Per ager, el Camino zigzaguea entre los prados y pierde altura suavemente. Aquí, en esta acción de caminar 'por el agro', tenemos el origen de la palabra peregrino que, como vemos, ha tenido y tiene diversas acepciones, incluyendo la de cosa 'rara, exótica y estrambótica' aplicada en expresiones como "ideas peregrinas", pero quedémonos con el término actualmente más extendido, que nos explica así la Xacopedia:
"Del latín peregrinus, ‘el que camina o viaja a un país extraño’. Con el tiempo, el término evolucionó hacia un concepto de viaje devocional, tal y como hoy lo conocemos. En este sentido, el peregrino es la persona que realiza un camino que se dirige hacia una meta situada en un lugar considerado santo, por el hecho de que allí nació, vivió, murió o está enterrado alguien que tenga tal consideración. El camino está lleno de dificultades que tendrá que solventar para llegar a la meta, por lo que muchas veces la vida del cristiano fue considerada como una metáfora de la peregrinación, en la que hay que vencer los obstáculos y enfrentarse a ellos para alcanzar el objetivo de la salvación. Las tres principales metas de romería de la cristiandad están en Jerusalén, donde se desarrolló la vida de Jesús; Roma, donde está enterrado el apóstol San Pedro; y Compostela, que guarda los restos mortales de Santiago.
Desde el hallazgo del sepulcro en el bosque Libredón por el eremita Paio, el obispo Teodomiro y el rey Alfonso II el Casto impulsaron el culto a Santiago y la peregrinación a su santuario, lo mismo que hicieron luego sus sucesores. Este apoyo de la Iglesia y de la Monarquía favoreció la llegada de peregrinos desde todos los lugares de la cristiandad y convirtió a Compostela en una de sus tres ciudades santas.
Alfonso II el Casto viajó a Santiago ya en el siglo IX. Entre los siglos X y XII esta ruta constituye un factor decisivo para la expansión en la Península Ibérica de movimientos artísticos como el románico, literarios, como los cantares de gesta, y económicos, como el desarrollo del comercio.
Los peregrinos venían a Compostela con objetivos diversos. Aunque el fundamental era el religioso, que buscaba en el Camino una vía de redención de los pecados para alcanzar la salvación, otros viajaban para pedirle al Apóstol remedio para sus males, como señal de agradecimiento por los dones concedidos, para demandarle ayuda y poder superar una dificultad personal, ante un problema sufrido por un pueblo o una nación, o para la redención de una pena con espíritu penitencial.
“A este lugar vienen los pueblos bárbaros y los que habitan en todos los climas del orbe […]. Nadie hay que pueda narrar los beneficios que el Santo Apóstol concede a los que le piden de todo corazón. Pues han ido allá muchos pobres, que después han sido felices; muchos débiles, después sanos; muchos enemistados, luego en paz; muchos crueles, después piadosos; muchos lujuriosos, después castos […]. He aquí que la santa ciudad de Compostela ha venido a ser, por la intercesión del Santo Apóstol, la salud de los fieles, la fortaleza de los que a ella vienen”, asegura el Códice Calixtino".
El Camino hace una curva a la derecha y, tomando dirección oeste, reconocemos al fondo la verde colina del Alto Ania, que va a ser una referencia visual en nuestro camino al valle
Un poco más adelante asoman las alturas del Picu Pedrouzu (en algunos mapas mal escrito Pedroso), con sus 616 m coronando la sierra de su nombre, que hace frontera con el vecino concejo de Candamo
Más a nuestra derecha vemos estos afloramientos rocosos en la ladera de las estribaciones meridionales del boscoso Picu Prietu (205 m), al lado del pueblo de Valsera, que ha quedado atrás y ya no vemos desde aquí
A la izquierda vemos Casa Pepe, en La Gobia de Baxo, hermosa quintana
A la izquierda, un tendejón de ganado caballar bajo La Peña l'Aila, fijémonos a su derecha en las estacas y cables del pastor eléctrico que evitan que los animales se metan de una finca a otra, salten al monte o salgan al camino
Llaneamos y avanzamos todo recto por este enclave ganadero entre La Peña l'Aila y El Picu Prietu, mirando a La Cuesta
La entrada al pasto caballar, a nuestra izquierda
Aquí otra muria de piedra, esta suelta y sin argamasa, acaso de origen muy antiguo, separa el prado del Camino
Y sigue todo ancho y llano hacia La Rabaza, con los campos de El Carrilón, El Sobárgano y La Carrilona entre El Picu Prietu y La Cuesta, entre los que se abre el valle del río Andayón
Más que un valle podríamos decir que estamos ante un selvático desfiladero, densamente arbolado. El río, que nace en La Sierra Taborneda en las inmediaciones del pueblo de Villayu, en Llanera, célebre por sus antiguos alfareros de cerámica negra, es llamado Campanal en su curso alto, empezando a ser llamado así al pasar por el pueblo que le da nombre, Andayón, un poco más al norte de aquí, al otro lado de esta loma, ya en Les Regueres
Y justo en esa loma, en una praderías donde se ve una antena, se encuentra el cementerio parroquial de Santuyanu, en La Cavadona
El paisaje es sumamente bello; incluso antes de llegar a las etapas montañeras que tanto caracterizan al Camino Primitivo, nuestro entorno rural y natural es un verdadero encanto que encandila a los peregrinos, pese a su fama de 'camino duro', y les hace siempre volver...
Pensamos por ello siempre en los peregres, que van per ager, cuando caminamos por estas camperas de Valsera a La Rabaza y, con ellos, en lo que de ellos escribieron historiadores como Miguel Murguía:
“de todas las partes del mundo corrieron miles de peregrinos á visitar la apostólica casa y orar al pie del sepulcro que en ella se guarda. Desde el mismo momento en que se descubrieron los sagrados restos hasta el presente, jamás ha faltado quien viniese á postrarse ante estos altares y buscar en ellos la remisión de sus culpas. Emperadores, reyes, príncipes, duques, papas, obispos, santos, guerreros, trovadores, artistas, mujeres y hasta niños tomaron el Camino de Compostela, visitaron su iglesia y oraron bajo sus bóvedas, viniendo los unos de los más remotos confines de Europa, los otros desde sus islas y apartados retiros, todos llenos de la fe que les guiaba y alentados por la esperanza y seguridad de los grandes perdones que de la peregrinación esperaban. Á ellos debe Santiago su fama, su riqueza, las grandes prosperidades de que ha gozado. Al paso de la innúmera muchedumbre y tanta diversa gente, todo se anima en la nueva ciudad y toma incremento y prospera felicísimamente”
"La palabra peregrinación está formada por la preposición latina per [a través de] y del término ager [campo]. La preposición forma parte también de palabras como peligro [periculum], ‘perito’, ‘experto’ o ‘experiencia’. Para Ortega y Gasset, en La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva, la raíz latina per-, entendida como viajar, proporciona una comprensión de lo que es empirismo y experiencia mucho más concreta, viva y filosóficamente importante que todas las definiciones epistemológicas que de estos términos se puedan dar. El equivalente de esta preposición latina en alemán es fahr y forma parte también de palabras como fahren, que significa ‘viajar’; gefhar, ‘peligro’, o erfahrung, ‘experiencia’.
La peregrinación es, por lo tanto, un viaje a través del que uno adquiere una determinada experiencia y en el que ha de afrontar los peligros que se presentan en el camino. En sus orígenes, peregrinar era mucho más que viajar para realizar intercambios o para disfrutar de lo que hoy podríamos denominar turismo; resultaba un vehículo imprescindible para el conocimiento y el saber."
Estamos en una zona de vaqueros(vaqueiros más al occidente) de alzada, de los que pasaban el invierno o las estaciones frías en estas antiguas majadas de climas suaves para, una vez se despejasen bien de nieves las de los puertos, subir a las brañas de alzada en la Cordillera durante el verano, en lugares como Torrestío, en Babia, practicando la trashumancia estacional
Y es que las rutas de peregrinación iban también las de arriería y trashumancia, cruzándose caminos de norte a sur con otros de este a oeste y formando toda una red caminera que salvaba la difícil orografía asturiana por todos pasillos naturales, algunos empleados desde los tiempos previos incluso a la agricultura y la ganadería, cuando las comunidades de cazadores y recolectores, como la que habitó la Cueva Oscura, muy cerca del Camino
Presenta, además de la concha, la pertinente flecha amarilla direccional; realmente y en contra de la opinión generalizada la posición de la concha no implica obligatoriamente dirección sino que básicamente identifica al Camino. La dirección la da inequívocamente la flecha amarilla
Junto al camino hay un hermoso texu o tejo, árbol totémico de la antigüedad, símbolo de la vida, la muerte y la eternidad. La vida por estar siempre verde al ser de hoja perenne...
La muerte por la alta toxicidad de sus componentes, de los que se extraían venenos y sustancias alucinógenas, muerte vista tanto en el plano físico como en el mental de pasar a otro estado de consciencia en comunicación, o eso se pensaba, con fuerzas o presencias del más allá, no siendo extraño pues que con la cristianización siempre estuviese al lado de las iglesias o santuarios, aparte de crecer, claro está, plantado enfrente de casas o nacido de manera silvestre
Un poco más adelante, a la derecha, otro texu, prado abajo, símbolo también de la eternidad por su alta longevidad, hasta de bastantes siglos en no pocos casos
La casa se encuentra un poco más abajo del Camino. Atrás ha quedado ya El Picu Prietu con sus afloramientos rocosos. Caminamos ahora por la vertiente septentrional de La Peña l'Aila
El valle, cubierto de bosques, prácticamente no se ve y, como hemos dicho, es prácticamente un desfiladero. A lo lejos y al otro lado es el Alto Ania (236 m)
El río va prados abajo, oculto en lo más frondoso de la espesura; junto con los árboles autóctonos reconocemos algunas plantaciones de ocalitos
Nos despedimos pues de los prados de La Rabaza y del monte de La Cuesta
Vacas frisonas en el pasto conforman otro bucólico paisaje rural y pastoril de los que tanto embelesan al corazón del peregrino
El Camino hasta Picarín será así, una pista de tierra muy cómoda y muy agradable de caminar, que llanea o baja suavemente, con escasas subidas
Esa rarísimo encontrarse por aquí ningún vehículo, únicamente sería el caso de algún pequeño tractor Pascualín de servicio a las fincas o todoterreno, pero aún así es raro
El bosque es un castañéu, esto es un castañar o castañedo, donde predominan los castaños, aunque también hay otras especies arbóreas autóctonas, como los robles o carbayos y algunos álamos, entre varias
El castañar se torna solitario y sombrío, pero extremadamente bello. Por eso en Asturias la expresión "dar voces en castañéu" equivale al castellano "predicar en el desierto"
Esta es una imagen del bosque al sol de la mañana, que es cuando suelen atravesarlo los más de los peregrinos, en la primavera, cuando predomina el más intenso verdor
Esta es una foto al sol de la tarde a finales del verano, cuando ha empezado a caer la hoja y la hojarasca va cubriendo el suelo
Las ramas y hojas filtran los rayos del sol cual celosía de la naturaleza
Si deseásemos visitar dicha cueva (está cerrada pero desde sus barrotes puede verse algo del interior), habríamos de desviarnos del Camino de Santiago, que en esta bifurcación sube a la izquierda, para bajar a la derecha hacia el río. Dado que sin duda puede ser un sobreesfuerzo bajar para luego subir optamos por recomendaros la entrada del blog Dendecagüelu del erudito Luis Javier del Valle Vega, con fotos y textos, de los que compartimos lo siguiente:
"Considerado uno de los mejores ejemplos del Aziliense antiguo cantábrico, se ubica a escasos metros del paso del Camino de Santiago Primitivo. (...)
Excavada por Gómez Tabanera y otros, en la segunda mitad de la década de 1970, contiene niveles de finales del Paleolítico superior (Magdaleniense medio y final) y del Aziliense. Los estudiosos la consideran uno de las mejores ejemplares del Aziliense antiguo cantábrico y base de estudio de la transición Magdaleniense superior final al Aziliense.En la parte inferior de su entrada se encuentra un cartel que informa de la misma y sus características, en el que se lee: “Presenta dos entradas abiertas hacia el este, sobre el margen izquierdo del cauce del río Andayón, que forma uno de los numerosos valles tributarios de la cuenca media del río Nalón. Su cota aproximada es de 140 metros sobre el nivel del mar y las altitudes que constituyen las cumbres que rodean el valle en este sector son muy modestas, se sitúan apenas a 280 metros sobre el nivel del mar.
El territorio en que se circunscribe constituye una de las áreas del doblamiento paleolítico más intenso del tramo medio del Nalón. No en vano está situado a medio camino de las cuevas la Paloma y Sofoxó, también en el concejo de Las Regueras. La primera ubicada a poco más de tres kilómetros de cueva Oscura en línea recta, en el valle colateral del río Soto. La de Sofoxó se encuentra en la confluencia de los ríos Nora y Nalón, a unos dos kilómetros y medio en línea recta.
Las facilidades de comunicación entre las tres cuevas son evidentes, con la Paloma dominando un pequeño cordal por un collado situado en torno a Santullano (170 metros) y Sofoxó descendiendo hasta el cauce mismo del Nalón. La cercanía entre las tres cavidades y sus facilidades de acceso a través de los valles colaterales llevan a suponer que en las épocas en que debieron tener ocupación humana de forma simultánea, debió de existir un alto grado de interacción entre ellas.
El conjunto lítico Aziliense procedentes de las excavaciones en cueva Oscura comprende más de 1200 piezas consideradas como útiles, conformando una colección amplia y representativa. Por el contrario, el registro óseo seleccionado se compone tan solo de 85 piezas, que fueron consideradas como industria ósea, en las excavaciones dirigidas por Gómez Tabanera en los años 1975 y 1976.
Revisiones posteriores de materiales de este yacimiento, realizadas por Gema Elvira, Adán Álvarez, Eduardo García Sánchez y José Manuel Quesada López, en el año 1999 en “El Aziliense de la cueva Oscura de Ania, primera aproximación y su contexto en la cuenca del Nalón, permiten afirmar que la cueva ha de ocupar necesariamente un papel preponderante en el conocimiento del Aziliense en la cuenca del Nalón, ofreciendo la secuencia Aziliense arcaico más completa de esta cuenca hidrográfica, además de una densidad de restos poco usual, destacando la abundancia de raspadores –simples, sobre lasca y circulares-, láminas de dorsos y puntas azilienses, entre los material líticos, y arpones, punzones y colgantes decorativos entre los óseos”. (...)
Para aquellos peregrinos que deseen visitarla, deben desviarse una vez superada la casería conocida como la “Rabaza”, a la que se llega desde el alto donde se ubica la capilla de Nuestra Señora de Fátima de Valsera, y en el momento de internarse en el bosque que hay a continuación desechar las señalizaciones que conducen a Picadín y Premoño y optar por coger el camino que baja a la derecha en dirección al curso que sigue el río Andayón. Y continuar el itinerario después subiendo a Ania e ir por la carretera hasta Premoño.
Sabiendo así de la Cueva Oscura de Ania, su antigüedad, importancia y acceso, nosotros seguiremos por el Camino oficial, que empieza aquí una subida
El Camino tiene aquí un corto pero un tanto duro repecho en el que gana altura rápidamente, siempre entre los árboles
Y continuamos todo en llano ahora a la sombra del castañar...
A nuestra derecha hay un prado que es un gran claro en este maravilloso bosque de castañales, espineres, carbayos... encantos de xanas, ninfas asturianas de este bosque atlántico, donde también encontraremos álamos y fresnos en el que, por un capricho de la ecología, existen zonas catalogadas como 'bosque mediterráneo' como especies tales como encinas y boj
Arriba, otras casas del pueblo de Ania, estas extendidas a lo largo de la carretera, por la zona de El Xueu y La Medera. Fue uno de los primeros lugares de la parroquia reguerana de Santuyano en disponer de luz eléctrica gracias a la construcción de una minicentral eléctrica en La Cueva Oscura, auspiciada por el indiano Tomás Tamargo, de Casa Bernaldo de Ania. Muy cerca está El Castiello, primitivas fortificaciones castreñas en estas legendarias sendas, sagradas desde los mismos albores de la humanidad
Este es el bosque en la primavera, cuando no ha crecido aún toda la hoja en todos los árboles y el sol penetra hasta el mismo suelo...
Un tramo más umbrío: no obstante, no todas las sensaciones de atravesar un bosque eran de paz y recogimiento en el pasado, sino más bien de miedo y de inseguridad pues, aunque los castigos eran draconianos, nunca faltaban salteadores y bandoleros, gustando los viajeros, peregrinos incluidos, de formar grupos para su autoprotección
"Los árboles actuales del Camino, como en el pasado, definen etapas, establecen lugares de descanso, reparan con su solitaria sombra los prolongados descampados del Camino -también necesarios e igualmente reveladores- y animan el espíritu. En muchos casos, permanecen en la memoria, aunque no todos los caminantes perciban y sientan su presencia", leemos en la Xacopedia
Una finca que sube cuesta arriba donde, entre carbayos y castañales hay otro texu, este especialmente grande y vigoroso
El bosque en verano, mes de agosto, con todas las hojas y vegetación en su esplendor haciendo buenas sombras que permiten se condense la humedad y, con ellas, se mantengan la vida y el verdor...
El bosque, al sol primaveral, mucho más soleado que en el mismo verano al estar las arboledas aún semidesnudas...
Lo que para nosotros puede ser un encandilador paseo por el bosque para otros constituía desafiar peligros; el mismo concepto de paisaje cambió con el transcurso del tiempo
Un buen paisaje era, para los viajeros de antaño, y aún en los siglos XVIII y XIX, un paisaje llano, abierto y fácil de transitar; esto cambiaría con las comunicaciones y, acaso, con movimientos culturales como el romanticismo y otros, aunque es tema de discusión, pero lo cierto es que ensalzaron la naturaleza agreste y salvaje como antes no se había hecho salvo contadas excepciones
Atravesar un bosque en la antigüedad, sobre todo si acechaban las sombras y mucho más al anochecer, suponía hacer frente a miedos ancestrales, ánimas en pena, diablos burlones, encantamientos varios y todo lo que cada creencia pudiera imaginar
La misma naturaleza, como concepto, no era algo tan valorado como lo fue posteriormente, cuando esta se vio amenazada. Anteriormente apenas era tenida en cuenta en sí misma salvo en casos y detalles puntuales, o al menos así se discierne de textos y documentos conservados. Así la Xacopedia nos dice:
"El estimulante contacto con la naturaleza que el Camino de Santiago proporciona es para algunos peregrinos y estudiosos más un mito contemporáneo que una realidad contrastada, tanto a lo largo de la historia como en el presente. Es fácil observar que los textos y testimonios históricos de la peregrinación apenas mencionan la naturaleza en sentido positivo y cuando lo hacen aparece de pasada y en relación con algún momento o lance de la ruta. Los testimonios escritos contemporáneos, con darse más al disfrute del entorno natural, tampoco la confirman, al final, como un elemento determinante en la voluntad del peregrino.
Las penalidades que a los caminantes históricos les ocasionaba la naturaleza sin aditivos, que obligaba a grandes esfuerzos de supervivencia, no estimulaba precisamente los sentidos para una percepción positiva del medio físico. Para el peregrino medieval y de los siglos posteriores el entorno era, como casi todo, un concepto utilitario: resultaba bueno en función de si ayudaba o no en el viaje.
Si en la actualidad se valora de forma positiva la naturaleza incluso en condiciones extremas durante la ruta y se acepta el padecimiento momentáneo como parte de la experiencia del Camino -siempre habrá la oportunidad de una ducha y un reparador descanso al final del día-, el peregrino histórico tenía una visión de esta cuestión completamente distinta. Incluso caminantes tan animosos y dispuestos a disfrutar del viaje y de cualquiera de sus oportunidades como el italiano Nicola Albani (s. XVIII) observan y valoran el entorno natural en función sobre todo de sus dificultades: “Tuve que hacer una subida de cuatro millas por una montaña tan horrible que incluso las caballerías se habrían cansado.” Así se refiere Albani al hoy considerado espectacular entorno del Camino Francés en el límite entre León y Galicia.
Los relatos conservados reservan sobre todo las muestras de admiración y disfrute del entorno -aunque también reciba críticas- para los espacios urbanos, los grandes edificios y, en alguna ocasión, el mar. En el medio urbano el peregrino tenía la posibilidad real de recibir ayuda, alimentos y calor humano. Y estos eran valores supremos en ruta. También aparecen algunas consideraciones positivas cuando la naturaleza se combina con el tiempo agradable para caminar. Poco más."
Si bien las etapas montañeras del Camino Primitivo, que empezarán más al occidente, suelen ser en la actualidad las más comentadas por muchos peregrinos, lo cierto es que la naturaleza en su esplendor, humanizada en lo rural, pero naturaleza, la percibimos nada más salir del casco urbano ovetense subiendo de La Florida a Paniceres, y así proseguirá durante prácticamente todo el trayecto
Más allá del Camino y a ambos lados, la intrincada vegetación de árboles, arbustos, helechales y zarzales forma verdaderas barreras naturales que se nos antojan infranqueables
"Distintas declaraciones y encuestas consideran que el disfrute de la naturaleza es uno de los principales motivos que animan a los nuevos caminantes jacobeos a realizar el Camino de Santiago. Sin embargo, experimentados peregrinos ponen en entredicho que sea un fundamentado motivo de peso. Es sabido que en la Ruta Jacobea no todo es naturaleza y belleza paisajística. En algunos tramos el entorno desanimaría a cualquier persona que no fuese un animoso peregrino. Además, el cansancio físico se compadece mal, incluso en el presente, con el disfrute de la naturaleza. De ello pueden dar prueba muchos peregrinos.
Sí está demostrado que el entorno natural ayuda al caminante actual a crear el microcosmos que lo acompañará durante su largo viaje. Se establece una relación de proximidad con el mundo físico que no se siente y vive en la vida diaria y que aporta nuevas sensaciones. Pese a esto, el contacto con la naturaleza es un elemento más de los que, interrelacionados, dan forma a la vivencia del Camino. No es en ningún caso el elemento definitorio: el peregrino como tal, de surgir, va surgiendo gracias a la experiencia poliédrica de la Ruta, y en ello tan determinante puede ser un excepcional entorno natural como una experiencia de comunicación con otro peregrino, un sentimiento espiritual que se aviva en un momento determinado, enfrentarse a las dificultades para hacer noche o un sencillo bocadillo al final de la etapa del día.
Por lo tanto, situar a la naturaleza como motivo de referencia para realizar el Camino de Santiago no deja de ser una forma apriorística de minusvalorarlo. En todo caso, muy pocas veces resultará una realidad que acabe determinando la experiencia final. En este sentido, se puede afirmar que estamos ante una de las leyendas contemporáneas -exitosa, sin duda- que han animado inicialmente a muchos peregrinos a comenzar la ruta hacia Compostela".
Realmente, y también en contra de cierta creencia casi general, el Camino de Santiago no discurre siempre obligatoriamente por sitios 'bonitos', sino por donde iban los caminos antiguos empleados por los peregrinos (y otros) o lo más aproximado a ellos. Otra cosa es que a veces, según criterios, se decida hacerlo pasar por otro lugar a causa de, por ejemplo, tramos desaparecidos, tramos por carreteras generales peligrosas, polígonos industriales, etc.
Tal vez también, dada la drástica proliferación de iniciativas que han afectado y pueden afectar seriamente a la integridad del Camino en sus tramos más paisajísticos, naturales, etc. en los últimos años hayan conseguido una mayor valorización de los criterios de los peregrinos en relación a la valorización de los espacios naturales por los que atraviesa. Como hemos dicho, el debate siempre está abierto
Absortos en nuestros pensamientos y disfrutando de esta preciosa foresta avanzamos con paso firme y resuelto hacia Picarín
De pronto, surge de entre el follaje un caballo que nos recuerda a las caballerías de las leyendas del diañu burlón, que se ponían a disposición del caminante para luego metamorfosearse y darle un buen susto
El caballo sale de un prado lleno de afloramientos rocosos que bajan hacia el río. Arriba seguimos viendo más casas de Ania por su barrio de La Medera
A simplemente nos percatamos de la variedad arbórea existente en esta ladera, más perceptible en primavera, cuando cada especie tiene su propio ritmo de floración
La cuesta abajo se hace más acusada al ir bordeando este rocoso prado cercanos ya a El Picarín
En la actualidad, un vecino, Javier Fernández Granda, ha recuperado la tradición vinícola de Les Regueres, desaparecida definitivamente con la gran plaga de la filoxera a mediados del siglo XIX, pero de la que existen abundantísimos testimonios y documentos desde la Edad Media hasta entonces. Sí se han conservado numerosos topónimos vinculados con aquellos desaparecidos viñedos que llegaron a suministrar a la misma mitra catedralicia. La cronista Rosa María Rodríguez escribe de ello en El vino en Les Regueres para La Piedriquina nº3 de marzo de 2010:
"En la actualidad, un vecino de Ania, Francisco Javier Fernández Granda, de Casa El Forcón, intenta recuperar esa tradición. Desde hace unos 10 años viene trabajando por la recuperación de la vitis silvestris. Plantó un pequeño viñedo con vides que fue recuperando por el concejo, junto con otras adquiridas que podrían ser similares a las autóctonas, y obtuvo la primera cosecha en 2002. La finca, donde situó el primer viñedo, se llama La Xatera, pero en el año 2007 sufrió un incendio que acabó con casi todo su trabajo, y lo trasladó a otra finca llamada Aleza. La plantación ocupa aproximadamente un día de bueyes, porque su objetivo no es tanto producir vino, sino recuperar una tradición.Según cuenta Javier:Tengo varias clases de uva, tanto blancas como tintas. Al no tener conocimiento de las clases que se cultivan aquí, llevo dos líneas, la primera, es recuperar viejas viñas que quedan por las fincas y la segunda, plantación con viñas de ciclo corto y con pie americano, por el problema de la filoxera. Compré vides en Navarra de tempranillo, merlot, cabernet sauvignon, albariño y godello. Al no tener patrones por donde guiarme hay que esperar a ver los resultados. De las silvestres recogí en Ania, Bolgues, El Forcón… Lo que persigo es identificar las viñas autóctonas del concejo.Me gustaría mencionar que las personas que tienen, una parra en su casa, no se desprendan de ella, pues llevan muchos años pasando de casa en casa, y están totalmente adaptadas al clima y terreno y, yo en particular, estoy intentando hacer un catalogo de las viñas de las Regueras.Lo primero que hice al comenzar esta empresa fue documentarme sobre los sitios donde anteriormente se plantaron vides, para ello me serví de la toponimia y de lo que me contaron los vecinos de los pueblos.Mi abuelo siempre decía que había vides en El Forcón. Descubrí que casi todos estaban situados en una orientación Sur y en terrenos calizos, lo que era muy bueno para que prosperasen los viñedos, que aprovechaban el calor del sol doblemente, de día, el del sol, y, de noche, el que irradian las piedras.Contacté con el SERIDA y una bióloga analizó algunas cepas de la vid silvestre, concluyendo que son similares a alguna de las variedades que se cultivan en Cangas del Narcea, como la verdejo, y de otras no se encontró similitud con las variedades conocidas. La bióloga del SERIDA que visitó conmigo otras zonas del concejo con tradición vinícola, trajo un refractómetro para saber el contenido en azúcares de las uvas y por lo tanto, su potencial grado de alcohol, y descubrió en Bolgues una variedad de uva blanca que daba una graduación alcohólica de 14.5º. Eso es algo que sorprendió mucho a los enólogos. Yo le di parras que dejó crecer 3 años y de las que analizó el ADN.Embotellé el vino con el nombre de Las Regueras en el año 2003. Una cosecha muy pequeña, de medio centenar de botellas, pero que sirvió para darlo a conocer. La impresión es buena, tiene buen color, desprende olores agradables y en boca y nariz está bien.El trabajo de Javier es experimental, trabaja con varias cepas, cultivadas de distinta manera, unas emparradas, otras no, tratando de encontrar, por una parte, las variedades que mejor se adapten a este entorno, y por la otra, y quizás más importante, la de recuperar las variedades autóctonas del concejo. Su ilusión y su tesón, quizás, nos lleven del pasado hacia el futuro."
En Árboles singulares del concejo de Las Regueras, artículo de Juan José Lastra Menéndez para La Piedriquina nº 3 (marzo 2010), se nos cuenta así de esta riqueza forestal que todavía se hace patente en bosques como este, que atraviesa el Camino
"Antes de que las personas modificaran el paisaje vegetal, a base de fuegos, cortas, descepados y pastoreo, casi el 100% del territorio era bosque, ese bosque prístino sería, en un 70%, una carballeda, dominada por el carballo o roble pedunculado (Quercus robur). El resto de la foresta era mayoritariamente un encinar o "encineu", donde la encina atlantica (Quercus ilex subsp. ilex) formaríaun bosque perennifolio de tono grisáceo. También había bosques de ribera, donde los alisos o "umerus"(Alnus glutinosa) prosperan en las orillas de los ríos y arroyos, intercalándose con otros bosques higrófilos de "paleru" o sauce blanco (Salix alba).Esto ahora no es fácil de ver, pues, si hacemos una caminata imaginaria que vaya desde el Pico de la Cruz (La Degollada) a 625 m. s. n. m. hasta Corqueo, cerca del río Nora, a 95 m de altitud, veríamos, además de muchos prados y pastos (un 25% del terreno del concejo), gran cantidad de matorrales y de plantaciones de eucaliptos y pinos.Los regueranos y las regueranas, fueron transformando el paisaje para cultivar alimentos y forrajes, a la vez que, para obtener madera de construcción y leñas, hasta llegar a la situación actual. Las plantas reaccionan tratando de volver a la situación de equilibrio perfecto de los bosques (el clímax), y las personas se afanan en hacer "que nun se vuelva todu a monti" manteniendo esos pastos, prados y cultivos, a base de siegas, pastoreo, labranza y hasta quemas controladas."
El Camino vuelve a serpentear, ahora para perder altura rápidamente, observemos la blancura de estas piedras calizas
Piedras con las que se hacen tradicionalmente muchos de los cierres de estas fincas aledañas. Observemos cómo, al otro lado del valle, impera el monocultivo de ocalitos en este sector, La Llaguna, cercano a Picarín y a Premoñu. También hay pinos y, antaño, se plantaban asimismo otras especies maderables:
"eucaliptos o "ocalitos" (Eucalyptus globulus subsp. globulus), pino gallego (Pinus pinaster), pino de Monterrey (Pinus radiata), pino de Oregón (Pseudotsuga menziesii), castaños (Castanea sativa), chopos o álamos (x Populus x canadensis y Populus nigra), negrillos (Ulmus minor), etc."
Un amplio y muy completo compendio de esta diversidad arbórea, silvestre y cultivada es el que nos ofrece en su artículo Lastra Menéndez:
"... manzano silvestre (Malus sylvestris), cerezo silvestre (Prunus avium), peral silvestre (Pyrus cordata), sauce blanco (Salix alba), sauce frágil (Salix fragilis), sauce cabruno (Salix caprea), salguera (Salix atrocinerea), carballo (Quercus robur), encina (Quercus ilex subsp. ilex), rebollo (Quercus pyrenaica), avellano (Corylus avellana), castaño (Castanea sativa), abedul o "bidul" (Betula pubescens), laurel o "lloreu" (Laurus nobilis), fresno (Fraxinus excelsior), acebo (Ilex aquifolium), olmo o "llamera" (Ulmus glabra), aliso o "umeru" (Alnus glutinosa), tilo de hoja grande o "teya" (Tilia platyphyllos), entre otros."
Estamos pues en un verdadero paraíso para los peregrinos amantes de la botánica, que admirarán todas estas especies según caminan en dirección al río Andayón
En los caminos se plantaron numerosos castaños, pues daban sombra y su fruto, que caído al suelo público se considera público, según el derecho consetudinario, mitigó muchas hambres, existiendo en estos bosques también muchos avellanos. Arriba, donde están las casas, es donde predominan otros frutales cultivados
En los caminos se plantaron numerosos castaños, pues daban sombra y su fruto, que caído al suelo público se considera público, según el derecho consetudinario, mitigó muchas hambres, existiendo en estos bosques también muchos avellanos. Arriba, donde están las casas, es donde predominan otros frutales cultivados
"manzanos (Malus domestica), castaños (Castanea sativa), perales (Pyrus communis), nogales (Juglans regia), melocotoneros o "pescales" (Prunus persica), guindos o "guindales" (Prunus cerasus), higueras o "figales" (Ficus carica), ciruelos o "cirolales" (Prunus domestica), endrinos grandes o "nisales" (Prunus insititia), avellanos o "ablanos" (Corylus avellana) y avellanos americanos (Corylus hispanica), parras (Vitis vinifera subsp. vinifera) kiwis (Actinidia deliciosa), caquis (Dyospyros kaki), etc."
Y tampoco deberíamos olvidarnos, al lado de las casas principalmente, en sus campos y jardines pero también por los caminos y carreteras e incluso con algún ejemplar 'asilvestrado', de los árboles ornamentales:
"... la mayoría de las veces para cerrar fincas, caso del ciprés de Lawson (Chamaecyparis lawsonniana), del híbrido llamado "leilandis" (x Cupressocyparis leylandii) y del árbol de la vida o tuya (Thuja plicata), pero también otros que sirven de sombra y ornato, como la palmera canaria (Phoenix canariensis) y la palmera molino de viento (Trachycarpus fortunei), el magnolio (Magnolia grandiflora), la camelia (Camellia japonica), los cedros (Cedrus deodara y Cedrus atlantica), etc., el número de especies de adorno que aquí se cultivan aumenta rápidamente."
El éxodo rural y las transformaciones acaecidas en el agro han transformado también el paisaje en este sentido, cuando antiguos pastos han vuelto a ser monte o fueron transformados en plantaciones de ocalitos para la industria papelera (celulosa):
"... las personas y los árboles están continuamente interaccionando, plantaciones, cortas, podas, quemas, etc. Hace una cincuentena de años, antes de la llegada generalizada de los plásticos, y cuando los ciudadanos de Las Regueras vivían casi exclusivamente del campo, la presión sobre la vegetación arbolada era mayor, a pesar de no disponer de las herramientas modernas provistas de motores, o tener acceso a muy pocas; en la actualidad ya poseen camiones, tractores, desbrozadoras y motosierras, sin embargo, la vegetación arbolada se está recuperando, especialmente en zonas inclinadas, sombrías, pedregosas y en las de suelos muy pobres".
La bajada se va acabando, siempre a la vista de Ania, y estos prados y postes de la luz señalan que llegamos a zona poblada, El Picarín
Caminando ya en llano y entre prados llegamos a un castañéu o castañar. Si su plantación y fruto fueron importantísimos en el pasado, en Les Regueres su incidencia es especial al existir una especie autóctona especialmente apreciada, la castaña valduna, dorada, brillante y grande, que toma su nombre de la parroquia reguerana de Valdunu, y cuya recuperación lleva años en marcha, celebrándose incluso un renombrado festival y de la que dice Lastra Menéndez:
"... somos de la opinión de que se debería favorecer el cultivo de esta cultivariedad autóctona, cosa no fácil mientras no se controlen, de modo sencillo, las enfermedades fúngicas de los castaños (tinta y chancro) y se minimicen las poblaciones de gorgojos que agusanan las castañas. Vecinos de la parroquia de Valduno pretenden, con la ayuda económica de la Consejería de Medio Rural y Pesca, en colaboración con el Ayuntamiento de Las Regueras, que se plante una parcela de castaños para injertarlos con la cultivariedad 'Valduna', sin fines lucrativos, más bien didácticos."
El castañéu, al sol de la tarde y en verano, caminamos ahora a su sombra durante un breve tramo
Aquí en medio hay una encrucijada que merece explicación. El Camino de Santiago sigue de frente hacia el río, a la izquierda es la entrada a la casa de El Picarín y a la derecha se baja al Molín de Quilo, molino harinero del río Andayón cuyo interior puede verse desde afuera aunque no esté abierto. Es uno de los pocos de los que sigue moliendo en el concejo y acaso por ello mereciese una visita...
BREVE VISITA AL MOLÍN DE QUILO:
El Molín de Quilo, restaurado, está a solo unos metros del Camino, aunque cuesta abajo. Bien sabemos que el peregrino no tiene tiempo a pararse continuamente a verlo todo, y menos a desviarse para hacerlo, pero, le apetezca bajar o no hacia la vega, aquí compartimos nuestra visita a este emblemático molino "situado en el fondo del valle, en un bucólico paisaje. El molino fue restaurado con gran mimo por sus dueños, Vicente y Marilé, de casa Quilo de Ania", explica Rosa María Rodríguez Fernández, cronista oficial de Les Regueres en Un reguero de molinos para La Voz del Trubia del 12-10-2015
A la derecha vemos los dos molares con los que trabaja y, al fondo, la masera, una tayuela, un caldero y otros enseres y objetos, algunos en las paredes. Arriba el tejado es a teyavana, es decir de madera con cubrimiento de tejas pero sin revestimiento. Una claraboya proporciona buena luz natural al interior. Una muy buena descripción del molino es la que hace María Villar Valdés, nieta del dueño de este molino desde 1910, cuando lo compró, y que trabaja en la molienda. Podemos verla en este vídeo en YouTube:
DE EL PICARÍN A LA PONTE PIEDRA Y SUBIDA A PREMOÑU:
Volviendo arriba desde El Molín de Quilo retomamos el Camino de Santiago en el mismo lugar en el que lo dejamos y, con la entrada a El Picarín ante nosotros, ponderemos rumbo a la derecha hacia el cruce del río
El Camino aquí empieza a estar de nuevo asfaltado para servicio de la casa y las fincas, pero el tránsito de vehículos es muy muy ocasional
Estamos muy próximos al río, que va hacia su ya cercana desembocadura al Nalón, tapado por su vegetación ribereña, entre los árboles que hay prado abajo a la derecha
A nuestra izquierda, la antigua casería de El Picarín, bajo la ladera occidental de El Forcón y sus boscosas espesuras
El Camino, llano o en muy suave descenso, sigue recto junto a esta muria de piedras: De frente es el monte La Carbayeda, actualmente plantado de ocalitos, ya en la parroquia de Valdunu, a la que pertenece Premoñu, siguiente pueblo del itinerario jacobita primitivo en Asturias
A la izquierda una sebe o seto natural separa el Camino de la finca de El Picarín, donde en verano veremos crecer el maizal
Ya no es para hacer la boroña, el pan de maíz, sino que se emplea como forraje para el ganado, pero es el único cultivo de origen cerealista que se ha mantenido en extensiones importantes y considerables de terreno
Y al final de la recta, cuando el Camino hace un poco de curva a la derecha, volvemos a meternos en otro castañar
Y ya llegamos al río Andayón en este idílico paraje arbolado en el río Andayón, un hidrónimo resultón para una tierra por la que circulan de continuo tantos y tantos andayones, andariegos, andarines
Río, vino y pueblos son glosados por las canciones populares regueranas de siempre: "Santuyano ta nun llano, Valsera ta nuna vera, Andayón nun rincón, echa vino tabernera, saca fariñes Manuela, y el que quiera cuatro palos, que salga a la carretera"
Un puente de hormigón, con barandillas metálicas, sustituye a otro más antiguo que existió en el pasado. "Se pasa el río por El Paxaxe y por el puente nuevo que sustituye a la medieval Ponte Piedra", escribe la cronista oficial del concejo Rosa Mª Rodríguez Fernández en El Camín de Santiago por Les Regueres para la revista La Piedriquina nº 7 de marzo de 2017:
"Sigue un tramo entre bosque y sotobosque hasta llegar a Picarín. Allí encontramos el molín de Quilo, restaurado con mimo, en un lugar de cuento. Muele con aguas del río Andayón, otrora llamado también Molinón por el gran molino que tenía poco antes de su desembocadura en el Nalón y que fue arruinado por la gran llena de 1921. Aquí cerca hay una tejeda. Sobre el río, en dirección a Ania quedan restos de una central hidroeléctrica, la cueva Oscura de Ania y el puente medieval de Carbayal, por donde pasaba el antiguo Camín Real. En un documento de la Catedral de Oviedo fechado el 8 de abril de 1086 figura Carbayal, en Ania entre otros lugares de Les Regueres. Y en otro del 2 de noviembre de 1429: la heredad de Canal, yuguería de Carvallal... El puente de Carbayal comunica Ania con La Rabaza."
El curso del río es como un verdadero remanso en este lugar, formándose pequeñas playas fluviales incluso. Su lecho es de cantos rodados...
Pasado el puente, el Camino hace un ángulo recto a la izquierda y continúa cercano a la orilla durante unos metros: hemos entrado en la parroquia de Valdunu, también de este concejo de Les Regueres
Es un enclave bucólico donde los haya, cuya música natural es el murmullo de las aguas junto con la orquesta de los sonidos del bosque...
Al otro lado siguen los campos de la vega al norte de El Picarín, llamada precisamente Les Vegues. Es un inolvidable paisaje ribereño que puede llenarnos de paz y sosiego...
El Camino en primavera antes de su desbroce, cuando las plantas de la vereda crecen desmesuradamente en su fuerte brote e intentan extenderse ocupando la calzada...
Pasamos al pie de las paredes verticales de una cantera, con piedra de color anaranjado. Encima de ella crecen los ocalitos que antes veíamos desde El Picarín
Aquí se forma otro túnel vegetal, a cuya sombra suben los peregrinos. Poco a poco van comenzando los subeybaja tan característicos del Camino Primitivo, buen 'entrenamiento' para las etapas montañeras que nos aguardan
Esta carretera local, que ha cruzado el río un poco más al norte, es la que viene de L'Escampleru por Taonces por Pumeda, al sur del monte El Forcón: vimos su comienzo en el cruce de La Venta, Casa Concha...
Lo dicho, llegamos a la carretera pero sigue la cuesta, ahora al sol, aunque el boscaje crece tupido a los lados
Abajo ha quedado el valle, vemos las casas de Pumeda, parroquia de Valsera, por donde baja la carretera. El pueblo, en un rellano sobre el río es mencionado en 1316 y 1319 en sendas escrituras de venta firmadas por Alfonso Pérez y Pedro Alfonso
Mirando atrás, tenemos esta hermosa vista de El Picarín y el bosque de El Forcón por el que hemos venido desde La Rabaza. En esta foto el campo está recién roturado, dispuesto para la plantación del maíz
El sendero se acaba en este lugar, justo delante de la siguiente curva, cuando hemos dejado atrás la parte más pendiente de La Cuesta. A la derecha y prado arriba empezamos a ver las primeras casas de Premoñu, lugar muy historia de las peregrinaciones, no solo ya a Santiago, pues hubo hospital de peregrinos, sino incluso también a Jerusalén, pues este hospital aparece como beneficiario en el testamento otorgado por Álvar Pérez de Priañes y su mujer María Álvarez en 1426 antes de su peregrinación a Palestina, toda una odisea por entonces...
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