El Foco, Avilés |
La soberbia quinta indiana de El Foco es uno de los símbolos del esplendor de los americanos de Villalegre, en Avilés, que ven los peregrinos al entrar en el concejo procedentes de Les Vegues, en el vecino concejo de Corvera, tras haber salido de la Sancta Ovetensis o catedral ovetense de San Salvador, en la catedral asturiana, en un trayecto que suele hacerse perfectamente en un día de andadura
Les Vegues (Corvera) y paso a Villalegre (Avilés) por el puente del Ríu Arlós |
En esta foto vemos casa-palacio de Santa Apolonia menos cubierta de zarzas y arbustos, para que apreciemos mejor su estructura con su gran galería sobre el río, orientada al sur-suroeste, dando vista a la carretera. Villalegre, entonces en una zona plenamente rural fuera del casco urbano avilesino, fue a partir del siglo XIX el lugar preferido por los indianos que regresaban, sobre todo de Cuba, para construir sus quintas de recreo. Luego el desarrollo urbanístico de la industrialización hizo que gran parte del barrio, casi su totalidad, fuese edificado con numerosos bloques de pisos, fundamentalmente viviendas obreras, al igual que Les Vegues, ahora transformándose en zonas residenciales
"Las instalaciones se agrupaban en dos conjuntos: por un lado, el edificio de las oficinas, utilizado como vivienda desde la Guerra Civil hasta hace algunos años; y por otro lado varias naves adosadas entre sí que fueron parcialmente destruidas durante la Guerra Civil de 1936. Entre sus ruinas aún sobresalen dos chimeneas cilíndricas (una de ellas de gran altura) y el deposito de agua. La fábrica del edificio se caracteriza por sus muros de piedra con vanos de arco rebajado y refuerzos de ladrillo y vigas de metal.
En la actualidad la chimenea, descontextualizada, es lo que queda de aquel gran conjunto fabrilEl crecimiento residencial de Villalegre se acompañó con la instalación, en su mayoría con financiación de los indianos allí afincados, de un complejo fabril azucarero a en los primeros años del siglo XX, entre cuyos accionistas destaca la familia Maribona, que fue una de las más pujantes de las últimas décadas del S.XIX y de los primeros años del siglo siguiente. Las ruinas de esta azucarera, cuya materia prima era la remolacha, todavía se conservan y en 1990 el concejal de Izquierda Unida José Antonio García (ya fallecido)encabezó un movimiento para reconvertir el viejo edificio en una instalación universitaria, aunque con escaso éxito. La fábrica tuvo una corta vida, debido a los vaivenes del mercado interior español de la época para su producción Al socaire de esta incipiente industrialización, también se construyeron en la zona viviendas para trabajadores, de las que todavía se conserva una muestra en la calle José Maribona. Se trata de viviendas adosadas, de planta y piso que corren el riesgo de desaparecer si no se adoptan medidas de protección como último vestigio de la arquitectura vinculada a la expansión fabril en Avilés."
"Nombre de la parroquia y del río que la cruza. Posible villa antigua a juzgar por el nombre mismo y por la estructura del terreno. Su Iglesia parroquial, en el centro, se sitúa sobre un cerro entre terrenos más bien llanos; construcción románica del s. XII. Existe la tradición de que parte de los elementos del templo fueron reutilizados a partir de edificaciones anteriores; se menciona un antiguo monasterio de San Xulián, nombre que se continúa en un prado cercano; próximos hay otros nombres con resonancias religiosas y monacales, como San Llorienzu, o La Monxa. Las primeras referencias escritas son del s. XIII y se encuentra en la documentación del monasterio de San Vicente, apareciendo la denominación “Arllos”.El origen del nombre es más discutible. De hecho el poblamiento más antiguo cercano a Arlós se supone precisamente en los castros de Peña Menende, en la zona de Bonielles, pero lindando ya con las estribaciones de Vendón (nombre prerromano también), un ejemplo más del descenso de los altos castreños a los llanos. Por las estribaciones de estos montes de Vendón discurre el río Arlos. Por esta razón, habría que suponer que el río dio nombre al pueblo, y no al revés.En consecuencia, el río Arlós se remontaría a una raíz prerromana: tal vez la base preindoeuropea *AR- (curso de agua)-*UL/*UR- (altura), más el sufijo prerromano –o-S, hidronímico igualmente, que se aplica a otros topónimos europeos parecidos; posible *Arl-o-s („el curso de agua que fluye de la altura‟). En otro caso, habría que suponer el lat. AGRUM (campo, tierra laborable), más posesor Lausus, Los, en evolución fónica normal (Lausi), tal vez de ahí la forma Arllos documentada. Una antigua villa rural para la explotación del suelo: una casería al completo, con los colonos, animales de trabajo, varios edificios anexos... En época romana proliferaron las villas con posesores más arriesgados que ofrecían trabajo, seguridad, cobijo…, a los pobladores de los castros que quisieran organizarse para la vida más civilizada en los valles. O con jefes del ejército romano que eran recompensados con tierras gratis para roturar y explotar a su servicio. No parece que haya una última palabra."
"En torno a 1870 comenzó a retornar la primera promoción de inmigrantes que se habían ido en busca del sueño americano tres décadas antes. El puerto de Avilés había visto partir, a bordo de veleros, a muchos de ellos con apenas 12 o 13 años. «Muchos iban a Cuba, sobre todo coincidiendo con las grandes hambrunas, y fueron muy pocos los que hicieron fortuna», comenta el historiador avilesino Juan Carlos de la Madrid."
"Pero, a pesar de todo esto, en Villalegre existían unas economías muy saneadas. Gozaba de autonomía económica y en 1906 se abrió una gran construcción social: el Casino. El barrio llegó a tener tanta personalidad que en 1914 se separó del Círculo de Avilés y desde América se llegó a pedir que se constituyera como concejo independiente. Fue tal la influencia de sus habitantes que durante la instalación del tranvía, a principios de los años veinte, Villalegre fue incluido en la línea, siendo el trayecto que lo unía con Piedras Blancas el más largo de todos.
Los efectos del crack de la Bolsa de Wall Street en 1929 se hicieron notar en la primera mitad de los años treinta en España. La quiebra de la banca Maribona -sita en La Cámara- supuso un varapalo para muchos ahorradores de Avilés y aledaños. La Belle Époque de Villalegre se desvaneció y con la implantación de la siderurgia, dos décadas después, llegó el nacimiento de poblados como Llaranes y La Luz, que sitiaron por completo y acabaron engullendo a la «Pequeña Habana».
"Villalegre posee un nutrido patrimonio urbanístico, legado en buena parte por su pasado indiano. El catálogo urbanístico de protección del Ayuntamiento de Avilés recoge una veintena de edificios tanto civiles como religiosos de este barrio. Sin embargo, una cuarta parte de estos elementos reconocidos por su valor histórico y patrimonial se encuentran en situación de total abandono y presentan un pésimo estado de conservación.
En la calle Santa Apolonia, principal arteria de Villalegre, encontramos algunos de los bienes patrimoniales con mayor riesgo de ruina. Entre ellos destaca por su valor histórico la ermita de San Roque y Santa Apolonia, construida en 1589.
La pequeña capilla lleva años abandonada y ya ha sufrido el hundimiento de parte de su techumbre, lo que ha ocasionado diversos daños en su interior. De cabecera plana y con cubierta adintelada en la parte interior y a dos aguas en el exterior, el pequeño templo está rematado en espadaña, bajo la que conserva «la lápida fundacional de gran valor en la que se puede leer la fecha de construcción y que fue un encargo del entonces regidor de Avilés y Corvera, municipios que en aquellos tiempos estaban unidos», explica Miguel Ángel Díaz García, secretario de la cofradía de La Luz y estudioso de la historia y el patrimonio de Villalegre.
Frente a la ermita de San Roque, hay otra construcción protegida en la que se aprecia un importante deterioro. La edificación se encuentra deshabitada y forma parte de un conjunto de casas populares protegidas, en general en uso y bien conservadas, que se disponen desde el número 148 al 158 de la calle Santa Apolonia."
"La arquitectura indiana salpica Villalegre de construcciones emblemáticas que hablan de la presencia en la zona de numerosas familias retornadas de ultramar con grandes fortunas desde mediados del siglo XIX y principios del XX. «Villalegre en su conjunto tuvo un desarrollo urbano y social muy importante con el apoyo de los indianos. Si en 1890 llega a Villalegre el agua, el alumbrado público el tranvía y el teléfono es gracias a los indianos», indica Miguel Ángel Díaz."
En el grupo de la izquierda al que antes nos hemos referido abre sus puertas el Bar Salas, que tiene atrás terraza, uno de los veteranos del barrio. A su derecha una de estas viviendas conserva su corredor en la planta alta. La siguiente, en la esquina con la Avenida Francisco Legorburu, ya no
Es muy posible que parte de estas casas hubiesen tenido corredor en su origen, cuyo espacio fue integrado en algún momento dentro de la capilla. La primera a la derecha perdió además toda su planta alta y solamente conserva la pared de la baja, a manera de muro de cierre del solar, con sus vanos cegados
A los 95 años de edad Domingo López volvió al barrio que proyectó, recogiendo la crónica de la jornada el periódico La Nueva España del 8-12-2007 con la firma del corresponsal Saúl Fernández y el titular El hombre que hizo La Luz vuelve a su obra:
"Domingo López Alonso, el hombre que construyó el barrio avilesino de La Luz, espeta con una sonrisa que suma ya «noventa y cinco años y un poco más», pero no avisa de que su memoria es prodigiosa. Ayer, el hombre que fue responsable de una de las principales transformaciones urbanísticas de Avilés en el pasado siglo recorrió su obra con LA NUEVA ESPAÑA. Acompañado de su familia, regresó al barrio que nació de una pumarada de 319.000 metros cuadrados en la loma del monte de La Luz, entre 1958 y 1960. El próximo año se cumple medio siglo del inicio de aquella aventura que reportó al empresario constructor unos beneficios de 120 millones de las pesetas de entonces.
La vida de Domingo López está marcada por la visión para los negocios:
-Empecé con las patatas de Omaña, en León. Las estuve llevando a Cangas del Narcea durante tres meses y gané 6.328 pesetas. Con eso me compré seis mulos y me dediqué a transportar traviesas para la construcción de las vías del Ferrocarril del Norte. Así estuve tres años, hasta que me hice con mi primer millón de pesetas y me fui a hacer el servicio militar.
La mili de Domingo López Alonso coincidió con la Revolución de Asturias: «Entonces ya era rico», dice sin aspavientos.
El constructor recuerda que, en sus comienzos, el proyecto para levantar el barrio de La Luz se valoraba en «unos 800 millones de los de antes», pero señala que a mitad de la década de los cincuenta su fortuna rondaba los 150 millones.
-¿Y qué hizo? ¿Créditos?
-No. Hablé con Ignacio Villalonga, que era el presidente del Banco Central y muy amigo mío desde 1941. Le conté que me había metido en un proyecto en Avilés que era muy importante. Él no lo dudó: me dijo que lo apoyaría sin reservas. Los créditos no hicieron falta. Domingo López tiene su teoría sobre el riesgo empresarial: «Los negocios son como túneles; hay que meterse en ellos, pero sin perder de vista la luz, no vaya a ser que haya que regresar. Por eso, y sólo por eso, había hablado con Villalonga, por si acaso. Las obras del barrio de La Luz las cubrí con mi dinero».
Una misa y un veraneo
En 1954, Domingo López Alonso decidió veranear en Luanco con su mujer y sus cuatro primeros hijos. El veterano empresario relata que un domingo cogió el coche -un Cadillac, uno de los primeros vehículos con aire acondicionado de España- y bajó a Avilés para ir a misa, en la iglesia de Villalegre. A la salida coincidió con Tomás Menéndez Abascal, el arquitecto municipal de Avilés por aquellos entonces. Tuvieron una conversación de la que surgió la construcción del barrio de La Luz.
López Alonso dice que Menéndez Abascal le explicó la situación que entonces se estaba viviendo en Avilés, sobre todo, con el establecimiento de Ensidesa en la margen derecha de la ría. Le contó Abascal que la empresa daba trabajo a 18.000 empleados -productores, se les decía entonces-, pero no había manera de alojarlos. López Alonso pensó entonces lo natural, que había que construir viviendas. Sin embargo, no sabía dónde. «Avilés no tiene suelo libre», le dijo a Abascal, y éste le desengañó. «Sí que hay suelo, en una pumarada, en el sur del concejo», le anunció.
El veterano empresario regresó ayer por la mañana al barrio que surgió de su inquietud y de su vista para los negocios. Paseó por las calles de La Luz recordando metros cuadrados edificables, tuberías escalonadas para evitar rápidos, estructuras subterráneas visitables -toda una novedad entonces: túneles donde se alojaba la luz, el teléfono, las aguas fecales, todo en uno- y urbanizaciones varias.
Los cuatro años que van desde el descubrimiento dorado hasta el inicio de la construcción se los pasó López Alonso comprando las parcelas en las que estaba dividido el monte de La Luz.
-Sólo tuve problemas con una finca que se llamaba del Palacio, la número 55 del plano. No quería vender, así que determiné ir a Madrid a hablar con un responsable de Urbanismo que se llamaba Girón Laporta. Le expliqué el problema y me citó pocas horas después con Girón de Velasco, que era ministro. Decidió expropiar aquella parcela, y así se pudo comenzar a construir en La Luz.
La primera sorpresa de la memoria prodigiosa de López Alonso aparece al hablar de la división en dos de la urbanización que surgió de la nada en el sur de Avilés. El empresario explicó, durante su regreso a su barrio -la última vez fue de manera privada, hace un par de años-, que las viviendas de la cumbre de la loma y las de las orillas del río Arlós formaban un continuo urbano: es decir, el entorno de la plaza de la Hispanidad y las construcciones de La Luz, propiamente dicha, pertenecían a la misma promoción.
-Lo primero que construí fue una torre en forma de estrella, compré 400 camas, 400 somieres, 800 mantas y me traje cuatrocientos obreros de Galicia. Les di casa ahí mismo, en la plaza de la Hispanidad, y una cocina que compré en Corcho, en Santander.
El alambrón para las vigas vino de los Altos Hornos de Vizcaya, otra ciudad siderúrgica; la cerámica para las cocinas se compró en Manises, en Valencia. López Alonso dice que las baldosas que adquirió eran de segunda categoría porque las de primera eran carísimas y la diferencia entre una y otra «era una manchina, como una cagadina de mosca».
Los planos de la gran urbanización del sur -que aspiraba a emular a Nueva York, aunque el tiempo desinfló la primera idea- fueron de Jacobo Fernández. López Alonso explica que Jacobo Fernández firmaba los planos, «pero el trabajo era de su hijo Esteban». El ingeniero Guillermo Albretch dirigió las obras bajo la supervisión de Pedro Vivanco, que era aparejador, «de esos que se arremangaban subiéndose a los andamios».
El empresario leonés (Lumeras, en la sierra de Ancares, donde se unen Asturias, Galicia y León) había establecido la central de sus negocios en la capital del Bernesga. Confiesa, en su paseo por La Luz, que todos los domingos cogía el coche y, entre 1958 y 1960, viajaba a Avilés a supervisar su inversión, que había cedido a la empresa Huarte, que entonces era la más potente del país. La empresa construía también la factoría de Ensidesa, obra de Carlos Fernández Casado.
El Gran Avilés
Recuerda que comenzó a la vez la construcción de los 85 bloques de viviendas.
-¿Se iba a llamar el barrio de La Luz?
-No, el primer nombre iba a ser el Gran Avilés, pero el alcalde Orejas Sierra decidió que se llamase el barrio de La Luz, por la ermita -responde.
-¿Y cuál prefiere?
-El Gran Avilés es más nombre, pero me era indiferente.
Durante el regreso de López Alonso al barrio, se produjo un encuentro doble con los vecinos, en plena calle y en el bar El Recreo, donde la comitiva familiar que acompañaba a López Alonso paró a tomar café.
Alicia González, presidenta de la Asociación de La Luz, saludó a López Alonso con una gran sonrisa. Vive en el barrio desde siempre, desde que tenía 12 años, y nunca ha pensado en cambiar. «Lástima que no pusiera ascensores; por eso muchos se han marchado», comenta la líder vecinal.
López Alonso, entonces, guarda silencio, piensa. «Yo creo que no sería muy difícil instalarlos ahora», dice con la misma vista para los negocios de hace medio siglo.
La mitad de las 5.500 viviendas de La Luz las compró Ensidesa y las distribuyó entre los empleados que no habían triunfado en el reparto de Llaranes. El resto de los pisos salió a la venta libremente, al precio de 204.000 pesetas.
Berta Pereiro y Ángel Rodríguez, también vecinos, se cruzan con López Alonso y su familia.
-¿Cómo está, don Domingo? -le preguntan.
-Con las goteras de la edad.
Ésas también afectan al hombre que dijo: «Hágase La Luz».
Un «Nuevo Avilés» comenzó a fraguarse hará pronto medio siglo. El 3 de diciembre de 1957, un empresario leonés obtenía licencia municipal para construir 5.500 viviendas en unos terrenos ubicados en el noroeste del monte de La Luz, entre Villalegre, Zaldúa, La Saltadera, La Carretera y los ríos de Molleda y Lluera. Aquella licencia marca los orígenes de un barrio que nació de la nada y que ahora habitan alrededor de diez mil personas: el barrio de La Luz.
El empresario y promotor leonés Domingo López Alonso, que hizo fortuna durante los años del franquismo, obtuvo hace cincuenta años la licencia para edificar un área residencial de carácter pionero. López Alonso concibió la idea de construir el nuevo barrio en 1954, mientras veraneaba en Luanco, al percatarse de que Llaranes no sería capaz de albergar a todos los trabajadores que atraía la Fabricona.
Aunque fue hace cincuenta años cuando el leonés obtuvo la licencia para construir al que definió como «Nuevo Avilés», fue en el Pleno del 26 de febrero de 1955 cuando presentó formalmente su proyecto al Consistorio. Su intención era construir una villa modelo con 5.000 viviendas, templo, escuelas, campo escolar y de deportes, jardines, plaza de abastos, teatro-cine y tiendas, entre otras infraestructuras.
La maqueta inicial de ese «Nuevo Avilés» impresionó al mismísimo caudillo, según recoge el historiador Jorge Bogaerts en su obra «El mundo social de Ensidesa»: aparentaba ser una ciudad para clase media, una especie de «pequeño Manhattan» influenciado por las modernas imágenes de emergentes ciudades estadounidenses. El proyecto inicial era del arquitecto Jacobo Romero Fernández y está fechado en Avilés en marzo de 1955. Preveía varios rascacielos de 16 pisos, dos grandes salas de espectáculos, colegios con zonas deportivas y piscinas, así como zonas ajardinadas entre los bloques.
Pero el barrio de La Luz definitivo nada tuvo que ver con el imaginado por Domingo López Alonso. Tras un sinfín de transformaciones del proyecto inicial, la construcción comenzó en 1959. Del primer proyecto de 5.000 viviendas en la ladera noroeste del monte de La Luz sólo se edificaron 2.056, agrupadas en 95 bloques. Los colegios, los parques y las diferentes infraestructuras quedaron en el olvido. Y sus destinatarios finales fueron miembros de la clase obrera.
Ensidesa compró las viviendas para repartirlas en régimen de alquiler entre aquellos trabajadores de la empresa que cumplieran, como mínimo, dos condiciones: trabajar en la factoría y poseer familia numerosa. En 1963 las viviendas de La Luz comienzan a ser habitadas y un año después la siderúrgica ofertó a los inquilinos la posibilidad de adquirir su vivienda en un plazo de 30 años, que finalizó en 1994.
A diferencia de barrios como Villalegre, La Carriona o Llaranes, el de La Luz arrancó de la nada y poco después de su inauguración afloraron sus carencias. Ante la ausencia de colegios, las clases se iniciaron en 1963 en los bajos de los bloques de las calles Francisco Pizarro, Núñez de Balboa y Narváez. No fue hasta 1970 cuando se inauguraron los colegios Poeta Juan Ochoa (masculino) y Virgen de La Luz (femenino). En años sucesivos el barrio fue dotado con el Instituto de Nuestra Señora de la Luz, la biblioteca (la quinta pública puesta en marcha en Asturias), el centro social, el polideportivo y el hogar de la tercera edad.
Si el barrio de La Luz atrajo en sus orígenes a una oleada de inmigrantes (principalmente castellanos, extremeños, gallegos y andaluces) hoy es reclamo para parejas y matrimonios jóvenes que buscan en la periferia de Avilés viviendas acordes a su bolsillo, según la presidenta de la asociación de vecinos, Alicia González. Unas diez mil personas conviven hoy en La Luz, cincuenta años después de que su ideólogo adquiriera los terrenos en el monte del mismo nombre."
"Maximino Fernández Gómez, que fuera propietario de la Cafetería Central y después del Autoservicio Fernández, falleció ayer en Avilés a los 89 años. Fernández montó el negocio hostelero en Villalegre al regresar de Cuba, adonde había viajado como tantos otros en busca de un futuro mejor. Tras regentarlo durante muchos años, decidió cambiar de sector y montó un autoservicio en la calle de Santa Apolonia, un negocio familiar que siempre llevó con la seriedad por la que le recuerdan sus vecinos. «Competente y apreciado, ante todo era un señor», recordaba ayer uno de ellos."
Allí reconocemos bien la torre-campanario de la iglesia parroquial del Sagrado Corazón de Villalegre, cuya construcción comenzó en 1890 bajo la dirección del arquitecto Ricardo Marcos Bausá y la financiación de Silverio Fernández de Cotarelo Ovies, Marqués de Campo Ameno y su esposa América, hija del potentado indiano Rafael Fernández Rodríguez Maribona, Rafael Llanera, miembro de una antigua familia de indianos de Villalegre que, como ellos, emigró a Cuba e hizo fortuna con empresas azucareras. Esta familia impulsaría la creación de la Azucarera de Villalegre y de otras empresas y entidades, como la Banca Maribona
"Esta iglesia fue erigida para dar respuesta a la necesidad de un lugar de culto para la creciente población de la zona, que entonces era conocida como La Braña de Villalegre", leemos en la web Iglesias locales, lo que delata que esto era antes de la impronta indiana una majada campesina del extrarradio de Avilés. La iglesia fue consagrada tres años después de iniciadas las obras:
"La iglesia fue consagrada en el año 1893 por el obispo Ramón Martínez Vigil, convirtiéndose en un importante centro religioso para los habitantes de Avilés y sus alrededores. A lo largo de los años, la iglesia ha sido testigo de numerosos eventos históricos y ha desempeñado un papel fundamental en la vida espiritual de la comunidad."
No tuvo Ayuntamiento pero sí casino, lugar de reunión de la burguesía y los indianos fundamentalmente, cuyo edificio también vemos parcialmente desde aquí (izquierda de la foto), el Casino de Villalegre, que en nuestros días sigue plenamente activo, construido en 1906
A la derecha, otra antigua casa, la última de la final que arranca en la calle Santa Apolonia, fue también zapatería. Al fondo, la palmera, la iglesia y el casino siguen siendo nuestra referencia. De este último publica El Comercio del 4-7-2010 el reportaje El Casino de Villalegre sigue dando juego, en el que repasa su actividad y su historia:
"Casi parece que cumplir años le sienta bien y, con 120 primaveras a sus espaldas, el Casino de Villalegre afronta con ilusión y una completa cartera de proyectos su futuro inmediato. Los primeros capítulos de su historia centenaria comenzaron a escribirse el 18 de mayo de 1890, cuando un grupo de veintitrés notables de la parroquia firmaron el acta constitutiva, según recuerda su actual presidente, José Luis del Valle, «el número 43 de la historia», comenta.
Su primera sede se encontraba en la calle de Rafael Suárez, también conocida como la calle de La Estación en Villalegre. «Era un grupo de notables, la elite de entonces: industriales, amigos, indianos de fin de siglo», explica Del Valle. A los pocos años, los promotores compraron el solar que da a la avenida de Santa Apolonia donde se construyó el edificio que aún es la sede y una de sus señas de identidad.
Desde entonces, el Casino de Villalegre ha vivido una intensa historia, paralela a la de la parroquia y donde se refleja desde la huella de la emigración a los dramáticos años de la Guerra Civil que supusieron una paralización temporal en sus actividades.
Hoy en día, como entonces, la entidad sigue latiendo como uno de los corazones sociales de Villalegre. «La gran importancia del Casino es que es un lugar de encuentro de las personas, en una sociedad que invita a lo contrario, al aislamiento», reflexiona su presidente. En la actualidad cuenta con 200 socios. Cada uno abona siete euros mensuales, además de los costes de las diferentes actividades, lo que permite mantener las instalaciones, bajo protección urbanística por su interés arquitectónico, y también la oferta.
«Somos austeros, todos los socios nos encargamos de algo; de lo contrario no se podría mantener», comenta José Luis del Valle.
Juegos de azar, con competiciones sociales y la participación en diferentes campeonatos de la ciudad, una biblioteca y la lectura de la prensa son algunas de las actividades que a diario pueden realizar sus casi doscientos socios. La mayor parte de ellos son de Villalegre y La Luz, pero también cuentan con miembros de otras zonas de Avilés, Piedras Blancas, Salinas, incluso con un socio de Oviedo.
Cuentan también con un coro y, de forma periódica, organizan excursiones. La entidad abre a de lunes a viernes entre las 18 y las 23 horas. «Algún viernes se queda hasta más tarde. Los fines se semana no es frecuente que haya actividad. Como nosotros nos encargamos de la apertura y el cierre, nos organizamos», explica Del Valle.
Uno de los objetivos en los que trabaja la directiva es la incorporación de nuevos socios que permita rejuvenecer su media de edad y mantener la llama viva.
«Nuevos proyectos»
Para ello, el Casino impulsa nuevos proyectos para mantenerlo vivo como un crisol de diferentes sensibilidades. Así, se piensa en la reforma de la planta baja para albergar una sala de exposiciones.
Una experiencia que supuso un cambio importante ha sido la incorporación de la antigua Coral de Ensidesa, un proceso muy positivo para el Casino de Villalegre ya que, según señala Del Valle, «permitió incorporar nuevas sensibilidades». Según recuerda, cuando se vio la posibilidad de incorporar a la Coral de Ensidesa, «nos dimos un plazo de dos años para adaptarnos unos a otros. Pasado ese tiempo, la mayor parte de los integrantes de la Coral quedaron en el Casino. Nos sacó de la atonía e incorporó gente nueva», subraya su presidente.
Uno de los frutos más visibles fue la organización del Festival de Corales, si bien los conciertos se celebran en la iglesia del Sagrado Corazón de Villalegre para facilitar la asistencia de todos los interesados.
Dentro de esta línea de renovación, este año se organizó la I Semana Cultural durante las fiestas de mayo de Villalegre y donde se sucedieron exposiciones de pintura y fotografía, además de conferencias de Justo Ureña y del grupo parroquial de Cáritas en Llaranes. «La Semana surgió de una propuesta en la asamblea, el resultado ha sido muy bueno y seguiremos haciéndola», asegura José Luis del Valle, confiando en que el Casino de Villalegre siga dando mucho juego."
"Todo el clan de los Rodríguez Maribona, padres, hermanos, primos, levantó en sus dominios lujosos chalés, una fábrica azucarera, una industria textil en las inmediaciones, un casino para su ocio, e hicieron aún más grande su fortuna hasta poseer su propia casa de banca.
Es Villalegre, convertido hoy en una extraña mezcla entre los restos de ese esplendor, y las viviendas en serie construidas a toda prisa para acoger a los miles que vinieron a trabajar en las nuevas industrias, a mediados del siglo XX.
De aquellos chalés, repartidos entre la carretera general y un puñado de calles desordenadas, aún siguen en pie algunos como testimonio de aquel sueño indiano."
"Villalegre es un barrio de la periferia de la villa asturiana de Avilés (España). El desarrollo que experimentó en los años 50 y 60 hizo que pasase de ser una zona residencial acomodada a un importante núcleo obrero junto con el barrio de La Luz.", nos dice, por ejemplo Wikipedia
Algunas de estas quintas incluso conservan en buen estado sus mansiones, fincas y muros, tal que esta, densamente arbolada, al lado de la empedrada Plaza de la Huerta, otra de las plazas interiores, entre viviendas, características de estos barrios
"Uno de los espacios con más sabor tradicional del concejo", se decía en El Comercio del 7-8-2022 cuando se anunciaba su "adiós a su suelo de canto rodado, que será sustituido por «un nuevo pavimento continuo de hormigón con acabado semipulido y cenefas de losa de granito granallada, respetando el actual diseño», con el objetivo de «mejorar las condiciones de accesibilidad», según señala el Ayuntamiento"
Sin embargo, su sabor tradicional no permitió restaurar y conservar una de las casas indianas de Villalegre, que fue demolida en el año 2006 pese a ser una casona "de principios del Siglo XX que con su corredor de madera y cristaleras de colores era uno de los elementos mas entrañables de la cada día menos Villa-alegre"
La voladura de una casa congrega en Villalegre a dos mil personas, titulaba Mario Antuña la noticia para La Nueva España del 16-3-1989, subtitulando "En el lugar del edificio, de 20 metros de altura, se hará una plaza", y desarrollando así la información:
"Un cuarto de segundo, tras una explosión seca, fue el tiempo necesario para que la vieja estructura de Villalegre, en Avilés, cayese ayer demolida. Atrás habían quedado 28 años de una historia que nunca se llegó a terminar. La demolición había despertado la lógica expectación en el barrio y ios vecinos mostraban sus temores a m posible fallo, aunque los técnicos no se cansaran de asegurar que todo estaba bajo control. Ahora la historia continuará con la construcción de una plazoleta en e! lugar que ocupó el edificio en la zona de Domingo López.Eran las 2,16 de la tarde. Primero sonaron tres señales de corneta. El técnico encargado, Eduardo Fernández Aguado, se santiguó antes de conectar el sistema detonador, luego pasaron cinco segundos y una explosión seca de goma-2 rompía los cimientos del edificio. Por el efecto de la demolición retardada, en milésimas de segundo se volaron primero los de la parte izquierda, la estructura se inclinó hacia ese lado y después se desplomó, convirtiéndose en un montón de escombros. Así estaba previsto.Gran expectaciónLa voladura había originado una gran expectación en la zona Unas dos mil personas, entre vecinos y estudiantes de un colegio de las proximidades, a los que se permitió salir primero de las clases, presenciaron, el singular espectáculo desde los descampados cercanos. Pero deseaban la demilición de esta estructura, durante la mañana de ayer los temores y reticencias eran palpables.Dos mujeres conversaban desde las ventanas de sus viviendas, ubicadas en un edificio a dos metros escasos de la estructura demolida. Una le decía a la otra: «Anoche no dormí nada. Estoy nerviosísima, estamos tan cerca que a ver si pasa algo. En toda la mañana casi no pude hacer nada en casa». La propietaria de una panadería muy cercana a la zona manifestó a LA NUEVA ESPAÑA que «hay mucha gente viviendo por aquí, que dicen estos días que cuando se vuele se van a ir, porque no saben lo que puede pasar. Tienen un cierto miedo y aunque dicen que no va a pasar nada, estamos muy cerca y siempre queda algo de inseguridad».La empresa Volconsa había repartido notas donde informaba a los vecinos que cerraran las ventanas y bajasen las persianas, manteniéndose alejadas de ellas. Los temores se volvieron júbilo cuando la explosión derribó definitivamente la mole de hormigón de siete pisos y una altura superior a los veinte metros, con toda limpieza, y sin más destrozos que el edificio derribado. La asociación de vecinos tiró voladores para festejarlo y los espectadores se acercaron curiosos a ver los escombros.El alcalde de Aviles, Santiago Rodríguez Vega, bromeaba tras la demolición: «No era esto lo que queríamos tirar. Vaya lío, ahora hay que volver a levantarla». Y el presidente de la asociación de vecinos, Gonzalo Mojardín, manifestaba que «se ha cumplido una vieja aspiración de los vecinos por la que esperamos años».«Este edificio se había convertido en un basurero y un foco de ratas. Todos estamos muy contentos y la voladura fue perfecta. Ahora sabemos que no hay consignación presupuestaria para urbanizar la zona, pero esperamos que para el próximo año se construya aquí una plaza con un quiosco de música y zonas verdes por parte del Ayuntamiento».Una historia antiguaLa historia de estas estructuras se remonta en el tiempo casi tres décadas, muy pocos la saben y de los que la conocen, solamente algunos la recuerdan. Las estructuras de Villalegre fueron hace 28 años un fallido proyecto de construcción de vivienda que nunca se terminó por parte de la antigua Repasa, ahora Fondo de Garantía de Depósitos.Las negociaciones entre Repasa y el Ayuntamiento de Aviles se iniciaron en el año 82, se trataba de permitir la construcción de mil cien viviendas mientras que se cedía al municipio terrenos con una superficie de dieciocho mil metros cuadrados urbanizables, para zonas verdes y plazas, además de la cesión del edificio donde se instalará el nuevo centro de salud y se construirán unas treinta viviendas sociales. La valoración económica de este acuerdo se situó en los 576 millones de pesetas y se concretó hace tres años. "
La Plaza de la Huerta debe su nombre a que antaño estaban aquí las huertas de las casas situadas en torno a ella

Esta es una foto de unos años atrás, cuando en medio había un hermoso árbol
Aquí llegamos a El Foco, donde vemos la casa cuya foro encabeza esta entrada de blog, era la del famoso indiano, ya varias veces citado, Rafael Fernández Rodríguez Maribona, más conocido como Rafael Llanera, perteneciente a una saga de indianos que edificó sus quintas por todo Villalegre y otros lugares avilesinos. Sin embargo, su casa emblemática, la Casa Maribona o Chalet del Puente, que no vemos desde aquí pues está avenida adelante, se encuentra, a diferencia de esta, terriblemente arruinada. Leemos su historia, que forma parte de la de este linaje, en el excelente blog Casonas de Indianos:
"Los hermanos José y Francisco Rodríguez Maribona emigraron a Cuba ya que tenían familiares emigrados allí con anterioridad. Se dedicaron al negocio de la banca, teniendo también fuertes intereses en la importación de textiles, en concreto José junto con su sobrino Servando Ovies Rodríguez tuvo “El Palacio de Cristal” que de ser una modesta fábrica vendedora de telas importadas de Europa se convirtió en una sólida empresa de ropas, con una alta calidad en la confección de sábanas, pitusas y guayaberas. También se dedicó a la política siendo alcalde de Cardenas de 1.884 a 1.885. A su regreso a Avilés invirtió parte de su capital en industrias tales como La Azucarera, la Harinera Ceres y La Curtidora. El caso de la familia Maribona es muy peculiar ya que los indianos, por lo general, no participaban en negocios industriales. La azucarera de Villalegre fue uno de los complejos fabriles azucareros más pujantes de las últimas décadas del siglo XIX y de los primeros años del siglo XX, pero la fábrica tuvo una corta vida debido a los vaivenes del mercado interior español de la época. La Curtidora que tras su adquisición por los hermanos fue ampliada y modernizada pasó a llamarse Fábrica de Curtidos Maribona, pero durante la Guerra Civil fue expropiada. D. José también fue cofundador de la Banca Maribona.
En Villalegre adquirió varias fincas y propiedades, pavimentó la calle que va desde la calle del Carmen hasta las vías del tren y que desde finales del siglo XIX lleva su nombre y fue presidente del casino de Villalegre.
Murió en Avilés el 18 de abril de 1918 a los 76 años tras una larga enfermedad dejando tras de si una familia muy numerosa."
"Sépase que el primer tranvía de Asturias, funcionó en Avilés, a partir de 1893. Era de vapor y su pequeña locomotora ‘lucía’ un gigantesco y asfixiante penacho de humo marrón. Era ‘La Chocolatera’. Sus cinco kilómetros de vía, unían la Villa del Adelantado con Salinas, siguiendo lo que hoy es carretera nacional.
Pero el tranvía fetén, el clásico, era el eléctrico. Y comenzó a funcionar el domingo 20 de febrero de 1921. Quédense con esta fecha que hay confusión, cosa fina, con ella.
Posteriormente fueron entrando los demás: el 15 de enero de 1922 lo hizo el de Salinas-Arnao y el 12 de febrero el que unía La Texera con Villalegre. Finalmente, el 19 de agosto de 1923, el de Arnao-Piedras Blancas.
Desde los extremos del recorrido, la parada de El Foco, en Villalegre –entonces barrio residencial de mucho pisto– hasta la de Casa Zapico, en Piedras Blancas, el trazado de vía se acercaba a los 15 kilómetros y el tiempo utilizado en recorrerlos era de hora y media."
"El tranvía (en un viaje virtual, partiendo de Villalegre, sin citar las paradas) pasaba por Los Canapés y atravesaba el casco urbano de Avilés: calle Rivero (encajonado), El Parche (encantado), calle La Cámara (acojonado, por el despendole bajando y abrumado por la fatiga subiendo), giraba 90 grados (con cierto ‘canguele’) a La Muralla y volvía a hacerlo (cuidadín, cuidadín… otra vez) para llegar al paseo del parque del Muelle donde tenía parada, y ‘fonda’ si quería el viajero (‘Casa Máximo’, el ‘Santander’, etc.). Cruzaba luego el paso a nivel de Larrañaga, para enfilar la gran recta por la carretera de San Juan, llegar a la dársena portuaria y continuar hasta Salinas, por el antiguo y maravilloso pinar. Posteriormente, y paralelo a la playa, atravesaba el túnel para llegar a Arnao y finalmente a Piedras Blancas."
"El tranvía eléctrico, primer medio de transporte colectivo comarcal, significó avance y progreso. Tenía chispa y era alegre y divertido, o sea marchoso. Hasta que los autobuses entraron en danza y el domingo 31 de diciembre de 1960 el tranvía capotó. Sus unidades ocupaban mucho espacio en unas calles que reclamaban miles de automóviles. La chispa de los troles era derrotada por los tubos de escape, o sea veneno por un tubo."
"El principal galardón lo constituye el chigre, con sus comedores holgados y luminosos, su parrilla de brasa, su cetárea, su expositor de pescados ruleros y su ambiente a la vez vecinal, popular y con claros -porqué tendría que haber incompatibilidad- refinamientos. Bueno, eso en segundo lugar, que el podio, lógicamente humano, corresponde a Lola y Justo, una guisandera del querido Club amigo que acaba de celebrar sus bodas de plata, y un director de sala y servicios que lo aprendió todo de los fundadores de esta venerable casa, sus padres llegados de Allande a la creciente Avilés. Lola cocina bien a la antigua, bien como chef imaginativa y precisa, y en lo que va de año ha admirado a jurados y exigentes al llevarse el primer premio, Alimentos de España, por las mejores verdinas de España, esmeraldas luarquinas con pixín y langostinos. Además, la Cofradía de Gastrónomos del Yumay, que cuentan con ella, otorgó los premios Grande Covián, timbre de honor de nuestra ciencia, al director de Acción Sanitaria de la OMS Daniel López Acuña. Y también hay que citar la Guía Repsol, el Plato de Oro de la Real Academia de Gastronomía, el premio a la Iniciativa Hostelera, el de Chaine des Rotisseurs...
Yo cito su pitu caleyeru, su tortilla de bacalao y cualquier pescado del día, sólo por señalar algo de una carta amplia y pareja en virtudes."
"La historia de la sidrería Yumay, en Villalegre, no puede contarse sin hacer referencia a una máquina de asar pollos que a finales de los años setenta atrajo a cientos de avilesinos a este negocio que abrió sus puertas en 1975 y que aún continúa regentado por la misma familia. Con motivo de alcanzar los 40 años de vida, el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés acoge a las 20.00 horas de hoy, martes, una mesa redonda que coordina Carlos Guardado, de la Asociación de Gastrónomos del Yumay. En el encuentro también participan Justo García, propietario de la sidrería; su esposa Lola Sánchez, cocinera; Amada Pico, presidenta de Guisanderas de Asturias, y Ángel Guido, cliente del Yumay.
A la hora de echar la mirada atrás, Justo García recuerda a sus padres y hermanos mayores al frente de un bar que alcanzó notoriedad por la máquina de asar pollos aunque también servía hígado encebollado, callos, calamares u oreja de cerdo, los platos más demandados en una época en la que "se salía los domingos por la tarde. A la hora de la merienda-cena estaba de bote en bote, una costumbre impensable hoy en día".
Con el paso de los años, relata el dueño de Yumay, el establecimiento fue remodelándose para adaptarse a nuevos tiempos. Así, primero abrió una terraza en el patio "que funcionaba muy bien en el verano" y más adelante instaló una parrilla en la que se preparaban sardinas. A día de hoy, el pescado y también el marisco ocupan un lugar preferente en la carta del restaurante, al igual que las carnes a la brasa y los arroces, que han ganado protagonismo a raíz de la organización de unas jornadas gastronómicas dedicadas a este producto: "Tenemos doce variedades pero el que más aceptación tiene es el que llamamos del ciego, con marisco pelado".
A la par que fue evolucionando el negocio, Justo García señala cómo han cambiado los clientes: "Entonces no eran exigentes, querían un servicio cuidado y cosas sencillas. Procedían de La Luz, Llaranes, Avilés y poco más; ahora vienen de Oviedo, Gijón, Tapia de Casariego, las Cuencas e incluso León". La competencia, hoy feroz, tampoco no existía: "Había cuatro sitios", concluye García."
"Con el boca a boca como mayor medio publicitario, cada vez más alumnado procedente de Corvera y los mismos valores de siempre, el Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo, ubicado en el barrio de El Pozón, cumple este 2024 sesenta años de enseñanza desde que en el curso 1964-65 abriese sus puertas en un chalé situado en el número uno de la calle del Carmen, en Villalegre. Hacía falta un centro y una vecina del barrio, procedente de Castilla y León, que conocía a la Congregación de Agustinas Misioneras hizo la solicitud, convenciéndolas del proyecto.
El 17 de abril de 1971 fue clasificado como colegio de enseñanza media femenino y el 10 de mayo de 1979 se autorizó la coeducación. Por Orden ministerial del 14 de junio de 1980, se aprobó definitivamente como centro docente privado de EGB y preescolar con un total de 440 puestos escolares y tres años más tarde, en 1983, se estrenó el actual colegio de El Pozón, situado en la calle Santa Cecilia número 7. «El edificio se construyó con mucha inteligencia y no son pocos los padres y profesores que nos comentan que no hay aulas más grandes que las nuestras en toda la ciudad. Además, tienen mucha luz. Se ha ido modernizando toda la instalación, pero la estructura principal sigue siendo la misma», apunta con orgullo sor Carmen Ramírez, representante de la entidad titular."
"Una de las primeras visiones con que se topan las personas que penetran en Villalegre por la avenida de Santa Apolonia, en dirección a Corvera, es la monumental mole azul del edificio 'El Foco', instalada en la margen derecha de esa vía. Erigido a principios del siglo XX, la casa, de estilo colonial, fue adquirida y restaurada por el Ayuntamiento en 2007, convirtiéndose en la sede del Centro de Servicios Municipales de la zona uno. Y, desde entonces, su actividad no ha cesado de crecer.
Más de 17.700 avilesinos, distribuidos en los barrios de El Pozón, La Luz, Bustiello, Llaranes, garajes y la propia Villalegre, se benefician de los servicios que prestan estas instalaciones, que albergan de forma permanente el Servicio de Atención Ciudadana y los Servicios Sociales de la zona sur de la ciudad.
No obstante, otro de los servicios que proporciona El Foco, útil pese a resultar más desconocido para el conjunto de la sociedad, es el de servir de base para un número cada vez mayor de asociaciones ciudadanas. Desde la apertura del centro, más de una decena de entidades han hecho uso, en mayor o menos medida, de sus dependencias. Y en lo que va de 2014 la cifra se ha estabilizado en ocho: las delegaciones de Síndrome de Down Asturias, Acuto, Asperger, Vivir en Positivo, Personas con Discapacidad de Asturias (ADAS) y Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACCU), amén del Secretariado Gitano y de Realidad Gitana.
En este espacio, cada agrupación Tal es el caso de Vivir en Positivo, asociación que, desde hace siete años, ofrece ayuda a enfermos de VIH en Oviedo y Gijón, y que comenzó su actividad en Avilés a principios de 2012. En ese tiempo, los once asistentes de aquel primer año crecieron hasta 33 en 2013, un número que parece que se va a rebasar de nuevo en el año en curso. Su vocal, Lázaro Blanco Sabín, no oculta su gratitud con el Ayuntamiento por disponer del despacho que puede ocupar dos horas a la semana.
«Tenemos derecho a utilizar la oficina los miércoles, a un armario y a usar la sala polivalente para charlas y talleres. No necesitamos más para poder dar nuestros servicios», apunta Blanco. Comodidades todas ellas que son «perfectas para grupos como el nuestro, que están despegando en Avilés y que aún no tienen recursos para abrir un local fijo que funcione todos los días».
Su criterio es compartido por Conchita López Areces, una de las dos voluntarias de la Asociación de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa que, todos los jueves, de seis a ocho de la tarde, explican a socios y a afectados por tales dolencias qué pasos dar para buscar ayuda y para ponerse en contacto con otros enfermos. En su caso, los 21 asistentes de 2012 se dispararon a 222 en 2013. «La gente viene aquí y se siente cómoda, sobre todo porque preservamos su anonimato. Puede que no haya mucho mobiliario, pero para hablar con ellos, para asesorarles y para darles ánimos, basta y sobra», afirma.
Para López, el hecho de poder ocupar una parte de El Foco, aunque sea a tiempo parcial, le aporta una gratificación que crece cuando echa la vista atrás. Ella es una de las vecinas de Avilés que conocieron el edificio «cuando estaba muy viejo, descuidado y en mal estado, y me alegro no sólo de que lo hayan restaurado, sino de que se destine a estos usos, que ayudan al conjunto de los vecinos. Creo que es una manera perfecta de preservar la historia».
Sobre la pérgola, el piso alto; antaño, cuando no estaban los edificios de La Luz ni de Les Vegues, el panorama debía abarcar un grandísimo campo de visión. Fijémonos en el trabajo de piedra y ladrillo del conjunto, el tejado a cuatro aguas y los pararrayos
"Llegando de Oviedo por el Camino Real, el primer barrio del concejo de Avilés, en su límite con el de Corvera (del que nos separa el río Arlós), es Villalegre. Este barrio, de larga historia y con personalidad propia, fue a principios de siglo lugar residencial. Los ricos burgueses que impulsaron por aquel tiempo la modernización de la ciudad se hicieron construir hermosas casas en la zona; aún se puede contemplar alguna, pero la mayoría han sido abandonadas o derribadas. Esta antigua zona residencial permanece, desde la década de los cincuenta, encajonada entre los poblados de Llaranes, La Espina y La Luz, lo que ha hecho perder personalidad a Villalegre.Durante los primeros años del siglo XX este barrio experimenta muchas mejoras y un notable crecimiento gracias a las aportaciones e influencias de la emigración cubana, que una vez retornada a sus lugares de origen, colabora con sus fortunas en las mejoras urbanas, empedrando las calles, instaurando la estación del ferrocarril, el tranvía, el cuartel de la guardia civil, el casino, casas de obreros e industrias como la azucarera, etc. En 1890 llega a Villalegre el teléfono, el alumbrado eléctrico, la estación de ferrocarril y el casino, que tuvo la primera sede en el chalet particular de Rafael García, indiano éste y principal impulsor de esta sociedad hasta la construcción en 1906 del edificio actual. En cuanto al tranvía, en 1922 se inauguró la línea Villalegre-La Texera, que se une en Avilés con la de Salinas. La mencionada línea permaneció en servicio hasta la década de 1960. Por lo que se refiere a infraestructuras sanitarias, la traída de agua llega en 1947 desde el pequeño embalse del Escañorio.Villalegre se mantiene como barrio residencial hasta que en 1960 experimenta los traumáticos cambios que afectaron al resto de la comarca. Con la llegada de la industrialización las transformaciones urbanas se aceleran, produciéndose las modificaciones que hoy todos conocemos. Villalegre y su historia merecerían una guía individual por su importancia y belleza, pero nosotros debemos seguir el Camino."
Y aquí, en El Foco, al comienzo de la subida por la calle del Carmen, estamos a unos dos kilómetros de dicho albergue que lleva el nombre del fundador del hospital de peregrinos de Avilés en 1515, cuyo edificio se mantuvo en pie hasta 1948
A nuestra izquierda, en la esquina con la calle Alonso Ojeda, otro edificio destacable es la citada Casa de los Vila, que fue del médico J. Vila, justo al arrancar la cuesta
"... tranquila calle peatonal que discurre dibujando un semicírculo que une la calle Santa Apolonia con la Avda. de Oviedo, encontrando su cima en el Alto del Vidriero. En ella debemos destacar la capilla de su mismo nombre, en la que nos detendremos más tarde. La travesía por esta calle resulta muy agradable al peregrino, tanto por la suavidad del recorrido, como por el paisaje, en el que aún se aprecian casas de indianos muy bien conservadas y una urbanización de nueva factura pero de diseño armonioso que, visualmente, no rompe con el estilo de los chalets de antaño."
"... casa de indianos situada haciendo chaflán entre la calle del Carmen y la calle Santa Apolonia. La casa, de grandes dimensiones, muestra una original estructura formada por varios cuerpos en la que sobresale una gran torre en un extremo, así como un mirador con columnas toscanas y pilastras de orden corintio. Se alternan vanos tanto adintelados como de arco rebajado, hechos con fábrica mixta de piedra y ladrillo. La casa perteneció a la familia Maribona."
A la izquierda, la casa-apartamento turístico El Sumiciu, en una de las viviendas que ha sido rehabilitada. Arriba, otra palmera delata más impronta indiana
La calle del Carmen tiene todo el aspecto de haber sido una antigua calle mayor de Villalegre, no en vano es el paso del secular Camín Real que comunica con la capital asturiana. La carretera y el ferrocarril se trazaron más al este, ya en las vegas del río Arlós, pero sin duda en tiempos pasados eran propicias a inundarse con las crecidas fluviales, por eso el camino antiguo pasa por aquí, ganando altura con rapidez
A la derecha, acceso al edificio de servicios municipales desde la calle del Carmen y, en la esquina, parte conservada de la que parece haber sido la casa de sus caseros, la cual ha perdido el techo y se ha vaciado su interior, formando parte del cierre de su terreno circundante
Las casas de la calle del Carmen, mayormente unifamiliares y de estilo popular, han sido casi todas ellas muy bellamente restauradas y forman dos grandes hileras-bloque a ambos lados del Camino, del que seguimos leyendo en el catálogo urbanístico avilesino lo siguiente:
"La ruta jacobea, aunque trazada con un propósito final claro – llegar a Santiago – ha de ser entendida más como una malla viaria que canalizaba, además de estos flujos finalistas, otros – de carácter más local, errático y cambiante – acordes con las circunstancias socioeconómicas de la época, así como con la diversidad de intereses de cada una de las ciudades, villas, parroquias y otros centros, de cultura y servicio, situados sobre aquella malla viaria.(...) Avilés constituye un centro de gran interés dentro de las Rutas – Costera y Marítima – de los peregrinos jacobeos, especialmente bien conectado – por el Camino Real – al Centro principal de Oviedo y a la Ruta interior del que formaba parte. Quizás más que en otros centros, Avilés fue origen, destino y paso de múltiples y muy diversos flujos – no exclusivamente jacobeos y direccionales -."
Dejando la calle del Casino a la derecha seguimos todo recto y en rampa por esta bella calle del Carmen, semipeatonal y adoquinada, que nos aparta del intenso tráfico de la Avenida de Santa Apolonia, trazado urbano de la carretera AS-17
La cuesta es corta y no demasiado dura, pero sin duda los peregrinos, que por lo general habrán salido de la ovetense Plaza de Alfonso II El Casto, frente a la catedral de San Salvador, o sus inmediaciones, y ya llevan unos cuantos kilómetros a sus espaldas y bien notarán este último esfuerzo antes de llegar al centro urbano, ya muy próximo
"La calle El Carmen, a su entrada desde Villalegre, es una de las calles peatonalizadas de Avilés. Lo dice una señal y la normativa vigente, aunque tan solo en unos minutos se vean pasar numerosos vehículos por la zona. Los residentes están hartos de quejarse por el mal uso de la vía, por la que deberían circular solo los residentes.
El problema de tráfico no es nuevo, llevan años sufriéndolo, pero desde que se reurbanizara la avenida Santa Apolonia se ha incrementado el número de vehículos que pasan por esa calle para atajar y ahorrarse unos minutos. Al acceder a ella en Villalegre pueden volver a Santa Apolonia en El Pozón y saltarse el tráfico que hay en la vía principal.
«Ya no se puede considerar que esto sea una calle peatonal porque tiene mucho tráfico», denuncian quienes padecen los coches, aunque afirman que ese truco para hacer más cortos los trayectos lo utilizan también motos y los taxistas. «Es algo habitual que lo hemos denunciado en más de una ocasión. Yo mismo he puesto reclamaciones muchas veces, pero no se acaba de poner solución», lamenta José Méndez, residente en la calle y que además cuenta con dos bajos de su propiedad en la zona en los que también sufre estos problemas con el tráfico.
Además de circular por la calle en dirección a la zona del Alto del Vidriero, algunos turismos aparcan en la vía, cuando está prohibido al ser peatonal. En ocasiones son los propios vecinos los que estacionan, pero se trata sobre todo de paradas cortas, pero muchas otros no son residentes. «Tuve que llamar a la policía porque al ser peatonal no te dejan poner un vado y yo guardaba el coche en mi bajo. Al final opté por cambiarlo», explica Méndez.
El arreglo de la calle Santa Apolonia trajo consigo la instalación de nuevos semáforos que hacen que la circulación por la zona sea más lenta y se tarde un poco más de lo habitual en llegar a la rotonda de Los Canapés. «No es un problema de ahora, desde que la peatonalizaron lo sufrimos, pero se ha intensificado desde las obras. La gente no quiere sufrir los semáforos», explica José Antonio Arenas, otro de los vecinos que viven en la calle.
Exceso de velocidad
Al continuo paso de vehículos por la calle peatonal se une la velocidad de estos. «Pasan a excesiva velocidad con la única intención de atajar y no ir por la general con el consiguiente peligro para los vecinos, incluidos los niños, al salir de nuestras casas», detalla Rubén Pichel. De hecho, hace unos días uno de esos turismos estuvo a punto de atropellar un perro que salía a pasear junto a su dueño, un menor.
«La Policía Local es consciente, de hecho ahora el tema aparcamiento está mejor gracias a que un día vinieron y se pusieron unas cuantas multas. Aún así es para vigilarlo porque es una constante», recalca José Antonio Arenas. Los vecinos urgen al Ayuntamiento que tome medidas para acabar con este uso ilegal de la calle peatonal, que además de ser un problema de tráfico lo es de seguridad."
No obstante, recalcamos, sin duda mejor tomar esta histórica calle que continuar por las aceras de la Avenida de Santa Apolonia con su tantas veces congestionado tráfico, la cual es además un atajo respecto a su trayecto, por ello era sin duda el Camino histórico, pues a pesar de la cuesta constituía un acceso rápido al viejo Avilés, La Villa
Hermoso portal, a manera de amplio porche, en esta casa a nuestra izquierda, cerrado por artística verja. Adentro, una de las puertas de acceso es de arco de medio punto. Fijémonos en la fachada de azulejos blancos y en el mosaico de mármoles de colores en el suelo. Se accede por cuatro peldaños de escalera dado la diferencia de nivel respecto al firme de la calle
"Yo también soy de la calle del Carmen; vivo en ella desde que tenía tres años; solamente me cambié de domicilio una vez en mi vida y fué . A la misma calle Del Carmen y nada más tuve que cruzar la acera, pues me fuí a vivir en la casa de enfrente justamente. Como ves soy de ella de toda la vida; fuí a la escuela de Mary la Barbera, después a Dña. Petronila y de ahí al Instituto. Conocí a Tina, a Agustina, y a su madre Encarna; hasta tengo un vago recuerdo del padre de ellos Kike..."
"La calle del carmen sube por aqui y baja por el pozon donde estaba hidrolectica.soy del alto vidriero, nieto de constante el del bar florida, bautizado por don fausto, estudie en las agustinas que salen en la foto, me case en la ermita, llevo 20 años fuera pero nunca olvidare mi niñez.las mejores chuches eran las de natalia debajo de la iglesia."
"Bar Ramos? hace 53 años se llamaba Bar Moncho, aún hay por ahí algún que otro vaso con el "logotipo" de dicho bar en color amarillo ..."
"Yo nací en esa calle y toda la vida llevo escuchando -además- que mi padre tocaba el piano de joven en la casa de "indianos" que hay prácticamente enfrente. No sé si los recuerdos me engañan, pero seguro que si es así, alguien habrá que me corrija. Nací en esa calle y me bautizó Don Fausto en la Iglesia de Villalegre..."
"La calle del carmen, uff... Mis padres se conocieron en esa calle , en el bar ramos hace 53 años, mi hermana nació en la vivienda que tenian encima del bar, mi abuela vivió y murió de viejita tambien en esa calle, yo fui al colegio en esa calle, compraba golosinas en angelina, iba a clases particulares un poco más arriba , pero por supuesto en la misma calle. En fin , nunca se me había ocurrido pensar lo importante que puede llegar a ser un lugar solo por existir."
También hay algún edificio de factura más reciente, como el que tenemos un poco más adelante a la derecha, con bajos y dos pisos. Al fondo la palmera es una buena referencia pues nos señala el final del tramo más empinado de esta subida
Enfrente de ella, llegamos a esta bifurcación con la calle Zaldúa, El marqués que iluminó Avilés, como dice Alberto del Río Legazpi en sus Episodios Avilesinos:
"Fue una década prodigiosa, aquella de 1890 a 1900, porque llegaron casi al tiempo, pisándose el protagonismo unos a otros, el tren, el tranvía a vapor, el nuevo puerto (dársena de San Juan de Nieva), el teléfono, unas fiestas nuevas que llamaban del Bollo, algunos etcéteras más y el alumbrado eléctrico.
Ningún acontecimiento expresa mejor –al menos para el gobierno local de entonces– la modernización de Avilés que la instalación de luz eléctrica, pública y privada en la ciudad. Aparte de ser un avance, es que era algo que no tenían ni Oviedo ni Gijón y eso manda calao. Encima no costó ni un duro. Gratis total. Pagó el marqués de Pinar del Río, empresario tabaquero ejerciente en Cuba pero que había nacido en la avilesina calle La Ferrería el 29 de mayo de 1838 y quedó registrado a efectos civiles y religiosos como Leopoldo González–Carbajal Zaldúa. Haría historia.
Después de terminar estudios en la Universidad de Oviedo hizo las maletas y se marchó a Cuba en primera clase. No era un emigrante al uso, pues procedía de familia de comerciantes y navieros lo que en el Avilés de entonces equivalía a decir millonarios.
En la provincia española de ultramar se integró en la fábrica de tabacos de su tío Manuel González-Carbajal. Era un tipo, Leopoldo, brillante para los negocios (había crecido a gatas entre ellos) así que pronto comenzó a ascender de manera fulgurante en el mundo empresarial americano, más tarde lo haría en diversos ámbitos, incluido el político (senador del Reino de España por La Habana) y el militar con el grado de coronel de un batallón de voluntarios contra los independentistas cubanos.
Entre una cosa y otra se casó con su prima carnal Carmen, hija de su tío Manuel y de María Jesús Cabañas, cuyo padre era un terrateniente de la provincia de Pinar del Río, la más occidental de Cuba y donde se asentaba el 80 % de la industria tabaquera cubana. Cabañas, mítico fabricante de cigarros puros, dejó al morir toda su fortuna a su hija, o sea a la suegra de Leopoldo. Del matrimonio de Leopoldo y Carmen nacieron dos hijos: Jorge y Manuel.
Multimillonario ya, Leopoldo establece su residencia en un edificio neoclásico de la zona noble de La Habana. Sin embargo no era bien visto por sus vecinos, los de pedigrí nobiliario, que no aceptaban –actitud que bien se libraban de mostrar en público– a aquel asturiano que multiplicaba dinero por un tubo. Lo llamaban despectivamente ‘El Tabaquero’. Cuenta Ciro Bianci –en el periódico cubano ‘Juventud Rebelde’– que su vecino frente por frente en la habanera Calzada del Cerro era el conde de Fernandina, grande de España, el hombre, y como tal tenía emplazados dos leones a la entrada de su casa. A Leopoldo le gustó el adorno y encargó unos iguales colocándolos a la entrada de su domicilio. Fernandina experimentó tal cabreo por el atrevimiento del ‘Tabaquero’ que mandó retirar los suyos y trasladarlos al interior de su residencia a fin de que no sufrieran la humillación de los leones espurios del industrial avilesino.
No sabía aquel pobre grande de España con quien se jugaba los cuartos. Si la fortuna fue generosa con Leopoldo, él fue un ‘tipo a raudales’ repartiendo pesos y pesetas a diestro y siniestro. Una de sus donaciones, muy considerable, fue a parar al Estado español que le ‘pagó’ con un título nobiliario: marqués de Pinar del Río.
Entre sus millonarias dádivas algunas alcanzaron a su ciudad natal. Destaco la siguiente: Compró un solar en la calle González Abarca (hace años desaparecido al ser borrado para trazar la calle de José Manuel Pedregal) e instaló allí una nave que albergó un complejo industrial que comenzó a generar luz eléctrica a farolas instaladas en las calles más céntricas. A renglón seguido donó todo el tinglado, solar y ‘fábrica de luz’ –así la llamaba la gente en Avilés– al Ayuntamiento local.
Aquel ‘gratis et amore’ de modernidad luminosa encendió el entusiasmo de la Corporación local de una forma que no veas. El Ayuntamiento proclamó ‘hijo ilustre y predilecto de esta villa’ al marqués de Pinar del Río y cambió el nombre de la calle con más solera de la villa, la de La Herrería (La Ferrería) por el de Marqués de Pinar del Río (en sesión de 8 de julio de 1891) «en recuerdo de haber hecho a Avilés el magnífico y espléndido regalo de dotar a la población de luz eléctrica y para el alumbrado público».
En otra ocasión enterados los munícipes de una nueva visita del marqués, acordaron oficialmente el 5 de julio de 1893 «Que el Señor Secretario y una comisión nombrada al efecto lo esperen en Villabona y en esta Villa [lo hagan] el señor Alcalde-Presidente y demás concejales con la banda de música lo esperen en la estación del ferrocarril, disparándose cohetes en el momento de la llegada del tren y que por la noche se le dé una serenata por la expresada banda de música».
Berlanga y su ‘Bienvenido Míster Marshall’ se quedaron cortos. Y lo de la serenata quedará en los anales de homenajes y lisonjas varias de la historia local.
Ya digo que alcalde y concejales tan estaban pasados como pasmados con lo de la luz eléctrica. La cosa llegó al punto de que enterados, basándose en lo que decían malas lenguas de que Leopoldo González-Carbajal juzgaba que le quedaba corto el título de marqués, solicitaron al Gobierno de Su Majestad, el 24 de mayo de 1893, el título de Conde de Avilés para el marqués. Y como estaba ocupado por otra persona (que cosas) pues rebajaron la solicitud a Marqués de Avilés que mira tu, vaya por Dios, también estaba ocupado. Razón por la que entre voy y vengo de expedientes cargado y para que el asunto no quedara en falso se les ocurrió solicitar el título de Marquesa de Avilés (y le fue concedido) para su esposa Carmen a la que un cronista, frenéticamente cursi, describió como «Una hija del ardiente sol de los trópicos» por su condición de cubana. La marquesa de Avilés participó en 1900, junto con Leopoldo Alas ‘Clarín’ y otras personalidades, en la ceremonia de colocación de la primera piedra del que sería el teatro Palacio Valdés.
En 1909 falleció en La Habana Leopoldo González–Carbajal Zaldúa, aquel marqués de Pinar del Río que encendió la luz en Avilés pero le apagaron, en 1979, la calle con más solera de la ciudad que alumbraba su nombre. Y le dieron una calle chata (tres portales) y extraña pues une en ángulo recto dos calles: Quirinal y Uría. Para más inri el rótulo de dicha vía adolece de una errata. Parece como si a efectos municipales la historia del marqués fuese eléctricamente de una histórica serenata a una sonada errata.
Tal parece una confabulación que quisiera hacer buena la infame coplilla medieval de «No hagas nada por los pueblos, ni nada a los pobres des, ni tengas tratos con putas, porque te joden los tres».
Total que a dos velas, del callejero, se quedó aquel marqués que iluminó Avilés."
Pero Zaldúa, a secas, también pudiera ser que se refiriese a otro ilustre miembro de esta familia avilesina, Julián García San Miguel y Zaldúa, II Marqués de Teverga, político, jurista y periodista, " ministro de Gracia y Justicia durante la regencia de María Cristina de Habsburgo", leemos en Wikipedia
Dejamos que los cronistas y eruditos del callejero avilesino disciernan sobre el asunto de Zaldúa (que solemos ver escrito Zaldua, sin tilde, también erróneamente) pues nosotros continuamos calle del Carmen arriba encontrándonos a la derecha esta fila de casas gemelas que nos recuerdan a las casas obreras que existieron en el entorno de la Azucarera de Villalegre, mandadas construir por José Rodríguez-Maribona que, no olvidemos, pavimentó la calle que desde esta comunica con la estación del tren (actual calle Rafael Suárez)
Este tránsito por la calle Carmen nos devuelve de alguna manera a un entorno algo más rural que el predominantemente urbano que nos hemos encontrado, al fondo, las arboledas y sebes o setos naturales del final de la cuesta, al menos de la parte mas dura, nos transmiten esa sensación
La segunda de las quintas de la izquierda, que parece deshabitada, como algunas de las casas de esta parte alta de la calle. Sin embargo, la existencia de carteles de venta revela que acaso algún día vuelvan a estar habitadas y con nueva vida, como alguna de las que hemos visto abajo
Otra casa abandonada a la derecha de la que solamente quedan las paredes de la planta baja, seguida de una quinta, la última de este tramo de calle, preciosamente rehabilitada y que se ve ha tenido una vivienda pegada de la que nada más queda la medianera
La quinta se encuentra en el cruce con la Travesía de la Iglesia situado a continuación, a la derecha. En su jardín una palmera revela un muy posible origen indiano de esta construcción, al igual que la situada en la quinta siguiente, que es la que veíamos desde abajo al empezar la cuesta
Al pasar, dejamos la Travesía de la Iglesia a nuestra derecha, que es otro de los caminos que comunican con el templo del Sagrado Corazón, en cual volvemos a ver al final de la calle
Siempre por la calle del Carmen, pasamos ahora delante del portón de la quinta de la palmera, cuya altura llama la atención y delata su antigüedad
En dicho portón hay un azulejo con la concha xacobea, nos asomamos a ver la finca
En el lugar hay actualmente una cancha de tenis y, a la izquierda una urbanización de casas unifamiliares. Al fondo seguimos viendo la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Villalegre
Y, al fondo, calle arriba, al final de otra pequeña cuesta, otras dos villas indianas de las que le dieron a Villalegre el sobrenombre de La Pequeña Habana con la época dorada de sus indianos
Esta primera es la Casa de los Ibáñez, saga también de emigrantes a Cuba y, a su derecha, la Casa de Culera, de las que iremos hablando según nos vayamos acercando a esa zona, L'Alto'l Vidriero o Alto Villalegre, la zona más alta del pueblo
El esplendor de los indianos emigrantes a Cuba no acabó, como pudo pensarse en un principio, con el desastre de 1998 y la pérdida de la isla sino que continuó, como bien dice Ignacio Pulido en su referido artículo, muchos indianos siguieron manteniendo sus negocios y otros, como aquí los Maribona, invirtieron en sus pueblos natales, tanto haciendo sus nuevas quintas residenciales y de recreo, como invirtiendo en obras públicas y negocios
Esta parte alta de Villalegre aún conserva algo de aquella "zona idílica y ventilada, en pleno campo", como describía Juan Carlos de la Madrid a este pueblo antes de la llegada de la siderurgia, espacio del que gustaban los indianos regresados con fortuna, para estas imponentes villas
Subiendo esta suave rampa, nos encontramos a la derecha con lo que fue otra fila de viviendas obreras o populares cuya fachada de la planta baja es parte ahora del paredón de la finca de la urbanización
Al cruzarnos con la calle Ave María, aunque sigamos de frente por la del Carmen, no dejemos de mirar a la derecha
Allí está Villa Julita, hecha sobre una casa anterior que compró el emigrante a Cuba Manuel Valdés Álvarez, quien la compró poniéndole el nombre de su mujer Julita Valdés Haro. Esta es su ficha en Casonas de Indianos:
"La casa fue comprada por D. Manuel Valdés Álvarez, la reformó y convirtió en la residencia de verano de la familia. D. Manuel hizo fortuna en Cuba y a su regreso se instaló en Barcelona donde invirtió en el negocio de importación de telas con lo que aumento su fortuna. Estuvo casado con Julita Valdés Haro de ahí viene el nombre de la casa. Tuvieron seis hijos: Ada, Olga, Bernardo, Carlos, Manuel y Jorge. Su hija Ada Valdés Valdés se casó con Sandalio Rodríguez Maribona hijo de D. José, el de la Casa Maribona. La propiedad pasó de Ada a su hija Mª Dolores Rodríguez Maribona hasta su fallecimiento y hoy pertenece a sus descendientes."
El clásico cierre de tantas fincas indianas, murete y verja, la cual se extiende entre dos columnas de ladrillo, material este especialmente visible, una vez más, en Villalegre, pues no olvidemos que en las inmediaciones había teyeres o cerámicas
Las galerías de cristal, si bien no son un elemento exclusivamente indiano ni mucho menos, sí fue muy empleado por estos y divulgado, pues sus palacios coincidieron con la gran expansión de la industria del vidrio en Asturias. Se trataba de una manera de cerrar los antiguos corredores entre cortafuegos de las quintanas tradicionales integrándolos dentro de la vivienda sin prescindir de su luminosidad
El historicismo, eclecticismo, Art déco, regionalismo, modernismo, pasando por los modelos autóctonos y otros, eran estilos usuales en esos magníficos edificios que, cuando alguno se restaura, vuelve a sorprendernos tal y como lo haría el primer día
Y así, tal y como vimos una fachada de galería y cortafuegos muy vinculada a las casas tradicionales asturianas, ahora pasamos a contemplar esta de estilo más urbano burgués como las que podremos contemplar en las calles del casco histórico de Avilés
Según nos acercamos al portón destaca sobre este encantador bosquete su esbelta torre, desde la que antaño también se veía el mar. Pertenecía a otro miembro de la estirpe, Constantino Fernández R. Maribona
Al cruzar, sigamos observando la restaurada belleza de la Casa los Ibáñez y la terraza, cerrada por artística barandilla de hierro forjado, con la que se remata la torre circular de su maravilloso chaflán
"La sidrería Casa Germán inicia la producción de la tradicional bebida asturiana de la que Salvador Guardado se confiesa un apasionado
El motivo no era otro que la popular sidrería del Alto El Vidriero se convertía en el primer llagar industrial de la comarca. Guardado lo supo cuando inició las gestiones para transformar su pequeña producción artesana en una industrial, lo que implicaba unos registros sanitarios y la posibilidad de comercializarla.
Los orígenes de Casa Germán se remontan a 1950 cuando Germán Guardado y María Salvador iniciaron el negocio del que, posteriormente, tomaría las riendas su hijo, Salvador.
Su pasión sidrera lo llevaba a montar un pequeño llagar con una producción entre mil y tres mil litros anuales. Aprovechaba un terreno anexo al local para la producción y su almacenaje.
Su consumo era, básicamente, familiar y también en la sidrería. La calidad, los elogios recibidos y su afición por la tradicional bebida regional le llevaron a dar un paso adelante y plantear un aumento de la capacidad. Agradecía el apoyo de diferentes llagareros, a quienes preguntó sus dudas y le ayudaron a resolver las diferentes dudas que le iban surgiendo.
La producción industrial implicaba el objetivo de alcanzar los 90.000 litros de producción anual, si bien, hace veinticinco años, ya advertía que iría poco a poco con ese objetivo. De momento, el primer salto era llegar a los 10.000 litros.
La manzana llegaría de sus propias pomaradas y también compraría en la comarca. Hace veinticinco años también incorporaba manzana gallega.
En la actualidad, Casa Germán sigue produciendo sidra. Su capacidad ha aumentado hasta los 140.000 litros anuales, de los que 21.000 se encuentran en la Denominación de Origen Protegida. Salvador ha pasado a un segundo plano, dejando el protagonismo a sus hijos, Germán y Marino, aunque a él nadie le quita de seguir disfrutando de la sidra."
"Germán, llagar y chigre, culmina el parque del Pozón, combinación de árboles, parterres, juegos infantiles y nostálgicos caserones en ruina. Villalegre: el Avilés moderno e industrial, y las elegancias indianas, combinan palacetes y bloques, repetidores y palmeras. El vértice alto acoge la quintana, hórreo incluido por supuesto, y una plaza interior separa el llagar del chigre, concurrida y gayolera terraza.
El chigre junta fachadas que añaden techados salientes, y bien al aire libre, bien en los típicos interiores de barra y comedor (enmarca la chimenea el frontal de un hórreo) sirve José Antonio y prepara María Isabel, o Isa, tiernas ventrescas de bonito con patatinos, zamburiñas vestidas de perejil, calamares frescos recién romanizados, pescadinos del día regados de ajada, mariscadas a la sencillez, potes y arroces densos y acompangados, sardinas a la plancha, pitos caleyeros, salpicones y calderetas, y cachopos de mar y tierra: el megacachopo puede fartucar a un ochote cantarín.
Y mientras el matrimonio atiende el chigre, los hermanos Germán y Mario atienden el llagar y elaboran una sidra familiar que siempre presumió de beberse por «próxima, confiable y del meyor tastu». Curiosamente el chigre fue antes que la fábrica, y tras abrirlo a mediados los cincuenta los abuelos, Germán y María, el hijo de ambos y padre de los actuales dueños, Salvador, amante de la sidra y seleccionador de palos para los clientes, llevó su pasión hasta el punto de plantar pomarada y mayar, fermentar, reposar y embotellar su fruto.
Mientras Germán y Mario crecían ayudando y aprendiendo por el chigre y las nuevas responsabilidades llagareras, fundadas en 1990 y continuamente modernizadas, la sidra impuso sus exclusividades, y en el año 2000, el chigre -mejor apretar que abarcar- se alquiló.
Germán, fundador de la casa, puso los cimientos; ahora auspicia y bautiza presente y futuro."
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Foto: Casa Germán |
"Podemos decir que la historia de este llagar es al revés, y ¿por qué?, pues porque en esta ocasión fue antes el chigre que el llagar.Los inicios de este bar fueron en un ambiente matriarcal, en el barrio de Villalegre en la popular casa familiar María Salvador, donde Germán Guardado y su esposa María, a mediados de los años 50, deciden emprender su negocio hostelero fundando así Casa Germán.Cuando llega el chigre a manos de su hijo Salvador, se acaba dando un giro al negocio familiar. Ya que este enamorado de la sidra, que se dedicaba a probar por diferentes llagares, para ver que palos eran los mejores, acabó por aventurarse para montar el suyo propio.En los años 90 surge sidra Casa Germán. Se lanza a esta nueva etapa con un llagar de apertón del 10 toneladas y con una producción de 60.000 litros, abasteciendo así su propio establecimiento y algún cliente más de la zona.Los hijos de Salvador, Germán y Marino, que siempre han seguido los pasos de su padre, hoy día llevan la empresa sidrera, aunque poco a poco la vayan actualizando, siguen estando presentes la ilusión y el esfuerzo con los que comenzó su padre.Desde los inicios, en este llagar siempre se ha dejado constancia de tener una sidra que podría venderse sin publicitarse demasiado, de ahí el eslogan que tanto les refleja y sigue presente en sus cajas "sigue sin anunciase".
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Foto Llagar Germán |
"En 1995 Salvador Guardado funda el llagar de sidra Casa Germán, el primer y único llagar ubicado en Avilés. Desde el 2012 sus hijos, Germán y Marino Guardado, cogen el relevo del mismo, y es donde su sidra pasa a denominarse Sidra Germán"
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Foto: Casa Germán |
"Cuenta con una capacidad máxima de 140.000 litros, de los cuales 21.000 van destinados a su sidra DOP. Desde hace varios años poseen una prensa automática de 5.000 kg de carga, tienen depósitos de fibra de vidrio cuyos volúmenes van de los 5.000 a los 190.000 litros y todo tipo de material necesario para elaborar sus sidras"
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Foto: Llagar Germán |
"Tienen una finca propia de 2 ha. con diferentes variedades de manzana amparadas a la marca DOP Sidra de Asturias y la cual está en camino de ser también considerada ecológica por el COPAE. El resto de manzana principalmente lo traen de la zona central costera (cercana al llagar), como es el caso de Illas y Castrillón."
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Foto: Llagar Germán |
"En este llagar se elaboran dos sidras naturales tradicionales, sidra Germán y sidra Germán DOP. Esta última está presente desde la cosecha del 2019. Se pueden comprar en el llagar o en el propio chigre de Casa Germán, donde también se puede consumir o por algún bar de la Comarca de Avilés. Casa Germán es el chigre familiar, que actualmente está alquilado pero que sigue contando con sidra de la casa."
También en los márgenes del que fue antiguo Camino hallaremos algunos ejemplos más, que enseguida darán paso a viviendas de otros estilos, ya avanzando el siglo XX
Sus fachadas se han dejado a piedra vista para darles más aspecto estético de antigüedad mientras que sus vanos, adintelados, se cierran con rejería
El propio parque está formado en antiguas quintas y forman algunos de sus muros más edificios ahuecados del antiguo barrio. Esta es una de sus entradas, que fue la de una de aquellas desaparecidas casinas
Seguidamente, otra de sus entradas, con un magnífico portón. Es un lugar ideal para descansar y recuperar fuerzas antes de llegar al albergue de Avilés, del que nos dista aproximadamente un kilómetro y medio nada más
El parque en primavera, muy verde, que contemplamos al pasar. Al fondo, los edificios de la calle Bernardino Guardado
Los parterres conforman bellas rosaledas y setos pequeños y bien podados con formas cuadradas y triangulares. Poco más allá y al pie del arbolado una hermosa galería espera crezcan parras y enredaderas
Más de un peregrino que iba pasando de largo decidió entrar y descansar unos instantes en este verdadero pulmón verde de El Pozón, uno de los barrios avilesinos más activos en el asociacionismo vecinal
Y en la entrada, una concha, esta es la esquina con la calle Bernardino Guardado, escritor avilesino nacido en el barrio de El Carbayedo, al que, aunque no está propiamente en el Camino de Santiago oficial, le dedicamos una merecida entrada de blog, así como a las calles de Galiana y San Francisco, que la comunican con El Parche y La Ferrería, por donde sí pasa
"Jorge Ramón Bogaerts, doctor en Historia y autor del libro «El mundo social de Ensidesa», cuenta que cuando era muy joven le escuchó a un amigo granadino el siguiente chiste: «Dos gitanos van por el monte y se encuentran a una pareja de la Guardia Civil. Uno de los guardias les dice "alto, ¿quien vive? " y después de un silencio se oye una voz que responde "ustedes que tienen economato"». No le encontró la gracia, porque pensaba que todas las personas «tenían economato» y que todos vivían en casas levantadas por la empresa que empleaban a sus padres. No en vano, Bogaerts nació en Llaranes, uno de los núcleos urbanos potenciado bajo las faldas de una Ensidesa que modificó por completo la fisonomía de una ciudad que pasó de 21.000 a 82.000 habitantes en cuestión de dos décadas. La necesidad de mano de obra del gigante siderúrgico, que acaba de cumplir 60 años y ahora atiende al nombre de Arcelor-Mittal, originó el desarrollo de zonas como Versalles, La Carriona, La Luz o Valliniello -muchas sin dependencia directa de la empresa- y trajo consigo un modelo de ciudad que hasta entonces era totalmente inconcebible. (...)
El también historiador Juan Carlos de la Madrid resume con una frase lo que, en su opinión, supuso Ensidesa para Avilés. «Fue el presente de una ciudad que parecía no tener pasado y ahora es el pasado de una ciudad que parece no tener futuro». De la Madrid asegura que el asentamiento de la empresa en la ciudad «tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas». Afirma que «fue un cambio radical y estructural en muy poco tiempo que, entre otras cosas, abrió una trinchera entre la población de antes de Ensidesa y la que llegó con la fábrica. Las diferencias entre los "coreanos" (nombre que recibían los foráneos) y los de toda la vida fueron una de las lacras de los inicios. Alrededor de Ensidesa se crearon poblados chabolistas que han durado hasta el siglo XXI». De la Madrid sostiene a su vez que la «fabricona» trajo consigo evidentes mejoras económicas que repercutieron en la ciudad. «Aparecieron los primeros consumidores modernos, los economatos... Ensidesa introdujo en Avilés una inyección económica».
Para Juan Carlos de la Madrid las circunstancias permitieron «proteger el casco histórico» a costa de un «desarrollismo sin tasa». En su opinión «era tanta la necesidad de crear viviendas de forma acelerada que se empezó a construir en las afueras, hacerlo en el centro hubiera sido más lento y hubiera supuesto un coste más alto».
El Camino se dirige luego hacia El Campo'l Conde, siguiendo como hemos dicho hacia La Plata, ya en Castrillón, para seguir a Piedras Blancas capital del concejo, subiendo a La Sierra del Cordel, donde saldremos del gran espacio periurbano de Avilés y su comarca. Durante un tiempo se señalizó un camino alternativo, más largo, hacia Raíces, Salinas y Samartín de L'Aspra
Aquí abajo, al final de la calle del Carmen, Entrecarreteres, un concurrido y transitado cruce de tráfico intensísimo cercano a la rotonda de Los Canapés, a la que llegaremos enseguida
"... en 1844, Antonio Orobio y varios socios más ponen en marcha una factoría de vidrio, llamada en principio ‘Orobio, Alvaré, Mas y Cía’ y posteriormente ‘Antonio Orobio y Compañía’, aunque siempre fue conocida como La Vidriera. Fue la primera industria cristalera de Avilés. Y de Asturias.
Llegó a tener 120 empleados, algunos de ellos especialistas (manchoneros) venidos de Bélgica. En La Vidriera se fabricaba vidrio plano, tejas para lucernas aparte de ser pionera en los vidrios de colores. Su funcionamiento tuvo interrupciones y significados altibajos en la producción. Durante la guerra civil sus naves fueron convertidas en campo de concentración de presos republicanos.
Estaba ubicada en el barrio avilesino popularmente conocido como El Arbolón. Uno de sus límites coincidía con el final de la actual calle Llano Ponte, en su acera izquierda (donde hoy está ubicado el Centro Municipal de Arte y Exposiciones ò CMAE) y ocupaba gran parte de la urbanización que hoy conocemos como Puerta de la Villa y que es un episodio aparte.
Pero aparte de ésta vidriera también se había puesto en marcha, en 1883, la de ‘Ibarra, Galán y Compañía’, en el barrio de Sabugo, en terrenos situados frente a la actual Estación de Avilés. En 1900 trabajaban en ella ochenta operarios y algunos de los cuales –como en el caso de La Vidriera– eran especialistas ‘manchoneros’ (o sopladores) de nacionalidad belga y holandesa.
Dirigida por Julio Galán, fabricaba fundamentalmente cristal de ventanas, vidrios planos y fanales. Cerró en 1913 y sus instalaciones, situadas entre las actuales avenida de Los Telares y calle Marcos del Torniello, fueron aprovechadas durante años por la firma ferretera García Fernández (de la familia que también regentó la ferretería ‘Los Castros’, en el palacio de Camposagrado) y actualmente el solar está ocupado por edificios de viviendas y el nuevo parque Luz Casanova."
Bifurcación con la calle Padre Arintero, donde está La Venta del Vino, que "No está en el centro histórico, pero mucho de lo mejor late en los barrios. Y en el presente caso, lo mejor pasa óptimo", como oportunamente dice Luis Antonio Alías en otras de sus glosas culinarias para El Comercio, esta del 14-6-2018:
"Llegar a la casa de comidas que gobierna Adelaida, en el barrio avilesino del Pozón, tiene sus dificultades para quien se mueve poco fuera del viejo centro medieval: calles rectas, tocotes, plazas ajardinadas y perspectivas obreras con algunos restos indianos: Ensidesa llegó después de Cuba.
Basta preguntar. Los vecinos conocen y usan este pequeño local que se destaca en la sucesión de portales por su toldo.
Los vecinos, sí, y también los forasteros. Adelaida, tal vez a causa del Balboa conquistador de su apellido, lleva ocho años aquí, en su rincón dividido por una zona de barra y otra de altillos comunicados, ofreciendo sabores locales y del mundo, del Cantábrico natal y del Pacífico descubierto por su (aventuramos)antepasado:las estanterías dan prioridad al vino y todas las formas, colores y elementos decorativos remiten al mesón vinatero, perfecto refugio ante copas y tapas diversas, y perfecto vitalizante de momentos divertidos o meditaciones trascendentales.
Un destino de nota, pues, para quien desee, con meticulosidad casera, opciones cambiantes y siempre atractivas: bombón de merluza en salsa de sidra, presa ibérica marinada en vermú con cebolla caramelizada, tosta de secreto ibérico acompañada de manzana agridulce y pimientos caramelizados, risotto de boletus y zamburiñas, corvina en papillote, bacalao de la casa (a la brasa con pisto de verdura, huevo frito y patatas confitadas), cortes de cerdo ibérico, entrecot de angus, solomillo de vacuno mayor con chutney de pera, bacalao confitado a la muselina de ajo fresco, pimientos rellenos de brandada de bacalao, siete diferentes tipos de cachopo coronados por el de ternera a la plancha, jamón ibérico y queso de Vidiago…
Los padres de Adelaida, él malagueño, ella jienense, le enseñaron que el buen comer no puede imaginarse sin los mejores aceites de oliva, y plantaron el esqueje de la afición –luego profesión– tras casarse muy joven y tener un hijo: «Para no perder mi preparación, suspendida al acabar el bachillerato, me dio por estudiar restauración y hostelería; descubrí que allí estaba mi afición, y también mi futuro inmediato. En La Antigua Editorial, de Salinas, comencé a trabajar, y posteriormente abrí con un socio la Venta del Vino, que desde hace tiempo regento sola, ayudada por Arancha», comenta.
Durante su formación y primer trabajo, la repostería, generalmente desapercibida, minusvalorada o evitada, jugó un papel primordial: quien pruebe el brownie con chocolate caliente y helado podrá comprobar el virtuosismo alcanzado en el campo de honor llambión.
Y cuando toca monta el Desarme, o añade aliños románticos por San Valentín, cariñosos el Día de la Madre e incluso –burritos, jalapeños, tacos, fajitas, enchiladas…– mejicanos de vez en cuando para ponerle picante a la vida, que de vida y comida sabe mucho Adelaida."
La calle del Carmen, insistimos, se emplea como atajo automovilístico cuando Santa Apolonia está atestada, cosa bastante frecuente, por lo que el trasiego de vehículos puede ser relativamente importante, aunque no tanto el de peatones en estas cuestas, pese a disponer de buenas aceras, apenas el de los propios residentes
Según bajamos se va ocultando a nuestra vista la colina de San Cristóbal d'Entreviñes, mientras los edificios de La Vidriera señalan nuestra cercanía al casco histórico y el Avilés intramuros, La Villa. Aquí abajo, más cerca, el puente-viaducto de otra carretera muy importante, la N-632, en su Variante de Avilés, tramo con una muy trágica historia de accidentes desde su inauguración en noviembre de 1991
Por la calle del Carmen no existe mayor riesgo de pérdida para el peregrino, si bien seguir la señalética caminera por núcleos urbanos no es siempre fácil dada la cantidad de carteles y señales que hay de todo tipo, por lo que habremos de estar especialmente atentos, sobre todo tras cruzar la Avenida Santa Apolonia hacia Los Canapés
"Los caminos forman parte del paisaje del Municipio y de la Comarca. Dentro de ellos destaca el Camino o Caminos de Santiago que constituyen un conjunto patrimonial (...) referente a Paisaje de Interés HistóricoAmbiental y (...) a Bienes de Interés Arqueológico. La red de Caminos Históricos constituye la urdimbre básica en la que se entretejen los Patrimonios Natural y Urbanístico.El Camino de Santiago ha dejado una huella que, aunque profunda en sus inicios, ha sido en gran medida borrada del plano histórico de Avilés, tanto física como mentalmente, a lo largo de los últimos siglos de su evolución. Sin embargo, existen vestigios, investigaciones y elementos patrimoniales suficientes para reforzar la voluntad de recuperar las trazas del Camino. Voluntad surgida hace unos años y ya materializada en proyectos, señalizaciones y otras inversiones fijas.Estas trazas, junto con los elementos adheridos a ella, constituyen una parte importante de la pauta espacial sobre la que se ha desarrollado el Avilés histórico.La importancia del Puerto en el Centro Histórico, así como de los caminos que irradiaron desde allí hacia Gijón por la costa, hacia Oviedo por el interior y hacia Grado por el interior, en términos locales y de relación regional, fue, sin duda, tan grande en aquel tiempo como pudo ser la de flujos de peregrinos de largo recorrido entre Francia y Santiago de Compostela.Esta importancia de la Villa de Avilés, de su Puerto, así como de su producción industrial y comercial, estuvo estrechamente ligada con los itinerarios asturianos del Camino, del mismo modo que lo estuvo su trazado urbano con los trazados físicos del Camino dentro del propio Concejo. Pero, además, el Camino constituyó y sigue constituyendo la estructura troncal de una red de caminos rurales, de escala predominantemente comarcal. Uno y otros nos permiten hoy valorar en términos de evolución histórica, por una parte el soporte natural del Concejo y, por otra, los elementos de la edificación, pública y privada, asociados a las márgenes del Camino, y finalmente, la estructura urbana principal de la ciudad y de los asentamientos de su entorno."
"Avilés, crecida gracias a la protección que el rey Alfonso VI le concedió en el año 1085 en forma de fuero, documento confirmado por Alfonso VII en el 1115 y que, por otra parte, constituye el primer testimonio de nuestra habla vernácula, se convirtió en pujante puerto por donde entraban y salían las más diversas mercancías, llegando a ser, a lo largo de la Edad Media, el principal centro económico de la región.Esta tradición mercantil y artesanal se hace industria en el siglo XIX con empresas de vidrio, fundición, curtidos y textiles para, ya en nuestro siglo, dar cabida a grandes factorías industriales -ENSIDESA, ENDASA, Cristalería-. Viva y en desarrollo (los 10.235 habitantes de 1887 han pasado, un siglo después, a 86.858) posee un casco viejo que testimonia pasados esplendores y refinamientos.Cuando el siglo XVII tocaba a su fin, Avilés contaba con dos hospitales de caridad para el cuidado de pobres sin recursos, un asilo de peregrinos y caminantes y una malatería. De mayor antigüedad era el hospital de San Juan, anterior al siglo XVI y en servicio hasta mediados del XIX, bajo el patronato del Ayuntamiento y sostenido por el producto de sus propias rentas y diversas donaciones piadosas.El Asilo de Peregrinos u Hospital de Caridad, fue fundado el año 1513 por don Pedro Solís, noble clérigo abad, entre otras muchas dignidades, de Santa María de Astorga y de Arbás. En 1682 se terminaron el Hospital para Pobres y la Cárcel de La Plaza, construidos a propuesta del Marqués de Camposagrado para completar las funciones sociales de la Plaza Mayor, que desde 1667 presidía con orgullo el Palacio Municipal. Hospital y Cárcel cumplieron sus funciones durante más de un siglo.Así pues, Avilés, nudo de tránsito y comercio, contaba con una excelente infraestructura asistencial que escogieron muchos peregrinos para el alivio de las penas del cuerpo.Quedaba, además, la Malatería de la Magdalena, situada en el barrio de igual nombre, con cuyas rentas se construyó la iglesia de Santa María de los Corros."
"Villa de 79.000 habitantes (10 m) en el Camino del Norte o de la Costa en el Principado de Asturias. A 327 km de Santiago. La llegada a esta población eminentemente industrial tiene lugar por dos rutas: la de los caminantes que tomaron el desvío por Oviedo y la de los que llegan procedentes de Gijón. El primero de los itinerarios parte, en la capital astur, de la iglesia de Santullano y atraviesa los concejos de Llanera y Corvera. Este ramal incluso era recorrido por los viajeros que venían del Camino Francés, que una vez visitadas las reliquias de la Cámara Santa en la catedral ovetense preferían proseguir por la Ruta costera antes que afrontar el duro itinerario Primitivo. En cuanto a la variante por Gijón, los peregrinos deben acceder a Avilés por la carretera AS-19 que sale de Trasona -concejo de Corvera de Asturias- enclave construido en los años 50 del siglo pasado para alojar allí a los obreros de la empresa siderúrgica Ensidesa, actualmente integrada en ArcelorMittal, el mayor grupo siderúrgico del mundo.
Ya inmersos en el centro urbano de Avilés, tras una tapia amarilla en la esquina de la calle de La Magdalena, se encuentra el albergue de peregrinos Pedro Solís. Está gestionado por el presidente de la Asociación Astur-Galaica de Santiago Apóstol de Avilés, José María Clero. A día de hoy cuenta con 60 plazas, pero debido a la enorme afluencia de peregrinos que ha atendido durante los últimos años, se acometerá una reforma para ampliar el número de plazas hasta el centenar. El refugio tomó su nombre en honor a Pedro Solís, fundador del antiguo hospital y albergue de peregrinos que existió en los números 39 y 41 de la calle Rivero (s. XVI), punto exacto donde confluyen los dos ramales del Camino de Santiago antes citados.
Bañada por la ría homónima, Avilés aún conserva un inventario patrimonial excelso, razón por la que en 1955 fue declarado Conjunto Histórico Artístico. Ya aparece la villa citada en el año 905 por el rey Alfonso III El Magno, quien mandó amurallar la ciudad para evitar la invasión normanda. Recibió su fuero en el siglo XI, de manos del rey Alfonso VI. A partir del siglo XII, el puerto de la villa adquirió una importancia clave, convirtiéndose en el principal embarcadero de Asturias, al que llegaban los peregrinos procedentes del norte y del noroeste de Europa. El negocio de la sal llegó a ser un verdadero motor de crecimiento, convirtiendo a la urbe en el mayor alfolí de la corona de Asturias.
La plaza de España se postula como el centro en el que se aglutinan la mayor parte de estas históricas construcciones: la casa consistorial, el palacio de García Pumarino y el palacio de Ferrera -actualmente ocupado por un hotel de la cadena NH-, todos ellos del siglo XVII. A continuación, en la calle San Francisco se localiza el antiguo convento franciscano (s. XIII), reconvertido en la iglesia de San Nicolás de Bari, santo del Camino. Próxima a ella, a lo largo de la calle Ferrería, se sitúan la casa de Valdecarzana -construcción gótica del siglo XIV que alberga el Archivo Histórico- y la iglesia de los Padres Franciscanos -románica del s. XII- que alberga en la capilla funeraria de los Alas (s. XIV) los restos del almirante Pedro Menéndez de Avilés, gobernador de Florida y Cuba y caballero de la Orden de Santiago.
Seguidamente, topamos con el palacio de Camposagrado, levantado en el siglo XVII, del que sobresale su portada barroca, única en el Principado. A día de hoy es la sede de la Escuela Superior de Arte de Asturias. En la plaza del Carbayo se sitúa la iglesia románica Vieja de Sabugo (s. XIII), con su Mesa de los Mareantes adosada en uno de sus laterales. Se trataba de un punto de reunión donde los marineros organizaban las campañas pesqueras.
Desde la plaza del Carbayo la Ruta prosigue por los altos de San Cristóbal y la localidad de La Cuesta, hasta el concejo de Castrillón"
Y es que desde La Talaya o L'Atalaya, donde antaño había canteras, iba la gente antiguamente a ver entrar y salir los barcos, dadas sus excelentes vistas sobre la Ría de Avilés y su puerto
"Lo de que no hay dos sin tres, en Avilés cuadra. Es cristalino. Pues a mediados del siglo pasado la ciudad fue escogida por la multinacional francesa Saint Gobain para montar en 1952 (coincidiendo prácticamente con la llegada de Ensidesa y Endasa), la factoría Cristalería Española S.A., que es otro episodio aparte.
Esta vez no vinieron expertos belgas ni holandeses a fabricar cristal. No. Esta vez vino casi un pueblo burgalés entero, llamado Arija, que es donde había estado instalada la factoría del vidrio y cuyos terrenos iban a ser anegados por un nuevo embalse con agua del río Ebro. Fuera esta la verdadera razón o lo fuera la estrategia industrial de la multinacional, el caso es que se levantó en Avilés la fábrica de vidrio plano más moderna de Europa. Y la gran mayoría de los trabajadores de Arija se trasladaron a Avilés donde se les construyeron viviendas propiedad de la fábrica, engordando como barrios lugares como Jardín de Cantos y La Maruca.
Deberíamos explotar más la fama de Avilés como potencia de producción cristalera, porque da para mucho. Ejemplos hay para parar un carro, empezando por los parabrisas de los coches, donde (hace unos diez años) se calculaba que siete de cada diez de los parabrisas de los turismos que circulaban por España eran producidos en la factoría avilesina. Y terminando por las pantallas de plasma de las televisiones y otros aparatos que tanto que nos esclavizan.
Y eso por no hablar de los espejos de los domicilios particulares o públicos que han sido fabricados en La Maruca (mar pequeña) de Avilés. Ni del vidrio que producido aquí se aplica en la construcción de modernos edificios.
Decía el naviego Ramón de Campoamor que
«en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira».
A efectos industriales, en Avilés, siempre hemos mirado con el color del cristal de hierro, acero, zinc y aluminio. Pocas veces lo hacemos con el color del cristal de vidrio –que además sería lo lógico– el producto industrial, que junto con el zinc, es el más antiguo de los fabricados aquí entre los citados.
Graduemos la vista si no somos capaces de ver que está claro que en la cosa del vidrio avilesino se dan la mano la lógica y la historia industrial.
Y más que claro, yo diría cristalino."
"Lo primero a destacar es que, aunque está en plena ciudad, a las afueras de Avilés, parece que entramos en un sitio rústico, decorao como de otra época y con un servicio tan familiar que te harán gozar muchísimo más la comida. Está regentado por un matrimonio, él atiende y ella cocina. Tiene 2 pisos, y suele estar lleno (sobre todo de fin de semana), por lo que se recomienda reservar. No tiene una carta muy extensa, y se basa sobre todo en la matanza propia, así que podréis degustar cualquier carne. La tabla de embutidos simplemente es espectacular y si la acompañáis con el vino de la casa, que es realmente bueno, no os arrepentiréis. Los postres y los chupitos son caseros, así que por favor, no dejéis de probarlos, cualquiera hará que os relamáis.
Un sitio totalmente recomendable, por lo bien que se come, por lo familiar del servicio, por ser un chigre de toda la vida, por lo bien decorao que está, por lo distinto que es ...."
Una concha peregrina nos señala que vamos por buen Camino, recordemos que identifica al Camino y no necesariamente la dirección, en contra de lo que suele pensarse, pero entendemos claramente que hay que seguir de frente, aunque carezca de la preceptiva flecha amarilla, símbolo direccional oficialmente
Acabamos la bajada y ya vemos los pasos de peatones que vamos a emplear para cruzar la Avenida Santa Apolonia, en dirección a las palmeras
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