El Berrón (La Carrera, Siero) |
Noreña desde el Camino llegando a El Berrón |
Noreña desde el puente sobre la Autovía Minera, en El Rancho al oeste de Forfontía (Siero) |
Paso del puente de la AS-I, a la derecha a Noreña, a la izquierda a El Berrón |
Están bien comunicados por la antigua Carretera de Santander, que en 1939 pasó a ser oficialmente la N-634, así como también por la vía del antiguo tren de los Ferrocarriles Económicos de Asturias, que inauguraron en 1891 este tramo, que en 1972 pasó a los Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE)
Detrás de las naves se extiende la vega de Les Barrees, cuyo topónimo alude al barro que se forma, pero aquí el Nora forma un meandro y pasa detrás de las colinas de Mudarre y La Cuesta, donde está El Puente de La Venta Soto, de origen medieval y por donde discurriría otro muy antiguo camín real
Cruce con uno de los caminos que de aquí bajan al valle por la parte baja de El Rancho: continuamos de frente
Continuamos subiendo pero no de forma apreciable, aunque sí prolongada por este trayecto bastante tranquilo y con muy ocasional paso de vehículos, recalcamos
La cuesta acaba ya enseguida, a la altura de los depósitos de agua, que vemos al fondo, situados en el lugar de Castro, de significativo topónimo que suele aludir a antiguos poblados fortificados prerromanos pero habitados muchas veces hasta bien avanzada la Edad Media, como es el caso de algunos en Siero
Junto a los depósitos, pasamos muy cerca del solar de la antigua iglesia de San Martín, de origen románico (s. XII) y que fue destruida en la Guerra Civil. Luego, como pasó en otros lugares de Siero y de Asturias, se decidió no reedificarla en el lugar sino en otro más accesible para el núcleo más poblado de la parroquia, El Berrón, al lado además de la Carretera Santander o N-634, abajo en el valle
En el interior hay un retablo barroco adquirido en 1948 y que vino de San Juan de Tamariz de Campos de Valladolid. Hay en su interior una imagen del Ecce Homo del escultor sevillano Gregorio Galán del Amo. En 1955 fue adquirida por la Cofradía de Jesús Nazareno con suscripción popular
No llegamos a ver la Plaza de la Cruz aunque sí algún tejado de los edificios en torno a ella y, en lo alto de El Rebollalín, el palacio de su nombre, arriba a la izquierda de la foto, entre los árboles, así como, a su derecha, la Torre del Reloj, fácil de reconocer por su gran reloj blanco en la pared sur de su torreón de planta cuadrada, construida en 1676 y que, además de para instalar el gran reloj de la villa, sirvió de lugar de reunión vecinal y calabozo. Sus campanas del mecanismo relojero tañeron dando hora a los vecinos, especialmente útiles para las jornadas de labor de los famosos zapateros de Noreña, secular artesanía del concejo, de la que hoy queda la memoria en el centro de interpretación de la historia noreñense aquí existente, el cual hace hincapié en estos y en los chacineros, pues la industria cárnica es la gran enseña de la Noreña actual, avalada también por una larga tradición gastronómica
En relación con el palacio, es también llamado de Menendo y fue asimismo conocido como Palacio de Argüelles, Palacio de los Llanes y Palacio de los Marqueses de San Juan de Nieva. Se trata de un gran palacio de planta rectangular con bajo y un piso, basado en un primer edificio de finales del siglo XVII reformado con posterioridad. Parece ser que, como en otros casos, hubo una torre, posiblemente bajomedieval, antecesora del actual palacio y de la que nada se conserva. Antiguamente pasaba frente al palacio la llamada calle de la Iglesia, tránsito de las procesiones desde la capilla del Ecce-Homo hacia la iglesia de Santa María de Noreña, así como la del Corpus Cristi, la cual se detenía frente a la casona para impartir la bendición con el Santísimo
Más allá del casco urbano noreñense, pero dentro del mismo concejo, Fuentespino, con sus campos y urbanizaciones
A la derecha, un rellano donde aparcan los tractores. A partir del siguiente cruce el Camino empezará a bajar levemente...
Desde aquí divisamos, al norte, una encantadora vista del valle de Ferrera hasta las colinas de La Matona (291 m), La Pica, Serrapicón, El Picu (389 m) y La Cubillina (429 m)
Abajo, La Ferrera se divide en dos zonas, Ferrera de Baxo, por la vega del Río Cirvión, y Ferrera de Riba, por donde viene El Río Llinares
Lo que vemos mejor es Ferrera de Riba, al otro lado de la llamada Carretera de Ferrera, remodelada como vía rápida y directa entre La Pola y Noreña con enlace a la Autovía minera, una de cuyas grandes pegas fue, que aunque se hizo enseguida (años 2000 a 2003) los enlaces se prolongaron hasta más de una década. Así daba la noticia La Nueva España Franco Torre el 23-3-2012:
"El nuevo trazado de la carretera de Ferrera, que conecta Pola de Siero con Noreña dando entrada a la Autovía Minera (AS-I) desde ambas poblaciones, entrará en funcionamiento en la jornada de hoy. Así lo anunció ayer la Delegación del Gobierno, que se marcó como plazo la primera semana de mayo para tener operativo el llamado nudo de Mudarri, la conexión entre la Minera y la Autovía del Cantábrico (A-64) en las cercanías de Pola de Siero.
El desdoblamiento de la carretera de Ferrera, que ha supuesto una inversión de 3.583.767 euros, permitirá una comunicación más rápida y fluida entre Noreña y Pola de Siero, así como un acceso rápido a la Autovía Minera. El nuevo trazado, de un total de 2.823 metros, presenta una carretera de doble carril, con un generoso arcén, que se inicia en la rotonda cercana a Casa Jauja, en las afueras de la Pola, y culmina en la misma rotonda de acceso a Noreña, con el enlace con la Minera a mitad de trazado.
Aunque está incluida dentro de la obra global del nudo de Mudarri, esta carretera no se vincula al trazado general del gran enlace. En todo caso, el jefe de gabinete de la Delegación del Gobierno, Alberto Mortera, explicó ayer que la Delegación irá abriendo al tráfico distintas partes del nudo previamente a su completa puesta en funcionamiento, en mayo. Una medida que se ha tomado en atención a las necesidades de los vecinos y los usuarios".
Por aquí por estas casas hemos visto algunas flechas amarillas que nos permitirían llegar a Noreña en caso de seguir esa opción, vía L'Arrionda y La Pedrera, donde enlazarían con el otro camino en el que también vimos alguna flecha amarilla, bajando del puente de la Autovía Minera por La Zarragüela y El Molín. De allí saldríamos a la citada Carretera de Ferrera para dejarla en el ramal que, por El Palacio de Miraflores, entra en términos noreñenses bajando a La Campanica; allí se pasa bajo la Carretera Carbonera (AS-376) y el histórico Ferrocarril de Langreo para entrar en la villa por Les Carolines, al sur de la antigua Estación de Noreña
Más allá de Ferrera, Espiniella, parroquia de Samartindianes, donde estuvo la capilla de Nuestra Señora de la Esperanza, que tuvo hasta rectoral anexa, solar de los Huergo Díaz y que había terminado de cuadra. Más arriba a la derecha, los túneles de la Autovía Minera están en Serrapicón, diminuto enclave noreñense rodeado de Siero, en la parroquia de Celles o Ceis, la cual se extiende por ambas partes de la colina, con más 'islas' de Noreña dentro de términos noreñenses
Fuente: Noreña entrañable |
En Santianes se encuentran asimismo Casa Encarna Manolo Carrera, Casa Celesta Casa Amador y Casa Pin, en la bajada a La Fuente la Canal. A su derecha se encuentra la iglesia de San Juan, que vemos por su lado sur, bien orientado al sol, donde está su entrada por el pórtico. Fue destruida en la Guerra Civil pero, a diferencia de la de La Carrera y otras del concejo, esta sí fue reconstruida en su solar originario. Su advocación dio origen al topónimo del lugar, Santianes, 'Sanctis Ioannis', pero se venera asimismo a la Virgen del Rosario, fiesta mayor de la parroquia el primer domingo de septiembre, y a la Virgen de Fátima
Y es que Celles o Ceis tuvo antaño fama de ser parroquia 'tocinera', ya que muchos vecinos eran célebres vendedores de productos cárnicos porcinos en el Mercáu La Pola y otros, como los Cuevas, tal y como informa el investigador Juan José Cifuentes en su libro Celles: paraíso monumental
Debajo de Santianes, el citado barrio de L'Otero tiene casas en Noreña y casas en Siero, pues ya hemos dicho que se trata de otro enclave noreñense, a la derecha Llavandera e inmediaciones del emblemático pero arruinado Palacio de Celles, barroco del siglo XVII. Por ahí bajaba, el ilustrado Jovellanos en sus viajes a Covadonga desde su solar gijonés, yendo a pernoctar a La Pola, la capital de Siero, donde hacía parada y fonda en aquellos sufridos caminos de antaño
A la derecha, además de la tapia, la mata de arbustos cultivados proporciona una barrera, esta vegetal, tanto visual como sonora a la casa
Pasado el vergel de hortensias pasamos al lado de una fila de tres casas a nuestra izquierda
Según avanzamos vemos también, cada vez más cerca, El Monte Naranco en su ladera occidental, bajo la que caminarán los peregrinos que vayan a continuar por el Camino Norte, saliendo del casco urbano ovetense por El Pontón de Vaqueros para subir a Cuyences y pasar a Llanera por La Ponte Cayés, rumbo a Corvera y Avilés
Los que en cambio sigan por el Camino Primitivo se dirigirán a L'Argañosa para salir del casco urbano en La Florida, subiendo a Paniceres y de allí proseguir a Llampaxuga y Lloriana para bajar al Nora, que ha bordeado el Monte Naranco por el norte, haciendo un gran meandro, en Fabarín, pasando a Llanera por La Ponte Gallegos
"Ya en 1931 se piensa en ocupar mediante un nuevo edificio el espacio del mercado de "El Progreso", cerca del Teatro Campoamor. En 1944 el ayuntamiento abre el concurso de proyectos. El diseño se presentó en 1952 y en él tomaron parte varios arquitectos como Joaquin Suárez, Carlos Sidro (arquitecto de Correos), Gabriel de Torrientes y Fernando Cavanilles. Fue proyectado como hotel, palacio de congresos, sede de Correos y Telégrafos y comercios. En 2005 se realizó una completa rehabilitación dentro del proyecto "Jirafa Élite" adaptándose como apartamentos de lujo y oficinas. Sigue albergando Correos.
La planta del edificio se adapta a la confluencia de dos calles. Inspirado quizás en el Banco de Roma (Milán), se trata de un edificio ennoblecido, racionalista, elegante, sobrio, gris, a caballo entre cierto clasicismo y la modernidad de la notable arquitectura asturiana de los años 50. La torre, de 19 plantas, se construyó en el punto más alejado del Teatro Campoamor, favoreciendo que no se empañase la perspectiva del edificio decimonónico. Su forma de "jirafa", al comienzo sobrenombre popular, hizo que se acabase reconociendo oficialmente con esta denominación. Es el edificio más alto de Oviedo tras la Torre Teatinos, la torre de la catedral y el Palacio de Congresos".
"El Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo, que se encuentra en la ciudad española del mismo nombre, es obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Es uno de los edificios más singulares de Oviedo y se erige en la conocida como parcela de Buenavista, en lo que fueron los terrenos del antiguo estadio de fútbol Carlos Tartiere hasta el año 2003.
El centro comercial entró en servicio en 2007 (cerrando en 2019) mientras que la sala de congresos sufrió un parón, no exento de polémica, debido a la crisis económica, inaugurándose en 2011.
Ficha técnica
Según la ficha técnica de contenidos del complejo, el Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo se distribuye en tres plantas; la planta baja donde se encuentran el hall principal o área expositiva, con una superficie de 2300 m², una sala de reuniones con capacidad para 217 personas y una sala multiusos de 410 m²; una planta de acceso al Auditorio que dispone de 2.144 butacas y está cubierto por una gran cúpula de acero blanco de 45 m de altura (diseñada originalmente como un elemento móvil aunque a día de hoy no puede accionarse), y una tercera planta que da acceso a las 12 salas de reuniones.
Las edificaciones anexas a la construcción principal son el área de Servicios Administrativos del Gobierno del Principado de Asturias, con una superficie de 11.196 metros cuadrados, un hotel de 150 habitaciones y 17.387 metros cuadrados y un aparcamiento para 1.777 plazas y 75.037 metros cuadrados.
El edificio en "U" que rodeará el Palacio de Congresos, donde estarán el hotel y las oficinas de las consejerías, se sostienen sobre un complejo diseño de pórticos de acero que se construyen pieza a pieza. Cada pórtico, con un "tronco" de más de diez metros de altura y con los ascensores en su núcleo, sostendrá una de las tres alas y está formado por seis construcciones de acero en forma de árbol.
Cronología
Marzo de 2003: comienza el derribo del antiguo estadio de fútbol Carlos Tartiere.Junio de 2003: comienza la excavación en los terrenos municipales.Agosto de 2003: se procede a realizar las labores de contención.Octubre de 2004: se ponen en marcha las labores de cimentación.Enero de 2005: comienza la colocación de la estructura de acero.Septiembre de 2007: se entregan las dependencias de servicios administrativos del Principado de Asturias.3 de marzo de 2008: acto oficial de inauguración del centro comercial.4 de marzo de 2008: apertura oficial al público del centro comercial.Abril de 2010: se retoman las obras después del parón por la crisis económica.Mayo de 2011: fecha de la inauguración del Palacio.
Problemas en la construcción y sobrecoste
Pese a que, según el propio arquitecto valenciano, la "visera" o cubierta móvil de la parte central del edificio era "el alma del palacio" ésta quedó finalmente fija tras diversos problemas en el sistema hidráulico que debería mover la cubierta y un informe de la empresa austríaca Waagner-Biro alertando de problemas de diseño.
El 9 de agosto de 2006, se produjo el derrumbe de una pieza de forjado y hormigón desde una altura de quince metros que provocó heridas leves a 3 operarios. Este suceso dio lugar a una demanda por la que el arquitecto y su equipo técnico fueron condenados a pagar tres millones y medio de euros.
En febrero de 2014, tras dos denuncias cruzadas -del arquitecto a la promotora de la obra en reclamación de honorarios y de ésta a Calatrava por defectos en la construcción-, la Audiencia Provincial de Oviedo condenó a Santiago Calatrava a pagar a la promotora Jovellanos XXI, S.L. cerca de tres millones de euros por defectos en la construcción, sobrecostes y ausencia de una dirección real de la obra.
Según los arquitectos independientes que declararon en uno de los juicios derivados del proyecto, el coste inicial presupuestado para la construcción del popularmente conocido como "el centollu", que era de setenta y seis millones de euros, se disparó hasta más de trescientos sesenta millones de euros, casi cinco veces más.
La revista Arquitectura y Diseño posicionó al palacio de Congresos de Oviedo en el puesto número 10 de su lista de "monstruosidades arquitectónicas a la española". En palabras de la propia revista, "no porque nos parezca feo, sino porque los que lo tienen que ver a diario así lo consideran."
A la derecha de la ciudad, La Manxoya, por donde viene desde el sur otro de los caminos que confluyen en la catedral de Oviedo/Uviéu, el Camino del Salvador, que viene de León, siguiendo las rutas que, valle del Bernesga al norte, cruzaban la Cordillera Cantábrica por El Puertu Payares, uniéndosele ahora el Camino Allerano por los puertos de ese concejo. Era el camino empleado por los que siguiendo los caminos de la meseta, agrupados ahora oficialmente como 'Camino Francés' (realmente todos los caminos por los que venían peregrinos franceses y centroeuropeos en general eran llamados Camino Francés, Camino Franco, Camino Francisco, etc.), deseaban visitar al señor antes que al criado...
Una gran flecha amarilla pintada en la base de esta torre de la luz no deja lugar a equívocos, salimos de Los Polvorinos hacia El Morralín
Vemos aquí abajo mismo la calle El Morralín, que comunica el barrio de este nombre, parte del cual se encuentra en Siero y parte pertenece al concejo de Noreña. Según vemos en el mapa del Instituto Geográfico Nacional (ING), la frontera pasa detrás de las casas de tres tejados simétricos que vemos a la derecha de la calle. Las de la derecha de esta foto, por ejemplo, estarían en Noreña
Pese a que tanto los ferrocarriles (antiguos Económicos y de Langreo) como las carreteras (de Santander y Carbonera) pasaron a segundo plano con las autovías de Oviedo-Villaviciosa y Minera, El Berrón continuó creciendo, acaso aún más si cabe, al estar tan cerca de las grandes poblaciones y las enormes áreas industriales, empresariales, comerciales y de ocio que constituyen el área metropolitana asturiana, a la que ocasionalmente se bautiza con ocurrentes y recurrentes denominaciones, sin que nunca llegue ninguna a pasar del papel, el "Ocho Central" o la "Ciudad Astur" entre los más recurrentes, volvemos a consultar la Wikipedia:
"Ciudad Astur es el sintagma utilizado por Fermín Rodríguez Gutiérrez, catedrático de Geografía de la Universidad de Oviedo, y Manuel Carrero de Roa, investigador-colaborador del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) de la Universidad de Oviedo, para reconocer oficialmente el área metropolitana de Asturias como un área metropolitana policéntrica.
El proyecto no ha sido llevado a cabo aún, pues muchos dudan de la conveniencia de llamar "ciudad" al centro de Asturias, ya que no presenta homogeneidad urbana, dado que en realidad la mayor parte de esta área corresponde a terreno rural, no urbanizado e incluso forestal.
El término ha sido aceptado de forma no oficial y puede verse en publicaciones como libros de texto".
Asimismo, la Wikipedia afirma que "Su nombre se debe a la existencia de una cuadra de cerdos sementales (verrones), a donde los habitantes de la zona llevaban a sus cerdas a preñar, derivando la expresión "Voi llevar la gocha al berrón" a "Voi al berrón", y luego al zoónimo actual". Incide en esta etimología el profesor Lázaro Polledo en El Berrón, una villa que emerge: cuando dice que "Lo cierto es que El Berrón viene de verrón, semental de la cerda, y, en este caso, se debe a una parada de cerdos que, según algunos testimonios, había en esta localidad, abundando en ello el filólogo Xosé Lluis García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos:
"Ignoro cómo conviene interpretar El Berrón pues aunque puede entenderse como lugar de recría porcina dado el término astu riano verrón ‘cerdo sin castrar’, ‘semental de la cerda’ originado en el aumentativo del lat. VERREM ‘verraco’, no ha de olvidarse la posibilidad de que detrás pueda subsistir un antropónimo VARRO o BARRONIUS (Kajanto). Poco aporta en la discusión el mote documentado de un tal “Petro Garciaz cognomento Uerron”
El derivado de VERREM incrementado con el sufijo -ACCUM es responsable del ast. bracu ‘cerdo no adulto’, y de dos soluciones semánticas, una meyorativa ‘valiente’, ‘esforzado’, y otra peyorativa ‘torpe’, ‘sucio’, sin ninguna presencia toponímica".
Los bloques de pisos ocultan el gran doble cruce, carreteril y ferroviario, de El Berrón, "Lugar de la parroquia de La Carrera (Siero), situado a 200 m de altitud y a 3,1 km de la capital municipal, justo en el límite con el concejo de Noreña", nos dicen en el Diccionario geográfico de Asturias, publicado en 2000, resaltando que es "un importante nudo de comunicaciones en el que se cruzaban la N-634 (antigua carretera Oviedo Santander) y la AS-246, carretera Carbonera (entre Gijón y Langreo). También El Berrón es punto de encuentro de las vía férreas FC. Oviedo-Santander y FC. Gijón-Laviana"
"Aquí las calles tienen nombres de los sitios a los que se dirigen -de Oviedo, de Langreo, de Santander...- y mirando a ras de suelo, sobre el pavimento de la avenida de Oviedo, se descubren, casi imperceptibles, flechas y conchas amarillas que señalan el itinerario del Camino de Santiago. Se ve que esto no ha dejado de ser nunca un sitio de paso obligado ni un gran hito entre todas las rutas del centro de Asturias. Y precisamente por su lugar en el mapa, justo en este punto donde se distribuye el tráfico del centro de Asturias y en mitad de una notable aglomeración de empresas, la villa sierense tiene hoy este aspecto de paisaje muy urbano con cerca de 3.500 residentes censados, medio millar más que al comenzar el siglo y aproximadamente diecisiete veces más que al terminar la Guerra Civil según los cálculos de un habitante de los de siempre, que lo sabe porque contó «casa por casa» los que había en la posguerra y le salieron 205. «Vengo a El Berrón y ya no conozco a nadie», afirma hoy Joaquín Rodríguez, asustado por el cambio rápido de este lugar con menos trenes y más gente que cuando se juntaban cuatro convoyes a eso de las ocho de la tarde y esto era, recuerda, algo así como «una pequeña Venta de Baños».
Ya era el cruce lo que daba sentido al pueblo, el centro de comunicaciones la razón de ser de esta emergente aglomeración urbana próxima a todo. Como ahora. A la manera muy particular de cada momento de su historia, El Berrón ha sido siempre lo que esta posición «estratégica» ha querido que fuera. En este comienzo del siglo XXI, van a decir aquí, un producto del último tirón de la construcción remolcado, «por este orden», por el precio de la vivienda y las buenas comunicaciones. Resumiendo, El Berrón podría definirse en el eslogan de un cartel en el escaparate de una inmobiliaria de la calle San Martín donde se anuncian «pisos de entrega inmediata en el centro de Asturias». Si se añade la diferencia de precio, «importante incluso con la Pola», afirma un vecino, se comprenderán en un vistazo las razones de El Berrón. El problema es que apenas hay ya más de un edificio en obras en la zona muy nueva de expansión de la villa hacia el Este y que las persianas bajadas de un bloque casi terminado sin entregar en la calle de la Estación adelantan que el crecimiento acelerado de esta población puede que no llegue a recuperar el ritmo que hace poco la conducía «hacia una previsión de aumento espectacular y hasta cerca de 6.000 vecinos». Benito González, presidente de la asociación de vecinos Berrón 77, compara la proyección que hizo Correos en plenas vacas gordas con su actualización a la realidad corregida de la crisis. Por las propias características de su modelo de expansión, la depresión del consumo y la retracción económica duelen especialmente en esta «ciudad dormitorio» recrecida gracias a la explosión inmobiliaria que daba vivienda asequible y acceso fácil a lugares donde siempre había habido trabajo. Como ahora el ladrillo renquea y la crisis mutila el empleo, también se resiente el caladero tradicional de habitantes que ha edificado esta población y El Berrón se dirige hacia su propio cruce, al punto en el que habrá que parar a esperar la luz verde y pensar si conviene girar o seguir de frente, aunque aún el recuento de habitantes de la villa no haya dejado de sumar. Superó los 3.000 por primera vez en 2003, pasó de 3.300 en 2009 y el último censo de 2010 le daba 3.448"
"El Berrón es pola surgida en un cruce. En un cruce importante. Histórico. Que nos retrotrae a los tiempos iniciales de la minería y la industria en Asturias. Y a la construcción de las imprescindibles infraestructuras de transporte para aquellos nuevos tiempos del ciclo industrial. Por aquí pasa nada menos que el tercer ferrocarril más veterano de España y la jovellanista Carretera Carbonera, que permitió la unión entre los yacimientos hulleros de la cuenca del Nalón y el puerto de Gijón. En el encuentro del eje carbonero, tren y carretera, con el de Oviedo a Santander creció El Berrón. En sus orígenes apenas un cruce de vías y carreteras y un pequeño caserío de talleres, establecimientos y viviendas, que se expandió en traza lineal apoyándose sobre la vieja carretera de Santander a la vez que el automóvil se hacía de la familia. De muchas familias, que avanzada la segunda mitad del siglo XX se encontraban los domingos en una cita obligada en El Berrón para experimentar su célebre atasco, el tapón de El Berrón. Una circunstancia que recuerda a lo que más recientemente supuso la glorieta de Soto del Barco y, todavía hoy, la de Muros de Nalón.
El cruce está al lado de la noble e imperturbable Noreña, con la que El Berrón mantiene una relación en aumento, aunque durante muchas décadas vivieran de espaldas. Los límites administrativos entre municipios, como las fronteras, acaban produciendo separación, que no siempre es fácil de superar. Lo vemos a otras escalas, empeñadas en la difusión de la cultura del fielato frente a la de la necesaria cooperación entre vecinos, aunque sean tan diferentes y con orígenes tan distintos como El Berrón y Noreña, quienes a base de roce acabarán queriéndose, pues ya forman una pareja de hecho que supera los 10.000 residentes, en viviendas colectivas pegadas a los viales existentes y que, además, van colmatando con viviendas unifamiliares los espacios de borde que no están ocupados por polígonos empresariales de formación más o menos improvisada, ubicados sobre las márgenes de la carretera de Santander, que funciona como un descuidado eje de crecimiento urbano continuo entre Oviedo y Pola de Siero y que merecería un acondicionamiento como bulevar logístico.
Como cruce El Berrón cumplió un papel de intercambio, ferroviario y carretero, y en torno a él fue creciendo. Al principio lentamente y con brío en la última década. Así fue recreándose una nueva localidad urbana, enmarcada y escondida tras los viales, y a la que quizá por ello se trató con la mentalidad «piquiñina», recordada en la radio premio de Jerónimo Granda, y que aquí se manifestó en la solución dada al habitual atasco del cruce. Y que consistió en construir otro, unos metros más al Norte, pero con las mismas limitaciones y al mismo nivel. Solución pequeñina que marcó la manera de ser El Berrón, siempre a la vera de la carretera y construyéndose por bloques, que acogen a los 3.500 habitantes de hoy. Considerable parte de los 5.000 de la parroquia de La Carrera (Siero), a la que El Berrón pertenece.
Una cifra ya lejana de los 500 habitantes del año 1960 y aún de los 2.965 del año 2000, que sitúan plenamente El Berrón en la nueva constelación de polas ubicadas en el creciente metropolitano de Asturias, esa nube de reciente tejido metropolitano que ocupa la ribera del Nora y que recoge el mayor aumento demográfico y empresarial regional. Que con ser importante no debería plantear problemas técnicos para su ordenación armónica. Pues el crecimiento es relativo, a escala astur.
Si las carreteras han apoyado su crecimiento reciente, especialmente tras la construcción de la autovía entre Oviedo y Pola de Siero, los ferrocarriles aguantan en una situación marginal, cuando podrían constituir la base de una red que facilitase el transporte público en el área metropolitana. Seguimos sin ideas claras de lo que debe ser la red asturiana de ferrocarriles y en la indefinición hemos dejado pasar los años de bonanza y abundancia de recursos para las infraestructuras. Que otros sí han sabido aprovechar.
El Berrón, como otros nodos metropolitanos que no son polas viejas ni capitales municipales, quiere dar el paso de modesto cruce de caminos a villa. Para ello, busca mejorar su paisaje urbano, constreñido por el ferrocarril y las autovías, aumentar sus servicios y equipamientos, y mejorar su calidad residencial y la de sus espacios públicos. Ofrece precios ventajosos, accesibilidad y proximidad a áreas empresariales y comerciales, además de una importante tradición hostelera. Y tiene un reto ante sí: articular su crecimiento con los núcleos vecinos, al tiempo que afirma su cualidad urbana.
El tren metropolitano
El Berrón, localidad ferroviaria surgida en torno a la cruz de trenes y carreteras históricas, crece en el ámbito regional más dinámico. Ha sabido tomar el tren metropolitano. Crecida en torno a los cruces, se desarrolló en pueblo-calle sobre la antigua carretera de Santander, estructura que reforzó la ineficaz variante del cruce. Próxima a Noreña, conforma un hito en el eje Oviedo-Pola de Siero, reforzado por el Carbonero. Bases que le permiten afrontar el siglo XXI en crecimiento rápido y con perspectivas de consolidarse como un nodo metropolitano activo y dinámico. Con una función residencial apoyada en una notable base empresarial, industrial y de servicios".
"Ahí el polígono de Berrón Este, al otro lado Berrón Oeste, al salir el área empresarial de La Carrera y dentro del pueblo más.
«Aquí siempre ha habido mucha empresa familiar», confirma con la experiencia Adriano Posada, que dirige una de ellas, evolucionada en su caso hacia el mercado de la panadería y confitería para celiacos, hoy con 24 empleados «a tres turnos y todos, menos dos, de Siero». La tradición de la pequeña manufactura tiene recorrido en este sitio que a su modo, confirma el empresario, «sigue siendo un pueblo, y que por eso, tal vez, a pesar de las amenazas globales de la crisis, no estaba tan mal hasta hace relativamente poco». Siempre hubo «mucha industria para la población que teníamos», valora Emilio Álvarez Fonseca, «Cuqui», haciendo memoria, señalando el rincón de «El parquín» donde estuvo una fábrica de muebles y definiendo muy rápido el contenido de esta villa próxima: «Tiene de todo». (...)
La fábrica «El alemán» era de embutidos, Sorribos y Calleja hacían muebles. «Había pescadería, carnicería, garaje de bicicletas...» Incluso cuando El Berrón todavía no era esto ni llegaba el trazado urbano adonde termina hoy ni pasaban tan cerca tantas autovías, la villa del cruce de carreteras y trenes enseñaba pujantes industrias familares aprovechando las salidas de este lugar de paso. Aquí, a Adriano Posada le decían que estaba loco cuando hace quince años un panadero de Navia le dio la idea y dirigió el viraje de su negocio hacia la panadería y la confitería para celiacos. Ahora, con la que está cayendo, dice que su empresa, Adpan, viene de crecer un diez por ciento el año pasado, que da para 24 empleos y que pronto se marchará de su sede actual, pero para seguir en El Berrón. Sus razones son esencialmente «familiares», confirma, y éste un lugar ideal para salir a vender en dirección a toda Asturias y, como él ahora, empezar a tener presencia «en Alemania, Portugal, Andorra...»
"A principios del siglo XIX, la mayoría de los pueblos sólo contaba con unas caleyas no aptas para el tráfico rodado, salvo para los carros del país no en todas las épocas del año.El Diccionario de Miñano describe las comunicaciones del Principado en 1826: "Para la comunicación interior de unos pueblos con otros, y para el movimiento necesario de la industria y el comercio, son pocos los caminos y carreteras, y sólo el que comunica con León atraviesa la provincia, principiando por Gijón y debiendo terminarse en León; y aunque no del todo concluido, todo está allanado, de suerte que pueden atravesar los coches el intermedio de Gijón a Madrid, que es un espacio de 86 leguas. También pueden andarse en coche las siete que median entre Oviedo y Piloña. Los demás son en la mayor parte de herradura".En 1839 el concejo de Villaviciosa disponía de un arbitrio para una carretera hasta Sariego, ésta localidad por falta de otros medios iba a colaborar con sextaferias y un número de peones y carros para continuarla hasta el límite occidental de su demarcación.Quedaba el tramo correspondiente a Siero, este Ayuntamiento había comprometido todos sus recursos con la carretera de la Barreda y, por el momento, no podía cargar más impuestos sobre sus vecinos, pero sentía la necesidad de una salida a la costa para mejorar la exportación y la importación, y decidió, para el año siguiente, gravar medio real sobre el cuartillo de aguardiente para iniciar, no una carretera, sino "un tránsito cómodo y seguro que con fácil declive y suficiente anchura sirviese para toda clase de carruajes".La reanudación, después de la guerra de la Independencia, de la explotación de las minas de Siero y Langreo, planteó de nuevo el problema del transporte del carbón hasta el puerto. Fue resuelto por el Marqués de las Marismas que llevó a cabo la construcción de la carretera carbonera Sama-Gijón, en 1839-1842, con un costo de cinco millones de realesA partir de 1840 la red viaria española experimenta una relativa aceleración. En 1844 estaba construida la carretera León-Gijón, en construcción la de Oviedo-Avilés; en la Pola de Siero a la capital dos peones camineros tenían nombramiento fijo para las reparaciones ordinarias, uno desde Pola a Noreña y otro desde Noreña hasta el pontón de Santa Marta.Siendo ministro de la Gobernación D. José Pidal, primer marqués de Pidal, natural de Villaviciosa, en 1846 se inició la construcción en firme de la carretera desde esta villa a Pola de Siero.Cuando por R. Orden del 13 de noviembre de 1849 la carretera Oviedo-Pola fue declarada mixta, es decir, de realización del Estado y la Provincia, Siero que, con muchas dificultades y crecido número de años de trabajo, se había anticipado a la realización de esta obra, tan importante para comunicación con la parte oriental de la región, esperaba que sus esfuerzos fueran reconocidos y debidamente satisfechos. En 185, el Ayuntamiento, con la aprobación del gobierno provincial, solicitó de S.M. la indemnización de los costos de la mencionada carretera, que de no haber estado ya realizadas, entraban en los dispuesto por la R. Orden".
En 1884 la empresa de diligencias La Esperanza ya vio la carretera entre La Pola y la capital asturiana viable para establecer una línea regular de viajes y en 1887 se destinaban 15.094 pesetas para la conservación de este tramo de carretera. Pero el tren parecía anticiparse, "Los altos costes del transporte de la hulla de Siero y Langreo por la carretera Carbonera hicieron pensar en la construcción de un ferrocarril", cuya concesión se produjo en 1847 y su inauguración en 1853, naciendo la Estación de El Berrón, donde enlazaría con el tren la diligencia mencionada, estación que vería en 1891 la llegada de otro ferrocarril, el cual enlazaría en 1905 con Santander. El doble cruce de ferrocarriles y carreteras se iba haciendo realidad; leemos en Wikipedia:
"Las instalaciones ferroviarias, bajo el nombre de estación de Noreña, fueron abiertas al tráfico el 7 de mayo de 1853 con la apertura del tramo Pinzales-Carbayín, de la línea Gijón-Sama que se completó el 12 de julio de 1856. Las obras corriendo a cargo de la Compañía del Ferrocarril de Langreo, dando lugar a lo que habitualmente se conoce como Ferrocarril de Langreo. Este línea fue una de las primeras en inaugurarse en España. Lo hizo inicialmente con clara vocación minera para dar salida al carbón del Valle del Nalón al puerto de Gijón y usando un ancho de vía internacional que resultaría atípico al generalizarse posteriormente el ancho ibérico. Lo que era una estación más de la red se convirtió en nudo ferroviario el 13 de noviembre de 1891 cuando la compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias abrió el tramo Oviedo-Infiesto de una línea de ancho métrico que acabaría alcanzando Santander".
"Araceli Fernández, directora del colegio público Los Campones, tiene una atalaya privilegiada desde donde asistir al cambio acelerado de la villa. «Llevamos dos años desdoblando cursos de Infantil», apunta, y en el edificio de ladrillo visto del barrio más occidental de El Berrón hay clase en este curso para 223 alumnos menores de 12 años, «noventa de ellos de Infantil». Las clases llenas son indicios de prosperidad propios de otra época que en El Berrón siguen ahí, definiendo el camino que ha recorrido esta villa hasta su aspecto actual de «ciudad dormitorio bien comunicada con los centros de trabajo de todo el centro de Asturias», enlaza Benito González.
La fisonomía actual de la localidad sierense viene de la proliferación reciente de vivienda protegida, «que antes no había», y de su capacidad atractiva para un perfil de nuevos residentes en el que han encajado «muchos matrimonios jóvenes con uno o dos hijos». Ese es todavía el paisaje hoy, pero la crisis lo intimida. Aquí la vida sigue, es cierto, no se detienen los carriles y las aceras a pleno rendimiento, pero Patricia Álvarez, comerciante y presidenta de una recién constituida asociación de autónomos con más de cincuenta componentes, da fe de que «en el comercio se ha notado, sobre todo en estos dos o tres últimos años, que hay gente que utiliza El Berrón como ciudad dormitorio y que se está yendo. Venían a vivir aquí por la proximidad de la vivienda asequible con el trabajo y ya se ven menos».
Al decir del vecindario, no obstante, aquí las coordenadas y el paisaje hacen difícil sostener que no hay futuro, «a poco que se reactive la economía», en este lugar al que la geografía ha bendecido con un sitio central en el corazón empresarial del Principado. «Si no lo hay en El Berrón, que es el centro de Asturias y está a cinco minutos de casi todo, no existe en ningún sitio», se lanza Araceli Fernández. Al asentir, Benito González mira alrededor y hace ver que además de la cercanía, del indicador que marca trece kilómetros a Oviedo y del panel digital de la estación donde casi a cualquier hora se anuncian trenes «cada quince o veinte minutos en todas las direcciones» influye el cerco de polígonos industriales que completa el paisaje en torno a la villa sierense. Los que hay y los que vienen, la expectativa del millón de metros cuadrados de suelo en Bobes y Siero como el municipio con más superficie para empresas de la región. Toda muy cerca de aquí".
"El Berrón se estira alrededor de la carretera que fue la principal de Oviedo a Santander y hoy es avenida paralela a la nueva N-634. El Berrón ha crecido de aquí al Sur, avanzando hacia el trazado de la línea de ferrocarril de vía estrecha que tiene aquí desde siempre su cruce de líneas, de la de Oviedo hacia Infiesto y Santander con la de Gijón a Laviana. Los caminos y las comunicaciones son en la forma y en el fondo lo que da sentido a esta llanura urbana de leve pendiente que encabeza la parroquia de La Carrera y se ha expandido sin pausa a lo largo del siglo XX hasta llegar a 3.448 habitantes censados, 4.761 en la suma con los otros diez núcleos que componen la parroquia".
Desde aquí vemos ahora la actual iglesia parroquial de San Martín de La Carrera y el altozano donde estuvo la antigua hasta la destrucción de la Guerra Civil, si bien ya había sufrido incendios en 1931 y en 1901. Era románica (siglo XII) y de ella el párroco Luis Valdés conservaba elementos como fustes y capiteles, mientras que en la obra Asturias de Octavio Bellmunt y Traver y Fermín Canella Secades se nos dice que tenía una sola nave, ábside semicircular y portada con doble arco de medio punto que se sostenía sobre dos columnas con basas, molduras y capiteles
En el Diccionario Geográfico de Asturias. Ciudades, Villas y Pueblos se informa que "El templo se levantaba sobre un pequeño promontorio, enfrente de la actual parroquia al otro lado de la antigua carretera Oviedo-Santander. No es casual la dedicación a San Martín de Tours, ya que la iglesia de La Carrera se enmarcaba dentro de la ruta de las peregrinaciones a Santiago conocida como el camino francés".
"Las reformas de la iglesia de San Martín de La Carrera llegan a su fin. Hasta ahí, nada de particular. Lo más llamativo es que esa culminación de la reforma llega 43 años después de iniciarse el proyecto. Desde el año 1964, cuando el actual párroco, Luis Valdés, llegaba a esta parroquia, tanto el interior como el exterior del templo, levantado en la frontera entre La Carrera y El Berrón, han recibido un lavado de cara.
En los últimos días, un andamio y una lona cubren la fachada oeste de la iglesia, la zona donde se encuentra la torre principal con el campanario. En esta última fase de la reforma los adoquines tomarán los márgenes laterales de la fachada y se entallará una imagen de San Martín de Tours y otra de San Melchor de Quirós a cada lado del reloj. El ala Oeste fue, precisamente, la última en incorporarse a la estructura que hoy se conoce. La iglesia fue construida en 1948, entre La Carrera y el Berrón, para que no hubiera disputas entre los vecinos. Se levantó, entonces, para cubrir el vacío de una iglesia románica quemada durante la guerra civil.
Los vecinos de La Carrera optaban por acercarla a su pueblo, mientras que los habitantes de El Berrón eran partidarios de situarla al lado de su villa. Para que no hubiera problemas, se adoptó una decisión salomónica y se construyó en el punto que delimitaba ambos núcleos. La torre, por su parte, no se levantó hasta 1957. Medio siglo después es hora de no quedarse atrás en el tiempo.
La fachada Norte, donde se encuentra la primera piedra, sufrió los primeros retoques. Al mismo tiempo se reestructuraba el interior, se derrumbaba el tejado de madera para reforzarlo y se ponía una bóveda de escayola encima del ladrillo.
La siguiente fase consistió en reforzar la cara sur de la parroquia. En ese momento se construyó también la casa rectoral. Un paso adelante que dotaba de equipamiento a la parroquia, con distintas salas y espacios para que se pudieron llevar a cabo la labor parroquial con mayor comodidad. Tras un período de retoques, llegó el turno del ala este con la reforma de la sacristía. La otra gran reforma tuvo lugar en 1999, con la construcción de la tribuna del coro y la incorporación del órgano. Sin piezas de gran valor económico, pero con gran valor histórico, San Martín de la Carrera puede presumir de una lámpara de bronce que cuelga en el centro de la iglesia.
Adquirida por Alfredo Paladini en el obispado de Sevilla en tiempos de la postguerra, adquiere un gran valor por el significado que conlleva. Paladini era un feligrés que acabó reconciliándose con su parroquia, tras un tiempo sin acudir a esta iglesia por las disputas entre los vecinos. Durante esa época, los vecinos de La Carrera y el Berrón no querían involucrarse en las reformas, porque desde cada pueblo opinaban que la responsabilidad era de sus vecinos de parroquia.
Unos por otros la casa sin barrer y las reformas sin avanzar. Tras un tiempo de reflexión, Alfredo Paladini decidió que no podía permanecer aislado y volvió a involucrarse con su parroquia. Como muestra de reconciliación donó la lámpara que cuelga en medio de la iglesia".
La entrada al templo se hace por los arcos bajo la voluminosa torre, que presenta rosetón, ventanas tríforas y tejado a dos aguas. En la fachada occidental del templo, a ambos lados de dicha torre, hay dos grandes hornacinas con sendas imágenes de San Martín de Tours, de la que vemos la de la izquierda
"Toldos Barry tampoco se ha movido de aquí ni ha dejado de ser una empresa familiar desde su fundación en 1971. La compañía de José Luis Barril, recientemente fallecido, ha recorrido aquí el trayecto desde un pequeño local con una máquina de coser hasta la parcela de 15.000 metros cuadrados que ocupa hoy junto a la iglesia de San Martín de La Carrera con una plantilla media de 25 empleos, el liderazgo en su sector y una facturación de más de dos millones de euros".
"José Luis Barril Prida, propietario de la conocida empresa Toldos Barry, ubicada en El Berrón, falleció ayer en Oviedo a los 68 años y aunque estaba enfermo, nadie en su familia esperaba un desenlace tan rápido. Encarnación Álvarez Queipo, su esposa, y sus dos hijos Iván y Carla, recibieron ayer nada más conocerse la noticia numerosas muestras de afecto.
La empresa de Barril Prida llevaba el nombre de Barry, un apelativo cariñoso que hacía referencia a su apellido y por el que le conocían sus mejores amigos. Toldos Barry arrancó a principios de los setenta con una sola máquina de coser en la que el matrimonio volcaba sus horas para confeccionar las carpas con las que hoy facturan al año 1,4 millones de euros. La empresa da trabajo a 25 personas, es un referente en España y posee el certificado de calidad, seguridad e higiene de la Unión Europea.
El año pasado José Luis García Bigoles, presidente de Laboral 2000, le entregó, en diciembre de 2010, el premio «a la calidad y excelencia profesional y empresarial en la modalidad de empresa ejemplar en constante crecimiento y creación de empleo y en reconocimiento a sus relevantes méritos en este ámbito, así como por su rigor profesional».
Precisamente en esa línea de constante innovación, la familia Barril puso en marcha una interesante gama de productos destinada a los fumadores denominada El rincón del fumador de la que hay muestras por toda Asturias.
José Luis Barril procede de una familia de tolderos. Ya su padre era propietario de Toldos El Polesu y fue de él de quien aprendió el oficio. Ahora sus hijos se encargarán de perpetuar una saga de reconocido prestigio en el sector. El funeral por el eterno descanso de Barry tendrá lugar el viernes en la iglesia parroquial de Pola de Siero".
Al día siguiente era F. Torre quien hacía lo mismo en La Nueva España, diciendo del fallecido que fue "el hombre que puso techo a los festejos de Asturias":
"La trayectoria de Barril está marcada por el trabajo continuado y por su carácter emprendedor. Pese a ser natural de Arboleya, en el concejo de Cabranes, la biografía de Barril estará siempre ligada al concejo sierense, donde en 1971 fundó su empresa, bautizada como Barry en alusión al apelativo cariñoso que sus allegados daban al industrial.
«Como empresario era un referente, una persona seria y responsable. Y, como persona, un diez», apunta otra empresaria sierense, Loli Prendes, cuya familia tenía una gran amistad con el fallecido. «Tiene una empresa de las de toda la vida y la llevaba de maravilla», añade Prendes. En su juventud, antes de fundar la empresa que le daría fama, Barril se había hecho un nombre sobre los escenarios, al otro lado del Atlántico. Lo recuerda Juan José Domínguez, cronista oficial de Siero: «A Barry lo conocí en la Pola, pero lo vi actuando como cantante en la República Dominicana, hará cosa de 45 años. Lo presentaban en la televisión de allí como "José Luis de España"».
Domínguez también reseña que Barril fue buzo profesional durante algún tiempo y destaca su talento como actor, que dejó entrever en algunas funciones benéficas: «Trabajamos juntos en una obra de teatro, escrita por Pepín Domínguez, en la que él bordaba su personaje, un sastre, que parecía que le habían escrito a medida». El cronista reivindica, además, la talla humana del difunto, «que era aún mayor que la empresarial», y evoca con cariño el pregón que dio Barry en las fiestas del Carmín de 2007: «Fue uno de los mejores que yo oí, sino el mejor», asegura.
Curiosamente, esa impresión sobre el pregón de Barril es compartida por muchos polesos. El presidente de la Sociedad de Festejos, Manuel Freige, aún recuerda la emoción del empresario cuando se lo propuso: «Se lo dije en Los Pepitas. Fui allí a comer con un amigo y en una mesa cercana estaban él y la mujer. Pensé que podría ser un buen pregonero y se lo dije allí mismo. Y él empezó a llorar».
Freige, que ya tenía una buena amistad con Barril, reforzó sus lazos con él durante esas jornadas, en las que, además, el empresario se destapó como orador. En su pregón, Barry había dibujado un «Carmín celestial» en el que los personajes más ilustres de la historia de la Pola se daban cita para celebrar las fiestas de su pueblo. «Creo que de los pregones que yo conocí, este fue uno de los mejores, y de los que más gustó», resalta Freige, quien apunta que, tras su muerte, «El Carmín celestial del que hablaba Barry en su pregón, por desgracia, ya está completo».
Al sur de El Berrón, Mudarre, también parroquia de La Carrera; entre ambas poblaciones, aunque no lo vemos desde aquí, está el nuevo 'gran cruce' el de las autovías, la Minera o AS-I y la de Oviedo-Villaviciosa o AS-64
En primer plano vemos el enlace de la N-634 o Avenida de Santander con la Avenida de Oviedo, la antigua carretera nacional
Y más a lo lejos el monte Corripos (458 m), por donde sube a Gargantá, paso a Langreo/Llangréu, la Carretera Carbonera. Más a lo lejos El Ciacal (656 m), La Rina (692 m) y El Picu Llamadera (701 m) en el Altu de Casures
"En la madrugada del día 29, al toque de campanas de algunas iglesias se reunieron en El Berrón vecinos de Bobes, Lugones, Viella, San Miguel, Santa Marina, la Paranza y Tiñana, Unos 1.500 provistos de palos y garrotes, presididos por los respectivos alcaldes pedáneos y una bandera que decía "Manifestación pacífica", se encaminaron hacia la Pola.De nada sirvieron las advertencias del Juez, que les salió al encuentro a la entrada de la villa, para que desistieran de su propósito ya que carecían de permiso para la manifestación, ni las conminaciones de la Guardia Civil cuando por las calles de "la Soledad" y del "Convento" se dirigían a la Plaza de las Campas.Ante el Ayuntamiento se enfrentaron al Juez y a los guardias, cada grupo utilizó sus armas. En la lucha murió el alcalde pedáneo de San Miguel de la Barreda, José Fanjul, y hubo varios heridos tanto entre los guardias como entre los paisanos. Los actos judiciales ocuparon días sucesivos.El Ayuntamiento también consideraba elevada la recaudación que se le había señalado, además se veía sin medios para llevarla a cabo. El Alcalde, ante la imposibilidad de resolver la anormalidad originad, presentó su dimisión al Gobernado de la provincia, el cual se negó a aceptarla y prometió cooperar al restablecimiento de la tranquilidad en el Concejo y enviar toda la fuerza de que pudiera disponer."
" En realidad parece que aluden a terrenos que fue ron comunales pero que se caracterizan por ser pedregosos. En este sentido se ha propuesto relacionarlos con una raíz preindo europea *MOR- ‘piedra, roca’ que parece expandirse por zonas de Italia, Francia y España y que, entre nosotros, acaso explique el apelativo morra ‘cabeza’, morru ‘morro’ y, metafóricamente, ‘elevación del terreno’, así como el diminutivo morriyu ‘pedrusco’ (cf. 332 p. 189), todos ellos presentes en nuestra toponimia menor. La explicación etimológica dada, dentro de ese difícil mundo preindoeuropeo, parece más adecuada que la que quiere partir del lat. MORARI"
Recalcamos que al pasar entre las casas el Camino se estrecha bastante y, aunque el paso de vehículos sea por lo general muy ocasional, hemos de estar ojo avizor pues habremos de arrimarnos bastante a la vereda o meternos en algún recoveco a la altura de estas casas
El recorrido sigue siendo plácido, como un paseo y, una vez pasado El Cruce, nuestro trayecto urbano por El Berrón también lo ha de ser, llano, recto y sin complicaciones, con bastantes lugares para comprar o tomar algo y otros servicios en la Avenida de Oviedo. Además, al no ser una población demasiado grande enseguida volveremos a la campiña, apartados de los polígonos industriales
Sus bellos árboles ornamentales se alzan sobre la calle extendiendo las largas ramas
Al lado del portón, una flecha amarilla indica que vamos por buen Camino. Aunque no hay ningún cruce que lleve a equívocos estas señales 'de confirmación' evitan que podamos pensar que nos hemos dejado algún desvío atrás y nos alegran al comprobar que estamos en el camino correcto
Otra vista de los edificios de El Berrón con las fachadas orientadas al norte, hacia la Avenida de Santander
De frente son las manzanas de edificios entre la Avenida de Santander y, detrás, la Avenida de Oviedo, la antigua carretera, integrada ahora en el entramado urbano. Hay entre ellos tres calles transversales con nombre de río: Río Pigüeña, Río Cubia y Río Magostales
No obstante, nuestro paso a El Berrón en El Cruce está un poco más al oeste. Allí más allá de la casa blanca que tenemos enfrente asoman, a la derecha de la foto, los pisos más altos del edificio 4 Vías, en la Carretera Carbonera, que tomaremos como referencia
Además por supuesto de los hitos camineros xacobeos y flechas amarillas, que jalonan el recorrido
A la izquierda estuvo el almacén de Vinos Laiz y El Cortijo. Muchas empresas del casco urbano tienden a trasladarse hacia los cercanos polígonos industriales, con mejores accesos a la carretera general
De frente volvemos a ver el Edificio 4 Vías, en la Carretera Carbonera que aquí, en el tramo urbano entre El Berrón y Noreña (casi ya un único núcleo urbano, efectivamente), es llamada Avenida de Langreo, de ahí que se dijese que en El Berrón las calles tienen el nombre del sitio al que se va, como las avenidas de Santander y de Oviedo
Son todas viviendas unifamiliares con un rellano enfrente para uso de la casa
"Su vida es un auténtico peliculón con un giro de guion inesperado en la escena final. Alejandro María Aguado, el mismo que da nombre a una calle en el barrio gijonés de la Arena y a una plaza en el centro de Sama, el mismo que tiene escultura en Buenos Aires, más de una biografía publicada, y un pasado de empresario, banquero, mecenas, militar, aristócrata y millonario afincado en Francia, moría en Gijón tal día como hoy de 1842. Fue una pena que una inesperada apoplejía se lo llevara con 57 años, porque este hombre polifacético e íntimo amigo de José de San Martín, uno de los libertadores de América, tenía grandísimos planes para Asturias, a la que aspiraba convertir en una suerte de «Mánchester» en España.
Su relación con Asturias viene dada por sus negocios, sus proyectos inconclusos y por ser el lugar en el que encontró la muerte este hombre nacido en Sevilla como Alejandro María Aguado Ramírez de Estenoz en 1785, en el seno de una familia noble con doce vástagos, y que ostentó el título de Marqués de las Marismas del Guadalquivir. Su madre era una criolla habanera que enviudó pronto y por consejo de un familiar decidió que su hijo se convirtiera en militar. Aunque sin una constancia documental clara, todo indica que fue ya en esos tiempos cuando entabló su estrecha amistad con el libertador argentino.
Armando Rubén Puente recoge en 'Historia de una amistad' la relación entre ambos y toda la peripecia vital de quien recibió su bautismo de fuego en el ejército en la bahía de Algeciras combatiendo frente a navíos británicos siendo un cadete. Luego, tal y como como recoge Puente en su libro, siguió los pasos de su tío el general O'Farril y se alineó al lado de José I Bonaparte. En las familias de bien había entonces una división entre patriotas y afrancesados que en su caso se escoró hacia lo galo. Llegó a coronel de lanceros pero con la derrota de los ejércitos napoleónicos no le quedó otra que, en 1813, viajar al país vecino. No tenía ni treinta años y comenzaba una vida de exilio y éxitos en París. Allí, por cierto, llegó con su mujer «que viajaba en un 'cabriolet' tirado por dos mulas; con ellos iban ocho criados y diez caballos», según recoge el libro.
El caso es que en París se convirtió en un hombre de desmedida buena fortuna. Comenzó con una tienda de ultramarinos y acabó en la banca. Entre aceite de oliva y vinos de Jerez y Málaga, frutas tropicales, ron, azúcar y tabaco de Cuba dio el salto a la perfumería, y de ahí a la creación de empresas para la gestión de propiedades de otros españoles. Fue un emprendedor de libro y con 39 años se hizo banquero. Y no cualquier banquero, sino el de Fernando VII. El rey que con anterioridad le había impedido volver a su país le acabó concediendo su marquesado de las Marismas en 1829, el mismo que el popular actor Luis Escobar sería el último en ostentar hasta su muerte en 1991. La ingeniería financiera de la época hizo que la economía española estuviera prácticamente en sus manos. Y con el tiempo, no solo se convirtió en uno de los grandes banqueros del país galo, sino que se le llegó a considerar el más rico de Francia. No es extraño, pues, que entonces frecuentara la amistad de escritores como Balzac o músicos como Rossini, de quien fue mecenas y protector y a quien acompañó en un viaje a España.
Sus inversiones llegaron también a su país, el lugar al que siempre quiso volver. Pero un viaje a Asturias acabó por ser el último. Aquí había fundado la sociedad Aguado, Muriel y Cía, en 1836, encargada de explotar la mina de Pumarabule. Tres años después, financió la construcción de la carretera Carbonera (a cuya inauguración acudía), con más de cuatro millones de reales, una vía fundamental para trasladar mercancías desde Langreo hasta el puerto de El Musel. También tenía en mente financiar la ampliación del puerto gijonés y crear una factoría siderúrgica en Langreo, lo que motivó aquel viaje en 1842. Tras tres días de nevada en Pajares, llegó a Gijón, volcada en el recibimiento de quien pretendía invertir quince millones de francos de la época en la región. Pero sucedió lo inesperado. A la hora de la cena, en la fonda El Águila de Oro, en la calle Recoletas, se sintió indispuesto y murió de forma fulminante. Los 15 millones cayeron en el olvido. Y con el tiempo, también él. Pese a haber sido objeto de otras publicaciones como 'Un sevillano en París', de Felipe Curtines y Murube, e inmortalizado para la historia en lienzos como el que del Museo del Romanticismo de París de Francisco Lacoma y Fontanet, pese a que incluso allende el Atlántico se le recuerda y se le honra por su estrecha relación con San Martín, a quien nombro albacea testamentario y tutor de sus hijos, su memoria está hoy muy difusa. Tres años tardó el libertador argentino, a quien legó sus joyas y condecoraciones, en repartir su herencia, lo que da buena cuenta de la dimensión de la misma".
"Alejandro Aguado había nacido en Sevilla en 1785. Afrancesado notorio, pasó a Francia siguiendo los restos del Ejército francés de la batalla de Vitoria, y allí, dedicándose más a los negocios que a la política, labró en poco tiempo una gran fortuna, que permitió que fuera olvidado su afrancesamiento, ya que sus ayudas a la decaída economía española llegaron a granjearle incluso la amistad de Fernando VII, el cual correspondió a sus créditos, otorgados en condiciones muy convenientes, concediéndole el título de marqués de las Marismas del Guadalquivir. La Casa Aguado, de París, llegó a ser una de las grandes empresas financieras de aquel tiempo, por lo que no es de extrañar que buscara terrenos todavía sin explotar en los que hacer inversiones, y buscando donde invertir, llegó a Asturias, constituyendo en 1838 la Sociedad de Siero y Langreo, que integraba varias minas situadas en aquellos concejos. Para dar salida al carbón procedente de estas minas, retomó el proyecto de la Carretera Carbonera entre las cuencas de Langreo y el puerto de Gijón, en el que había trabajado Jovellanos medio siglo antes.
El trazado de la carretera, tal como la proyectaba Jovellanos, partiría del puente de Turiellos, en La Felguera, para subir al monte del Carbayín y desviarse hacia Muñó para entrar por el alto de La Collada en el valle del Piles. El proyecto de Aguado modificó este itinerario, pues en lugar de torcer hacia el Este para ganar el Piles por La Collada, se siguió en dirección norte por el alto de La Madera. Para llevarlo adelante, Aguado constituyó la Empresa del Camino Carbonero de Asturias, que recibió colaboración económica de la Diputación provincial después de haber obtenido del Gobierno la concesión de su explotación por un período de veinte años. Esto es, de una parte era una carretera subvencionada y de otra, una carretera de peaje. Las obras, que cubrieron los treinta y cuatro kilómetros existentes entre el puente de Turiellos y Gijón, tardaron cuatro años en ejecutarse, con un coste de cinco millones de reales. Finalmente, el 12 de mazo de 1842, la carretera, cuyas obras se habían iniciado a partir de un cartel en el que estaba escrito «Camino carbonero», llegaba a Gijón.
Alejandro Aguado se trasladó a Asturias acompañado de un séquito de técnicos y asesores. Estaba convencido de que Asturias, a partir de su impulso, llegaría a ser la «pequeña Inglaterra», para lo que se había dado el primer paso importantísimo. Porque el principal problema asturiano, el de las comunicaciones, estaba resuelto. Ahora sólo faltaba explotar la riqueza carbonífera y sentar las bases de una poderosa industria, de acuerdo con su conocida afirmación de que «donde hay carbón, lo hay todo».
El antiguo colaboracionista que había intervenido en la guerra de la Independencia como jefe de escuadrón en el Estado Mayor del mariscal Soult, y más tarde coronel de un regimiento y hombre de confianza del mariscal, y que al poco tiempo de exiliarse ya era uno de los hombres más ricos de Francia, que tenía un palco en la ópera tan suntuoso como el del rey y una galería de pinturas que consideraba superior al Louvre, y que de vuelta a España financió las obras del canal de Castilla, desecó el Guadalquivir (de ahí su título) y fue considerado, entre 1824 y 1830, como el motor del «milagro del crédito español», estaba a punto de iniciar el negocio de más amplio aliento de su portentosa carrera. Pues el proyecto de Aguado no sólo incluía la explotación carbonera, sino que había obtenido, como ayudas a la construcción de la carretera, la concesión de dos portazgos y los derechos del vino y de la sal que se consumían en Asturias. La Sociedad Aguado Muriel y Compañía, después constituida en la Sociedad de Minas de Siero y Langreo, reunía medio centenar de minas. A esto hay que añadir que se disponía a comprar las marismas de Avilés y otras fincas para la explotación de ganado vacuno selecto de leche y carne y la fabricación a gran escala de mantequillas saladas y quesos. De manera que las riquezas asturianas más evidentes, el agua y el carbón, los pastos y los ganados, se reunían en una empresa singular que incluía minas, industrias pesadas, manufacturas y la ampliación desmesurada de las producciones alimenticias tradicionales. Pero tan grandes proyectos se quedaron en proyectos, porque el 12 de abril de 1842, mientras Alejandro Aguado comía en la posada gijonesa El Águila de Oro, murió repentinamente, según Jesús Evaristo Casariego a consecuencia de un «soponcio». Los proyectos no se materializaron, y los ya realizados decayeron o fueron utilizados en labores de menor empeño que aquéllas para las que habían sido previstos. Como escribe Rafael Anes en su libro «Asturias, fuente de energía»: «El trazado de la Carretera Carbonera, de 34 kilómetros, obligó a levantar 9 puentes y 177 alcantarillas, y tuvo un coste que sobrepasó los 4.000.000 de reales. Una vez terminada no sirvió para transportar por ella grandes cantidades de carbón, porque con los carros difícilmente se ponían alcanzar volúmenes altos de tráfico, y tampoco el precio de ese transporte fue bajo, pues la viuda de Aguado, para resarcirse de coste de construcción, estableció un peaje alto».
Aunque el carbón podía ser trasladado en carros hasta el puerto, éste siguió importando avellanas hacia Inglaterra y Holanda como principal actividad. Y lo mismo ocurriría con el ferrocarril que entraría en funcionamiento pocos años más tarde. Esta línea de ferrocarril de Langreo a Gijón será la cuarta que discurra por territorio español, después de la de La Habana-Güines, concluida en 1837, y en la Península, las de Barcelona-Mataró y Madrid-Aranjuez. La construcción de la línea se inicia en 1847 bajo la dirección de José de Elduayen, con un ancho de vía de 1,45 metros. La línea quedó terminada en el verano de 1856, «lo que animará a los inversores a montar fábricas de hierro en las inmediaciones de las minas, que para las técnicas que entonces se empleaban era la localización económica racional», según escribe el profesor Rafael Anes. Pero, entre una cosa y otra, el industrialismo asturiano ha perdido un tiempo precioso desde Jovellanos acá, y aunque los acontecimientos se aceleran después de las iniciativas de Aguado, da la sensación de que Asturias, ya que de trenes se habla, ha perdido el tren".
"La Carretera Carbonera es una histórica vía de comunicación española construida entre 1840 y 1842 entre los concejos de Langreo y Gijón, ambos en Asturias, para el transporte de carbón desde las minas del Valle del Nalón hasta El Musel, puerto de Gijón. Nació con la intención de potenciar la industria hullera de las Cuencas Mineras asturianas.
Historia
El primer impulsor del proyecto fue Gaspar Melchor de Jovellanos, quien hacia 1794 había propuesto construir una carretera que permitiese llevar el carbón de las minas de Langreo y Siero hasta la dársena del puerto de Gijón, aunque quien finalmente la construyó fue un banquero andaluz llamado Alejandro Aguado, que casualmente falleció en Gijón la noche antes de su inauguración. Abierta en 1842, al principio no dio buenos resultados debido a la poca carga que transportaban los carros que circulaban por ella y al elevado precio del peaje que cobraban por utilizarla, ya que era una carretera de pago (de hecho, fue la primera de este tipo que hubo en España).
Cerró en 1852, después de que el Ferrocarril de Langreo comenzase a funcionar. Comenzó a ser usada como una carretera convencional, siendo uno de los factores por los que Pedro Duro fundó su Fábrica de La Felguera en 1858 en Langreo.
Posteriormente soportaría gran tráfico como principal vía de unión entre Langreo y Gijón para automóviles y camiones. Este uso se vio altamente reducido tras la inauguración de la Autovía Minera (AS-I) en el año 2003, dando una vía de comunicación más rápida y efectiva entre Gijón y las cuencas.
Hoy en día pertenece a la Red Local de 1.º Orden del Principado, denominándose AS-376, aunque popularmente sigue conociéndose como Carretera Carbonera. Es una carretera sinuosa y con numerosos desperfectos y hundimientos, que únicamente presta un servicio local.
Trazado
Nace La Felguera, donde es la Avenida de Gijón (alrededor de la cual surgieron numerosas casas de notable interés a pie de carretera), atraviesa El Berrón, El Alto de la Madera y llega a Gijón, atravesando los barrios de Mareo, Roces, Montevil y El Llano, culminando en Puerta de la Villa, actual Plaza de Europa. En los márgenes de esta carretera surgiría el anteriormente mencionado barrio de El Llano, donde actualmente se denomina Avenida de Schulz".
"El histórico cruce de carreteras de El Berrón desaparecerá a lo largo de este mandato, tras la formalización de la cesión al Ayuntamiento de Siero del tramo de la carretera Nacional 634 entre la Pola y Argüelles. En su lugar se construirá una gran glorieta entre las avenidas de Oviedo y Langreo, y se acabará con la regulación del paso con semáforos en un punto que a lo largo de los años ha definido la esencia de la localidad como encrucijada de caminos.
El Pleno municipal extraordinario celebrado ayer dio cuenta de la cesión del tramo al Consistorio, que se hará cargo de su mantenimiento una vez que Demarcación de Carreteras del Estado ejecute una reforma integral de este vial a lo largo de casi seis kilómetros, tal y como ya avanzó este periódico. Las obras previstas costarán 4,84 millones de euros aportados por el Gobierno central, en la que será la actuación "más transformadora del entorno a lo largo de este mandato", indicó el alcalde, el socialista Ángel García.
La intervención servirá para "renaturalizar" la vía, es decir, para convertir una vieja carretera nacional en una calzada interurbana que acerque los núcleos de la Pola, El Berrón y Argüelles con un carril para el uso de peatones y bicicletas y una limitación de la velocidad a 50 kilómetros por hora. El carril peatonal y ciclista se separará de la calzada de los coches con bolardos y se pondrá nueva señalización vertical y horizontal. También se colocará iluminación a lo largo de todo el tramo para garantizar la seguridad de los usuarios.
La actuación se extenderá así entre la glorieta de Ullaga, en la salida oeste de la Pola, y la glorieta de la zona de Iluplax, en Argüelles, dando cumplimiento de paso a una demanda histórica de los vecinos de la parroquia de Argüelles: la colocación de luminarias a lo largo del trazado. Y a futuro, la idea del gobierno local es la de ampliar la actuación "hasta Bobes y La Fresneda", de manera que "contemos con una conexión ciclista y peatonal segura e independiente entre la Pola y la urbanización".
Y es que esto sería propiamente El Cruce, donde dicen se instaló el primero, o al menos uno de los primeros, semáforos de carretera que hubo en Asturias, no muy lejos de la estación del tren, donde el histórico Ferrocarril de Langreo, que veremos ahora, la cuarta línea ferroviaria de España y tercera de la Península, hecho por la misma razón que la Carretera Carbonera, llevar el carbón a puerto. Luego enlazó, en este importante nudo ferroviario, con la que fue la vía de los Económicos de Asturias, fundada en 1887 para la comunicación ferroviaria con Santander, ambas líneas fusionadas en Feve y posteriormente Adif
La avenida es actualmente un gran bulevar, con numerosos comercios, bares, sidrerías, terrazas, tiendas y supermercados, oficinas bancarias, etc.
"La historia de Doña Tina comenzó en Tanes, concejo de Caso, allí Doña Clementina, que era la maestra del lugar, compartió sus recetas de siempre de repostería y panadería a las siguientes generaciones, que actualmente gestionan la empresa en Lieres, desde el año 1977. Mantienen la elaboración meticulosa y artesana transmitida por Doña Tina".
Tal y como nos explican en Pueblastur, "La obra representa en tamaño natural un ferroviario con todos los elementos característicos de su oficio, una placa de estación en la mano, una rueda de ferrocarril y un tramo de raíl".
Su placa de estación en la mano en la izquierda, mientras que en la derecha lleva su linterna de ferrocarril
Ni que decir tiene que se trata del atuendo de un ferroviario de 'época', la automatización de sistemas y otras trasformaciones han cambiado el oficio y vestimenta de quienes lo ejercen
En el pedestal del Monumento al Ferroviario, esta es la placa que rememora su inauguración
"El tren aquí sólo se ve a lo lejos, pero se intuye y se oye siempre" es la frase con la que Marcos Palicio comenzaba su artículo Un semáforo en el cruce, al que seguía lo siguiente:
" La vía pasa por debajo del parque en el que un ferroviario de bronce con todos sus atributos -la gorra, el impermeable y la lámpara, a sus pies un trozo de raíl y una rueda, un cartel de El Berrón bajo el brazo izquierdo- recibe el homenaje de su pueblo de parte de la Sociedad de Festejos San Martín de La Carrera y del Ayuntamiento de Siero. La estatua está en un lateral de la avenida de Oviedo, la que cruza El Berrón sobre el túnel que los trenes usan para salir y entrar a la villa, y tiene visión directa hacia el nudo de raíles que siempre ha dado sentido y razón de ser a esta población. Mirando desde su lado queda claro que la esencia de este lugar se define por sus posibilidades de comunicación, se ve que la villa cabecera de la parroquia de La Carrera es físicamente un trazado urbano estirado entre la vía de Feve y la carretera N-634 y que nada sería lo mismo si no pasasen por aquí esos trenes y las carreteras que van a todo el centro de Asturias. El guardagujas de bronce «mira» de frente a la trenza de carriles que se junta y se separa junto a la estación, sabiendo perfectamente que estos que avanzan bajo sus pies van o vienen de Gijón, que los del ramal que al fondo se pierde a la derecha son los de Oviedo y que hacia la izquierda pasan tanto los de Infiesto y Santander como los del viejo ferrocarril de Langreo, que conecta en realidad con toda la cuenca del Nalón hasta Laviana... Antes más que ahora, pero todavía y siempre, el sonido del ferrocarril es música de fondo permanente en este lugar moldeado por la geografía, definido su pasado, presente y futuro por haber encontrado su sitio exactamente aquí, entre vías, en este nudo que ata trayectos de ferrocarril en todas las direcciones delante del ferroviario y que también une carreteras a su espalda. Porque la que pasa por delante del monumento es la vieja travesía de la antigua carretera de Oviedo a Santander y sólo unos metros detrás de él también se oye el trajín de la nueva. Del otro gran nudo de El Berrón, El cruce nuevo. Es la N-634 que llega a la localidad, separada de la calle Rodrigo Muñiz solo por un quitamiedos, y se detiene en la intersección a cuyo alrededor se organiza la localidad sierense. Los semáforos, los indicadores, el tráfico permanente; atrás, Oviedo, Noreña a un lado, al otro Langreo, allá a su frente, Pola de Siero".
Y en medio, El Berrón, esto que ocupa el espacio entre los raíles de Feve y el asfalto de la N-634, casi rozando la A-64. Aquí las calles tienen nombres de los sitios a los que se dirigen -de Oviedo, de Langreo, de Santander..."
"En 1972 la difícil situación económica de las compañías que gestionaban el recinto supusieron su cesión al Estado. FEVE pasó entonces a ser titular de las instalaciones. En 1983 se decidió un cierre temporal de la línea gestionada por la compañía del Ferrocarril de Langreo para adaptarla al ancho métrico usado por la compañía estatal en su red. Feve mantuvo la gestión hasta que en 2013 la explotación fue atribuida a Renfe Operadora y las instalaciones a Adif".
"En este punto se cruzan perpendicularmente, si bien se han construido variantes posteriores que las conectan, dos líneas de la red de ancho métrico. Por una lado la línea férrea que une Gijón con Laviana punto kilométrico 21,19, y por el otro la línea férrea que une Oviedo con Santander, punto kilométrico 329,1. El alto kilometraje de este último trazado (Oviedo apenas se encuentra a unos pocos kilómetros) se debe a que el inicio de la línea se sitúa en Ferrol".
"Por ello la estación forma una especie de L con la parte de abajo invertida hacia la izquierda. En la parte de arriba el edificio para viajeros de dos alturas y planta rectangular dotado de dos andenes laterales a los que acceden las vías 5 y 7. Son las usadas por la línea Gijón-Laviana y cruzan la zona de norte a sur. Las vías de la Oviedo-Santander lo hacen de oeste a este, en lo que sería la parte baja de la L. En este caso, existen también dos andenes, pero uno es lateral y el otro central a los que acceden las vías 1,2 y 4"
"Desde El Berrón, ochenta profesionales gestionan siete puestos de operación de 976 kilómetros de red convencional y de ancho métrico, por la que circulan 579 trenes al día: 477 de cercanías, diecinueve de media distancia, ocho de larga distancia, 34 de mercancías y 41 trenes técnicos de Adif. Trenes que recorren 163.600 km diarios a través de las regiones de Asturias, Galicia y León.
El nuevo centro de regulación integra las operaciones de circulación de las redes convencional y de ancho métrico, y gobierna distintos centros de Control de Tráfico Centralizado y concentrar en un mismo espacio a los equipos involucrados en la regulación del tráfico, reforzando así la coordinación y la eficiencia.
El Centro de Regulación de El Berrón mantiene la gestión de los cinco puestos de la red de ancho métrico de 754 kilómetros de red: Ferrol-Cudillero, Oviedo-Unquera, Gijón Sanz Crespo-Cudillero y San Esteban de Pravia-Oviedo, Trubia-Collanzo y Gijón Sanz Crespo-Laviana.
Además, incorpora la gestión del tráfico ferroviario de 222 kilómetros de la red de ancho convencional con dos puestos: La Robla-Oviedo y Soto de Rey-El Entrego; y Oviedo-Gijón Sanz Crespo, Villabona de Asturias-San Juan de Nieva y Tudela Veguín-Lugo de Llanera.
Telemando de energía de tracción
El Berrón cuenta, además, con puestos para el telemando de energía de tracción de las líneas electrificadas de su ámbito. Desde el Centro se mantiene la comunicación permanente con los maquinistas de las operadoras de viajeros y mercancías y con servicios externos, protección civil, bomberos, servicios sanitarios, etcétera.
Ubicado a doce kilómetros de Oviedo, en un edificio singular, la antigua ‘Casa del Colegial’, el Centro dispone de una sala de control de 343 metros cuadrados, una pantalla gigante led de 49 metros cuadrados y monitores ultra-panorámicos y de alta resolución en cada puesto, que representan las líneas y los elementos para la gestión del tráfico.
La sala cuenta, asimismo, con un elemento singular: el Reloj ODS, convertido en seña de identidad de los nuevos Centros de Regulación de Circulación de Adif. Su diseño, desarrollado por un equipo interno, dispone de un segundero que hace referencia a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, impulsados por Naciones Unidas a los que está adscrita la compañía".
"-¿Bajamos al tren?
La propuesta todavía suena interesante en alguna memoria intacta de El Berrón. Suena a trasiego de mercancías y viajeros, a las ocho de la tarde, y al ambiente de romería en torno a la coincidencia de los últimos trenes del día en la estación de la localidad sierense. Era una invitación al espectáculo diario de aquellos «veinte minutos de fiesta» que transcurrían entre la parada y el arranque, con su trasvase de pañería y bisutería, de la leche y del correo, de los sacos de patatas y legumbres, del carbón y la madera… A las ocho, en la prehistoria del ferrocarril de El Berrón, hay gente, mucha gente yendo y viniendo, «hasta venían a veces vendedores de frutos secos y de helados en verano…». A Joaquín Alonso del Coz, 83 años, ferroviario en El Berrón de los 16 a los 64, el silbido de la locomotora le suena a otra época con más trenes, a la estación distinta, al «centro festivo» de aquel pueblo que era muy poca cosa y mucho menos que hoy, pero que durante aquellos veinte minutos y en muchos otros momentos de todo el día presumía de tener, a la vista estaba, «el centro neurálgico de Asturias».
El Berrón era la estación y ésta «el sitio adonde iba la gente a pasear». El corazón de la villa latía en el gran cruce de vías donde se juntaban un momento y se volvían a separar dos líneas bulliciosas de vía estrecha: de Norte a Sur viene y se va el Ferrocarril de Langreo, en realidad el de Gijón a Laviana -la tercera línea férrea de la península Ibérica-; de Este a Oeste cruza el de Económicos, el de Oviedo a Llanes, a Santander, a Bilbao. Como hoy, todos se detenían y siguen parando aquí, pero Joaquín Alonso del Coz está hablando de aquella época en la que casi no había más transporte que el ferroviario y en esta estación que aparenta tan quieta hoy «se trabajaba a tres turnos del 1 de enero al 31 de diciembre».
Él tiene que esforzarse para reconocer aquélla en esta estación mecanizada del siglo XXI, todavía con 245 trenes de paso al día y seis vías, pero ya sin el vaivén humano que Joaquín Alonso recuerda con toda nitidez si retrocede en el tiempo cuarenta, cincuenta, sesenta años. Hoy quedan viajeros deambulando por los andenes, se ha apagado el trajín de mercancías y ya no dan para tanto las ocho de la tarde en la estación de esta villa organizada físicamente, todavía, alrededor de una trenza de raíles. «El tren dio mucha vida», resume Alonso del Coz, «natural y vecino de Hevia», a unos pasos escasos de la terminal ferroviaria de El Berrón en la que fue meritorio a los 16 años y después, paso a paso, telegrafista de primera, segunda y tercera, factor y por fin jefe de estación.
Alonso se ha parado en un terreno anexo al cruce férreo de la localidad sierense, tratando de enseñar lo que hubo en lo que hay. Porque cuesta. Esto que hoy es un gran aparcamiento, recuerda, fue un día un almacén que devuelve al ferroviario veterano a algún momento, puede ser la mitad de la década de los sesenta, en el que aquí se facturaba «diariamente gran parte de la leche que se consumía en Langreo». Venía en lecheras y en grandes bidones y además se cargaban patatas, legumbres, alimentos de todo tipo en el vagón cerrado de madera que los trenes de Langreo llevaban justo delante de los coches de viajeros.
Parece todo muy distinto, pero al final no es más que la constatación, a través de la memoria intacta de Alonso, de que El Berrón es hoy lo que ha sido siempre, la virtud de este lugar en el mapa. Su rincón en la confluencia de los tráficos que van y vienen de Gijón a las cuencas mineras, de Oviedo a Santander, por ferrocarril y por carretera, explican la expansión reciente de esta villa con cerca de 3.500 habitantes hoy y apenas dos centenares al acabar la Guerra Civil. Bien lo sabe Joaquín, inalterada en el recuerdo la imagen de aquella estación dinámica de tráfico heterogéneo que también se prestaba al pillaje. Cuando las minas de Siero y la cuenca del Nalón rendían a pleno rendimiento, evoca, «subían al día entre treinta y cincuenta vagones de madera que los barcos descargaban en El Musel». Iban con madera para entibas en los pozos y volvían con carbón. Cargadísimos: «Diariamente», en la etapa dorada de la minería asturiana, en aquellos vagones metálicos «de diez toneladas cada uno» pasaban por El Berrón, en total, «unas 6.000 toneladas de carbón», calcula, «unos convoyes directos al puerto, otros a abastecer a barcos de pesca como combustible».
El tráfico intenso traía y llevaba también mineral de hierro, «del orden de cien vagones diarios en los años sesenta» con origen en El Musel y destino a los altos hornos de La Felguera, pero sobre todo pasajeros. Muchos más que hoy en aquella época con menos alternativas de comunicación aparte de los vagones de madera que el jefe de estación de El Berrón mantiene fijos en la memoria. Delante el coche de la mercancía, a cola el que iba repartiendo el correo por las estaciones y entre ambos los de primera, segunda y tercera clase. «Había uno a las nueve de la mañana, otro entre la una y media y las dos, uno más a las cuatro y media de la tarde y el último a las ocho… Los fines de semana también uno a las diez de la noche, sobre todo cuando empezaron las fiestas del hotel Samoa». Y El Berrón alrededor, ajustando la vida al ritmo que marcaban las horas de paso y parada, acostumbrándose a calcular la hora en función de los silbidos estridentes de las locomotoras. «Pasaría como mucho un cuarto de hora o veinte minutos sin que parase un tren».
«El precio», enlaza el antiguo jefe de estación, «era distinto en Primera, Segunda o Tercera clase». El privilegio de la categoría preferente se podía permitir unas puertas correderas que la separaban del resto y, esto sí importaba más, «en invierno la calefacción, unos tubos de agua que venían de la máquina y pasaban entre los asientos». Nada más salir de El Berrón, a cuatro kilómetros en dirección a Gijón, aquellos vagones atravesaban el pronunciadísimo «plano inclinado de San Pedro», el único que se utilizó para el transporte de viajeros en España, gracias a «un tren-tenaza» que iba bajando los vagones en grupos de seis u ocho para salvar «casi cien metros de desnivel en un kilómetro de recorrido». Eran los tiempos heroicos, en los que el ferrocarril hizo importante a esta pequeña villa que a pesar de su tamaño «en aquellos tiempos tenía farmacia, pescadería, cine, sastrería, garaje de bicicletas…».
La estación, aquel centro, sigue ahí, aunque Joaquín Alonso del Coz tampoco reconozca el ingenio subterráneo de cien metros donde se colocaban los trenes, uno encima de otro, para pasar el carbón con comodidad, abriendo una trampilla, de los vagones del Ferrocarril de Langreo a los de Económicos. Le falta el aspecto que tenía antes «el taller de los vagos», «donde se arreglaban los trenes de Económicos» -«no sé por qué lo llamaban así»- y además del ambiente la propia apariencia física de la terminal. La estación, ahora y como siempre, mira la traza muy urbana del Berrón de hoy en contrapicado, desde su puesto en el rincón más bajo de esta llanura con leve pendiente. Por aquí abajo pasaba tanta gente, sigue Alonso, que en El Berrón el tren «era el centro de atracción de todo, tanto para la juventud que quería divertirse como para el transporte». La estación, el ferroviario jubilado no la reconoce hoy, eran dos, una para Económicos, la otra para el Ferrocarril de Langreo, que se comunicaban a través de «unos almacenes para efectuar trasvases de mercancías y un cobertizo con un saliente» que había entre ambas y que componía a su alrededor un singular paseo con columnas de hierro que además de a la estación daba servicio al pueblo.
El tiempo lo ha borrado. Sigue ahí la casa modernista «del colegial», pero lo que en su día fue un singular «centro comercial» con panadería y fábrica de chocolate se ha transformado, previa rehabilitación, en el centro de control del tráfico de vía estrecha de Asturias y Galicia. Ya muy poco es lo que es, «vino la modernización», el CTC -Control de Tráfico Centralizado- hizo desaparecer la plantilla de guardagujas» y a las ocho de la tarde ya pocos saben lo que dicen los que proponen «bajar al tren»".
Nostalgia de un ferrocarril que se fue y esperanza de un tren que llegó, el de la construcción, grandes edificios de pisos en el cruce de la calle de La Estación con la Avenida de Oviedo. Este era el panorama que reflejaba Palicio pasando la primera década del siglo XXI en Un semáforo en el cruce:
"Ya era el cruce lo que daba sentido al pueblo, el centro de comunicaciones la razón de ser de esta emergente aglomeración urbana próxima a todo. Como ahora. A la manera muy particular de cada momento de su historia, El Berrón ha sido siempre lo que esta posición «estratégica» ha querido que fuera. En este comienzo del siglo XXI, van a decir aquí, un producto del último tirón de la construcción remolcado, «por este orden», por el precio de la vivienda y las buenas comunicaciones. Resumiendo, El Berrón podría definirse en el eslogan de un cartel en el escaparate de una inmobiliaria de la calle San Martín donde se anuncian «pisos de entrega inmediata en el centro de Asturias». Si se añade la diferencia de precio, «importante incluso con la Pola», afirma un vecino, se comprenderán en un vistazo las razones de El Berrón. El problema es que apenas hay ya más de un edificio en obras en la zona muy nueva de expansión de la villa hacia el Este y que las persianas bajadas de un bloque casi terminado sin entregar en la calle de la Estación adelantan que el crecimiento acelerado de esta población puede que no llegue a recuperar el ritmo que hace poco la conducía «hacia una previsión de aumento espectacular y hasta cerca de 6.000 vecinos». Benito González, presidente de la asociación de vecinos Berrón 77, compara la proyección que hizo Correos en plenas vacas gordas con su actualización a la realidad corregida de la crisis. Por las propias características de su modelo de expansión, la depresión del consumo y la retracción económica duelen especialmente en esta «ciudad dormitorio» recrecida gracias a la explosión inmobiliaria que daba vivienda asequible y acceso fácil a lugares donde siempre había habido trabajo. Como ahora el ladrillo renquea y la crisis mutila el empleo, también se resiente el caladero tradicional de habitantes que ha edificado esta población y El Berrón se dirige hacia su propio cruce, al punto en el que habrá que parar a esperar la luz verde y pensar si conviene girar o seguir de frente, aunque aún el recuento de habitantes de la villa no haya dejado de sumar. Superó los 3.000 por primera vez en 2003, pasó de 3.300 en 2009 y el último censo de 2010 le daba 3.448".
"Mario Iglesias y Ana Loredo sirvieron el día de Reyes el último vermú que la cafetería Ebana, en El Berrón, ofreció a sus clientes bajo la gestión de este matrimonio, que se ha dedicado en cuerpo y alma a este negocio durante los últimos 32 años, de día y de noche, desde las 8 de la mañana hasta las 24.00 horas.
Ahora, después de una vida de trabajo detrás de la barra, ha llegado el momento de la jubilación, de disfrutar del tiempo libre y, sobre todo, de una familia que les adora y que quiere rendirles a través de estas líneas su pequeño homenaje.
No faltan tampoco las palabras de agradecimiento para todos los clientes y amigos que, durante más de tres décadas, le han dado a la cafetería Ebana el carácter familiar que se respiraba en el ambiente y que comenzó en los 80 con los cafés irlandeses después de los bailes del Samoa y, más tarde se consolidó al calor de la cocina y al olor y sabor de la tortilla, de los caldos caseros y las sopas de ajo que Mario Iglesias ha preparado siempre con maestría y que venían a degustar no sólo los vecinos de Siero, sino también de concejos cercanos".
"La Cafetería Ebana ha abierto este mes de marzo sus puertas bajo una nueva dirección, una pareja de Cangas del Narcea, Eva Álvarez Arias y Carlos Rozada Avello, que esperan seguir la estela de éxito de sus propietarios y fundadores, José Mario Iglesias y Ana Loredo. Pretenden que la clientela continúa confiando en la cafetería y están poniendo todo de su parte para que esto sea así y el Ebana permanezca siendo una institución en El Berrón.A la sombra del SamoaEl matrimonio formado por Mario y Ana abrieron las puertas de la Cafetería Ebana, en 1984, hace 38 años. Mario siempre se dedicó a la hostelería y se formó en las concinas del antiguo Hotel Samoa, situado en esa localidad, pero un buen día decidió emprender junto a su mujer y abrieron su propio local, en la Avenida de Oviedo, a la sombra del Samoa. Este local estaba completamente vacío cuando lo compraron, tuvieron que acondicionarlo a su gusto y como ellos creían que era la mejor manera y abrieron sus puertas.La Cafetería tenía un horario de 7:30 a 12 de la noche, la pareja se turnaba, aunque Mario solía ser el que abría para preparar los pinchos y Ana era la que cerraba. El nombre del local lo pusieron combinando los nombres de Ana y la hija del matrimonio, Eva, Ebana.Café IrlandésEl local era conocido en sus inicios no solo por sus pinchos de tortilla de excelente calidad y una delicia al paladar, sino por sus cafés irlandeses, escoceses ya que eran su gran especialidad junto con sus cócteles, como el San Francisco. Cuando abrió sus puertas se convirtió en la cafetería de referencia para aquellas personas que salían del baile del Samoa y paraban allí a consumir todo tipo de cafés exóticos y aperitivos que ofrecían.Algo que con el tiempo fue cambiando y al desaparecer el baile y demás tuvieron que adaptarse a los tiempos, y lo hicieron muy bien ofreciendo a sus clientes el menú del día, que atraía a obreros y trabajadores de la zona del polígono y de las localidades limítrofes.Mario era el encargado de la cocina y todos los días presentaba platos con productos de alta calidad, basados sobre todo en la comida tradicional, una de sus especialidades son los caldos y las sopas de ajoAmbiente cercano y familiarPero esta no era la primera vez que trabaja con un menú, ya que antes de la cafetería el matrimonio regentó la Sidrería San Martín, también en El Berrón, pero al final optaron por una cafetería. El ambiente siempre fue familiar, cercano, personal, tanto es así que las madres cuando tenían que ir a hacer alguna compra o a la peluquería dejaban a sus hijos al cuidado del matrimonio, porque sabían que allí iban a estar bien y sobre todo entretenidos.El matrimonio se retiró después de llevar toda una vida al frente del local y hacerlo funcionar, para que se convirtiera en una seña de identidad de El Berrón, fue el 8 de enero de 2016 cuando dejaron el negocio por jubilación. Pero tuvieron relevo con uno de los trabajadores, que antes había trabajado en el Samoa, que lo tuvo abierto hasta febrero de 2022.Por el negocio pasaron varias generaciones de vecinos de El Berrón, que o bien iban a desayunar antes de ir a trabajar, a comer, a merendar, a tomarse el café o el chocolate, a cenar y después a degustar sus cafés o cócteles. Incluso Mario suele pasar por la cafetería a diario a tomarse su café y a ver sus clientes, amigos y vecinos. Consideran que más que clientes son familia y amigos"
«Es una alegría volver a verlo lleno de vida y va ser muy bueno para El Berrón y para Siero». Joaquín García no ocultaba la emoción. Socio fundador del Hotel Samoa en 1970, ayer volvió a cruzar las puertas del que durante dos décadas fue el motor de la localidad y un referente en la zona central de Asturias y que ha reabierto con cuatro estrellas y con el nombre de Cruz de la Victoria. Lo hizo acompañado de las hermanas Irene e Isabel García y de Josefina Canellada. «Todavía hay clientes que acuden a la sidrería Benido y se acuerdan de nosotros, espero que ahora también haya ese espíritu de familia que logramos implantar entonces», deseó.
El Samoa comenzó siendo una pista de baile al aire libre que funcionaba solo en primavera y terminó por convertirse en elemento dinamizador de El Berrón. El complejo se vendió en 1998 y cerró en 2004. Desde entonces había permanecido sin actividad y el edificio se había deteriorado notablemente.
Hasta que este mismo año los empresarios Rubén Paredes y Francisco Fernández, fundadores de Integra Energía, decidieron devolver al inmueble su uso hotelero y tras una importante inversión ofrecen 56 habitaciones de cinco tipos y han creado una veintena de empleos.
Ambos se mostraron ayer «encantados» con la buena acogida que ha tenido el proyecto en la localidad. «Tanto las empresas como los vecinos nos han respaldado, esperamos estar a la altura y que el hotel vuelva a ser el motor de la zona, nuestro objetivo es poner a El Berrón en el mapa y ser un referente para todos, visitantes, empresas y clubes deportivos», explicó Paredes.
Precisamente, uno de los distintivos del Cruz de la Victoria es su gimnasio, que ayer también estuvo abierto a las visitas. Por otro lado, la parte gastronómica corre a cargo de La Competencia, encargada a su vez de la carta disponible para el servicio de habitaciones.
A la inauguración acudieron numerosas personas de diferentes ámbitos, desde directores de entidades bancarias y empresarios a representantes de clubes deportivos. Por parte del Sporting acudió su vicepresidente, Javier Martínez; y de Real Oviedo su directora de Márketing, Cristina Serrador. Asimismo, estuvieron presentes Daniel Pinín, director de Márketing de la Real Federación de Fútbol del Principado y el directivo Miguel Rico; Borja Txasko, del Deportivo Alavés; y Julio Torres, del Real Valladolid. También asistió el alcalde de Siero, Ángel García y el de barrio de El Berrón, Pedro Luis González".
"David López Fernández (Riaño, 1978) es el director del Hotel Cruz de la Victoria, de El Berrón, que regenta la empresa Gestión de Patrimonio, y que ocupa el edificio del antiguo Hotel Samoa.
-¿Cual es la valoración de estos primeros cinco meses?
-En general, es positiva, tanto con la receptividad de los clientes y la valoración que hacen del hotel como el trabajo que estamos teniendo. Hemos recibido clientes de todo tipo y queremos seguir creciendo.
-¿Qué supone para la empresa el reciente acuerdo para legalizar todo el complejo Samoa?
-Lógicamente, muy positivo. Para nosotros es fundamental cumplir la normativa vigente y que todo el edificio y la estructura estén legalizadas. Tuvimos un papel activo con los vecinos y fue necesaria también la buena voluntad del Ayuntamiento.
-¿Por qué eligió la empresa El Berrón para abrir un hotel?
Fue una oportunidad de negocio y la pregunta igual sería '¿y por qué no El Berrón?'. Está en el centro de Asturias, era una infraestructura que llevaba años parada y que entendíamos que, en su momento, había funcionado y que podía volver a funcionar. El Berrón tiene una ubicación que permite salida a Santander, a la meseta y a Galicia; es un cruce de caminos.
-En un concejo con una oferta escasa, ¿la proximidad con Oviedo y Gijón se considera una amenaza o una oportunidad?
-Todo es como lo quieras mirar: yo creo que es una oportunidad. Es verdad que no existe una feroz competencia y, como bien dices, la competencia es Gijón y Oviedo, pero tenemos que buscar nuestro nicho de mercado. Trabajamos con tour-operación, con empresas de la zona y con todo para potenciar el hotel. Si estuviésemos en Oviedo, tendríamos que hacer muchas cosas similares a estar en El Berrón. En algunas cosas, nos favorece y en otras te puede penalizar. Los grupos que vienen a Asturias también quieren estar en El Berrón, porque van desde aquí a Covadonga, Gijón u Oviedo. Creo que puede ser una fortaleza a la larga por ser una ubicación céntrica.
-¿Cuál es la inversión y el empleo?
-La inversión prefiero no decirla por discreción, pero es importante. Y de empleo tenemos, ahora mismo, once personas en lo que es el hotel y el gimnasio.
-¿Qué proyectan para convertirse en dinamizadores de la zona?
-A partir de abril o mayo, empezarán a venir muchos grupos por aquí. Estamos trabajando con tour-operación y vamos a mover muchos autobuses de gente, que vendrá a hacer circuitos por Asturias y que tendrá su base en El Berrón. Intentamos tocar todo el 'target' de cliente: grupos, equipos deportivos, empresas y el cliente directo que viene a Asturias en vacaciones. La ocupación para agosto ya está bastante alta y en Semana Santa ya está lleno el hotel. Y después también cogemos cosas de congresos o eventos que va a haber en Gijón.
-Hace años, el Samoa era punto de referencia de los equipos que jugaban contra el Real Oviedo o de los clubes de ciclismo.
-Acabamos de cerrar dos equipos ciclistas para la Vuelta a Asturias. Vamos a trabajar todo el perfil que tenía el Samoa, salvo la sala de baile, con equipos deportivos y empresa, que es un cliente fiel. Ya tenemos alguna que hacen noche todas las semanas. También tenemos grupos de Baleares, Canarias, Cataluña, Andalucía, que empezarán a desfilar desde abril y hasta octubre. Y ese turismo dejará riqueza en la zona.
-Como punto de encuentro, ¿qué disponibilidad tiene el hotel para realizar congresos o eventos?
-El año pasado hubo un congreso de musculación en Pola de Siero y lo cogimos entero, y cualquier cosa que se mueva por la zona, nos atrae. No disponemos de una sala de convenciones grande y eso nos limita para acoger un macroevento en el hotel, pero sí nos permite coger el alojamiento con 56 habitaciones para unas cien personas. Tenemos una zona de sala para alguna reunión pequeña de empresa, de cincuenta o sesenta personas, pero la gran zona que tenía el hotel la hemos destinado a gimnasio.
-El gimnasio es de uso público o exclusivo para los clientes?
-Es de uso del hotel y externo. Hay mucha gente de El Berrón, Noreña o Pola de Siero que viene al gimnasio. Tenemos ya 280 socios. Es una unidad de negocio que está creciendo y que cada vez tiene más aceptación. Es un gimnasio de vanguardia con maquinaria puntera y buenas marcas. El mes de enero fue muy fuerte de incremento de socios. Y, aparte, los clientes del hotel tienen el gimnasio gratuito.
-En la presentación comentaron que uno de los pilares será el deporte. Aparte de hospedar a clubes y el gimnasio, ¿tienen previsto promover algún tipo de evento?
-El año pasado hicimos el torneo de Integra Energía en El Berrón y la Copa Integra. En el hotel estuvieron en diciembre equipos alevines del Valladolid, Alavés, Deportivo o Celta y compaginamos el campo de El Berrón y el Tensi, de Oviedo. Movimos a más de tres mil personas en tres días. La idea es instaurar este año un torneo de verano de referencia. Y la Copa Integra la vamos a pasar a septiembre y tendrá El Berrón como centro neurálgico
-¿Y algún otro proyecto no relacionado con el deporte?
-Sí tenemos en mente, aunque igual es un poco prematuro adelantarlo, intentar lanzar algún tipo de marca de epicentro y de turismo, conjuntamente con hosteleros y la gente que quiera, para intentar atraer cosas. Ahí nos vamos a sentir a gusto y ayudaremos en todo lo que podamos. Nos gustaría coordinar algún tipo de reunión a partir de marzo. Siero tiene buenas infraestructuras y sería bueno intentar traer el máximo de actividad para la zona.
-En el tema de la restauración optaron por una franquicia.
-Optamos por una subcontratación, pero lo gestiona la misma propiedad, porque pertenece a la cadena. Estamos muy contentos y está dando un buen servicio al hotel.
-¿Cómo ha sido la colaboración del Ayuntamiento de Siero?
-Muy positiva. El Ayuntamiento y el hotel están llamados a entenderse y a promover cualquier tipo de actividad que genere riqueza al municipio. Hay muy buena relación y desde el minuto uno hubo predisposición por parte del Ayuntamiento y aprovecho para agradecerlo, y ojalá siga existiendo esa coordinación. Somos una empresa que no entramos en temas ideológicos, ni políticos, apostamos por un lugar y queremos tener buena relación con cualquier institución o asociación. Y en estos meses hemos colaborado con la iluminación navideña o la Cabalgata, porque creemos que es nuestra obligación ser un actor fundamental en el municipio y ayudar en lo posible. Creo que cuanto mejor vaya el hotel, mejor será para el municipio, porque necesitas tener infraestructuras de este tipo".
"El alcalde de Siero, Ángel García, firmó ayer en la notaría de la Pola la escritura de constitución del complejo inmobiliario situado bajo la plaza pública del edificio Samoa, en El Berrón, que permitirá legalizar las viviendas, el hotel, el aparcamiento subterráneo, la propia plaza y tres viales, que hasta ahora se encontraban en situación irregular. Con este último trámite, se desbloquea un expediente urbanístico que se venía arrastrando desde el año 2003, y que a su vez se remonta a cuando se construyó el edificio, sin que se produjera la obligada cesión de suelo al Ayuntamiento.
La firma de ayer da cobertura legal al acuerdo alcanzado en el Pleno de diciembre por unanimidad de todos los grupos. A partir de ahora, se autoriza el derecho de subedificación de la plaza, por lo que se podrá abrir un garaje subterráneo -ya construido, pero que no se podía utilizar-, se da licencia a la modificación del proyecto de obras del edificio, se legaliza el garaje y se conceden las licencias de uso y ocupación de las viviendas y la licencia de apertura del hotel. Y la constitución de esta figura jurídica del complejo inmobiliario permitirá también destinar este espacio a aparcamiento de las viviendas, locales comerciales y del propio hotel.
Por su parte, el Ayuntamiento de Siero obtiene la cesión de los espacios públicos colindantes al edificio -la plaza orientada hacia la Avenida de Oviedo y los viales-, además de 53.161 euros en concepto del derecho de subedificación de la plaza.
«Este expediente acumuló diferentes problemas jurídicos y ha resultado muy difícil de resolver», comentó ayer el alcalde, quien añadió que con la firma de la escritura «se desbloquea definitivamente la tramitación de todos los expedientes, que se encontraban pendientes de este desarrollo urbanístico»".
"Las obras de renovación de la plaza de El Samoa, centro neurálgico de El Berrón (Siero), ya han concluido, después de diez años de embrollo urbanístico y judicial. Los trabajos contaron con un presupuesto de 104.377 euros.
Las obras consistieron en la renovación de acabados, saneamiento y alumbrado público de la plaza. Los trabajos, se han desarrollado sobre una superficie de 638 metros cuadrados, actuando en tres áreas diferentes. En primer lugar, la zona donde se ubicaba la antigua plaza. Allí se ejecutó un acabado de solera de hormigón antideslizante. En cuanto al mobiliario urbano y ajardinamiento, se instalaron bancos de madera y nuevas jardineras. La tercera zona, el cierre de la cubierta de acceso al garaje, se ha rematado con más bancos -que funcionan, junto con varios postes cilíndricos- como elementos de protección y adorno".
"El Berrón llora la pérdida del empresario Ignacio García Fernández, fallecido el domingo a los 93 años en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Un hombre ligado a la localidad sierense gracias a su vinculación a la hostelería y más tarde a la hostelería, sectores que le dieron muchas alegrías y gracias a los que labró grandes amistades en la zona.
Familiares y amigos le darán hoy el último adiós, a una de la tarde, en la iglesia de El Berrón. La capilla ardiente para acompañar a la mujer, Josefina Canellada; sus tres hijos, Irene, Isabel e Ignacio, y sus cuatro nietos está instalada en el tanatorio Meana de Pola de Siero.
La historia del hotel Samoa, y con ella sus años dorados con Ignacio García Fernández al frente de este establecimiento, se remontan a las fiestas locales. El hostelero, junto a Francisco Rozas Carral y Mariano Suárez Piquero (el dueño de la finca donde se ubica el hotel), comentaron a Joaquín García, sobrino de Ignacio y miembro de la sociedad de festejos de El Berrón, la idea de instalar un baile al lado del prao de la fiesta. Así nació en 1963 el conocido como 'Baile del Chocolachú', que se inauguró con la orquesta Langreana y Los Príncipes de La Coruña, que contaban con el vocalista Pepe Pita. Poco después, también con fiesta de por medio, se encontraron Mariano Suárez, Ignacio y José Ramón Sánchez Quince en el Copa Club de Oviedo y llegaron a El Berrón con una idea empresarial redonda.
García, el sobrino de Ignacio, recordó ayer que «llegaron a mi casa a las once de la noche para proponerme el negocio y me esperaron en el bar La Figal. Al día siguiente, me recogieron en la peluquería de mi padre y fuimos a Fonciello a ver a los hermanos Sánchez Quince para hacer el baile en El Berrón. Al final, acabamos en Oviedo, donde vimos al arquitecto que hizo el proyecto del Samoa».
Los socios pidieron créditos al banco para poder afrontar los gastos de la obra y, al necesitar liquidez, el 17 de abril de 1966, con las obras a medias, dieron el primer baile al aire libre. «Venían autobuses de Oviedo cargados de gente. Y, cuando llovía, los clientes cogían las mesas y sillas y las metían dentro del local, que aún no estaba terminado», rememoró el familiar. El 27 de septiembre del mismo año dieron el primer baile cerrado y, desde entonces, no pararon de acoger celebraciones de todo tipo. Más adelante, a principios de la década de los setenta, empezaron a construir el hotel y echaron a andar la cocina. «La primera boda fue de un cliente, Maximino, y para darla tuvimos que alquilar los cubiertos y los platos en La Pola», recordó.
Ignacio García, como fundador de esta idea empresarial, estaba pendiente del devenir del Samoa en todo momento. «Estaba en la taquilla vendiendo entradas y era el encargado del mantenimiento. Soldaba, lijaba o hacía lo que hiciera falta», comenta. Isabel García, hija de Ignacio, recordó ayer con nostalgia los años del Samoa, con su padre controlando todo lo que ocurría en el local. «Mi padre siempre estaba o en la taquilla o en la sidrería, en la mesa del fondo. Los camareros eran como de la familia y lo llamaban 'tío Ignacio'. Eran muy míticas las comidas que hacían los camareros del Samoa. Los miércoles descansaban y en verano íbamos a los lagos de Covadonga con todo el personal del Samoa y mi padre preparaba paellas para cuarenta o cincuenta personas», recuerda Isabel.
El Samoa, al igual que La Gruta en Oviedo, fueron dos referentes en Asturias en los años 70 y 80. «Fueron los que más bodas hicieron. El Samoa dio mucha vida a El Berrón, fue una época maravillosa», añadió su hija. Por allí pasaron multitud de asturianos, ya que acogía banquetes de todo tipo, fiestas de jubilación de trabajadores de Ensidesa y de la Caja de Ahorros de Asturias, pincheos del personal del Principado e incluso recibió a personalidades de la época como el político Manuel Fraga o el cantante Luis Aguilé, quien actuó en el Samoa con escaso público al coincidir su llegada con las fiestas locales.
Hoy, El Berrón despedirá a la una de la tarde a uno de los artífices de que el Samoa se hiciera realidad: Ignacio García Fernández, una persona querida por los vecinos y muy conocida entre los hosteleros de entonces y de ahora. De hecho, legó su amor por el sector a su hijo, Nacho García, quien es chef de El Balcón de El Sueve, en Luces (Colunga)".
"En la iglesia parroquial de El Berrón algo más de un centenar de vecinos, amigos y familiares se daban cita este mediodía para despedir a Ignacio García Fernández, uno de los socios fundadores del mítico hotel-sala de baile Samoa de la localidad sierense. Los presentes, entre ellos muchos allegados y algunos compañeros de trabajo durante las más de cuatro décadas que el negocio estuvo en activo, no podían contener la emoción y recordaban con gran cariño a Garcia, del que destacaban su caracter “trabajador y divertido”.
Ignacio García Fernández fallecía el pasado domingo, a los 93 años de edad, en el Hospital Central de Asturias (HUCA). Desde entonces la familia -estaba casado con Josefina Canellada Rodríguez y tiene tres hijos, Irene, Isabel e Ignacio- ha sentido el aprecio que se ganó en vida García, por su bonhomía y por lo que supuso su iniciativa empresarial -y la de sus compañeros de sociedad, José Ramón Sánchez Quince, Joaquín García y los hermanos Mariano y Conchita Suárez-, en El Berrón. El Samoa puso de moda la localidad y le dio fama en Asturias a partir de los años 70 del siglo pasado con sus fiestas y bailes, creferencia regional de la movida cuyo auge también hizo que pasaran por su sala innumerables grupos y artistas de nivel de la época. El hotel y establecimiento hostelero fue también punto de celebración de banquetes y eventos de todo tipo para gentes llegadas de dentro y fuera de la región.
Esa historia volvía ayer a la mente de muchos en la despedida de Ignacio García Fernández. Los recordatorios de cariño los ponían en palabras algunos de los que fueron trabajadores del establecimiento, mientras la familia apenas podía contener la emoción. “No era un jefe, era uno más”, aseguraba a la puerta del templo Mario Iglesias, que era uno de los que llamaba “tío”, dicho cariñosamente, a Ignacio García Fernández.
Recordaba que, juntos, los miércoles, que era el día en el que descansaban, salían a pasar el día “a la estación de Pajares o nos llevaba a comer por ahí, era maravilloso”. Además, también contaba que les tocaba ir juntos a la rula a Lastres, compartiendo vehículo, en un trayecto que ha quedado lleno de anécdotas: “Me acuerdo de una vez que se le apagó el puro que iba fumando, quedó mirando para mí y me dijo que se lo encendiera”. Pero estaba tan sobado que Iglesias optó por “tirárselo por la ventana”, reía el implicado con su recordatorio.
El tirón popular del Samoa
Iglesias trabajó en el Samoa desde 1971 hasta 1980. Más tiempo compartió con Fernández en el hotel José Suárez, que permaneció allí desde los 33 años hasta que se jubiló. Ahora tiene 79 y de su jefe por entonces solo le salen elogios: “Era una persona maravillosa. Un tipo bastante sensato y, como jefe, muy servicial”. Solían alternar juntos por ahí, “de fiesta y en eventos fuera de Asturias” y lo pasaban en grande. Unas impresiones que se repiten entre los trabajadores y allegados, que a su vez coinciden con la familia en otro detalle. “Estaba dispuesto a todo. Si había que soldar algo, lo hacía, si se necesitaba cambiar un enchufe, allí iba él”. Ese carácter le sirvió para ganarse el cariño del pueblo, que ayer acudió a dedicarle una sentida despedida.
El tirón popular del Samoa empezó el 25 de septiembre de 1966, que fue cuando tuvo lugar el primer baile del Samoa. La iniciativa, tal como relataron hace años a LA NUEVA ESPAÑA algunos de los protagonistas, tuvo su origen en el éxito de una fiesta privada celebrada anteriormente en la que algunos vieron una oportunidad de negocio. Así nacía una sociedad de cuatro empresarios formada por José Ramón Sánchez Quince, Ignacio García, Joaquín García y los hermanos Mariano y Conchita Suárez. Ellos fueron los encargados de poner en marcha unas celebraciones que a partir de entonces animarían las tardes de los domingos y los festivos con una capacidad de convocatoria que en ocasiones desbordó todas las expectativas.
Fue la empresa de fiestas la que serviría de germen para el desarrollo, ya en los años 70, de un hotel y establecimiento hostelero que fue también referencia en cuanto a la celebración de banquetes y eventos de todo tipo para gentes llegadas de dentro y fuera de la región.
Exempleados del Samoa y vecinos de El Berrón recuerdan como gentes de toda Asturias llegaban tanto en tren como con sus coches en busca de una fiesta que solía ser de altura. "Casi todas las semanas había sobre 1.000 personas cuando por aquel entonces sólo había 1.500 vecinos", cuenta sobre unas celebraciones en las que en alguna ocasión se superaron incluso esas cifras, gracias en gran medida porque los bailes se iniciaban a las seis y media de la tarde finalizaban a las diez y media de la noche, horarios que tenían en cuenta la salida de los últimos trenes a los distintos destinos".
Además de las conchas doradas en el suelo, de bronce, también se pintan más conchas, con sus flechas direccionales, en el firme de las aceras, color amarillo jacobita, aunque son las que primero se gastan, pisadas por decenas o cientos de transeúntes al día. También para ellas tiene unas frases Marcos Palicio:
"mirando a ras de suelo, sobre el pavimento de la avenida de Oviedo, se descubren, casi imperceptibles, flechas y conchas amarillas que señalan el itinerario del Camino de Santiago. Se ve que esto no ha dejado de ser nunca un sitio de paso obligado ni un gran hito entre todas las rutas del centro de Asturias. Y precisamente por su lugar en el mapa, justo en este punto donde se distribuye el tráfico del centro de Asturias y en mitad de una notable aglomeración de empresas, la villa sierense tiene hoy este aspecto de paisaje muy urbano con cerca de 3.500 residentes censados, medio millar más que al comenzar el siglo y aproximadamente diecisiete veces más que al terminar la Guerra Civil según los cálculos de un habitante de los de siempre, que lo sabe porque contó «casa por casa» los que había en la posguerra y le salieron 205. «Vengo a El Berrón y ya no conozco a nadie», afirma hoy Joaquín Rodríguez, asustado por el cambio rápido de este lugar con menos trenes y más gente que cuando se juntaban cuatro convoyes a eso de las ocho de la tarde y esto era, recuerda, algo así como «una pequeña Venta de Baños»."
"El Ayuntamiento de Siero acaba de adjudicar las obras de renovación de las aceras de las calles Samoa y La Sota, de El Berrón, que supondrán una inversión de 101.303 euros y que permitirán también la modernización de los servicios y la homogenización de la estética de las calles, que ahora tienen diferentes diseños y estados de conservación.
En total, se renovarán casi 141 metros cuadrados en la calle Samoa y casi 183 en La Sota con baldosa de terrazo. Además, se instalarán nuevas redes de saneamiento y agua, mobiliario urbano (papeleras y un banco) y puntos de alumbrado público. El edil de Infraestructuras, Javier Rodríguez, destacó ayer que por primera vez se vaya a acometer «una actuación integral que unifique las aceras»".
"Acabo de leer en la prensa la adjudicación de las obras de acondicionamiento y mejora de la avenida de Los Campones, y en la misma se presenta como parte de El Berrón, lo cual sería lo mismo que pertenecer a la parroquia de San Martín de la Carrera.
Escribo estas líneas con la intención de dejar claro este asunto de una vez por todas, pues tanto el propio Ayuntamiento de Siero como la prensa regional acostumbran a confundir al ciudadano con su inveterada costumbre de situar los barrios de Los Campones y Buenavista como parte de El Berrón, cuando no es así. Señores: entérense de una vez de que estos barrios pertenecen a la parroquia de Hevia.
Sin ir más lejos, el código postal de aquí es el 33187, mientras que el de las parroquias antes mencionada es el 33186.
Lo mismo ocurre cuando hablamos del polideportivo o de las escuelas. Ambos equipamientos se encuentran situados en la parroquia de Hevia, y me molesta tener que estar repitiendo esto cada dos por tres.
Aprovecho la ocasión para solicitar públicamente a los gestores y técnicos municipales que corrijan este error y acaben con la confusión reinante, puesto que ellos son los verdaderos responsables de este malentendido.
En cualquier caso, en breve cursaré dicha solicitud, vía registro municipal.
Tampoco quiero dejar pasar la ocasión para agradecer y felicitar al equipo de gobierno, en nombre del vecindario; puesto que esta obra, hace justicia con nosotros, dado el lamentable abandono de que hemos sido objeto por parte de los anteriores gobiernos habidos en Siero. Mi agradecimiento también para el resto de fuerzas políticas que apoyaron la modificación de crédito de 250.000 euros destinados a esta obra en el correspondiente Pleno municipal".
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