en las que se han narrado los avatares que la imagen de La Portalina ha sufrido sobre todo en la pasada guerra civil, donde mucho del patrimonio antiguo de la Hermandad desapareció, salvándose la preciada imagen y su rico manto que siempre lleva el día de su fiesta."


A la derecha del Palacio de Peón y posterior Colegio de San Francisco se yergue el imponente Palacio de los Valdés, construido en 1806 aprovechando una torre medieval de esta estirpe, la cual tenía su entrada principal mirando a la calle del Agua y a la antigua Puerta del Puente de la desaparecida cerca 


Este lugar fue testigo de las violentas peleas de la nobleza de la época en las fatídicas escaramuzas de finales del siglo XV que reproducían atávicas guerras nobiliarias en plena pola aforada. La crónica del historiador Lope García de Salazar nos habla de las sangrientas rencillas nobiliarias cuando Suero de Nava, "famoso parcial de la época", estaba aquí en 1481, 
"escaramuzando un día en Villaviciosa con algunos de Valdés, que estaban en una casa-fuerte, fue herido de una saeta y tan fuertemente le dio por los pechos que le salio a la otra parte, porque habíase desnudado las corazas que siempre traía vestidas, ca era ya llegada su hora y murió de aquel golpe a cabo de seis días."

Evidentemente, era trasladar a la villa las torres, los castillos y las guerras feudales que se suponía estas pueblas iban a contener según lo estipulado en su fundación, pero pronto acabaron en la órbita de ancestrales bandolerías, pues dos años después, en 1483, los hermanos Suero y Alfonso de Caso cercaron la torre con la idea de matar a Diego Valdés. Esto ocasionó el derribo de la torre por mandato del Corregidor del Principado (representante real) en 1492. Sesenta años después, en 1550, un sobrino de Diego Valdés la reedifica pese a la oposición de su rival Gutierre de Hevia, quien protestó en vano. De aquellos tiempos convulsos leemos también en el Gran Atlas del Principado de Asturias
"Los hechos violentos continuaron a lo largo del siglo XVI. En 1502 Pedro Díaz de Peón protestaba porque alguno de los jueces y regidores eran homicidas, circunstancia prohibida por ley. En 1524 vuelve a aludirse a una bandería que parece una venganza de la anterior. Es ahora un Valdés el que muere a manos de los Nava, Juan y Alvaro y otros sus consortes. En esta época también se recrudece la tensión entre la capital concejil y el puerto de Tazones. En 1503 la localidad villaviciosina pretendía que de cada barco que entrase en la localidad pesquera se llevase a vender a la villa una pescada, con el consiguiente perjuicio para los habitantes de Tazones, que además alegaban que en la capital maltrataban sus mujeres (las pescaderas)."

En 1806 hubo serias reformas en la casona, la cual cambió su orientación para que la fachada principal, sobre la que se dispuso una larga balconada-voladizo, mirase a la plazuela, tal y como vemos en nuestros días, que es el resultado final de esta edificación


En medio, sobre la puerta central y a ambos lados de las ventanas, en vez de uno, dos son los escudos nobiliarios con el águila bicéfala y la corona que se exponen bajo el largo corredor volado

Realmente estos escudos son ya de principios del siglo XX, este es el de la derecha


Y escudo de la izquierda, da la impresión que en La Villa hubo de existir, como en otras poblaciones de alta carga heráldica, casi una obsesión por mostrar orgullo de linaje, lo que deja entrever no pocas tensiones


La construcción del actual palacio en base a la primitiva torre reconstruida simboliza el final de la arquitectura señorial de las linajudas estirpes villaviciosinas. Esta torre de los Valdés, totalmente transformada en palacio, junto con La Torrejona del Cañu de los Balbín, son las dos torres señoriales que aparecen tempranamente en el interior de la puebla amurallada, dice Pedrayes Obaya:
"Con la aparición de las torres señoriales en los aledaños y en el interior de la villa se produjo la quiebra del sistema comunitario que poseía la ciudad medieval. Las murallas de las ciudades del Norte peninsular y por supuesto, de Villaviciosa, pasaron de ser símbolo de la autonomía municipal a constituir defensas exteriores de un castillo que en su interior contenía varias torres del homenaje hostiles entre sí"

Esa sensación de que las murallas exteriores, creadas con la idea de defender garantías de derechos y libertades a los habitantes de las pueblas aforadas con decretos reales, habían pasado a definir conceptos contrarios, más propios del bandolerismo feudal y vasallaje contra el que precisamente habían sido fundadas, llegaría a pesar hondamente a la hora de decidir su demolición durante las no menos traumáticas en muchos aspectos reformas liberales del siglo XIX, a veces drásticamente. Se había reproducido el miedo a las viejas fortalezas que lo mismo servían para defender que para sojuzgar 


Resumiendo, la casona que vemos hoy es en realidad de principios del siglo XIX remozando no ya la primitiva casa-torre medieval sino el edificio resultante de su reconstrucción en el siglo XVI, "edificio de grandes dimensiones que presenta planta rectangular y tres alturas con un cuerpo abuhardillado sobre la cubierta general". Llama siempre la atención su extraordinariamente largo balcón-corredor.  Detrás, en lo que fue la Plazuela de Solares, cerca ya de la iglesia de Santa María del Conceyu, reconocemos parte de dos edificios notables de los varios que hallaremos en nuestro Camino enseguida, el Teatro Riera, del año 1945, edificado a sus espaldas y del que vemos la fachada que da a esta calle del Agua, y al fondo Les Escuelones o Escuelas Graduadas de Villaviciosa, inauguradas el 11 de diciembre de 1927 en el solar de la antigua cárcel que antes fue el Hospital Sancti Spiritus, refugio de los peregrinos de antaño


A la derecha del Palacio de Valdés y adosada a ella se construyó una casa, la Casa Miyar, que en 1884, si bien delimitaba esta plazuela, por entonces llamada ya Plaza de la Libertad, se propuso derribar pues constituía un gran escollo que estrechaba la calle del Sol. A tal efecto, se nombró una comisión, a instancias del erudito, abogado y escritor Joaquín García Caveda, director del Colegio de Segunda Enseñanza de Villaviciosa y nieto del ilustrado José Caveda y Nava, para tal fin, que enseguida consiguió 5.902 pesetas, ofreciéndolas al Ayuntamiento para que procediese a la expropiación: es este el origen del Ancho, algo en lo que por una vez estuvieron de acuerdo gentes de toda ideología:
"Aunque no sabemos hasta qué punto la suscripción fue popular todo indica que en ella intervinieron la mayoría de las capas sociales. El peso mayor lo llevaron algunos antiguos linajes (Concha; Balbín; Rafael Valdés, hermano del Marqués del Real Transporte, carlista y presidente de la Sociedad de Socorros Mutuos de artesanos de Villaviciosa), junto a elementos progresistas descendiente de las antiguas familias (Senén, Caveda, Joaquín García Caveda) y comerciantes que años antes se habían instalado en el barrio de La Oliva (Lucas Merediz, co-fundador en 1893 del periódico liberal "La Voz de Villaviciosa", Francisco del Valle, Hilario González). Sin embargo el donativo más importante fue el de Manuel Fernández del Valle, indiano oriundo de la parroquia de Grases (Villaviciosa). Su contribución de 1.000 pesetas fue una de las primeras muestras que dejó el capital indiano en la estructura urbana de Villaviciosa"


El Ayuntamiento de Villaviciosa inició pues las gestiones para la incautación de Casa Miyar, con expediente a información pública y peritos nombrados para tasar el inmueble, que a pesar de sus protestas vieron como el expediente entraba en vigor el septiembre de 1885, con él se pretendía crear un paseo en el centro de La Villa según la nueva población, al crecer, iba adquiriendo trazas totalmente urbanas, " el elemento dinámico del pasear se introdujo en esa época en los propios núcleos urbanos: la cultura del paseo entraba en la ciudad"


El  periódico La Opinión de Villaviciosa, publicó tiempo después la lista de principales donantes para conseguir el derribo de Casa Miyar y conseguir este paseo. Casi el 88% de los mismos aportaron más de 50 pesetas, los demás, 714, 50 pesetas en total, indicaba el periódico, debieron ser posiblemente aportados por las clases sociales más humildes, que también contribuyeron, dado el prestigio que tenía Joaquín García Caveda en Villaviciosa, y así lo publicaba también La Opinión...
"Derribada la Casa de Miyar, nuestro amigo el Oficial de Estado Mayor D. Víctor García Caveda, trazó un bonito plano con arreglo al cual los vecinos de aquella parte de la calle del Sol costearon espaciosas aceras de más de tres metros de anchura. El Ayuntamiento -algo había de hacer- construyó las obras de afirmado y plantó hileras dobles de árboles, conforme indicaba dicho plano. Por suscripción entre varios amigos, se reunió la cantidad necesaria para construir elegantes bancos"

Hermoso balcón de verja semicircular en el Palacio de los Valdés, esquina con la calle del Agua


En medio de la Plaza de Peón,un monumento rememora el casual e inesperado desembarco de Carlos de Flandes en Villaviciosa en 1517. Se trata de un busto del emperador, hecho en bronce sobre pedestal de piedra. Según la tradición desembarcó en Tazones, puerto de pescadores de este concejo, pues una galerna los desvió de su rumbo natural hacia Santander, Laredo o Bilbao, para pasar a Castilla. Con miedo a que los vientos no les fuesen favorables, se decidió que el emperador desembarcase y continuase con su séquito el camino por tierra, un periplo narrado por el cronista acompañante del futuro emperador, Laurent Vital, cuyas narraciones hemos seguido a lo lago del Camino de Santiago o Camín Real de la Costa, no llamado por entonces Camino del Norte a efectos oficiales, como ahora, sino "Camino Francés de Bayona" o "que viene de Bayona", como se le designaba en documentos de su época


Y es que el que aún muy joven Carlos, que en realidad venía a perpetrar un torpe pero a la vez exitoso golpe de Estado institucional frente a su prisionera madre Juana I de Castilla, realizó tras desembarcar este periplo costanero hasta San Vicente de la Barquera pero al revés. Al llegar aquí componían la flota unos 40 barcos que pillaron a los naturales por sorpresa. Ya en la madrugada del 19 de septiembre debieron asombrar a los habitantes de la costa, que se aprestaron a la defensa con armas improvisadas, temiendo una invasión turca o francesa aprovechando aquel delicado momento tras el fallecimiento del rey Fernando el Católico, así lo narra Laurent Vital:
"Viendo, pues que aquellos grandes barcos se aproximaban cada vez más, los hombres del país se reunieron, en el mayor número que ellos pudieron, según la costumbre del país, llevando sus dardos, jabalinas, espadas y puñales, sin más apercibimiento, y muy a propósito, enviaron sus espías y exploradores cerca de la bahía y puerto, para mirar qué gentes eran aquéllas, qué aspecto tendrían y si buscarían tierra"

Mientras, los pilotos vizcaínos de la flota, dándose cuenta que no estaban en los esperados puertos, decidieron mandar previamente un bote para dar cuenta de su llegada. Cuando el vecindario se dio cuenta que portaban las enseñas castellanas y no invasoras, prorrumpieron en júbilo. Según unos el futuro rey Carlos desembarcó en Tazones y, según otros, vino directamente a La Villa en lancha a través de La Ría (hay intensa polémica con el asunto)


El joven Carlos tenía en aquel momento 17 años y, entre no pocos vaivenes políticos y resistencias, venía a hacerse con el legado de su abuelo, el citado Fernando II de Aragón, y a pesar del grave contratiempo tanto de su arribada improvisada como de su posterior muy sufrido viaje por tierra, llegaría, con no pocas vicisitudes viajeras primero, y subsiguientes pleitos, guerras y quebrantos a ser dos veces emperador, de España y de Alemania, con todos estos títulos, nominalmente compartidos con su madre encerrada:
Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Romanos Emperador Semper Augusto.
Doña Joana su madre y el mesmo Don Carlos por la mesma gracia Reyes de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Sicilias, de Ierusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Cordova, de Corcega, de Murcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias islas y tierra firme del Mar Oceano, Condes de Barcelona, Señores de Vizcaya e de Molina, Duques de Atenas e de Neopatria, Condes de Ruysellon e de Cerdenia, Marqués de Oristan e de Gorciano, Archiduques de Austria, Duques de Borgoña de Bravante.

Por esta razón, el águila bicéfala imperial de los Austrias, justo con los escudos y emblemas de sus extensos dominios, es desde 1864 es escudo oficial del concejo de Villaviciosa y, desde tiempo atrás, figura en los blasones que, por gracia de Carlos i de España y V de Alemania, se concede en honor a los linajes que demostraron su ayuda y fidelidad



También a esta Plazuela, de frente al Palacio de Valdés, está el Palacio de Caveda, cuya sobria fachada blanca se hizo así aposta para no competir con la hegemónica del Palacio de los Peón. Otra de sus fachadas, la de la calle del Sol, al fondo, mira a la casa construida en 1880. Mientras, esta de la derecha de la foto, la de la calle del Agua, hecha de piedra de cantería, es la que ostenta el blasón familiar


Junto con el escudo de la estirpe, varias placas honran la memoria del escritor y erudito José Caveda y Nava, uno de los más relevantes hijos de Villaviciosa, historiador, político, crítico de arte, investigador y escritor en asturiano y castellano, aquí nacido el 12 de junio de 1796, hijo del historiador ilustrado Francisco de Paula Caveda y Solares y de Florencia de Nava Palacio y Menéndez Valdés

En Villaviciosa cursó sus primeras letras, francés, inglés y latín, marchando luego a Gijón/Xixón con su familia y estudiando en el Instituto Asturiano fundado por Jovellanos, gran amigo de su padre, aprendiendo Matemáticas, Astronomñia, Geografía e Historia, pasando luego a impartir alguna clase antes de irse a Madrid a seguir sus estudios, que no pudo culminar al producirse la invasión napoleónica, lo que coincidiría con la muerte de su padre, completando de forma autodidacta su formación en su Villaviciosa natal, donde se retiró tras reinstaurarse el absolutismo, dado que había sido miembro de la constitucionalista Milicia Nacional durante el Trienio Liberal

Muerto el monarca absolutista Fernando VII, participó en la política activa, siendo concejal en Villaviciosa, miembro de la Junta General del Principado de Asturias, Diputado Provincial, Diputado a Cortes, Gobernador Político de Oviedo y ocupando otros muchos cargos. Además, en la vida cultural fue Académico numerario de las Reales Academias de la Historia, de la Lengua y de Bellas Artes, Secretario de la Reina Isabel II, comendador de la Orden de Carlos III, Gentilhombre de Cámara y caballero de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica

Se jubila en 1867 como Jefe de Administración Civil y en 1872 se traslada de Madrid a Gijón/Xixón con su gran biblioteca, siguiendo con su trabajo investigador y colaborando en la prensa asturiana, ya que a lo largo de su vida escribió y publicó incesantemente, tanto en castellano como en asturiano, prosa poesía, investigaciones y recopilaciones. Falleció en la villa gijonesa en 1882. Una fundación llevó su nombre hasta fechas recientes

En la misma calle del Agua y muy cerca de la Plazuela de Peón está el Palacio de los Hevia, de origen bajomedieval y en la actualidad casa de cultura. Era ya en el siglo XV un espacio independiente, con dos hórreos, dentro del casco urbano, así como con huerta de naranjos y frutales cercado ante la calle pública. Fue aquí donde pasó su estancia en Villaviciosa, siempre entre honores y fiestas, el joven emperador Carlos de Flandes o de Gante en 1517, circunstancia que hizo que se conservase, si bien con numerosas reformas y transformaciones hasta nuestros días, la última bastante reciente aún y con cierto aire "postmoderno"

El dueño de la casa en el momento de la arribada de Carlos, su flota y nutrido séquito, era Rodrigo Hevia, jefe de coro de la catedral de Oviedo/Uviéu, con grandes reformas a lo largo del tiempo, especialmente en 1853. En Los secretos de la casa de los Hevia, artículo de La Nueva España publicado el 15-12-2022, se cuenta la historia de este caserón y su exposición permanente dedicada a aquel muy señalado episodio de su historia que contribuyó a su conservación:
"La casa de los Hevia es uno de los principales alicientes turísticos de Villaviciosa por haber servido de alojamiento al futuro Carlos V tras el inesperado desembarco en Tazones del 19 de septiembre de 1517 a causa de las adversas condiciones de la mar. El joven Príncipe llegaba de Flandes para tomar posesión de los reinos de sus abuelos, Isabel y Fernando. Tras ser recibido en el pequeño puerto pesquero maliayés, tanto él como su séquito se habrían dirigido a la antigua Puebla de Maliayo para pasar la noche. El futuro emperador se quedó cuatro días en la Villa, donde fue agasajado hasta con una corrida de toros. Se alojó en la casa de los Hevia, un conjunto residencial perteneciente a uno de los linajes más importantes del territorio. Incorporado en 2019 como centro de interpretación adscrito a la Red de Museos y Centros de Interpretación de la Red de Rutas del Emperador, el inmueble que acogió a Carlos, muy modificado, cuenta hoy en día con una planta dedicada a aquel histórico hecho. Precisamente, donde estuvieron sus aposentos, de los que apenas se conserva hoy parte del tabicado de madera. Además de varios paneles explicativos sobre las circunstancias que rodearon el desembarco y sus relaciones históricas a nivel local y regional, así como réplicas de trajes de época, el reducido espacio museístico incluye una reproducción de la cámara en la que se alojó Carlos, incluyendo la cama y el escritorio. Recuperar los originales de estos muebles, que fueron cedidos en 1854 por la familia al Museo del Ejército, es una aspiración municipal para consolidarse definitivamente como destino turístico vinculado a la historia de España y de Europa.

El escritorio que realmente utilizó el futuro emperador durante los cuatro días de septiembre de 1517 en los que permaneció en la casa, y que a mediados del siglo XIX aún permanecía en la Villa, fue depositado en el Museo del Ejército, con sede actual en el Alcázar de Toledo, por Vicente Fernández de Castro. Su mujer envió desde Gijón la cama en la que durmió.  El hecho de que en su momento se eligiese la fórmula del depósito entre particulares ha posibilitado que ambas piezas nunca hayan pasado a ser propiedad directa del Estado, por lo que no cabe una compra, sino un acuerdo de traslado para que vuelvan a Villaviciosa.

Además del regreso de estas dos piezas, lo que conllevaría un indudable reforzamiento del atractivo de Villaviciosa y de la casa de los Hevia dentro del turismo histórico y cultural, el Plan de Sostenibilidad Turística de la Comarca de la Sidra reserva una partida para dotar al inmueble de elementos tecnológicos y expositivos de última generación.  En concreto, se trataría de la renovación y reestructuración de los espacios, con soportes tecnológicos y digitales tales como realidad aumentada, sensorización, audiovisuales o experiencias inmersivas. El objetivo de esta iniciativa de la mancomunidad es “reafirmar la imagen histórica de Villaviciosa, antigua Puebla Maliayo, en el panorama turístico asturiano, potenciado igualmente por la figura del Emperador Carlos V, especialmente ligado con esta tierra y referente turístico de la misma"

Aquí llegaría pues aquel mozo flamenco con sus damas, consejeros, servicio, acompañantes y escoltas, si bien siempre hubo discusión sobre el lugar exacto donde Carlos puso pie en tierra, pues depende de los diversos testimonios, tanto de Laurent Vital como de otros acompañantes, esta es la versión de la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 14, voz Villaviciosa):

"El azar quiso que las naves que conducían al monarca a España se desviasen de la ruta prevista, a causa de una tormenta, y se hallasen, al amanecer del 19 de septiembre de aquel año, a la altura de Tazones, puerto que fue desechado para desembarcar debido a la falta de buenos hospedajes donde poder alojar al rey y su séquito. Por ello, fue botada una falúa engalanada en la que Carlos I y su hermana, doña Leonor, acompañados de lo más selecto de su séquito y escoltados por otros botes, se dirigieron ría arriba hacia Villaviciosa, donde desembarcaron hacia el anochecer, desconociéndose el sitio exactamente donde el monarca pisó por primera vez suelo español. Una vez en la villa, el Rey  y su hermana se alojaron en casa de Rodrigo de Hevia, chantre de Oviedo. Debido a lo inesperado de la visita, surgieron numerosos problemas de alojamiento y comida, que se solucionaron como buenamente se pudo a base de buena voluntad por parte de agasajados y agasajadores. Las naves con los señores y nobles que en ellas habían quedado, partieron al día siguiente, domingo, hacia Santander, por indicación del rey, mientras éste recibía a los regidores de la villa, quienes le presentaron sus respetos, se excusaron por las sin comodidades que hubo de padecer el real séquito y le ofrecieron presentes. El lunes 212 se organizó una corrida de toros, en in plaza convenientemente preparada para ello, en honor del monarca y sus acompañantes, quienes, dada la novedad del festejo,, lo celebraron . El martes 22 fue desinado a efectuar los preparativos para emprender el viaje al día siguiente. Y, en efecto, el miércoles 23, a media mañana, partió la regia comitiva camino de Colunga. Así pues Carlos I permaneció en Villaviciosa tres días completos, durmiendo durante cuatro noches en la villa. Esta efemérides histórica determinó el escudo del concejo.

He aquí otra versión de la llegada del futuro emperador, publicada en La Nueva España hace tiempo y que nosotros recuperamos del Blog de Acebedo:
"Carlos I pondrá pie en tierra española, por vez primera, en la noche del 19. El lugar exacto del desembarco es aún hoy objeto de debate: para unos fue el puerto de Tazones, para otros la villa de Villaviciosa. Las crónicas apuntan a que los barcos anclaron frente a Tazones, a media legua según Laurent Vital, autor de una crónica sobre el viaje del monarca. Carlos I comió a bordo y, al anochecer, se embarcó en un bote para pernoctar en tierra. El mayordomo de Cámara del rey, Pierre Boissot, señala Tazones como el lugar del desembarco, para después de la cena desplazarse a Villaviciosa, donde hizo noche. Vital, en cambio, relata que, al ver la humildad del puerto ballenero, decidieron remar hacia Villaviciosa, a dos leguas de distancia. Sea como fuere, Carlos I acabó arribando, siendo ya noche cerrada, a la villa de Maliayo, cuyos habitantes le esperaban emboscado, según el relato de Vital, asombrados por las dimensiones de la flota flamenca y temiendo que fuesen turcos o franceses: "Viendo, pues, que estos grandes poderosos barcos se acercaban cada vez más, se reunieron los hombres del país en el mayor número que pudieron, todos armados con palos, según la usanza del país, llevando sus dardos, jabalinas, espadas y puñales, sin mostrarse, y habiendo enviado muy a propósito sus espías y exploradores cerca del abra y puerto para mirar cuáles gentes eran, qué continente tenían y si arribaban allí". Los temores desaparecieron al ver que los extraños visitantes portaban banderas con las armas de Castilla, y los parroquianos comprendieron que estaban en presencia de su señor. (...) 
En las jornadas que pasa en Villaviciosa, el rey es agasajado por la nobleza local y recibe todas las atenciones de un pueblo fascinado. Son primero los señores los que acuden a rendir pleitesía al flamenco, al que entregan como presente unas cubas de vino, doce cestos de pan blanco, seis bueyes y veintitrés carneros. Después será el populacho el que improvisará una corrida de toros ante la Casa de los Hevia, para entretener al monarca. Tras cuatro noches en la villa, don Carlos abandonó el lugar y avanzó hacia Colunga. Por el camino, relata Laurent Vital, fueron muchos los que se acercaron a los caminos, "todos bien armados", para ver pasar al rey. Pero fue otra cosa lo que sorprendió a los flamencos en el camino de Colunga: un súbito chaparrón que pilló a la comitiva a menos de una legua de su destino, y que "caló hasta los huesos a la compañía, principalmente a las damas y doncellas que iban a caballo y una parte en carretas descubiertas"


Entre los cortafuegos, un magnífico corredor. Carlos de Gante se hospedaría aquí del 19 al 23 de septiembre de 1517 mientras se decidía cómo continuar el viaje para ser confirmado al trono en Valladolid previa visita a su madre en Tordesillas. Desechadas tanto las opciones de seguir por mar como por los puertos asturianos a través de Oviedo/Uviéu (lo que habría llevado a Carlos a visitar y venerar las reliquias de su catedral de San Salvador, se decidió que lo correcto sería seguir por la costa a San Vicente de la Barquera y de allí tomar la ruta a Valladolid de manera más directa. Actualmente una exposición permanente, la Estancia del Primer Viaje de Carlos V, recrea aquí aquellas jornadas:
"La exposición consta de mobiliario de sala y aposento, paneles informativos y la reproducción facsímil de documentos relevantes de su estancia en Villaviciosa. También se exponen los trajes y el calzado artesano, creados especialmente para las recreaciones teatralizadas del Desembarco que se celebran cada año en Tazones y en Villaviciosa.

Las ‘Rutas Europeas del Emperador Carlos V', de cuyo Primer Viaje en 1517 constituye Villaviciosa la primera escala española, cuentan con la declaración de ‘Itinerario Cultural Europeo' por el Consejo de Europa."

En la fachada, los escudos con el águila imperial se dice son una concesión del emperador a los Hevia al permitirles usarlos en sus blasones familiares en agradecimiento a su acogida y hospitalidad


Los Hevia, eran poderosos dentro y fuera de La Villa, una de sus torres o casa-torre, que vimos en Carda, se emplaza sobre el Camino, entrada a la población, teniendo otra además sobre el mismo puerto de Tazones, derribada en el siglo XIX, desde donde controlaban la pesca, comercio y trasiego de sus pobladores, pues además de pesquera era población ballenera y de navegación comercial. Al respecto de esta casa, más que torre era una casona urbana bajomedieval con todas sus características de la época:
" Tal y como recoge Álvaro Solano en un estudio publicado en la revista Cubera, cuando acogió al futuro Carlos V se trataba de un “conjunto residencial cerrado por un muro con una huerta en su parte trasera, donde se ubicaría una casa de servicio, así como al menos dos hórreos y una serie de árboles frutales, entre los que por su singularidad destacarían los naranjos". La casona en sí era un edificio de planta cuadrada y tres alturas. En el segundo piso, destaca un corredor con balaustrada de madera con tres vanos adintelados, culminando la composición con un gran alero de madera. En la actualidad, y por lo que concierne al interior, únicamente se conserva de la distribución original, poco más que la escalera de piedra y parte del tabicado en madera de nogal de la última planta, donde se ubica la estancia en la que se habría alojado el joven Carlos. “Es apenas un recinto de poco espacio y techado en madera, con una sobria decoración en molduras que, según un informe del siglo XVII, es un aposento cerrado de tablas de madera y con muchas molduras y otras diferentes y el cielo de dicho aposento a modo de bóveda con diferentes pinturas y dibujos, todo ello a la moda antigua", escribe Solano.

La casa de los Hevia fue reformada por completo en el siglo XIX, debido a la apertura de la carretera. En el último cuarto del siglo XX se la sometió a otra restauración.

En este lugar Laurent Vital tendría también su primer contacto con Asturias y los asturianos, reflejando, a veces con mordacidad, gentes y costumbres, pero es un testimonio de primera mano para saber cómo era la vida cotidiana en la Asturias de la época, algo que seguirá haciendo a lo largo del viaje:

"Laurent Vital, al escribir sus impresiones, dice que en estas tierras no se cultiva más de lo necesario para subsistir porque son hidalgos, (y como tales no podían ni debían trabajar el campo) pero a pesar de esta nobleza, son muy pobres y la mayoría van descalzos. 
Los hombres dice que eran “con los extranjeros bastante rudos y poco corteses”. Las mujeres: “más corteses y tratables aunque fuesen en general poco o nada agradables”. 
Pero lo que le llama poderosamente la atención es la manera de vestir de las mujeres y nos lo cuenta así: “Los hombres, las mujeres casadas y las muchachas jóvenes van ordinariamente sin calzas, no se si es la costumbre o porque el paño les resulta demasiado caro… 
…Las mujeres de esas comarcas van sobriamente vestidas de paño delgado, y las más de las veces sus trajes no son más que de tela y su atavío y adorno de cabeza son extraños, y tan altos y largos que en el tiempo pasado solían ir las damas y damiselas con sus altos tamboriles, y no son tales; pero sus adornos están hechos como respaldos y cubiertos por debajo de tela, bastante a la moda pagana. Sus adornos son penosos y muy pesados de llevar por la gran cantidad de tela que emplean, que les cuesta tanto como el exceso de sus vestidos. En mi opinión, no sabría comparar mejor esos adornos que como a esas aldeanas que se han cargado sobre sus cabezas ocho o diez pértigas con bandas de tela cubiertas con un trapo, o como si una mujer se hubiese plantado sobre su cabeza, una gran cesta de cerezas: tan altos y anchos por encima son esos adornos. Van allí las mujeres, como los hombres, la mayor parte del tiempo sin calzas: y si las llevan, son anchas y rojas, llenas de pliegues, a causa de que no llevan ligas. He visto algunas que llevaban altas botas, como hasta media pierna, y creo que a la mayor parte de esas mujeres no les hace falta peine ni cordeles para atar sus cabellos, porquedebajo de esos adornos está todo lleno de negras y grises horquillas; también las mujeres y las jóvenes son poco o nada hermosas; parecidamente las muchachas casaderas van allí pobremente vestidas, la mayor parte con telas o un delgado jubón sin mangas y con el pelo corto, y la mayor parte de ellas tienen las orejas agujereadas; pero en los días de fiesta, cuando van a divertirse, llevan a un tiempo cruces pequeñas de plata pendientes y otras chucherías a gusto suyo; llevan alrededor del cuello, a manera de argolla, paternostes de azabache, a veces de ámbar o coral; también llevan cordones llenos de nudos para dar lustre a sus pechos morenos, de cuyos collares cuelgan y sujetan gran cantidad de chucherías y otras menudencias; los días de trabajo van con los pies descalzos y arregladas más sobriamente, por lo cual no se muestran tan guapas como si se arreglasen mejor”.

Placa en el cortafuegos que recuerda la estancia de Carlos de Gante en este lugar.  He aquí una versión más de su llegada, de Revista de Folklore, Fundación Joaquín Díaz, que nosotros hallamos en el blog Mitología Asturiana:

"El 18 de septiembre uno de los vigías de la nave real divisa tierra y creyendo que estaban en Vizcaya se lo comunica al rey pues éste les había prometido un premio al primero que divisara tierra española, pero el piloto de la nave deshace el error confirmando al emperador que son las costas de Asturias y no las de Vizcaya, y dice el cronista que "se sentían desilusionados comprendiendo el desacierto en que habían incurrido llevando a tan noble y poderoso príncipe a un país como abandonado en inhabitable y adonde jamás llegó príncipe alguno"


Arco de medio punto, típicamente gótico, que siguió prevaleciendo en Asturias gran parte de aquella centuria


La casona, palacio medieval netamente urbano, con sus edificios adyacentes y dependencias, ocupaba varias antiguas quadriellas, parcelas alargadas o hazas, que constituyeron la base poblacional para construir las primeras casas de la Pola de Maliayo a partir de 1270. Estos palacios solían ocupar varias de ellas, algo a lo que contribuyó el voraz incendio de 1484 que padeció la población y que hizo desaparecer a la mayoría de las casas antiguas, por lo que el lugar hubo de reedificarse casi por entero y sobre sus cimientos. Leemos del edificio lo que nos dice Pedrayes Obaya en su libro:
"El solar se apoyaba por el Este en la calle del Agua, calleja que llevaba a la puerta de las carnicerías (llamada después calleja de Peón) y por su parte posterior a la ronda del Espadañal, su linde Sur se adosaba a otras parcelas. Esta situación implica una evolución de la trama urbana fundacional y un primer desarrollo intramuros de un programa palacial amplio que no se propagaría en otros ejemplos hasta los siglos XVII y XVIII. El carácter de palacio urbano lo destaca el hecho de ser elegido como residencia temporal de Carlos I, motivo que indica su uso residencia frente al de otras torres coetáneas"

El edificio de la izquierda fue añadido posteriormente. Algunas dependencias de servicio de la casona fueron derribadas y su panera desarmada. Enfrente existió otro caserón medieval, la Casa del Arcediano o Casa de la Fábrica, este desaparecido tras su demolición en 1921 para hacer al casa del médico Bernardo Corripio, de la que hablamos en la entrada de blog dedicada a la calle Sol-Plazuela de Balbín


Y esta es la parte posterior del Palacio de los Hevia, con dos magníficos corredores y también con cortafuegos. Aquí se extendían las que fueron sus huertas


Luego de conocer y visitar la Casa de los Hevia podemos volver por la calle del Agua hacia la Plazuela de Peón y El Ancho, retomando el Camino...


De esta Plazuela de Peón otro Caveda, Francisco de Paula, dice que, además de ser la más espaciosa de La Villa, tenía en su época una fuente en medio:
 "que arroja el agua por cuatro caños desde una taza y remata en una pirámide. Esta se labró en el año 1773 y hubieran obrado con mucho más acierto si hubiesen dejado la antigua, que era toda de mármol y mucho más sencilla, de la que nada se ha conservado en la actual sino la taza."
Enfrente, en El Ancho y a la izquierda del Palacio de Estrada, del que hablábamos antes, hay dos casas que, aunque no son palacios, guardan una interesante historia: en el año 1897 dos casas precedentes a estas fueron derribadas, lo que hizo que, aprovechando la circunstancia, varios vecinos planteasen abrir una calle, que se llamaría La Paz, la cual comunicaría esta calle y plazuela, entonces llamada Plaza de Caveda, con El Pelambre, calle Magdalena y Plaza de Pidal, hacia donde estaba creciendo La Villa


Sin embargo, la propuesta no llegó a cuajar, incluso se llegó a plantear la construcción de un pasaje comercial a cambio pero tampoco fue posible y en 1898 se construyeron estas dos nuevas casas. Habría que esperar a la ampliación de la calle Nueva en 1911 para conseguir tener una vía de comunicación ancha y fluida entre las dos partes de la población. En 1936, con las reformas urbanísticas de las corporaciones del Frente Popular en plena Guerra Civil, volvió a plantearse el asunto, pero no llegó a hacerse nada


A la izquierda de estas casas otros dos palacios en línea, el de Posada, más alto y con larga balconada de forja a lo largo de la planta superior, y seguidamente, repitiendo su esquema, el Palacio de los Busto. Esta es la descripción que del primero hallamos en La Nueva España el 3-5-2023 cuando da la noticia de su inminente restauración:
"En total, cuenta con 552 metros cuadrados de superficie. Su distribución actual es de cuatro pisos repartidos en tres plantas.

Los tres niveles de la fachada principal se separan mediante cornisas, abriéndose en cada nivel tres vanos. Los dos pisos superiores están decorados con molduras de orejas. En el primero de ellos hay un balcón volado, con rejería de hierro y forma convexa, mientras que en el piso superior se abre un balcón que recorre toda la fachada, curvándose en la parte central.

A ambos lados del hueco central del piso superior se aprecian los huecos dejados por escudos antiguos y que han desaparecido. La fachada principal se remata con un gran alero de madera."

A su izquierda, el Palacio de Busto es de características muy similares al anterior, aunque de menor tamaño. Su arquitectura está bien plasmada en el blog caminero jacobita Asturies Camín al andar, dedicada al patrimonio asturiano en el Camino de Santiago:
"Palacio urbano del siglo XVIII, entre medianeras. Cuenta con tres pisos y una planta estrecha y alargada, estando adosado al palacio de Posada. 

La fachada principal, construida con sillar de arenisca, cuenta con tres vanos adintelados en cada nivel. En el primer piso cuenta con balcón volado ante el hueco central, precedido por rejería de hierro, mientras que en el piso superior un balcón corrido recorre toda la fachada, ensanchándose frente al hueco central. Los vanos de la planta baja y primera cuenta con recercos moldurados. Un alero de piedra con molduras y pontones de madera con talla de ovas remata la fachada, sosteniendo la cubierta a dos aguas."

Volviendo al Palacio de Posada y pasando debajo de él, leemos la descripción de Pedrayes Obaya en Villaviciosa de Asturias. Análisis urbano, donde explica que tiene una planta muy interesante "pues incorpora un patio de luces central que lo acerca a la tipología de un edificio de pisos". No en vano su rehabilitación tiene como fin reformarlo para viviendas de lujo


Y esta es la terraza del Café Avenida, fijémonos en las flechas amarillas. Cuando se abrió este paseo tras la demolición de la Casa Miyar, este sector del Ancho de la Plazuela de Peón hasta la Plazuela de Solares, de unos 45 metros de longitud, fue plantado con cuatro hileras de acacias, dejando una calle central para el paso de carruajes y disponiéndose a ambos lados de anchas aceras


El Café Avenida fue fundado por Fernando, hijo de Facundo Álvarez, que tenía el Gran Café (luego Continental y Rex), más conocido por El Café de Facundo, uno de los históricos de La Villa. Arriba, una placa en el Palacio de Busto recuerda el nacimiento aquí del médico D. José Pando y Valle el 21 de enero de 1861, hijo de José Pando Careaga y hermano de Adolfo Pando y Valle, farmacéutico y Alcalde de Villaviciosa en dos ocasiones. Estudió Medicina en la Facultad de Valladolid, especializándose en enfermedades del aparato respiratorio. Trabajó en Madrid, donde fundó el Colegio de Huérfanos Príncipe de Asturias en 1917 y fue director de varias instituciones, siéndola concedida en 1905 la Placa de Honor de l Cruz Roja Española


Además de esta placa cuenta con un busto en su memoria y homenaje en los jardines frente al cercano convento de Santa Clara. Aquí podemos leer:
EN ESTA CASA NACIÓ
Don JOSÉ PANDO Y VALLE
MÉDICO Y SOCIÓLOGO QUE CONSAGRÓ SU VIDA
EN BENEFICIO DE SU PROFESIÓN Y DE LOS
DESVALIDOS Y DESHEREDADOS
VILLAVICIOSA COMO RECUERDO PERDURABLE
A LA MEMORIA DE UN HIJO EMINENTE
QUE LA ENALTECE
21-1-1860  3-8-1926

Siguen los palacios y sigue la forma curva de este frente de El Ancho: el primero es el Palacio de los Reguero, siguiendo luego el de Balbín de la Calle, de los que dice Pedrayes Obaya lo siguiente:
"Emplazados en la antigua calle de la Ferrería, muestran su relación con la parcelación fundacional pues sus fachadas giran adaptándose a la primitiva alineación. Estos dos palacios dan frente a un posible espacio de respeto palacial situado entre las plazuelas de Solares y Balbín"

El Palacio de Reguero o de los Reguero ocupaba al principio el espacio de dos quadriellas, pero con el tiempo se le añadió una tercera, donde estaba la rectoría, mencionada aún en el Catastro de Ensenada de mediados del siglo XVIII, señalando que tendría un menor fondo edificado que estos dos palacios entre los que se encontraba.


El palacio cuenta con un interesante patio-escalera que no podemos ver desde la calle. Visto de frente aportamos la información de Asturies camín al andar:
 "

Por su parte el Palacio de los Balbín de la calle ocupa tres quadriellas medievales en la que la central dispone de escalera. Esta es su descripción arquitectónica en Asturies camín al andar:
"Palacio urbano sito junto al palacio de los Reguero, en el ámbito urbano conocido como El Ancho, con una planta curva adaptada a la primitiva alineación de la calle, a su vez derivada del recorrido de la muralla medieval.  
Construcción de gran desarrollo longitudinal. Sus dos plantas cuentan con una distribución regular de vanos adintelados con recercos moldurados, disponiéndose en la planta superior cuatro balcones volados con rejería de hierro. Uno de esos balcones está flanqueado por sendos escudos Sobre el pronunciado alero, y surgiendo de la cubierta, se levanta un gran buhardillón con frente acristalado"

El "buhardillón con frente acristalado" lo apreciamos mejor a esta lado de la calle, de la que dice el historiador Luis Antonio Alías en su libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios:
"Magníficas casas barrocas, con vanos enmarcados por molduras de orejera, balcones salientes de labrados antepechos, fachadas de sillar y blasones de buena labra testimoniando viejas hidalguías, nombres ilustres, fugaces residencias imperiales. Lento y admirativo paseo entre palacios renacentistas y barrocos..."

Blasones de la casa, a los lados de la puerta del balcón central de la planta alta. El de la izquierda vuelve a mostrar un águila, en este caso bicéfala


La gran curva de El Ancho sigue hacia res edificios de prácticamente la misma altura, sobre todo los dos primeros, empezando por el Palacio de Cienfuegos, de blanca fachada. A su izquierda hay un bloque de pisos con un subterráneo por el que se pasaba a la antigua estación de autobuses, que estuvo en servicio hasta hace unos años, la actual está en El Pelambre


El Palacio de Cienfuegos había sido antes, en el siglo XVIII, de los Posada. Es muy posible que estas casonas inspirasen los episodios villaviciosinos de la célebre obra, publicada a finales de esa centuria, en 1792, "Historia fabulosa del distinguido caballero don Pelayo Infanzón de la Vega, Quixote de La Cantabria", publicada a finales de esa centuria, en concreto en 1792 y en Madrid, de la que es autor don Alonso Bernardo Ribero y Larrea, párroco entre 1751 y 1797 en la soriana localidad de Ontavilla. En ella, en su capítulo IV, titulado "Hállase gustoso Don Pelayo en Villaviciosa y exagera el país de Asturias" se lee:
"Llegó con mucho día Don Pelayo a Villaviciosa, lo que fue motivo para que después de refrescar pasease por la Villa y se hiciese cargo de ella: causóle mucho gusto la abundancia de aguas, lleváronle la atención muchas buenas casas, y notó que era una población muy provista de todo comestible, hermoseándola también un poco de comercio. Retirose al anochecer a la posada; dispúsose la cena con el mayor aseo, sirviendo los manjares una hija de la mesonera, que por plato de postre presentó en la mesa una fuente grande de natas con azúcar..."

El Quixote de La Cantabriacomo se le dice abreviadamente, viene a ser una especie de imitación del de Miguel de Cervantes, con cierta crítica antinobiliaria. Su argumento se basa en un caballero, don Pelayo Infanzón de la Vega, que con su escudero Mateo viven los dos numerosas aventuras en ruta a la Corte. Se ha sospechado que el autor sea asturiano, en concreto de aquí, por la forma en como define a Villaviciosa, y diversos eruditos afirman que en La Villa y su entorno, Amandi y Fuentes, tenía familiares. Sin embargo, no agradaron para nada, ni la obra ni los personajes, a su contemporáneo el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, quien, escribiendo en una carta, incompleta y sin fecha, dirigida al "Cura de Ontanilla y despoblado Ontariego en el Obispado de Segovia", su autor, se lee:
"Usted supone que este caballero salió de su casa uno de los días de mayo de 1785, y con esto no sólo destruye enteramente la visión de su poema. Los que vivimos, sabemos que no había entonces en Asturias tal D, Pelayo, tal D. Arias Infanzón de la Vega, tal D. Gaspar Bahamonde, nombrado canónigo de Oviedo, muerto en el camino,  y llevado a enterrar a la catedral; y sobre todo, que unos hechos tan públicos, tan notorios, tan dignos de ocupar la curiosidad y la conversación del público, no pasaron ni pudieron pasar en 85"
Parece ser que Ribero y Larrea había trabajado nada menos que 16 años en el libro, deduciéndose que había enseñado su borrador a algunas personas, recibiendo malas críticas, por lo que escribe en su prólogo:
"Ninguno como yo tiene necesidad que este Prólogo se lea, y que sea con algún cuidado, porque voy grangeando poco a poco el concepto de hombre temerario, y sacrílego en cierto modo, presumiéndome capaz de imitar la fábula del Quixote de la Mancha"
En 1793, sabedor de que Ribero y Larrea tiene visto bueno para un segundo tomo, Jovellanos insiste en su disgusto, ahora en carta enviada al canónigo Carlos Posada:
"... habla tan satisfecho de su obra, que me hace lástima, aunque conozco que más la merece el público, á quien roba con ella, y sobre todo, el país, á quien llena de vergüenza"

Luego, va el edificio del subterráneo al que antes hemos aludido, en cuyos bajos se encuentra el Café Bar El Ancho y a continuación, una casa construida en 1895 ocupa el lugar en el que antaño se situaba el Palacio de Solares, que dio nombre a otra plazuela, la Plazuela de Solares


Esta Plazuela de Solares, en la confluencia de las calles del Sol y del Agua, llega hasta mismamente el ábside de la primera parroquial de Villaviciosa cuando esta era aún la Pola de Maliayo, la iglesia de Santa María del Conceyu, cuyo cabildo o pórtico haría las veces además de primer Ayuntamiento antes de tener este, el Conceyu, su propio edificio a partir del siglo XVI. Debido a su situación al extremo del recinto amurallado resulta este, en opinión de Pedrayes, el más ambiguo y poco definido "espacio de respeto" palacial de este sector que incluye también las plazuelas de Peón y de Balbín:
"A esta ambigüedad contribuía la propia ubicación del palacio de los Solares, incrustado en la parcelación serial y poco individualizado. Otros factores que competían su carácter señorial era la misma funcionalidad del espacio y la pugna simbólica que la iglesia parroquial proyectaba sobre él. Aún así, los Solares tenían su panera en la plazuela y cinco casas de su propiedad lindantes con ella, Su formación se llevó a cabo con la supresión de varias parcelas fundacionales, que dieron lugar a su ámbito. Curiosamente, cuando mudó el apellido del linaje, cambió el nombre de la plaza: de Solares pasó a llamarse Flórez, y ya avanzado el siglo XIX, fue conocida como de Campomanes"

La antigua Plazuela de Solares es hoy la Plaza Obdulio Fernández, donde se alza el monumento de La Manzanera en honor de este insigne benefactor e impulsor de la industria señera por excelencia de Villaviciosa, Obdulio Fernández Pando, nacido en la parroquia de Cazanes y fundador con Valle Vallina y Fernández de la famosa fábrica de Sidra El Gaitero, de la que hablábamos al pasar por Carda


Cierra la plaza por el otro lado el Teatro Riera, construido con proyecto del arquitecto villaviciosino Fernando Cavanilles Batalla e inaugurado en 1945 para sustituir al desaparecido Teatro Alonso, destruido en la Guerra Civil, el cual, tras su rehabilitación, sigue en activo con continua actividad. Un resumen de su historia podemos encontrarlo en el periódico El Fielato con motivo de su 75 aniversario en 2020:
"Protagonista de la vida social y artística de Villaviciosa desde 1945, el teatro, promovido por Laureano Riera, su constructor y propietario, fue proyectado por el arquitecto Fernando Cavanilles. Obra de envergadura, el teatro-cine representó una novedad por su tamaño, arquitectura, gran aforo e intensa actividad que pervive, ya como teatro municipal, en nuestros días.

El 15 de noviembre de 1945 fue inaugurado por la compañía de teatro José Alba, a la que seguiría, pocos días después, su estreno como Palacio del Cine con la proyección de La tragedia de la Bounty (Frank Lloyd, Munity on the Bounty, 1935; con Charles Laughton y Clark Gable).

En los años centrales del siglo XX, el teatro alcanza gran esplendor, siendo destacada la labor de Cándido Cambiella, vinculado al Teatro Riera desde muy joven, primero como dibujante de su espectacular cartelería, luego proyectista, publicista y, en definitiva, gran artífice de su mantenimiento hasta el cierre en 2002, cuando se inicia el cambio de propiedad hasta su reapertura como teatro municipal en 2008. (...)

El Riera sigue siendo sede de referencia de la vida cultural de Villaviciosa, con una media de quince mil espectadores, combinando cine, teatro, conciertos y actos institucionales,  con más de un centenar de actividades al año, y un programa diverso al que contribuye el rico tejido asociativo que representan las distintas agrupaciones y asociaciones culturales locales."

Aquí vemos los tres frentes del teatro, a la izquierda la calle del Sol, a la derecha la del Agua y aquí enfrente la plaza. Su construcción se fraguaba ya en 1942, en lo más crudo de la posguerra, cuando el industrial Laureano Riera encargó su proyecto al citado Cavanilles, quien diseñó un edificio de cuatro alturas en las que el teatro ocuparía las dos inferiores mientras que las dos superiores estarían destinadas a viviendas. Este es su análisis arquitectónico en el Gran Atlas del Principado de Asturias:
"... presenta unos aleros volados de madera bastante pronunciados y un recercado de ventanas igualmente destacado que, entre otros elementos, denotan una filiación artística montañesa, no exenta de ciertos elementos historicistas como las neobarrocas molduras de ojeretas de las ventanas. Es un edificio de planta rectangular de tres fachadas, cada una de las cuales consta de un cuerpo central más ancho (tres calles) y alto (cuatro pisos) que los laterales (una calle  tres plantas). Es de destacar el juego plástico que generan las cubiertas al disponerse a distinta altura. Se emplea la falsa piedra como material constructivo. En la exposición Asturias, 50 años de Arquitectura, aparecía el Teatro Riera como obra significativa de la década de 1940"

Dentro del desconocimiento y dudas existentes sobre el desarrollo urbano de la antigua Plazuela de Solares cabe la posibilidad que este primer tramo de la calle Sol a partir de la Puerta del Puente y hasta el interior de la pola hubiese tenido una gran anchura en comparación con el resto de su trama urbana medieval


Volviendo al Palacio de Solares, o mejor dicho, al edificio que lo sustituye, hemos de decir que esta familia tuvo primeramente una torre, la Torre de los Solares, en La Ballera y a unos 400 metros de la cerca de la población, desde la que dominaban otro de sus accesos. En el siglo XVI ya se instalaron aquí, cerca de la iglesia, con su espacio de respeto e influencia, luego toda la calle se llenaría de palacios


Si bien aquel palacio ha desaparecido, el escudo muestra los símbolos heráldicos de su historia, el sol de los Solares (que algunos dicen cambió el nombre a esta antigua calle Ferrería), el águila, (muy presente en los escudos de La Villa), la antigua torre de la estirpe en La Ballera, que en el siglo XIX fueron utilizados sus restos como cementerio y de los que se conservan algunas porciones, en concreto el lienzo de la planta baja de la fachada principal con puerta de arco apuntado y escudo 


A su izquierda está el Café Hotel Neptuno y, más allá, Les Escuelones, las Escuelas Graduadas de Villavicios, levantadas en 1925 en el solar del antiguo Hospital Sancti Spiritus, antigua institución de acogida de pobres y peregrinos que había pasado a ser cárcel avanzando el siglo XIX. Más allá, el barrio de La Oliva nació como consecuencia de las obras a una carretera que se quiso hacer hacia El Porréu del Salín en 1845. Antes estaba ahí la Torre de los Busto, control señorial de esta familia, que también como vimos establecería su palacio en El Ancho, para controlar el acceso por la Puerta del Puente, salida y entrada de la población hacia El Puente Buetes o Güetes


Entre el hospital de peregrinos y la iglesia de Santa María del Conceyu pasa el Camino, nos dirigimos a visitar el histórico templo concejil símbolo de la independencia de la Pola de Maliayo que, durante sus primeros años de existencia, tuvo dependencia de Amandi a falta de un edificio que, según costumbre de la época, uniese la administración religiosa con la civil en un mismo espacio de reunión, deliberación, reflexión y decisión


En cuanto a La Manzanera es preciso decir que se trata de una magnífica obra de 1932 del magnífico artista escultor Mariano Benlliure, considerado el último representante del realismo decimonónico, como bien vamos a comprobar en esta composición y obra maestra que representa, como figura eminente sobre pedestal, la estatua de una aldeana que lleva un cesto de manzanas para hacer sidra


En este lugar se había pensado primeramente erigir una estatua dedicada al magistrado villaviciosino Luciano Obaya Pedregal, que había fallecido en Priesca en 1926. Todo estaba preparado para ello, hasta la estatua en escayola a cargo del escultor Pérez Seijo, pero el fallecimiento de Obdulio Fernández en el verano de 1927 cambió las cosas, pues se crea una comisión para erigirle un monumento por suscripción popular presidido por los indianos Vicente Fernández Riaño (ex-presidente del Centro Asturiano de La Habana) y Bernardo Solís García, quien compró unas casas al lado de esta plaza y contó con el arquitecto Enrique González Bustelo para el proyecto de sus reformas y jardín (aunque luego se escogió el de la gijonesa Casa Gargallo, de menos coste), mientras que Mariano Benlliure fue encargado de la estatua... o estatuas y demás elementos


El monumento es básicamente una fuente, cuyo pilón aprovecha el de la preexistente en este mismo lugar de la Plazuela Solares, donde esta familia tenía también una panera como su granero y despensa, de las muchas que había, y por supuesto hórreos, dentro y fuera de las murallas de Villaviciosa


El monumento se inauguró el 12 de septiembre de 1932 durante las Fiestas del Portal, está inspirado en el modelo de patrono paternalista muy propio de la época, según nos dice también en su obra Juan José Pedrayes Obaya. Atrás, a lo lejos, el Monte Cubera, montaña totémica de Villaviciosa, que se alza sobre La Villa y La Ría


Como nota curiosa hemos de decir que, siendo Benlliure amigo personal de D. Obdulio, representó en La Manzanera, también llamada La Aldeana, a una de sus sobrinas, que fue su modelo


Al pie de la estatua de la moza manzanera, y entre las esculturas de un gaiteru y un tamboriteru, ambos con el traje asturiano tradicional de la zona central, está el medallón con la efigie de Don Obdulio, y esta a su vez sobre el cañu de la fuente, cuya agua sale de la boca una cara alegórica de larga y alborotada melena


Alrededor del medallón se lee "Obdulio Fernández Pando 1852 - 1927". En El Progreso de Villaviciosa, obra de Víctor Vallín Martínez y de Gerardo Fernández Moreno que ensalza las gentes y lugares de La Villa y concejo, publicada en 1928, es decir, al año siguiente de su muerte, dicen de él estas palabras auspiciando ya la construcción de este monumento en su honor:
"Dos son los aspectos de la vida de este hombre ejemplar que contribuyó con su acción a levantar el buen nombre de Villaviciosa y a afianzarlo con fama mundial. 

Fue productor y fraterno; de trato afable y humilde, jamás quiso ni permitió que su nombre y sus hechos fueran publicados. Ahora, después de fallecido, nos será permitido hacer su biografía, no necrológica, sino como hombre de acción. 

Fue D. Obdulio Fernández, uno de los tantos villaviciosinos que ansioso de horizontes amplios, emigró a América, cuando era aún un niño. Laborioso, optimista y perseverante, supo conquistarse a través de los años un capital sano y santa de levantar industrialmente a su país y por ende a hacer patria, engrandeciéndola y enriqueciéndola. Y a su país, a su Villaviciosa, regresó con bríos y con entusiasmos; y redoblando sus trabajos y descansando poco, supo en unión de sus familiares, caballeros semejantes a él, levantar sobre inútil lodazal de campos despreciables, esa industria gigante y que nos es tan familiar de “El Gaitero”. Esa fábrica universal que en La Espuncia, ha sabido producir en cantidad y calidad la inimitable sidra que el Mundo solicita y consume con predilección a todas las clases de bebidas que el mercado mundial ha lanzado en reñida competencia. 

Este hombre todo acción y labor, que todo lo dio para los demás, sin cuidarse de sí, ha dejado marcado el camino a seguir por los hombres de corazón.

Fraternal excelso, jamás quiso saber las ideas que los hombres profesaban. Con entendida caridad y con una inteligencia firme y clara supo cooperar pródigamente, silenciosamente, ocultamente en la gran obra de amor hacia el pueblo subvencionando centros de enseñanza y casas de albergue. Sin que la trompeta anunciadora pregonase la llegada del óvalo bienhechor, supo allegar recursos a los hogares necesitados, medicamentos a los lechos de los enfermos, alimentos a las casas que de ellos carecían, ropas para vestir a pobres desvalidos, camas para los ancianos, amores y cariños para todos. 

Hombre de incasable celo y de acendrado amor al pueblo de sus querencias, en él fomentó e instituyó industrias secundarias donde centenares de familias encontraron remunerador salario que las permitió vivir y criar a sus familias cuyo porvenir, incierto y tenebroso sumía a los hombres en tristezas desconsoladoras… 

El Sr. Fernández Pando, sin alardear de filosofías que a tantos envanecen, supo trazar la pauta a seguir por los hombres de Corazón y Gobierno, cuando pensando en la infancia, proporcionaba largamente pan substancioso para los cuerpos y pan espiritual para las almas. 

Y de su caridad pura y excelsa, quedan ahí, por pueblecitos, por callejuelas y por barrios de nuestro Concejo, centenares de criaturas que faltos de D. Obdulio, tiemblan ante la escasez de pan para sus estómagos….. Bien sabemos que este hombre ejemplar ha dejado secundadores de sus obras: sus familiares comulgan con aquellos santos principios de D. Obdulio y amantes y buenos, según el camino por él trazado. Y el pueblo lo ve, lo siente, lo admira y lo agradece. 

También queda como obra patente del gran benefactor, esas hermosas Escuelas Graduadas, que la Sociedad “El Gaitero” ha construido y regalado a los niños de Villaviciosa: ese gran horno donde ha de fabricarse el pan espiritual que sirva de alimento a las almas de las criaturas de generaciones venideras… 

D. Obdulio Fernández Pando, hombre de corazón, de sentimientos ejemplarísimos, también ha dejado importantes mandas para la mayoría de las sociedades locales, especialmente para las de carácter benéfico, y será de eterno recuerdo en Villaviciosa; en este pueblo agradecido y noble que como mínima expresión de sus sinceros agradecimientos le levantará una estatua que perpetúe la imagen de este hombre ejemplar y bueno. "

El medallón, como las esculturas, están realizadas en bronce: he aquí la del tamboriteru.


Cuidado todo al mínimo detalle, destaca el realismo del que hizo gala el autor en sus obras, esparcidas por decenas y decenas a lo largo de toda España e Hispanoamérica


A su izquierda y en el pedestal un escudo coronado de cuyo fondo atrás, salen ramas de pumar repletas de hojas y de manzana, alegoría de la capital manzanera y de la buena sidra


En la siguiente esquina una aldeana sostiene el extremo de una guirnalda


Muy cuidados semblantes sin duda basados en gente real, contemporáneos de Benlliure y muy posiblemente de la misma Villaviciosa



La guirnalda sigue y, sostenida a la izquierda por otra aldeana se comba para dar paso a un texto, sito sobre otro caño con la cara de un querubín. Arriba más manzanas y hojas del pumar


Podremos leer aquí, bastante claramente:
AL EXCMO. SR.
D. OBDULIO FERNÁNDEZ 
PANDO ILUSTRE HIJO DE
VILLAVICIOSA BENEFACTOR E IMPULSOR
DE LA CULTURA LAS ARTES
Y LA INDUSTRIA
ERIGIDO EN 1928 POR 
SUSCRIPCIÓN POPULAR
DEL PRINCIPADO Y
ASTURIANOS RESIDENTES
EN HISPANOAMÉRICA

 La aldeana que sujeta la guirnalda por el otro lado, a su izquierda otro escudo, este con las cruces de Asturias, y otro carnero debajo

Detalle de sus pies, calzados con madreñes y escarpinos

Las cruces del escudo son las de la Victoria y la de los Ángeles, cuyos originales podrán ver los peregrinos que desde el cruce de Casquita, unos tres kilómetros al sur de La Villa, elijan el ramal ovetense de Camino Norte, pues se encuentran en la Cámara Santa de la Catedral del Salvador


Y ya estamos de nuevo ante el gaiteru, y a su izquierda el medallón de D. Obdulio, hemos dado una vuelta completa al monumento


Expresivos gestos plasmados con genialidad, realmente creemos hasta escuchar las melodías que está interpretando a la gaita


De fondo, el edificio del Riera es un marco sublime, pese a su diferente estilo, época, necesidad o inspiración, para este maravilloso conjunto monumental de La Manzanera, porque como bien dice, como siempre lo hace, el arquitecto villaviciosino Xuan Pedrayes Obaya:
"La creación del monumento a Obdulio Fernández en la antigua plazuela de Solares fue el penúltimo elemento que ha hecho de este espacio urbano una síntesis de la historia villaviciosina. Este entorno quedaría rematado en los años cuarenta con la construcción del teatro-cine Riera, que sirve de fondo a la escultura de Benlliure"

Escultura que, a la vez, parece orientar al peregrino a seguir su Camino, rumbo a la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva, la eterna Santa María del Conceyu, que une su construcción a la más honda intrahistoria villaviciosina de la antigua Pola de Maliayo, que también tuvo su hospital de peregrinos










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