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lunes, 15 de agosto de 2022

VILLAH.ORMES EN EL CAMINO Y LA MEMORIA DEL ANTIGUO VERANEO DE LAS "NUEVAS MARILYNS": EL MERCÁU, SAN ANTONIU Y EL ORATORIO DE ÁNIMAS DE PIEDRAMEDIANA (LLANES, ASTURIAS)


Llegando a Villah.ormes por La Caleya d'Argumeda

 Al oeste de las llanísimas praderías de El Llagu, que separan las parroquias llaniscas de Naves y H.ontoria o Jontoria (con hache aspirada), empezamos a ver las casas de Villah.ormes o Villajormes , barrio situado al sur de la segunda, por cuyo extremo meridional, el lugar de El Mercáu, pasa el Camino Norte de Santiago en dirección a Nueva y Pría, en el tránsito del concejo de Llanes al de Ribadesella/Ribeseya. Este es el paisaje que contemplamos al salir del barrio navizu de Iyán

El Camino, que aquí parece conservar su trazado original, ha salido de Iyán por La Caleya d'Argumeda, tramo del antiguo camín real costero entre Naves y Villah.ormes. Es ancho, muy llano, sin tráfico de coches más que el ocasional de algún vecino o vehículo ganadero, tractor, etc. por esta senda que es hoy en día una pista de zahorra o grijo


Unas peñas situadas al oeste y en lontananza señalan la parte más occidental del conceyu de Llanes y del llamado Valle de San Xurde, San Jurde o San Jorge, que agrupa varias parroquias: son las estribaciones de la Sierra Cueva Negra, con El Picu Maor (368 m), ubicado encima de Nueva y al sur justamente de Piñeres, parroquia de Pría, fronteriza ya con la riosellana de Collera, uno de los límites del valle, tal y como leemos en El Valle de San Xurde -El paisaje: la memoria recuperada-,  de Miguel A. Menéndez Cárcaba (alumno UNED 2015-16):
"Nos encontramos con El Valle de San Xurde en el límite noroccidental del concejo de Llanes, comprendiendo históricamente las parroquias de Nueva, Pría, Hontoria, Naves, Los Carriles y Rales, constituyendo un conjunto físicamente bien diferenciado que abarca unos 55.5 km2 . Su límite norte lo conforma el mar Cantábrico, al occidente limita con el concejo de Ribadesella por el río Aguamía (o Guadamía), cerrándose por el suroccidente con la Sierra de Cueva Negra y La Escapa, al oriente el río Bedón determina el final del valle en la parte costera mientras que, hacia el interior, la sierra de Benzúa marca el borde suroriental y su frontera sur se corresponde con las alturas de las sierras de Benzúa y de La Cubeta"

Esa línea de cumbres culmina en el Picu Bacia (567 m), ya en el concejo de Ribadesella/Ribeseya y encima del pueblo de Cuerres, otra población en nuestro camino al cruce del emblemático río Sella en esas tierras riosellanas, pero aunque no tan alto el más emblemático y mitológico es El Picu Mediudía o Sorrolles (557 m, si bien la altura varía grandemente según las fuentes consultadas) cuyas leyendas y enclaves arqueológicos han sido objeto de estudio por parte del investigador Hernán del Frade de Blas en su trabajo Mediudía y Socampu, dos montañas sagradas, publicado en Bedoniana 2010 y basado en la conferencia En torno al Picu Mediodía: un posible lugar sagrado en la Antigüedad, que el autor dio en Nueva el 19 de septiembre de 2009, el cual empieza de esta manera tan sugerente:
"Hace cosa de treinta años, estando en invierno en Llames, mi hermano subió al monte a cazar con mi tío Toño, mi primo Toñín, Ramón –un paisano del pueblo– y su hijo, Ramonín. Yo era un crío y no se me dejó subir por mi condición. Todo el día estuve mirando al monte con los prismáticos de mi padre, sin lograr ver la partida de cazadores por el Pico Mediodía. 
Ya entrada la tarde, volvieron con alguna arcea, pero lo que más recuerdo, aparte de mi frustración infantil por no haber ido a la aventura, fue el relato que me hizo mi hermano de cómo era aquella montaña que dominaba el paisaje. Abundó en detalles de cómo era de empinada, de la cumbre, en la que había nieve; de las praderas de la cresta, que yo imaginaba cortada a pico. Sin embargo, lo que más me interesó fue el que había visto la herradura del caballo de Pelayo. Ramón le había contado cómo Pelayo, batallando con los moros, había pasado por un pequeño y estrecho puerto entre rocas junto al Picu Mediodía y su caballo, al que imaginé fuerte y descomunal, había pegado una patada a la roca, dejando su herradura tallada en ella. Cuando ya tuve edad de subir al monte, busque varias veces la herradura, pero no la pude localizar..."

A la izquierda está  El Colláu la Tabla (711 m) con El Picu Cebéu (748 m), separado del Picu, Cantu o Peñe Joyadongu o H.oyadongu (874 m, el más alto) por el Colláu Tresjuncalar, zonas de buenas subidas y de pastos de vacas, ovejas y cabras. Hemos de decir no obstante que hemos encontrado cierta variación de nombres y altitudes según informantes y fuentes consultadas, algo que es bastante común en muchas serranías, bien porque un mismo pico o lugar puede ser llamado de diferente manera según cada pueblo o cada encuestado, o bien directamente por confusión, a veces repetida. Según nos acerquemos intentaremos seguir desentrañando sus topónimos y tradiciones


Al final de un pequeño muro de contención en el empinado prado a nuestra izquierda, un tablón hace las veces de banco-canapé para sentarse vecinos, paseantes y peregrinos en este apacible lugar


Desde la sombra de los castaños contemplamos esta llana ería, cuya situación en una hondonada la hace propicia, o la hizo, en su tiempo, a la formación de lagunas. Esta es una foto de verano, con los prados agostados, es decir, tostados por el sol, más ocres que verdes, casi como los de Castilla


Esta es una foto de primavera, más intensamente verde, si bien aún no han salido todas las hojas de algunos árboles. Estos fueron antaño terrenos del monasterio de San Antolín que pasarían a estar controlados por el de Celoriu tras la incorporación del primero al segundo culminada hacia 1544. En documentos del siglo XVIII se sabe lo que pagaban los vecinos en calidad de arriendo a los monjes, citándose en algunos estos mismos lugares:
"Más en la hería de Villa Hormes El Redal, un día de bueyes que linda al nordeste del Monasterio que lleba Juan Sánchez, al norte del Conde de la Vega, al sub camino de carro, y al bendabal heredad de herederos de Manuel del Cuetto. Más en dicha hería en do dizen Argomeda, medio día de bueyes de prado, linda al sub camino, al norte riba, al nordeste del Monasterio que lleva Pedro del Varredo, y al bendabal heredad de herederos de Francisco Molleda. Y por todo paga seis zelemines y doze reales"


Los tendejones para guardar el ganado, vacas y caballos, bajo las primeras casas de El Mercáu de Villah.ormes. Este es otro documento de la misma época:
"Más en la hería de Naves en do dicen Argomeda, tres quartos de día de bueyes que lindan al sub camino real, al nordeste de Bernardo González, al bendabal de Joseph Vega, ambos de Villa Hormes, y al norte del Monasterio que lleba Cayetano Begambre; salió del arriendo de Miguel del Otero"

Y una vista de la ería hacia el norte, el mar está a poco más de un kilómetro en línea recta, con las playas de San AntolínPestaña y Gulpiyuri, abarrotadas y bulliciosas en verano, apacibles y hasta solitarias el resto del año. También los terrenos costeros aparecen citados en la documentación monacal dieciochesca:
"Más en dicha ería de Naves do dicen Golpeyuri cinco quartos de día de bueyes que se parten con otros cinco del Monasterio que lleba Miguel de Vela, según linda todo al bendabal con heredad que lleba dicho Miguel, al nordeste de Joaquín de Ribero, al norte riba, y al sub Lucas Fernández; salió del arriendo de Bernarda Ribero"

El Camino, aquí es siempre apacible y fresco a la sombra de estos árboles que nos dan bendita sombra en los meses de calor. Así estaba pensado para los usuarios de los varias veces milenarios caminos reales (reales, del reino, públicos "más o menos"): los arrieros o grandes transportistas de la antigüedad con sus recuas de mulas, los ganaderos a las ferias y mercados, como toda la gente del campo con sus productos de la huerta, quesos y aperos, los pastores trashumantes y las cuadrillas de artesanos ambulantes como los célebres tejeros o tamargos de Llanes y los zapateros de Pimiango, mozas y mozos de romería y cortejo por fiestas y bailes, los constructores de casas y hórreos, y toda una pléyade de viajeros que, hasta épocas históricamente muy recientes, no consideraba normalmente viajar un placer sino una obligación, pues las circunstancias sociales eran otras


Bancos de asiento, ya con una patina de moho verde señalando su veteranía, dispuestos para los viajeros de hogaño. Entre esos viajeros de antaño ha de incluirse a los peregrinos, verdaderos o falsos, jacobitas o gallofos, a Santiago, San Salvador y a otros santuarios romeros, a algunos o a todos. No siempre seguían las rutas de la arriería y trashumancia pues gustaban de buscar los hospitales de peregrinos en ellos especializados existentes sobre todo en las villas, pero a veces gastaban y gustaban de las ventas y posadas de los pueblos y aldeas intermedios


Estas ventas, como la de Castañeda, más allá de Villah.ormes, podían ser simples refugios donde la gente compartía de lo que llevaba para comer o aportaba algo, solo fueran romances y cantares, coincidiendo a la lumbre y olla comunitaria. O a veces ventas quijotescas con ventero y ventera, mesas y potajes, pellejos de vino, quesería, mesón, baile y alegría donde todos coincidían, para bien y para mal, con amores, reyertas y picardías


De muchas de estas ventas nos han llegado datos, pero no de tantas como desearíamos, y de los que nos han llegado, ya en tiempos de declive, como el dieciochesco Catastro del Marqués de la Ensenada o el decimonónico Diccionario de Madoz, cosa que pasa asimismo con hospitales de peregrinos, malaterías y otras instituciones del llamado Antiguo Régimen, que con las reformas liberales, tanto en España como en otros países, desaparecen o se transforman, para bien o para mal según cada caso, en otras instituciones como: hospitales en el sentido sanitario del término tal y como lo entendemos ahora, hospitales de caridad para pobres y desvalidos, hoteles y pensiones, tabernas, y hasta grandes paradores nacionales, como terminó siendo el Hospital dos Rei Católicos en la misma ciudad de Santiago y al pie del solar de la que se tiene por sepulcro del Apóstol


Tanto y tantísimo abarcaban los conceptos hospitalarios y sus muy diferentes evoluciones en el tiempo en otras instituciones, benéficas o de pago, que han llegado a nuestros días, pero al final subyace el concepto de "refugio" ante los embates de la vida, como refugio era la cueva primigenia que fue morada de una naciente humanidad durante cientos de miles de años


Al lado del Camín Real de la Costa, que terminó siendo una vía pecuaria más ante las carreteras que se fueron abriendo desde finales del siglo XIX, una de estas cuevas parece haber sido uno de esos refugios improvisados, que acogieron más de una vez a algún peregrino buscando abrigo ante tormentas y chaparrones, o presintiendo la llegada de una noche incierta. Es una de tantas y tan frecuentes formaciones kársticas en la roca caliza que caracterizan el paisaje llanisco. No pocas estuvieron habitadas en la prehistoria


Cierres de antiguos campos de cultivo que ante la demanda de leche y carne de los crecientes núcleos urbanos y áreas industriales se especializaron en pastos para ganado según avanzaba el siglo XX. Leemos en Paisajes agrarios y su evolución reciente en el Valle de San Jorge, por M.ª Adoración Abella García en la revista Bedoniana 2001:
"Se puede decir que el paisaje no es algo estático en el tiempo, sino que constituye un sistema dinámico de interacciones de los componentes vivos, como la flora y fauna, y de los componentes inertes, como las rocas. Los paisajes que se consideran «naturales» normalmente son consecuencia de una intensa acción humana, como el caso de los espacios agrícolas y ganaderos. 

El Valle de San Jorge constituye una unidad desde el punto de vista ecológico tanto por los usos agroganaderos actuales y pasados, como por las estructuras paisajísticas que éstos llegan a formar. Las condiciones ambientales, así como el uso y gestión de las áreas naturales, inciden en su distribución actual y en la dinámica agraria que se establece a lo largo del tiempo. Su ubicación en una zona de rasas costeras y de montaña, con un clima templado, suavizado por su proximidad al mar, le otorga a este territorio una humedad permanente. Comprende el mencionado Valle, cuatro parroquias: la de de San Antolín (Naves); la de Hontoria, con las localidades de Villahormes y Cardoso; la de Nueva, y más al oeste (y fuera del ámbito estricto de este estudio) la de Pría, que comprende los pueblos de La Pesa, Garaña, Villanueva, Llames, Silviella y Belmonte. Delimitan el Valle de San Jorge el río Bedón por el este y el Aguamía por el oeste, que separa a su vez los concejos de Llanes y Ribadesella. Atraviesan además el Valle otros dos cursos de agua principales: el Santecilio y el Ereba. 

Su situación en la región oriental asturiana permite diferenciar este territorio de otros próximos, debido a la existencia de unas estructuras geológicas, climáticas y meteorológicas particulares, así como unos procesos específicos de formación de los suelos. Este punto de partida lleva a la formación de ecosistemas funcionales que evolucionaron hasta la actualidad..."

Y entre aquellos viajeros de antaño no faltaban los ilustres, desde Carlos I a Jovellanos, recorriendo este camino, si bien en el caso de estos, en sentido contrario y por diferentes motivos, el primero deseando coronarse oficialmente tras una singladura que le apartó del puerto de Santander viniendo de Flandes, y el segundo dentro de su trabajo como gran funcionario que realiza viajes, inspecciones y pesquisas, con objeto fundamentalmente de conocer el potencial industrial español. Jovellanos escribía en primera persona en sus Diarios de sus impresiones a finales del siglo XVIII, mientras de Carlos I y su accidentado periplo de septiembre de 1517 sería narrado por su cronista Laurent Vital


Laurent Vital, si bien departe alegremente cuando el emperador es agasajado al llegar a villas importantes donde se alojará, o es recibido por los abades de monasterios (San Antolín), suele ser más crítico con las penurias del trasiego entre ellas, centrándose en el paso de los "peligrosos ríos" que tantos disgustos les habían ocasionado. Jovellanos, casi tres siglos después, tenía otras motivaciones, según leemos en la revista Bedoniana del año 2007 con el artículo Impresiones de Jovellanos por el solar bedoniano, por Javier González Santos:
"Jovellanos estuvo al menos en dos ocasiones en tierras llaniscas. La primera, en el verano de 1790; la segunda, al año siguiente, camino de Santander y las Provincias Vascongadas, al comienzo de un viaje cuyo término era Salamanca, pasando por Álava a Castilla y la Tierra de Campos. En ambas, la motivación del viaje fue una comisión oficial. En 1790, para dar cumplimiento a una real orden de 18 de noviembre de 1789, don Gaspar tuvo que pasar urgentemente y con apremio a Asturias para hacer una inspección de las minas de carbón mineral, conocer su número, localización y rendimiento, así como establecer las rutas, medios de transporte y puntos de expedición para su puesta en el mercado. La intención del gobierno era estudiar la posibilidad de una explotación sistemática y a gran escala de la hulla asturiana para alimentar los hornos altos de la fábrica de cañones de La Cavada (Santander) y del arsenal de Ferrol (La Coruña), establecimientos que dependían de la Secretaría de Estado de Marina. El despacho de esta orden le llevó a recorrer los concejos de Oviedo, Siero, Nava, Piloña, Ribadesella, Llanes, Cangas de Onís (con visita a Covadonga), Caravia, Colunga y Villaviciosa; Gijón, Carreño, Avilés y Castrillón; Langreo y de nuevo Siero, en tres viajes sucesivos, que don Julio Somoza llamó «Expediciones de minas», desde el domingo, 19 de setiembre, hasta el lunes, 25 de octubre de 1790. El resultado son varios documentos de carácter oficial (algunos reservados), comúnmente denominados Informes mineros, redactados por Jovellanos entre 1789 y 1797, y que son la antesala de la minería moderna en Asturias y del despegue económico de la provincia a partir de la segunda mitad del siglo XIX"

En 1791, el cometido del viaje que trajo a Jovellanos por estos pagos recorriendo este camín real, era conocer la utilización del carbón mineral asturiano en las ferrerías y hornos altos cántabros y vascos, así como inspeccionar las minas, el comercio y la industria de estos lugares, amén de entrevistarse con el ingeniero Fernando Casado de Torres, comandante de la Real Fábrica de La Cavada y seguidamente recorrer el Canal de Castilla en tierras de Palencia, finalizando su misión en los colegios salmantinos de Alcántara y Santiago, cuya visita, como consejero de Órdenes Militares, había quedado interrumpida en agosto de 1790


Este sería el que el erudito Julio Somoza llamaría después el "largo viaje" de Jovellanos, pues duró tres meses y veinticinco días (desde el 6 de agosto hasta el 29 de noviembre de 1791):
"Llama poderosamente la atención que en este discurrir por tierras de Llanes Jovellanos no mencione, siquiera de pasada, el antiguo monasterio de San Antolín de Bedón, cuando sí visita y describe el de San Salvador de Celorio (en 1791) y otros edificios y conjuntos monumentales de Llanes (en ambas oportunidades). La razón, por extraña que parezca, es sencilla: no lo alcanzó a ver. En 1790, don Gaspar salió de Ribadesella «a las cinco de la tarde»; era 22 de setiembre y el destino, dormir en Llanes. Anocheció a la altura de Nueva y, aunque había luna, la noche era «bella» y la temperatura agradable, apremiaba el tiempo. La comitiva cruzaría el río de San Antolín por aquel «insignificante puente de madera que con frecuencia se inutilizaba» , en el entorno del antiguo cenobio; remontaría la empinada Cuesta del Aspra, pasando a la vera de la ermita de Santa Lucía (en términos de Bricia), para salir a Niembro, como se deduce  Llama poderosamente la atención que en este discurrir por tierras de Llanes Jovellanos no mencione, siquiera de pasada, el antiguo monasterio de San Antolín de Bedón, cuando sí visita y describe el de San Salvador de Celorio (en 1791) y otros edificios y conjuntos monumentales de Llanes (en ambas oportunidades). La razón, por extraña que parezca, es sencilla: no lo alcanzó a ver. En 1790, don Gaspar salió de Ribadesella «a las cinco de la tarde»; era 22 de setiembre y el destino, dormir en Llanes. Anocheció a la altura de Nueva y, aunque había luna, la noche era «bella» y la temperatura agradable, apremiaba el tiempo. La comitiva cruzaría el río de San Antolín por aquel «insignificante puente de madera que con frecuencia se inutilizaba», en el entorno del antiguo cenobio; remontaría la empinada Cuesta del Aspra, pasando a la vera de la ermita de Santa Lucía (en términos de Bricia), para salir a Niembro, como se deduce de los apuntes del Diario. Pero tampoco la entidad e importancia de aquel recinto eran por entonces reseñables: derruido el monasterio y medio abandonada su iglesia, a finales del siglo xviii Bedón era sólo la sede nominal del priorato y residencia del párroco-monje, pues el servicio religioso que atendía los pueblos de Naves, Rales y San Martín, ya se hacía en la capilla de San Vicente y Santa Ana de Naves que, en 1804 sería erigida parroquial y cabeza del priorato con el título de San Antolín de Naves y Bedón. Al año siguiente (1791), en cambio, el monasterio de San Antolín le quedaba claramente fuera de mano, apartado de su ruta, pues Jovellanos venía de Corao, bajó el valle de Ardisana y, por Posada, salió a Celorio y de allí, a Llanes"

En tiempos de Jovellanos se tienen noticias de los primeros arreglos de los caminos reales para acondicionarlos para el paso, con más o menos garantías, de los nuevos carruajes de caballos y las primeras líneas regulares de diligencias. El ilustrado narra que no pocas veces tocaba apearse en subidas y bajadas, luego llegarían el ferrocarril y las carreteras, convirtiéndose el viejo camino en una vía pecuaria más en muchos de sus tramos, recuperados ahora como ruta jacobita, una de sus históricas funciones


De la misma manera que los altos cargos y viajeros de renombre gustaban de hospedarse en las villas camineras, pues estas disponían normalmente de mejores infraestructuras y posadas, los peregrinos de antaño buscaban de las instituciones hospitalarias que solían existir en las mismas especializadas en el amparo de los romeros. De esta manera era muy fácil que soliesen ajustar sus jornadas andarinas respecto a ellas, por ejemplo del hospital de San Vicente de la Barquera al de Llanes, y de este al de Ribadesella/Ribeseya para continuar hacia los de Colunga y Villaviciosa, pero existían otros establecimientos intermedios


En este tramo, por ejemplo, se conoce que el monasterio de San Salvador de Celoriu tenía su propia alberguería y que, poco más adelante estuvo la citada Venta de Castañeda, no exclusiva de peregrinos pero sí donde estos podrían acomodarse con demás transeúntes. Especial relevancia tendría en la ya cercana Nueva el Hospital de Nuestra Señora de la Blanca, junto a la capilla de esta advocación


En siglos pasados, la belleza del paisaje se consideraba más respecto a lo duro o cómodo del Camino que con los parámetros actuales, de ahí viene que en 1517 Laurent Vital se centrase en el temible paso de los ríos Aguamía y Beón más que en otras disquisiciones:
«Un sábado, 26 de setiembre, el Rey partió de ese puerto llamado Ribadesella, e hizo un recorrido de cinco grandes leguas para ir a alojarse a un pequeño pueblecito llamado Llanes. Yendo a esta parte, pasó varias altas montañas y valles y, muy a menudo, ríos a vado, peligrosos por la rapidez del curso de las aguas, que no se podían pasar más que cuando la mar estaba baja, pues entonces casi llegaba hasta la silla de los caballos. En estos ríos había en el fondo tantas rocas como encima de las montañas, por la gran abundancia de las piedras que las nieves y las grandes inundaciones llevan allí; por lo cual, el camino era más peligroso, de modo que era necesario, por medio de la jabalina u otra arma, sostenerse contra la rapidez de dichas aguas o quedar en peligro de ahogarse, a causa de que, a trechos, era tan profundo que no hacía falta más que fallar el pie para, hombre y caballo, ir a perderse y ahogarse agua abajo, que corría sumamente rápida»

Más de cuatro siglos después, en 1837, otro notable viajero-cronista, George Borrow, recorre este tramo que luego despacharía en estas frases, muy significativas, viniendo también en dirección contraria a nosotros:
"Dormimos en Ribadesella, y al mediar el siguiente día llegamos a Llanes. El camino corría entre la costa y una inmensa cadena de montañas que alzaba su barrera formidable a una legua del mar. El terreno por donde íbamos era regularmente llano y parecía bien cultivado. Abundaban los viñedos y los árboles, y a cortos intervalos se alzaban los cortijos de los propietarios, edificios de piedra, de planta cuadrada, rodeados de un muro exterior"

Pero en estos caminos había otros viajeros más, si bien en otro sentido de viaje completamente distinto, casi que podríamos decir interdimensional por no decir directamente sobrenatural, la hueste, güeste, güestia, huéstiga, media docena, santa compaña... y demás denominaciones de la macabra procesión de ánimas en pena que reclamaban a los vivos causas pendientes para con ellos o con la religión y la sociedad. De este mito tan extendido por Europa entera, y especialmente patente en estas rutas milenarias, glosa en verso Celso Amieva:
Van en negra procesión. 
Son la Huéstiga enlutada. 
¿Quiénes son? 
A media noche lunada, 
el Xírigu, la Ajumada, 
el terrible Vicentón 
Encabronau, 
El Diosu con el Cagón… 
y el Embutau. 

¡Ay, San Roque y la Magdalena, 
que viene la Media Docena! 
¡Virgen de Guía, 
llega la negra theoría! 
¡Por el Cristo del Amparo, 
que no vean claro! 
¡Por el Cristo del Camino, 
que se vuelva la Hueste por donde vino! 
¡Por la Virgen de la O, 
que no vean a quien los vió! 
¡Por San Salvador de Celorio, 
que entaíne a romperse el encantorio! 

Las ánimas en pena 
no marchan a derecho. 
¡Son la Media Docena 
condenada de ahecho! 

El bendito reposo 
no conocen jamás. 
Su camino espantoso 
van haciendo en ziszás. 

El Empujado, al frente, 
tropezón y empujón. 
Marchan eternamente. 
Kyrie eleysón.

—Yo te embuto, cabrón y puto. 
Nosotros te embutamos, que por la noche vamos. 
—Embutado soy 
que por la noche voy. 
Me tratan a embutones
 cuatro cabrones
 y una puta muy puta
 que es la que más me embuta. 
¡Ave María, 
gori gorón! 
La Cofradía 
del Embutón.

Es curioso cómo Celso Amieva cita en esta poesía también al conde Muñazán, legendario fundador del monasterio de San Antolín, arrepentido tras un horrible crimen, y al pecador abad de San Antolín, Fray Pedro de Posada, que recibió precisamente a Carlos I en 1517 y luego lograría de él un mayorazgo para su hijo, además de mencionar el poeta las tristezas de la desamortización
"—Ya no sé cuándo, 
cómo ni dónde, 
hijo nefando 
del infortunio, 
yo he sido el Conde 
de Muñazán, 
Señor don Munio 
Rodríguez Can. 
Yo he sido crimen, 
mas contrición.
 —Aún tus víctimas gimen 
en San Antolín de Bedón. 
¡A embutones saquémosle 
del monasterio! 
¡A embutones echémosle 
al cementerio! 

—Yo fui después Fray Pedro de Posada 
de San Antolín abad. 
Me enamoró de una sobrina casada 
la cristianísima beldad 
y al pie del santo crucifijo, 
a oscuras y a palpo engendré un hijo; 
he sido un monstruo de maldad. 
Mi vida fue un continuo hartazgo, 
pero no todo lo hice a tientas: 
para dar a mi hijo un mayorazgo 
despojé al monasterio de sus rentas. 
Después, gracias a Dios a Nuestro Señor 
y a mi diplomacia diabólica, 
todo lo refrendó la Majestad Católica 
de Carlos Quinto Emperador. 

—A embutones saquémosle 
del monasterio. 
A embutones echémosle 
al cementerio. 
Por los siglos enteros, 
a embutones que baile. 
Embutad, zancañeros, 
embutemos al fraile, 
que esta noche de plenilunio 
ya no es Don Munio; 
ya no hará más su medro 
siendo Fray Pedro; 
si en su monasterio San Juan de Celorio 
arrambló los bienes de San Antolín,
 prior celoriano de fuso y tortorio 
luego escomulgónos a nós en latín 
cuando arrebañamos por veinte mil reales 
a la famosa desamortización 
huertos, pumaradas, llosas y maizales 
que fueran de San Antolín de Bedón. 
Y por la su culpa nos da el Purgatorio 
la pena de todas las noches errar, 
¡Embutad al padre prior de Celorio, 
embutad que caiga para no se alzar! 
Ave María, 
Gori gorón. 
La Cofradía 
del Embutón"

El Camino empieza a subir suavemente para llegar a las primeras casas de Villah.ormes, cuyos paisajes plasmó en 1927 el artista Ricardo Casielles, a quien recuerda en la revista Bedoniana del año 2005.  Javier Barón Thaidigsmann con el artículo Dos paisajes de Villahormes y una semblanza biográfica de Ricardo Casielles:
"Por aquel entonces era Villahormes una colonia de veraneo, a la que acudían algunas conocidas familias ovetenses, según se comprueba en las gacetillas de la prensa de la época, de las que se deduce que viajaban a aquella localidad a comienzos del mes de julio y regresaban avanzado el de setiembre1 . Allí pasaba los veranos el escritor y periodista Antonio José Onieva, uno de los personajes importantes de la cultura asturiana en los años veinte y treinta, que acudía a Villahormes desde la segunda década del siglo. Allí veraneaba igualmente Javier Rubio, Catedrático de la Universidad de Oviedo, especialista de Matemáticas y gran aficionado al fútbol, con su esposa, su hija María Teresa y su cuñada, María Dolores Reinoso. También lo hacía Camilo Baldeón, con su esposa y sus cuatro hijas, y Luis Fernández, empleado de la Banca Masaveu, con su familia. Además estaba Florentino Carral, que se dedicaría al comercio de telas en Oviedo y cuya esposa, María Antonia Pérez, había sido maestra en la escuela de Villahormes, donde habían nacido sus hijos Aníbal y Tránsito. El pintor avilesino, pero también muy vinculado con Oviedo, Nicolás Soria (1882-1933), de cuyo Instituto de Segunda Enseñanza era Catedrático de Dibujo desde 1912, plantó su caballete a veces en Villahormes, especialmente en el Castañéu, que pintó al menos en dos cuadros, uno de ellos adquirido hace unos diez años por el Banco Herrero. Soria daba lecciones de pintura a Luis Suárez Guanes y también a la ovetense Blanca Meruéndano Cantalapiedra (1909-2005), que pintaron más bien cerca de Llanes. Y en Hontoria lo había hecho ya, en la década anterior, el conocido marinista gijonés Juan Martínez Abades (1862-1920), autor en 1913 de vistas de aquel lugar. Coincidió allí, así, un núcleo con ciertos intereses culturales y artísticos, que debían animar y estimular, sobre todo, Onieva y Casielles. Este último acudía durante todo el verano en unión de su esposa Josefa Pañeda, sus hijas Lola y Chani, y su cuñada, María Pañeda"

Ciertamente es como si hubiese habido en estos pueblos una incipiente y espontánea colonia de artistas-veraneantes que luego continuaría en el tiempo con otros profesionales de la imagen, fotógrafos y cinematógrafos, retratando no sólo la impresionante costa sino también los bellísimos paisajes del interior


Mediado el siglo XIX, casi al comienzo de la época indiana propiamente dicha que transformaría estos pueblos con las inversiones e iniciativas de los emigrantes de ultramar, el Diccionario de Madoz nos informa de la producción y otras características de la parroquia de H.ontoria a la que pertenece Villah.ormes:
"se cosechan regularmente en cada año unas 3.000 fanegas de maíz, 100 de escanda, bastante cantidad de patatas, habas, unas 1.200 cántaras de sidra, castañas, nueces y otras frutas, sin excluir la de limones y naranjas; hay ganado vacuno, caballar, lanar; caza de perdices, codornices y liebres; variedad de pesca en la costa y alguna menuda en dicho riachuelo. Industria y comercio: la agricultura, fábrica de tejas, 4 molinos harineros y elaboración de sidra; consistiendo las principales operaciones comerciales en la extracción de limones y naranjas; aunque en corta cantidad. Población: 160 vecinos, 685 almas..."

Avanzando en ese siglo el incipiente turismo playero, estos pueblos y parroquias empezaron a ser frecuentados por los primeros veraneantes, por lo general pudientes, a veces invitados por sus amigos indianos. Una costumbre la de tomar el sol y baños de mar auspiciada por los avances médicos e higiénicos y que no fue una moda pasajera sino que se extendió a todas las clases sociales y se incrementó y asentó en el siglo XX. Además a finales de esa centuria (años 1993-1994) se señalizó por primera vez el Camino Norte y se recuperó el camín real, empezando a llegar los primeros peregrinos de la época actual, un fenómeno que se incrementó notablemente en la segunda década del siglo XXI, abriendo numerosos albergues y alojamientos como estos que se anuncian a la entrada de Villah.ormes


Si bien Villah.ormes pertenece a H.ontoria, su vecindad con Naves hizo que en los registros de escrituras del siglo XVIII los notarios y escribanos las tratasen como una unidad, tal como leemos en este documento:
"Naves y Villaormes – (Porque aunque Villaormes es de la feligresía de Hontoria, andan por su summa vecindad tan mezcladas haziendas y personas en los Foros y Préstamos de estos dos lugares, que me parezió maior claridad mezclarlos aquí también en los nombres..."

La cuesta va acabando cuando llegamos a las primeras casas de El Mercáu. El Camino discurre por este barrio en el extremo sur del pueblo. Un poco más al norte existe un barrio, El Colláu, y en él un lugar conocido como El Hospital, donde ahora hay unos apartamentos


 ¿Hubo entonces un hospital de peregrinos o pobres, transeúntes, etc.?, no sería difícil que los monjes de San Antolín, como los de Celoriu, dispusiesen de algún servicio de alberguería, pero no parece haber llegado de él más que el topónimo. Tal vez de haber existido muy modesto y tuviese corta vida, posiblemente desapareciendo con la incorporación a Celoriu, pues sus tierras y rentas pasaron a los monjes celorianos, como podemos comprobar en este otro documento de época:
"Foro perpetuo de la 4ª parte de tres corrales en la aldea de Villaormes junto al Hospital, plantados de nogales y otros árboles a favor1 de Juan de San Martín y de Theresa su muger, vezinos de San Martín = Renta un zelemín de escanda = Esscribano Pedro Sánchez de Posada = Año de 1541 = Estos corrales los havía antes vendido a la Casa el sobredicho Juan de San Martín, de los cuales los dos están como queda dicho junto al Hospital, y el otro junto al cueto que se dice de la Cruz = Cahe incomiso no pagando todos los años = No se pueden partir las piezas, ni vender ni enagenar sin lizenzia del Monasterio"

El concepto de hospital era naturalmente diferente al actual, tendría que ver más con hospedería para pobres (lo que actualmente denominaríamos albergue de transeúntes) que con centro sanitario, si bien es verdad que ciertos cuidados que solían estipularse, lecho, lumbre, sopa, revitalizarían muchos cuerpos necesitados. Algunos sí irían especializándose en cuidado a enfermos, leprosos en concreto. En Llanes y al lado del Camino Norte supimos de la de San Lázaro de Cañamal (entre San Roque y Andrín). Otra estaría más al sur, en el Valle de Ardisana, también bajo la advocación de San Lázaro, patrón de los malatos o leprosos


Nada sabemos pues del antiguo hospital que pudo haber en este pueblo pero sí que en la actualidad abre sus puertas el Albergue Villahormes, inaugurado en 2012 y reformado en 2017. Especializado en peregrinos es no obstante y como casi todos los de carácter privado, turístico, por lo que acoge a todo tipo de gentes, no solamente peregrinos. Son sus gestores Enrique y Kelly


Es interesante saber que tienen servicio de bar-restaurante y cuentan además con una pequeña tienda. Donan dos euros de cada reserva a dos orfanatos de niños discapacitados


A la altura del albergue enlazamos con otro camino y seguimos de frente, a partir de aquí ya por firme asfaltado, algo muy diferente a las callejas rurales o caleyas que conoció Bernardo García Suárez, cuya añoranza de la infancia plasmó en Bedoniana 2006 con Mi memoria sensorial de aquel Villahormes:
"En aquel tiempo las caleyas estrechas y en algunos casos bordeadas de bardales, tenían el piso de tierra y piedras, de manera que cuando llovía (y ante mis ojos de niño llovía mucho más que ahora) se convertían en barrizales o llamazales. Como las vacas salían dos veces diarias al río, mezclaban sus excrementos (moñicas) con fango que expelía un olor característico. Ahora, con la cubierta de alquitrán y el agua en las pocas cuadras que quedan, los caminos son inodoros. Incluso el cuchu de ahora ha cambiado de «aroma» al alimentarse las vacas con piensos y la hierba ensilada en las citadas bolas de plástico"

Seguido al albergue y en el mismo edificio, una hamburguesería y pizzería. El auge del Camino y el trasiego de peregrinos ha posibilitado la apertura de nuevos negocios de alojamiento y hostelería, no sólo ya en la misma costa, sino en lugares más al interior pero transitados por la ruta jacobita, tal que este

Banco a la sombra, un buen lugar para un alto caminero y recordar, también con Bernardo, cómo han cambiado los gustos culinarios al hablar de su memoria gustativa de los sabores del ayer:

"También este sentido recuerda otros sabores de aquel Villahormes de mis primeros años. Sabores que están ligados sobre todo a aquellos alimentos cuyo principal componente era la harina de maíz. Las humildísimas jarrapas, harina y agua bien cocidas, fueron muchas veces una cena sabrosa, nutritiva y de fácil digestión aun cuando la panzada sobrepasara lo razonable. En el centro del plato de jarrapas una pella de mantequilla mazada por mi abuela y encima una cucharada de azúcar: un manjar. Ahora el maíz se produce tras manipulaciones genéticas de laboratorio y la mantequilla fabricada por procedimientos industriales hacen evidentemente las jarrapas un tanto insípidas así como la leche de «brik», exenta de todo tipo de gérmenes, sabe muy distinto que la de aquellas vacas, insisto, alimentadas solamente con hierba, y mecida directamente sobre una taza para mi merienda. 

Hablemos de otro producto elaborado con harina de maíz y que ha desaparecido con las cocinas de gas, eléctricas y hornos microondas: el talo. Fue otra golosina para el paladar no menos sencilla que las jarrapas. En este caso con la harina y agua se hacía una masa que una vez bien trabajada servía para hacer unas tortas de muy poco grosor y que protegidas con hojas secas de castaño se cocían sobre una chapa de hierro que colgaba sobre el fuego de leña. Un buen trozo de talo caliente con una gran taza de leche fría provoca en mi memoria una gula un tanto pecaminosa. ¿Dónde fueron a parar la cocina de llar y el artilugio llamado talo

La borona, las castañas cocidas en un pote de hierro o asadas al tambor, la lleche cocíu, el pantruque... Sabores irrecuperables de un tiempo en que no se conocía el tratamiento con hormonas ni los abonos químicos ni las grandes cadenas industriales. 

En cuanto a aquellos pasteles de Llanes elaborados por pasteleros artesanos con los productos mencionados y sólo para los días de fiesta, cuando todavía no había llegado la avalancha de turistas con dinero fácil y gusto dudoso, regalaban el paladar con sutiles sabores. Los pasteles actuales del actual Llanes son la mitad de grandes y la mitad de ricos que los de entonces"

La terraza: el camino en Villa.hormes será predominantemente llano salvo alguna suave bajada y subida como la de la ermita de San Antoniu, ya a pocos metros de aquí

A la izquierda, en este cruce, unas señales en un poste pueden ofrecernos cierta información interesante

Según esto estamos exactamente a 444 kilómetros de Santiago de Compostela... ni más ni menos


En esta encrucijada de caminos avanzaremos todo de frente. Estamos no muy lejos de la estación, aunque no llegaremos a verla desde el Camino, pero que, inaugurada en el año 1905, constituyó un importante impulso a las comunicaciones de la costa oriental asturiana, favoreciendo la llegada de veraneantes


Uno de aquellos veraneantes, pionero del turismo en Llanes, era el niño Sampedro Fanjul, quien de mayor glosaría sus memorias en La estación de Villahormes, artículo publicado en la revista Bedoniana del año 2009:
"Pocas cosas hay que se me representen con tanta fuerza como los viajes al verano en la infancia, que como correspondía a la época, se hacían en tren. Un buen día ya no iba al colegio –recuerdo que hasta los nueve o diez años nunca acabé el curso–, y la indescriptible excitación previa a todo viaje infantil se apoderaba de mí, pues un año más, con mis abuelos y anticipándome en varias semanas al resto de la familia, partía rumbo a Villahormes. El viaje, que duraba cuatro horas, se iniciaba en la estación de Sama y la primera etapa acababa en el transbordo de El Berrón. Luego el paulatino desgranarse de estaciones con nombres sugerentes y sonoros, Ceceda, Carancos, Sevares, Soto de Dueñas, Camango, Belmonte, me iba acercando al destino final, cuya penúltima parada era Nueva. Allí, justo cuando un potente silbido anunciaba la salida del tren, iniciaban mis abuelos la acelerada y nerviosa recogida del equipaje. El tren no tardaba en enfilar presuroso la recta de Lliberias, último tramo del trayecto, antes de detenerse, tras una prolongada y ruidosa frenada, en Villahormes, donde un sólido y orgulloso edificio flanqueado por cuatro espléndidas palmeras y con las ventanas de la segunda planta abiertas de par en par, quedaba, ante mi atónita mirada, armónicamente encuadrada en la ventanilla del vagón. 

La sensación de bajar del tren en aquel lugar bullicioso que representaba la puerta a un mundo renovado, era una mezcla de alegría por la culminación del viaje y de asombro y temor por la promesa de los días vivificados que ante mí se desplegaban. Y la ansiedad de los viajeros que se agolpaban ante las puertas de los vagones, mientras otros más tranquilos apuraban hasta el último momento la despedida, unida al estallido de color rojo de los geranios de la vivienda del jefe de estación y al guirigay de los gorriones en las palmeras, podían componer la estampa de lo que era en aquellos días la excitante llegada de un tren. 

Frente a la estación se extendía el alargado lienzo que componían el Bar La Peña, coronado por frondosos encinares y entonces más conocido como Casa Antón, el Bar Villa y el Hostal Venezuela, que ostentaba su nombre en unas inolvidables letras verdes bordeadas de un orgulloso naranja. De la estación se podía salir por una portilla que daba directamente al Bar La Peña, en el que se podía apreciar la expectativa que en los parroquianos creaba todavía la llegada de cualquier tren y hacia el que mi abuelo se dirigía para intercambiar los correspondientes saludos, o por el sendero que en diagonal cruzaba el prado y que era el que mi abuela y yo, seguidos por Carriles el maletero y los baúles, utilizábamos"

Era pues costumbre veranear en Villah.ormes aquellas personas que, deseosas de desconectar de la vida en los centros urbanos e industriales, buscaban, dentro de sus posibles, pasar un verano apacible, sigue contando Sampedro Fanjul:
"Recuerdo una conversación de hace ya tiempo con Benito Eguiagaray, en la que le preguntaba cómo había empezado su familia a pasar los veranos en Villahormes, y me contó entonces los frecuentes viajes de trabajo que su padre hacía en tren por la cornisa cantábrica y cómo un día había decidido apearse en la estación para conocer el pueblo. No es difícil imaginarse al viajero sentado en uno de aquellos traquetreantes trenes de madera, enfilando los túneles de Serronda antes de llegar a Villahormes con la lejanía del horizonte marino en la imaginación, que las palmeras y los encinares del fondo sobre el Bar La Peña, no habrían hecho sino exacerbar, obligándole un indeterminado día a echar pie a tierra. Así es que una de las múltiples paradas del tren en nuestra estación en aquellos periplos laborales, junto a la existencia de los horizontes marinos, las misteriosas encinas y quién sabe qué cosas más, fue el feliz origen de la presencia de la familia Eguiagaray en nuestros divertidos e inolvidables veranos"

Fuente en el Camino, flanqueada por bellas hortensias. Parece de las hechas allá por la década de 1950 para suministro vecinal lo más cercano a las casas posible. Más adelante ya llegarían las cooperativas de aguas y similares, metiendo el agua corriente por fin en todos los domicilios, algo que únicamente podían permitirse hasta entonces algunos indianos y pudientes


La belleza de las hortensias puede venir a colación del impacto que suponía para los mozos del pueblo y los demás veraneantes masculinos, la llegada de las "nuevas Marilyns", las chicas de ciudad, a veranear a Llanes, como las llamaba el poeta Pablo Ardisana y como lo recuerda Fanjul:
"Hace ya bastantes años me mostró Pablo Ardisana uno de sus primeros artículos en El Oriente, del que estaba especialmente satisfecho. Se titulaba «Las nuevas Marilyns» y en él relataba cómo sus ojos ávidos de novedades, observaban sigilosamente un año más, el desembarco en Villahormes de las deseadas veraneantas, que competían sin desmerecimiento alguno –opinión aún hoy mantenida y razonada–, con las más fascinantes estrellas de las películas que daban en el Cinema Ereba. Y es que la estación también era la puerta por donde cada año irrumpía un mundo lejano y mitificado que era el imaginario fundamental no sólo de la juventud de nuestro poeta, sino también de la afición en general"

Mirando al Camino, una vieja casa de corredor mantiene la estructura original de una antigua casa campesina sin reformar, con su huerto alrededor. La estación se encuentra más al norte, en el barrio de Los Beyos o sus inmediaciones, tapado por las arboledas que vemos al fondo, un paisaje familiar para Sampedro Fanjul:
"Fue precisamente en la mudanza de Carmina Carriles a Hontoria cuando encontré en su casa de Cardosu, tres de aquellos billetes de tren de grueso cartón perforado, que hoy están entre las más preciadas de mis antigüedades. Dos de ellos correspondían al trayecto Villahormes-Llanes ida y vuelta y el otro al de Posada-Villahormes y no cuesta mucho suponer que fueron utilizados por su hermano Milín. Porque no todo eran veranos, vacaciones o viajeros misteriosos; también la estación formaba parte de la vida cotidiana de los lugareños. Hay un viaje adolescente de Juan Ardisana a Oviedo, en el que se mezclan los fulgores de su imaginación con los primeros contornos, amables o agrios, de la vida. En él nos encontramos a nuestro amigo en un andén invernal en pos de las primeras luces, esperando temeroso junto a su padre la llegada de la resoplante locomotora, que por la prestancia de sus acabados de bronce y latón, se le aparecía como recién salida de un anuncio de Sidol. No podía saber que por delante le aguardaba lo que iba a ser un viaje inolvidable, en el que la incorporación en las sucesivas paradas de todo tipo de gente fascinante y extraña, le habría de desvelar pintorescos ambientes y actividades hasta entonces desconocidas, algo así como el trajín del mundo manifestándose en el recorrido en tren de Villahormes a Oviedo. Todavía ese viaje es hoy uno de los temas favoritos de Juan, y en sus líricos y profundos raptos etílicos, es frecuente oírle relatar, siempre el mismo pero siempre renovado, este acontecimiento fundacional de su existencia. 
Si las mañanas amanecían frías los días de mercado en Posada en los que Juan acudía a ejercer su ocasional actividad de venta al por mayor, era frecuente que el jefe de estación le franqueara su caldeada oficina, presidida por los retratos de Hitler y Franco, donde se sentaba asido a su valiosa cesta repleta de variopintas mercancías, logrando así que la espera le resultara más llevadera y el ánimo para efectuar su ingente tarea comercial, casi siempre culminada con éxito, se mantuviera a salvo de cualquier atisbo de flojera"

A la derecha podríamos visitar la tan bien glosada Estación de Villahormes que fue de los antiguos Ferrocarriles Económicos de Asturias, compañía ferroviaria integrada en Feve en 1972. El Camino no obstante sigue de frente todo recto hacia San Antoniu, unos parajes que no quería dejar atrás el niño Fanjul:
"Tampoco vayamos a creer que los veranos eran exclusivamente espacios de expansión, fantasía y felicidad. Aunque estos se prolongaban al límite, hasta el punto de que nunca empecé un curso a tiempo hasta el bachiller, un día, de repente, el verano tocaba a su fin y llegaba el momento del regreso, convirtiéndose la estación, en la que siempre hacia mi entrada llorando, en el amenazador ámbito de la angustia y la zozobra. Recuerdo un año en el que poco antes de la partida, no tuve mejor ocurrencia que esconderme en el desván de casa. Ya el año anterior había realizado la misma operación, instalándome justo al comienzo de las escaleras, donde no tardaron en dar conmigo; así que ese año elegí la parte más escondida del desván y si bien es cierto que la búsqueda fue más ardua, al final el resultado fue el mismo. Heme pues al poco rato sentado en el banco de la estación entre mis abuelos y los baúles, bañado en lágrimas y mirando de reojo el magnífico reloj de hierro anclado en la fachada, mientras aguardaba la triste llegada del tren. Esta se hacía inminente con los toques de campana que anunciaban la apertura de la taquilla –recuerdo cada resonante tañido como una quemadura en mi estrujado corazón-. Hasta que por fin, aquel indeseable heraldo de la ausencia de mar y de los largos inviernos, hacia su aparición tras doblar la última curva, presto a arrancarme sin piedad, de mi paraíso infantil"

Al fondo, las boscosas laderas de Proiberos y El Llanu H.ontoria. A la derecha un viejo muro de piedra cierra una finca arbolada

Y en la esquina del muro, concha y flecha marcándonos la dirección a seguir

Otra preciosa mata de hortensias sobre el muro que separa el Camino de las fincas de la izquierda, laderas de La Casina y El Llanín

Nuevas construcciones de casas vacacionales, segundas residencias, apartamentos turísticos...

A la derecha, más allá del muro, divisamos la casona de esta gran finca, rodeada de castaños

Caserón de cortafuegos, con estructura de planta cuadrada y tejado a cuatro aguas

Foto de la casa en primavera, más allá cruza la finca La Riega Llagañas o Llaguñas, afluente del Ríu San Ciciliu, al que dará sus aguas antes de su desembocadura en la cercana playa de La Güelga, al norte de H.ontoria, cabeza de la parroquia

La riega pasa bajo el Camino un poco más adelante, donde hay un puente, justo ahí empieza una suave cuesta a San Antoniu


El Camino, aunque asfaltado en este trecho, conserva su trazado original, al menos eso nos dicen los autores del citado trabajo El Valle de San Xurde -El paisaje: la memoria recuperada-:
"El Camino de Santiago o Camino Real a su paso por este espacio sigue aún manteniendo su trazado original de forma mayoritaria y junto a la vía que va de Cuevas del Mar a Corao (según algunos autores se trataría de la vía usada por las legiones romanas para la ocupación del corazón de los territorios cántabros Vadinienses, desde la costa) constituyen las principales vías de la antigüedad que aún son reconocibles"

Prados arriba, más urbanizaciones. Seguimos consultado este libro dedicado al Valle de San Xurde, cuando nos dice:
"La población se establece preferentemente sobre la rasa costera, donde se encuentran ubicadas la mayor parte de las localidades, concentrada sobre todo en las principales de ellas (Nueva, Naves, La Pesa, Hontoria, Villahormes). Puede considerarse como ejemplo característico de un territorio intercalar en el que determinado número de aldeas repartido por el territorio actúan como nodos de la red poblacional y entre cuyos intersticios se encuentran diseminadas las nuevas caserías -unidad económica y agropecuaria básica del medio rural asturiano- o las edificaciones que la modernidad ha ido dejando en ellos, ya desvinculadas del medio y de sus usos primitivos (...)
La presión turística en los últimos años y el abandono paulatino de las labores agrícolas conlleva el incremento del grado de urbanización junto con la desaparición de praderías. Este aspecto provoca la propagación del matorral y la implantación de monocultivos forestales basados en especies de rápido crecimiento"

Efectivamente, más allá, reconocemos las plantaciones de ocalitos que imperan en gran parte de la cornisa cantábrica. Seguimos consultando los datos del libro del valle:
"El concejo de Llanes presenta un aprovechamiento maderero de 13700 m3, un escaso 1,6% del total en Asturias, siendo fundamentalmente eucalipto (13272). El aprovechamiento de esta especie ronda el 2% del total cortado en la Comunidad, según datos del año 2013.  Con estos datos podemos inferir para el Valle de S. Xurde unos aprovechamientos de 1297 m3 de eucalipto en el año 2013 si efectuamos una estimación proporcional (2777 Has. en el Concejo frente a las 272 Has. que ocupa el eucalipto en el valle). Ello supuso, según los precios del año 2014 (45€) un ingreso de 60000 € brutos, aproximadamente5 , cada 15 años. La repercusión económica sobre el Valle supone una exigua renta de 30€ por habitante cada tres lustros"

Como contraste con el eucalipto, unos frondosos castaños flanquean el paso de La Riega Llagañas. El historiador y arqueólogo José Mª Quadrado y Nieto, Archivero General de las Islas Baleares, fue uno de los muchos viajeros que hicieron esta ruta, la principal antes de la construcción de las primeras carreteras y el ferrocarril, escribiendo en 1855
"De Ribadesella a Llanes, castaños colosales y artísticas formas sombrean el pintoresco camino, que durante leguas domina cual atalaya desde su altura la moderna parroquia de Pría; y la calma, la sombra, la frescura predisponen el ánimo a gozar en las más sencillas obras del arte"

Sendas pasarelas separan el camino del desnivel hacia el arroyo, que pasa debajo nuestro por una tubería o canal subterráneo. La Riega Llagañas nace precisamente en las laderas de La Cabañina, a más de cien metros de altura, un poco más al sur


Empezando la cuesta, Casa El Roxu. Muchas antiguas caserías y viviendas campesinas han sido reformadas al abandonarse el trabajo del campo o a causa de sus transformaciones, por ejemplo las cuadras ya no suelen estar pegadas a las casas sino algo apartadas en las correspondientes naves ganaderas, así como sus almacenes y talleres, con lo que se desplaza buena parte de la actividad a unos metros de los domicilios:
"El apartado de la vivienda refleja de forma nítida la influencia que el turismo está teniendo sobre el urbanismo en el concejo de Llanes. Los datos suministrados por el INE corroboran el notable incremento de la segunda residencia, que casi se duplica, en tanto que la vivienda principal sube un 17%, en correlación con el incremento de la población. Se carece de información respecto al Valle de S. Xurde aunque podemos estimar que la situación, en promedio, será aproximada"

A la izquierda el cauce, seco en verano, solo el surco y una fila de cantos delatando su lecho indican que el riachuelo pasa por aquí


Ya empezamos a ver la capilla de San Antoniu, donde se celebra una de las dos romerías de Villahormes, la otra es la de Santolaya, cuyo santuario está al norte de la población, cerca del mar y del famoso palacio villajormiegu de La Espriella. Por supuesto, cada fiesta tiene su bando o agrupación para su organización y promoción, algo diferente a una comisión de fiestas o una cofradía pues suele identificar una muy marcada identidad de pertenencia a un barrio determinado. La especialista Yolanda Cerra Bada manifiesta que su origen está en las fiestas de las diferentes capillas de Llanes y que surgieron de las rivalidades entre exaltados y moderados tras la muerte de Fernando VII y con la aplicación de las grandes reformas liberales


El cariz político de los bandos fue desapareciendo y evolucionaron a grandes entidades festivas vecinales, a veces con intensa rivalidad entre ellas para celebrar el éxito de la mejor romería, extendiéndose a los demás pueblos y parroquias del concejo. En la página de Antropología de Asturias hallamos esta explicación:
"Los bandos nacen en el año 1837 fruto de la enconada lucha política entre el partido exaltado y el partido moderado (hoy diríamos entre progresistas y conservadores), quienes celebran y discuten sus triunfos electorales en la localidad de Llanes a través de la celebración de la fiesta de la Magdalena (22 de julio) y san Roque (l6 de agosto).  Aunque el origen es político, pronto la motivación inicial es sustituida por la rivalidad entre barrios. Estas dos fiestas acaban con el sistema festivo del Antiguo Régimen y, desde la marginalidad, pasan a ocupar la posición central.

El nuevo sistema festivo coincide con la introducción en España del movimiento romántico cuyo ideario contribuye a descubrir y poner de moda las costumbres populares campesinas. Estas fiestas toman elementos rústicos como el ofrecimiento de los ramos de pan, que llevan a evocar antiguos rituales naturalistas puestos en valor entonces.  También tienen que ver con la construcción de una indumentaria específica llamada “traje de aldeana” y “de porruanu”, ricos trajes que pretenden evocar la vestimenta rural. El protagonismo de las élites en el origen de los bandos y en la potenciación de la indumentaria está suficientemente probado"

De la repercusión de la fiesta y bando de San Antoniu llega a decir Bárbara Morán en su crónica de la fiesta para La Nueva España publicada el 14-8-2007:
"Villahormes tiene menos de 200 habitantes en invierno, pero en verano la cifra se dispara. Muchos vecinos que residen fuera vuelven sólo para participar en las fiestas de San Antoniu, que se celebran por todo lo alto durante dos días. El domingo se había plantado la tradicional joguera en el prau de la fiesta (...). Después hubo reparto de bollos preñaos y botellas de vino"

No hemos encontrado de momento demasiada información sobre el origen, construcción y demás avatares del santuario fuera de lo escrito en las crónicas festivas de su popular y multitudinaria romería, pero su situación a la vera del Camín Real de la Costa señala que su ubicación no está elegida al azar


Sí deseamos compartir parte de un artículo que arroja algo de luz al respecto, así como de episodios históricamente bastante recientes del pasado del pueblo, Villahormes: los mexicanos, publicado en El País con la firma de Feliciano Fidalgo:
"Villahormes es una aldea de veras del concejo de Llanes; el concejo de Llanes son 65 pueblos, y todos juntos censan 30.000 habitantes. Villahormes son unas 40 casas de antes, retocadas. Da gusto pasear por su media docena de calles lisas, casi amenazadas por las zarzas. Hay asturiano que no sabe ni pío de Villahormes. Y peca. Hasta aquí vino incluso el rey don Alfonso XIII a visitar a los marqueses de Argüelles. El marqués Federico Quirós era el amo humano y divino del pueblo. Y en el cementerio que lea a quien le pete el epitafio de su mausoleo: 
"Después de Dios, la casa de Quirós". La casa dicha está muy tiesa en la vera del camino, de un kilómetro, que da en la playa de las Huelgas, una miniconcha de Donostia en oro bruto"

Pasa ahora Fidalgo a describir la historia de los emigrantes indianos, llamados mexicanos por ser allí donde residieron. También cuenta de los dos bandos existentes:
"En Villahormes nos hemos regalado con Los mexicanos. Los mexicanos son cinco: José Francisco Gavito; sus hijas, Lorena, ya universitaria, Magali y Carla, y su mujer, Gabriela. José es símbolo de una historia de emigración que ya es leyenda en Villahormes. José nació en México porque su padre, Agustín Gavito, emígró en 1919 para salir de la necesidad, y casé con Consuelo, mexicana. José es ingeniero de Caminos y empresario. Todos los meses de agosto de cada año viaja a Villahormes, con su prole, "porque quiero que no olviden sus raíces humildes". En Villahormes viven en una casa que ya fue de su tatarabuelo. Todos los Gavito son de aquí y de otros pueblos a la redonda; en Llanes hay una avenida nombrada Egidio Gavito, pariente lejano de José. En Villahormes se festejan dos santos: santa Eulalia y san Antonio. Ahora están en pleno follón novenario porque mañana, domingo, es Santa Eulalia. Y el día 13 inmediato es San Antonio; la mitad del pueblo se recoge ante la santa, y la otra mitad venera a san Antonio"

Este es el interior de la capilla visto desde la entrada, continuamos con el artículo de Feliciano Fidalgo:
"... hoy, los ocho bancos de la ermita que preside san Antonio están repletos de mujeres que vuelven la cabeza cuando el forastero husmea desde la puerta. Los Gavito son de san Antonio, porque la abuela de José escondió la estatua del mismísimo santo en su casa cuando la guerra civil de 1936, y su padre le compró unas andas para sacarla en procesión al cabo del conflicto. Y todos los días de la fiesta, el señor Gavito padre venía de México para echar la casa por la ventana en una comida de amor a la tierra y al santo; y José, fiel a la tradición, está presente todos los san Antonio de cada año con sus hijas vestidas según la tradición de Villahormes. Invita a más de 100 personas, amigos mexicanos y españoles, que degustan fabana, borona (empanada de harina de maíz), callos, mariscos, cordero, merluza, jamón, queso y vino blanco Albariño y tinto de Rioja.

José aun tiene una prima en Villahormes, Paca, que ordeña a diario sus tres vacas y comparte el orballo y el amor con su marido, Juan. Con Juan, en su cocina / sala de estar, y con José se discutió a fondo sobre lo cuantitativo del vecindario de Villahormes; el resultado fue mediocre; se calcula que viven aquí entre 40 y 80 vecinos y de 200 a 400 habitantes"

Preside el retablo del altar San Antonio con su inseparable cerdo o jabalí en su iconografía, pues dice la tradición fue curado por este santo protector de los animales que era centro de grandes romerías ganaderas en torno a las que se celebraban ferias y mercados. A la derecha vemos la Virgen del Carmen y a su izquierda el Sagrado Corazón. A la izquierda del Sagrado Corazón de Jesús está la Santina de Covadonga. A la derecha de Nuestra Señora del Carmen creemos es el Niño Jesús


Un reportaje sobre la fiesta del 2018 puede darnos una idea de cómo se celebra en la actualidad, es de Emilio G. Cea y también para La Nueva España, fecha de publicación 14 de agosto, Villahormes retumba por San Antoniu:
"Arropado por medio centenar de aldeanas en medio de dos inmensas tracas la imagen de San Antonio recorrió ayer la localidad de Villahormes entre el fervor de mayores y pequeños. La fiesta que había comenzado el domingo con la plantación de la hoguera contó con sol y calor durante la lucida procesión.

El más joven de los porruanos que tomaron parte en la celebración se llamaba Nel Martínez Llamazares y tenía tan solo siete días. Su orgullosa madre, Inés Llamazares, y su tía y futura madrina, Mónica Llamazares, se fotografiaban con el recién nacido delante de uno de los ramos. "Salía de cuentas el pasado viernes y se adelantó unos días. Por eso hemos podido venir a la fiesta. Es buenísimo. No se asusta ni con el ruido ni con los voladores", señaló la mamá.

El grupo de gaitas Principado formado por los hermanos Gregorio y Vicente Trespalacios, Manolín Vela y Juan Oliver puso la música. La misa que ofició el párroco local, Domingo González, fue cantada por el Coro Manín de Lastres.

El ramo grande cuajado de panes de enorme tamaño fue llevado a hombros por Daniel Gutiérrez, Daniel Ríos Vegas, y los hermanos Agustín y Cristóbal Gavito Sosa. El pequeño fue llevado por los hermanos Marco y Alejandro Cueto, Héctor García, Mario Gutiérrez y Manuel Félix Ardines. Abrió la comitiva con el estandarte Juan Ríos.

La mañana festiva se dio por concluida con una sesión vermú. Por la tarde hubo un taller de bailes regionales a cargo de Marta Elola. Ya a la noche tendría lugar la danza prima, seguida de la verbena amenizada por las orquestas "Versión Original" y "La última legión". Una chocolatada con leche recién ordenada cerraría las fiestas..."

Frente a la capilla el Camino conforma una ancha explanada, a partir de aquí sigue todo en llano hacia La Venta Castañeda y Nueva, un trayecto que es así explicado en El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa, coordinado por Mª Josefa Sanz Fuertes:
"Superado el río Bedón, los jacobitas, que se dirigían a Nueva, daban vista ya a las últimas estribaciones del Cuera; pasaban junto a las localidades de Naves y Villahormes, donde se localiza el conjunto palacial de la Espriella, del siglo XVII (si bien sensiblemente apartado del Camino). Salvaban a continuación el curso del río de San Cecilio por el puente del Huergo, en cuyas inmediaciones se encuentra aún, en el lugar de Castañeda, la casa de la venta que aguardaba a los peregrinos y pasajeros en este punto de la ruta. Y ya en las cercanías de Nueva, otro importante monumento señoreaba el paisaje rural que atravesaban los compostelanos. Se trataba de la torre bajomedieval de San Xurde o San Jorge, solar de la familia Duque de Estrada, señores de Aguilar y alcaides del castillo de Soberrón, en torno a la cual se construiría en el siglo XVII el actual palacio de los condes de la Vega del Sella"

La Torre de San Xurde era especialmente importante, junto con el Castillo de Soberrón, situado este en un espolón del Cuera al sur de Llanes y otra torre situada sobre El Ríu Cabra (de las que hablamos en las correspondientes entradas de blog), se gobernaba la Tierra de Aguilar, denominación altomedieval del concejo de Llanes, hasta la concesión de los fueros a la villa llanisca por parte de Alfonso IX y confirmados por Alfonso X, por lo que el centro administrativo pasó a la naciente puebla de Llanes

Vamos así saliendo del pueblo de Villah.ormes por La Grandiza, fincas y casas de este barrio que se extiende enfrente de la capilla de San Antoniu

Algunas naves indican que siguen presentes las labores agropecuarias del campo asturiano, no en vano estamos en un concejo que por sí solo ya tiene por ejemplo unas ocho variedades de quesos


Llegando a a esta bifurcación tomaremos el camino de la izquierda, entre castaños y eucaliptos


Fijémonos en el mojón jacobeo con la concha, si bien atendiendo a la normativa aconsejada habría de ir acompañado de la pertinente flecha amarilla direccional. En contra de la creencia general las conchas NO indican la dirección a seguir necesariamente, cuestión esta que incluso ha dado lugar a diversas leyendas


Es el comienzo de un itinerario boscoso, si bien las arboledas autóctonas van retrocediendo ante los monocultivos de eucaliptos para las fábricas papeleras de celulosa


Pero todavía antes de salir del núcleo de Villah.ormes veremos una pista asfaltada, unas porterías y otras instalaciones a nuestra izquierda, entre árboles: El Parque


En El Parque enlazaríamos con otro de los caminos que comunican con el centro del pueblo, La Estación, la carretera y también con las playas y la senda costera: nosotros seguimos todo de frente salvo que quisiésemos por ejemplo comer en algunos de los dos establecimientos emblemáticos, templos de la gastronomía asturiana, existentes en la AS-379, La Terraza de Laura y Casa Angélica


Hay un área recreativa y zona de juegos infantiles con columpios, situada al oeste de La Grandiza y en el lugar de Llagumelón, cerca de los apartamentos turísticos de este nombre


El Camino es una pista de zahorra o grijo que permite el paso de vehículos, pero por lo común pocos vamos a encontrar salvo alguno de servicio a las fincas


Hasta llegar a La Venta Castañeda, a unos 800 metros de aquí, recorreremos un trecho relativamente apartado de las casas por los espesos bosques de Los Riberos y Allende'l Ríu, al norte de El Llanu H.ontoria y al sur de la carretera general y el cementerio


Coincidiremos con una línea de postes y cables telefónicos y veremos alguna baliza de conducción del gas. El Camino, insistimos, será muy llano y cómodo de caminar, pudiendo llegar prontamente a Nueva


En este primer tramo, como se suele decir, "los árboles no dejan ver el bosque", pero al llegar a La Venta el paisaje se abrirá en las inmediaciones de Cardosu


A la derecha, la portilla de una de las fincas que se extienden más allá de las matas de arbolado...


En torno al Camino y en sus veredas crecen castaños, alisos, fresnos y algún roble


También lo ocalitos, si bien estos tienen sus grandes plantaciones en las antiguas fincas y en el monte


En días de sol estival agradeceremos estos largos tramos de sombra


Comprobemos que siempre vamos a tener sobre nosotros el cable telefónico, por lo que los postes, unos de hormigón y otros de madera nos indicarán también el recorrido


Bifurcación y de frente, no hay mayormente pérdida posible, hemos de continuar siempre recto por el camino principal


Un poco más allá de este monolito xacobeo hallaremos una capilla u oratorio de ánimas


Tal vez, con los claroscuros y contraluces del solen verano con las hojas y ramas de los árboles pueda pasarnos desapercibido hasta llegar justo al lado de él


En esta foto de primavera, dándole el sol, lo veremos más fácilmente a a la derecha del Camino: está en el paraje conocido como Piedramediana, a unos 400 metros de La Venta Castañeda, un lugar situado muy cerca del cementerio en el que se tiene noticia antaño se tocaba una campanilla para orientar a los caminantes durante la noche


En los oratorios de ánimas se ofrecían sufragios oraciones y limosnas, por las ánimas de quienes no descansaban en paz. Las hay de muchas formas y estructuras y abundaban en los viejos caminos reales. Si bien gran parte han desaparecido otras se conservan, como es este el caso


Recientemente ha sido habilitada una pequeña área de descanso para caminantes y romeros consistente en una mesa y bancos de madera fijos. La capilla está protegida por una especie de jaula de barrotes tras haber sido víctima de un terrible acto vandálico el primer día de septiembre de 2012 coincidiendo con las fiestas. Guillermo F. Buergo daba la noticia para El Comercio publicada cinco días después. En ella, además de enterarnos del triste destrozo, conoceremos algún detalle de su historia y construcción, vinculada al Camino:
"La capilla de las Ánimas, un humilladero a la orilla del Camino de Santiago a su paso por la localidad de Villahormes, cuya edificación original databa del siglo XII, fue arrasada en la madrugada del día 1 de septiembre por «un grupo de desconocidos», según comentaban ayer varios vecinos del pueblo. Y denunciaban que el acto vandálico lo produjeron «unos chavales que iban en dirección a Nueva, de regreso de la fiesta y parrillada que en la noche del viernes se celebró en Naves por San Antolín».

La capilla de las Ánimas es un lugar de gran tradición, «como una reliquia», para los vecinos de Villahormes. Ahora se encuentra prácticamente arruinada, sin techumbre, con la cruz destrozada, la puerta de hierro deformada y sin altar interior.

Según valoraban algunos lugareños, el humilladero original era «del siglo XII» y está situado en un margen del Camino Real, «la vía por la que Carlos V llegó a Llanes». La última reforma la realizó hace ocho años el cantero local Pedro Sánchez Peláez, quien precisó ayer que «hace tres años ya tuve que hacer otra pequeña reparación porque habían robado el dintel». Y, a grandes rasgos, adelantó que el coste de la obra actual «no va a ser inferior a 2.000 euros».

El humilladero se encuentra situado en el lugar conocido como Piedramediana, en la salida del pueblo hacia Nueva. La vecina Concepción Solís, de 82 años, recordaba ayer que, como servicio a la capilla, había «una familia que se encargaba de tocar la campanilla por la noche». Y en pago a esa arcaica actividad «se les dio una finca en propiedad». Otra vecina, Ana María Ardisana, matizaba que los autores del destrozo «son gente sin conciencia y vinieron a romperlo a propósito. Podrían estar muy borrachos pero ya llegaron con esa intención». Y la joven Lucila Sobrino explicaba que en el dintel de la capilla había una inscripción que decía «no pases sin rezar» y eso es «lo que siempre me recordaba mi abuela cuando caminábamos por este lugar»

Tal y como leemos en el blog Dendecagüelu de Luis Javier del Valle Vega, las capillas de ánimas son pequeñas capillas o altares construidos por lo general entre los siglos XVII y XIX, "consecuencia del culto a los muertos y a las almas del purgatorio", instalados al lado de los caminos y en las encrucijadas:
"con el objeto de recoger limosnas y que en ellas se realicen oraciones por las almas del purgatorio. Su construcción la suelen hacer particulares, que a su vez recogen el dinero recaudado y con él ofrecen misas por y mantienen la capilla. 
Este tipo de devoción es muy usual hasta mediados del siglo XX en todo el norte peninsular, recibiendo diferentes nombres. “Ánimas” en el Principado de Asturias, “Santucos” en Cantabria, “Petos de ánimas” en Galicia o “Alminhas” en el norte de Portugal"
 
En nuestro recorrido por el Camino Norte ya nos hemos encontrado con alguna capilla de ánimas, diferente a esta, pero con idéntica función, recordamos por ejemplo las de Buelna y San Roque (cerca de la malatería de San Lázaro de Cañamal). No vamos a repetir aquí la explicación dada para ellas, pues pueden consultarse en las respectivas entradas de blog, pero sí plasmar lo dicho por otros autores. El antropólogo Roberto González-Quevedo, por ejemplo, recopila datos muy interesantes en su trabajo Los oratorios como oxetivación d'idees y valores, citando por ejemplo al folklorista Aurelio del Llano cuando dice:
"En los antiguos caminos asturianos se alzan de trecho en trecho, como jalones de la religión, unas capillitas de ánimas, que poco a poco se van derrumbando, porque con la construcción de las carreteras ha cesado el tránsito por aquellos lugares y nadie se ocupa de ellos"

Además de rezarse por las almas se depositaban limosnas, a veces eran monedas en el cepo pero también se sabe se llegaban a poner productos de la cosecha, al recoger unos y otros el párroco ofrecería misas por los difuntos de la parroquia y se evitaría que estos se hiciesen presentes reclamando causas y cosas pendientes a los vivos, la temida  güestia  de la que hablábamos al principio en La Caleya d'Argumeda


Según los investigadores, la idea del Purgatorio como un lugar intermedio, entre cielo e infierno, donde las ánimas purgaban sus pecados, no empieza a propagarse hasta el siglo XII como "el lugar de sufrimiento donde se purifican, antes de entrar en el cielo, los que mueren en gracia de Dios sin haber satisfecho los pecados". Dado que este concepto no existía en los albores del cristianismo e incluso la creencia en almas en pena fue atacado por algunos padres de la Iglesia como contrario a la doctrina, fue una de las creencias rechazadas por Lutero y la Reforma protestante pues era la base de la venta de bulas y era contrario al pensamiento de la predestinación


Pero de la misma manera, cuando los católicos emprenden la Contrarreforma, esta noción del Purgatorio y la veneración de las Ánimas Benditas que padecen sus rigores se incentiva grandemente, se realiza en todas las iglesias y aparecen cofradías que construyen capillas, grandes y pequeñas, como estos oratorios, siempre con este fin y prácticamente en todas las parroquias 


Más adelante, los profundos cambios sociales y de mentalidad, no solamente vinculados a asuntos de fe, sino a cuestiones como el abandono del mundo rural, la desaparición de los viejos caminos, el desapego por tradiciones y patrimonio, ha llevado a muchos de estos altares a desaparecer. Dice González-Quevedo: 
"Y si hablamos de los caminos asturianos no podemos olvidar el Camino de Santiago. Este camino pasa delante de los viejos oratorios y gracias a él pueden algunos volver a vivir algún instante de esplendor. Abandonados por la poca gente que queda en los pueblos cercanos, son más bien los peregrinos y los turistas los que ahora practican culto a estos pequeños y encantadores monumentos"

Indudablemente, en el caso de esta capilla de Piedramediana su situación en el Camino de Santiago, Norte. por el que transitan muchos miles de peregrinos, ha contribuido a su conservación, pronta restauración y protección. Suelen verse flores y velas, lo que delata su devoción popular, por parte de peregrinos y por vecinos: fe, tradición, amor por el patrimonio y las costumbres locales son parte de las razones que pueden ayudar y ayudan a su mantenimiento. Sin embargo esto es un caso casi excepcional, la realidad de la mayoría es muy otra. Sigue diciendo González-Quevedo:

"Hace muchos años que la familia al ir a trabajar un prado o en un terreno y tener que pasar delante de un oratorio, no para a rezar, inclinándose, una oración por las benditas ánimas del Purgatorio, y hace muchos años que no se ponen monedas en el cepo, ya ni funcionan socialmente. Y lo que no funciona socialmente se vuelve inútil. Y lo inútil se abandona

Los oratorios asturianos están abandonados en muchos casos. Y no es sólo en Asturias: vimos muchas características comunes de estas capillas de ánimas con otras de lugares diferentes y resulta que este aspecto del abandono también es común a todos estos tipos de construcciones en otras partes de la península.

Puede ser una carroceta de las que transportan eucaliptos, puede ser una agresión, puede ser, simplemente, el paso del tiempo: el caso es que muchos oratorios están abandonados y hasta destrozados

Son muchos los motivos del abandono de estos humildes y sencillos monumentos de los caminos. No hay duda que la despoblación de las zonas rurales es un factor importante, porque ya casi no hay gente por los caminos y las encrucijadas, porque la Asturias rural se está quedando desierta. Y cuando hay algunas familias viviendo en la zona de un oratorio resulta que cambiaron ya hace mucho las relaciones económicas y sociales. Las faenas agrícolas y ganaderas se realizan con otros medios técnicos y de transporte, de manera que ya hay gente que ni siquiera sabe qué es esa construcción y ver estos oratorios solo les vale para acordarse que todavía quedan cosas viejas, restos de un pasado inútil ahora y pobre y miserable en tiempos antiguos

También va desapareciendo la solidaridad vecinal, la obligación de cuidar de los terrenos comunes (caminos, sendas) y rituales (iglesias, cementerios), obligación esta que se concretaba en la institución de la sestaferia (trabajo comunal del sexto día -sexta feria-)que servía como guardián ecológico del medio

Pero especialmente importante es el cambio en las ideas, en la mentalidad colectiva. Nuevas formas de ver la vida humana y, también, entonces, de entender la muerte hacen que se abandonen los antiguos patrones de considerar qué hacer con la memoria de los humanos después que mueren. Al cambiar las formas de representarse la vida y la muerte y el mundo de los espíritus de los muertos cambian también las acciones rituales, transformándose el comportamiento de las gentes. Los oratorios ya dicen muy poco a la gente más joven porque ellos viven en un mundo conceptual que ve las cosas de otra manera. La juventud sigue teniendo ideas sobre la vida y la muerte, sigue teniendo una visión del mundo, pero es distinta a la que se mantuvo en Asturias en tiempos pasados"


Desconocemos las imágenes que habría en el pasado, pero eran usuales las de la Virgen con el Niño como la que vemos aquí, normalmente el Carmen y pintadas en cuadros, tablas, azulejos, o en la misma pared. También podría aparecer un Cristo crucificado y otras representaciones, siendo especialmente ilustrativas las de las almas entre las llamas del Purgatorio en la parte inferior 


Comprobamos que en Piedramediana, además de la devoción y cuidado local, no pocos peregrinos dejan su ofrenda, estando la mayor parte de las veces el lugar acondicionado y limpio. Esto y las palabras siguientes de Roberto González-Quevedo parecen devolvernos cierto optimismo en cuanto a la conservación al menos de buena parte de estos elementos de nuestro patrimonio:
"Pero en realidad estas cosas del pasado pueden cobrar vida y nuevos significados con las claves de los intereses del presente. Los oratorios vuelven a servir y tener importancia gracias a que en los tiempos actuales se vuelve la vista a ciertos comportamientos tradicionales, con el fin de revitalizarlos. Y entre estos aspectos tradicionales están las costumbres festivas y las que se objetivan monumentalmente"

En el dintel de la capilla continúa grabada la inscripción "No pases sin rezar". El Camín Real, es sin duda un lugar propicio para soledades y misterios, de ahí la existencia de este oratorio de ánimas para realizar ofrendas y rezar oraciones, para que la procesión de almas en pena no se aparezca por estas sendas apartadas. Volvemos a González-Quevedo:

"Por otra parte, hay nuevos valores en los últimos años que vuelven de poner de actualidad los oratorios. El turismo, el senderismo y la afición al peregrinaje hacen que mucha gente, tanto de ciudad como de zonas campesinas, valoren muy positivamente la presencia de estas edificaciones de culto a los muertos (...). Se califican a los que profanan estos monumentos como "salvajes" o "bárbaros" que no respetan la tradición y el arte. En realidad sería mejor calificarlos de ignorantes, siguiendo la vieja línea socrática, porque no conocen ni lo que significan ahora los oratorios ni lo que significaron. Turistas de fuera y de dentro, peregrinos y senderistas, son los que pueden ir mejorando la situación de los oratorios. Porque muchos están abandonados y, unos cuantos, hechos una ruina y cubiertos de zarzas, ortigas y hasta arbolitos"

El camín real sigue muy llano y recto por los bosques del trayecto de Villah.ormes a La Venta Castañeda. Tal vez en el pasado hubiese aquí campos de cultivo y tierras de labor. El Catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, Gumersindo LaverdeRuiz, nacido al pie de la Torre de Estrada (junto a Serdio, Val de San Vicente, Cantabria) y criado en Nueva, describía la panorámica del Valle de San Xurde o San Jorge, desde la iglesia parroquial de Pría, en su extremo más occidental:
“En la parte occidental del valle de San Jorge, sobre una gallarda colina rodeada de pequeñas aldeas, levántase el modesto templo donde los fieles hijos de Pría tributan  perenne culto al Príncipe de los Apóstoles, su intercesor para con el eterno Padre. Desde allí, sobre todo en verano, al nacer y ponerse el sol, se descubren perspectivas de insuperable variedad y hermosura. Hacia el septentrión se nos presenta, en primer término, una extensa planicie sembrada de frondosos pueblecitos, pardos peñascos, floridas praderas y lozanos maizales. Y, más allá, en segunda línea, el azulado mar Cantábrico que, desvanecido en el remoto horizonte, dilata a nuestra vista sus inquietas ondas, surcadas de blancas velas y orlando blanca espuma las mil acantiladas rocas que se enfrentan a su osadía. Si giramos la vista al Oriente vemos recostado a lo largo del océano hasta la desembocadura del Bedón el pintoresco y amenísimo Valle de San Jorge, con sus verdes prados y crías, límpidos riachuelos y populosos lugares: Piñeres, Nueva, Ovio, Cardoso, Hontoria, Villahormes y Naves, que parecen bandadas de palomas medio ocultas entre el apenas interrumpido follaje de sus encinas y robles, álamos y alisos, castaños y, nogales, cerezos y pomares, naranjos y limoneros..."

Dada la afluencia de peregrinos y que es un acceso relativamente usado para acceder a las fincas, el Camino es acondicionado periódicamente y es usual ver la marca de esos trabajos de allanamiento del firme


Una de esas fincas está a nuestra derecha, aquí bosquetes autóctonos, sebes o setos silvestres donde abunda el laurel, y plantaciones de ocalitos se abren a un claro en el que hay esta plantación de pumares, los manzanos de la buena sidra


También se ve la estructura de un invernadero y poco más allá los tejados de una antigua casería, Allende'l Ríu, entre Villah.ormes y Cardosu, otro de los pueblos de la parroquia de H.ontoria


Tupidas helechales crecen en la vereda y se extienden intrincadas por el suelo de las ocalitales


Otro de los postes del cable telefónico instalados a lo largo del Camino...


Una pequeña cuesta nos hará ganar aquí un poco de altura


La pista que es el Camino parece serpentear levemente para ganar los campos abiertos de La Venta Castañeda


Como solemos decir frecuentemente, el entorno de un monte de eucaliptos cambiar drásticamente y casi de un día para otro cuando llegan las talas. Entonces lo que hoy es un paraje umbrío mañana puede ser una rasa pelada


Al fondo parece perfilarse la ladera de El Llanu H.ontoria, otra de las sierras planas costeras de Llanes, al oeste del Llanu Villah.ormes y al este del Llanu Nueva


Además de peregrinos este camino es muy frecuentado por paseantes y senderistas, sobre todo en verano, cuando la población, como hemos visto, se multiplica varias veces


Coloristas flores silvestres en la vereda crecen entre los helechos, destacando sobre el fondo verde


Encontraremos ahora otra bifurcación y seguiremos siempre de frente y recto


Y allí están, ya las empezamos a ver, las primeras casas de La Venta Castañeda, hito del Camino y puerta de la historia a sólo un kilómetro y medio de la Torre de San Xurde y a dos escasos del centro urbano de Nueva, la capital de este gran valle llanisco...


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