| El Paseo de los Frailes y a la derecha el Monumento al Peregrino |
Bajando del Campo San Roque con su capilla del santo peregrino (al fondo de la foto) por el Paseo de los Frailes llegamos al famoso Monumento al Peregrino en esta hermosa antesala a la villa de Tineo/Tinéu, capital del concejo del mismo nombre, conocido como El Concechón o Concetsón por su gran extensión
El Monumento al Peregrino fue inaugurado en el Año Santo Jacobeo 2004, representación en chapa de metal de un romero con su palo o bordón donde lleva atada la calabaza para el agua, sombrero y concha de vieira, vestido con capa. En el suelo, pintado de azul con letras amarillas, un reloj de sol y la leyenda: "Viator Horam Aspice Et Abi Viam Tuam". "Caminante, mira la hora y sigue tu camino". La propia figura del peregrino, en concreto su palo o bordón, marca la hora sobre el suelo dado que es un verdadero reloj de sol, aunque en días nublados no puede hacerse, o pierde 'efectividad' cuando los árboles proyectan sus sombras sobre él como en esta foto
| Capilla y Campo de San Roque, comienzo del Paseo de los Frailes |
A la izquierda y enfrente de la bolera hay un viejo edificio en ruinas; por aquí va la acera, jalonada por farolas isabelinas en todo el trayecto
"El camino de los frailes une la ermita de San Roque con la parte alta de la villa; es este tramo, de escaso un kilómetro, un vestigio del más puro pasaje peregrino. Carias decenas de robles y hayas con muchos, cientos de años sobre sus raíces, dan sombra por la izquierda al peregrino, son testigos de los pasos de los compostelanos y lo fueron también de los frailes franciscanos que desde el Convento del Monte de Tineo, al que enseguida se llega, paseaban hacia la capilla sanroqueña"
Era costumbre en los antiguos plantar muchos árboles, especialmente robles y castaños, pues ofrecían buena sombra en días de sol castigador y bastante cobijo contra lluvia y viento. Al ser árboles de hoja caduca además, en invierno, desnudos, permitían el paso de los rayos del sol a todos los recovecos para dar luz y calor a los tramos más sombríos. Además sus frutos podían emplearse como alimento
Es un lugar muy apacible en el que muchos peregrinos hacen fotografías y selfis. A la derecha un muro de piedra hace de contención de unos terrenos en cuesta donde se encuentran las urbanizaciones de El Pinar
El Monumento al Peregrino se encuentra en un rellano a la izquierda de la calzada, donde unas barandillas cierran su borde exterior, separándolo del importante desnivel existente en esta falda de La Sierra. Un poco más abajo, además, unos bancos y una fuente, 'a sol y sombra', conforman un lugar ideal por si deseamos parar y descansar un instante antes de entrar en el casco urbano
"La costumbre y las propias exigencias del Camino de Santiago fueron imponiendo una serie de elementos característicos en la indumentaria de los peregrinos medievales [indumenta peregrinorum]. Este equipo permitía identificarlos más fácilmente para poder acceder a los servicios específicos de atención que les ofrecía la Ruta, pero también informaba sobre sus motivos espirituales. Era, en este sentido, una especie de hábito cuya significación iba más allá del uso de unas prendas y complementos apropiados para realizar el Camino.
El equipo tradicional de referencia -capa, esclavina, sombrero, calzado- experimentó pocos cambios a lo largo de los siglos, desde que tomó forma más o menos definida en el siglo XI hasta el final ya irremediable del periodo histórico de las peregrinaciones por el Camino, en la segunda mitad del siglo XIX. La vestimenta era muy semejante a la de quienes se dirigían a otros centros de peregrinación -Roma, sobre todo-. Hay que señalar, en este sentido, que era frecuente el viaje de una persona a más de un santuario. Esta indumentaria-tipo era adaptada por cada caminante a sus propias necesidades, procedencia, recursos económicos y forma de entender la peregrinación, por lo que su variedad era notable.
Sólo el renacer en el siglo XX del fenómeno y los avances modernos llevaron a un concepto de indumentaria completamente nuevo, aunque las características de la peregrinación y el propio hecho de hacerla caminando -o incluso en bicicleta- siguen exigiendo una serie de peculiaridades en el atuendo.
Es en la primera mitad del siglo XII cuando encontramos en el Codex Calixtinus las primeras alusiones al equipo de viaje de los peregrinos jacobeos, sobre todo en lo que se refiere a dos complementos indispensables de la indumentaria peregrina, el bordón y el zurrón, a los que se les concede una gran fuerza simbólica y espiritual. En cuanto a las prendas de vestir, las menciones son mucho más escasas. Se deduce, por indicaciones indirectas, que eran de uso común la capa y el sombrero, pero poco más. Otras fuentes así lo confirman, al tiempo que ofrecen información sobre calzado y otros elementos.
La capa, que no debía ser excesivamente larga para facilitar el paso; la esclavina, una sobrecapa pequeña para proteger los hombros del frío y la lluvia; el sombrero, destinado a guarecer del agua y el sol, y que para cumplir mejor esta misión comienza a aumentar el ala en el período de la Baja Edad Media; el calzado, en forma casi siempre de sandalias, aunque era frecuente ver a peregrinos descalzos; el zurrón a modo de pequeño bolso de viaje de cuero para llevar algún alimento o documento, y el bordón, para ayudarse en el Camino ante dificultades y peligros, eran los elementos característicos de la indumentaria de los peregrinos europeos que se dirigían a Santiago en esta época. Ya en el viaje de vuelta, y a veces también en el de ida, la concha de vieira complementaba esta indumentaria como emblema jacobeo de referencia, adornando el sombrero y la esclavina, y en ocasiones la capa y el zurrón.
En los siglos siguientes, este equipo sufre pequeñas adaptaciones a las modas, pero sin variar sus elementos característicos. Las mujeres llevaban una vestimenta semejante con falda. Así se mantendrá hasta casi el siglo XX, cuando aún se constatan ejemplos próximos al atuendo aquí descrito.
Desde el siglo XVI la indumentaria del peregrino no siempre tuvo connotaciones positivas, al acabar siendo usada por mendigos y otras gentes de condición dudosa para aprovecharse de los servicios que hospitales y centros religiosos prestaban en la Ruta Jacobea con una mayor frecuencia y magnanimidad que en otros caminos. Esto llevó a que a finales del siglo XVI el rey español Felipe II llegase a prohibir este atuendo, aunque sin mucho éxito. Así lo describe en ese siglo, en una de sus diversas variaciones, una canción germana recogida por los estudiosos alemanes Robert Plötz y Klaus Herbers:
¡El que quiera ser desdichado,
que se anime y sea mi compañero
por los Caminos de Santiago!
Que lleve dos pares de zapatos
y una escudilla con una cantimplora.
Que lleve un sombrero de ala ancha
y también una buena capa
guarnecida de cuero.
Tanto si llueve como si nieva o sopla el viento
para que el aire no se la lleve.
Que no falte el fardel y el bordón
y que no olvide confesar […]
En los dos siglos siguientes la vestimenta peregrina sigue apareciendo en obras de arte, -escultura, pinturas, etc.-, relatos y publicaciones europeas de media Europa.
La indumentaria y sus complementos permitían ser reconocidos como peregrinos, lo que facilitaba en muchas ocasiones el paso por los caminos y la atención hospitalaria. Pero también llegó a tener una gran fuerza simbólica: era un medio en el camino hacia Cristo, a través de la intercesión de Santiago. En este sentido, sus elementos más característicos bien podían entenderse como atributos o una especie de hábito. Algunos de sus complementos, como el bordón y el zurrón, se bendecían antes de la partida, atribuyéndoles poderes espirituales, tal y como destaca el Codex Calixistinus en el célebre sermón Veneranda dies.
No era infrecuente que algunos peregrinos al llegar a Santiago quemasen parte del atuendo como señal del inicio de una nueva vida. La cruz dos Farrapos de la catedral compostelana nació con ese sentido, aunque no se conozca el uso que llegó a tener. Un número mucho mayor -hay ejemplos en varias partes de Europa- cedían sus ropas a alguna iglesia como una especie de exvoto y, sobre todo, era frecuente guardarlas como un tesoro para amortajarse con ellas. Se han encontrado numerosas sepulturas con restos alusivos.
En la segunda mitad del siglo XX, con el resurgir del viaje a pie por el Camino de Santiago -una peregrinación que combina ahora la tradición religiosa con la faceta turístico-cultural- el atuendo tradicional fue definitivamente reemplazado y convertido sobre todo en material de consumo para turistas, especialmente el sombrero, el bordón y la capa con esclavina. El peregrino moderno, como es bien sabido, viste habitualmente equipo deportivo o semideportivo específico para caminar y con una variedad que en nada recuerda a la indumentaria histórica. Jerseys, camisetas, pantalones especiales cortos o largos y ligeros chubasqueros sustituyeron a la capa y a la esclavina; pequeños sombreros y gorras -o nada- al eficaz pero incómodo sombrero de ala ancha; y la mochila repleta al pequeño zurrón. Sólo el bordón conserva todavía algún protagonismo, así como el indispensable complemento de la concha".
"Molusco bivalvo que vive en las costas de diferentes mares del mundo, entre ellos el Atlántico y el Cantábrico. Aunque el idioma castellano prefiere la voz gallega vieira para referirse a este molusco y su concha, el símbolo jacobeo más difundido, también se cita con la denominación de ‘venera’. Lo habitual es que se aluda a la concha superior como venera sólo en un contexto jacobeo. Este término castellano proviene del latín veneria (concha marítima), que a su vez se vincula con Venus, la diosa romana del amor y la belleza, representada surgiendo del mar sobre una concha de vieira.
Además del nombre de vieira, se conoce en distintos idiomas con referencia a la temática jacobea, como common scallop, en inglés; coquille Saint-Jacques, francés; beira handia, en euskera y petxina de pelegri, en catalán. En la actualidad, se utiliza como marca del Camino de Santiago en la señalética internacional.
En el Códice Calixtino (s. XII) se le atribuyen poderes taumatúrgicos. Se señala así, en uno de los milagros de Santiago, que “corriendo el año mil ciento seis de la encarnación del Señor, a cierto caballero en tierras de Apulia se le hinchó la garganta como un odre lleno de aire. Y como no hallase en ningún médico remedio que le sanase, confiado en Santiago apóstol dijo que si pudiese hallar alguna concha de las que suelen llevar consigo los peregrinos que regresan de Santiago y tocase con ella su garganta enferma, tendría remedio inmediato. Y habiéndole encontrado en casa cierto peregrino vecino suyo, tocó su garganta y sanó, y marchó luego al sepulcro del Apóstol en Galicia”.
Las conchas son descritas también en el propio Códice como “unos mariscos en el mar próximo a Santiago, a los que el vulgo llama vieiras, que tienen dos corazas, una por cada lado, entre las cuales, como entre dos tejuelas, se oculta un molusco parecido a una ostra. Tales conchas están labradas como los dedos de la mano y las llaman los provenzales nidulas y los franceses crusillas, y al regresar los peregrinos del santuario de Santiago las prenden en las capas para gloria del Apóstol, y en recuerdo de él y señal de tan largo viaje, las traen a su morada con gran regocijo. La especie de corazas con que el marisco se defiende, significan los dos preceptos de la caridad, con que quien debidamente los lleva debe defenderse, esto es: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo”.
En el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier, sobre Venus se dice que para los sumerios es la diosa que muestra el camino de las estrellas, diosa del amor y de la voluptuosidad, pero también de la guerra; hija de la Luna y hermana del Sol. Se muestra al amanecer y en el crepúsculo. Partiendo de esta concepción, desde muy antiguo era costumbre en determinadas zonas llevar sobre las ropas una concha de vieira, con finalidad protectora y de servicio. También los soldados cartagineses y romanos tenían esta costumbre.
Venus nace de la espuma, según consta en la Theogonia, con que hierve el mar en torno a los despojos de Urano, mutilado por Cronos. Aparece en el vaso de Olinto, surgiendo de las entreabiertas valvas de su concha, entre Hermes y Poseidón. Varrón relata la navegación de Venus, hija del Fuego y del Agua, en la venera, rumbo a Citerea.
Los defensores de la teoría esotérica en el Camino de Santiago creen en su significado sexual y en la posibilidad de que represente la “pata de oca” (Jakin era el “maestro Oca”).
Originalmente, también la concha de vieira simboliza la fecundidad en el mundo pagano. Venus constituye el nacimiento tanto biológico como iniciático, la muerte de una vida y el renacimiento en otra distinta y mejor. La concha se une así al agua para el bautismo, símbolo purificador para los cristianos y de una joven vida, la vida en la fe.
En cualquier caso, la costumbre de llevar conchas prendidas venía de antiguo, ya que era símbolo de Venus, diosa del amor y de la belleza, y amuleto contra el mal de ojo. Además, la concha era un perfecto vaso natural, que debió de ser usado desde antiguo por los viajeros.
Algunos autores apuntan a que las estrías de la concha de vieira simbolizan los caminos que desde toda Europa confluyen en Compostela. Con el auge del Camino de Santiago, esta concha constituyó un signo de identificación de los peregrinos. Así, consta que muchos de ellos de procedencia centroeuropea e incluso escandinava, se hacían enterrar con ella, como símbolo de protección tras la muerte, por haber recibido el perdón en Santiago de Compostela. Está considerada, en este sentido, uno de los atributos del peregrino jacobeo, con el zurrón y el bordón. Los tres elementos eran algo más que necesarios objetos materiales. Trascendían al ámbito espiritual del peregrino.
Así, en numerosos enterramientos hallados en Dinamarca y otros países, se distingue a los que peregrinaron en vida por portar sobre el cuerpo inerte la concha de vieira con dos perforaciones, necesarias para sujetarlas al cuello cuando realizaban el camino, tanto por su utilidad como por símbolo de distinción. Añade Arribas Briones que las que aparecen por Europa en sepulcros obedecen a que se enterraban con ellas para ser identificados en el más allá como peregrinos y que así intercediese Santiago por ellos.
Las conchas también se convirtieron en “el gran souvenir medieval”. Además de ser comercializadas a la llegada de la ciudad, en el popular barrio de Os Concheiros, consta que ya existían puestos de venta en diversos puntos del Camino, como un anticipo al viajero. Se vendían también en la plaza de la puerta del Paraíso, que sería la simbólica y amable prueba de la peregrinación cumplida y el mejor y más entrañable amuleto para afrontar con decisión el también difícil camino de vuelta. El ala del sombrero, sobre todo, el morral y, a veces, la capa eran el lugar habitual de ubicación de la concha, que también se utilizaba como un utensilio para beber.
Francisco Singul apunta que “la concha de este marisco, muy usado en la cocina gallega y compostelana, de la que es uno de los símbolos gastronómicos, se encontraba en las costas de Galicia, frente a las que, según las creencias del mundo antiguo, se encontraba el fin de la tierra, el fin del mundo”. Los peregrinos le atribuían un poder curativo y milagroso derivado, a su vez, del poder que le estimaban al Apóstol.
La fuente más remota sobre la vieira como símbolo jacobeo se encuentra en el Códice Calixtino, donde se ofrece la versión más antigua conocida (s. XII) sobre la simbología jacobea de la vieira. En concreto, se señala en el sermón Veneranda dies que en cuanto los peregrinos que se dirigen a Jerusalén llevan con ellos palmas, como símbolo de triunfo, los que van a Compostela se distinguen por las conchas de vieira cosidas en sus ropas, como símbolo, en este caso, de las buenas obras en honra de Santiago. La manera en que los romeros medievales adquirían este apreciado recuerdo aparece también explicada en el Códice: se vendía sobre todo frente al portal norte de la catedral compostelana -actual Acibechería- y motivaba un floreciente comercio. Tal era el poder y presencia de este símbolo en Compostela, que los santiagueses acabaron por denominar popularmente a los peregrinos como concheiros o cuncheiros.
La concha fue también símbolo de la Orden de Santiago, sobre todo antes de la aparición de la cruz-espada. Los caballeros de Santiago llevaban la concha como emblema, junto con la espada.
La concha de vieira no sólo se convirtió en el símbolo jacobeo más famoso, sino también en el más reproducido por la arte, junto con la imagen del propio apóstol Santiago.
Una de las leyendas jacobeas lleva el origen de la vieira como símbolo jacobeo al momento de la traslación del cuerpo del Apóstol en barco desde Jaffa a Padrón. Mientras pasa la barca apostólica ante la costa de Portugal, se celebra una boda, con un torneo de armas. Uno de los caballeros es arrastrado al mar por su desbocado corcel, de donde se salva milagrosamente y salen “o caballo, e a sella, e o peitoral, e as estribeiras, e a allamfa, e os panos... todos cheos de vieiras”. En este milagro basan sus blasones los Vieira portugueses y los Rivadeneira gallegos, que se consideran descendientes de aquel caballero justador que protagonizó el suceso, a pesar del anacronismo existente entre la traslación de la barca apostólica y los torneos a caballo.
No sólo esas estirpes lucen veneras en sus escudos. Son muchos los linajes españoles, ingleses, franceses y de otros países cuyos cuarteles exhiben conchas de vieira. Tanto en la corte de San Jaime, como en la aristocracia inglesa, existen blasones con conchas de Santiago. Por nombrar algunos ejemplos, aparecen en las armas de los Shelley, los Spencer, los Russell, etc".
El peregrino aquí representado lleva la gran capa que también identificaba a los romeros, pues era prenda imprescindible tanto para abrigarse en el Camino como manta para el sueño:
"Forma, con la esclavina y el sombrero, el trío referencial del atuendo de los peregrinos históricos. La capa resultaba indispensable porque protegía del frío, frecuente hasta en tiempo de verano en unos itinerarios que cruzaban tierras en muchos casos de clima oceánico y continental. Era necesaria, además, para protegerse de las bajas temperaturas nocturnas durante las horas de sueño.
Se considera que la capa era ya utilizada por los peregrinos europeos que empezaron a llegar a Santiago de manera regular en el siglo XI. Y está constatado su uso en el siglo XII. De esta época es el Codex Calixtinus que en el libro I señala que los peregrinos que regresaban del sepulcro de Santiago cosían en sus capas las conchas de vieira, como símbolo de la peregrinación, y marchaban con ellas muy alegres.
La capa casi siempre incluía capucha, sobre todo durante la Alta Edad Media. Después de este período tuvo gran éxito el uso del sombrero de ala ancha, para la protección de la cabeza, y de la esclavina, sobre la parte superior de la capa, para una mejor protección de los hombros.
Esto hizo de la capucha un elemento menos decisivo, aunque se siguió usando. La capa era casi siempre de tela y no acostumbraba a ser muy larga, ya que de serlo dificultaría el caminar, al tiempo que aumentaba el peso.
Perduró el uso de la capa por los peregrinos hasta ya avanzado el siglo XIX, cuando concluye la peregrinación histórica. Hay quien se refiere a esta prenda como túnica, debido quizá a que en determinadas representaciones artísticas de peregrinos y sobre todo en las que aparece Santiago como tal, así se muestra, al ofrecer mayor prestancia. En la vida diaria, sin embargo, la túnica presentaría más inconvenientes que ventajas.
El canónigo compostelano Jesús Precedo señala que la capa simboliza el cambio que busca en la peregrinación quien la emprende. Hoy esta prenda tradicional de paño -habitualmente de tono pardo-, se utiliza sólo como reclamo turístico, como souvenir o, en algún caso, como reminiscencia y símbolo histórico de la peregrinación -al igual que el bordón, la calabaza y la concha- en actos festivos y protocolarios con vinculación jacobea organizados por distintas entidades y asociaciones. También la utiliza de forma muy ocasional algún peregrino que desea experimentar el Camino vestido a la usanza histórica".
"El bastón con el que viajaba el antiguo peregrino jacobeo no es un bastón al uso, sino uno especialmente preparado conocido como bordón. Consistía en una larga y recta vara, casi siempre superior en altura al hombro del usuario, hecha de madera resistente y de cierto grosor, rematada en su parte superior en un pomo, a veces con una gruesa moldura circular hacia el centro, y que podía incluir en el borde inferior una contera metálica terminada en punta.
También se cita como “báculo”, ya que en algún caso podía finalizar en forma curva en la parte superior. Era una herramienta indispensable en el escueto equipo del antiguo peregrino para hacer frente a las dificultades y peligros del camino, para muchos también algo más que un simple instrumento utilitario. El bordón se sigue utilizando con cierta frecuencia en el presente, más como símbolo que como necesidad.
Para entender el origen del bordón -de etimología discutida- debemos acudir al francés antiguo. En este idioma el término bourdon se refería a una especie de lanza que, con el inicio de las grandes peregrinaciones a Santiago acabó denominando también al largo bastón utilizado por los peregrinos galos en el complicado camino que les aguardaba. Uno de los motivos que justifican este posible origen está en que en los idiomas de otros países vinculados a la peregrinación el bordón tiene grafía parecida. Tal es el caso del español y el gallego -bordón- del italiano -bordone- del catalán -bordó- o del portugués -bordâo-. El inglés se refiere a él como bead o, de manera muy clarificadora, como pilgrim’s staf.
El bordón, que aparece representado en gran número de imágenes desde la Edad Media, parece, visto hoy, un utensilio de viaje algo pesado, pero hacía más llevaderos los caminos medievales, casi siempre de complicado trazado. Permitía superar más fácilmente ciertos obstáculos, como zonas cubiertas de agua o lama, pequeños riachuelos, etc. Apoyándolo adecuadamente, y con un pequeño impulso, era fácil saltar por encima de estos obstáculos sin necesidad de apartarse del camino.
Llegado el caso, se utilizaba como arma defensiva, tanto contra ladrones y bandidos, frecuentes durante algunos períodos y en determinados lugares, como frente a los animales más agresivos -lobos, osos, perros, serpientes, etc.-. Servía, como se puede ver en distintas representaciones desde el siglo XV, para amarrar en su parte superior la pequeña calabaza con vino o agua para el camino o el zurrón e incluso parar marcar con muescas los días empleados en el camino. Su uso cumplía además una función medicinal, al facilitar la circulación de la sangre en las manos.
De la importancia concedida al bordón como elemento intrínseco al peregrino habla el hecho de que el Codex Calixtinus (s. XII), primer texto donde aparece descrito, señale que se bendecía en las iglesias, al igual que el zurrón, en una ceremonia de partida hacia Santiago. Se conservan en distintos puntos de Europa, especialmente en Alemania, referencias y representaciones artísticas de este ritual. Jacopo Caucci, en un trabajo sobre el sermón Veneranda Dies, el texto del Codex que incluye este ceremonial, lo destaca como una asunción del hábito del peregrino, una exaltación de sus valores simbólicos.
En este sentido, el Codex habla del bordón como el tercer pie del peregrino, “símbolo de la fe en la Santísima Trinidad”, y medio de “defensa del hombre contra los lobos y los perros”, a los que compara con el diablo tentador, quizá aprovechando el miedo casi reverencial que los peregrinos tenían a estos dos característicos animales. En el libro II -capítulo VI- se le conceden propiedades taumatúrgicas: Santiago cura con el bordón de un mendigo a un peregrino enfermo.
Por su capacidad para ayudar a superar las dificultades del Camino, itinerario hacia una meta sagrada, el bordón se ha relacionado en alguna ocasión con la virtud de la esperanza. Confirma este vínculo tan especial el empeño que se ponía en muchos casos en su diseño. Algunos eran pequeñas y costosas obras de arte y casi un símbolo de identidad, aunque la mayoría, por motivos económicos, consistían en simples varas labradas y adaptadas a las características físicas del caminante.
En la Baja Edad Media el simbolismo del bordón se acentúa, amplifica y perfecciona. Se reproduce en metales nobles como presente para determinadas personalidades que peregrinaban a Santiago. Es famoso el obsequiado por el arzobispo compostelano Berenguel de Landoira a la reina peregrina Isabel de Portugal (s. XIV). A finales de la Edad Media se incorporara como emblema, al igual que la concha de vieira, al atuendo de los peregrinos, tanto bordado como reproducido en hueso, marfil o metal. Son los bordoncitos. Se colocaban sobre todo en los sombreros. Denise Péricard-Méa y Louis Mollaret destacan que en Francia estas miniaturas se conocían como bourdonnets. Afirman que en Santiago en el año 1553 era habitual su fabricación, mencionándose en un inventario más de quince mil. Se cosían a la vestimenta del peregrino, ya fuese uno solo o dos en forma de cruz.
Un ejemplo sobresaliente de la fuerte simbología del bordón está en la catedral de Santiago: se conserva una columna de bronce, próxima al altar mayor, en la que la tradición asegura que estuvo el auténtico bordón de Santiago. El peregrino Nicola Albani (1743) todavía cita que se podía tocar con la punta de los dedos a través de un pequeño agujero en la columna, y que haciéndolo se ganaban muchas indulgencias.
El renacer de la peregrinación a pie por el Camino de Santiago en las últimas décadas del siglo XX no fue acompañado, a su vez, del uso del bordón tradicional. Parece lógico, ya que los caminos actuales presentan habitualmente un mejor estado de conservación y los antiguos peligros -al margen de algún perro- hoy son inexistentes, por lo que el pesado y largo bordón es ahora más una complicación que una ayuda para los nuevos peregrinos, casi siempre con cargadas mochilas a la espalda y afanados en un apurado paso. El peregrino actual prefiere caminar con las manos libres o acompañándose de modernos bastones en materiales ligeros y resistentes. Hoy el reverencial bordón sigue vivo, pero moribundo, a veces embalsamado para su casi exclusivo uso como souvenir. En el aeropuerto de Barajas, Madrid, es frecuente ver acumulados en la consigna cientos de bordones retirados en los controles de pasajeros por no estar autorizado llevarlos en vuelos al extranjero. Muchos de ellos son sólo objetos de souvenir, en otros todavía se adivina su historia. Injusta separación y triste destino para este legendario señor de los caminos de Europa".
"Se conocen con esta denominación los signos que a través de la historia identificaron a los peregrinos jacobeos tanto externamente como en el ámbito espiritual. Son más que parte de su indumentaria -que también lo son-, elementos definitorios del ser peregrino. Los característicos son tres: el bordón, el zurrón y la concha de vieira. Citado cada uno de ellos como auténtico signum peregrinationis, los tres son especialmente destacados sobre cualquier otro elemento externo por el Codex Calixtinus (s. XII), que establece los ritos y significados trascendentes que conllevan. Muestra de este valor superior es el hecho histórico de que el bordón y el zurrón eran entregados en distintos lugares a los peregrinos mediante una ceremonia religiosa antes de partir, la denominada como benedictio perarum et baculorum. De ningún otro elemento de la indumentaria peregrina se hacen consideraciones tan trascendentes.
Según el Calixtinus, el bordón, una especie de tercer pie del peregrino, es “símbolo de la fe en la Santísima Trinidad”, y medio de defensa contra lobos y perros, a los que compara con el diablo tentador. También le concede propiedades taumatúrgicas: se cura con el bordón. Por su parte, el zurrón o esportilla significa la disposición de entrega absoluta del devoto al propio hecho de la peregrinación y a los demás, tanto para dar como para recibir, por eso debe ser pequeña e ir siempre abierta.
En cuanto a la concha de vieira, símbolo de larga tradición en la cultura occidental, entró en la romería jacobea como su principal signo distintivo, por motivos todavía no del todo aclarados. El Calixtinus ya la resalta como el gran atributo del peregrino, que este coloca en su capa tanto como señal distintiva como poderoso signo del Apóstol, que protege en el Camino e incluso cura enfermedades".
"Elemento de la indumentaria histórica del peregrino. El sombrero es, con la capa y la esclavina, la tercera prenda externa del atuendo tradicional de los peregrinos. Fue a finales de la Edad Media cuando se empezó a generalizar su uso. Era habitualmente de ala ancha y a veces se acompañaba con una capucha. Lo usaban tanto hombres como mujeres. A partir del siglo XV, el ala del sombrero se hizo aún más grande y adquirió un diseño próximo a los de fieltro de tono marrón que hoy se venden como souvenirs.
Sometido a las variaciones periódicas de las modas y de los materiales usados para su realización, cumplía una función tanto de protección del sol como de la lluvia. Era, en fin, una prenda indispensable, que se acostumbra a adornar con una o varias conchas de vieira, tanto naturales como bordadas, que identificaba más que cualquier otro símbolo a los peregrinos jacobeos. En algún caso se combinaba el adorno de vieiras con el de minúsculos bordones, como se observa en algunos sombreros conservados en museos europeos, como el de un peregrino alemán del siglo XVI. El Codex Calixtinus (s. XII) no presta atención al sombrero ni a otras partes de la vestimenta, al contrario de lo que hace con los elementos más simbólicos -bordón, zurrón, venera-.
El atuendo de la peregrinación, tras el regreso, pasaba a tener un poder simbólico de primer orden para los peregrinos más devotos. Para la gran mayoría de ellos era el único viaje de su vida. Y era un viaje del espíritu. Es también después del medievo cuando surge la costumbre de doblar hacia arriba la parte delantera del sombrero para situar en ella, bien visible, una o dos conchas de vieira.
Actualmente el tradicional sombrero peregrino, casi siempre de color pardo, es una prenda suntuaria de consumo turístico, un objeto descontextualizado que se presta a veces para el chiste fácil y la chirigota. Los peregrinos contemporáneos, lógicamente, prefieren usar gorra o sombreros actuales, más prácticos, y pocas veces adornados con la identificadora concha de los tiempos históricos de la peregrinación"
"Durante la Edad Media y en los siglos siguientes el zurrón era, junto con el bordón, el elemento más característico de la indumentaria del peregrino, como bien se encarga de resaltar el Codex Calixtinus (s. XII), que lo cita en latín como pera/perarum. Destaca también el Calixtinus el nombre que le daban italianos -scarsellam-, provenzales -sportam- y franceses -ysquirpam-.
A lo largo de los siglos también se ha citado con otros nombres, derivados en parte de los señalados: esportilla, hoy en desuso, pero con notable presencia en el medievo; escarcela, derivado del italiano scarsella; bolso o bolsa; morral -así aparece citado en la traducción al español del Codex Calixtinus-, etc.
Aquí optamos por el vocablo ‘zurrón’ porque de todas las definiciones del Diccionario de lengua española (Real Academia Española, 2001) consideramos que es la más ajustada -o la menos desajustada- a la forma, material y objetivos del este elemento esencial de la indumentaria del peregrino antiguo. En su segunda aceptación, el citado diccionario define el zurrón como “bolsa de cuero”, y siempre se daba esta característica, en tanto que el morral lo considera un “saco […] colgado por lo común a la espalda”, algo que no se ajusta a su tamaño y forma habitual. El término ‘escarcela’, que el diccionario considera “una especie de bolsa que pendía de la cintura”, se aproxima más a realidad -se refiere a ella como algo pretérito, por ejemplo-, pero no la completa. Además, es de muy escasa tradición en el español con este sentido.
El zurrón tenía forma rectangular o trapezoidal -más moderna- y era de pequeñas dimensiones. Se sujetaba al tronco con una larga correa de cuero dispuesta en bandolera y se adornaba con una o varias conchas de vieira.
La relevancia que el zurrón tenía para el peregrino queda patente en las detalladas referencias que a él hace el Calixtinus en el sermón Veneranda dies (libro I). Este texto se detiene en ofrecer las características que debe tener el zurrón: un saquito estrecho de piel de bestia, siempre abierto por la boca y sin ligaduras. Sobrecoge comprobar las funciones simbólicas que le concede: “Que sea un saquito estrecho significa que el peregrino, confiado en el Señor, debe llevar consigo una pequeña y módica despensa. El que sea de cuero de una bestia muerta -continúa el Veneranda- significa que el peregrino debe mortificar ayunos, con frío y desnudez, con penalidades y trabajos”. Y todavía más: “El hecho de que no tenga ataduras, sino que esté abierto por la boca siempre, significa que el peregrino debe antes repartir sus propiedades con los pobres y por ello debe estar preparado para recibir y para dar”. El peregrino auténtico era, por lo tanto, un mendicante y el zurrón -pequeño, abierto- su símbolo o atributo más evidente.
Así lo confirma el que este mismo texto y otras referencias posteriores destaquen que, junto con el bordón, se bendecía en la iglesia -benedictio perarum et baculorum- desde la que el peregrino partía hacia Compostela.
El objetivo principal del zurrón era transportar algún sencillo y escueto alimento para el camino, como advierte el Codex. Apenas nada más. Sólo se utilizaba a veces para la documentación acreditativa de la peregrinación y el viaje, muy importante desde el siglo XVI, debido al incremento de falsos peregrinos. Pero justamente por esto, parece que se prefería mantener los documentos más protegidos en alguna otra parte del atuendo o, desde finales de la Edad Media, guardados en pequeñas cajas metálicas. En Santiago y otras poblaciones del Camino Francés se podían adquirir, entre otros productos específicos para los peregrinos, hermosos zurrones, entre los que destacan los de piel de ciervo.
Los viajeros jacobeos modernos no utilizan el espiritual zurrón, sino medianas o grandes mochilas cargadas de casi todo lo mucho que el hombre moderno considera imprescindible, desde variadas prendas de repuesto para el camino hasta algún frasco de perfume, objetos que el Calixtinus veía como una ofensa a Dios, pese a que la Iglesia los tolerase entre los devotos más pudientes. Eran otros tiempos. Y estos son otros tiempos".
"La calabaza formaba parte, junto con el bordón y el zurrón, del equipo básico y más característico del peregrino medieval y, en muchos casos, de los siglos siguientes. Su objetivo era mantener un suministro constante de agua, vino o una mezcla de agua y vino que el peregrino recibía de algunas entidades asistenciales -como en el hospital de Roncesvalles- o adquiría por su cuenta. Para convertirla en recipiente, la calabaza se vaciaba de semillas y se ponía a secar a fin de que se endureciese su piel leñosa e impermeable. Se utilizaba la que lograba adquirir una marcada cintura central que facilitaba la sujeción.
Gracias a su ligereza y bajo coste, la calabaza se convirtió en uno de los símbolos más reconocibles de la indumentaria de los peregrinos jacobeos. No se conservan datos sobre el origen de su uso en los caminos, pero partiría previsiblemente de la utilización previa para tareas domésticas y en las labores agrícolas. En algunas zonas de Europa, ciertos tipos de calabazas de corteza resistente se vaciaban de semillas, se dejaban secar y se adaptaban como recipientes baratos y muy prácticos para líquidos y otros productos, e incluso como flotadores.
Existían otros recipientes también adecuados para el viaje, como las botas de cuero, pero resultaban más caros, por lo que el uso de la calabaza debió de generalizarse relativamente pronto, con el inicio de las grandes peregrinaciones medievales.
La calabaza contaba con una parte superior menos ancha que la inferior, unidas ambas por una especie de cintura más estrecha que servía para amarrarla a alguna prenda del cuerpo, a la cintura o -como se representa en muchas imágenes históricas- a la parte superior del bordón. De acuerdo con la solidaridad que presidía toda peregrinación auténtica, la calabaza siempre debía estar dispuesta para ofrecer su contenido a otro caminante necesitado. Pese a esta evidente simbología, el Codex Calixtinus (s. XII) se centra en resaltar los atributos físicos y espirituales del bordón y el zurrón, y no la menciona entre la indumentaria del peregrino.
Actualmente la calabaza se ha convertido en un souvenir que se vende sobre todo en Santiago y en otras ciudades y localidades del Camino Francés a los peregrinos y turistas, casi siempre amarrada a los bordones que con el mismo fin se ofrecen en las tiendas. El peregrino moderno prefiere casi siempre la cantimplora o en muchos casos simplemente pequeñas botellas de agua que van comprando, usando y tirando a la basura a lo largo de la ruta. Algún peregrino en busca de las esencias del pasado ha llegado a utilizarla de nuevo y ha alabado sus propiedades a pesar de las dificultades de adaptación en la indumentaria caminera actual. La pequeña y chocante botella de plástico es hoy, como decimos, la “calabaza” del peregrino moderno. Su incomodidad en este caso es visual".
"Prenda de abrigo colocada sobre los hombros. Se trata de uno de los elementos externos característicos del atuendo del peregrino histórico. Surgió en la Baja Edad Media y tenía como objetivo reforzar la protección de los hombros y el tórax frente a las dificultades del clima. El Diccionario de la lengua española, relacionándola sobre todo con su uso como prenda propia de los peregrinos, la define así: “Vestidura de cuero o tela, que se ponen al cuello y sobre los hombros quienes van de romería”.
Las medidas de la esclavina acostumbraban a ser cortas. Iba habitualmente sobrepuesta sobre una capa, a la que amparaba de la lluvia y de la nieve. Previsiblemente este nombre llegó al idioma español a través del francés antiguo, en el que se conocía como clavain una prenda semejante que pasó a formar parte del atuendo de los peregrinos franceses medievales. Se utilizó hasta bien entrado el siglo XIX.
En el presente algún peregrino recalcitrante la ha recuperado, junto con la capa de fieltro, en alguna peregrinación. Es habitual verla sobre los hombros y la capa del popular peregrino-pícaro Carlos Lema, Zapatones, de guardia perpetua en la compostelana plaza de O Obradoiro.
La esclavina más famosa del mundo jacobeo, sin embargo, no la ha portado ningún peregrino al uso. Es la que cubre los hombros de la escultura del Santiago del abrazo del camarín del altar mayor de la catedral compostelana. Tuvo esta imagen una primera esclavina que fue retirada, muy gastada, en 1704, momento en el que se colocó otra de plata mejicana y piedras preciosas donada por el arzobispo Antonio Monroy. Las piedras fueron sustituidas progresivamente por otras semipreciosas, ya que las originales se perdieron e incluso en algún caso llegaron a ser robadas -o a intentarlo- a dentelladas, como se puede observar en esta pieza, retirada en octubre del año 2003 para sustituirla por la actual. Tras haber sido la depositaria de millones de abrazos durante trescientos años, se muestra desde mediados de 2004 en el Museo de la Catedral de Santiago.
La esclavina actual fue colocada en mayo de 2004 para hacerla coincidir con el primer año santo compostelano del tercer milenio. Obra del artista compostelano Fernando Mayer, pesa casi cuarenta kilos, está realizada en plata y es mucho más maciza que la de 1704, para que resista mejor los continuos abrazos que todos los días recibe de peregrinos y devotos de las más diversas procedencias. En lo demás, son casi idénticas. Se le incorporaron varias decenas de piedras semipreciosas engastadas con un refuerzo especial para evitar su hurto por los visitantes amantes en exceso de los recuerdos piadosos.
Como curiosidad histórica quedó la esclavina de oro que en la segunda mitad del siglo XVIII le regaló al Apóstol el rico arzobispo compostelano Bartolomé Rajoy. Las crónicas dicen que contaba con cuatrocientas piedras preciosas. Desapareció para siempre a principios del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, contienda a cuyos efectos se han atribuido -con razón o sin ella- otras desgracias sufridas por el patrimonio jacobeo compostelano".
"Los textos históricos de contenido jacobeo apenas ofrecen datos sobre el calzado de los peregrinos, al que parece que no se le concedía la relevancia de otros elementos de la indumentaria, como la capa, el bordón o el zurrón. La mayor parte de los peregrinos medievales viajaban descalzos. Si hemos de hacer caso a la iconografía, la sandalia era el calzado más común, sobre todo durante el medievo. Pese a las tremendas dificultades de caminar descalzos, el Codex Calixtinus lo recomienda en el siglo XII como vía de perfeccionamiento. “Los apóstoles fueron peregrinos, pues el Señor los envió sin dinero ni calzado”, se advierte en el libro I. A partir del siglo XV todo indica que el calzado se perfeccionó, aparecieron los botines y el número de peregrinos sin algún tipo de zapato disminuyó de forma drástica.
Hay noticias de la existencia de zapateros a lo largo del Camino de Santiago que centraban parte de su actividad en la atención a los peregrinos. Seguramente se dedicarían a atender a los de mayores recursos, y ya avanzada la Edad Media. En Astorga (Camino Francés) el gremio de zapateros arreglaba gratis el calzado a los peregrinos. Era frecuente que los artesanos que a lo largo del Camino se dedicaban a herrar caballerías, prestasen atención al calzado.
La precariedad del pasado contrasta con la sofisticación actual. Casi ningún peregrino inicia la ruta sin contar con botas especiales para la marcha. El calzado es hoy una de las preocupaciones principales del peregrino para evitar ampollas y molestias que a veces, casi siempre por falta de experiencia y cuidado, marcan gran parte de la experiencia caminera."
En el Monumento al Peregrino, además de admirar la estatua y conocer de los elementos y vestimenta de los peregrinos de antaño, repasamos, siempre con Xacopedia, características de la peregrinación a pie:
"En su sentido religioso, la peregrinación es una metáfora de la vida del hombre y marca un camino que tiene como meta alcanzar la felicidad; en el caso de los cristianos es el premio de la salvación. Y de todas las peregrinaciones posibles, la realizada a pie es, sin duda, la más intensa en experiencias, tanto en el pasado como en el presente, tanto en el ámbito espiritual como en el vivencial.
En la actualidad, muchos peregrinos que no dan a su viaje a Santiago por las rutas jacobeas un sentido religioso buscan una experiencia que los aleje, al menos por unos días, de los agobios que provoca la sociedad de consumo y poder alcanzar una paz espiritual que la vida cotidiana no les permite. El homo mercator es sustituido, mientras dura la experiencia, por el homo viator que encuentra, en el hecho de caminar hacia un destino, un modo de aprender con las cosas que le salen a su paso y un medio para conocerse a sí mismo. El peso de la historia, la huella que otros dejaron a lo largo de los siglos y el impresionante patrimonio cultural, natural y artístico que el Camino de Santiago ofrece, ayudan sin duda a conseguir esos objetivos.
La peregrinación a pie es más completa que la que se realiza con la ayuda de otros medios de locomoción, ya que supone un mayor esfuerzo. El Camino para los peregrinos lleva implícito, desde el sentido cristiano, la obligación de desprenderse de los bienes materiales y sólo quedar con lo necesario para el viaje, ya que la peregrinación implica desprendimiento. Como dice el Códice Calixtino, “los peregrinos, para que puedan entrar en la patria celestial que les ha sido prometida a los fieles, han tenido que pasar por muchos engaños de los mesoneros, y han tenido que escalar los montes y descender a los valles y que soportar el terror de los bandidos y las angustias de los trabajos, para llegar a la mansión de los santos”. El propio Códice Calixtino se pregunta: “¿Qué será de aquellos que con caballos y mulas lucidísimas y con grandes equipos de comodidades van allá? Si San Pedro fue a Roma descalzo y sin dinero y habiendo sido crucificado llegó al Señor, ¿cómo muchos peregrinos cabalgando con mucho dinero y dos vestidos, comiendo manjares deliciosos, bebiendo más vino de la cuenta y nada repartiendo entre sus hermanos se dirigen a él? Si Santiago, sin dinero ni calzado, fue peregrino por el mundo y finalmente degollado subió al Paraíso, ¿cómo los repletos de tesoros, sin dar a los necesitados se dirigen a él?”
"Orden religiosa mendicante cuyos orígenes se remontan al grupo de discípulos reunidos en torno a San Francisco de Asís hacia 1209. Se compone esta orden de tres ramas: los frailes menores -de la observancia, capuchinos, conventuales-, las damas pobres o clarisas y los terciarios.La universalidad del franciscanismo, basado en una mística concepción de la pobreza, permite una fecunda adaptación a todos los países y a España, que se convierte a mediados del siglo XIII en una de las cinco provincias franciscanas fuera de Italia.En Asturias la presencia de la orden franciscana está bien representada desde la Edad Media con la fundación de casas de frailes en Oviedo, Avilés, Raíces y Tineo, así como con el monasterio de Santa Clara, de monjas clarisas y también en Oviedo. En época moderna, en 1692, se funda en Villaviciosa el colegio misionero de franciscanos, denominado de San Juan de Capistrano; y poco tiempo después este convento promueve la fundación de un "beaterío" de terciarias franciscanas, convertido posteriormente en casa de clarisas... (...)Tradicionalmente se viene aceptando que fundación franciscana contemporánea a las de Oviedo y Avilés es la que se erige en Tineo; y documentalmente se puede comprobar, ciertamente, que pertenece a esa centuria dado que ya en 1273 el arcediano de Oviedo Fernán Alonso otorga en su testamento una manda para este centro. Poco se sabe de su primera época que no debió de ser muy distinta de la de otros conventos y contar con el apoyo de las ricas familias de la zona; algunas de éstas serán las que realicen obras en la iglesia, la capilla de Merás, perteneciente a dicha casa, y la renovación del presbiterio, gracias a los García de Tineo".
"... el convento ruín, pobre; mantiene sin embargo treinta frailes que arruinan al pueblo. Es Colegio de estudios de Teología; dos estudiantes seglares. Iglesia antigua, renovada, mala, sin cosa notable. Capilla de la Orden Tercera, de la casa de Merás; es una gran nave paralela a la de la iglesia..."
"La manda testamentaria del Arcediano de Oviedo Fernán Alonso, de1273, da cuenta de que en esa fecha había ya franciscanos en Tineo. Al no figurar citado en la parte dispositiva del rico canónigo, redactado en el 1267, podemos suponer que el cenobio fue construido en el breve espacio de tiempo de siete años, entre el 1267 y el 1274, al tiempo que la obra franciscana de Avilés"
"Este establecimiento dedicado a "mendigos, caminantes y peregrinos" se menciona en un documento de 1274, y se vincula, como sucede con otros lugares, con la Orden del Temple, sin que haya documento que lo testifique. Como tal equipamiento, gozaba de ricas rentas y ayudas importantes de prohombres de la villa. Dicho establecimiento no entró en decadencia hasta su desaparición, entre cuyas causas se arguye la francesada y la desamortización de Mendizábal".
Existió otro camino hacia El Palo que no pasaba por aquí ni por Salas; Rafael Lorenzo la llama la Senda Rierana de la Barca, la cual, siguiendo la ribera del Narcea en Cornellana, iba por el sur del concejo, vía Soto la Barca (Soutu), con puente y hospital de peregrinos, el monasterio de San Juan de Soto, Santianes, la ermita de San Pedro de Areñas, La Silva y su leprosería, Villanueva, el antiguo castillo de Santa Cruz, Arganza y su antigua iglesia-monasterio y Tamallanes, entrando en Allande por Valbona
"Se emplaza en un promontorio terminado en altozado, a 539 msnm, en la vertiente occidental del Pico del Cuerno.
Recinto de superficie plana y planta ovalada de 46 x 27 metros, delimitado por un talud con aterrazamiento en todo su perímetro, hasta 8 metros de ancho en el sector occidental y NW. El talud presenta diversas altura que varían desde los 5 metros en el NE a los 10-12 en el N y NW. En la vertiente oriental, donde un collado une el promontorio con la sierra, el talud tiene una altura de 8 metros y está coronado por los abundantes derrumbes de la ruina de una muralla. A sus pies se dispone un primer foso de 18 metros de longitud y 3-16 metros de ancho seguido por un estrecho parapeto de 1,80 metros de altura. El segmento meridional de este foso se convierte en una terraza que rodea a una cota inferior todo el recinto con una anchura media de 7 metros, alcanzando los 16 metros de ancho en la vertiente SW, donde se reconoción una rampa de acceso y un lienzo de piedras tabulares que podrían pertenecer a otra muralla. Esta terraza da paso en el frente NW a un talud de 10 metros de altura que enlaza con la pendiente natural. A sus pies se dispone un rellano de 8 metros de ancho que pudo haber sido un foso colmatado. En el frente oriental, el sistema defensivo se completaba, inmediato al parapeto, con un segundo y último foso, de 6-20 metros de ancho y 5 metros de profundidad que se une al foso interno por el sector septentrional (Camino Mayor y Rodríguez Otero, 1989).
Denominado también como Pico Rendión, ha sido descrito también como castro de pequeñas dimensiones, 45 x 30 metros, protegido en el sector SE por un único foso y una vaguada que hace de foso natural, con un contrafoso intermedio. En la corona del enclave dispone de un par de aterrazamientos en la vertiente NW, estando defendido naturalmente en las restantes (Fanjul Peraza, 2005 y 2014)".
"Lo de la vivienda en España siempre nos ha traído de cabeza. Pasamos de momentos de escasez al auge inmobiliario como si tal cosa. Eso sí, la adquisición de una vivienda en propiedad invariablemente ha supuesto un enorme esfuerzo para la inmensa mayoría de la población de cualquier época.
Los años posteriores a la Guerra Civil fueron muy duros. Por lo que se refiere a la construcción de viviendas el parón fue alarmante y la iniciativa privada no pudo resolver el problema. La escasez y la carestía de los materiales lo ponían muy difícil, la autarquía y la Segunda Guerra Mundial lo complicaron aún más.
Ante esta situación el Estado paternalista franquista se convirtió en promotor directo, en otras ocasiones se sirvió de órganos oficiales intermedios para la ejecución de las promociones inmobiliarias.
Ya en 1939, por Ley de 19 de abril, se creó el Instituto Nacional de la Vivienda, dependiendo “directamente del Ministro de Organización y Acción Sindical”, según el artículo 15 de esa Ley. Los estragos de la guerra obligaron a esta iniciativa, aunque no tuvo muy buenos frutos. Así entre 1939 y 1955 el déficit de viviendas se convirtió en un enorme problema.
Al parecer entre 1943 y 1945 se construyeron 26.000 viviendas y 70.000 en 1948, insuficientes para cubrir las necesidades, según datos recogidos por Ramón Betrán Abadía.
La situación no era menos acuciante en los pueblos de aquella pobre España, Tineo no fue una excepción.
El 25 de abril de 1952 el alcalde de Tineo informa a la corporación municipal que se había entrevistado con el Delegado de Trabajo y que éste “le había insinuado (sic) la posibilidad de incluir quince viviendas para obreros, pero que para iniciar las gestiones era necesario el acuerdo del Pleno del Ayuntamiento, ofreciendo los terrenos precisos para su emplazamiento”.
“Con tal motivo el Consejo Local de Falange, en la sesión celebrada el día 14 de marzo pasado había acordado proponer al Ayuntamiento la cesión de los terrenos municipales de las Eras, y concretamente el sitio denominado La Chamera para la construcción de viviendas protegidas para productores, sin perjuicio de hacer las gestiones precisas para ayudar a las empresas mineras en su deseo de construir otro grupo en las inmediaciones del Rodical, exclusivamente para mineros”.
Por si alguien no se dio cuenta el Consejo Local de Falange tomó decisiones antes que la corporación municipal. Ya se sabe: el que manda, manda.
Con la creación del Patronato Laboral “Francisco Franco” en Asturias, el 8 de mayo de 1952, siendo Gobernador Civil y Jefe Provincial de F.E.T. y de las J.O.N.S Francisco Labadíe Otermín, pretendían solucionar “el angustioso problema social de la vivienda”.
El sistema seguido por el Patronato Laboral, para la construcción de las viviendas, consistía en conjugar las aportaciones económicas de los beneficiarios con su contribución en forma de trabajo. Por su parte, el Instituto Nacional de la Vivienda ponía una cantidad que llegaba al 40 por ciento del importe del coste del proyecto, con carácter de anticipo reintegrable sin interés durante 20 años, y la aportación del 20 por ciento como subvención.
Así al menos lo explicaban.
Con fecha de 25 de junio de 1952 el alcalde informó a la corporación tinetense de todo lo anterior y reitera la necesidad de que el ayuntamiento ofreciese gratuitamente los terrenos necesarios para poder construir.
Queda claro que la carga recaía sobre los compradores, que ponían la mayoría del dinero además del trabajo personal, y los ayuntamientos.
El tema parece que se iba encarrilando.
El 25 de septiembre de 1953 la cuestión vuelve al pleno municipal. En esta ocasión desde el Patronato solicitan al ayuntamiento que se consigne en los presupuestos una cantidad como donativo al Patronato Laboral para “adquisición de terrenos a efecto de construcción de viviendas en esta zona”.
El Pleno “viendo los deseos de este Patronato y de la eficaz labor que viene desarrollando entre los pueblos de las provincia, acuerda prestar en principio, las ayudas necesarias para el buen funcionamiento de este Patronato, facilitándose a tal efecto, los terrenos necesarios propiedad del Ayuntamiento…”
Algo pasó por el camino y no nos enteramos. ¿No había pedido el Patronato inicialmente terrenos? ¿Cómo es que ahora pide dinero “como donativo” para adquirir terrenos? Resulta sospechoso ¿verdad? Tanto que el propio ayuntamiento no estuvo por la labor tal y cómo se vio.
Todo se aclara más adelante.
El 5 de marzo de 1954, en sesión plenaria, se vuelve a hacer referencia al Pleno del 25 de septiembre de 1953 y en esta ocasión acuerdan, por unanimidad, conceder la cantidad de ciento veinticinco mil pesetas como subvención al Patronato para la adquisición de los terrenos necesarios para construir viviendas.
Alguien se llevó un rapapolvo de cuidado y de lo dicho por el consistorio tinetense nada de nada. El régimen no permitía desavenencias, todo se reducía al ordeno y mando – y desde luego al obedecer y calladitos -.En agosto de 1954, el día 13, se celebra otro Pleno que entre otros puntos llevaba nuevamente la construcción de viviendas por parte del Patronato Laboral. En él se dan por enterados de las normas por las que se va a regir la adquisición por parte del Patronato de la finca denominada “Las Casinas” sita en El Viso.Sin titubeos ni duda alguna el Pleno vuelve a aprobar la cantidad de ciento veinticinco mil pesetas para adquisición de esos terrenos.Al final se construyeron treinta y seis viviendas, participando en su construcción seis equipos de seis “productores”. Las obras finalizaron en mayo de 1959. El arquitecto fue Francisco G. Villamil.Con la adjudicación de las viviendas se entregaba a cada propietario un “álbum” en el que “hallarás diversas materias, amenas e instructivas, bellamente expuestas, que contribuirán a enriquecer tus conocimientos generales o a proporcionarte momentos de recreo y dicha en el seno del hogar propio, rodeado de los tuyos más queridos”.Los temas sobre los que “instruía” eran la astronomía, religión, madre y niño, el trabajo, historia, sanidad, geografía universal, historia de España, cocina, el niño, el Frente de Juventudes, Asturias es así, ama de casa.Por supuesto todos ellos con un espíritu “educativo”.No faltan en el “álbum” fotografías de Franco, José Antonio Girón de Velasco y José Antonio Primo de Rivera.Como curiosidad la impresión de este “álbum” se realizó en los talleres gráficos de la editorial “La Nueva España” que la inició el 16 de noviembre de 1958 y se terminó el 14 de enero de 1959.“Las Casinas” de El Viso ahí siguen. Algunas de ellas han pasado a manos de otros propietarios que nada tienen que ver con los primeros. El tiempo no las ha tratado mal gracias al cuidado de sus moradores".
"Hablar de turismo es hacerlo sobre la mayor fuente de ingresos de España. Nuestra dependencia es tal que cualquier traspiés hace que la economía se resienta. Desgraciadamente se ha puesto en sus manos una parte muy importante de nuestra riqueza cuando se trata de un sector de bajo valor añadido, estacional, o casi, y precario. Sí, es así, cualquier economista lo suscribe.
Sea como sea no podemos dar la espalda al turismo ya que los desplazamientos por ocio, culturales, empresariales… son algo habitual y que mueve a millones de personas en el mundo. Cada país, región o municipio tiene que sacar el máximo rendimiento posible a sus posibilidades. Eso sí, hoy no se debería tender a un turismo de masas sino a uno que se pueda asumir sin causar grandes perjuicios. Eso que llaman turismo sostenible. No podemos permitirnos destruir aquello que nos pueda hacer interesantes a la vista de quienes nos visitan, sería como matar a la gallina de los huevos de oro.
El suroccidente asturiano tiene demasiados problemas (desindustrialización, emigración, envejecimiento de la población) y no puede permitirse el lujo de desperdiciar una sola posibilidad de generar y mantener empleo. Eso sí, no nos creamos que en el turismo está la salvación. En el caso de Tineo tiene un recurso muy relevante que no acaba de dársele la importancia que tiene y se merece: el Camino de Santiago.
El Camino Primitivo se está convirtiendo en un recorrido por el que año tras año transitan más caminantes. A poco que lo cuidemos puede ofrecer una alternativa de vida a unas cuantas familias, ya lo hace, pero se puede mejorar.
Una de las cuestiones primordiales es el mantenimiento del recorrido que desde Oviedo llega a Grandas de Salime para adentrarse en Galicia. Luego está la atención que se presta a los viajeros y ahí entran los albergues.
El concejo de Tineo tiene varios de carácter privado y también públicos, uno situado en Borres, con dieciocho plazas, y otro en la villa de Tineo, 38 plazas. Estos, de titularidad municipal, deben de ofrecer garantías a los peregrinos, tanto por el equipamiento como por la limpieza.
El de Tineo se encuentra situado en la planta baja del antiguo centro de salud. Ofrece un equipamiento básico pero tiene la posibilidad de mejora tanto en capacidad como en servicios.
La titularidad del edificio es municipal y además del albergue está ocupado, en sus dos plantas superiores, por los sindicatos UGT y CCOO, se suponía que de manera transitoria, pero ahí siguen tras varios años.
Las organizaciones sindicales con anterioridad estaban ubicadas en la Plaza de las Campas en un edificio que formaba parte de su patrimonio histórico. Cuando se produjo la remodelación de la plaza se les ofreció esta solución temporal puesto que en el edificio que se iba a construir en ella iban a tener un local. Ese era el acuerdo que se hizo público. La Plaza de las Campas hace unos años que ya está urbanizada y se supone que allí tienen reservado un local de 457 metros para que instalen sus oficinas.
Si se liberan esos locales del antiguo centro de salud puede destinarse todo él a albergue de peregrinos. El edificio parece que se encuentra en buenas condiciones y las inversiones necesarias para su adaptación son eso, inversiones a medio y largo plazo. Además seguro que se pueden conseguir ayudas para su remodelación.
El ofrecer un espacio como ese a los peregrinos puede significar un incremento de las pernoctaciones en la villa que pueden estimular, un poco, la maltrecha economía local.
El peregrinaje por el Camino Primitivo va a ir a más. Ofrecer una oferta pública de calidad complementaría la iniciativa privada y Tineo podría convertirse en un verdadero hito en el Camino Primitivo".
"En 1990, Laureano V. García convocó a asociaciones, entidades y particulares a una reunión para constituir una asociación del Camino de Santiago. A ese llamamiento acudimos muy pocas personas y aún éramos menos los que creíamos que eso de la promoción del Camino de Santiago primitivo era una buena idea. Un año después, en noviembre de 1991, ya estaba creada la Asociación de Amigos del Camino de Santiago Astur-Galaico del Interior.
Me cuenta Laureano que allá por el año 92, del siglo pasado, llegaron a Tineo tres peregrinos procedentes de Estados Unidos. Habían leído el libro De San Salvador de Oviedo a Compostela; andar y ver por el camino de los peregrinos de Antonio García Miñor y ni cortos ni perezosos se pusieron a andarlo. Llegaron a Tineo y los recibió el propio alcalde, en cuyo despacho oficial durmieron. Casi podríamos denominarlos los primeros peregrinos de la “edad moderna”.
Hoy el Camino, los peregrinos, dan alegría, además de dinero, a los pueblos de este recorrido primitivo que va desde Oviedo a Santiago. Ya ni los alcaldes dudan de su importancia, otra cosa es la atención que le prestan. Aunque es justo decir que algunos lo tienen más claro que otros.
Quien piense que estos caminantes van a ser la solución a nuestros problemas de empleo, económicos o de cualquier otra índole se equivoca. Son un aliciente que no se puede desdeñar. Gracias al Camino han sobrevivido pequeños negocios, e incluso se han creado algunos.
En la actualidad el concejo de Tineo tiene siete albergues, de los cuales dos son municipales y el resto privados. Asimismo, por ejemplo, desde hace muy poco tiempo la villa tinetense cuenta con dos lavanderías públicas. Bares, tiendas, farmacias, fisioterapeutas, taxis, hoteles… han mejorado sus resultados económicos gracias a estos peregrinos.
Entre noviembre y marzo el trasiego de caminantes prácticamente desaparece pero a partir del tercer, cuarto mes del año los vemos pasar en constante aumento hasta llegar a los meses de verano que es cuando se produce un chorreo constante.
Los pequeños comerciantes solo tienen buenas palabras para ellos, y no solo por que dejan dinero, si no por su amabilidad.
Rosa es una de ellas, regenta la Panadería San Antonio. Todos los días entran en su establecimiento. No compran grandes cantidades pero al ser muchos pocos se nota. Los dulces y las empanadas les aportan energía. Dice riéndose que son muy llambiones. Su panadería, gracias al boca a boca, se conoce entre los caminantes. ¿El secreto? “buenos productos y no engañarlos”.
Ángel, propietario del Restaurante y pensión Tineo, es otro de los empresarios que se muestra muy satisfecho con su presencia. Al menos un 20 por ciento de la ocupación en su pensión se debe a estos andarines y solo hay que acercarse al restaurante en horas de comida y ver quienes son los comensales.
Gentes de un sin fin de países recalan en su casa. Asiáticos, australianos o americanos. Los estadounidenses, cuenta, cada vez son más. Al parecer están entusiasmados con este camino.
Otros a los que les sienta bien este goteo incesante son los taxistas. Rodi, y sus socios de Taxi-Tineo, están ahí cuando surgen problemas en los pies o piernas. Algunos aligeran el peso y envían sus mochilas por este medio.
Quien está encantada, lo demuestra todos los días en su página de Facebook, es Yaiza, del bar La Griega. La constancia y la dedicación han convertido a este pequeño bar en una parada obligada para muchos caminantes. Reciben un pequeño obsequio que contiene un mapa del camino, tapones para los oídos, tiritas, un paquete de pañuelos, una chuchería y para las chicas un tampón, para los chicos una maquinilla de afeitar. Mejor recibimiento imposible.
La Griega tiene un libro de firmas en el que los viajeros se explayan, alguno incluso dibuja. Ahí dejó el Ayuntamiento de Tineo un libro de sugerencias.
En él, el libro de sugerencias, los peregrinos destacan la belleza del concejo pero también hacen constar sus quejas. En algunos casos, y muy puntualmente, echan en falta algo más de señalización. Se lamentan, sobre todo, del barro de algunos tramos, que se vuelven intransitables cuando llueve varios días seguidos. Son muchos los que insisten en este problema. Hay una tercera crítica: el mantenimiento de los albergues públicos.
Las soluciones no parecen muy complejas.
El Camino de Santiago no es la gallina de los huevos de oro pero tampoco debemos matarla por dejadez. Los peregrinos necesitan muy poco: agradecen una sonrisa, una ayuda cuando la necesitan, no quieren que les engañen con los precios, no quieren perderse y necesitan un camino transitable.
Cuidemos el Camino y sobre todo a los peregrinos. Son como ese agua fina que tanto agradecen los campos".
"Desde la ermita de San Roque, del siglo XIII, se llega a la capital del concejo a través del Paseo de los Frailes, flanqueado por antiguos árboles plantados en su caminar diario entre el barrio de Cimadevilla y el campo de San Roque por los religiosos del antiguo convento franciscano del siglo XIII, del que hoy da testimonio el templo de San Pedro".
«Si se gana para el Ayuntamiento, pero si se pierde lo ponéis vosotros». Fue la frase con la que el entonces alcalde de Tineo, Santiago Pérez, dio el visto bueno a un grupo de empresarios que propusieron organizar una feria comercial en el concejo. Corría el año 1989, y así nació la Feria de Muestras de Tineo, «una de las grandes multisectoriales de Asturias», en palabras de su actual director, Marcos Da Rocha, tal y como recordó ayer en la plaza de Las Campas, el mismo lugar donde tres décadas atrás se puso en marcha esta iniciativa, hoy consolidada. Ayer, una gala rindió homenaje a quienes pusieron en marcha la Feria de Muestras de Tineo.
La idea surgió en la feria de San José. Muchos de los que participaban en la exposición de maquinaria agrícola decidieron unirse para potenciar un encuentro comercial con representación de todos los sectores, «un escaparate para todos», apuntó Da Rocha. A la idea se sumó la colaboración del Ayuntamiento, de la junta de hostelería y del resto de la industria y el comercio. Juntos hicieron realidad aquel sueño. «Hoy volvemos al lugar que la vio nacer para daros las gracias. Gracias por haber aportado tanto», concluyó el director.
Entre el público, como en aquel 1989, estuvieron los impulsores de la Feria de Muestras. Entre ellos, el entonces alcalde, Santiago Pérez. «Parece que ahora hemos descubierto el declive demográfico y el despoblamiento rural, pero entonces ya existía. La gente sintió la necesidad de hacer algo. Se organizaron porque veían que aquello se acababa», rememoró Pérez ante el público, enfatizando la ilusión de la gente en el proyecto.
Un sentimiento al que también hizo alusión quien se estrenó en el cargo de director del certamen, José Pertierra. Sus palabras sirvieron para recordar el incesante trabajo desarrollado por la organización de aquella primera edición. «Las ideas las tenía más o menos todo el mundo claras. Queríamos una feria que fuera un referente, llenar un espacio en la zona suroccidental, que permaneciera en el tiempo y se consolidase. Empecemos a trabajar en ello», explicó Pertierra, antes de pasar a enumerar varias de las anécdotas que acompañaron a aquella primera edición. Para que saliese adelante la Feria de Muestras de 1989 hizo frente a un recinto ferial al que había que llevar electricidad, agua... «Más de uno echó alguna cabezadina allí», apuntó Pertierra para destacar el esfuerzo de los trabajadores municipales de entonces que no escatimaron esfuerzos, y que arrancó carcajadas al público.
«Conseguimos que San José fuese una cita ganadera y que la Feria de Muestras fuese la que trajese mucha gente a Tineo», afirmó Benjamín Alba, empresario que tomó la palabra en representación de los cerca de cien expositores que dieron forma a aquel primer certamen del que algunos recelaron, pues temían que Tineo se quedase sin gente si se movía la feria de la plaza de Las Campas.
En 1989 hubo 80 expositores. Este año se darán cita más de 170. Por aquella cita pasaron 16.000 personas en los dos días que duró la exposición, pero en las últimas ediciones fueron 50.000 los visitantes que se contaron en el recinto ferial de Santa Teresa. Sus puertas se abrirán el 28 de abril y no se cerrarán hasta el 1 de mayo".
El Camino avanza recto bajo más robles siempre en bajada suave pero continua por el Paseo de los Frailes y en paralelo asimismo a la Carretera de San Roque, que dominamos desde lo alto
Hermosa vista de El Viso hacia El Pascón; estamos como puede apreciarse en una Villa de altura y así la llaman Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez, del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (Cedotet) en la serie Asturias viejas y nuevas polas de La Nueva España:
"La villa de Tineo se emplaza en las alturas de la meseta de su nombre, en una localización sorprendente que huye de las tierras llanas y busca acomodo, como puede, en las pindias laderas que caen desde la sierra hacia el curso del Narcea, mirando siempre hacia el Sur. El borde norte de la meseta, visto desde Tineo, es una rampa en cuya base se encuentra la villa. La arista es suficiente para resguardarla de las humedades que ascienden desde la mar valdesana por la escarpada ladera septentrional. Muchas veces allí se quedan, mientras que, a sotavento, Tineo tiene días luminosos y con otro aire. Distintos también a los de Cangas, la villa hermana y baja, encajada en el profundo surco que ha labrado el Narcea y en la que no son infrecuentes los días de niebla, en los que río y valle angosto permiten el embolsamiento de una masa de aire frío y húmedo, mientras que arriba, superada la inversión térmica, parece que Tineo tiene otro clima local, contraste acusado que facilita la cura del buen embutido, base de una de las actividades industriosas de la localidad.
Tineo es capital de un extenso concejo-comarca que se extiende sobre un territorio de compleja orografía. Sus redes de influencia se localizan en el interior de la comarca vaqueira, el país de las brañas. Ha crecido como centro y referencia urbana de un pequeño mundo, relativamente aislado por las malas comunicaciones. El aislamiento ha hecho que el concejo se haya volcado sobre sí mismo, creando un ambiente laborioso, con una fuerte iniciativa local para emprender".
"... villa de camino, cruzada por el primitivo Camino de Santiago, que desde La Espina y El Crucero alcanza el campo de San Roque y se desploma desde el Picu la Villa hasta Fondos de Villa, dando a la pola caminera ese perfil topográfico tan característico y original. La carretera de La Espina a Pola de Allande ofreció un nuevo eje de crecimiento que orientó el desarrollo urbano del siglo XX, junto al más directo del Rodical en la comunicación con Cangas. Urbanizaciones y equipamientos buscan acomodo en los escasos rellanos"
"El jueves se ve y se oye enseguida en la avenida del Conde de Campomanes. Con el invierno en tregua en las alturas hostiles de la sierra tinetense, el mercado de Tineo estrecha las aceras alineando cestos, fundas para móviles, relojes y carteras, figuritas, madreñas, cencerros, alfombras y mucha ropa. Por encima del murmullo, Marcela Morelo canta «Corazón salvaje» por los altavoces de un puesto de discos que promociona la mercancía a todo lo que da el volumen. Pronto habrá quien contemple la calle llena, ladee la cabeza y recuerde que hubo un tiempo en que de aquí a la plaza del Fontán se vendían cerdos criados en los alrededores de la villa y que donde hoy se compra para vestir de baratillo había huevos, fruta y verdura traída fresca desde las tierras fértiles del segundo concejo más extenso de Asturias. Éste de ahora es ya el modelo de mercadillo estándar; engaña con la algazara bulliciosa del jueves -«vienes un martes y esto parece un pueblo del Oeste», dirá un vecino- y despista con el género impersonal, como si esta villa no tuviese nada propio que ofrecer. Mentira. Esas apariencias ocultan las múltiples singularidades de la cabecera urbana de este municipio industrioso y rural, el más lechero de Asturias con sus 120 millones de litros de cuota láctea. Minero y agrario, inquieto y emprendedor, teóricamente potente y a veces desaprovechado, se oye en el análisis del vecindario. (...)
A la vista engaña también la configuración urbana de la capital tinetense, encaramada a 673 metros de altitud en la falda de la sierra prelitoral a la que da nombre. Esta ciudad pequeña que se ve al andar funciona en realidad «como un pueblo grande», asegura Jesús Rodríguez con el refrendo de los que acuñaron en el refranero popular la sensación de que Tineo «como villa no es ninguna maravilla; como braña, la mejor de España». «No hay mentalidad de ciudad», apostillará Laureano Víctor García, cuarta generación de comerciantes con tienda de tejidos en la avenida González Mayo y presidente de la Agrupación de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago del Norte. Cualquier paseo, vuelve Jesús Rodríguez, descubrirá que «Tineo sigue siendo un pueblo. Grande, pero con la misma estructura de pueblo de los años cuarenta, cincuenta o sesenta. El comercio de la villa es el mismo. Entro en las mismas tiendas que entraron mis abuelos y prácticamente a comprar los mismos artículos. Y eso no es un aliciente».
Por su parte Antonio Sánchez Campomanes fue militar destacado en las guerras carlistas y político, llegando a ser diputado por el distrito tinetense y también por San Clemente, en Cuenca. Fue asimismo presidente del Casino de Madrid y del Centro del Ejército y la Armada. El jurista Feliciano Barrios Pintado, de la Real Academia de la Historia, dice en su prólogo del libro el Doctor en Derecho José María Vallejo García-Hevia, titulado Los Campomanes. Una familia de Hidalgos Asturianos al servicio de la monarquía (siglos XVIII y XIX):
"El origen del estudio está en el interés de nuestro autor por todo lo que atañe a la persona del I Conde de Campomanes, don Pedro Rodríguez de Campomanes, uno de esos asturianos que pueblan de manera estelar el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen en España, dejando una huella indeleble en una hora decisiva de nuestra historia. Don Pedro será, en principio, el motivo de que sepamos de sus hermanos, Josefa y Francisco, y del devenir vital y profesional de sus sobrinos, Domingo y Francisco, de sus esposa, Manuela de Amarilla y Amaya, de sus hijos Anselmo y Sabino, II Conde de Campomanes, y de sus hijas María Bibiana y Manuela Susana, así como de sus yernos. Luego aparecerán en nuestro relato su nieto Rodrigo, III Conde de Campomanes, y su bisnieto Manuel, IV Conde de Campomanes.Todos los Campomanes, y muchas de las personas vinculadas familiarmente a ellos, sirvieron a la Corona con mayor o menor fortuna, aunque algunos no participaran de las virtudes de don Pedro. La lealtad, laboriosidad, inteligencia y dedicación de tan singular pariente, deberían haber sido un espejo para todos ellos. Los "negocios públicos", a los que había dedicado su vida el I Conde de Campomanes, encontraron en él el más celoso у desprendido servidor. Conocer su trayectoria vital, así como la de sus familiares, es una manera óptima de adentrarnos en el mundo de la Administración histórica española y de sus servidores. En una Monarquía que ha sido adjetivada de administrativa, y en la que el llamado oficio de papeles era una de las formas más útiles de servir al Rey, el conocer a quienes los manejaban, principales agentes de la Corona a uno y otro lado del Atlántico, es uno de los mejores caminos para conocer su devenir histórico..."
Según la etimología, El Viso, nombre relativamente común en la toponimia asturiana, tendría que ver con lugar de mucha vista, como es este el caso, pues llega al Picu las Eras (737 m), que es el monte en el que se encuentra El Campo San Roque, antiguas tierras de plantación de cereales, de ahí su nombre, que comparte con el lugar donde se hizo el cementerio nuevo
Los tejados de Las Casinas del Viso, que ya van quedando atrás. El Picu las Eras fue conocido antiguamente como El Campo los Cuevos, 'pequeñas cuevas'
"Con el objetivo de preservar este patrimonio, mantener el espíritu jacobeo y promover las peregrinaciones por esta ruta se creó en 1991 la Asociación de Amigos del Camino de Santiago Astur-Galaico del Interior, cuyo papel en la recuperación del trazado y rehabilitación de monumentos ha sido decisivo para la buena conservación de este tramo del camino".
"Este pueblo, cuyo origen se remonta a la época castreña, cuenta con una fuerte tradición jacobea y alberga monumentos de gran relevancia dentro de este contexto. Su vínculo con esta ruta se afianza a partir de 1222, año en el que el rey Alfonso IX de León le concedió el privilegio de que todos los peregrinos a Compostela debían pasar por el lugar, bajo pena de severo castigo, hecho que propició la expansión de este núcleo utilizando como vehículo el abastecimiento de servicios a los viajeros"
Dejamos a la derecha la muy pendiente escalera de acceso a su finca mientras continúa la bajada. Es común, recalcamos, encontrar a bastante gente paseando hasta San Roque y de vuelta de San Roque, que suele saludar a los peregrinos
A la derecha, una pared rocosa hace de contención de la fuerte pendiente de la montaña, evitando argayos o corrimientos de tierra, como también las profundas raíces de los robles
"Con el tiempo, el término evolucionó hacia un concepto de viaje devocional, tal y como hoy lo conocemos. En este sentido, el peregrino es la persona que realiza un camino que se dirige hacia una meta situada en un lugar considerado santo, por el hecho de que allí nació, vivió, murió o está enterrado alguien que tenga tal consideración".
"Del Campo de San Roque parte el hermoso paseo de los frailes, por donde caminaban rezando los franciscanos, llegados a Tineo en el siglo XIV, como a Oviedo y Avilés, y, más tarde, a Villaviciosa. En la semana santa de 1795, en su diario escribe Jovellanos de Tineo: “el convento, muy pobre, mantiene, sin embargo, 30 frailes que arruinan al pueblo”. Los franciscanos trajeron a Tineo los santos de la orden, y afines, como San Francisquín de Paula, de los Mínimos, a Folgueirúa y a Rellanos. San Francisco de Paula, patrono de Calabria, en Italia, recibía de limosnas, el último domingo de cada mayo una camioneta llena de lacones y jamones, una buena parte procedentes de la comarca de Paredes (Valdés). Y sus milagros alcanzaban a los niños de Folgueirúa que, con un alambre, sacaban las monedas del cepillo del santo, con lo que tenían siempre para caramelos de modo sostenible, como se dice ahora..."
-Chorizo asturiano Extra
- Chorizo asturiano extra Picante
- Chorizo asturiano Primera
- Chorizo asturiano Extra en Sarta
- Chorizo asturiano Vela Extra
- Morcilla asturiana Extra
- Panceta en Salazón con costilla
- Lacones salados
- Paletillas saladas
- Jamón de Tineo
- Chosco Asturiano
- Lomos Extra
- Lomos de Cabecera
- Picadillo
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| Foto: Chosco de Tineo IGP |
"... es un embutido curado y ahumado en ciego de cerdo elaborado a base de cortes selectos de carne de porcino (cabecera de lomo y lengua) adobada con sal, pimentón y ajo. La tripa que se utiliza como cobertura del chosco es el ciego de cerdo, de ahí su forma redondeada e irregular. Al corte se visualizan con nitidez las distintas piezas de carne.
Su color característico es el rojizo, variando su tono en función la carne utilizada y la concentración del pimentón.
De textura jugosa, posee un sabor y un aroma característicos y típicos del embutido adobado y ahumado.
Puede ser más o menos intenso, en función de los días de ahumado y del tipo de maderas utilizadas".
Volviendo a mirar abajo, enfrente de La Feria tenemos el Parque de Bomberos y a la derecha el centro deportivo, el colegio y la Residencia de Medias del IES Concejo de Tineo
"... la parálisis de la construcción va a doler aún algún tiempo. Hace unos años, lamenta Alba, «Tineo era el único sitio de España donde no había grúas» y esta villa, le sigue Cuco Nieto, «va a pagar durante mucho tiempo que el boom urbanístico no haya pasado por aquí». Tuvo su propia expansión, sí, pero a destiempo, «veinte años antes y de manera desorganizada, porque aquí se hacían los edificios antes que las calles» y para ir del barrio de El Viso al de Santa Teresa, que «están pegados», «había que recorrer tres kilómetros», rememora Laureano Víctor García. Ahora, en plena crisis y otra vez a contracorriente, en la recién reurbanizada plaza de Las Campas acaba de comenzar la construcción de un bloque de 62 viviendas. ¿Por qué ahora?, pregunta Benjamín Alba, «porque el pueblo apostó por ellas», se responde, porque después de un largo y conflictivo proceso el edificio lo pagan los compradores en régimen de cooperativa. El Alcalde, entre tanto, se dice orgulloso de la transformación urbanística y de «la modernización urbana» que ha experimentado la villa y después de apuntalar la tesis señalando hacia la plaza del Ayuntamiento, recién acondicionada, advierte de que la construcción retraída viene, a su juicio, de muy atrás: «Desde 1990 no hubo un plan de ordenación hasta que llegamos nosotros y para cuando se empezó a aplicar y a construir, ya había comenzado la crisis».
"Se emplaza en una de las lomas del cordal de la Sierra de Tineo, a 602 msnm, entre el cementerio nueva y la villa de Tinéu.
Durante su reconocimiento no se pudieron determinar ni un recinto protegido ni elementos defensivos claros. En la loma, de contorno circular y topografía suavizada, se documentó un escarpe de 3 metros de desnivel en el flanco oriental que da paso al camino de acceso al cementerio. Por el frente meridional, el escarpe es menos acentuado, pero muestra una tendencia rodear el montículo. En el sector NW también se reconoció un pequeñó tramo con cambio de pendiente o talud muy erosionado y, a una cota inferior, otros dos escalones en ladera. En el resto de vertientes no se documentaron elementos de carácter defensivo, solo una amplia vaguada hacia el N (Camino Mayor y Rodríguez Otero, 1989).
Descrito como poblado de forma circular de medianas dimensiones, 80 x 50 metros, solo se reconocieron algunos suaves aterrazamientos o taludes de menos de 2 metros de altura. También se reconocieron dos leves aterrazamientos en el NW y la reutilización de un posible foso como camino actual (Fanjul Peraza, 2005 y 2014)"
"... lugar de encuentro de los profesionales del sector de la madera y la industria forestal constituyendo un hito en el sector dada su condición de «Feria en Condiciones reales de trabajo». Asturforesta reune una gran oferta de maquinaria de última generación, y profesionales del sector, que pueden verlas en condiciones reales de trabajo.
De carácter bianual, Asturforesta se celebra en el incomparable marco natural del Monte Armayán, un bosque de pino radiata y pinaster con una superficie de 550 hectáreas, de las cuales la Feria ocupa 45 hectáreas"
"Nada más salir de Tineo hacia la Casa el Puerto se encuentran el campo y la ermita de San Roque, en la ruta del Camino Primitivo, o Camino del Interior de Santiago. Puede que haya en el mundo un espacio mejor para una romería. Si lo hay, yo no lo conozco. Aunque caiga un diluvio ni se embarra ni se encharca el Campo de San Roque. Cuenta, entre otros árboles, con fayas y carbayos admirables. Y está el terreno ligeramente inclinado formando un anfiteatro, en torno a los quioscos de música, donde las grandes orquestas gallegas fueron configurando el gusto musical de los tinetenses. Así, por los años 50 ya presentaron en Tineo Los Trovadores y los Satélites de La Coruña el pasodoble de Joaquín Montañés “Agárrate Saxo”, que ahora, setenta años después, graban bandas municipales de toda España, y los mejores acordeonistas. (...)
Un par de kilómetros más arriba de San Roque estaba el bar Casa Fernando, en el Chanolriego. Allí vimos la televisión por primera vez muchos vecinos de la comarca. Fernando había subido un cable de antena sierra arriba y, en aquella pequeña pantalla se veía, sobre todo, como si nevara..."




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